Fundación Ciudad del Saber Junta Directiva Juan David Morgan, Presidente Juan Planells, Vicepresidente Matthew Larsen, Secretario Jorge Motta, Subsecretario Eloy Alfaro, Tesorero Julio Escobar, Subtesorero Roberto Roy, Vocal
Junta de Síndicos Juan David Morgan Alberto Alemán Zubieta Elberto Cobos Eloy Alfaro Gabrielle B. Britton Jorge Motta Juan Bosco Bernal Julio Escobar Mercedes Eleta de Brenes Modaldo Tuñón Pituka Ortega de Heilbron Roberto Roy Stanley Heckadon-Moreno Stanley Motta Tatiana Fábrega de Varela Temístocles Díaz Strunz
Ex oficio: Ministro de la Presidencia: Salvador Sánchez Ministra de Relaciones Exteriores: Isabel Saint Malo de Alvarado Ministro de Educación: Ricardo Pinzón Ministra de Economía y Finanzas: Eyda Varela de Chinchilla Secretario Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación: Jorge Motta Presidente de la Comisión de Educación, Cultura y Deportes de la Asamblea Nacional: Juan Miguel Ríos Rector de la Universidad de Panamá: Eduardo Flores Castro Presidente del Consejo de Rectores: José Barrios Ng Rector de la Universidad Tecnológica de Panamá: Héctor Montemayor Rector de la Universidad Católica Santa María la Antigua: Juan Planells Director del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales: Matthew Larsen
Equipo Directivo Jorge Arosemena, Presidente Ejecutivo Irene Perurena, Vicepresidenta Ejecutiva Guillermo Castro, Asesor Ejecutivo Ben Bravo, Vicepresidente de Administración y Finanzas Walo Araújo, Vicepresidente de Comunicaciones Rodrigo Celis, Vicepresidente de Operaciones Raúl Adames, Director de Asesoría Legal Myriam Calvo, Directora de Arquitectura y Urbanismo Jonathan Díaz, Director de Negocios Vilma Falconett, Directora de Relaciones Públicas Ricardo Eskildsen, Director de Finanzas e Inversiones Juan Moreno, Director del CIDES
#00 OCTUBRE DE 2018 Portada: Escudo de Veraguas, Panamá. Fotografía del libro Panamá desde el cielo de Alejandro Balaguer / Fundación Albatros Media. Una publicación de: Fundación Ciudad del Saber Edificio 104, Ciudad del Saber, Clayton Panamá, República de Panamá Tel. (507) 306-3700 comunicaciones@cdspanama.org www.ciudaddelsaber.org @ciudaddelsaber SAPIENS SE DISTRIBUYE GRATUITAMENTE. ISSN 2644-3937 Brooke Alfaro, Archipiélago, óleo sobre lienzo, 1998 - 2008
CONTENIDO
8 editorial
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Los señores de Río Grande online Fundación El Caño
ALGORITMO PARA LA 14 UN INDUSTRIA DE LOS INFLUENCERS Media Rank
18 A la vanguardia en capacitación Copa Airlines
20 El buen camino que no tiene fin Programa de Pequeñas Donaciones/PNUD
24 El cambio, bien entendido, empieza por uno mismo Oficinas de la Fundación Ciudad del Saber
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De ciudadanos a “nativos” Las políticas tropicales del despoblamiento en la Zona del Canal
CONTENIDO
44 UNA NOCHE PARA APRENDER DEL FRACASO FuckUp Nights
48 GRAPHITUM 50 #CienciaenPanamá Activismo por la ciencia
54 “Queremos que Panamá
sea el hub de los videojuegos”
Universidad Interamericana de Puerto Rico
MERCADO DE LAS ENERGÍAS 60 EL RENOVABLES EN PANAMÁ OTEPI
66 Un clúster para la cultura y la creatividad
72 Desde el cielo
Reportaje fotográfico/Fundación Albatros Media
En la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe participan profesionales de más de 80 centros y museos de ciencia y otras instituciones que trabajan en divulgación científica en la región, así como educadores, periodistas y otros profesionales. Los organizadores se proponen atraer al evento también a actores clave de la sociedad panameña, especialmente de las comunidades educativa y académica, así como del mundo de la ciencia y la tecnología, además del ámbito creativo y cultural
redpop2019.org
Editorial Iniciado hace más de 20 años, el proyecto Ciudad del Saber es hoy una iniciativa en la que participan amplios sectores de la sociedad panameña, y en la que colabora una amplia red de personas y entidades locales e internacionales. La misión de Ciudad del Saber es ser una comunidad innovadora que impulsa el cambio social a través del humanismo, la ciencia y los negocios.
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Vivimos en un mundo en el que el conocimiento es el principal factor de desarrollo económico y social, gracias a avances tecnológicos que, como nunca antes, permiten compartir y aprovechar información y saberes a escala global. En este escenario, las sociedades mejor preparadas para prosperar son aquellas que se organizan para generar conocimiento, compartirlo y aplicarlo a la hora de tomar decisiones ante los complejos problemas económicos, sociales y ambientales de hoy. Por eso, Panamá debe invertir más en desarrollar sus capacidades para la investigación, el desarrollo científico - tecnológico, la creatividad y la innovación, y ponerlos al servicio de las necesidades de las personas y de las comunidades. En esta búsqueda de soluciones, la colaboración es clave. Ciudad del Saber es el lugar desde donde emprendedores, empresarios, científicos, pensadores, artistas, líderes de las comunidades, así como expertos del gobierno, de ONGs y de organismos internacionales, colaboran para desarrollar proyectos que generan cambio social. El conjunto de las ciencias juega un papel crucial para entender los problemas de la sociedad y ofrecer soluciones apropiadas. En esto también tiene un rol importante el mundo de los negocios, para lo que requiere incorporar más la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación a sus procesos productivos.
Una ética humanista debe orientar todo lo que hacemos. Sostenemos que todas las personas tenemos una esencia y una dignidad común, que debemos afirmar y reconocernos los unos a los otros. En ello, CdS tiene como referente la Declaración Universal de los Derechos Humanos y como hoja de ruta, los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por las Naciones Unidas.
Esa convergencia del humanismo, las ciencias y los negocios es lo que hace especial el aporte de Ciudad del Saber en la búsqueda de soluciones, siendo una comunidad innovadora, abierta a todos, y un laboratorio de experimentación para las transformaciones que queremos ver en Panamá y el mundo.
#00 OCT 2018
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C U LT U R A
online Julia Mayo Fundación El Caño Carlos Gómez Editora del Caribe
E
l Proyecto Arqueológico El Caño ha generado y sigue generando miles de datos de muy diferente naturaleza sobre la Jefatura de Río Grande. Antes de llegar a la interpretación de estos datos, nosotros, los arqueólgos, nos enfrentamos a la ardua tarea de proceder a su clasificación y sistematización. Para organizar y compartir los datos que generamos de manera individual estamos usando un software específico de gestión de datos denominado ODA (Objetos Digitales de Aprendizaje). Aquí están clasificados todos los materiales encontrados en El Caño junto con la información referida a los contextos cronológicos y espaciales en que fueron hallados y los datos antropométricos resultado de los estudios realizados a las osamentas encontradas en las tumbas de este lugar. Las características de este software nos permiten difundir nuestros datos y nuestro trabajo entre el público general, los estudiantes y los investigadores de todo el mundo, dado que se puede acceder a ellos en internet, lo que amplifica nuestro esfuerzo en el desarrollo de las investigaciones arqueológicas y es un espacio de consulta para los distintos usuarios. En ausencia de un Museo Arqueológico Nacional —que deseamos que llegue pronto—, este puede servir como un primer escaparate de las colecciones arqueológicas de El Caño.
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Para acceder a la base de datos online ve a fundacionelcano.org y entra en “Repositorio”. Si quieres apoyar a la Fundación El Caño en su importante labor, contáctalos en: @fundacionelcano @fundacano
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UN ALGORITMO PARA LA INDUSTRIA
DE LOS INFLUENCERS
Luis Guillermo MartÃnez
@mediarankinfo @ranksocialpanama
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L
a ventana del despacho de Josh López, que tiene vista al Parque de los Lagos de Ciudad del Saber, está repleta de mensajes encriptados, algoritmos, acrónimos de mercadeo y, posiblemente, alguna cita por Skype con un cliente de otro país en un par de horas. Por debajo de la rodilla, en las paredes también se esparcen mensajes un poco más discretos, parecidos más bien a la mítica sabiduría Maya (tanto por ser indelebles como ininteligibles). Estos últimos códigos han sido escritos por el puño y arte de su pequeña hija de dos años y medio. Ella deambula los pasillos de Media Rank, la agencia de mercadeo digital que marca pautas de innovación en Panamá y la región, sin miedo a ser regañada, porque su mamá (Viviana Ordóñez) es la directora de cuentas y su abuela (Iris Arbelo) la directora de finanzas. ¿Hablamos de emprendimiento familiar?
Josh López, escapa de que lo tilden como ese tipo que creó un algoritmo para facilitarle a marcas grandes la lectura de datos generados por usuarios de las redes sociales. “Cuando en la industria en la que me desarrollo se dice que creé un algoritmo, la gente imagina cosas mucho más allá, como que ‘este man creó la energía perpetua’”, aclara Josh desde su oficina para hablar más sobre la necesidad que él visualizó en el mercado y por la que apostó con Media Rank, fundada en 2013 luego de haber pasado por dos facultades (Ingeniería Informática, Electrónica y Comunicaciones, ambas sin culminar) y haber lanzado una primera agencia de mercadeo “de estilo boutique”.
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Con este producto andando, con la familia de su lado y la asociación de Tony Hau (operaciones y venture capital) en la compañía, encontraron dentro del efervescente fenómeno de los influencers la nueva rama fuerte de la diversificación que la agencia y el mercado estaban buscando, para entonces darle vida a Social Rank: una especie de, en las palabras de Josh, spin-off de Media Rank, destinada a “rankear”, en diversas categorías, a aquellos generadores de contenido en Instagram que son catalogados como influenciadores. Lo que diferencia a Social Rank de otras herramientas similares, asegura Josh, es que la suya logra detectar todas las marcas que mencionan estos nuevos embajadores de nuestras decisiones cotidianas: un rédito jugoso tanto para las compañías que buscan aprovechar mejor los nichos del mercado, como para aquellos que hacen del Instagram la ventanilla de su estilo de vida y que, a la misma vez, quieren hacer caja. Por otro lado, en el ABC del emprendimiento, el juego que está planteando Josh con su equipo estaría considerado de “alto riesgo” para quienes los ven como una oportunidad de inversión. ¿Qué pasa si Instagram muere mañana? ¿Y si el fenómeno de los influencers empieza a desinflarse? “Por un lado, estar en negocios relacionados a las redes sociales es complicado porque desarrollamos en base a lo que ellos nos permiten”, reflexiona Josh al respecto, “sin embargo, reconocemos que si tú implementas un modelo de negocio basado en esto, pero guardando estrictos esquemas de retorno de inversión y sostenibilidad, puedes hacerlo sin necesidad de ir a la quiebra. Es por eso que creamos productos en base a las necesidades del mercado, lo que nos reduce las posibilidades de error. De igual forma, somos una compañía con otros pilares de negocio, como las asesorías y las páginas web”.
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“En cuanto a los influencers”, continúa Josh, “ellos han existido desde siempre: Michael Jordan, Kobe Bryant… todos ellos lo fueron; desde que salían a la calle vistiendo alguna marca ya otras personas deseaban tener sus prendas. Los de ahora han encontrado una plataforma adicional para promover. Ese tipo de mercadeo no va a fallecer; solo cambiaría de plataforma. El éxito de Instagram es su simpleza y esta permite a muchos adaptar su mensaje para demostrar su estilo de vida y a otros el poder consumir información resumida. Mira los memes: son comentarios sociales expuestos de forma gráfica, que no son solo una distracción, sino un mensaje genialmente adaptado”. Mientras tanto, Josh y su equipo apuestan a la expansión regional de su marca, en la medida que sus capacidades (tanto de olfato intuitivo, como de recursos humanos) se lo permitan. Tienen clientes en Argentina, a la vez que miden influencers en países de la región como Costa Rica, Colombia, México y Perú, entre otros, con vistas de atraer a más interesados a su agencia. Todo eso sucede en una oficina cuyos miembros se cuentan con una sola mano, y todos están pendientes a la vez de la misma influencer… la pequeña artista que no tiene Instagram y que garabatea mensajes encriptados en las paredes.
18 al 26 de octubre de 2018
F O R M A C I Ó N - I N N O VA C I Ó N
A LA VANGU EN CAPACITACIÓN Copa es la única línea aérea en Latinoamérica que tiene sus propios simuladores de vuelo para entrenar al personal. 18
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F O R M A C I Ó N - I N N O VA C I Ó N
El Centro de Capacitación de Copa Airlines comenzó a funcionar en Ciudad del Saber en 2006. Desde entonces, más de 800 pilotos panameños han recibido entrenamiento en estas instalaciones para operar la flota de la compañía, reconocida como la más puntual de Latinoamérica, operando 100 aeronaves y un promedio de 350 vuelos diarios. En su Centro de Capacitación, Copa entrena y califica a los pilotos para comandar sus aviones, así como al personal de servicio a bordo. En estas instalaciones se ofrecen diferentes tipos de entrenamiento: Inicial, para un copiloto que entra a la aerolínea. Upgrade, cuando un copiloto hace su ascenso a capitán. Transición, cuando un piloto pasa de una flota a otra. Procedimientos de emergencia.
ARDIA Aitor Iriberri, FCdS Centro de Capacitación de Copa Airlines
Las instalaciones de Copa en Ciudad del Saber cuentan con nueve simuladores: tres modelo B737NG, para entrenamiento de vuelo en aviones Boeing 737-800 Next Generation; uno E190, para entrenamiento en aviones Embraer E190; dos B737NG Cockpit Procedure Trainers y tres para entrenamiento de procedimientos virtuales. Con la construcción de un nuevo edificio se espera que en 2019 entre en operaciones un simulador de vuelo B737MAX, con la última tecnología de la nueva generación de Boeing. Actualmente en estas facilidades se capacitan aproximadamente 1,150 pilotos y 2,200 auxiliares de cabina por año. Con la incorporación del nuevo simulador, se estima incrementar la capacidad de entrenamiento en 25%. Las operaciones del centro de adiestramiento están en manos de un equipo de 40 personas a tiempo completo, entre la parte administrativa y de mantenimiento, trabajando 24 horas del día, 363 días al año. SAPIENS #00 2018
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El buen camino Luis Guillermo Martínez Yolanda Vicente para PPD/PNUD ppdpanama.org
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Al final de la más larga de todas las carreteras se cree que lo único que existe es la desolación y el olvido. Pero, desde la ciudad de Panamá, basta con tomar el volante y dirigirlo a unos 270 kilómetros asfaltados rumbo al este, para encontrar con asombro que los caminos se multiplican, que las personas abren más sus brazos y que las oportunidades germinan en tierra fértil.
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que no tiene fin Beatriz Schmitt está convencida de esto porque se fue a la tierra a la que los más cautos temen y regresó a la ciudad enamorada, ilusionada y enfocada por hacer del Darién el lugar al que la gente no tiene miedo de ir a trabajar. Beatriz Schmitt es la coordinadora nacional del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM) que coordina el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A un lado la pompa de
los acrónimos, Beatriz es la buena madrastra de al menos 170 de proyectos amparados por el PPD que, desde 2006, han desembolsado $3.7 millones en el país, abordando temáticas relacionadas a la conservación del paisaje terrestre y marino costero, la agroecología responsable, las energías de bajas emisiones de carbono, y el manejo ambiental de productos químicos y desechos peligrosos. Entre los primeros requisitos que pide ella a quienes quieren aplicar para un fondo está responder en un formulario “¿cuál es tu sueño?”. SAPIENS #00 2018
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En la provincia donde no funcionan las ondas de radio FM, ella y su equipo hicieron podcasts con las voces locales, llevando mensajes de conservación para que sonaran en las frecuencias que viajan por cadenas de WhatsApp; en la cultura donde los roles de género están más arraigados, apoyaron a que mujeres emberá cosecharan y procesaran el borojó para hacer y comercializar vino y mermelada en poblaciones cercanas más grandes; y en la tierra donde al calor lo llaman el “sol de agua”, el 22% no tiene acceso al agua potable… allí es donde han logrado que mujeres artesanas wounaan establezcan sistemas de recolección y cuidado del agua de lluvia en sus casas con filtros. Beatriz y su equipo recorren hasta el último vericueto de la selva para ayudar a la gente que, en sus palabras “quiere ayudarse a sí misma”. Pero ese recorrido no se limita, ni a los últimos años, ni “al lejano Darién”. Desde que salió de la facultad de periodismo en Colombia, el amor que ella siempre tuvo por los espacios abiertos y libres, sus editores (y la coyuntura) lo tradujeron como “reportería de guerra”. De allí que, estrenando la década de 1990, ella formó parte de quienes informaron al mundo sobre el desarme del grupo insurgente M-19. Pero esquivando la violencia y la política, ella siguió hacia 22
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la especialización en temas ambientales y científicos para finalmente volver a Panamá (luego de trabajar para la alcaldía de Bogotá en proyectos de educación ambiental con Antanas Mockus) y formar parte de proyectos de la Cooperación Española, el Despacho de la Primera Dama de Panamá, la Fundación Albatros y el USAID. “Me parece que alternar entre las ONGs y los organismos internacionales ha sido importante. En las primeras desarrollas la persistencia, la voluntad y la creatividad; mientras que en los otros obtienes el contexto: estos te dan el bosque, y si no te pierdes soñando con los bosques, sigues adelante trabajando por el árbol, pues”, explica la también española de nacimiento. “El trabajo en PNUD me parece que tiene lo mejor de los dos mundos. Puedo seguir trabajando en el campo con las personas, teniendo la creatividad, la voluntad y la persistencia para trabajar y lograr los cambios, pero al mismo tiempo puedo ver el contexto de las cosas que pasan y así conseguir los fondos a mediano y largo plazo para que esas acciones puedan tener un impacto y puedan escalar. Por eso me gusta mucho este trabajo y lo cuido”, agrega. Ella describe su trabajo entre anécdotas y risas. Se agarra de las tripas para señalar de dónde deben nacer los proyectos que ella financia y taladra emocionada en su pecho para decir en dónde deben germinar, pero igual se toma muy en serio cuando explica todo lo que conlleva la
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sostenibilidad. Especialmente en la tierra en donde aquellos que hace unos años abrieron camino con cutarra y machete, no quieren ese futuro para sus hijos; en donde encuentras encuestas nacionales en las que aparece el nombre de ellos como los principales omitidos; donde los que más quieren prosperar deben cumplir el papeleo burocrático de las capitales y ni siquiera tienen un recibo de luz y de agua. Beatriz se descarga: “El gobierno tiene mucha importancia. Cuando menos inversión privada tienes y menos tejido social, más importantes son los funcionarios del Estado. Para bien y para mal. Tenemos que ayudar a crecer a la sociedad civil para que no dependa del gobierno únicamente, para que dejen la actitud de ‘pongo la mano y me quejo’”. Y retoma el tema: “El primer reto de la sostenibilidad que atacamos, es: no crear iniciativas sino acompañar y fortalecer cosas que se están dando. Cuando son organizaciones que vienen de afuera, les exigimos que tengan una contraparte comunitaria, que es la que queda entrenada. Siempre tiene que haber horizontalidad. Las ONGs tienen que entender que “ese otro” no es tu beneficiario, sino tu socio. Y si no es tu socio, el proyecto no va. La gente no solo quiere ser entrenada por otro, quiere que se hagan en conjunto las cosas y salgan proyectos tangibles. Y con esa idea hacemos que el empresario, el funcionario o consultor se siente y les hable de tú a tú. Eso fortalece a la gente para que sean mejores gestores de su futuro”. Para esta entrevista, Beatriz hizo una pausa en medio del proceso de admisión de nuevos proyectos, que está en su apogeo. Ella toma su celular y muestra la planilla de aplicación escrita por una mujer indígena que le envió por WhatsApp. “¡Casi aparece el plato de comida en la foto!” mezclando en una carcajada estruendo y ternura. “Yo no miro el final de esto. Mi trabajo es generalmente dar dos pasos palante, uno patrás (...) Con persistencia y enfoque me pierdo del final. La verdad es que tengo la suerte de mezclarme solamente con la gente que tiene ideas positivas. ¿Has visto los personajes de nuestro boletín? ¡Pero cómo no enamorarse del Darién!”. SAPIENS #00 2018
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El cambio, bien entendido, empieza por uno mismo Matías Morales Fernando Alda
Las oficinas de la Fundación Ciudad del Saber expresan sensibilidad histórica por el edificio sede, reflejan la identidad y la cultura institucional de la entidad y estimulan la innovación. La Fundación Ciudad del Saber operó sus primeros 17 años en Clayton en unos espacios de la Guerra Fría heredados del Comando Sur de EE.UU., con pocas remodelaciones. Largos pasillos oscuros y paredes de gypsum creaban laberintos y ambientes casi sin ventanas ni luz natural, que poco favorecían la interacción y el bienestar de los miembros del equipo de la fundación. Para seguir avanzando en su misión de generar cambios sociales positivos, la 24
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organización necesitaba evolucionar hacia otro nivel; para ello se puso en marcha en 2015 un proyecto de nuevas oficinas. Se contó con la firma panameña de arquitectos Edward McGrath & Associates, la cual trabajó en el diseño junto a un equipo interdisciplinario de la fundación, con el objetivo de dotar al personal, los clientes y los visitantes de un espacio de trabajo que potenciara la colaboración e inspirara a todos.
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El diseño de las oficinas inauguradas en 2017 refleja la identidad, la cultura institucional y los valores de la ONG, destacando entre ellos la transparencia, la conectividad y la apertura de los espacios, así como la honestidad en el uso de los materiales. Otro de los logros del proyecto ha sido facilitar la comunicación, la colaboración y el trabajo en red de los miembros del equipo. Para ello, se diseñó con la intención de generar un equilibrio entre los espacios cerrados y los espacios abiertos, así como las áreas para encuentros formales e informales, de forma que se estimulara la innovación en los colaboradores y se favoreciera la generación y el intercambio de conocimientos. SAPIENS #00 2018
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Las oficinas de la fundación han sido certificadas LEED Platinum por el Green Building Certification Institute, en la categoría de diseño de interiores.
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El diseño de las oficinas ha potenciado la productividad de los colaboradores, de manera que el tiempo y recursos invertidos en alcanzar las metas y desarrollar los proyectos son ahora mejor aprovechados, incrementando la calidad de las áreas de trabajo y por ende el bienestar, ofreciendo a todos luz natural, vistas al exterior, ergonometría, calidad del ambiente interno y espacio equitativo según sus funciones. La fundación ha implementado las mejores prácticas de sostenibilidad en el diseño, construcción y operación de sus nuevas oficinas, destacando los siguientes principios como prioritarios: el consumo eficiente de energía eléctrica y agua potable, el uso de materiales inocuos y no contaminantes, el acceso a iluminación natural, la calidad del aire interior y el manejo adecuado de los desechos sólidos. De igual forma, el proyecto buscó minimizar el impacto ambiental y optimizar los costos tanto en la etapa de ejecución de las obras, como en la de operación de las nuevas instalaciones.
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Sensibilidad histórica
El edificio 104 de Ciudad del Saber fue la primera construcción del monumental conjunto que en otros tiempos fue conocido como Soldiers’ Field, en la antigua base militar de Clayton. El arquitecto a cargo del diseño fue Rolland C. Buckley y la construcción se concluyó en 1933. Originalmente el edificio era una gigantesca barraca que albergaba a unos 500 soldados de cuatro compañías de artillería. Su frente no daba hacia el Canal de Panamá, sino hacia el campo interior utilizado para desfiles militares. En 1961 el edificio pasó a ser el centro de servicios comunitarios de la base hasta 1986, cuando fue designado como cuartel del Comando Sur, quedando mayormente como edificio de oficinas. Antes de iniciar el proyecto de las oficinas, se llevó a cabo una rehabilitación del ala del edificio 104 de Ciudad del Saber que ocupa la fundación. Esta intervención volvió a dar a los vanos de las ventanas las amplias dimensiones originales y removió elementos añadidos, la mayoría en la década de 1960: cielorrasos suspendidos, paredes y revestimientos.
Cortesía: Vicente Pascual
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Con ello se devolvió la amplitud y continuidad a los espacios interiores, así como su austero aspecto industrial original, dejando desnudas las superficies de hormigón de sus losas encofradas y sus pilares. De igual forma, la rehabilitación permitió rescatar la conexión visual de los espacios interiores con el exterior y las vistas hacia el Canal de Panamá.
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De ciudadanos a “nativos”
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Las políticas tropicales de despoblamiento en la Zona del Canal de Panamá
Marixa Lasso
Eadweard Muybridge
Suburbios de Panamá, 1875
Este ensayo fue publicado originalmente en Panama Canal Forum: From the Conquest of Nature to the Construction of New Ecologies, Environmental History, Vol. 21, 2016, Oxford University Press.
Sinopsis Este ensayo analiza la relación entre las ideas de los estadounidenses con respecto a los panameños nativos y el despoblamiento de la Zona del Canal de Panamá. Sostiene que el despoblamiento de la región fue facilitado por una retórica política que categorizaba a los ciudadanos de la República de Panamá, la mayoría de los cuales eran negros, como “nativos”. Una vez lograda esta transformación ideológica, fue más fácil llevar a cabo las políticas de despoblamiento que alteraron para siempre el paisaje de la Zona del Canal, mediante la conversión de lo que anteriormente había sido una de las regiones más densamente pobladas del país, en un paisaje selvático. SAPIENS #00 2018
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Introducción Los nativos tienden a jugar dos papeles en las narrativas de la modernización. Figuran como víctimas que se resisten—con o sin éxito— a las olas de cambio, o como obstáculos primitivos que necesitan ser eliminados o reformados para que se produzca la modernidad. En este caso, exploro una tercera opción: la transformación de personas modernas en “nativos” porque su raza y ubicación geográfica no se ajustan a los conceptos aceptados de la modernidad1. La modernidad, según Michel-Rolph Trouillot, es tanto blanca, como europea o americana. Según este concepto, las personas negras del trópico no caben cómodamente en el rol de actores modernos. Basándose en el trabajo de historiadores que han explorado el impacto del racismo ambiental en las comunidades vulnerables que no son blancas, este ensayo examina las consecuencias medioambientales de las narrativas de la modernidad que no incluyen la historia de la gente negra que vive cerca de grandes proyectos de infraestructura como el Canal de Panamá2. Este trabajo analiza cómo la narrativa triunfalista de la conquista de la naturaleza vinculada con la construcción del Canal de Panamá coadyuvó a minimizar los complejos procesos sociales y ambientales que acompañaron su construcción y operación3. En particular, analiza la contradicción entre las afirmaciones de Estados Unidos con respecto a traer la modernidad a un lugar tropical primitivo y las políticas de la Comisión del Canal Ístmico que privaron a este espacio de su propia modernidad al transformar en una selva despoblada lo que había sido una zona densamente poblada con una compleja historia económica, urbana y política moderna. En este proceso, los pobladores, en su mayoría negros, que vivían alrededor del canal no sólo perdieron sus tierras, sino también su identidad como ciudadanos republicanos y su papel como protagonistas de la Edad del Acero. Este artículo sostiene que estos procesos no se pueden entender el uno sin el otro.
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Antes del despoblamiento
L
a transformación de ciudadanos panameños en nativos tuvo importantes consecuencias ambientales. Fue el primero de una serie de pasos que llevaron al Presidente de los Estados Unidos, William Howard Taft, a emitir la Orden Ejecutiva de 1912 que forzó a aproximadamente 40 mil personas a abandonar sus pueblos, casas y campos, y que transformó radicalmente el paisaje de la Zona del Canal. Es importante recordar que en el momento que se dio la orden de despoblamiento, la Zona del Canal no asemejaba en nada el área ligeramente poblada de selva, bases militares y asentamientos civiles dispersos que caracterizarían su paisaje futuro. Al contrario: en 1912 la Zona del Canal era una de las zonas más densamente pobladas de Panamá. Según el censo de 1912, en esta área de 553 millas cuadradas vivían 61,279 personas. En comparación, Chiriquí, que era la provincia más poblada de Panamá y tenía una superficie aproximadamente cinco veces mayor que la Zona, contaba con 63,364 habitantes en 1911. El total de la población de Panamá según el censo de 1911 era de 427,176 personas. Por ende, en la Zona vivía el 14% de la población del país, en un área de menos del 2% de la superficie geográfica nacional.
La mayor parte de la gente en la Zona vivía en cuarenta y un poblados construidos a lo largo del ferrocarril de Panamá, a los que en la época se les llamaba “towns of the line” (“pueblos de la línea”). Los más grandes de estos pueblos, Emperador y Nuevo Gatún, tenían 7,152 y 8,887 habitantes respectivamente, que era más del triple de lo que el censo de 1910 consideraba como la población mínima para constituir un área urbana4. Con sus conventillos llenos de gente, tiendas, cantinas y población multiétnica, se parecían a los barrios populares de las ciudades Panamá y Colon5. Las zonas rurales alrededor de estas ciudades también eran complejos espacios agrícolas que combinaban la ganadería a pequeña escala—frecuentemente con áreas de pastoreo de hierba importada—con el cultivo de banano, caña de azúcar y muchos productos agrícolas que conformaban la dieta diaria de los panameños a comienzos del siglo XX6. Las personas a quienes los administradores estadounidenses llamaban “nativos” en un sentido amplio no se limitaban a un solo grupo étnico. Eran los descendientes de varias poblaciones diferentes: de los esclavos africanos que fueron traídos para trabajar en la economía española de transporte por mula y río; de los españoles y los indígenas; de los inmigrantes chinos y caribeños que vinieron en el siglo XIX como obreros para el ferrocarril de Panamá y el canal francés; y de inmigrantes de diversas partes del mundo que trabajaron en la construcción del canal estadounidense7.
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Eran trabajadores tanto rurales como urbanos. Lo único que parecían tener en común es que eran personas de clase trabajadora que no eran norteamericanos. Aunque los habitantes de estos pueblos eran de diversos colores y orígenes étnicos, la mayor parte era negra, un hecho que los viajeros al país notaban inmediatamente. 36
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A diferencia de lo que sostienen las narrativas tradicionales, el despoblamiento de los asentamientos panameños en la Zona del Canal no fue un efecto secundario de la construcción del canal. La idea de que el despoblamiento era técnicamente inevitable es producto de la fusión de dos historias diferentes: una sobre el traslado de los pueblos panameños debido a la construcción del canal y otra sobre la decisión muy diferente de expulsar a todos los habitantes de la Zona del Canal,
independientemente de si sus casas y tierras fueran a ser inundadas por el Lago Gatún8. La primera fue una decisión técnica; la segunda fue política. Es importante tener en cuenta que si algunos pueblos, como Gorgona, fueron inundados, esto no fue el caso con otros, como Emperador y Nuevo Gatún. Además, habría sido posible reubicar a las personas dentro de la Zona del Canal en lugar de expulsarlos de sus históricos poblados a lo largo de la ruta istmeña. De hecho, los administradores del canal
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habían trasladado los primeros poblados afectados por la construcción del canal a lugares dentro de los límites de la Zona. Por ejemplo, en 1908, cuando se necesitaron las tierras ocupadas por el antiguo pueblo colonial de Gatún para la construcción de las esclusas, sus habitantes fueron trasladados a Nuevo Gatún, que quedaba en un área que no era necesaria para la construcción del canal. Nuevo Gatún llegó a convertirse en el poblado más grande de la Zona del Canal hasta que, en 1914, se les solicitó a sus Chagres, 1875
habitantes que se volvieran a mudar, ahora afuera de las fronteras de la Zona, en este caso, por razones sociopolíticas en lugar de técnicas.
La tropicalización de los republicanos negros La transformación retórica de ciudadanos panameños en nativos comenzó en el siglo XIX, justo cuando habían adquirido nuevos derechos como ciudadanos de Colombia. Con la declaración en Panamá de la independencia de España y la unión con Colombia en 1821, los panameños se habían visto beneficiados por las nuevas leyes republicanas que les concedían la ciudadanía a todos los hombres libres sin distingo de raza9. Muchos panameños negros se integraron activamente a la política local, a tal punto que los observadores extranjeros comentaban sobre la fuerza de lo que llamaron “el partido liberal negro.10” En los pueblos y municipios a lo largo de la ruta, fueron hombres negros quienes generalmente se encargaron de las alcaldías. Sin embargo, la abundante literatura de viajes, historia y ciencias, había llevado al público norteamericano y europeo a asociar ciertos lugares y pueblos con la modernidad y otros lugares y pueblos con el salvajismo11. Los negros de Panamá complicaban esta dicotomía. Eran negros y tropicales, pero al mismo tiempo eran ciudadanos de Colombia, una de las primeras repúblicas establecidas del mundo. Esta contradicción tuvo fuertes implicaciones para el área alrededor de la ruta ístmica, donde la mayoría de la población era negra. Los visitantes americanos blancos desafiaban y se burlaban de la autoridad de los alcaldes negros, sobre todo cuando Panamá recibió un gran número de viajeros a mediados del siglo XIX debido a la Fiebre del Oro en California12. De hecho, se convirtió en un tropo común que los viajeros criticaran el republicanismo negro de la región utilizando el lenguaje del primitivismo tropical. Por ejemplo, a los republicanos negros se les caracterizaba por su “indolencia”13. La justicia impartida por los alcaldes negros no era tomada SAPIENS #00 2018
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Cortesía de Nicolás Liakópulos
en serio porque el “tribunal era una pequeña choza de bambú” y el alcalde, “un negro recostado en una hamaca sucia, fumando frescamente, mientras oía las pruebas y emitía los juicios”. Para los viajeros, los habitantes de la ruta istmeña no eran verdaderos ciudadanos modernos del siglo XIX debido a que vivían en chozas de bambú, usaban hamacas y eran negros. A los estadounidenses les parecía extraño, si no ridículo, que los negros se consideraran a sí mismos ciudadanos republicanos. Estas actitudes borraron las importantes innovaciones políticas de la República de Colombia que se reflejaban precisamente en la presencia de alcaldes negros. También ocultó el hecho de que la abolición de la esclavitud se había logrado en Colombia más de una década antes que en los Estados Unidos y que los ciudadanos panameños negros desaprobaban las continuadas prácticas racistas de los viajeros estadounidenses14. Este fue el primer paso hacia la “nativización” de los ciudadanos negros de Panamá. Una retórica que hacía hincapié en la conexión de los negros panameños con la atemporal naturaleza tropical ayudó a silenciar la modernidad económica y tecnológica de gente que había vivido y trabajado en una región que estuvo a la vanguardia de la tecnología del transporte desde el siglo XVI. La gente a lo largo de la ruta había presenciado cómo los galeones y recuas de mulas del siglo XVI dieron paso al primer ferrocarril transcontinental de las Américas en 1855; y habían sabido adaptar sus trabajos y sus vidas a las cambiantes condiciones. Por ejemplo, antes de la construcción del ferrocarril de Panamá, desarrollaron sofisticadas formas de 38
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utilizar la tecnología disponible para transportar a los miles de pasajeros que llegaban por barco a los puertos de Chagres y Panamá. Los viajeros de la época describían al río Chagres como lleno de actividad y botes; y al puerto de Chagres con cientos de bongos y cayucos a la espera para transportar pasajeros por el río. También describieron el duro trabajo físico de los bogas que remaban contra las difíciles corrientes del Chagres. Estas descripciones habrían podido ser entendidas como muestra del ingenio de los bogas panameños para conciliar el encuentro de dos tecnologías diferentes: las nuevas tecnologías de vapor que trajeron a miles de pasajeros a Panamá y las tecnologías musculares (humanas y animales) que todavía se utilizaban para el transporte a través del istmo. Pero, por desgracia, a los negros panameños no se les representaba de esa manera. Al contrario, cada descripción de sus actividades económicas incluía referencias a la presunta indolencia de los “barqueros holgazanes” con quienes tenían que lidiar los modernos pasajeros para cruzar Panamá15.
De municipios a pueblos nativos El lenguaje decimonónico sobre los nativos tropicales adquirió nuevo vigor con la firma del Tratado del Canal de 1903, que concedía al gobierno de Estados Unidos control completo sobre los viejos poblados panameños y los municipios a lo largo de la ruta istmeña16. Con este cambio legal, el lenguaje sobre los nativos se convirtió de una mera retórica a una ideología que influenció políticas urbanas concretas. Los municipios panameños se convirtieron en “pueblos nativos”: por ejemplo, el lado panameño del poblado de Emperador —lleno de casas particulares, empresas y conventillos—, se convirtió en “el pueblo nativo de Emperador”17. La correspondencia entre oficiales de la Comisión del Canal Ístmico, la agencia de los Estados Unidos responsable de la
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construcción del canal y el control de la Zona del Canal, revela que se utilizaban descripciones como “casa nativa” y “choza nativa” sin tener en cuenta las características de la casa o sus habitantes. Por ejemplo, los oficiales de la Comisión del Canal Ístmico llegaron a emplear la descripción “casa nativa” para referirse a la casa de un inmigrante chino. El término “choza” podía referirse a una casa construida con los mismos materiales empleados para los edificios de la Comisión. Daba igual si el dueño era un nativo o si la casa era en realidad una choza18. El reglamento urbano transformaba a los ciudadanos panameños en nativos y sus municipios republicanos en poblados nativos. Esto no quiere decir que las autoridades en la Zona del Canal no estuvieran conscientes de las diferencias étnicas dentro de la población internacional que vivía en la Zona; más bien sirve para destacar la manera en que, durante el período de construcción, se dividieron los pueblos de la Zona del Canal en dos tipos: nativos y estadounidenses19. Esta simplificación e
era significativa porque servía para justificar las prácticas de saneamiento segregacionistas, inicialmente desarrolladas en las colonias británicas de Asia y África, que consideraban la estricta separación de casas nativas y blancas como una manera esencial para proteger a los colonos blancos de las enfermedades contagiosas de los nativos, que eran considerados parte del malsano paisaje tropical20. El Departamento Sanitario consideraba que en Panamá la distancia ideal entre las casas nativas y los edificios de la Comisión debía ser de mil pies21. Es así como las prácticas de salud en base a conceptos racistas transformaron a los miembros de la población multiétnica local e inmigrante en “nativos”. De manera simultánea, el reglamento de salud redujo a los diversos ciudadanos republicanos de la Zona del Canal a una sola categoría de nativos y los pueblos de la Zona perdieron los últimos vestigios de su vida municipal republicana. Este fue un proceso lento, que pasó por varias etapas. En 1904, el gobierno de la Zona del Canal mantuvo las estructuras municipales
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que había heredado de Colombia. Sin embargo, eliminó las elecciones. Los habitantes panameños de los pueblos en la Zona del Canal tenían que cruzar la frontera de la Zona para poder votar22. Este fue el primer paso en la despolitización de la Zona. En 1907, este proceso fue más allá con la supresión de los municipios y la reorganización de la Zona del Canal en distritos administrativos23. Según las autoridades de la Zona, los ciudadanos podrían necesitar municipios, pero los nativos podrían — y tal vez deberían — ser gobernados por las autoridades coloniales que organizaron su territorio en distritos administrativos técnicos. Las narrativas del canal también ampliaron las ideas decimonónicas que consideraban a los pobladores del trópico incompatibles con la tecnología moderna. A pesar de la maquinaria que estaba alterando completamente el paisaje, los panameños nunca fueron considerados como miembros de una modernidad tecnológica compartida. Las fotos del canal le mostraban al público en general cómo la moderna maquinaria del canal era incongruente con el trópico. Esto se hizo de dos maneras: primero, representando la lucha entre la naturaleza tropical y la tecnología moderna con fotos de maquinaria industrial cubierta por vegetación tropical; y, en segundo lugar, contrastando la modernidad de las máquinas y los asentamientos norteamericanos con fotografías de nativos panameños parados frente a sus primitivas chozas con techos de paja. Por lo general, estas imágenes los mostraban solos en medio de la jungla24. De esta manera, producían la ilusión de que los nativos panameños estaban aislados del entorno tecnológico del canal, aunque en realidad vivían justo al lado y participaban en su construcción y economía. Por ejemplo, las publicaciones periódicas de la Zona celebraban con orgullo la modernidad de los talleres mecánicos de la Zona del Canal, “semejantes a cualquier taller bien equipado en los Estados Unidos”25. Sin embargo, los nativos de la Zona del Canal, quienes soportaron los fuertes y peligrosos olores que emanaban de los talleres de acero y de químicos, sufrieron los efectos de la maquinaria industrial del canal y que 40
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murieron en accidentes industriales nunca fueron considerados miembros de la Edad de Acero que contribuyeron a crear. Después de haber cortado la conexión histórica y política de los habitantes de la Zona del Canal con sus pueblos y de haber borrado sus vínculos con el nuevo y moderno canal, llegó a ser más fácil pensar en el despoblamiento de la Zona del Canal no como un acontecimiento que eliminó un paisaje urbano de siglos de antigüedad, sino como una necesidad técnica sin mayores consecuencias que el desplazamiento de unos pocos nativos a otras zonas rurales. También resultó más fácil ignorar las adversidades que causaron los traslados de la población. El impacto desde esta perspectiva es evidente en los conflictos que se dieron con respecto al despoblamiento de la vieja ciudad colonial de Chagres. El 8 de diciembre de 1915, el Gobernador de la Zona del Canal, George Goethals, le escribió al Presidente de Panamá, Belisario Porras, solicitando las tierras en la desembocadura del río Chagres, incluyendo el pueblo de Chagres, para la defensa y protección del canal26. Para Goethals, Chagres era sólo un pequeño pueblo agrícola y su gente unos simples campesinos y pescadores cuyos “hábitos de vida cambiarían muy poco al ser trasladados” a otro pueblo costanero27. Como el gobierno de los Estados Unidos pagaría los gastos de mudanza, los administradores creían que la reubicación del pueblo de Chagres no produciría mayores contratiempos28. Los ciudadanos de Chagres y el gobierno panameño tenían una perspectiva muy diferente. Para ellos, Chagres constituía una parte vital de la historia de Panamá, y era un distrito político importante. El Ministro de Relaciones Exteriores de Panamá destacó la “importancia histórica del castillo de Chagres [el Fuerte San Lorenzo] para todos los panameños y sudamericanos” y el “sacrificio que para los panameños representaría ceder la cabecera de uno de sus mejores distritos”29. Los residentes de Chagres, con sus conexiones cercanas al río y su puerto, tenían una opinión similar sobre la importancia histórica de su poblado. En una carta de protesta con respecto a su reubicación, describieron su pueblo como “el antiguo e histórico pueblo de Chagres, cabecera del distrito del mismo nombre”.30
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Conclusión
C
hagres fue el último pueblo panameño importante en la ruta en ser despoblado. Fue reubicado fuera de las fronteras de la Zona, lejos del río y la fortaleza que habían dado origen y organización a su existencia. Hoy en día, no queda nada que recuerde al visitante que alguna vez hubo un pueblo al lado de la antigua fortaleza española. Lo mismo es verdad en el caso de otros pueblos panameños en la Zona como Gorgona, Emperador o La Boca. El despoblamiento de Chagres y otros asentamientos panameños de la ruta fue el último paso en un largo proceso para borrar la conexión entre la gente local y su historia durante el siglo XIX. Fue en el siglo XIX que había comenzado la práctica de burlarse del republicanismo de los ciudadanos negros de la ruta y de desconectarlos de las corrientes políticas importantes de su tiempo. Continuó bajo el gobierno estadounidense con la despolitización de los pueblos de la Zona del Canal y la división de la Zona en áreas nativas y norteamericanas. Terminó cuando se despobló la Zona. Aunque el despoblamiento de la Zona del Canal podría haber sucedido sin la retórica de clasificar como “nativa” a la población local, esta ideología facilitó el proceso e hizo más factible olvidar la enorme transformación del paisaje de la Zona del Canal. Si el canal había sido construido en la selva, no se había borrado ningún paisaje urbano anterior. No había nada que extrañar o recordar. Marixa Lasso es profesora asociada de Historia en la Universidad Nacional de Colombia.
La autora agradece y reconoce el apoyo financiero de la American Council of Learned Societies y del National Humanities Center, así como a los editores, Ashley Carse y Christine Keiner.
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Notas 1 Con respecto a la imposibilidad de ver a la gente negra como actores modernos, véase Michel-Rolph
Trouillot, Silencing the Past: Power and the Production of History (Boston: Beacon Press, 1997), 70–106. Véase también: Fernando Coronil, “Beyond Occidentalism: Toward Nonimperial Geohistorical Categories,” Cultural Anthropology 11 (1996): 51–87. 2 Carolyn Merchant, “Shades of Darkness: Race and Environmental History,” Environmental History 8 (2003): 380–94; Mark Carey, “Latin American Environmental History: Current Trends, Interdisciplinary Insights, and Future Directions,” Environmental History 14 (2009): 221–52. 3 David McCullough, The Path Between the Seas: The Creation of the Panama Canal, 1870–1914 (New York: Simon & Schuster, 1977). 4 Census of the Canal Zone (Mount Hope: ICC Press, 1912); Panama Canal Zone Population (Washington, DC: Government Printing Office, 1941); Omar Jaén Suarez, La población del Istmo de Panamá: Estudio de Geohistoria (Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1998), 509. 5 Para fotos de conventillos privados en la Zona del Canal, ver Harry A. Frank, Zone Policeman 88 (New York: Century Co., 1920). Para un análisis de propiedades privadas en la Zona del Canal, ver mi futura publicación: The Lost Towns of the Canal Zone (Los pueblos perdidos de la Zona del Canal). 6 Marixa Lasso, “El Pasado agrícola de la zona transístmica: del ferrocarril transístmico a la creación de la Zona del Canal,” Revista de la Universidad [Panamá] 51 (1994): 166 – 83. 7 Alfredo Castillero-Calvo, La ruta interoceánica y el Canal de Panamá (Panamá: Instituto del Canal de Panamá, 1999). 8 Para un relato literario de esta historia, véase Gil Blas Tejeira, Los pueblos perdidos (Panamá: Impresora Panamá, 1962). Con respecto al impacto ambiental del Lago Gatún y las inundaciones de los pueblos panameños, véase Ashley Carse, Beyond the Big Ditch: Politics, Ecology, and Infrastructure at the Panama Canal (Cambridge: MIT Press, 2014), 93–119. 9 Marixa Lasso, Myths of Harmony: Race and Republicanism in the Age of Revolution, Colombia 1795–1831 (Pittsburgh: Pittsburgh University Press, 2007). 10 Alfredo Figueroa Navarro, Dominio y sociedad en el Panamá colombiano (1821–1903) (Panamá: Impresora Panamá, 1978). 11 Nancy Leys Stepan, Picturing Tropical Nature (London: Reaktion Books, 2001); Paul S. Sutter, “Nature’s Agents or Agents of Empire? Entomological Workers and Environmental Change During the Construction of the Panama Canal,” Isis 98 (2007): 730–32; Stephen Frankel, “Jungle Stories: North American Representations of Tropical Panama,” Geographic Review 86 (1996): 317–33. 12 Aims McGuinness, Path of Empire: Panama and the California Gold Rush (Ithaca: Cornell University Press, 2008). 13 Lady Emmeline Stuart Wortley, Travels in the United etc. during 1849 and 1850 (Richard Bentley: London, 1851), vol. 2, 251. 14 Mary Seacole, Wonderful Adventures of Mrs. Seacole in Many Lands (1857; repr., Oxford: Oxford University Press, 1988), 44, 51–52. 15 Lady Emmeline Stuart Wortley, Travels, vol. 2, 255, 272. 16 “Municipal Governments, Act No. 7,” Isthmian Canal Commission, September 1, 1904. 17 Chief Sanitary Inspector to Chief Sanitary Officer, 28 de septiembre de 1906, Box 88, Record 185, National Archives and Records Administration, College Park, MD [en adelante: NARA]. 18 G. W. Goethals a W.C. Gorgas, 26 de septiembre de 1907; Sanitary Department al Head of Department of Civil Administration, 23 de octubre de 1908, Box 88, RG 185, NARA. 19 Julie Greene, The Canal Builders: Making America’s Empire at the Panama Canal (New York: Penguin, 2009). 20 Philip Curtin, “Medical Knowledge and Urban Planning in Tropical Africa,” American Historical Review 90 (1985): 594–613. 21 G. W. Goethals al Secretary of War, Culebra, Canal Zone, 14 de enero de 1910, Box 88, RG 185, NARA. 22 Ramón M. Valdés, Geografía del Istmo de Panamá (New York: Appleton, 1905), 55–56. 23 George W. Goethals, Government of the Canal Zone (Princeton: Princeton University Press, 1915), 47–48. 24 Existe un gran número de publicaciones y revistas que siguen este patrón. Un ejemplo es Willis J. Abbot, Panama and the Canal in Picture and Prose (New York: Syndicate Publishing, 1913), 57, 60, 68–70, 111– 13, 176–77. 25 The Canal Record, 15 de julio de 1908, 362. 26 Goethals a Porras, 8 de diciembre de 1915, Zona del Canal 1936, No. 3a, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, Panamá, Rep. de Panamá [en adelante: AMRE]. 27 Goethals a Porras, 8 de diciembre de 1915, Zona del Canal 1936, No. 3a, AMRE. 28 Harding a Lefevre, 27 de mayo de 1916, Zona del Canal 1936, Año1909–1935, No. 4, AMRE. 29 Lefevre a Morales, 28 de diciembre de 1915, Zona del Canal 1936, Año1909–1935, No. 4, AMRE. 30 “Acta,” Chagres, 31 de enero de 1916, Zona del Canal 1936, expedientes 1 al 3, AMRE.
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Una noche para
aprender del
fracaso
Rella Rosenshain
Colaboración editorial de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación
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El movimiento internacional FuckUp Nights invita en cada edición a emprendedores que compartan con la audiencia, de manera jocosa, sus historias fallidas al intentar impulsar su negocio. La panameña Lia Patricia Hernández es del pensar que antes de llegar al éxito, primero hay que fracasar, y volver a intentarlo una vez y una vez más. Para replicar ese mensaje como eco, Hernández organiza desde diciembre de 2014 un espacio mensual en Panamá para que emprendedores compartan en cuestión de diez minutos qué obstáculos han encontrado en su camino para llevar adelante su negocio. Ese espacio se llama FuckUp Nights, una iniciativa que suma más de 40 ediciones de estarse realizando en Panamá, que no es más que “una noche para aprender del fracaso”, explica Hernández, quien es abogada de profesión y fundadora de IPANDETEC. Esta organización ampara a FuckUp Nights en el país y cuenta con un convenio de cooperación con la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) para promover la cultura emprendedora en Panamá.
FuckUp Nights es un movimiento mundial que nació hace cinco años en la ciudad de México, DF. “Estaban un grupo de amigos reunidos en el patio de una casa contando las experiencias negativas que habían tenido en sus diferentes actividades, ya sea profesionales, emprendedoras o personales, y de ahí nació la idea de hacer conversatorios en los que las personas contaran los fracasos, los errores y las metidas de pata que tuvieran en los negocios y así romper esa barrera o tabú que se tiene sobre el fracaso, ya que en todos los eventos se habla de lo bueno y lo positivo, pero muy pocas veces se cuenta el lado negativo y los problemas que han tenido que pasar para poder ser personas de éxito”. Desde entonces, FuckUp Nights se celebra en los cinco continentes, en 80 países y 304 ciudades. Incluso, FuckUp Nights se está celebrando en alrededor de 35 idiomas. “FuckUp Nights suele ser un evento no a gran escala ni de grandes masas porque las personas no están acostumbradas a contar sus fracasos en público. La sociedad panameña es muy conservadora en cuanto a esto. Por lo tanto, tratamos de hacer el evento un poco íntimo para que la persona se pueda abrir más y contar sin ningún tipo de vergüenza, pena o timidez lo que le ha pasado, y el público también pueda hacerle preguntas. Se busca que sea una sesión muy interactiva entre expositores y público, y networking entre todos los participantes. FuckUp Nights tiene un formato de talkshow, similar a iniciativas como TED Talks y PechaKucha. Según el Manual de FuckUp Nights internacional, cada ponencia debe durar siete minutos, pero en el formato de Panamá se ha propuesto que tomen diez minutos cada una, en base a una presentación de diez filminas. Se invita a tres emprendedores a que compartirán su experiencia, y luego de cada presentación habrá un break para que los participantes socialicen.
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¿Cómo describe la experiencia de FuckUp Nights Panamá? He tenido muchos fuckups, incluso como organizadora. He tenido fuckups como no encontrar lugar donde hacer el evento. En Panamá no hay muchos lugares con espacios habilitados para poder hacer un evento al que asistan 100 personas, y si los hay, no están céntricamente ubicados. También hemos tenido fuckups con otros temas, como socios que se han ido porque no han confiado en el proyecto o que no lo ven rentable, así como voluntarios que vienen y van. Siempre tiene que haber gente que crea en esto y que quiera dar su propio granito de arena. Para poder llegar a la edición #41 han pasado muchas cosas, mucho más positivas que negativas, pero también he tenido fuckups, es decir, que el movimiento de FuckUp Nights no ha sido fácil. Lo más positivo ha sido poder contar con el apoyo de gente que desinteresadamente nos ha ayudado; incluso, gente mediáticamente expuesta en los medios de comunicación panameños que les he llamado y les he dicho “quiero contar contigo para que seas expositor”, y muy gustosamente han venido y me han colaborado. También les he pedido patrocinios, y lo han hecho y eso no lo hace cualquiera. Siempre agradeceré a esos speakers y sponsors que han apoyado de una manera u otra que FuckUp Nights siga adelante.
¿Cuáles son los fuckups más frecuentes? Las experiencias más comunes que tienen los emprendedores es no confiar en los abogados, y no querer asesorarse con uno para crear un acuerdo de socios. El típico error es tener problemas legales. También he escuchado sobre emprendedores que han tenido piedras en el camino para llegar a donde están, porque muchas veces han sido discriminados por su género, su estatus social, e incluso, por su etnia, y con todo y eso han salido adelante y ahora les va bien. @fuckupnightspty fuckupnights.com/panama
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FuckUp Nights tiene un formato de talkshow, similar a iniciativas como TED Talks y PechaKa. ¿Cuál es la misión principal de FuckUp Nights? La idea principal de FuckUp Nights es demostrvar que de los errores también se aprende, y que esto no solamente es un dicho, sino que es una realidad. El expositor cuenta todo lo malo que le pasó, qué errores cometió, así como lo bien que le va ahora; entonces, es posible que si a él le pasó determinado error, a ti también te puede pasar. Muchas veces FuckUp Nights sirve de terapia, y le ayuda a la gente a seguir adelante. No hay terapeutas para el tema laboral o de emprendimiento, pero hay gente que ha pasado por lo mismo que tú que te puede decir qué hacer. No todo el mundo funciona de la misma manera, pero siempre es bueno tener apoyo de gente que al igual que tú han pasado por una situación parecida.
¿Cuál es el secreto para lograr un emprendimiento exitoso? Yo creo que la clave para lograr un emprendimiento exitoso es seguir caminando hasta poder encontrar o lograr tu objetivo. En ese camino, vas a encontrar muchas piedras, muchos obstáculos, y cometerás muchos errores. Meterás la pata, tendrás algún fuckup, pero al final vas a lograr tu cometido. Escuché hace poco una frase que decía que la vida era como andar en bicicleta: si quieres llegar a tu objetivo tienes que seguir pedaleando, es decir, no te puedes detener porque encontraste una piedra en el camino, tienes que seguir avanzando y luchar por lo que quieres.
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GRAPHITUM Mรกquina para imponer dogmas Jonathan Harker, 2006 48
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GRAPHITUM El tiempo en tu cuerpo Meera Sachani, 2018
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#CienciaenPanamรก TONIC Rapha Salazar
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¿QUÉ MOMENTO VIVE LA CIENCIA EN NUESTRO PAÍS? El movimiento Ciencia en Panamá ha nacido para contárnoslo. Más de 200 investigadores y académicos se han reunido para acercar el conocimiento científico a la comunidad panameña y a los tomadores de decisiones. SAPIENS #00 2018
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CIENCIA
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n 2016 y a través de Ciencia en Panamá, los investigadores panameños quienes trabajan en diferentes instituciones públicas y privadas del país decidieron salir de los laboratorios y centros de investigación para promover el diálogo entre investigadores, gobernantes y comunidades, intercambiar conocimientos y popularizar la ciencia en distintos círculos sociales. Su objetivo no solo es intercambiar experiencias y apoyarse internamente, sino acercar la ciencia a la realidad de todos: involucrar a la sociedad y entidades de gobierno en su fomento y desarrollo. ¿Cómo?, por medio de su página web cienciaenpanama.org, los medios y las redes sociales.
La importancia de la ciencia en la política “Nuestra meta es que la ciencia permee en la sociedad para que no solo viva en el laboratorio, sino que seamos partícipes del desarrollo del país. Para lograrlo debemos visibilizar la ciencia y popularizarla”, nos cuenta Gabrielle Britton, co-fundadora movimiento Ciencia en Panamá. Ante la necesidad de que la ciencia se incorpore a la realidad política, el movimiento se ha marcado como principal objetivo incidir en el sector público para incorporar los conocimientos científicos en la toma de decisiones estratégicas en el país. En el último año se han dado los primeros pasos a través de la emisión de comunicados que han aportado a la aprobación de diferentes leyes en el país. Un buen ejemplo es su contribución a la Ley 1 de 19 de enero de 2018 que 52
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CIENCIA
adopta medidas para promover el uso de bolsas reutilizables en establecimientos comerciales y prohíbe el uso de bolsas plásticas en el país.
Retos Según voceros del movimiento, los científicos panameños están altamente cualificados, sin embargo, la inversión actual en la ciencia no es suficiente para avanzar más rápido. “Se está logrando mucho con pocos recursos,” afirman. Los datos parecen confirmarlo: Panamá invierte el 0.2 % del presupuesto en ciencia, mientras que el promedio regional es del 0.75%. “Este dato es preocupante ya que está demostrado que la inversión en ciencia está directamente relacionada con la calidad de vida y el desarrollo de los países”, afirma Gabrielle.
“Los 15 países que están ubicados en las posiciones más altas en cuanto a protección y defensa de los Derechos Humanos son los mismos que están en los rankings más altos de inversión en ciencia y tecnología”.
Sin embargo, y a pesar del crecimiento económico de Panamá, la inversión en ciencia no ha variado significativamente. Por ello, el grupo tiene previsto abordar a los candidatos de las próximas elecciones y convencerlos de la importancia de incluir la ciencia en la agenda política y de gobierno. “La inversión en ciencia genera empleos y mueve la economía”, concluye Gabrielle.
Un movimiento abierto a todos Ciencia en Panamá se define como un movimiento democrático y apolítico, por lo que está abierto a todos los interesados que quieran unirse a los grupos de trabajo multidisciplinarios y aportar desde su experiencia a los diferentes temas que se trabajan: (Biodiversidad y ecología; Tecnología de la información y la comunicación; Logística y transporte; Ciencias agropecuarias, forestal y acuícola; Ciencias de la salud; Ingenierías y tecnología; Ciencias naturales y exactas; y Ciencias sociales y de educación. Adicionalmente, el grupo coordinador realiza mensualmente una reunión de puertas abiertas (casi siempe en Ciudad del Saber), a la que puede asistir cualquier persona interesada en co-crear conocimiento. ¿Te sumas?
cienciaenpanama.org cienciaenpanama@gmail.com @cienciaenpanama @cienciapty
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“Queremos que Panamá sea el hub de los videojuegos” TONIC
panama.inter.edu
Para María De Lourdes Barrios, directora de la Universidad Interamericana de Puerto Rico en Panamá, los videojuegos son un asunto serio. En sus manos está garantizar la formación de diseñadores y programadores de una industria que se ha propuesto ser uno de los motores de la economía digital en la región: el gaming. Nos sentamos a conversar con ella sobre los beneficios económicos y sociales que tendrá para el país contar con la primera licenciatura en diseño y desarrollo de videojuegos en la región.
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Comencemos con un tópico: crear videojuegos es el trabajo soñado de todo adulto que “no quiere crecer”.
millones de dólares. Se espera que para 2020 esta cifra en la región sea de 118 mil millones.
Efectivamente es un tópico. Una cosa es jugar videojuegos y otra bien distinta, desarrollarlos.
Existe, además, toda la industria paralela de merchandising, es decir productos que se venden relacionados con estos videojuegos. Un ejemplo: México tiene 55.8 millones de jugadores activos que gastan un promedio de 1.6 mil millones de dólares al año en este mercado. El 70% de esos jugadores invierte en objetos relacionados con la industria.
Si pensamos en el concepto amplio de los usos de los videojuegos descubrimos la importancia que tiene el sector, no solo en términos económicos sino en impacto social. La gamificación, según la describe Wikipedia, es el uso de la mecánica de videojuegos para incentivar ciertas conductas o aprendizajes en los seres humanos. Es decir, los videojuegos no sirven solo para entretenerse sino que nos permiten generar toda una gama de recursos enfocados en el aprendizaje y el conocimiento.
Por eso, es un sector con un enorme potencial económico y de generación de talento.
Ejemplo de esto son las aulas virtuales, simuladores de vuelo, aplicaciones para la industria médica o el potencial de la realidad virtual que nos permite acercarnos a lugares donde no estamos presentes físicamente.
Actualmente contamos con esta misma formación en Puerto Rico. Sin embargo, por ser territorio estadounidense existen algunos limitantes como el acceso a visas de estudiantes latinoamericanos.
El desarrollo de usos de la tecnología de videojuegos para proyectos con impacto es una de las áreas que estamos incentivando desde la universidad.
Por eso estuvimos buscando un lugar estratégico que pudiera ser el punto de encuentro de los estudiantes de la región y ofrecerles, al finalizar, el ecosistema de creación de videojuegos que la región no tiene.
¿Cómo se convence a un padre de que crear videojuegos es una buena profesión? Con los números. Esta es una de las industrias más atractivas y con mayor proyección a nivel global. Los rankings mundiales muestran que los tres países más fuertes en el desarrollo de videojuegos -China, EE.UU. y Japóngeneraron ingresos en 2017 por más de 1,000 billones de dólares. En América Latina, según el Free Global Games Market Report NewZoo.com de 2017, los líderes del sector son México, Brasil, Argentina y Colombia. En estos países la industria ingresa ahora mismo 4.4 mil
En Panamá la industria es casi inexistente. ¿Por qué escoge la Universidad Interamericana de Puerto Rico a nuestro país para establecer esta licenciatura?
Panamá, por su conectividad y la estabilidad política, social y económica es el país perfecto. Adicionalmente, la Fundación Ciudad del Saber ha sido un impulsor clave para que estemos aquí. Su interés por atraer la tecnología e innovación, las facilidades que tiene el área para los estudiantes y su apoyo al emprendimiento a través de su incubadora han sido fundamentales. En Panamá, la llegada de la universidad nos va a permitir a medio plazo desarrollar una industria muy potente; parte de los ingresos que se esperan para el 2020 se quedarán aquí. Queremos que este sea el hub de los videojuegos de la región.
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Eso quiere decir que el sector podría ser una buena fuente de generación de puestos de trabajo… Efectivamente. Se estima que para el año 2020 en la región existirán un millón de plazas de empleo relacionadas con la industria. Los datos marcan que solo habrá 400 mil perfiles cualificados, es decir, no estamos preparados para atender esa demanda. A nivel global existe el temor de que las máquinas realicen muchos de los trabajos que hacemos ahora. Desde otra perspectiva, esto significa que hay y habrá alta demanda de profesionales que sepan programar estas máquinas. Por eso es necesario dar un giro en los modelos educativos encaminando a los estudiantes hacia las profesiones que tendrán amplia demanda en el futuro. Y entiendo que por eso necesitamos universidades para el desarrollo de videojuegos en la región. A nivel global, desde hace décadas existen licenciaturas en desarrollo de videojuegos pero en América Latina solo la Universidad Interamericana de Puerto Rico ofrece en una sola carrera formación en desarrollo, diseño y programación.
Por eso es tan importante contar con un espacio de formación que permita conocer todas las aristas y hacer frente a la complejidad del sector. ¿Existen cifras de cómo está actualmente el sector en Panamá? Recientemente la CEPAL (el Consejo Económico para América Latina) ha creado una mesa de trabajo multi-actor en Panamá que está levantando un estudio de línea base para saber dónde estamos. A partir de ahí, se podrán implementar las medidas e incentivos necesarios para impulsar la industria. Esta es una mesa de trabajo, en la cual está sentado el sector público con instituciones como SENACYT, el tercer sector con fundaciones como Ciudad del Saber y nosotros como academia. Lo que sí sabemos es que existe una industria incipiente. Panamá está dentro del ranking de Newzoo que destaca los 100 países con mejores estimaciones de ingresos globales de juegos. Me gustaría acabar con otro mito: ¿Son los videojuegos y su desarrollo todavía una cosa de “hombres”?
Actualmente, profesionales de otras disciplinas relacionadas con computación son los que están haciendo estos trabajos gracias a la especialización en videojuegos que ofrecen algunos diplomados.
Te dejo un dato que nos da la respuesta: nuestro profesorado, que viene de diferentes partes del mundo, está compuesto por un 90% de mujeres. Nuestros alumnos, que hasta el momento son panameños, son todos hombres.
Sin embargo, la industria del videojuego se podría comparar con la cinematográfica en la que se requieren perfiles multidis-ciplinares y muy bien preparados.
Sin embargo ya podemos ver el cambio. El primer equipo panameño en desarrollar un videojuego que se vende en Playstation está cofundado por una mujer: Rita Ríos.
Un videojuego no se desarrolla con una o dos personas, es un trabajo de equipo: es necesario saber desarrollar un buen guión, diseñar, programar, crear la música, entender los canales de venta y distribución...
Tener modelos como Rita o como nuestras profesoras seguro que va a generar un cambio en el paradigma. En una industria tan potente, las mujeres no deben quedar fuera.
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S O ST E N I B I L I DA D - N E G O C I O S Federico Fernández D., Director de OTEPI Renovables / Profesor de IESA Meera Sachani
EL MERCADO DE LAS
ENERGÍAS RENOVABLES EN PANAMÁ
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El tema de energías renovables y limpias afortunadamente está cada vez más vigente y adquiere mayor relevancia, como lo demuestran los hechos, además de las opiniones mayoritariamente favorables en medios y redes sociales. Se trata de la energía generada gracias al agua en ríos (hidro), al sol (fotovoltaica), al viento (eólica), al calor subterráneo (geotérmica) y con materias orgánicas (biomasa).
@GrupoOTEPI otepi.com
Según Bloomberg New Energy Finance (BNEF), las nuevas inversiones anuales en energías limpias del mundo durante 2016 (unos 287 mil millones de dólares) fueron casi cinco veces mayores que en 2004, y desde el 2013 la nueva capacidad de generación anualmente instalada en el mundo ha sido mayor de fuentes renovables que de fuentes fósiles. Aunque todavía la capacidad instalada mundialmente proviene mayormente de fuentes no renovables y contaminantes, la nueva generación ya tiende a energías renovables y será la mayor parte del total en pocos lustros, con base en su atractivo financiero más que en políticas ambientales obligatorias. La energía solar fotovoltaica tiene la mayor tracción entre las renovables (para el 2040 se proyecta que sea un 29% del total generado en el mundo, desde un 4% en 2015). Irónicamente, las regiones del mundo con menos irradiación solar tienen más energía solar instalada. Ocurre que en los países desarrollados la adoptaron mucho más temprano, desde finales del siglo XX, con subsidios gubernamentales y adopción forzosa para mitigar el cambio climático, aunque entonces los indicadores financieros no eran muy atractivos.
La nueva generación eléctrica ya tiende a energías renovables y será la mayor parte del total en pocos lustros, con base en su atractivo financiero más que en políticas ambientales obligatorias.
Las llamadas fuentes no convencionales de energía renovables ya son competitivas en precios por kWh con la generación tradicional en base a hidrocarburos o carbón, cuyos atributos de potencia firme y efectividad al precio adecuado le ha permitido ser la mayor fuente de electricidad del mundo durante un siglo, pero sus emisiones contaminantes, mayores o menores según el combustible usado, han sido el sacrificio del planeta para que la civilización tuviese el crecimiento y el desarrollo experimentado desde la Revolución Industrial del siglo XIX. En cuanto lo económico deja de ser una variable relevante en contra, las energías renovables evidencian un fuerte crecimiento como fuentes de generación en la mayoría de los países, tal como se ha visto en los últimos años, gracias a precios mucho menores de los paneles solares y de las turbinas eólicas, por ejemplo. Si además se superan
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los problemas técnicos de variabilidad, calidad de energía y potencia firme del sol y el viento (lo cual ya es posible con bancos de baterías y equipamiento especial, aunque falta que bajen más sus precios para mejorar el atractivo financiero), las energías renovables apuntan a dominar la generación eléctrica y la movilidad urbana en todo el mundo. Ya es noticia usual que las empresas más reconocidas adopten las energías renovables para consumo propio, reduciendo su huella de carbono. Efectivamente, Google, Amazon, Microsoft y Apple fueron los principales consumidores de energías limpias del mundo en 2017, apuntando a ser 100% verdes, y muchas otras compañías se están sumando a esa tendencia. Ya está claro que el eje ambiental es un componente fundamental del desarrollo sostenible, junto a lo económico y lo social. Es un impulso mundial, inclusive en redes públicas: empresas eléctricas tradicionales como ENDESA o ENEL irrumpen con fuerza en el mercado de renovables para su generación.
Pero, aunque en 2017 la generación eléctrica renovable globalmente marcó un récord histórico, algunos indicadores dicen que las emisiones contaminantes siguen aumentando, principalmente porque la movilidad es más contaminante que la generación eléctrica y la eliminación de combustibles fósiles en el transporte es una tarea pendiente.
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vEn Panamá, un reporte de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) de mayo 2018 destaca que el país tiene un enorme potencial para aprovechar la generación hidroeléctrica, eólica, fotovoltaica y de fuentes de biomasa, pero el modelo del mercado eléctrico actual resulta un desafío para su pleno desarrollo pues favorece a las fuentes convencionales, cuyo principal problema es ser contaminantes. En el informe de IRENA se recomiendan acciones para superar las barreras y desplegar mejor las energías limpias, entre otras: evaluar incentivos, mejorar la planificación y el modelado de sistemas eléctricos con mayor penetración de generación variable (sol y viento, hidro de pasada), asumiendo nuevas prácticas operativas, y desarrollar capacidad de mano de obra pertinente para cumplir los objetivos nacionales en la materia. Desde la Ley 45 de agosto 2004, en Panamá existe soporte jurídico y beneficios fiscales para la instalación de sistemas de generación eléctrica de fuentes renovables y limpias, lo cual impulsó las hidroeléctricas. La Autoridad de Servicios Públicos (ASEP) en el año 2012 reglamentó la conexión de centrales particulares limpias a la red eléctrica nacional, con la existencia de medidores bidireccionales y el “neteo” de energía, que permite que un usuario satisfaga su consumo eléctrico y venda los excedentes. Por su parte, el sector solar recibió un estímulo con la Ley 37 de junio 2013, concediendo incentivos fiscales específicos para la energía fotovoltaica (cero aranceles para equipos importados).
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Lo cierto es que, desde hace varios años, la energía hidroeléctrica representa más de la mitad del suministro total de electricidad en Panamá, y recientemente han empezado a desplegarse en el país las otras renovables, como por ejemplo el gran parque de molinos de viento en Penonomé y los miles de paneles solares que ya pueden verse sobre techos de residencias, comercios e industrias para su autoconsumo (sin desconectarse de la red, on-grid) o sobre grandes terrenos para suministrar energía limpia a la red nacional.
Buenas noticias. Sin embargo, aunque Panamá sea un país bendecido con mucha agua, no parece viable la construcción de nuevas represas en sus ríos dado su impacto social, y por otro lado la generación solar y eólica deben superar las restricciones estructurales del mercado local, que menciona IRENA, para acelerar su adopción, especialmente su falta de potencia firme y que haya un balance adecuado entre la oferta instalada y la demanda eléctrica del país, así como de los retornos de los varios actores del sector eléctrico. Pero un segmento de energías renovables seguirá creciendo en Panamá tanto como la legislación local lo permita: la generación solar distribuida en techos. Porque son proyectos financieramente atractivos para solucionar un problema evidente: las altas tarifas y su incertidumbre. Supone tener electricidad en tiempo real durante el día, usando un activo improductivo (los techos) para reducir gastos a largo plazo, con tecnología probada y madura internacionalmente, con confiabilidad de suministro por picos de demanda o en las noches pues el usuario no se desconecta de la red. Las más recientes cifras oficiales de la ASEP indican que para junio 2018 hay registrados 373 proyectos de energía solar en techos para autoconsumo en todo el país, sumando 19.5 MW de capacidad instalada (menos del 1% de la oferta eléctrica nacional). El potencial de crecimiento es evidente, en la medida que se acelera la decisión individual y empresarial de autogenerar energía limpia y renovable. Hay casos exitosos de empresas y marcas tan panameñas como Cochez, Novey, Todo a Dollar, Banco General, Correagua, Fidanque, Nisato, Conway, por mencionar algunas pioneras locales que serán ejemplo y estímulo para muchas otras.
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TONIC Luis Cantillo / Francisco Málaga
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s un lunes de septiembre, primera hora de la mañana y el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber está repleto: empresarios, funcionarios, académicos, creativos y sobre todo, muchos rostros jóvenes. El zumbido de varias conversaciones animadas se mezcla con la música jazz que recibe a los asistentes; la expectativa es palpable. ¿El motivo? El lanzamiento del Clúster de
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Industrias Culturales y Creativas de CdS, una iniciativa que busca agrupar líderes empresariales, gobierno y actores de las industrias “naranja” de Panamá para incrementar la visibilidad de este sector, impulsar su productividad y competitividad y potenciar la innovación. La iniciativa la lidera la Fundación Ciudad del Saber y cuenta con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Ministerio de Comercio e Industrias (MICI). Con ella, Panamá aspira a crear un espacio de colaboración creativa, emulando potentes iniciativas de la misma índole en otros países latinoamericanos.
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Richard Florida, profesor experto en competitividad económica, tendencias demográficas e innovación cultural y tecnológica, autor del libro Las ciudades creativas: Por qué dónde vives puede ser la decisión más importante de tu vida, argumenta que el lugar que escogemos para vivir tiene más influencia en nuestras vidas que casi todas las otras decisiones. El teórico norteamericano cree que detrás de las verdaderas fuerzas económicas del mundo no están los países, sino los clústeres que se forman en las ciudades y por ello, brinda este consejo estratégico: escoger deliberadamente su ubicación.
Esto es particularmente cierto para las personas que forman parte de las industrias creativas y culturales, las cuales UNESCO define como “aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”. Según Florida, “las personas creativas tienden a formar clústeres no simplemente porque les gusta estar en cercanía mutua o porque prefieren centros cosmopolitas con una multitud de amenidades” (…),
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Las fotos en estas páginas son de TRAMA: Industria de la Música Walo Araújo, FCdS @TRAMAcultural TRAMA fue un punto de encuentro para los actores del sector musical, realizado en Ciudad del Saber en mayo de 2018. El evento contribuyó a generar nuevas alianzas creativas y de negocios, y a avanzar en la profesionalización de los más de 300 estudiantes, músicos y otros profesionales que participaron durante cuatro noches y tres días. A todos ellos, el encuentro les ofreció una ventana de oportunidades para ganarse la vida, capacitarse e innovar. TRAMA contribuyó también a difundir conocimiento actualizado en temas que fueron desde la creación y la producción, hasta la circulación y la distribución de música, con participación de figuras clave de la industria local e internacional: artistas, compositores, arreglistas, técnicos de sonido y de escena, productores, representantes de sellos discográficos, programadores de festivales, empresarios y emprendedores del sector, especialistas en derechos de autor y gestión colectiva, cineastas, managers, publicistas, gestores culturales, ONGs y fundaciones del sector, investigadores en ciencias sociales y otros. El evento incluyó la presentación de una selección de 12 grupos musicales de diversos géneros, elegidos mediante una convocatoria pública. Con ello, TRAMA contribuyó a la visibilidad y promoción de las propuestas musicales ante el público y gente clave de la industria. A través de proyectos como TRAMA, Ciudad del Saber pretende favorecer la articulación del ecosistema necesario para la existencia de un mercado para la música hecha en Panamá. De igual forma, CdS se propone contribuir a la consolidación de la música como gremio y como un sector de la economía generador de desarrollo,innovación, cambio social y prestigio para el país. 68
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sino también porque “tal densidad, ofrece ventajas productivas poderosas, economías de escala y un derrame de conocimiento” del que todos se benefician. Los académicos hablan desde hace algunos años de la fuerza de la clusterización y sostienen que una de las claves para el crecimiento económico radica en la concentración de personas productivas, talentosas y creativas. Es una especie de círculo virtuoso: las nuevas ideas y la productividad se potencian cuando estamos cerca de otras personas con dichas características, lo cual a su vez nos hace más productivos, generando mayores beneficios, insumos y riqueza. Por esta razón, como planteó Michael Porter en Clusters and the New Economics of Competition (Harvard Business Review, 1998), desarrollar clústeres para las industrias se ha convertido en un objetivo clave para el desarrollo económico local, ya que se ha demostrado que estos fortalecen la competitividad, aumentando la productividad, estimulando las alianzas innovadoras y presentando oportunidades para el emprendimiento. La representante del BID en Panamá, Verónica Zavala, opina que “las industrias culturales y creativas son una fuente de oportunidad y enorme potencial” y que es un buen momento para que Panamá actúe e impulse este sector como un motor de crecimiento y una alternativa más para el desarrollo. Con iniciativas como el Clúster de Industrias Culturales y Creativas que se ha lanzado este año en Ciudad del Saber, la brecha entre el interés, la intención y las acciones va cerrándose, pero hay que cuantificar ese potencial para saber realmente cuál es su impacto. Ya en 2013, con el ánimo de estimular el debate en América Latina y el Caribe sobre la contribución de la creatividad como un elemento integral del desarrollo económico, el BID lanzó el libro La economía naranja: una oportunidad infinita. Desde entonces, Zavala apunta
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que este ha sido el informe con el mayor número de descargas online del BID. Esta demanda de información sobre el tema no puede ser casual y demuestra que muchas personas creen en el potencial de ese sector y en la necesidad de impulsarlo. Según Galileo Solís, Especialista Senior en Competitividad, Tecnología, Innovación del BID, “la economía creativa produce valor cultural y económico y cuantificarlo permitirá que esta sea sostenible”. En efecto, las cifras sobre el impacto económico de las industrias creativas no son despreciables: a nivel global, la llamada “economía naranja” representa un 3% del PIB y da empleo a casi 30 millones de personas, según el informe de UNESCO (2015) Cultural times. The first global map of cultural and creative industries. En nuestro país, según datos del estudio Industrias creativas culturales en Panamá: diagnóstico del sector y relevancia económica realizado por INDESA para el BID en 2017, el sector naranja produjo en 2011 unos 800 millones de dólares, que representaron el 2,9% de la producción total del país, generando más de 58 mil trabajos (4.4% de la población ocupada).
El camino a seguir para
el clúster panameño
Países como Argentina, Colombia, Brasil o Chile han logrado crear con éxito espacios de colaboración creativa aglomerando una diversa agenda de actividades culturales y de personas y compañías de la industria creativa, conectándolas a su vez con actores locales para crear valor. Estos clústeres SAPIENS #00 2018
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sirven como estrategia de desarrollo para las propias industrias y en muchos países incluso la estrategia se encaja con la de marca-país. En Panamá, el clúster “llena un vacío que necesitan nuestros artistas y creativos”, de acuerdo con el Viceministro de Comercio e Industrias, Néstor González, pero es importante sobrellevar varios obstáculos. El BID ha diagnosticado brechas como la falta de información y estadísticas, insuficiente capital humano e instrumentos de política, necesidad de una mayor coordinación público-privada y mayor protección de la propiedad intelectual. Para Walo Araújo, Vicepresidente de Comunicaciones de Ciudad del Saber, es clave identificar oportunidades conjuntas para lograr una formación oportuna, así como la profesionalización, investigación, desarrollo e innovación (I+D+I), asesoría jurídica, networking y cabildeo necesarios. Para ello, CdS se ha trazado una ruta crítica de implementación a cinco años que contempla las etapas de incubación, desarrollo y madurez del clúster. Uno de los aspectos clave en este proceso es reconocer que “la cadena de valor de estas industrias es diferente y hay que entenderlas mejor, generar planes de acción y estrategias que respondan a cada una de sus particularidades y dotarlas de las herramientas necesarias para competir en el mundo de los negocios”, añade Araújo. Iniciativas del sector no gubernamental como el Festival Internacional de Cine (IFF), el Panama Jazz Festival o el Festival PRISMA de Danza Contemporánea, o impulsadas desde el ámbito del emprendimiento como el Micro Brew Fest, son algunos de los proyectos de impacto social, cultural y económico que vienen siendo respaldados por Ciudad del Saber, y que en el marco de la nueva estrategia de clusterización serán también actores importantes. Araújo sostiene que estos eventos no solo generan ingresos y empleo, sino que favoren la innovación y construyen reputación para el país. 70
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En sus palabras, “Ciudad del Saber está favoreciendo una oferta de programas académicos y de formación profesional, impulsando startups y facilitando la colaboración entre ellos y profesionales independientes, empresas innovadoras, festivales, ONGs, cooperación internacional y el gobierno, haciendo posible la articulación de todos estos actores para desarrollar las industrias culturales y creativas de Panamá. Y añade: “Ayudar a unir lo que está desunido, ese será sin duda el principal desafío”. Algunas de las líneas de acción ya están en marcha, “otras se encuentran en excelentes condiciones para ser impulsadas a corto o mediano plazo”, puntualiza. Los ingredientes están allí, se inicia una nueva era. En Panamá, la semilla ha germinado al fin.
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Desde el cielo Alejandro Balaguer, Panamá desde el Cielo / Fundación Albatros Media @AlbatrosMedia_F /
@albatros.media / albatrosmedia.net
El radiante océano Pacífico se extiende delante de nuestro “pájaro plateado”. El equipo expedicionario de Fundación Albatros Media mira el horizonte del Golfo de Panamá en busca de ballenas: una escena recurrente en nuestras exploraciones fotográficas por el espacio aéreo panameño con mis infaltables compañeros de aventuras. Durante varios años, recorrimos la estrecha cintura continental y los extensos archipiélagos del territorio nacional documentando sus mares, islas, montañas, bosques y ríos, con el fin de divulgar la importancia de conservar y dar un uso sostenible a los ecosistemas y a la biodiversidad. Luego de haber volado incontables horas sobre la privilegiada naturaleza, habiendo cosechado miles de imágenes, es tiempo de compartirlas en este libro, que presenta nuestros viajes por seis áreas del país, que incluye crónicas, extractos de bitácoras, fotografías y enlaces a videos. Las joyas paisajísticas que hemos fotografiado nos han dejado la certeza de que, para conservar, es clave el ordenamiento de las actividades humanas en las áreas naturales protegidas, en los bosques, manglares y arrecifes de coral, en las zonas de reproducción de las especies y en las cabeceras de las cuencas hidrográficas, mayormente. Es que todos los ecosistemas, los bosques, cuencas, océanos y la biodiversidad que hacen posible la vida en la Tierra están finamente conectados. La ruptura de esa cadena maravillosa en alguno de sus eslabones desencadena una serie de efectos que debilitan el delicado equilibrio natural que sostiene la existencia en una capa formada por agua, tierra y aire, en la cual se desarrollan todos los seres vivos llamada biosfera. Son hechos que nos llevan reflexionar y a replantear nuestra relación con la naturaleza, manteniendo la continuidad y las conexiones de la vida, a través de un modelo de desarrollo más amigable con nuestro entorno natural. Así, al reducir nuestra carrera en el consumo de recursos, aplacando nuestra ansia material, sin duda podremos acceder a un planeta a salvo, a una “Casa” más limpia, y a un mundo con mayor armonía social y paz.
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Parque Nacional El Copé Isla Colón, Bocas del Toro
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Tierras Altas, Chiriquí
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Coiba
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Gunayala
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Bocas del Toro
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Las Perlas
Isla Rancheria, Coiba
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Aliados de la Semana de la Ciencia del 18 al 27 de octubre de 2018 en colaboración con:
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – UNESCO Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación – SENACYT Asociación Panameña para el Avance de la Ciencia – APANAC Red de Centros de Visitantes y Museos de la Región Interoceánica Universidad de Naciones Unidas / Maastricht Economic and Social Research Institute on Innovation and Technology