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MARÍA GRACIELA MEZA
Coordinadora Departamento Cultural
Centro Cultural Paraguayo Americano
Vivir una pausa sin fin, el silencio de las calles y de la casa, la sorpresa paralizante y la adrenalina que provoca la desesperación de salvar la conexión entre público y artistas… el sustento de los demás. Afuera la angustia de amigos, la muerte de otros.
¡Y volverse autónoma en todos los aspectos! Desde los mínimos detalles de limpieza, las compras —todas en línea—, hasta la planificación de un tiempo nuevo. Ver a los hijos y nietos a la distancia, tiempo irreal, ¿surreal?
Ir perdiendo los miedos, asomar los pies a la calle para caminar por el barrio —siempre tan cercano pero poco recorrido—, hablar con algún vecino, realizar visitas al supermercado para compras rápidas o al cajero…
Pero, especialmente, perder la aprensión a manejar las herramientas tecnológicas y lanzarse a nuevos desafíos.
Y, al final, vencer el temor, abrazar a los más cercanos y viajar a 10,000 km al norte para continuar y poder compartir con mi esposo la otra mitad del encierro. Desde allí seguir inventando programas y actividades que conecten a la gente: la música, la danza y la poesía; la historia, la historieta y la ciencia. Todo en línea.
Pensé que no lo podría superar, fue muy duro, agotador. Sin embargo, hoy reconozco que aprendimos habilidades, nos volvimos más creativos y también disfrutamos la pausa, el silencio, la reflexión. Agradezco como nunca, cada día, por cada minuto de aliento propio y de los míos. Ahora, con la esperanza de un tiempo nuevo.
Pensé que no lo podría superar, fue muy duro, agotador. Sin embargo, hoy reconozco que aprendimos habilidades, nos volvimos más creativos y también disfrutamos la pausa, el silencio, la reflexión.
María Graciela Meza