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etcétera

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devoluciones que me salieron mal por no guardar el maldito “tique”. Sin embargo, mi soberbia me dice “rómpelo en pedacitos y tíralo a la basura porque solo estorba”. Y ahora tengo que volver a la tienda para rogarle al gerente que me ayude. ¡Si tan solo aprendiera las lecciones de mi propia historia!

Tan imperfectos como individuos como imperfecta la humanidad. Los rusos, por ejemplo. Uno pensaría que después del desastre que fue el colapso del bloque soviético y las décadas de pobreza que transcurrieron para su recuperación económica, aunado a la humillación internacional y el desengaño de haberlo apostado todo a una ideología obsoleta; que después de todo esto, el liderazgo ruso nunca más jugaría a la expansión imperial.

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Pero lo olvidó, y ahora quiere volver a mover fichas en el tablero global como si fuera la Guerra Fría. Todo mientras mueren cientos de personas todos los días por su invasión a Ucrania, por el frío, por la pobreza que genera una guerra. El inconsciente colectivo de Rusia les tendió una trampa, y cayeron. Yo dudo mucho que salgan victoriosos, pero uno nunca sabe en este mundo…

O el Partido Comunista Chino, insistente en convertirse en la mayor potencia mundial. Portavoces chinos han afirmado que su país está embarcado en un “ascenso pacífico al poder”, sin embargo, como se suele decir por ahí, nosotros tenemos otros datos. Sabemos que están espiándonos desde sus satélites, desde los globos de aire que sobrevuelan en nuestro continente, desde su aplicación Tik Tok, y de muchas otras maneras. Oprimen los derechos humanos en Hong Kong y amenazan a Taiwán. Se roban las tecnologías producidas en Occidente, y son desleales en el comercio internacional. Esconden datos sobre el contagio de cierto virus descubierto en Wuhan en el año 2019, y mucho más.

China es poderosa, persistente, ingeniosa y sumamente rica. Y esto es, en gran medida, gracias a todos nosotros porque hemos pensado en ellos como proveedores-aliados, y no como poderosos-adversarios. Se escondieron en un punto ciego y no los vimos venir.

China siempre ha pretendido convertirse en una potencia mundial. Hoy, ya lo es. Y cada día está más cerca de convertirse en la potencia mundial más dominante. Han jugado bien su juego, y lentamente fuimos cayendo en la trampa.

Ahora bien, ni el conocimiento de la historia, ni el estudio del comportamiento humano nos pueden preparar para los eventos que se generan repentinamente y que transforman nuestra realidad en instantes.

Esos eventos que jamás pensarías que van a ocurrir, como tirar las llaves en la calle justo cuando caminas sobre una coladera. Escuchas el metal de tus llaves chocar con el material de la alcantarilla, y en un abrir y cerrar de ojos las ves desaparecer en las profundidades de la Tierra. Tu día cambia radicalmente, y todo lo que tenías pendiente pasa a un segundo plano; en ese instante, todos tus recursos disponibles los canalizas a solucionar esa improbable casualidad.

Algo así vivimos en el 2020 con la pandemia del COVID-19. Nuestros planes se fueron por la mismísima coladera, y nuestras prioridades cambiaron inmediatamente. Desde aquel frenesí por comprar cubrebocas, todo tipo de alcoholes, geles y toallas desinfectantes, y por supuesto, papel higiénico en cantidades industriales. Nuestra vida cambió radicalmente, y tuvimos que cancelar prácticamente todos nuestros planes para iniciar un prolongado

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