Entrevista
Opciones decisivas Giulio Meazzini (desde Italia)
Antes del matrimonio Voluntad, proyectos, conocimiento de sí mismo y del otro. Entrevista a la abogada rotal, Francesca Squarcia, quien acompaña a personas que procuran el reconocimiento de la nulidad de su matrimonio religioso católico -¿Cómo puedo saber si seré capaz de dejar espacio al otro? Planteándome tres preguntas. La primera es: ¿el matrimonio es algo bueno para mi vida, para el que soy como resultado de las experiencias vividas hasta ahora? La segunda: ¿encontré a la persona adecuada para compartir un proyecto conmigo? Finalmente: ¿qué queremos lograr?, ¿tenemos un proyecto? Tengo que responder las tres preguntas antes de llegar a la boda.
Francesca Squarcia es abogada de la Rota (tribunal de la Santa Sede) en las causas de nulidad matrimonial ante el Vicariato (“diócesis”) de Roma. Es autora del libro L’amore basta? (“¿Es suficiente el amor?”). -¿Cómo es la formación para convertirse en abogado rotal? Después de mis estudios jurídicos comunes, tuve un embarazo difícil que me obligó a llevar una vida más resguardada. En ese momento, por consejo de un sacerdote, participé en algunas lecciones de derecho canónico. Me apasioné, cursé un doctorado y luego los estudios en el tribunal de la Rota romana. Finalmente lo elegí como profesión. -¿En qué consiste? Acompaño a personas separadas o divorciadas en un camino de discernimiento personal. Llevamos a la atención de la Iglesia las dinámicas de su matrimonio para someterlas a juicio. Pero no se trata tanto de aplicar reglas como de llevar a las personas a un mayor conocimiento de sí mismas y de su experiencia.
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Ciudad nueva - Junio 2021
-¿No es suficiente amarse para decidir casarse? No. Los problemas de hoy son principalmente dos: la emotividad con la que se enfrentan las elecciones conyugales y la falta de planificación. El matrimonio se concibe como un sentimiento, se confía en las emociones que nos provoca el otro, se está bien mientras se está bien, pero luego no se sabe afrontar las primeras dificultades. -¿Qué se necesitaría, en cambio? Se necesita voluntad, compromiso, conocimiento de uno mismo, del otro y de lo que se está realizando juntos. El tiempo por sí solo no resuelve problemas. Antes de casarme tengo que saber a quién estoy por acoger en mi vida. En cambio, los jóvenes a menudo viven la vida de a dos como la satisfacción de sus necesidades. El matrimonio se convierte en una extensión de mí, que sigo viviendo mis necesidades y mis problemas. Pero la relación con el otro no durará si se confía únicamente a la espontaneidad.
-¿No es suficiente vivir juntos? No, no es suficiente experimentar la vida juntos. Debemos confrontarnos, decir quién soy y conocer quién es el otro, razonar acerca de lo que queremos hacer con nuestra relación. Hay parejas que, tras la nulidad, celebran un segundo matrimonio sin haber afrontado este camino. Caen inexorablemente en los mismos errores. La convivencia, de hecho, no resuelve los problemas que no se afrontan… -En un libro que escribió, habla de un inútil “recurso de la esperanza”. ¿A qué se refiere exactamente? Cuando no quiero abordar un problema o no sé por dónde empezar, espero que la situación cambie en el futuro. Es el último recurso, que sólo indica la incapacidad de abordar el problema enseguida. Es una forma de posponerlo, con todos los riesgos que eso conlleva. Si las cosas no se solucionan hoy, mañana podría ser mucho más difícil. -¿Responder a ciertas preguntas juntos hace madurar a la pareja? Sí, sobre todo si pensamos que con el matrimonio me tomo la responsabilidad de vivir al lado de otra persona, de aco-