DESDE EL NIDO Roma Fuhr
DESDE EL NIDO
Roma Fuhr
© del texto y de las ilustraciones Roma Fuhr Retoque fotográfico Cerise Edición taller contar la propia historia Mar del Plata / Buenos Aires 2020
A mis hijas
SE ANIDA Anidar es fundar desde adentro,
proteger lo Ăntimo, hilar historias. Envolver,
girar y girar hasta encontrarse. Anidar es construir,
moldear en barro los pensamientos. Apretar, tejer y entretejer, cubrir con palabras dulces, dar calor, dar forma.
Anidar es serenar el alma,
abrazar la vida, dejar nacer la idea. Brotar y florecer, habitar, vivir.
Anidar es ser.
SE ES Comenzaste salita
maternal, hacíamos muchas cuadras
en auto para ir y volver, llorabas todo el camino
porque no querías ir sentada atrás.
Intentando sacar algo
de la galera, te dije que
tu asiento era un trono de
plata, como el de la reina...
–Qué Reina mamá?
–La reina batata.
Te enseñé la canción que se convirtió en el ritual
diario de ida y vuelta al cole.
Como eras muy pequeña, sólo te habías aprendido una parte, el viaje comenzaba con:
“Estaba la reina batata
sentada en un plato de plata”.
La repetías sin parar hasta que llegábamos a casa o al jardín.
Con los años agregamos más estrofas, pero siempre
fue doña batata
tu compañera de viaje, mi cómplice eterno,
y el apodo para vos, la más grande de la casa.
Cancanes rayados,
patines de tu hermana en los pies, pelo enmarañado,
chupete en la boca…
Ese día del niño preferiste los patines y no el saltarín que te habíamos comprado.
Así nació tu apodo, mi niña sin miedo,
despeinada y simple.
Fuimos dejándote ser, ser distinta, ser loca,
ser MARÍA CACHIVACHE.
SE RECUERDA El caballo blanco medio
despintado por el tiempo
desaparecía unos segundos y
volvía a aparecer.
Lo mirabas aferrada a los barrotes, ni bien paraba te soltabas de mi mano,
echabas carrera y trepabas como un mono
colgándote del cuello, agitando los pies,
tomando impulso.
Te sentabas derecha,
te tironeabas la coleta que ataba tus pelos,
respirabas hondo y nos sonreías lista para comenzar a girar
en esa calesita donde yo me crié.
Saludabas con la mano, después te sumergías en tus
pensamientos, olvidándote de nosotros.
No tratabas de agarrar la sortija,
la calesita era gratis y podías dar todas las
vueltas del mundo.
Cuando te cansabas bajabas un poco mareada,
seria,
caminando despacio buscabas otro juego,
a lo lejos,
en silencio.
SE COCINA
Riwwel Kuche Masa: • 1kilo de harina
• 2 cucharadas de levadura
• ½ litro de leche rebajada con agua tibia • 4 yemas de huevo
• 3 cucharadas de crema • 100 gramos de manteca
• 8 cucharadas de azúcar • 1 pizca de sal
Latwerge: • ½ taza de azúcar
• 10 cucharadas de harina • ½ litro de agua
Riwwel: • 200 gramos de crema • 2 yemas
• 150 de manteca
• 3 cucharadas de harina • 6 cucharadas de azúcar
Colocarán en un recipiente grande, ese que heredarán de alguna mujer de la familia, la harina, la levadura, las yemas, sal,
azúcar, crema y manteca. De a poco agregarán la leche diluída con agua y mezclarán suavemente hasta integrar todos los ingredientes.
Amasarán con ganas, poniendo amor en lo que hacen, sumergiendo los dedos en la masa
pegajosa y blanda, creando, agradeciendo. Dejarán levar la masa hasta que se infle. La colocarán en una asadera previamente enmantecada y enharinada y la dejarán
reposar, porque como todo en la vida, lleva tiempo, paciencia y espera.
En una sartén colocarán el azúcar para hacer el latwerge y revolviendo como brujas el
caldero dejarán que se derrita hasta que se
vuelva de color amarillento casi amarronado. La retirarán para agregar un poco de agua y otra vez al fuego. Luego comenzarán a agregarle la harina diluída en agua y
revolverán sin parar, mezclando etnias, tiempos, evitando que se hagan grumos y
hasta que tenga la consistencia de crema de caramelo. Con él cubrirán la masa que dejaron reposando en la asadera.
En otra sartén colocarán la crema, las
yemas, la manteca, la harina y el azúcar, y llevarán a fuego lento hasta lograr un
arenado grueso, bien grueso llamado riwwel, que esparcirán por encima del latwerge.
La cocinarán a horno mínimo, el tiempo que sea necesario para que se dore y cuando
pinchando con un palillo éste salga limpio, y el aroma a torta llegue a cada rincón de la casa, sabrán que está lista.
Prepararán café, se sentarán a la mesa y disfrutarán de la cotidianeidad de las pequeñas cosas.
Se conectarán con esas raíces alemanas que llevan dentro suyo, a través del calor de sus manos y del fuego de la cocina serán
parte de algo que crece, se multiplica y se comparte.
Guten appetit
Nota receta que sobrevivió al olvido porque fue legada en secreto por las abuelas alemanas a sus hijas que migraron a Rusia y luego a Argentina, hoy forma parte del recetario de los alemanes del Volga y de la mesa de nuestra familia.
SE GIRA Pasabas tardes enteras girando sobre el
piso de parquet en el estudio de la calle Quintana.
Yo te esperaba sentada en el alfeizar de la ventana como cada martes y jueve. Tu hermana corría alrededor del pino
mientras vos girabas, elevabas los brazos, sacudías el aire y sonreías.
Giros y más giros que dejaron miles de
puntas destrozadas, pies deformados que evitabas mostrar en verano, rodillas rotadas, andar delicado.
Felicidad que creció con paciencia, constancia y esfuerzo al límite.
Grandeza que se guarda en el corazón. Hay amores que son para toda la vida, aunque el cuerpo diga basta.
SE BAILA Extrañaba tanto escucharte con la
voz apurada y chillona
(esa que ponés
cuando te arrebata la emoción).
Intentás contar con palabras cada
movimiento, cada paso.
Agitás las manos en al aire y yo sonrío
sin entenderte.
Abrís el bolso, ese rosa ya descolorido,
que seguís usando por cábala,
guardás todo con cuidado, te hacés el
rodete de memoria,
seguís hablando sin parar.
Lo único que necesito saber es que hoy volvés a bailar.
Pasaron tres años.
Te miro desde mi butaca
como antes, vos iluminada,
radiante sobre el escenario.
Te veo girar, entrar y desaparecer,
saltar y sonreír, con esa sonrisa que
solo poseen los locos que se entregaron a
eso que les devuelve la vida. Estás bailando y te recorro
en cada movimiento,
tu cuerpo tiene memoria.
SE JUEGA
creando un mundo
dรก
nd
ol
e a las a la imaginaciรณn
n ge
ri
do libres sien
conec
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o
SE CANTA Tross Tross Trillie Tross, tross, trillie
der Bauer hot ein Fihllien des Fihllien kan net lofen
Pum, pum falled ind groben. Tross tross trillie
der Bauer hot ein Fihllien des Fihllien kan net lofen der Bauer wils ferkofen reiten Ăœber den Grobe
pum, pum fallen hinein und muss bersofen.
La pierna del abuelo Pedro era larga y fuerte.
Hombre robusto de metro noventa que reía como un niño cuando de jugar con las nietas se trataba.
Se acomodaba y cruzaba una pierna sobre la otra. Ustedes se sentaban sobre la alpargata blanca, primero una y luego la otra.
Se agarraban con fuerza de la rodilla, o de sus manos enormes, ásperas.
Comenzaba el juego, tross tross trillie… entonaba
en perfecto alemán, idioma que ya no hablaba mucho. La pierna comenzaba a mecerse.
Así pasaban las tardes, una vuelta tras otra, como si fuese una calesita.
La canción se repetía por horas, horas cómplices con el abuelo.
El juego heredado importaba y les sacaba una sonrisa.
SE REZA Subiste las escaleras
despacio y
dejaste atrás a
papá que miraba el
celular y no notó tu
ausencia.
Entraste en mi jardín sin hacer
ruido, te arrodillaste frente a la
virgen que tengo entre las lavandas y la
diosma que floreció hace apenas unos días.
Yo te miraba atenta,
vos nunca advertiste mi presencia. Juntaste tus manitos, rezaste,
te levantaste despacio,
le diste un beso a “la milagrosa” en la
cabeza, cuando cortabas unas flores me viste.
Te sonreí, levantaste la mano
y me saludaste.
En un acto de magia íntima elevaste tus
rezos y me devolviste la sonrisa.
Tenías cinco años.
SE CREE Me pediste que te enseñara la
canción del pajarito, buscamos por todos lados, canciones, poemas, no sabíamos de qué hablabas.
No había colibríes ni gorriones que te convencieran.
Una noche, después de un tiempo de abandonada la búsqueda, viniste corriendo y me dijiste al oído:
-Vení mamá, Valen está diciendo la canción del pajarito.
Te acompañé a la habitación que en ese entonces compartían. Nos quedamos las dos en la puerta
observando a tu hermana que se había arrodillado junto a su cama y rezaba el Ave María.
Comprendías de instantes cotidianos, querías arrodillarte también frente a tu cama para aprender a orar. Tenías un año.
SE COMPARTE Llegaste a nuestras
vidas y en un arrebato artístico pintaste con
barro todas las paredes
del jardín.
Así fue como te llamaste PICASSO. Le tenías miedo a los pájaros, te escondías tras las plantas para
ladrarles. Te pasabas horas mirándolos, tal vez solo querías aprender a volar.
Te quedabas dormido sobre la mesa ratona
y llorabas cuando querías bajar nunca pudimos hacerte entender
que eras grande,
grande de tamaño y
más enorme aun de corazón. Degustador de almohadones
y ropa del tender,
podador oficial de azareros y salvias, ladrón hábil de torta y galletitas,
artista frustrado,
compañero fiel de aventuras de dos niñas,
niño grande que no maduró nunca.
SE DUERME Siempre preferí inventarles historias
a la hora de dormir.
Así nació el monstruo de las cosquillas, un monstruo que caminaba lento hablaba grave y avisaba que si no se dormían
llegaría él para matarlas a cosquillas.
Monstruo que decidió hacerse
dueño de las noches.
Lo llamaban, él aparecía moviendo sus
manos, cosquilleando el aire, y ustedes,
dos enanas no muy valientes pero risueñas gritaban y se escondían bajo las sábanas.
Risas eternas,
recuerdos que se guardan,
y un monstruo que aparecerá si lo llaman
bajito, porque está escondido
bajo la almohada.
SE RIE
¿Fuiste al campo? ¿Viste un chancho? ¿Te asustaste?
…como una broma que genera anécdotas y nos saca una sonrisa…
SE CELEBRA Todos los años antes del primer día de clase íbamos a desayunar, había muchas salidas
así,
pero ninguna tan especial como esa,
planeábamos,
contábamos anécdotas,
poníamos los sueños y anhelos sobre el café con leche,
pedíamos deseos, llenábamos de intenciones el aire.
La cuestión era aportarle encanto a eso que no tenía sabor, darle importancia a ese año
lleno de retos y proyectos.
Descubrir que la magia radicaba en nosotras
mismas y no necesitábamos de grandes
ocasiones para celebrar.
Celebrábamos el aprender, el comenzar.
El hacer de lo cotidiano algo en que creer.
SE CONSTRUYE
an
he
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os,
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miedos,un
sueño
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albergará
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SE CRECE La función comenzó temprano, todos los osos y muñecos se sentaron frente al gran teatro de títeres de madera.
Vos con chupete blanco en la boca y un pantalón gris que dejaba entrever los pañales.
—¡PAÑALES!Qué horror,¿quién usa pañales?
—decía a viva voz el personaje
principal de la obra.
Levantaste la mirada comenzaste a mirar a tu
alrededor y todos
los muñecos llevaban bombachas.
—¿Hay alguien que todavía no dejó los pañales? Tímidamente te animaste por fin a levantar la mano. Aunque te sentías grande, usabas pañales. Nos diste mil excusas, pero logramos convencerte. Corriste al baño y al salir me encontraste en el pasillo
-MIRÁ MAMÁ CRECÍ,YA SOY GRANDE, USO BOMBACHA.
SE APRENDE
c om o
esa
R
que
cost รณ tanto esfuerzo
SE ABRAZA Nacer un 23 de diciembre
es difícil, casi siempre tu
cumpleaños nos agarraba en viaje por alguna ruta de la provincia
camino a pasar las fiestas. Nunca faltaba la torta decorada pedida
por el abuelo Pedro a la pastelera
del pueblo: hadas, zapatillas de punta, bailarinas mágicas, flores multicolores, todo quedaba a la imaginación de él.
Un mantel antiguo bordado por la abuela Emilia, con cerezas y ramitas verdes, el de las ocasiones especiales.
Un florerito de vidrio tallado donde el abuelo ponía las flores que cortaba del jardín, la torta en el centro.
Pedía que le avisáramos que estábamos a unas cuadras y corría a la vereda a
esperarnos, a abrazarnos, a llenarnos de besos y tirones de orejas para vos.
Te cantaba el feliz cumpleaños en tono
ansioso y entrecortado por el apuro y las
lágrimas. Te envolvía en sus brazos por un largo rato, como queriendo que no se
escapara ese instante. Torta simple y mágica, que él nunca tuvo.
Todo lo necesario para tener un cumpleaños feliz.
SE SALTA
v re at
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SE SIENTE
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SE AGRADECE El silencio por la mañana la palmada en la espalda el viento que amontona
la palabra dicha a tiempo la risa que contagia
el valor de seguir adelante
los sueños que se hacen bandera la paciencia la espera
el abrazo que contiene las ganas de aprender la mano generosa
la mirada comprensiva
el “te quiero” escrito en papel sobre la mesa de luz.
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va lle e ar qu mil lo i s a il mpo c tie fí di Lo
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Lo que osi nos ble es cam bia r.
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SE PREGUNTA ¿Qué dirán de mí los gorriones si te dejo ir? ¿Me acompañarán en la tristeza?
¿Llenarán mis mañanas de música?
¿O tan solo me culparán porque ya no hay más fiesta en el jardín?
¿Qué dirán de mí los cactus y las crasas? ¿Respirarán aliviados?
¿Crecerán con más fuerza?
¿O se sentirán airosos de sobrevivir a los juegos del golpe?
¿Qué dirán de mí si te dejo ir?
¿Qué dirá la casa envuelta en silencio? La cama tendida, el cajón ordenado.
¿Extrañarán como yo el paso arrebatador de tu fuerza destructora?
¿O esperarán tu vuelta, resistiendo al tiempo, al
asedio y a mis lágrimas?
¿Qué diré yo de mí?
¿Qué diré yo de mí si te dejo ir?
SE EXTRAÑA La casa quieta,
ese silencio que tanto deseé y ahora rechazo. Tiempo detenido, espera eterna.
Zaguán sin besos, vereda sin escoba, rincón sin secreto.
Las distancias se alargarán,
y volverá el sonido del teléfono a ser mi alarma, otra vez abrazaré esa frialdad de la lejanía. Aprenderé a convivir conmigo y la quietud, esa quietud que ya inunda esta casa.
SE DESEA Les deseo
atardeceres sin prisa,
veranos de siestas en la hamaca, inviernos con medias calentitas, sonrisas cรณmplices de almohada.
SE VUELA Se desatan los nudos,
se desteje la hebra, se deshilacha la tela. Se humedece el barro para volver a moldear tal vez unas alas.
Se apretujan fuerte las plumas, se templa la razón,
se anima al espíritu a intentarlo, se toman decisiones,
se abren las puertas, se elige un destino.
Se vuela liberando amarras, adaptando el viento.
Y la próxima primavera, o tal vez invierno,
se vuelve al árbol que acunó el nido.
38°0´ 12” SUR 57°33´ 10” OESTE
“somos instantes”