2 minute read
La enfermera, la ética y la pandemia
Durante las primeras semanas de la pandemia, los familiares no podían despedirse de las personas ingresadas. Por eso, les proporcionaron tabletas táctiles y, con las personas conscientes, hacían videollamadas para comunicarse con las familias. A veces, era difícil, especialmente con las personas mayores, que no entendían que lo que salía en la pantalla no era una fotografía que le hablaba sino, por ejemplo, su hijo, que le decía que le quería mucho y que le encontraba de menos. Rodríguez explicó que en estos casos hacían intermediarios entre la persona ingresada y el familiar.
En el Hospital del Mar se creó el programa One to one, integrado por psicólogos y enfermeras, principalmente. Cuando se detectaba a alguien que estaba en situación de fin de vida, se acordaba una hora para conectar la tableta, que al final siempre llevaban las enfermeras.
“Si [las personas atendidas] estaban conscientes o estaban bien, era muy bonito, porque podían charlar. Si no estaban bien, entraban en un proceso de situación de últimas horas y la despedida no podía hacerse. Era algo demasiado duro.” Cuando más adelante el Hospital elaboró un protocolo de visitas y cada persona ingresada pudo recibir una visita, la situación fue mejor.
Rodríguez explicó otro caso, el de una señora, que se complicó y murió pocas horas después de ingresar en ella. “Tuvimos que llamar a la familia para decir que se había muerto e hicimos una excepción, dejando que viniera a verla una vez que se había muerto. Hubo un debate en el equipo y se concluyó que todos los enfermos tienen derecho a tener un familiar, que deben haber EPIs suficientes para poder recibir una visita.”
Rodríguez reconoció que habría que mejorar las llamadas con la tableta. “Había días en los que lo hacíamos con mucha ilusión y otros que no, debido a la presión asistencial; se nos íbamos las horas llamando. Cómo hacerlo con un paciente de 80 o 90 años con quien la familia decía ‘es que no me contesta, parece que no está ahí’, y yo le decía, ‘¿cuándo ha hecho una videollamada su padre?, su padre está viendo un marco con una foto que me está señalando y me está haciendo entender que sí le conoce, pero le habla y ya igual esto es magia para él, y encima yo voy vestida como una astronauta’.”
El programa One to one continuaba en funcionamiento en el momento en que se celebró el webinar, acompañando al duelo, con el equipo de psicólogos que, de forma periódica, llamaba a los familiares de los enfermos de covid que habían muerto y que no se habían muerto podido despedir o que tuvieron que despedirse rápidamente.
Rodríguez explicó, a nivel técnico, el proceso que seguían con las EPIs: “La persona que venía a visitar a un enfermo se cambiaba de ropa, se vestía igual que las enfermeras, el enfermo y el familiar debían reconocerse sólo por la mirada y no podían tocarse. ¿Cómo le podíamos decir, por ejemplo, a la hija de un señor ingresado que no podía tocarle, si ella siempre lo tocaba para lavarlo? Ésta es otra cosa para mejorar.”
La enfermera del Centre Fòrum, del Parc Salut Mar acabó su intervención diciendo que las enfermeras también deben cuidarse: “Cuando mi familia me decía, ‘¿cómo estás?’, decía, ‘estoy muy bien, trabajando, haciendo lo que me gusta y, además, tengo a unos compañeros que están como yo, que me están haciendo de familia, y eso es un motivo para estar orgullosos’. Hay que proteger y cuidar a los demás, pero también cuidarnos, cuidarnos a nosotros y entre nosotros.”