4 minute read

PETICION?

Next Article
JUVENTUD ESTUDIOSA

JUVENTUD ESTUDIOSA

De Luisita

La abuelita de Luisita, la más buena de todas las abuelas del mundo; la que le vestía y desvestía sus m uñecas y le contaba hermosisimos cuentos: la que en mitad de la noche levantábase para ver si su Luisita estaba desabrigada y subirle el cobertor con sus decos - suaves como los de una hada; esta adorable abuela había sido llamada á teda prisa por Dios unos días antes de Reyes y del cielo no había vuelto.

No; aquella almita no podía estar alegre. Sin darse cuenta sentía un vacío muy hondo en su tierno corazón y aunque sus padres le hablaban de. ricos presentes que le traerían los Reyes, ella permanecía silencicsa y triste.

Apesar de todo Luisita había escrito su carta á los Reyes, ¡cómo nó! Ella sabía muy bieu que todo lo que se pedía á los Magos de Oriente por los niños buenos se alcanzaba y de ahí que su carta, aquellos garabatos que dictó su alma candorosa y trazaron sus dedos de jazmín, la guardara en sitio donde ni aún ias promesas de sus padres lograron que ella lo descubriera.

¿Qué será? ¿que no será? preguntábanse afanosos aquellos buenos padres que deseaban adivinar el pensamiento escrito de su hija para que los Reyes lo supieran con tiempo.

Todo fué en vano; Luisita fuese al lecho sin descubrir el sit:io donde guardaba su carta y el sueño descerdió dulcemente sobre sus ojos como sucede siempre para los que tienen el alma pura y tranqrila como la de los niños

El día expiraba. El sol había descendido á su lecho de espumas lenta- y magestuosamente, y las primeras sombras de la noche comenzaron á descender sobre la Tierra.

En los hogares de los niños todo estaba preparado para el regio recibimiento y algún impaciente que otro asomábase á la puerta para escrutar el cielo y ver si ya bajaban los Magos.

Pur las abiertas ventanas salía al exterior el eco de voces infantiles que entonaban con deleite esa canción escolar sencilla .y dulce que empieza así:

Llegan los Reyes con gran cautela

Cuando ninguno sus pasos vela a

Y al dormitorio del niño van....

Los padres alentaban estas explodipnes de alegríay el sueño en vez de venir Vuía.de los gozosos ojos de los niños.

Sólo en el hogar de Luisita, una niña de seis años, rubia como un girasol y linda como una mañane de Abril, no habían cánticos ni ruidosas alegrías.

Era la madrugada. Por encima de lcs hogares de los niños veíanse á ratos suaves lucesitas rosadas que movíanse presurosas de un lado para otro.

Indudablemente eran las almas de los nifos que en la noche de Reyes se dice forman corro alrededor de los cajoncitos de yerbas para acechar la llegada de los Magos.

Las estrellas palidecían á medida que la aurora avanzaba y ya los Magos iban de regreso en sus altos camellos después de haber vaciado sus preciosos cargamentos en las cajetas de los niños todos. Sinembargo, el rey Baltazar iba triste; si alguien le hubiera sorprendieo cuando leía la carta de Luisita le habría visto derramar dos gruesas lágrimas que rodaron por su barba....

.. ._ .orocrecrcenoroevdom0ooretcrarordóonoruw rrmearoe

La algazara de pitos, cornetas, tambores y erodar de velocípedos y automóviles de la chil quillería del barrio hizo despertar á Luisita que, en camisola, descalza, los rubios cabe-

Perez FrRetTES: 1644-15098 llos desgreñados dirijiose rápida al sitio don- Baltazar: traeme á mi abuelita ó llévame de debían estar sus presentes. Allí aguardá- 1donde ella banla sus padres que, gozosos, mostrábanle Los padres no pudieron decirla nada porinfinidad de ricos juguetes con que los Reyes la habían obsequmdo

Manuel Pérez Freites nació en Arecibo el año de 1844. Educóse en la escuela del padre Vi dal, ilustrado presbítero, que formó intelectual mente una generación de jóvenes arecibeños dé reconocido aprovechamiento. Entró el año de 1858 en el Seminario Conciliar con bcca á estudiar para sacerdote; pero ahorcó los hábitos, estando en órdenes menores, y se dedicó á la farmacia, llegando á ser uno de los sarmacéúticos de la Isla de mayores conocimientos en su ca rrera.

Espíritu progresista y hombre estudioso, quiso Freites darse á conocer en el campo de las ciencias experimentales y acudió con sus trabajos de química orgánica, aplicada á la industria, á varias Exposiciones europeasy también á las de su país, siendo premiado por sus productos quími cos y farmacéuiicos. Estos estudios los condensó, en 1882, en un libro titulado £Ensayos Farmacológioos Memoria descriptiva y analítica de los productos presentados á las Exposiciones de Amsterdan y Madrid.

Desde 1870 estaba Perez Freites establecido en Arecibo, Conde á la vez que ejercía su Ce licado ministerio, era un hombre político de reconociro mérito, desempeñ:ndo el puesto de importancia de Presidente del -Comité local del P: rtido Liberal Reformista.

A Pérez Freites le gustaba el cultivo de la oratoria y el pueblo gustaba de sus arengas patrióticas. Tocóle figurar en los tiempos agrios de mayor excitación política de la colonia y llegó hasta á estar en la lista para ser componteado en 1887, sin haber jamás conspirado. Su filiación política de autonomista connotado, le hacia responsable ante los acólitos del Gobierno de la histérica exaltación demagógica de los fundadores de secos y mojados, 2quella asociación misteriosa anti-española, que fué también ccnccida con el simbólico ncmbre de La Torre del Viejo; y á la cual no pertenecía Pérez Freites ni quiso pertenecer.

Murió Pérez Freites el año de 1898. Perdió Arecibo un generoso filántropo y un buen patriota y laclase facultativa uno de sus compañeros más competentes. ¡Cayó en la fosa común el querido amigo y todavía le lloran sus compueblanos y nosotros le recordamóés con profundo cariño!

CAYETANO COLL Y TOSTE.

Luisita mirando á todos lados, sin cuidarse de los regalos preguntó anhelosa: ¿Y abuelita?, ¿donde está mi abuelita?

Lus padres miráronse extrañados y creyeron que su hijita aún soñaba. Entonces la niña, como una liebre, corrió al lugar donde ocultaba su carta y exclamó llorando: ¡Ay!, me la de)aron me la dejaron!

¿iY qué decía tu carta, hija mía?, preguntó emocionada la madre. Luisita medio ahogada por el llanto leyó: que un nudo apretaba sus gargantas. La pequeña corrió al balcón y miró al cielo con sus bellos ojos arrasados en lágrimas como buscando al ingrato rey Baltazar que no pudo dejaria complacida....:..........

Sin duda su corazón de ángel presintió que allá arriba en el cielo, mucho más allá de las nubes, en el infinito azul, una afligida abuela levantaba en alto su brazo Juminoso para bendecir aquella nietecita que tenía un alma tan gra-de.

ENRIQUE CONTRERAS. Dcbre de I1gir.

This article is from: