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ÁNGEL IGOR LOZADA RIVERA MELO
Coordinador General de Extensión y Difusión Cultural
Cultura UDG
Enenero de 2020 no imaginábamos la magnitud de lo que estaba por suceder. Concentrados en los planes contemplados y buscando generar más proyectos, el golpe que representó la suspensión de actividades trastocó todos nuestros ámbitos: laboral, familiar, personal. Pienso que, incluso, nos ha cambiado como seres humanos.
Para quienes nos dedicamos a las industrias creativas, el reto fue enfrentarnos a un horizonte que se tornó confuso y, en medio de imágenes distópicas, casi de ficción, nos vimos forzados a detenernos y cuestionarnos nuestro actuar: “¿Ha sido útil lo que hemos hecho?”, “¿Ha tenido impactos positivos para la comunidad?”, “¿Qué debemos hacer ahora?”.
Con el paso de los días, entendimos que el disfrute y la creación de expresiones artísticas y culturales también eran herramientas que contribuirían a hacer frente a la pandemia. Lo harían generando nuevas poéticas que concentraban el cúmulo de sentimientos surgidos desde la adversidad, manteniendo el goce de lo estético, abonando a la salud mental; en resumen, generando comunidad. A la postre, este camino aún lleno de claroscuros ha ampliado nuestra perspectiva; nos ha permitido diseñar nuevas formas de encontrarnos — superando las barreras físicas y temporales— y, principalmente, hemos visto que si no creamos comunidad no hay modelo social que funcione. El futuro es generar proyectos con utilidad social mucho más inmediata.
Confío en que, desde nuestro ámbito de industrias creativas, este sentido renovado de humanidad, a pesar del dolor y las pérdidas, nos conducirá a nuevas posibilidades de crecimiento como sociedad.
México