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La enfermera, la ética y la pandemia

La ética enfermera en tiempos de pandemia

Ana Rodríguez relató su experiencia en un centro sociosanitario, donde en un primer momento no se podía acompañar presencialmente a las personas afectadas por covid en situación de fin de vida, por el riesgo y el miedo al contagio, una situación a la que hicieron frente las enfermeras, acompañando a los enfermos y también a sus familias.

Desde el ámbito de las residencias geriátricas, Noemí Sech explicó que cuando iba cada día a trabajar a la residencia no sabía lo que se iba a encontrar. La residencia, hogar de la persona residente, en los momentos más duros de la pandemia no permitía a nadie entrar ni salir. Los únicos acompañantes de los residentes eran los profesionales.

Estas líneas sobre el webinar quieren recoger lo que las ponentes invitadas nos aportaron en relación con la práctica de la ética, porque la ética en una profesión no solo debe ser teórica, sino que debe tener una aplicación práctica.

Las tres ponentes tuvieron que afrontar en su día a día profesional y personal distintos dilemas éticos, como el resto de las enfermeras:

• Cómo las enfermeras pueden hacer frente a una situación totalmente nueva e incierta.

• Cómo tener en cuenta el reparto de recursos existentes, tanto humanos como materiales e incluso inmateriales, como puede ser la gestión del tiempo.

• Cómo ha sido la relación con las personas atendidas, a pesar de las barreras que suponían los EPIs o la adopción de protocolos para limitar el acceso de los familiares. Las intervenciones han puesto de manifiesto la faceta más directa de la ética enfermera, la que se muestra a través del acompañamiento, de la escucha, de la palabra, del contacto físico y, en definitiva, de todo lo que tiene en ver con el cuidado desde un punto de vista global.

En esta pandemia existen muchos temas que necesitan una respuesta ética para los profesionales asistenciales y para las personas que, desde otros ámbitos, reflexionan sobre la ética y la regulan: la limitación de recursos –humanos y materiales– para dar una correcta asistencia sin poner en peligro la integridad física y psíquica de la enfermera que atiende al enfermo, adecuación del esfuerzo terapéutico y acompañamiento durante la enfermedad, especialmente en situaciones de fin de vida. Hay otros temas que aún perduran: la asistencia telemática en lugar de presencial, las listas de espera para atender a personas con enfermedades no covid que requerirán nuevos pronunciamientos. Porque la ética nos debe ayudar a dar una respuesta a los dilemas de cariz moral que se nos presentan, para convertirnos en enfermeras excelentes.

2. Testimonio de María del Mar Sevillano Lalinde: La transformación, reorganización y selección de las unidades asistenciales en tiempo de covid, desde la hospitalización de agudos

Maria del Mar Sevillano explicó cómo vivió esta situación y qué sentimientos tuvo durante este tiempo como enfermera desde la asistencia, como enferma de covid-19 y también como persona que ha perdido a un familiar por esta enfermedad.

La ponente es supervisora de enfermería de las unidades de Neumología y Cirugía Vas- cular del Hospital Vall d’Hebron. Cuando comenzó la pandemia, en marzo de 2020, estas unidades tuvieron que reorganizarse totalmente de un día para otro. Sevillano reconoció que “la entrega de los profesionales durante este proceso fue increíble, especialmente los de Neumología, teniendo en cuenta que las personas que ingresaban en el hospital con covid-19 presentaban problemas respiratorios severos.”

Desde un primer momento, en el centro trabajaron con riesgo cero. No ingresaba ninguna persona si no se le había hecho un cribado previo de la covid-19, lo que daba garantías y seguridad.

Como gestora de enfermeras, Sevillano propuso que los profesionales compartieran conocimientos desde los diversos ámbitos, especialmente las enfermeras expertas en la atención al enfermo con problemas respiratorios, con el resto, lo que fue muy enriquecedor. En pocos días, el hospital se transformó: sólo había dos unidades que no fueran de covid, el resto se dedicaron plenamente a atender a personas infectadas con el nuevo virus.

Muchas de las unidades del hospital tuvieron que reconvertirse en unidades de semicríticos, lo que tuvo trascendencia para las enfermeras. “Muchas enfermeras que trabajaban en consultas externas, que habían trabajado en algún momento en hospitalización, me venían a ver y me decían, no puedo estar en las consultas, dime dónde debo ir.” Eran enfermeras que llevaban 10 o 15 años sin trabajar en planta y que estuvieron dos o tres meses en hospitalización, hasta que, cuando volvieron a abrir las consultas, se reincorporaron a su puesto de trabajo.

Las enfermeras también se organizaron para poder sentirse apoyadas en un momento tan angustioso. Tuvieron que crear protocolos que no existían, como por ejemplo para administrar oxigenoterapia de alto flujo o para el uso de los EPIs, que no faltaron en ningún momento.

Sevillano hizo mención a los profesionales confinados, que estaban solos. Según explicó, una compañera del turno de noche había dejado a su hija con sus abuelos porque tenía miedo de llevar el virus a su casa. El miedo a llevar la covid-19 a casa siempre estaba presente entre los profesionales.

La enfermera del Hospital Vall d’Hebron también explicó que aumentó en la unidad el sentimiento de protección hacia las personas ingresadas, que no podían recibir visitas. Para paliar su soledad, pusieron a su disposición tabletas digitales para que pudieran ponerse en contacto con sus familiares. Los profesionales atendían necesidades básicas que en ingresos en hospitales de corta duración normalmente no son necesarios.

Las personas ingresadas que estaban muy inestables iban a la unidad de semicríticos y quienes salían de la UCI ingresaban en sus unidades de hospitalización.

Sevillano habló también de su experiencia como enferma. Se contagió de covid-19 y estuvo ingresada, aunque no estuvo grave. Recordó que la comida del hospital no era muy apetecible.

Por último, la ponente habló sobre las personas que han sufrido la pérdida de un familiar por la covid. Su suegra, de 88 años, con grave insuficiencia cardíaca, estaba ingresada en una residencia. Le hicieron el frotis y salió positivo. A continuación, Sevillano explicó que, después de 14 días de dar positivo, “fue al hospital, y lo cierto es que la sensación de no verla... Se había

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