Por Eva Janovitz
L
a llegada y la presencia de un bebé
suele ser un gran acontecimiento, esos nueves meses en los que empieza su presencia en el mundo dentro del seno materno, se convierten en el principio de algo que genera muchas expectativas, planes y también muchas dudas, miedos, preocupaciones. Finalmente nos van incorporando en los grandes cambios y descubrimientos durante los primeros años de la vida al lado de los más pequeños. Mucho antes de tener acceso al amplio conocimiento científico que sobre el desarrollo del cerebro de los bebés, se ha sistematizado en los últimos 20 años, los bebés han sido arrullados con nanas y versos que incondicionalmente y seguramente aprendidos porque cuando fuimos pequeños nosotros también fuimos arrullados. Los bebés han recibido las muestras más grandes de cariño y cercanía. Acompañados por las voces que ya escuchaba mientras crecía intrauterinamente, muy pronto puede mirar esos rostros y reconocerlos. Ahí se inicia el descubrimiento del mundo en el que seguirá creciendo. Las palabras, las miradas llenas de ternura y la intención de ese adulto que envuelve a los pequeños, que los tranquiliza y acompaña, muestran que el lenguaje oral, son sonidos que dan seguridad y armonía a un bebé, quien seguirá creciendo acompañado de la voz y las voces con las que convive cotidianamente.
“Sueño con que algún día no lejano, todos los pequeños cuenten durante sus primeros años de vida con la ternura y el calor que nos dan las palabras, las historias y los libros.” -Eva Janovitz Las palabras suenan, ese es el primer contacto que los niños establecen con el lenguaje, son sus primeros juguetes, son los primeros pasos hacia la autonomía, pronto empieza a balbucear acompañado de una profunda mirada, ello nos da a los adultos la certeza de un cerebro que empieza a manifestarse, “esas primeras palabras” que le llevará un tiempo entender su significado, ya empiezan a ser un estímulo suficiente para poner en acción varias neuronas del cerebro del pequeño, por ello es importante que los padres de familia y los adultos responsables y que conviven con los niños, les hablen, es necesario dejar de pensar y dudar que para qué le hablamos a un bebé si no nos va a entender, las palabras, como ya lo dije antes son mucho más que significados. 7
índice
portada