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Entrevista
Antes del matrimonio
Voluntad, proyectos, conocimiento de sí mismo y del otro. Entrevista a la abogada rotal, Francesca Squarcia, quien acompaña a personas que procuran el reconocimiento de la nulidad de su matrimonio religioso católico
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Francesca Squarcia es abogada de la Rota (tribunal de la Santa Sede) en las causas de nulidad matrimonial ante el Vicariato (“diócesis”) de Roma. Es autora del libro L’amore basta? (“¿Es suficiente el amor?”).
-¿Cómo es la formación para convertirse en abogado rotal?
Después de mis estudios jurídicos comunes, tuve un embarazo difícil que me obligó a llevar una vida más resguardada. En ese momento, por consejo de un sacerdote, participé en algunas lecciones de derecho canónico. Me apasioné, cursé un doctorado y luego los estudios en el tribunal de la Rota romana. Finalmente lo elegí como profesión.
-¿En qué consiste?
Acompaño a personas separadas o divorciadas en un camino de discernimiento personal. Llevamos a la atención de la Iglesia las dinámicas de su matrimonio para someterlas a juicio. Pero no se trata tanto de aplicar reglas como de llevar a las personas a un mayor conocimiento de sí mismas y de su experiencia.
-¿No es suficiente amarse para decidir casarse?
No. Los problemas de hoy son principalmente dos: la emotividad con la que se enfrentan las elecciones conyugales y la falta de planificación. El matrimonio se concibe como un sentimiento, se confía en las emociones que nos provoca el otro, se está bien mientras se está bien, pero luego no se sabe afrontar las primeras dificultades.
-¿Qué se necesitaría, en cambio?
Se necesita voluntad, compromiso, conocimiento de uno mismo, del otro y de lo que se está realizando juntos.
El tiempo por sí solo no resuelve problemas. Antes de casarme tengo que saber a quién estoy por acoger en mi vida. En cambio, los jóvenes a menudo viven la vida de a dos como la satisfacción de sus necesidades. El matrimonio se convierte en una extensión de mí, que sigo viviendo mis necesidades y mis problemas. Pero la relación con el otro no durará si se confía únicamente a la espontaneidad.
-¿Cómo puedo saber si seré capaz de dejar espacio al otro?
Planteándome tres preguntas. La primera es: ¿el matrimonio es algo bueno para mi vida, para el que soy como resultado de las experiencias vividas hasta ahora? La segunda: ¿encontré a la persona adecuada para compartir un proyecto conmigo? Finalmente: ¿qué queremos lograr?, ¿tenemos un proyecto?
Tengo que responder las tres preguntas antes de llegar a la boda.
-¿No es suficiente vivir juntos?
No, no es suficiente experimentar la vida juntos. Debemos confrontarnos, decir quién soy y conocer quién es el otro, razonar acerca de lo que queremos hacer con nuestra relación.
Hay parejas que, tras la nulidad, celebran un segundo matrimonio sin haber afrontado este camino. Caen inexorablemente en los mismos errores. La convivencia, de hecho, no resuelve los problemas que no se afrontan…
-En un libro que escribió, habla de un inútil “recurso de la esperanza”. ¿A qué se refiere exactamente?
Cuando no quiero abordar un problema o no sé por dónde empezar, espero que la situación cambie en el futuro.
Es el último recurso, que sólo indica la incapacidad de abordar el problema enseguida. Es una forma de posponerlo, con todos los riesgos que eso conlleva. Si las cosas no se solucionan hoy, mañana podría ser mucho más difícil.
-¿Responder a ciertas preguntas juntos hace madurar a la pareja?
Sí, sobre todo si pensamos que con el matrimonio me tomo la responsabilidad de vivir al lado de otra persona, de aco-
gerla para hacerla feliz, vivir con ella, valorar lo que es, hacerla mejor. Y también de abrirme con ella para tener un hijo y mantenerme fiel a ella para siempre, exclusivamente.
-¿Es importante la fidelidad?
La fidelidad testimonia la voluntad de amar a una persona. De hecho, la tentación de escapar del compromiso matrimonial puede surgir por muchos motivos, no sólo los relacionados al enamoramiento de otra persona. Ciertos momentos difíciles sólo se pueden superar si la fidelidad se convierte en voluntad de amar. Entre otras cosas, un matrimonio duradero lleva a superarse a sí mismos, permite la maduración de la pareja, permite crecer saboreando juntos la vida y la novedad que aportan los hijos. Es una elección existencial que cambia la calidad de vida, con la dimensión de don y de la apertura.
-¿También es importante para la sociedad?
Un matrimonio logrado, una pareja estable y feliz es un gran recurso para la sociedad civil. Las familias armoniosas se convierten en protagonistas del progreso social. En estos contextos, los niños crecen amados y se les ayuda a desarrollarse. Un amor que se reduce sólo a la satisfacción mutua, está destinado a desvanecerse con el tiempo.
-¿Es el matrimonio un camino a la felicidad?
El secreto de la felicidad no está en elegir a la mejor persona según uno se la imagina. Es necesario, en cambio, conocer enseguida los límites del otro, para poder gustar lo que te puede dar.
Esto te hará feliz, sin pretensiones que crean ilusiones y se convierten en tensiones lacerantes.
-¿Cuál es el plus del matrimonio religioso?
La gracia del sacramento.
-Pero también los cónyuges cristianos se separan...
Sí. De hecho, el camino hacia el matrimonio sacramental no puede ser diferente del de los demás, porque la gracia debe descansar sobre una naturaleza sana, sobre una pareja madura que ha afrontado los retos antes mencionados. Sólo si se apoya en una humanidad madura, la gracia puede dar sus frutos. También porque los desafíos que habrá que afrontar en el matrimonio no se conocen de antemano.
-Hay quienes critican la “vía de escape para ricos” que concede la Rota con la nulidad...
Desde el pontificado de Juan Pablo II, la nulidad ya no es sólo una posibilidad para los ricos.
Gracias a la figura del “patrono estable”, la Iglesia ofrece a cualquier fiel, casi gratuitamente, la posibilidad de discernir el propio estado de vida. No es una salida, sino un principio de justicia: el matrimonio es un sacramento indisoluble y, como tal, necesita presupuestos concretos sobre los que sustentarse, por lo cual, ante problemas graves se ofrece la posibilidad de no acabar en el martirio. Las situaciones son variadas: hay quienes ponen reservas al vínculo, quienes no quieren hijos, quienes no quieren permanecer fieles. También existen patologías psiquiátricas, adicciones al alcohol y a otras drogas, situaciones extremas que hacen difícil una vida matrimonial. No pueden considerarse vías de escape. Son actos de justicia.
-Siempre es posible mentir y engañar a la Rota…
En los tribunales intentamos reducir este riesgo, utilizando varios métodos para cerciorarse acerca de la credibilidad de una persona. Pero al final todo queda a la conciencia de quienes se dirigen a la Iglesia. En los casos de conflictividad, el procedimiento es delicado porque las versiones de los hechos son opuestas. En cambio, cuando la pareja llega a la Rota después de un buen discernimiento, la situación se recompone con mayor facilidad.
-¿Cuánto tiempo suele durar un proceso?
El proceso ordinario puede durar aproximadamente un año.
-¿Quién está involucrado en el proceso?
Un abogado, un juez (generalmente un sacerdote, pero puede ser un laico), el defensor del vínculo (la parte pública) y un notario durante la fase investigativa. Para las problemáticas psicológicas, se puede solicitar la ayuda de un perito.
La parte llamada a juicio también puede defenderse. La decisión final la toma un tribunal de tres jueces, no necesariamente todos sacerdotes.
-¿Cuáles son las características indispensables para que un matrimonio se defina cristiano?
Cuidar de la otra persona, sentirse responsables de su bienestar psicofísico, abrirse a la descendencia, comprometerse a la fidelidad recíproca y a construir el amor todos los días, para toda la vida.
-Si uno de los dos no es católico, ¿qué pasa?
El matrimonio cristiano es un vínculo natural, es parte de la naturaleza del hombre vivir en un contexto familiar. Sin embargo, es necesario distinguir el matrimonio entre católicos bautizados —aunque uno de los dos sea un no creyente— del matrimonio entre un bautizado y un no bautizado.
Dado que estos últimos suelen ser portadores de valores distintos de los católicos, la integración entre los cónyuges puede resultar difícil. El choque a menudo no es tanto religioso como cultural.
Otra cosa son dos bautizados, uno de los cuales no cree. En ese caso, con frecuencia las dificultades están relacionadas con la educación de los hijos. Estos son casos difundidos, que merecerían una evaluación cuidadosa antes del matrimonio.
-A pesar de los problemas a los que se enfrenta en su profesión de abogada rotal, usted insiste en que el matrimonio es algo bueno...
Lo que recibí gratuitamente de mi esposo y de mis hijos, incluso en las dificultades, es incomparable respecto a lo que hubiera logrado sola con mis certezas, en mi orden y en mi tranquilidad.
Gebé y Doblevé
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Novedad______________________
“América en diálogo”, los podcast de Ciudad nueva
A partir del 19 de mayo, cada miércoles las ediciones de América Latina y el Caribe de Ciudad nueva pondrán a disposición del público una serie de micros radiales semanales (podcast), para seguir difundiendo el carisma de la unidad a través de nuevos medios.
El primer podcast, producido por Ciudad nueva Uruguay-Paraguay, trata de ecología y ecoturismo. Los capítulos será alojados en la plataforma Anchor y se podrán escuchar por Spotify y además de nuestra página web.
En ellos, hablaremos de los temas urgentes de América Latina como la paz, los derechos humanos, la sustentabilidad, la ecología integral y el diálogo para la fraternidad, desde la óptica del Evangelio y rescatando experiencias y buenas prácticas que surgen a lo largo y a lo ancho de la región.
Impulsores de la iniciativa son las redacciones de Ciudad nueva de Argentina, de Colombia (edición andina-caribeña), y Uruguay-Paraguay y de Cidade Nova Brasil.
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Daniela Notarfonso* Violencia intrafamiliar
Ana llega a la entrevista en nuestra consejería familiar después de una larga lista de espera. Ya había venido en el pasado, cuando su familia de origen había necesitado apoyo por una crisis importante y también cuando ella misma, en su primer matrimonio, había solicitado la consejería de pareja. Cuando le pregunto por qué pide ayuda, se detiene un momento para reflexionar, luego dice: “Me gustaría entender por qué en mi vida de pareja siempre elijo parejas con problemas importantes. Mi exmarido, con quien conviví 14 años y con quien tuve dos hijas, era drogadicto, y con mi actual compañero hay muchos conflictos, que me hacen daño”.
No le es fácil hablar, se ve que es algo que la hace sufrir. Poco a poco me cuenta lo que está viviendo y lentamente la situación va tomando forma: hace unos cuatro años que tiene una relación con un hombre, un profesional que vive en otra ciudad. Se ven unos pocos días por mes. La relación es bastante problemática: a menudo él se enoja, porque no comparte sus hábitos y sus métodos educativos. Cuando tiene esos excesos de ira, la trata mal, le grita, la denigra diciendo que no entiende nada, que es desordenada e incapaz y que él en su lugar sabría organizarse y hacer que sus hijas le obedezcan. A veces incluso le pone las manos encima. De vez en cuando se va, diciendo que su relación ha terminado, pero luego regresa. Recientemente, en medio de los gritos de una discusión, también le dijo que tarde o temprano la matará. El relato me alarma mucho, y le pregunto si lo ha denunciado, pero ella me contesta que nunca había pensado hacerlo. Ante mi insistencia al respecto, responde que nunca lo haría. Interpelada por mis otras preguntas, me habla de un hombre narcisista y más bien un peleador, que fue expulsado en varias ocasiones por estudios profesionales de los que era socio. Su exesposa lo dejó por su actitud autoritaria y autorreferencial.
Me cuenta estas cosas tan graves casi sin expresión, con voz plana… De vez en cuando se seca una lágrima. Me impresiona descubrir ira en mí misma en lugar de compasión por lo que esta mujer vivió. Entiendo que hay dinámicas psicológicas muy profundas en juego y que será necesaria una psicoterapia. Sin embargo, es preciso ayudar a la señora a protegerse a sí misma y a sus hijas de un peligro que no parece tan improbable.
Cuando se trata de violencia intrafamiliar, en la base siempre existen relaciones complejas que se desarrollan y toman forma en tiempos largos, cuyas señales se manifiestan mucho antes de que ocurran los hechos más trágicos; lleva un tiempo desenredar estos enredos. Sin embargo, es prioritario que todos estén seguros, en primer lugar los más pequeños, y romper las cadenas que puedan llevar a gestos irreparables que lamentablemente, cada vez con más frecuencia, llenan las páginas de nuestros periódicos.
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* Médica especializada en bioética.