VOLUMEN 8 - NÚMERO 40 año 2009 club valencia
APUNTES SOBRE NUESTRA IDENTIDAD
LA HUELLA URBANA
carlos flores león marquez fotos: natalia brand
Oscar Yanes
Del budare a la boca
Laderas abajo del cerro de Buenos Aires, cerca de Puente Hierro y a orillas del río Guaire, con un sol que disparaba todos sus alfileres de luz, el niño Oscar echaba a andar el mismo paseo con que animaba sus tardes desde casa a la panadería de Altagracia, allá donde su padre era pastelero. Pero un buen día, todavía de pantalón corto -costumbre decimonónica que señalaba una metáfora de ingenuidad-, Oscar Armando Yanes pasó frente al Congreso, y unos metros después apareció el espectáculo que marcaría su piel, intelecto y corazón. Las ventas abiertas de un par al otro. Las mesas repletas de gente leyendo. Y un gendarme que, parado con la gentil fiereza de su oficio, atendía solícito a sus preguntas. “¿Que qué es esto? Esto es la Biblioteca Nacional”. “¿Que cuánto cobramos por entrar? Nada, niño, es gratis, es del gobierno”. “¿Que si los muchachos como tú pueden pasar? Bueno, yo nunca he visto a ninguno adentro, pero tampoco tengo órdenes de no dejar pasar a los de pantalón corto”. Acto seguido, asumida la bienvenida, y conforme subió las breves escalinatas creyéndose en una alucinación, divisó el mostrador
desde el que tres señoritas despachaban los libros. Vencidos los temores, demandó el segmento de novelas, pero en especial alguna de Julio Verne. Al cabo de unos segundos, se desplegó frente a sí un catálogo con treinta, cuarenta ejemplares disponibles que de inmediato abrió todas las ventas hacia el día después de su consternación. Escogió “De la Tierra a la Luna” (1865), tomó asiento, fijó la atención en la carátula, pero sólo hasta que sus ojos empezaron a estudiar el lugar. Enormes escaparates plenos de tomos con ribetes de oro y gruesas capas de cuero. Periódicos a pedido, incluso de tiempos coloniales. Libros raros, prohibidos, de edición limitada. Fichas con expedientes de revistas propias y foráneas. ¡Aquel era el laboratorio donde podía cuajarse el cerebro de Venezuela! En su caso, por suerte ligada con empeño, fue así. “Cuando aquello, yo estaba de vacaciones escolares, y resulta que siempre me quedaba en Caracas porque la familia mía no tenía a nadie en el interior de la República; y para mí, hasta ese momento, era un fastidio la vacación porque me tocaba permanecer durante dos largos meses en mi casa, o meterme
en la pastelería de Altagracia para conversar con mi papá. Es entonces cuando, a los cuatro o cinco días de estar leyendo allí, un señor muy serio se me queda viendo, y después noto que se pone a hablar en voz baja con una de las empleadas, señalándome. Entonces la señorita se me acerca, y me dice que el director de la biblioteca quiere que vaya a su oficina”. Resultó ser don Enrique Planchart, culto entre los cultos de la época, y quien lo induciría a posar sus pupilas sobre las obras de Rómulo Gallegos, Rufino Blanco Fombona o Andrés Eloy Blanco, a modo de un “manager cultural” privado, como luego lo catalogará en secreto. “Adquirí un hábito de lectura que no he olvidado nunca. Todavía tengo que leer. Como necesidad, yo tengo que leer. Si paso una semana, dos, sin un libro, me siento mal”. Luego sobrevino la temprana adultez, enamorándose de la prensa escrita con seguridad de profeta, preguntándose a cada rato cómo era que los periodistas se enteraban de que había un asesinato e iban derechito hasta la escena del crimen, o que tal o cual ministro quería dar unas declaraciones y ellos se presentaban puntualísimos a su primoroso despacho. De ahí que alguna vez leyera un anuncio en El Universal de la “Escuela Superior de Comercio” en que promocionaban un “Curso de Periodismo”, y se lanzara a la aventura, misma que duraría escasos dos meses por la insuficiencia de alumnos. Sin embargo, nuevamente durante sus lecturas de continuo, e inoculado con la ponzoña del oficio reporteril, dio con otro cartel en el diario de marras sobre un “Curso de Periodismo Informativo”, pero ahora de la flamante “Universidad Libre Augusteo” (cuyo benefactor era un cura multimillonario, dueño en gran parte de los terrenos que hoy son Prados del Este, a quien su familia acusaba de despilfarrador). Presentó el curso de admisión y quedó en la lista de seleccionados, como también los nombres de María Teresa Castillo, Guillermo y Servando García-Ponce, Raúl Alfredo Arriaga, Ana Luisa Llovera… toda una pléyade de novatos que más tarde trocarían en famosos periodistas. Por desgracia, al año y medio de aquel sueño cumplido en vida, debieron abandonar las aulas porque el presbítero fue declarado “demente”, y con ellos la caída del proyecto educacional que cada uno tenía por emprendedor. No obstante, Francisco J. Ávila, su profesor de Periodismo Informativo, influenciado fuertemente por las nociones reporteriles norteamericanas, los animó a fundar una agencia de noticias que llamaron “Rin”, y desde la que generaron artículos para su posterior venta a los periódicos de la plaza. Después se mudaría al diario La Esfera, luego a Últimas Noticias (en 1941, cuando lo fundan) como titulista para los cables que llegaban jugosos con novedades de plena Segunda Guerra Mundial y, por así quererlo el destino, trocó de redactor internacional a periodista de sucesos en el mismo tabloide. “¡Chico, imagínate que terminé haciéndome amigo de ‘Petróleo Crudo’, el ladrón más peligroso que había en Caracas; un ladrón muy culto, estudiaba mucho el código penal, y quien decía haberse ‘retirado’ del robo, pero que en realidad, siendo Fiscal de Precios del Mercado para Medina Angarita, era el cerebro de los atracos más sonados del momento. Sus secuaces lo llamaban ‘el maestro’!”. Y así él, Oscar Armando Yanes, también conocido como “Chivo Negro”, el tres veces Premio Nacional de Periodismo, el de la voz de campanario, quien orgullosamente educado al borde del Guaire, estudiado en la escuelita Brasil de su parroquia San Juan, disfrazado de piña humana durante unos carnavales en Valencia por su tía Graciosa (o “Graciocísima”, como él la llama, por haberle propinado la primera vaina que le echarían en su vida), y considerado el único historiador de eventos extraños del país, lo mismo que biblioteca andante de la “refranería” criolla, se alza en maestro modelo y defensor admirable del espíritu histórico venezolano, que es lo mismo a decir la identidad. Por eso aquella tarde frente a la gran pinacoteca lo suyo no fue un sueño. Fue que cerró los ojos, y sintió sobre la frente como el rozar de unas alas que fueron fijando sus recuerdos, hasta volverlos todo logros. Hasta tornarlos éxito absoluto. Conocimiento puro. 12
Cuando era pequeño acostumbraba a… leer mucho. Siempre recuerdo… la Biblioteca Nacional. Cuando cumplí 20 años pensaba… en ser director de Últimas Noticias. Siempre me han gustado… leer. Mi padre… un fabulador excepcional. Mi madre… la conocí por fotografía, y como la foto que tenía de mamá está ella de niña, entonces dentro de mi mundo infantil la llamaba “Mamá chica”. Agustina Martín (su primera esposa ya fallecida)… una dama extraordinaria. Ligia (su actual consorte)… otra dama extraordinaria. He tenido mucha suerte con las mujeres. Venezuela es… un laberinto. Caracas es… una ciudad que fue agradable y hoy día es infernal. El cerro de Buenos Aires es… mi mejor recuerdo. El mundo es... redondo, igual que la pelota. El periodismo es… una locura. Pararme a escribir es… una pasión. Siento que soy una de las pocas personas que… vive feliz. El escritura es… un laberinto. El primer artículo que escribí fue… una reseña taurina. Hacer periodismo en Venezuela es… muy peligroso. Entre una máquina de escribir y una computadora, prefiero… la máquina de escribir, y te voy a explicar por qué: el sonido de las teclas lo asocio yo a la creatividad, y he tratado de escribir a computadora y no me salen las cosas. En cambio, el sonido de la máquina me trae nuevas ideas y nuevas historias. La vida es… una vaina. La creatividad es… un gran secreto.
La objetividad en el periodismo es… una fantasía. (Risas). Me gustaría estudiar más sobre… los grandes novelistas. Me gustaría tener tiempo para estudiar, por ejemplo, la obra de Julio Verne y las de dos escritores que me apasionaron mucho: Stephen Sue y Emile Louis. La fama es... una ilusión. Me inspira… una gran pasión, siempre. El mayor premio que uno puede recibir es... el agradecimiento de los demás. Nunca he podido aprender a… envidiar a los otros. A veces me gustaría volver hacia atrás para… seguir leyendo en la Biblioteca Nacional. Me prohibieron… hablar mal de la gente, desde que estaba pequeño; pero mi pasión es buscarle defectos a todos. La vanidad es… una bandera que, bien explotada, puede transformar la vida de un hombre. Un espejo es... la conciencia. La soberbia es... una maldición. Me molesta… el ruido innecesario. En lo primero que me fijo de una historia es… en el comienzo, porque es lo más difícil, parece mentira. Una historia que la escribes y comienza mal, es muy posible que termine mal. Al lectorado venezolano le gusta… la fantasía y la audacia. Revelar extraños y desconcertantes sucesos de la Venezuela de ayer supone… una manía, porque uno se acostumbra, muchas veces, a olvidar las cosas trascendentes por enamorarse de las cosas raras. Yo creo que he sido el reportero que en su vida periodística ha publicado más reportajes extraños. La identidad venezolana es particular por... la envidia, heredada de los hispanos.
Lo primero que noto en una persona es... su forma de hablar. Haber estado en política fue una experiencia… apasionante porque conocí al monstruo por dentro. Tener tres premios nacionales de periodismo genera… mucha responsabilidad porque la gente cree que eres un genio, y tú te puedes ganar todos los premios del mundo sin serlo. El refrán que más retrata el espíritu del venezolano es… “O come gallina o muere arponeado”. Es un refrán poco conocido por la gente joven como tú, pero resume aquello de que aquí en Venezuela arriesgas todo por lograr algo bueno; entonces se dice: “Este tipo, o come gallina o muere arponeado”. Mi mayor orgullo es... ser de Caracas, chico; hijo de un pastelero. Los artistas que más admiro son... bueno, como yo estoy hecho a la antigua, entre los venezolanos yo nunca olvidaré a Rómulo Gallegos, al poeta Andrés Eloy Blanco, a Rufino Blanco Fombona. Dentro del mundo venezolano de la literatura, esas tres figuras me apasionan. Y tampoco olvidaré nunca a aquellos grandes escritores universales que ya nadie los recuerda: André Muruá, Stephen Sue, Emile Louis… Yo aprendí a escribir gracias a esos señores. Lo primero que hago al levantarme es… hacer la señal de la cruz y darle las gracias a Dios por estar vivo. Lo último que hago en el día es… rezar. Desde pequeño me acostumbraron a que, antes de dormir, yo debía rezar. Nunca salgo de casa sin llevar… algún amuleto. De los cinco sentidos me inclino por… el olfato: huelo las noticias buenas y las malas. Ahorita estoy leyendo… me estoy leyendo a mí mismo. Estoy revisando algunos libros que he hecho, porque el volumen que está preparando [la editorial] Planeta es una especie de continuación de mis memorias, no quiero repetir ninguna de las anécdotas que están en los otros 14
libros. Como son más de doce sobre Caracas, historias y tal, estoy releyéndolos. La película que no olvidaré es... “Lo que el viento se llevó”. A Venezuela le sobra… corrupción. A Venezuela le falta… dignidad. Creo en... la fe. Yo tengo fe. Echaría a la basura… yo creía que era Bolívar, pero lo ha desacreditando tanto el actual Presidente, que ahora me he buscado otro ídolo: el sabio [José María] Vargas. Nunca me atrevería a… engañar con premeditación, porque puede que tú engañes por accidente, porque no conocías la verdad; pero engañar premeditadamente, yo no me atrevo. Me da miedo… profundamente la muerte. Pienso que mi sueño en la vida es… lo que estoy haciendo, escribir. Yo he realizado mis sueños: nunca he soñado en tener un barco, un yate, perros de raza, caballos de carrera, una mansión, un avión, pese a que desde pequeño me gustaba mucho la aviación. Para ser un verdadero venezolano hay que… tener gran respeto por los demás. Este es un país en que el irrespeto se ha convertido en un deporte nacional. Si un genio me concediera tres deseos, serían… vivir mucho más tiempo de lo que he vivido hasta ver un país totalmente reformado; un país que haya perdido el aprendizaje: los venezolanos estamos todavía en el período del aprendizaje, y nunca abandonamos la escuela. Ojalá que algún día nos graduemos, chico. Si escribiera una autobiografía, llevaría por título... Confesiones de un periodista. Si me levantara un día y no hubiera leyes en el mundo... me escondería inmediatamente. Si me defino con una palabra, diría que soy... ingenuo. (Risas).
el objeto de mi AFECTO llanera contempo Vestido Milly, clutch Sylvia Toledano y sandalias Musa
logos históricos
país comestible
Libro “Marcas” del Museo de la Estampa y el Diseño C.C.D.
Franela de Superfly [superfly.com.ve]
ta’barato mayami Medias Disney de Trumpette [colette.fr]
caracas cincuentosa
identidadCONTEMPORANEA
Libro “Villanueva en 3 casas” por Paulina Villanueva y Paolo Gasparini
clutch criollo Sobre de Anya Hindmarch
tropical moderno Miniatura de silla Gala de Franco Albini (1950) para Vitra [design-museum.com]
vestido piñatero Traje Cacharel para niñas [colette.fr]
cuatro creativo
topsider coloreado
CD “Evolución” de Carlos Capacho
Zapatos edición especial Sebago x Colette [colette.fr]
caimán orinoquense Polvera de porcelana Limoges de L’Objet
p r ê t - à - PORTER
carlos flores león-márquez
Apuntes de nuestra identidad
La huella urbana Por haber sido criados entre distintas culturas que, casi por osmosis, fueron transfiriéndonos algunos de sus valores estéticos -por hablar siquiera de un rasgo evidente-, hemos de empezar diciendo que somos ricos gracias a un capricho de la geografía. Intensos fueron los intercambios que, propiciados por una posición privilegiada en el globo terráqueo, desde la Colonia, durante la época republicana y los años modernos del siglo veinte se sostuvieron con los inmigrantes europeos de toda raigambre; incluyendo ahora la cálida visita que nos ofrecen -con su uniforme de multitud- asiáticos de disímiles raleas. Pese a todo, tales intercambios interfirieron de manera positiva en la construcción de esa cualidad de diversificados, de versátiles que antropólogos y sociólogos les ha dado por atribuirnos. Cosa que merece celebrarse: nada más aburrido que un país delineado por patrones sin ningún tipo de matices, pigmentos o coturnos. Frase última que concita el interés del experimento fotográfico que desplegaremos al cierre de estas líneas: habitantes de una misma nación que se inclinan por estilos de vestir y de pensar cuyas estampas señalarán las preferencias de ciertos lugares para ir a comer, bailar, viajar, soñar, disfrutar; pero consecuentemente reunidos en espacios públicos, analizados como puntos de encuentro. No de gratis, incluso sabiéndolo un tópico, diremos que la ciudad es la gente a modo de expresión ilustrativa, atribuida entre otros a Sófocles, Shakespeare y Goethe. Y en este caso gente no sólo quiere decir tamaño y densidad, o una concentración más o menos grande de personas; sino también diversidad, heterogeneidad, relación entre individuos y colectivos diferentes. Por algo Aristóteles ya defendía que la ciudad debe estar compuesta por diferentes clases de personas; o que ésta no existe si la población se asemeja mucho, como explicaba
el sociólogo estadounidense Richard Sennett. De esta suerte que insistamos en la tesis de que en el espacio público, como escenario de representación, la sociedad adquiere visibilidad: a partir del ágora o la plaza -como la diseñada en Altamira por ese esclarecido arquitecto que fue Luis Roche, y en la que la caraqueñidad vierte sus paseos- se puede relatar y comprender la historia de una urbe. Pero también retratar su identidad, muy similar a una pasarela sociológicamente metropolitana. Y si en esta primera entrega nos ha animado la captura de ciertos perfiles estéticos venezolanos en bruto (los clásicos, los bohemio burgueses, los "hipposos" pero chic, los vanguardistas y los suntuosos), en futuras ediciones exploraremos las usanzas de los híbridos; seres que intervienen esas materias primas para devenir en propulsores de nuevos prototipos y nuevas tendencias. Mientras tanto, abran los ojos y préstenle atención a los detalles, porque en cada reflejo de este mismo espejo podrán advertir unas y otras sorpresas, definitivamente todas lúdicas. Parece entonces difícil renunciar a estas bondades urbanas, porque la ciudad, el país que hemos forjado en nuestro imaginario, y consolidado como un valor y una conquista, es un producto físico, político y culturalmente complejo, europeo y mediterráneo, americano y asiático, caracterizado como concentración de población y de actividades. Al final, tales identidades urbanas nos conducirán a preguntarnos qué es una ciudad, y flotará con su aroma de maíz molido, malabares, bruma de mar, jengibre, malagueta y aceite de oliva, el concepto de un lugar como hecho material y social, productor de sentido en cuyas vías se filtran estampas gloriosas y trágicas, antiguas y modernas, absolutas o versátiles, permitiendo que un prototipo entero se alce otra vez a la primera mirada.
Fotografía y concepto: Natalia Brand [Nataliabrand.net] / Asistencia de fotografía: Anita Carli / Producción general: Anita Carli Dirección creativa: Carlos Flores León-Márquez / Maquillaje y cabellos: David Deibis para Lancôme [0414.2622338] / Modelos: Daniela García @ Johnny Tovar y Mauricio Changir @ Bookings I.M.A / Niñita: Michelle El Masri / Vestuario: Tommy Hilfiger [C.C. Metrópolis Valencia, C.C. Las Américas, Maracay], Clement [Clementboutique.com.ve], Corot [C.C. Sebucán, Caracas] / Wurüi [0414.3664476], Wearecat [Wearecat.com.ve], Exotik [Tolón Fashion Mall], EPK [Shopepk.com] / Joyería y accesorios: Oh! Nena [www.oh-nena.com], MIG [0414.3015555], Liliana Ávila [Lilianaavila.com], Ushuva [Ushuva.com], Aprilis [Aprilisaccesorios.com], Carolina Vivas [0412.0229280], Skullcandy [Skullcandy.com] / Calzados: Aldo [Centro Sambil Caracas] Agradecimientos: Rosa Virginia Urdaneta, José Antonio Blasco y Alfredo Jimeno de la Alcaldía de Chacao, y, muy especialmente, a Igor Linares.
LOS NEO-PREPPIES Mauricio con total look de Tommy Hilfiger Daniela con total look de Tommy Hilfiger y zarcillos Marテュa Isabel Garrido (MIG Coche McLaren, cortesテュa Liliana テ」ila
LOS BOHEMIO-BURGUESES Mauricio con total look de Clement y zapatos Aldo Daniela con vestido y cinturテウn de Corot,tocado Oh! Nena, clutch Liliana テ」ila y zapatos Aldo Michelle con total look de EPK
LOS MAYAMI NICE Mauricio con total look de Clement, zapatos y cadena Aldo Daniela con top y pantal贸n de Exotik, cartera Carolina Vivas; zarcillos, pulseras y collar de Aprilis y zapatos Aldo
LOS MODERNOS Mauricio con camisa Ghetto Creativo, pantalón Wearecat, zapatos Aldo y audífonos Skullcandy Daniela con blusa y falda Wearecat, cartera Ushuva, zapatos Aldo y audífonos Skullcandy
LOS HIPPIE CHIC Mauricio con guayabera Clement, maletín cortesía de Igor Linares y zapatos Aldo Daniela con kimono Wurüi, tocado Oh! Nena, clutch Liliana Ávila, anillo Ushuva, sandalias Lelé Vogeler para Corot y lentes Aldo
calles de FUEGO
concepto, fotos y texto: rodolfo agrella
Genérico de estética morfológica
Hechos en Venezuela
La visión estética del término identidad, necesariamente conduce a la aceptación del todo a través del conocimiento de sus partes. A investigar y encontrar dentro de éste lo más representativo, lo que le otorgue una imagen colectiva. A transitar el sendero sinuoso de múltiples subjetividades y opiniones que lleven a un eslabón flexible que agrupe -o por lo menos, intente agrupar- una representación o propuesta de imaginario social. En nuestro caso, como amantes de la belleza, la búsqueda de este genérico pasa por el filtro visual, a la caza de individuos que puedan representar su propia existencia y darse una imagen estable y duradera de sí mismos, un patrón de belleza real que se debe tomar en cuenta, canon de estilo y fisonomía, con el aditivo de estar enraizado en el entorno. La búsqueda contemporánea de este eslabón se procura mediante el registro fotográfico de casi cien personas de ambos sexos, seleccionadas al azar en las calles de Caracas y Valencia, sin conocimiento de su nombre, apellido, condición social, creencia religiosa, nivel de instrucción, sector donde vive y cuantas variables surgen al momento de hacer un estudio de mercado, generando así una base de datos de morfologías estéticas y fenotípicas del venezolano. El lente -desinhibido
y objetivo, como ojo mecánico que es- observaba al sujeto que estaba delante, sin tabú, ni prejuicios. En su justa realidad. Con las paredes urbanas como único telón de fondo. El catálogo que a continuación presentamos, pasó bajo la mirada acuciosa de reconocidos y noveles estetas a quienes se les pidió la difícil y delicada tarea de seleccionar tres ejemplares de cada género -masculino y femenino- que respondieran al concepto estético o visión personalísima que tienen del venezolano común que transita por estas calles. Figuras del diseño de moda, artistas plásticos, coleccionistas de arte, directores artísticos y fotógrafos, luego de la visualización y análisis de las fotos, procedieron a seleccionar a los individuos más cercanos a ese Genérico de estética morfológica del venezolano. A partir de él y ella, hemos desarrollado un sistema de nuevas proporciones que pretende, solamente, hacer un boceto para delinear, escudriñar, proponer y descubrir la fisonomía y rasgos corporales del ser humano promedio en la Venezuela contemporánea. Gente de todos los días. Gente palpable. Gente que representa al común denominador. Gente, verdaderamente, hecha en Venezuela.
2001 odisea del ESPACIO
ignacio alen fotos: carlos fouguet
Centro de Interpretación Histórica, Cultural y Patrimonial de la UC
La memoria resucitada
Todo el que haya puesto sus destrezas sobre un proyecto iniciado por otro sujeto, sabrá lo harto complicado que es meterse en una horma ajena. Más comprometida es la empresa si ese molde ha sido meditado y proyectado con toda la delicadeza y responsabilidad del mundo. Tal es el caso del recientemente inaugurado “Centro de Interpretación Histórica, Cultural y Patrimonial de la Universidad de Carabobo”, que funciona hoy en lo que se conocía hasta hace poco tiempo como la antigua sede de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la U.C., además de epicentro original de la magna casa de estudios carabobeña. Enclavado en la calle Colombia, junto al Teatro Municipal, la Iglesia San Francisco y el Capitolio del estado, este edificio, cuyas paredes han sido testigos de un sinfín de ires y venires de la historia, se construyó originalmente para ser el Convento de San Buenaventura -a mediados del siglo XVIII-, pasando a ser, en los años siguientes, la sede de múltiples instituciones como el Colegio Nacional de Carabobo, Colegio 34
Federal de Primera Categoría, Universidad de Valencia, Colegio Federal de Varones, Colegio Páez, Liceo Pedro Gual, Instituto de Ciencias Políticas “Miguel José Sanz”, Biblioteca Pública, Escuela Normal “Simón Rodríguez” y finalmente, Facultad de Derecho de la U.C. Uno de los proyectos que quería concluir la profesora Maria Luisa Aguilar de Maldonado, poco antes de terminar su gestión como rectora del Alma Máter, era el de devolver la gloria de tiempos pasados y darle su justo valor arquitectónico a esta hermosa edificación, para disfrute, admiración y uso de todos los valencianos. Para tal labor, contactó a la arquitecto Sara de Atiénzar quien, junto a su experto equipo de trabajo, tuvo que investigar los orígenes de la estructura, leer la historia entre líneas, y verificarla in situ, para devolver toda la prestancia que reclama un lugar como éste. Ella nos explica que los dos muros laterales, uno que separa al edificio de la Iglesia San Francisco y otro que se enfrenta al vecino Teatro Municipal, son los pilares fundamentales de la estructura y se
han conservado así desde la época de la colonia. De casi un metro de ancho, estas paredes están hechas con la técnica del tapial, y al ser las piezas más antiguas de la edificación tienen mucho que contar, es por esto, que algunos fragmentos en el interior de la nueva sede se han dejado expuestos sin friso, a manera de testigos del pasado de la construcción, para ofrecer las claves arqueológicas más interesantes. El resultado de la reciente rehabilitación que convierte la antigua sede de la Universidad de Carabobo en el Centro de Interpretación Histórica, Cultural y Patrimonial de la UC, establece un diálogo claro entre los estilos que conviven en el mismo lugar. Por eso, Sara de Atiénzar asegura “No hay necesidad de disfrazar de ‘antigua’ una construcción que esta en uso actualmente, que era lo que pasaba en varios puntos de la edificación. Cuando se restaura no hay que encubrir, ni mentir. Es por esto que en la parte contemporánea, la estructura de tres pisos del fondo, se utilizaron materiales totalmente actuales, como el vidrio, lámina y
estructura metálica, y en la parte de construcción con tapial, se rehabilitó con barro del sitio. Esa es una de las fortalezas de la restauración: haber sincerado el edificio de acuerdo a los estilos y las tecnologías de construcción de las épocas en las cuales se hicieron todas las intervenciones”, subraya la arquitecto. Sin referencias detalladas de cómo era el espacio central del edificio, la remodelación interpreta las líneas de un patio de la colonia, dividido en cuatro cuadrantes, con jardín, una fuente en el medio y bancos para reposar, pero dándole un toque actual con elementos de diseño contemporáneo, en el que se dispuso una acequia que hace que el agua circule por todo el perímetro del patio. Al subir al Paraninfo, se puede apreciar la colección de pinturas que incluye piezas de Arturo Michelena y Alirio Palacios en un ambiente totalmente restaurado para mostrar su esplendor original, con un piso revestido actualmente con mármol travertino. Complementan el cuadro una serie de lámparas de cristal que se encontraban sin uso en otra propiedad de la UC que
aumentan la discreta elegancia del recinto. El edificio de tres pisos ubicado en el ala norte de la construcción, fue el más intervenido desde el punto de vista físico, siendo el elemento arquitectónico de contraste y ruptura que, en conjunto, integra diferentes tiempos de manera muy armónica. Es allí donde funciona el área administrativa de la hoy estancia de investigación y difusión, así como una Biblioteca y la Galería Permanente del Salón Nacional de las Artes del Fuego, a la que cada se sumarán más piezas, conforme la UC continúe celebrando las ediciones de esta importante confrontación artística. La construcción fue concebida originalmente como un solo cuerpo con la Iglesia San Francisco, y de esa relación, se han dejado expuestas los marcos de los portales y ventanas que daban hacia el edificio religioso. En 1821, el Congreso de Cúcuta decretó la supresión del convento, y de ese momento histórico se conserva un pormenorizado inventario de los bienes, levantado por unos de los últimos monjes que permaneció 36
en el lugar, un documento clave para los estudios que sirvieron de base para hacer la rehabilitación. A finales del siglo XIX, al edificio se le hace una afortunada intervención, a cargo del ingeniero Mariano Revenga, dándole la apariencia de estilo neoclásico que ostenta en la fachada, además de un segundo nivel en donde se construyó el Paraninfo. Así, se mantuvo en funcionamiento el remozado edificio, hasta 1904, año en que Cipriano Castro ordenó el cierre de la casa de estudios. Durante todo ese tiempo, no se le hizo el mantenimiento necesario, ni ningún tipo de modificaciones, quedando como legado de esa etapa únicamente una serie de lámparas que hoy preceden algunos salones. Reiniciadas las actividades como Universidad de Carabobo, en 1958, la planta experimenta la más contundente de sus transformaciones, siendo declarada Monumento Histórico Nacional el 2 de agosto de 1960. El crecimiento progresivo de la ciudad y la consecuente demanda de cupos para estudios superiores, empujó a la U.C. a crecer en metros cuadrados
para albergar más aulas, para eso, se construyó -en la parte posterior de la propiedad- un edificio de tres pisos con “aspecto de inmueble de la colonia”, previa demolición de la planta base, en una modificación que afectó la estructura original del recinto franciscano; también se intervino el Paraninfo con la intención de poner al día sus espacios internos, para lo cual, un minucioso trabajo de ebanistería se llevó a cabo en el piso, techo, paredes y ventanas, otorgándole sobriedad y academicismo al ambiente. Le siguió una remodelación hecha en los años ochenta, donde se trató nuevamente de explotar hasta el último rincón del edificio, no necesariamente de un modo decoroso -según los expertos en materia arquitectónica, y así se mantuvo como sede la Facultad de Derecho del Alma Máter hasta el 2005, año en que se hace la mudanza del centro a la Ciudad Universitaria en Bárbula, Municipio Naguanagua. Todo parece indicar que un edificio históricamente tan comprometido
con la labor educativa, no podía dedicarse a otro fin que no se moviese por estas lídes. De este modo la Universidad de Carabobo, a través de su Centro de Interpretación Histórica, Cultural y Patrimonial, busca reforzar su identidad como institución y la proyección de ésta en la ciudad, al abrir las puertas de un espacio que revela su historia, preserva la memoria, proponiendo la apertura hacia el conocimiento en un espacio que conjuga presente, pasado y futuro.
Direccción: Calle Colombia, entre Carabobo y Montes de Oca, Valencia, Venezuela Teléfono: 0241. 8585060 Web: www.uc.edu.ve
el club de la buena
carlos flores león-márquez
Seis oficios, seis propósitos, una misma identidad
Sembrar el petróleo
Que hagamos nuestra la frase de don Arturo Uslar puede resultar una perogrullada, pero revisitarla por estos días que corren seguramente sobrevendrá en un reenfoque inteligente, y quizá hasta en una nueva dimensión de aquel oráculo electrificante. Recordemos que, con ésta, el último intelectual de marca mayor que ha parido Venezuela perseguía advertir (allá en 1936) la creciente dependencia del petróleo, proponiendo una salida de esquema: había que utilizarlo no para pagar más, sino para buscar y crear nuevas fuentes de ingreso y de producción que contribuyesen a un desarrollo sostenido. Pues sucede que tras cierta numinosa beatitud, enmascarados en su disfraz progre, y aprovechando la miopía del fulgor que actuaba en aquellos tiempos de oropel, la camarilla de dirigentes políticos que constelaba el panorama todo venezolano se había encargado de inocular la fiebre del consumismo en la mente nacional. Bajarla iba a ser difícil. Erradicarla, mucho más. Pero al menos el sentido de su oración, misma con que título el artículo homónimo del diario “Ahora” el 14 de julio de 1936, puso una linterna sobre aquella gran debilidad epidémica que a la larga podía terminar en calamidad prolongada. Vienen a cuento estas reflexiones en el momento en que la identidad patria –motor editorial de esta entrega número cuarenta– ha querido presentar nuevos exámenes; ora para admitir disciplinas contemporáneas, ora para dilucidar patrones (¿bemoles?) antropológicos en ciernes, ora para acudir a un cambio radical del sentido de los símbolos cuyo sustrato ético puede darle curso o volverlo retórica mentirosa, ora para cultivar compañeros de fórmula. De ahí que nos haya animado la idea de convidar a un selecto sexteto de consumados investigadores
–sin olvido a la copiosa nómina coetánea que por razones de espacio citaremos en otro capítulo–, cuyos oficios y aficiones han perseguido el propósito de impulsar una Venezuela emprendedora, apegada a una personalidad propia. Por Valencia, el maestro José Carmelo Calabresse, director de la Orquesta Sinfónica de Carabobo y transmisor del legado que don José Antonio Abreu creó con el “Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles”; junto a Alfredo Fermín, amanuense insigne de las tierras del Cabriales, memoria histórica viva a todo pulmón, plumario de esa concurrida columna “Hoy y después en Valencia” del diario El Carabobeño. A tono con Caracas, vendrá el profesor José Rafael Lovera, director del Centro de Estudios Gastronómicos (CEGA), sabio entre sabios del paladar vernáculo de todos los tiempos; acompañado del doctor Antonio Herrera-Vaillant, presidente del Instituto Nacional de Genealogía, autor de un libro que demuestra cómo algunos de los miembros de la elite colonial descendían de dos genearcas cubaguenses; o el arquitecto Rafael Pereira, profesor de Historia de la Arquitectura y del Arte de la UCV, mente y olfato entrenados para forjar hazañas brillantes; o el estrambóticamente ilustrado Denis Schmeichler, propietario de Casa Curuba –la tienda más bella de la capital– y propulsor definitivo del ingenio artesanal barquisimetano a través de una intensa labor de décadas, traducida en la valorización del mueble local. Seis sabiondos, seis oficios y seis objetivos que han venido cultivando la noción uslariana en el colectivo de estos días. Pero también seis testimonios de cómo se formula la identidad de un país; hecho que sucederá no bien empiece a prestárseles real atención a sus obras de pensamiento.
Producción Valencia: Ignacio Alen / Fotos: Carlos Fouguet Producción Caracas: Carlos Flores León-Márquez / Fotos: Natalia Brand / Asistente: Anita Carli
ignacio alen foto: carlos fouguet A horas insólitas le he preguntado qué hace todavía pegado al monitor y me responde, como si nada, “...escribiendo la columna”. Hoy y después en Valencia se espera en las páginas de El Carabobeño de todos los domingos como la tribuna en la que Alfredo Fermín es una voz alta de la conciencia política al tiempo que pregonero cultural. Reconocida figura del periodismo, se ha destacado en la fuente gubernamental por estar hondamente documentado sobre la historia de la región carabobeña, y por la autoridad que le confiere una memoria cultivada durante más de 35 años de ejercicio en ninguna otra ciudad que en Valencia, y en ninguna otra sala de redacción que en la de “El Diario del Centro”. Egresado en 1971 de la UCV y especializado en Crítica del Arte en el Instituto Francés de Prensa, se ha comprometido con instituciones y ánimos culturales de la ciudad, con el norte de preservar la memoria manifiesta en tradiciones, sitios emblemáticos, encuentros y personajes en los que se condensa el germen de lo que nos define como venezolanos. A pesar de estimular todo el respeto que “los de la nueva generación” le tenemos, y de ser dueño de una experticia que -si quisiera- podría servirle para declararse genial y trasnochadamente obstinado, Alfredo es un hombre cercano, sencillo… pero nunca simple. ¿Cómo es que siendo margariteño sabe tanto de Valencia? Aún sin conocerla, para mi Valencia siempre fue un lugar mágico. Cuando tenía 11 años, la Revista Tricolor tuvo una edición especial dedicada a la ciudad con motivo de su cuatricentenario. Eran tan bonitas las fotografías y las descripciones que le dije a mi mamá que nos mudáramos para Valencia y ella me dijo que, cuando fuera grande, viviría aquí. Mis conocimientos sobre la ciudad me los han proporcionado la búsqueda de información para realizar reportajes y la amistad con historiadores de la ciudad. El conocimiento de la historia de sufrimientos y despojos que ha tenido la ciudad, la calidad de su gente, que extrañamente no defiende su patrimonio, hizo que nos convirtiéramos en guardianes para alertar y exponer en la prensa la importancia de lo que estamos perdiendo. ¿Dónde surge ese lazo que lo mantiene encariñado con Valencia? En 1967 me trajeron para someterme a una operación en el cerebro y me salvaron la vida. Graduado de periodista, vine a buscar trabajo en El Carabobeño y aquí me quedé‚ para que se cumpliera la predicción de mi mamá. ¿En qué aspectos hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su labor? Valencia es una ciudad con una identidad bien definida. Aunque le falta mucho para llegar a ser una gran metrópoli, tiene ambiente cosmopolita en el sentido de que siempre desecha lo vulgar, lo común, lo chabacano. Desde los tiempos coloniales, siendo una población humilde como era todo el país, esta ciudad ha tenido prestigio de señorío. Nuestra labor, como periodista preocupado por el patrimonio, siempre ha sido más que denunciar, una dedicación a informar sobre la importancia de los monumentos, de las edificaciones, las tradiciones, y la situación en que se encuentran, para que los gobernantes están advertidos.
Alfredo Fermín
¿Esa dedicación termina siendo una lucha constante o al final se torna un esfuerzo recompensado? Termina siendo motivo de frustraciones, porque casi nadie responde. Nuestras denuncias son recibidas como algo normal de quien siempre se queja. ¿Y cuáles han sido las recompensas? He ganado todos los premios de Periodismo que se otorgan en el estado y recibí el premio Monseñor Pellín como Personalidad de Periodismo. Pero lo que más nos satisface es cuando somos escuchados y se rescata el patrimonio que se encuentra en proceso de extinción. ¿Cuál es ese “algo” por lo que te gustaría que te recordaran? Valencia olvida muy pronto. No creo que sea recordado por una labor de la cual sólo darán cuenta los archivos de “El Carabobeño”, a los que muy poco se consulta.
José Calabrese
En raras ocasiones la banda sonora de una película tendrá las claves de un solo género musical, y si éste es el caso, jamás sostendrá un ritmo monótono, divorciado de la tensión de emociones que procure el film. Así también, si examinamos la media del ritmo de un país, no conseguiremos melodías planas, sino un conjunto que, en el caso de Venezuela no suena sólo a joropo, sino también a -para no extendernos en el profundo bosque de lo folklórico y lo tropical- música clásica y las más insólitas variaciones del pop. Alguien se preguntará ¿pero qué tienen que ver los éxitos de “La Primerísima” con la Quinta sinfonía de 40
ignacio alen foto: carlos fouguet Beethoven y las cuñas navideñas de los canales de televisión? Que “la música es una sola, lo que pasa es que hay música buena y música mala, sea pop, folklórica, bailable, clásica. Las notas son siempre las mismas”, respondería el maestro José Calabrese, cuyo currículum incluye trabajos con íconos como Mirla Castellanos, Raphael, José Luis Rodríguez, Alfredo Sadel, Vicky Carr, además de haber integrado la orquesta de planta de Radio Caracas Televisión y encabezar etapas decisivas de varios momentos del quehacer musical valenciano; todo esto ha sucedido sobre la base de una formación que inició cuando tenía 5 años de edad, de la mano del fallecido maestro Angello Inglese; continuó en el Conservatorio de Aragua y más tarde en el Berklee College of Music (Boston, EE.UU.), del que volvió directo a integrar el naciente capítulo carabobeño del laureado Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, un proyecto que hoy, maduro, sigue un camino independiente del esquema concebido por el maestro José Antonio Abreu. Como Orquesta Sinfónica de Carabobo (OSC), en su fundación también se levantan los cuerpos de un coro, el Conservatorio de Música de Carabobo y una serie de ensambles de género diverso, que en total suman unos 700 pupilos sobre los que se vuelca la experticia variopinta de Calabrese y su equipo de trabajo. ¿Cuál es la ventaja de tener un oficio como el suyo? Que la vida no es aburrida, sino que hay muchas novedades, sobre todo que te da la oportunidad que compartir con mucha gente, y ejercer una de las profesiones más bellas que hay. ¿Esto termina siendo una lucha constante o hay una compensación final? Ojalá hubiera una compensación final, pero es una lucha constante, porque el arte es algo en lo que todos los días tienes que dar un paso hacia adelante. Para que se pueda desarrollar se necesitan recursos económicos, humanos, y siempre hay algo por hacer. ¿En qué punto hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su trabajo? Fundamentalmente en el trabajo… y en el trabajo sin horario. También hay que tener la visión para determinar quién sirve para esto. ¿Cuál ha sido la gran satisfacción de haber creado la OSC? Precisamente haber podido formar una orquesta en el estado, y el hecho de mantenerla hasta ahora. Usted ha dicho que el sistema de orquestas se ha nutrido del talento del interior del país… Es así. Mucha gente del interior ha buscado seguir desarrollándose, obteniendo becas y viajando al exterior. No solamente en América, sino en Europa, y ya pertenecen a orquestas de envergadura. Los muchachos, además de aprender a tocar un instrumento e interpretarlo en armonía con una orquesta, ¿qué más aprenden? El respeto hacia los demás, y hacia lo que no se puede tocar, ver, oler, saborear, sino sentir, y hoy en día, en un mundo tan materialista, como que olvidamos esa parte espiritual que es muy importante.
carlos flores león-márquez foto: natalia brand / asistente: anita carli Así como a algunos les encanta cultivar el poder, al doctor José Rafael Lovera, desde joven, lo conquistó furibundamente el buen condumio. Pero no sólo el disfrutable y disfrutado, sino –y sobre todos– el estudiado, el analizado, el archivado. Ése que se piensa y razona. Ése que halla sustento en los opíparos expedientes de la historia. Quizá por eso se volvió historiador de carrera, luego un quijote de la gastronomía venezolana (¿o acaso un François Vatel del siglo XX, meticuloso por “la boca” del Caribe?) para, al cabo de una brillante trayectoria, trocar en docente solemne y cerebro fundamental de nuestro Centro de Estudios Gastronómicos Avanzados, (CEGA), forjador del nuevo paladar criollo. He aquí sus réplicas, sus elucidarios y su espíritu. ¿Cuándo supo que quería dedicarse a salvaguardar el acervo gastronómico venezolano a través del estudio a fondo de sus raíces históricas? Desde muy temprano. Ya en bachillerato me interesaba recoger recetas tanto de fuentes orales como de impresos. Cuando inicié la carrera de Historia en la UCV, ya tenía como propósito orientarme hacia la historia de la alimentación. ¿Cuál es la ventaja de tener un oficio como el suyo? El oficio de historiador enfocado hacia un tema de tan palpitante interés como la alimentación permite acercarse a la gente, y que la gente se acerque a uno personalmente o a través de lo que uno escribe, y esto produce relaciones de amistad o posibilidades de ayudar a otros en sus tareas. ¿En qué puntos hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su tarea como estudioso del paladar venezolano? Lo más importante es ejercer la crítica histórica y el rigor científico al estudiar el tema y presentar sus resultados. En la materia de la alimentación hay muchas leyendas e, incluso, disparates que son tomados como ciertos por la gente y divulgados por “escribidores” sobre gastronomía. Para hablar con propiedad de historia de la alimentación es requisito indispensable ser profesional universitario en la materia. Lamentablemente muchos que no reúnen este requisito andan por ahí dando “conferencias“, escribiendo artículos o manteniendo programas de radio o de televisión sin ser profesionales o sin ejercer la crítica necesaria. ¿Esa dedicación termina siendo una lucha constante o al final se torna un esfuerzo bien recompensado? Las dos cosas. Sigo una lucha constante por esclarecer la historia, por educar y orientar a los jóvenes cocineros, por combatir los errores y desenmascarar las imposturas. Hace poco escribí un ensayo titulado “Errores, achaques y manías de los escribidores de la gastronomía venezolana”. Pero igualmente uno recibe la recompensa de tener lectores, de recibir felicitaciones por una labor que se hace sin esperar reconocimiento. De acuerdo a sus conocimientos, ¿cuál es el aspecto más emblemático que nos pudiera dar idea de lo particular que es la gastronomía caraqueña, o más allá, de la venezolana? Si nos referimos a la gastronomía caraqueña, yo diría que aquello que la caracteriza es un marcado gusto por lo dulce, mientras que si vamos
José Rafael Lovera
al ámbito general venezolano, pienso que uno de sus rasgos distintivos es el haber sido, y continuar siendo, abierto a todas las influencias. ¿Sirve la historia gastronómica para contribuir a la conservación de la identidad de un país? Por supuesto que sí. La comida es un rasgo distintivo de toda sociedad, y a la vez un aglutinante que refuerza la cohesión social y apuntala la identidad cultural de un país. ¿Cuál es el aporte que soñaría usted con legarle al estudio de la gastronomía de Caracas, y de Venezuela en general? Soñé legar a mis compatriotas una historia de la alimentación, y me considero muy afortunado por haber logrado convertir ese deseo en realidad, reforzado después con mis otros libros como Gastronáuticas, Gastronomía Caribeña, El Cacao en Venezuela: Una historia. Pienso que tanto entre los historiadores como entre los cocineros he procurado, desde hace más de veinte años, estimular el interés por lo venezolano; y si ellos siguen esa orientación, me sentiré más que satisfecho.
Antonio Herrera-Vaillant
A primera vista, don Antonio tiene la apariencia de esos libros de tapa muy dura. Quizá sea por esa orla de prominente internacionalista, con más de treinta y cinco años de experiencia, que lo nimba; o de saberlo escritor, editor, orador y hasta reconocido analista de la historia política, social y económica de Latinoamérica. Sin embargo, será su apego por la genealogía venezolana lo que postule la constitución de sus aportes al descubrimiento de la muy dorada leyenda criolla repleta de marqueses, condes y capitanes generales emparentados, a la postre, con seres de un brillo intelectual afianzado. En consecuencia, allí su libro “La Estirpe de las Rojas”, publicado en dos tomos por la Academia Nacional de la Historia y el Instituto Venezolano de Genealogía (último en que funge de presidente); obra que presenta el cuadro genealógico de los descendientes de Ana de Rojas y Diego Gómez de Agüero, arraigados allende los siglos en la isla de Cubagua, y ascendientes de la mayoría de la élite que ha dirigido nuestro país desde la Colonia, destacando dentro de estos sucesores el Libertador Simón Bolívar y el Mariscal Antonio José de Sucre. Ya lo predijo don Guillermo Morón en el título del prólogo: he allí “el código secreto del parentesco”. Bravo don Antonio, bravo por la dureza de sus tapas y de su ingenio. 42
carlos flores león-márquez foto: natalia brand / asistente: anita carli ¿Cuándo supo que quería dedicarse a salvaguardar la historia venezolana a través de la genealogía? En primer término, se trata de un esfuerzo por elevar el autoestima colectivo, de probar que aquí no se viene de la peor gente del mundo, sino que el país ha sido construido por una pléyade de hombres y mujeres de valer y valor que -cada uno en lo suyo- contribuye a lo mucho de positivo que se ha hecho en Venezuela; y, en segundo lugar, a reafirmar con pruebas la suprema importancia que tienen las estructuras familiares en la transmisión de valores y en crear la plataforma fundamental para el desarrollo de la persona. ¿Cuál es la ventaja de tener un oficio como el suyo? En mi caso no es oficio sino afición, pero es una herramienta fundamental para conocer íntimamente la verdadera historia del país, y así comprenderlo mejor. Adicionalmente, resulta sumamente útil conocer las redes de relacionamiento interpersonales a través de los tiempos y de las regiones. ¿En qué puntos hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su tarea como genealogista? Hay que tener objetividad, espíritu investigativo, y hasta sentido del humor y de la vida para poder obtener datos ciertos, hilvanarlos razonablemente, tomar todo en proporción, incluso en relación con los tiempos, e inocularse contra los mitos y las fantasías. De acuerdo a sus conocimientos, ¿cuál es el aspecto más emblemático que nos pudiera dar idea de lo particular que es la prosapia caraqueña, o más allá, la venezolana? Venezuela, pues Caracas fue un gran centro de irradiación para formar el resto del país. Lo más emblemático es la creatividad y adaptabilidad del buen venezolano para afrontar, sobrevivir y a la larga vencer las acometidas de barbarie que han caído sobre estas tierras desde el tirano Aguirre, Boves, Federación, y otras oleadas hasta la repulsiva y deprimente actualidad. Rómulo Gallegos describe la constante lucha entre la civilización y la barbarie, y la civilización siempre termina prevaleciendo. ¿Sirve la genealogía para contribuir a la conservación de la identidad de un país? Es indispensable. El sentido de arraigo es uno de los factores fundamentales en construir y mantener una identidad nacional. Sin ella, sin los nexos históricos que proporciona la continuidad a través de los años y de los siglos, con la preservación de tradiciones y costumbres, se corre el riesgo de que se convierta -como dijo alguno- en una gran extensión de tierra llena de gentes. ¿Cuál es el aporte que soñaría usted con legarle a la historia genealógica de Caracas, y de Venezuela en general? Un mayor sentido de orgullo y de pertenencia, y la certeza histórica de que la civilización siempre -de modo evolutivo y constructivo, jamás revolucionario y destructivo- se va afirmando y, constantemente, incluyendo a crecientes sectores de la población. Que a la larga la barbarie termine derrotada por su propia esterilidad e impotencia; que vale la pena luchar por este país; y que jamás hay que tirar la toalla. Y que la familia -a toda escala social- sea la base para emprender el desarrollo.
carlos flores león-márquez foto: natalia brand Amante confeso de las sensualísimas siluetas que delinean a Caracas, que no sólo nacen en El Ávila sino que se forman con los edificios, las casas bien concebidas y, sobre todo, con las villas que fueron surgiendo en la época colonial, republicana, moderna e incluso contemporánea, hasta el punto de trazar líneas de un futuro cada vez más depurado (en el que el concreto armado, el vidrio, el acero…tornan más sofisticados), este egregio profesor de Historia de la Arquitectura y del Arte de la UCV, graduado con honores de arquitecto en la misma casa de estudios, nos hace un boceto a continuación de cómo se formó su espíritu docente y de cómo también ha salvaguardado esa única disciplina que combina con solemnidad la forma con el fondo. ¿Cuándo supo que quería dedicarse a salvaguardar la historia urbana a través de la arquitectura y el oficio docente? Salvaguardo más bien la Historia de la Cultura; de la cual la ciudad, la arquitectura y el arte son parte integral. Me interesé por esta área del conocimiento desde segundo año de bachillerato, al estudiar Historia Universal y Educación Artística. Mi vocación definitiva se manifestó cuando cursé la primera Historia de la Arquitectura con el Prof. Johann Ossott, y él me vaticinó –¡en tercer semestre!–, que yo iba a ser su sucesor en esa cátedra. ¿Cuál es la ventaja de tener un oficio como el suyo? La mayor ventaja radica en proveerme una plataforma para la valoración de los objetos de la creación en el decurso de la cultura en que se producen; y poder comprender así su significación -y aquilatar su relevancia- como fenómenos estéticos, tanto en la escena arquitectónica como en las artes visuales. Esto me ha calificado para enseñar historia de la arquitectura, asesorar colecciones de arte, y editar y disertar sobre ambos temas. ¿En qué puntos hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su tarea como profesor de Historia de la Arquitectura y del Arte? En la experiencia fenoménica, el conocimiento historiográfico, lo biunívoco del proceso de enseñanza-aprendizaje, y en recordar siempre a Antonio Machado cuando dice: “Sin el amor las ideas / son como las mujeres feas / o copias dificultosas / de los cuerpos de las diosas”. ¿Esa dedicación termina siendo una lucha constante o al final se torna un esfuerzo bien recompensado? No son cuestiones antagónicas sino fases de un proceso. La formación de un estudiante es una lucha constante que tiene posibilidades de verse recompensada con resultados satisfactorios, en cuanto a su preparación para el desempeño en una actividad tan compleja como es la arquitectura. En mi caso, esta lucha no ha sido siempre en vano. Mi recompensa han sido carreras brillantes, y cuando se tornan mis compañeros de estudio. De acuerdo a sus conocimientos, ¿cuál es el aspecto más emblemático que nos pudiera dar idea de lo particular que es la arquitectura caraqueña, o más allá, de la venezolana? El paisaje, el clima, la cultura de salón, la tradición de adquisiciones de arte, y la convergencia de la tipología de la quinta colonial y republicana con la villa italiana -vía Gio Ponti-; han singularizado a la quinta caraqueña como hito en la evolución universal del tema arquitectónico de la villa, -en el
Rafael Pereira Escalona
sentido en que Plinio el joven la definiera: locus amoenus-, tanto en nuestra modernidad como en nuestra contemporaneidad. ¿Sirve la arquitectura para contribuir a la conservación de la identidad de un país? A tal punto que considero a la arquitectura como las huellas digitales de una cultura. Por eso, la valoración patrimonial es una tarea formativa fundamental en el ámbito académico, para su comunicación hacia la ciudadanía como conciencia patrimonial. De la conservación y metabolización de nuestro patrimonio cultural depende la preservación de nuestra identidad; y en ésta, la arquitectura es nuestro cuerpo, nuestra imagen. ¿Cuál es el aporte que soñaría usted con legarle a la historia arquitectónica y artística de Caracas, y de Venezuela en general? Una historia (colegiada) de la arquitectura en Venezuela para la valoración patrimonial. Puesta en práctica de las intervenciones en los barrios que parten de una aproximación sensorial. Indagar el tema de la quinta caraqueña como villa. Examinar a la Ciudad Universitaria de Caracas desde la óptica del cinetismo y del serialismo. Armar una colección de arte que reseñe la relación de Jesús Soto con sus pares e interlocutores.
Denis Schmeichler
Estaba chiquito cuando empezó a educar el ojo, y siempre dirigió los suyos hacia aquello que tenía belleza en su material genético, dejándose incluso impresionar por lo auténticamente venezolano a contracorriente Edel legado europeo que le inyectaron sus padres al nacer. O más bien era que iba tras el cauce de su raza: el de la admiración por lo exótico. De allí que la palabra criollismo terminó coqueteando, determinantemente, en su conciencia e inconciencia, instalándose para toda la vida. Un buen día de finales de los setenta se fue a Quíbor con el fotógrafo, diseñador y orfebre José Alirio Sigala –quien también lo había llevado a conocer San Esteban en Puerto Cabello, aquel decimonónico “condado de la élite comercial alemana”–, y entonces supo que el arte nacional de mobiliario merecía ser propulsado para el respeto de todos. Lo vibrante es que ahora cuenta con un repertorio que meses tras meses se reinventa, y con el que él –actualmente volcado al diseño propio en piezas cinéticas y al estilo circular de Calder–, ha encontrado su elemento a través de esa prodigiosa, pionerísima valorización del mueble local. 44
carlos flores león-márquez foto: natalia brand / asistente: anita carli ¿Cuándo supo que quería dedicarse a salvaguardar la historia del talento nacional a través de la valorización del mueble local? Fue totalmente accidental, porque en el fondo siempre es como el conuco reinterpretado: entonces tu tienes la cobija, el tejido del sombrero… todo tipo de manifestación, y a través de José Sigala llegamos a Quíbor donde empezamos con el trabajo de madera; pero eran más que todo tallas, y llamamos a Rudolph Steiskal (1931-1989), Emile Vestuti (1927-1998), Jorge Rivas y a Rigoberto Aponte, diseñadores integrales por encima de arquitectos. Era el destino, y a pesar de que siempre vi muebles importantes dentro de mi familia, nunca imaginé que nos dedicaríamos a la reinterpretación del mobiliario. ¿Cuál es la ventaja de tener un oficio como el suyo? Que puedes practicar la creatividad, el esfuerzo y el empeño. ¿En qué puntos hay que enfocarse para llevar a cabo con éxito su tarea como propulsor del mobiliario nacional, y ahora como diseñador? Yo llamo al diseño “diálogos”, y cuando involucras realmente a todos, puedes ser mucho más creativo porque la respuesta es mucho más rápida, es más ágil y con más esfuerzo, incluyendo al cliente. Es una etapa como de madurez. Lo denomino, también, de círculos, a la par de un sombrero de iraca [el de Panamá] que necesita un maestro para que cierre el espiral, un espiral que es muy redondo. ¿Esa dedicación termina siendo una lucha constante o al final se torna un esfuerzo bien recompensado? Es un erotismo, una forma de concentrarse. Yo diría que si lo tomas como una lucha constante, vas al fracaso, de ahí que sea al revés: la idea es reinventarse, que el mobiliario siempre sea más práctico, menos protagonista y más útil. La idea de trabajar con marcos y espejos, con repisas y gavetas, lo que ahora yo llamo “mobiliario hotelero” (porque va colgado), es la respuesta de mucha investigación muy simple. Siento que tenemos que ir hacia lo práctico: mientras más toques la pieza, mejor. O sea, mientras más la uses. Por eso es que yo creo que Curuba es sobre todo un legado: no es un negocio de grandes rentas, pero sí ha sido un proyecto que ha marcado caminos. De acuerdo a sus conocimientos, ¿cuál es el aspecto más emblemático que nos pudiera dar idea de lo particular que es el mobiliario caraqueño, o más allá, del venezolano? Eso fue identificado por Carlos F. Duarte: son la butaca y el ture indígena. Ambos asumen al mobiliario emblemático venezolano. Claro, sin olvidar la hamaca, que es la que más me gusta a mí. ¿Sirve la memorabilia para contribuir a la conservación de la identidad de un país? Sí, yo creo que ésa es la base y de ahí sale todo un amplio repertorio idiosincrático, porque no sólo es la de los muebles, sino que también de las matas, de las mariposas, de las estampillas… de la cultura especialmente que, uniéndose, puede ser el arranque a un sistema decorativo propio. ¿Cuál es el aporte que soñaría usted con legarle a la historia mobiliaria de Caracas, y de Venezuela en general? Lograr lo práctico.
METROPOLIS
carlos flores león-márquez fotos: carlos fouguet [0414.4336991]
De lo privado a lo público
Metamorfosis Urbana
A despecho de que otras civilizaciones (por supuesto no menos ilustres) puedan acudir en protesta por sus soberbios aportes al desarrollo de lo que hoy conocemos por ciudades, merece atención especial el expediente egipcio en cuyos ítems figura aquella rara costumbre de representar la ciudad con un círculo y una cruz. El círculo era el lugar, es decir, la comunidad de personas, la organización política y la identidad cultural. La cruz simbolizaba los flujos, o sea el trueque de bienes, servicios e informaciones, las movilidades, las relaciones con el exterior. De esta suerte que en el espacio público actual, entendido en las metrópolis, se intensifique la síntesis de lugares y tráficos, teniéndolas también por sitios pensados para la cohesión social y los intercambios. Aun así, será responsable advertir que más allá de esa apertura en los modos de socialización propiciados, de manera cronológica, en incipientes villorrios, burgos, pueblos, ciudades, hasta llegar a las súper capitales, desde siempre rigió un sentido de lo privado, del disfrute y recreación en familia, dentro de casa, auspiciando actividades más individuales como la constante lectura, el cultivo de la música, la jardinería, lo conversacional, para luego sufrir mudanzas hacia los discursos en público, la cacería, la botánica, los conciertos, los clubes de lectores y, ya a cielo abierto, la plaza municipal, el parque, las inmensas avenidas, los complejos de entretenimiento... Casi a la par de una progresión –más que urbanística– de urbanidad, pues con el pulimento de las centurias vino el de las maneras,
costumbres y modos de pensar. Y ahí la intención de este nuevo capítulo, el de procurar un breve pero intenso boceto de lo que significó la transición de la Venezuela intimista a la expositiva, de la que fue evolucionando a través de sus sitios demasiado circunscritos a los modernamente recreacionales entre los siglos XVIII y XX. Asistirán a nuestro ejemplo la Casa Club del Country (antigua Hacienda Blandin), el Hotel Ávila, el Paseo Los Próceres, el Parque del Este y el Parque Zoológico El Pinar por Caracas; acompañados por la Casa de La Estrella, la Casa Páez, la Quinta La Isabela, el Liceo Pedro Gual, el Parque Los Enanitos, la tienda Chandy, las Cuatro Avenidas de Prebo y el Parque Fernando Peñalver por Valencia; esto a pesar de que si el elenco se figura profuso, no lo damos por completo: en ambas urbes, como a lo largo y ancho de este país, muchos son los sitios que se han quedado en el tintero. De todos modos, mutatis mutandis, al cierre quedará la impresión de haber viajado dentro de una máquina del tiempo en la edad de las ciudades, mismas que ahora se reconocen especialmente en la zona pública donde el poder se hace visible, donde la sociedad se fotografía, donde el simbolismo colectivo se materializa. Pero también en la que, por posmoderna y repleta de flujos, el lugar y su referencia a la comunidad es sustituido por el espacio del consumo, por lo supracomunicacional. He aquí pues a la ciudad –y con esto lacramos el prefacio– como el ámbito definitivo de la ciudadanía contemporánea.
Producción Valencia: Ignacio Alen Blanco / Fotos: Carlos Fouguet. Producción Caracas: Carlos Flores León-Márquez / Fotos: Natalia Brand / Asistente: Anita Carli.
carlos flores león-márquez fotos: natalia brand / asistente: josé villalobos Aunque su (cancilleresco) título real sea “Parque Generalísimo Francisco de Miranda”, Caracas, Venezuela toda lo reconoce por “Parque del Este”. Tenido por el más grande de ciudad capital, obviamente después del Parque Nacional El Ávila, tiene una extensión superior a las setenta y cinco hectáreas. En cuanto a su historia, fue inaugurado en enero de 1961 por el entonces presidente Rómulo Betancourt, mientras cuyo diseño estuvo a cargo de ese ilustre –y mundialmente famoso– arquitecto paisajista de nacionalidad brasileña que fue Roberto Burle Marx, quien junto con profesionales venezolanos se dedicó al diseño y realización de los distintos espacios y ambientes de la titánica dehesa. Mismos por los que, a la vera de caminerías, yace un pequeño zoológico donde destacan el aviarium con muestras de aves venezolanas; caimanes del Orinoco, monos, el terrarium con su muestra de reptiles e insectos, tortugas, perro de aguas, cachicamos... A su vez, presenta en toda su extensión una gran variedad vegetal, dentro de la cual descuellan interesantes muestras, como por ejemplo las del estado Falcón que se encuentran en el jardín xerófilo; luego el jardín hidrófilo, con sus lirios de agua, sus palmas de moriche, platanillos y malangas, visitado por las aves, especialmente las garzas, temprano en la mañana, y el arboretum, el cual despliega una colección florística que corresponde al bosque tropical húmedo, todos ellos con muestras recolectadas por el muy acucioso profesor Leandro Aristeguieta. Luego, más adelante, emerge un lago artificial con botes a pedal y una réplica de la “Santa María”, una de las naves que formaron parte del descubrimiento de América (sólo “La Pinta” y “La Niña” calificaban como carabelas). Al centro, a la par de un buque que pareciera haber descendido del espacio, aparece el Planetario Humboldt, adscrito a la Comandancia General de la Marina, en el que se presentan conferencias e información relativa a la navegación espacial y la astronomía. Lo mismo, y ya para finalizar el recorrido, la concha acústica, el vivero, una biblioteca (la cual depende directamente de la Biblioteca Nacional y ofrece servicios de Infocentro), dos amplias zonas de estacionamiento, sanitarios, kioskos piñateros, fuentes de soda (¡con una que da de frente a la zona de las aves!), cafeterías y dos áreas de juego infantiles. Lo grato es ver, sábado tras sábado, domingo a domingo, cómo la ciudadanía caraqueña acude al llamado (¿de la selva?) que propició Burle Marx a partir de ese lenguaje orgánico y evolutivo tan suyo, identificándosele cercano a algunas vanguardias artísticas como el abstraccionismo, el concretismo o el constructivismo: las plantas bajas de sus proyectos recuerdan muchas veces cuadros abstractos en que los espacios generados privilegian una formación de rincones y caminos a través de la vegetación nativa. El Parque del Este, así, a secas, es otro hito rupturista en el paisajismo latinoamericano, de allí sus espacios contemplativos cuya configuración destaca por inédita en Venezuela y en el planeta. A eso se le llama, cerremos así, los privilegios del tercer mundo.
Parque del Este
Dirección: Av. Francisco de Miranda, Urb. Los Palos Grandes. Caracas, Venezuela. Teléfonos: 0212. 2732864 - 2736566
Casa Club del Caracas Country Club
La luz tenía prisa por descubrir rincones, por envolver fanales, por penetrar en los huecos de las porcelanas, por girar en la esfera de los relojes, y por hacer sus multiplicaciones fantásticas en el fondo de los espejos. La luz recuperaba las formas, y los graves retratos del salón parecían entornar los ojos, ofendidos por tanta claridad. Era una mañana en la antigua casona de la Hacienda Blandín. Los empleados danzan alrededor con un andar parsimonioso, dando la impresión de haber sido entrenados para que, al cruzar el umbral de la calle hacia el interior, activaran su chip de sofisticadas posturas. Afuera, y a través de la vista panorámica, praderas de un verde tan perfecto que parecía perverso se extendían a lo largo y ancho como si acaso no fueran a terminarse nunca. No obstante, 48
carlos flores león-márquez fotos: natalia brand
todo esta poesía no hubiera tenido lugar sin la iniciativa, sin la pasión de unos cuantos jóvenes -entre los que se cuentan a William H. Phelps, A. Mustard, Robert Wesselhoeft, y L.J. Proctor- de principios del siglo XX por el deporte del golf. Así, el terreno donde practicaban, llamado “Las Barracas” y cuyas tierras pertenecían a la sucesión de don Jorge Uslar, mismas que fueron, a su vez, cedidas por don Andrés Ibarra, sería el prístino epicentro del ahora Caracas Country Club cuyo nacimiento se fijó una tarde de 1918 cuando un grupo de amigos, entre los cuales figuran otros nombres como Luis Vaamonde Santana, G.W Murray y el mismísimo Phelps, apostaron a la idea innovadora de crear un centro deportivo que permitiera practicar este deporte. Surgida la idea, sus artífices mandaron una
carta alentadora a todos los amigos y allegados que pudiesen estar interesados. La respuesta fue inmediata, positiva a rabiar: los miembros fundadores pagarían una cuota de cincuenta bolívares, mientras que los jugadores una cifra mensual de cinco bolívares para su funcionamiento. Meses más tarde, se produjo la aprobación de los primeros estatutos del “Caracas Golf Club” (como se llamó al principio), con fecha 27 de febrero del mismo año. Sin embargo, no sería hasta la asamblea celebrada el 14 de diciembre de 1922 cuando se decidiera cambiar el nombre de “Caracas Country Club”, junto con la autorización de la junta directiva y la firma de un contrato de arrendamiento con el fin de construir la Casa Club, la sala de recreo, varios tennis courts y demás comodidades para sus dilectos miembros. Y si bien la inauguración de la primera club-house fue a comienzos de 1923, la falta de agua y el requisito de cada uno de los miembros de ser propietarios de todos los terrenos, los obligó a buscar otro lugar que se adecuase a dicho proyecto. Fue así como se escogieron los terrenos de la Hacienda Blandín -comprados por setecientos mil bolívares, tras negociación con los esposos Carlos Rodríguez Landaeta (tataranieto de don Jesús Blandin) y Mercedes Eraso de Rodríguez Landaeta- y convocaran la venida desde Estados Unidos del entonces reputado arquitecto y especialista en centros de recreación de lujo, Clifford Wendehack, para que proyectara la nueva Casa Club, asistido en su ejecución por nuestro Carlos Guinand Sandoz, quien no sólo interpretó fielmente los pormenores del proyecto, sino que aportó el diseño de los detalles de las puertas, ventanas y rejas así como la decoración de los techos del salón principal, trabajos que fueron realizados por su maestro de obra, Ramón Carmona. En consecuencia, será el 12 de diciembre de 1930 cuando el club se traslade a su nueva residencia y dé rienda suelta a una sobria apostura que ya supera los noventa años de vida intensa, propulsando el surgimiento de una urbanización a la altura de sus circunstancias desde cuya opulencia residencial pudieran dominarse las inmensas alfombras de grama mullidamente verde, las nudosas ramas de los árboles centenarios, los tejados ondulados de los cobertizos, la lujosa incandescencia ámbar de los globos halógenos, y el silencio que acude tumultuoso cuando el tric del hoyo anuncia el final de la partida. Dirección: Av. Ppal. del Country Club, Casa sede del Caracas Country Club, Urb. Country Club, Municipio Chacao. Caracas, Venezuela. Teléfono: 0212. 2100800
Hotel Ávila
carlos flores león-márquez fotos: natalia brand
Un brillante abogado estadounidense, de nombre William Coles, y quien llevaba las riendas del hotel de que hablaremos ahora, le dijo al doctor Diógenes Escalante -como si tratara de una sentencia-: “El [hotel] Ávila se levanta en siete hectáreas de terreno. Costó tres millones seiscientos mil bolívares, y sólo en el mobiliario se gastó la suma de trescientos cincuenta mil bolívares: mil trescientas sillas, sillones y butacas; doscientas cincuenta mesas y veladores y veinte parasoles de balneario. Ochenta y siete habitaciones con camas Simmons y colchones Beautyrest, con resortes mecánicos, con vacío para la renovación del aire al recibir el peso del cuerpo”. Incluso así, esas cifras no importan cuando hablamos de que se trata del primer hospedaje de estilo caribeño que figura en guías de turismo y textos obligados de diseño; de que fue obra intelectual de Nelson Rockefeller y su famosa “Compañía Venezolana de Fomento”; de que vino el mismísimo Wallace K. Harrison -mente y manos maestras del Rockefeller Center y de la sede de la ONU en Nueva York-, en conjunto con Fouilloux, otro arquitecto de postín; de que enviarían a Mr. Abramovitz, uno de sus aprendices más geniales, de viaje por Venezuela y Coro para que “explorara” con sus ojos el perfil estético de las construcciones coloniales y le diera el toque tradicional de sus balcones frontales; de que le imprimieron al salón del baile el sello de un palacio moderno con piso de madera, mitad canalete y mitad carreto, con dos mil quinientos resortes que amortiguaran tan deliciosamente los pasos de las parejas al bailar que no lograran cansarse, permaneciendo hasta más tarde y consumiendo más; de que se aplicó por primera vez la “Fuerza Dinámica de los Colores”, por lo que cada fachada, cada costado, cada piso, tenía un fuerte color diferente: negro, azul, rojo, hasta volverse impactante desde todo punto de vista, surgiendo de entre los jardines como un prisma egocéntrico, con su tucán totémico y policromo; de que se instaló un sistema para calentar el agua con el sol; de que se compraron las cocinas más rutilantes; de que vinieron desde Nueva York dos consultores para 50
combatir la idea de la junta directiva del hotel de poner bidets en las salas de baño (ellos nunca habían visto jamás esos aparatos y hasta Eugenio Mendoza tuvo que llevarlos a su residencia para que constataran lo común de estos adminículos en las casas caraqueñas); de que en sus estancias se celebraron las fiestas de Carnaval más connotadas, con papelillos, serpentinas y las negritas gritando con sus -muy agudas- voces trucadas “¿Que a que no me conoces”. En fin, de un microcosmos de felicidad y boato como nunca hubo otro igual. Pero ahí sigue, de pie y dominando el cerro que le da nombre, latiendo como el corazón de la urbanización San Bernardino, con su ascensor manual aún en funcionamiento y un aurífero buzón de cartas firmado por la casa Cutler, con alto relieve en bronce pulido que reza “Correos de Venezuela”, o con el orgullo de ser el segundo hotel construido en el país, ahora declarado patrimonio cultural. Y eso no importa si se le recuerda como hito arquitectónico de los cuarenta, hospedaje obligado de decenas de personalidades, recinto predilecto para la construcción de muchas de las historias mejor guardadas de esta nación. Y eso no importa tampoco, nada de todo lo arriba suscrito, si acaso no comprendemos que todo él -tucanes y pisos ajedrezados incluidos- corresponde a un estilo constructivo internacional, o como dirá William Niño Araque, “síntesis de arquitectura criollista-caribeña y de metrópolis, neocolonial y neohispánica de la cual sobreviven pocas muestras”. Enviémosle, pues, un aplauso a ese conservador progresista que quería que la industria petrolera mundial le devolviera a Venezuela algo de sus ganancias, y que, bajo la sola fuerza de su potente apellido y cerebro, organizó en el imaginario venezolano la cultura de salón y de avance. Bravo por Nelson Rockefeller. Dirección: Av. Jorge Washington, Urb. San Bernardino. Caracas, Venezuela. Teléfonos: 0212.5553000 / 5553438 / 5553407. Agradecimientos: Daniel Durán.
Paseo Los Próceres
Si se estiran las pupilas de aquí hasta los años cincuenta, tiempos de la presidencia de Marcos Evangelista Pérez Jiménez, el balance daría por resultado que la palabra monumento nunca más existió desde entonces: dentro de los postulados de su programa del “Nuevo Ideal Nacional” estaba “la transformación del medio físico y el mejoramiento de las condiciones morales, intelectuales y materiales de los venezolanos”, por lo que le impuso al país la urgencia de un perfil edilicio vanguardista, a tono con los ideales de progreso, y no encontró un mejor reto para el arquitecto Luis Malaussena que un inmenso campo de concreto armado que representara, a escala urbana, la institución militar venezolana, y que a su vez sirviera de tributo a los héroes de la Independencia. De ahí que 52
carlos flores león-márquez fotos: natalia brand
fuera inaugurado en 1956 por el propio Presidente, y quien lo denominaría “El Sistema Urbano de la Nacionalidad” en honor a las luchas independentistas de Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela. Así, dicho sistema -cuya función original fue conectar la UCV con la Escuela Militar- fue conformado por varios elementos enlazados por un portentoso eje vial y peatonal, mismo que articuló el complejo ceremonial estructurado por el gran Patio de Honor como punto culminante y receptor del eje urbano que se inicia en la Ciudad Universitaria de Caracas. En consecuencia, y diseñado en estilo neoclásico por Malaussena, el Paseo Los Próceres, presidido por el monumento dedicado a los héroes nacionales, pretendía ocupar, en la geografía urbana de Caracas, el lugar que los Campos
Elíseos detentan en París: copas, copones y otras piezas que rememoran el período helenístico griego como la estatua del dios de las aguas, Poseidón, complementan el complejo arquitectónico. Esto sin contar su despliegue -tan extenso como la cuaresma- a lo largo de una avenida de dos kilómetros, amén de las calzadas y tribunas que se erigen a los lados; mientras en el centro se extienden fuentes, jardines, cuatro monolitos -dos paralelepípedos verticales elaborados en mármol travertino y dos horizontales en mármol negro, cada uno con treinta metros de longitud y un peso total de trescientas toneladas-, más las temerarias estatuas en honor a los hombres egregios que nos libertaron del yugo español: Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta, Santiago Mariño, Francisco de Miranda, José Antonio Páez, Manuel Piar, José Félix Ribas, Luis Brión, Juan Bautista Arismendi y José Francisco Bermúdez, representados con estatuas realizadas en bronce sobre los muros horizontales; mientras que en los monolitos se tallaron los nombres de los titanes venezolanos y de las cuatro batallas que sellaron la liberación de los países bolivarianos: Ayacucho, Boyacá, Carabobo y Pichincha, representados además en alto relieve. En tanto, definido por dos filas de postes de iluminación a manera de paredones virtuales, el Paseo Los Próceres continúa tan altivo y recto como las almas a quienes tributa, con su aspecto de bloque de mármol recién arrancado de la cantera, y preservando el tema de los campeones militares como el argumento de aquella modernidad nacionalista en que las imágenes llegan hasta los orígenes mitológicos y retoman el carácter exótico presente en el art-déco. Dirección: Av. Los Próceres, Urb. El Valle. Caracas, Venezuela.
Parque Zoológico El Pinar
Tras la muerte de Juan Vicente Gómez, todo estuvo dominado por una mezquina fatalidad. Se echaron abajo sus bustos. Fueron saqueados sus bienes inmuebles. Los miembros de su familia perseguidos. Y si bien se trataba de unas barbáricas medidas punitivas a manos del pueblo, también habrá que reconocer que avisaban de un reclamo por resarcir los daños morales, sin contar los físicos, que este sátrapa había consumado desde los altares de su régimen. Sin embargo, reza el adagio que después de la tempestad acude la calma, incluso la alegría: ubicado en terrenos que formaron parte de la hacienda “La Vaquera”, propiedad del Benemérito cuyos títulos pasaron a ser del Estado venezolano a partir de 1935, los trabajos de construcción del primer jardín zoológico de Caracas se concluyeron en 1945, bajo la presidencia del General Isaías Medina Angarita. Pero no sería hasta 1976 cuando el antiguo parque fuera restaurado por la gobernación del Distrito Federal para que, nuevamente en 1994 y en una segunda fase, el gobierno distrital de turno culminara tales labores. Así, las puertas del zoológico fueron abiertas al público el 13 de agosto de 1995 al arribar a su quincuagésimo aniversario, y desde entonces se ha continuado la labor de mantenimiento y mejoramiento bajo la administración de la “Fundación Caracas para los Niños”. Incluso ahora, en 2009, procuran un lifting cuya promesa será la de un “centro de recreación visual de verdad, defensor y propulsor de las especies criollas y de aquellas que estén en extinción”. Y no podría esperarse menos de un parque que ocupa un área de aproximadamente siete hectáreas, con un recorrido por dos kilómetros de caminerías que ofrecen una exhibición de noventa especies, un aviario, insectario, así como 54
carlos flores león-márquez fotos: natalia brand
el zoológico de contacto que es de tan amplio disfrute para los niños. Brindan, a su vez, visitas guiadas para campamentos vacacionales, preparan talleres de educación ambiental, cuentan con un servicio de biblioteca y un área de comida rápida donde además se pueden alquilar las churuatas. Como guinda, El Pinar tiene el programa de “Brigada Ecológica”, mismo que está integrado por jóvenes interesados en el cuidado de los animales y su hábitat, quienes actúan como guías del parque, ayudan a los visitantes y se aseguran de que estos cumplan con las normas del zoo. De entre los animales que habitan felicísimos, ahí los jaguares, tigres de bengala, pumas nacidos en el parque, pavo reales, patos, monos capuchinos, cabras, dantas y hasta un burro que constituye una especie en peligro de extinción. Por normas, tienen la no alimentación de los animales, su correcta protección; lo mismo se exige no ensuciar, cuidar las plantas, y tampoco se permiten mascotas, bicicletas, patines, patinetas ni pelotas en sus instalaciones. Además de esto, han instaurado un centro de reciclaje con cinco puntos dentro de las estancias para la colocación de objetos de aluminio y plástico, por lo que el producto obtenido se invierte en mejoras infraestructurales. Por fortuna, con El Pinar redivivo flota la idea de que Gómez es la muestra de que en el horizonte de la historia, los hombres terminan por ser su obra antes que ellos mismos. Dirección: Cota 905 con Avenida Guzmán Blanco, Urb. El Paraíso. Caracas, Venezuela. Teléfono: 0212. 4519094
Casa de “La Estrella”
A golpe de tierra pisada fueron levantadas las altas paredes de la hoy conocida “Casa de La Estrella”, concebida en el siglo XVIII como Hospital San Antonio de Padua, siguiendo los lineamientos de arquitectura colonial que primaban para entonces. Originalmente, el centro médico era todo un complejo que ocupada una hectárea, prácticamente toda la cuadra donde se ubica en el casco histórico de la ciudad de Valencia; con pisos de ladrillo, estaba distribuido de este a oeste por una entrada principal y un zaguán, salón de enfermos, capilla y sacristía, incluso huerta, cocina y cementerio. Por medio de un inventario que describe detalladamente este edificio para 1872, se conoce que el salón de enfermos medía 24 56
ignacio alen fotos: carlos fouguet
varas de largo -medida que se utilizaba en las construcciones españolas- por 9 de ancho, y tenía una reja que daba hacia la capilla para que los enfermos pudieran escuchar la misa. Dedicado a San Antonio de Padua, el sanatorio tenía una estatua del beato junto a un cuadro de La Virgen de La Luz. La arquitecto Sara de Atienzar, que tuvo a su cargo la restauración del inmueble, recuerda que en la colonia no existían muchos avances científicos, y la curación dependía en gran medida de la voluntad divina, por lo que en los hospitales se daba muchísima importancia a la comunicación de los pacientes con los altares religiosos. Para respetar el estilo y el tipo de construcción con el que se levantó
el edificio, la arquitecto nos explica “...fue necesario quitar materiales nuevos que le restaban veracidad a la construcción, y en ese fascinante proceso arqueológico de buscar en el sitio las claves de su construcción, y cotejar lo que conseguimos con los documentos que teníamos , excavamos metro y medio en el patio central. Al revisar ese relleno conseguimos material tan importante como los redondones con los que se moldearon las columnas originales”. Al dejar de funcionar como hospital, los amplios salones sirvieron para reunir el Congreso de 1812, en el que se puso la primera piedra para la construcción del gran edificio de la República venezolana, a través del documento fundamental de la declaración de la Independencia, desaparecido hasta 1907 cuando se encontró en La Candelaria, en la residencia de la viuda de Navas Spínola. Estas paredes no sólo se han prestado para atesorar el milagro de la vida y haber atestiguado el nacimiento de una patria emancipada, sino que también ha servido de escena para un divorcio épico, cuando fue sede del Congreso Constituyente de 1830, en el que Venezuela se separó de la Gran Colombia. La llamada “Casa de La Estrella”, conocida así porque circundaba un establecimiento llamado “La estrella roja”, tiene una guardia compuesta por los distinguidos del Centro de Historia regional, mientras se mantiene abierta como museo importantísimo para reforzar in situ la aprehensión de las claves de la historia venezolana. Dirección: Calle Colombia cruce con Avenida Soublette. Valencia, Venezuela Teléfono: 0241. 8583837 Email: direcciondepatrimoniohistorico@gmail.com
Casa Páez
Que algunas paredes hablan es una extraña verdad del tamaño de una catedral, incluso podría ser del tamaño de la casona que el general José Antonio Páez mantuvo como domicilio en Valencia, a partir 1830, mientras fuera Presidente de una incipiente Venezuela. La primera voz que se escucha cuando se recorre este espacio es la del marco arquitectónico de estilo neoclásico en el que se inscribió la residencia, con amplios salones interconectados entre sí. Corredores anchos se abren hacia un centrado patio interno, y a su vez confluyen para conducir hacia un patio trasero, antaño caballeriza. Tan importante como la primera es la segunda voz que se alza en los mismos pasillos, un coro entrenado para que, por 58
ignacio alen fotos: carlos fouguet
medio de una serie de murales, hable fuerte, claro y por largo rato acerca de la historia de la estrategia castrense del país, y sus héroes elevados a la categoría de semidioses, al tiempo que de la maestría de su autor, esa luminaria de la plástica valenciana que fue Pedro Castillo, abuelo de Arturo Michelena. En el “Salón del sol” se encuentra la respuesta icónica del astro que iluminó a Carabobo tras la Batalla de la Independencia, tallado en madera y realzado con pan de oro, coronando uno de los arcos del recinto; le sigue el “Salón de las aguas”, que era la habitación de Páez, con ríos y cascadas ilustradas en la parte superior de las paredes, hoy ambientada con una sala de principios del siglo XIX.
En el sótano al que se accede desde el patio, los frescos de los pasillos internos tienen una réplica, igualmente militar, pero hecha al pulso de los presos que se recluyeron ahí en alguna oportunidad; en el mismo silo se encuentra lo que parece ser la entrada de un túnel que llega hasta la Catedral de Valencia. Hay otras voces, quizás ecos, que se han mantenido resonando entre estas paredes, como la de Barbarita Nieves, que –se dice- era la “querida” de “el centauro del llano”, y que en clave de recitales y poemas supo estimular las manifestaciones más nobles de un hombre recio. El director de Museo Casa Páez, Luis Ovalles Urriola, cuenta que el general recibió una carta en 1821, en la que su esposa, Dominga Ortiz, le decía: “José Antonio, al recibir esta misiva, dése por enterado que entre usted y yo no existe nada”. Cuando el general murió en Nueva York, por ser la viuda legítima, Ortiz vendió la casa y sus muebles a la familia Arroyal, que la ocupó hasta finales del siglo XIX. Como buena parte de los edificios históricos venezolanos, la estructura sufrió daños al no apreciarse su valor histórico y destinarse a fines para los que no estaba preparada, como cuando fue un cuartel de policías en la administración de Santos Matute Gómez. Sin embargo, en otras ocasiones recibió mimos, como cuando Andrés Pérez Mujica y su esposa Tatiana, para 1911 los directores del museo, instalaron ahí una exposición industrial para conmemorar el centenario de la independencia. Hoy, en el sitio funciona una nutrida biblioteca pública y es sede de la Sociedad Amigos de Valencia, además de ser un museo clave para ilustrar los primeros pasos de la República. Dirección: Avenida Boyacá, número 99-20, entre las Calles Páez y Colombia. Valencia, Venezuela Teléfonos: 0241. 8571272 - 8570685 Email: luisovalles33@yahoo.es, sbcarabobo@gmail.com
Quinta La Isabela
Debe haber algo de magia tras los mascarones del garboso vestíbulo de la quinta La Isabela, que aun mantiene a los valencianos magnetizados con su riqueza estética y ducha de significados. Mientras la ciudad duerme, las gárgolas y cariátides del también conocido “Palacio de Los Iturriza”, deben cobrar vida para recitar un hechizo en un ecléctico lenguaje gótico, clásico, neoclásico y barroco. Ese embrujo nos ha mantenido identificados con un edificio concebido como chalet de la familia Iturriza en 1877. Aquí se sirvieron varios de los suntuosos recibos sociales del Camoruco Viejo, en lo que antes era las afueras de la ciudad, sobre un amplio terreno de dos hectáreas que originalmente llegaba hasta lo que 60
ignacio alen fotos: carlos fouguet
fue un caudaloso y cristalino río Cabriales. Don Juan Iturriza, acreditado importador de la región, supo conseguir en Francia, España y otros mercados europeos, las puertas, lámparas y demás ornatos que puso a disposición del arquitecto Francisco Fernández Paz. La continuación de salones en su interior, aunque altos, no son visualmente tan llamativos como la fachada, no obstante, su biografía recuerda que la riqueza puertas adentro venía de la mano de una decoración excelsa. El Centro de Investigación y Estudios Históricos de la Universidad de Carabobo, explica a través de uno de sus trabajos que “La Isabela abandona el viejo modelo de casa solariega colonial, con su patio central y sus largos corredores,
volcada sobre sí misma, y en su lugar, abre generosamente ventanas y balcones hacia la calle y hacia jardines interiores”. El castillete devenido en residencia de la familia Castrillo a partir de 1935, permaneció desde 1976 como testigo silente del desarrollo de Valencia hacia el norte, alimentándose en el imaginario colectivo como una casa embrujada, hasta que en 1981 se declaró Monumento Histórico Nacional, aunque esperó otros 10 años para que se aprobara el presupuesto para su restauración. Hoy sus puertas están abiertas como las de un closet lleno de espejos donde el gentilicio se quiere sentir de lo más sofisticado bajo la figura “Museo de la ciudad de Valencia Quinta La Isabela”, institución que está bajo la dirección del Circuito Museístico del Gobierno del estado Carabobo. Aunque a veces reconozca con simpatía su buen toque kitsch, en cada una de las molduras que reproducen las del diseño original de la casa, un poquito de ese icono tan valenciano debe estar irrigado material y -por qué no- espiritualmente, en varias casas de éste y quizás otros predios. De tanto tiempo abandonada, al pasar por las manos de diferentes inversoras, e incluso de estar casi condenada a ceder el paso en nombre del progreso, se mantuvo a merced de quienes sabían exactamente que poseían un pedazo de una Valencia que se fue y no volverá. Dirección: Avenida Miranda, cruce con calle Rojas Queipo. Valencia, Venezuela. Teléfonos: 0241. 8257005 - 8241545 Email: direcciondepatrimoniohistorico@gmail.com
Liceo Pedro Gual
ignacio alen foto: carlos fouguet
Más de un valenciano alza el do de pecho para decir que estudió en el liceo Pedro Gual “en su época de oro”. Estrechamente hermanado con el espíritu de la Universidad de Carabobo, al haber funcionado en la sede del otrora Convento de San Buenaventura, los archivos dan cuenta de que la institución educativa nace como Colegio Nacional de Carabobo en 1836, para ser varias veces reformado, ergo rebautizado como Colegio de Primera Categoría, Colegio Nacional de Varones, hasta que en 1936 se distinguió como se conoce hoy en día. Pero no fue sino hasta finales de la década de los 40, que la sede de la institución educativa se mudó al edificio de líneas modernistas que se mantiene en la avenida Bolívar Norte de la ciudad, con un diseño prototipo similar al del liceo Andrés Bello de Caracas. Para entonces, Valencia experimentaba su progresiva expansión hacia el norte, y este proyecto vino a reflejar el ánimo de avance y acceso masivo al sistema de educación pública. Guillermo Mujica Sevilla, cronista de Valencia, en su libro “De azules y de brumas Tomo IV” (2007), apunta que la construcción fue levantada sobre un terreno donde el ex presidente Antonio Guzmán Blanco tenía una residencia para instalarse cuando visitaba la ciudad hasta que, luego de su muerte, la sucesión lo donó a la municipalidad valenciana “con la íntima satisfacción de mostrar por el embellecimiento de la hermosa capital de Carabobo el mismo interés de que dio prueba nuestro padre”. A mediados de los 90, la arquitecto Sara de Atiénzar tuvo a su cargo la restauración de este recinto, que cuenta con nueve mil metros cuadrados de construcción, aunque su terreno ocupe toda una manzana; nos comentó que “todas las aulas están orientadas en sentido nortesur, con ventilación cruzada. A sus salones no entra un rayo de sol, ni necesitan aire acondicionado, ya que sus grandes ventanales recogen toda la brisa que viene por el norte de Valencia, por una serie de bloques calados que atrapan corrientes de aire. Al visualizar una planta se verifica la forma de peine, que forma patios entre las aulas, haciendo que circule el aire y dando vista a la vegetación. Los salones son espaciosos, altos. Los laboratorios, el auditorio, todo tenía equipos de categoría A-1... algunos de ellos los conseguimos arrumados sin ningún interés. Todo el edificio fue pensado arquitectónicamente para que el alumno estuviera absolutamente cómodo”. No sólo los mejores arquitectos, ni los mejores maestros, y en consecuencia la mejor educación y los mejores alumnos, si no la mejor de las disposiciones políticas, económicas y sociales para que este templo educativo se convirtiera en todo lo que se añora hoy como una bella época. Dirección: Avenida Bolívar Norte, entre calle Agua Blanca y calle 117, #117-89, Valencia, Venezuela. 62
ignacio alen foto: carlos fouguet
Parque “Alejandro Humboldt” o “Los Enanitos”
Si imagináramos la historia de este espacio urbano como la narración de un cuento de hadas, comenzaría así: “En su esfuerzo por proteger a la bella Blancanieves, los siete enanitos -Sabio, Gruñón, Mudito, Dormilón, Tímido, Tontín y Bonachón- desaparecieron junto a ella del bosque encantado que bordea el río Cabriales”. Y es que nunca se supo de su destino. Se esfumaron de noche -o se los llevaron- uno a uno, sin dejar rastro. El onírico éxodo -o la abrupta ausencia provocada por tercerosalejó a los niños que visitaban regularmente esta plaza. Este sitio público donde cobró vida la versión valenciana del cuento germano de los hermanos Jacob y Wilhem Grimm, prosperaron las malas intenciones que parecen las de una terrorífica madrastra, que acabaron con la magia de una plazoleta pensada en 1973 para el disfrute de los más chicos, dejando como único testigo la arruinada cabaña -estilo Bavaria- de los siete enanitos ubicada en el Paseo Cabriales, esquina con la avenida Cedeño de Valencia. Lo que no ha desaparecido -todavía- es la riqueza histórica sobre la cual se escribió esta interpretación urbana de la fantasía. El cronista de Valencia, Guillermo Mujica Sevilla, recuenta en su libro “Desde El Solar Valenciano IV” (2008) que en el mismo lugar donde se levantó el “Parque Alejandro Humboldt” popularmente conocido, por su tema central, como “Los Enanitos”, funcionó desde el 1° de febrero de 1894 la parada conocida como “estación alemana”, del ferrocarril
Valencia-Caracas, financiada por la compañía “Grosse Venezuela Eisenbahn Gesellschaft” (Compañía del gran ferrocarril de Venezuela). Rodeado por una congregación de árboles, para entonces el lugar fue bautizado como Parque Humboldt, en honor al científico alemán que se maravilló con estas tierras. Del capítulo ferrocarrilero aún se conservan unos cuantos vagones, coloreados y exhibidos en las áreas verdes, alrededor de los cuales hay establecimientos comida ambulante y chucherías, en un espacio abierto donde los rayos del sol se cuelan entre las hojas de los árboles, dibujando sombras en el mosaico de ladrillos de la plazoleta que tiene a la dinámica urbana como telón de fondo. Los perros calientes del Gran Danés llegaron a ser muy populares, al igual que las torres de helado con chispas multicolor, y las espesas tizanas que han sobrevivido a duras penas al paso del tiempo, las nuevas ofertas y la pérdida de memoria colectiva, quizá alimentada por la importancia de tres instituciones que tienen su centro operativo en la misma parcela: la Asociación de Escritores, el Instituto Municipal del Ambiente y el Museo de la Cultura.
Dirección: Avenida Cedeño c/c Paseo Cabriales. Valencia, estado Carabobo Teléfonos: 0241. 8587807- 8584851 - 8597026 Web: www.ima.gov.ve
Chandy
La televisión estaba encendida. Transmitía una imagen en blanco y negro. Se veían los brazos extendidos de un personaje agitado, saludando desde la pantalla. Parecía que ese sujeto, de largas patillas y flux a cuadros, comenzaría a volar en cualquier momento. Era el año de 1975, Venezuela atravesaba una serie de acontecimientos sociales, económicos y políticos que cambiarían el curso de su historia. Y su Presidente, el mismo ser exaltado que aparecía en el noticiero se llamaba Carlos Andrés Pérez. La nacionalización del petróleo, ese día histórico en el que el gobierno venezolano eliminó las concesiones de explotación petrolera a las trasnacionales, significó el inicio de una etapa de 64
alondra sereno y gonzalo peña fotos: carlos fouguet
oportunidades para el desarrollo del empresariado nacional y un mercado de consumidores que creció abrumadoramente con el aumento de los precios del barril del preciado oro negro. La ciudad de Valencia, sin duda, se convirtió en uno de los tantos puntos estratégicos que surgieron en el país para muchos comerciantes, tal es el caso de la tienda por departamentos “Cancha”, ubicada en un terreno alquilado a unos alemanes en el cruce de la calle Libertad y la avenida Constitución, frente al Hotel Carabobo y a la Plaza Bolívar. La misma esquina que escondía unos túneles secretos que se comunicaban con la Cátedral de Valencia, al otro lado del monolito que rinde culto al Libertador.
Sus dueños, originarios de Cuba, tenían esta sucursal de su gigantesca tienda en Caracas, así como otra que quedaba en Maracaibo. Con el olfato que caracteriza a la gente de éxito, en 1973, dos años antes del boom económico que sacudiría a Venezuela, el señor Camilo Taboada y su esposa (+) propusieron a esta familia cubana la compra de la tienda en Valencia. El acuerdo se selló con unos giros pagaderos en dos años, que se combinaron con unos pagarés que solicitó a una entidad financiera para adquirir el terreno. Desde 1973, Taboada y su esposa comienzan a dirigir los destinos de la sucursal de “Cancha” en Valencia, añadiendo -poco a poco- una serie de proveedores a la lista que ya tenían desde su fundación. Cuando se acerca el pago final de los giros y viendo el éxito de la sucursal, la familia propietaria de “Cancha” exigió un porcentaje sobre los ingresos de ventas para poder continuar utilizando el nombre desde ese momento en adelante. Frente a esto, Camilo Taboada, sin mayores expertos de mercadeo como asesores, decidió hacer una espectacular y muy estrambótica promoción, durante los últimos tres meses de la tienda, con un letrero que rezaba “Cancha se va de Valencia. Liquidación total”, con ésto, la clientela se triplicó. Taboada cuenta, con gran elocuencia, “la cola para entrar daba la vuelta a la manzana y los dueños de otros locales se quejaban por no poder entrar a sus negocios”. Llegado el fin de “Cancha”, la tienda se cerró y abrió a los dos días con nuevo nombre: “Chandy”. Como amparado por una buena estrella, la era de “Chandy” arranca en 1975. Su nombre surge por la falta de dinero para comprar otras letras, ya que a Taboada sólo le alcanzaba para mandar a hacer dos más, por lo que decidieron cambiar el orden, agregar dos, y así nació un legado que ya lleva 34 años abasteciendo al pueblo valenciano. Un nombre simple, surgido de la nada, sin dobles significados, sin evocaciones históricas, pero que se ha perpetuado en el colectivo carabobeño con su genial ubicación, sus precios solidarios y un pegajosísimo slogan musical -transmitido por radio-que afirma: “Chan-dy-Chan-dy-es-la-tien-da!”. En “Chandy”, como buena tienda por departamentos que es, hay de todo, y para todos los gustos. Camisas, trajes, juguetes, accesorios para bebés y ropa femenina; incluso, aseguran que una persona puede engalanarse de pies a cabeza, tal y como lo han hecho generaciones de líderes, personalidades y gobernantes de la región, que acuden todavía a buscar piezas que solamente se consiguen en este colorido torbellino de mercancía nacional e importada. “El único éxito de Chandy fue mi señora esposa, que me acompañó, me orientó y me dio grandes ideas para este negocio”. De modo muy emotivo, Taboada hace honor a ella, la señora Obdulia. Es innegable que la perseverancia es uno de los secretos del éxito, pero la unidad y el amor por lo que se hace termina de fortalecer cualquier proyecto. Tal es el ejemplo de “Chandy” que continua consolidada en el tiempo, en el gusto y en las costumbres del pueblo valenciano. Dirección: Calle Libertad con Avenida Constitución, Plaza Bolívar, Valencia. Teléfono: 0241. 8577313
Las Cuatro Avenidas
La aleatoriedad juega un papel importante en el desarrollo y evolución de las ciudades y el elemento humano, la última palabra. Es por eso que, en muchas ocasiones, la gente se apropia de un espacio público que, en esencia, fuera concebido para otro fin. Por más que las oficinas de planeamiento urbano acuerden las líneas en materia de desarrollo que a corto, mediano y largo plazo enmarquen el crecimiento de alguna ciudad, la pujanza comercial podría acelerar la dinámica de su ejecución, y el conglomerado social podría presionar para que los usos se adapten a las necesidades que brotan espontáneas. “Las cuatro avenidas de Prebo” en la ciudad de Valencia es un claro ejemplo de cómo la ciudadanía puede “adueñarse” de un sitio al fijarlo como espacio físico para una serie de ritos urbanos para los que inicialmente no estaba destinado. El presidente del Colegio de Arquitectos de Carabobo, Manuel Salcedo, explica la razón por la que esta ancha avenida pasa por una zona residencial y comercial de tráfico mediano. Desde la década de los setenta estaba planteada La Poligonal Oeste como una propuesta vial de peso que dinamizaría la comunicación entre el norte y el sur de la ciudad. Salcedo apunta “...En Venezuela, las iniciativas privadas van por delante de las públicas, y la construcción de las Cuatro Avenidas fue una de las condiciones que se le puso a las promotoras, a mediados de los 70, para que desarrollaran las urbanizaciones Sabana Larga, Valles de Camoruco y Prebo I, II y III. De este modo se adelantó una parte de la circunvalación que se completaría cuando se acuerden las voluntades económicas y políticas”. Se trata de una larga vía de 50 metros de ancho con dos arterias principales separadas por una isla arbolada, junto a 66
ignacio alen foto: carlos fouguet
otras dos vías de servicio que permitirían el acceso a las casas y edificios de la zona. Así, la resignificación de este lugar vino dada por varios factores, entre ellos destaca que el extremo más hacia el norte de la avenida culmina justo en una vía de acceso al cerro Casupo, declarado Parque Municipal en 1998 por -entre otras consideracionesla importante cultura de senderismo que se desarrolló en este pulmón vegetal; en vista de que la Poligonal Oeste no está terminada, y que por ende no experimenta el tráfico de cualquier otra gran avenida de la ciudad, la vía se convirtió en una suerte de bulevar en el que se congregan trotadores y paseantes, fisicoculturistas y mirones en un ritual que va desde el ejercicio físico, pasando por el exhibicionista, y en ocasiones de puro entretenimiento. Las Cuatro Avenidas incluso han servido para celebrar victorias o llorar derrotas políticas y deportivas, cultura urbana reforzada por una serie de torres comerciales y empresariales que proveyeron al sitio de un circuito de locales de comida rápida, tiendas y servicios de los cuales se surten los habitantes de la zona, aunque en varias ocasiones los cuerpos de orden público hayan intervenido para devolver el civismo a un sitio de ha sido asumido como escena de fiesta colectiva. Una celebración de la vida que surge como ésta misma, espontáneamente. Dirección: Avenida Perimetral Oeste, entre calles 130 y avenida Río Orinoco, Urbanizaciones Prebo, Sabana Larga, El Parral y Valle de Camoruco, Valencia, Venezuela.
ignacio alen foto: carlos fouguet
A finales de la década de los 80, el norte de la ciudad de Valencia estaba enérgicamente impactado por desarrollos habitacionales y comerciales. La dinámica urbana, a pesar de que todavía no era agobiante, mostraba claros signos de rápido desarrollo, y reclamaba lugares de recreo que respondieran de modo eficiente al crecimiento demográfico y la necesidad de desahogo de los ciudadanos. Desde 1983 ya funcionaba el Parque Negra Hipólita en el margen oeste del río Cabriales, que se encuentra con el distribuidor El Trigal, pero fue en octubre de 1993 cuando, en la misma galería boscosa que bordea al cauce carabobeño, el Parque Fernando Peñalver abrió las puertas de su primera etapa para que los valencianos dispusieran ese amplio pulmón vegetal con el cual se sentirían -y se sienten- plenamente identificados. Dos años más tarde, en diciembre de 1995, se habilitó la segunda etapa, para completar este “gigante verde” con un paisajismo dispuesto y planificado, desde el inicio, por el profesional de la arquitectura, Eduardo Santaella. Un gran pulmón con más de tres kilómetros de longitud, delimitado -de lado y lado- por la Autopista del Este y la avenida Paseo Cabriales, relaja la vista del conductor mientras transita cualquiera de estos dos importantes corredores viales. Múltiples accesos, desde el Paseo Cabriales, con estacionamiento vigilado, dan la bienvenida a este centro de esparcimiento urbano, cuya entrada principal está en donde fuera la entrada del otrora “Parque Negra Hipólita”, donde están algunas oficinas administrativas del gobierno regional y nacional, así como espacios para el esparcimiento de niños y adultos. La comunicación entre los dos lados que separa el Cabriales, es posible por medio de tres magníficos puentes de línea sinuosa
Parque Fernando Peñalver
que hacen más creativo y cambiante el recorrido a pie. Admirado por los visitantes, y queridísimo por los valencianos, el Parque Fernando Peñalver, bautizado con el nombre del prócer de la Independencia y primer gobernador de la provincia de Carabobo, tiene un gran redondel de grama al cruzar su primer puente, donde la gente hace deportes, juega, lee o, simplemente, contempla la vida. Allí también esta una hermosa concha acústica, escenario de conciertos dominicales durante los afamados “Festivales del Cabriales”. El cercado de sus linderos, visto desde muy arriba, se comporta como una serpiente, con vértebras de concreto coronadas con soles que se reflejan en azules de lago o puerto, mordiéndose la cola para delimitar el remanso que comprende una colina donde charlan per saecula saeculorum las esculturas de Simón Bolívar y Fernando Peñalver, obra de Manuel de La Fuente. Hay un bosque de 22 banderas venezolanas y otro, absolutamente natural, de cientos de altísimos árboles de cedro y mijao, entre otras clases, que alberga una gran variedad de pájaros -y en los tiempos previos a la creación del parque, también un criadero de chivos- además del vistoso monumento en el que ondea un tricolor de seis metros por diez, alzándose 33 metros sobre el suelo, todo desarrollado sobre un prado con caminerías en los que se asume el verde natural, fresco y bien podado, como una religión. Dirección: Avenida Paseo Cabriales, entre Distribuidores Las Chimeneas y El Trigal. Valencia, Venezuela.
por amor al ARTE
carlos flores león-márquez fotos: jan jindrak, cortesía embajada de la república checa en venezuela
Serie fotográfica “Los caminos de Franz Kafka”
La ciudad, el hombre y la identidad
Callejuela de Oro del siglo XVI. En la casa #22, Kafka escribió "El Proceso" Altivos profesores siempre nos explicaban que debíamos comportarnos como una élite; si bien añadían que para ello se volvía indispensable andar con una discreta lupa de aumento, de anticuario, puesta indefectiblemente sobre lo invisible, sobre lo que nadie veía, quería o llegaba a soñar que existía. Palabras más, palabras menos, su metáfora conduce a pensar ahora que las señales hacia la escalera de la distinción estaban en lo oculto. Y quizá por descubrir esto es que Franz Kafka (1883-1924), considerado por Jorge Luis Borges como el primer escritor clásico del último siglo, haya trocado en el plumario más influyente de la literatura universal a partir de su libro inicial, “Consideración”, escrito en 1913: nunca dejó que la fuerza de la realidad aprisionara sus enfoques, por lo que de manera consecuente entornó sus ojos adonde no llegaban ni siquiera los microscopios, mismos que hubieran podido desentrañar los códigos genéticos de aquel monstruo fabuloso que creó con “La 68
metamorfosis” (1915), y que no fue otro que esa delirante corriente literaria nominada, posteriormente, “realismo mágico”. De esta suerte que, siendo autor de tres novelas (“El proceso”, “El castillo” y “América”), una novela corta (la protagonizada por la cucaracha gigante en que se convirtió Gregorio Samsa), más un cierto número de parábolas y relatos breves, no sin restarle su abundante correspondencia y escritos autobiográficos, la mayor parte publicados póstumamente, podríamos tenerlo por creador ajeno a la golosina de las cantidades -que no es lo mismo a decir sin volumen-, y por lo cual capacitó a sus lectores (incluso a Borges, su sucesor estrella) para hurgar con profundidad en lo que consideró importante, cuidándose de una retahíla que los distrajera: ya bastaba con que las novelas tuvieran un número infinito de capítulos, y de que su tema fuera de un número infinito de postulaciones.
Profusión, dimensión y capitulación que propulsaría la idea de concebir esta serie fotográfica que ahora nos ocupa –con cuarenta imágenes a cargo de Jan Jindrak, expuesta hasta finales de abril en la Sala de Exposiciones Schnoegass de la Asociación Cultural Humboldt de Caracas–, y en que la Embajada de la República Checa, dentro del marco de las actividades con motivo de su presidencia de la Unión Europea, quiso explorar de qué forma las calles y sitios que Franz Kafka frecuentaba en su Praga natal, así como las ciudades europeas que visitó durante sus estudios, viajes oficiales y convalecencia, influenciaron su creatividad literaria, para luego delinear la identidad vivencial que surcaría sus libros de principio a fin. Y si bien su estatura se agigantó en apenas una década, también es cierto que tuvo que refugiarse en las fachadas ciegas de unos paisajes urbanos tocados por una gracia metafísica única, ora siendo oficial de seguros, ora escribiendo, ora rotando en los pensamientos de su fecunda imaginación, pero siempre el mismo Kafka tranquilo y un poco secreto en cuyo talante psicológico vibró de sobra la magia de un precursor. De ahí su prosa aparentemente desnuda, fría, pero cargada de sentido y poderosamente sugestiva, ésa que se detiene en los más inesperados detalles y en cuyo cuidadoso registro hay mucho de técnica realista. Porque, vamos, en los cuentos de Kafka se establece algo eterno: podemos leerlo y pensar que sus fábulas son tan antiguas como la historia, que estos sueños fueron soñados por hombres de otra época sin necesidad de vincularlos a Alemania o a Arabia. El hecho de haber escrito un texto que trasciende el momento en que se escribió es notable; es más, se puede pensar que se redactó en Persia o en China, y ahí está su valor. Y como Praga, como Stresa, como Berlín, como aquellas callejuelas, casonas de piedras, edificios góticos, castillos fusiformes, luces tenebrosas… así su modo encubierto e idiosincrático con que denotaría el tenor de la época: las fuertes disonancias tan en boga por las corrientes artísticas de entonces le permitieron introducir lo inquietante y lo siniestro de un modo creciente. Por eso habrá que cerrar diciendo que si bien los lugares de nacimiento son absurdos –parafraseando a la escritora belga Amélie Nothomb–, las biografías definitivamente se construyen con los periplos continuos a que se enfrentan los seres de carne y hueso, fijando sitios con recuerdos, asociando imágenes con sonidos, zurciendo olores y colores, casi de manera metafísica como la temática kafkiana: su obra se sitúa por encima de la realidad histórica (en sus textos jamás se percibe la Primera Guerra Mundial), el ahondamiento en el problema del hombre, su subyugación frente al poder, lo absurdo, la postergación infinita, el mundo como laberinto, la instancia de seres superiores. Una identidad geográfica trocada en literaria, repetidamente vivencial, cuyo secreto estuvo en poner la lupa sobre el futuro como la promesa donde cabe todo lo que aún no sucede. [CFLM]
Sinagoga antigua del siglo XIII, ubicada en “La Praga Judía” Agradecimientos: Excmos. Stanislav y Marek Slavicky, embajador de la República Checa e hijo / Cristina N. de Neufeld, directora de cultura de la Asociación Humboldt
MANIQUI
fotos: enrique montero
Cirôc + Latitud Diez º59 Pampatar
J by Jacqueline Aguilera Verano 2009
Penélope Sosa, Abraham Penott y Jacqueline Aguilera
las mil y una NOCHES
coordinación: carlos flores león-márquez fotos: diana baldera [dianabaldera@gmail.com]
Vogue + Glamurama + La Maison + Zapatos fetiche = “La Chaussure”
Cóctel de Mix + Match
72
Federica Guzmán [A]
Tony Daza [B]
Mario Aranaga [C]
Rayma Suprani [D]
Patricia Fuenmayor [E]
Claudio Urrea [F]
NoemĂ Dicuru [G]
Mariadelina Zobel [H] y Edgar Paul Leoni [I]
Michelle Dernessisian [J]
Fran Beaufrand [K]
74
porta RETRATO
fotos: maría graciela lópez - cortesia de “El Carabobeño”
Boda Del Valle - Salama
Las mil y una noches
Urriola or Del Valle lomón Víct a de Del Valle Sa , os vi no m Los rina Sala y Maria Co
76
Arlette Urriola de González, mamá del novio, y Carlos González
Linda Palacios de Del Valle y Salomón Del Valle Halabi, padre del novio
Maria Corina Bello de Salama y Rafael Salama Mayaudon, padres de la novia
Guillermo Guerra y Verónica Del Valle de Guerra
Claudia Bello, Manuela Sosa y Rosana Degwitz
Isaac Miguel Salama Bello y Rosana Salama Bello
Anabella Pérez de Del Valle y Oscar Del Valle
Pedro Pablo Urbina y Arlette Del Valle de Urbina
78
Lisbeth Rodríguez de Baricelli, Adriana Medina de Bello y Katrina Celis
Cristóbal Lander y Gabriela Espino de Lander
María Gabriela Bello de Wadskier, Ana María Olavarria de Arriaga y María Inés Delgado de Celis
Inés González de Salama y Jaime Salama
Oscar Acosta y María Eugenia Salama de Acosta
Rebeca Del Real de Sosa y Manuel Sosa
Mercedes Salama y Elisa Salama
Karla Briceño y Tara Marina Stevens
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Boda Clavijo - Isler
Comenzó un día primero
Atty Muci de Isler y Carlos Isler, padres de la novia
80
Alan Clavijo y Virginia Trigueros, padres del novio
Isabella Isler y Francisco Ocando
Los novios, Carla Isler de Clavijo y Alan Clavijo
Marielisa Perfetti y Clarissa Perfetti
Luisana Isler López y María Gabriela Isler Morales
Armando Muci y Karina Ochoa de Muci
Patricia Salazar y Juan Carlos Ortega
Carlos Castillo, Gabriela Gómez y Alejandro Machado
Andrés Delgado, Juan Ignacio García, Humberto Nazar y Hamid Ramos
Valentina Clavijo, Daniel Clavijo, Lorena Clavijo y Viviana Scholtz
Luís Guillermo Torres, Meñita González de Torres, Helena Peña de Perfetti y Salvador Perfetti
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Boda Pinto - Ortega
La fuerza del destino
Alecia Franco de Ortega y Carlos Luís Ortega, padres de la novia
82
Sidias Pinto Brito y Sonia Mayora de Pinto, padres del novio
Antonio Sanoja y Carmen Cristina Arrevillaga
Los novios, Cristina Elena Ortega de Pinto y Gustavo Emilio Pinto Mayora
Irene Douaihi de Bermúdez y Carlos Bermúdez
Consuelo González, Alecia Franco de Ortega y Alfredo Fermín
María Auxiliadora Codecido de Angola y Juan Carlos Angola
Ligia Guevara de Paredes y Víctor Paredes
Diego Ortega, Isabel Carrero y Carlos Guillermo Ortega
José Fernández, María Gabriela Pinto, Dorcas Pinto y Ricardo Figueras
Geraldine Wadskier y Kery Sabaté
Nayibe Warchausky Cristo y Jon Mikel García Aramburu
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Boda Lander - García
Una noche para recordar
Leopoldo Lander e Ilva Sánchez de Lander, padres del novio
84
Sonia Ramos, mamá de la novia, y Francisco Ramos
María Beatriz Ludert de Bolívar, Nelson González e Isabel García de Ludert
Los novios, Eleana García de Lander y César Lander
Adriana López y Carlos Lander
Luís Tellez y Rosa Virginia Gubaira
Carlos De Jongh, María Eugenia de De Jongh, Joché de De Jongh y Richard De Jongh
Emiliana Bourgeon y María Verónica Lara de Sánchez
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Boda Albarracín - D’Angelo
Una noche en la memoria
Dino D’Angelo y Nadia Fumini de D’Angelo, padres de la novia
86
Enrique Albarracin y Libertad D’Alessandro de Albarracin, padres del novio
María Virginia Sarquis, Pedro Ortega y Silvia Lapenta de Ortega
Los novios, Enrique Albarracin y Agata D’Angelo de Albarracín
Germán López, Marianella Rondón de López, Mayvi Agreda de Raniolo y Juan José Raniolo
Pasquale D’Angelo, Stefania Chicharro D’Angelo, Romina D’Alessandro y Roberto D’Alessandro
Juan José López, Irenis Fiore y Angel Páez
Enzo D’Alessandro, Pina D’Alessandro, Patricia Carducci y Rocco D’Alessandro
las mil y una NOCHES
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Bazar en Palau Café
Único y diferente
88
Liliusca Blasco de Bencomo y Federika Viso de Lozano de Yerbabuena Accesorios
Silvana Isaacs Tafur, Kariana Hernández de Fachín y Viviana Reverón Isaacs
La diseñadora Laura Plenzik
La orfebre y diseñadora Marisela Mendoza
Diana González de Reverón y Gimena Reverón
La orfebre Yulmi Carrillo
La diseñadora de joyas Isabel Betancourt
Viviana Maya de la tienda Kokivi
Katherine Rodríguez de De Mayo y Lilia de Mayo
las mil y una NOCHES
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Sociedad Amigos de Valencia en Casa Páez
Valencia: una historia de 454 años
Aura Pagazani de Rodríguez, Jorge Serrano y Maria Auxiliadora Nava de Serrano
Fernando Zabaleta y María Belén Bellera
90
Gladys Valentiner de Lara, Virginia Segovia de Bolívar, Matilde Domínguez de López e Yrmgard Degwitz
Subdelia Páez de Sevilla y Luís Ovalles
Marisla Alvarado, Juan Carlos León y Subdelia Sevilla
Zazzy Arrieche de Peña, Dina Lizarraga de Irigoyen y Lenny Méndez de Segovia
Caterina Paolone de Trejo, Gisela Bravo, María Auxiliadora Codecido de Angola y Delia Berastegui de León
Ramón Burgués, Nilda Pulido y Mery Schwarzenberg
las mil y una NOCHES
fotos: doris díaz [doritafotos@gmail.com]
Noches de Sushi en Matteu’s Restaurant
Exquisitez Oriental
92
Ottayma Zerpa de Cappa, Marioska Méndez de Degwitz y Geraldine Giliberti
Paolo Gutiérrez y Alexis Díaz
Carolina León de Da Luhna e Imelda Rojas
Jesús Márquez, Raiza Hernández, Mayra Capecci y José Márquez
Los rolls del chef Manuel Ovalles
José Ángel Díaz y Lorena Campins
Maria Alejandra Baquero de Molinari
Martha González, Walter Maklad, Eliana Sánchez
Adaira Story, Manuel Ferro y Silvana Isaacs
el secreto de mi EXITO
96
fotos: doris díaz [clubdorita@gmail.com]
MG MOTORES VALENCIA REESTRENA SU SEDE
VELORIO DE CRUZ DE MAYO EN DOÑA BÁRBARA RESTAURANT
CASILLERO DEL DIABLO PRESENTÓ SU COSECHA HISTÓRICA 2007
Con el firme objetivo de convertirse en un espacio que sea más allá de un concesionario de venta de automóviles, MG Motores Valencia remodeló y reinauguró su legendaria sede, ubicada desde hace 30 años en el cruce del Paseo Cabriales con la calle Navas Spinola de Valencia. En esta era contemporánea, los locales de ventas de vehículos, más que vitrinas de exhibición y mantenimiento mecánico, se han transformado en sofisticados centros de atención integral al cliente, donde la calidad del servicio prestado no termina con la entrega del carro, sino que se extiende a la post-venta. Una superficie de 4.750 m2, de los cuales el 60% lo ocupa el taller, fueron inauguradas por Fernando Agudelo, director comercial de GM. En la foto: Alfonso Piña, Rafael Herrera, Moisés Gustavo Herrera, Moisés Herrera, Fernando Agudelo y José Carmona.
Por novena vez consecutiva se celebra el tradicional “Velorio de Cruz de Mayo” en Doña Bárbara restaurant, el famoso comedero de carnes, propiedad de las hermanas Nilda y Gladys Pulido, en donde siempre tratan de mantener las costumbres del folklore venezolano. Para esta especial oportunidad, no podía faltar la presencia del grupo “Bordón Tramao”, cuyos integrantes ejecutaron todo un programa artístico para revivir el ritual que se celebra en nuestro país, cada mes de mayo, en honor a la Santísima Cruz. Durante estas fiestas, que vienen incluso desde antes de la era de colonización, los indios celebraban ante el “madero sagrado”, símbolo del árbol de la vida, de las flores y las frutas, pidiendo lluvia para los campos y una buena cosecha. En la foto: Nilda Pulido y Gladys Pulido de Gutiérrez, junto a un grupo de invitados en el altar de la Cruz de Mayo.
De la mano de C.A. Ron Santa Teresa, representantes de Bodegas Concha y Toro en el país, se realizó la presentación al mercado venezolano de la cosecha 2007 de los vinos premium “Casillero del Diablo”. Este año, trajo consigo características excepcionales, que para los tintos Premium de Concha y Toro, han resultado en cualidades únicas en la historia de la viña, de allí su nombre: Cosecha Histórica 2007. Para ello, realizaron un coctel en Hotel Intercontinental Tacarigua Valencia al que vino especialmente desde Chile, Carla Errázuriz, quien gerencia la marca a nivel mundial. Allí, compartió con los presentes, todas las maravillas que significan esta histórica cosecha que ya está disponible en automercados y licorerias. [www.conchaytoro.com] En la foto: Carla Errazúriz y Gisa Colasante -Gerente de Vinos de Ron Santa Teresa-
SANTIAGO POL Y ALVARO SOTILLO EN GALERIA UNIVERSITARIA BRAULIO SALAZAR
TECNOLOGÍA 3.5G DE MOVISTAR LLEGÓ A VALENCIA
DINAMIK SPORT ABRE SUS PUERTAS EN VALENCIA
Dos glorias del mundo creativo nacional, Santiago Pol y Alvaro Sotillo, estuvieron en Valencia, invitados por la Galería Universitaria Braulio Salazar, para iniciar un ciclo de ponencias tituladas “Salón lo uno y lo diverso (Confrontación de arte sobre papel)” con la charla “El Diseño Gráfico en Venezuela”. Pol y Sotillo, laureados profesionales -a nivel nacional e internacional- del mundo de los logos, la diagramación y el arte cotidiano que comunica, cautivaron a un nutrido grupo de estudiantes y gente de diversas áreas, en un evento sin precedentes que entusiasmó muchísimo a la concurrencia por haber sido casi un encuentro entre amigos que intercambian experiencias y augurar un excelente inicio a esta iniciativa de Lunes Rodríguez y el artista carabobeño Wladimir Zabaleta. [www.galeria.uc.edu.ve] En la foto: Alvaro Sotillo, Santiago Pol y Lunes Rodríguez.
Telefónica Venezuela, la compañía de comunicaciones basada en España que opera en nuestro país, anunció el despliegue en Valencia de la moderna red 3.5G, que permite a sus habitantes disponer de Internet móvil, y de nuevos servicios que desarrolla la empresa de telecomunicaciones. Douglas Ochoa, director de Comunicaciones Corporativas de Telefónica señalo en la rueda de prensa “Movistar está comprometida con la expansión de la red 3.5G que ofrece el desarrollo tecnológico que los usuarios están esperando. Una vez más, somos pioneros en brindar los servicios más innovadores y esta red nos permite desarrollarlos a un nivel óptimo, pues los clientes podrán disfrutarlos con innumerables ventajas”. [www.movistar.com.ve] En la foto: Luís Perozo, Edgar Villarreal, Juan Comerma, Federico Hans y Douglas Ochoa.
Rodeadas de amigos y fanáticos del fitness, Claudia Carolina Parra y Patsy Pulgar, celebraron la apertura de la tienda de ropa multimarca “DinamiK Sport”, un espacio ideal para equipar a los amantes del ejercitamiento físico de todas las edades, desde niños hasta personas mayores. El evento se realizó en el local D-41 del Multicentro El Viñedo, donde el sacerdote procedió a hacer la bendición del espacio y posteriormente, todos los asistentes brindaron por el éxito seguro de este negocio donde se conseguirán ropa y accesorios de las marcas Puma, Adidas y Nike, entre otras. En la foto: Claudia Carolina Parra y Patsy Pulgar
el secreto de mi EXITO
fotos: doris díaz y jean carlo arocha
METROPOLIS VALENCIA CULMINÓ EXITOSAMENTE PRESERVA 2009
MALINA Y VINOS SANTA RITA CELEBRAN II ANIVERSARIO DE “CASIQUIARE RESTAURANT”
TERCER ANIVERSARIO DE ONDA 100.9 FM EN VALENCIA
Como parte de sus actividades ecológicas realizadas durante el mes de la Tierra y en el marco de la campaña que la gerencia de Metropolis Valencia realiza bajo el título “Preserva” desde hace tres años, se llevó a cabo una jornada ecológica en las adyacencias del río La Cumaca, principal fuente fluvial de la zona, en colaboración con la Alcaldía de San Diego. La actividad contó con la participación de empleados de locales comerciales, oficinas administrativas, medios de comunicación, visitantes y grupos conservacionistas que prestaron su tiempo para colaborar como voluntarios. Al respecto, Leonardo Rivas, Gerente General del centro comercial, expresó complacencia por el número de voluntarios unidos a la causa de preservar un espacio natural para el disfrute de la comunidad.[www.metropolisshopping.com] En la foto: Los voluntarios de Preserva 2009 en el río La Cumaca.
En el marco de los múltiples eventos gastronómicos celebrados con motivo del segundo aniversario de “Casiquiare” restaurant, el local de carnes que queda en la avenida Cuatricentenario de la vía a Guataparo, se realizó una cata de los chilenísimos vinos de Bodega Santa Rita casados con unas exquisitas creaciones culinarias elaboradas por el equipo de “Malina Wine & Restaurant”. La amena charla, que se convirtió en una conversación muy amigable entre amantes del vino, la moderó Luis Rivera, del equipo de “Malina” , deleitando al público asistente, compuesto por representantes de los medios de comunicación y otros sectores, de una selección de 5 platos, acompañados de suculentas recetas de cocina latinoaméricana. En la foto: José Juan Gimenez, Mary de Fantozzi, Felice Fantozzi, Alex Arcila y Juan Da Silva.
Una de las emisoras más alegres que se deja escuchar por el dial a nivel nacional, Onda FM la superestación, arribó a su tercer aniversario, y para tal ocasión realizó un coctel para agasajar a clientes, amigos y representantes de otros medios de comunicación en el Salón Etiqueta de la urbanización El Parral de Valencia. Esta estación, integrante del exitoso Circuito Unión Radio, tiene una buena cantidad de su programación con shows que se transmiten a nivel nacional con figuras como Valentina Quintero, Miguel Delgado Estévez, Floralicia Anzola, Elizabeth Fuentes, Nelson Bocaranda, entre otros y a nivel local con Marcos David Rashid, Juan Carlos Noguera, Mirta Castillo, Lainett Aguilar y muchos más que entretienen al público del centro del país a través del dial 100.9 FM. [www.unionradio.net/Onda] En la foto: Edgar Barrios, Georgett Isaac, Zaphiro Pérez y Alejandro Feo La Cruz.
CAMILA CANABAL LANZÓ SU COLECCIÓN INFANTIL PARA EPK
COLLUMPIO KIDS ABRE SUS PUERTAS EN CC VIA VENETO
LOUIS VUITTON PRESENTA RETROSPECTIVA DE MURAKAMI EN EL GUGGENHEIM BILBAO
La exitosa animadora de televisión de origen larense, Camila Canabal, decidió aplicar toda su inmensa creatividad y buen gusto para la realización de un hermosos proyecto de ropa para niñas que acaba de lanzar su segunda colección: Camila Canabal by EPK. La idea se forjó a partir del acercamiento de la popular figura de la televisión venezolana con los empresarios de esta importante marca que fabrica ropa de insuperable calidad a precios muy accesibles, que resultó en la intervención de Camila de algunos modelos y diseños, previamente concebidos, dándoles su toque personal y pensando en sus hijas Joaquina y Guillermina y el deseo que siempre ha tenido de vestirse ella con algún elemento que también lleven sus hijas. Para muestra, un botón, la camisa blanca que exhiben en la foto ya es un clásico. [www.shopepk.com] En la foto: Camila Canabal con su hija Guillermina.
La empresa aragüense Deco Latina, casa matriz de la tienda de muebles Collumpio Kids, abrió su primera sucursal -fuera de Maracay- en el Centro Comercial Via Veneto de Valencia. Esta tienda ofrece una extensa gama de muebles hechos en madera con llamativos colores, diseños y motivos que deleitarán al público infantil y se presentan como una solución diferente a la hora de amoblar la habitación de los más pequeños de la casa. Además de estar en conversaciones para obtener la licencia e imprimir a los hérores favoritos de Disney, Cartoon Network y Nickelodeon, haciendo honor a su slogan, que reza “El territorio de los sueños”, Collumpio Kids ofrece la alternativa de personalizar el mueble con fotos e imágenes del propio niño, dando un lugar especial al propio personaje que disfrutará de este hermoso mobiliario. [www.collumpio.com] En la foto: Guillermo Amestica, propietario de la tienda, y su hija Claudia.
El Museo Guggenheim Bilbao, con el patrocinio del emporio de lujo Louis Vuitton, presentó la gran muestra ©MURAKAMI, que, hasta la fecha, ha sido la retrospectiva más completa de las obras del artista japonés Takashi Murakami. La exhibición, realizada entre los meses de febrero y mayo, presentó más de 90 obras de arte en varios medios, incluyendo pintura, escultura, instalación y película. Incluidas estuvieron obras icónicas que siguen la continua evolución de DOB, el alter ego de Murakami, sus figuras inspiradas en otaku de la década de los 90, un archivo de mercancía Kaikai Kiki Co., Ltd. autorizada que abarca la carrera entera de Takashi Murakami, y una retrospectiva de sus creaciones para Louis Vuitton desde el 2003. Murakami está entre una generación de artistas, cuyo vocabulario pictórico combina temas de la cultura pop con las características estilísticas del arte japonés tradicional, como planos pictóricos, patrones y ornamentación. [www.louisvuitton.com] En la foto: Takashi Murakami e Yves Carcelle -Presidente de Louis Vuitton-