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La enfermera, la ética y la pandemia

Paradigma de autonomía enfermera: Valores y ética de la profesión

El cuidado es una acción, una actitud y también un marco de referencia. Implica hacer algo por alguien, ayudarle a hacerlo por sí mismo. Se trata de una acción individual y al mismo tiempo colectiva. Parece algo sencillo, puesto que trata de satisfacer necesidades básicas, pero en su provisión influye la cultura, las creencias y los contextos.

En este mismo sentido, Joan Tronto [1] definió el cuidado como un bien público de interés social que modifica las formas y modos de hacer, en las conductas personales y también en las responsabilidades de los estados respecto a la ciudadanía y, junto con Fisher, en 1990, propuso desde la teoría feminista del cuidado que el cuidado es “mantener, perpetuar, reparar nuestro mundo de forma que podamos vivir lo mejor posible. Este mundo comprende nuestro cuerpo, nosotros mismos, nuestro entorno y los elementos que buscamos enlazar en una red compleja de soporte a la vida.” De esta definición es interesante destacar las expresiones “interesarse por”, “asumir la responsabilidad”, la “competencia”, “tener capacidad de respuesta” y “cuidar con”.

Para dar respuesta a la complejidad del significado de nuestro centro de interés, las enfermeras desplegamos nuestros patrones de conocimiento, que constituyen el saber de nuestra profesión. Estos patrones de conocimiento son elementos indispensables de fundamentación para el desarrollo y la práctica, se expresan de forma integrada, permitiendo la expresión del cuidado y de las intervenciones enfermeras de forma holística.

El hecho de referirse a los patrones de conocimiento (a los saberes disciplinarios) es hacer referencia a Barbara Carper [2], que en 1978 planteó cuatro patrones de conocimiento fundamentales, que se distinguen según su tipo de significado lógico:

• El empírico, que hace referencia a la ciencia enfermera (teorías enfermeras).

• El estético, que corresponde al arte de la enfermería (a las acciones, actitudes e interacciones).

• El personal, que permite el conocimiento de uno mismo.

• Lo ético, que permite el desarrollo moral de la enfermería.

En 1995, White [3] propuso un nuevo patrón de conocimiento llamado sociopolítico, que integra la necesidad de conocer el contexto sociopolítico del paciente y de la enfermera, al considerar el entorno donde se desarrollan las personas y sus interacciones. Para White, los anteriores cuatro patrones responden a las preguntas ¿quién?, ¿cómo? y ¿qué? de la práctica. El patrón de conocimiento sociopolítico añade la pregunta ¿dónde?, que aborda el contexto en el que se despliega el cuidado.

La realidad actual de la profesión requiere la aplicación de un nuevo patrón de conocimiento. Chinn y Kramer [4] proponen el patrón de conocimiento emancipatorio, que destaca el impacto que tienen las barreras sociales que afectan a la salud y el bienestar de las personas. Este patrón permite hacer evidentes las iniquidades en salud mediante el análisis crítico y la acción, ya que el conocimiento emancipador se desarrolla a través de la práctica.

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Así, partiendo de lo que hemos explicado, ¿cuál es esa realidad?, ¿cuál es ese nuevo paradigma?

Para hablar del nuevo paradigma es ineludible referirnos a la pandemia que nos ha dejado una serie de retos y oportunidades que ya intuíamos, pero ahora son mucho más visibles, y que ha acelerado este nuevo paradigma.

El primer gran reto que tenemos como profesión es entender el contexto actual y reformular nuestra práctica, construyendo alternativas desde una mirada crítica. Es necesario visibilizar la necesidad de la mirada enfermera y la defensa enconada del hecho de cuidar en los programas y las políticas sanitarias que se requieren, dadas las nuevas necesidades de salud. Esta mirada enfermera, que ya se ha esbozado, tiene que ver con el aporte específico de la disciplina, con los patrones de conocimiento y, sobre todo, con el paradigma de la autonomía enfermera.

Después de este paseo por las palabras y la introducción al nuevo paradigma ahora entramos de lleno en el abordaje del título de la sesión, paradigma de la autonomía enfermera: valores y ética de la profesión, y lo hacemos a través del análisis de nuestro código ético.

El Código Ético de las Enfermeras y Enfermeros de Cataluña se estructura en cinco valores: responsabilidad, autonomía, intimidad y confidencialidad, justicia social y compromiso profesional, que detallan las actitudes y comportamientos éticos de las enfermeras, que son necesarios para ejercer la profesión.

Para responder al tema que nos ocupa, se destacan algunos de estos valores y conductas que están relacionados directamente con la autonomía –aceptando que estamos haciendo una selección sesgada, dado que todos están presentes. Nos centraremos en los valores de la responsabilidad, de justicia social y de compromiso profesional.

Empecemos por el valor responsabilidad, que dice que “las enfermeras proporcionamos cuidados enfermeros seguros, competentes, compasivas y conformes a la ética profesional y, al mismo tiempo, damos cuenta de nuestras acciones y de las consecuencias que se derivan en el ejercicio de la profesión.”

Los comportamientos relacionados con esta competencia profesional y con la garantía de la seguridad de la persona atendida implican tener los conocimientos que permitan controlar la toma de decisiones para demostrar la aportación específica en el seno del equipo de salud, respondiendo de nuestras acciones y dejando constancia escrita de todo ello, para garantizar la continuidad de los cuidados.

En relación con el valor de justicia social, el Código de Ética dice que “las enfermeras nos comprometemos a tratar a las personas con igualdad y a garantizar un acceso equitativo a los cuidados enfermeros, teniendo presente la globalidad de la sociedad y favoreciendo el bien común.”

Los comportamientos relacionados con esta competencia implican contemplar la importancia de los determinantes de salud, garantizar el acceso a los cuidados enferme-

La enfermera, la ética y la pandemia

Paradigma de autonomía enfermera: Valores y ética de la profesión ros, a los tratamientos y a los recursos sanitarios y sociales a todos y defender la distribución equitativa de los recursos y la gestión eficiente de los servicios de salud.

El tercer valor al que haremos referencia corresponde al compromiso profesional, sobre el que el Código afirma que “las enfermeras reconocemos la importancia de la profesión enfermera en el seno de la sociedad, y por eso logramos el compromiso de desarrollarla y mejorarla.”

En relación con el último valor, el compromiso profesional, conviene diferenciar dos partes.

La primera hace referencia a la relación con los colegas, el equipo de cuidados y el equipo de salud, que deben basarse en el respeto mutuo y en el reconocimiento de las propias responsabilidades y competencias profesionales.

La segunda parte de este valor destaca la necesidad de participar en los colegios y asociaciones profesionales y en hacernos presentes en la planificación y remodelación de las políticas de salud, trabajando para hacer presente la aportación enfermera.

La cultura es conocimiento y éste se transmite a través del lenguaje. Si no tenemos o no utilizamos el lenguaje que describe nuestros patrones de conocimiento y nuestra perspectiva disciplinar, ¿dónde queda la mirada enfermera? ¿El sistema y la sociedad no nos pide por qué no hemos sabido explicar lo que ofrecemos? ¿Es ético no desplegar y hacer visibles esos patrones de conocimiento? Dejemos estas últimas cuestiones para la reflexión colectiva.

Referencias bibliográficas

1. Tronto, J. (2013). Caring democracy. Markets, Equaly and Justice. New York and London: New York University Press

2. Carper BA. Fundamental patterns of knowing in nursing. Advances in nursing science. (1978);1(1):13-24

3. White J. Patterns of knowing: Review, critique, and update. Adv Nurs Sci. 1995; 17(4): 73–86

4. Chinn P, Kramer M. Nursing´s fundamental patterns of knowing. In: Integrated theory and knowledge development in nursing. 8a ed. St. Louis: Elsevier; 2011

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