Comisión Diocesana para la Pastoral Litúrgica
$50.00
RECURSOS DE FORMACIÓN Presentación de la revista Editorial Sinodalidad Hoy Liturgia y Sacramentos Parroquia y Liturgia Dignificación y cuidado de los espacios y lugares litúrgicos COORDINADOR DE LA COMISIÓN DIOCESANA PARA LA PASTORAL LITÚRGICA:
Posibilidades de abusos litúrgicos y el derecho canónico
Pbro. Isaac Urías
DIMENSIÓN DE MINISTROS EXTRAORDINARIOS DE LA SAGRADA COMUNIÓN:
Pbro. Erik Urías
DIMENSIÓN DE MÚSICA Y CANTO LITÚRGICO:
Pbro. Marco Antonio Islas
DIMENSIÓN DE ARTE SACRO Y CUIDADO DE BIENES CULTURALES:
Pbro. Raúl Eduardo Camarillo
DIMENSIÓN DE PIEDAD POPULAR Y SANTUARIOS:
Pbro. Luis Armando González
R E C U R S O S PA S T O R A L E S Exégesis Eucológicas para Homilías Dominicales en Cuaresma
RECURSOS DEVOCIONALES
DIMENSIÓN DE ANIMACIÓN Y FORMACIÓN:
Miércoles de Ceniza
MAESTRO DE DIOCESANAS:
Vía Crucis
Pbro. Isaac Urías
CELEBRACIONES
LITÚRGICAS
Pbro. Pedro Moreno Valenzuela COLABORACIONES ESPECIALES:
Mons. Dr. Mauricio Urrea Carrillo Pbro. Lic. José Francisco Juárez Barrera Pbro. Lic. Emanuel Vázquez Carrillo Pbro. Lic. Oscar José García García Pbro. Lic. Juan Diego Tánori Miranda Pbro. Lic. Juan Gabriel Pérez Muñoz
Horas Santas para Cuaresma Rosario de Pésame Horas Santas para Pascua
Ekklesiantificante Edición XVII PASCUA 2022
Tel. 662 215 26 96 pastoralliturgicahillo@hotmail.com
omo lo ha sido en otros momentos de la historia, en esta tercera década del siglo, como humanidad y como Iglesia, enfrentamos grandes desafíos; desde las crudas afectaciones sanitarias y medioambientales, hasta los movimientos ideológicos y de movilizaciones humanas, que sacuden y parecen destruir algunas instituciones políticas, económicas, religiosas, educativas y sociales. Nuestra Iglesia es una sociedad y una institución de origen divino y humano, que convive en medio de otras sociedades e instituciones, y por ello se organiza para llevar a cabo la misión evangelizadora encomendada por su Señor. A esta labor de organización para la evangelización, se le llama pastoral, en virtud de que Jesucristo el Buen Pastor es quien inspira y sostiene tal actividad. Una dimensión de la Sagrada Liturgia es la llamada Pastoral Litúrgica, y desde ésta dimensión se estudia y promueve la organizada acción celebrativa de los sacramentos y sacramentales, para responder a los retos y desafíos que vivimos como Pueblo de Dios, en medio de otros pueblos. Recientemente el papa Francisco ha invitado a nuestra Iglesia a retomar y vivir la sinodalidad, es decir, redescubrir que no caminamos solos, ni mucho menos teniéndonos a nosotros mismos como única referencia válida para nuestro actuar. El equipo diocesano de la pastoral litúrgica, queriendo colaborar con estos esfuerzos episcopales, de volver la mirada a nuestra identidad eclesial sinodal, para construir una Iglesia que sabe escuchar, colaborar y acompañar a quienes son distintos y que son nuestros hermanos, sea para ayudarles o para dejarnos ayudar, hemos decidido en esta XVII edición abordar el tema: La sinodalidad desde la liturgia. En un primer apartado presentamos recursos didácticos y de formación, escritos por algunos especialistas en sagrada liturgia, filosofía y derecho canónico, mismos que buscan ayudar a ampliar los horizontes y profundizar en la necesidad e importancia de la sinodalidad en la Iglesia y el gran aporte que puede brindar la liturgia. En el segundo apartado, ofrecemos los recursos de pastoral, en materia de devociones, y de modo específico, una propuesta de exegesis eucológica para obtención de reflexiones y homilías en el tiempo de preparación para la pascua. Confiamos en Dios que este trabajo dé frutos en nuestras comunidades. 5
Mons. Mauricio Urrea Carrillo O B I S P O D E PA R R A L , C H I H .
DOCTOR EN FILOSOFÍA
Para reflexionar a fondo en torno a la sinodalidad,
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hemos de anotar que la Biblia misma es un documento sinodal, pues a través de sus páginas nos da noticia clara del permanente “caminar juntos” que Dios nos ha mostrado a lo largo de la historia de salvación. Cuántos de sus pasajes nos manifiestan este perenne acompañamiento divino, desde el Dios que “bajó a librar a su pueblo de la mano de los egipcios” (Ex 3, 8) hasta el Señor Resucitado que “se acercó y siguió con ellos” rumbo a Emaús (Lc 24, 15); ni qué decir del Verbo que “puso su Morada entre nosotros” y nos aseguró: “he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19).
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Si, pues, desde el seno mismo de la vida intratrinitaria surge en beneficio nuestro esta cualidad sinodal, es natural que la Iglesia misma, instituida por voluntad divina (Mt 16, 13-20), deba comportar siempre en su ser y actuar un espíritu sinodal. No puede la Iglesia contravenir u olvidar esa cualidad central del proceder divino; si es “instrumento universal de salvación” (LG n. 9), ciertamente
realiza esa labor en el mismo modo en el que lo hace Dios: acompañando. En resumidas cuentas, la sinodalidad de Dios, que funda la sinodalidad de la Iglesia, no es sino una expresión más del misterio de su caridad hacia nosotros. La lengua griega, en su exactitud descriptiva, permite una inicial aproximación al contenido profundo del término “sinodalidad”. Existe en griego el término “sínodo” para designar una reunión o asamblea. En la historia de la Iglesia, por lo tanto, un Sínodo es una reunión de obispos que, teniendo detrás sus propias porciones del Pueblo de Dios, asesoran al Papa en el ejercicio de su autoridad ministerial. De entrada, el término “sínodo” incluye en sí mismo esa asamblea que es la Iglesia: Pueblo de Dios y Pastores. Y así, aunque a lo largo de la historia de la Iglesia ha habido innumerables sínodos en los que los obispos participan, regionalmente o todos juntos con el Papa, portan consigo siempre el respaldo de su propia grey. Así, la participación de un obispo en un sínodo determinado implica la participación misma de su iglesia local.
Ahora bien, hay en la lengua griega otro término, de la misma raíz que el primero, pero con una pequeña variante; me refiero al término “sinodía”, y significa “viaje en compañía” o “caravana”. También esta acepción del término se incluye en el valor actual que tiene para la Iglesia de hoy el término “sinodalidad”. Ya que la comunidad eclesial es, esencialmente, ese ir viajando en compañía, por el camino de la vida, y hacia la eternidad. De ahí que los primeros cristianos se designaban a sí mismos “seguidores del Camino” (Hech 9, 2).
Ese tiempo que la ciencia histórica denomina “modernidad” se gestó entre los siglos XIV al XVII d. de C. Sus particularidades son haber destacado el valor de la razón y la experiencia por sobre todas las demás cualidades humanas; a la vez, implicó para las masas un poderoso llamado a atreverse a ser sí mismos, a valerse del propio ingenio y reclamar buenas razones para cualquier asunto que se proponga como verdadero o conveniente, sea quien sea el que lo proponga (Dios,
el Papa, La Iglesia o la familia). Sin ánimo de desechar en bloque cuanto fue la modernidad, ha de reconocerse que trajo consigo una desmedida insistencia en la individualidad de cada uno, y en los correspondientes derechos que asisten a cada cual a ser o comportarse de alguna manera. Con el paso de los siglos, la modernidad y sus valores fueron formando en la población una conciencia individualista: personas muy conscientes de sus derechos y a menudo muy desentendidas de sus obligaciones. Sumado este impulso a aquel otro, materialista, propio del mundo capitalista, la vida humana se fue volviendo una empresa en la que el sí mismo individual se autoconcebía como alguien que debía luchar, en medio de los demás, por conseguir sus medios económicos, a menudo sin importar a costa de qué consecuencias. De esta manera, y agregándose otros factores, como el secularismo y el gusto por la buena vida, fue apareciendo lo que podríamos denominar el espíritu del mundo que nos tocó vivir, donde priva el velar por sí mismo, el no dejarse de nadie, el cobrarse las 7
ofensas, el defender a toda costa el propio tiempo y la vida privada, y el no considerar mucho el “más allá”, viviendo “como si Dios no existiera” y otorgándole poco valor a la religión, al mundo sobrenatural y a la vida eterna. En consecuencia, la vida de hoy tiene como características muchas de estas particularidades. Hoy por hoy son valoradas y atesoradas las cosas en su sentido material; se busca a toda costa ganar en tiempo libre para así dedicarse exclusivamente al entretenimiento; se cree cada cual autorizado a velar por su propio patrimonio y a no mermarlo en obras de caridad; y si no es algo material, de lucro o de entretenimiento, hay mucha apatía por todo lo que demande nuestra participación, nuestro tiempo, nuestro esfuerzo.
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Como se ve, todas las actividades de la Iglesia se ven entonces afectadas por este espíritu anti-sinodal del mundo. En dicho espíritu, el prójimo no tiene en absoluto el peso que tiene el Yo de cada cual. A la vez, no hay mucha disposición para la consideración de las realidades sobrenaturales, propias de la religión y de la Iglesia, ya que requieren de cada uno atención, tiempo y esfuerzo paciente. Y ni qué decir de los dones de cada cual, mismos que, según la Biblia y la Iglesia, deben ponerse al servicio de la comunidad familiar, de la Iglesia y de la sociedad.
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No es esta una visión apocalíptica del mundo. Simplemente conviene tomar nota de lo que hay en el mundo, para mejor comprender y así mejor evangelizar. Y si miramos detenidamente el fenómeno global del individualismo notaremos que se ha introducido en todas partes, hasta en la Iglesia misma. El Papa Francisco lo ha denunciado bajo el término de “clericalismo”, el cual no es privativo de los ministros ordenados, sino de todo aquel que se comporte anti-sinodalmente.
Ser “clerical” es ser alguien que se cierra a la riqueza de los demás, y a su ayuda. Es cierto, es más complejo y hasta difícil concebirnos todos como Iglesia, tomarnos en cuenta todos, conocernos todos, incluirnos a todos. Pero a la larga, es la forma más hermosa de ser Iglesia, una “Iglesia de personas”, no una Iglesia masificada y masificante. La masa no tiene nombre, a lo sumo se llaman “feligreses” o “sacerdotes”. En una “Iglesia de personas” cada cual es un “alguien” que tiene nombre, procedencia y trayectoria. A ese “alguien” se le conoce, se le saluda, se le pregunta por sus familiares, se le instruye, se le sirve, se le pide un servicio. Por el contrario, una Iglesia clerical es Iglesia de una sola persona: la que manda. En sentido opuesto, una Iglesia sinodal es una Iglesia de personas en la que se acostumbran prácticas fundamentales como la escucha, la conversión, la mutua participación, la mutua responsabilidad. En una Iglesia sinodal todo es responsabilidad de cada uno. Desde el cuidado del templo hasta la evangelización y las misiones, todo es encomienda del Señor a cada uno, según sus carismas, según su vocación. Si por un hueco se nos ha vaciado la credibilidad de la Iglesia hoy, ciertamente es por aquel que ha abierto en ella el clericalismo. Desde la célebre expresión de los paganos a los cristianos: “¡miren cómo se aman!” referido en la antigüedad por Tertuliano, y pasando por las vidas evangélicas y martiriales de todos los santos y santas de Dios, la Iglesia asume credibilidad y respeto cuando en ella se atesora, se cuida y se promueve a la persona de cada cual. En el mundo sobran instancias y ambientes en los que se ningunea la dignidad y la autenticidad irrepetible de cada uno. Que en la Iglesia del Señor no sea así.
El llamado actual del Papa Francisco a combatir el clericalismo y difundir la sinodalidad no es sino el proyecto de mostrar a todos el verdadero rostro de la Iglesia, el que siempre ha tenido desde que la instituyó su divino Fundador. A pesar de lo obvio que a algunos ello pudiera parecerles, para la inmensa mayoría el asunto de la vida eclesial es cosa de los clérigos y de otros tantos, hombres y mujeres, que rigen y mandan en los templos. Luchemos juntos por devolverle a la Iglesia su verdadera esencia sinodal. Atendamos al Buen Señor que desde hace tanto tiempo nos instó: “Brille así su luz delante de los hombres, para que viendo sus buenas obras, glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mt 5, 16). 9
Pbro. Lic. José Francisco Juárez Barrera DIÓCESIS DE CULIACÁN
El caminar de nuestra Iglesia ha indicado en diversas maneras que tenemos una clara exigencia: El vivir de acuerdo a la fe que profesamos. Los no creyentes exigen que aquellos que dicen creer en Dios transmitan con su testimonio aquello que creen; esto puede ser dicho en otras palabras: Hacer palpable el reino de Dios. Sabemos que ese reino no se manifestará plenamente en este mundo sin embargo podemos hacer que una vivencia autentica de la fe haga palpables signos de su manifestación ya desde hoy. Ante esta exigencia encontramos las siguientes oposiciones: Muchos fieles poseen un vasto conocimiento de la fe pero no encuentran el modo de encarnar dichos conocimientos en su vida concreta. Se trata de una fe que esta desencarnada y queda solo en un conocimiento intelectual. Otros creyentes no conocen los contenidos básicos de su fe aunque en su vida reflejan con sus buenas obras un cristianismo vivo, solo que es frágil. Una propuesta que puede conjugar estas dos situaciones y muchos otros factores que vivimos como Iglesia es el retomar nuestro ser discípulos, vivir esta espiritualidad como un itinerario.
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El discípulo es aquel que vive su fe a través de
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diversos aspectos que se complementan entre sí y están ubicados en una cierta jerarquía.
A continuación un ejemplo de esto: Un joven vive un retiro espiritual en el cual vive un encuentro con Cristo y reaviva su fe; después de vivir este retiro, se acerca a su parroquia para participar en cursos y pláticas de evangelización, Biblia y otros temas cristianos básicos. Finalmente el joven se propone asistir a la Misa cada domingo para poder recibir a Cristo consciente de lo que este sacramento le ofrece para vivir cristianamente. Este es, dicho de manera muy sintética, un itinerario discipular ideal en el que distinguimos tres áreas: Un primer encuentro con Dios en el que a través del sentimiento la persona vive una primera etapa de conversión. Un segundo momento en que se ofrecen ahora contenidos de fe que se requieren profundizar para poner sólidas bases. El tercer momento es aquel que consideramos como culmen porque es la cima alcanzada donde se toca de cerca al Dios vivo a través de los sacramentos, y además es fuente de vida cristiana. Esta etapa es un culmen donde se experimenta la presencia de Cristo en la liturgia y los sacramentos. Las tres etapas mencionadas pueden ser llamadas del modo siguiente: Pastoral (primer momento kerigmático, cargado de sentimiento), Evangelización (se profundiza la fe y se recibe una integra catequesis sobre la vida cristiana) y Liturgia (aquí se tiene el contacto con el Dios vivo principalmente en los sacramentos). Son tres escalones que llevan a una sólida vida cristiana que logra superar obstáculos y llena de felicidad el corazón del discípulo. Si una de estas etapas es débil las otras dos sufren a su vez porque están todas relacionadas íntimamente. Veamos ejemplos de esto: Un joven quiere acercarse a conocer más sobre la biblia pero en su parroquia solamente hay misas, no hay ningún curso que se lo permita. El joven se desilusiona y busca acudir a una secta donde se siente recibido y acogido en una familia (cosas básicas que como católicos debemos siempre promover) Un sacerdote quiere que sus misas sean más pastorales y pone entre los cantos de la Misa música rock y temas de películas populares. La gente acude más a un show que a una celebración litúrgica. Un grupo de misioneros llega a una comunidad y quiere preparar en unas cuantas semanas a los niños para recibir la primera comunión, pero ellos todavía no tienen el encuentro con Jesús y no han experimentado esa emoción inicial ni tampoco conocen bien el sacramento y el significado de los signos contenidos en él. Estos ejemplos pueden ayudar a comprender que las tres áreas mencionadas están unidas pero a la vez tienen límites concretos que, sabiéndolos distinguir, nos evitan muchas confusiones. Lograr respetar estos tres escalones de un camino de discípulo puede ayudar a una comunidad a ser realmente el espacio donde un fiel crece en su espiritualidad y aprovecha al máximo los frutos de la liturgia, haciendo presente el reino de Dios. 11
El reto de nuestras comunidades y realidades pastorales es lograr mantener activas estas áreas con todas sus manifestaciones concretas en la vida parroquial y diocesana, solo así lograremos dar a los creyentes lo que tanto buscan: Alimentar su fe y consolidarla para vivirla mejor; fruto de este esfuerzo será también atraer a muchos a creer en el Dios que vive en su Iglesia y camina con ella en la historia.
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Una de las características del reino de Dios es que su manifestación no es inmediata, no lleva tiempos como los nuestros; las personas, por diversos factores, buscamos rapidez en los diversos ámbitos de nuestra vida, como cuando vamos a recibir un servicio y si no nos atienden rápido o tenemos una larga fila por delante elegimos otra empresa. Algo parecido puede ocurrir como tentación a la hora de buscar los sacramentos; es común que a la gente le parezca demasiado gravoso asistir a catequesis pre sacramental cuando sería más fácil memorizar algunas oraciones y listo, lo cual no forma discípulos sino cristianos de una fe frágil.
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El reino de Dios se manifiesta de modo paciente, como la semilla de mostaza que produce un gran arbusto de manera lenta y silenciosa. Inspirados en esta imagen evangélica debemos de tratar de promover una vivencia de los sacramentos que no esté basada en lo más práctico y rápido sino en el encuentro con Cristo, el cual se da a su tiempo y de acuerdo a las tres áreas antes mencionadas, por desgracia muchas veces es un esfuerzo poco apreciado porque los frutos no se manifiestan inmediatamente, sin embargo sembrar es nuestro trabajo y alguien podrá cosechar a futuro aquello que tal vez no lograremos ver y otros podrán gozar. Que podamos ser fieles servidores de ese reino que se hace ya presente en cada esfuerzo silencioso y sacrificado por valorar los sacramentos, signos de la presencia de Cristo en su Iglesia, y podamos así un día heredar el premio prometido.
Sabemos que el Espíritu Santo actuando en la Iglesia suscitó el movimiento litúrgico que, promoviendo la reforma litúrgica, llegó a su expresión más alta en la promulgación de la Constitución “Sacrosactum Concilium” (SC) del Concilio ecuménico Vaticano II, tenía como propósito “…acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio…”1, “…para que de la sagrada Liturgia el pueblo cristiano obtenga con mayor seguridad gracias abundantes… participando en la celebración …plena, activa y comunitariamente”2. Esta participación se ha de fomentar en las comunidades parroquiales (que representan a la Iglesia visible establecida por todo el orbe) donde fomentando teórica y prácticamente entre los fieles y el clero la vida litúrgica parroquial, florezca el sentido comunitario parroquial, sobre todo en la celebración común de la Misa dominical3. Así mismo SC dice que: “Los pastores de almas fomenten con diligencia y paciencia la educación litúrgica y la participación activa de los fieles, interna y externa, conforme a su edad, condición, género de vida y grado de cultura religiosa, cumpliendo así una de las funciones principales del fiel dispensador de los misterios de Dios y, en este punto, guíen a su rebaño no sólo de palabra, sino también con el ejemplo”4.
Este deseo del Vaticano II, es sin duda, la expresión de la preocupación habida entre los pastores para hacer de la vida litúrgica en las comunidades parroquiales la fuente y culmen de la vida cristiana5 afrontando los retos y dificultades del tiempo.
Pbro. Lic. Emanuel Vázquez Carrillo SAN JUAN DE LOS LARGOS
SECRETARIO EJECUTIVO CEPALI
SC 1. SC 21. 3 Cfr. SC 42. 4 SC 19. 5 Cfr. SC 10. 1 2
Por eso, hacía consiente la necesidad de llegar hasta la realidad propia de las comunidades, conociendo, viviendo e impulsando para que la vida de fe, siguiera permeando y transformado las realidades propias. No en balde el mismo Concilio en la “Gaudium et Spes” (GS) expresa que: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, 13
reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia”6.
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No cabe duda que así, la Iglesia insertada en la cotidianidad de cada hombre logra que la vida cristiana florezca en las comunidades parroquiales, es ahí, el punto álgido del llamado, conversión, discipulado, comunión y misión.
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Llegado a este punto de la reflexión, en el cambio de época en que nos encontramos, los obispos de América Latina y el Caribe en el Documento de Aparecida (DA), al reflexionar sobre la tarea y misión de las comunidades parroquiales, han afirmado que las parroquias son: “Células vivas de la Iglesia y el lugar privilegiado en el que la mayoría de los fieles tienen una experiencia concreta de Cristo y la comunión eclesial. Están llamadas a ser casas y escuelas de comunión… que sean de verdad espacios de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abiertas a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizadas de modo comunitario y responsable, integradoras de movimientos de apostolado ya existentes, atentas a la diversidad cultural de sus habitantes, abiertas a los proyectos pastorales y supraparroquiales y a las realidades circundante ”7. GS 1. DA 170. 8 Cfr. DA 172. 9 Cfr. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (RICA). 6 7
Es desde la comunidad parroquial donde se hace el anuncio explícito y concreto de Jesucristo y desde donde se puede ser discípulo-misionero. Es en esta misma desde donde se recibe y se acoge la Palabra, donde se celebra en y desde el cuerpo místico de Cristo y desde donde se vive la experiencia (caritativa) del encuentro con el hermano que sufre.
Ante los innumerables retos que en la actualidad (cambio de época) se nos presentan, como, por ejemplo: los cambios socio-culturales, el paso de una cultura religiosa tradicionalista a un contexto postmoderno, un cristianismo debilitado, más centrado en el culto y el adoctrinamiento que en la experiencia de encuentro con Jesucristo y el compromiso social de la fe, un “analfabetismo religioso”, la dinámica de renovación parroquial, exige dejarse iluminar por la Palabra viva y eficaz8.
De esta manera, la comunidad cristiana reunida para partir el Pan de la Palabra y de la Eucaristía, debe fortalecer su proceso de evangelización en la pastoral profética (que no es solo adoctrinamiento, sino ante todo, una experiencia catecumenal9 de llamadoconocimiento-conversión), en la pastoral celebrativa (que celebre comunitariamente en los sacramentos, sacramentales y en la Piedad Popular su experiencia de encuentro con Jesucristo) y en la Pastoral Social (en el aterrizaje del encuentro que se traduce en la caridad), ha de hacer referencia a la Pastoral única de la Iglesia
en sus diferentes dimensiones y expresiones donde: “La Eucaristía, en la cual se fortalece la comunidad de los discípulos, es para la Parroquia una escuela de vida cristiana. En ella, juntamente con la adoración eucarística y con la práctica del sacramento de la reconciliación para acercarse dignamente a comulgar, se preparan sus miembros en orden a dar frutos permanentes de caridad, reconciliación y justicia para la vida del mundo”10. A la luz de Aparecida, las comunidades parroquiales deben celebrar la Eucaristía como la fuente y culmen de la vida cristiana, la que haciéndolas eucarísticas fortalece sacramentalmente el encuentro con Cristo11, por eso, en las parroquias se celebra y actualiza toda la vida sacramental de la Iglesia12.
Para favorecer este encuentro con Jesucristo a través de la vida litúrgico-sacramental de la Iglesia y especialmente a través de la Eucaristía, el Pueblo cristiano tiene que saber captar los “signos de los tiempos”, los contenidos de los gestos rituales, el sentido teológico de la celebración y la intención que tiene la Iglesia al preferir tal o cual gesto o acción litúrgica. Es aquí donde, en este rubro de la formación y educación litúrgica, inicia la misión de la Pastoral litúrgica en la parroquia.
Así lo ha expresado SC: “Al reformar y fomentar la sagrada Liturgia hay que tener muy en cuenta esta plena y activa participación de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y necesaria de donde han de beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano, y por lo mismo, los pastores de almas deben aspirar a ella con diligencia en toda su actuación pastoral, por medio de una educación adecuada. Y como no se puede esperar que esto ocurra, si antes los mismos pastores de almas no se impregnan totalmente del espíritu y de la fuerza de la Liturgia y llegan a ser maestros de la misma, es indispensable que se provea antes que nada a la educación litúrgica del clero”13. Este deseo del Concilio se traduce en la manera de cómo afrontar los retos de los que ya hemos hablado, lo que para nosotros se traduce en el mayor desafío al que se enfrenta la pastoral celebrativa en nuestras comunidades parroquiales y, no es otra cosa que despertar, fortalecer, purificar y acompañar la fe cristiana, mediante una evangelización inculturada, frente al secularismo y otras tendencias culturales. Debemos fortalecer el sentido de pertenencia a la comunidad, reformular nuestro proceso evangelizador centrado en la celebración de los sacramentos que no da importancia a los procesos de conversión y discipulado, necesitamos superar el clericalismo y los celos pastorales entre los agentes (ordenados y no ordenados), es urgente promover el liderazgo y la
Cfr. DA 175. “Encontramos a Jesucristo, de modo admirable, en la Sagrada Liturgia. Al vivirla, celebrando el misterio pascual, los discípulos de Cristo penetran más en los misterios del Reino y expresan de modo sacramental su vocación de discípulos y misioneros. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Vaticano II nos muestra el lugar y la función de la liturgia en el seguimiento de Cristo, en la acción misionera de los cristianos, en la vida nueva en Cristo, y en la vida de nuestros pueblos en Él” DA 250. 12 DA 250. 13 SC 14. 10 11
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presencia de la Iglesia en situaciones existenciales de la sociedad (salir de la zona de confort), con la “chispa del Espíritu” atender los signos que ya se venían anunciando en el cambio epocal y superar la falta de interés por una formación cristiana y pastoral integral. Podemos decir entonces que este deseo del Concilio y de toda la reforma litúrgica no es otra cosa, que lograr una pastoral celebrativa que tiene como finalidad promover la participación en el culto integral de la Iglesia, es decir, el culto constituido por el culto existencial que es toda la vida en docilidad al Espíritu Santo y el culto simbólico-ritual que expresa, concentra, sintetiza y visibiliza el encuentro litúrgico-sacramental de la obra salvadora realizada por Cristo y la vida entera del creyente en Cristo. Por eso ahora, es necesario que, en nuestras comunidades parroquiales, incluso de frente al tiempo de pandemia en que vivimos: A|Purifiquemos nuestras celebraciones litúrgicas de aquellos elementos que son más accesorios, folclóricos y de espectáculo para que aparezca lo que es fundamental (Cfr. SC 21. 34). B|Potenciar las celebraciones comunitarias, tanto en la iglesia parroquial como en sectores (urbanos y rurales) y barrios, cuidando en ellas el Ars celebrandi (Cfr. SC 26. 27). C|Recuperar la importancia de la palabra de Dios en la vida de la comunidad (Cfr. SC 24. 35; VD 52-87). D|Afianzar y promover la vivencia y celebración de la fe desde el ejercicio del compromiso bautismal y lo específico de las múltiples vocaciones en la Iglesia, con un sentido claro y maduro de inculturación (Cfr. SC 37-40).
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E|Promover una pastoral celebrativa en salida que favorezca un encuentro directo y cercano con las personas y que les ayude a confrontar las estructuras sociales en que se vive.
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F|Frente a la realidad pandémica, adaptarse a las nuevas realidades sin perder la esencia de las acciones litúrgicas presenciales, que no pueden suplirse por eventos virtuales.
Es necesario que también atendamos otros retos que desde SC y otros documentos del Magisterio se nos proponen:
1. Educar en la verdadera naturaleza de la liturgia y en su sentido pascual al pueblo de Dios. 2.Realizar celebraciones litúrgicas elocuentes, inteligibles a los sentidos y simbólicas-comunicativas. 3.Reinterpretar adecuadamente la capacidad catequética y evangelizadora de las acciones litúrgicas. 4.Redescubrir la dimensión social de la liturgia, fomentando las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia para despertar el compromiso social. 5.Entender el sentido claro de la inculturación14. 6.Fomentar una amplia formación catequéticalitúrgica con el pueblo de Dios. 7.Lograr integrar pastoral celebrativa dentro del conjunto del triple ministerio de todo bautizado (profético-litúrgico-social). 8.Potenciar la ministerialidad de los laicos. A la luz de esta reflexión habremos de decir, que la pastoral celebrativa, solo puede ser entendida en su justa dimensión y dar frutos, dentro de una pastoral orgánica que, según Aparecida, es la respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias y los retos del mundo de hoy15.
14 Inculturación no quiere decir adaptación de una simple traducción de los libros litúrgicos, o solamente agregar ciertas costumbres autóctonas a la liturgia sin elementos cristianizados o sólo puestos por folklore. (Cfr. SARTORE D – TRIACCA Achille M, “Pastoral Litúrgica” en el Nuevo Diccionario de Liturgia, Ediciones Paulinas, España 1987. 1581-1582). 15 Cfr. DA 371.
Podemos concluir que los grandes desafíos de la Pastoral celebrativa en y desde las comunidades parroquiales son los siguientes: Hacer de las acciones litúrgico-sacramentales un verdadero espacio de encuentro con Jesucristo, en donde los fieles nacen a la vida cristiana, en donde encuentran su alimento, y desde donde son impulsados a su misión, sobre todo en: A|La Eucaristía: lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo, fuente inagotable de la vocación cristiana y fuente inextinguible del impulso misionero16. B|El Domingo: “Vivir según el domingo”. Es necesario promover la “pastoral del domingo” y darle “prioridad en los programas pastorales”, para dar un nuevo impulso a la evangelización17. C|La Reconciliación: lugar de encuentro con Jesucristo misericordioso, que nos devuelve la alegría y el entusiasmo de anunciarlo a los demás18. Vivimos en una cultura marcada por un fuerte relativismo y secularismo y una pérdida del sentido del pecado que nos lleva a olvidar la necesidad del sacramento de la Penitencia que nos reconcilia con Dios, con nuestros prójimos, con nosotros mismos y con la creación entera.
...porque de ahí depende que todos los deseos e intenciones del movimiento litúrgico, del Vaticano II, de otros documentos posconciliares y del Magisterio de la Iglesia y de los Papas, se encarnen y den fruto en las pequeñas células parroquiales de la Iglesia. Si la vida cristiana se encuentra de frente a la exigencia del testimonio de vida en una sociedad materialista, relativista, subjetivista y de una moral débil, el reto de la pastoral celebrativa, en todos los ámbitos, debe lograr que los momentos celebrativos de cada comunidad (sacramentos, sacramentales, devociones y piedad popular) se conviertan en imperativos éticos y morales. Obvio está, que también debemos preocuparnos por el sentido de pertenencia (identidad, vínculos y acuerdos), lo que implica que apostemos más por reforzar y fortalecer la iniciación cristiana. Sin duda que esta reflexión responde a la experiencia académica, pastoral y ministerial, así como de miembro de una comunidad de quien la elabora, pero no podemos olvidar que esta misma experiencia del responsable de comunidad y de sus agentes, debe favorecer la conciencia más real (del aquí y del ahora), de los retos que la pastoral celebrativa tiene en cada comunidad, en sí misma y de manera transversal, para generar propuestas transformadoras que favorezcan el compromiso social.
D|La oración personal y comunitaria: lugar donde el discípulo-misionero cultiva una relación más profunda con Jesucristo y procura asumir la voluntad del Padre19 y se deja impulsar por el Espíritu Santo. Promover e impulsar la celebración de la Liturgia de las Horas. E|La Piedad Popular: punto de partida para madurar la fe y hacerla fecunda20. Hay que promoverla, purificarla y protegerla21; valorarla y evangelizarla.
Entonces, la pastoral celebrativa en las comunidades parroquiales, debe vivir inserta en las realidades propias de cada comunidad parroquial, conocer la realidad socio-cultural y la historia en ello, incluso el grado de formación cristiana22 de sus miembros (niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores)...
DA 251. | 17 DA 252. | 18 DA 254. | 19 DA 255. | 20 DA 262. | 21 Cfr. DA 258. El tema de la renovación, formación, acompañamiento de agentes, en estos momentos es primordial por la situación de pandemia, es decir, viene a ser como un momento especial de una misión “ad intra” dirigida al fortalecimiento y sanación de los agentes de pastoral. Esta es una tarea transversal en todos los sectores de la pastoral parroquial. 16 22
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DIGNIFICACIÓN Y CUIDADO DE ESPACIOS Y LUGARES LITÚRGICOS Para el ejercicio de la ministerialidad eclesial como signo de madurez iniciática y compromiso cristiano.
El virus Sars-cov2 que ha desatado una pandemia mundial desde hace ya dos años, nos ha mostrado lo frágiles y caducos que somos como seres humanos, las deficiencias y limitaciones en nuestros sistemas de salud, el dolor y sufrimiento ante las pérdidas humanas y ante el desplome de las economías. En la Iglesia también nos ha mostrado nuestras limitaciones y nuestras cobardías como personas de fe que debiéramos ser para enfrentar sin miedos esta situación. Ante la falta de discernimiento y de una profunda reflexión y análisis teológico-pastoral, hemos sido testigos de un sinfín de iniciativas raras y ajenas a la sana tradición de la Iglesia; hemos visto una desmedida creatividad basada más en iniciativas personales y en gustos subjetivos que en la Sagrada Escritura y en el Magisterio de la Iglesia.
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Pbro. Lic. Oscar José García
ARQUIDIÓCESIS DE MORELIA
Trabajo presentado en Semana de Estudio-Oración y Convivencia de SOMELIT A.C. 5 de enero de 2022, 18 San Juan de los Lagos, México.
La Sagrada Liturgia, que es donde celebramos y actualizamos todos los Misterios de nuestra salvación y sobre todo el Misterio central de nuestra fe: el Misterio Pascual de Cristo, ha sido una de las realidades eclesiales más devaluadas, deterioradas y afectadas no sólo por la suspensión del culto y el cierre de nuestras iglesias, sino sobre todo por la enorme confusión teológica de lo que realmente es la Eucaristía y su naturaleza misma como banquete sacrificial, como ex – xaleo, es decir, asambleasinaxis convocada presencialmente para participar (tomar parte) no como espectadores pasivos sino, como cuerpo de Cristo que ejerce su sacerdocio y su ministerialidad en un tiempo (kairós) y en un espacio celebrativo dedicadoconsagrado para ser lugar anamnético por la acción pneumatológica-epliclética del Ruah y así poseer una dimensión sacramental portadora de salvación para todos los ahí presentes.
El rol de los medios electrónicos de comunicación y de las redes sociales ha sido central en esta pandemia para comunicarnos, pero hemos pasado de su uso natural que es precisamente la comunicación a un uso forzado y cuestionante en nuestras celebraciones, a tal grado de lograr su legitimación en la vida diaria de la Iglesia. Respecto de nuestro tema, hemos de preguntarnos si es lo mismo estar en un sillón de nuestra sala a estar en una banca formando parte presencial de una asamblea; si es lo mismo escuchar la Palabra frente al lugar anamnético del sepulcro vacío que frente a una pantalla electrónica; si cumplimos igualmente el mandato de Cristo “tomen y coman, tomen y beban” acercándonos al lugar anamnético del cenáculo-anagaion y lugar anamnético del Gólgota que haciendo una “comunión espiritual” de deseo, subjetiva, intimista y devocional.
LA DIGNIDAD DEL LUGAR PARA EL ENCUENTRO CON DIOS EN LA SAGRADA ESCRITURA. EN EL PRIMER TESTAMENTO Mientras peregrinaban en busca de la tierra prometida, los hebreos advirtieron la necesidad de un lugar dónde dar culto a Dios en medio de ellos y construyeron la tienda del Encuentro o Tabernáculo (Ex 36-40). La hermosa y detallada descripción que nos dan estos capítulos del libro del Éxodo nos hace ver la importancia que tuvo para los hebreos la construcción y decoración del lugar sagrado que destinarían para el encuentro con el Señor. En la tienda reposaba el Arca mientras el pueblo se sosegaba y descansaba de su peregrinar, en ella el pueblo experimentaba la presencia divina y por eso era el lugar del encuentro entre Dios, Moisés y sus sucesores. Terminada la peregrinación, establecidos ya en la tierra prometida, desearon construir en la cima del monte Sión un edificio majestuoso en el cual pudieran ofrecer oraciones y sacrificios a Dios. Este deseo se hizo realidad en el templo de Jerusalén, construido por Salomón, según las palabras del mismo Yahvé a su siervo David (1 Re 6, 1-38). La oración de Dedicación de Salomón es realmente conmovedora (1 Re 8, 27-29). De gran valor para el pueblo, fue la sinagoga, lugar de reunión para la catequesis sabatina sobre la Torá y para entonar los salmos a Dios. No era lugar de sacrificio ni de expiación. La sinagoga surgió como resultado de la destrucción del templo de Jerusalén en el año 587 a.C. y de la dispersión de los judíos a Babilonia. Fue utilizada en sustitución del templo para mantener la unidad de la fe y del culto. Era un lugar de encuentro entre la comunidad judía para preservar la propia identidad y custodiar sus valores. Las primeras sinagogas fueron de estructuras sencillas sin gran elaboración en su diseño, pues estaban destinadas a múltiples fines. Las posteriores tienden a ser más especializadas ya que se refleja el interés creciente en el rito y la liturgia. EN EL SEGUNDO TESTAMENTO En los tiempos de Jesús, el templo de Jerusalén, uno de los más grandiosos del imperio romano, estaba en reconstrucción por orden de Herodes el Grande. A él acudía Jesús esporádicamente, para cumplir con las obligaciones que le correspondían como a cualquier judío. En la misma forma, asistía a la catequesis sabatina en las diferentes sinagogas de Galilea mientras hacía sus recorridos anunciando la buena nueva e instaurando el Reino de Dios. Jesús, pues, era un hombre apegado a sus tradiciones y celoso de la ley. 19
EL CENÁCULO El cenáculo es lugar de banquete, de comida, de encuentro (chabûrah), pero también de sacrificio, entrega, donación. El encuentro trasciende de una cena con Jesús a una celebración litúrgica de la que se deriva una trascendental misión de los discípulos y que la Iglesia continúa cumpliendo desde entonces con amor y reverencia. La cena del Señor es descrita en los cuatro evangelios (Mt. 26, 17-30; Mc. 14, 12-26; Lc. 22, 7-39; Jn. 13, 1-38). Los tres sinópticos narran lo que en el cenáculo sucedió: una cena extraordinaria, cuya novedad consiste en el cuerpo entregado, la sangre derramada; la invitación a comer y beber; en suma, el banquete mesiánico y escatológico.
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Quiero resaltar la atención que el Señor pone en la elección y preparación del lugar. Los evangelios nos narran con detalle las instrucciones que Cristo da a sus apóstoles para que vayan con el dueño del anágaion y le manifiesten su voluntad de celebrar ahí la chabûrah. El cenáculo es un lugar digno, bien dispuesto y preparado y, es que no era para menos, ahí el Señor instituirá el sacramento más grande y hermoso para nuestra salvación.
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LA DIMENSIÓN ANTROPOLÓGICA DEL ENCUENTRO EN UN LUGAR FÍSICO Toda celebración comienza con una reunión y consiste en una reunión. Los que se sienten unidos por diversos vínculos de conocimiento, afecto, parentesco, amistad, pero que en la vida ordinaria se hallan dispersos, separados, se re-únen, es decir, vuelven a unirse, a expresar su vinculación unitiva de modo sensible a través de una presencia física de reciprocidad. Si es necesario se viaja de lejos para llegar al pueblo, a la casa paterna y participar en la gran asamblea festiva de los hermanos, familiares, paisanos. El grupo, la comunidad se reencuentra en la totalidad de sus miembros y de ese modo se inicia la alegría, la fiesta del volver a verse, del saludarse, del estar todos juntos, del departir interpersonal, inicio del compartir comunitario ulterior. La celebración cristiana es fiel a esta ley de toda fiesta humana (dimensión antropológica). Su arranque y punto de partida es también la reunión. Los autores más antiguos que nos describen la liturgia más primitiva señalan como su primer rasgo y su comienzo el hecho del reunirse, de desplazarse y trasladarse a un mismo lugar para encontrarse y hallarse todos juntos. Los cristianos salen y vienen de la diáspora en que normalmente viven, de su dispersión misionera, de su presencia en medio del mundo para formar su asamblea comunitaria en un lugar físico especial, particular, dedicado-consagrado, diseñado y proyectado para el ejercicio idóneo de la ministerialidad de la Iglesia.
LA PARTICIPACIÓN ACTIVA Y MINISTERIAL EN EL ESPACIO CELEBRATIVO
La iglesia edificio, debe de facilitar la participación activa respondiendo al derecho y obligación de la asamblea de poder participar plena, consciente y activamente como lo requiere la naturaleza de la liturgia misma. La forma y estructura del edifico de culto debe estar íntimamente relacionada con el nivel de la participación. Para que un grupo de personas pueda configurarse hoy como una asamblea comunitaria participativa es necesario poner en función una serie de claves arquitectónicas que permitan la interacción de los fieles, que se vean cara a cara, que puedan escucharse recíprocamente, puedan manifestar sus emociones, sus crisis, su oración, de tal modo que la comunión del cuerpo pueda ser real. La liturgia no puede ser ya más un frío ritual en el cual cada emoción de desterrada, reservada a foro interno individualista detrás de una pantalla. Todos los miembros de la asamblea celebrante, con su misma presencia, ejercitan una función ministerial en el acto litúrgico. Es propiamente a través de los sacramentos de la iniciación que los miembros de la asamblea han sido consagrados al sacerdocio de todos los bautizados. Este sacerdocio común da a los fieles sea el derecho que el deber de participar activamente en la liturgia.
Desde una sana y robusta pastoral, es importante cuidar el lugar de la reunión. El protagonismo de la comunidad empieza ya con su misma situación espacial: cercanía, visibilidad, condiciones acústicas, evitando la dispersión. El lugar de los fieles, ante todo, tiene que ser amable, acogedor, con visibilidad y buena acústica. Pero hay algo más. El lugar de la asamblea tiene también una perspectiva teológica y expresiva de su propia identidad. La disposición general del edificio sagrado conviene que se haga de tal manera que sea como una imagen de la asamblea ahí reunida… todo esto, que debe poner de relieve la disposición jerárquica y la diversidad de ministerios, debe también constituir
El aula litúrgica no puede ser igual a la de un cine o un auditorio para conciertos. Estos son espacios en los cuales lo que se reúnen no tienen necesidad de moverse. una unidad íntima y coherente, a través de la cual se vea con claridad la unidad de todo el pueblo santo. El ideal conciliar de la participación activa del pueblo en la liturgia ha ampliado mucho el protagonismo litúrgico, por lo cual no existe un solo personaje empeñado en la acción, a la cual todos los demás asisten, sino más bien el cuerpo entero de los fieles y los otros ministros. Todos tienen un ministerio para ejercer y por lo tanto tienen necesidad de espacios adecuados y de recorridos correspondientes a sus dinámicas celebrativas. De acuerdo a su ministerialidad la asamblea en acto celebrante debe de ser ordenada con un presidente que presida en la comunión de los hermanos en un lugar eminente. Lugares propios para quienes desempeñan diversos ministerios en la celebración. En fin, una asamblea circumstantium polarizada hacia los lugares litúrgicos. El nuevo pueblo de Dios tiene su origen en la pascua de Cristo, que ciertamente se celebra en todos los sacramentos, pero tiene su máxima expresión en los sacramentos de la iniciación cristiana de los cuales el bautismo es el primero y la puerta de accesos a todos los demás sacramentos. La ministerialidad de la Iglesia brota precisamente del agua bautismal, es ahí donde cada individuo recibe la filiación adoptiva de Dios, se configura con Cristo Profeta, Sacerdote y Rey (tria munera), pasa a formar parte del pueblo de la nueva alianza, pueblo sacerdotal, santo, elegido. Los carismas los transmite el Espíritu a la Iglesia en este lugar eminencial que llamamos bautisterio. Lugar del agua, de la luz, la filiación divina, de la fraternidad con Cristo, lugar donde somos sepultados y resucitados con Cristo (Rm. 6, 1-8), lugar en el que el pueblo nuevo nace del agua y del Espíritu. Es la Palabra la que convoca a la asamblea litúrgica de este nuevo pueblo de Dios, la que en un principio creó todo de la nada y convirtió el caos en orden y belleza, la que encarnándose recreó todo nuevamente y continúa a embellecer todas las cosas. El pueblo de Dios vive de su Palabra, la escucha, se deja guiar por ella, hace memoria de los acontecimientos de salvación a través de las narraciones de la Palabra, que está escrita en 21
el libro sagrado de la Biblia y que tiene su culmen en los actos litúrgicos de la Iglesia donde unida a los ritos (ritus (ritus et preces) preces) opera lo que éstos significan, actualiza el evento salvífico y sobre todo en el momento de su proclamación solemne manifiesta todo su esplendor y riqueza. Fue el Concilio Ecuménico Vaticano II el que vino a devolvernos toda esta riqueza de la Palabra de Dios que se había descuidado por algunos siglos haciendo que la mesa de la Palabra de Dios (el ambón) fuera más abundante para los fieles «abriéndose con mayor amplitud los tesoros bíblicos, de modo que, en un espacio determinado de años, sean leídas al pueblo las partes más importantes de la Sagrada Escritura» (SC 51). El rescate de la Palabra trajo consigo también el rescate de su lugar propio de proclamación en la acción litúrgica: el ambón. Monumento que tuvo en el primer milenio del cristianismo un lugar muy especial en la construcción del espacio celebrativo, pero que desgraciadamente en el segundo milenio poco a poco fue perdiendo importancia hasta su total desaparición. Hoy en día a pesar de los esfuerzos que se realizan, a más de cuarenta años del Concilio, por llevar a cabo todas las reformas litúrgicas, el ambón aún no ha encontrado su lugar justo en la mayoría de las iglesias, sobre todo en aquellas que se deben renovar. El culmen celebrativo y espiritual de la iniciación cristiana tiene lugar en el altar, donde se actualiza sacramentalmente la pascua de Cristo, su muerte y resurrección. Es por ello que el altar es considerado, no sólo geográficamente, sino teológica y simbólicamente el centro del aula litúrgica. Lugar hacia donde se dirigen todas la procesiones sacramentales litúrgicas (movimiento centrípeto), lugar de donde mana y se distribuye el sagrado alimento del cuerpo y sangre del Señor (movimiento centrífugo), lugar a donde desciende el Espíritu Santo para realizar el milagro eucarístico de convertir el pan en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre (movimiento catabático-paraclético) y lugar de donde sube la oración y la alabanza de la Iglesia por medio de Cristo al Padre (movimiento anabático). Símbolo de Cristo, símbolo de su cuerpo místico, símbolo de la mesa del cenáculo, símbolo del Gólgota, símbolo de unidad. Lugar en donde Cristo cabeza y cuerpo ejerce plenamente su sacerdocio para perpetuar su obra salvadora. Lugar en el cual se unen el cielo y la tierra. Lugar de la memoria, lugar del sacrificio, lugar del banquete, lugar de la comunión, fuente y cumbre de toda la vida cristiana.
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A MODO DE CONCLUSIÓN
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Sigamos reflexionando basados en los principios de una sana teología litúrgica, en la larga Tradición de la Iglesia y en las enseñanzas del Magisterio eclesial. No ejecutemos acciones sólo por moda o impulsados por el frenesí de necesidades inmediatas y urgentes. No estamos cerrados a una pastoral creativa y propositiva ni tampoco a la gracia de Dios que puede actuar más allá de lo ordinario y común, pero reflexionemos, profundicemos, discutamos y actuemos siempre en consecuencia de los mismos cauces antropológicos y sacramentales que nuestro Señor Jesucristo ha establecido.
En muchas de nuestras realidades parroquiales, a nivel litúrgico-sacramental, se pueden observar una serie de situaciones que se presentan, incluso parecen normales, en donde se llevan a cabo posturas, gestos, palabras, “ritos” o presencia de personas, ajenas a la Tradición y sentido verdadero y mistérico de la Sagrada Liturgia, que en muchas ocasiones representan y, lo son, serios abusos litúrgicos. Estas situaciones que pueden tener diversas justificaciones como pueden ser el pastoral, o catequético. Claro está que existen diversos niveles de abuso, desde costumbres catequéticas, de acercamiento entre el ministro ordenado y los fieles o aquellas que ponen en duda la validez de los sacramentos pasando por defectos en la celebración, ya sea por exceso o defecto. Es oportuno recordar que la Sagrada Liturgia posee una dimensión llamada Derecho Litúrgico, misma que tiene como fuente las Constituciones, decretos y otros documentos de la Iglesia, así como en los rituales o libros litúrgicos, ya que en todos ellos se plasma: 1. El sentido original de los sacramentos. 2. La auténtica función de la Iglesia en la transmisión de la fe mediante la celebración de sus misterios. 3. La transmisión con una rica carga simbólica y antropológica, con participación plena y activa de manera individual y comunitaria. Sin embargo, en esta ocasión reflexionaremos en la praxis litúrgica desde la perspectiva del derecho canónico. Pbro. Lic. Juan Diego Tánori Miranda ARQUIDIÓCESIS DE HERMOSILLO
LICENCIADO EN DERECHO CANÓNICO
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En la legislación universal de la Iglesia, contenida principalmente en el Código de Derecho Canónico (abreviado CIC) encontramos dos cánones que nos dan las pautas necesarias para evitar abusos en la celebración de los Sacramentos, principalmente la Sagrada Eucaristía. Estos cánones dicen a la letra lo siguiente: c. 840 Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia, son signos y medios con los que se expresa y fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica; por esta razón, tanto los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos. c. 841 Puesto que los sacramentos son los mismos para toda la Iglesia y pertenecen al depósito divino, corresponde exclusivamente a la autoridad suprema de la Iglesia aprobar o definir lo que se requiere para su validez, y a ella misma o a otra autoridad competente, de acuerdo con el c. 838 §§ 3 y 4, corresponde establecer lo que se refiere a su celebración, administración y recepción lícita, así como también al ritual que debe observarse en su celebración.
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De estos cánones podemos sacar las siguientes ideas:
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Los Sacramentos fueron instituidos por Cristo Nuestro Señor y encomendados a la Iglesia, por lo tanto, pertenecen al Señor, Él dejó los elementos necesarios para su realización, materia y
palabras contenidas en las Sagradas Escrituras, y al mismo tiempo los encomienda a la Iglesia, a través de los Apóstoles y sus sucesores los obispos, para su realización y efectividad. Así, los Sacramentos no pertenecen a la Iglesia como propietaria, mucho menos al fiel o al ministro, son de Jesucristo, pero la Iglesia es depositaria y transmisora. Esta es la idea fundamental para evitar todo abuso en la Sagrada Liturgia, los sacramentos no son del ministro ordenado, no son de la comunidad, no son incluso del Romano Pontífice, por lo tanto, no pueden cambiar, quitar o añadir nada, por gusto o cualquier otra justificación mencionada precedentemente. (cfr. Sacrosanctum Concilium 22 §3) Son acciones de Cristo y de la Iglesia. Esta idea va muy de la mano de la anterior, puesto que no son acciones pertenecientes al ministro o la comunidad, que ellos las hagan o realicen a voluntad propia, es Cristo quien actúa y la Iglesia los realiza en nombre de Jesucristo para, como dice el mismo canon, expresen y fortalezcan la fe, que es una, en diversos modos expresada ciertamente, pero no en particularismos de crear liturgias propias dejadas a la inventiva del sacerdote o la comunidad, con una malinterpretada creatividad litúrgica o caer en liturgias parroquiales donde se busca cada domingo o solemnidad a ver qué nuevo se puede hacer o inventar; rendir culto a Dios, como la Tradición litúrgica lo ha expresado a lo largo de los siglos, cuidando el debido culto con suma devoción y veneración, sin expresiones tontas o infantiles; y finalmente, realizar la santificación de los hombres, que ha comenzado desde la Encarnación del Verbo, santificación objetiva a través de la materia y forma dejada por el Señor Jesucristo y administrada correctamente por la Madre Iglesia, que esto es también y debe serlo siempre, una
seguridad para el fiel de que recibe lo que Jesucristo instituyó, por la acción correcta de la Iglesia, en los momentos oportunos de su vida. Crear, corroborar y manifestar la comunión eclesiástica. Los ritos realizados con sentido, de acuerdo a la voluntad de su creador, Jesucristo y del desarrollo orgánico que la Iglesia ha ido ampliando y profundizando, además de ser catequético, crean, corroboran y manifiestan, la fe única, la comunión como Iglesia y la unidad. Esto evitará en muchas ocasiones introducir situaciones que dejan ver en la celebración conceptos ajenos a la doctrina misma, pequeñas herejías, inconscientes posiblemente, pero que como una gota de veneno manchan el agua límpida de la doctrina y fe cristiana. Dice un antiguo proverbio latino sobre la relación entre fe, liturgia y pastoral: lex orandi, lex credendi, lex agendi. Es decir, la ley de la oración es la ley de la fe y la ley del hacer, la oración litúrgica manifiesta por excelencia la fe y el hacer, pero si la oración cambia e introduce abusos, ¿qué fe manifiesta? y ¿qué acción enseña?. Tanto los sagrados ministros como los demás fieles deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos. Aquí se hace una recomendación tanto al ministro ordenado como al fiel, la participación, celebración y realización de la Sagrada Liturgia debe ser con una grandísima veneración, poner el máximo de los cuidados y atenciones, que contribuya a la fe y santificación del hombre, que rinda culto debido a Dios, no es una
veneración cualquiera, es de primer orden y, además, se añade que sea con la debida diligencia. En cuántas ocasiones no se ven celebraciones que rayan en la mofa, en el antropocentrismo, en la vulgaridad o incluso cambiando palabras o agregando elementos extraños y haciendo por tal motivo invalida la celebración. El c. 841 enseña en su totalidad que solo la Autoridad Suprema de la Iglesia, esto es, el Romano Pontífice y aquellos que él permita podrán cambiar algo, expresar los ritos o la manera de realizar o la validez de los mismos. Esto va unido de la mano con el hecho que la Iglesia es depositaria de la fe y su liturgia, es acción eclesial en la medida que expresa la fe, da culto debido a Dios y santifica a los hombres, en cuanto se pierda una de estas finalidades, se aleja del espíritu propio de la liturgia, de su Tradición y de la unidad. Finalmente, recordando unas palabras del Santo Padre Benedicto XVI, Papa Emérito, sobre la finalidad de toda liturgia, que la relaciona con el ser mismo de la Iglesia, así logremos de esta manera valorizar lo que la Madre Iglesia nos da con toda la riqueza de textos, lecturas, oraciones, ritos y gestos, que expresados en su unidad nos santifican y acercan a Dios y a todos los cristianos del orbe entero. Dice el venerable Pontífice: “el misterio de la Iglesia y su dimensión misionera son también revelados en el contexto litúrgico de la Epifanía. Ella es llamada a hacer brillar la luz de Cristo en el mundo, reflejándola en sí misma como la Luna refleja la luz del Sol” (Homilía de la Solemnidad de la Epifanía del Señor del 2006).
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Pbro. Lic. J. Gabriel Pérez Muñoz
DIÓCESIS DE TLAXCALA
Lo que busca este itinerario cuaresmal es llevarnos de la mano domingo a domingo para llegar a la celebración de la Pascua. Con la gran particularidad de este ciclo “C” que nos propone al evangelista Lucas, llamado itinerario penitencial conformado por los evangelios de las tentaciones de Jesús en el desierto (Lc 4,1-13), el de la transfiguración de Jesús (Lc 9,28-36), el de la higuera estéril (Lc 13,1-9), el del hijo pródigo o Padre misericordioso (Lc 15, 1-3. 11-32) y el de la mujer adúltera (Juan 8, 4-11).
Es importante descubrir la gran riqueza que hay en los textos proclamados (las lecturas tomadas de la Palabra de Dios) y en los textos orados (oración colecta, oración sobre las ofrendas, oración después de la comunión, prefacios, etc.). Analicemos como los textos proclamados y orados de la eucaristía de cada domingo, encierran una profunda relación con la finalidad de llevarnos a vivir la celebración.
Domingo de la fe Este primer domingo está sobre todo dominado por el pensamiento de la salvación que se obtiene mediante la fe.
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El Evangelio de Lucas 4,1-13 que se proclamará en este día tiene como tema central: “El espíritu llevó a Jesús al desierto; ahí lo tentó el demonio”. En este ciclo “C” el evangelio de la tentación de Jesús en el desierto, adquiere una particular significación. La prueba sufrida por Cristo termina con un triunfo que es el de la confianza en el Padre y la voluntad de seguir lo que Él decida. Hay que adorar al único Dios cumpliendo su voluntad, sin pedir explicación. Cristo confiesa su fe con palabras y con hechos, es decir con sus labios y superando la tentación. Cristo contesta al demonio rechazando sus tentaciones de placer (concupiscencia), del tener (dinero) y del poder (superioridad, soberbia, orgullo). Cristo confía en su Padre y sabe que nunca lo abandonará.
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Por ello, en la oración colecta le pedimos a Dios “que por las prácticas anuales del sacramento cuaresmal que son el ayuno, la caridad y la oración, progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo y traduzcamos su efecto en una conducta irreprochable”. Al igual que Cristo, debemos confesar nuestra fe con nuestros labios y con nuestros actos (fe y rechazo al pecado). Porque la fe y la obediencia en el Señor ha hecho de Israel una gran nación, que estando en esclavitud, fue liberada por su Dios, y conducida a un país donde mana leche y miel. La aclamación antes del evangelio: “no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Nos hace ver que nuestra confianza no debe estar en la provisión, el alimento o el pan, sino en Dios y en su Palabra.
La primera lectura del libro del Deuteronomio 26,4-10 cuya idea principal es: “La profesión de fe del pueblo escogido”. Esta lectura refuerza el evangelio, nos narra cómo el pueblo de Israel es salvado en la tribulación. Es el grito de triunfo de la nación tentada y que vivía en esclavitud; y escuchó la respuesta de Dios: “Se puso junto a mí; lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré”. Obedeciendo a la ley, el israelita buscaba satisfacer su legítima aspiración a la vida desbordante; pero sólo el camino de la fe conduce a la salvación dada por Dios. Esta fe da una salvación que es presente, pero es también una salvación futura; el que mediante la profesión de sus labios afirma su fe, llega a la salvación. Al final de la vida, en el momento del juicio, ninguno de los que hayan afirmado así su fe conocerá la desgracia. Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará. La primera lectura del Deuteronomio ligaba la profesión de fe a un ceremonial de ofrenda de las primicias de la tierra. Los exegetas ven aquí la intención de acomodar al culto de Yahvé los cultos agrícolas. Los dones de la tierra con actualización de la salvación y muestran como Dios quiere salvar a su pueblo, a condición de que éste le exprese su confianza. Con el salmo 90, que es una profesión de fe, le contestamos cantando a Dios que nos ha hablado a través de su palabra: “Tu eres mi Dios y en ti confío”. Yo digo al Señor: Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti. Confiamos que nos librarás, nos pondrás a salvo y nos escucharás en la angustia. La segunda lectura del apóstol San Pablo a los romanos 10,8-13 tiene como tema central: “la profesión de fe del que cree en Jesucristo”. San Pablo nos anima con palabras de aliento y confianza en medio de la prueba y del sufrimiento. “La Palabra está cerca de ti; la tienes en los labios y el corazón”. Toda esta lectura del Apóstol es un grito de fe con la seguridad de la liberación: Si tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo resucitó, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justicia. Mediante la fe, cada uno se confía a Dios y no intenta una aventura imposible: la de salvarse mediante su propia justicia. La ley daba el conocimiento del pecado, la fe da la fuerza de espíritu que santifica Rm 8,11. Esta fe da la salvación. Se ve cómo el evangelio, la primera y segunda lectura están ligadas entres sí; ha de subrayarse sobre todo el aspecto de la adoración y de fe para con el único Dios. Tenemos aquí una nueva ocasión de constatar cómo la lectura litúrgica de un mismo texto ha de ser interpretada según el ángulo de visión determinado por las demás lecturas. Por eso el evangelio de la tentación, en los tres ciclos tiene que ser comentado de forma diferente, siguiendo el ángulo determinado por las otras dos lecturas. El prefacio nos da una síntesis de este primer domingo: “Porque él mismo al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, consagró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal y, al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a superar la seducción del pecado, para que después de celebrar con espíritu renovado el misterio pascual, pasemos finalmente a la Pascua eterna”. Terminamos con la súplica de la oración después de la comunión: “suplicamos la gracia de aprender a sentir hambre de aquel que es el pan vivo y verdadero, y a vivir de toda palabra que procede de su boca”. Que este domingo profesemos nuestra confianza en Dios de tal manera que nos lleve a una conversión rechazando las tentaciones de pecado. 27
Domingo de la Transfiguración Escucharemos en este día el Evangelio de Lucas 9,28-36 cuya idea principal es: “Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto”. El evangelio de la transfiguración propuesto por Lucas hay que leerlo con una perspectiva de obediencia y de confianza absoluta. En Lucas este texto adquiere una orientación pascual. Cristo aparece en la gloria y los ángeles participan en esta gloria de Jesús. Advirtamos que en Lucas la presencia de Moisés y Elías como testigos de la pasión; parecen ayudar a Jesús a afrontar la prueba que les espera en Jerusalén. Cristo habla de su muerte como de una especie de bautismo; el cáliz irá unido a esta imagen y lo volveremos a encontrar en la agonía. En el capítulo 24 de Lucas hallamos una tipología del misterio pascual: entrada de Cristo en este mundo, salida de este mundo, entrada en su gloria, todo ello en conexión con Moisés, del que Jesús es la verdadera realización, atravesando el mar Rojo para salvar a su pueblo y conducirlo hasta el Reino definitivo del Padre. Cristo es así el Moisés del nuevo éxodo. Por otra parte, Cristo es el nuevo Elías también, que ha venido a traer fuego sobre la tierra. La voz del Padre declara en la presencia del Espíritu, lo que la persona de Jesús representa: El Hijo amado. Lo que vale a Jesús ser transfigurado en la gloria es, pues, su obediencia confiada y absoluta a la voluntad del Padre para el cumplimiento de ese paso de la muerte a la vida en el que arrastrará a todo su pueblo, conduciéndolo por el camino de la salvación para la gloria. Escuchar a Jesús significa abrir nuestros oídos, abrir nuestro corazón abrir nuestra mente cerrada petrificada para recibir el mensaje que dice: Todavía es tiempo, no endurezcan su corazón, arrepiéntanse y crean en el evangelio, porque el Señor es rico en misericordia y generoso para perdonar. Jesús invita a tres de sus apóstoles a retirarse de la monotonía a retirarse de las cosas de la tierra y hacer el esfuerzo para subir a un monte, el monte es un lugar intermedio entre el cielo y la tierra, es el lugar donde Dios baja y el hombre se eleva, Cristo invita a subir al monte a los apóstoles para tener una experiencia de Dios y al subir al monte experimenten la Gloria de Dios. El evangelio de hoy motiva al hombre a ser capaz de salir de la rutina, a despegarse de las cosas de la tierra, placenteras, materiales y a esforzarse, sacrificarse para llegar a experimentar la paz interior, la gloria de Dios. La aclamación al evangelio nos da la clave para la transfiguración: “En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: Este es mi hijo muy amado: escúchenlo”. Para llegar a la transfiguración basta una obediencia confiada y absoluta a la voluntad de Dios.
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Por eso en la oración colecta le pedimos que se digne alimentarnos con su palabra, para que, ya purificada nuestra mirada interior (ya transfigurada), nos alegremos en la contemplación de su gloria.
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En la primera lectura del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18. “Nos recuerda la fe de Abraham y la alianza”. Nos encontramos ante una teofanía impresionante en la que el Señor hace una especie de juramento ligado a un signo sacrificial. En la primera parte del relato pide Dios a Abraham la fe, e inmediatamente después del sacrificio y en recompensa de la fe de Abraham, el Señor concluye su alianza. En conclusión, la realización inmediata de la promesa es la alianza. El signo de la alianza expresa que quien no cumpla la alianza experimentará la muerte como la de esos animales. El signo de la alianza siempre tiene mucha connotación, muerte para unos y vida para otros. Muerte para los que no cumplen la alianza y vida para quienes la cumplen.
Contestaremos a Dios cantando el salmo 26. “Tú Señor, eres mi luz y mi salvación”. Corresponde muy bien a la teofanía antes descrita. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. Tú eres mi único auxilio, no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío. Yo confío en ti Señor. La segunda lectura de San Pablo a los Filipenses 3,17-4,1. Tiene como tema central: “Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo”. Aquí san Pablo explica cómo todos nosotros, los bautizados, participaremos en esta gloria de la transfiguración. Se invita con insistencia a los cristianos a que sigan el modelo, que es el Apóstol, y a no dejarse llevar por las cosas terrenas. Dice San Pablo, ya son ciudadanos del cielo; por lo tanto, un cristiano no debe poner su gloria en lo que constituye su vergüenza (pecados) y tomar la tierra como objetivo de su vida. El cristiano se halla, pues, situado frente a una elección que no puede evitar. Tiene que elegir y tiene que elegir siempre ser ciudadano ya del cielo, vivir en obediencia a Dios, así como Cristo fue obediente hasta la muerte. Y en el día de la venida del Señor será también para el cristiano fiel el momento de ser transfigurado en la gloria como Cristo glorioso. El Prefacio nos sintetiza la celebración de este día: “porque Él mismo, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la ley y los profetas, que la pasión es el camino de la resurrección”. Este segundo domingo de cuaresma nos invita a la conversión: cambiar de vida, elegir y seguir al apóstol; en definitiva, seguir a Cristo a través de su camino pascual para resucitar con Él en la transfiguración y la gloria. Terminamos con la oración después de la comunión: “Te damos gracias Señor de todo corazón porque nos permites a través de la eucaristía ya desde este mundo, participar de los bienes del cielo”. El pan eucarístico nos transfigura en imagen de Dios en la tierra. Que este domingo de la transfiguración el Señor nos conceda transformar nuestra vida, para irnos cristificando y así resplandezca la imagen de Dios en nuestros actos de bondad, en nuestra manera de enfrentar la vida, en nuestra manera de superar los pecados. Que esta transfiguración que tuvo Cristo y los apóstoles la tengamos nosotros en la medida de nuestro esfuerzo y a la apertura de nuestro corazón a la gracia.
Domingo de la Conversión Escucharemos el Evangelio de Lucas 13, 1-9 cuya idea principal es: “Si no se arrepienten, perecerán de manera semejante”. Este evangelio nos invita a la conversión. El problema de la conversión en el evangelio parte de un hecho distinto: Pilatos hizo asesinar en masa a unos galileos mientras éstos ofrecían un sacrificio; 18 personas fueron muertas por el derrumbamiento de la torre de Siloé. Partiendo de estos acontecimientos, Jesús declara que estas víctimas no eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén. En consecuencia, Jesús sirviéndose como apoyo de estos sucesos quiere insistir en la urgencia de la conversión. Si no se convierten, todos perecerán de la misma manera. La muerte cae sobre buenos y malos. No es castigo para unos, ni premio para otros ¿Por qué muere a quien le provocaron la muerte o quien muere de manera accidental, porque era malo, porque era bueno? La muerte es una realidad existencial que sorprende al bueno y al malo, al pobre, al rico, al culpable y al inocente. Jesús solo dice “si ustedes no se arrepienten también morirán”, Jesús no habla de la muerte física sino de la muerte espiritual. El hombre muere, pero el espíritu se mantiene firme, pero si muere en pecado perece. En ningún momento afirma Jesús, que lo ocurrido a las víctimas de Pilato o de la caída de la torre sea un castigo por sus faltas. Sabemos que afirma de buena gana lo contrario. Desgracias de este tipo no siempre son el resultado de faltas. 29
De estos acontecimientos Jesús saca una lección concreta: si no se convierten todos perecerán. Y por otra parte el Señor es paciente y aguarda la conversión. Ese es el tema de la segunda parte del pasaje evangélico propuesto hoy: “Déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás”. Este evangelio de Lucas es de una penetrante actualidad: la paciencia de Dios que espera la conversión. El Señor nos ha plantado en su viña, en la tierra para que demos frutos y el Señor espera frutos de todos porque por eso nos ha traído a la existencia, pero tantas veces el Señor no encuentra frutos en nuestra vida somos estériles, este domingo nos quiere despertar para dar frutos. En la Oración colecta Dios nos propone que el remedio contra el pecado está en el ayuno, la oración y la limosna, nos invita a llegar a las fiestas pascuales con un corazón contrito, humillado y arrepentido. Este domingo nos invita a reflexionar que tanto estamos trabajando en nuestra conversión, el Señor nos pide frutos de este cambio de vida. La aclamación al evangelio: “Conviértanse, dice el Señor, porque ya se acerca el Reino de los cielos”. Nos da la clave para entender la celebración este domingo: la conversión. Primera lectura del libro del Éxodo 3,1-8.13-15. “Yo-soy me envía a ustedes”. La teofanía en forma de fuego y el dialogo entre el Señor así presente y Moisés subraya esta inmensa piedad del Dios de Israel: he visto la opresión de mi pueblo en Egipto…, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a liberarlos… Ante el sufrimiento de su pueblo, la piedad del Señor es tal que se revela para siempre como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob y ese será el memorial con que quiere ser celebrado por siempre. He ahí toda la lección del Éxodo 3, 1-15. En esta teofanía Dios recuerda a Moisés para lo que he había llamado, ser libertador de Israel. Ya que estaba escondido por su pecado por su equivocación por haber asesinado, pero un día fue más allá de los territorios y se encontró con Dios, y le recordó para que lo había llamado, y lo envía a liberar a su pueblo. Salmo responsorial, salmo 102: “El Señor es compasivo y misericordioso”. Canta la ternura y el amor de ese Dios. Ese Dios lento a la ira y rico en clemencia. Los versos de este salmo son una hermosa oración que vale la pena recitar, recordar y meditar en el corazón. Dios es nuestra vida. Él nos libera, de la enfermedad del cuerpo y del alma; Él nos da alegría, fuerza, inteligencia, capacidad para discernir. ¡Es un himno al amor de Dios! El Dios de la Alianza. Y el resultado de este amor, ¡es el “perdón”!
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Segunda lectura de San Pablo a los corintios 10,1-6.10-12. “La vida del pueblo escogido, con Moisés, en el desierto, es una advertencia para nosotros”. Se trata en ella de la ruta del desierto y de la diversa suerte de los que caminan. Todos atravesaron el mar Rojo, fueron unidos a Moisés como por un bautismo en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual. Pero buen número de ellos murieron, cayeron en el desierto porque desagradaron a Dios. Se trata de una dura advertencia para cada uno de nosotros y una luz para no atorarse en un sacramentalismo que dispensará de vivir en el amor y el respeto a la voluntad de Dios. No se trata tanto de estar bautizado, de practicar; aunque eso es fundamental para todo cristiano; con ello no se evita la muerte espiritual: es necesario vivir en el amor y cumplir la voluntad de Dios.
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Terminamos con la oración después de la comunión: “Le suplicamos al Señor, que lleve a su plenitud en nuestra vida la gracia recibida en este sacramento de la Eucaristía. El Señor en este día nos está diciendo “mi paciencia es para ti, yo no me he olvidado de ti, yo te he traído a la tierra para algo, y quizá no has dado lo que tenías que dar, pero espero por la intercesión de muchos que vienen a pedir por ti, seguiré dándote lo mejor de mí, te aconsejaré te cuidaré porque yo no quiero la muerte del pecador sino quiero que se arrepienta y viva.”
Domingo de la alegría (Si grande es el pecado, más grande es la misericordia de Dios) Escucharemos el Evangelio de Lucas 15, 1-3. 11-32. Cuya idea principal es: “Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida”. Nos fijaremos únicamente en dos datos fundamentales de este evangelio; primero el movimiento de conversión expresado por el Hijo pródigo: “Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: padre he pecado contra el cielo y contra ti”; y las palabras del padre: “Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido”. Nos encontramos aquí en plena alegría pascual, que se celebra con un banquete, convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida. En este episodio, el hermano primogénito tiene claramente la impresión de que su padre es injusto y lo siente duramente. Él ha sido el fiel, el observante, el que no ha olvidado el menor deber en sus quehaceres, el que ha atendido siempre a su padre y le ha ayudado escrupulosamente en su trabajo. El relato sitúa muy bien la misericordia del Señor: Aunque tienen en cuenta con amor al que le es fiel, no puede permanecer insensible a quien se arrepiente y quiere volver; su corazón estalla y ahí está toda la revelación del amor infinito de Dios para con quien se decide a dar un paso hacia él. Ese paso hacia él no sólo lo espera el Señor, sino que lo provoca. Es todo el misterio de la ternura de Dios con el pecador. Hoy se manifiesta en este pasaje evangélico la alegría por el perdón, por la misericordia. El perdón es un don que la persona que ofende no lo merece, y que la persona que ha sido ofendida lo regala porque quiere y espera que las acciones de quien pide perdón hablen de que está verdaderamente arrepentido (manifiesta su conversión) y además así manifieste su agradecimiento de haber sido perdonado. Es importante señalar el valor del perdón, porque si no lo valoramos lo vamos a desperdiciar, lo vamos a pisotear. El perdón se regala a quien verdaderamente valora este gran regalo y está dispuesto a corresponder con su cambio de vida, es así como se manifiesta la alegría del perdón. El que no perdona se enferma, vive triste, se hunde en la vida como el hijo primogénito. La aclamación al evangelio: “Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Nos da la clave para reconocer que somos pecadores, reconocer que nos hemos equivocado y que debemos ir al encuentro del Padre amoroso. Por ello en la oración colecta: “le pedimos que conceda al pueblo cristiano prepararse con generosa entrega perdonando al hermano y con fe viva a celebrar las próximas fiestas de la pascua”. En la primera lectura de Josué 5,9.10-12 cuya idea principal es: “El pueblo de Dios celebró la Pascua al entrar a la tierra prometida”. Esta lectura nos indica cómo ha de comentarse el evangelio. Se trata del banquete y de la mesa de los pecadores. Esta lectura no trata del ritual de la celebración de la Pascua lo que interesa al autor es la entrada a la tierra prometida y comer de su fruto. Imposible no pensar en el banquete preparado al hijo pródigo que va a comer el fruto de la casa de su padre. Es el final del duro periodo de marcha por el desierto; es un nuevo estilo de vida que comienza. Deja de caer el maná; que era una ayuda, pero también una prueba, ya que muchos murieron por comer, sin aceptar su propia condición, de la mano de Dios y entre murmuraciones. De hecho, el verdadero alimento será el de Jesús. Porque en Cristo es donde hemos sido reconciliados. El salmo responsorial 33: “Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor”. Es verdaderamente un canto eucarístico, es una acción de gracias de todos los que hacen la experiencia de Dios y 31
saben que son escuchados cuando se dirigen a él en su desamparo. El salmo que responde a la Pascua de Josué es también el canto de los que, reconciliados mediante Cristo, vuelven a su casa y son recibidos en el banquete de los reencuentros, en la celebración eucarística, signo del banquete definitivo de los últimos días. En la segunda lectura de San Pablo a los corintios 5,17-21 cuya idea principal es: “Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo”. Somos ya una creatura nueva; el mundo antiguo ha pasado, otro mundo nuevo ha comenzado ya. Dios nos ha reconciliado consigo por medio de Cristo. El llamado de San Pablo sigue resonando hoy: “En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios”. Mediante Cristo que ha tomado nuestra carne somos capaces de dejarnos reconciliar. Él es quien nos reconcilia mediante su sacrificio, y hacernos así capaces de tomar parte en la santidad de Dios mismo. Terminamos con la oración después de la comunión donde le pedimos a Dios que ilumine nuestros corazones con el resplandor de su gracia, para que siempre podamos pensar en lo que es digno y grato a tus ojos Señor y amarte con sincero corazón.
Domingo del no te condeno, vete y no vuelvas a pecar. Escucharemos el Evangelio de San Juan 8, 4-11 cuya idea central es: “Aquel de ustedes que no tenga pecados, que tire la primera piedra”. Este evangelio es muy conocido, a veces ha sido mal interpretado, como si Cristo demostrase allí su fácil indulgencia para los pecados de la carne. Pero la última frase Jn 8,11 es bien clara: Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más. Este pasaje evangélico nos muestra que la misericordia de Dios es inagotable y él no condena, sino que quiere la vida, a condición, sin embargo, de que el pecador se arrepienta. En ese momento Dios rehabilita al pecador: lo restaura en su dignidad. Lo constatamos en la mujer, a quien en adelante ya nadie quiere condenar y ella se decide a llevar una vida nueva. A veces somos duros con el pecador y pensamos que no tienen derecho a vivir, Jesús nos enseña a no ser exigentes con el pecador puesto que todos somos deudores del pecado, no seamos duros cuando Dios es misericordioso con nosotros. Dios no nos condena, sino somos nosotros los que nos condenamos, somos nosotros los que nos estamos desagraciando, nos estamos perdiendo, por ello la aclamación al evangelio nos dice: “Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso”. Vete en paz y esfuérzate por no pecar.
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En nuestro mundo hay necesidad de perdón, que infunda esperanza y confianza sin debilitar la lucha contra el mal. Hay necesidad de dar y recibir misericordia. Pero no seremos capaces de perdonar, si antes no nos dejamos perdonar por Dios, reconociéndonos objeto de su misericordia. Solo estaremos dispuestos a perdonar las faltas de los demás si tomamos conciencia de la deuda enorme que se nos ha perdonado.
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Por ello en la oración colecta le pedimos a Dios Padre que, con su auxilio, avancemos animosamente hacia aquel grado de amor, para no condenar a nadie como su Hijo Jesucristo y exhortar a no pecar. La primera lectura del profeta Isaías 43, 16-21 cuya idea central es: “Yo realizaré algo nuevo y daré de beber a mi pueblo”. No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo; miren que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notan?... el pueblo que yo formé proclamará mi
alabanza. Así el cristiano que ha pecado pero que se arrepiente no tiene ya nada del pasado; si se convierte, es un hombre nuevo, capaz de reemprender su actividad de rescatado; alabar al Señor. El salmo responsorial 125 “Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor”. La conversión y nuestra vuelta a la dignidad de hijos de Dios es la verdadera maravilla de Dios. Somos devueltos de la cautividad. En toda situación humanamente desesperada, Dios es el único salvador. El salmo hace eco a esta convicción: “el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros y estamos alegres”. El pueblo agradece a Dios de “cuando el Señor cambió la suerte de Sión”, y ahora “los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares”. Segunda lectura de San Pablo a los filipenses 3,7-14. Todo lo considero como basura, con tal de asemejarme a Cristo en su muerte. La esperanza de todo cristiano se cristaliza en torno a esta entrada en una vida decididamente nueva con Cristo resucitado. San Pablo que ha tenido esta experiencia, considera con entusiasmo que lo supera todas las cosas en nuestra vida es el conocimiento de Cristo. Desde que nosotros, pecadores volvemos a buscar a Cristo en la fe, nos volvemos a encontrar con nuestra dignidad primera, todo se hace nuevo para nosotros y hacemos la experiencia de un Dios que nos llama en su Hijo a la resurrección. En resumen, las lecturas de hoy, la del profeta Isaías, la de Pablo a los filipenses y la de Cristo -con la escena del perdón a la mujer adúltera-, nos hablan de novedad, de renovación, de caminar hacia delante, de cara a la Pascua. Estamos con los ojos fijos en Jesús, en su camino hacia la cruz y hacia la vida nueva. Como dice el prefacio V de Cuaresma, “en nuestro itinerario hacia la luz pascual, seguimos los pasos de Cristo, maestro y modelo de la humanidad reconciliada en el amor”. En la oración después de la comunión le suplicamos a Dios que podamos contarnos siempre entre los miembros de aquel cuyo cuerpo y sangre se comulga. Por último, caer en el pecado no es problema, el problema es hundirte en tu pecado por tu falta de humildad, por tu falta de valor, por tu falta de firmeza en buscar la misericordia de Dios. No pecar y vivir en la verdad, son dos pasos para vivir en libertad. Jesús respeta a la mujer, la comprende y le da nueva vida, abriendo ante ella un futuro lleno de esperanza y posibilidades.
Pasión de Nuestro Señor Aceptar la cruz para resucitar con Él Damos inicio hoy a la semana santa y escucharemos el Evangelio de San Lucas 22, 14-23,56. Cuyo tema central es: “He deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer”. Este evangelio insiste en la cruz como factor de conversión. Si presenta a Simón de Cirene y a las piadosas mujeres es porque quiere testigos de los hechos; pero más todavía quiere que el cristiano se encuentre más íntimamente asociado a la cruz de Cristo. Simón de Cirene llevará la cruz de Cristo siguiendo a Jesús, y esa debe ser la actitud de todo cristiano. Advirtamos la insistencia de Lucas en las piadosas mujeres anónimas que siguen a Jesús, que observan de lejos y se lamentan. Cada cual, después de haber visto lo ocurrido, vuelve a su casa golpeándose el pecho. La eficacia de la cruz es cuidadosamente señalada por Lucas a propósito de los dos malhechores crucificados a los lados de Jesús: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Al morir Jesús y en el momento de los cataclismos que le acompañan el centurión exclama: ¡ciertamente este hombre era justo! En síntesis, Lucas insiste en el vínculo entre los discípulos, aquellos que quieren seguir a Cristo y la cruz de Jesús. 33
La impresionante lectura de la Pasión nos afecta a todos. Iniciamos una semana de acompañamiento a Jesús en sus días cruciales. Y eso se refleja también en nuestra vida, a lo largo del año. Nuestro seguimiento de Cristo comporta, a veces, imitarle también en cargar con la cruz. Seguramente no será tan dramático nuestro camino como el de él: abandonado de todos, incluso con silencio o ausencia aparente de Dios, azotado, escarnecido, clavado en la cruz, ejecutado injustamente. Pero sí tendremos días en que se acumulan los motivos de dolor y desánimo. Por eso también nosotros necesitamos reafirmar hoy de alguna manera, con la procesión de ramos, la confianza en el triunfo de Cristo y nuestro. También nosotros estamos destinados, no a la cruz, sino a la vida. No al sufrimiento, sino a la alegría perfecta. Aunque el camino sea como el que nos ha señalado Jesús. No todo el año será Semana Santa. O si lo es, también irá acompañada de Pascua. En la monición que el sacerdote dice, según el Misal, antes de la procesión, se expresa bien el sentido de este domingo: “recordando con fe y devoción la entrada triunfal de Jesucristo en la ciudad santa, le acompañemos con nuestros cantos, para que, participando ahora de su cruz, (hechos por la gracia partícipes de la cruz), merezcamos un día tener parte en su resurrección”. La aclamación al evangelio: “Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que esta sobre todo nombre”. La obediencia demuestra nuestro amor por Dios (1 Juan 5:2-3), demuestra nuestra fidelidad a Él (1 Juan 2:3-6). Debemos tomar esa cruz con amor y El por amor nos resucitará. Por ello en la oración colecta nos dirigimos a Dios con las siguientes palabras: “Padre misericordioso que quisiste que nuestro Salvador se hiciera hombre y padeciera en la cruz para dar al género humano ejemplo de humildad, concédenos, benigno, seguir las enseñanzas de su pasión y que merezcamos participar de su gloriosa resurrección”. La primera lectura del profeta Isaías 50,4-7. Cuya idea principal es: “No aparté mi rostro de los insultos, y sé que no quedaré avergonzado”. Esta lectura está tomada del tercer canto del Siervo de Yahvé en Isaías. Oímos allí al siervo que escucha la palabra desde la mañana sin rebelarse, sino abriendo el oído. No oculta su rostro a los insultos. Imposible no ver en los versos de este poema la historia misma de la pasión del Señor.
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Con el salmo 21 le respondemos a Dios que nos ha hablado a través de su palabra: “Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”. Los evangelistas ponen este salmo en labios de Jesús en la cruz. En verdad, la pasión de Jesús está narrada después como siguiendo la pauta de los versículos de este salmo: “se burlan de mí... acudió al Señor, que lo libre... me taladran las manos y los pies... echan a suertes mi túnica”. Incluida también la confianza en Dios: “tú, Señor, no te quedes lejos, ven a ayudarme”.
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La segunda lectura de San Pablo a los filipenses 2, 6-11. Cuya idea principal es: “Cristo se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó”. San Pablo hace descubrir a los filipenses la humillación de Cristo, hecho siervo y semejante a los hombres y yendo en su humillación obediente hasta la muerte de cruz. Pero en seguida añade: Por eso Dios lo levantó sobre todo nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra y toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. En resumen, el conjunto de la liturgia de Ramos da, una visión teológica muy completa del misterio de Cristo, que no puede ser únicamente misterio de muerte sino misterio de vida triunfante a través de la muerte.
(Celebración de imposición de ceniza fuera de misa por un ministro laico) MONICIÓN Hermanos hoy la Iglesia nos convoca a vivir un tiempo de preparación y purificación, se nos anuncia gozosamente que dentro de 40 días será la Pascua. Pero este año también nos invita a vivir de manera significativa la escucha y comunión con los hermanos. Con el miércoles de ceniza se abre un tiempo de esperanza activa y exigente, el tiempo de la conversión, el tiempo de vivir el encuentro misericordioso con nuestro Padre Dios, el tiempo para hacer efectiva la invitación de este día: «Arrepiéntete y cree en el Evangelio» Hermanos iniciemos este recorrido con un corazón dispuesto a volver al Padre. CANTO APROPIADO PETICIONES PARA PEDIR PERDÓN CELEBRANTE: Para iniciar nuestra peregrinación hacia la pascua necesitamos reconocer que nos hemos alejado del proyecto que Dios tiene para nosotros, por eso a cada acción carente de amor y de comunión decimos: R. Misericordia Señor, hemos pecado. 1.- Por los momentos en que nos hemos alejado conscientemente de tu proyecto de amor, justicia, comunión y libertad, olvidándonos de los hermanos que más nos necesitan. R. 2.- Por buscar y seguir modelos de vida aparentemente “triunfadores” pero que atentan contra la dignidad humana. R. 3.- Por permitir que en nuestros hogares reinen los conflictos, discordias y malos tratos. R. ORACIÓN Padre Dios, escucha la oración de tus hijos e infunde en ellos el deseo de vivir tu reconciliación para prepararse a celebrar la Resurrección de tu Hijo. Que vive y reina contigo y el Espíritu Santo. Amén
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LITURGIA DE LA PALABRA LECTOR: Del santo Evangelio según san Mateo (6, 1-6.16-18)
· Comenzar un tiempo fuerte de purificación de «En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Tengan todo aquello que me aleja del proyecto de Dios y cuidado de no practicar sus obras de piedad delante conversión que se trasforme en obras de misericordia con los hermanos. de los hombres para que lo vean. De lo contrario, no · Saber caminar con otros creyentes que buscan a Dios, tendrán recompensa con su Padre celestial. siguiendo a Jesús, el Hijo de Dios.
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Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con ¡LA CUARESMA NOS INVITA A UN CAMBIO DE VIDA! trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas (Reflexionar pausadamente) y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. El ayuno que Dios quiere... Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu · que optemos por pasar necesidades nosotros, antes mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu que la pase nuestro hermano, limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo · que tengamos hambre y sed de justicia, · que nos comprometamos en la lucha contra toda secreto, te recompensará. marginación, Cuando ustedes hagan oración, no sean como los · que veamos en el pobre y todo el que sufre un sacramento de Cristo, hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las · que perdonemos al que nos ofende y tengamos sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que paciencia con los defectos de los demás. los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su · que aprendamos a dialogar y vivamos la comunión de recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, los hijos de Dios. entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve La ceniza que Dios quiere... · que no nos consideremos dueño de nada, sino lo secreto, te recompensará. humildes administradores, · que no nos gloriemos de nuestros talentos, sino que Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como en ellos edifiquemos a los demás, esos hipócritas que descuidan la apariencia de su · que amemos la vida y la defendamos, rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo · que no temamos la muerte, porque siempre es Pascua. les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en La abstinencia que Dios quiere cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate · que no seamos esclavos del consumo, los juegos, las la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, modas, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve · que frecuentemos menos los bares, casinos o lo secreto, te recompensará». televisión o redes sociales Palabra del Señor. · que nos abstengamos de toda violencia, · que nos abstengamos de palabras hirientes y necias. REFLEXIÓN IMPOSICIÓN DE LA CENIZA La cuaresma de Jesucristo fue: · Dar la vida por los otros CELEBRANTE: ·Ofrecer a los hombres un camino de comunión, justicia y amor ORACIÓN · Negarse a sí mismo para ser libre para los demás Oh Dios, que te dejas vencer por el que se humilla Nuestra cuaresma debe ser: y encuentras agrado en quien se arrepiente de sus pecados, escucha benignamente nuestras súplicas y derrama la gracia de tu bendición sobre nosotros 36 siervos tuyos que vamos a recibir la ceniza, para que,
el corazón limpio, a la celebración del misterio pascual de tu Hijo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. AMÉN. Se impone la ceniza a todos los fieles reunidos: + Conviértete y cree en el Evangelio (Canto apropiado) ORACIÓN DE LOS FIELES CELEBRANTE: Hermanos tenemos la certeza de tener un Padre misericordioso que nos escucha y atiende las súplicas que le dirigimos. Padre, no nos dejes caer en la tentación de la apariencia. No nos dejes poner a otra altura que no sea la de ser hijos tuyos, hombres y mujeres de nuestro tiempo. Ayúdanos en este tiempo de cuaresma y sostenidos por la escucha y vivencia en comunión con los hermanos elegir el camino que nos lleva a ti, Oremos Que nos convirtamos y creamos en el Evangelio. 2.- Ayúdanos a descubrir lo que a nosotros nos sobra y a otros les falta. Acércanos a las carencias y necesidades de nuestros hermanos, a denunciar injusticias, defender la vida y a saber perdonar. Oremos Que nos convirtamos y creamos en el Evangelio. Padre ayúdanos a pasar de una respuesta superficial a una donación entera hacia el hermano, a unir nuestras limosnas individuales para construir una solidaridad de amplios horizontes que una el amor y la justicia. Oremos
Dios Padre bueno y misericordioso, nos encontramos ante ti en actitud de cambio, de conversión. Nos damos cuenta de nuestra autosuficiencia, de nuestra falta de humildad, de que no somos perfectos. Acepta nuestra actitud arrepentida y acógenos; danos fuerza para ser auténticas personas: profundas, comprometidas, auténticas que sabemos vivir la comunión. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. CELEBRANTE: El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. ENVÍO Anunciemos con gozo el arrepentimiento con el buen testimonio de nuestras vidas. Podemos ir en paz.
PARA IMPONER LA CENIZA EN CASA En caso de que la ceniza se lleve para imponer a algún familiar, que por circunstancias extraordinarias, no pueda asistir a la iglesia Oremos Señor nuestro, que esta ceniza sea signo de un verdadero arrepentimiento y que pueda abrir paso a una conversión profunda de nuestras vidas. Se impone la ceniza a todos los fieles reunidos: + Conviértete y cree en el Evangelio PADRE NUESTRO…
Que nos convirtamos y creamos en el Evangelio. Padre concédenos el don de vivir en comunión en nuestras familias, comunidades, que seamos signo de unidad y amor entre nosotros. Oremos Que nos convirtamos y creamos en el Evangelio. RITO CONCLUSIVO Con el gozo de sabernos hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre diciendo: PADRE NUESTRO… 37
INTRODUCCIÓN Durante las estaciones del viacrucis de este año, estamos invitados a caminar en comunidad; acompañando a nuestro Señor Jesucristo en este camino de la Cruz como signo de comunión con Él y con nuestros hermanos. Nos invita a reflexionar nuestro caminar juntos, como Iglesia peregrina que se ha manifestado desde el origen de los tiempos, invitándonos a permanecer en apertura y comunión cristiana con todos los hermanos, en nuestra misión evangelizadora. Las reflexiones de este viacrucis son inspiradas y se han tomado algunos numerales de los siguientes documentos;: La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia y, del Documento preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. ACTO DE CONTRICIÓN: Señor mío, Jesucristo Dios y hombre verdadero, Creador, Padre, Redentor mío, por ser tú quién eres, bondad infinita y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. animado con tu divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir con la penitencia que me fuera impuesta, para el perdón de mis pecados. Amén.
PRIMERA E STACIÓN
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JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
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Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo Pilato les preguntó: « ¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Contestaron todos: « ¡que lo crucifiquen!»
Pilato insistió: «pues ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaban más fuerte: « ¡que lo crucifiquen!» Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran. (Mt. 27, 22-23.26) SILENCIO BREVE Has sido condenado a muerte Señor, injustamente has sido condenado y azotado por quienes tenían el poder. Señor, concédenos la gracia de estar dispuestos a la escucha de nuestros hermanos, escuchar a los más vulnerables, a los condenados a muerte, a quienes sufren de abandono, de pobreza, de falta de trabajo, de un hogar, a quienes gritan fuerte su dolor, y hemos hecho oídos sordos a sus lamentos; que podamos escucharles, dialogar y disponer de la voluntad del Padre.
mediante el don sincero de sí mismo, en unión con Dios y en unidad con los hermanos y hermanas en Cristo” (N.43 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia) Dios nuestro, queremos ser quienes acompañen en el sufrimiento a nuestros hermanos en Cristo, ayúdanos a ver nuestra cruz no solo como algo que nos molesta, o nos hace sufrir, sino, como el medio para seguirte y unirnos a ti, como la comunidad Cristiana que da testimonio de fe a tu promesa de salvación. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
TERCERA E STACIÓN
JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
Ilumina con tu Espíritu Santo a tu Iglesia, a quienes formamos parte de la Iglesia: laicos, consagrados, diáconos, sacerdotes, obispos y al Papa Francisco, para que seamos testimonios de esperanza porque sabemos que Tú no nos abandonas. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
SEGUNDA E STACIÓN
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Sin embargo, eran nuestras dolencias la que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban» (Is 53,4) SILENCIO BREVE
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Lo iban siguiendo una Gran multitud de hombres y mujeres que se golpeaban el pecho y lloraban por él”. (Lc. 23, 27)
“El amor misericordioso del Padre expresa la voluntad de no seguir el camino de la división causada por el pecado, sino el de la unidad. Los acontecimientos sinodales implican el reconocimiento de las propias fragilidades y el pedido recíproco del perdón. La reconciliación es el camino para vivir la nueva evangelización”. (109 b La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia)
SILENCIO BREVE
Señor Dios, danos humildad para pedir perdón, de reconocer nuestras debilidades que son nuestra cruz, concédenos la fuerza para que, si caemos al pecado, podamos ser levantados con tu gracia y tu perdón.
“En el ejercicio de la sinodalidad se concretiza la vocación de la persona humana a vivir la comunión que se realiza
Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor… 39
CUARTA E STACIÓN
JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Lleven unos las cargas de otros, y así cumplirán la ley de Cristo» (Ga 6,2) Para el Beato Pablo VI el verdadero diálogo es «un arte de comunicación espiritual» que exige actitudes específicas: el amor, el respeto, la confianza y la prudencia «El clima del diálogo es la amistad. Más todavía, es servicio» (111 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia)
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Mientras a ti misma una espada te atravesará el alma» (cf. Lc 2,35) SILENCIO BREVE María es Madre y modelo de la Iglesia sinodal; el dolor de madre ante su hijo siendo azotado y crucificado es inmenso, este grito de dolor a veces no es escuchado con empatía por nosotros, tu pueblo.
Señor bendice a tu pueblo con las actitudes que necesitamos para realizar nuestro servicio, a ser Cirineos de nuestros hermanos, a ayudarles a cargar con la cruz del dolor, a ser solidarios, a tener el valor de escuchar y de hablar; a desarrollar nuestro don de servir. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
SE XTA E STACIÓN
VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
Te pedimos Señor, ser sensibles, escuchar el clamor de nuestros hermanos con comprensión de quienes la muerte, la enfermedad, los vicios, les han arrebatado a sus hijos; que nosotros, tu Iglesia peregrina, escuche a las familias con hijos desaparecidos, enfermos, abusados y encarcelados. Apiádate Señor de tu pueblo y de su dolor. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
QUINTA E STACIÓN
SIMÓN EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños, me lo hicieron a mi» (Mt25, 40)
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SILENCIO BREVE
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Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable. La participación se funda sobre el hecho de que todos los fieles están habilitados y son llamados para que cada uno ponga al servicio de los demás los dones recibidos del Espíritu Santo. (No. 67 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia)
Llénanos Señor del Espíritu Santo, haznos comprender los dones que poseemos para disponerlos al servicio, líbranos de las ataduras del miedo y del egoísmo, queremos servirte limpiando el rostro de quienes sufren, y consolando en el dolor con amor y entrega.
OCTAVA E STACIÓN
JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES QUE LLORAN POR ÉL
Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
SÉP TIMA E STACIÓN
JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos» (Lc 23,28) SILENCIO BREVE Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo «Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente» (1 P 2,23) SILENCIO BREVE Señor, seguimos pecando contra ti, vuelves a caer con el peso de la cruz, perdónanos Señor, líbera a tu Iglesia Universal y Diocesana, de tener un corazón de piedra, danos un corazón sensible capaz de reconocer la verdad, destruye el poder de las ideologías que están entretejida de mentiras y que muchos han caído ante su verdadera intención, permite que te reconozcamos nuevamente, queremos reconocer tu luz en medio de tanta oscuridad. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
Sin conversión del corazón y de la mente, y sin un adiestramiento virtuoso en la acogida y la escucha recíproca, de muy poco servirían los mecanismos exteriores de comunión. La espiritualidad de la comunión da un alma a la estructura institucional, con una llamada a la confianza y apertura que responde plenamente a la dignidad y responsabilidad de cada miembro del Pueblo de Dios. Dios de misericordia, aún en el dolor y las tragedias nos consuelas con tu palabra, en los sacramentos, ante los abusos, los abortos, la violencia, en las enfermedades, en la desunión familiar, ante las muertes de inocentes causadas por el narcotráfico y las drogas. Queremos estar atentos a tu palabra y hacer tu voluntad. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
NOVENA E STACIÓN
JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
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Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca: como cordero llevado al matadero” (Is53,7) SILENCIO BREVE El gran desafío para la conversión pastoral que hoy se le presenta a la vida de la Iglesia es intensificar la mutua colaboración de todos en el testimonio evangelizador a partir de los dones y de los roles de cada uno, sin clericalizar a los laicos y sin secularizar a los clérigos, evitando en todo caso la tentación de «un excesivo clericalismo que mantiene a los fieles laicos al margen de las decisiones» (núm. 104 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia) Tu Pueblo es uno solo Señor, todos sus miembros con el mismo valor y dignidad, ayudanos a vivir como hermanos, dentro y fuera de la Iglesia, para ser una sola familia, en comunión, buscando juntos soluciones y respuestas a los grandes problemas que como humanidad enfrentamos.
SILENCIO BREVE La Iglesia entera está llamada a confrontarse con el peso de una cultura impregnada de clericalismo, heredada de su historia, y de formas de ejercicio de la autoridad en las que se insertan los diversos tipos de abuso (de poder, económicos, de conciencia, sexuales). Es impensable «una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios»: pidamos juntos al Señor «la gracia de la conversión y la unción para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía». (núm. 6 Documento preparatorio de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.) Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
UNDÉCIMA E STACIÓN
JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
DÉCIMA E STACIÓN JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) SILENCIO BREVE
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Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo
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“Pónganse, pues, el vestido que conviene a los elegidos de Dos, sus santos muy queridos: la compasión tierna, la bondad, la humildad, la mansedumbre, la paciencia” (Col. 3, 12)
Señor no queremos ser más, quienes crucifiquen a los inocentes como ha sido contigo, han sido nuestras acciones y palabras, el desinterés y la apatía ante el sufrimiento, hemos volteado nuestro rostro y no les hemos ayudado; confiere Señor a tu Iglesia Universal; religiosos y laicos como a uno solo, la gracia de la conversión y de entrega, para poder decidir juntos, luchar con valentía y caminar como el pueblo santo escogido que somos, cumpliendo con la misión que se nos ha encomendado. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
DUODÉCIMA E STACIÓN JESÚS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el temblor y todo lo que estaba pasando, se llenaron de terror y decían: «Verdaderamente éste hombre era Hijo de Dios.» (Mt. 27, 54) SILENCIO BREVE
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc 15,34) SILENCIO BREVE Dios realiza la nueva alianza prometida en Jesús de Nazaret, el Mesías y Señor, que con su kérygma, su vida y su persona revela que Dios es comunión de amor que con su gracia y misericordia quiere abrazar en la unidad a la humanidad entera. No obrando nunca solo, Jesús realiza en todo la voluntad del Padre, que permaneciendo en Él, realiza Él mismo su obra mediante el Hijo que ha enviado al mundo (cfr. Jn 14,10) (núm. 15 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia)
La Eucaristía «crea comunión y propicia la comunión» con Dios y con los hermanos. Originada en Cristo mediante el Espíritu Santo, la comunión es participada por hombres y mujeres que, teniendo la misma dignidad de Bautizados, reciben del Padre y ejercen con responsabilidad diversas vocaciones –que tienen como fuente el Bautismo (104 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia) Quienes estamos hoy aquí acompañándote en el camino de la cruz, queremos estar en unión contigo, con la Iglesia y nuestros hermanos Cristianos, prevalece en nuestros corazones. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
DÉCIMO CUARTA E STACIÓN
JESÚS ES PUESTO EN EL SEPULCRO
Señor ayudanos a ser siempre compañeros de camino, contigo y con los hermanos, incluso en los momentos más dificiles como la enfermedad y la muerte. Que como Iglesia nos organicemos para acompañarnos en todo momento, que ningún miembro de tu pueblo se sienta solo en los momentos de dolor. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor…
DECIMOTERCERA E STACIÓN JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y ENTREGADO A SU MADRE
Te adoramos Cristo y te bendecimos Todos: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con las aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar” (Jn. 19,40) SILENCIO BREVE
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«Toda la renovación de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación» Por lo tanto, en el cumplimiento de su misión, la Iglesia está llamada a una constante conversión que es también una «conversión pastoral y misionera», consistente en una renovación de mentalidad, de actitudes, de prácticas y de estructuras, para ser cada vez más fiel a su vocación. (núm. 104 La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia) Señor Jesucristo que fuiste puesto en el sepulcro y has hecho tuya nuestra muerte, ayúdanos a ser fieles a nuestra vocación, de luchar contra la cultura de la muerte, a acompañar a quienes sufren por sus familiares desaparecidos, a buscar y gritar por el rescate de aquellos cuerpos donde también habitó tu Espíritu Santo. Haz que llevemos consuelo y esperanza al mundo, para ser verdaderos testigos de tu resurrección. Padre nuestro, Ave María y Gloria. Canto: Perdona a tu pueblo Señor… ORACIÓN Gracias Jesucristo, porque moriste por nosotros en la cruz, cargaste con nuestros pecados, miserias y enfermedades. Prepara Señor nuestro corazón para que con una disposición de apertura y docilidad aceptemos a nuestros hermanos más necesitados de ti. Como pueblo santificado por ti, te pedimos que concedas a nuestras autoridades eclesiásticas el don de escucha a la voz de los más desprovistos en la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos. Bendícelos Señor y llénalos de tu gracia. Amen.
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PADRE NUESTRO... En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
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SEMANA DESPUÉS DEL PRIMER DOMINGO DE CUARESMA EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Nos faltan palabras para mostrarte nuestro agradecimiento, Jesús, a lo largo de toda tu vida, hiciste el bien, queriendo a la gente, has trasparentado y revelado a un Dios bueno. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Jesús no improvisaste tu mensaje ni tu vida, pasaste antes por el desierto. Allí escuchaste la voz del Padre, la meditaste e hiciste propio su proyecto sobre el mundo. En la oración y en el silencio te llenaste de su Espíritu y te forjaste para enfrentar y superar las dificultades que te esperaban. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Recordamos con cariño y mucho respeto toda tu vida, Jesús, que no escatimaste esfuerzos y arriesgaste tu vida por difundir el mensaje del Padre hasta que finalmente sufriste por ello la muerte más injusta. Gracias por una vida tan ejemplar y heroica. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la escucha sinodal
es la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. El Espíritu Santo sopla de manera siempre sorprendente, para sugerir nuevos itinerarios y lenguajes. Es el maestro de la renovación y de nuestra conversión, personal y eclesial, por ello es necesario invocar constantemente su presencia: Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción. Tú, con tus siete dones, eres Fuerza de la diestra de Dios. Tú, el prometido por el Padre. Tú pones en nuestros labios tu Palabra. Enciende tu luz en nuestras mentes, infunde tu amor en nuestros corazones, y a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza. Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes; yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros. Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Consolador por los siglos y siglos. Amén. CANTO INVOCANDO AL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Infúndenos tu Espíritu, lo necesitamos para superar nuestras inclinaciones al mal. Querríamos tener una firme voluntad de conversión, empezando por ahondar en nuestra vida interior, frecuentando la meditación, la oración más íntima, superar nuestro afán desmedido del propio bienestar, evitar cualquier abuso de la bondad de los demás y poner en primer plano la felicidad de quienes conviven con nosotros y los que viven lejos y olvidados de todos. Te pedimos humildemente que abras nuestros oídos para que podamos escuchar tu voz en nuestro interior y la voz de nuestros hermanos. SILENCIO CONTEMPLATIVO 45
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Lucas 4, 1-13 En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó del Jordán y conducido por el mismo Espíritu, Se internó en el desierto, donde permaneció durante cuarenta días y fue tentado por el demonio. No comió nada en aquellos días, y cuando se completaron, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”. Después lo llevó el diablo a un monte elevado y en un instante le hizo ver todos los reinos de la tierra y le dijo: “A mí me ha sido entregado todo el poder y la gloria de estos reinos, y yo los doy a quien quiero. Todo esto será tuyo, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él sólo servirás”. Entonces lo llevó a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del templo y le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, arrójate desde aquí, porque está escrito: Los ángeles del Señor tienen órdenes de cuidarte y de sostenerte en sus manos, para que tus pies no tropiecen con las piedras”. Pero Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”. Concluidas las tentaciones, el diablo se retiró de Él, hasta que llegara la hora. SILENCIO MEDITATIVO
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REFLEXIÓN
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EL evangelista nos dice que Jesús es llevado hasta el desierto para ser tentado. El desierto es el contacto con nuestro interior, con la soledad y el silencio. Durante este tiempo Jesús no come, pero el hambre se hace sentir, el demonio lo tienta: «Si eres el hijo de Dios convierte esta piedra en pan». Jesús no piensa en el Pan para Él sólo, sino en el Pan compartido para toda la humanidad. El evangelista describe la prueba afrontada voluntariamente por Jesús, antes de iniciar su misión mesiánica. Es una prueba de la cual el Señor sale victorioso y que lo prepara a anunciar el Evangelio del Reino de Dios. Él, en aquellos cuarenta días de soledad, se enfrentó a Satanás “cuerpo a cuerpo”, desenmascaró sus tentaciones y lo venció. Y en
Él hemos vencido todos, pero a nosotros nos toca proteger en nuestro cotidiano esta victoria. La Iglesia nos hace recordar tal misterio al comienzo de la Cuaresma, porque ello nos da la perspectiva y el sentido de este tiempo, que es tiempo de lucha --en la Cuaresma se debe luchar-- un tiempo de lucha espiritual contra el espíritu del mal (como dice la Oración colecta del Miércoles de Ceniza). Y mientras atravesamos el ‘desierto’ cuaresmal, tenemos la mirada dirigida hacia la Pascua, que es la victoria definitiva de Jesús contra el maligno, contra el pecado y contra la muerte. He aquí entonces el significado de este primer domingo de Cuaresma: volver decididamente al camino de Jesús, el camino que conduce a la vida. Mirar a Jesús, qué ha hecho Jesús e ir con Él. Oremos: Lo ideal para cualquier resolución sinodal sería poderla anunciar —al menos idealmente— a la Iglesia con las palabras de su primer concilio. «Nos ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros…» (Hch 15,28) CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: En estos momentos que estamos viviendo, ¿pensamos sólo en nosotros y nuestra familia, o en nuestro comportamiento diario están presentes las familias que no tienen nada para comer, ni hogar, ni trabajo? Jesús es tentado con el poder pero Él no quiere el poder, sabe que viene a compartirse, a darse. Él sólo adora y ama al Padre. Nosotros nos aferramos al poder, al mando, a tener, aunque pisemos a los demás. En estos días, donde los políticos y los empresarios se aferran al poder y oprimen al ciudadano, nos encontramos con alguien que renuncia al poder, un seguidor de Jesús que deja vacante la sede de Pedro. Nosotros ejercemos de alguna forma el poder en nuestro hogar, en nuestras comunidades parroquiales, en nuestro trabajo, ¿seremos capaces de discernir que al igual que Jesús venimos a servir, a trabajar por el bien común y a practicar el amor y la solidaridad? También es tentado con ser grandioso, milagrero, pero Jesús confía en el Padre y sólo se pone en las manos de Él. Nosotros preferimos a un Jesús grandioso, milagrero, aunque esto nos aleja de la verdadera esencia del cristianismo, y ésta no es otra que el amor al prójimo,
confiar y ponernos cada día en las manos de Dios. En nosotros está dejar que Dios se manifieste en nuestros actos, en nuestro testimonio de vida. En esta Cuaresma que comenzó el Miércoles de Ceniza, debemos también nosotros atravesar el desierto, la soledad, el silencio, la reflexión, la meditación, el ayuno, pero siendo conscientes de lo que significan. Ser cristiano, seguir a Cristo, es una forma de vida basada en el amor, la justicia y la esperanza. Hoy comenzamos a caminar por el desierto, ¡no tengan miedo!, ¡seguro que salimos fortalecidos! SILENCIO REFLEXIVO Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros: Cristo ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, de infinita majestad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan: Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan: Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Corazón de Jesús, delicia de todos los santos:
Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. 47
PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Hermanos, dirijamos confiadamente nuestras súplicas al Señor, decimos: R. Guíanos Señor por tus caminos. Que todas las personas puedan evitar la tentación de resolver sus problemas recurriendo a la violencia, particularmente en contra de la vida humana en sus etapas más vulnerables, R. Por un cambio en leyes y actitudes que discriminan y marginan a los niños no nacidos, R. Que en el Espíritu de hermandad, demostrado por Nuestro Señor, acojamos a los pobres, los no nacidos, los enfermos, los moribundos y todos aquellos que esperan ser ejecutados por haber recibido la pena capital, R. Que todas las Madres que se encuentran embarazadas, pero con miedo, puedan con la ayuda de la Iglesia, encontrar la fuerza y el coraje que necesitan para dar luz a la vida, R. Que todas nuestras decisiones vayan de acuerdo a la voluntad de Dios, que sepamos escucharnos unos a otros para discernirla, encontrando en ella la verdadera libertad, R. Que Dios bendiga a todos los cirujanos, enfermeras, y a todo tipo de personal que trabaja en el área de salud, y les ayude a que utilicen sus talentos en favor de la promoción y respeto de la vida y no de la muerte, ni de la destrucción, R.
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Que todas las personas en cargos gubernamentales con valor avancen hacia la promoción de leyes que protejan la vida humana, R.
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Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Señor, mueve nuestros corazones a poner amistad en donde hay odio, pan en donde hay necesidad, igualdad en donde existe demasiada diferencia, cercanía y tolerancia con todos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Gracias, Padre, porque infundes confianza en nosotros y sabemos que podemos hacer frente a las tentaciones que nos acechan a cada paso, como las del consumismo desmedido que nos ciega, y nos esconde los mejores valores y el auténtico disfrute de la vida, o la tentación de dominar a los demás, de tratar de servirnos de ellos, olvidando la inigualable satisfacción de sentirnos útiles y regalar felicidad. Querríamos superar nuestras propias debilidades y dedicarnos con la fuerza de tu espíritu a luchar contra las injusticias que desgraciadamente padece la mayor parte de la humanidad. PADRENUESTRO V/. Les diste el pan del cielo R/. Que encierra en sí todo deleite. BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. -Amén. Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la escucha sinodal es la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. El Espíritu Santo sopla de manera siempre sorprendente, para sugerir nuevos itinerarios y lenguajes. Es el maestro de la renovación y de nuestra conversión, personal y eclesial, por ello es necesario invocar constantemente su presencia:
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Tenemos muy presente tu imagen Jesús, crucificado. Y no sabemos cómo agradecerte todo lo que hiciste y sufriste por nosotros. Creemos que vives en Dios Padre, y sentimos además que vives con nosotros. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Tu compañía nos alegra la vida y nos ilumina el camino a seguir. Por eso estamos contentos, Jesús, te adoramos y esperamos recibir tu paz para siempre. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. No queremos olvidar el testamento que nos dejaste Jesús, en aquella última cena, cuando te arrodillaste ante tus amigos, ejemplo de servicio a los demás, y nos transmitiste tu mensaje de entrega. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción. Tú, con tus siete dones, eres Fuerza de la diestra de Dios. Tú, el prometido por el Padre. Tú pones en nuestros labios tu Palabra. Enciende tu luz en nuestras mentes, infunde tu amor en nuestros corazones, y, a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza. Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes; yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros. Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Consolador por los siglos y siglos. Amén. CANTO INVOCANDO AL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Padre nuestro, siguiendo los deseos de tu Hijo Jesús, nos comprometemos no ya a repetir los signos eucarísticos sino a plasmar en nuestras vidas la entrega que significan. Sabemos, aunque parezca un atrevimiento, que debemos ser tus manos y suplirte cada día, Dios todo-amor, atendiendo las súplicas de nuestros hermanos, teniendo piedad de los que más sufren y eliminando de nuestro mundo la avaricia, la corrupción, el abuso, las injusticias. Necesitamos que derrames tu Espíritu sobre nosotros, porque queremos transformar nuestros criterios que cada día nos resultan más egoístas e interesados y adoptar las maneras revolucionarias de ser y actuar de Jesús, que nos consta son como las tuyas. Ayúdanos a llevar adelante esta inmensa tarea de reconstrucción del Reino SILENCIO CONTEMPLATIVO 49
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b-36 En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con Él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con Él. Cuando éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía. No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN
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Sí, qué bien se está aquí. Pero Señor, ¿por qué no dejaste a Pedro que permaneciera en esa calma? ¿Por qué lo sacaste de ese momento de contemplación? Y a nosotros nos haces lo mismo. En medio del sosiego de nuestra oración, alguna dificultad irrumpe en el silencio. Cuando pensamos que todo es hermoso, nos anuncias la cruz. Cuando pensamos que el día es claro, llega la tormenta. ¿Por qué no nos dejas más tiempo en nuestro sueño? ¿Por qué no nos dejas poner una tienda?
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Señor, nos damos cuenta que ésa es la vida del cristiano: Levantarse, contemplar la gloria y, al mismo tiempo, cargar con la cruz de cada día. Cuando miramos el sol, sólo lo podemos hacer por unos breves instantes, porque después todo se oscurece. En esta vida podemos ver la gloria, porque es a donde vamos, pero tenemos que seguir caminando. No será fácil, tenemos que sudar.
Tenemos que esforzarnos en los tramos más difíciles. Tenemos que entrar por la puerta estrecha. En nuestra vida cotidiana nos encontramos muchos momentos para demostrarte que de verdad queremos ser santos. A veces nos cuesta mucho ser humilde. Cuando nos ofenden y hablan mal a nuestras espaldas, qué difícil es callar. Cuando hay problemas en casa o cuando tenemos un pleito con un compañero, a veces, Señor, tenemos ganas de quejarnos. A veces nos cuesta mucho sonreír cuando por dentro estamos muy mal. A veces queremos lanzar fuera la cruz y estar tranquilo. Entonces es cuando nos damos cuenta de nuestra debilidad. Es muy fácil decirte que «sí» en los momentos hermosos y luminosos. Pero apenas llega la dificultad, esa decisión se olvida. Por eso, Señor, te pedimos tu fuerza. Solos no podemos. Danos una fe grande que nos ayude a vivir con esa fidelidad de María. Hasta que tú quieras y como tú lo quieras. Señor, pídenos lo que quieras pero danos la fuerza para vivir aquello que nos pides, como decía san Agustín Oremos: Tú guardarás en completa paz a aquél cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiamos en nuestro Padre Dios perpetuamente, porque en Él, nuestro Señor, está la fortaleza de los siglos. Esta es una paz verdadera, completa. Dios es quien nos guarda en completa paz. Debemos confiar en Él, tener fe. A veces creemos más en nuestros problemas que en Dios. Debemos confiar en Él perpetuamente porque en Él está la fortaleza de los siglos. Y el Dios de esperanza nos llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo. CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: No hay duda, todos somos capaces de distinguir la belleza de la creación, quedamos maravillados, deslumbrados ante un cielo estrellado, un atardecer. De la misma manera nos impacta el testimonio de una buena obra, de un hombre santo, de un acto de heroísmo. También es cierto que cuando algo sobrepasa nuestras capacidades quedamos atónitos, sin poder explicarlo o manifestarlo verbalmente, y, si lo hacemos, lo hacemos “más o menos”. Sin embargo, el mundo se ha malacostumbrado
a pedir milagros que pasen – según él- las líneas de lo meramente natural; quiere lo espectacular, quiere actos de magia, un atardecer o una noche estrellada ya no le dice nada. ¿Cuándo seremos capaces de saber que la maravilla del amor de Dios? Su rostro transfigurado, se muestra en esas personas que saben decir siempre sí ante los retos actuales del cristianismo. Ahora mismo debemos hacernos la pregunta de si realmente contemplamos lo maravilloso del rostro de Cristo, nos podemos quedar con una actitud sólo de contemplación o de mero espectador, queriendo hacer “nuestra tiendita” para sentirnos solamente “bien” y no ver lo que significa el contemplar el rostro de Cristo y querer el compromiso de llevarle a los demás. SILENCIO REFLEXIVO Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros: Cristo ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, de infinita majestad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan: Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan: Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Corazón de Jesús, delicia de todos los santos:
Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. 51
PRECES
PADRENUESTRO
Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
V/. Les diste el pan del cielo R/. Que encierra en sí todo deleite
En este momento Señor te damos gracias por tu infinita misericordia, gracias Señor porque tus oídos están atentos a nuestra oración, por eso juntos te decimos: R. Escúchanos Señor.
BENDICIÓN
Hoy venimos ante tu presencia, para que sanes nuestro corazón, que sepamos escuchar tu palabra, tú conoces nuestras necesidades, sabes todo lo que sentimos, ahora mismo te pedimos que nos ayudes a sentir esa paz que sobre pasa todo entendimiento.R. Saca de nuestro corazón toda angustia, toda desesperación que no provienen de ti, sino de las tiemblas, activa en nuestro espíritu la serenidad de tu espíritu santo, para caminar con la luz de tu amor. R. Cúbrenos con tus alas de amor, para que la paz llenen todo espacio vacío, y retira la incredulidad, la impaciencia, el temor, la angustia. Padre eterno dame de esa paz que serena mi alma. R. Para que los laicos, los religiosos, las personas consagradas y los pastores de nuestra Iglesia diocesana, vivamos con entusiasmo este camino sinodal, comprometiéndonos todos en su realización.R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Señor, limpia nuestra alma, cambia nuestros pensamientos, hoy entregamos todas nuestras cargas para descansar en ti Señor.
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ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente)
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Te elevamos, Padre amantísimo, esta plegaria para expresarte nuestro agradecimiento más sincero por cuanto has hecho por todos nosotros. En justa correspondencia te alabamos y nos unimos a todas las personas de buena voluntad para colaborar con ellas en la construcción de un mundo más justo y en paz. Sabemos que esa será tu mayor gloria. Con todo cariño, te alabamos, te adoramos, te damos gracias y bendecimos tu nombre, Dios y Padre de misericordia.
OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. -Amén. Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la escucha sinodal es la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. El Espíritu Santo sopla de manera siempre sorprendente, para sugerir nuevos itinerarios y lenguajes. Es el maestro de la renovación y de nuestra conversión, personal y eclesial, por ello es necesario invocar constantemente su presencia:
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Queremos ahora darte gracias por el privilegio de contarte entre los seres humanos Jesús, el hijo del hombre, nuestro modelo y guía. Nos sorprenden todavía tus maravillosas parábolas, que retratan a un Dios increíblemente generoso, accesible, al que se puede llamar confiadamente de Tú. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Tienes como misión la implantación del Reino. Tu entrega fue total, curaste de su ceguera a todo el que fue en tu búsqueda, y curaste de su sordera a quien quiso escucharte. Fuiste amigo de los pobres, de los enfermos, fuiste el abogado defensor de cuantos sufrían injusticias. Les mostraste a ellos y a nosotros tu solidaridad y defendiste a muerte su causa. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción. Tú, con tus siete dones, eres Fuerza de la diestra de Dios. Tú, el prometido por el Padre. Tú pones en nuestros labios tu Palabra. Enciende tu luz en nuestras mentes, infunde tu amor en nuestros corazones, y, a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza. Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes; yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros. Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Consolador por los siglos y siglos. Amén. CANTO INVOCANDO AL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente)
Encarnado como hombre, tu divinidad ocultas, y al hacerte Eucaristía, te quedas entre nosotros. En tu presencia se rinden todos los celestes coros, y en la tierra no se aprecia que te quedes con nosotros. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Remueve, Señor, nuestras entrañas, sacúdenos, que nos atrevamos a salir de nuestra pasiva comodidad, porque hacemos poco y tenemos que hacer mucho más por la mucha gente que muere cada día de hambre. Su tragedia es angustiosa, desesperante, aunque apenas les oigamos gritar desde nuestra burbuja. Envía, Padre santo, tu Espíritu sobre toda la humanidad. Lo necesitamos con urgencia. Hoy más que nunca, nos hemos distanciado mucho de tu proyecto de mundo. Debemos asumir nuestra directa responsabilidad, la de todos nosotros, y tomar medidas drásticas, no conformarnos con ser aparentemente buena gente. Tenemos que ir más allá de la ley y la costumbre. Podemos contar con tu ayuda y unir nuestro esfuerzo al de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
SILENCIO CONTEMPLATIVO
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del Santo Evangelio según San Lucas 13,1-9
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En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos, mientras estaban ofreciendo sus sacrificios. Jesús les hizo este comentario: “¿Piensan ustedes que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿piensan acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si ustedes no se convierten, perecerán de manera semejante”. Entonces les dijo esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?’. El viñador le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’.
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rota su negocio porque no daba limosna o el otro se le dividió la familia porque no iba a misa o el de más allá se le murió un hijo porque decía blasfemias. Dejemos de calcular cómo están los demás ante Dios e interesémonos más por nuestra propia conversión. Los acontecimientos dolorosos de la vida no son la clave para ver la relación de Dios con nuestro prójimo. Dios puede permitir una gran cantidad de sufrimientos en una familia para hacerles crecer en la fe y confianza con Él, pero no por eso quiere decir que Dios está contra ellos.
SILENCIO MEDITATIVO
Oremos No es fácil entender la misericordia, porque estamos acostumbrados a juzgar; no somos personas que dan espontáneamente un poco de espacio a la comprensión y también a la misericordia. Para ser misericordiosos necesitamos dos actitudes. Conocernos a nosotros mismos: saber que hemos hecho muchas cosas malas: ¡somos pecadores! Y frente al arrepentimiento, la justicia de Dios... se transforma en misericordia y perdón. Pero también es necesario avergonzarnos de los pecados. Es verdad, ninguno de nosotros ha matado a nadie, pero hay muchas cosas pequeñas, muchos pecados cotidianos, de todos los días… Ayúdanos Dios a avergonzarnos, que la vergüenza es una gracia: es la gracia de ser pecadores. “Soy pecador y me avergüenzo ante Ti y te pido perdón”. Es sencillo, pero es tan difícil decir: “He pecado”. Jesús, gracias por darnos la oportunidad de mejorar, de servirte, de amarte. Danos tu gracia para luchar cada día por dar fruto.
REFLEXIÓN
CANTO
Hoy Cristo desenmascara una preocupación presente en muchos hombres de nuestro tiempo. Y es la preocupación de pensar que los sufrimientos de la vida tienen que ver con la amistad o enemistad con Dios. Cuando todo va bien y no hay grandes angustias o desconsuelos creemos que estamos en paz y amistad con Dios. Y puede ser que realmente no suframos grandes ahogos y a la vez estemos con Dios pero Cristo nos muestra que no es así la forma de verlo.
Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar:
¿Acaso los miles de personas que mueren en los atentados padecieron de esa forma porque eran más pecadores que nosotros? Por supuesto que no, pues Dios no es un legislador injusto que castiga a quienes pecan. Mejor es preocuparnos por nuestra propia conversión y dejar de juzgar a los demás por lo que les pasa en la vida. Que si este vecino se fue a la banca
Es claro que nuestra situación es más de debilidad que de hipocresía. Pero no pocas veces resulta intolerable la desproporción entre nuestro conocimiento de Dios y la escasa transformación de nuestra vida.
Pertenecer a la Iglesia, conocer a Dios, participar en la Eucaristía... son la buena tierra, la poda, el riego, el abono de la higuera. Si no dan fruto, no sirve para nada más que “para cansar la tierra”. No estamos “salvados”; lo que estamos es bien cuidados, bien abonados, bien podados, bien alimentados... en espera del fruto.
La fe sin obras es estéril. Pero también que la mediocridad de nuestra vida, nuestro servicio a dos señores es
una característica de nuestra religiosidad que la hace estéril. ¿Qué poder de transformación de la vida tiene de hecho la Palabra de Dios entre nosotros? Sin querer responder a esta pregunta, porque debe ser respondida personalmente, pienso que se debe plantear como test de sinceridad religiosa. Somos cristianos exactamente en la medida en que la Palabra tiene poder para cambiar nuestra vida. SILENCIO REFLEXIVO Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros: Cristo ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, de infinita majestad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan: Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Corazón de Jesús, delicia de todos los santos:
Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. 55
PRECES
ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente)
Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
Es nuestra diaria obligación darte gracias, Padre Dios, por el ser que nos das y la creación que nos acompaña. Nuestra mente no está capacitada para comprenderte Tenemos una larga historia plagada de falsos dioses, los que hemos creado confundiéndolos contigo. Nos hemos empeñado en hacerte como nosotros, interesado, más que justo justiciero, incluso vengativo, te hemos puesto en una nube, guardando las distancias. Qué equivocados andamos, eres pura bondad y amor, cercano, comprensivo, generoso sin límite, el mejor de los padres y la madre más entrañable. No te define bien el calificativo de todopoderoso aunque te llamen así en tantas oraciones. Tienes tanto poder como para crear el universo, pero sólo te mueve el amor cuando nos das tu vida. Gracias, Dios nuestro.
Muchos pueblos de los que tú redimiste vagan dispersos por el mundo, sin fe y alejados de Dios; - congrégalos a todos bajo tu mando amoroso. Señor Jesús, Tú eres nuestro guía y nuestro pastor; -guarda con solicitud especial a los hermanos más necesitados: a los pobres, a los enfermos, a los descarriados, a los desanimados, a los que andan perdidos sin esperanza, y dales a todos tu paz. Un día, Señor Jesús, vendrás a juzgar al mundo; -háznos a todos unos fíeles seguidores tuyos para que merezcamos contarnos entre las ovejas de tu derecha. Tu Iglesia, Señor, es signo y dispensadora de tu paz; -haz que sus pastores sean fíeles administradores de los bienes eternos que les confiaste. La palabra “sínodo” contiene todo lo que necesitamos entender: “caminar juntos” —laicos, pastores, obispo de Roma; -Junto con la Palabra de Dios y el Espíritu. A nuestros hermanos difuntos, -llévalos a la luz de tu Reino glorioso. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor.
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Señor Sacramentado, que estas en el Sagrario, que en él encontremos el valor que necesitamos para trabajar por ti, para guardarte fidelidad, para no desanimarnos nunca, sabiendo que estás con nosotros ayudándonos en la lucha diaria.
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PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo R/. Que encierra en sí todo deleite BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la escucha sinodal es la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. El Espíritu Santo sopla de manera siempre sorprendente, para sugerir nuevos itinerarios y lenguajes. Es el maestro de la renovación y de nuestra conversión, personal y eclesial, por ello es necesario invocar constantemente su presencia:
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Te damos gracias, Jesús. Tu atractivo y liderazgo nos ha reunido en torno a la Eucaristía. Eres la prueba viviente del amor del Padre hacia nosotros. Tu vida fue una total entrega a los demás y con una continua oración. Y tanto llegaste a identificarte con Dios Padre que conocerte es conocerle a Él. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Jesús nos ha enseñado en tus parábolas cuanto Dios Padre nos busca, nos esperas, se interesa en nosotros, haciendo que volvamos la mirada hacia Él, que hay fiestas en el cielo cuando nos encontramos con nosotros mismos y nos ponemos de nuevo al servicio de nuestros hermanos. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción. Tú, con tus siete dones, eres Fuerza de la diestra de Dios. Tú, el prometido por el Padre. Tú pones en nuestros labios tu Palabra. Enciende tu luz en nuestras mentes, infunde tu amor en nuestros corazones, y, a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza. Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes; yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros. Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Consolador por los siglos y siglos. Amén. CANTO INVOCANDO AL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente)
Jesús has sabido despertar la conciencia de mucha gente, has sido sin duda el mejor mensajero, el auténtico vicario, quien más fielmente ha representado a Dios Padre ante la humanidad y quien con más exactitud lo ha encarnado y hecho visible. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Recordamos agradecidos la vida entera de Jesús, tu hijo, su compromiso vital con la humanidad. Queremos que esta hora santa represente también nuestro testimonio personal y comunitario. Conociendo nuestra limitación queremos seguir a Jesús, ser sus testigos, luz y sal para la gente de hoy. Sabemos que no haces milagros, que los milagros los debemos hacer nosotros, porque has delegado en nosotros la responsabilidad de gobernar este mundo y nuestra misión es hacerlo menos injusto y más solidario. Danos tu espíritu, Padre, envíanos como mensajeros tuyos, que entre todos los seres humanos de buena voluntad construyamos tu reino, hagamos realidad tu proyecto.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
SILENCIO CONTEMPLATIVO
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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PALABRA DE DIOS
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Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32
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En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: “Éste recibe a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo entonces esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: `Padre, dame la parte de la herencia que me toca’. Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: ¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores’. Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre les dijo a sus criados: ‘ ¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: `Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo’. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: ‘ ¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me
has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo’. El padre repuso: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado’. SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Sabiendo que somos hijos de Dios pensamos que lo merecemos todo. A veces no somos ni capaces de agradecer a nuestro Creador por el gran don de la vida. Y, mucho menos, nos esforzamos por corresponder a su amor infinito. ¿Cuánto hemos recibido de Dios? ¡Todo! Sin embargo lo vemos como una obligación de parte de Él. Podríamos llegar a quejarnos cuando no recibimos lo que queremos y tal vez hasta hemos llegado al punto de exigirle. Dios, en su infinita bondad, no cesa de colmarnos de sus gracias y hasta cumple con nuestros caprichos. No importa si le agradecemos o no. Lo más hermoso es ver que Dios no se cansa y por mucho que nos alejemos de Él, cuando deseamos volver, ahí está con los brazos abiertos esperándonos con un corazón lleno de amor. Dios es el Pastor que se alegra al encontrar la oveja perdida. Él es el Padre misericordioso que espera a su hijo perdido con grandes ansias, le perdona cualquier falta cuando ve un verdadero arrepentimiento y lo llena de su amor. Digamos a Cristo: “Señor tú lo sabes todo tú sabes que te quiero” Oremos: Señor y Padre, con qué facilidad podemos engañarnos a nosotros mismo al seguir el camino fácil que nos ofrece la vida y ser ciego y sordo, indiferente a las necesidades de los demás, para concentrarnos sólo en nuestra propia felicidad. Danos tu gracia para saber mantenernos siempre a tu lado. Que no nos alejemos de tu gracia, porque entonces nuestro corazón se convertirá en roca, insensible a recibir y corresponder a tu amor. Libremente queremos depender siempre y en todo de Ti. CANTO
Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: Está escrito que el Señor es “compasivo” en el sentido que nos concede la gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender y perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de san Lucas: un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino que al contrario continúa esperándolo —lo ha generado— y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión —como si le cubriera la boca—, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo, y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, busca abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluso de la fiesta de la misericordia. ¡La misericordia es una fiesta! De este Dios misericordioso se dice también que es “lento a la ira”, literalmente, “largo en su respiración”, es decir, con la respiración amplia de paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Él es como un sabio agricultor que sabe esperar, deja tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña. SILENCIO REFLEXIVO Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros: Cristo ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, de infinita majestad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor: Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia: Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan: Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan: Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Corazón de Jesús, delicia de todos los santos:
Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. 59
PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Presentamos nuestros sueños y deseos ante el Señor, para que Él vaya haciendo de nuestra vida una historia de amor y de justicia, cada día un poco más auténtica: R. Escucha nuestra oración Para que, alimentados por tu pan, Señor, logremos vivir en la sabiduría y la seguridad de tu presencia en el caminar cotidiano. R. Para que, como dice San Pablo, no vivamos aturdidos, insensatos o con miedos, sino alegres, agradecidos y gozosos. R. Para que nuestra iglesia sea la auténtica presencia de Jesús entre nosotros. R. Para que los laicos, los religiosos, las personas consagradas y los pastores de nuestra Iglesia diocesana, vivamos con entusiasmo este camino sinodal, comprometiéndonos todos en su realización. R. Para que todos los que hacen algo por los demás, descansen en ti y de noche les instruyas en tus sendas. R. Para que cada uno de nosotros sea una gran persona, padre o madre, hijo o hija, vecino, trabajador y ciudadano, colaborando siempre en el bien común, abierto a las necesidades de todos los hermanos. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Ayúdanos a descubrir por tu amor, Dios de misericordia, que en cada cruz viene tu gracia. Contando contigo, Señor, aceptamos con alegría todos los acontecimientos de nuestra vida, como medio para devolverte tanto amor.
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ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente)
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No podemos nunca dejar de darte gracias, Dios nuestro, porque nos has tratado como un padre y una madre y has salido a nuestro encuentro, te has adelantado a darnos tu cariño, sin tener en cuenta siquiera cómo te correspondemos. Gracias por ser como eres, puro amor,
pura bondad y generosidad. Gracias porque estás en nuestro interior, porque nos sostienes y nos das la vida. Gracias porque no quieres que ninguno de nosotros sufra ninguna penalidad. Te confesamos, Padre, que nos cuesta imaginar tu amor incondicional, gratuito, porque somos irremediablemente interesados cuando amamos a los nuestros. Humildemente, pero también con cariño de hijos, queremos expresarte ahora nuestro agradecimiento recitando este himno en tu honor. PADRENUESTRO V/. Les diste el pan del cielo R/. Que encierra en sí todo deleite BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO Caminar juntos –enseña el Papa Francisco– es el camino constitutivo de la Iglesia; la escucha sinodal es la figura que nos permite interpretar la realidad con los ojos y el corazón de Dios; la condición para seguir al Señor Jesús y ser siervos de la vida en este tiempo herido. El Espíritu Santo sopla de manera siempre sorprendente, para sugerir nuevos itinerarios y lenguajes. Es el maestro de la renovación y de nuestra conversión, personal y eclesial, por ello es necesario invocar constantemente su presencia:
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCRÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Sabemos, Jesús, que en tu parábola del padre bueno, retrataste a Dios Padre que está siempre al borde del camino, esperando con los brazos abiertos nuestro regreso a casa. Y que como tú, hemos de sembrar su amor y su continuo perdón, amando y perdonando a todos generosamente. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres. Aumenta nuestra fe. Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro sí, unido al tuyo, contigo ya podemos decir: Padre nuestro. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción. Tú, con tus siete dones, eres Fuerza de la diestra de Dios. Tú, el prometido por el Padre. Tú pones en nuestros labios tu Palabra. Enciende tu luz en nuestras mentes, infunde tu amor en nuestros corazones, y, a la debilidad de nuestra carne, vigorízala con redoblada fuerza. Al enemigo ahuyéntalo lejos, danos la paz cuanto antes; yendo tú delante como guía, sortearemos los peligros. Que por ti conozcamos al Padre, conozcamos igualmente al Hijo y en ti, Espíritu de ambos, creamos en todo tiempo. Gloria al Padre por siempre, gloria al Hijo, resucitado de entre los muertos, y al Consolador por los siglos y siglos. Amén. CANTO INVOCANDO AL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente)
Nos enseñaste, Jesús, con tus palabras y hechos a querer lo mejor para todos y ayudar a quien más nos necesite. Insististe en el perdón entre nosotros, porque eso era imprescindible y previo a la oración, y nos diste ejemplo perdonar a los que te crucificaban. Tú que eres el camino, la verdad y la vida, presente en la Eucaristía, ayúdanos a caminar en comunión y participación.
Sabemos, Dios todo Amor, que nuestros egoísmos no despiertan tu ira, pero sí causan desgracia y tristeza en nuestros hermanos. Somos ruines y tacaños al regatear el perdón a nuestros prójimos. Por eso te rogamos, Padre de la generosidad, que nos comuniques tu Espíritu, hasta que nos rebose, y así manifestar con nuestras obras tu amor y tu bondad. Queremos parecernos a Ti, Padre de todos, Nos proponemos perdonar, sin resentimientos ni rencor, y repartir a manos llenas el amor que Tú nos has dado. Te rogamos por las iglesias cristianas, para que sean modelos de convivencia fraterna.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
SILENCIO CONTEMPLATIVO
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11
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En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos y al amanecer se presentó de nuevo en el templo, donde la multitud se le acercaba; y Él, sentado entre ellos, les enseñaba. Entonces los escribas y fariseos le llevaron a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola frente a Él, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos manda en la ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú que dices?”. Le preguntaban esto para ponerle una trampa y poder acusarlo. Pero Jesús se agachó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían en su pregunta, se incorporó y les dijo: “Aquel de ustedes que no tenga pecado, que le tire la primera piedra”. Se volvió a agachar y siguió escribiendo en el suelo. Al oír aquellas palabras, los acusadores comenzaron a escabullirse uno tras otro, empezando por los más viejos, hasta que dejaron solos a Jesús y a la mujer, que estaba de pie, junto a Él. Entonces Jesús se enderezó y le preguntó: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Nadie te ha condenado?”. Ella le contestó: “Nadie, Señor”. Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete y ya no vuelvas a pecar”.
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¿Aplicará la ley? ¿Será justo? ¿Será compasivo? Para cualquier respuesta, humanamente esperada, tenían motivos para acusarle. Pero olvidaban que la Persona que estaba enfrente de ellos no sólo era verdadero Hombre sino verdadero Dios. Todos nosotros somos conscientes de nuestra debilidad y de la facilidad con la que caemos en el pecado sin la gracia de Dios. Cristo nos hace ver que sólo Él puede juzgar los corazones de los hombres. Por ello, los que querían apedrear a la adúltera se van retirando, uno a uno, con la certeza de que todos mereceríamos el mismo castigo si Dios fuera únicamente justicia. La respuesta que da a los fariseos nos enseña que Dios aborrece el pecado pero ama hasta el extremo al pecador. Así es como Dios se revela infinitamente justo y misericordioso. Oremos: Queremos expresarte, Señor, nuestro más sincero agradecimiento porque no eres un Dios justiciero que premia y castiga, no eres un Dios todopoderoso sino todo-amoroso, eres un Dios bueno, que disipa nuestros miedos, en el que se puede confiar. Gracias, Padre, por tu amor incondicional, y porque aunque no seamos conscientes de tu compañía nos sostienes en la vida y estás con nosotros. No hemos de hacer méritos para ganarnos tu cariño. Y no podremos nunca corresponder a tanto amor, siempre estaremos en deuda contigo, pero con humildad y sencillez, aceptando nuestra pobreza, ponemos lo que somos, cada día, al servicio de los demás y te dirigimos cariñosamente este himno de gloria.
SILENCIO MEDITATIVO
CANTO
REFLEXIÓN
Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar:
¡Qué distintos son los pensamientos de Dios y los de nosotros, los hombres! El pasaje evangélico que nos presenta a Jesús, a la mujer adúltera y a los fariseos nos ayuda a contemplar el rostro amoroso y misericordioso de Cristo. A los escribas y fariseos, que eran considerados los grandes sabios, maestros y doctores de la ley, no les gusta ver que la gente siga y escuche a otro Maestro. Jesús va cumpliendo su obra de predicación y la gente lo escucha, porque saben que enseña con autoridad y, sobre todo, con su ejemplo. Los escribas y fariseos, con el corazón lleno de hipocresía, presentan a Jesús la mujer adúltera. Se acercan al Maestro, no porque busquen realmente saber cómo piensa o cuál es su doctrina sino para tentarlo.
Al final del evangelio vemos que Cristo perdona los pecados de esta mujer y a la vez le exhorta a una conversión de vida. Para esto ha venido el Hijo de Dios al mundo, para redimirnos de nuestros pecados con su pasión y muerte. El periodo de cuaresma nos ofrece constantes oportunidades para aplicar las enseñanzas de Cristo. Los padres, en algunas ocasiones, deberán corregir a sus hijos. En esos momentos sepamos corregir lo que está mal y al mismo tiempo dejar la puerta abierta al amor, al perdón, a la reconciliación. Cuando tenemos que hacer ver un error a alguien, podemos buscar cómo hacerlo de la mejor forma para que no se mezclen mis buenas intenciones con algunas pasiones desordenadas.
Recordemos el ejemplo vivo de tantos sacerdotes que, cuando nos acercamos al sacramento de la reconciliación, saben ver la desgracia del pecado, pero al mismo tiempo acogen con amor al pecador así como Cristo lo hizo con la mujer adúltera. SILENCIO REFLEXIVO Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Cristo ten piedad de nosotros: Cristo ten piedad de nosotros. Señor ten piedad de nosotros: Señor ten piedad de nosotros. Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, de infinita majestad: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, templo santo de Dios: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, santuario de la justicia y del amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, digno de toda alabanza: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones: Ten piedad de nosotros Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría, y de la ciencia: Ten piedad de nosotros
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad: Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace: Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia: Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan: Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad: Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados: Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte: Corazón de Jesús, traspasado por una lanza: Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo: Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra: Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra: Corazón de Jesús, víctima por los pecadores: Corazón de Jesús, salvación de los que en ti esperan: Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren: Corazón de Jesús, delicia de todos los santos:
Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros Ten piedad de nosotros
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor, Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, óyenos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros, Señor Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo. 63
PRECES
ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente)
Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
Gracias, Padre bueno, Dios misericordioso, porque nos amas sin límite, como nunca comprenderemos. Gracias porque no tomas en cuenta nuestros numerosos fallos y debilidades. No nos cansaremos de repetir tu nombre, Dios de bondad, porque siempre encontramos en Ti comprensión y perdón. Gracias, Señor, porque tienes misericordia de nosotros, eres nuestro refugio y consuelo y nos haces partícipes de tu mismo ser, de tu vida, la definitiva, la vida eterna. Nuestra alegría es saber que eres nuestro Padre y Madre entrañable.
Señor guía nuestros pasos en la verdad y en el amor. Haz que seamos uno, en comunión y participación como tú eres uno con el Hijo y el Espíritu Santo. R. Te lo pedimos Señor. Que testimoniemos la paz que supera todo conocimiento y la luz que triunfa sobre las tinieblas de la hostilidad, del pecado y de la muerte. R. Señor del cielo y de la tierra, Creador de la única familia humana, te pedimos que sin importar credo, situación. Que busquen tu voluntad en la oración y en la pureza del corazón, y te adoren y glorifiquen tu santo nombre. R. Padre misericordioso, que todos los creyentes encuentren la valentía de perdonarse unos a otros, a fin de que se curen las heridas del pasado y no sean un pretexto para nuevos sufrimientos en el presente. R. Que, con un solo corazón y una sola mente, trabajen para que todo el mundo sea una verdadera casa para todos sus pueblos. R. Para que los laicos, los religiosos, las personas consagradas y los pastores de nuestra Iglesia diocesana, vivamos con entusiasmo este camino sinodal, comprometiéndonos todos en su realización. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor.
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Jesucristo, gracias por el infinito amor que nos tienes y por todas las veces que nos has perdonado. Somos débiles y con facilidad nos alejamos de ti. Ayúdanos, Señor, a caminar por el sendero de tu amor y extiende tu mano para levantarnos de la caídas.
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PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo R/. Que encierra en sí todo deleite BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Bendito sea Dios. Bendito sea su santo Nombre. Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre. Bendito sea San José, su castísimo Esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
MONITOR: Los sufrimientos de la Madre de Dios no pueden ser comprendidos, son inconcebibles. Pero también hoy hay mucho dolor en las madres por tantas situaciones de injusticia, violencia, desigualdad, discriminación, etc. En este rosario pedimos ayuda para entender el mal que hemos cometido, pero también que tengamos un verdadero arrepentimiento, que como discípulos de su Hijo vivamos en comunión con todos aquellos que se encuentran en una situación de desigualdad, discriminación, sufriendo violencia, excluidos. Al unir nuestros dolores a los de María, tal como ella unió sus dolores a los de su Hijo, participamos en la redención de nuestros pecados y los del mundo entero y aprendemos a ser mejores constructores del Reino. ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío, Jesucristo, nos arrepentimos profundamente de todos nuestros pecados. Humildemente suplicamos tu perdón y por medio de tu gracia, concédenos ser verdaderamente merecedores de tu amor, por los méritos de tu Pasión y tu muerte y por los dolores de tu Madre Santísima. Amén. Oremos: STABAT MATER (Fragmento) La Madre piadosa estaba junto a la Cruz y lloraba mientras el Hijo pendía. Cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía. ¡Oh, cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena! Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena. Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor? Y ¿quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor? Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo tormento la dulce Madre. Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre. ¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo. Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo. Amén. 65
Primer Misterio La profecía de Simeón | Lucas 2:22-35 Por esta profecía se le revela a María que la misión salvadora de Jesús no será bien recibida por muchos y que su vida terminará con una dolorosa pasión y muerte, durante la cual una espada de dolor le atravesara a ella el alma. Querida Madre, obtén para nosotros un auténtico arrepentimiento por nuestros pecados y que con sensibilidad aprendamos a acercarnos a nuestros hermanos sin importar credo o situación Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre Segundo Misterio La Huida a Egipto | Mateo 2:13-15 El rey Herodes está furioso por el nacimiento de Jesús y se propone matarlo. El dolor de la Virgen María es el de la Madre que ve amenazada la vida de su recién nacido, que es El Hijo de Dios, el Mesías. Madre Dolorosa, alcánzanos la gracia de perseverar en la confianza y el abandono a Dios, aún en los momentos más difíciles de nuestra vida y que con tolerancia veamos y escuchemos a todos nuestros hermanos. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre Tercer Misterio El niño perdido en el Templo | Lucas 2:41-52 Fue este su dolor más sensible, porque en todos los otros tuvo consigo a su querido Hijo; más éste lo sufrió apartada de Él. Madre querida, cuando el pecado nos lleve a perder a Jesús, ayúdanos a encontrarlo de nuevo a través del Sacramento de la Reconciliación, pero también abramos nuestro corazón para perdonar. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre Cuarto Misterio El encuentro de Jesús y María camino al Calvario | Lucas 23:27-31 Las miradas de Jesús y María se encuentran…Jesús va cargando la pesada Cruz, su rostro está todo bañado en sangre, sus facciones desfiguradas por la multitud de golpes y por el dolor. María va siguiendo sus pasos para ser crucificada con El. María, nosotros también queremos acompañar a Jesús en su pasión, ayúdanos a reconocerlo en nuestros hermanos y hermanas que sufren. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre
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Quinto Misterio Jesús muere en la Cruz | Juan 19:25-27 Su inmaculado Corazón no miraba la pena propia, miraba la Pasión y Muerte del Hijo tan amado. Todas las penas de la crucifixión las sufrieron los dos. Se ofrecían dos holocaustos: El Cuerpo de Jesús y el Corazón de María. María, te aceptamos como nuestra Madre y queremos recordar siempre que tú nunca le fallas a tus hijos, así nosotros también queremos estar cercanos a nuestros hermanos. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre
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Sexto Misterio
María recibe el cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz | Juan 19:38-40
Al tenerlo entre sus brazos, María ve de cerca la gravedad y profundidad de todas las llagas y heridas de su amadísimo Hijo, y se reaviva el dolor. Oh, Madre Dolorosa, nuestros corazones se estremecen al ver tanta aflicción. Haz que permanezcamos fieles a Jesús con una vida congruente hasta el último instante de nuestra existencia. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre
Séptimo Misterio Jesús es colocado en el Sepulcro | Juan 19:41-42 A pesar de que sabe que su Hijo resucitará, siente un grandísimo dolor al separarse físicamente de Él. ¡Oh Madre, tan afligida! Ya que en la persona del apóstol San Juan nos acogiste como a tus hijos al pie de la cruz y ello a costa de dolores tan acerbos. Alcánzanos, oh Madre tierna y compasiva, la gracia de vivir y perseverar siempre en el servicio de tu Hijo amadísimo, a fin de que merezcamos alabarlo eternamente en el cielo. Padrenuestro, 10 Ave Marías, Gloria al Padre Letanías de los Dolores de María Santísima
Bonanza en las Borrascas. Ruega por nosotros. Recurso de los afligidos. Ruega por nosotros. Señor, ten piedad. Señor ten pieda. Terror de los que arman celadas. Ruega por nosotros. Cristo, ten piedad. Cristo ten piedad. Tesoro de los fieles. Ruega por nosotros. Señor, ten piedad. Señor ten piedad. Vista de los profetas. Ruega por nosotros. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos. Báculo de los Apóstoles. Ruega por nosotros. Dios, Padre celestial. Ten piedad de nosotros. Corona de los Mártires. Ruega por nosotros. Dios, Hijo, Redentor del mundo. Luz de los confesores. Ruega por nosotros. Ten piedad de nosotros. Perla de las Vírgenes. Ruega por nosotros. Dios, Espíritu Santo. Consolación de las viudas. Ruega por nosotros. Ten piedad de nosotros. Alegría de todos los Santos. Ruega por nosotros. Santísima Trinidad, un solo Dios. Ten piedad de nosotros. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor. Santa María. Ruega por nosotros. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Santa Madre de Dios. Ruega por nosotros. escúchanos Señor. Santa Virgen de las Vírgenes. Ruega por nosotros. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Madre Crucificada. Ruega por nosotros. ten misericordia de nosotros. Madre Dolorosa. Ruega por nosotros. Madre lacrimosa. Ruega por nosotros. Ruega por nosotros, oh Virgen Dolorosa, Madre aflicta. Ruega por nosotros. para que seamos dignos de alcanzar y gozar las Madre abandonada. Ruega por nosotros. promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Madre desolada. Ruega por nosotros. Madre despojada de su hijo. Ruega por nosotros. ORACIÓN Madre traspasada por la espada. Ruega por nosotros. Madre consumida por el infortunio. Ruega por nosotros. Oh Dios, en cuya Pasión fue traspasada de dolor el Madre repleta de angustias. Ruega por nosotros. alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre María, Madre con el corazón clavado a la Cruz. Ruega por nosotros. según la profecía de Simeón; concédenos propicio, que Madre tristísima. Ruega por nosotros. cuantos veneramos sus dolores y hacemos memoria de Fuente de lágrimas. Ruega por nosotros. ellos, consigamos el feliz efecto de tu sagrada Pasión. Auge de sufrimiento. Ruega por nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Espejo de paciencia. Ruega por nosotros. Roca de constancia. Ruega por nosotros. Áncora de confianza. Ruega por nosotros. Refugio de los desamparados. Ruega por nosotros. Escudo de los oprimidos. Ruega por nosotros. Vencedora de los incrédulos. Ruega por nosotros. Consuelo de los miserables. Ruega por nosotros. Remedio de los enfermos. Ruega por nosotros. Fortaleza de los flacos. Ruega por nosotros. Puerto de los náufragos. Ruega por nosotros. 67
Te pedimos Jesús que renueves nuestro espíritu para poder cumplir nuestra misión en la Iglesia, anunciando con alegría tu Resurrección y unidos como Iglesia peregrina podamos llegar al reino que nos has prometido. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA. EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Jesús que vives en el Padre y en todos nosotros, a la luz de los acontecimientos que celebramos, recordamos tus palabras a Nicodemo: “hay que nacer de nuevo”. Las hiciste realidad en tu persona: moriste como el grano de trigo muere, pero sigue viviendo, en el nuevo tallo germinado. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
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PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA.
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Ha llegado la hora de que se manifieste tu gloria, Jesús, de que proclamemos agradecidos tu empeño personal por dar a conocer a Dios Padre tal como es y tu lucha por la implantación del reino en el mundo. Nuestro gozo y nuestra alabanza surgen espontáneamente al descubrirte, Jesús, y al conocer la buena esperanza que nos trajiste: que es posible un nuevo mundo donde reinen la justicia y el amor. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA.
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Padre de bondad infinita, bendícenos, ya que somos tus hijos, y derrama tu Espíritu sobre nosotros para que comprendamos que la vida de la que gozó Jesús antes
y después de su muerte, es la misma vida que podemos tener nosotros si morimos al egoísmo y nacemos al verdadero amor a los demás, si muriendo en el día a día a todo lo terreno, nacemos también en el día a día a lo divino. Sabemos que de esta forma nuestro único horizonte será la vida. Te pedimos por todos los que integramos nuestra Iglesia para que seamos encarnación viva de la buena noticia de Jesús.
dando cumplimiento a todo lo que se había escrito sobre Él en las escrituras. La novedad que Él nos revela es que Dios es nuestro Padre y que Él lo ha enviado para salvarnos, porque esa es su voluntad. Él nos ama tanto, que nos quiere a Su lado, lo que será posible si oímos y hacemos lo que nos dice Jesús. De allí que se deba proclamar esta Buena Noticia por el mundo entero, incluyendo el mandato y el ejemplo de Jesús.
SILENCIO CONTEMPLATIVO
Jesús es el Hijo de Dios, la Palabra hecha carne, verdadero Dios y verdadero hombre, prueba del amor de Dios a los hombres. Su vida es una entrega radical de sí mismo a favor de todas las personas, consumada definitivamente en su muerte y resurrección. Por ser el Cordero de Dios, Él es el salvador. Su pasión, muerte y resurrección posibilita la superación del pecado y la vida nueva para toda la humanidad. En Él, el Padre se hace presente, porque quien conoce al Hijo conoce al Padre.
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-9 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo: —Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Ver y creer, suena más fácil, más factible que creer sin ver. Por eso el Señor dice dichosos los que creen sin ver. Nuestra fe no tendría sentido si Jesús no hubiera resucitado de entre los muertos, tal como estaba escrito. No podemos tomar el mensaje de Jesús por partes o lo tomamos todo o no lo tomamos. Jesús es Hijo de Dios, esta es una revelación que nos trae Jesús y su venida no es improvisada, sino que llega
Los discípulos de Jesús reconocemos que Él es el primer y más grande evangelizador enviado por Dios y, al mismo tiempo, el Evangelio de Dios. Creemos y anunciamos “la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Como hijos obedientes a la voz del Padre, queremos escuchar a Jesús porque Él es el único Maestro. Como discípulos suyos, sabemos que sus palabras son Espíritu y Vida. Con la alegría de la fe, somos misioneros para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, del trabajo, de la ciencia y de la solidaridad con la creación. Oremos: CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: María de Magdala es el mejor prototipo de lo que acontece probablemente en todos. Según el relato de Juan, busca al crucificado en medio de tinieblas, «cuando aún estaba oscuro». Como es natural, lo busca «en el sepulcro». Todavía no sabe que la muerte ha sido vencida. Por eso, el vacío del sepulcro la deja desconcertada. Sin Jesús, se siente perdida. La fe en Cristo resucitado no nace tampoco hoy en nosotros de forma espontánea, sólo porque lo hemos escuchado desde niños a catequistas y predicadores. Para abrirnos a la fe en la resurrección de Jesús, hemos 69
de hacer nuestro propio recorrido. Es decisivo no olvidar a Jesús, amarlo con pasión y buscarlo con todas nuestras fuerzas, pero no en el mundo de los muertos. Al que vive hay que buscarlo donde hay vida. Si queremos encontrarnos con Cristo resucitado, lleno de vida y de fuerza creadora, lo hemos de buscar donde se vive según el Espíritu de Jesús, acogido con fe, con amor y con responsabilidad por sus seguidores, donde vamos construyendo comunidades que ponen a Cristo en su centro porque, saben que «donde están reunidos dos o tres en su nombre, allí está él». SILENCIO REFLEXIVO Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado: Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros. PRECES
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Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
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Llenos de alegría porque el Señor ha resucitado presentemos con gran confianza nuestras súplicas al Señor diciéndole: R. ¡Cristo, Rey victorioso, escucha nuestra súplica! Por los bautizados en la noche de Pascua, para que,
despojados del hombre viejo y revestidos del hombre nuevo, a imagen de Cristo y con el buen olor de los hijos de Dios, perseveren en la fe, que han sellado en el bautismo. R.
mi amor y mi esperanza! Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua. » Primicia de los muertos, Sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda
Por nuestros hermanos que sufren; para que el Señor Jesús, el Resucitado, encienda en ellos la esperanza de la liberación de todo mal. R. Por los gobernantes de las naciones; para que la Resurrección de Jesús los estimule para hacer de este mundo más justo y solidario. R. Por nosotros, que celebramos esta Pascua; para que, seamos Iglesia en salida, que anuncia al mundo la vida nueva en Cristo. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Padre, escucha las plegarias que te hemos presentado y derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor. ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la Victima propicia de la Pascua. Cordero sin pecado que a las ovejas salva, Dios y a los culpables unió con nueva alianza. Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la Vida, triunfante se levanta. «¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?» «A mi Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras
Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite. BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén. 71
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Realmente es justo darle gracias al Padre, porque ha dejado su huella en tu persona, Jesús, y a través de tu vida, se ha revelado a la humanidad. Hemos oído tu voz, que nos llega como eco de su Palabra, y nos hemos sentido llamados a seguir tus pasos. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA. Nos ha mostrado el camino para ser plenamente humanos y nos ha dicho que la única forma de agradecerte tu amor es preocupándonos y ocupándonos de los más pobres, que no podemos quererte sino sirviendo a los hermanos, que es inútil decirte ‘Señor, Señor’, sin perdonarnos antes. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
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PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA.
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Confiamos en tu palabra, Jesús, creemos en tu mensaje, esa es nuestra fe, nuestra vocación de seguidores tuyos. Jesús has recorrido ya el camino, has ido en primera línea, y nos has hecho partícipes de tu personal experiencia. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA, GLORIA.
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Infúndenos, Padre bueno, tu espíritu para que nos transforme por dentro y nos revolucione y seamos consecuentes con la fe que te profesamos. Gracias por inspirarnos confianza y esperanza en Ti. Nos sentimos verdaderamente afortunados de formar parte de los seguidores de Jesús. Pero sabemos, Padre Dios, que nos toca imitarle y poner al servicio de los demás todo lo que somos. Deseamos que la iglesia que formamos todos los cristianos sea la primera en irradiar el estilo de vida de Jesús y demos ejemplo de austeridad y entrega ante el mundo. Ayúdanos a ser testigos del amor que nos tienes. SILENCIO CONTEMPLATIVO
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: “La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo:“Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”. Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”. Otros muchos signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritos en este libro. Se escribieron éstos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Las comunidades cristianas deberían ser en nuestros días un espacio de diálogo donde pudiéramos compartir honestamente las dudas, los interrogantes y búsquedas de los creyentes de hoy. No todos vivimos en nuestro
interior la misma experiencia. Para crecer en la fe necesitamos el estímulo y el diálogo con otros que comparten nuestra misma inquietud. No son “pruebas” de la resurrección, sino “signos” de su amor y entrega hasta la muerte. Por eso, le invita a profundizar en sus dudas con confianza: “No seas incrédulo, sino creyente”. Tomas renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo sabe que Jesús lo ama y le invita a confiar: “Señor mío y Dios mío”. ¿Qué ha experimentado este discípulo en Jesús resucitado? ¿Qué es lo que ha transformado al hombre hasta entonces dudoso y vacilante? ¿Qué recorrido interior le ha llevado del escepticismo hasta la confianza? Lo sorprendente es que, según el relato, Tomás renuncia a verificar la verdad de la resurrección tocando las heridas de Jesús. Lo que le abre a la fe es Jesús mismo con su invitación. Oremos: Es muy cierto Señor, que todos vivimos profundamente el problema del hambre existencial que es mucho más honda que el vacío del estómago. Somos responsables de cambiar para bien esta situación que vivimos, nos involucraremos responsablemente por una sociedad digna, realizada en el amor, respetada y valorada. Señor queremos ser tus manos y pies, para hacer el bien en todo lugar y todo momento. Sabemos que el único pan que puede saciarnos, eres tú. Contigo, Señor, sabremos cómo realizar la justicia, el amor y la paz. CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: A lo largo de estos años, hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más escépticos, pero también más frágiles. Nos hemos hecho más críticos, pero también más inseguros. Cada uno hemos de decidir cómo queremos vivir y cómo queremos morir. Cada uno hemos de responder a esa llamada que, tarde o temprano, de forma inesperada o como fruto de un proceso interior, nos puede llegar de Jesús: «No seas incrédulo, sino creyente». Tal vez, necesitamos despertar más nuestro deseo de verdad. Desarrollar esa sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas. Ya no es posible vivir como personas que lo saben todo. No es verdad. Todos, creyentes y no 73
creyentes, ateos y agnósticos, caminamos por la vida envueltos en tinieblas. Como dice Pablo de Tarso, a Dios lo buscamos «a tientas». ¿Por qué no enfrentarnos al misterio de la vida y de la muerte confiando en el Amor como última Realidad de todo? Ésta es la invitación decisiva de Jesús. SILENCIO REFLEXIVO Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado: Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros. PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
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Pidamos al Señor, que con su Espíritu santifica y gobierna el cuerpo de la Iglesia. Digámosle confiadamente: R. ¡Cristo, vida nuestra, sálvanos!
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Por la Santa Iglesia Católica en todo el mundo, para que responda a la misión de Jesucristo mediante la “comunión y participación” en su plan de salvación. R. Para que aumente nuestro compromiso cristiano, nos haga fervorosos y agradecidos por el don de la fe. R.
Para que toda la comunidad diocesana, siguiendo los pasos de Jesucristo, recupere la ilusión de trabajar unida por la renovación pastoral de nuestra Iglesia. R. Por nuestro Obispo N. y por todos los sacerdotes; para que el Señor conserve en ellos la gracia del Espíritu Santo, sirvan con toda fidelidad a la Iglesia y cuiden y escuchen al pueblo que tienen encomendado. R. Por nosotros aquí reunidos, para que expresemos nuestra fe y así unirnos a la acción salvadora de Jesucristo, dando lo que recibimos y siendo signo e instrumento suyo. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Jesús, escucha las plegarias que te hemos presentado y derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo. Tú que vives y reinas con Dios padre en la unidad del Espíritu Santo. Amén. ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Miras nuestra debilidad y aun así nos llamas. Tu presencia entre nosotros nos llena e impulsa a salir y a cuidar con amor aquello que nos has confiado. Tú amor no se queda en sentimientos, sino que se traduce en compromisos curativos y liberadores, porque tu amor es humilde y samaritano. Por esto, reconocemos la gran responsabilidad que tenemos como cristianos de salir a trabajar en la reconstrucción de tu reino. Queremos seguirte Señor, queremos imitarte, queremos ser tus instrumentos y ayudar a millones de hermanos que siguen clamando por trabajo, por seguridad social que les haga vivir sin angustias su vida de cada día. Derrama tu Espíritu Santo sobre nosotros para cambiar todo lo que nos obstaculiza imitarte, para dejar atrás al hombre viejo y revestirnos del hombre nuevo que sale y hace vida lo que ha recibido de Ti en el trabajo de cada día. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite.
BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
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INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Debemos agradecerte muy especialmente el paso por nuestra historia, Jesús de Nazaret, nos has enseñado cómo vivir y nos has acercado a Dios Padre. Nos impresiona tu generosidad, tu bondad sin límite, cómo estabas siempre dispuesto a ayudar y consolar a los mendigos y enfermos que te salían al encuentro. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Cuando recordamos tu vida, tu palabra, tu fe, tu cariño, sentimos como que nos arde el corazón. Cuando nos reunimos en tu nombre, es como sentir tu cálida presencia entre nosotros. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
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PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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Queremos pedirte, como los dos de Emaús, que no nos dejes, que nos hace mucha falta tenerte de guía y cerca, ahora que oscurece a nuestro alrededor. Este es el momento de rememorar y celebrar tu entrega y este es el momento de comprometernos a imitarte. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Padre santo, queremos entender bien y anunciar al mundo la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesús, para que sea norte y modelo para toda la humanidad. Envíanos tu espíritu, aliéntanos, necesitamos tu fuerza. Queremos sentirnos hijos tuyos, amigos fieles de Jesús. Nuestra firme voluntad es la de continuar su misión y llevar a término la obra liberadora que Jesús empezó. Queremos eliminar de este mundo tanta injusticia, y promover buenos sentimientos en el corazón de todos, para que todos nos sintamos compañeros y marchemos juntos, en la misma dirección, para hacer realidad la utopía de tu reino universal. Sabemos que Jesús nos acompaña siempre y solo hemos de ser capaces de reconocer su rostro en los hermanos que encontremos en el camino. SILENCIO CONTEMPLATIVO
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19 En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”. Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿han pescado algo?”. Ellos contestaron: “No”. Entonces Él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: “Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros. Tan pronto como saltaron a tierra vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Quién eres?, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le contestó: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”.
Por segunda vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Pastorea mis ovejas”. Por tercera vez le preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: “Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: “Sígueme”. SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Sólo la presencia de Jesús resucitado puede dar eficacia al trabajo evangelizador de sus discípulos. El trabajo de la pesca se realiza de noche y resulta infructuoso: «aquella noche no cogieron nada». La «noche» significa la ausencia de Jesús que es la Luz. Sin la presencia de Jesús resucitado, sin su aliento y su palabra orientadora, no hay evangelización fecunda. La situación de no pocas parroquias y comunidades cristianas es crítica. Las fuerzas disminuyen. Los cristianos más comprometidos se multiplican para abarcar toda clase de tareas: siempre los mismos y los mismos para todo. ¿Hemos de seguir intensificando nuestros esfuerzos y buscando el rendimiento a cualquier precio, o hemos de detenernos a cuidar mejor la presencia viva del Resucitado en nuestro trabajo? Con frecuencia, nuestros esfuerzos en medio de una sociedad indiferente apenas obtienen resultados. También nosotros constatamos que nuestras redes están vacías. Es fácil la tentación del desaliento y la desesperanza. ¿Cómo sostener y reavivar nuestra fe? ¿No es éste uno de los efectos más perniciosos de la crisis religiosa que estamos sufriendo? Preocupados por sobrevivir, constatando cada vez más nuestra debilidad, no nos resulta fácil reconocer entre nosotros la presencia de Jesús resucitado, que nos habla desde el Evangelio y nos alimenta en la celebración de la cena eucarística. 77
Oremos: Nos sale del corazón bendecir tu nombre, Padre santo, y mostrarte nuestro sincero agradecimiento. Aunque apenas somos capaces de vislumbrar tu sombra, te sentimos como un Dios cercano, bueno y comprensivo. Muchos de nosotros te hemos respetado desde la infancia pero queremos que esta fe en ti crezca y madure y nos siga acompañando de por vida. Confesamos que eres el Dios bueno de toda la humanidad, el Padre de todos los humanos, sin importar credo o situación. Quieres a todos tus hijos de la misma manera y no guardas preferencia. CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: Detengámonos e imaginemos por un momento la mirada de Jesús y la de Pedro y descubrir qué pasaba en esa mirada. Pedro lo había negado tres veces y ahora reafirma tres veces que lo ama, tres preguntas y tres respuestas que profundizan la relación de amistad y de amor entre los dos. No es solamente decir si te quiero superficialmente, era decirle de alguna manera que te quiero y reconozco que no te quise, que fui débil. Y Jesús confirmando tres veces “apacienta mis ovejas” le dice: “no solamente estás perdonado, sino reafirmo la confianza que tengo en ti”. Por un lado, vemos confusión y turbación por parte de Pedro, pero del otro lado vemos perdón y confianza de parte de Jesús. ¿Cuántas veces hemos negado a Jesús por cobardía frente a los demás, que ridiculizan la Fe o la Iglesia? ¿Cuál es hoy la mirada de Jesús sobre cada uno de nosotros? ¿Cómo nos mira Jesús? ¿Con una llamada? ¿Con un perdón? ¿Con una misión? Estamos todos bajo la mirada de Jesús. Él mira siempre con amor. Nos pide algo y nos da una misión. SILENCIO REFLEXIVO
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Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado:
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Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad.
-Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros. PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Contemplando a Jesús Eucaristía, pidamos su gracia para ser sus discípulos y misioneros, y la fortaleza para realizar el compromiso que hoy hemos asumido. R. Jesús resucitado te rogamos óyenos. Todo cuanto hemos aprendido y recibido, oído y visto en ti, que sepamos ponerlo por obra, para que tu amor esté con nosotros. Por eso Señor, nos queremos comprometer a ser discípulos y misioneros, constructores comunión y participación. R. Necesitamos desarrollar en nuestras comunidades un proceso de iniciación cristiana, que tenga como base el Kerigma. Y que conduzca al encuentro personal contigo, para que nos lleve a la conversión. R. Necesitamos potenciar el papel de la familia en la construcción de la comunión y participación. Para que en ella se formen la identidad de los hombres y mujeres, promotores de la justicia en la sociedad. R. Es necesario orientar la formación de los hijos en el respeto de la dignidad de cada persona y en los valores de la escucha sincera. Y así den testimonio de que por el amor se es capaz de acoger a otra persona en su diversidad. R. Es preciso hacer de todas las parroquia, espacio y signo de comunión, participación y misión. Para que en medio de una sociedad que se fragmenta y se dispersa,
favorezcan espacios de encuentro y fortalecimiento en la vida comunitaria. R. La superación de la violencia sólo será posible con el hábil uso de herramientas como el testimonio, la fuerza moral, la razón y la palabra, que se consiguen con la educación y que capacitan de la paz. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Señor Jesús, mira nuestra Patria dañada por la violencia y dispersa por el miedo y la inseguridad. Consuela el dolor de quienes sufren. Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte. Dales el don de la conversión. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros pueblos y comunidades. Que, como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de justicia, de participación y comunión, para que en ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Amén. ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Te reconocemos, Señor, como creador de todo el universo. Tú eres el Dios de la vida, el Dios de toda la humanidad, pero eres sobre todo un Padre bueno para nosotros, que nos amas a todos, sin esperar nada a cambio. Gracias, Padre santo. Apenas comprendemos tu infinita generosidad porque nuestros patrones de actuación son siempre interesados. Pero si no quieres nada para ti, no nos queda más salida que agradecerte tanto cariño queriendo a todos tus hijos sintiéndolos como hermanos. Y eso queremos hacer. Permítenos, Señor, este sencillo himno de gloria y alabanza. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite. BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén. 79
trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO ESTACIONES EUCARÍSTICAS He aquí la fuente de todo bien ¡Jesús Resucitado! ¡Nuestro cordero pascual inmolado! ¡Cuán abundantes gracias han sacado los Santos de esta fuente del Santísimo Sacramento, donde Jesús concede todos los merecimientos de su Pasión! Como lo predijo el Profeta: “Y ustedes sacarán agua con alegría de las vertientes de salvación. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Sentimos que debemos darte gracias por cuanto has hecho por nosotros, Jesús. La razón de tu existencia ha sido darnos vida, vida en abundancia, para que nos rebosara y la volcáramos hacia los demás. Nos entregaste tu propia vida, por entero, día a día, porque la viviste dedicando todos tus esfuerzos a poner los cimientos para la construcción del reino. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
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PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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Seguiste el llamado del Padre y fuiste fiel a tu vocación, hasta terminar tu vida en una cruz. Recordamos ahora con profundo respeto y emoción el testamento que nos dejaste poco antes de morir, tu mandamiento de amor y entrega a la humanidad. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Llénanos, Padre santo, de vida interior, danos hábito de oración, queremos hablarte con frecuencia y si fuera posible oír tu voz, escucharte. Nos proponemos cerrar los oídos a tanto ruido que nos ensordece y mirar más hacia dentro, donde tú estás. Queremos tener vivencia de ti, Señor, que esta experiencia vital sea nuestra auténtica religión, por encima de cualquier doctrina, culto o moral. Queremos seguir los pasos de Jesús, para que él sea nuestro único pastor y guía, nuestro mejor amigo, porque él no quiere someternos sino liberarnos, porque él nos conoce y nos llama por nuestro nombre. Queremos que Jesús sea la puerta para llegar a ti, reparte tu espíritu a todos los creyentes, para que superemos
generosamente nuestras diferencias y nos encontremos todos en la pura verdad del evangelio. Y que la unidad de tu rebaño y su voluntad de servicio sea testimonio de vida para todos los seres humanos. Nuestro anhelo, como fue el de tu hijo Jesús, es invocar y bendecir tu nombre, todos juntos, por toda la eternidad. SILENCIO CONTEMPLATIVO PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y Él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno.
Cuando falta el seguimiento a Jesús, y reafirmado una y otra vez en el propio corazón y en la comunidad creyente, ¡cuidado! nuestra fe corre el riesgo de quedar reducida a una aceptación de creencias, una práctica de obligaciones religiosas y una obediencia a la disciplina. Oremos: Padre enséñanos a ver la realidad como la miras tú y seremos reflejos de esa luz divina que tú mismo nos das diariamente desde el tabernáculo, solo así caminaremos en tu claridad. Te hacemos parte de nuestra familia, sé tú el centro, queremos contar contigo Señor, para promover siempre el bien común y la mejora de nuestro mundo. Desde ahora, Padre, queremos ser diferentes, queremos construir la paz y la alegría. Que nuestra meta sea ser hombres y mujeres que viven en armonía y así construyen el reino de Dios. CANTO
SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Lo primero es despertar la capacidad de escuchar a Jesús. Desarrollar mucho más en nuestras comunidades esa sensibilidad, que está viva en muchos cristianos sencillos que saben captar la Palabra que viene de Jesús en toda su frescura y sintonizar con su Buena Noticia de Dios. Pero no basta escuchar su voz. Es necesario seguir a Jesús. La aventura consiste en creer lo que el creyó, dar importancia a lo que él dio, defender la causa del ser humano como él la defendió, acercarnos a los indefensos y desvalidos como él se acercó, ser libres para hacer el bien como él, confiar en el Padre como él confió y enfrentarnos a la vida y a la muerte con la esperanza con que él se enfrentó. Si quienes viven perdidos, solos o desorientados, pueden encontrar en la comunidad cristiana un lugar donde se aprende a vivir juntos de manera más digna, solidaria y liberada siguiendo a Jesús, la Iglesia estará ofreciendo a la sociedad uno de sus mejores servicios. Y lo primero para tomar esa decisión es escuchar su llamada. Nadie se pone en camino tras los pasos de Jesús siguiendo su propia intuición o sus deseos de vivir un ideal. Comenzamos a seguirle cuando nos sentimos atraídos y llamados por Cristo. Por eso, la fe no consiste primordialmente en creer algo sobre Jesús sino en creerle a él. 81
Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: Jesús constantemente nos habla, así lo ha hecho a lo largo de nuestra vida. En la naturaleza, en las personas, son medios que Él utiliza para comunicarse con nosotros. Porque nos habla siempre con hechos más que con palabras. Sin embargo, pocas veces nos damos cuenta de ellos, el ritmo de vida en el que estamos sumergidos no nos permite apreciar la comunicación que Dios tiene con nosotros a diario. Él nos lo dice: Yo soy el Cristo. Pero muchas veces no lo escuchamos. ¿Cuántos milagros se han realizado a lo largo de los siglos en la Iglesia y cuán poca confianza a veces tenemos? Es Cristo quien nos está hablando a través de estas obras. El Señor es nuestro Pastor, nos protege por eso no debemos temer. Él se olvida de sí mismo para darnos su amor, como un verdadero Pastor que sufre por amor. Nosotros somos sus ovejas, fuimos entregados a Él por el mismo Padre celestial. Él nos protege y nos cuida entre sus manos. El Hijo y el Padre son uno. Uno que significa unidad, reflejo e imagen de la unidad que tenemos que vivir entre nosotros. Ejemplo que muchas familias debemos imitar, los hijos con los padres, los padres entre sí y los hermanos. La familia constituye el lugar fundamental donde se forman los verdaderos ciudadanos y cristianos para nuestra patria. Cuánto bien nos hace ver la fidelidad, la entrega, el trabajo de cada día, el amor de padre y madre, abuelas, tíos y madres solteras criando y educando a sus hijos. Así mismo, tenemos que reconocer la grave crisis por la que atraviesa la familia. Pidamos a Jesús nuestro Pastor, que sea el centro de cada familia para que seamos uno con el Padre, así como Él lo es. SILENCIO REFLEXIVO
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Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado:
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Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad.
-Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.
ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente)
PRECES
PADRE NUESTRO
Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor.
V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite.
Pidamos al Padre, por mediación de su Hijo Jesucristo Resucitado, atienda nuestras peticiones, por todos los miembros de esta comunidad parroquial. R. ¡Rey de la gloria, escúchanos!
BENDICIÓN
Para que con pasión, grandeza y grandes ideales, pongamos nuestra vida al servicio de una sociedad más justa, más humana y más fraterna, según los valores del Reino de Dios. R. Para que no nos dejemos llevar por lo más fácil y cómodo, sino que, iluminados por la entrega de Cristo, entreguemos nuestra vida por Dios y por los hermanos. R. Para que respondamos generosamente a la llamada del Señor a través del servicio comunitario. R. Para que nuestra alegría, sea un contagio de esperanza para todas nuestras comunidades. R. Para que toda la comunidad diocesana, siguiendo los pasos de Jesucristo, recupere la ilusión de trabajar unida por la renovación pastoral de nuestra Iglesia. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Padre, escucha las plegarias que te hemos presentado y derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Partir y repartir, la entrega por amor y con amor, esa es nuestra fe. Agradecemos la entrega de Jesús que le llevó a la muerte, confiamos en tu amor infinito que le ha llevado de nuevo a la vida y deseamos que Jesús nos acompañe en el camino hacia ti. Nos enseñó que eres bueno con nosotros porque eres nuestro Padre. Nos precedió en el camino que lleva a la plenitud del ser humano y atestiguó con su muerte su total entrega por el bien de la humanidad. Nos dejó el encargo, en forma de símbolos, que también nosotros debemos darlo todo por la construcción del Reino.
OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén. 83
con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Permanece entre nosotros tu buena noticia, Jesús, que cambió nuestras mentes, nuestras viejas religiones, con un solo y sencillo mandamiento, el del amor fraterno. Tenemos un sueño. Soñamos en la felicidad de todos los seres humanos, soñamos en un mundo ideal, justo y solidario, al que Jesús llamó Reino. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Soñamos en realizar tu sueño, Jesús: que nos amáramos los unos a los otros, como hermanos, como amigos, como hiciste en tu vida. Correspondiendo al amor del Padre Dios, dedicaste tu vida a hacer felices a los demás. Recordamos ahora, como nos pediste, tu entrega hasta el final por la causa del Reino. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
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PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA.
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Que en este momento de adoración, que recordamos el misterio de tu pascua, nos llene de ti para que salgamos presurosos a celebrar la Pascua con los que están más necesitados de ti. Te pedimos Cristo Resucitado que habites en nuestros corazones, y que la alegría de esta Pascua se manifieste en nuestras obras, a fin de que respondamos generosamente a nuestra vocación. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Dios y Padre nuestro, tu hijo Jesús nos ha enseñado que igual que tú nos amas, igual que él nos amó, debemos amar a todos los seres humanos y empeñarnos en lograr su felicidad. Jesús comprobó nuestra debilidad y egoísmo natural, por eso nos dejó tu Espíritu, capaz de conducirnos a la plenitud para la que nos has creado. Creemos en la fuerza de la palabra de Jesús. Si nos mantenemos en tu amor, tendremos vida y alegría. Te pedimos ahora por nuestra Iglesia católica, para que abramos el corazón a todo pueblo que te invoque desde cualquier cultura y religión y nos unamos todos en hacer realidad un mundo mejor. SILENCIO CONTEMPLATIVO
PALABRA DE DIOS
CANTO
Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 13, 31-35
Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar:
Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en Él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos.
El mandamiento del amor que Jesús nos regaló ha sido el que ha movido a muchas personas en la realización de buenas obras. A lo largo del tiempo han sido innumerables santos y santas, hombres y mujeres dentro y fuera de nuestra Iglesia que día a día ponen en práctica el mandamiento del amor con el prójimo a través de la caridad. Gracias a esto, todavía podemos vivir en este mundo con alegría y esperanza. Y es que no hay mayor satisfacción que ver un rostro agradecido, una sonrisa de alguien que le ha cambiado el sentido de su día a través de la caridad, porque por mucho tiempo ha sufrido por la injusticia y el rechazo de la sociedad. Los excluidos no son “explotados” sino desechos “sobrantes”. La Iglesia es hoy, en el pensamiento del Papa Francisco, un hospital de campaña con muchos heridos que debe atender. Aunque parezca que se ha perdido el valor del amor en nuestra sociedad, podemos ver que aún hay legiones enteras de cristianos y no cristianos que buscan hacer bien en todo el mundo que se dedican a sembrarlo y a repartir amor por doquier sin esperar recompensa, sirviendo a los pobres, a los enfermos, a los huérfanos, a los inmigrantes, a los marginados y a los moribundos; en los hospitales, cárceles, asilos, escuelas y en las parroquias. ¡Bendito sea Dios! Donde hay caridad y amor, ahí está el Señor.
SILENCIO MEDITATIVO REFLEXIÓN Vivimos en una sociedad donde se ha ido imponiendo la “cultura del intercambio”. Las personas se intercambian objetos, servicios y prestaciones. Con frecuencia, se intercambian además sentimientos, cuerpos y hasta amistad. La gente capaz de amar es una excepción. Para vivir hoy el amor cristiano, es necesario resistirse a la atmósfera que envuelve a la sociedad actual. No es posible vivir un amor inspirado por Jesús sin distanciarse del estilo de relaciones e intercambios interesados que predomina con frecuencia entre nosotros. Lo primero que los discípulos habían experimentado es que Jesús los había amado como a amigos: “No los llamo siervos... a ustedes los he llamado amigos”. En la Iglesia nos hemos de querer sencillamente como amigos y amigas. Y entre amigos se cuida la igualdad, la cercanía y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es señor de sus amigos. Oremos: Sabemos, Señor, que debemos agradecerte cada día el maravilloso milagro cotidiano de tu creación. Gracias, Padre, porque nos has creado y nos sostienes, gracias por ser nuestro manantial inagotable de vida. Queremos ser conscientes de que vives en nosotros. No hay que esperar a la muerte para encontrarse contigo. Creemos, Dios nuestro, que aunque no te veamos, tú nos acompañas a lo largo de toda nuestra vida. Nos sale de dentro proclamar tu bondad de Padre y Madre y junto con todos los hombres y mujeres de buena fe, dedicarte este himno de gloria y alabanza.
SILENCIO REFLEXIVO Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado: Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. 85
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros. PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Hermanos, el Señor Jesús se nos ha hecho cercano, compañero en nuestro camino, testigo de nuestras incertidumbres y dificultades. Oremos juntos, para que permanezca siempre con nosotros. R. Jesús Resucitado escucha nuestras plegarias Creo, Señor Jesús, en ti, que tú has derribado el odio que separaba judíos de paganos, libres de esclavos, creyentes de no creyentes. R. Tú eres quien ha derribado el muro de separación, el muro que enfrentaba a los pueblos, razas, lenguas, culturas y religiones. R. Tú eres quien nos ha reconciliado con el Padre y entre nosotros, como hermanos, destruyendo el poder del pecado: odio, rivalidad, venganza, ira…R. Tú has dado muerte a la muerte, resucitando a la Vida nueva, Vida Eterna. Gracias, Jesucristo. Tú has sembrado en cada uno de nosotros, los que creemos en Ti, semillas de eternidad. R. Tú nos llamas a participar de tu eternidad, desde aquí, entre los hermanos olvidados en las calles, hospitales, asilos, con los compañeros de trabajo explotados, con los miembros de familias que viven en violencia. R.
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Pero, mientras peregrinamos por la tierra, nos anticipas tu Vida divina en la Eucaristía y en el perdón de los pecados por tu misericordia. R.
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Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Señor, Dios y Padre nuestro, que por medio de la Iglesia haces llegar a todos los hombres tu mensaje de salvación, escucha nuestras oraciones y haz de nosotros verdaderos testigos de la fe. Por Jesucristo nuestro Señor.
ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Es justo reconocer, Padre de bondad, que vivimos rodeados de muestras permanentes de tu amor. Gracias, Padre bueno, por ser como eres, por tu infinita paciencia, porque no eres justiciero, sino comprensivo con los fallos de todos. Tu Hijo y hermano nuestro, Jesús, es tu mejor imagen, la que nos muestra tu amor inmenso a los hombres. Queremos imitarle y poner amor en todos nuestros actos. Tenemos que dar testimonio como discípulos de Jesús y reflejar el amor que llevamos dentro aun sin saberlo. Querríamos intuir tu amplitud de miras, Padre Dios, y asimilar el mensaje liberador de Jesús. Unidos de corazón a todos tus hijos, nuestros hermanos, cristianos, musulmanes, judíos, creyentes y no creyentes, elevamos a ti este himno de acción de gracias y alabanza. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite. BENDICIÓN OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Es el momento de darte gracias, Jesús, el Hijo a quien tanto ama el Padre. Supiste corresponder a su amor, viviste constantemente en su presencia, y nos descubriste la gran noticia, del amor del Padre a nosotros. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Jesús has sabido despertar la conciencia de mucha gente, has sido sin duda el mejor mensajero del Padre, su auténtico vicario, quien más fielmente lo ha representado ante la humanidad y quien con más exactitud lo ha encarnado y hecho visible. Queremos manifestarte nuestro agradecimiento y gozo, Jesús, por tu valioso y valiente testimonio. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Señor, Tú das sentido a nuestra vida. Por eso queremos estar unidos a ti, como los brotes a la vid, para recibir tu Gracia, para ser en tu viña ramas que lleven frutos de bien, caridad y misericordia. Solo contigo Jesús, sabremos cómo realizar la justicia, el amor y la paz. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Envíanos tu Espíritu, te necesitamos. Tenemos por delante una tarea inmensa y urgente, hacer que en este mundo reines Tú, que reine el amor y la equidad. Queremos descubrir a los hermanos tu bondad infinita, para que nadie te tema ni se esconda de ti, para que todos aprendan a quererte y te bendigan. Y el primer paso, lo sabemos, es convertirnos nosotros. No podemos predicar a Jesús si no le seguimos fielmente, si antes no hemos tratado de imitarle en todo. La fuerza para tanto empeño, la podemos tener en ti, en la oración continua, que es lo que hizo Jesús. Gracias, Padre nuestro, Madre nuestra, por darnos la vida, por abrirnos tus brazos, por acogernos como hijos. Uniendo nuestras voces, en presencia de tu Hijo Jesús, te glorificamos y bendecimos ahora como querríamos hacer toda la eternidad. SILENCIO CONTEMPLATIVO 87
PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Juan 14, 23-29 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho. La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean. SILENCIO MEDITATIVO
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Después de veinte siglos, ¿qué espíritu reina entre los cristianos? ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia? ¿Vivimos atentos a los que sufren? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento renovador? “Les doy mi paz. Jesús quiere que vivan con la misma paz que han podido ver en él, fruto de su unión íntima con el Padre. Les regala su paz. No es como la que les puede ofrecer el mundo. Es diferente. Nacerá en su corazón si acogen el Espíritu de Jesús. Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Lo primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un mundo más sano y justo. Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: “Que no tiemble su corazón ni se acobarde”. Después de veinte siglos, ¿por qué nos paraliza el miedo al futuro? ¿Por qué tanto recelo ante la sociedad moderna? Hay mucha gente que tiene hambre de Jesús. El Papa Francisco es un regalo de Dios. Todo nos está invitando a caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio. No podemos quedarnos pasivos. Nuestra fe en Jesucristo resucitado no nos hace optimistas e ilusos, sí nos hace hombres esperanzados,
no nos quita la ansiedad ante la mudanza final, sí nos da valor, no elimina las turbulencias que sufrimos en este mundo cambiante, sí nos da la paz. Oremos: Tú eres nuestra esperanza, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo. Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado, contigo, hacia el Padre. Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo. Queremos amar como tú, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres. Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de amar y de servir. Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos. CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: Seguramente los discípulos temieron al saber que Jesús tenía que irse con el Padre, pues quizá experimentaban abandono de quien se sentían protegidos. Pero tanto es el amor de Dios hacia nosotros que no nos dejó solos, nos dejó al Espíritu Santo, es quien nos acompaña cada día, nos santifica por medio de la gracia, de las virtudes y de sus dones y nos ayuda a entender todo lo que Jesús dice en su Palabra. Somos templos del Espíritu Santo, morada de Dios por el amor. Cuando nos dejamos amar por el Señor, se cumple su Palabra en nosotros. En un mundo tan inseguro, el Señor trae a nosotros este mensaje de paz. Aun en los momentos difíciles podemos experimentar paz cuando tenemos a Dios en nuestro corazón ¿Cómo lograrlo? Visitando el Sagrario, porque Él está presente en cuerpo, alma y divinidad. En él está nuestra paz, porque él es nuestra paz, viendo alrededor todas las personas que nos necesitan y a quien podemos ayudar a buscar la paz. ¿Qué nos puede turbar? Alejarnos de Él, su mensaje, su vida, encerrándonos en nuestros egoísmos o vanidades, el materialismo, la flojera, la insensibilidad. No busquemos otra cosa en el mundo, solo Dios basta. Dejémonos amar por Él y amemos como Él.. SILENCIO REFLEXIVO
PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Creemos, Padre, que tú nos has dado un corazón capaz de amar, sensible al dolor de nuestros semejantes. Este corazón que nos entregaste nos impulsa a renovarnos en la esperanza de construir una manera diferente de relacionarnos con los demás. Creemos Padre que iluminas nuestros pensamientos, sentimientos y palabras para hablar un lenguaje de apertura, con gestos de escucha y comunión. R. Señor, aumenta nuestra fe y caridad Creemos, Jesucristo, en tu Palabra; que nos llama a la conversión, para que en ella encontremos la paz interior y así podamos dar frutos de justicia. Creemos Jesucristo que tú eres la vid y nosotros los sarmientos y que debemos estar plenamente unidos a ti para poder dar frutos, para que nuestra vida no sea estéril. R. Creemos en ti Espíritu Santo. Fuerza renovadora de la faz de la tierra. Llénanos con el fuego de tu amor para que seamos promotores de paz y de justicia. Que amemos lo que es noble, justo y recto. Enséñanos el camino de la verdad. R. Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado: Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros.
Creo, Señor Jesús, que tú eres el Príncipe de la Paz, que tú has derribado el odio que separaba judíos de paganos, libres de esclavos, creyentes de no creyentes. Tú eres quien ha derribado el muro de separación, el muro que enfrentaba a los pueblos, razas, lenguas, culturas y religiones. R. Creo que Tú eres quien nos ha reconciliado con el Padre y entre nosotros, como hermanos, destruyendo el poder del pecado: odio, rivalidad, venganza, ira… Tú has dado muerte a la muerte, resucitando a la Vida nueva, Vida Eterna. Gracias, Jesucristo. Tú has sembrado en cada uno de nosotros, los que creemos en Ti, semillas de eternidad. R. Tú nos llamas a participar de tu Eternidad, de la Eterna Bienaventuranza en el cielo, donde la paz será duradera para siempre. Pero, mientras peregrinamos por la tierra, nos anticipas tu Vida divina en la Eucaristía y en el perdón de los pecados por tu misericordia. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. 89
Señor, Dios y Padre nuestro, que por medio de la Iglesia haces llegar a todos los hombres tu mensaje de Salvación, escucha nuestras oraciones y haz de nosotros verdaderos testigos de la fe. Por Jesucristo nuestro Señor. ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Te dirigimos, Dios y Señor, esta humilde plegaria para agradecerte las grandes cosas que has hecho, la creación de todo el infinito universo. Pero nos sentimos agradecidos especialmente, porque has querido que te llamemos y te sintamos Padre, porque nos tratas como hijos y contamos con tu incondicional cariño. Gracias, Padre, por habernos regalado la maravilla de tu presencia viva en nosotros. Queremos bendecirte y responder a tu amor, sirviéndote como profetas y proclamando ante el mundo que eres un Dios bueno, Padre y Madre de todos, que no pretendes otra cosa que nuestra felicidad, y que sólo nos pides que nos llevemos bien entre todos. Por eso te cantamos con alegría este himno de alabanza. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite. BENDICIÓN
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OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor.
Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
INVOCACIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO CANTO EUCARÍSTICO ESTACIONES EUCARÍSTICAS Queremos ser conscientes de la misión que nos confiaste Jesús antes de tu partida. Quisiste que nos sintiéramos hermanos unos de otros y repartiéramos el pan por igual entre todos, que veláramos que no le faltara nada a los más débiles. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Tu ejemplo Señor me enseña que tu reino necesita personas generosas, que tu amor misericordioso supone un compromiso solidario a favor de los que tú amas, los que tú buscas y por los que tú das la vida. Nos comprometemos a favor de la vida y de los más necesitados. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros. PADRE NUESTRO, AVE MARÍA Y GLORIA. Nos encargas que hiciéramos de este mundo tu reino, un mundo ideal, donde no hubiera pobres ni marginados y todos pudiéramos ser felices. Y supimos que no debíamos mirar más al cielo sino a nuestro alrededor. Jesús nos dejaste el testigo para que siguiéramos la carrera. Te adoramos, Señor y Creador, escondido en el Santísimo Sacramento. Te adoramos por todos los trabajos de tus manos, que tú nos revelas con tanta sabiduría, bondad y misericordia y que encontramos al escucharnos unos a otros.
La historia de la Iglesia testimonia ampliamente la importancia del proceso consultivo, para conocer el parecer de los pastores y de los fieles en lo que se refiere al bien de la Iglesia. La consulta de los fieles deja paso al discernimiento de los pastores designados expresamente, unidos en la búsqueda de un consenso que brota no de lógicas humanas, sino de la obediencia común al Espíritu, por ello oramos: Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén. CANTO INVOCANDO EL ESPÍRITU SANTO ORACIÓN INTRODUCTORIA (Pausadamente) Este es el sacramento, el signo de la entrega total de Jesús por el Reino. Este es también el compromiso de vida al que nos lleva la fe en Cristo. Queremos ser portavoces ante el mundo del mensaje en palabras y vida que nos dejó. Tenemos que pedir tu ayuda, tu espíritu, Dios santo, porque la misión que nos encomendó Jesús sencillamente nos desborda. Bajo la fuerza de tu aliento, queremos promover y extender tu reino, apoyar a cuantos defienden los derechos humanos, colaborar en cualquier acción a favor de los necesitados y velar por que nadie ni nada nos quite la libertad que nos regalaste como mejor don. Acoge, Padre, a cuantos van dejando este mundo y bendice a quienes toman su relevo. SILENCIO CONTEMPLATIVO
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PALABRA DE DIOS Recordemos la voz de Dios para esta semana Del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53 En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: “Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”. Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios. SILENCIO MEDITATIVO
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A los cristianos se nos ha olvidado que somos portadores de la bendición de Jesús. Nuestra primera tarea es ser testigos de la Bondad de Dios. Mantener viva la esperanza. No rendirnos ante el mal. Este mundo que parece un “infierno maldito” no está perdido. Dios lo mira con ternura y compasión. También hoy es posible buscar el bien, hacer el bien, difundir el bien. Es posible trabajar por un mundo más humano y un estilo de vida más sano. Podemos ser más solidarios y menos egoístas. Más austeros y menos esclavos del dinero. La misma crisis económica nos puede empujar a buscar una sociedad menos corrupta. La aceptación de Jesús es la aceptación de la misión. Todos los textos terminan, de una u otra forma, en la Misión. Para eso se nos manifiesta Jesús. El sentido de la vida de los cristianos es diferente: constituidos en el nuevo pueblo de Dios, han sido elegidos para la misión, para dar a conocer a todos lo que han recibido. Se puede no aceptar la misión. Se puede no ser cristiano. El que acepta, es para convertirse en mensajero de Jesús.
Oremos: Siempre es bueno, Padre santo, darte gracias y bendecirte por la huella de tu amor que está presente en toda la creación. Hoy celebramos con especial alegría tu reencuentro con Jesús, tu hijo amado De ti partió, en ti vivió y a ti llegó finalmente como última meta. Jesús nos trazó con su vida el sendero y despertó nuestra esperanza. Tú nos has creado, Tú nos sostienes y nos acompañas en la vida, y algún día, al igual que Jesús, nos reencontraremos plenamente contigo. Gracias, Señor y Dios nuestro. Toda la naturaleza entona cada día un bello canto en tu honor. No podemos ser menos los humanos y por ello, nos unimos a todos los pueblos de la tierra para agradecer la grandeza de tu corazón.
CANTO Dejemos que la voz del Señor nos siga haciendo reflexionar: La Ascensión nos dice que en Cristo nuestra humanidad es llevada a las alturas de Dios; así cada vez que rezamos, la tierra se une con el cielo. Dios ha buscado al hombre para mostrarle su misericordia y su amor, como dice el apóstol: … donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. Así, lo mismo que el pecado reinó para traer muerte, también la gracia reinará en virtud de la justicia, para procurarnos vida eterna a través de Jesucristo nuestro Señor (Rom 5,20-21). Jesús aceptó subir a la cruz para mantenernos unidos a Él, para que ninguno se perdiera. He aquí la grande y única aspiración de Cristo en la tierra. Su amor a cada hombre incluso por los que se resistirían a creer en Él. Sin embargo, así como aceptó subir a la cruz, sube al cielo para que disfrutemos su gloria. Somos enviados por Jesús a construir Su reino predicando la Buena Nueva, ahora preguntémonos: ¿Realmente llevamos el Evangelio a nuestras comunidades? ¿Respondemos con fidelidad al llamado de Dios? Pidamos al Señor que sea el amor el que nos mueva a colaborar en la construcción de su reino. SILENCIO REFLEXIVO Acerquemos nuestro corazón a Jesús resucitado: Jesucristo, ten misericordia. Señor, ten misericordia. Jesucristo, óyenos. Jesucristo, escúchanos. Dios Padre celestial, Ten piedad de nosotros Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros Dios Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros Santísima Trinidad un solo Dios, Ten piedad de nosotros -Tú que todo lo puedes, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo restauras, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo liberas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo sanas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo haces nuevo, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo transformas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo limpias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo purificas, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo cambias, Señor Ten piedad. -Tú que todo lo renuevas, Señor Ten piedad. Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Escúchanos, Señor. Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Ten misericordia de nosotros. PRECES Como Iglesia que camina en comunión, participación y misión roguemos al Señor. Unamos nuestra fe y elevemos nuestras súplicas al Señor que es infinitamente bueno y misericordioso. Respondamos todos: R. Señor, danos comunión y participación. Para que seamos fieles a tu voluntad de amarnos unos a otros como tú nos amas. R. Por todos los laicos que, desde su entrega apostólica y vida de fe, insertos en el mundo contribuyan a la transformación de la sociedad. R. Para que cada día aumente la conciencia ecológica y deseo sincero de cuidar el planeta y los bienes que has puesto en ella para nuestro beneficio. R. Que nuestra conversión personal y pastoral sean inspirados en ti y en Santa María de Guadalupe. R. Por el seminario, lugar de donde dependen en gran parte la continuidad y la fecundidad del ministerio sacerdotal de la Iglesia. R. Por los laicos, los religiosos, las personas consagradas y los pastores de nuestra Iglesia diocesana, para que vivamos con entusiasmo este camino sinodal, comprometiéndonos todos en su realización. R. Por la comunidad diocesana, para que siguiendo los pasos de Jesucristo, recupere la ilusión de trabajar unida por la renovación pastoral de nuestra Iglesia. R. Para aprender a escucharnos unos a otros, si se cree oportuno, se permite que de manera espontánea los asistentes expresen algún agradecimiento o petición al Señor. Escucha padre todas estas peticiones que te presentamos, siempre en camino hacia la patria celestial. Por Jesucristo Nuestro Señor.
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ORACIÓN CONCLUSIVA (Pausadamente) Queremos ser conscientes, Padre Dios, de la misión que nos confió Jesús antes de su partida. Quiso que nos sintiéramos hermanos unos de otros y repartiéramos el pan por igual entre todos, que veláramos que no le faltara nada a los más débiles. Nos encargó que hiciéramos de este mundo su reino, un mundo ideal, donde no hubiera pobres ni marginados y todos pudiéramos ser felices. Y supimos que no debíamos mirar más al cielo sino a nuestro alrededor. Jesús nos dejó el testigo para que siguiéramos la carrera. PADRE NUESTRO V/. Les diste el pan del cielo. R/. Que contiene en sí todo deleite. BENDICIÓN
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OREMOS. Oh Dios, que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión. Concédenos venerar de tal modo los misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos continuamente en nosotros los frutos de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Bendito seas Señor. Cristo, Mesías enviado. Bendito seas Señor. Cristo, Fuente de la divina sabiduría. Bendito seas Señor. Cristo, Buena Noticia. Bendito seas Señor. Cristo, Médico de los enfermos. Bendito seas Señor. Cristo, Palabra de verdad. Bendito seas Señor. Cristo, Luz de los pueblos. Bendito seas Señor. Cristo, Pan bajado del cielo. Bendito seas Señor. Cristo, Muerto y Resucitado por nosotros. Bendito seas Señor. Cristo, Presencia permanente entre nosotros. Bendito seas Señor. A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén.