Paisaje y ciudad

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“Día a Día en el hogar: una memoria y futuro en construcción.”-Jugando Al Margen De Juego, Arte Y Territorio (Fragmento)-Arquitectura Sin Detalles En Paisajes Ordinarios-El Paisaje Urbano Contemporáneo: La Gentrificación Como Constructo Cultural Y Configurador De Un Nuevo Paisaje-El Vacío Del Paisaje.- Bajo El Mismo Cielo.-Estado De Resquicio [Er]-La Perspectiva Anónima: Reflexiones En Torno Al Muro Como Dispositivo De Época.Paisaje Sonoro Urbano Latinoamericano: Reggaeton, Cumbia Villera Y Cueca Brava: 2000-2015.-Tradición, Postmodernidad E Imaginarios Urbanos-El Paisaje Social Como Cierre Dialéctico: Ficciones, Problemas E Inconsistencias Para Una Cristalización Identitaria Del Paisaje.

LA PAJA TEORICA

arquitectura bastarda

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PAISAJE Y CIUDAD

Edición Nº6 Mayo 2016

Editorial

Ciudad Atmosférica

ISSN 0719-4927 Versión impresa ISSN 0719-4935 Versión en línea


Revista RevistaLa Lapaja pajateórica teórica

“La vida siempre me pareció más importante que la arquitectura” Oscar Niemeyer 2

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Revista La paja teórica

EDITORIAL Nuestra revista posee un carácter contestatario y crítico ante los mecanismos de producción actual del conocimiento teórico e histórico en torno a la disciplina arquitectónica y sus proyecciones, en tanto estos buscan producir verdades en sí mismas, independientes de la realidad en la cual la arquitectura opera.

En estos términos, el nombre como tal, L​a paja teórica,​nos sirve para poner en evidencia, mediante la sátira, el mínimo e insignificante espacio que posee la teoría crítica al interior de las escuelas de arquitectura y en el ejercicio cotidiano de la profesión, denunciando de este modo, una excesiva profesionalización del conocimiento teórico­ práctico en la enseñanza de la disciplina. En efecto, una tecnificación excesiva del conocimiento solo puede estar al servicio de modelos ideológicos dominantes, sumidos en reproducir estándares de diseño fetichizados y ajenos a nuestra condición humana, memoria e identidad. Precisamente, nos urge plantear la superación de nuestra situación actual, copiosa de dogmatismos y lugares comunes, incapaces de proyectarse en terrenos de coyuntura. Revista Trimestral, editado por Quiltro Editores y administrado por el Colectivo Ciudad Atmosférica con dirección en Santo Domingo 644 Dep. 704 Torre B, Santiago de Chile Región Metropolitana, editores de contenido Daniela Chirino, Sebastian Alarcon, Carlos Vera, Sebastian Hermosilla, Caroline Marquez,, Diego Lacazette ./CONTACTO lapajateorica@gmail.com

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Revista La paja teórica Ciertamente, nuestro coqueteo cómplice con las conquistas tecnológicas y económicas nos ha atribuido un falso sentido de contemporaneidad, allí donde sólo habría una dilatada desconexión con el acontecer social e histórico. En estos términos, volvernos verdaderos contemporáneos exige distanciarnos de nuestra práctica cotidiana, es decir, de nuestra situación actual de comparecencia, para situarnos históricamente en relación a nuestro rol como trabajadores con sentido de clase. Sin embargo, aquello no significa jamás el abandono de nuestra praxis, allí donde, por el contrario, el volver la mirada hacia el distanciamiento que la teoría y la historia ofrecen, nos convertiría en actores efectivos de un presente que ha de ser transformado, en vías hacia la emancipación social. En estos términos, vale decir que nuestro rol, en cuanto teóricos, recae en el esclarecimiento de las verdades fácticas y materiales que articulan la producción ideológica de los aparatos arquitectónicos y urbanos, en miras hacia una superación de las mismas. Dispuesto aquello, nos hemos propuesto colaborar ante el posible rescate del ejercicio reflexivo teórico­histórico en torno a la disciplina, su enseñanza, producción y situación, mediante una plataforma desde la cual cuestionar el estado actual del proyecto de arquitectura, sus límites y posibilidades. Así, y ante el s​tatus quo de algunos sectores de la academia i­ncapaces de abandonar sus hábitos auto­complacientes­ realizamos el llamado a formarnos como una comunidad posicionada, transdisciplinar, y dispuesta a tranzar puntos en común desde los cuales imaginar nuevas maneras de construir conjuntamente la ciudad, e indagar desde el sustrato que nos otorga la reflexión teórica, el c​ómo transformar efectivamente nuestra acción social.

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Revista escala uno al ojo

REA

DU&P

Red de estudiantes de arquitectura

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INDICE

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El Paisaje Social Como Cierre Dialéctico: Ficciones, Problemas E Inconsistencias Para Una Cristalización Identitaria Del Paisaje Tradición, Postmodernidad E Imaginarios Urbanos. Paisaje Sonoro Urbano Latinoamericano: Reggaeton, Cumbia Villera Y Cueca Brava: 2000-2015. PAISAJE E IMAGINARIO

102-109

096-101

086-095 084-085

PAISAJE

La Perspectiva Anónima: Reflexiones En Torno Al Muro Como Dispositivo De Época.

070-083

Bajo El Mismo Cielo. El Vacío Del Paisaje. EL PAISAJE COMO PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD 8

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064-069 058-063

054-057


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INDICE

Editorial

003-004

Convocatoria

005-005

Medias Partnes

006-007 008-009

010-017

Índice Artista Invitado Leonardo Portus “Día a Día en el hogar: una memoria y futuro en construcción.”

Y CIUDAD 018-019

020-025

026-035

036-043 044-053

PAISAJES B: EXPRESIONES TERRITORIALES DE MARGINALIDAD Jugando Al Margen De Juego, Arte Y Territorio (Fragmento) Arquitectura Sin Detalles En Paisajes Ordinarios El Paisaje Urbano Contemporáneo: La Gentrificación Como Constructo Cultural Y Configurador De Un Nuevo Paisaje Estado De Resquicio [Er]

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ARTISTA Revista La paja teórica

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Leonardo Portus Artista Santiago de Chile

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“Día a Día en el hogar: una memoria y futuro en construcción.”

Leonardo Portus Artista Santiago de Chile

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“Día a Día en el hogar: una memoria y futuro en construcción.”

Leonardo Portus Artista Santiago de Chile

Aquí estoy en el comedor / taller de mi casa en San Bernardo (una vivienda social de los años 50’s, otras épocas de un Estado Benefactor) trabajando en algunas obras, la imagen es del 2010 pero practicamente el paisaje interior no ha cambiado mucho, comparecen en los muros algunos retablos de mi primera etapa mas ligada al souvenir artesanal y rescate patrimonial de edificios neoclásicos, iglesias, etc. que me permitieron lograr una destreza manual que hoy pongo al servicio de un arte mas reflexivo desplazado al Arte Contemporáneo. Así pasado, presente y futuro confluyen en un sentido retrofuturista. ¿como pensar un futuro luminoso desde el pasado utópico y posible desde un presente complejo e incierto? Las épocas se intercalan y nos preguntan si alguna vez en nuestro paisaje urbano volverán las viviendas sociales de Esta será mi casa cuando me vaya yo ? y el espacio público con arte integrado en un medio de transporte como el Metro en Estación Utopía, que el modernismo dejó congelado en nuestra fracturada historia.

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Leonardo portus Esta será mi casa cuando me vaya yo ?

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Leonardo portus Estaci贸n Utop铆a

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Paisajes B: expresiones territoriales de marginalidad Revista La paja te贸rica

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Paisajes B: expresiones territoriales de marginalidad El concepto de paisaje se define, a partir de su raíz etimológica p​ays,​como una extensión o porción de territorio observada desde un determinado punto de visión, es decir, como aquella porción de lo observable inscrita en una misma perspectiva o encuadre. En este sentido, el sujeto observador ha de organizar –léase, hacer ingresar­los elementos que observa, al interior de un marco capaz de reducir la infinitud de lo observado –a modo de una r​es extensa cartesiana­en algo finito, mesurable y por tanto, humanamente abordable. En estos términos, el paisaje funcionará como una partición visual de aquello que, de otro modo, constituiría un panorama, es decir, un retrato quizás más fiel e incluyente del fenómeno observable. En estos términos, es posible abordar la idea de un paisaje urbano cuyas particiones visuales estarían en constante pugna, en tanto la ciudad estaría siendo reducida a meras particiones oficiales, listas para ser exportadas en el lomo de tarjetas postales y páginas digitales. Esmás–y cómo ha de observarse en el caso de Santiago de Chile­una totalidad urbana, social y política siempre ha de escapar a aquello definible mediante acuerdos, “imágenes de ciudad” o hitos. En efecto, una democracia en lo visual siempre tendrá de inherente el saberse ella misma como total, ocultado sus verdaderas lógicas de exclusión. Sin embargo, en el acto mismo de su constitución, el paisaje guarda recelosamente aquello que ha sido marginado en los límites propuestos por su misma demarcación, y que amenaza en todo momento de aparecer públicamente como una nueva perspectiva capaz de desestructurarle. En este sentido, aquello que ha sido expulsado de la ciudad oficial –opulenta, políticamente correcta o a secas apolítica­aparece como telón de fondo en el cual han de organizarse todas las subjetivaciones que no tienen cabida al interior de los discursos oficiales. En las siguientes páginas, entonces, se abordará la pregunta por una reivindicación de los márgenes urbanos, entendidos como aquellas expresiones territoriales desplazadas del eje oficialista, en tanto estos serían capaces de articular subjetivaciones­comunes a articularse en una puesta en común –política­de dicho desplazamiento, y en dicho reclamo organizarse como verdaderos motores de cambio. En efecto, ante un paisaje oficialista dispuesto a generar identidades cerradas, excluyentes e incapaces de articularse e​n común,​lo marginal propone precisamente lo contrario: un nosotros abierto, incluyente y dispuesto a disponer de nuevas perspectivas desde las cuales abordar la producción de nuestras ciudades. Ciudad Atmosférica

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JUGANDO AL MARGEN De Juego, Arte y Territorio (Fragmento)

Alejandra Francisca Ulloa Melita (PiedraChuska). Artista Visual. Alto Hospicio, 2015.

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JUGANDO AL MARGEN De Juego, Arte y Territorio (Fragmento)

Alejandra Francisca Ulloa Melita (PiedraChuska). Artista Visual.

Resumen “Jugando al Margen ”correponde a una serie de trabajos que bordean la relación entre juego,arte y territorio , buscando explorarla desde la propia experiencia con “el Margen” como lugar intermedio de re-configuración y re-significación. Por medio del juego, como proceso de (des y re-) territorialización; también de exploración,investigación,transformación y apropiación. La apuesta es a indagar y poner en cuestión los constructos sobre el paisaje y las características que lo hacen bello y habitable. Valorando el juego como forma de estar en el presente, de habitar, de hacer ciudad, conociendo, construyendo y transformando el propio paisaje.

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Fotografía tomada en Alto Hospicio, Iquique, en julio de 2015 y retocada digitalmente por: PiedraChuska

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Cuando era más niña, y Alto Hospicio era mucho más pequeño, pero igual que ahora el desierto se podía ver desde cualquier parte, los márgenes residuales, botaderos de escombros y chatarra, o basurales, era donde más me gustaba jugar. Me asombraba, mirando desde allí, ese desierto inmenso en el que imaginaba perderme y del otro lado las casas, que se iban construyendo solas, a puras ganas, de a poco, con lo que se podía... cualquier cosa servía. Mi casa, la de mis papás, ya estaba pre-hecha, de 22

bloqueta y puro cemento, el patio puro polvo y abajo dura la piedra caliza, era todo un logro hacer algún hoyo más hondo que una mano pa esconder juguetes o enterrar los tesoros en los que, jugando, cualquier cosa se convertía... mi familia no era “pobre”, tampoco de plata, pero teníamos una casa por subsidio en Los Cóndores y pa arreglarla, de paseo pa ver si algo servía o acompañar a mi papá porque le gustaba correr, íbamos a esos lugares, la antigua base, la azufrera, el zig-zag... Yo me repartía entre ir a la siga de mi papá que entre mis tropezones y piruetas me enseñaba,

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casi sin hablar, de ese desierto que aprendió a conocer, porque venía del sur, y aunque le gustaban los árboles, la lluvia y el verde, igual me enseñó de la chusca y la camanchaca y los cerros que cambiaban de color, me mostró que no era más feo que el sur y que si se conocía la tierra también podía sembrarse, me enseñó de las animitas y los monolitos... los piques... las salitreras. Y mi mamá que, mientras caminaba, recogía lo que llamara su atención para hacer con eso cualquier cosa. Cuando yo le preguntaba qué eran pedazos de cosas que no sabía bien, las tomaba, las daba vuelta y

decía que no sabía, imaginábamos juntas de donde venían, y ella decía luego -“pero puede servir para...”-. Tampoco era nortina, llegó de Santiago y cuando vio por la ventana todo tan seco sufrió, pero ahora no dejaría su casa, que con tanto esfuerzo construyó... hizo tan suya esa casa con cada cosita que traía y ponía y cambiaba y ya no sufría porque hizo de este, su lugar... y como ella quiso... me enseño que las pulgas de la feria no pican y que la ropa americana dura más y no se repite, que en los fardos también se podía nadar, que caminando se podía llegar a cualquier parte y que nublado

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y con viento helado el sol acá arriba igual quema o que con sol igual se pone helado... que si andan moscas no es porque este sucia la casa, que eran los basurales de cerca, pero que se podían espantar con bolsitas con agua y cloro colgadas del techo... Con mis hermanos tan chicos, mis papás ya no podían jugar... y yo pasaba harto sola... y más cuando a los niños no los dejaron salir un tiempo, por miedo a que se los llevaran como a las niñas que estaban desapareciendo... pero cuando eso no pasaba y salíamos a andar en bici, nos arrancábamos lejos,- vamos a la vuelta a la manzana no más mamá-, y nos íbamos pa las parcelas, pal hoyo pa Villa Frey, recorríamos todo con los perros tirándose encima y poníamos los pies en el fierro o nos parábamos en el asiento... Yo igual me arrancaba... no vivía en las tomas, pero algunos amigos sí... antes pa La Pampa no había nada... pura chatarra y escombros... igual me gustaba andar sola... y como me habían pasado cuestiones feas con hombres más grandes más niña, me refugiaba jugando y ahí andaba contenta... ahí donde encontraron a las niñas... ahí cerca... de la Autoconstrucción... las casas a puro cholguán, la gente se las ingeniaba pa pararlas con cualquier cosa... el Desierto tenía tanto espacio... y en Iquique no quedaba... no pa ellos... nadie los ayudó a construir, ellos las hicieron... igual se las querían quitar... pero se quedaron... De a poco empezaron a aparecer más casas y a agrandarse otras, nunca se terminaban de construir... siempre se podía hacer otro piso... a veces en las paredes y como las bloquetas quedaban al aire, jugábamos a hacerles hoyitos y pasábamos juguetes, piedras o papeles entre ellas... No necesitaba una casa en el árbol... tenía un cerro atrás de mi casa lleno de cosas tiradas y autos botados... a veces era una selva o una fisa o un lugar perdido en otro planeta7 los fierros, 24

las ruedas... hacíamos montones o fuertes... habían lados con más piedra y otros donde dolía menos caerse, unos eran pa correr y los otros pa esconderse... cuando de a uno no se podía mover algo, lo movíamos entre varios... cuando nos picábamos nos tirábamos piedras y ahí las cosas tirás nos servían pa defendernos... a veces llegaban fumones pero como no los pescábamos... se aburrían y se iban y los amigos que igual la probaron chicos cuando jugaban no “le hacían”, habían cuestiones más importantes, ponerle lo que faltaba pa que el auto fuera un barco, o encontrar “esa cuestión de fierro bacán que habíamos pillado el otro día”... usábamos lo que teníamos y hacíamos lo que queríamos... más de lo que nos decían otros que podíamos hacer... y eso... eso era nuestro...

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ARQUITECTURA SIN DETALLES EN PAISAJES ORDINARIOS

Mg. Arquitecto Hugo Pérez Mg. Arquitecto Oscar Luengo Docentes EAUSACH Verano 2016 26

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ARQUITECTURA SIN DETALLES EN PAISAJES ORDINARIOS Mg. Arquitecto Hugo Pérez Mg. Arquitecto Oscar Luengo Docentes EAUSACH Palabras Claves Arquitectura, ordinario/a, Barrio Diez de Julio, Barrio Estación Central

Resumen

El presente texto describe una lectura sobre construcciones anónimas que circundan el paisaje urbano de Santiago. Son casos de estudio1 de una “arquitectura sin atributos” encontrada en los barrios Diez de Julio y Estación Central. Dichas arquitecturas son configuraciones que bordean lo arquetípico y definen estos barrios comerciales. En pro de una lectura instrumental y que visualice valores, tanteamos interpretaciones y características.

1   La extensión de los casos se puede encontrar en el link: http://issuu.com/di_entropico/docs/160110_ libro_2015_br Ciudad Atmosférica

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Epifanía conversada con Robert Venturi y Denis Scott Brown Aprender del paisaje existente es también una manera de ser arquitecto. Y no de un modo doctrinal, como ese arrasar París para empezar de nuevo que proponía Le Corbusier en los años veinte, sino de un modo alterno: poniendo en cuestión nuestra manera de habitar las cosas. La finalidad es elaborar esa mirada abierta, a través de una investigación desprovista de juicios de valor y comenzar a encontrar y entender construcciones anónimas y comunes, que presentan y representan una forma de habitar el paisaje urbano, expresiones culturales que apenas evidencian un grado de formalidad, pero son el dilema de una arquitectura común y corriente, pero sin detalles. Arquitecturas Ordinarias Como paisaje existente, y abordando los textos encontrados en el libro editado por Enrique Walker titulado “Lo ordinario”, nos adentramos en el barrio Diez de Julio (10J) y Estación Central (EC), arquetipos comerciales propios de Santiago de Chile1. La mirada se detuvo en los espacios de trabajo: talleres, comercio minorista y mayorista, ocupaciones afines capaces de definir un SECTOR comercial dentro de los barrios. 1   El presente texto surge a partir del trabajo de estudio, levantamiento y análisis realizado por el curso electivo “Arquitectura, medios y ambientes” impartido por el profesor Hugo Pérez H. a estudiantes de último año de la carrera de Arquitectura en la Universidad de Santiago. Los barrios Diez de Julio y Estación Central fueron abordados el primer y segundo semestre de 2015 respectivamente. Ciudad Atmosférica

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La expresión ordinario… se propone como el denominador común de una serie de nociones que tienen relación con la apropiación en instrumentalización de las denominadas condiciones existentes: lo banal, lo cotidiano, lo hallado, lo popular, el paisaje existente… como denominador común, lo ordinario supone por definición una condición de alteridad. Es decir, consiste en aquellos objetos que la disciplina de la arquitectura proclama fuera de su territorio y contra los que define sus límites. (Walker, 2010, p. 7)

CASO 4 / RACING AUTOPART`S Barrio: 10J Dirección: Calle Lira #702, Santiago Levantamiento: Alberto Coelho

Lo existente es un repertorio de SOPORTES2 de espacios comerciales, infraestructuras versátiles, adaptadas en su mayoría por los propios propietarios y que articulan una relación entre los privado y lo público sin mediaciones, habilitando una fricción entre usos específicos y el tránsito público de las aceras de la calle. Lo ordinario, en este caso, lo leemos como un PAISAJE plagado de signos de una realidad social construida en el territorio, que desde construcciones elementales configuran actividades sociales, productivas y comerciales propias de nuestra ciudad. SOPORTES de un PAISAJE ORDINARIO

CASO 19 / FRENOS ASPILLAGA Barrio: 10J Dirección: Av. 10 de Julio #438, Santiago Levantamiento: Francisco Villablanca

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El paisaje ordinario en 10J y EC no solo se basa en el hallazgo de situaciones ajenas a la 2   Hemos llamado SOPORTES a estas configuraciones aventurando una entrada de interpretación y de estudio sobre los casos encontrados desde EL DISEÑO DE SOPORTES de N.J. Habraken en 1974. Ciudad Atmosférica


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arquitectura convencional, sino que también, permite entender lo ordinario como algo extraordinario que implique replantearse la cotidianidad como una particularidad que carga con operaciones proyectuales. Estas construcciones, vistas desde la práctica espacial, con sus usos cotidianos, productivos y comerciales, se presentan comunes, ordinarias, dispersas y precarias materialmente, pero a pesar de su condición no son invisibles, sino que son signos del territorio, los cuales, anónimos e imprecisos, son expresiones de una forma de subsistencia en el paisaje de la ciudad. Sin pretender concluir sino, más bien, visibilizar y compartir lecturas, se elaboran tres interpretaciones sobre los soportes encontrados: “volumen de aire”, “macromueble y planta de cosas” y “umbrales en fricción”. Dichas interpretaciones responden a características que espacializan usos y promueven relaciones entre los cuerpos que las habitan y transitan. Son expresiones que dan valor al lugar donde se emplazan, promoviendo un paisaje y una formalidad del intercambio comercial dentro de los barrios. A. Volumen de Aire3 Los soportes responden a diversos requerimientos de espacios de trabajo y su configuración siempre está supeditada a una variable limitada de recursos y medios 3   El volumen de aire es una condición planteada por Eduardo Castillo en la construcción de algunos de sus edificios, y lo define como una operación que no es ni decorativo ni suntuario, sino que el lujo es el volumen de aire… la dimensión máxima que puedan tener con los recursos disponibles”... (DUETO CON EDUARDO CASTILLO, en ARAVENA, ALEJANDRO (Ed). Material de Arquitectura, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2003).

disponibles. Esto condiciona que toda respuesta espacial siempre busque, con la mayor habilidad posible en su realización, estructurar, limitar o envolver el mayor volumen de aire. Esta es una condición reiterativa en diversas construcciones, donde se observa cómo las estructuras y las envolventes limitan un VOLUMEN DE AIRE, en el cual se sitúan los diversos programas a desarrollar: reparación de automóviles, venta de frenos, venta de juguetes de segunda mano, venta de ropa, etc. Son cascaras que configuran un volumen de aire continuo, en el cual la condición figurativa es una consecuencia, para contener y limitar el programa requerido. B. Macro-mueble y planta de cosas La planta libre propuesta por el volumen de aire se coloniza perpendicularmente desde el límite con la acera de la calle hacia la profundidad del volumen. Por sobre una subdivisión de recintos, nos encontramos con una articulación del espacio con y desde las cosas. Podemos encontrar en primera instancia una intensidad material que hemos denominado MACRO-MUEBLE; una sumatoria de estantes, mesas, gabinetes, configuraciones auto-portantes o adosadas a la estructura del volumen de aire, todas abiertas hacia cierto orden de almacenamiento, capaces de absorber distintos usos e incluso mediar entre estos, definiendo privacidades y articulando el lay-out propuesto por cada local. Por otro lado, y de modo flexible, cosas se distribuyen sobre la superficie horizontal del suelo configurando, lo que hemos denominado una PLANTA DE COSAS. Cajas donde se ofertan los productos, sillas,

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maquinarias, autos, repuestos, fardos, etc., todos objetos con diferentes grados de transitividad al interior del volumen de aire. C. Umbrales en fricción

CASO 21 / IMPORTADORA ANATOLIA Barrio: EC Dirección: Obispo Javier Vásquez #3544, Santiago Levantamiento: Arianis Gallardo

En su relación con la ciudad o barrio donde se emplazan, los soportes se definen inmediatamente contiguos al espacio urbano desplegado en aceras, jardines y vías. Dicha inmediatez anula cualquier intento de mediación como configuración establecida. Al contrario, tanto como la proyección de la calle hacia el interior del soporte, como de éste hacia la calle, fricciona usos y hábitos entre trabajadores y transeúntes, virtualizando situaciones o modos de practicar el espacio en estos sectores. Sin adentrarnos en las sobreextendidas lecturas de apropiación, proponemos hablar de UMBRALES EN FRICCIÒN, en donde frente a la intromisión de la calle al soporte, éste responde con su planta de cosas colonizando a su vez la calle. En definitiva, todo es calle. Apología de los “SIN ATRIBUTOS” 4 Bernard Rudofsky, el año 1964 escribe el Libro Arquitectura sin Arquitectos, en el cual levanta

CASO 27 / IMPORTADORA ANATOLIA Barrio: EC Dirección: Obispo Umaña #173, Santiago Levantamiento: Evelin Toloza

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4   La alusión a lo “SIN ATRIBUTO” hace referencia a la novela “EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS” escrita por Robert Musil. Parafraseando al escritor argentino Juan José Saer, quien hace una genealogía del hombre sin atributos, podríamos hablar de una arquitectura sin atributos como aquella que, “desembarazándose de todas las convenciones, las posturas sociales, los contenidos intelectuales o morales, las máscaras identitarias, los sentimientos y emociones calcados de los que difunde el medio ambiente, la sexualidad canalizada por los diques de lo socialmente permitido, volviendo al grado cero de la disponibilidad, se configurará oponiéndose a todo automatismo y a todo lugar común de la inteligencia, de la vida afectiva y del comportamiento.” (ver: https:// es.wikipedia.org/wiki/El_hombre_sin_atributos ) Ciudad Atmosférica


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y declara que la arquitectura vernácula, olvidada por el movimiento moderno, carga con valores éticos y estéticos que debiesen ser considerados por los arquitectos. Desde estas consideraciones, el presente trabajo intenta levantar arquitecturas sin detalle en los paisajes ordinarios de 10J y EC, en el cual se han considerado dos condiciones: _ La primera es encontrar soportes de espacios de trabajo, que son frágiles en lo extenso del paisaje urbano y que no logran configurar una arquitectura valorizable o con atributos, pero sí logran configurar representaciones tradicionales que evidencian expresiones culturales del lugar, determinado por la carencia y la utilización de los recursos disponibles como estrategia de subsistencia. _ El segundo, que a pesar de la invisibilidad de dichos soportes, se logra entender y sistematizar valores arquitectónicos que trabajan con los recursos y conocimientos disponibles y que no sólo abarcan la obra en sí misma, sino que también una red invisible que construye quehaceres cotidianos. Sin concluir y tomando las consideraciones necesarias, los soportes sin atributos en 10J y EC, al igual que la arquitectura hecha por arquitectos, están determinados por cuestiones asociadas al uso, la forma y el lugar. En el presente texto intentamos visibilizar y compartir lecturas e interpretaciones sobre estas arquitecturas sin detalles en paisajes ordinarios.

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NOTAS 1.- La extensión de los casos se puede encontrar en el link: http://issuu.com/ di_entropico/docs/160110_libro_2015_br 2.- El presente texto surge a partir del trabajo de estudio, levantamiento y análisis realizado por el curso electivo “Arquitectura, medios y ambientes” impartido por el profesor Hugo Pérez H. a estudiantes de último año de la carrera de Arquitectura en la Universidad de Santiago. Los barrios Diez de Julio y Estación Central fueron abordados el primer y segundo semestre de 2015 respectivamente. 3.- Hemos llamado SOPORTES a estas configuraciones aventurando una entrada de interpretación y de estudio sobre los casos encontrados desde EL DISEÑO DE SOPORTES de N.J. Habraken en 1974. 4.- El volumen de aire es una condición planteada por Eduardo Castillo en la construcción de algunos de sus edificios, y lo define como una operación que no es ni decorativo ni suntuario, sino que el lujo es el volumen de aire… la dimensión máxima que puedan tener con los recursos disponibles”... (DUETO CON EDUARDO CASTILLO, en ARAVENA, ALEJANDRO (Ed). Material de Arquitectura, Ediciones ARQ, Santiago de Chile, 2003). 5.- La alusión a lo “SIN ATRIBUTO” hace referencia a la novela “EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS” escrita por Robert Musil. Parafraseando al escritor argentino Juan José Saer, quien hace una genealogía del hombre sin atributos, podríamos hablar de una arquitectura sin atributos como aquella que, “desembarazándose de todas las convenciones, las posturas sociales, los contenidos intelectuales o 34

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morales, las máscaras identitarias, los sentimientos y emociones calcados de los que difunde el medio ambiente, la sexualidad canalizada por los diques de lo socialmente permitido, volviendo al grado cero de la disponibilidad, se configurará oponiéndose a todo automatismo y a todo lugar común de la inteligencia, de la vida afectiva y del comportamiento.” (ver: https:// es.wikipedia.org/wiki/El_hombre_sin_atributos ) BIBLIOGRAFIA Rudofski, B. (1973). Arquitectura sin arquitectos: breve introducción a la arquitectura sin genealogía. EUDEBA , Buenos Aires, 1973. Walker, E. (2010). Lo Ordinario. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, SL

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EL PAISAJE URBANO CONTEMPORÁNEO: LA GENTRIFICACIÓN COMO CONSTRUCTO CULTURAL Y CONFIGURADOR DE UN NUEVO PAISAJE.

Matías Leal Yáñez Universidad Andrés Bello Arquitecto, (c) Magister Urbanismo U. De Chile Santiago, Febrero 2016 36

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EL PAISAJE URBANO CONTEMPORÁNEO: LA GENTRIFICACIÓN COMO CONSTRUCTO CULTURAL Y CONFIGURADOR DE UN NUEVO PAISAJE. Matías Leal Yáñez Universidad Andrés Bello Arquitecto, (c) Magister Urbanismo U. De Chile Palabras Claves Gentrificación; Paisaje; Desplazamiento; Ciudad

Resumen La conceptualización actual de la idea de paisaje se ha ido constituyendo a medida que avanzan las nociones propias de cada individuo sobre la ciudad o lugar en que se inserta. El paisaje es una palabra que convoca un constructo cultural de acuerdo al momento socio-cultural-político en el cual se está viviendo. No es de extrañarse en dicho caso, que la manera de comprender la ciudad contemporánea este definida principalmente por un paradigma económico-político establecido por el régimen neoliberal que predomina hoy en Chile. En base a esto, es que efectos como la Gentrificación sean los causantes de modificar las tramas urbanas de las ciudades y cómo nos vamos adaptando a ellas. El presente artículo buscara generar una crítica mediante el concepto de Gentrificación como modificador de la noción paisajística actual de la ciudad de Santiago. Ante esto, se explicará cómo los conceptos de ciudad y paisaje constituyen diferentes paradigmas de acuerdo a la posición económica en la que nos situemos y cómo esto afecta la configuración y la trama urbana de diversas actividades y se van configurando guetos sociales contemporáneos que generan efectos disímiles a la palabra. Ciudad Atmosférica

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Ilustración 1 - Nueva construccion en comunas de santiago.Elaboración propia a partir de datos recopilados de acuerdo a oferta inmobiliaria en el sector.

La Gentrificación como actor del Paisaje Urbano Capitalista Los desplazamientos urbanos han sido una tendencia común de la conformación urbana y política de las ciudades. Los principales movimientos han sido detonados con la Revolución Industrial, la que provocó la migración campo-ciudad. Otro efecto, han sido los procesos migratorios post-guerra que podemos ver incluso hoy en día en Europa. Sin embargo, uno de los nuevos efectos contemporáneos que definen la ciudad 38

actual está definido por los procesos de desplazamiento ciudad-ciudad. En este caso, los procesos de luchas sociales en contra de efectos de segregación dentro de la ciudad han detonado una manera de enfrentar el nuevo paradigma de discusión sobre la estructura de éstas. La Gentrificación en las ciudades chilenas se ha originado principalmente como un proceso de elitización de algunos sectores. En este caso, los componentes urbanos, como lo son los antecedentes patrimoniales, áreas verdes

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o características culturales, han sido factores influyentes en cómo se desarrolla y articula el proceso de desplazamiento en algunos barrios. El término “gentrificación” fue acuñado en 1964 por la socióloga británica Ruth Glass, refiriéndose a las transformaciones que observó en la relación entre estructura social y los mercados de vivienda, que se produjeron en determinadas zonas del centro de Londres. Glass observó que: “Uno a uno, muchos de los barrios de la clase trabajadora han sido invadidos por la clase media (superior e inferior)... Una vez que este proceso de “gentrificación” comienza en un barrio, avanza rápidamente hasta que todos o la mayoría de los ocupantes de la clase trabajadora, son desplazados, modificando el carácter social del distrito”(Glass, R. 1964, p.17). Glass se centró preliminarmente, en el mercado de vivienda residencial y la rehabilitación de viviendas existentes. Sin embargo y desde entonces, la definición se ha extendido hasta incluir sitios eriazos (generalmente de uso industrial anterior) y barrios con viviendas nuevas y densificación en altura. Smith (2002: citado por Atkinson y Bridge, 2005) argumenta que la gentrificación se ha extendido convirtiéndose en una nueva forma de política urbana neoliberal. Hamnett (2003), según su recopilación establece 3 explicaciones para la gentrificación: 1. El cambio de localización de la industria manufacturera hacia la ciudad, lo que provocó una reestructuración organizacional de las clases trabajadoras, de productores a profesionales interesados en habitar en las principales ciudades.

2. El cambio en la composición de la clase media, modificó su orientación cultural, las preferencias y los patrones laborales, impulsándola a localizarse en el interior de la ciudad, en vez de trasladarse a zonas suburbanas (Slater, T. 2011) 3. (1979: citando a Smith) se origina por la creciente diferencia entre el valor potencial de las propiedades interiores urbanas y los valores del suelo subyacente, provocando una “brecha de renta” explotada por el capital con fines de lucro. Finalmente, Smith (2002: citado por Atkinson y Bridge, 2005) argumenta que la gentrificación es más bien un movimiento de acciones del capital (intereses económicos) que de personas siendo esto una consecuencia (transformación social). Sin embargo, Hamnnett argumenta que el proceso tiene un carácter complejo, ya que transita en distintas dimensiones, teniendo su origen en variables socioeconómicas, por lo que concluye que: “La Gentrificación implica tanto un cambio en la composición social de la zona y sus habitantes, así como un cambio en la naturaleza de la oferta del parque habitacional” (Hamnett, C. 1991). Si bien estos procesos han detonado un enriquecimiento de algunos sectores que, en principio se encontraban decaídos, son ciertos grupos económicos y culturales los que se sienten atraídos por estos barrios. El caso del Barrio Italia en la Comuna de Providencia de Santiago, se convierte en un sector principalmente influenciado por artistas que se sitúan como colonizadores del lugar y

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promueven un nuevo cambio urbanístico en el lugar. (Schlack & Turnbull, 2011). La gentrificación corresponde a un proceso de transformación de Barrios o distritos devaluados por el paso del tiempo y la desinversión, mediante la intervención del capital y sustentado en el creciente interés de una nueva clase media que busca elitizarse. Este proceso de “aburguesamiento” implica el desplazamiento de usuarios de ingresos medio‐bajos por usuarios de poder económico superior. (Clark, E. 2005) Pattison (1977: citado por Clay, 1979) identificó 4 etapas del proceso de Gentrificación: • • Etapa 1: Un pequeño grupo de individuos progresistas, compran y renuevan las propiedades devaluadas ubicadas en zonas urbanas centrales, para uso personal. • • Etapa 2: Inversionistas renuevan viviendas para reventa o alquiler. Agentes inmobiliarios intervienen el mercado. Los organismos públicos se alertan. • • Etapa 3: los medios de comunicación convierten al barrio en foco de interés, y los agentes intervienen con desarrolladores inmobiliarios iniciando la renovación urbana. Los precios de las viviendas aumentan y se provocan tensiones entre residentes de clase media y habitantes originales, originando desplazamientos. • • Etapa 4: un mayor número de propiedades se “gentrifican” arribando 40

muchos individuos de clase media, más bien empresarial que profesional. Crece la demanda habitacional provocando la necesidad de densificar, lo que contribuye al aumento de los precios de las viviendas y del alquiler. Aumentan los desplazamientos tanto de arrendatarios y de propietarios, para situarse en otros barrios de la ciudad. Finalmente al trasladar el proceso de gentrificación al contexto local se establece que: “la gentrificación incrementa la escala de la segregación, al desposeer la mayor parte de la renta del suelo a quienes tradicionalmente la poseen, expulsando del pericentro a quienes no tienen capacidad de pago extra para permanecer, es decir, los dos quintiles más bajos de la población, con alta probabilidad de ser relocalizados en el espacio regional distante, producto de los incrementos en el precio de suelo periférico metropolitano y de la vivienda allí producida”. (López, E. 2013) En el caso Santiaguino, hay dos lugares que promueven dichos factores y que han ido combinando las componentes culturales con las económicas de buena manera. Uno de ellos es el Barrio Yungay. Un sector que concentra la mayor parte de los atractivos turísticos culturales y patrimoniales dentro de la Comuna de Santiago, se sitúa además como uno de los pocos sectores que ha explotado y capitalizado de buena manera los factores de atracción que define Glaeser (Glaeser, 2011) en su texto el Triunfo de las Ciudades. Los factores y componentes atractivos que contribuyen a la capitalización y composición de los nuevos paradigmas culturales de acuerdo a la economía neoliberal vigente, configuran la manera en que componemos y entendemos el

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Ilustración 2 - Gráfico Atributos de Localización Comuna de Santiago. Elaboración propia a partir de datos comunales PLADECO.

paisaje urbano. Los desplazamientos urbanos generados en sectores del centro de Santiago, han derivado en un cambio radical en la morfología social de ciertos barrios. A simple vista, uno podría articular que estos efectos son propicios para las ciudades, ya que las recupera y las pone en valor frente a diversas situaciones. Se genera una respuesta a la presión inmobiliaria manteniendo un modelo de ciudad diferente a lo que se construye. Sin embargo al interior de estas viviendas se observa una realidad completamente distinta. Estos procesos generados en algunas zonas de las ciudades Chilenas, tienen ciertos factores de atracción ante lo cual son llamativos para estos nuevos entes que llegan a los barrios. Zonas patrimoniales, áreas verdes, existencia de edificaciones antiguas, una vida de barrio que se activa a través de éstas dinámicas y lugares que están situados cercanos a comercio. El orden del gráfico establece las zonas que

poseen mayor atractivo de localización. En el caso de Santiago, a través de una recopilación de información de acuerdo a los factores de localización como Inmuebles de Conservación Histórica, Cultura, Áreas Verdes y sensación de Seguridad, se establecieron ciertas zonas que definen estos nuevos parámetros de ciudad. La Zona de Lastarria, barrio consolidado como “hipster” posee mayores atractivos y que finalmente se detona principalmente en una valoración patrimonial que influye para estos factores por sobre zonas como Matta Sur o República cuyos paisajes aún no han sido gentrificados sin embargo, poseen atractivos de calidad para en un futuro procesar dicha transformación. En este aspecto, la gentrificación ha constituido un nuevo paradigma en el paisaje urbano contemporáneo. Ha definido una nueva manera de entender y comprender no solo la realidad Chilena sino también a un contexto latinoamericano. De ahí en más que surjan movimientos ciudadanos que hagan frente a estas situaciones a los

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cambios urbanos y sociales sin embargo, están elitizando y generando aspectos idóneos para posibles movimientos gentrificadores a partir de desarrollos internos en ciertos lugares. La gentrificación como tal configura un paisaje externo a simple vista, pero el factor de fondo, que son los cambios socio-culturales y económicos, son aspectos que se aprecian desde el interior de la vida de barrio. Desde el habitante, el usuario, el poblador.

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Bibliografía • Glaeser, E. (2011). Triumph of the city: How our greatest invention makes US richer, smarter, greener, healthier and happier: Pan Macmillan. • Schlack, E., & Turnbull, N. (2011). Capitalizando lugares auténticos. Artistas y emprendimientos en la regeneración urbana. Revista ARQ, 28-42. • Clark, E. (2005). The order and simplicity of gentrification: a political challenge. Gentrification in a global context: The new urban colonialism, 261‐269. • Glass, R. (1964). London: Aspects ofChange. Centre for Urban Studies (ed.) Aspects of Change, London: MacGibbon and Kee. • Atkinson R., Bridge G., eds. (2005). Gentrification in a global context. The new urban colonialism. London and New York, Routledge, 2005. Belgeo. Revue belge de géographie, (4), 518. • Hamnett, C. (2003). Gentrification and the middle‐class remaking of inner London, 1961‐ 2001. Urban studies, 40(12), 2401‐2426. • Slater, T. (2011). Gentrification of the City. The New Blackwell Companion to the City, 571‐ 585. • Hamnett, C. (1991). The blind men and the elephant: the explanation of gentrification. Transactions of the Institute of British Geographers, 173‐189. • Clay, P. L. (1979). Neighborhood renewal. Lexington, MA: Lexington Books. • López‐Morales, E. (2013). Gentrificación en Chile: aportes conceptuales y evidencias para una discusión necesaria. Revista de Geografía Norte Grande, (56), 31‐52. Ciudad Atmosférica

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Javiera Hernández Rufs. Diseñadora Industrial | Máster en Territorio y Paisaje. Santiago, Febrero 2016

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ESTADO DE RESQUICIO [ER]

Javiera Hernández Rufs. Diseñadora Industrial | Máster en Territorio y Paisaje. Santiago, Febrero 2016 Palabras claves: Paisaje - Autopistas urbanas - Desocultamiento - Espacio Residual - Poetizar.

RESUMEN La velocidad dibujó un nuevo paisaje; aceleró nuestra percepción del mundo quitándonos el tiempo para reflexionar y analizar con claridad el significado de las infraestructuras que hemos construido. La identificación entre lo construido y su constructor es un diálogo que se ha convertido actualmente en silencio, un silencio superficial, estéril que toma la apariencia del vocerío y el ruido de la ciudad que nace tal vez, para impedirnos escuchar la voz del verdadero silencio. Nada es tan simple como parece, pero nos hemos propuesto verlo así, para una mayor tranquilidad.

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ESTADO DE RESQUICIO Santiago a fines de los años 80’ comenzó a experimentar un crecimiento económico que le permitió conformar una economía relacionada a la forma globalizada. Comienza a explorar una nueva fase de metropolización generando cambios en la organización de los espacios urbanos. Basta nombrar el crecimiento de estratos socialmente marginales, la periferia, los suburbios, las ciudades satélites que 46

representan un espacio físico producto de una ciudad en la cual la eficacia capitalista limitó el terreno de la práctica social, produciendo la degradación del tejido urbano a través del conflicto entre valores de uso y cambio. La ciudad se ha fragmentado y frente al problema de conexión, es como aparecen las autopistas urbanas. Cuando hablamos de ellas, las valoramos según su operatividad; mientras menos

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tiempo tome llegar de un destino a otro, son evaluadas positivamente, lo que se traduce finalmente en cuánto logra esconder de esa ciudad que no quieres ver. Las autopistas urbanas son el ejemplo del resultado de la producción de un espacio que se construye diferencialmente según vivencias, percepciones y concepciones particulares de los individuos y de los grupos sociales que conforman la ciudad. Es decir, la autopista

aparece como una sutura del tejido urbano pero ésta solo funciona dentro de una operatividad limitada que satisface necesidades como conexión, rapidez, eficiencia y eficacia de un grupo social determinado. Sin embargo, el problema no recae en su función, sino que es en su presencia. Las autopistas, no son leídas como un elemento constitutivo del nuevo tejido, aún tienen la lectura de estructuras análogas siendo excluidas del paisaje urbano.

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Como resultado del urbanismo moderno, cada entidad se encarga de lo propio y no de lo que hay entre medio, en este caso los espacios residuales. Estos últimos se les acusa como un no-lugar, sin embargo por definición son el residuo de la producción de un nolugar, son espacios desechados y connotados negativamente por la falta de utilidad que en ellas puede residir debido a su incontrolable e inaccesible morfología. Por el momento tenemos la idea que la organización urbana es a partir de la disposición física de los espacios privados y públicos, donde lo “público” es representado en una pequeña plaza justo al frente del privado que contribuye en absoluto a una posible relación entre ambas partes. La respuesta al problema no se encuentra en hacer más espacios públicos, mucho menos en los espacios residuales con estas características, sino que está en aprehender los 48

procesos del paisaje y aplicarlos en la ciudad y para eso es indispensable presentar nuevos modelos pedagógicos y de investigación para llegar a mejores soluciones futuras. En consideración a estas observaciones, el problema de las autopistas urbanas en la ciudad de Santiago, no recae en su funcionalidad, sino en que no son leídas como un elemento paisajístico del nuevo tejido urbano, aún tienen la lectura de estructuras análogas, carecen de una relación sujetoobjeto ergo se excluyen las características propias del objeto, están ocultas debido a su condición productiva y operatividad limitada. Las autopistas urbanas muestran de alguna manera las contradicciones de los proyectos modernos que por un lado aspiraban a integrar todo el territorio urbano funcionalmente y que finalmente terminaron por segmentar

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social y espacialmente la ciudad. Surge una tensión entre el lenguaje y la realidad a partir del desbordamiento en su representación enfocado solo a la utilidad de los objetos. Es por eso que los nuevos planteamientos urbanos deben enfocarse en el estudio de mecanismos que permitan el desarrollo ya no de las estructuras, sino de la sociedad urbana.

está oculta. El conjunto de elementos que crean su cuerpo matérico -objeto y espacios residuales- carece de presencia afectando en su descodificación simbólica dentro del paisaje de ciudad. La idea Heideggeriana sobre el desocultamiento de la esencia de los objetos, propone poner en manifiesto la pluralidad de mecanismos y armazones internos que los conforman, así el desocultar se transforma en una acción, al alterar el curso natural de una actividad.

Cuando el problema trasciende lo físico y pretende ir más allá por medio del análisis de los elementos intangibles, la respuesta es sin duda algo compleja. Al interpretar a la autopista según el planeamiento Heideggereano del “desocultamiento de la esencia de los objetos”1, se deduce que la esencia de esta macroestructura aún

Joan Nogué al hablar del paisaje propuso: “En realidad solo vemos los paisajes que queremos ver”2. Cuando hablamos de paisaje, lo observamos en función de lo que sabemos de él adquiriendo un determinado valor según

1   Heidegger Martin, Filosofía, Ciencia y Técnica, Universitaria, Santiago, 2007, p.320.

2   Nogué Joan, La construcción social del Paisaje, Biblioteca nueva, Madrid, 2007, p.352.

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la interpretación de los signos propios que nos son presentados formalmente, así un paisaje es un hecho comunicativo que a través de su imagen configura la percepción de territorio. Las prácticas dentro del paisaje urbano se basan de la relación entre infraestructura y la rápida expansión mercantilista. Desde este punto de vista la ciudad y el trabajo en la conceptualización del paisaje urbano, proporcionan no solo un modelo formal sino que también, un modelo para el proceso urbanístico. En este contexto, si el paisaje aparece de la combinación entre los elementos propios de un medio físico específico y la identificación por parte de la sociedad que los construye entonces, en el caso de las autopistas urbanas en la ciudad de Santiago. ¿Cómo podemos reconocerlas como elementos constitutivos del paisaje actual de ciudad si somos incapaces de leerla? Al momento de designar relieves con dimensión de paisaje, es necesario que dichos 50

relieves tengan un rostro, que fijen una imagen que el uso no pueda destruir. Así, el paisaje nace como un mecanismo de ordenamiento de la propia materia urbana; da forma y cambia la organización del asentamiento urbano al narrar las intenciones que aspiran describir, delinear y diseñar la ciudad contemporánea. La percepción hacia una estructura, objeto o arquitectura subyace en la intención, en este sentido se impone una codificación de los significados a través de la capacidad evocadora y comunicativa que presenta la imagen estética del objeto de estudio. Ahora bien, si delimitáramos el error -el espacio residual- sin modificación alguna, se nos hace presente un cuerpo físico que valorizaría el vacío al no otorgarle un uso a nivel funcional. La superficie física es revelada y aceptada como un límite, sin embargo la complejidad del ejercicio proviene no solo del trabajo espacial sino también de su activación escultórica. El aparecimiento de la residualidad se inicia en un acontecimiento; al derogar la utilidad, el valor prevalece en

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el acto antiheroico que utiliza como motor el acto político perteneciente al momento en que la idea del gesto adquisitivo es anulado, produciendo la aparición de la verdad como un nuevo acto de habitar comprometido en un sentido existencial, consciente y directo con el entorno específico. Así, las prácticas del paisaje emergen como un modelo para el urbanismo al prestar atención a las condiciones del espacio no solo en su configuración, sino también su materialidad y rendimiento, pudiendo activar el espacio y produciendo efectos urbanos sin cargar con la operación tradicional de “hacer un espacio”. Esta idea busca traspasar la resistencia, esa barrera humana de dar por sentadas las formas que presuponen la ciudad, a través de un encuentro contemplativo con los objetos cotidianos que constituyen nuestra ciudad. Es ahí donde el paisaje de ciudad emerge desde una lectura poética del espacio. Si además de delimitar el espacio residual de la autopista, incluimos un nuevo elemento agua

sobre la superficie, el ejercicio pasa hacia una lectura escultórica que incide en los conceptos de las presencias y las ausencias, la aparición del vacío observa, reflexiona, evalúa y rige la vida del cuerpo matérico de la autopista. La reflexión de la imagen de la autopista en su propio vacío. El aparecimiento del cuerpo en forma de reflejo es la articulación poética y contemplativa de un paisaje, nos enseña qué hemos visto y conocemos en cierta forma para después apreciarla, sensibilizarla y comprenderla mejor. El reflejo de la autopista en el agua es la manera más verdadera de desocultar su verdad; pues ella tan solo refleja lo que ve, sin la mirada y la resistencia antropocéntrica que puede llegar a cargar un objeto, el reflejo tiene la cualidad de ver “el alma tal cual es”. Su condición reflejante y pasiva se activa al momento en que la luz incide sobre su cuerpo y éste lo regresa al medio como espejo no solo de la estructura, sino que muestra el diálogo con su entorno, se dinamiza la imagen al estar en un constante cambio temporal regido por los factores externos en

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que ella opera, como la transición del día a la noche, el nivel de luminosidad, los cambios de estaciones y climáticos, entre otros. El alma de la estructura aparece y pertenece al mundo cambiante al ser parte del paisaje actual. Así, la expansión física de la autopista a través de su reflejo propone una expansión simbólica; encontrar, señalar y marcar un lugar implica poetizar un ambiente. Se establece una apropiación reactiva de las dimensiones físicas reales y naturales del espacio circundante, donde su valor no reside en su posible uso, sino que es el aparecimiento de esa residualidad delimitada. El reflejo se convierte en el nuevo territorio, presenta a la autopista urbana desde sí misma. En este contexto, el desocultamiento de las autopistas urbanas en su espacio residual torna evidente la complejidad de su cartografía tanto simbólica como física, al ser revelado ahora como un escenario dinámico al estar ligado a la temporalidad de la ciudad, su identidad visual se construye y reconstruye junto a las transformaciones del espacio urbano, proporcionando nuevos modos de apropiación -territorio- a partir de su materia. Vivimos en constante utopía; en el presente construimos las utopías pasadas e imaginamos las utopías futuras. Estamos cegados por un mundo idealizado y no vivimos el presente mismo. La intensificación extrema por dotar a la ciudad con fines utilitarios nos ha llevado a una carrera frenética de producción sin darnos el tiempo de entender las formas constructivas que hemos creado. Se propone el caso de los espacios residuales como medio de reconocimiento del paisaje empobrecido y se cuestiona la concepción negativa de las estructuras que elegimos construir alguna vez a través del aparecimiento del potencial poético del objeto material, al momento en que desaparece su carga simbólica de progreso 52

referente de una utopía urbana pasada. Este proceso se ve reflejado de forma imperante en el paisaje actual de las zonas circundantes a lo que respecta las autopistas urbanas de la ciudad de Santiago. El proceso reactivo relega el carácter sumiso y atribuye a la manifestación de las cualidades propias de los objetos con los que nos rodeamos diariamente. Ya no basta solo con la presentación del objeto en cuestión, sino que la solución apunta al gran conflicto perceptual que genera una ciudad en vías de expansión en el habitante; es el ordenamiento de las energías involucradas que determinan la forma específica y significativa de los objetos. Cada elemento compositor de la ciudad despliega su efectividad funcional pero a su vez, debe producir un movimiento dialéctico significativo en la percepción del habitante en términos de ocupación dentro del paisaje. Así el cuerpo de la autopista es un texto que revela la verdad a través de la lectura ya no de una imagen ideológica previa, sino como registro del acto de dar forma a aquella materia consciente de su propia identidad. Esta actitud que se propone, podría no solucionar, pero si crear conciencia ante los problemas originados por la ruptura del diálogo entre lo construido y su constructor. La experiencia del “develar la esencia” reside en presentar y reconocer al objeto; “esto es”, en vez de “esto significa”. Es el fin del comienzo y de los valores, al entregar un “...espacio atemporal de la invención, un espacio en el presente mismo que no tenga relación determinante con un futuro ideal o un pasado idealizado, es el proceso de invención de un pasado artificial y un presente sin futuro.”3 Es hora de exigir mayor 3   Hereu P-Montaner J-Oliveras J, Textos de Arquitectura de la Modernidad, Peter Eisenman: El fin del Clásico, Nerea, Madrid, 1999, p. 497.

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preponderancia ciudadana en asuntos urbanoterritoriales, es necesario crear nuevas lógicas de representación espacial en materia urbana. El reconocimiento es un nuevo lenguaje que debe ser aprehendido y abre la posibilidad de nuevas vías de interacción y entendimiento.

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El paisaje como producción de subjetividad Según hemos acordado, un terreno puede ser delimitado – entiéndase, diseccionado, reagrupado y vuelto a delimitar – para luego ser cargado de sentido mediante el empleo del punto de vista. En este sentido, será la subjetividad ­es decir, el s​í mismo del sujeto­aquello que confiera a lo observado una determinada puesta en valor. Sin embargo, el paisaje jamás operará a partir de una sola relación sujeto­objeto,​sino que en ella, el sujeto ha de acabar siempre integrado en aquello que observa, difuminándose los límites entre ambos y tornándose el paisaje mismo en productor de la propia subjetividad del observador: en efecto, no somos sujetos constituidos a​b origene,​sino que en el acto mismo de la mirada acabamos siendo­constituidos.​ Según esta lectura, parece ser que el paisaje trabaja como un dispositivo de ordenamiento, capaz de organizar el conjunto de subjetividades producidas en una determinada escena histórica, y de este modo ­a la manera de un o​mni voyant – funcionar él mismo como punto desde el cual se despliega la mirada. Así, de modo parecido a como un dios omnisciente es capaz de transfigurarse y actuar por nosotros, el paisaje tendrá la facultad de tutelar la manera en que vemos y somos vistos, y de este modo también “ver por nosotros”. ¿Cómo puede, entonces, el paisaje –en tanto imagen parcelada de lo real­imponérsenos como la única manera de ver y ser vistos? Pareciera ser, entonces, que la quintaescencia del paisaje –tal y como lo enuncia su relación directa con el empleo de la perspectiva – será la de deformar la realidad e instalarse e­ ntre nosotros y el mundo­como una nueva naturaleza. En efecto, el paisaje aparece ante nosotros como una “deformación naturalizada”​de lo real que acaba por sustituir a la realidad natural en sí misma, y naturalizar también, en el proceso, el aparecer de otras deformaciones tan humanas como la lengua o la historia. En estos términos, el paisaje se nos presentará como una organización no sólo de elementos “a la vista” sino como un sistema totalizante –a la manera de una ideología­capaz de administrar el cómo pensamos y producimos nuestra subjetividad. Visto desde otro modo, el paisaje operaría tal y como lo hace un lente o unvelo,distorsionandoelmodoenquecomparecemosencuantosujetos,pero ala vez –y quizás en su faceta más preocupante­el paisaje tendría también la capacidad de funcionar como un catalizador de nuestras propias prácticas de producción, naturalizando quehaceres culturales y desplegándolos en forma de sentido común. Por consiguiente, el paisaje neoliberal instalado actualmente en Chile, y el mundo, desde ya Ciudad Atmosférica

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hace algunas décadas, habría naturalizado el sistema económico­social y su cristalización más efectiva–la metrópoli neoliberal– como una totalidad artificial, o bien, como una segunda naturaleza que se inaugura a sí misma, capaz de condicionar las prácticas discursivas y materiales a ser desplegadas de allí en adelante. Sin embargo, en tanto artificio, el paisaje neoliberal peligra en todo momento de exponer sus fisuras e incompletitudes. En efecto, concebirle como un intento fallido de totalidad –y habiendo condenado ya su complicidad con los aparatos ideológicos­plantea la paradoja de comprender aquellas o​tras deformaciones antes mencionadas –la lengua y la historia­también como intentos fallidos de totalizar y a la vez, de producir subjetividad: como bien se observa en el espectáculo de Santiago de Chile ­el más efectivo laboratorio neoliberal­la instalación de la perspectiva paisajera habría logrado desplazar todo intento de constituir un pasado histórico subalterno –es decir, fuera­de­ foco o exterior al paisaje hegemónico­allí donde la hegemonía “democrática” habría dejado fuera de acuerdos a todas las deformaciones que amenazaren con tildarle a ella de ideológica, es decir, de embustera al momento de representarse como totalidad. En este sentido, esta incapacidad de la lengua de producirnos en cuanto sujetos, abre la posibilidad a la imagen­materia prima desde la cual el paisaje se constituye­como productora efectiva de subjetividad en los tiempos contemporáneos. En efecto, y como ya lo han tratado autores como Neil Leach, la reducción de la arquitectura y la ciudad a su condición de mera imagen le habría consolidado a ella, en su reproducción cotidiana, como el mejor ejemplo del tan manoseado fin de los meta relatos clamado en la p​arole​posmoderna. Sin embargo, no es esta perspectiva derrotista la que nos interesa, en cuanto la total rendición de la disciplina arquitectónica ante lo representacional, pondría a disposición nuestra la imagen como un eficaz arma al momento de producir colectivamente nuestras maneras de ser y estar en el mundo, y en dicha producción revertir momentáneamente las relaciones de dominación. Así, en estas líneas ­y como esbozan los trabajos en adelante expuestos­se dejará planteado el deber histórico –y por tanto prospectivo­que la nueva arquitectura, inaugurada en su complicidad con la imagen, debe acatar en miras a producir ella misma subjetividades emancipadoras, proyectadas hacia la transformación de nuestras condiciones actuales.

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EL VACÍO DEL PAISAJE

Héctor Espínola Q. Arquitecto Santiago Febrero de 2016 58

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EL VACÍO DEL PAISAJE. Héctor Espínola Q. Arquitecto Santiago

Palabras Claves Paisaje, Subjetividad, Total, Naturaleza, Ciudad.

RESUMEN El problema sustancial del paisaje está en que todo discurso teórico se refiere a su estrecha relación con la subjetividad, pero esta nunca se desarrolla, especifica ni se define, ya sea por inadvertencia o por un cierto desdén hacia aquella falta o vacío que lo “otro” –todo lo que no forma parte del sí mismo del sujeto- deja y que el paisaje ocupa para constituirla, hecho por el cual se define como subjetividad escindida. Intentar explicar cuestiones tan profundas y extensas, en pocas y precisas palabras, ciertamente que se convierte en una real paja teórica pero muy placentera. Ciudad Atmosférica

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Pablo Burchard. El Portón.1913.Óleo sobre tela. 94x108 cms. La pérdida de la relación unitaria entre el adentro de la ciudad y su afuera, es el problema central que han venido experimentando todas las grandes ciudades desde hace al menos unos cuarenta años. Fragmentación, extensión e intensidad son condiciones contemporáneas que han producido un problema tanto o más grande en el concepto mismo de ciudad que la pérdida misma de sus límites... La ciudad moderna - derechamente la metrópolis- se reestructuró producto de un desarrollo industrial –que por cierto en Santiago fue poco y escaso- la ciudad de hoy es para el consumo. Así como la ciudad se ha comenzado a modificar para el consumo, también lo ha hecho para ser consumida. Es aquí en donde el paisaje retorna de un exilio imaginario para 60

ingresar al nutrido menú de las mercancías para el consumo. Pero el paisaje también pone sus condiciones. Harvey ha señalado en 1979, que la acumulación capitalista –y por lo tanto consumista- necesita de “flexibilidad” para sus acumulaciones que vería en el paisaje, o sea en la imagen que se tenga de la ciudad, una seria resistencia: “Bajo el capitalismo hay, entonces, una lucha perpetua lucha en la que el capital construye un apropiad paisaje físico para su propia condición en un particular momento en el tiempo, solo para tener que destruirlo (…)” (Harvey, 1979; p.124). La intensidad con la que vienen cambiando las ciudades, tanto por transformaciones internas como en la extensión de sus límites, ha significado un descalce entre las múltiples imágenes que se

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“producen” y la ciudad material que se vive. Por lo tanto, algo diferencia aquel paisaje producido para el consumo y aquel que, medio desvanecido, aún reverbera en nuestro imaginario como paisaje. Esta diferencia es sustancial puesto que indica la distancia vertical entre la mera superficie y esa especie de pre-sentimiento profundo de pertenecer a algo que de a poco ha ido desapareciendo. La advertencia está en separar las representaciones o reproducciones de paisaje de aquel presentimiento primitivo y original que Agustín Berque llamó pensamiento paisajero que permitía la co-pertenencia entre hombre y su entorno. Pues bien, el principio de emancipación moderna que trajo la autoconciencia rompe con esta cadena existencial pre-moderna para concentrarse en la construcción de un sujeto ahora escindido, separado, dividido de aquello por lo cual se constituye: la naturaleza. Presentado en términos pictóricos, la subjetividad centró su atención más en la figura (sujeto) que en el fondo desde el cual la figura se recorta en su aparecer. El paisaje vino a encubrir esa falta o vacío primordial perdido en la construcción misma de la subjetividad, representándose a sí mismo aquello ya imposible de presentar: la naturaleza como la totalidad –como natura naturalis. Es por esto que el paisaje –no así el pensamiento pasajero- no ha existido siempre ni tampoco es una mera relación entre un sujeto-observador y un objeto-paisaje puesto que, no olvidemos, tanto el objeto como el propio sujeto son “producciones” de la propia subjetividad, por lo que dicha relación se complejiza exponencialmente. Para no dar tanta… lata, y siguiendo con la analogía – que espero simplifique el enredo filosófico- el paisaje no sería el mero fondo, sino que fondo y figura a la vez, como si a la subjetividad se le hubiese perdido el fondo de su pintura para

recomponerse como unidad. Así el paisaje no puede ser solamente “(…) un ente objetual ni un conjunto de elementos cuantificables, tal como lo interpretan las ciencias positivas (…)” (Maderuelo, 2006; p.12). Antes que esta relación instrumental, el paisaje es el artilugio estético que la subjetividad ha tenido para poder relacionarse –de nuevo- con el medio en que vive; para ligarse a una existencia desde la cual el hombre se ha separado -claro está si entendemos que el hombre o mejor dicho “elhombre-moderno-auto-consciente”ha tomado posición (sistere) fuera (ex) del mundo de las cosas naturales. Estando fuera de la existencia del resto de las cosas es que el hombre ha construido la propia: la ciudad. El hombre se ha visto forzado a reconstruir un total que, bajo el velo ideológico de la modernidad, ha hecho coincidir con aquel mundo de las cosas pero que nunca logra abarcar ni tampoco re-constituir como aquel total original. No se trata de reconstruir aquella naturaleza primera –algo así como un Jurasic Park- sino que aparentar recomponer ese mito por el cual todo es uno. Entonces, para nuestra cultura occidental, pensar en paisaje –como representación de paisaje y no como pensamiento- es pensar modernamente, pues no existe noción estética alguna de nuestro entorno antes de la crisis que la modernidad provocó. Si recordamos un poco las clases de historia, es precisamente cuando la subjetividad hace su aparición, cuando la ciudad se transforma en un objeto artístico pensable y planificable, sobretodo en la Italia renacentista. Este modo estético de representar-nos nuestro mundo, a finales del siglo XVII comienza un desplazamiento hacia la ciudad, momento desde el cual se hace destinataria de las proyecciones espaciales de la ciudad –asunto también moderno. La naturaleza “originaria” se incorpora a la noción

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urbana del mundo, sea esta imaginaria o real, bajo la poética de lo sublime como total salvaje y violento, por descubrir y por lo tanto “imaginar”. El paisaje ha sido condenado ocupar el vacío que ha dejado la ruptura de la cadena armoniosa del total original; a ser siempre una aspiración a una totalidad que nunca consigue, trayendo de vuelta, en cada una de sus posibles representaciones paisajistas, el mito fundante que Berque y Silvestri/Aliata definen como la pretensión de “salir del artefacto urbano” para “reconstituir la indiferencia original” en que hombre y total, en cualquiera de sus representaciones: naturaleza, universos, cosmos, dios, etc. eran co-pertenecientes tal como las tradiciones primitivas heredaban en sus cosmogonías. Recordemos lo que Careri nos recuerda a partir de la noción de espacio sagrado que la marca del menhir abría para las culturas primitivas o la relación que la casa logra establecer con la intemperie de Wacjman que nunca existe antes de construir la choza para protegernos – de ella. En ambos casos la posibilidad la entrega ese misterioso modo que teníamos los hombres de habitar lo que antes era la tierra. La ruptura de la modernidad con la totalidad sagrada, abre entonces una nueva totalidad histórica precisamente como una novedosa conjunción dentro de una subjetividad dividida por el mandato político de la objetividad. Marx bien supo entender su período en tanto pudo hacer aparecer el aparataje ideológico que componía una totalidad “ficticia” que pretendía construirse pero que las clases desposeídas en su lucha histórica bien sabían imposible. Totalidad social y Naturaleza son partes del mismo proceso de escisión subjetiva. Y es esta última cuestión social entre el exceso postreestructuración mundial de la industria de los servicios de consumo –que muchos geógrafos 62

especialmente asocian a los problemas migratorios étnicos y raciales- y lo que podemos imaginar de lo que queda de la ciudad tanto en su nueva reorganización interna como a través de las realidades producidas en la virtualidad de los computadores que literalmente sobrepasan tanto nuestro ya viejo imaginario moderno como a la ciudad misma. Por lo tanto, quien piensa en paisaje al modo estético que ha llegado a la cultura no es sino quien ya carga con el conflicto de la ruptura de la totalidad originaria como unidad armónica así como quien piensa en totalidad no piensa sino en aquello que la hegemonía ideológica de los últimos decenios ha logrado cubrir con una globalidad que imposta múltiples paisajes para su consumo. El ingreso de estas nuevas magnitudes inéditas de las ciudades implica una constante trasgresión de su territorio, camino de la propia destrucción del sujeto -histórico, moderno y por lo tanto urbanopues la pérdida de la referencia no solo nos produce el extravío y descentramiento sino que una obligada vuelta hacía sí mismo. El paisaje no es sino el velo que cubre una imposibilidad ontológica que acontece solo con la crisis que la ciudad propone en su diferencia con lo otro; con el total desde el cual la subjetividad moderna se ha recortado y que ha dejado fuera sin posibilidad aparente de reunión.

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BIBIOGRAFIA

1. Berque, A. (2010). El pensamiento paisajero. Madrid: Nueva Biblioteca. 2. Careri, F. (1998). Walkscape. El andar como práctica estética. Barcelona: Gustavo Gili. 3. Harvey, D. (1978). The urban process under capitalism. International journal of Urban and Regional Research nº2. 4. Maderuelo, J. (2006). Paisaje: génesis de un concepto. Madrid: Abada Editores. 5. Silvestri G. y Aliata, F. (2007). El paisaje como cifra de armonía. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión. 6. Soja, E. (2008). Postmetrópolis. Estudios críticos sobre las ciudades y las regiones. Madrid: Traficantes de sueños. 7. Wajcman, G. (2006). La casa, lo íntimo, lo secreto. En Recalcati, Massimo. Las tres estéticas de Lacan. Buenos Aires: Ediciones El Cifrado. Ciudad Atmosférica

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BAJO EL MISMO CIELO

CASARTELLI, Graciela María F. Sin dependencia institucional. Psicóloga. Investigadora social. Artista plástica. Córdoba, Argentina, septiembre 2015. 64

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BAJO EL MISMO CIELO.

Casartelli, Graciela María F. Sin dependencia institucional. Psicóloga. Investigadora social. Artista plástica. Córdoba, Argentina

Palabras Claves Urbano- Rural- Normal- Anormal- Paisaje.

Resumen El Hospital de Santa María de Punilla (Provincia de Córdoba, Argentina) es un ejemplo histórico contemporáneo de la situación de marginalidad urbana (esto es partiendo de conceptos de lo central y lo marginal) asociado a lo temible, lo negado y no aceptado; que a la vez, incide en el paisaje natural tiñéndolo de un folclore propio. Ciudad Atmosférica

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Lo urbano, lo rural; el centro, la periferia; lo normal, lo anormal; lo correcto, lo incorrecto, etc... son las dicotomías comunes conque el hombre ha trazado su historia. La centralidad, se asocia al concepto de lugar donde se realiza todo “lo aceptado” y “deseable”, tanto en las ciudades como en las vidas particulares de los grupos sociales y las personas. Por ello, el comedor de un hogar, ocupó desde tiempos inmemoriales el espacio privilegiado, donde se realizaban las tareas gratas, que podían estar a la mirada de todos. Llevado al ámbito personal, representó la sonrisa, la ropa limpia y el estar “arreglado”: el fenotipo. Mientras la intimidad esencial, devenida del genotipo, que ha abarcado todas las expresiones y necesidades íntimas del ser y de los grupos, se relacionó a “lo recóndito”, lo no central.-La provincia de Córdoba, en Argentina, no ha escapado de estas ideas en su disposición 66

urbana- rural y “los aislados espacios oscuros”. Pues el hombre, representante de lo sociocultural en el ámbito geográfico, ha plasmado la centralidad a sus trabajos habituales: ciudad y campo, con los quehaceres propios de cada ámbito. Y, lo marginal, se ha asociado siguiendo esta tradición, con personas, grupos y dinamismos que incluyen lo rechazado, lo temido, lo que no queremos ver: Allí están los enfermos mentales, enfermos terminales, discapacitados, ancianos, delincuentes. La centralidad... lo sano, lo aceptado, la igualdad, lo deseable y pasible de ser ostentado. Lo marginal: lo no aceptado, lo desigual, lo enfermo, lo oculto, lo indeseado... Entre estos dos parámetros, muchas actividades relacionadas con lo “no deseado” se ubicaron en “el afuera”; algunas con

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una esperanza de que alcanzaran el grado suficiente de “salud”, de “normalidad”, y pudieran lograr y /o regresar a la centralidad. Córdoba capital (Argentina), fue fundada en una depresión geográfica, suficientemente regada y custodiada por cordones montañosos... Así se protegió quizás, “lo esperable”, de lo temido, lo inseguro, lo riesgoso. En esta línea de pensamiento, en un paraje bastante lejano a la ciudad, en las serranías cordobesas, se construyó la Estación Climatérica y Hospital Colonia Santa María de Punilla a principios de 1900 a instancias de una famoso médico tisiólogo argentino, el doctor Fermín Rodríguez, para el tratamiento de los enfermos de tuberculosis: un mal contagioso que por entonces no tenía cura. De estilo arquitectónico que denota tintes

nórdicos y centroeuropeos,” El hospital se convirtió en la última trinchera contra la tuberculosis” : “ A partir de entonces, (fue) el elemento imperioso (del lugar), domesticando a la naturaleza que lo había cobijado.” (1). Dominado este flagelo, ya en 1968, el objetivo de la institución mutó hacia el control y “cura” de la salud mental, que es parte de su finalidad, hasta el día de hoy. Posteriormente, durante la dictadura militar, numerosos vecinos y ex-empleados del nosocomio, refirieron ante la justicia, que el edificio fue copado por militares y prácticas de apremios ilegales.(1); algo irónico y macabro, para un lugar fruto de la idea de lucha contra la muerte y el sufrimiento... (2) Y... dentro de este contexto histórico, el imaginario colectivo, ha sumido con el paso del tiempo a estas edificaciones, en el contexto

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lúgubre de lo rechazado y lo temido: “Todos los viejos hospitales tienen algo de parecido a los castillos y fortalezas de épocas pretéritas; edificios que ocuparon un lugar preponderante en la novelística romántica del siglo XIX y que terminaron transformándose en los escenarios habituales de tramas en las que espectros y fantasmas de distinto tipo hacían acto de presencia.” (1) Construcciones inmensas de grandes superficies, aisladas y lejanas de los centros urbanos, e impregnadas de secretos y misterios. pero a la vez, a la vista de todos: “El miedo a la locura también encuentra su canal de expresión a través de historias que aseguran que en el hospital se siguen practicando extrañas operaciones esotéricas producto de mentes enajenadas...” (1)

dividido en distintos pabellones con funciones específicas muy variadas donde funcionan CEPROCOR (Centro de Excelencia de Productos y Procesos de Córdoba), una dependencia de Córdoba Turismo, otra de Córdoba Deportes y finalmente pabellones dedicados a alojar y tratar a personas con problemas psiquiátricos. No obstante, todos estos espacios, fueron poblados o semi-poblados, por grupos de personas diferentes, cada uno de éstos con su mismidad y su urgencia de ser. Y, cada grupo con su dinámica e imaginario grupal... Quizás, muchos conscientes de su situación de lateralidad y sin otro proyecto que esperar la muerte. Otros, esperando y soñando el regreso a la centralidad, para volver a ser normales y aceptados... Sobre la misma tierra y patria... y bajo el mismo cielo. Todo esto, que he representado en una tela, bajo el mismo sol y la misma luna.

Actualmente y quizás a modo de intento de cambio de aquella historia nutrida de marginalidad y de leyendas, el complejo está 68

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BIBLIOGRAFIA 1.- http://www.falsaria.com/2012/02/el-hospital-de-santa-maria-de-punilla/ 2.-http://www.canal11lacumbre.com.ar/noticias.php?nid=1727

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LA PERSPECTIVA ANÓNIMA: REFLEXIONES EN TORNO AL MURO COMO DISPOSITIVO DE ÉPOCA.

Diego Lacazette Estudiante de Arquitectura UCCH Santiago de Chile, Febrero de 2016

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LA PERSPECTIVA ANÓNIMA: REFLEXIONES EN TORNO AL MURO COMO DISPOSITIVO DE ÉPOCA.

Diego Lacazette Estudiante de Arquitectura UCCH Santiago de Chile, Febrero de 2016 Palabras claves: Dispositivo – Paisaje – Totalidad – Subjetividad – Ideología – Mediación

RESUMEN A partir de la comprensión histórica de las representaciones arquitectónicas – entiéndase, plantas, cortes, fachadas- entendidas como dispositivos capaces de gobernar y administrar nuestras prácticas cotidianas, la investigación propone plantear de qué manera en ellas se vería delineada la maduración de un tipo específico de sujeto: el hombre moderno privado. En este sentido, hemos de plantear que el surgimiento de este sujeto habrá de relacionarse íntimamente con la maduración histórica del concepto de mediación, entendido desde Hegel, como una suspensión consentida de los antagonismos de clase y las dialécticas intersubjetivas. A partir de esto, se sostendrá que la crisis de la ciudad contemporánea –como efectiva cristalización de las economías positivas, impuestas por el paisaje moderno- sentaría sus bases en aquella inaplazable expansión de “lo mediado” intersubjetivo a una escala metropolitana, allí donde la prometedora idea de un espacio público democrático e inclusivo no vendría sino a ocultar la recomposición artificial de un todo social y urbano fracturado. En este sentido, no hemos de comprender el paisaje metropolitano sino como un dispositivo ideológico capaz de instalarse como el único orden simbólico posible: la ciudad neoliberal. Ciudad Atmosférica

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Sobre la naturaleza histórica de las representaciones

jamás fluye en la misma dirección que los elementos que significa1. Tal manera de entender la relación entre sujeto y ¿Cuánto dicen las plantas de arquitectura contexto –o bien, entre figura y fondosobre la clase de sujeto que somos? será fundamental para contextualizar la ¿Es posible indagar a partir de ellas la manera en que abordaremos el problema manera en que organizamos nuestra vida del paisaje. cotidiana? En efecto, las representaciones que hacemos del espacio –léase, plantas, Pero no hemos de desviarnos cortes, elevaciones, etc.- pueden servir antes de camino: decíamos que las como verdaderos archivos testimoniales representaciones del espacio -es decir, la al momento de evidenciar cómo han manera en que organizamos los elementos sido organizadas las subjetividades en en él- no solo describen pasivamente un determinado tiempo histórico. Ante un sujeto sino que son ellas mismas las esto, se vuelve pertinente indagar en que encargadas de producirle. Al respecto, sentido el contexto –es decir, el lugar el arquitecto Robin Evans2, nos plantea geográfico, histórico, ideológico y social- que las representaciones espaciales permite la producción de un determinado han de mostrarsenos siempre en su sujeto histórico. Tal como plantea Félix habitualidad –esto es, como algo natural e de Azúa, las representaciones no pueden comprenderse si antes no se determina el 1   Azua Félix de. Cortocircuitos: imágenes contexto que les permite aparecer, es decir, mudas. 2004. Abada, Madrid, pág.70 aquella fuente de sentido que da vida a 2   Evans Robin. Figuras, puertas, pasillos. los significantes pero que, sin embargo, 2005. Pre-textos. Madrid. 72

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incuestionable- al mismo tiempo que estas nos ocultan, negando su propio origen y propósito, el poder que sus distribuciones espaciales ejercen sobre nuestras vidas3. En este sentido, una planta arquitectónica ha de leerse siempre desde la naturaleza de las relaciones humanas que organiza, allí donde los elementos –muros, puertas, ventanas, escaleras- “han de emplearse primero para dividir y más tarde para reunir selectivamente el espacio habitado […] y las figuras humanas que habitarán dicho espacio […] (retratándose) un determinado temperamento hacia los demás, que se encuentra implícito y que constituye un indicio de la época”4

lógica de organización y producción de mundo. En este sentido, no hemos de entenderle sino en términos económicos; cabe decir, como una “administración de hombres”, muy a la manera de como Dios administra sus recursos –el mundo y los hombres- en aquello que los teólogos llaman la economía divina6. Sin embargo, el dispotivo, inserto en lo que Agamben llama una religión positiva7, se implanta como “un conjunto de creencias, reglas y ritos que han de imponerse al sujeto desde el exterior, en una sociedad dada y en un momento dado de la historia” Una segunda lectura del concepto nos la aporta Jean Hyppolite, quien le entiende como “un elemento histórico -con todo el peso de reglas, ritos e instituciones que se le imponen al individuo por un poder exterior- que se halla, por así decirlo, interiorizado en el sistema de creencias y sentimientos […] y en cuyo seno las relaciones de poder se concretan […] al capturar, orientar, determinar, interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, opiniones y discursos de los seres vivos”8

Tal forma de entender las representaciones guarda semejanza con la lectura que Giorgo Agamben5 realiza del concepto de dispositivo. En ella, el dispositivo funciona a grandes rasgos, como un organizador de subjetividades –a la manera de una oikonomía humana-, empleado en orientar la producción de un determinado tipo de sujeto histórico. Esta lectura nos servirá al momento de indagar cómo han de relacionarse arquitectura y paisaje, en cuanto este último funcionaría -forzando la terminología de Agamben- como el Abordando mayor de los dispositivos. Sobre la naturaleza histórica de los dispositivos: Agamben lee a Foucault leyendo a Hegel

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ambas

lecturas,

las

Ibíd. 255

4   Idem.

7   Aquí Agamben realiza el paralelo entre una religión natural, sustentada en la economía divina, y una religión positiva. En tanto, la religión positiva se nos muestra como una manera de re-ligar al sujeto con la totalidad (la unidad divina) una vez que ésta ha sido fragmentada por la aparición de las economías prácticas humanas. Así, el dispositivo se nos plantea como un intento ilusorio de recomponer la unidad perdida, en tanto sostiene un tipo de subjetividad disociada entre el ser y el hacer. “Los dispositivos pueden reconducirse a la fractura que separa y re-une en Dios al ser y la praxis, la naturaleza y el artificio, por el cuál Él administra y gobierna el mundo” En Agamben; op. cit. pág. 256

5   Agamben Giorgio. ¿Qué es un dispositivo?, 2006, Anagrama, Madrid

8   Hyppolite, Jean. Introducción a la filosofía de la historia de Hegel. 1970, Calden. Madrid. pag. 46

Leyendo a Foucault, Giorgo Agamben nos plantea que el dispositivo ha de leerse en términos de su puesta en positividad, es decir como el sustrato histórico-empírico que da sustento a una determinada 3

Ibíd. 70

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representaciones a las que alude Evans, en cuanto organizadoras de la vida cotidiana doméstica, bien pueden imponérsenos, apadrinadas por algún poder dominante de turno, como dispositivos capaces de guíar la forma en que nos relacionamos -en tanto cuerpos dóciles- los unos con los otros. En efecto, es Agamben quien nos plantea que la facultad de gobierno y administración inherente al dispositivo económico, tendría su origen en la economía doméstica del oikos –como administración de los bienes domésticos-, en tanto desde aquel sustrato domiciliario se urdiría la fractura entre esencia y praxis, capaz de naturalizar aquello que, en esencia, no sería sino artificial: la dominación. En efecto, Agamben nos apunta insistentemente que aquella diálectica inherente al dispositio, es decir la librada entre ser y hacer, no debe entenderse sino como una disputa entre libertad y mandato9, en tanto el sistema capitalista –como maduración histórica de la economía práctica- funcionaría a partir de una “gigantesca acumulación y proliferación de dispositivos”10 Hasta aquí hemos planteado que las representaciones que hacemos del espacio pueden actuar como dispositivos históricos, es decir, administrando nuestras relaciones intersubjetivas o “intercorporales”, insertos en la trama social a modo de sentires de época. La cuestión que nos importará ahora, es desarrollar “cómo” esto ocurre. Para ello, hemos de atender nuevamente a R. Evans, en torno a la relación que este establece entre un corpus de representaciones –plantas de arquitectura habitacional comprendidas entre los siglos xvi y xviii-, y el surgimiento de la res privata; o en concreto, con la 9

Agamben; op. cit. 252

10

Ibíd. 258

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aparición de un tipo determinado de sujeto y su modus operandi: el hombre moderno y la vida familiar. Tal seguimiento histórico nos servirá para sostener que los dispositivos representacionales habrían sido capaces de tutelar nuestros juicios de valor en torno a ideas como publicidad, privacidad, espacio público, democracia, ciudadanía, etc. En efecto, hemos de plantear que la subjetividad contemporánea no deberá observarse sino como una maduración lineal del sujeto privado moderno La otredad mediada: sombras, intensidades y anonimatos en al aparecer público. ¿Cómo se comporta este sujeto moderno y como afectó la arquitectura a delinearle? La socióloga Paula Sibilia11 nos entrega algunas pistas sobre este tipo de sujeto al que ha llamado homo psicologicus. Sibilia nos plantea que la aparición histórica de este sujeto habría coincidido con la concepción moderna del concepto de privacidad, en tanto el homo psicologicus habría exigido una “límpida separación entre las esferas públicas y privadas de la existencia […] donde, al calor de las habitaciones privadas, el individuo aislado del mundo habría sido capaz de generar una subjetividad cada vez mas densa y misteriosa”12 El hombre de Sibilia no es otro que aquel esbozado por Evans, como aquel sujeto que surge a efecto del uso del pasillocorredor13, diseñado como un separador 11   Sibilia Paula, La intimidad cómo espectáculo. 2008, Grijalbo, Buenos Aires 12

Ibíd. 114

13   En extenso, Evans realiza un seguimiento histórico –que no hemos de detallar en este ensayo- que abarca desde la planta de accesos múltiples -la villa italiana renacentista (figura 1) - a la planta-tipo moderna Ciudad Atmosférica


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abrupto entre esferas público-privadas. Evans nos señala que “con este hecho aparecería una definición evidentemente moderna de la privacidad, no como respuesta al eterno problema de la “comodidad”, sino, muy probablemente, como una vía para fomentar una psicología incipiente en la que, por primera vez, el yo sentía que no sólo corría peligro ante la presencia de otros, sino que realmente resultaba desfigurado por ellos”14 En estos términos, la privacidad no ha de pensarse sino como un producto de época; es decir como una “formación subjetiva que emergió en un contexto determinado y en función de ciertas líneas de fuerza que estimularon su desarrollo”15.

entendido como un modo concreto de producción colectiva de subjetividad. En efecto, la mediación es el concepto que Hegel emplea para dar cuenta de una condición anti-dialéctica, dada por la cancelación del conflicto entre dos opuestos que vienen a reunirse en una “media”; idea homologable a lo que perfilábamos desde Agamben como recomposición de la fractura naturalezaartificio. En estos términos, el dispositivo –y por acuerdo propio, el paisaje- tendría también la capacidad de “mediar” –es decir, de ocultar su propia artificialidad- y presentársenos como aquella unidad que él mismo ha suplantado en su aparecer. Así, será bajo el seno de esta medianía, que el modus operandi que la res privata propone –la vida privada- nos constituya un problema, en tanto que las relaciones intersubjetivas allí tejidas– debidamente delineadas y programadas desde el interior de los dispositivos domiciliarios- pasarían a concebirse únicamente como mediación, es decir, como cancelación aparente de las diferencias y los antagonismos sociales, culturales, económicos, de clase, etc.

Ahora bien, ¿cómo ha de ser pertinente esto a nuestro estudio? En tanto ya hemos planteado que los dispositivos –entre ellos la planta tipo moderna- serían capaces de archivar y naturalizar un “sentir de época”, como el de la privacidad por ejemplo, se procederá a esbozar de qué forma esto constituye actualmente un problema. Para ello debemos hacer coincidir la evolución histórica del concepto privacidad con el de mediación, propuesto por Hegel16, y Entonces, ¿cómo es que los modos de ser y estar en el mundo acaban fundidos en el concepto de mediación? Tal como (fig.2) –caracterizada por la separación entre espacios sersostendremos, este ser-en-mediación que vidos y servidores– con el fin de esbozar la transformación nos inquieta sienta sus bases en un acuerdo de un sujeto “pre-moderno” habituado a la vida en compañía, a uno “moderno” y de subjetividad intro-dirigida, de no interferencia pactado entre los vale decir, producida en privacía. Ante esto, Evans plantea: miembros de una determinada sociedad, “La escisión entre una arquitectura para mirar y pasar a su los que han decidido “mediar” unos con través, y una para esconder, establece una distancia insal- otros, es decir, ocultar con-sentidamente vable que divide la mercancía del placer, la utilidad de la las diferencias que les constituyen belleza y la función de la forma [...] La división de la casa en como seres potencialmente peligrosos dos esferas –un santuario interior de espacios habitados, y o desagradables a la mirada del otro. a veces inconexos, y un espacio sin ocupar de circulación Este acuerdo de mediación entre partes – hacía difícil justificar la entrada a cualquier habitación se constituirá –como hemos de detallar donde no se tuviera que atender ningún asunto concreto. más adelante- en el eje estructurante 14   Evans; op. cit. 95 del aparecer público del ciudadano 15   Sibilia; op. cit. 107 contemporáneo, bajo la figura de la “clase 16   Hypollite, Jean. Introducción a la filosofía de media”, como clase incuestionablemente la historia de Hegel. 1970, Calden. Madrid

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democrática. ¿Ahora bien, cómo hemos de Wacjman se encuentra separado de relacionar mediación y dispositivo de su esencia, al igual que el Dios en arquitectónico? la oikonomia divina, la choza que éste levanta como artificio no ingresa sino a Es Gerard Wacjman17 quién ha de rellenar el vacío resultante de la fractura confirmarnos que la arquitectura surge de su propio ex sistere a la intemperie, para el hombre como una forma de lidiar allí donde la separación entre sujeto y con la alteridad, en tanto éste desde el fondo –choza e intemperie- vendría a mismo momento en que “ha existido” re-componer la mirada, en el más puro –léase ex sistere18- ha necesitado de la gesto moderno, es decir, desde ese “ver arquitectura para cobijarse de lo cual ha sin ser visto” característico de la sombra. sido separado en el acto mismo de su ex Ciertamente que en Wacjman se cavan las sistencia: el mundo natural, como mundo bases para dar nacimiento a aquel sujeto del otro. En efecto, para Wacjman, el moderno intro-dirigido y privatizado que hombre se encuentra siempre encuadrado ha de habitar por doquier la res privata. en la “ventana del fantasma del Otro”–con mayúsculas, a la manera de ese gran otro Ahora bien, ¿cómo ahondar en la relación lacaniano - con todo lo que dicho encuadre que se establece entre ser privado y ser sugiere: incomodidad, molestia, angustia, mediado? Será esta vez, la pluma de etc. De allí que la arquitectura aparezca Richard Sennett 21la que nos facilite no en el acto de proteger la vida de las urdir dicha relación, en tanto el autor inclemencias de un mundo exterior –como relacionaría el aumento en intensidad lo hace el animal que construye su guarida de la vida en familia –única forma que por ejemplo- sino en el más humano gesto tendría el sujeto moderno de convivir- con de distanciarse de la mirada de un otro “de una disminución en la intensidad con que mirada inoportuna, intrusiva e invasora”19 se vive “socialmente”; en efecto, a una vida , que en todo momento observa. En familiar más intensa –y por tanto, más este sentido, para Wacjman, “el acto de privada- corresponde una vida social más construir implica simplemente crear débil, es decir, de escasos o nulos puntos opacidad, sombra […] desde donde ver de contacto con cualquier otredad ajena sin ser visto”20 (fig. 3-4) al núcleo familiar.22 Tal como el autor nos esboza: “en el deseo de una identidad – e A pesar de que Wacjman nunca sitúa intensidad- coherente se haría expresa “históricamente” su estudio, aquello que exactamente una búsqueda para evitar perfila, entre líneas no es otra cosa que la diversidad y las incógnitas dolorosas la conciencia moderna privada; materia en el ruedo social, en beneficio de algún prima de dispositivos como la habitación privada o el pasillo. En tanto el sujeto 17   Wacjman Gérard. La casa, lo íntimo, lo secreto. En Recalcati, Massimo, Las tres estéticas de Lacan. 2006, Ediciones El cifrado, Buenos Aires 18   Ex sistere, en latín “Tomar posición fuera”, tal como Jacques Lacan separa el verbo. 19

Ibid. 105

20

Ibid. 97

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21   Sennett, Richard. Sobre cómo las ciudades transfieren el mito a la vida. 1975. Península, Barcelona. 22   Sennet analiza aquí la vida suburbana, sin embargo, como veremos más adelante, parte del acuerdo de intensidad familiar que el autor propone, puede trasladarse del suburbio al “centro”- es decir, al espacio público, en teoría, más heterogéneo- y desplegarse allí en forma de “mediación”.

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orden seguro”23. En estos términos, la vida familiar intensa de Sennett debe ser entendida como un retraimiento del sujeto hacia el interior familiar, en vista de una demarcación categórica de aquello que constituye su propio ser en contraste con aquel mundo-intemperie capaz de causarle “conflictos existenciales”24. En efecto, el autor nos plantea que en dicha separación existiría un acuerdo tácito entre coparticipes de saberse aparentemente iguales, allí donde la comunidad de familias vendría a funcionar como una re-composición aparente del todo social, similar a como hemos bosquejado desde Agamben o Wacjman25. En este sentido, 23

Ibid. 113

24   Sennet nos plantea que dicha separación anti-dialéctica, si hemos de leerlo desde Hegel, ocurriría incluso al interior de los mismos miembros de la familia, allí donde las propias diferencias entre padres e hijos serían canceladas, o debidamente aparentadas, en pos de una falsa vida armoniosa (114). En tanto, Evans nos señala que el dispositivo al que hemos de “culpar” no es sino la planta tipo moderna, allí donde la radical separación entre espacios privados y espacios de circulación, habría servido de caldo de cultivo para la intensidad familiar. En efecto, en la casa de A. Klein, “la justificación de la planta […] daba a entender que todos los encuentros fortuitos causaban fricción, y por tanto amenazaban el tranquilo funcionamiento de la máquina doméstica” (100). Lo más alarmante aquí es sin duda, dar cuenta que este dispositivo arquitectónico se encuentra aún vigente y ad portas de cumplir un siglo. ¿Somos tal vez, para el diseñador promedio, aún los sujetos modernos de a principios de siglo pasado? Probablemente, ninguno de ellos se lo ha preguntado. 25   Para Sennett “las interacciones que ocurren en la familia son interpretadas como un microcosmos de todas las clases de interacción que existen en el mundo en general. No hay nada realmente “importante” en las relaciones sociales que no pueda ser experimentado dentro de los límites del hogar. Las personas que están convencidas de esto no conciben, por consiguiente, razón alguna para hacer irrupciones sociales o contactos sociales que no puedan en último término reconciliarse o ser absorbidos en la vida familiar” en Ibíd. 104. En este sentido, todo aquello que ha quedado fuera del ámbito

hemos de entender esta recomposición del todo social a partir de la comunidad de familias, como un imperioso acto de mediación, en el cual aquella parte de la sociedad que ha quedado al margen de lo común no pasará sino a ser omitida, o bien, negada a aparecer. En tanto, será esta vida media sin fricciones ni diferencias, esbozada en la máquina doméstica-familiar de Sennett, la cual habrá de proyectarse desde el espacio intrafamiliar –como supuesto reflejo de una estructura social mayor- hacia la extensión misma de la vida urbana metropolitana, allí donde la idea -tan manoseada en nuestros días- de un “espacio público de calidad” no debe leerse sino como la encarnación de un dispositivo de orden mayor capacitado para cancelar todo antagonismo social mediante el velo ideológico de una ilusión ciudadanista. A raíz de lo planteado, será Manuel Delgado26, quién nos ayude a perfilar de qué manera la mediación habría alcanzado ya una escala metropolitana-urbana capaz de confundirse con la totalidad del mundo vivido. Para Delgado, el espacio público se entiende como “aquella esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad […] bajo el seno de un conjunto de postulados programáticos donde las diferencias se ven superadas, sin quedar olvidadas ni negadas del todo, sino definidas aparte”27 En este sentido, “la noción de espacio familiar pasará simplemente a omitirse. ¿No es acaso este el caso de Santiago, donde en efecto, las familias de suburbios “al oriente” vivirían vidas herméticas como si el resto de la ciudad –la ciudad del pobre- no existiese? 26   Delgado, Manuel. El espacio público como ideología. 2013. Cataratas, Barcelona 27

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Ibíd. 20

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público, en tanto concreción física en que se dramatiza la ilusión ciudadana, funcionaría como un mecanismo a través del cual la clase dominante consigue que no aparezcan como evidentes las contradicciones que la sostienen, al tiempo que obtiene también la aprobación de la clase dominada al valerse de un dispositivo --el sistema político- capaz de convencer a los dominados de su neutralidad. Consiste igualmente en generar el espejismo de que se ha producido por fin la deseada unidad entre sociedad y Estado, en la medida en que los supuestos representantes de la primera han logrado un consenso superador de las diferencias de clase”28 En efecto, aquella recomposición entre Sociedad y Estado no vendrá a funcionar sino como otra forma más de mediación, a través de la cual sería posible naturalizar la dominancia que el Leviatán nos ejerce por medio del dispositivo económico. En este sentido, la mediación ciudadana alcanza su máxima expresión en la idea de una sociedad anónima democrática, entendida como la amplificación universal –geopolítica, si se quiere- de aquella matriz de sociedad anónima mercantil antes esbozada en Agamben, cuyos individuos participan ya no en función de su identidad –es decir de quienes en esencia son- sino a partir de aquello que comparten, en un sentido ahora prácticoempresarial: acciones, objetivos e intereses “en común”29.

estos sujetos - próximos unos a otros pero siempre anónimos- recompondrían colectivamente, mediante el discurso democrático ciudadanista, aquella sociedad fracturada y profundamente desigual en la que se alojan. Así, la dominación no ha de ejercerse únicamente desde los aparatos o dispositivos controladores –desde afuera, como habría dicho Agamben- sino que esta se reafirma cotidianamente en las interacciones intersubjetivas a modo de un sentimiento de época. Aquello no constituye sino nuestra propia mundanidad, entendida como aquel artificio que se nos impone tornándonos a nosotros mismos en “instrumentos” de su propia economía; en efecto, ser mundano exige cuidar una “deseada abstracción de identidad, es decir, aquel grado cero de sociabilidad que se espera sea el ejercicio de un anonimato del que se sale sólo para actuar como ser de relaciones instrumentales”30 El problema del paisaje: Manet lee a Zizek leyendo a Lacan

¿Cómo ha de ingresar el paisaje al conflicto por la ciudad mediada? Coincidiendo con el pie forzado que hemos propuesto como editorial, hemos de considerar el paisaje como un recorte visual de realidad en el cual son organizados y administrados los elementos a la vista. En este sentido, el paisaje –como constructo artificial- ingresa a recomponer aquella fractura causada En efecto, para Delgado, el sujeto de esta por el mismo ex sistere del sujeto a su nueva sociedad mercantil es llamado a mundo natural; “precisamente, el paisaje aparecer públicamente siempre desde su sería aquel punto de vista que posibilita anonimato, vale decir, bajo la forma de una reconstruir, como un dominio, la unidad mediación que le haría suspender su propia perdida, y en donde el observador, lejos de condición dialéctica –o bien, a escamotear asumirlo como un simple objeto a la vista, su origen de clase- al mismo tiempo que se inscribe en él como efecto de su propia constitución […] Podríamos decir, en este 28

Ibid 24

29

Ibíd. 50

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30   Ciudad Atmosférica

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sentido, que la subjetividad en cuanto punto de vista se constituye a sí misma mediante el paisaje que ella organiza”31. En estos términos, es posible plantear que tanto el paisaje como el dispositivo, se comportan primero como organizadores y administradores –es decir, como una economía- de elementos visuales y subjetividades, respectivamente, a la vez que ambos re-componen una totalidad fragmentada bajo la ilusión óptica del artificio. En efecto, bajo esta lectura, la ciudad mediada pasa a concebirse ella misma como paisaje y dispositivo, a la vez que permite a sus ciudadanos –una sociedad severamente estratificada y jerarquizada –vivir la experiencia de una imaginaria fraternidad en la que el discurso democrático recibe la oportunidad de existir como realidad palpable. Para Delgado, aquello es lo que define al efecto óptico democrático por excelencia, aquel “tornar visible” la ilusión de una sociedad civil en la cual las diferencias han quedado mágicamente suspendidas32 Para concluir estas reflexiones en torno a la mediación en las ciudades contemporáneas, hemos de retomar aquella dicotomía que Félix de Azua esbozaba entre sujeto y contexto al momento de contextualizar la aparición de ciertas representaciones en la historia. Recordemos que para él la figura jamás fluye en la misma dirección del contexto que le significa; es más, es esta oposición entre ambas –a la manera de una dialéctica materialista- la que permitiría, mediante cortocircuitos, el progreso mismo de la historia. El cortocircuito en Azua viene a significar aquel quiebre en el acuerdo 31   Solis, José. Ideología neoliberal del Santiago Postmetropolitano, Paisajes del cotidiano doméstico. 2015. En Revista DU&P, Vol. XII Núm. 29, Santiago. 32

Delgado; op cit 32

narrativo que permite a las imágenes aparecer, en tanto “texto y contexto perderían verosimilitud, quedando la imagen en libertad para integrarse en un nueva narración o meta-relato”33. En este sentido es plausible plantear que el paisaje, en cuanto dispositivo traducible en fondo organizador y significador de figuras, plantearía desde el momento mismo de su origen –en su propia recomposición como totalidad- la paradoja de su misma destrucción. En efecto, si consideramos que aquello que significa el paisaje –es decir, el sujeto mismo – ha de fluir siempre a contracorriente, entonces la ilusión paisajística peligra en todo momento de retornar a su condición primera de fractura, desmoronándose en el acto todo aquello que ella lleva de inseparable: la ilusión democrática ciudadana, la ilusión de un todo social unificado y horizontal, la idea de espacio público como ideología, etc. Ciertamente, la idea de cortocircuito aparece en Azúa no como una cualidad inherente al sujeto o imagen que aparece, sino como característica de un tipo específico de sujeto histórico ávido de navegar a contracorriente, en tanto su distanciamiento no le permitiría ser significado al interior del sistema de sentido –o bien, del sentir de época- en que habita. Ante esta incapacidad –a modo de un objeto-a lacaniano34- ha de surgir 33

Azúa; op cit 70

34   “Para Lacan el sujeto del deseo, que es la esencia del hombre, una vez “entrado en el lenguaje” quedará dividido y marcado por la in-eliminable carencia de un objeto perdido […] (este sujeto) originalmente escindido está, como efecto del lenguaje, responsable por su separación y alienación. Para que haya deseo, Lacan postula una condición de posibilidad, que es la Cosa como primer exterior en torno a lo cual se organiza la subjetividad. La cosa es el fuera-de-significado y en función de ese fuera-de-significado y de una relación patética con él, el

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aquello que el autor denomina “ruptura del pacto de significación”, lo que no constituye sino la necesidad de una nueva forma de totalización, allí donde la lengua –quizás el mayor dispositivo humanoha quedado de momento obsoleta al instante de religar simbólicamente al hombre con lo inabarcable. Así, una vez desestructurado el contexto-paisaje en su estadio simbólico, solo ha de quedar lo imaginario, es decir, aquel locus en el cual el sujeto puede –mediante el objeto-asentirse uno con lo trascendente, la Cosa: la realidad que chorrea de los bordes del cuadro que el paisaje simbólico ha implantado. ¿Entonces, cómo caracterizar aquello que chorrea desde los bordes del cuadro? No es sino Azúa, quién tácitamente nos señala, a partir de la lectura del Folies-Bergere (fig. portada) de Edward Manet, que aquello que chorrea del cuadro no es sino aquel “detalle distanciador y modernista, incluido en la pintura, como señal de que (Manet) negaba toda interpretación mimética de su obra. Ese guiño […] que aquí son dos piernas flotantes en el medio del vacío, situadas en la esquina superior izquierda, y que indica que allí no hay discurso externo que sea capaz de dar cuenta de lo que sucede en las dos dimensiones del cuadro”35. Aquel cortocircuito urdido por Manet habría sido capaz de desestructurar todo acuerdo previo en torno al sistema sujeto conserva su distancia y se constituye en un modo de relación anterior a toda represión […] ¿Cómo el sujeto que no acepta la implacable ruptura y que no para de perseverar en su fe en una imaginaria Cosa trascendente, puede orientarse y realizar su fantasma protector como sostén de su deseo? Concretamente a través de aparejar un objeto-a, causa de su deseo, puede recuperar aquello de lo que estaba privado, aunque sea de modo imaginario” En Hoezen, Benjamín. Lacan y el Otro. 2011 en Revista A Parte Rei n.21, Madrid. Pág. 1-2 35

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Azúa, op cit 79

representacional de la época, en tanto aquella caricatura de pies flotantes, ajena al contexto del cuadro, habría puesto fin al pacto mimético acordado entre representación y realidad que hasta ese entonces había caracterizado a las artes. 36 En este sentido, Manet, en cuanto sujeto dirigido a contracorriente, bien habría desestructurado –mediante una sutil pero mortal puñalada- aquel dispositivo histórico que exigía a los artistas reducir el campo de su obrar únicamente a aquello socialmente aceptado: la mímesis. A partir de esto, pareciera que aquellos pies acéfalos retratados por Manet habrían de encajar dentro de lo que Slavoj Zizek expone, un siglo y medio más tarde, como órganos sin cuerpo37; es decir, como aquel órgano autónomo e investido de goce, capaz de operar por sí solo y sin necesidad de un cuerpo que le comande o de una conciencia que le oriente, tornándose en la “Cosa” misma, vale decir, en aquel fuera-de-significado que surge una vez ha sido derribado el orden simbólico-representacional.38 Como bien menciona Zizek, el órgano sin cuerpo sería capaz de aparecer como “acto de libertad absoluta capaz de dejar en suspenso momentáneamente el campo del sentido ideológico, es decir, de interrumpir el vínculo entre palabras y acciones, precisamente, por estar vacío de todo contenido “positivo”39. De este modo, el sujeto investido de goce ha sido ahora eclipsado por el órgano capaz de obligarle a una nueva ex sistencia fuera de todo orden simbólico-ideológico conocido. Así, hemos de proponer que aquel 36

Ibíd. 72

37   Zizek, Slavoj. Órganos sin cuerpo: sobre Deleuze y sus consecuencias. 2004. Pre-textos , Madrid 38

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órgano autónomo esbozado por Manet no constituye sino su propio autorretrato en cuanto sujeto llamado a desarticular el pacto; en efecto, aquello no establece solo el fin de la mímesis por la poiesis, como ha de expresar Félix de Azúa, ni aquel fin de la dispositio mediadora por lo imaginario, sino el nacimiento mismo del hombre contemporáneo, en cuanto sujeto anacrónico, siempre disociado del tiempo histórico en el que ha de actuar40 Epilogo. Exigencias contemporáneas del sujeto alter-dirigido “Todavía no tenemos el valor para hacer frente a lo ordinario como tal. Sin embargo, por todo ello, el creciente número de intentos por sortearlo significa que bien podemos estar acercándonos al límite exterior, no sólo del movimiento moderno en arquitectura (puesto que difícilmente cabe duda al respecto), sino de una modernidad histórica que se retrotrae hasta la Reforma. Con un decisivo cambio de sensibilidad, entramos en esa fase de la civilización y saldremos de ella con un cambio igual de decisivo” 41

Paradojalmente, como Foucault quizás nunca previó, la total expansión de la economía positiva acabó por delinear un nuevo tipo de sujeto privado capaz de “disolverse al proyectar su intimidad en la visibilidad de las pantallas de los dispositivos móviles”42 . Aquella disolución no constituyó sino el nacimiento de 40   Agamben, Giorgio. Paradojas del tiempo que se escurre. 2010. Revista Ñ, Buenos Aires, pág 10 41

Evans; op cit 102

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Sibilia; op cit 127

una nueva subjetividad alter-dirigida delineada a partir de una – a veces prolija y un tanto excesiva- publicidad de la vida íntima. Tal como Sibilia plantea, “los muros que solían proteger la privacidad individual se están resquebrajando. Las paredes de aquellos hogares burgueses y de los cuartos propios, que abrigaban el delicado yo lector-escritor del homo psicologicus y del homo privatus, hoy parecen estar derrumbándose […] En tanto la función de las viejas paredes del hogar consistía en […] servir como refugio para proteger a su morador de los peligros del espacio público y ocultar su intimidad a los ojos ajenos […] (pareciera que hoy) esos muros se dejan infiltrar por miradas técnicamente mediadas - o mediatizadas que flexibilizan y ensanchan los límites de lo que se puede decir y mostrar” 43 Sin embargo, ante un espacio público presentado en todo momento como medianía, es decir, como suspensión del conflicto entre partes, pareciera que el dispositivo-muro no debería sino ponerse “entre paréntesis”; en espera a ser desposeído de su validez simbólica por algún osado arquitecto contemporáneo (fig.5). En efecto, no debemos olvidar tampoco que el surgimiento del sujeto alter-dirigido no constituye sino una forma de mediación bastante dramatizada, bajo la idea de un aparecer público retocado sin descansos. Tampoco hemos de olvidar que el paisaje ideológico ab origene lleva de inseparable la idea de su propia desestructuración; tal y como nos plantea Delgado “quienes ostentan rasgos que los convierten, a los ojos de una mayoría social o el poder, en inaceptables [...] y que no han podido o no han querido disfrazar quiénes son en realidad - es decir, en qué lugar de una estructura social asimétrica 43

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están situados - quedan colocados en un estado de excepción que los inhabilita total o parcialmente para una buena parte de intercambios comunicacionales”44 En efecto, tal incapacidad de constituirse al interior de la trama comunicacional que la “clase mediadora” impone, otorga a estos sujetos la posibilidad de un ex sistere al paisaje simbólico, al tiempo que les atribuye la posibilidad de evidenciar sus propias fracturas. En estos términos, será Delgado quién nos refiera a la imposibilidad de pensar la mediación cómo construcción natural y por tanto in-estructurable, en tanto “no habrían nunca seres completamente anónimos e indescifrables, es decir, individuos que desarrollen vínculos completamente desafiliados […] Puede que existan territorios sin identidad, pero no cuerpos sin identificar, es decir, sin enclasar”45 . En este sentido la posibilidad de una perspectiva anónima unitaria se torna una real quimera, en cuanto nuestras apariencias siempre llevarían de propio un color capaz de exponernos como quiénes realmente somos y a qué lugar de la estructura social pertenecemos. Dicho esto, será tarea de nosotros superar lo que de privado nos ha heredado el sujeto privado moderno, para así volvernos auténticos contemporáneos disociados de la trama simbólica que la mediación nos impone cotidianamente, para maquinar desde dicha disociación, la recuperación de nuestro verdadero sentido histórico y dialéctico. En efecto, se vuelve imperioso también re- leer nuestras propias representaciones espaciales a fin de encontrar en ellas aquellos “cortocircuitos capaces de hacer estallar (la) modorra auto-celebratoria (de nuestros tiempos)

[…] para al fin abrir el campo de lo pensable y de lo posible”46 Porque, al parecer “nosotros también hablaríamos una lengua enteramente nueva y hoy como nunca, parece necesario oír esa voz que invita a dirigirse al contemporáneo desnudo, acostado como un recién nacido en los pañales sucios de nuestra época”47 . Será entonces, a partir de estas reflexiones, que hayamos de plantear la superación de nuestra propia condición moderna de la arquitectura; ciertamente, no de modo estético o técnico, sino en miras a catalizar el levantamiento de este nuevo sujeto histórico, incapaz de reconocerse en los límites que la res privata impone. Así, la arquitectura y las representaciones que hagamos de ella, tendrán de aquí en adelante un carácter netamente productivo, enfocado en disolver aquella anticuada dicotomía disciplinaria entre artes estéticas y artes técnicas, acabando así, a la manera de Manet, con aquel pacto simbólico que entre ambas se habría urdido.

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Delgado; op cit 92

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Ibid. 71

47   idem

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Sibilia; op cit 314


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BIBLIOGRAFIA 1.-Agamben Giorgio. Paradojas del tiempo que se escurre. Revista Ñ, Buenos Aires. 2010 2.-¿Qué es un dispositivo? Anagrama, Madrid. 2006 3.-Azúa Félix de. Cortocircuitos: imágenes mudas. Abada, Madrid, 2004 4.-Delgado, Manuel. El espacio público como ideología. 2013. Cataratas, Barcelona 5.-Evans Robin. Figuras, puertas, pasillos. Pre-textos, Madrid, 2005 6.-Hoezen, Benjamín. Lacan y el Otro. En Revista A Parte Rei n. 21, Madrid. 2011 7.-Hypollite, Jean. Introducción a la filosofía de la historia de Hegel. 1970, Calden. Madrid 8.-Sennett, Richard. Sobre cómo las ciudades transfieren el mito a la vida. 1975. Península, Barcelona. 9.-Sibilia Paula, La intimidad cómo espectáculo. 2008, Grijalbo, Buenos Aires 10.-Solis, José. Ideología neoliberal del Santiago Postmetropolitano, Paisajes del cotidiano doméstico. En Revista DU&P, Vol. XII Núm. 29, Santiago. 2015 11.-Wacjman Gérard. La casa, lo íntimo, lo secreto. En Recalcati, Massimo, Las tres estéticas de Lacan. 2006, Ediciones El cifrado, Buenos Aires

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Paisaje e imaginario Revista La paja te贸rica

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Paisaje e imaginario

La idea de imaginario nos remite directamente a aquello que se nos presenta - al igual que el paisaje - de forma directa, siempre “a la vista”. Esto debido a la capacidad de la imagen de “aparecer” ante nosotros de manera prácticamente instantánea, como no lo haría el lenguaje, por ejemplo, en tanto este necesitaría del tiempo para constituirse en cuanto discurso: ya lo decía Saussure en su obra inaugural, el lenguaje es necesariamente lineal. ¿Entonces, qué implica que la imagen -y por tanto, el imaginario, como resultante de nuestras “imaginaciones” colectivas- no necesite de linealidad y se presente, en cierto modo, como una omnisciencia? Una respuesta nos viene tal vez de la mano de Ignasi de Solá-Morales, arquitecto español, en cuanto este nos plantea que en tanto “nuestra mirada habría sido ya constituida y nuestra imaginación prefigurada a través de la fotografía (de obras arquitectónicas, de la ciudad, etc.)” no estaríamos nunca viendo realmente la ciudad, a través de sus representaciones iconográficas, sino exactamente aquello: la imagen, en sus estática y encuadrada impresión. Sin embargo, aquello que observamos como imagen o paisaje, sería capaz de transmitir indicios, impulsos físicos capaces de dirigir en una determinada dirección la construcción de nuestros imaginarios urbanos, como no lo hacen las narraciones. En efecto, pareciera que recordamos - y por tanto construímos memoria e identidad - mediante imágenes y no mediante textos u otras formas de discurso, en tanto estas imaginaciones colectivas actuarían como “indicios” de quiénes somos y hacia dónde vamos. En estos términos, pareciera ser que la arquitectura, en tanto disciplina ligada irremediablemente a los imaginarios, tendría la capacidad de construir sentires colectivos, incapaces de ser documentados o historificados. Estos sentires “imaginarios” que nos constituyen, tendrán de aquí en adelante, la oportunidad de constituirse como paisajes, es decir, como sistemas de organización de nuestros propios deseos anhelados y reprimidos. Así -y siguiendo lo planteado por Solá-Morales- aquello que ha de preocuparnos es el “cómo” organicemos estos deseos, mediante las “imágenes” que hagamos del mundo. Ciudad Atmosférica

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PAISAJE SONORO URBANO LATINOAMERICANO: REGGAETON, CUMBIA VILLERA Y CUECA BRAVA: 2000-2015.

Raúl Olguín Hevia. Historiador. Docente Escuela de Arquitectura UTEM. Santiago de Chile. Enero de 2015.

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PAISAJE SONORO URBANO LATINOAMERICANO: REGGAETON, CUMBIA VILLERA Y CUECA BRAVA: 2000-2015. Raúl Olguín Hevia. Historiador. Docente Escuela de Arquitectura UTEM. Santiago de Chile. Enero de 2015.

Palabras claves: Paisaje sonoro urbano-reggaetón-cumbia villera- cueca brava- exclusión.

RESUMEN El autor pretende caracterizar los tres estilos musicales mencionados, haciendo un recuento histórico de los mismos, y concentrándose en señalar que dichos ritmos son expresiones sonoras de exclusión urbano- social. De esta manera dichos ritmos serían cooptados por las industrias culturales, como serían el caso del reggaetón y la cumbia villera. La idea central es que dichos ritmos han sido mercantilizados y/o fetichizados por las industrias culturales que las globalizan y desterritorializan Ciudad Atmosférica

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INTRODUCCION

1. CONCEPTO PAISAJE SONORO URBANO

Los estudios referidos a estilos musicales han alcanzado ya status de canónicos en los circuitos académicos. De esta manera en Chile y América Latina se consagran estudios, publicaciones y cátedras al respecto. De esta manera la circulación y consumo de papers, conferencias, seminarios en torno a estudios musicales tiene su propio nicho temático. Lo que intentamos mostrar aquí es como los estilos musicales mencionados, nutren a la industrias culturales de insumos, productos, modas y estéticas propias que son fetichizados y/o reificados por el mercado y enviados al mismo como productos de alto valor agregado-tecnificado para su consumo masivo.

Dicho concepto propuesto por el músico canadiense Murray Shaeffer en 1969, según el cual el sonido es entendido como un elemento de comunicación e información entre el hombre y el medio urbano. Desde este planteamiento se considera que el ambiente urbano no debería ser solamente aceptable, sino que debería ser un ambiente que promueve reacciones positivas (González- Santillán, 2006, p. 48) .

A nuestro juicio, junto con la calidad paisajística, arbórea, entre otros indicadores en la planificación de las ciudades, también debería considerarse el paisaje sonoro entendido como un elemento gatillador de sensaciones acústicas placenteras. Pero los tres estilos Los tres estilos musicales a estudiar mencionados aquí agregan un elemento acá tienen en común que son creados y extra a dicha definición: Son expresiones adaptados a la ciudad y su problemática sonoro-territoriales de marginación. y se posicionan desde la marginalidad, Luego dicho paisaje sonoro urbano periferia, exclusión o extramuros urbanos. representado en los estilos a analizar De esta manera y en oposición a lo rural, aquí, representarían un componente “la música en la ciudad adquiere nueva identitario significado en la exclusión sonoridades, más artificiales y complejas social, económica y/o étnica, de quienes que los contextos rurales, playeros o consumen o cultivan dichos estilos. bucólico pastoriles pueden proporcionar” (Olguín, 2015, p 264). De esta manera, De esta manera, los conceptos de hábitat para los tres estilos musicales mencionados y habitus de Bordieu, nos sirven para aquí “ los emisores configuran un discurso caracterizar el origen socio-territorial de no sólo para la industria, sino que en dichos estilos musicales. Asimismo los función de los receptores propios de dicho conceptos de capital cultural y simbólico, “espacio” (Sunkel, 2002). nos apoyan para describir la temática 88

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de las canciones. En segundo lugar, en especial el reggaetón y la cumbia villera, representarían soportes mediáticos de las industrias culturales, en tanto siguiendo a Canclini, la cultura es concebida como “ el conjunto de los procesos sociales de significación, o, de un modo más complejo, la cultura abarca el conjunto de procesos sociales de producción, circulación y consumo de la significación en la vida social” (González- Santillán, 2006, p. 48) 1.

REGGAETON

Perla. Sus representantes mas famosos son Daddy Yanqui, Don Omar y Calle 13, entre otros. Dicho estilo musical se relaciona con las pandillas o bandas juveniles como son las conocidas Tribus Urbanas las cuales “reconfiguraron el espacio citadino, dieron cuenta de la “privatización de las relaciones sociales”, de nuevas formas de sociabilidad “extramuros” y callejero. Nacieron desde los intersticios de la vieja cultura industrial. Cuestionaron los poderes establecidos, pero también, y paradójicamente, recrearon nuevos poderes y jerarquías. La ciudad para las Tribus Urbanas proporcionó visibilidad pero también anonimato y complicidad La lógica del encuadramiento citadino es cuestionado por las Tribus Urbanas pero ya no en el sentido de “tomarse las calles” o“abrir las Grandes Alamedas” sino de ser invisible al “ojo controlador”, al “Gran Hermano” (Olguín, 2006, p. 6).

El reggaetón nace en Centroamérica y más específicamente, en el Caribe como un derivado del Reggae jamaicano más tecnificado y mezclado. Dicho estilo mezcla las influencias del hip-hop y el dance hall en el Puerto Rico urbano. Es un estilo que visibiliza la importancia de las diásporas africanas en la isla junto al acervo cultural indígena. Dicha expresión musical es una reacción a la políticas neoliberales y racistas que afectan a las comunidades de la clase trabajadora en los barrios no- Por el hecho de ser un Estado Libre blancos (Rivera, 2013, p. 4). Soberano, pero dependiente económica y administrativamente de EEUU, Puerto Las temáticas de las canciones dicen Rico trata de marcar una diferencia relación con experiencias citadinas cultural a través de dicho estilo musical, es vinculadas a la violencia callejera, decir, mediante el Reggaetón, Puerto Rico relaciones de pareja y mecanismos de trata de desarrollar una industria cultural movilidad social. De esta manera se propia, en tanto “producción social de conforma un paisaje sonoro urbano que representaciones de algunas ideas que identifica temática y territorialmente a juegan papeles significativos tanto en los cultores y consumidores de dicho estilo la (trans)formación de actores sociales musical. Los barrios identificados como tal como en la orientacion de sus prácticas, en San Juan, la capital, está el barrio de la se relaciona de diversas maneras con la Ciudad Atmosférica

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participación de esos actores en sistemas de relaciones transnacionales en los cuales intervienen también actores locales de otros países y actores globales”.(Mato, 2001, p 136).

Lo Nuevo Del Reggaeton Vol 58 (2013)

Aún más, los inmigrantes portorriqueños, afincados a lo largo del siglo XX en ciudades como Nueva York, comparten con los afrodescendientes, los mismos espacios urbanos, sufren la discriminación, racismo y brutalidad policial. (Rivera, 2013, p.3). Una expresión dancística del reggaetón es el “perreo” que representa un acercamiento sexual a la pareja que en contextos suburbiales es vivido más libremente. De esta manera dicho estilo musical conoce un éxito continental en la última década debido a lo pegajoso de sus letras, ritmo contagioso y una estética y baile desenvuelto ideosincrático de los habitantes afrodescendientes de la isla, que es traducido por sectores sociales chilenos con similares condiciones sociales y urbanas. 2.

Caratula 100% cumbia villera

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CUMBIA VILLERA

La cumbia Villera, nacida en las villas miserias argentinas es un ritmo típicamente tropical pero con un fuerte ascendente en sus letras, de problemáticas urbanas ligadas a la miseria, narcotráfico,y violencia doméstica, entre otros. Sus orígenes se remontan a fines de los 90 y comienzos de los 2000 con el “corralito” argentino y la crisis política que significó la caída del Presidente De La Rúa en 2001. Ciudad Atmosférica


https://infografias.files.wordpress.com/2013/09/cueca_brava_print.jpg

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Infografia realizada en colectivo para TheGraph, revista multimedia visual. Paula Pérez a cargo de las ilustraciones. Video y edición a cargo de Felipe Salfate e infografía hecha en conjunto con Marcelo Cáceres.

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“La cumbia villera argentina nace en este contexto de desinstitucionalización de la esfera pública, de debilitamiento del nacionalismo argentino impulsado por el peronismo y de violenta transformación del ciudadano en consumidor, así como en la apertura a los flujos globales de información y de imágenes que conectan a los individuos a formas de identificación volátil y estética. Sobre todo a los jóvenes, que pasarán a ser adolescentes. Se suele reconocer a Pablo Lescano como el creador de la cumbia villera. Fue el principal compositor de música y letras de “Flor de Piedra”, la primera banda de cumbia villera argentina” (VVAA, pps 6-7). La primeras bandas reconocidas como las precursoras de dicho estilo fueron “Damas Gratis” y Pibes Chorros”.

proyectos de vida estables. “A nivel de imagen se recurrió a agrupaciones conformadas por músicos provenientes de sectores bajos, algunos residentes en villas del conurbano bonaerense o barrios periféricos, y, ocasionalmente, con alguna incidencia en actos delictivos. Un vestuario en el que prima la ropa deportiva y jeens amplios, de marca premium, las zapatillas Nike o Fila y la gorra con visera. La segmentación generacional que había comenzado con los rostros juveniles de la década del 90, llegó aquí a su máxima expresión: un producto para adolescentes y jóvenes desde un discurso centrado en la transgresión” (Cragnoli, 2006).

Dicho estilo musical afincado en villas miserias como “Fuerte Apache”, y la “10” dan cuenta de un paisaje sonoro urbano Las letras de las canciones de cumbia que identifica a los jóvenes porteños villera tienen como tópicos principales los excluidos del sistema formal de trabajo siguientes semantemas: por su nula o baja escolaridad. El término “aguante” presente en las canciones, dice 1. La presencia del delito y de la relación con la resiliencia de los pobres a violencia callejera. situaciones de la vida diaria, caracterizados 2. El abuso de drogas ilegales y por la precariedad e inestabilidad de alcohol. sus condiciones de vida. Dicho término, 3. El goce sexual sin sentimientos que visibiliza una práctica es revelada en sublimes. clave secular como el símil del “martirio 4. La reificación del fenotipo de tez cristiano” que d eben padecer los pobres oscura en la dimensión cultural. de la tierra. (VVAA, p. 7) 3 CUECA BRAVA De esta manera dichos semantemas o palabras expresan la marginalidad En el presente artículo serán sinónimos social y urbana de los jóvenes argentinos cueca urbana, chora, brava o porteña. expresados en la imposibilidad de articular La cueca brava será la versión citadina de 92

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las vivencias de los migrantes del campo a la ciudad en Chile, ya que dicho estilo musical representó para los mismos “las contradicciones sociales que se estaban incubando en la sociedad chilena a fines de los 60 y que marcó un cambio en el objeto a musicalizar; ya no es el canto a los pajaritos, la cordillera, en suma a la estampa bucólico-pastoril del campo, sino a los problemas que se enquistaban en la ciudad producto de la migración campo-ciudad, el hacinamiento y pobreza en callampas y tomas de terreno”.(Olguín, 2015, p. 265).

del siglo XX, pero en el presente artículo nos interesa analizar el revival o renacimiento expresado en la primera década de este siglo por parte de la juventud que ve en este estilo una forma de bailar la cueca más libre y desenfadada, que la cueca de salón, patronal y terrateniente.

“Gracias a estos cambios la cueca urbana postdictatorial deja de asociarse deja de asociarse al canal folklórico tradicional (ligado a los grupos de proyección folklórica) y comienza a relacionarse con la música popular local, urbana y contemporánea, que el etnomúsico chileno La cueca brava se afincó en los barrios Rodrigo Torres ha calificado de “cueca civil”, obreros y puertos secos de Valparaíso y cueca liberada de esos amarres impuestos Santiago, entre otros. Podemos nombrar en esa época, cueca ciudadana compuesta en esta última ciudad el Matadero de por jóvenes y para jóvenes”.(Spencer, 2010, Franklin, La Vega, Barrio Yungay y Barrio p. 298). Mapocho, entre otros. Las temáticas de las canciones dicen relación con el trabajo De esta manera, dicho estilo musical sería manual, la virilidad, las peleas, la vida en la música de resistencia a la destrucción de los conventillos y suburbios, entre otros. La los territorios a merced de la especulación literatura de realismo social de mediados urbana, que busca directa o indirectamente del siglo XX como las novelas de Manuel romper los lazos de sociabilidad forjados Rojas: “Hijo de Ladrón” y de Nicomedes en décadas de vecindad y solidaridad de Guzmán: “La Sangre y la Esperanza” clase. retratan la vida en estas tipologías habitacionales. Su capital simbólico representado en la música y baile respectivo, en cierta manera Luego el paisaje sonoro urbano de la subvierte la concepción clásica de dicho cueca brava está afincado en barrios baile atribuida a la clase terrateniente en marginales social y urbanísticamente. tanto “ el capital simbólico aporta todo Sus representantes más importantes aquello que se coloca bajo el nombre son “Los Chileneros” y los “Republicanos de nesba, es decir la red de aliados y de de la Cueca”, entre otros. Dicho estilo lo relaciones a los que uno sostiene (y por los podemos rastrear desde la primera mitad que uno se sostiene) a través del conjunto Ciudad Atmosférica

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de los compromisos y las deudas de honor, de los derechos y los deberes acumulados en el curso de las generaciones sucesivas y que puede ser movilizado en las circunstancias extraordinarias”.(Bordieu, 2007, pps 189-190). Es decir, dicho acervo cultural forjado en el campo se traslada a la ciudad denunciando las contradicciones de la misma y encontrando un “resguardo patrimonial ” en la juventud que asegura su conservación y continuidad. CONCLUSIONES El caso del desarrollo de estos tres estilos musicales confirma que el mercado en su momento los encuentra atractivos como producto y los reifica y/o fetichiza, reenviándolo como un producto comercial con un valor agregado, por su tecnificación y sofisticación, ya que hoy “hoy la creación artística es cada vez más mediada por la industria cultural. Es así que lo más importante hoy es la lucha por el sentido de la cultura, incluso más allá de su mismo contenido (las contra culturas pueden ser reformateadas bajo lógicas mercantiles (Hopenhayn, 2002). - Los tres estilo musicales reconocen territorios o un paisaje sonoro urbano específico Y. - Derivado de lo anterior, dichos territorios corresponden a espacios urbanos, deprivados, marginalizados y excluidos.

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LIBROS:

1.1.- BORDIEU, Pierre: El sentido práctico: siglo XXI, editores,Buenos Aires, Argentina,2007. 1.2.-GARCIA Canclini, Néstor: Diferentes, Desigualdades y Desconectados: Mapas de la interculturalidad; Gedisa Editorial, Buenos Aires, Argentina, pág 34. 1.3.-MATO, DANIEL: Producción transnacional de representaciones sociales y transformaciones sociales en tiempos de globalización; Clacso, 2001,

ARTICULOS DE REVISTAS: 2.1-CRAGNOLI, Alejandra: Articulaciones entre violencia social, significante sonoro y subjetividad: la cumbia villera en Buenos Aires; Trans, Revista Transcultural de Música, Nº 10, 2006. 2.2-GONZALEZ,Miriam, SANTILLAN, Arturo: Del concepto de ruido urbano al de paisaje sonoro; Revista Bitácora, número 10, enero-diciembre 2006, Instituto de Investigaciones en Ciudad, Habitat y Territorio/Facultad de Artes, Universidad Nacional de Colombia, Colombia. 2.3-OLGUIN H, Raúl: Ciudad y tribus urbanas: El caso de Santiago de Chile (1980-2006); Revista Electrónica DU&P. Diseño Urbano y Paisaje Volumen IV N°10.Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del Paisaje Universidad Central de Chile. Santiago, Chile. Abril 2006. 2.4-RIVERA Rideau, Petra: Cocolos Modernos: Salsa, Reggaetón and Puerto Rico” s cultural Politics of Blackness; Latin American and Carribean Ethnic Studies, 2013. 2.5-VVAA: Género y sexualidad en la cumbia villera. Sobre la preponderancia simbólica de las representaciones de género en la cultura de la pobreza;s/r. CAPITULOS DE LIBROS: 3.1-HOPENHAYN, Martín: Integrarse o subordinarse? Nuevos cruces entre política y cultura. En Daniel Mato (Compilador) Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización; Clacso, 2002. 3.2-SPENCER, Cristián: La ciudad Imaginada: Música, iconografía y Toponimia en la cueca urbana en Santiago de Chile; en Herom Vargas y Tanius Karam: Música popular y ciudades en América Latina. s/r. 3.3-OLGUIN H, Raúl:Los beats urbanos: Pop Industrial, Hip-Hop y Punk: Santiago de Chile, (19802011); en Vectores de Residencia. Antología Revista Diseño Urbano, y Paisaje. Ceaup/Faup/Ucen, 2015, Santiago de Chile. 3.4.-SUNKEL, Guillermo: Una mirada otra. La cultura desde el consumo : En Daniel Mato (Compilador) Estudios Latinoamericanos sobre cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización; Clacso, 2002.

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TRADICIÓN, POSTMODERNIDAD E IMAGINARIOS URBANOS.

Walter Bilbao Vilches. Sociólogo Centro de Estudios Chilenos (CEDECH) Santiago de Chile, enero de 2016 96

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TRADICIÓN, POSTMODERNIDAD E IMAGINARIOS URBANOS. Walter Bilbao Vilches. Sociólogo Centro de Estudios Chilenos (CEDECH) Santiago de Chile, enero de 2016

Palabras claves: Hegemonía cultural – Tradición – Postmodernidad – Imaginarios Urbanos – Espacios públicos

Resumen: El presente artículo intenta perfilar la forma en que se desarrolla el lazo social entre los habitantes de las grandes ciudades –tomando como modelo específico al Gran Santiago-, a través de la apropiación de los espacios públicos en la vida cotidiana, mediante los imaginarios urbanos que desarrollan los ciudadanos en la construcción social de su realidad, proceso que se encuentra marcadamente condicionado por las nuevas condiciones impuestas por la Globalización y la Postmodernidad, que determinan un nuevo estilo de vida y una nueva cosmovisión en el habitante de las grandes ciudades. Ciudad Atmosférica

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Tradición, Postmodernidad Imaginarios Urbanos.

e ciudadanos en torno a nuevas formas de expresión que trasciendan lo cultural, el consumo, el comportamiento sexual, etc., La Postmodernidad y la Globalización entre tantas otras dimensiones de la vida han dado lugar a una serie de visiones humana. y revisiones sobre las nuevas formas de convivencia de los ciudadanos alrededor Todas estas son prácticas que reflejan la del mundo. Esta discusión involucra una cotidianeidad de un sector específico del serie de factores a considerar, relacionados Gran Santiago, donde el lazo social parece con los intereses de los habitantes, los verse reforzado, en tanto construcción cuales definen y redefinen cada día su que se refleja de manera subjetiva en correlato de existencia, en medio de la vida de cada ser humano. Todo tiene un mundo cada vez más cambiante. cabida. Incluso aquellos elementos que, Sin embargo, esta lucha por la gestión aparentemente, constituyen una fuerza que cada individuo hace de su propia coactiva en un espacio y un territorio identidad y comportamiento, se encuentra determinado (policía y otros servicios de conflictuada por pautas que escapan al vigilancia) –siguiendo las concepciones mismo control de los ciudadanos, ya que de M. Weber sobre el aparato policial del son condiciones impuestas externamente. Estado- y que, sin embargo, ya no actúan Esta vez, a nivel mundial, dando lugar a con la misma vehemencia, en un contexto contextos cada vez más diversos desde el cada vez más democrático y respetuoso punto de vista cultural y, por ende, cada de la libertad individual, como lo hicieran en anteriores y no tan lejanos períodos de vez más complejos. nuestra historia. De acuerdo a esto, la lucha por la apropiación de los espacios físicos, podría Desde otra mirada, favorable a la estar también asociada a una lucha conservación de las tradiciones que han por la “hegemonía cultural”, utilizando marcado el devenir de Occidente, el lazo la expresión de Gramsci. El reflejo social se ve cada vez más raído en los aspiracional de toda una cultura por poseer extremos que constituyen el fundamento un “espacio vital” implica la utilización de de su ser. Este continuo desgaste del tejido ese espacio para el desarrollo y expresión social se expresa en la inoculación de de un particular proyecto de sociedad, expresiones culturales, reglas mercantiles compartido por muchos, y que constituye y principios característicos de una visión cada vez más liberal, con su consiguiente todo un modus vivendi. y progresiva racionalidad. En palabras Desde una mirada favorable a la de C. de Mattos, “[…] lo nuevo, si implantación de una cosmovisión bien representa importantes cambios liberal -que se refleje en la progresiva respecto a la metrópolis heredada, en lo modernización de los espacios públicos y, esencial refuerza y profundiza tendencias por ende, de las costumbres de quienes preexistentes y, con ello, asegura que ocupen esos espacios-, el lazo social lo que existía siga existiendo […]”. se vería reforzado, al cohesionar a los (Márquez, 2007, pág. 86). 98

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En torno a este nuevo devenir histórico, se tiende a ver desde esta óptica a la Globalización y a la Postmodernidad como portadoras de un germen que, aparentemente, implica mayor libertad e igualdad. Pero que, en realidad, esconde grandes beneficios de orden principalmente económico, dado su basamento racional, relativista y utilitario –recordando un poco la lógica de J. Bentham. Más aún, considerando que la transformación de la vida en las grandes ciudades recrea espacios donde las nuevas formas de vida son propiciadas, en gran medida, por los grandes poderes económicos (vgr., empresas multinacionales; casas comerciales, malls; megaeventos; etc.).

que distingue entre realidades concretas (“mundo de los sólidos”) y realidades que la propia comunidad comienza a elaborar, de acuerdo a las proyecciones que cada uno posee de lo que debiera ser un espacio urbano y las experiencias que cada cual pudo o podría recrear dentro de ese espacio (“mundo de los no-sólidos”).

De acuerdo a esta noción, “las percepciones se transforman en representaciones y éstas, por un proceso simbólico se constituyen en imaginarios (Lindón, 2007, pág. 8)”. Cada uno de los que participa en la creación y/o re-creación de un determinado espacio posee una visión particular y una aspiración de lo que debiera ser ese espacio. Ahora, esa visión –sea cual sea su expresión material y los aspectos económicos que De esta manera, el lazo social se va lleven a concretarla- encuentra primero resintiendo justamente en lo que su base en lo que cada cual concibe como constituye el fundamento de su ser. “cultura”. Nos referimos aquí a conceptos como la memoria, la herencia cultural, los rasgos La formación de un pueblo arraigado en identitarios, y tantas otras características sus aspectos culturales redundaría en que en medio de la Globalización y la la constitución de espacios culturales Postmodernidad se niegan. Más aún, donde la ciudadanía tendría la posibilidad cuando la desaparición del Estado-Nación de resignificarse a sí misma y con ello ha sido una de las condiciones necesarias resistir ciertos enclaves civilizadores Desde para que los procesos globalizadores impuestos desde afuera. encuentren su expresión más eximia en tiempos inmemoriales, los procesos países como Chile, donde la capacidad de de inculturación fueron muchas veces absorber cualquier elemento foráneo, sin impuestos por la fuerza. Pero, ahora, se mayor cuestionamiento, es cada vez más utiliza un arma mucho más poderosa y sutil: la intervención económica traída por manifiesta. el modelo neoliberal y, con ella, todo un En conexión con estas nuevas condiciones, cambio en la mentalidad cultural de los comienza a hablarse de imaginarios pueblos. urbanos para abordar un concepto que, en palabras de Alicia Lindón En los espacios públicos, asistimos a la incluye “imaginarios, imágenes y presencia de una aparente tranquilidad representaciones” (Lindón, 2007, pág. 8). en la que el diseño del espacio da lugar a La autora en cuestión sostiene una visión una cierta comodidad de la cual todos son Ciudad Atmosférica

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partícipes. Pero esa aparente tranquilidad, de vez en cuando, es interrumpida cuando los efectos económicos reflejados en la mera comodidad espacial son insuficientes para suplir otras necesidades tanto o más importantes que el mero confort, como la seguridad ciudadana. La apropiación de un espacio público puede ser ahora llevada a cabo libre y democráticamente por los más diversos estratos de nuestra sociedad; a diferencia de períodos anteriores de nuestra historia, cuando la estigmatización del otro significaba una privatización de lo que era un espacio público (discriminación). Sin embargo, actualmente, la progresiva liberalización de muchos aspectos de nuestra vida social significa también asumir ciertos riesgos que amenazan esa misma convivencia, como la inseguridad ciudadana. Frente a este problema, la misma liberalización y relativismo presentes en la postmodernidad impiden encontrar una solución definitiva, puesto que también las libertades individuales merecen ser respetadas y así evitar el riesgo de caer en estigmatizaciones territoriales o simplemente en la estigmatización del otro. Esta situación deviene en una aporía aún más difícil de abordar en el ámbito de las políticas públicas, ya que el factor económico determina una vez más en este punto la necesidad de destinar grandes recursos a la solución de los problemas asociados a la vida urbana (delincuencia). Para la solución de muchos de estos males, el Estado y los sectores privados no siempre poseen la voluntad o la capacidad de dotar de grandes recursos a la solución de problemas que son atingentes a la esencia 100

misma del cuerpo social. En cambio, esos mismos recursos son destinados a la construcción de espacios públicos donde prima una intención más bien lúdica y recreativa, en vez de destinar recursos a mejorar la infraestructura y calidad de otros servicios (vgr., escuelas públicas), cuando no a la solución de grandes problemas sociales (vgr., delincuencia). En su ensayo, “Cómo se ha roto el lazo social”, el pensador francés Alain de Benoist critica el individualismo y defiende las nociones identitarias, según las cuales el individuo es parte de su grupo social, de su clan, de su tribu y es allí donde encuentra su razón de ser. En palabras de A. de Benoist , “[…] precisamente porque el “yo” es sólo un momento de la elaboración del “nosotros”, cuando ambos términos se enfrentan, el “yo” no corre en ningún momento el riesgo de quedar enteramente destruido, sino que, al contrario, saca de ese enfrentamiento, una nueva fuerza […] Este lazo social es pródigo en relaciones fundadas en el parentesco o la vecindad” (De Benoist, pág. 1). Consecuente con esta lógica, Alain de Benoist responsabiliza a las nuevas condiciones postmodernas del desprestigio sufrido por el lazo social en la mentalidad colectiva. Dentro de esto, la “doctrina de la mano invisible”, formulada por Adam Smith, determina que todo hombre es su propio agente y que los nuevos lazos que los nacientes “burgos” de la vieja Europa eran el centro del creciente liberalismo, que ya en los albores del s. XVII comenzaban a caracterizar la vida de las grandes ciudades:

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“Por mucho que los liberales denuncien al Estado-Providencia como un sistema de “expoliación legal” (Bastiat), la verdad es que los responsables de su aparición son los propios liberales, pues cuanto más individualista es una sociedad, más recae sobre el Estado la carga de la solidaridad. Como constata Marcel Gauchet, “el Estado es el espejo en que el individuo ha podido reconocerse en su independencia y en su suficiencia, desgajándose de su inserción coactiva en los grupos reales” (De Benoist, pág. 7).

perfectamente la “ciudad real” y la “ciudad imaginada”, como elementos que ayuden a regenerar un lazo social que merece ser preservado en beneficio de todos y no de unos pocos.

La afirmación anterior da cuenta de que la presencia del Estado debe tener una adecuada participación en asuntos donde la lógica mercantil no basta para renovar un antiguo contrato social y que, al mismo tiempo, se debe salvaguardar el derecho de la gente a ocupar los espacios públicos como mejor les parezca, pero generando en ellos una conciencia cultural que los haga reforzar sus lazos sociales. No basta mejorar la infraestructura de un espacio bajo una lógica meramente material y económica si, además, no se garantizan otras condiciones importantes que posibilitan la debida convivencia social de los ciudadanos. Es de esperar que, al garantizar estos derechos en la ciudadanía, los habitantes de un espacio logren crear y recrear nuevos espacios de manera intersubjetiva, posibilitando el libre ejercicio de las acciones que los ayuden a crecer en cuanto comunidad y, de esa manera, den lugar a una identidad cultural aún más arraigada, donde los imaginarios urbanos redunden en proyecciones reales de las necesidades atingentes a todo un cuerpo social. Una construcción social donde se conjuguen Ciudad Atmosférica

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EL PAISAJE SOCIAL COMO CIERRE DIALÉCTICO: FICCIONES, PROBLEMAS E INCONSISTENCIAS PARA UNA CRISTALIZACIÓN IDENTITARIA DEL PAISAJE

Rodrigo Delgado Candia Director cinematografico Universidad del cine, Argentina Santiago de chile

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EL PAISAJE SOCIAL COMO CIERRE DIALÉCTICO: FICCIONES, PROBLEMAS E INCONSISTENCIAS PARA UNA CRISTALIZACIÓN IDENTITARIA DEL PAISAJE

Rodrigo Delgado Candia Director cinematografico Universidad del cine, Argentina Santiago de chile Palabras claves: Paisaje-Puesta en valor-Intersubjetividad-Lenguaje verbal-Banalización del paisajeIdentidad cristalizada-Flujo identitario-Democracia

Resumen Partiendo de la concepción de paisaje como una determinada puesta en valor del espacio físico inherente a cada individuo, el texto cuestiona la posibilidad y el beneficio de cristalizar una identidad-paisaje común, aludiendo básicamente a tres puntos claves: La incapacidad del lenguaje verbal de equiparar visiones ideales, la progresiva multiplicación de las perspectivas, y su consiguiente banalización de la aprehensión espacial, y la contradicción interna que el discurso de la identidad fija genera en los principios dialécticos propios del sistema democrático. Ciudad Atmosférica

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Tal como lo expusieron las bases de la presente convocatoria, el concepto de paisaje se encuentra íntimamente aunado a la idea de una mirada en particular sobre el espacio físico; una determinada puesta en valor del conjunto de los elementos que lo conforman y una suerte de veredicto mental acerca de lo que aquel espacio físico nos ofrece en suma. Ahora bien, hemos de concordar en que ésta valoración sólo puede ocurrir desde un individuo en concreto y, por lo tanto, a través de un aparato cognoscitivo que funciona con sus propias particularidades. Así entendida, la mirada, tanto desde su constitución fisiológica, como desde los rasgos psicológicos que porta en potencia, es antes que todo, una propiedad personal e inherente a cada individuo; no una función que se comparta de manera natural entre los seres, sino un dispositivo de valoración extremadamente divergente para cada persona. ¿Qué nos queda entonces para aunar criterios sobre un determinado lugar? ¿Existe forma de hacer que dos miradas sobre el espacio efectivamente coincidan en su concreta dimensión inmaterial? Desde un punto de vista estricto, mi respuesta es absolutamente determinante: No, por supuesto que no la hay. En realidad, y en un sentido mucho más amplio que el del propio paisaje, el único recurso, relativamente eficaz para aunar criterios personales abstractos es el lenguaje verbal. ¿Pero qué es el lenguaje verbal y qué implicancias tiene en la generación de un sentido común? Primeramente hemos de pensar que el lenguaje no es en sí una fuente de información objetiva sino más bien un código, y entendiéndolo como código, no 104

puede escapar de la interpretación propia de cada aparato cognoscitivo (y por lo tanto, de un determinado margen de divergencia). Explicándolo desde su funcionamiento, el lenguaje es una determinada forma de delimitar el pensamiento, utilizando conceptos verbales estables como maneras de aproximarse a una representación mental común. Es así que mediante un adjetivo, entendido como mecanismo de coerción racional sobre nuestra percepción física, podemos delimitar extra-sensorialmente las sensaciones que determinado espacio nos produce. Éstos adjetivos-convenciones, que en un rigor científico siempre serán “aproximaciones”, es decir, espacios de cierta interpretación y diferencia representacional entre los distintos sujetos, también serán a la vez los principales armonizadores de la intersubjetividad en dicho espacio y nos servirán como coordenadas de acción. Sobre la importancia de éstas categorías de adjetivos, (pues podríamos efectivamente clasificarlos en distintas categorías) me parece que probablemente la más necesaria, y quizás la única que afecta de manera más concreta la interacción con un espacio, es aquella categoría que otorga adjetivos que delimitan al lugar bajo una determinada función social predominante: residencial, turística, comercial, industrial, etc. Bajo éste primer acuerdo funcional (no hemos de olvidar que los espacios han sido apropiados por el hombre para servirse de ellos) nos encontraremos, creo yo, ante el meollo del valor ocupacional de cada espacio, y por ende, mediante el meollo del valor que le asignamos como usuarios. Sin duda, éste primer adjetivo funcional se puede enriquecer mediante la

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aplicación de conceptos estéticos comunes o inclusive mediante adjetivos más abstractos, como las propiedades éticas que los integrantes de dicho paisaje pretenden ostentar (identidad colectiva), pero en definitiva, el procedimiento lingüístico reductivo para lograr los adjetivosconvenciones será el mismo. Construir una determinada identidad social para un paisaje es algo que se me revela sumamente complejo, pero definiendo su funcionalidad básica y algunos criterios estéticos y organizacionales para su puesta en mantenimiento, me parece que es un trabajo que, bajo el sistema político actual, debiera ser una tarea dialógica conjunta entre los organismo de gobierno municipal y las diferentes juntas de vecinos. Ahora bien, entendamos que esta puesta en común, como toda puesta en común, será una conceptualización semi-rígida; en su carácter provisional, permeable al cambio de percepciones y, por supuesto, a la inmanente diferencia de los ideales locales. No existen nunca acuerdos comunales que satisfagan a todas las partes por igual, y eso es algo que bajo un sistema democrático de ideas, ya deberíamos entender como un hecho ineludible. El concepto que prevalezca sobre determinado espacio y su función, será siempre un apoyo identitario provisorio pero nunca una cristalización de hecho, ya que en último término, no sólo los habitantes concurrentes de dicho paisaje, sino también los individuos que esporádicamente confluyan al lugar, aportarán de una u otra manera sus propias ideas acerca de lo que aquel espacio físico representa. Sobre esta temática en particular quisiera detenerme un momento, partiendo por hacer una distinción clave entre dos tipos

de miradas: Las miradas que un lugar recibe de sus residentes y las miradas que un lugar recibe de sus eventuales visitantes. Sin querer subestimar el aporte que ciertos ciudadanos desean entregar a la identidad local de su barrio, me parece que la idea predominante de lo que un lugar es, entendido desde una óptica más bien global o de conjunto, no pasa tanto por la valoración propia de sus residentes, sino más bien por la de sus seres externos. A mi juicio esto se da así, porque el sentido de separación social propio del sistema económico en el que nos desenvolvemos, nos da a asumir una ciudad fragmentada en múltiples “núcleos de paisaje”. Acerca de éstos núcleos, uno sólo constituye nuestro espacio vital más íntimo, en contraposición a todos los otros lugares que no conocemos o que simplemente solemos visitar por rutina, deber o placer eventual. ¿Pero por qué cabría decir que la valoración de un determinado lugar está sujeta mayoritariamente a la percepción de sus visitantes y no de sus residentes? . En primer lugar, porque la apreciación como acto de puesta en valor, suele operar socialmente mediante criterios de comparación, por lo que la auto-descripción del espacio propio, carente de referencias externas, no está del todo consolidada como “medio objetivo” de valoración. En segundo lugar, emparentado con el punto anteriormente descrito pero no precisamente igual, debido a que lo que rige hoy en día nuestra visión del valor es una lógica cada vez más cuantitativa, y en este sentido, cada vez más abierta a la tendencia de sumar valoraciones externas. La filosofía imperante nos dice que entre más lugares conozco, más se valorarlos correctamente, y que entre más

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puntos de vista recibe un determinado lugar, más real es su valor objetivo. Hasta aquí, no pareciera haber problemas. Tenemos una lógica de valoración abierta a ingresar cada vez más perspectivas y una concepción del paisaje que cada vez más estimula a otros individuos a sumarse a generar significado, por lo que en estricto rigor, los valores de cierta “democracia en lo visual” están puestos en funcionamiento. A mi juicio el problema, si es que lo hay, radica más que nada en la forma en que éstas nuevas valoraciones se están dando; en la falta de acuciosidad en que las nuevas perspectivas se están deliberando y en la incapacidad operática que ésta sobreacumulación de nuevas perspectivas induce a los encargados de generar la dialéctica identitaria. Sobre esto, podríamos detenernos en la forma en que nuestro actual sistema cultural incita a generar nuevas perspectivas sobre el paisaje. Desde los años 80 en adelante, con el boom de la economía mundial y la consiguiente aceleración de la producción y el consumo, una tendencia sin precedentes se ha estado gestando en los países ricos y medianamente ricos: La promoción del viaje y la incitación al desplazamiento, en términos más generales. Fuera de analizar cualquier interés económico que evidentemente tienen el Estado y los privados por activar este consumo, el ciudadano común y corriente de los países desarrollados o en vías de desarrollo, ha absorbido con gran falta de actitud crítica, el discurso mediante el cual, la vida en su cualidad efímera, ha de ser enriquecida mediante la constante interacción con nuevos escenarios, con nuevos paisajes y culturas a descubrir. Ésta idea, en sí inofensiva, y hasta cierto punto correcta, ha calado tan 106

hondo en el hastío rutinario de la ciudadanía, que en su primeriza intención de interconectar puntos de vista, a mi juicio ha terminado por desvirtuar los mismos puntos de referencia, desde los cuales como individuos valoramos el “paisaje ajeno”. ¿A qué me refiero con esto? A mi parecer, el impulso por viajar ha generado tan grandes expectativas en la población (especialmente en las nuevas generaciones) que el mismo lugar de asentamiento, en su calidad de inmanencia y de trascendencia ha perdido valor existencial. Las nuevas generaciones, especialmente las más privilegiadas en un plano económico, profesan cada vez un mayor descuido acerca de las proyecciones futuras de su propio asentamiento, tendiendo a ver su vida como un proyecto de construcción mucho más voluble al cambio territorial. Por otro lado, y ya considerando motivaciones más aspiracionales, me atrevería a decir que los mismo pasa, en una escala menor, en las clases pujantes. En realidad, este radical giro de prevalencia que la valoración del tiempo presente está teniendo frente a lo trascendental (el asentarse en un determinado “paisaje” y tomarlo como punto de referencia estable en las valoraciones de otros lugares) no sólo esta ocurriendo en la idea misma de viajar y conocer otros territorios extranjeros o nacionales, sino en nuestra propia forma de relacionarnos con el mundo más cotidiano. El paseo en auto, las planes de recreación urbana, las visitas a lugares patrimoniales, los desplazamientos interurbanos en general, parecieran haberse integrado a un determinado dispositivo de “mira y descubre”, mecanismo lúdico anticipado con gran precisión en “La industria cultural” de Adorno

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y Horkheimer y que mediante una especie de compulsividad existencial por “estar ahí”, valorar un sitio y seguir en movimiento hacia el próximo, reproduce con gran fidelidad el ciclo de consumo acelerado por la producción capitalista.

leído de una determinada manera, como ya dije anteriormente requiere de un consenso, pero cuando la cantidad de opinantes no logra ser ya cuantificable, no sólo requiere de un consenso, sino de una determinada puesta en acción.

Lo que antes podríamos haber considerado ramificaciones esporádicas de una determinado recorrido existencial fijo, parecieran haberse multiplicado y transformado de pronto, en un estado natural de flujo; un estado de tránsito perpetuo, en el que todas las percepciones, inclusive las de la propia vivienda, se han asimilado a fotografías borrosas; retazos de impresiones que caben en un comentario de Facebook y que deben últimamente comprimirse en orden de caber en la memoria.

Ahora bien mi pregunta es la siguiente. ¿Cuál es la necesidad de establecer una identidad social para un determinado espacio? ¿Existe realmente una urgencia por hacer confluir las opiniones con respecto a un lugar? En términos funcionales podríamos decir que sí; que los lugares deberían ser identificables en orden de pre-establecer un orden, y no sólo un orden, sino un determinado valor de ocupación, pero aparte de esto ¿ Existe algún otro imperativo que requiera de la personalización de los barrios en términos de personalidad o de visión? Aquí es donde se da la paradoja, puesto que la identidad antes que un determinado punto de absorción, es en esencia un punto de cierre, una adjetivación que delimita a un todo originalmente informe pero vivo.

Ahora bien ¿Cómo este perpetuo estado de tránsito mental (porque aquí no sólo hablamos de desplazamientos físicos, sino también de un notorio aumento en la multiplicidad de pensamiento), puede llegar a afectar la percepción identitaria de un lugar?. En principio, podríamos decir que las opiniones acerca de un lugar se banalizan; que la percepción cada vez más acelerada del tiempo las vuelve poco significantes e inclusive difusas, pero eso por supuesto no es todo. El gran problema en realidad radica en que el metabolismo identitario, la forma en que un determinado paisaje intenta cristalizarse se ralentiza, o más bien, permanece en un cambio perpetuo, lo que desde una perspectiva de construcción a largo plazo confunde, y a la vez suscita una mano fuerte que la determine sin miedo a las eventuales oposiciones. El hecho de que un determinado paisaje sea

Mi tesis es la siguiente: En una sociedad idealmente democrática la identidad social, debería evidentemente palparse como un flujo predominante, pero no debería pretender conceptualizarse. Mientras exista voluntad de crear una determinada identidad social, créanlo o no, hay una inherente voluntad de marginar identidades sociales distintas, y este hecho, completamente anti-democrático, ha sido la principal base para alinear a una población determinada bajo el amparo mismo de la democracia. En el fondo, la democracia que pretendemos generar hoy es una democracia a medias; una democracia capaz de reducir

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sectores extensos de población en diversos componentes divergentes, altamente reconocibles, y por lo tanto, simplificar el proceso social de gran escala. ¿Queremos entonces darle identidad social a nuestro barrio-paisaje? Es ésta primeramente la respuesta que hay que entregarnos, y en esto, analizar rigurosamente si esto no contradice el discurso democrático que solemos dar de boca para afuera. En una sociedad enteramente libre, las percepciones individuales no deberían necesariamente equipararse y ni siquiera chocar. Es el paisaje en su calidad de inmanente quien le devolvería al ojo su imagen fugaz y últimamente mutable, sin causar esto, gran caos ni gran desvarío social. La pregunta queda hecha y, consigo, descritas las dificultades para confluir imágenes sólidas sobre el paisaje. La identidad social de un barrio se asemeja mucho a la identidad de un determinado clan primitivo. ¿Cabe esto en la nueva lógica de los ciudadanos del mundo o es meramente una singular tradición que nos separa socialmente en grupos más pequeños? En último caso, la respuesta la han de dar, como ya dije, las juntas vecinales, apadrinadas por el poder político, y en consecuencia, el mismo sistema democrático que tiende a segregarse, pero en resumen y para finalizar, no hay a mi juicio mayor democracia que la que respeta las opiniones de sus individuos sin pretender cristalizarlas.

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