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Focolares
Formando empresarios de comunión
En el 30° aniversario de la Economía de Comunión, la autora recuerda de primera mano la historia de la amistad entre los empresarios y los jóvenes interesados por el proyecto
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Es el 31 de mayo de 1991, y sólo han pasado dos días desde el lanzamiento de la Economía de Comunión (EdC). Chiara Lubich habla a los jóvenes brasileños de su idea y les encomienda una gran responsabilidad: para resolver el problema de la pobreza hace falta “la comunión de bienes” y ellos —jóvenes y generosos por naturaleza— están destinados a ser los protagonistas del proyecto que acaba de nacer. A ellos les corresponde la tarea de difundir el estilo de vida de la comunión (enseguida, por medio de tesis académicas y después, creando empresas), siendo verdaderos “revolucionarios de la comunión en la libertad”.
Los empresarios de EdC y los jóvenes se han atraído siempre, como imanes. Conservo un recuerdo personal. En 1997, se celebraba en Castel Gandolfo (muy cerca de Roma) uno de los primeros congresos internacionales de la EdC, con la presencia de los primeros empresarios. En aquella época, yo tenía relación con los jóvenes que empezaban a escribir sus tesis de grado sobre la EdC. Muchos solicitaban entrar en contacto con los empresarios para entrevistarlos o realizar prácticas en sus empresas. En un tiempo en que la comunicación aún se realizaba por carta, inventé una especie de módulo con los datos mínimos necesarios para recoger las disponibilidades y comencé a buscar empresarios. De este modo tuve la oportunidad de conocer a muchos de los “pioneros”, con los cuales sigo teniendo amistad.
En 2003, el ofrecimiento de prácticas comenzó a adquirir una forma más organizada, sobre todo en Estados Unidos y en Brasil, por iniciativa del empresario John Mundell. La experiencia todavía continúa. Desde entonces han pasado por la empresa Mundell & Associates por un periodo de uno a seis meses unos 70 jóvenes de 15 países. Es una gran oportunidad, en sinergia con las escuelas de EdC, para formar a los jóvenes en la comunión. “Hemos tenido hasta cuatro jóvenes en prácticas a la vez”, cuenta John. “Trabajan en la empresa según sus competencias: comunicación, tics, marketing, ingeniería, economía... Desde el principio saben que tienen que imaginar la empresa que podrían poner en marcha con una
cultura al estilo de la EdC: darle un nombre, presentar un primer plan de negocio, desarrollar la misión y la visión y lanzar la actividad”.
Pero esto no es todo. Durante las prácticas, los jóvenes tienen que cuidar las relaciones y colaborar con la comunidad: “Mientras están aquí, los jóvenes en prácticas participan en un evento comunitario que ayude a la ciudad en algún aspecto, y desarrollan relaciones locales fuera de la empresa. Además, proponen un proyecto que ayude a mejorar la empresa de EdC. Conocen a los empleados y a los otros jóvenes en prácticas y organizan cenas y encuentros de intercambio cultural. Aprenden a cocinar y a cuidar sus casas. Además, se les pide que trabajen en algunos proyectos para contribuir al desarrollo de la EdC global. Para muchos —concluye John— ésta es su primera experiencia laboral y por tanto no les resulta fácil al principio levantarse cada mañana y trabajar todo el día”.
Esta formación deja huella. Muchos siguen en contacto después de terminar las prácticas. Escribe Raiana Lira, brasileña, una joven que hizo su práctica en 2015: “Esa experiencia definió mi vida. Me abrió los ojos y el corazón a la capacidad empresarial de cambiar positivamente el mundo. Después de aquello, orienté mi profesión hacia lo que se conoce como sector de impacto: un ecosistema de organizaciones no gubernamentales, gubernamentales y con ánimo de lucro que buscan dejar un impacto positivo en el mundo. Y la oportunidad de conocer la EdC, primero en Mundell & Associates y después en Anpecom, me abrió la posibilidad de vivir mi vida profesional con más propósito y significado”.
Damos un salto en el tiempo y aterrizamos en la Mariápolis Piero de Nairobi (Kenia). Es el 31 de mayo de 2015. Han pasado 24 años desde ese primer encuentro de Chiara con los jóvenes de la EdC. Estamos en la última mañana del congreso internacional titulado “Digamos sí a una economía de comunión”. Junto a más de 300 empresarios de todo el mundo, están presentes 180 jóvenes de 27 países, que en los días previos han vivido una intensa escuela para jóvenes de EdC, internacional y panafricana. De aquella escuela salieron 45 proyectos empresariales en los sectores más diversos, todos ellos inspirados en una necesidad concreta de sus comunidades. Vivir aquellos días juntos, jóvenes y empresarios —por un lado, los sueños y por el otro, la concreción— creó una mezcla explosiva. En África, cuando nace un niño, toda la comunidad lo cuida para que pueda crecer. Lo mismo ocurrió con los proyectos nacidos en aquella escuela. Aquella mañana, mientras se repasaban los proyectos, un empresario se levantó y se ofreció a acompañar dos de ellos; después una empresaria hizo lo mismo, y luego otro más. En los folios colgados de la pared florecieron tarjetas de visita y comentarios como “quiero ser tu hermano”, “me gustaría apoyar tu proyecto como amiga”.
De este modo, inesperadamente y de forma espontánea, nació una colaboración que unió a empresarios de varias partes del mundo, en una ayuda recíproca, de hermanos. Veinticuatro años después del lanzamiento del proyecto, los “empresarios jóvenes” de los comienzos daban la mano a otros jóvenes. En aquella ocasión se comprendió que era necesario crear “incubadoras” especiales de nuevas empresas de EdC. No sólo en África, sino en todos los continentes. Menos de un año después, nacía la incubadora de EdC EoC-IIN, que hoy cuenta con varios hubs de incubación en África, Europa y en todo el continente americano, de Norte a Sur, y cuyo desarrollo se dio a conocer durante el evento del 30º aniversario, este 29 de mayo.
El congreso de Nairobi se cerró con un pacto especial firmado por todos los presentes, titulado “Una empresa no basta” que hoy vuelve a interpelarnos profundamente: “Prometo dedicar mi vida a ser apóstol de una Economía de Comunión y de este modo contribuir a un mundo más justo y fraterno, para que se realice el sueño más grande de Chiara (Lubich): ‘Que todos sean uno’”. Se comprende por qué “Una empresa no basta”1 fue también el título del segmento del evento para el 30º aniversario de la Economía de Comunión dedicado a los empresarios.
1 https://arc.edc-online.org/es/731-noticiario-edc/ es-n-41/10909-una-empresa-no-basta.html
El evento para los 30 años
El evento del 30º aniversario de la Economía de Comunión fue un momento para reflexionar juntos sobre lo vivido en estos 30 años, a partir de nuestro origen en Brasil en 1991, para comprender qué camino emprender en el futuro.
El punto de partida fue lo que muchas veces nos ha pedido Chiara: “No nos olvidemos de los pobres”, el primer y fundamental objetivo de la Economía de Comunión. Echaremos mano de la misma pasión que el Papa Francisco está poniendo en este objetivo, partiendo de los empresarios que han encarnado este sueño para centrarnos en “nuestra” manera de ver la pobreza: no se trata tanto de luchar contra ella, sino de “tocarla” y “abrazarla” para comprenderla de verdad. ¿Y quién nos dará la fuerza y el valor para hacerlo si no lo hacen los jóvenes? Ellos son capaces de profecía, y con ellos queremos imaginar los próximos 30 años. Como dice el Papa, “los jóvenes harán profecías si los viejos no pierden la capacidad de soñar”.
El evento del 29 de mayo de 2021 se realizó y se emitió en directo por streaming desde Loppiano (Florencia, Italia), con participación activa desde todo el mundo. La grabación está disponible en el siguiente enlace: cutt.ly/5b3KzHs Fuente: edc-online.org/