LA NIÑA DE LOS OJOS DE FAROL de Brissy Vibeke Borja Velásquez

Page 1

La niña de los ojos de farol Brissy Vibeke Borja Velásquez


@de los textos y las imágenes Brissy Vibeke Borja Velásquez edición taller contar la propia historia Lima / Buenos Aires 2021


La niña de los ojos de farol Brissy Vibeke Borja Velásquez



Cuando la niña sabía que iba a ir al taller, empezaba a sentir mucha curiosidad, aunque también cierto temor, pero no permitía que este se apoderara de ella. A veces, el temor era muy grande y se desarrollaba una lucha interna, casi una batalla, pero la curiosidad siempre era mayor y terminaba ganando.


El taller no era muy grande, un pequeño garaje con una puerta ploma de metal enrollable que hacía un sonido peculiar cada vez que se desplegaba. Parecía que hablaba, pero si la niña afinaba bien el oído casi casi podía escuchar que le decía: “buenos días” o “buenas tardes”. Ella hacía como si no hubiera escuchado nada, pero mentalmente respondía el saludo.




Al entrar a la trastienda, el espacio no era muy iluminado, considerando que era una tienda de reparación de objetos electrónicos, era bastante contradictoria la poca luz del lugar. Esto aumentaba el misterio.


Entre sombras la niña veía a los alicates, tornillos, destornilladores, realizar hermosas coreografías. —Ven, baila con nosotros —dijo el martillo. Ella abriendo los ojos, no podía creer que el martillo le hubiera hablado, por un par de segundos sintió que no podía ni siquiera moverse. Ya estaba un poco acostumbrada a los saludos de la señora puerta, pero que el martillo la invitara a bailar era algo que no esperaba.




En otras oportunidades, cuando había entrado a la trastienda, le parecía haber visto ciertos movimientos, algunas sombras por aquí y por allá, pero de saludos e invitaciones a bailar nada de nada.



—Holaaa, —sintió la palabra salir de su boca. Ella misma se sorprendió, ¡le estaba respondiendo al martillo! ¿Es esto real?, pensó. Una ligera corriente recorrió su cuerpo, lentamente se iba acercando, cuando de pronto, escuchó a su padre llamándola.


Los destornilladores, tuercas, tornillos seguían bailando guiados por la música del radio. Nuevamente sintió que no podía moverse, ¡era increíble lo que veía! El segundo llamado del padre sonó muy cerca de ella. “Los va a descubrir”, pensó y solo atinó a salir corriendo. —¿Todo bien? —pregunto el padre. —Si. ¿Cuándo vamos a volver? —preguntó la niña. —¿Ya quieres volver? —pensé que no te gustaba mucho venir por aquí, —comentó el hombre encargado del local.




La niña solo lo miró y se quedó callada. En líneas generales el hombre le parecía una persona amable, aunque desde que le había dicho: “Una noche, cuando estés durmiendo, te quitaré los ojos y los usaré de faroles para iluminar las calles”, le había generado una angustia terrible y prefería no hablarle mucho.


Ella sabía que no podía ser cierto, incluso le parecía imposible. En todo caso prefería pensar que sus ojos no podrían iluminar tanto las calles. Sin embargo, como era el encargado de una tienda electrónica, le quedaba la duda, tal vez él tenía alguna herramienta especial para poder usar los ojos como faroles. Durante la semana siguiente, repasaba en su mente todo lo que había sucedido. Recordaba detalle por detalle, una y otra vez. Y contaba las horas y los días para que fuera sábado e ir nuevamente. Cuando llegó el día la emoción era incontrolable.




Ya en el local, la bienvenida de la señora puerta: “buenos días, querida” la hizo sonreír ampliamente. Y claro, mentalmente le contestó, esta vez a diferencia de las anteriores, con mucha más alegría y soltura. Mientras su padre y el encargado de la tienda conversaban en el mostrador, ella como de costumbre, ingresó a la trastienda. Directamente se acercó adonde estaban los tornillos, alicates, llaves. Los miraba, pero no pasaba nada…


No se atrevía a tocarlos, solo los miraba fijamente. ¿Qué hacer?, se preguntó. ¿Por qué no estaban bailando? —Hola, ¿cómo están? —dijo en voz alta. Nada. Silencio absoluto y nada de movimiento. Se sintió decepcionada, ¿será que se había imaginado todo? No podía ser, ella lo había visto y lo había repasado toda la semana.




De pronto uno de esos aparatos se encendió, generando unos sonidos muy agudos, unos pitidos que llegaban a perforar los tímpanos. La niña se tapó los oídos y corrió hacia la salida.


En ese momento escuchó: —¿Eres tú la niña de los ojos de farol? con voz entrecortada, atinó a contestar: Sí, soy yo… Bueno, bueno, procedió la radio, entonces son tus ojos los que acabarán con esta oscuridad. –¿Mis ojos? ¡No! ¡No pueden quitarme los ojos!, –gritó aterrada. —Pero niña, —dijo sorprendida la radio, —¿quién habló de quitarte los ojos? El encargado de la tienda y ¡Tú!, dijo ella, y se largó a llorar. ¡Quieren usar mis ojos como faroles para acabar con la oscuridad!



—¿Pero de dónde has sacado esa idea tan rara? Lo que queremos es que nos visites más seguido. ¿No te diste cuenta de que el viejo Mario, es feliz cada vez que vienes? ¿No te diste cuenta de que cuando estás aquí todo es más brillante y alegre? La niña sintió que le quitaban un gran peso de encima y tuvo ganas de reír y de abrazar a la radio. Conversó y bailó con los alicates, focos, cables y tornillos, celebrando todos juntos el final de su miedo. Cuando llegó la hora de irse, les prometió que los visitaría cada sábado. Al salir al mostrador, se despidió de Don Mario con un fuerte abrazo.



Desde ese día, la niña supo que a través de sus ojos podía imaginar hermosas escenas, alegrarles el día a muchas personas y descubrir la belleza en todo lo que la rodeaba.




Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.