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LIDERAZGO FRENTE A PREGUNTAS DIFERENTES
Ladisrupción causada por la pandemia de la covid-19, además de económica, política y social, implicó también una sacudida cultural que apenas estamos empezando a comprender, como lo atestiguan las páginas de esta Perspectiva. La pandemia ha sido una profesora implacable; por eso la llamo, con algo de cariño y mucho respeto, “la profe Pande”.
Superado el encerramiento, las crisis trajo consigo respuestas creativas y es sobre estas tendencias y nuevas corrientes que se centra la mayoría de la atención en el sector. Sin embargo, las falencias que se hicieron evidentes a nivel global en materia de política pública para la cultura merecen una respuesta integral de parte de los gobiernos y una reflexión profunda de parte de los principales agentes culturales.
Desde el punto de vista técnico, muchas de las herramientas de conocimiento necesarias para enfrentar los retos que trajo la pandemia existían y su efectividad estaba probada, mas su adopción se encontraba muy limitada geográfica y sectorialmente.
En 1982, a instancias de la UNESCO, se reunieron en Ciudad de México representantes de las autoridades culturales de 126 naciones en Mondiacult. De este encuentro surgió una declaración que incluye un grupo especial de principios sobre cultura y desarrollo, estableciendo las bases de lo que hoy se entiende como economía creativa en un sentido amplio y bajo numerosos apodos: industrias culturales, industrias creativas, industrias protegidas por el derecho de autor, economía cultural, economía naranja, entre otras.
Hoy, 40 años después, Mondiacult se reúne de nuevo en Ciudad de México. Esta vez más de 190 naciones y el reto será no solo actualizar los marcos de política pública a la luz de las nuevas tecnologías, sino también bajo el aprendizaje inculcado por la profe Pande.
En el prólogo de este libro, Ernesto Piedras destaca esa sociedad entre las ICC y las ITC que ha dado para tantos análisis, propuestas, críticas, esperanzas y hasta teorías de conspiración, durante los últimos 48 meses. Sin duda, esta relación se consolidará como uno de los aspectos principales de la política cultural en el “nuevo normal”. Sin embargo, quiero destacar tres retos que la profe Pande nos deja en el tablero y que, debidamente enfrentados, serán grandes oportunidades durante las próximas dos décadas.
La primera lección es que las ICC son resilientes como conjunto, pero con una falla estructural profunda en la débil relación entre los núcleos comerciales desarrollados y las periferias informales. Sin duda, el golpe a los ingresos de millones de creadores y gestores alrededor del mundo, sobre todo durante los primeros doce meses de pandemia, causaron enormes dificultades personales y empresariales. Naturalmente, al hablar de resiliencia, no me refiero a que el sector haya sido inmune, sino a cómo, a pesar de que las ICC sufrieron uno de los mayores impactos económicos (rondando una caída del 30% en su aporte al PIB durante 2020 a nivel mundial), los agentes no dejaron de ejercer su oficio, adaptándose a las circunstancias, preservando y fortaleciendo redes de trabajo y apoyo, generando reflexiones sociales y políticas necesarias, ofreciendo una respuesta emocional al encerramiento para la sociedad.
Y pese a todas las dificultades, las ICC no dejaron de cumplir con su función social y cultural; también se adaptaron para una recuperación acelerada, permitiéndoles ofrecer oportunidades a millones de personas, no solo a los agentes que ya eran parte de ellas. También invitaron a soñar a millones con la posibilidad de encontrar en las ICC una forma de vida en la Cuarta Revolución Industrial.
Es por esto por lo que el primer reto que nos deja la profe Pande para las ICC es acercar más y mejor la periferia diversa de la cultura a la política cultural, desarrollando coherentemente los mercados locales con respecto a las nuevas tecnologías, las tradiciones y la consolidación del capital cultural comunitario. No se trata de hacerlos comerciales. No. Se trata de integrarlos a los mecanismos de soporte, sobre todo los de los Estados a nivel de becas, cooperación técnica y acompañamiento; aunque también a los privados, pues esta periferia comercial de las ICC es el núcleo de la diversidad y del cuidado atento a la salud dependen el mediano y el largo plazo de las ICC. Es hora de que el desarrollo de los mercados culturales de nicho pase del discurso a la práctica.
La segunda lección es que la gente importa. Toda la gente. Los artistas, los técnicos, los espectadores, los promotores, los managers, los comunicadores, los profesores, los logísticos, los críticos, los gestores, etcétera. Las ICC son, posiblemente, la actividad económica en la que el consumidor participa más activamente en el producto final. Este consumidor, que según lo que consuma se llama espectador, público, audiencia, prosumidor, alumno, colectivo, parche, comunidad, combo, es el eslabón más débil de la cadena de valor de las ICC.
Las políticas públicas alrededor del mundo se han esforzado, a partir de los principios enunciados en Mondiacult 1982, por establecer la institucionalidad y los programas de apoyo que, en gran medida, han permitido que alrededor del mundo prolifere la creación artística y su producción más allá de los países desarrollados. Sin embargo, en paralelo, mucho se ha hablado de la importancia de la formación de públicos, pero son realmente pocos los ejemplos de esfuerzos sostenidos en esta dirección.
La profe Pande nos demostró con rigor el poder que los públicos ejercen a través de sus clics, tiempo al aire y comentarios. También demostró las debilidades del debate digital, la superficialidad generalizada con respecto a la apreciación de los contenidos y la falencia de las herramientas para incluir a las audiencias en procesos culturales más complejos. Esta no es una crítica a la cultura pop. Es un llamado a dejar de delegar la responsabilidad a terceros etéreos y asumir el reto de desarrollar e implementar las políticas públicas que equiparen la formación de los públicos con la creación y producción culturales. Así como las periferias de las ICC son el núcleo de la diversidad, los consumidores son su raison d’être.
La tercera lección es mucho más simple: nada es permanente. Durante los siglos XIX y XX hizo carrera la idea de un mundo cultural basado en “las siete artes”.
Naturalmente se trata de una simplificación; sin embargo, trae implícita la idea de la existencia de actividades superiores y actividades subordinadas dentro del quehacer cultural. En el corto plazo, para efectos de análisis y toma de decisiones, esta aproximación puede ser útil, pero frente a dinámicas de largo plazo en lo social, lo político, lo económico y lo tecnológico, estas simplificaciones se hacen crecientemente anacrónicas.
Si bien la profe Pande no nos trajo las nuevas tecnologías ni los formatos culturales emergentes, lo que sí nos enseñó es que la penetración de ambos en la sociedad era mucho mayor y que con el “empujón” de la transformación digital dado por la covid-19, estas tendencias eran peligrosamente ignoradas en la política pública cultural. Acá no se trata de partir la torta de los apoyos a la cultura tradicionales con los nuevos formatos. En gran medida, las nuevas tendencias tienen la capacidad de gestionar recursos de fuentes diversas, gracias a que actualmente son cool y quienes las lideran tienden a conocer y manejar bien los lenguajes del emprendimiento y la innovación.
Sin embargo, la manera en la que afectan la cultura es tan profunda como lo han sido en el pasado el cine, el gramófono, la televisión y la radio, por lo que su validación e integración en el debate cultural es fundamental. No como una novedad, sino como un aspecto central de la sociedad, la ciudadanía y la cohesión de las comunidades.
Sin duda, la profe Pande fue mucho más generosa en sus enseñanzas que estas tres simples lecciones, y gastaremos la mejor parte de esta década decantando lo que nos pasó. Por el momento, empecemos por responder estas preguntas que ya sabemos que cambiaron y preparémonos para enfrentar de la mejor manera las nuevas preguntas que surjan de los turbulentos momentos que nos ha tocado vivir.
Felipe Buitrago
Economista y asesor estratégico Ex Ministro de Cultura Colombia