ANANDA Luciana Lesme DÃaz
© del texto y de las ilustraciones Luciana Lesme Díaz Edición taller contar la propia historia Buenos Aires 2020
ANANDA Luciana Lesme DÃaz
“Arráiguese sólidamente, luego crezca, afírmese. En ese momento, ábrase, alargue sus brazos para sentir a su alrededor su propia radiación y después vuelva a traer el universo hacia usted...”
La vida en la vida, Lizelle Reymond / Shri Anirvan
T
odo el tiempo sentía que dentro de mí éramos dos.
Estaba en la India, sentada en la galería externa de la fundación. Necesitaba decidir mi próximo destino porque la estadía terminaba al día siguiente. Pero la existencia me pesaba más que nunca y nada me interesaba para seguir visitando. Hasta que algo me llamó la atención.
U
na extraña mujer que jamás había visto se me acercó, pidió sentarse y me habló : –Estás molesta porque no puedes encontrar tu destino ¿verdad?. Si te dejas aparecerá una nueva salida, tal como le sucedió a este lugar. Te contaré algo que no es casual: la historia de Anantapur también se erigió sobre tierras que parecían sin entusiasmos ni destinos hasta que algo dio un giro. La población de intocables o dalits sobrevivía con lo que las prolongadas sequías les ofrecían. Un día, un grupo de voluntarios que traían nuevas ideas de hermandad para la época, descubrió que en ciertas zonas se podía encontrar agua y mejorar la calidad de vida. El primer pozo de agua que excavaron fue justo donde tu y yo nos encontramos hablando hoy. Desde que supieron que algo mejor les esperaba, los habitantes del lugar, intercambiaron mano de obra por cosechas para sus familias. Así se creó y creció una nueva ciudad. Si tomas las coincidencias como una fuente de inspiración podrían ayudarte a reconsiderar tu destino.
Nadie se encuentra en el sitio equivocado.
E
n ese instante no comprendí. Luego entendí que se trataba de ir más allá de todo lo que estaba acostumbrada a ver. Dentro mío, otra vez esa fuerte sensación de que no estaba sola. Decidí retomar mi viaje siguiendo lo que la extraña mujer me proponía. Así comenzó mi sanación. Ella me acompañó en el principio para transitar juntas la etapa más fuerte: la de las emociones.
E
n la primera estación descendimos hasta las ceremonias del río Ganges y nos encontramos con el elefante: –Vean cómo las personas ofrecen a la corriente del río sus más profundos pensamientos y se sumergen en un baño de culto y purgación. Estas aguas remueven las penas de cualquier corazón por igual –nos dijo. Me dio tanta curiosidad que la extraña mujer y yo nos entregamos a la experiencia de sumergirnos en el río. Al despedirse el elefante nos contó: –Me llamo Ganesha y represento la fortuna. Para repartirla me gusta quitar los obstáculos que sobrecargan a las personas. Con la alegría de haberlo conocido, frescas y revueltas, nos fuimos.
A
l alejarnos de allí caí rendida en un intenso estado de angustia. Esa fue la señal para que la mujer decidiera no seguir viaje conmigo. Me dijo que la siguiente etapa tenía que transitarla sola y prepararme para lo que me esperaba.
Ella se volvería al día siguiente así que descendimos a la estación de la danza lunar donde nos liberamos de nuestras estructuras y resistencias.
La primera noche en soledad, me dio terror. Lo único que la mujer me había dejado para seguir adelante era un papel con símbolos. Me fui a dormir convencida de abandonar la búsqueda.
E
sa noche tuve un sueño que lo cambió todo.
Bordeaba un espejado lago al costado de una ruta. Como siempre, conectada al afán de mis preocupaciones, quise salvar a una rana que en realidad maté. No podía creer lo que había sucedido. Sollozando miré al cielo y pregunté porqué era tan difícil ver las estrellas. De inmediato, desde la ruta, la rana resurgió con una magnífica presencia y me habló de la muerte real y simbólica. –Te has rodeado de círculos de los cuales no puedes salir pero en realidad solo debes desdibujar la línea de tu encierro –me dijo la rana. Existen formas para no sufrir, no abandones esta búsqueda. Antes de irse me explicó que estamos llenas de ideas inflexibles que surgen cuando nacemos y que cambiarlas lleva mucho tiempo.
C
uando desperté me di cuenta de que la voz interior se había manifestado otra vez y decidí que el viaje debía continuar. Me puse a estudiar el mapa que me había dejado la extraña mujer. Era bastante impreciso pero me pareció que no faltaba mucho para llegar. Antes de guardarlo descubrí que en el reverso había una palabra escrita como un mensaje oculto: Ananda. Debajo estaba anotado el significado: estado de felicidad plena donde la belleza es sin pensamiento. Algo nuevo sentí por un instante: la certeza de que yo también podría llegar a ser eso que decía ese mensaje.
Me preparé para continuar caminando. Al cabo de un buen rato, cruzando un bosque, el cansancio me venció a los pies de un viejo árbol. En ese silencio acogedor el suelo empezó a temblar y el árbol me habló: –Oh! Ananda. Disculpa tanto movimiento, es que hace mucho que alguien no se detiene a escucharnos. Somos el bosque de Rudraksha, nuestras semillas son utilizadas desde hace mucho tiempo por los antiguos maestros o rishis. Siguiendo sus prácticas, en este tramo te conectaras con el sonido del universo. Para eso te daré un collar y una frase especial y así llegarás hasta la última estación de tu viaje. Entre el eco y la densidad de la naturaleza tendrás que encontrar una cueva en lo alto de la montaña sagrada.
¡Buen final!.
D
urante los días que caminé fui perdiendo las capas de pasado y recuperando la costosa independencia. Hasta que una tarde arribé a la cima de la montaña sagrada y encontré la cueva indicada por el viejo árbol. Ingresé cuidadosamente guiada por la luz.
Y allí estaba ella en todo su esplendor: la Maestra Blanca.
–B
ienvenida Ananda, estaba esperando por ti. Llegaste hasta aquí luego de mucho andar y quién sabe cuántas vidas buscando. Has vivido creyendo que eras alguien pero en realidad eres algo que va más allá de todo eso: Soy el Atma o el Ser y soy Tu.
Mientras observaba hablar a la Maestra, sentía que me despertaba de un gran sueño a una nueva realidad, donde lo contemplado y quien contempla se vuelven la misma cosa. Jamás había experimentado la dimensión del amor, aquello que es infinito.
–Ll
egaste al final de tu viaje para volver a empezar.
–Q
uédate aquí hasta que adquieras una fuerza que nada podrá destruir. Será un estado físico, mental y emocional completamente renovado. Durante este proceso te reencontrarás con tu verdadera naturaleza de ser o tu estado de ananda. Luego de experimentar esta nueva forma de vivir en conciencia, regresarás al mundo para seguir creciendo junto a quienes deseen buscar la verdad interior.
E
l tiempo había transcurrido notablemente para mí. A lo lejos, mi amiga abrió la puerta y me llamó. –¡Es aquí!, nuestra reunión comenzará en breve.
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