Diplomado Teórico en Tanatología
Módulo 2 Sesión 1
PÉRDIDAS Y DUELO EN LA INFANCIA
Tanatóloga Claudia Bolaños González.
“Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y sobretodo después, hace que los niños no puedan sentirse culpables, deprimidos, enojados o asustados. Cuando se les ayuda a curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de todas, la muerte de un ser querido, se les está dotando de unas capacidades y una comprensión importantes, que les servirán para el resto de sus vidas” (William C. Kroen 1996). A los adultos les preocupa hablar sobre el tema de la muerte con sus hijos, muchos lo evitan y más si a quien hay que explicarle es un niño. No obstante la muerte en un hecho ineludible de la vida, hay que enfrentar el tema con ellos si lo que se quiere es ayudarles. Según la edad del niño, el tipo de cultura que le rodea y la educación recibida en el ambiente familiar y religioso, será la percepción que tenga de la muerte. La tristeza y el dolor de los niños no son menores por ser pequeños, es justo por ser niños que pueden ser superados con mayor facilidad, si es bien tratado el duelo. Al hablar con ellos sobre la muerte, los adultos se podrán dar cuenta cuánto saben y lo que desconocen, si tienen ideas equivocadas, temores o preocupaciones, es aquí cuando se puede ayudarlos, brindándoles información, consuelo y comprensión. Lo que se dice a los niños sobre la muerte y en qué momento, dependerá de su edad. También dependerá de las experiencias, creencias, sentimientos y circunstancias de los adultos, puesto que cada situación que se encara es de alguna manera diferente. Los niños son conscientes: Toman conciencia de la muerte mucho antes de que nos demos cuenta. Ellos siempre están viendo pájaros muertos, insectos y animales en la calle, casi todos los días ven situaciones de muerte en la televisión o en los videojuegos, escuchan historias de los cuentos de hadas y lo exteriorizan en sus juegos. La muerte es un asunto tabú, e incluso aquellos que tengan firmes convicciones al respecto pueden eludir hablar de ello. En otro tiempo la muerte era una parte esencial de la vida, las personas se morían en su casa, rodeadas de sus seres queridos, los adultos y
los niños experimentaban juntos la muerte, lloraban juntos a sus muertos y se consolaban mutuamente. Hoy en día la muerte es una experiencia más solitaria, muchas personas mueren en hospitales y residencias de ancianos donde reciben los extensos cuidados de enfermería y atención médica que necesitan, sus seres queridos tienen menos oportunidad de estar con ellos y con frecuencia se pierde la oportunidad de compartir sus últimos momentos de vida. Las personas vivas han quedado aisladas de las moribundas, por consiguiente la muerte ha adquirido más misterio y para algunos, más temor. Los conceptos infantiles revelan un patrón de desarrollo similar en todos los niños, pero varían ampliamente según la edad. ETAPAS DEL DESARROLLO Algunos investigadores hasta hace unos 15 años, estaban de acuerdo que los conceptos de la vida y la muerte evolucionan en etapas relacionadas con la edad del niño. Así antes de los 5 años, los niños creen que todos los objetos tienen las mismas cualidades vitales como el ser humano. Entonces los niños no entienden la muerte y no la ven ni como oposición ni como finalización de la vida, más bien la ven como un cambio de vivienda o como una salida, no como un proceso final. Los niños ven la muerte de manera impersonal y objetiva, como algo que pasa a otros sin relación a ellos mismos, dado que su habilidad para comprender el significado esta todavía limitada, los niños por lo general no se interesan por su propia muerte. NIÑOS MENORES DE 3 AÑOS No existe un concepto de muerte debido a las limitaciones en la percepción del tiempo y el espacio. A ésta edad la muerte equivale a la separación en un sentido concreto debido a la percepción de que falta alguien. La separación es vivida como un abandono y representa una amenaza para la seguridad. NIÑOS ENTRE 3 Y 5 AÑOS Los niños ven la muerte como un sueño o una larga jornada. La vida y la muerte aparecen aún como procesos intercambiables, aunque pueden percibir la diferencia entre estar vivo y estar muerto. Hacia los 5 años pueden comprender que la muerte significa no funcionalidad, irreversibilidad, pero todavía no comprenden su universalidad. Niegan la muerte como un proceso final, atribuyen la vida y la conciencia al muerto, creyendo que solamente
duerme. A ésta edad empiezan las preguntas referentes a dónde y cómo la persona sigue viviendo después de la muerte. Aproximadamente cuando tienen la edad de ir a la primaria, empiezan a pensar que la muerte es gradual pero temporal; no la contemplan todavía como una finalidad. Viven la muerte como algo reversible e impersonal. Esta idea se refuerza al ver a los personajes de dibujos animados en televisión que se recuperan milagrosamente después de haber sido explotados o aplastados. NIÑOS ENTRE 6 Y 8 AÑOS La muerte se personifica y aparece como algo externo, con causas determinadas, aunque les resulta difícil de imaginar su muerte o la de sus padres. La mayoría de los niños comienzan a darse cuenta de que la muerte es algo definitivo y que todos los seres vivos mueren, pero todavía no perciben la muerte como algo personal, abrigan la idea de que pueden escaparse de ella por medio de su propio ingenio. La muerte se personifica como una persona aparte, una imagen identificada con el proceso, por ejemplo un esqueleto o con un ángel de la muerte, algunos niños sufren pesadillas sobre éstas imágenes. NIÑOS ENTRE 9 Y 10 AÑOS Los niños saben que la muerte es inevitable y que puede sucederles a ellos, presentan sentimientos de fragilidad. NIÑOS DE 11 AÑOS EN ADELANTE Los niños desarrollan su propia filosofía de vida y en consecuencia, cambian su actitud ante la muerte. El adolescente ya comprende lo que significa la muerte para su vida futura, pero puede angustiarlo y obsesionarlo provocando conductas agresivas e inadaptadas en un intento de negación de la realidad. Es necesario hablar de la muerte a los niños en dos circunstancias diversas: primero, el niño puede haber sufrido la pérdida de un ser querido o de un conocido casual, segundo, el niño puede tener curiosidad acerca de la muerte por cualquier razón. La diferencia entre las dos circunstancias es el estado emocional de los adultos y los niños involucrados. ¿CÓMO EXPLICAR LA MUERTE A UN NIÑO?
Depende de su etapa cognoscitiva, en la intensidad y rango de su interés, en la clase de pregunta que hace y en el clima emocional alrededor del niño. Ayudar a
un niño a enfrentar la muerte es difícil, y dado a que cada niño lo enfrenta de manera única, no se puede pretender que existan reglas generales. Sin embargo, si existen unas cuantas reglas de salud emocional aplicables al duelo o a la curiosidad infantil por la muerte, estas son:
Siempre contestar cualquier pregunta clara y verdaderamente, de manera tan directa como se pueda. No se pueden ofrecer más detalles de lo que pide el niño, si quiere saber más, él preguntará. No se evite el tema de la muerte, ni se evite asistir a una funeraria, cumplir con los ritos funerarios es conveniente y siempre deberá ser acompañado de un adulto. No deben cerrarse las puertas a dudas, preguntas y diferencias de opinión, hay que respetar la personalidad única de la otra persona. No desanimar la expresión emocional de congoja, enojo, llanto, culpabilidad, desesperación y protesta; son reacciones naturales a la desorganización familiar. No hay que decir al niño cosas que no sean reales, hay que evitar cuentos de hadas, medias verdades o enredos. Evitar también el lenguaje figurativo ya que el niño entiende de forma literal. La honestidad es el único camino que se debe tomar. No legislar sus propias convicciones, evite abstracciones; los pensamientos deben traducirse al lenguaje y comprensión del niño, según su nivel de desarrollo cognoscitivo. No tener miedo de expresar sus propias emociones, hay que ser humano, pero intentando no mostrar ansiedad. Hablar a las emociones del niño y no a su intelecto. El niño percibe el clima emocional y se da cuenta cuando la familia está en crisis, él debe saber que aunque los adultos estén tristes ahora, esto pasará. Recordar que el proceso de duelo y el ajuste a la muerte dura más que los funerales; la depresión más intensa pudiera venir meses después y externalizarse como una falta de atención, una baja en el promedio escolar, soñar despierto, agresión, huir de casa o escuela, pesadillas, etc. Tener presente que existen profesionistas que pueden ayudar en el duelo infantil. Buscar ayuda no es un símbolo de aceptar cierta debilidad, pero si una muestra de seguridad y fuerza propia.
Todos los niños tienen miedo a quedarse solos o ser abandonados, enseñanzas peligrosas que ponen énfasis en quitar al niño de sus padres o castigar a alguno por
haberse portado mal, pudiera aumentar el miedo de la muerte hasta convertirse en una obsesión. Una experiencia exitosa de duelo en la niñez ayuda mucho en duelos futuros. Las reacciones del niño serán comprendidas mejor, si el niño es animado a expresar sus sentimientos y pensamientos. Sólo externando sus dudas y penas, puede trabajar en su duelo, en esto existe mucha diferencia entre un niño y el adulto. Un niño puede formular preguntas inmediatamente, o por el contrario responder con silencio y hacer preguntas más tarde. Cada pregunta merece una respuesta sencilla y pertinente. Es importante comprobar que haya entendido la explicación, ya que a veces confunde lo que escucha; además un niño aprende mediante la repetición y puede que formule la pregunta una y otra vez, y necesite escuchar la respuesta la misma cantidad de veces. Puede ser que le lleve tiempo entender plenamente las ramificaciones de la muerte y sus consecuencias emocionales, por ejemplo: un niño que sabe que el abuelo ha muerto, puede aún preguntar por qué la abuela está llorando, él necesita una respuesta: la abuela está llorando porque le entristece que el abuelo se haya muerto. Lo extraña mucho, todos nos sentimos tristes cuando muere un ser querido. También hay momentos en que las preguntas de los niños pueden resultar insensibles, pero puede ser la manera en que pide consuelo, por ejemplo una de éstas preguntas puede ser ¿cuándo te morirás tú?, ésta pregunta tiene que ser comprendida en el contexto que el niño pequeño percibe la muerte como algo temporal. Una respuesta correcta a ésta pregunta puede ser ¿te preocupa que yo no esté aquí para cuidarte?, si la respuesta del niño es afirmativa, lo que se le puede decir es “no espero morirme por mucho tiempo, espero poder estar aquí para cuidarte durante todo el tiempo que necesites, pero si mamá y papá mueren están la tía, los abuelos, etc.”, citar a las personas en las que ya hayamos pensado si ésta situación se llegara a presentar. Es importante decirles de acuerdo a su edad que todos vamos a morir, pero que algunos antes que otros, el cuándo de cada quien, nadie lo sabe. Un niño puede darse cuenta que la muerte significa una separación de los padres y la falta de cuidado lo asusta. Los adultos pueden llegar a crearle a los niños ideas equivocadas sobre la muerte, por ningún motivo podemos decirles frases como: 1. Está en descanso eterno o descansa en paz, ya que puede relacionar el sueño con la muerte y presentarse en él un miedo de irse a la cama o tomar una siesta. 2. Se debe descartar también la palabra “se marchó” ya que en un futuro las breves separaciones le pueden causar inquietud.
3. Otra frase que frecuentemente usan los adultos es “se fue de viaje”, si se le maneja esta idea, el niño podría desarrollar en un futuro miedo a los viajes tanto de él como de su familia, ya que tiene registrado en su mente, que las personas que se van de viaje ya no regresan. Otra situación en la que se debe tener cuidado es en lo que se le informa al niño, por ejemplo, cuando el ser querido muere por enfermedad, los niños de preescolar podrían no saben diferenciar entre una enfermedad temporal o mortal, y las enfermedades leves, pueden empezar a generarles una preocupación innecesaria. Cuando se le diga que la persona falleció a causa de una enfermedad, puede resultar útil explicarle que sólo una enfermedad grave puede causar la muerte y que aunque todos nos enfermamos a veces, normalmente nos reponemos. Otra de las confusión que se puede crea en los niños, es relacionar la muerte con las personas mayores, por ejemplo: cuando se les dice: la abuela murió porque ya estaba mayor, se les manda el mensaje de que sólo las personas mayores mueren, lo que puede generar desconfianza cuando llegado el momento el niño aprende que las personas jóvenes también se mueren, frases como “la abuela vivió por muchos años antes de morirse”, “la mayoría de las personas viven largo tiempo, aunque algunos no”, “Yo espero que tú y yo vivamos por mucho tiempo”, pueden ayudar a los pensamientos del niño. Una situación en la que se debe tener mucho cuidado, es referente a cómo se maneja la religión, si ésta no ha desempeñado una función importante en la familia previo a dicha muerte, frases como “es la voluntad de Dios”, “la abuela ahora está con Dios”, pueden asustarle y llegar a pensar que Dios puede venir a buscarlo a él, al igual que lo hizo con la abuela. Sea cual sea la religión, lo más importante es no infundir temor, no manejar la muerte como un castigo a malas conductas y acciones, sino como un proceso natural de la vida. Llorar la muerte es reconocer una pérdida que se siente profundamente y es un proceso por el que todos tienen que pasar antes de recuperarse y seguir viviendo de la manera más normal que se pueda. El duelo es parte del proceso de sanación, si se muestra abiertamente el dolor y el llanto, se enseña a los niños, que está bien sentirse tristes y llorar. La expresión del dolor nunca debe compararse con debilidad, al igual que las niñas, a los niños debe enseñárseles que pueden llorar y expresar sus sentimientos cada vez que tengan esa necesidad.
¿CÓMO DAR LA NOTICIA A LOS NIÑOS? Dar la noticia por la muerte de un ser querido, no es una tarea fácil, el apoyo de la familia es primordial en éstos casos, ya que la seguridad y el amor que le brinden es primordial. Por lo general los adultos en medio del caos que genera el fallecimiento del ser querido, tienden hacer a un lado a los niños, los mandan a jugar o los dejan encargados con alguien, no les comunican nada hasta después de un buen rato. Hay que recordar que los niños son muy sensibles y receptivos, se dan cuenta de que algo está pasando y surgen los temores y miedos. Es muy importante que se le informe lo que está sucediendo, ésta información debe venir de una persona cercana, de confianza, por ejemplo, el padre o madre sobreviviente, abuelos, tíos. Esto deberá suceder lo antes posible, pasadas las primeras horas de mayor dramatismo y confusión. El adulto hablará con la verdad y responderá con claridad a las preguntas del pequeño, lo llevará a un lugar tranquilo, lo abrazará y con palabras sencillas le comunicará la noticia, llamándolo por su nombre, o sobrenombre que se use normalmente, por ejemplo: “Miguel, tengo algo muy triste que decirte, la abuela Silvia ha muerto”. Se deberá respetar su reacción, sólo en caso de que lo pregunte deberá explicarle como ha muerto, hay que aclararle que la abuela ya no va a estar, no va a regresar; no dejar espacio a la imaginación, explicarle que cuando una persona muere, ya no respira, no camina, no se mueve, no tiene hambre, no siente frío ni calor, que no les duele nada. Se le dirá que ya no la verán más pero que la tendrán siempre en su corazón, por medio de los recuerdos y pensamientos. Hay que ser muy pacientes con todas las preguntas que hagan, al igual no habrá que sorprenderse si en ese momento no tienen reacción alguna, si el niño no hace preguntas no hay que insistir, pero hay que decirle que si llega a tener alguna duda o pregunta, no dude en hacerla. Es normal que a edad muy temprana a pesar de la noticia, los niños actúen como si no hubiera pasado nada, un poco indiferentes y hasta riendo a carcajadas, pero también puede ser que por las noches lloren por la ausencia de su ser querido, hay que permitirle tanto que juegue todo lo que quiera, como que llore todo lo que necesite. En caso de sentir culpa, habrá que aclararle que, no es culpable en lo absoluto y volverle a explicar lo sucedido con la muerte de su ser querido.
LOS RITOS FUNERARIOS EN LA INFANCIA Muchos padres se preguntan si es adecuado que un niño asista a los ritos funerarios, la respuesta es que sí, siempre y cuando el niño lo desee y vaya acompañado por un adulto, el cual como ya lo habíamos mencionado debe contestar con palabras simples y verdaderas lo que el niño le pregunte. El asistir al velatorio puede darle la oportunidad de despedirse de la persona fallecida, si el pequeño lo desea puede hacer un dibujo o una carta (de acuerdo a su edad), para ponerla a lado o encima del ataúd. En caso de que desee ver el cuerpo y si el ataúd está abierto, deberá ser llevado por un adulto y sin soltarle la mano o cargándolo le explicará lo que va a ver, en caso de que el ataúd esté cerrado se le explicara que fue voluntad de la familia mantenerlo así, pero de que todas formas puede sin problema despedirse. El que el niño asista a los ritos funerarios puede ayudarlo a comprender qué es la muerte y así iniciar mejor el proceso de duelo. Si es posible, es aconsejable explicarle con anticipación lo que verá, que escuchará y el porqué de esos ritos. Puede ser que los niños presenten algunas conductas o actitudes que nunca se habían tenido, esto es normal debido al proceso de duelo que estan viviendo. Estas pueden ser: 1.- Sentimientos de enojo, tristeza y negación. 2.- Levantarse por las noches o durante el día a buscar a su ser querido, y al no encontrarlo ponerse a llorar. 3.- Sentirá inseguridad, por lo que no querrá separarse de papá, mamá, hermano o del familiar que le sobrevive. 4.- Se hará pipí por las noches o incluso durante el día. 5.- Se chupará el dedo o algún otro objeto. 6.- Podrá hacer travesuras y rabietas que usualmente no hacía. 7.- Tendrá miedo a la oscuridad. 8.- Puede presentar trastornos de la conducta en la casa y escuela. 9.- Trastornos alimenticios y del sueño.
ASPECTOS A TENER EN CUENTA Es habitual que después de una pérdida, los niños manifiesten ansiedad y estallidos de cólera, la ansiedad se debe a que pueden temer volver a sufrir una nueva pérdida, lo que los hace más sensibles a toda separación de la figura que hace las funciones de maternaje. Algunos niños se ponen furiosos por el mismo hecho de la pérdida, es importante que la persona que sobrevive entienda que los estallidos de ira del menor se deben a la ausencia del fallecido y no culpabilice al hijo al considerar irrazonables sus enfados o atribuirlos a problemas de carácter. Aunque es difícil saber hasta qué punto los niños son propensos a culpabilizarse espontáneamente por una pérdida, lo que parece evidente es que, si el padre y/o madre se enfadan con frecuencia con él, éste tendrá problemas de autoestima y será más vulnerable a la depresión.
PÉRDIDAS Y DUELO EN EL NIÑO POR LA MUERTE DE UNA MASCOTA
A la mayoría de los niños les encantan los animales y comienzan a sentir afecto hacia ellos convirtiéndolos en sus amigos inseparables; las mascotas satisfacen la necesidad de compañía y ternura del niño, creando así un vínculo tan fuerte que ésta se vuelve un miembro más de la familia y en algunos casos sus mejores amigos. Lamentablemente las mascotas no pueden acompañarnos siempre, ya que como cualquier otro ser vivo, a todas les llega la muerte en algún momento. Algunas mueren de viejas, otras mueren a consecuencia de un accidente, otras por enfermedad. Incluso cuando el veterinario hace todo lo posible, hay algunos problemas de salud que no tienen solución. Esto puede ser muy difícil, después de todo, las mascotas suelen ser las primeras en saludarlos por la mañana y recibirlos después de la escuela, tal vez el niño recurre a su mascota en busca de compañía y consuelo cuando está enfermo, se siente triste o no querido. Si bien es imposible proteger a los niños por la pérdida de una mascota, podemos ayudarlos a enfrentar la situación, y como la muerte de ésta tal vez sea su primer contacto con la muerte, el proceso de duelo puede ayudar a los niños aprender a enfrentar otras pérdidas que tengan en su vida. Es importante para que un niño empiece hacer conciencia de la muerte, que al fallecer su mascota, se realicen algunos de los ritos funerarios acostumbrados en la familia (especialmente el de sepultar o incinerar, éste último se usa sí la mascota es grande), así aprenderá a darle el valor que esa mascota y en un futuro un familiar tienen en su vida. Es importante tolerar, valorar y comprender con respeto las reacciones emotivas, debido a que recordemos el niño vive la muerte como un abandono. En ocasiones los niños crean sentimientos de culpa y no dejan de preguntarse si hubieran podido evitar la muerte del animal, ofreciéndole mejores cuidados; es importante permitirle sentir tristeza, en éste tiempo se debe contar con el mayor apoyo de los padres.
Los niños manifiestan reacciones después de una pérdida, las cuales pueden incluir:
Tristeza. Miedo a que otros seres queridos mueran, a quedarse solos o incluso a la propia muerte. Malestar físico sin una causa orgánica. Irritabilidad y mal humor. Sueños sobre la muerte, particularmente si presenciaron una muerte violenta.
COMPARTIR LA NOTICIA Y EL DOLOR Una de las partes más difíciles de perder a una mascota puede ser dar la mala noticia al niño. Intente hacerlo en un lugar en el que estén solos, donde se sientan seguros, cómodos y no puedan distraerse con facilidad, tal como lo haría con cualquier tema complicado, trate de investigar cuanta información necesitan escuchar el niño según su edad, nivel de madurez y su experiencia de vida. Si la mascota es muy vieja o tiene una enfermedad persistente, considere hablar con los niños antes de que muera. Si es necesario sacrificarla, podría considerar explicarles lo siguiente:
Los veterinarios han hecho todo lo posible. Tú mascota no mejorará. Es la manera más compasiva de aliviar el dolor de la mascota. La mascota morirá tranquila, sin sentir dolor ni miedo.
La edad del niño, su nivel de madurez y las preguntas que formule, lo ayudarán a determinar si es mejor ofrecer una explicación clara y sencilla de lo que va a ocurrir. Si decide ofrecer una explicación, emplear las palabras muerte y morir es lo más adecuado, se puede decir también algo como “El veterinario le pondrá a nuestra mascota una inyección especial que primero la dormirá y después hará que su corazón deje de latir”, por ningún motivo se le debe manejar al niño la idea de que van a poner a dormir a su mascota, ya que los niños pequeños suelen interpretar esto de forma literal y probablemente los haga tener conceptos errados y atemorizantes sobre el sueño, las cirugías y la anestesia. Muchos niños desean tener la posibilidad de despedirse antes y algunos tal vez se sientan capaces de acompañar a la mascota durante el proceso. Si la muerte de la mascota es abrupta, explique con calma lo que ocurrió. Sea breve y permita que el niño le haga las preguntas que lo orientarán para saber cuanta información debe brindarle.
Siempre apéguese a la verdad, no intente endulzar lo que ocurrió recurriendo a la mentira. No es bueno decirle que su mascota escapo o que se fue de viaje, posiblemente esto no alivie su tristeza, al contrario podría aumentar ya que si en algún momento surge la verdad, el niño probablemente se enoje por la mentira. Si llega a preguntar que le ocurre a una mascota cuando muere, trate de recurrir a su propia comprensión de la muerte, incluyendo la fe, puesto que ninguno de nosotros lo sabe realmente, un honesto “no se” puede llegar a ser una respuesta adecuada. AYUDAR A LOS NIÑOS A SOBRELLEVAR LA SITUACIÓN Como cualquier otra persona que enfrenta una pérdida, los niños suelen sentir una variedad de emociones, tras la muerte de su mascota. Tal vez se sientan solos, sientan enojo si la mascota fue sacrificada, frustración porque no fue posible curarla o culpa por las veces en las que fueron malos y no se ocuparon de ella como lo habían prometido. Ayudar a los niños a comprender que es natural sentir todas esas emociones, que no está mal no querer hablar de ello abiertamente; que está bien hablar de los sentimientos y llorar cuando se está triste; para los niños es consolador saber que no son los únicos que sufren. Es bueno compartir historias acerca de cuándo se fue niño y que también se murió la mascota y cuán difícil fue despedirse. SALIR ADELANTE Una vez que el impacto de la noticia haya pasado, es importante ayudar al niño a salir adelante, puede resultar útil encontrar maneras especiales de recordar a una mascota, hablar de su mascota con amor, hay que explicarle que el dolor en algún momento pasará, los buenos momentos permanecerán siempre. Hay que recordar que hacer el duelo por la muerte de la mascota, en especial para un niño, es similar a hacer el duelo por una persona. Para los niños la muerte de una mascota que les brindó amor y compañía puede ser mucho más difícil que perder a un pariente lejano. Hay que dejar que pase el tiempo y cuando llegue el momento adecuado se puede considerar comprar otra mascota, no como reemplazo, sino como una manera de dar la bienvenida a otro amigo animal a la familia.
CONSEJOS PARA LOS PADRES
No hay que reemplazar a la mascota de inmediato, pues esto evita que el niño experimente el duelo necesario por la pérdida. Observa los cambios radicales en su conducta, ya que estos pueden ser generados por el proceso que está viviendo, debido a que en la forma en que reaccione, le enseñará a lidiar con otro tipo de pérdidas. Hay que explicarle que es normal sentir tristeza, rabia y confusión, teniendo en cuenta que hay que aprender a dirigir el foco de atención principalmente a los momentos especiales que compartió con su mascota. Es importante permitirle cumplir con los “ritos funerarios”, que quiera brindarle a su compañero fallecido. Prohibir o evitar esa despedida es contraproducente y puede causar una reacción negativa para superar la pérdida. Se puede escribir junto con los niños un epitafio o un poema de despedida para colocarlo sobre la tumba del animal o en caso de que haya sido incinerado se puede poner a lado de las cenizas, buscar y decorar entre todos los integrantes de la familia un lugar especial que sirva para su eterno descanso e incluso celebrar una ceremonia íntima.
PÉRDIDAS Y DUELO EN EL NIÑO POR LA MUERTE DEL PADRE O LA MADRE
La muerte de un ser querido forma parte del ciclo de la vida, esto ocasiona un duelo tanto en niños como en adultos. Además de la muerte de un padre o una madre, tal vez muchos niños también sufren la muerte de un abuelo, hermano o amigo. El padre sobreviviente, la familia y los maestros pueden formar un papel importante en ayudar a los niños a hacer frente a esta pérdida. No podemos eliminar el viaje al dolor, pero está claro que hay todo tipo de cosas, grandes y pequeñas que se pueden hacer para mejorar el camino; lo primero es estar presente para ellos, no ignorar su dolor.
10 FORMAS DE AYUDAR A LOS NIÑOS EN DUELO 1. El padre sobreviviente debe cuidar de sí mismo, antes de cuidar del niño, ya que para transmitirle seguridad, deberá haber trabajado su duelo o por lo menos estar en un estado más tranquilo y consciente. 2. Ser honesto con lo que paso, hablar con palabras sencillas, siempre con la verdad, no dar cabida a fantasías. 3. Escuchar atentamente al niño y contestar todas sus preguntas. 4. Reconocer su dolor, a veces se piensa que los niños olvidan rápido o no sienten, nada más lejano de la realidad, ellos viven y manifiestan su duelo de diferente forma. 5. Compartir historias sobre las propias experiencia y cómo se superaron los momentos difíciles, esto no quiere decir que el niño lo vivirá igual, si no que se dará cuenta de que usted entiende por lo que está pasando. 6. Sea creativo, busque formas artísticas en las que el niño pueda expresarse, muchas veces por medio de éstas el niño puede dar rienda suelta al dolor. 7. Mantener expectativas claras y enséñelos a ser responsables de sus decisiones. 8. Hacerlo sentir seguro de su cariño y apoyo. 9. Crear rituales y tradiciones familiares que lo hagan sentir seguro. 10. Ser muy paciente.
En los niños predominan las manifestaciones de tipo fisiológico al ser mayor la dificultad para expresar sus emociones y sentimientos. En ellos no es más frecuente la tristeza o el
abatimiento como en el adulto, sino que sus manifestaciones de duelo suelen ser más bien cambios de conducta o de humor, alteraciones en la alimentación y en el sueño, disminución del rendimiento escolar. Los niños de 2 a 5 años ante la pérdida de uno de los padres, suelen no mostrar ninguna pena o dolor siempre y cuando el padre restante lo cuide y su vida continúe lo más normal posible, sin cambios notables. Lo que representa a esta etapa es el miedo a ser abandonados.
ALGUNAS REACCIONES HABITUALES EN LOS NIÑOS DE 2 A 5 AÑOS
Perplejidad: Parecen totalmente confusos sobre lo que ha ocurrido o se niegan a creerlo. Es posible que pregunten reiteradamente “¿Dónde está papá/mamá?, desean saber cuándo va a volver, o lo buscan activamente.
Regresión: Se pegan al padre superviviente, se quejan, se hacen pipí en la cama, piden un biberón, se chupan el dedo, etc.
Ambivalencia: A algunos niños parece no afectarles en absoluto la muerte, responden ante la noticia con preguntas o afirmaciones inadecuadas. Aunque sea una reacción desconcertante, es bastante común. Significa que no ha aceptado o afrontado la muerte, pero comprende lo que ha sucedido. Lo habitual, es que el niño elabore el duelo alternando fases de preguntas y expresión emocional, con intervalos en que no menciona para nada el asunto.
Suele sentir rabia o enfado: Sienten haber sido abandonados, puede expresar la rabia de muchas maneras, como por ejemplo: irritabilidad, pesadillas, juegos ruidosos, travesuras. Es frecuente que dirijan el enfado hacia un familiar cercano. Es recomendable permitirle que saque la rabia gritando, corriendo, saltando, golpeando cojines, etc.
Expresan su dolor a través de los juegos: Con sus compañeros y amigos pueden jugar a morirse o al entierro. Estos comportamientos son totalmente normales y tienen que ser respetados como necesarios para que el niño realice de forma adecuada el duelo.
Toman a sus padres como modelo: No es malo que los niños vean el dolor y la tristeza, el adulto no deberá reprimir sus sentimientos delante del niño,
(excepto manifestaciones violentas o de rabia). Cuando se muestran los sentimientos, el niño percibe al adulto más cercano y es más fácil que manifieste lo que está pensando o sintiendo. Un padre o una madre que no manifieste reacción después de una muerte para no entristecer a sus hijos, puede hacer que éstos congelen sus emociones, así mismo si muestra cólera o una conducta histérica, su hijo puede imitar ese comportamiento.
Miedo a morir u a otra pérdida: Los niños más pequeños creen que la muerte es contagiosa y pueden pensar que pronto les llegará su turno, hay que explicarles que no tiene nada que temer, que todos moriremos algún día, pero que espera que a ustedes les falte mucho tiempo.
Establecen vínculos afectivos: Aunque un niño sepa que un ser querido ha muerto, siente la necesidad de seguir manteniendo una relación afectiva, así la persona fallecida puede por un tiempo convertirse en padre o madre imaginario. En algunos casos, se puede ayudar al niño, dándole algún objeto personal del fallecido, que éste conserve como un recuerdo precioso y una forma de unión íntima con él. El niño puede establecer vínculos afectivos con otros adultos que se parezcan al difunto o tengan unas cualidades similares (un familiar, una maestra, el psicólogo), puede incluso pedirles que sean su padre o madre. Esta conducta es bastante común y no significa que el padre superviviente no satisfaga las necesidades del niño.
Comprueban la realidad: Al principio parece que saben y aceptan lo ocurrido, pero después, al cabo de varias semanas o meses, preguntan cuándo volverá o lo buscan por la casa.
ALGUNAS REACCIONES HABITUALES EN LOS NIÑOS DE 6 A 9 AÑOS.
La negación: Es una reacción muy común, en la cual pueden los niños mostrarse muy agresivos. Algunos pueden mostrarse más contentos y juguetones que de costumbre, como si la pérdida no les hubiera afectado. Los adultos pueden mal interpretar ésta conducta y reaccionar con cólera e ignorar al niño, pero en realidad ésta negación indica que los niños sienten un dolor tan profundo que intentan levantar un muro para que la muerte no los afecte. Necesitan oportunidades para llorar la pérdida y es posible que también necesiten permiso para hacerlo. Se puede decir algo como: “no tienes que mostrar tu tristeza a todo el mundo, pero si quieres puedes compartirla conmigo, si tienes ganas de llorar y
estar triste a solas me parece muy bien, pero después sería bueno que hablaras con alguien de cómo te sientes”.
La idealización: Insistir en que mamá o papá era la persona más lista (o) y perfecta (o) del mundo, les permite mantener una relación imaginaria con la persona fallecida.
La culpabilidad: Es una respuesta normal, sobre todo si no pueden expresar la tristeza que sienten. Comentarios en vida como “vas a matarme”, pueden hacer creer al niño que su mala conducta ha contribuido a la muerte, si además la niegan y fingen ser valientes, los adultos pueden aumentar el sentimiento de culpa al corregirlo.
El miedo y la vulnerabilidad: Es normal que se sientan asustados y vulnerables, intentan ocultar sus sentimientos, sobre todo con los niños de su edad, ya que no quieren que los consideren diferentes. Pueden actuar con bravuconería o agresividad.
Se ocupan de los demás: Pueden asumir el papel del fallecido y cuidar de sus hermanos más pequeños o asumir tareas que antes realizaba el padre o madre que ha muerto.
Buscan a la persona que ha muerto: Pueden ir de una habitación a otra, lo mejor es dejar que sigan buscando, les puede consolar saber que también a veces sentimos el mismo deseo de hacerlo.
Los tres temores que más frecuentemente presenta el niño son: ¿Causé yo la muerte?, ¿Me pasará esto a mí?, ¿Quién me va a cuidar?.
Mantenerse física y emocionalmente cerca del niño: Permitirle estar cerca, abrazarlo, escucharlo, llorar con él, puede dormir cerca del padre superviviente, pero se recomienda que sea en diferente cama. Alentarlo a salir a jugar con sus amigos y si es necesario decirles que estaremos cerca si nos necesita.
El niño intuye que la muerte generará cambios en la familia, es importante que el padre o madre superviviente le diga que aunque esta triste seguirá estando cerca de él cubriendo sus necesidades. Con frecuencia lo que más ayuda es que el niño vuelva a sus actividades cotidianas como el colegio, sus amigos, la familia. No se recomienda un cambio de casa o de escuela, ya que esto representaría otra pérdida.
SIGNOS DE ALERTA DE QUE EL DUELO SE ESTA COMPLICANDO
Los signos de alerta para pensar en que se está en presencia de un duelo complicado pueden ser muy variados: llanto frecuente, rabietas o signos de agresividad, apatía, pérdida de interés por las actividades que antes resultaban agradables, alteraciones del sueño con pesadillas, miedo a quedarse solo, comportamiento infantil, dolor de cabeza u otras dolencias físicas, imitación del fallecido, disminución del rendimiento escolar o no querer ir a la escuela, etc. Por lo que se refiere a éste punto, conviene mantener informado al maestro de lo sucedido para que actúe con mayor prudencia cuando el niño vuelva al colegio, en los demás puntos será conveniente que se le lleve con un especialista, como puede ser psicólogo, tanatólogo, etc.
PÉRDIDAS Y DUELO EN EL NIÑO POR DIVORCIO DE LOS PADRES
El divorcio es un tiempo muy duro para todos los afectados, no solamente para los esposos, sus familias y amigos, sino particularmente para los hijos. La situación familiar que habían conocido toda su vida ahora está acabando. Aunque el cambio es una parte normal de la vida, éste puede ser el más grande y amenazador que han experimentado hasta este momento. Los cambios causados por el divorcio no son fáciles y son especialmente difíciles para los niños, porque no están acostumbrados a cambios grandes, especialmente porque no los han elegido ni deseado. Hay demasiadas variables que pueden determinar la forma con que cada niño expresa su malestar ante la ruptura de sus padres. Algunos padres podrán pensar que es lo mejor para sus hijos dado que el ambiente en casa es muy malo, otros afirmarán imprudentemente que a sus hijos no parece haberles afectado, dado a que no suelen hablar del tema. La realidad es que siempre hay consecuencias, sea en el presente o en el futuro. Uno de los factores más determinantes es la edad en la que se produce la separación. Algunos estudios avalan la hipótesis de que cuanto más pequeños son los niños, más importantes son las consecuencias (a partir de los 2 años aproximadamente). El divorcio es un proceso, el tiempo que se requiere para pasar por éste confuso momento puede ser de seis meses a dos años o más, dependiendo del tiempo en que estuvieron juntos. Este es un período de gran crisis emocional y transición para los padres y aún más para los hijos, según su edad, el nivel de trauma y conflicto causados por la separación de los padres. El hecho de no poder hacer nada para remediar la situación es muy dañino para ellos, a pesar de que el divorcio puede ser bueno para los padres. Aunque cada divorcio es diferente porque cada familia es única, las reacciones que un niño puede llegar a tener son:
Coraje Negación Miedo Culpabilidad Inseguridad Tristeza Depresión
Regresión
Todas estas son reacciones normales en lo que se refiere a la pérdida. Tanto los niños como los adultos tienen que pasar por un proceso de duelo, para llegar con el tiempo a aceptar la pérdida y seguir adelante. Es importante darse cuenta que los niños se preocupan de ellos mismos y de lo que les suceda. Generalmente no son suficientemente maduros para preocuparse del bienestar de sus padres. Se preocupan por sus padres porque dependen de ellos para sobrevivir. Los niños menores se preocupan por quién los va alimentar y a proporcionar sus necesidades básicas. Los más grandes se preocupan de cómo les afecte el divorcio en la escuela, les preocupa lo que piensen sus amigos. No es realista esperar que los niños se preocupen por los demás.
QUE HACER PARA AYUDAR A LOS NIÑOS DURANTE ESTE PERIODO
En éste periodo se está muy agobiado y se estará tratando de reorganizar la vida, pero es importante buscar un tiempo para estar con los niños, ellos los necesitan y el padre o madre que vaya a estar más tiempo con ellos es la que más los puede ayudar.
Expresarles cariño constantemente, con palabras y con contracto físico, como besos, abrazos, tomarlos de las manos, etc., no hay que dar por hecho que ellos saben que se les quiere, hay que demostrárselos. Hablar con ellos de manera clara, sencilla, honesta, directa, todo esto deberá ser de acuerdo a su edad, poniéndose a su altura física para que puedan verlos a los ojos, escucharlos atentamente, comprobando que no les quedo duda, pero sobretodo reiterarles que la separación no es culpa de ellos, pero que tampoco pueden hacer nada, ya que papá y mamá decidieron que ya no podían estar juntos, que esta situación es muy dolorosa para todos, pero que poco a poco el dolor irá disminuyendo. Observar a los niños para detectar posibles cambios de conducta y poder actuar a tiempo. Mantener la estructura de límites y disciplina de manera consistente, ya que esto les da estabilidad, seguridad y tranquilidad. Evitar los cambios innecesarios, es mejor mantener las rutinas lo más posible. Manejar los problemas y acuerdos con la ex-pareja sin agresiones o lucha de poder, ya que esto solo perjudica más a los niños.
Apoyar las relaciones con la familia de la ex-pareja, esto no se llevará a cabo a menos que sean perjudiciales. Cuidarse física y emocionalmente, para disminuir el estrés y poder estar con los niños más tranquilos, más relajados.
QUE NO HACER, PORQUE LES PERJUDICA
No permitir que los niños estén en medio del conflicto de pareja, que no sean árbitros o intermediarios. Esta actitud les crea un fuerte conflicto de lealtad y les causa un daño importante. No hablar mal de papá o mamá con los niños, y no pelear delante de ellos. No es necesario refugiarse en los niños para sentirse mejor, ya que se les pone una carga emocional que no tienen la capacidad de manejar y sólo aumenta su sufrimiento, lo ideal es buscar a la familia o amigos, pero sobre todo la ayuda de un profesional. No regañar a los niños por sus sentimientos. No exigirles demasiado, hay que recordar que siguen siendo niños y que no tienen la capacidad de un adulto. No hacer promesas que no se podrán cumplir. No competir con la ex-pareja por el amor de los niños. No utilizar a los niños para vengarse o lastimar a la ex-pareja, porque los que más sufren son ellos. No decirles mentiras ni engañarles, en esos momentos necesitarán estar seguros de que pueden confiar en alguien.
La siguiente es una versión común de los que se llama “Declaración de los niños en el Divorcio” 1. El derecho de ser tratados como seres humanos importantes, con sentimientos, ideas y deseos únicos, no como una fuente de discusión entre los padres. 2. El derecho de una relación continua con ambos padres y la libertad de recibir y de expresar amor por los dos. 3. El derecho de expresar amor y afecto para cada padre, sin tener que sofocar este amor por temer a la desaprobación del otro. 4. El derecho de saber que la decisión que sus padres tomaron sobre el divorcio no es su responsabilidad y que vivirán con un padre y visitarán al otro. 5. El derecho al cuidado continuo y la dirección de ambos padres.
6. El derecho de respuestas honestas a sus preguntas sobre los cambios de relaciones familiares. 7. El derecho de saber y de apreciar lo que es bueno acerca de su padre y su madre, sin que uno degrade al otro. 8. El derecho de tener una relación tranquila, cómoda y segura con padre y madre sin que los pongan en una posición de manipular a uno en contra del otro. 9. El derecho de hacer que la parte que tenga la custodia no interrumpa el horario de visitas, sugiriendo cambios caprichosos o amenazando con quitar la visita como castigo por las travesuras de los niños. 10. El derecho de tener visitas regulares y constantes, el derecho de saber la razón si se cancela o posponga alguna.
REFERENCIAS
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Ordoñez, A., Lacasta, M. (2001). El duelo en el niño por la pérdida del padre/madre. 12 de Junio, de Hospital Universitario La Paz Sitio web: www.seom.org/sociosyprofs/documentación/manuales/duelo. Pereyda, C. (2013). Muerte de una mascota: ayuda a tu hijo a enfrentar el duelo. Agosto 2013, de Terra Sitio web: http://vidayestilo.terra.com.mx/mujer/familia/muerte-de-unamascota-ayuda-a-tu-hijo-a-enfrentar-el-duelo. Psicología iberoamericana (2008), Vol.16. (1), Pp. 8-14. Rojas, D. (2006). ¿Y cómo se lo digo? Si es sólo un niño. México. Edufam. Russk, S. (2007). Qué hacer y qué no hacer ante el divorcio. Crecimiento y bienestar emocional Sitio web: www.crecimiento-y-bienestar-emocional.com/ayudar-perjudicar.html