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Monstruos bajo la piel

-”¿Cuánto dinero obtuvieron finalmente de los Clutter?” -”Entre cuarenta y cincuenta dólares”

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Redactado por: Karen Julieth Jaimes Estudiante del Programa Comunicación Social Autores del crimen: Dick Hickcock y Perry Smith Perry Smith en compañía del periodista Truman Capote

TALENTOS

A lo largo de mi vida como lectora, he conocido muchos personajes (tanto ficticios como reales), que se han quedado grabados en mi memoria; autores que, con su pluma, logran transportarme a un mundo totalmente nuevo y mágico, que con sus palabras hacen que me sumerja en una realidad que no me pertenece, y sin duda, Truman Capote no ha sido la excepción. Pero, ¿Es posible llegar a empatizar con un personaje que no lo merece? En el Estado de Kansas, hay un pequeño pueblo llamado Holcomb, donde nunca sucedía nada, los habitantes eran pacíficos, y la monotonía en la que vivían los aislaba en una burbuja de tranquilidad que parecía imposible de romper. Pero todo cambió aquel 15 de noviembre de 1959, cuando cuatro disparos se encargaron de segar la vida de una familia completa en su propia casa, Nadie sabe quién lo hizo, nadie sabe cuál fue el motivo… El periodista estadounidense, Truman Capote, mediante un exhaustivo e impecable trabajo investigativo, trajo su novela de no-ficción, A sangre fría, donde se encargó de relatar con lujo de detalle los acontecimientos que transcurrieron antes, durante y después del fatídico hecho. Pero Truman no solo recopiló información y la plasmó tal cual, sino que jugó con esta para causar suspenso, tensión y subir al lector en una montaña rusa de sentimientos de inicio a fin. Su pluma ligera ha hecho que me enganchara y me apropiara de la historia, hasta el punto de no querer soltar el libro para poder terminarlo. Además, su modo de narrar los diferentes puntos de vista de los personajes permite tener un amplio panorama de la situación y conectar hilos.

Asimismo, en esta obra ocurre algo muy poco común: sumado a los relatos de los investigadores y habitantes del pueblo, podemos conocer las perspectivas de los asesinos, que, a mi parecer, es lo que más impacto tiene en la historia. Pues al haber creado una especie de vínculo con estas personas, logró retratarlos casi a la perfección, tanto así que cualquier persona que lea A sangre fría podría decir que conoció de la forma más íntima posible a Dick Hickock y a Perry Smith. Pero, ¿se puede sentir empatía por ellos sabiendo lo que hicieron?

En las novelas contemporáneas de romance young adult, es común ver cómo los personajes principales son víctimas del pasado, pues llevan en su memoria aquellos recuerdos implantados en situaciones violentas, estos a su vez, crean traumas imposibles de olvidar. En estos casos es muy normal decir: “oh, pobres chicos, pero esto solo pasa en los libros, a nadie le ocurre algo así en la vida real.” Pues bien, Truman Capote nos revela cómo la realidad supera la ficción. Dick y Perry fueron los autores de tan atroz crimen. Eran unos psicópatas que apagaron la vida de una familia completa por tan solo cuarenta dólares. Hombres que ya habían estado en prisión y que, a simple vista, parecían inhumanos y crueles, pero Truman nos presenta la parte más humana de estos dos jóvenes: también soñaban, reían y tenían miedos. Primeramente, hablaré de Richard Hickock, mejor conocido como Dick. Él fue un chico criado por una familia que, si bien no tenía mucho dinero, no les hizo falta nada. Sus únicos problemas eran que constantemente se metía en líos y su padre era demasiado estricto. Se le describe como un joven inteligente, pero nunca continuó sus estudios superiores, sino que se dedicó a la mecánica, sin embargo, tras un accidente que lo dejó sin trabajo y con graves lesiones, su padre aseguró que Dick jamás volvió a ser el mismo. Pronto comenzó a hacer cheques sin fondos, por lo que fue enviado a prisión, donde conoció a Perry Smith, un chico que quería hacerse el fuerte contando hazañas criminales que nunca cometió, pero que, sin duda, Dick creyó. Otro compañero de celda de Hickcock, que había trabajado con los Clutter, le engañó diciendo que ellos tenían una caja fuerte con demasiado dinero dentro, así que Dick comenzó a maquinar el plan perfecto para hacerse con ese dinero. Obviamente necesitaría la ayuda del temible Perry. Constantemente evito leer libros basados en hechos reales, porque mi tendencia a sentir demasiado hace que me apropie tanto de la historia y los personajes, que llego a encariñarme demasiado con ellos, a reír cuando ríen y llorar cuando lloran, que se convierte en una experiencia casi dolorosa. Y eso fue justo lo que me sucedió con el segundo cómplice de este macabro asesinato. En segundo lugar, hablaré del ya mencionado Perry Smith, quien desde muy pequeño tuvo una vida muy difícil y llena de experiencias nada agradables; su familia siempre fue pobre, su padre, un abusivo; su madre, una alcohólica que lo dejó tirado en orfanatos donde era maltratado tanto física como emocionalmente. Luego se fue a vivir con su padre, pero las cosas no resultaron bien, poco después se alistó para el ejército y combatió en la guerra de Corea. Al llegar, nuevamente intentó reconciliarse con su padre, pero tras una acalorada discusión este vínculo familiar se rompió para siempre. Vio a su familia disolverse poco a poco; su madre murió tras ahogarse en su propio vómito; dos de sus hermanos se suicidaron, su padre ya no existía para él y su único pariente, su hermana mayor, le temía. Así que se podría decir que fue un chico solitario que creció sin afecto, pero eso no lo convirtió en un tipo insensible y hermético, pues según lo describe Capote, llega a ser bastante abierto a la hora de expresar sus ideales y sueños. Sin duda alguna, Perry tuvo gran afición por el arte, la música y mejorar su vocabulario, pero nunca nadie lo alentó, a nadie le importó. No lo defiendo por lo que hizo, pero muy seguramente, si a este chico le hubieran brindado lo único que realmente deseaba: estudiar, la historia contada sobre él sería muy distinta. Tal vez habría sido un alabado erudito, y no un desgraciado criminal. En mi mente repito una y otra vez que él es el único responsable de sus actos y pagó por ellos, que no merece ninguna compasión, pero a la vez, mi empático corazón recuerda que su vida siempre estuvo plagada de sufrimientos con muy pocos momentos de felicidad, que nunca tuvo a nadie a su lado. Y en una batalla que se libra dentro de mí entre los sentimientos y la razón, los sentimientos llevan la delantera.

Solo puedo imaginarme a un chico aterrado y desamparado, con cientos de traumas que nunca pudo sanar y que, con el tiempo, crecieron a su lado. Un joven con monstruos bajo la piel, incrustados en su alma, ocultos detrás de una falsa armadura para aparentar que era el más rudo de todos, porque estaba cansado de sufrir, de ser humillado y débil. Ya nadie más le haría daño, ya nadie se burlaría de él…

Es por esto que decide demostrarle a Dick que él es digno de temer, y en un arrebato de ira y locura, asesina a sangre fría a toda la familia Clutter, a pesar que no los conocía de nada, y de que le habían parecido simpáticos. Es aquí donde tocó otro punto importante de la personalidad de Perry; pues aún en medio del robo, en un inicio se preocupó por el bienestar de las víctimas, tanto así que les acomodó de tal manera que no se lastimaran al estar atados y veló por la seguridad de Nancy Clutter, quien pudo caer en las garras de Dick. También era un soñador y acaparador de recuerdos, pues aseguraba que al salir del país podría encontrar oro en el vecino México, vivir bien allí y ser lo que nunca pudo: ser: feliz. Además, cargaba consigo siempre sus cajas llenas de elementos importantes para él que mantenían vivos los pocos instantes de felicidad y autorrealización que tuvo. Pero al no ver fortuna en México, regresan a Kansas, donde son atrapados (a causa de unas botas guardadas en esa misma caja de recuerdos), juzgados y posteriormente condenados a morir por el crimen cometido. A pesar que Perry confiesa en un momento que no sintió lo que hizo, cinco años después, en sus últimos instantes de vida, pide perdón. Finalmente, la muerte toca la puerta de este par de hombres el día 22 de junio de 1965. Después de esto, podríamos decir que es fácil juzgar a una persona (o personaje) por lo que aparenta ser o lo que ha hecho, sin dar un vistazo al pasado que esta pudo tener. Por ello, resalto la importancia que tienen los personajes bien desarrollados (psicológicamente hablando) dentro de una trama, para poder llegar a comprender sus acciones y no repudiarlos en el primer minuto.

Puedo concluir diciendo que tal vez los monstruos se cansaron de esconderse bajo la piel, que querían mostrarse, pero también, que gracias a Truman pudimos conocer a profundidad la vida de estos chicos y conectar con ellos y no quedarnos solo con sus perfiles criminales. Yo pude encariñarme con Perry Smith, un asesino, un criminal, pero también un ser humano, un soñador. ¿Podría usted hacer lo mismo?

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