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SYLVIE DURÁN SALVATIERRA

Ministra de Cultura y Juventud de Costa Rica

Amenudo se ha mitificado el espacio de las industrias creativas y culturales con el mismo pensamiento desarrollista, iluso y depredador con el que se entendió la relación entre recursos naturales, productividad y crecimiento durante parte del siglo XIX y el XX. A falta de sensibilidad y compromiso con el largo plazo, la pequeña escala de la que depende la diversidad, se promovió la concentración, el lucro y el crecimiento como referentes del bienestar, del logro y la ambición humana. Hoy contamos con los dedos los años antes de que la huella de carbono, el deshielo, la desertificación, la pérdida de biodiversidad nos lleven al punto de no retorno con respecto al medio ambiente. Los años 2020 y 2021 nos han enseñado cuán extremadamente dolorosa nos resultará la destrucción del hábitat por la contaminación del agua y las inundaciones, por un lado, y nuestra fragilidad y nuevos virus resistentes a los antibióticos, por el otro.

No son menos graves las consecuencias de la gentrificación, la ocupación avariciosa del espacio simbólico, la falta de encadenamiento virtuoso entre el contexto próximo y la gran industria, con su efecto sobre la estandarización y la banalización de valores, la intolerancia ante la diferencia, la destrucción del tejido social. Estamos llevando al colapso también nuestra capacidad de gobernanza y convivencia, de empatía y corresponsabilidad, de crear y renovar sociedades plurales y democráticas.

Se habla con urgencia de resiliencia y regeneración en la promoción de economía. Esa misma matriz de preocupación debe cruzar de inmediato la reflexión sobre cultura. Como las fuerzas de la naturaleza, la dinámica de la vida cultural tiene una potencia que nos ha costado entender como especie: sino la cuidamos, pues es lo que nos nutre y sustenta, nos dirigimos al colapso.

Se habla con urgencia de resiliencia y regeneración en la promoción de economía.

Esa misma matriz de preocupación debe cruzar de inmediato la reflexión sobre cultura.

Sylvie

Durán Salvatierra

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