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Hijos de un dios menor
Por Isidoro García Pando Abogado
Con este mismo título se estrenó en España en el año 1986 la película producida en Estados Unidos y que llegó a Hispanoamérica con otro título no menos sugestivo: Te amaré en silencio . En ella se cuenta la historia romántica que transcurre en una escuela para alumnos sordomudos, en la que un recién llegado profesor se enamora de una trabajadora sorda aprendiendo a leer sus labios.
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Pero antes de avanzar en este comentario, he querido preguntarme si alguna vez hubo dioses mayores y menores. Para ello tuve que adentrarme más allá de la mitología egipcia y griega hasta llegar al mundo de la ficción y recordar que tal terminología fue incorporada a la novela de Terry Pratchett, en la que los dioses crecen o decrecen en poder según el número de seguidores que tengan, lo que haría existir dioses más poderosos (dioses mayores) y dioses menores, que tendrían escaso poder.
Nuestra compañera Soledad Recio me inspiró esta reflexión el día que me dijo que quienes nos dedicamos a eso que se llama la rama social del derecho parecíamos “hijos de un dios menor”.
Efectivamente, podemos decir que el derecho del trabajo se emancipó del derecho civil de manera tardía, como tardía fue nuestra revolución industrial y tantas otras cosas. Tampoco ignoramos que quienes nos dedicamos a ello siempre hemos sido vistos como seres desviados de las ramas importantes de la ciencia jurídica, quizás como hijos de esos dioses de poco poder y de escasos seguidores. Y quizá también sea por ello por lo que al compañero Saul Núñez se le ocurrió un buen día proponer la creación de la Agrupación de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, a constituir dentro del Colegio de la Abogacía de Valladolid, con el objetivo de estrechar lazos de colaboración y convivencia entre compañeros con el sano propósito de fomentar la calidad en el ejercicio de la profesión.
A diferencia de las religiones en las que los dogmas se mantienen durante miles de años, en el ámbito del derecho todo está en constante evolución, y así ocurre especialmente en el ámbito de lo laboral y de la seguridad social. Así, no hay semana en la que no nos bombardeen con una modificación en el ámbito sustantivo, una nueva interpretación jurisprudencial o una modificación de las prestaciones de la Seguridad Social. Personalmente, siempre he dicho que en España siempre vivimos al calor de una reforma laboral (más de veinte en menos de cuarenta y cinco años), bien para impulsar una nueva o bien para explicar la que se acaba de aprobar y que nadie acaba de entender.
En nuestra sociedad todo cambia a un ritmo de vértigo y la obsolescencia profesional es un fantasma que nos persigue durante los días de trabajo y las noches de insomnio, porque quienes cada día tenemos que estudiar, explicar y aplicar la última ocurrencia —que por más que aparezca en un BOE, muchas veces no pasa de ser justamente eso, una ocurrencia—, sufrimos de una soledad que solo se puede paliar llamando a compañeros que, sufridores del mismo mal, nos permiten hacer terapia conjunta. En pocos años hemos pasado de hacer demandas con la máquina de escribir manual y los papeles de calco, a las máquinas eléctricas, los procesadores de texto y un Lexnet que nos ha traído no pocos dolores de cabeza. Pues bien, a todo ese proceso, ahora hay que sumarle cuestiones como el teletrabajo y una seguridad social tan cambiante como el clima.
No es pues ningún complejo de inferioridad el que nos une, sino más bien aquello de hacer de la necesidad virtud, de tal forma que quienes nunca nos hemos sentido hijos de ningún dios menor, pero que sí hemos percibido la mirada altiva de los dioses mayores, porque sus dogmas tenían cientos de años, y hemos tenido que aprender a leer en los labios de los clientes, porque contaban cosas que no sabían pronunciar, hoy podamos agruparnos para compartir un poco esa pasión por lo que hacemos, que, como en el título de la película en versión hispanoamericana, no deja de ser amar en silencio, aunque el nuestro siempre sea un amor escasamente correspondido.
Larga vida a la agrupación y larga vida profesional a quienes la integran y a quienes se vayan incorporando.