Ciudad del Saber: Un Legado en construcción

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ISBN: 978-9962-8985-5-9 Copyright © 2015 Fundación Ciudad del Saber. Todos los derechos reservados. La reproducción total o parcial de este libro, ya sea por procedimientos electrónicos o mecánicos, incluyendo el fotocopiado, la grabación magnética o cualquier forma de almacenamiento de información, está sujeta a la autorización escrita de la Fundación Ciudad del Saber. Primera edición: Noviembre de 2010. Tiraje: 2,000 ejemplares. Segunda edición: Diciembre de 2015. Tiraje: 2,000 ejemplares. Diseño gráfico y pre-prensa: Dos Productions, Inc. Impreso en Colombia por Printer Colombiana S. A. con papel fabricado en el molino de Sappi Stockstadt en Alemania, fábrica de papel con registro EMAS bajo los más altos estándares ambientales a nivel mundial.

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Texto principal por Eduardo Tejeira Davis Concepto y edición: Walo Araújo

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Índice

Perspectiva aérea del Cuadrángulo Central de Ciudad del Saber. Al fondo, el Canal de Panamá.

Introducción

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Capítulo 1 Entre el camino de Cruces y el río Grande

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Capítulo 2 Evolución arquitectónica y urbanística en la antigua Zona del Canal

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Capítulo 3 La arquitectura y los paisajes de Ciudad del Saber

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Capítulo 4 La cuestión patrimonial: ¿qué conservar?¿cómo transformar?

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Introducción La Fundación Ciudad del Saber se complace en presentar la segunda edición de este libro, publicado por primera vez en 2010 con el objetivo de dar a conocer el valor del patrimonio histórico, arquitectónico, urbanístico y paisajístico del área en la que se encuentra Ciudad del Saber. Por entonces, la publicación de Ciudad del Saber: Un legado en construcción supuso una primicia editorial, ofreciendo al público una narrativa panameña sobre el significado histórico de la antigua base estadounidense de Clayton, transferida a Panamá en noviembre de 1999. El proceso de investigación requerido para la preparación de este libro sacó a la luz gran cantidad de información sobre este lugar, la manera en la que fue planificado y los detalles de sus 80 años de historia como 10

base militar. Las pesquisas llevaron a Eduardo Tejeira — historiador y arquitecto panameño a quien encargamos los textos originales de esta publicación — a identificar cuestiones relevantes sobre la historia de estos parajes previa a la construcción del canal, así como a reconocer nuevos vínculos entre el lugar — hasta hace poco “ajeno” — y la historia de nuestro país. Aunque el hilo conductor de la narración que este libro presenta es la historia de la planificación y de la arquitectura, a lo largo de sus cuatro capítulos logra también identificar vínculos significativos con la historia social, económica, ambiental, política y cultural relacionada con la presencia civil y militar de los Estados Unidos en Panamá.


Vista aérea de Ciudad del Saber, desde el sureste.

Desde que fue transferida a manos panameñas, la antigua base militar ha venido siendo transformada por la Fundación Ciudad del Saber para adaptarla a las necesidades de un proyecto de Estado: crear en este sitio un entorno fértil en el que convivan y colaboren la empresa privada, la academia, los centros de investigación, las organizaciones no gubernamentales y los organismos de cooperación internacional, para poner el conocimiento al servicio de un desarrollo más humano y sostenible.

paisajístico recibido, teniendo siempre presente que lo que nuestras generaciones seamos capaces de construir será también un legado para los que están por venir. Jorge R. Arosemena R. Presidente Ejecutivo Fundación Ciudad del Saber Diciembre, 2015

Esta publicación pretende contribuir a que el público conozca más de cerca esta transformación y los criterios que la inspiran, así como las medidas adoptadas y los proyectos que se realizan para la conservación y puesta en valor del legado arquitectónico y 11


Entre el camino de Cruces y el río Grande

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Detalle de un mapa de los caminos de Cruces y Gorgona, 1735, levantado por el ingeniero militar español Nicolás Rodríguez, el cual ha sido adaptado para esta publicación. En rojo, el camino de Cruces; en amarillo, el de Gorgona. La bifurcación de ambos («apartamiento» en el lenguaje de la época) quedaba a más o menos un kilómetro del actual límite norte de la Ciudad del Saber. Nótense los ríos Grande, Cárdenas y Caimitillo, cuyos nombres perduraron a lo largo de los siglos. Fuente: Archivo General de Indias, Sevilla, sign. MP Panamá 137.

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Detalle del mapa de la zona transístmica del cartógrafo alemán August Petermann, publicado por Moritz Wagner en 1861. Entre el salobre río Grande (coloreado en azul para esta publicación) y la vía del ferrocarril había pantanos (Sümpfe en alemán). El topónimo Crossroads («Cruce de Caminos») indica la antigua bifurcación de los caminos de Cruces y Gorgona (coloreados en rojo). Al otro lado del río Cárdenas existía una hacienda de nombre Guadalupe, nombre que también aparece un mapa de 1735. Fuente: Colección de E. Tejeira.

Los extensos conjuntos arquitectónicos y paisajísticos de Ciudad del Saber, repartidos en 120 hectáreas, tienen sus orígenes en el fuerte Clayton, base militar estadounidense creada en 1919 y revertida a Panamá en 1999. Durante sus ocho décadas de existencia, el fuerte Clayton —cuyo nombre oficial en inglés era Fort Clayton Army Reservation— fue un importante eslabón dentro de un sistema de instalaciones militares que protegía las dos entradas de la vía interoceánica. Como tal, era parte de un vasto plan que afectó profundamente la topografía y paisajes de la otrora Zona del Canal. Esta red de asentamientos, todos meticulosamente planificados, era distinta a todo lo que había existido en Panamá hasta ese momento. 14

Tiempos lejanos Antes de la construcción del canal, Clayton era un área rural situada entre el río Grande y los legendarios caminos de Cruces y Gorgona*, un paraje de sabanas, humedales y suaves colinas localizado a unos seis kilómetros del casco urbano de Panamá. Según el viajero británico John A. Lloyd, a quien Simón Bolívar envió a Panamá en 1827 para determinar la mejor ubicación de una nueva ruta transístmica (ya fuese una carretera o un canal), el viejo río Grande, hoy casi olvidado, surgía «cerca de una montaña llamada Pedro Miguel, y después de recibir varios arroyos, se torna navegable para canoas de gran tamaño a dos leguas


afluente del río Grande que define el límite sureste de Ciudad del Saber. El nombre Cárdenas existe desde hace siglos; en un conocido mapa de 1735 de los caminos de Cruces y Gorgona, conservado en el Archivo General de Indias en Sevilla, se reconoce el sitio entre ambos ríos y el río Caimitillo, el límite noroeste del fuerte Clayton, que también conserva su apelativo colonial. El único hito que se indica en todo este sector, a un costado del río Cárdenas, es una solitaria casa con el nombre «Don Victoriano», quizás el dueño. El valle del río Grande experimentó una primera gran transformación entre 1850 y 1855, con la construcción del Ferrocarril de Panamá. Como la línea férrea pasaba por allí, ya no era un traspatio de los caminos de Cruces y Gorgona; es más, la última estación antes de llegar a Panamá, Río Grande, quedaba precisamente frente al actual conjunto principal de Ciudad del Saber. Fessenden N. Otis, quien cruzó el istmo en 1857 y publicó sus experiencias bajo un seudónimo en la revista Harper’s New Monthly Magazine en 1858 y 1859, describe el paisaje de la siguiente manera: «Desde Paraíso la vía continúa sobre barrancos y serpentea alrededor de varias montañas de forma cónica, descendiendo gradualmente hasta pasar las tierras bajas y los pantanos del río Grande… Después de cruzar los puentes de hierro sobre los ríos Pedro Miguel y Caimitillo (estrechos tributarios salobres del río Grande), se pasa la estación Río Grande. Después de allí, a través de pantanos y sabanas cultivadas que se alternan, se cruza el lodoso lecho del río Cárdenas...»

de la desembocadura, la cual queda a unas dos millas de Panamá». En ese tiempo, un gran banco de arena obstaculizaba la boca del río, ya que allí «no quedaban más que dos pies de agua en marea baja **». Hoy día, ese paisaje histórico de potreros y ciénagas ribereñas es difícil de imaginar: tanto el camino de Cruces como el de Gorgona fueron abandonados hace un siglo, mientras que Venta de Cruces y Gorgona desaparecieron bajo las aguas del río Chagres y el lago Gatún. El río Grande, antes tortuoso y malsano, fue enderezado, ensanchado y transformado en la entrada del canal. El único accidente geográfico importante que aún se mantiene allí sin mayores cambios es el río Cárdenas,

De la misma época existen testimonios más específicos. En 1857, dos años después de inaugurado el ferrocarril, el geógrafo alemán Moritz Wagner viajó por toda la zona transístmica y describió la flora y configuración geológica de cada tramo de la ruta. Su informe, publicado en 1861***, incluye un detallado mapa de August Petermann, uno de los cartógrafos más renombrados del siglo XIX, que muestra los contornos de la gran zona pantanosa entre la vía férrea y el río Grande, la cual empezaba justo frente a la estación; también indica las haciendas en sus inmediaciones.

*El camino de Gorgona, hoy mucho menos recordado que el de Cruces, era una ruta alterna entre la ciudad de Panamá y el río Grande; se utilizaba durante la estación seca. **Traducido de « Notes Respecting the Isthmus of Panamá », The Journal of the Royal Geographical Society of London, Vol. 1, 2a Edición, Londres, 1833. ***«Zu einer physisch-geographischen Skizze des Isthmus von Panamá», Ergänzungsheft zu Petermanns Geographischen Mitteilungen, Gotha (Alemania).

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Detalle de un mapa francés de la ruta propuesta para el Canal de Panamá, de alrededor de 1895. Muestra el área entre la esclusa de Miraflores propuesta por Gustave Eiffel, la desembocadura del río Grande, la ruta del canal (en rojo) y la vía del ferrocarril (en negro). Nótense la estación Río Grande y un caserío o campamento a ambos lados de la vía, muy cerca del río Cárdenas. Los edificios en naranja pertenecían a la compañía francesa del canal. Fuente: ACP.

En la década de 1880, la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique liderada por Ferdinand de Lesseps empezó la construcción del Canal de Panamá; adquirió la mayoría de las acciones del ferrocarril y muchas tierras a lo largo de la ruta. Fue en ese tiempo que se planteó aprovechar el río Grande para la excavación. En los mapas franceses de fines del siglo XIX, muy precisos, se aprecian el río Grande con sus meandros, la ruta del canal, la estación de Río Grande y un caserío a lo largo de los rieles que debió haber quedado más o menos donde hoy corre la avenida Omar Torrijos Herrera, frente a Ciudad del Saber: solo que en ese tiempo, antes de los rellenos, la topografía era menos regular. Con la firma del tratado Hay-Bunau-Varilla (1903), que dio inicio formalmente a la etapa estadounidense, se creó la Zona del Canal, cuya existencia conllevó una reorganización total del espacio en función de la construcción, manejo y defensa de la vía interoceánica.

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Como bien se sabe, originalmente Washington quería construir el canal por Nicaragua (no por Panamá), pero al final, en 1902, Philippe Bunau-Varilla y sus aliados, entre ellos Oliver Nelson Cromwell y Marcus A. Hanna, convencieron al Senado de aprobar la ruta panameña si se cumplían ciertas condiciones. Como Bogotá se rehusó a aceptarlas, Panamá se separó de Colombia. A inicios de 1904, Panamá entregó el territorio de la Zona del Canal para que EE.UU. lo empleara a sus anchas. La Comisión del Canal Ístmico (Isthmian Canal Commission o ICC por sus siglas en inglés) dedicó los primeros años a crear la infraestructura necesaria de transporte, aprovisionamiento, saneamiento y vivienda para hacer posible la construcción del canal. En 1907, con la llegada del coronel George W. Goethals del Cuerpo de Ingenieros de las Fuerzas Armadas, empezó la faraónica recta final. Poco a poco, la Zonal del Canal cobró forma casi como una colonia, y se afinaron los planes para reestructurar el territorio.


Antiguo poblado de La Boca en 1907 (visto desde cerro Sosa), ubicado en un área de ciénaga próxima a la desembocadura del río Grande. Fuente: ACP.

Inicialmente, la Comisión del Canal Ístmico mantuvo el campamento de Río Grande, pero en 1909 el sitio había ya desaparecido. Esta foto, tomada entre 1906 y 1907, muestra obreros haciendo fila en el comedor del campamento. Fuente: ACP. Informe Anual de la Comisión del Canal Ístmico, 1907.

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Tras la aprobación del Canal Zone Act, el caserío de Río Grande desapareció. El sitio fue aprovechado para depositar tierra excavada en el corte Culebra.

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Detalle de un mapa de 1908 (adaptado para esta publicación) que muestra los vertederos creados para depositar la tierra excavada del corte Culebra. El Cardenas River Dump, después conocido como Miraflores Dump, fue creado en el área en la que hoy se encuentra Ciudad del Saber (Ver área resaltada dentro del círculo.) Fuente: ACP. Informe Anual de la Comisión del Canal Ístmico, 1908. A la izquierda: El sitio de Río Grande en la década de 1910, ya convertido en Miraflores Dump. Esta fotografía aparece en el libro America’s Triumph at Panama de Ralph E. Avery (1913). Según esta publicación, el vertedero tenía más de 40 pies de profundidad. Fuente: ACP.

Durante el año fiscal de 1908, la Comisión del Canal Ístmico (CCI) creó un relleno (dump en inglés) entre los ríos Grande y Cárdenas, con una capacidad de más de diez millones de yardas cúbicas. Para ello fue necesario desmantelar el poblado y la estación de Río Grande, que desaparecieron sin dejar rastro. En ese tiempo se crearon más de una veintena de vertederos para depositar los gigantescos volúmenes de tierra excavada del corte Culebra. Así surgió el Cardenas River Dump, posteriormente conocido como Miraflores Dump. El topónimo

Miraflores hace referencia a las esclusas de ese mismo nombre, construidas por los estadounidenses entre 1910 y 1913, cuyos orígenes se remontan al proyecto de canal a esclusas desarrollado por Gustave Eiffel en 1887. Tanto en el Miraflores Dump como en otras partes, el relleno cambió la topografía y elevó el suelo. El nivel original de la estación y el campamento de Río Grande se encuentra v arios metros por debajo del actual.

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Camp Elliott, c. 1905. Fuente: C.L. Chester, colección de la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans, EE.UU.

En la biblioteca de la Autoridad del Canal de Panamá se conserva un gran mapa de 1912, dibujado en pleno período de transición, donde el sitio de la actual Ciudad del Saber ya aparece como una posible área de uso militar. Coincide con una propiedad de nombre Cárdenas, al lado de otra llamada Juan Díaz Caballero que en un tiempo perteneció a Manuel Amador Guerrero, primer Presidente de la República. Si bien los acuerdos internacionales a partir del tratado Clayton-Bulwer de 1850 presumían que la vía interoceánica, una vez construida, sería estrictamente neutral, los Estados Unidos insistían en la necesidad de fortificarla. Al separarse Panamá de Colombia ya había tropas estadounidenses en el país, y en 1904 llegaron dos batallones de marines que se establecieron en Camp Elliott, un caserío provisional de barracones de madera que quedaba sobre un cerro, cerca de Bajo Obispo y frente al corte de Culebra. En agosto de 1912, el Congreso estadounidense aprobó el Canal Zone Act, la Ley Fundamental de la Zona del Canal, y el 5 de diciembre, por decreto ejecutivo, se ordenó tomar posesión de toda la tierra («all land and land under water») dentro de sus límites. Las autoridades zoneítas desalojaron a la población original y crearon nuevos asentamientos, distintos a los viejos villorrios ribereños y los fugaces campamentos creados en función de las excavaciones. Pronto se hizo borrón y cuenta nueva: cambiaron muchos nombres, también la topografía.

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En 1904 llegaron dos batallones de marines que se establecieron en Camp Elliott, un caserío provisional de barracones de madera que quedaba sobre un cerro, cerca de Bajo Obispo y frente al corte de Culebra.

Detalle de un mapa de la Comisión del Canal Ístmico de las propiedades existentes en la Zona del Canal en 1912, que luego serían expropiadas. En rosa se indican las áreas asignadas a usos militares; en amarillo, las tierras del ferrocarril; en verde, las tierras que en 1912 aún estaban en manos de particulares panameños. En este mapa, el sitio en el que hoy está Ciudad del Saber (en una propiedad de nombre Cárdenas) ya aparece como una posible área de uso militar. Fuente: ACP

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La Zona del Canal en 1913. En ese tiempo, el territorio zoneíta aún no incluía todo el lago Gatún. Fuente: Abbot, 1914.

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El fuerte Clayton El fuerte Clayton, sucesor del Miraflores Dump, fue creado como parte de un gran plan de defensa del canal que fue adquiriendo forma poco antes de la conclusión de la obra.

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En 1910, el Congreso de los EE.UU. votó a favor de que se fortificase el canal y vinieran tropas permanentes; un año después adjudicó los primeros dos millones de dólares para las obras. Se empezó protegiendo ambas entradas del canal con sendas baterías de cañones; los más poderosos, de 16 pulgadas, eran los más grandes del mundo en esa época. Ese mismo año llegaron los primeros destacamentos permanentes de infantería, los cuales se instalaron en Camp Otis, muy cerca de Camp Elliott. En 1913 se aprobaron los planos para construir una gran base cerca de Balboa y otras dos más pequeñas en el Atlántico: he aquí los orígenes de los fuertes Amador, Sherman y Randolph, que adquirieron estos nombres algún tiempo después.

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El inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, dos semanas antes de la apertura del canal, forzó la elaboración de un plan de defensa realmente ambicioso. Dentro de la estrategia militar estadounidense de hace cien años, cuando el avión apenas se había inventado y no existían misiles, la defensa partía de multitudinarias operaciones terrestres o navales. Además de proteger las entradas del canal, convenía defender las esclusas, tarea que fue asignada a la infantería. En junio de 1917, dos meses después de que los EE.UU. le declarara la guerra a Alemania, se reunió un comité, dirigido por el General de Brigada Adalbert Cronkhite, para identificar los sitios más convenientes para la construcción de estas bases. Se sugirió construir una en Gatún (el futuro fuerte Davis) y otra más entre el Miraflores Dump, Corozal, el río Curundú y Diablo: la Curundu Military Reservation. Esta enorme base, que incluía el Miraflores Dump, fue creada formalmente por decreto ejecutivo firmado por el Presidente Woodrow Wilson el 30 de diciembre de 1919. Unos meses antes, ya se había decidido cambiar


el prosaico nombre Miraflores Dump por Fort Clayton en honor al Coronel Bertram T. Clayton, muerto en combate en 1918, durante la Primera Guerra Mundial. El nombre Clayton no significaba nada para los panameños al otro lado del cerro Ancón, pero sí era parte de la memoria colectiva estadounidense. Nacido en 1862 en Alabama, en plena guerra civil, provenía de una distinguida familia sureña. Estudió en la academia militar de West Point, donde fue compañero de clase del famoso general John J. Pershing. Combatió en la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, y entre 1899 y 1901 fue congresista por Nueva York. Después de fracasar en su intento de reelección, regresó al ejército, donde fue quartermaster (o sea, el intendente a cargo de la logística y el equipamiento de la tropa) de las fuerzas armadas en la Zona del Canal entre 1914 y 1917. También ejerció este cargo en los campos de batalla en Francia, donde murió en un bombardeo alemán en 1918. Está enterrado en el Cementerio Nacional de Arlington en las afueras de Washington, y fue el egresado de más alto rango de West Point en morir en la Primera Guerra Mundial.

El Coronel Bertram Tracy Clayton (1862-1918) Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

La enorme Curundu Military Reservation, que incluía Miraflores Dump, fue creada por el presidente Wilson en 1919.

En esta fotografía de la década de 1920 se aprecia la gran transformación ocurrida en el cauce y en la desembocadura del río Grande. En primer plano, el fuerte Clayton original. A su derecha, entre el canal y la vía férrea, aún pueden verse algunos de los viejos meandros del río. Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

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Detalle del mapa Canal Zone and vicinity, Pacific side, c. 1963 (escala 1:25,000), adaptado para esta publicación. En naranja, la superficie del antiguo fuerte Clayton, cuya jurisdicción incluía Curundu; resaltado, la actual Ciudad del Saber; en verde, el límite de la Zona del Canal, que existió hasta 1979. La superficie del fuerte Clayton, con todos sus bosques, era más grande que los corregimientos de San Felipe, Santa Ana, El Chorrillo, Calidonia, Curundú y Bella Vista juntos; la actual Ciudad del Saber (120 hectáreas) es el doble del Casco Antiguo. Fuente: ACP.

El fuerte Clayton y las demás instalaciones militares de la División del Pacífico cubrían todos los costados de la entrada sur del canal.

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Con el tiempo, el fuerte Clayton fue separado de la Curundu Military Reservation original. Nunca se urbanizó del todo; gran parte del terreno se mantuvo como reserva forestal. El fuerte Clayton funcionó como base de infantería durante setenta y nueve años. Junto con las demás instalaciones militares de la División del Pacífico — Howard, Kobbe, Rodman, Cocolí, Corozal, Amador, Albrook, Curundu y Quarry Heights— cubría todos los costados de la entrada sur del canal; en el lado Atlántico, los fuertes Sherman, Davis, De Lesseps, Gulick, Coco Solo y Randolph conformaban un cerco similar de protección. Hasta 1979, año en que la Zona del Canal desapareció como ente político, las bases militares estadounidenses coexistían con el territorio que correspondía al canal en sí. Una vez entraron en vigencia los Tratados TorrijosCarter, subsistieron algunos años más como enclaves rodeados de tierra devuelta a Panamá. Entre 1986 y 1999, Clayton fue la sede del Comando Sur (Southern Command), uno de los diez Unified Combatant Mommands con que cuenta el Departamento de Defensa estadounidense. Desde 1963, su área de acción abarca toda Sudamérica y el Caribe. La parte edificada del fuerte Clayton creció en varias etapas hasta llegar a su apogeo y máxima población durante la Segunda Guerra Mundial. Con el tiempo fue separada de la Curundu Military Reservation original, que finalmente quedó reducida a un área residencial. En los años cincuenta, Clayton absorbió este nuevo Curundu. Nunca se urbanizó todo; su gigantesca superficie era mayor que San Felipe, Santa Ana, El Chorrillo, Calidonia y Bella Vista juntas. Gran parte del terreno se mantuvo como reserva forestal.

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vap© Banda de música en el parade ground de la base original. Al fondo se aprecian dos de las cuatro grandes barracas con las que contaba el fuerte. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

La base original, definida por el comité de Cronkhite, se edificó en el extremo sur del terreno adjudicado, entre el río Cárdenas y la vía del ferrocarril, exactamente sobre los rellenos del Miraflores Dump. Constaba de cuatro grandes barracas para la tropa, 26 casas para oficiales y NCOs*, un edificio central para la administración y 11 estructuras más para establos y depósitos. El Destacamento 33 de Infantería, el primero en llegar, tomó posesión de la base el 25 de octubre de 1920. Si bien en los años veinte hubo una pausa en el ritmo de construcción, en la década siguiente la base empezó a crecer. Un regimiento del Cuerpo de Ingenieros, otro de Artillería de Campo, el Cuerpo Médico, las oficinas del quartermaster y otros más se mudaron allí. La población aumentó de 2,180 (2,117 soldados y 63 oficiales) en 1934 a 3,636 (3,543 soldados y 93 oficiales) en 1939.

* NCOs (Non-commissioned officers) se refiere a sargentos y cabos en la jerga militar estadounidense .

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La base original se edificó entre el río Cárdenas y la vía del ferrocarril, exactamente sobre los rellenos del Miraflores Dump. Contaba con cuatro grandes barracas para la tropa y 26 casas para los oficiales y NCOs.


vap© Cuartel general de la base original. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

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Vista aérea de principios de la décana de 1930, en la que se aprecia a la derecha la construcción de las primeras casas de la Colonel’s Row. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

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En 1931, el Departamento de Guerra creó la Quartermaster Construction Division Planning Branch, que por un tiempo empleó a arquitectos y paisajistas de cierta envergadura, no a simples burócratas; como veremos después, en el fuerte Clayton de los años treinta trabajaron arquitectos tan conocidos en Panamá como Rolland C. Buckley, Gustavo Schay y Harold W. Sander. En esa década surgieron dos conjuntos de valor arquitectónico y urbanístico: el llamado Officers’ Row ( o Colonel’s Row) de edificios residenciales frente al vasto Miller Field, parte del cual fue inicialmente un aeródromo, y Soldier’s Field (hoy Cuadrángulo Central), donde destaca el inmenso edificio 104. Al estallar la guerra en Europa en 1939, el Congreso en Washington destinó 50 millones de dólares para mejorar las defensas del canal; el presidente Roosevelt puso toda la Zona del Canal bajo órdenes militares. Clayton

creció aún más y alcanzó una población de 4,074 (3,927 soldados y 147 oficiales) en vísperas de Pearl Harbor en 1941. Fue en ese tiempo que se creó el vasto New Post (hoy llamado Parque de los Lagos) en el extremo noroeste del fuerte. Al revertir Clayton a Panamá, gran parte de los edificios construidos durante la Segunda Guerra Mundial quedaron dentro de Ciudad del Saber. Fuera de ella están solo el enorme hospital (que hoy pertenece a la Caja del Seguro Social), la otrora residencia de enfermeras y algunos conjuntos de viviendas para oficiales. Todos fueron construidos entre 1941 y 1943. Después de esta época de oro del fuerte Clayton, definida en su arquitectura por un Mission Style y un Art Deco «tropicalizados», los niveles de inversión bajaron.

La época de oro del fuerte Clayton (1930 - 1945) estuvo definida en su arquitectura por un Mission Style y un Art Deco “tropicalizados.”

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Fachada principal del edificio 104 (hoy sede de la Fundación Ciudad del Saber), construido en 1933. Originalmente el edificio fue concebido como una gigantesca barraca para albergar cuatro companías de artillería de campo. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

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Vista aérea del Cuadrángulo Central de Ciudad del Saber.

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Arriba: Competición atlética en el field track de la base (ver su ubicación en el plano de la página 35). Al fondo, se observan las casas para oficiales construidas entre 1932 y 1933. Abajo, a la izquierda: Tiendas de campaña en el Miller Field. Abajo, a la derecha: Antiguo Hospital de Clayton (1940-1943), hoy sede de la Caja del Seguro Social. Las tres imágenes pertenecen a la colección de Vicente A. Pascual.

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Detalle de un plano del fuerte Clayton en 1942. Fuente: National Archives, College Park, Maryland.

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Conjunto de 38 viviendas para cabos y sargentos, concluidas en 1943 (actuales edificios 301-316, 318-323 y 325-340).

Durante la Guerra Fría, los sistemas tradicionales de defensa, basados en presencias militares gigantescas, perdieron vigencia: su mantenimiento era muy costoso y ya no ofrecían protección alguna contra ataques aéreos. Además, las relaciones entre Panamá y los EE.UU. se tornaban, por momentos, cada vez más tensas. En las altas esferas de Washington ya se preveía el fin de la Zona del Canal. En Clayton (como en el resto de la «Zona»), los conceptos arquitectónicos y urbanísticos dieron un giro radical. Si bien la población militar de la Zona del Canal se redujo radicalmente —de unos 67,000 en 1943 bajó a 6,600 en 1959—, cada vez más soldados venían con sus familias; en 1961, la cifra del personal casado había subido al 45%. Fue necesario modificar las viejas barracas multitudinarias, donde la tropa dormía en grandes salas sin privacidad alguna, o reemplazarlas por edificios más cómodos con viviendas individuales.

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Justo después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, empezó la reestructuración y ampliación del fuerte, la cual procedería en cuatro grandes etapas hasta 1979. El primer gran proyecto de vivienda se hizo en la llamada «Colina 2»* en el extremo norte de la actual Ciudad del Saber (1948-1949), seguido por otro conjunto situado en el recinto original de la base (1958-1960). Los últimos ensanches, tan extensos que más que duplicaron el área urbanizada, se llevaron a cabo entre 1965 y 1969 y entre 1978 y 1979, mayormente hacia el nordeste. En estas dos últimas ampliaciones, de carácter suburbano por su traza y arquitectura, se construyeron varios centenares de unidades de vivienda.

* Denominación asignada en el Plan Maestro de Desarrollo Urbano de Ciudad del Saber (2009).


Después de la Segunda Guerra Mundial empezó la reestructuración arquitectónica del fuerte. El primer ensanche, un conjunto de 36 dúplex de un piso, se construyó entre 1948 y 1949.

Ensanche realizado entre 1948 y 1949, denominado “Colina 2” en el Plan Maestro de Ciudad del Saber. Edificios del 371 al 398.

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ETAPAS CONSTRUCTIVAS DEL FUERTE CLAYTON 1919 - 1922 (Edificios conservados de la base original 1932 - 1940 1940 - 1941 1942 - 1943 1948 - 1949 1958 - 1965 1965 - 1979 LIMITE DE LA CIUDAD DEL SABER Dibujo: E. Graell.

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Control conjunto EE.UU. – Panamá en una garita de la base de Amador, durante la etapa de transición. Fuente: ACP. A la derecha: Detalle del Mapa General de las Tierras y Aguas del Tratado del Canal de Panamá. Fuente: ACP.

La reversión En 1979 entraron en vigor los Tratados Torrijos-Carter y la Zona del Canal desapareció como ente político. A partir de ese momento sus tierras e instalaciones revirtieron a Panamá en base a un calendario pactado. Las bases militares, que fueron transferidas por etapas, subsistieron durante esos años como enclaves rodeados de tierra devuelta a Panamá. El Canal fue administrado en conjunto por los Estados Unidos y Panamá a lo largo de esos 20 años. El ente de transición, la Comisión del Canal de Panamá, se transformó finalmente en la actual Autoridad del Canal de Panamá. Para el aprovechamiento de los territorios e instalaciones de la antigua «Zona» y su articulación al desarrollo del país, se puso en marcha un proceso de planificación urbana - regional sin precedentes en Panamá, con el liderazgo de la Autoridad de la Región Interoceánica – ARI (1993 -2005) y la participación de amplios sectores de la sociedad panameña. Como parte de este proceso se elaboró el Plan Regional para el Desarrollo de la Región Interoceánica y el Plan General de Uso, Conservación y Desarrollo del Área del Canal, aprobados oficialmente como ley en julio de 1997. Las 120 hectáreas que recibió la Fundación Ciudad del Saber en noviembre de 1999 coinciden con el casco histórico del antiguo fuerte Clayton. El resto de Clayton se dividió en varias partes: las áreas de bosque fueron anexadas al Parque Nacional Camino de Cruces, creado por ley en 1992. El hospital —como ya se ha dicho— pasó a la Caja de Seguro Social y los sectores urbanizados fueron privatizados. Hoy día, estos últimos están sujetos a las mismas presiones que experimenta y sufre el resto de la capital. 40


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Soldados estadounidenses en una ceremonia de cambio de comando en el antiguo Soldier’s Field, hoy Cuadrángulo Central de Ciudad del Saber. Mayo de 1997. Fuente: National Archives and Records Administration (www.archives.gov)

El 30 de julio de 1999 en el fuerte Clayton se dio fin oficialmente a la presencia en Panamá del U.S. Army, con la ceremonia de arriada de la bandera estadounidense. Durante el acto, que se llevó a cabo en el Cuadrángulo Central, el Comandante en Jefe del Comando Sur pasó revista a los poco más de 100 soldados e igual número de civiles que aún se mantenían en Clayton. Fuente: ACP

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Evolución arquitectónica y urbanística en la antigua Zona del Canal

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Fuente: ACP.

El fuerte Clayton, lejos de ser un hecho aislado, fue parte integral de la red de asentamientos civiles y militares edificados por los estadounidenses a todo lo largo de la antigua Zona del Canal. Por ende, todo análisis del legado arquitectónico y urbanístico que representa para los panameños esta antigua base debe partir de una comprensión de la «Zona» entera como conjunto, tarea nada fácil en vista de las posiciones encontradas que aún predominan en nuestra sociedad cuando se aborda la temática zoneíta. La reversión a Panamá de estos territorios también ha permitido reconocer los nexos del sitio en el que hoy se encuentra Ciudad del Saber con la historia anterior a la existencia de la Zona del Canal, nexos que durante mucho tiempo han permanecido inadvertidos. La mayoría de los asentamientos permanentes de la Zona del Canal fueron creados a partir de la ya mencionada Ley Fundamental de 1912. No se mantuvieron ni los históricos «pueblos de la línea» a lo largo del camino de Cruces o del río Chagres ni casi ningún otro asentamiento preexistente; Matachín, Gorgona, Buena Vista, Chagres, Río Grande y otros más desaparecieron del mapa. Cristóbal, una fundación francesa en Colón, es uno de los pocos sitios anteriores a 1904 que sobrevivieron, aunque toda la arquitectura original, incluso el palacete de Ferdinand de Lesseps, fue demolida. A lo largo de la «Zona» se mantuvieron muchos topónimos históricos, aunque con otros contenidos. El Gatún estadounidense, por ejemplo, no tiene nada que ver con el Gatún hispánico.

Los asentamientos relacionados con el manejo del canal —Balboa con sus magníficos suburbios, el Cristóbal rehecho después de 1912, Gatún y Gamboa, entre otros— fueron trazados, hechos y rehechos por la Isthmian Canal Commission o sus sucesoras: ya sea la Panama Canal a secas, que existió de 1914 a 1951, o el Canal Zone Government y la Panama Canal Company, binomio creado por ley en 1950 para reemplazar la Panama Canal. Las dos entidades se extinguieron el 30 de septiembre de 1979, en vísperas de entrar en vigencia los Tratados Torrijos-Carter, que dieron fin a la Zona del Canal. La Panama Canal Company se llegó a encargar de la construcción y administración de viviendas, hoteles y «comisariatos», mientras que el Gobierno de la Zona del Canal, con su impresionante aparato burocrático, administraba las escuelas, hospitales y otros edificios públicos. El centro de todo era Balboa; el «palacio de gobierno» era el majestuoso edificio de la Administración del Canal, concluido en 1914. Las bases militares eran cosa aparte. También eran asentamientos altamente reglamentados, aunque bajo las directrices específicas del Departamento de Guerra, transformado en Departamento de Defensa en 1947. Si bien las obras canaleras fueron dirigidas por militares del Cuerpo de Ingenieros de las Fuerzas Armadas, la administración y la defensa del canal eran mundos diferentes. El gobierno zoneíta y las autoridades militares competían abiertamente entre sí y no siempre se llevaban bien.

En la página anterior: Columnata neorrenacentista del edificio de la Administración del Canal en Balboa, el epítome de la monumentalidad zoneíta. Foto: E. Tejeira.

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El aparato administrativo zoneíta en acción: oficinistas del Gold Roll, c. 1930. Fuente: ACP.

CANAL ZONE GOVERNMENT

PANAMA CANAL COMPANY

Canal Activity

Commercial Activity

Housing Activity

NAVIGATION DREDGING LOCKS ENGINEERING SERVICES

TERMINAL COAL AND OIL RAILROAD S. S. LINE UTILITIES COMMISSARY SUPPLY AND SERVICE HOTELS CLUBHOUSES INDUSTRIAL BUREAU

EMPLOYEES QUARTERS

CIVIL ADMINISTRATION SCHOOLS POLICE PROTECTION FIRE PROTECTION LIBRARY COURTS HOSPITALS OTHER PUBLIC HEALTH SERVICES HIGHWAYS & SEWERS CIVIL DEFENSE GARBAGE COLLECTION CEMETERIES EXPERIMENT GARDENS CANAL ZONE POSTAL SYSTEM

Representación simplificada de la estructura administrativa de la Zona del Canal a raíz de las reformas de 1951 Fuente: Panama Canal Review, 4 de mayo de 1951.

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Conjunto de casas de madera para ejecutivos de la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique en Cristóbal (originalmente Christophe-Colomb), durante su construcción hacia 1883. Fuente: F. Blanc et Cie., Panamá.

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El campamento de Pedro Miguel en 1911, con sus casas de madera con porches protegidos por malla metálica. Fuente: ACP. .


En la primera época – de arquitectura lignaria – las casas estaban separadas del suelo por pequeños pilotes y tenían techos a cuatro aguas y porches protegidos por malla metálica, una medida contra los mosquitos instituida por Gorgas en 1905.

Residencia del Ingeniero Jefe de la Isthmian Canal Commission erigida en Culebra en 1906, trasladada a Ancón en 1914, hoy casa del Administrador del Canal. Fuente: ACP.

Conjunto de casas de madera en Balboa, construidas para el Gold Roll en la primera década del siglo XX; luego demolidas. Nótese al fondo el cerro Ancón, totalmente desforestado por su explotación como cantera. Funte: ACP.

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Público asistente a un partido en el campo de béisbol de Ancón, celebrando el 4 de julio de 1912. Fuente: ACP.

La arquitectura zoneíta que más se conoce hoy no es la militar, sino la que hicieron la Isthmian Canal Commission y sus sucesoras. Todo empezó con la Oficina de Arquitectura creada en 1904 para atender los dos mil y tantos edificios heredados de la empresa francesa y desarrollar nuevos tipos arquitectónicos partiendo de las exigencias del clima, la higiene y las rígidas jerarquías de la empresa. Bajo su primer jefe, el arquitecto neoyorquino Parker O. Wright, la oficina diseñó 24 tipos diferentes de vivienda, además de escuelas, hoteles, club houses y edificios institucionales, todos inicialmente de madera. La idea de centralizar la producción arquitectónica y la estructuración del espacio en una sola oficina se mantuvo durante toda la historia de la Zona del Canal, aunque con nombres diferentes; al final se llamaba Oficina de Ingeniería y Construcción (Engineering and Construction Bureau), una de seis que tenía la Panama Canal Company para sus operaciones. Durante estos 75 años (1904-1979) destacan, como mínimo, cuatro grandes períodos en la arquitectura civil, fáciles de reconocer por sus características formales: la época inicial de campamentos de madera; la arquitectura monumental historicista de la década de 1910; la arquitectura de construcción mixta (concreto y madera) de los años treinta y cuarenta; y el modernismo a partir de 1950.De la primera época, cuya arquitectura 50

lignaria era muy parecida a la de la anterior empresa francesa, queda muy poco; el vestigio más importante, hoy casi una reliquia, es la residencia del Administrador del Canal en Altos de Balboa, erigida originalmente en Culebra en 1906 y trasladada a su emplazamiento actual (aunque con algunos cambios) en 1914. Las casas, separadas del suelo por pequeños pilotes, tenían techos a cuatro aguas y porches protegidos por malla metálica, una medida contra los mosquitos instituida por el Dr. William C. Gorgas en 1905. Después de 1910 se empezó a pensar en grande. En 1912 vino Austin W. Lord, Decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Columbia en Nueva York, para iniciar el diseño de Balboa, la flamante capital administrativa. El año siguiente, la Presidencia envió una Comisión de Bellas Artes (Fine Arts Commission), liderada por el escultor Daniel C. French y el arquitecto paisajista Frederick Law Olmsted Jr., para que determinara cómo «embellecer» el canal. Una vez en Panamá, sus miembros insistieron en que tal remozamiento era innecesario, pero de allí se concretó la idea de que la Zona del Canal debía poseer edificios públicos hermosos y monumentales, rodeados de áreas verdes. En vez de la madera, que requería mucho mantenimiento en el clima de Panamá, debían utilizarse losas de hormigón y paredes de bloques repelladas.


Vista de Balboa desde el cerro Sosa, c. 1920. Al fondo, El Prado y el edificio de la Administración del Canal, construido entre 1913 y 1914. Fuente: ACP.

En 1913 se comenzaron las obras de Balboa, inicialmente a cargo de Lord y después —cuando éste se retiró por diferencias con el coronel Goethals— de Mario Schiavoni y finalmente Samuel M. Hitt. El diseño paisajístico lo dirigió William Lyman Phillips, quien años después sería uno de los profesionales más prominentes de su ramo en los Estados Unidos. La impronta estilística de la época, basada en la experiencia del City Beautiful Movement estadounidense y los preceptos de la Escuela de Bellas Artes de París, fue un Neorrenacimiento de volúmenes grandiosos y sobrios. El toque «hispánico», ante todo en la arquitectura residencial, lo daban las paredes blancas, los techos de teja roja y las ménsulas mixtilíneas de inspiración colonial. La traza urbana partió de una gran avenida central realzada con palmas reales: El Prado.

En la segunda década del siglo XX, la impronta estilística, basada en la experiencia del City Beautiful Movement estadounidense y los preceptos de la Escuela de Bellas Artes de París, fue un Neorrenacimiento de volúmenes grandiosos y sobrios.

Vista del Hospital Gorgas, hoy Ministerio de Salud, hacia 1920. Fuente: LOC/HABS

Al otro lado del cerro Ancón se monumentalizó el complejo hospitalario trazado originalmente por los franceses en 1881. Así surgió el Hospital de Ancón, rebautizado Hospital Gorgas en 1928. El arquitecto Samuel M. Hitt proyectó una serie de espaciosos edificios neoclásicos y neorrenacentistas, todos construidos entre 1915 y 1919. A diferencia de El Prado, cuyo rigor urbanístico es casi versallesco, el complejo hospitalario se ciñe mayormente a la sinuosa topografía.

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Hospital Gorgas, Ancón, en una fotografía aérea de 1935. Fuente: ACP.

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Vista aérea de Gamboa, magistralmente integrada al paisaje ribereño del Chagres en su punto de encuentro con el Canal de Panamá. Foto: E. Tejeira.

Casas de construcción mixta en Gamboa (1941; arquitecto: Meade Bolton). Foto: E. Tejeira.

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Con el abandono de los primeros campamentos, la conclusión del canal y la reducción masiva de la población permanente, el gobierno zoneíta limitó drásticamente sus programas arquitectónicos. Entre las dos guerras mundiales, el proyecto urbano más importante de la empresa canalera fue Gamboa, convertida en un townsite hecho y derecho cuando la División de Dragado se instaló allí en 1936. En Gamboa se ensayó una nueva arquitectura de construcción mixta que permitía la utilización de la madera en los pisos altos; las plantas bajas, las más susceptibles a daños por el comején y humedad, se hicieron de hormigón. Los techos se mantuvieron a cuatro aguas y con grandes aleros. Algo parecido se hizo en Margarita, townsite creado cerca de Gatún en 1940, cuando se empezó el tercer juego de esclusas que finalmente fue abandonado después de Pearl Harbor.

Entre las dos guerras mundiales, el proyecto urbano más importante de la empresa canalera fue Gamboa, donde se ensayó una nueva arquitectura de construcción mixta, de madera y hormigón.

Otro ejemplo significativo de esa época es Nuevo Cristóbal en Colón. En 1912, la Zona del Canal había obtenido de la República de Panamá el sector nordeste de la isla Manzanillo. El nuevo asentamiento fue trazado con el mismo rigor que los townsites de la «Zona» (en ese tiempo, Colón solo llegaba hasta la avenida Central). Se construyeron viviendas y escuelas para la población blanca que no cabía en el Cristóbal original, que había quedado estrecho cuando se ampliaron las instalaciones portuarias.

Casas de construcción mixta en Nuevo Cristóbal, Colón (c. 1930). Foto: E. Tejeira.

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El Colón de madera, hoy prácticamente desaparecido; la foto fue tomada hacia 1908, poco después de la pavimentación de las calles. Fuente: Underwood & Underwood.

Colón, encajonada por la “Zona” Por mucho tiempo, Colón estuvo bajo la sombra de los Estados Unidos. Fue fundada en 1850 por la Panama Railroad Company, una empresa estadounidense, y en 1904, cuando se creó la Zona del Canal, sus tierras quedaron mayormente bajo la tutela zoneíta. Cristóbal, el ensanche fundado por los franceses en 1883, quedó directamente dentro de la «Zona», y en 1912 Panamá cedió parte de la isla Manzanillo para que surgiese Nuevo Cristóbal. Durante la construcción del canal, el centro histórico de Colón, encajonado entre Cristóbal y Nuevo Cristóbal, devino en una especie de ciudad-dormitorio para obreros inmigrantes, la mayoría de los cuales vivía apiñada en barracones de madera. Después de muchos incendios se prohibió la madera y surgió un Colón neoclásico, cuyas normas de construcción se regían por pautas zoneítas. No fue hasta 1943 que las tierras del centro histórico de Colón revirtieron a Panamá.

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La avenida Roosevelt en Cristóbal, 1933. Al fondo, la avenida del Frente en el casco histórico de Colón. Fuente: ACP

Edificio de la Panama Railroad Company. Foto: E. Tejeira 57


Detalle de una de las breezeway houses en Diablo Heights, cuyo arquetipo fue diseñado por la firma Skidmore, Owings & Merrill de Chicago en 1950. Las dos alas simétricas a la izquierda y a la derecha generan el breezeway para canalizar la brisa a través del área central, utilizada como comedor. Foto: E. Tejeira.

Ampliación realizada en el área de Ancón en 1952. Fuente: ACP

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Foto aérea de Los Ríos, 1955, con sus calles circunvalares y callejones sin salida, muy novedosos en la época. Fuente: Panama Canal Review, 2 de diciembre de 1955.

La arquitectura modernista zoneíta de la segunda posguerra, producto de una reorganización integral iniciada en 1950, planteó el reemplazo de la arquitectura de madera que aún quedaba por edificios de diseño funcionalista: chalets, casas dúplex, escuelas, centros comerciales y hospitales, todos de construcción ligera, sin adorno alguno y pintados de colores pasteles. Algunos arquitectos importantes de los Estados Unidos, ante todo la firma Skidmore, Owings & Merrill de Chicago, fueron contratados como consultores; de esta última, por ejemplo, proviene el conocido arquetipo para la breezeway house, vivienda unifamiliar diseñada para aprovechar óptimamente las brisas. El proyecto urbano modelo, con su red vial a partir de varios loops, fue Los Ríos (1952-1954), entre Albrook Field y el fuerte Clayton, seguido por Cárdenas (1961). Inicialmente, la comunidad zoneíta no mostró mayor entusiasmo por esta nueva arquitectura: según algunos usuarios, las casas eran demasiado sencillas y parecían «chicken coops» (gallineros).

La arquitectura modernista zoneíta de la segunda posguerra, producto de una reorganización integral iniciada en 1950, planteó el reemplazo de la arquitectura de madera que aún quedaba por edificios de diseño funcionalista.

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Los asentamientos civiles eran abiertos, es decir, no estaban cercados y carecían de garitas. Eran verdaderos company towns para empleados del canal, con sus cines, tiendas, club houses, boleras y otros centros recreativos.

Los asentamientos de la Isthmian Canal Commission y sus sucesoras eran abiertos, es decir, no estaban cercados y carecían de garitas. Eran verdaderos company towns para empleados del canal, con sus cines, tiendas, club houses, boleras y otros centros recreativos; tenían bastante en común con las fincas bananeras de la United Fruit Company y otros company towns estadounidenses en ultramar, solo que la escala era mucho mayor, más imperial. No existía la propiedad privada de la tierra (es por ello que algunos hablan de un «socialismo zoneíta»), y nadie tenía derechos sobre su vivienda; vivir en la Zona del Canal dependía de trabajar allí. De cuando en cuando, la compañía canalera rehacía, reorganizaba o abandonaba comunidades enteras, por lo cual la población tenía que ser reubicada. Frente a tales realidades, el término «permanencia» significaba poco; aun así, había un fuerte sentido de solidaridad, anclada en un sorprendente número de sociedades benéficas, clubes cívicos y deportivos y asociaciones religiosas. El racismo institucionalizado era uno de los rasgos más ingratos de la sociedad zoneíta. Desde la época de la construcción del canal, los campamentos estaban estrictamente segregados por raza y condición salarial —los famosos Gold Roll y Silver Roll—, hecho que influía directamente en la arquitectura: a la «gente de color» siempre le tocaba peores viviendas, peores escuelas y peores centros comunitarios que a los blancos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el sistema se empezó a resquebrajar.

Los términos Gold Roll y Silver Roll fueron remplazados por US Rate y Local Rate, que el público consideraba menos humillantes. Una a una, las medidas segregacionistas en los empleos, viviendas, escuelas, hospitales, restaurantes, cines e instalaciones deportivas fueron suprimidas. La Ley de los Derechos Civiles de 1964 dio el golpe de gracia, aunque la discriminación subsistió en forma latente durante mucho tiempo. Según la jerarquía oficial, Balboa y sus suburbios Altos de Balboa, Ancón, Los Ríos, Cárdenas y Altos de Diablo en el lado Pacífico eran para asalariados del US Rate, mientras que La Boca, Paraíso y Pedro Miguel, más periféricos, eran para el Local Rate. Al otro extremo de la «Zona», Cristóbal, Nuevo Cristóbal y Margarita eran los sitios privilegiados y Rainbow City su contraparte negra*. Gatún y Gamboa eran mixtos, aunque segregados. El sitio más exclusivo en la jerarquía urbana zoneíta era Altos de Balboa (originalmente Balboa Heights), reservado para el gobernador y los más altos funcionarios de la empresa canalera. Las barriadas del Local Rate eran grises e impersonales.

* Algunos sitios cambiaron de estatus al pasar el tiempo. Pedro Miguel, por ejemplo, fue originalmente del Gold Roll, pero en los años cincuenta ya era solo para el Local Rate.

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Arriba a la izquierda, Policía de la Zona del Canal; a la derecha, Escuela Primaria de Curundu. Imagen central: Comisariato zoneíta. Abajo a la izquierda, carrera de cayucos; a la derecha, Balboa Union Church. Fuente: ACP.

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En el paisaje militar destacaban las barracas, gigantescos dormitorios de tres o cuatro pisos que no existían en Balboa, Cristóbal o Gamboa. Las bases militares, entrelazadas en un complicado rompecabezas territorial con el sistema de asentamientos civiles del Canal de Panamá, eran menos autónomas con respecto a las directrices de Washington y tenían una estructura distinta, mucho más jerárquica por la propia naturaleza de la cadena de mando. Estaban cercadas por razones de seguridad —todas tenían garitas de entrada—, y los esquemas urbanísticos también eran más rígidos; la arquitectura (ante todo la vivienda) casi siempre evidenciaba el rango de sus usuarios. Por otra parte, en las fuerzas armadas de los Estados Unidos se eliminó la segregación racial mucho antes que en el Canal de Panamá. Hasta los años cincuenta, la mayoría de la población era tropa compuesta de hombres solteros; el ejército no veía con buenos ojos (y por mucho tiempo hasta prohibía) que el soldado común contrajese matrimonio. Por esta razón, en el paisaje militar destacaban las barracas, gigantescos dormitorios de tres o cuatro pisos que no existían en Balboa, Cristóbal o Gamboa. 62

Las bases pasaron por etapas arquitectónicas parecidas, pero no idénticas: también hubo una fase inicial de campamentos de madera —de la cual subsisten algunas casas en Quarry Heights—, una etapa monumental-historicista —con barracas inspiradas en las plantaciones del viejo Sur estadounidense — y otra modernista, pero el mayor crecimiento se dio entre ambas guerras mundiales, cuando la actividad constructiva en sitios civiles como Balboa fue mínima. Los principales conjuntos en el fuerte Clayton (el Cuadrángulo Central y el Parque de los Lagos, descritos más abajo en detalle) se edificaron precisamente en esa época.


Postales de la década de 1960 publicadas por Dexter Press, Inc. N.Y. Página de la izquierda, arriba: Fuerte Clayton (U.S. Army); abajo: Base de Albrook (Air Force). En esta página, arriba: Base de Howard (Air Force); abajo izquierda: Fuerte Amador; derecha: Escuela de Las Américas en Fuerte Gulick (U.S. Army). Fuente: Colección Vicente A. Pascual

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La represa de Gatún, quizás el mejor ejemplo de cómo la ingeniería, la arquitectura y el paisaje se integraron durante la construcción del canal. La represa abarca, no solo el vertedero, sino toda la superficie plana cubierta de hierba; es tan grande que solo se aprecia bien desde el aire. Foto: E. Tejeira.

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Toda la arquitectura zoneíta, militar o no, tenía algunas características similares. Para empezar, era de una densidad extremadamente baja, ante todo en comparación con Panamá y Colón. En 1969, la población de Balboa y sus suburbios no llegaba a los 6,000 habitantes, mientras que en San Felipe, Santa Ana y El Chorrillo, con menos de la mitad de la superficie, vivía doce veces más gente. Las construcciones zoneítas también eran necesariamente «tropicales» porque el aire acondicionado no se introdujo hasta los años cincuenta. La ventilación cruzada era esencial, y los arquitectos combinaban los espacios cerrados con áreas semiabiertas —los porches o verandahs— que servían de transición con respecto al exterior. Después se perdió esta «tropicalidad», este carácter especial definido por los grandes techos de cuatro aguas sumidos en la vegetación, y si bien la arquitectura residencial de los años cincuenta y sesenta también fue planteada partiendo de los rigores del trópico, ya no se percibe como «única» ni se reconoce inmediatamente como zoneíta. En los años sesenta se generalizó el aire acondicionado, y las autoridades civiles y militares empezaron a cerrar porches y ventanas. Los edificios más antiguos empezaron a perder su encanto. Al describir este sistema urbano, en Panamá es común que se hable de una «ciudad-jardín» por la baja densidad, las calles sinuosas y el protagonismo de la vegetación en este singular entorno de bosques y lagos, aunque el término es impreciso: la garden city original en Inglaterra, la utopía de Ebenezer Howard, era otra cosa. La Zona del Canal se parecía más a los greenbelt towns de los años treinta en los Estados Unidos, que promovían precisamente la tenencia pública de la tierra y, como han escrito Kurt Dillon y Roger Trancik, «el uso de cinturones verdes boscosos como zonas de amortiguamiento entre áreas urbanas»*. También es cierto que la decisión original de reducir las áreas urbanizadas a un mínimo y dejar todo lo demás como bosque se tomó desde muy temprano, quizás por recomendación directa del propio Goethals, quien adujo razones de defensa; la existencia de esta tupida selva dificultaba cualquier invasión terrestre. El contraste radical entre lo edificado y lo natural también debe verse cum grano salis: lo «natural» no es tan natural nada, pues los paisajes y vegetación de hoy son muy distintos a los que existieron antes de la llegada de los estadounidenses; algunas especies fueron traídas de otras zonas del Trópico, incluso de África y Asia. En todas partes hubo intervenciones radicales en la topografía: rellenos, lagos y cerros artificiales, ríos canalizados. Los sistemas de drenaje se perfeccionaron de tal manera que las aguas jamás se empozaban. * Exhibición Ciudad jardín: Planeación progresista y el Canal de Panamá, sala Manuel E. Amador, Universidad de Panamá, 8a Bienal de Arte de Panamá, septiembre de 2008.

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La arquitectura y los paisajes de Ciudad del Saber

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Plano original del fuerte Clayton, 1919, en el que se ha coloreado en verde los edificios aún existentes, ubicados en la calle Gonzalo Crance y en la calle Vicente Bonilla. Todos aparecen con su numeración original. Fuente: National Archives, College Park, Maryland.

Con todo lo dicho en el capítulo anterior, se comprenderá que el patrimonio del antiguo fuerte Clayton posea muchos elementos en común con otras bases y la Zona del Canal en general. Solo aquí y allá se dan ejemplos únicos, ya que se trataba de una arquitectura más o menos estandarizada que se aplicaba, según la época, en todos los fuertes. Esta historia está muy bien documentada. La mayor parte de la información, que incluye una inmensa colección de planos, se conserva en archivos de los Estados Unidos, ante todo en la sede de la National Archives and Records Administration (NARA) en College Park, Maryland.

En 2000, justo después de la reversión, el Comando Sur patrocinó la publicación de una monografía exhaustiva, Guarding the Gates: the Story of Fort Clayton — Its Setting, its Architecture, and its Role in the History of the Panama Canal, escrita por Susan I. Enscore, Suzanne P. Johnson, Julie L. Webster y Gordon L. Cohen*. Cada edificio, cada intervención, aparece allí en minucioso detalle, aunque en un contexto historiográfico estrictamente militar. Vale la pena repensar este patrimonio desde la perspectiva de la sociedad civil panameña. En esta nueva lectura imperan los valores arquitectónicos, urbanísticos y paisajísticos que han trascendido los cambios políticos. Estos valores son los que hoy se pretende comprender y rescatar.

* El presente capítulo se basa sustancialmente en la información presentada en ese libro.

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Edificio 171 en la calle Gonzalo Crance, durante su rehabilitación para oficinas en 2010.

Los edificios más antiguos de Ciudad del Saber Del primer fuerte Clayton —la base planteada por el comité Cronkhite en 1919— subsisten 26 casas para oficiales y NCOs, construidas entre ese año y 1922. Hoy día han sido adaptadas para uso de oficinas. La traza original de la base tenía la forma de una herradura y era rigurosamente axial. Un esquema casi idéntico se utilizó en el fuerte Davis, creado al mismo tiempo en el lado Atlántico, frente a las esclusas de Gatún. El diseño y desarrollo de los planos quedó a cargo, no de las Fuerzas Armadas, sino de la Building Division de la Panama Canal, que contaba con todo el personal técnico necesario. El arquitecto fue nada menos que Samuel M. Hitt, el mismo que terminó el edificio de la Administración del Canal en Balboa y proyectó el espléndido Hospital Gorgas (que hoy alberga oficinas del Ministerio de Salud) en Ancón. Alrededor de un gran espacio abierto trapezoidal, el parade ground (campo de desfiles), se construyeron tres enormes barracas de 146 x 13 metros; cada una

tenía cabida para cuatro compañías de infantería. Había una cuarta barraca «especial», de dos pisos en vez de tres. Como ya se ha dicho, todas fueron demolidas en 1957 y reemplazadas por un conjunto de sencillas casas dúplex. (En el antiguo fuerte Davis aún existen barracas iguales a las que se construyeron en Clayton en 19191920.) Los oficiales vivían aparte, separados del área de la tropa por una calle y el edificio del cuartel central, hoy desaparecido. Sus casas (edificios 161, 162 y 164-181*) reflejan claramente las jerarquías militares: una era para tenientes solteros, seis para tenientes casados, cinco para field officers (mayores o tenientes coroneles), siete para capitanes y una para el comandante; se suponía que todos estos últimos eran casados y venían a Panamá con sus familias. El único que vivía solo con su familia, sin compartir su espacio con nadie más, era el comandante, un coronel. Su casa, situada en el mero eje de simetría, fue la última en construirse (en 1922) y la más tradicional en diseño: parece el bungalow de un gran señor colonial en el África o Asia del siglo XIX, con su ancha veranda en tres costados y enorme techo, originalmente de tejamanil. La distribución interior es simétrica: en el centro se encontraban la sala y el comedor, y en cada flanco había dos dormitorios, uno en cada esquina. * En los textos de este libro se utiliza la numeración actual creada por Ciudad del Saber en 2006 (ver plano en la página 160).

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Vista aérea en la que aparece en primer plano la calle Gonzalo Crance, en la que se encuentran los edificios construidos como residencias para oficiales entre 1919 y 1920, diseñados por el arquitecto Samuel Hitt.

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Las 19 casas de los demás oficiales, terminadas en 1920, se parecen bastante entre sí; en los diseños se nota la formación académica del arquitecto Hitt. Donde vivían los tenientes solteros había seis unidades, los tenientes casados se alojaban en edificios de cuatro apartamentos y los oficiales de los rangos superiores en edificios de dos. Cada apartamento tenía su cocina, lavandería y baño. Al comandante le correspondían cuatro sirvientes, a los capitanes y field officers dos y a los tenientes uno. Estas casas son parte de la etapa neoclásica de la arquitectura militar zoneíta, comparable a lo que se construyó en los fuertes Grant y Amador a partir de 1913. Las fachadas principales, estrictamente simétricas, fueron engalanadas con pilastras grecorromanas. Las más señoriales eran las casas de los tenientes: las pilastras son de doble altura, y detrás de las mismas había largas verandas, protegidas con malla metálica. En las casas de los field officers y capitanes, más pequeñas porque solo contenían dos apartamentos, la escala es más íntima y el ritmo de las pilastras más irregular.

La historia posterior del conjunto tiene mucho en común con lo que ocurriría en el resto de la base hasta la reversión en 1999. En los años cincuenta se rehicieron las cocinas y baños y se instalaron ventanas de paletas; entre 1976 y 1978 se achicaron los vanos para adaptarlos a ventanas nuevas de paños corredizos, más pequeñas que los vanos originales; en 1986 se reemplazaron los techos (se cambió la teja por láminas de zinc) y se instalaron sistemas de aire acondicionado. Desde 1981 vivían en estas casas NCOs, no tenientes o capitanes.

La casa del comandante, situada en el mero eje de simetría de la base, fue la última en construirse y la más tradicional en su diseño: parece un bungalow de un gran señor colonial en el África o Asia del siglo XIX.

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Las fachadas principales de las 20 casas son las que hacen frente con las grandes áreas verdes: nueve hacia el llamado campo Miller y 11 hacia el lado opuesto. Son estas áreas verdes las que permiten la contemplación del conjunto en toda su dignidad y sosiego. La actual vía de acceso (hoy calle Gonzalo Crance) conducía originalmente a las entradas traseras, donde se encontraban las alas para la servidumbre. Las fachadas traseras, poco atractivas, no poseen aderezo decorativo alguno.

Al otro lado de la herradura (y con vista al canal) también se construyeron seis casas para NCOs, cada una para cuatro familias (edificios 112,113,114,116,124 y 125). Estos sargentos y cabos no podían vivir junto a los oficiales, sino más bien cerca de la tropa; por eso fueron alojados a ambos lados de la barraca «especial». Las casas se parecen a las de los tenientes, solo que son más sencillas; el diseño es de inspiración neoclásica, pero carece de ornamento.

La casa original del comandante del fuerte Clayton (edificio 173), construida en 1922. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

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Fachada principal del edificio 112, orientada hacia la Ave. Omar Torrijos.

Una de las residencias para cuatro familias, para sargentos y cabos. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual

El arquitecto a cargo del diseño y desarrollo de los planos de la base original fue Samuel M. Hitt, el mismo que terminó el edificio de la Administración del Canal en Balboa y proyectó el Hospital Gorgas en Ancón.

Fachadas del edificio 161, construido originalmente para alojar a seis tenientes solteros, 1919-1920. Plano original a cargo de Samuel M. Hitt. Fuente: National Archives, College Park, Maryland.

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Las residencias de oficiales de la década de 1930 En 1930 se decidió mudar el Segundo Batallón de Artillería de Campo (2nd Field Artillery Battalion) del fuerte Davis a Clayton. Para alojar a la tropa y sus oficiales fue necesario construir nuevos edificios. Las residencias para los oficiales se edificaron en una larga hilera curva bordeando el campo Miller, conocida como Officers’ Row o Colonels’ Row, justo al lado opuesto de las casas neoclásicas construidas entre 1919 y 1922. Las primeras 14 (edificios 355-368) se erigieron de acuerdo a un solo tipo, utilizado también en otras bases de la Zona del Canal. La construcción, a cargo de la empresa Winston Brothers Co. de Minneapolis, Minnesota, empezó en 1932 y concluyó en 1933; todo el material (menos la arena y la piedra) fue importado de los Estados Unidos. El arquitecto diseñador fue Rolland C. Buckley, un norteamericano que había llegado algunos años antes y también trabajaba con éxito en la capital panameña. Nótese que de él se conocen dos proyectos importantes en el viejo centro de la ciudad: la sede original de la Compañía Panameña de Fuerza y Luz en la Ave. Central (1932) y el antiguo Century Club (1928-1929), frente al Palacio Justo Arosemena. Sobre todo en este último se evidencia el gusto ecléctico del arquitecto. Comparado con las residencias de oficiales del período anterior, este conjunto está visualmente mejor integrado a la forma ovalada del campo Miller. Entre el vasto campo de juego y las casas que lo bordean hay una ancha franja verde que sirve de elemento de transición entre lo público y privado, separada del campo por un sendero y de las casas por otro sendero y un telón de palmeras, árboles y arbustos que mejoran la privacidad. No era necesario construir cercas.

Página de la izquierda: Una de las primeras 14 casas de la Officers’ Row, construida entre 1932 y 1933, vista desde el área deportiva de Ciudad del Saber. Foto: E. Tejeira. Sobre estas líneas: Vivienda de la Officer Row, que muestra el diseño original de Rolland C. Buckley. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

que genera espacios muertos difíciles de mantener limpios—, el arquitecto la plantó directamente en la tierra y dejó la planta baja como área de servicio (habitación del servicio doméstico, garaje, lavandería, depósito). La vivienda en sí, con su sala-comedor en el centro y sus tres recámaras, cocina y baños en los dos costados, quedó en la planta alta, lejos de las alimañas. Hacia el campo Miller, cada casa tenía originalmente un amplio porche, cerrado con grandes paños de malla metálica y un antepecho de persianas. Ésta era la fachada principal; la que hace frente con la calle Arnoldo Cano Arosemena era la del servicio.

El principal prototipo de estas nuevas viviendas fue diseñado por Rolland C. Buckley, arquitecto que tambien trabajó con éxito en la capital panameña. El antiguo Century Club (1928 - 1929) frente al Palacio Legislativo, un conocido proyecto de Rolland C. Buckley en la ciudad de Panamá. Foto: E. Tejeira.

Las casas en sí corresponden a una nueva filosofía de diseño, bastante alejada de los rigores del neoclasicismo. La irregularidad de las volumetrías se ve acentuada por la asimetría y complejidad geométrica de los techos. La ausencia de monumentalidad está muy acorde con el pintoresquismo del diseño paisajístico, que hace pensar en un jardín inglés. En la memoria colectiva zoneíta, este tipo de casa se consagró como verdaderamente «tropical». La estructura es un esqueleto de hormigón; entre los pilares y las vigas hay pequeñas ménsulas decorativas. En vez de elevar toda la casa sobre el suelo —solución 75


Entre 1934 y 1935 se construyeron dos casas más (edificios 353 y 354) según un diseño diferente, a cargo del arquitecto Francis R. Molther, un egresado de la Universidad de Cornell que también laboró en Panamá. La constructora panameña Grebien & Martinz, autorizada para trabajar en la Zona del Canal, las construyó. Esta empresa tenía una larga trayectoria y era muy conocida en la capital y en Colón. Esta vez, las tejas se adquirieron en Panamá, no se importaron de los Estados Unidos. Las plantas se parecen mucho a las anteriores, solo que fueron destinadas para oficiales de más rango; por esta razón tenían más baños y mejores acabados. Estilísticamente se ven muy cercanas al Mission Style de los Estados Unidos, cuyo principal distintivo son los remates mixtilíneos de las culatas. Comúnmente, el Mission Style se inspira en el barroco colonial californiano, aunque en Panamá, el referente para este detalle pudo haber sido la fachada frontal de la iglesia de Natá, uno de los monumentos más conocidos del país. En 1940 se edificaron cinco casas más para oficiales, esta vez mucho más sencillas porque se trataba de estructuras provisionales, hechas para llenar una demanda temporal. No muestran mayores pretensiones arquitectónicas y pertenecen al tipo de construcción mixta de hormigón, madera y zinc que se difundió en la Zona del Canal durante los años treinta. Cuatro aún existen (edificios 349-352). Después de 1950, las casas fueron modernizadas de la manera usual. El cambio más significativo fue el cierre de los porches hacia el parque con puertas y ventanas convencionales; de esta forma, las casas perdieron su transparencia. En 1988 se instalaron sistemas de aire acondicionado central que obviaban la necesidad de ventilar.

Casa para oficiales (edificio 350) construida en 1940. Foto: K. Calvo.

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Casa 353 en la calle Arnoldo Cano Arosemena, construida en 1934 - 1935 por la firma panameña Grebien & Martinz. Arquitecto diseñador Francis R. Molther. Foto: E. Tejeira


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Fotografía aérea de 2010 en la que aparecen en primer plano las casas de la calle Arnoldo Cano Arosemena, antigua Officers’ Row o Colonel’s Row. Obsérvese la amplitud de las áreas verdes del polígono deportivo (antiguo campo Miller).

Imagen que muestra la casa 353 (la misma que aparece en la fotografía a la izquierda) , poco después de su construcción. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

La iglesia de Natá (siglo XVIII), con su remate de perfil mixtilíneo. Foto: E. Tejeira.

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El edificio 104, el más grande y emblemático de todo el fuerte fue originalmente una gigantesca barraca. Al igual que las primeras casas de la Colonel’s Row, es obra de Rolland C. Buckley.

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El Cuadrángulo Central El actual centro neurálgico de Ciudad del Saber es el monumental conjunto de planta cuadrangular conocido en tiempos estadounidenses como Soldier’s Field. El conjunto surgió por partes. El primer edificio en construirse fue el 104, el más grande y emblemático de todo el fuerte Clayton. El arquitecto a cargo del diseño fue Rolland C. Buckley, el mismo que proyectó las primeras casas de la Officers’ Row, quien hizo los planos en 1932. El contratista también fue el mismo — Winston Brothers Co. —, y la construcción se concluyó en 1933. El enorme edificio (mide 156 x 22 metros) se recuerda hoy como el último cuartel general del Comando Sur en Panamá, pero originalmente no era más que una

gigantesca barraca para albergar cuatro compañías de artillería de campo; unos quinientos soldados vivían allí. En la planta baja había comedores, salas de estar (day rooms), barberías, algunas oficinas y áreas de servicio —cocinas, depósitos, frigoríficos—. Los dos altos estaban ocupados mayormente por dormitorios, cada uno con sesenta camas. La fachada principal era la que da hacia la actual plaza; la que mira hacia el canal era la trasera. Así se mantuvo hasta 1961, cuando fue transformado en el Centro de Servicios Comunitarios de la base, con un PX*, oficina de correos, biblioteca y salones de clases. Cuando pasó a ser el cuartel del Comando Sur en 1986, fue transformado una vez más y quedó mayormente como edificio de oficinas. Por sus dimensiones, la arquitectura es casi palaciega. La composición se rige por los cánones del diseño académico europeo, con una división del volumen en cinco partes según el ritmo ABCBA, común en la arquitectura monumental desde los siglos XVIII y XIX. Las proporciones originales eran muy cuidadosas; los ritmos, finamente calculados a partir de la modulación de la estructura de hormigón (tramos de 20 x 20 pies o 6.1 x 6.1 metros), exigían la repartición de los vanos en números impares y el realce del eje de simetría. Si bien hay tres portadas en cada fachada longitudinal, la del centro es ligeramente más grande que las otras dos. Los techos son más prominentes en el centro y las esquinas; los aleros en cada piso recalcan la horizontalidad. El arquitecto Buckley incluyó algunos detalles derivados del Art Deco y del Mission Style, ante todo en las portadas. El sombreado corredor hacia la plaza es una evidente reminiscencia de la tradición urbana hispánica. Los detalles originales, que constan por los planos de 1932, tenían mucho en común con las casas diseñadas por Buckley en la Officers’ Row; los paneles que originalmente rellenaban el esqueleto de hormigón, con paños de malla metálica y persianillas en los antepechos, eran prácticamente iguales y le impartían al edificio una gran ligereza a pesar de su inmensidad. A diferencia de las casas de la Officers’ Row, sin embargo, la planta baja está separada del suelo por pequeños pilotes de aproximadamente un metro de altura, la solución tradicional de la arquitectura zoneíta. * Un PX —una abreviatura de Post Exchange— es un almacén dentro de una base militar del Army.

El Cuadrángulo Central hoy. Al fondo, el edificio 104, concluido en 1933; a la derecha, el edificio 102 (1940).

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vap© Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

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El edificio 100, sede de las oficinas principales del Regimiento n.º11 de Ingenieros, fue un proyecto único en Clayton y en toda la Zona del Canal. El Cuadrángulo Central surgió cuando se decidió traer el Regimiento n.º 11 de Ingenieros a Clayton. Para alojarlo fue necesario construir siete nuevas barracas, agrupadas alrededor de un nuevo parade ground de unas 2.3 hectáreas, algo más grande que el original de 1919. Los primeros en construirse, en 1936-1937, fueron los edificios 105 y 106 en el costado sur; el contratista fue la empresa panameña Novey & Lutrell. La arquitectura repitió las pautas establecidas por Rolland C. Buckley en el edificio 104: las ventanas de malla con antepechos de persianas, la modulación a partir de tramos de 20 x 20 pies, los aleros en cada piso y la construcción sobre pilotes. Cada barraca alojaba entre 130 y 150 hombres. En la planta baja se hallaban las áreas comunes; los dormitorios y baños quedaban en los altos. Las cinco barracas restantes (edificios 100-103 y 107) se construyeron entre 1939 y 1940; el contratista fue Robert E. McKee de El Paso, Texas. Cuatro se hicieron iguales a las dos primeras; la quinta, el edificio 100, fue un proyecto especial, único en Clayton y en toda la Zona del Canal. Aquí se encontraban (además de los dormitorios para 180 hombres) las oficinas principales del Regimiento n.º 11 de Ingenieros. Arquitectónicamente se distinguía de las demás barracas por sus dos alas laterales, más bajas que el cuerpo principal, y por las tres macizas portadas Art Deco, quizás inspiradas en el «estilo pueblo» de Nuevo México o en la famosa Puerta del Sol de Tiahuanaco en Bolivia. Las ventanas tampoco eran las mismas: ya no tenían antepechos de persianas. El edificio 100 fue convertido en la Escuela Primaria de Clayton en 1962. Desde ese tiempo ha alojado varios planteles. Los ocho edificios alrededor del Cuadrángulo Central fueron muy modificados desde su construcción, ante todo por los efectos del aire acondicionado. Todo el ventanaje original fue removido, la mayor parte en los años sesenta.

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Edificio 100, sede administrativa del Regimiento n.o 11 de Ingenieros, poco después de construcción. Fuente: Colección de Vicente A. Pascual.

Portada Art Deco del edificio 100. Fuente: FCdS.

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airearlos se instalaron ventiladores metálicos (ridge ventilators) sobre las cumbreras. Las barracas del New Post también poseen un piso extra de poca altura (2.30 metros) en vez del espacio muerto que anteriormente separaba los edificios del suelo; en las cinco barracas del costado norte forman un semisótano contra un talud de tierra, pero en el resto poseen ventanas en sus cuatro fachadas.

El edificio 220, el de las oficinas centrales del New Post, construido en 1942. Foto: E. Tejeira.

Los edificios del New Post Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, la población militar de la Zona del Canal aumentó exponencialmente y fue necesario ampliar algunas bases, Clayton entre ellas. Hubo que construir nuevos alojamientos para la tropa y el cuerpo de oficiales. Para la tropa de la Artillería Costera (US Army Coast Artillery) se creó un vasto ensanche en el extremo noroeste del fuerte, más allá de un área que se había utilizado para depósitos, parqueos, la estación de bomberos y otras estructuras utilitarias; se le conocía como New Post (en inglés, post es una plaza militar). Fue construido entre 1940 y 1941, y cuenta con 17 barracas de tres tipos: para 100, 150 y 200 hombres (edificios 221-225, 227-228, 230-235 y 237-240), todas agrupadas alrededor de un enorme espacio vacío poligonal de más de siete hectáreas de superficie. Se utilizaron los modelos de barraca estándar desarrollados por el arquitecto estadounidense Harold W. Sander en 1939. En una colina se construyó un edificio mucho más pequeño como oficina central del destacamento (el edificio 220, concluido en 1942). Como contratista fungió la empresa estadounidense Tucker, McClure, Thompson & Markham, con sede en Los Ángeles. En el extremo opuesto de la base, junto al conjunto original de 1919-1920, se construyeron tres barracas más del tipo desarrollado por Sander (calle Arnoldo Cano Arosemena, edificios 128, 129 y 130). Estos modelos de barraca, que también se emplearon en Albrook, Corozal, Howard, Davis y Sherman, se distinguen sutilmente de su versión anterior en el Cuadrángulo Central: las ventanas ya no poseen antepechos de persianas, y en vez de cubiertas «a la holandesa», que combinan cuatro aguas con dos, se construyeron a cuatro sin las dos culatas que en la arquitectura zoneíta tradicional servían para mejorar la ventilación dentro de los techos. En este caso, para 84

Por lo demás, el primer alto se pensó para las áreas comunes (salas de estar, comedores, cocinas, etc.) y los dos últimos pisos para los dormitorios. Había salas de dormir para 16 y 32 hombres; en las barracas más grandes las había para 64. Los NCOs tenían habitaciones aparte. Nótese que esta obra de Harold W. Sander es poco recordada hoy. Sander ha pasado a la historia como uno de los fundadores del Movimiento Moderno panameño, ante todo por su sociedad con Octavio Méndez Guardia, con quien desarrolló proyectos tan aclamados como la Caja de Ahorros en la Ave. Central (1948), recientemente demolido, y el Hotel El Panamá (1947-1951), este último en conjunto con Edward D. Stone. En realidad, Sander trabajó con éxito en ambos territorios. Cuando vino al Istmo en 1931 laboró en la Zona del Canal y después expandió su área de acción a Panamá; antes de trabajar con Méndez Guardia diseñó la residencia de Carlos Eleta en La Cresta (1940-1941), un proyecto ecléctico con reminiscencias Art Deco. Como ningún otro, Sander logró mantener su vigencia para una clientela zoneíta y panameña. En los años cincuenta, cuando se separó de Méndez Guardia, volvió a trabajar en la Zona del Canal; allí proyectó escuelas modernistas para la Panama Canal Company. Las más conocidas son las de Diablo (1960), hoy ocupadas por la Policía Nacional. Las barracas del New Post quedaron prácticamente obsoletas en los años cincuenta, cuando la población de Clayton disminuyó y los conceptos de vivienda cambiaron. En la mayoría de los casos, las grandes salas-dormitorio se subdividieron o se reciclaron para otros fines. La introducción del aire acondicionado también conllevó el cierre de muchos vanos, con lo cual el carácter de la arquitectura de Sander se perdió. Al momento de la reversión, la única barraca que se mantenía en un estado cercano al original era la 230.

Harold W. Sander ha pasado a la historia como uno de los fundadores del Movimiento Moderno panameño, ante todo por su sociedad con Octavio Méndez Guardia, con quien desarrolló varios de sus proyectos más aclamados.


Imagen de la década de 1940 de las barracas del New Post (actuales edificios 220-225, de derecha a izquierda). Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

Elevaciones longitudinales de una barraca estándar para 200 hombres, 1939. Los edificios 221, 238 y 240, concluidos en 1941, corresponden a este modelo. Arquitecto: Harold W. Sander. Fuente: National Archives, College Park, Maryland.

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La impronta de Harold Sander La figura del arquitecto estadounidense Harold W. Sander, que en la Zona del Canal destacó diseñando barracas y escuelas, demuestra que entre el cerrado mundo zoneíta y la República de Panamá había cierta permeabilidad. El célebre Hotel El Panamá, por ejemplo, fue un diseño en conjunto entre Sander, Edward D. Stone y el arquitecto panameño Octavio Méndez Guardia. Esta permeabilidad explica ciertas similitudes entre las arquitecturas panameña y zoneíta durante los años cincuenta y sesenta; no es casualidad que la tropicalísima residencia diseñada por Méndez & Sander para Leroy Watson en Altos del Golf (1951) muestre cierto parentesco con la breezeway house que propuso la firma de Skidmore, Owings & Merrill de Chicago para modernizar la arquitectura zoneíta (ver la página 56); ambas tienen una planta en forma de «H», pensada para canalizar las brisas. Y este caso no fue el único; 20 años antes, toda Bella Vista se nutrió del Mission Style de la Zona del Canal. Aquí y allá aún quedan edificios de apartamentos inspirados directamente en las barracas zoneítas.

Edificio de apartamentos de David Montefiore Toledano (1930), calle 50, Bella Vista. La influencia zoneíta es evidente. Foto: E. Tejeira (1977).

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El Hotel El Panamá (1947-1951). Arquitectos: Edward D. Stone, Octavio Méndez Guardia y Harold W. Sander. Al fondo se aprecia Campo Alegre, un ensanche de Bella Vista que surgió en los años cuarenta. Postal de Flatau, c. 1951. Residencia de Leroy Watson en Altos del Golf (1951). Arquitectos: Méndez & Sander. Foto: Cortesía de Octavio Méndez Guardia.

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Otros conjuntos de vivienda Cuando el arquitecto Rolland C. Buckley fue contratado para proyectar las nuevas barracas y residencias para oficiales, también diseñó un modelo de edificio para viviendas de NCOs. Los planos se elaboraron en 1931, aunque los dos edificios (110 y 111) no se construyeron hasta 1932-1933. Winston Brothers Co. fue el contratista.

Imagen superior: Fachadas posteriores de los edificios 111 y 110, construidos para sargentos y cabos entre 1932 y 1933. Arquitecto: Rolland C. Buckley. Fuente: Colección Vicente A. Pascual. Abajo: Edificios 110 y 111 (vistos desde la Ave. Omar Torrijos). Foto: E. Tejeira.

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Los edificios fueron emplazados al noroeste de las viejas barracas, lejos del sector reservado para los oficiales, aunque con una espléndida vista hacia el Canal de Panamá. Como los NCOs son de un rango inferior, los apartamentos eran más pequeños que en las casas de la Officers’ Row: tenían dos dormitorios en vez de tres. Desde la Ave. Omar Torrijos, sin embargo, los edificios se ven monumentales, ya que tienen tres pisos y son simétricos; los frontones esquineros son únicos en todo Clayton. Originalmente poseían los mismos cerramientos de malla metálica y persianas que se utilizaron en los demás proyectos de Buckley; de igual forma, la planta baja se utilizó para cuartos del servicio, lavandería y depósitos.


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Conjunto de viviendas construidas para sargentos y cabos, concluidas en 1943. Son 38 en total.

Viviendas dúplex de un piso para sargentos y cabos (NCOs), construidas en 1960 y localizadas en el extremo sur de la base.

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Con la gran expansión del fuerte Clayton iniciada en 1939, que aún estaba en pleno desarrollo cuando sobrevino el ataque a Pearl Harbor, fue necesario construir muchas más unidades de vivienda para oficiales y NCOs. Para estos últimos se escogió un área baldía al norte del campo Miller, separada por una calle del área de los oficiales. Allí se construyeron 38 edificios a lo largo de tres senderos paralelos (301-316, 318-323, 325-340), todos concluidos en 1943. Las nuevas viviendas para oficiales se erigieron más al norte, en suaves colinas que hoy quedan fuera de los límites de Ciudad del Saber. Esta nueva arquitectura resultó austera y maciza en extremo, muy distinta a los proyectos de Buckley una década antes. Casi todas las casas para los NCOs constan de dos viviendas; he aquí el sobrenombre «tropical duplexes». Cada una es de planta rectangular; los techos son a cuatro aguas y los primeros altos están protegidos por aleros perimetrales. Nótese que a partir de esta etapa, la arquitectura militar zoneíta prescindió de los tradicionales porches, que según los planificadores del ejército eran espacios superfluos. En vez de estos porches se colocaron ventanas convencionales, originalmente de persianas. Llama la atención que las diferencias entre una vivienda para oficiales y una para NCOs ya no eran tan evidentes como antes; el principal criterio de distinción era el tamaño. El edificio 434, donde vivía el comandante de la base cuando se mudó de la casa original, se destacaba fundamentalmente por su emplazamiento privilegiado sobre un cerro, no por su apariencia.

La arquitectura de la posguerra dio un nuevo giro. Los diseños, mucho más estandarizados y económicos que los de la preguerra, se desarrollarían en los Estados Unidos. El primer conjunto, 36 casas dúplex de un solo piso para NCOs, sencillas y sin pretensiones, aunque con viviendas más espaciosas que sus predecesoras, se construyó entre 1948 y 1949 en el extremo norte de la actual Ciudad del Saber, ante todo sobre la llamada «Colina 2» (edificios 371-398). A pesar de haber sido proyectadas con el clima tropical en mente, fueron las primeras edificaciones de Clayton en romper con la imagen tradicional de la arquitectura de la Zona del Canal. Aunque la escala urbana es generosa, con amplias calles y áreas verdes, el conjunto parece un suburbio promedio de Texas o Florida. Posteriormente, en los años cincuenta, se demolieron las grandes barracas de infantería construidas en 1920 y los viejos establos que se hallaban en el extremo sur de la base, cerca del río Cárdenas; fueron reemplazadas por casas dúplex, casi todas de un solo piso y muy económicas. Las de un piso, 53 en total, se edificaron entre 1958 y 1960 para NCOs y se conocían como «Capehart quarters» por provenir de un plan de renovación de vivienda del Departamento de Defensa promovido en 1955 por el senador Homer Capehart. Como arquitecto fungió Joseph H. Bryson del Cuerpo de Ingenieros en Jacksonville, Florida. Entre 1964 y 1965 se construyeron cinco casas más, esta vez para oficiales; tienen dos pisos y se desarrollaron en dos tipos: uno con tres y otro con cuatro dormitorios. De este grupo subsisten los edificios 159 y 160*.

* Fuera de los límites de Ciudad del Saber se construyeron otros edificios de estos dos tipos, los cuales aún se conservan.

Viviendas de dos pisos para oficiales, construidas entre 1964 y 1965. Edificios 159 y 160.

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Edificios singulares Dentro de Ciudad del Saber se conservan varios edificios singulares que merecen ser vistos por sí solos. Los más antiguos, construidos uno al lado del otro en una franja baldía entre el conjunto original de la base y el Cuadrángulo Central, son los edificios 108 y 182: el viejo Club de Soldados (Enlisted Men’s Service Club) y el cine. Aquél se inauguró a fines de 1934 y éste unos meses después, a inicios de 1935. Ambos fueron proyectados por una misma firma panameña, Wright & Schay, y construidos por Grebien & Martinz, ya mencionados. El estadounidense James C. Wright, muy conocido desde que proyectara el Hospital Santo Tomás en la época de Belisario Porras, y el húngaro Gustavo Schay, quizás el mejor diseñador de la época en el país, tenían una nutrida clientela en la clase alta panameña; en esos mismos años proyectaron sus mejores residencias en Bella Vista, generalmente de estilo neocolonial. También diseñaron el Jardín El Rancho, un club nocturno en la zona limítrofe entre Panamá y la Zona del Canal; recuérdese que en los Estados Unidos rigió la ley seca hasta 1933, por lo cual la población zoneíta necesariamente tenía que pasar a Panamá o Colón para beber alcohol. (La Zona del Canal fue «seca» a partir de 1913, mientras que en los Estados Unidos la prohibición de las bebidas alcohólicas no fue universal hasta 1920.) La avenida 4 de Julio y algunas calles aledañas se especializaron en todo lo lúdico, desde cabarets y restaurantes hasta lupanares. Ambos proyectos, el club y el cine, se hicieron según la misma moda neocolonial que en Panamá se conoce como «bellavistina», un estilo pintoresco y romántico de volúmenes irregulares y detalles decorativos inspirados en la arquitectura colonial: piedra vista en imitación del calicanto, paredes repelladas, arcos, columnas salomónicas, remates ondulados y techos de teja. Reunía elementos del Mission Style, del posterior Spanish Colonial Revival Style (este último algo más barroco) y de la arquitectura colonial peruana. A los arquitectos se les indicó que sus diseños debían armonizar con el edificio 104, entonces recién concluido, aunque el resultado final se ve mucho menos severo, de aire menos militar. El club, un beer garden y restaurante para la tropa (en 1934 ya se podía beber alcohol), es un edificio de un solo piso con forma de «L»; atrás tenía un patio abierto. Posteriormente fue un centro de reunión para adolescentes y (ya al final de la presencia estadounidense) una guardería. Ha sido muy modificado desde su construcción.

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El Club de Soldados y el cine (de 1934 y 1935) fueron proyectados por la firma panameña Wright & Schay. Ambos edificios se diseñaron según la moda neocolonial que en Panamá se conoce como “bellavistina”.

Residencia que originalmente perteneció a la familia Toledano (y después, a partir de 1956, a la familia Duque), en la calle 50, Bella Vista (1937), una de las obras más conocidas de los arquitectos Wright & Schay en la capital. Foto: E. Tejeira (1986).

Edificio 108 (antiguo Club de Soldados) en 2010. Foto: E. Tejeira.


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Edificio del segundo cine, construido en 1940 y demolido en 1969; réplica del inmueble erigido en 1935. Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

El viejo Club de Soldados (Enlisted Men’s Service Club; edificio 108), construido en 1934. Arquitectos: Wright & Schay. Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

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Arriba y a la izquierda: Antiguo cine de Clayton, hoy convertido en el Ateneo de Ciudad del Saber.

El cine se ve mucho más «bellavistino» por su curiosa torre esquinera. En realidad no fue el primer cine de Clayton; en los años veinte ya existía uno, una sala de 150-200 butacas en el cuartel central original. Con el crecimiento de la base se hizo necesario construir una sala mucho más grande; en este nuevo cine cabían aproximadamente 800 soldados. La planta es muy sencilla: una sala rectangular con un vestíbulo delante y un escenario hacia atrás. Los elementos más vistosos —la torre, la escalera semicircular, la arcada, la piedra vista, los adornos barrocos— se concentran en la parte delantera; las culatas de bordes ondulados se parecen a las que proyectó el arquitecto Francis R. Molther en los edificios 353 y 354 de la Colonel’s Row, ya mencionados.

Poco después de terminado el cine, la población de la base creció tanto que una sola sala de proyección ya no bastaba para satisfacer la enorme demanda. Por esta razón se decidió construir otro cine más. Era una réplica exacta del edificio 182, con torre y todo; fue construido en 1940 y demolido en 1969. En su sitio se edificó el Centro Valent, hoy Centro de Convenciones de Ciudad del Saber, que se describirá más abajo.

Hoy día, la sala en sí es un gran cajón cerrado, pero originalmente era abierta porque tenía que ser ventilada naturalmente; las dos paredes laterales tenían muchos vanos, todos cerrados con malla metálica. Fue después, cuando se instaló el sistema de aire acondicionado (1954), que hubo que tapiarlos. En 1957 se reformó la fachada principal. Interior del antiguo cine de Clayton, tal como se veía en 2009, antes de su rehabilitación.

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Garaje y gasolinera de Clayton (edificio 200). Foto: E. Tejeira (2010).

En 1940 también se construyó un club para NCOs, obviamente distinto al club para la tropa: he aquí el edificio 126, situado al sur de la base. El proyecto sigue el arquetipo de una barraca para 48 hombres, parecida arquitectónicamente a las barracas de 100, 150 y 200 hombres, solo que más estrecha y de dos pisos. Incluía, además de las salas para reuniones y eventos, salones de música y una biblioteca. El edificio, terminado en 1940 y muy modificado a partir de 1961, era casi irreconocible al momento de la reversión. Casi de esa misma época (1941) data el garaje y bomba de gasolina de la base (edificio 200), una modestísima estructura que destaca por ser la más antigua de su tipo que aún queda en la ciudad de Panamá. La arquitectura, con sus líneas horizontales y techos de grandes aleros, es típicamente zoneíta; su volumetría, rigurosamente simétrica, está muy bien proporcionada y equilibrada. Poseía cuatro bombas de expendio (hoy eliminadas) y una vivienda en la planta alta. Cerca de allí se construyó la bolera (edificio 202), concluida en 1943, remodelada a fines de los años sesenta y muy bien conservada con todo su equipo y decoración interior.

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De vuelta a la «zona de esparcimiento» de Clayton: a pocos pasos del antiguo Club de Soldados se encuentra el gimnasio (edificio 183), construido originalmente en 1925. En sus inicios se trataba de una especie de hangar, un escueto rectángulo de 20 x 49 metros techado con una estructura de acero de forma abovedada. En 1951 se reformó totalmente: se agregaron dos naves a ambos lados y se rehicieron las fachadas, aunque en el centro, según parece, se dejó la estructura original. La arquitectura es una especie de Art Deco simplificado, adornado con quiebrasoles. En 1956 fue bautizado Reeder Gymnasium en honor al coronel Russell Potter Reeder, un antiguo comandante del fuerte Sherman. En 1948 se construyó el edificio 369 D, una piscina de dimensiones olímpicas. El mismo modelo fue erigido en otras bases de la Zona del Canal. Antes de la reversión llevaba el nombre del General de Brigada Forrest Estey Williford.


Bolera (edificio 202) en una fotografía de 2009.

Interior de la bolera, en una imagen de 2010. Foto: E. Tejeira

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Izquierda: Vista exterior del gimnasio (edificio 183), construido en 1925 y reformado en 1951. Derecha: Vista interior del mismo edificio. Ambas fotos de E. Tejeira.

Área deportiva Ciudad del Saber cuenta dentro de su campus con un área deportiva, que incluye gimnasio, piscina y canchas de raquetbol, tenis, baloncesto, futbol y softbol, así como varios bohíos y amplias áreas verdes que son el último reducto de lo que otrora fuera el vasto campo Miller (ver página 75, imagen superior). Desde 2001 el Patronato de la Ciudad Deportiva Kiwanis ha administrado el área deportiva por medio de un convenio firmado con la Fundación Ciudad del Saber, propietaria del conjunto. Esta alianza ha permitido preservar, dar constante mantenimiento y mejorar estas facilidades para beneficio del deporte, la recreación y la cultura de todos los panameños y extranjeros que las usan diariamente.

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Imagen superior: Piscina construida en 1948. Abajo: Cancha de softbol en el polígono deportivo de Ciudad del Saber.

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El actual Centro de Convenciones (edificio 184), originalmente el segundo Club de Soldados (Enlisted Men’s Service Club) de Clayton, construido en 1974-1975. Foto: E. Tejeira (2010).

Entre el gimnasio y la piscina, en el sitio ocupado originalmente por la ya mencionada réplica del viejo cine, se construyó el segundo Club de la Tropa (Enlisted Men’s Service Club; edificio 184), sucesor del que se había erigido en 1934. Fue inaugurado en 1975, dos años antes de la firma de los tratados Torrijos Carter, y es muchas veces mayor que su precursor: mide 40 x 46 metros. Llegó a conocerse como Valent Center en honor de Othon O. Valent, un destacado militar. Hoy día es el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber. Su maciza arquitectura, un típico producto de los años setenta, evidentemente no tiene nada que ver con la tradición tropical zoneíta; fue proyectado con aire acondicionado central y es totalmente cerrado. El contratista fue Dillon Construction Company de Pedro Miguel, y fue el último gran proyecto erigido en la base. Queda por mencionarse el templo ecuménico (edificio 109), situado al sur del antiguo cine. Los planos 100

fueron traídos de Jacksonville, Florida: el arquitecto fue Herschel E. Shepard, Jr., a quien asistieron los ingenieros Evans & Hammond. La obra terminada fue abierta al público en 1965. Como lo indica el nombre, no se trataba de la iglesia de una religión específica, sino de una capilla «multidenominacional». Contenía, entre otros, una gran sala, un salón matrimonial, un salón para el coro, dos salas de reunión y oficinas para el capellán y sus asistentes. La arquitectura en sí es modernista, aunque trata de evocar las formas de la arquitectura cristiana tradicional. La volumetría crea una especie de patio abierto entre la «iglesia» propiamente dicha y las oficinas y salones, que corresponden al que históricamente hubiera sido el claustro. El edificio se diseñó con un sistema de aire acondicionado central; los quiebrasoles de piezas de cerámica sirven para tamizar la luz.


Antiguo templo ecuménico (edificio 109), construido en 1965. Arquitecto: Herschel E. Shepard, Jr. Foto: E. Tejeira (2010).

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La cuestión patrimonial: ¿qué conservar? ¿cómo transformar?

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Vista aérea de 2013 del Cuadrángulo Central de Ciudad del Saber. En primer plano el edificio 104, sede de la Fundación Ciudad del Saber.

Desde su creación, la Fundación Ciudad del Saber ha tenido bajo su responsabilidad transformar una antigua base militar estadounidense en un complejo internacional que favorezca la colaboración entre centros de investigación, universidades, empresas y organismos internacionales, y que contribuya a poner el conocimiento científico, tecnológico y humanístico al servicio del desarrollo de Panamá y su entorno regional. Este proceso de transformación ha requerido del diseño e implementación de intervenciones arquitectónicas, urbanísticas y paisajísticas inspiradas en lineamientos que la Fundación ha ido madurando y perfeccionando a lo largo de los años. Hoy en día, Ciudad del Saber cuenta con una serie de instrumentos de planificación que permiten proyectar y ordenar el uso y desarrollo de sus infraestructuras y espacios, integrando conceptos de sostenibilidad, así como medidas para la conservación de sus valores patrimoniales y su adaptación a las nuevas necesidades. A pesar de que en nuestro país se han dado algunos esfuerzos para inventariar y proteger los bienes culturales de la antigua Zona del Canal, no existe aún consenso suficiente en nuestra sociedad sobre la manera en la que deben conservarse. Por otra parte, prevalecen aún entre nosotros sentimientos encontrados, prejuicios y a menudo también desconocimiento sobre el alcance de este patrimonio. De ahí que para la Fundación Ciudad del Saber no haya sido fácil la tarea de definir qué valores del antiguo conjunto militar deben conservarse, y cómo realizar la transformación de este legado para ponerlo al servicio de una nueva razón de ser. De ahí también el interés de la Fundación de divulgar su experiencia en el desarrollo de este proceso y de participar en una reflexión más amplia sobre estas cuestiones patrimoniales. 104


fondos documentales dignos de ser Panamá y el recuerdo de la cuantiosos aprovechados, son escasas las iniciativas panameñas orientadas hacia conocer y divulgar este legado. El Zona del Canal libro La arquitectura de la época del canal, 1880-1914 Si bien la Zona del Canal es un hecho histórico bastante reciente, la mayoría de la gente en Panamá, cuya edad promedio apenas supera los 25 años, es demasiado joven para recordarla. Aunque solo han pasado un poco más de 15 años desde la salida de los últimos militares estadounidenses del país, ya han transcurrido casi 40 desde la desaparición de la «Zona» como ente político. En la memoria colectiva panameña existe cierta ambivalencia; por un lado, subsiste algo de resentimiento histórico contra la Zona del Canal y su mundo, y por otro, se da a veces una idealización sin matices. Frente a los que recuerdan con despecho el Silver Roll, los trágicos hechos del 9 de enero de 1964 y otros atropellos, hay quienes añoran los comisariatos y PXs como paraísos del consumo. Los discursos frente a esta memoria, cuando se dan, tienen mucho que ver con el origen, la formación y mentalidad de la gente en cuestión. En torno a las áreas revertidas han imperado discusiones sobre temas históricos, socio-económicos, ambientales, tecnológicos, jurídicos y reivindicativos relacionados con el canal en sí y con los recursos naturales de su cuenca, así como debates sobre cómo debería darse el desarrollo urbano en estas áreas; sin embargo, son pocas las reflexiones producidas en Panamá sobre la difunta «Zona», que muchos perciben como un hecho del pasado, irrelevante en la actualidad. El imaginario de los panameños sobre la sociedad zoneíta tiende a reducirse a generalizaciones muy superficiales, dado que se trató de una realidad cercana, pero ajena a nosotros. Hace más de medio siglo tuvieron importancia visiones de la sociedad zoneíta como las que planteaban las novelas Luna verde o Gamboa Road Gang de Joaquín Beleño, escritas desde la perspectiva de los humillados obreros del Silver Roll, cuya visión era necesariamente negativa, sin medias tintas. Obviamente, desde entonces, los puntos de vista se han ampliado. Un intento reciente de ofrecer una visión más ponderada y compleja ha sido la exhibición La vida material de la Zona del Canal en el Museo del Canal Interoceánico. En 2008, uno de los logros más novedosos de la 8ª Bienal de Arte de Panamá, Entrar en la Zona del Canal, fue mostrar cuánto camino aún queda por recorrer.

(Panamá, 1984) de Samuel Gutiérrez fue durante varias décadas el único específico sobre el tema publicado aquí. Tal escasez contrasta con la riqueza de material sobre el Casco Antiguo, Panamá Viejo y otros sitios coloniales. Obviamente, en la memoria colectiva panameña estos últimos sitios son vistos como «nuestros» y están íntimamente relacionados con la identidad nacional, mientras que el patrimonio zoneíta aún se percibe como «foráneo». Aquí vale la pena recordar que el discurso a favor de la conservación del patrimonio hispánico, prácticamente abandonado durante el siglo XIX, se arraigó justo después de 1903, cuando fue necesario construir un legado propio, distinto al de Colombia. En ese tiempo, la defensa de lo hispánico también se nutrió de la oposición a los Estados Unidos y su arrolladora cultura. La conservación del patrimonio zoneíta se enfrenta a otros obstáculos. En 1997, una comisión conjunta del Instituto Nacional de Cultura (INAC) y la ARI propuso una lista de zonas y edificios de interés cultural por proteger*, iniciativa que no prosperó por oposición de algunos funcionarios de los Estados Unidos, que en ese tiempo aún participaban en el manejo del canal. * En esta lista aparecen 40 edificios y sitios específicos, la mayoría en Balboa y Ancón.

Frente a tales hechos, no debe sorprender lo poco que se ha publicado en el país sobre el patrimonio arquitectónico y urbanístico zoneíta. Si bien la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) y la Unidad Administradora de Bienes Revertidos (UABR) —sucesora de la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI) — conservan 105


Antigua Balboa High School, que alberga hoy el Centro de Capacitación Ascanio Arosemena de la ACP. A la derecha: Monumento a los Mártires del 9 de enero de 1964. Fuente: ACP

En 2003, después de la reversión, el INAC promovió una ambiciosa ley de monumentos que incluía el edificio de la Administración del Canal en Balboa, pero ésta no llegó a ser adoptada oficialmente. Tampoco se pudo concretar la inclusión del Área del Canal como «paisaje cultural» en la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO. Un factor de fondo que contribuye a obviar el valor de esta arquitectura es el hecho de que, en general, lo edificado en el siglo XX no se identifica como «patrimonio». Es así como en los últimos lustros hemos visto desaparecer buena parte de la arquitectura histórica de los barrios de Bella Vista y La Exposición, que se encuentran en el mero centro de la ciudad de Panamá, sin que haya habido suficiente consenso social para salvarlos del boom inmobiliario. Otro problema que subyace en estas tentativas frustradas es el hecho de que el INAC, encargado por ley de identificar y salvaguardar el patrimonio cultural nacional, nunca ha contado con los recursos necesarios para cumplir cabalmente con esta tarea. Obviamente, la protección de sitios como Balboa y Ancón crearía nuevas responsabilidades para una institucionalidad ya desbordada por sus actuales competencias. En el caso de los sitios bajo la administración de la ACP, la cuestión se hace más compleja por el hecho de que el canal y su infraestructura se manejan de forma bastante autónoma del resto del aparato administrativo del Estado. Por fortuna, aunque el enorme patrimonio arquitectónico, urbanístico y paisajístico bajo la administración de la ACP no cuenta con planes explícitos de conservación, en la práctica éste se encuentra bien protegido y mantenido. Un importante ejemplo de reconversión arquitectónica es la antigua Balboa High School, donde estalló la crisis del 9 de 106

enero de 1964, que fue traspasada a la ACP; hoy alberga el Centro de Capacitación Ascanio Arosemena, que incluye la biblioteca y centro de documentación de la institución. Allí se exhibe, de forma permanente, una excelente colección de mapas e imágenes históricas. En la opinión pública panameña se ha hablado mucho de la «ciudad jardín» y de la «arquitectura canalera» como elementos positivos que deben proporcionar directrices de diseño en las áreas revertidas. En 2000, el Ministerio de Vivienda promulgó por ley las Normas especiales para mantener el carácter de ciudad jardín en la región interoceánica, en las cuales la «ciudad jardín» se define como un sitio donde «los elementos del paisaje natural y los elementos urbanos… interactúan creando de este modo un espacio óptimo (hábitat) para sus residentes y usuarios». Estas normas se orientan hacia el diseño de barriadas nuevas, aunque prevén que ciertos edificios individuales y conjuntos «de especial interés histórico... estarán sujetos a reglamentos especiales». Aún no existen tales reglamentos, pero en algunas nuevas barriadas amuralladas a lo largo y ancho de la vieja Zona del Canal se imitan elementos de la arquitectura histórica zoneíta. En otros casos, la sobria arquitectura original se adorna mediante columnas neoclásicas, balaústres u otros elementos que simbolicen prestigio social y riqueza. En Albrook muchas viviendas para oficiales de los años treinta y cuarenta, vendidas por la ARI a un público económicamente acomodado, han sido modificadas de esta manera. Hasta las modestas casas dúplex de los años sesenta y setenta en la parte privatizada de Clayton han sufrido tales añadidos.


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Los esfuerzos ciudadanos más importantes para preservar el patrimonio arquitectónico canalero se han dado sin ostentación alguna en Gamboa, donde el aislamiento y las características de la población (muy sensible en materia de conservación) han creado las sinergias para mantener el sitio. En Quarry Heights, antaño el asentamiento más exclusivo del mundo militar, también se han dado iniciativas individuales a pesar de tratarse mayormente de casas de madera, de poco atractivo para el panameño promedio. Con todo y estos esfuerzos aislados, lo cierto es que aún no hay un solo sitio o edificio en la antigua Zona del Canal protegido por ley.

La memoria estadounidense En este panorama memorístico no se puede excluir a los Estados Unidos, cuya presencia es determinante aun desde la lejanía. La manera en que se ha construido y documentado la memoria colectiva estadounidense sobre la Zona del Canal y sus lugares poblados es muy distinta según se trate del ámbito civil o militar. Para empezar, la mayor parte de la documentación sobre la «Zona» se encuentra en los Estados Unidos.

La sede de los Archivos Nacionales (NARA) en College Park, Maryland (como ya se ha dicho) conserva las grandes colecciones de planos y documentos desde la construcción del ferrocarril y del Canal Francés, y del siglo XX posee lo que se refiere tanto al canal como al ámbito militar. En los años noventa, el Comando Sur levantó un inventario exhaustivo de sus recursos culturales, igualmente el Historic American Building Survey (HABS), cuyo fondo de imágenes está en línea en el sitio de la Biblioteca del Congreso. Por su parte, la antigua población civil zoneíta, hoy envejecida y repartida a lo largo y ancho de los Estados Unidos, ha desarrollado sus propios imaginarios, casi siempre nostálgicos y sublimados por el paso del tiempo. Son el exacto opuesto de la óptica de Joaquín Beleño y dejan por fuera todo mal recuerdo, toda 108


estadística poco halagadora; en nada se parecen al cuadro pueblerino y ultranacionalista que Frederick Wiseman presentó en su controversial documental Canal Zone de 1976, descrito por la revista Time como una «visión de pesadilla» de la vida estadounidense. Tampoco tienen mucho en común con las publicaciones de la esfera académica, altamente críticas, en la cual destacan historiadores como Michael Conniff, John Major, Julie Greene y los esposos Herbert y Mary Knapp*. Como el mundo de la Panama Canal Company mostraba cierta permeabilidad y abría ciertos espacios a panameños, el proceso de construcción de esta

Zone College, a los cuales también asistieron muchos panameños de la élite. Alguna gente del Silver Roll y sus descendientes, por su parte, han creado The Silver People Heritage Foundation, uno de cuyos proyectos es recuperar los cementerios zoneítas asignados a la población de color, Mount Hope en Colón y Corozal en Panamá. Ambos eran mixtos y estaban rigurosamente compartimentados según la ciudadanía y religión de los difuntos*.

* Mientras existió la Zona del Canal, los habitantes de Colón, panameños o de otra nacionalidad, eran enterrados en Mount Hope, que quedaba en territorio zoneíta.

memoria no es exclusivamente estadounidense; hoy se comparte con algunos grupos locales, igualmente nostálgicos. Sus principales voceros, con gran difusión en Internet, son agrupaciones privadas como la Panama Canal Society, con sede en la Florida, y la Panama Historical Society, además de sitios virtuales como www.czimages.com, www.czbrats.com y www. gozonian.org. Este último incluye una gran colección de imágenes históricas conservadas en la NARA y la ACP. Los recuerdos se centran en la Panama Canal Company y sus asentamientos, iglesias, clubes cívicos y escuelas, ante todo la Balboa High School y el Canal *Por ejemplo: M. Conniff, Black Labor on a White Canal (Pittsburgh, 1985); J. Major, Prize Possession, the United States and the Panama Canal (Cambridge, 1993); J. Greene, The Canal Builders (Nueva York, 2009); H. y M. Knapp, Red, White and Blue Paradise. The American Canal Zone,Nueva York, 1984.

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Concretamente, la memoria oficial norteamericana se centra en un sector cercado del cementerio de Corozal, muy bien cuidado, donde yacen más de 5,000 ciudadanos estadounidenses, muchos de ellos miembros de las fuerzas armadas. En 1982, la responsabilidad de mantener el camposanto pasó a la American Battle Monuments Commission, organización gubernamental norteamericana que administra 25 cementerios militares fuera del territorio estadounidense. Actualmente, este sitio y la nueva embajada son los dos únicos puntos de la antigua Zona del Canal donde aún ondea la bandera de los Estados Unidos. Para las fuerzas armadas estadounidenses, el recuerdo de Panamá es distinto del de los ex empleados de la difunta Panama Canal Company, quienes muchas veces pasaron toda una vida en la Zona del Canal e hicieron sus hogares allí. Para un miembro del ejército, un sitio como el fuerte Clayton, una base entre muchas repartidas por todo el mundo, era diferente de lo que Balboa o Gamboa podían significar para un Zonian. Por su carácter transitorio, la población castrense usualmente no centra su memoria en bases o fuertes, sino en la institución en sí, en lazos de camaradería, experiencias bélicas compartidas o haber pertenecido a batallones o unidades específicas. De ahí la existencia de tantos clubes de veteranos a lo largo y ancho de los Estados Unidos.

Monumento en el cementerio de Corozal.

vap©

El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt y el presidente panameño Harmodio Arias Madrid en un desfile militar en Clayton a mediados de la década de 1930. Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

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Vista parcial del cementerio de Corozal en 2009.

Pertenecer al Army, Navy, Air Force o a los Marines era, en efecto, muy distinto a sentirse un Zonian; además, había animosidades mutuas. Como escribió el arqueólogo y explorador Alpheus Hyatt Verrill en su libro Panama of Today de 1927, la Zona del Canal era una sociedad de camarillas y chismes; según él, los militares eran «altaneros» y despreciaban a todo el mundo olvidando «que son servidores públicos y que en tiempos de paz son poco más que zánganos cuyos salarios los pagan los civiles a quienes tanto miran por encima del hombro». En el libro The People of Panama (1955), escrito mayormente durante la época del presidente José Antonio Remón Cantera, los autores John y Mavis Biesanz alegaban que para los militares estadounidenses, el adjetivo «civil» era peyorativo, casi un insulto. Por su parte, los civiles resentían «el hecho de que no se les permita entrar libremente a las instalaciones militares».

miembros, Terrance McGovern, publicó el libro The American Defences of the Panama Canal en 1999. Nótese que el CDSG ha creado una lista de sitios militares estadounidenses en peligro, en la cual se incluyen los fuertes Amador y Randolph en Panamá. Los autores de Guarding the Gates, con innegable pesimismo frente a la pérdida de Amador, también temían la desaparición de Clayton. Según ellos, el gobierno panameño podría repetir lo que ya había sucedido en Amador, donde «la inmensa mayoría de los edificios han sido demolidos, mientras que los que aún quedan en pie escasamente cuentan con un contexto histórico o temático que les dé unidad… en esencia, el fuerte Amador ya no existe, y al fuerte Clayton le puede esperar un destino similar».

Hoy día, la memoria de la presencia norteamericana en Panamá se mantiene en publicaciones como el libro Guarding the Gates del año 2000, ya mencionado, que incluye viñetas de la vida cotidiana desde los años veinte y rememora eventos excepcionales como la jubilosa visita del Gral. Dwight D. Eisenhower en 1946 o la filmación de la película The Naked and the Dead en 1958 con el actor Cliff Robertson. También existe el Coast Defense Study Group (CDSG), uno de cuyos 111


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El Canal de Panamá y su legado arquitectónico (1905-1920)

Canal definieron el territorio de la Zona del Canal en maneras importantes para la comprensión de su desarrollo actual.”

Como parte de las actividades oficiales del centenario de la vía interoceánica, la Autoridad del Canal de Panamá, la Fundación Arte y Cultura y la Fundación Ciudad del Saber unieron esfuerzos para la publicación en agosto de 2013 del libro El Canal de Panamá y su legado arquitectónico (1905-1920). La publicación fue acompañada de una exhibición con el mismo nombre, inaugurada en el edificio 109 de Ciudad del Saber (antiguo Templo Ecuménico) y posteriormente presentada en 14 centros de la Universidad de Panamá por todo el país.

Tanto la exhibición como el libro han permitido destacar otras facetas de los aportes del Canal de Panamá más allá del legado que dejó su construcción en áreas como la ingeniería y la salud. El trabajo realizado por los profesores Reese se enfoca en figuras como arquitectos, urbanistas y paisajistas “cuyas ideas y trabajo sirvieron en gran medida para formar el ethos fundacional de la arquitectura y el paisaje de la antigua Zona del Canal”, profesionales que durante un siglo han permanecido en una “condición de anonimato creativo”.

La publicación fue el resultado de un importante trabajo de investigación realizado por los profesores Carol McMichael Reese y Thomas F. Reese, de la Universidad de Tulane, Louisiana (EE.UU.), sobre el legado arquitectónico, urbanístico y paisajístico que data de la época de la construcción del Canal de Panamá y sus primeros lustros de funcionamiento. De acuerdo con los autores, “aunque hay casi un siglo de cambios de por medio, los vestigios físicos de los planes organizativos, proyectos de infraestructura, diseños de edificios y proyectos paisajísticos realizados por quienes construyeron el 113


Retos y dificultades al reconvertir una base militar para usos civiles Lo que los historiadores del Comando Sur temían que sucediera en Clayton nunca ocurrió. No sorprende, sin embargo, que después de la reversión, la mayoría de las instalaciones militares haya sido destazada según los nuevos usos propuestos. El Plan Maestro de Amador, por ejemplo, incorporó transformaciones significativas acordes con la vocación turística del sitio. En otras instalaciones, como las de Howard, muy probablemente se hará una tabula rasa para empezar prácticamente de cero. Toda reconversión de una base militar es difícil por definición, ya que su rigurosa estructuración siempre es distinta al espacio urbanizado de una sociedad civil y pluralista. Esto es un problema en todas partes, incluso en los Estados Unidos. En ese país, la ambiciosa recuperación de la antigua base de Presidio en San Francisco, muy conocida internacionalmente, se puede comparar con lo que la Fundación Ciudad del Saber está llevando a cabo en Clayton. En el Panamá de hoy sería imposible mantener una base militar estadounidense como una reliquia (en el caso de que algo así fuera deseable), no solo por el derroche de espacio, sino porque muchos edificios no son funcionales para usos civiles sin ciertos cambios significativos. En todas las bases de la Zona del Canal, las férreas jerarquías militares definían las tipologías arquitectónicas y los grandes espacios abiertos eran campos para desfiles y ejercicios. Las densidades de población eran muy bajas, y la infraestructura era común para cada conjunto. En todas se operaba con altísimos costos de funcionamiento (la supuesta sostenibilidad de los conjuntos urbanos zoneítas es una ficción). El casco histórico del fuerte Clayton ha sido un caso singular, dado que ha sido puesto al servicio de un proyecto de Estado, bajo la administración centralizada de una fundación privada sin fines de lucro. Esta forma de gestión ha permitido la puesta en marcha de un proceso de planificación coherente y la aplicación de criterios de intervención consistentes a todo el conjunto. Para la identificación y formulación de tales criterios, sin embargo, no existían fórmulas pre-establecidas. Un importante desafío lo suponen el tamaño del sitio y su bajísima densidad de edificación. Entre un extremo y otro del extenso conjunto de Ciudad del Saber hay aproximadamente dos kilómetros en línea recta, y sus más de 200 edificios, muy esparcidos, ocupan solamente un 12% de las 120 hectáreas; más de las dos terceras partes son áreas verdes. Como los diversos sectores del conjunto no están 114

bien interconectados entre sí y hay pocas veredas sombreadas, los desplazamientos a lo interno no resultan agradables para el peatón, que frecuentemente tiene que soportar lluvia, sol y calor sin resguardo alguno. El peor caso de esto era el vasto campo central del New Post (convertido hoy en el Parque de los Lagos), que no contaba con una sola área de sombra o vereda peatonal, por lo cual resultaba difícil de aprovechar para los nuevos usuarios del sitio. Hay muchos otros retos. La mayoría de los edificios se proyectaron originalmente para vivienda, y como ya sabemos, las grandes barracas de la preguerra, con sus enormes salones-dormitorio, fueron transformadas a partir de los años cincuenta, casi siempre violentando sus valores arquitectónicos. Además, no obstante la solidez de la mayoría de las construcciones, el nivel de los acabados en los edificios era, en general, bajo. En los años cincuenta la calidad de las edificaciones decayó; el mejor ejemplo de esto son las modestas viviendas del programa Capehart, ya mencionado.


Fotos : Fernando Alda/ Cortesía: Biomuseo

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Los inicios de Ciudad del Saber y su instalación en Clayton El proceso que llevó a idear Ciudad del Saber y culminó con su instalación en el casco histórico de Clayton tomó varios años. El proyecto fue impulsado en 1993 por un grupo de empresarios panameños que concibió la idea de crear una «plaza socrática» en instalaciones de las áreas revertidas, bajo el nombre inicial de «Universidad de las Américas». En un primer momento se pensó para ello en las instalaciones del Panama Canal College (originalmente el Canal Zone College), construido en 1962. En 1994 la propuesta fue presentada al Gobierno de la República y recibida con entusiasmo. Posteriormente surgió la idea de que junto a esta entidad de educación superior se establecieran otros centros orientados al logro de propósitos complementarios, dentro de un complejo internacional que se llamaría «Ciudad del Saber»* y de que el proyecto se llevara a cabo en una de las bases militares estadounidenses, no en el Panama Canal College. En ese momento se pensó en aprovechar la base aérea de Albrook, que pronto revertiría. * Ciudad del Saber: Una Utopía Posible, documento publicado por UNESCO en 1996.

Para llevar adelante este proyecto se creó, en julio de 1995, la Fundación Ciudad del Saber, estableciéndose su primera sede en una modesta casa dúplex en La Boca, aunque poco después se mudó al edificio 808 de Albrook. La elección definitiva del fuerte Clayton en vez de Albrook fue el resultado de las recomendaciones de un primer estudio de factibilidad, Feasibility Study for City of Knowledge, encargado por la ARI en enero de 1996 a la Academy for Educational Development (AED) de Washington, D.C. Durante unos meses, el grupo de trabajo analizó varias bases militares según diversos parámetros, entre ellos su tamaño, accesibilidad, visibilidad e imagen, sus atractivos naturales, aspectos estéticos e históricos y su potencial de expansión. En el informe final de agosto de 1996, la AED recomendó que Ciudad del Saber, más que convertirse en una universidad convencional, formase un consorcio con universidades estadounidenses y europeas ya establecidas, ofreciendo «facilidades para la investigación, infraestructura de soporte y áreas residenciales atractivas», entre otros. En este sentido, Ciudad del Saber debería convertirse en una ciudad completa «en descendencia directa de la ciudadestado del mundo clásico», cuyos ciudadanos «vivirían y trabajarían en estrecha cercanía». En el documento elaborado por AED se menciona insistentemente el concepto de «lugar» («place» en inglés), un sitio con carácter, historia e identidad. En opinión de los consultores, la base que mejor cumplía con tales expectativas era Clayton, no Albrook, que según ellos terminaría absorbida por la expansión de los puertos de Panamá. El amplio y monumental frente de Clayton hacia la Ave. Omar Torrijos Herrera, con su vista al canal, le daría a Ciudad del Saber una visibilidad y presencia urbana que Albrook, Howard o Kobbe jamás tendrían. El único problema era que Clayton no revertiría hasta tres años después, a fines de 1999.

El Presidente Ejecutivo y el Presidente de la Junta Directiva de la Fundación Ciudad del Saber, Jorge R. Arosemena R. y Juan David Morgan, respectivamente, durante el acto de entrega de las instalaciones por parte del Gobierno de Panamá, el 30 de noviembre de 1999.

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Aún así, se siguió la recomendación de la AED. En septiembre de 1997, Rubén Lachman, Melissa Vallarino y Jorge Riba culminaron la preparación del Micro plan de uso de Clayton para la Fundación Ciudad del Saber, donde concordaron con la AED en el alto valor asignado a Clayton: «además del diseño de sus partes residenciales, en el que se observa un balance entre arquitectura y paisajismo y un cuidadoso manejo de la topografía, el sistema hidrográfico y la conservación ambiental, se destaca una amplia franja verde (greenbelt) por un lado y por el otro el Canal de Panamá y sus riberas protegidas».


La planificación en Ciudad del Saber durante los primeros años Siempre se pensó en aprovechar lo más posible el parque arquitectónico existente de Clayton. Nada se demolió en los primeros años bajo la administración de la Fundación Ciudad del Saber, pero tampoco había aún directrices que establecieran criterios uniformes para las intervenciones.

A través del Decreto Ley no. 6 de 1998, el Estado dispuso traspasar a la Fundación Ciudad del Saber 120 hectáreas de Clayton. La transferencia formal de la base a Panamá se llevó a cabo el 30 de noviembre de 1999; el conjunto fue recibido por el Gobierno Nacional, que en el mismo acto hizo entrega de las instalaciones correspondientes* a la Fundación Ciudad del Saber. Dos días después, el 2 de diciembre de 1999, entraron finalmente al sitio de Clayton las 11 personas que en ese momento conformaban el equipo de la Fundación. * El Comando Sur seguía un protocolo riguroso al momento de traspasar sus bases a Panamá: entregaba juegos de planos, inventarios de bienes e informes de contaminación por asbesto, plomo o fibra de vidrio, si venían al caso. Todo en Clayton se traspasó en buen estado.

Las primeras transformaciones que se hicieron en los edificios, generalmente muy modestas, fueron proyectadas y ejecutadas directamente por los usuarios de los mismos, con el consentimiento de la Fundación, que para ello aún no contaba con una unidad especializada en materia de infraestructuras. Un caso atípico y sobresaliente fue el de la sede regional de UNICEF para Latinoamérica y el Caribe, la primera sede regional de una agencia de Naciones Unidas en establecerse en Ciudad del Saber. Esta agencia se instaló en 2002 en el edificio 102, una antigua barraca del Cuadrángulo Central. El arquitecto fue el iraquí Shibil H. M. Ali Al Shaibani, quien ya había diseñado las oficinas de UNICEF en Bagdad y Amman. La intervención destaca porque se actuó con gran sensibilidad; solo se modificó el ventanaje y se habilitó el ático (originalmente un mero desván) como un nuevo piso, con una luminosa terraza integrada al declive del techo.

El edificio 102, una de las antiguas barracas del Cuadrángulo Central, rehabilitado en 2002 para las oficinas regionales de UNICEF.

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Otras intervenciones de esta primera etapa fueron la que hizo en 2003 en el edificio 116 la empresa Mallol & Mallol Arquitectos para el Grupo Louis Berger, y la realizada en 2003 en el edificio 129 (otra barraca) por el arquitecto Terry Wong para las oficinas nacionales de Naciones Unidas. Los únicos edificios de nueva planta que se construyeron en esos años fueron la sede de la empresa Telecarrier (Mariela Sagel, 2001-2002) y el Centro de Capacitación de COPA Airlines (2005-2006). Este último fue diseñado por Mallol & Mallol, aunque fue modificado sustancialmente al momento de construirse. En un principio se propuso que toda el área norte de Ciudad del Saber, el antiguo New Post, albergara el Tecnoparque Internacional de Panamá (TIP), uno de los componentes clave de Ciudad del Saber. Las primeras instituciones en mudarse ahí fueron SENACYT y el Centro Nacional de Metrología de Panamá, ambas en 2000, y la primera empresa fue Highlights of Ophthalmology en 2001. En ninguno de estos casos se hicieron modificaciones a los edificios. A la izquierda: Aspecto del interior del edificio 102, sede de las oficinas regionales de UNICEF. En la imagen de la derecha, el edificio 116, intervenido en 2003 por Mallol & Mallol Arquitectos para el Grupo Louis Berger.

Fachada del edificio 110 – frente a la calle Vicente Bonilla –, poco después de su rehabilitación por CATHALAC en 2001.

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Bocetos de Joaqíun Montero de 2004, con nuevos volúmenes acristalados para las antiguas barracas del New Post. Fuente: FCdS.

En 2001, Ciudad del Saber firmó un convenio de asistencia técnica con la Unión Europea que previó entre sus componentes la consolidación de la estructura física del Tecnoparque y, en general, de Ciudad del Saber. Para su ejecución, se convocó un concurso que ganó la empresa española IDOM. Entre los consultores que IDOM aportó al proyecto estuvo Joaquín Montero Basqueseaux, urbanista español con gran experiencia en el manejo de parques tecnológicos en el País Vasco. El objetivo primordial de la visita a Panamá de Montero en 2004 fue elaborar una propuesta para el TIP, aunque también desarrolló ideas para un futuro plan director para toda Ciudad del Saber.

En la práctica, propuso transformar el edificio 104 en el «verdadero centro social, administrativo y representativo» de la institución, aprovechando su posición privilegiada frente al Cuadrángulo Central; también sugirió recuperar el área cívica (el antiguo club de tropa, el templo ecuménico y el cine —los edificios 108, 109 y 182—) para conformar un nuevo «Centro de Reuniones y Congresos». Todo esto vendría unido a un plan de reforestación «reforzando la concepción de los espacios públicos como elementos indispensables en la nueva imagen del conjunto». Planteó asimismo una trama de nuevas veredas superpuestas a la traza existente.

Montero definió varios objetivos para este plan, entre los cuales destaca —desarrollando la línea trazada originalmente por la AED— la transformación de Clayton «en una auténtica ciudad que propicie, tanto por su organización funcional como por sus espacios exteriores, la relación entre sus usuarios en un ambiente inconfundiblemente tecnológico y tropical como señas de identidad propias de Ciudad del Saber».

En su informe, Montero bosquejó algunas ideas para transformar el antiguo cine en un Palacio de Congresos y las 17 barracas asignadas al TIP (evidentemente muy venidas a menos) en vistosos «edificios empresariales», siempre conservando «a ultranza» los techos y aleros. Sus dibujos son muy elocuentes: todas las estructuras recibirían nuevos volúmenes acristalados para la circulación vertical (elevadores) que simbolizarían la nueva imagen tecnológica y tropical, obviamente muy distinta a la de una base militar.

Plano parcial de Ciudad del Saber que refleja las propuestas conceptuales realizadas por Joaqíun Montero en 2004. Fuente: FCdS.

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Con la reversión, el Comando Sur retiró muchos elementos simbólicos de memorabilia de sus bases, incluso las insignias y las placas conmemorativas. En Clayton pueden verse hoy pedestales vacíos como el que aparece en la imagen.

¿Qué conservar? Los criterios de intervención de los conjuntos históricos que hoy se aplican en Ciudad del Saber son el resultado de un proceso de reflexión en el cual se han sucedido varias etapas y visiones. Desde los años noventa se han planteado posturas muy disímiles, incluso contradictorias, en relación con las áreas revertidas. En el caso específico de Clayton, las más anti-conservacionistas criticaron el derroche de espacio y propusieron aprovechar al máximo la tierra, preferentemente construyendo en altura como en el resto de la ciudad; para ellos, la arquitectura histórica no tiene valor alguno. La posición opuesta, por algunos acusada de nostálgica, favorece una conservación estricta de todo lo que hay; fueron éstas las voces que, en su momento, llegaron al extremo de criticar la demolición de la garita hacia la Ave. Omar Torrijos Herrera. En realidad, la mayoría de los que enuncian posturas conservacionistas no hacen más que ver los vastos espacios abiertos de Clayton como un oasis de verdor y sosiego frente al angustiante caos de la ciudad de Panamá. Sin embargo, son pocos los que se plantean seriamente la viabilidad económica y la sostenibilidad de dar mantenimiento a tan extensas áreas verdes no boscosas.

Hoy día, tras más de 15 años de operaciones de Ciudad del Saber, el valor patrimonial de este casco histórico se reconoce ampliamente (al menos en los círculos mejor informados de la sociedad panameña), como también se reconoce el incremento en el valor de esta propiedad, dadas las importantes inversiones realizadas en mejoras. En el seno de la Fundación Ciudad del Saber también se han dado incontables discusiones sobre la conservación. ¿Pero cómo sustentarla? Lo más obvio es señalar que el fuerte Clayton es un testimonio de la presencia militar estadounidense en Panamá, de la historia del tránsito transístmico y del canal. En 2007 la Fundación Ciudad del Saber demolió la garita ubicada frente a la Ave. Omar Torrrijos Herrera.

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Señalización de las calles de Ciudad del Saber con los nombres de los Mártires del 9 de enero de 1964.

Este enfoque permite construir un discurso en el cual Clayton figura como un importante eslabón en la historia de la arquitectura militar desde el siglo XVI, en cuya narrativa destacarían, primero España y después los Estados Unidos. El fuerte Clayton, como ejemplo del siglo XX, aparecería en este cuadro junto con las fortificaciones de Portobelo y San Lorenzo, que datan de los siglos XVII y XVIII y hoy son Patrimonio de la Humanidad. Desafortunadamente, a diferencia del patrimonio colonial hispánico, la arquitectura militar estadounidense aún mantiene su estigma de ocupación extranjera; para que esta mácula se supere tendrá que pasar el tiempo. Quizás no haya sido casualidad que uno de los primeros gestos para «panameñizar» Clayton fue reemplazar los nombres originales de las calles, que en su mayoría recordaban a militares estadounidenses, por los nombres de los Mártires del 9 de enero, medida que tomó el Consejo Municipal de Panamá. 122

Con el tiempo, la Fundación Ciudad del Saber ha optado, de manera más bien pragmática y sin alardes ideológicos, por enfatizar los valores arquitectónicos, urbanísticos y paisajísticos de Clayton. ¿Pero qué es lo especial de este casco histórico, qué lo distingue de los demás sitios de la antigua Zona del Canal? A diferencia de El Prado (en Balboa) y del complejo hospitalario de Ancón, no se trata de una arquitectura de altas aspiraciones estéticas o elaborados discursos estilísticos. Tampoco llaman la atención los interiores: el propio edificio 104, no obstante su rostro palaciego, era originalmente un enorme contenedor de tropa, con grandes salas-dormitorio distribuidas en varios pisos. Y no olvidemos el carácter repetitivo de la arquitectura: la mayoría de los edificios es tipificada; igualmente el paisaje de cubiertas de tejas, que también se encuentra en otras bases del área canalera. El extraordinario sistema de drenajes de agua pluvial es una tecnología que también se aplicó en otros lugares. Por su parte, el cine, el gimnasio, el centro de convenciones y el templo


NOMBRE ANTERIOR

NOMBRE ACTUAL

Dwyer Street Stevens Street Coiner Street Gerrard Street Winthrop Street Morse Avenue Craig Avenue -------Caples Street Muir Avenue Gaillard Avenue Hawkins Avenue Hamilton Place Landrich Place Stewart Loop Saltzman Place Boyles Place Johnson Loop Romero Place Davis Loop

Calle Rosa Elena Landecho Calle Ricardo Murgas Villamonte Calle Jacinto Palacios Cobos Calle Ovidio Saldaña Calle Víctor Iglesias Calle Alberto Oriol Tejada Calle José E. Gil Calle Víctor Manuel Garibaldo Calle Etanislao Orobio William Calle Arnoldo Cano Arosemena Calle Vicente Bonilla Calle Carlos Renato Lara Calle Gustavo Lara Calle Evelio Lara Calle Gonzalo Crance Calle Alberto Nichols Constance Calle Teófilo Belisario de la Torre Calle José del Cid Cobos Calle Celestino Villarreta Calle Ezequiel González Meneses

Pullen Street Anderson Street Henry Place Wells Place Riche Loop

Pullen Street Anderson Street Henry Place Wells Place Riche Loop

Cuadro en el que aparecen, a la izquierda, los nombres anteriores de las calles de Clayton que hoy se encuentran en el campus de Ciudad del Saber, y a la derecha, los nombres asignados por el Consejo Municipal de Panamá. Estos últimos son nombres de Mártires del 9 de enero de 1964, con una excepción: Arnoldo Cano Arosemena. Los cinco nombres que aparecen en la parte inferior del cuadro se refieren a calles cuya denominación no ha sido cambiada.

ecuménico son únicos y merecen ser conservados como tales, pero no son excepcionales. ¿Qué nos queda? Lo que primero distingue el casco histórico de Clayton de las demás instalaciones militares es su emplazamiento: el horizonte lo delimitan, por un lado el canal —que se aprecia desde allí en toda su grandeza—, y por otro las colinas y los bosques que contrastan con la metódica traza de la áreas urbanizadas. Estas vistas son inmejorables y deben mantenerse. Más allá de esto, lo que más destaca, lo que no tiene parangón en Panamá, es el grandioso concepto urbanístico de los cuatro grandes conjuntos creados entre 1919 y 1941: lo que queda de la herradura original, la hilera de casas de la llamada Ave. de los Coroneles, el Cuadrángulo Central y el Parque de los Lagos (el antiguo New Post), que ocupan aproximadamente un 60% de Ciudad del Saber. 123


Urbanismo, paisajismo y jerarquía La representación plástica y geométricamente ordenada de la jerarquía y del orden social, donde cada edificio destaca como una escultura colocada estratégicamente en el espacio, obviamente no se inventó en la Zona del Canal; hay muchos antecedentes, tanto estadounidenses como de otras potencias. Por su naturaleza, los absolutismos siempre fueron campo fértil para tales despliegues. Fue en la Francia absolutista donde el urbanismo, el paisajismo y la jerarquía fueron llevados, en conjunto, a su máxima expresión. En la Real Salina de Chaux, por ejemplo, que hoy forma parte de la Lista del Patrimonio Mundial de UNESCO, el arquitecto ClaudeNicolas Ledoux ideó una planta circular, con edificios cuidadosamente diferenciados según su uso y rango, evidente microcosmos del Ancien Régime. En el centro, como en un sistema solar, señorea la casa del director.

Perspectiva aérea idealizada de la Real Salina de Chaux, por Claude-Nicolas Ledoux. Grabado publicado por el arquitecto en 1804.

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Conjunto original del fuerte Clayton, construido entre 1919 y 1922, del que solamente subsisten 26 edificios. La Administración (en el centro) y las cuatro grandres barracas fueron demolidos en la década de 1950. Fuente: Colección Vicente A. Pascual.

En los cuatro, más aún si se los ve como un todo concatenado, destacan la jerarquía, el orden, la sensación de armonía y el hecho de que cada conjunto se aprecie como una suma de elementos aislados, muchas veces iguales o casi iguales, en torno a grandes espacios vacíos que invitan a la contemplación. En la herradura original, 11 edificios de escala similar conforman un arco de área verde; desde el polígono deportivo, la curva de las 16 casas de los coroneles se aprecia como un largo telón de fondo; en el Cuadrángulo Central, las ocho barracas crean una plaza ortogonal, la única con esta forma en todo Clayton; y el espacio del Parque de los Lagos lo genera un polígono irregular de 17 barracas. Por estas características, los cuatro conjuntos son muy distintos a lo construido después de 1945 —las viviendas en hilera del programa Capehart y de la «Colina 2»—, donde se prescindió de las vistas y grandes espacios vacíos como elementos integradores.

Una vez tomada la decisión de qué conservar, sigue la pregunta de cuánto se puede (o debe) transformar. Las respuestas también han evolucionado a lo largo de los últimos lustros. En resumen, el cambio podría formularse como una ecuación en la que entran en juego la necesidad de conservar los valores descritos, y la exigencia de adaptar este patrimonio al cumplimiento de la misión institucional de la Fundación Ciudad del Saber. Los cambios resultantes pueden verse como un capítulo más en una secuencia que se inició hace varias décadas.

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Portada del documento del Plan Maestro del Desarrollo Urbano de la Ciudad del Saber (enero 2009).

La cuestión patrimonial a partir del Plan Maestro A fines de 2004 se celebró un concurso, el primero que hizo la Fundación Ciudad del Saber, para preparar el Plan Maestro de Desarrollo Urbano del sitio. La empresa ganadora fue Grupo Suma, S. A., dirigida por el arquitecto Ariel Espino; el autor de este texto también participó en el proyecto. El proceso de elaboración, discusión pública y aprobación del documento tomó más de cuatro años, siendo sancionado por la Dirección de Desarrollo Urbano del Ministerio de Vivienda en enero de 2009*. El objetivo general del plan es «ordenar el crecimiento de Ciudad del Saber, posibilitando el desarrollo de nuevas estructuras y espacios en el campus, dentro de una visión integral y con una adecuada provisión de infraestructuras». Identifica áreas de conservación patrimonial y áreas de expansión y densificación para el desarrollo de nuevas actividades relacionadas con la misión de la institución; finalmente, define usos del suelo y establece una normativa urbanística y ambiental, * La Resolución del Ministerio de Vivienda N°36-2009 aprueba la Propuesta de Uso de Suelo y Zonificación y da concepto favorable al Plan Vial, contenidos en el Esquema de Ordenamiento Territorial “Ciudad del Saber”.

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acompañada de un plan vial, de circulación peatonal y de áreas de estacionamiento. En este apartado interesa comentar la parte del plan que se relaciona con la conservación de los principales conjuntos y la adaptación de edificios existentes a nuevos usos. Como conjuntos de conservación forzosa, el Plan Maestro señala precisamente los principales edificios y espacios abiertos descritos arriba: • • • •

El Cuadrángulo Central y sus edificios circundantes, ante todo el 104, sede de la Fundación Ciudad del Saber Los edificios originales de la base Las casas de la llamada Ave. de los Coroneles Las barracas del Parque de los Lagos (Antiguo New Post).

Además: • El área entre el templo ecuménico y la piscina, donde destaca el antiguo cine (edificio 182), hoy Ateneo de Ciudad del Saber. • El ensanche de 1942-1943 (los edificios 301-340, originalmente viviendas para NCOs) Para los edificios históricos, el plan recomienda realzar las características que los vinculan con el resto de la arquitectura zoneíta, para lo cual exige mantener las


claras volumetrías, recuperar la continuidad de las filas de ventanas en todas las fachadas y devolver los aleros y techos a su forma original, prohibiendo terminantemente las buhardillas. Nótese que no se habla de «restauración», un término demasiado estricto, sino de adaptaciones con mayores o menores libertades según el caso. El Plan Maestro establece previsiones para aumentar el área edificada en un 60% en 20 años. El consenso al que se llegó fue conservar todas las áreas verdes, de manera que los nuevos edificios se levanten sobre la huella de otros pre-existentes. El plan asignó cuatro áreas principales de expansión y re-densificación: el sector entre el Cuadrángulo Central

y el Parque de los Lagos, ocupada mayormente por estructuras utilitarias sin mayor valor, la «Colina 1», la «Colina 2» y el conjunto de viviendas del programa Capehart. En estas áreas se permitirá reemplazar el parque arquitectónico existente con edificios nuevos, siempre y cuando se respeten las alturas, ubicación, dimensiones y formas especificadas en el Plan Maestro para cada sitio. Para estos sectores, el plan recomienda utilizar volúmenes rectangulares y sencillos, materiales modernos, un lenguaje arquitectónico contemporáneo (o sea, sin pastiches historicistas), techos y/o aleros prominentes y un ventanaje de fachada dispuesto de forma horizontal.

En este plano, que forma parte del documento del Plan Maestro de la Ciudad del Saber, aparecen todos los edificios que estaban en pie al momento de la reversión y que recibió la Fundación Ciudad del Saber el 30 de noviembre de 1999. En naranja aparecen los edificios y conjuntos que el Plan Maestro establece como de conservación forzosa por su valor histórico, arquitectónico y paisajístico. En amarillo se señalan los edificios que podrán ser demolidos y reemplazados por nuevos.

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El proyecto de señalética implementado en el campus de Ciudad del Saber a partir de 2007 establece tres áreas: roja, verde y azul, colores que adoptan los diferentes soportes de señalización para facilitar la ubicación de los edificios.

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el fin de satisfacer la demanda existente de aulas de uso múltiple. Con este proyecto, que se extendió hasta 2007, la institución desarrolló un modelo de intervención que más adelante se perfeccionaría en otras antiguas barracas, en el que se habilitó el ático y se adecuó el cuerpo central del edificio para la circulación vertical y los servicios comunes, espacios estos en los que se optó por la ventilación y la iluminación naturales. Por su complejidad y envergadura, así como por la transformación que supone para el paisaje de Ciudad del Saber, resaltan entre todas las intervenciones aquellas que se llevan a cabo en el sector antes llamado New Post, hoy convertido en el Parque de los Lagos. Allí, las diez hectáreas de área abierta, originalmente un área verde completamente despejada e inhóspita, ha sido transformada en un gran parque con dos lagos, veredas peatonales y árboles de varios tipos.

Edificio 105, donde funciona el Centro de Formación y Negocios de Ciudad del Saber, cuya rehabilitación inició en 2004.

Principales intervenciones en edificios históricos La creación en 2006 de la Dirección de Infraestructura y Servicios (DIS)* supuso un paso importante en cuanto a fortalecer la capacidad de la Fundación Ciudad del Saber de planificar, normar y organizar las actuaciones arquitectónicas, urbanísticas y paisajísticas en el campus. Desde entonces, se ha desarrollado un programa de intervenciones orientadas conceptualmente por el Plan Maestro y su Estudio de Impacto Ambiental, así como todo el acervo de ideas y propuestas que se han desarrollado a lo largo de los años tanto por consultores externos como por el equipo de la Fundación. De igual forma, el programa de trabajo ha estado fundamentado en la experiencia acumulada en la gestión y operación de este complejo, así como en el análisis de las necesidades de los usuarios, sin perder de vista el panorama general del mercado inmobiliario panameño y sus tendencias. En 2004 la Fundación había dado inicio a su primera intervención importante en un edificio histórico: la transformación del 105 — ubicado en el Cuadrángulo Central — en un Centro de Formación y Negocios, con * Actual Vicepresidencia de Gestión y Desarrollo Urbano.

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En cuanto a la remodelación de las antiguas barracas, se diseñó un modelo de intervención que toma en cuenta la necesidad de ofrecer locales suficientemente flexibles para ser adaptados por los usuarios a sus necesidades de forma sencilla. Para ello, se remueven todas las divisiones interiores, recuperando los amplios espacios originales del edificio, y se habilitan los áticos; también se crean facilidades comunes como accesos


y vestíbulos, así como sanitarios y patinillos para ductos en los cuerpos centrales de los edificios. Para la instalación de elevadores en el exterior de los edificios se construyen torres acristaladas − cuyo diseño final fue desarrollado por el autor de este libro − en las que se emplea vidrio insulado de baja emisividad. A cada torre se le da un coronamiento a dos aguas que repite los declives del techo original. Nótese que las barracas originales no eran más que enormes contenedores de gente con poca relación con el exterior, a pesar de que contaban con muchas ventanas para la ventilación. Hoy día, las torres de vidrio rompen ese confinamiento y exponen al observador a la grandeza del parque lacustre y las vistas del canal, generando así un diálogo entre interior y exterior que no existía en la arquitectura original. El primer edificio en transformarse de esta manera fue el 227, sede de Florida State University, inaugurado a fines de 2009. En 2010 cuatro torres adicionales fueron construidas, con lo que comenzó a tomar forma ese «ambiente inconfundiblemente tecnológico y tropical» que Montero imaginó.

Propuesta del Plan Maestro para el Parque de los Lagos (2009), que previó nuevas veredas peatonales e intervención paisajística. Abajo: Imagen aérea del Parque de los Lagos, en la que se aprecian las intervenciones en los edificios y la construcción de los lagos previstos en el Plan Maestro.

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Para la rehabilitación de las antiguas barracas del New Post se han removido todas las divisiones interiores, no originales.

Terraza en el ático del edificio 240, recién habilitado.

Falta Pie

Torre acristalada para elevadores en el edificio 227.

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Edificio 227, recién rehabilitado. Foto: E. Tejeira (2010).

Vista del Parque de los Lagos desde la torre acristalada del edificio 227.

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Parque de los Lagos – Fase I Durante 2014 la FCDS concluyó la primera fase del proyecto Parque de los Lagos, en un amplio espacio de área verde rodeado por 17 edificios construidos entre 1940 y 1941 como barracas para las tropas del antiguo fuerte Clayton.

Además de los lagos que le dan nombre, el parque cuenta con entradas que funcionan como puntos de encuentro, ubicadas en su periferia y conectadas a las paradas del sistema de transporte colectivo del campus. Cuenta también con mobiliario urbano y alumbrado.

Durante la primera década de Ciudad del Saber esta área – de unas diez hectáreas de superficie – desprovista de vegetación, zonas de sombra y veredas peatonales, fue un espacio inhóspito y sin ninguna función. En términos urbanísticos este espacio supuso un reto importante para la integración e interconexión entre los edificios de este conjunto histórico (hoy convertidos en laboratorios, oficinas y salones de clase) y entre éstos y el resto del campus.

El diseño y la construcción de parque están orientados por criterios de sostenibilidad, tanto en el uso de materiales como en concepto de arborización y ajardinamiento con especies autóctonas y adaptadas, concebido para no requerir de un sistema permanente de riego.

De ahí la necesidad de abordar el proyecto del Parque de los Lagos no solamente en términos paisajísticos, creando un área acogedora, de esparcimiento y de contemplación estética, sino como un verdadero proyecto urbanístico, generador de trama y funcionalmente orientado a resolver problemas de integración y conectividad para un área en el que se concentra cerca del 60% de la población del campus.

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Homenaje a los fundadores En 2014 la Fundación Ciudad del Saber encargó al reconocido artista panameño Brooke Alfaro un conjunto escultórico que honrara la memoria de dos ciudadanos panameños cuya visión, compromiso y entusiasmo hicieron posible echar a andar el proyecto Ciudad del Saber a mediados de la década de 1990: Fernando Eleta Almarán y Gabriel Lewis Galindo. El lugar elegido para el emplazamiento de este homenaje artístico fue el Parque de los Lagos, que es símbolo de la gran transformación que se ha llevado a cabo en el lugar y expresión tangible de la Plaza Socrática que imaginaron Fernando Eleta Almarán y Gabriel Lewis Galindo. La inspiración de Alfaro para su proyecto artístico fue encontrar algo que representara a los dos personajes, por ello decidió reproducir “el sillón que Fernando usó durante 65 años de su vida. En él descansaba, compartía con su familia y amigos, leía, se inspiraba y generaba ideas”. Por otra parte encontró que la pasión de Gabriel Lewis Galindo era el mar y, en especial, el archipiélago de Las Perlas, así que decidió “reproducir su yate Casimiro, con el que descubrió Contadora, una isla alrededor de la cual se desarrolló buena parte de su vida”.

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Distintas vistas de la intervención realizada en los edificios 225 y 227 para la sede de Florida State University.

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Otro proyecto importante fue la rehabilitación en 2010 del antiguo cine para convertirlo en el Ateneo de Ciudad del Saber, manteniendo la arquitectura del edificio tal como se encontraba al momento de su reversión a Panamá. Respondiendo a la demanda existente, su amplio auditorio — cuenta con más de 700 butacas — fue equipado con tecnología audiovisual de vanguardia y se adecuó su escenario para conciertos y otras presentaciones.

Imágenes de las distintas fases de la intervención realizada a lo largo de 2010 para la rehabilitación del antiguo cine de Clayton, hoy convertido en el Ateneo de Ciudad del Saber.

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Centro de Interpretación En material cultural la Fundación Ciudad del Saber ha establecido como una de sus líneas de trabajo prioritarias educar y sensibilizar al público sobre el valor del patrimonio histórico, arquitectónico y paisajístico de Ciudad del Saber, y sobre los esfuerzos que se realizan para salvaguardarlo, rehabilitarlo y adaptarlo a nuevos usos. Es en este marco que se concibió la creación del Centro de Interpretación de Ciudad del Saber, cuya exhibición permanente ofrece una narrativa sobre el significado histórico del sitio de Clayton, haciendo énfasis en las distintas etapas de su planificación y en la evolución de su arquitectura, y resaltando los vínculos entre el lugar y la historia de Panamá, en especial aquella relacionada con la presencia militar de los Estados Unidos de América. Asimismo, el Centro contribuye a la divulgación del proyecto Ciudad del Saber y muestra la transformación que se ha venido llevando a cabo en su campus, así como los criterios que inspiran esta transformación y los proyectos que se realizan para la conservación y puesta en valor del legado recibido.

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El edificio del Centro de Interpretación es por sí mismo un atractivo para los interesados en la historia de la arquitectura canalera. Erigido en 1922 como residencia del comandante del fuerte Clayton, formó parte del conjunto original de la base, diseñado por el arquitecto Samuel M. Hitt, el mismo que terminó el Edificio de la Administración del Canal en Balboa y proyectó el Hospital Gorgas en Ancón.


Centro de Interpretación de Ciudad del Saber en la antigua casa del Comandante del fuerte Clayton (1922).

En este apartado hay que reseñar también el trabajo que se ha realizado en la recuperación de los edificios de la herradura original de la base, en la calle Gonzalo Crance, construidos en la década de 1920 como viviendas para oficiales. Para su adaptación a nuevos usos, se requirió llevar a cabo previamente un importante trabajo de rehabilitación de elementos estructurales, dado lo deterioradas que se encontraban las edificaciones. En estas actuaciones ha primado como criterio el respeto a la arquitectura original, tal como recomendó el Plan Maestro. Ejemplo de esto ha sido el proyecto de las oficinas regionales del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en los edificios 178 y 180, y el del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en el edificio 171. Un reto común en estas remodelaciones ha sido resolver la adaptación de los accesos a estos edificios desde la calle, en las que originalmente fueron fachadas traseras.

En este mismo conjunto, se ha llevado a cabo una actuación muy cercana a una verdadera restauración en el edificio 173, primera residencia del comandante de Clayton, para convertirlo en el Centro de Interpretación de Ciudad del Saber. Esta casa, que tuvo diferentes usuarios desde que fue edificada en 1922, nunca fue mayormente modificada y se encontraba bastante bien conservada al momento de la reversión, con pocos elementos discordantes. Para su nuevo uso se han restaurado la sala y el comedor como áreas para recepciones, mientras que los cuatro dormitorios, uno en cada esquina, se reservan para áreas de exhibición y salones de reuniones. Para recuperar su imagen exterior fue necesario eliminar las rejas de las ventanas y restituir el techo de tejamanil que originalmente existió.

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comunitario Cónsono con los planteamientos del Plan Maestro, el nuevo centro comercial prioriza el acceso peatonal, a la vez que provee un número adecuado de estacionamientos. El edificio se ubica al borde de las aceras, y permite el acceso por sus tres lados. Terrazas para mesas acompañan las aceras públicas perimetrales, abriendo el edificio y sus negocios a la circulación peatonal.

Hacia una ciudad sostenible En 2008 la Fundación organizó un concurso internacional de arquitectura para proyectar tres nuevos conjuntos: uno frente al arco de la herradura original, otro en el sector de transición entre el Cuadrángulo Central y el Parque de los Lagos, donde originalmente había varios depósitos y galeras utilizadas como estacionamientos y talleres para vehículos, y un tercer conjunto en el área comercial. Para estos proyectos se desarrolló un nuevo enfoque, el cual intenta armonizar una arquitectura nueva con los conjuntos históricos. En los tres, son fundamentales las consideraciones bioclimáticas y de sostenibilidad ambiental. Este nuevo giro refleja el hecho de que la Fundación Ciudad del Saber incorporó al Plan Maestro la estrategia «Ciudad Sostenible» que desarrolla un conjunto de principios sobre edificación, gestión de espacios, movilidad en el campus, manejo de desechos y comunicación, teniendo como horizonte convertir a Ciudad del Saber en un referente en materia de desarrollo urbano sostenible en Panamá. Todos los nuevos conjuntos de edificios han sido sometidos al sistema de certificación LEED*, lo que garantiza que sean eficientes en el consumo de energía y agua, saludables, cómodos, multifuncionales, de relativo bajo costo de operación y mantenimiento y diseñados para tener una larga vida útil y un impacto positivo en el ambiente, en los usuarios y en la comunidad. Es importante señalar aquí que en agosto de 2009 se inició el proceso para establecer el Panama Green Building Council como parte de la red global de Green Building Councils, con el objetivo de influir en la manera en que se concibe el desarrollo urbano, incluyendo el diseño, construcción y operación de los edificios para lograr una sostenibilidad ambiental, social y económica. La Fundación Ciudad del Saber ha sido impulsora de esta nueva entidad y uno de sus miembros fundadores.

Centro comercial

* Leadership in Energy and Environmental Design.

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El diseño exterior, dominado por el volumen del espacio techado central, armoniza con el entorno histórico de Clayton y evoca los grandes techos de madera y teja de las antiguas barracas. El diseño del edificio acoge de manera integral los conceptos internacionales de diseño sostenible y arquitectura “verde”, de manera cónsona con los requisitos del Plan Maestro de Ciudad del Saber. Incorpora elementos apropiados para el trópico húmedo, tales como patios, terrazas y aleros, una disposición de espacios que permite la ventilación natural cruzada y elementos diversos de aislamiento solar. El diseño interior se organiza a partir de patios internos que proveen de luz natural y verdor, y que dan su carácter tropical al edificio. La estructura de los locales permite flexibilidad en términos de los tamaños asignados a cada negocio. Una gran terraza techada se añade a los patios como parte de una secuencia de espacios comunes al servicio de la vida social de los usuarios de Ciudad del Saber. El edificio ha sido certificado LEED GOLD por parte del U.S. Green Building Council. Arquitecto: Leonardo Álvarez Yepes (Colombia)


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La Plaza es el principal punto de encuentro para la comunidad de Ciudad del Saber. A su arquitectura abierta al entorno, que favorece la ventilación cruzada y e aprovechamiento máximo de la luz natural, se suma el atractivo de su variada oferta de servicos. Todo ello, unido a una programación de actividades culturales, ha logrado crear en La Plaza un ambiente acogedor y de entretenimiento que lo convierten en un lugar único. 144


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Complejo de hospedaje Inaugurado en julio de 2013, el complejo de hospedaje de Ciudad del Saber consiste en cuatro edificios contiguos; cada uno de ellos se organiza mediante un gran portal de circulación hacia la calle y pabellones de habitaciones que se proyectan hacia el área verde.

Cuenta con 96 habitaciones y capacidad para 190 personas. Se trata del primer edificio en Panamá y el cuarto en Latinoamérica en ser certificado LEED PLATINUM por el U.S. Green Building Council.

Entre cada pabellón hay patios internos. Las áreas sociales se ubican en las plantas bajas, abiertas hacia las áreas verdes. El diseño incorpora parasoles y persianas para proteger el edificio de la insolación excesiva, y opta por el uso de ventilación natural en las áreas comunes y de circulación.

Arquitecto: Eduardo Crafig (Brasil)

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Complejo de edificios 205, 206 y 208 La Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) inauguró en marzo de 2014 su nueva sede en el edificio 205 de Ciudad del Saber. El mismo forma parte de un complejo en el que también se ubican las oficinas y laboratorios del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (INDICASAT - AIP) y del Centro Nacional de Metrología de Panamá (CENAMEP). En el diseño exterior de los edificios de este conjunto resalta su sistema de quiebrasoles que contribuye a reducir la incidencia de la radiación solar y la temperatura en el interior.

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Terminal de trasbordo La Terminal de Trasbordo de CDS fue especialmente diseñada para acoplar el sistema Metro Bus, que conecta el campus con la Gran Terminal de Transporte de Albrook. De igual forma, sirve de base para el sistema de buses que pone la Fundación a disposición de los usuarios de forma gratuita y que conecta las distintas áreas dentro de CDS. La Terminal de Trasbordo ha sido concebida en el marco del Plan de Movilidad Sostenible de CDS, que tiene como objetivo lograr la conectividad del campus con el resto del área metropolitana, adoptar un sistema de movilización interna efectiva e implementar formas de desplazamiento más eficientes y sostenibles en beneficio de los usuarios y visitantes. En 2014 el edificio recibió la certificación LEED GOLD por parte del U.S. Green Building Council. 149


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El edificio 205 cuenta con la certificación LEED GOLD del U.S. Green Building Council.

Ciudad del Saber, hoy

La realidad actual de Ciudad del Saber difiere mucho de la visión pesimista que muchos tenían al momento de la reversión a Panamá. Quien conoció el fuerte Clayton en los años ochenta y noventa sabe que su casco histórico, frío, gris e impersonal a pesar de la alta calidad de su arquitectura original, llegó a verse poco atractivo y degradado. Sus edificios más emblemáticos habían sufrido toda clase de modificaciones, hechas mayormente sin consideraciones estéticas y menos aún históricas. En cierta forma, la arquitectura anterior a la Segunda Guerra Mundial se había convertido en una reliquia anacrónica, mal adaptada a las nuevas necesidades. Hoy día, sin embargo, una parte importante de los edificios de Ciudad del Saber ha sido rehabilitada o está por ser intervenida según el programa establecido. Sus paisajes, muy bien cuidados, están abiertos para todo el mundo y se ven más atractivos que durante su «edad de oro». Las intervenciones urbanísticas y paisajísticas previstas, una vez se ejecuten, transformarán aún más el duro ambiente de una base militar en algo más parecido a un campus universitario o un parque tecnológico, con carriles para bicicletas y áreas peatonalizadas. Es evidente que el ambiente que se respira en Ciudad del Saber es muy diferente del que tuvo Clayton al final de su existencia como base militar. Sus edificios están ocupados por intelectuales y profesionales asociados a universidades, centros de investigación, empresas de innovación y tecnología, organismos de cooperación y ONGs internacionales. Ciudad del Saber es hoy un verdadero lugar, un sitio con historia y con identidad, lo contrario a los impersonales y uniformes «no-lugares» (para emplear el término del célebre antropólogo francés Marc Augé) que abundan cada vez más en nuestro

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