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Cara o cruz, jugando con un pueblo

CARA O CRUZ,

jugando con un pueblo

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Redactado por: Enrique Antonio Sánchez Gutierrez.

Estudiante del programa. ¿Cuántas caras puede tener un país? ¿Cuántas mascaras deben colocarse en una nación para demostrar una falsa felicidad? Son preguntas que con el paso de los años no son respondidas, sino al contrario, generan aún más dudas sobre como la vida no tiene un valor para los altos mandos del gobierno colombiano. El libro Cronología del desencuentro de la periodista y docente Lola Viviana Esguerra Villamizar es una serie de relatos y análisis basados en el “Acuerdo humanitario”, un tratado que alejó familias, esposas e hijos convirtiéndolos en una moneda de cambio.

El ser humano según lo estipulado en la constitución tiene un derecho primordial, el derecho a la vida y a la libertad. Los oficiales, políticos y ciudadanos del común secuestrados por las FARC pasaron por los momentos más antagónicos que puede pasar el hombre. Esa sensación de soledad, de perderlo todo de la noche a la mañana, de no poderse despedir de sus hijos por última vez, de dejar a esa persona con la que se iba a tener una historia de años. Esa impotencia de saber que no se vale lo suficiente para poder negociar su propia cabeza.

El libro muestra expectativas de vida destruidas debido al cautiverio. Vidas como la de José Libio que fue asesinado a solo días de cumplir 14 años de haber sido secuestrado. Otros casos como el del Coronel Julián Ernesto Guevara Castro, muerto en cautiverio, demuestran que a pesar del encierro hay una mínima esperanza de luz en el túnel más oscuro. La mamá de Julián, doña Emperatriz, mantuvo su fe en una matica de feijoa, que, aunque creció y el coronel nunca la pudo ver, hizo que ella, al igual que Penélope en La Iliada, esperara la llegada de su hijo con todo un mundo en contra.

Hay una duda que el libro junto con lo vivido en el contexto real, llegan a sembrar en el lector: ¿Quiénes eran los secuestrados realmente, los de la FARC o los miembros de la fuerza pública? Ambos fueron alejados de sus familias, se alimentaban de lo mismo, seguían órdenes para movilizarse.

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PUNTOS DE VISTA

Portada del libro.

Todos estaban secuestrados detrás del alambre de púas, todos compartían las navidades, días festivos y cumpleaños, todos sufrían los mismos problemas solo que con distinta perspectiva; lo que nos hace reflexionar en una frase “El villano solo es villano si el héroe dice que lo es”. Un caso para recalcar es el Andrés Felipe Pérez quien falleció de cáncer terminal esperando la liberación de su padre, el cabo de la policía Norberto Pérez Ruiz. Este niño Andrés ansió ver en sus últimos instantes a su papá, algo que no fue permitido por parte del líder guerrillero Manuel Marulanda a pesar de la petición masiva a nivel mundial. Esto por un momento llega a sensibilizarnos como seres humanos, posicionándonos en la impotencia padre-hijo de no poder ni siquiera decirse un “Te amo” frente a frente. No obstante, podemos reflexionar una verdad, y es que hubo muchas otras personas que estaban en la misma situación, madres que murieron sin poder despedirse; padres; hijos; y muchos otros que por no llegar a oídos de la mayoría sufrieron su dolor en silencio. Fernando Araujo, ex ministro del presidente Pastrana y luego Canciller de Álvaro Uribe, en su etapa de secuestro comparó su estadía por seis años con un cuento de Franz Kafka, “El trapecista”, el cual contaba la historia de un trapecista que trabajaba en un circo. Araujo nos hace reflexionar sobre cómo estas historias inverosímiles pueden ser tan realistas que generan miedo. Él asimila la vida del trapecista con la suya, diciendo frases como “Yo soy el trapecista, pero en lugar de vivir en un trapecio, vivo en una hamaca. Aquí hago todo, duermo, como, hago ejercicio, leo, recibo visitas, etc.”. El secuestro de los doce diputados fue un capitulo fuerte para la historia de Colombia, pero más aún desde el punto de vista de ellos. A diferencia de otros secuestrados, los doce pensaron por un momento que estaban siendo rescatados, imaginaron que se habían salvado por suerte. No obstante, en el momento que el conductor y los falsos guardias toman otra ruta avecinaron lo peor. Ellos vieron como secretarias, contadores y otros fueron liberados en plena ruta, observaron cómo por primera vez en su vida tener el mayor cargo político les jugaba en contra. Es interesante apreciar cómo los doce diputados cambiaron sus costumbres tanto sanitarias como alimenticias, pero jamás dejaron perder algo importante, su integridad. Los conflictos entre ellos siempre intentaron arreglaros de manera civilizada sin caer en la violencia. Sus refinados gustos fueron cambiando, lo más cercano a un pastel de cumpleaños eran unas galletas Festival, esas galletitas eran lo más cercano a la civilización que lograron ver hasta el día de su fusilamiento el 18 de junio de 2007. Un momento chocante es la despedida que Sigifredo López (Único sobreviviente de los diputados) nunca pudo dar a sus compañeros. Después de años compartiendo, historias contadas, e instantes inolvidables, Sigifredo no pudo decirles adiós. Sin embargo, es verdad una frase que dice que el mejor amigo del hombre es un libro. López gracias a los textos de José Saramago (portugués premio nobel de literatura) mantuvo esa mínima esperanza de seguir viviendo, continuar con el día a día disfrutando la vida que ellos no les permitieron gozar, y conseguir algo importante para todos, esa ansiada libertad. En conclusión, este amargo capitulo en la República de Colombia nos deja una experiencia, una enseñanza que nos ayudará a evitar meter dos veces la pata en el mismo charco. Nos hará comprender que una vida no vale ni diez, ni veinte, ni cincuenta millones de pesos. Que los errores cometidos por ambos bandos no son para arrepentirse, sino para aprender de ellos… aunque en palabras de Jairo Javier Hoyos (uno de los doce diputados secuestrados) “Tranquilo, No se afane, todo tiene su tiempo”.

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