Julieta, una perrita callejera de Clara Inés Kerz

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Clara InĂŠs Kerz

Julieta

una perrita callejera



Julieta, una perrita callejera Clara InĂŠs Kerz



Diario íntimo de Alba


Querido diario: ¡¡¡No sabés lo que tengo para contarte!!! ¡¡Estoy tan cansada... pero feliz!! Te quiero presentar a Julieta, mi nueva perrita.




Estábamos jugando al delegado con Facu, Leo, Nico, Roci, mis hermanas Estefan y Caro, mi hermano Sebas y yo, así que armamos dos equipos de cuatro. Obvio que el equipo ganador fue el mío, porque elegí a los mejores, a Roci, Facu y Leo. Me molesta mucho que cada final del juego mi hermano se enoja, ¡no sabe perder! Y se la agarra conmigo.


Terminamos la partida porque llovía, y ya empezábamos a resbalarnos en la calle, además de que hace un fríooooo y aparece ella…

¡Es tan tierna! Le pusimos

Julieta. No sabés con la carita que nos miraba, esa carita de perrita mojada... ella también quería jugar, pero no se

decidía en qué equipo estar, apenas se movía la pelota ella la corría y la mordía. Fuimos todos a acariciarla, nos peleábamos por alzarla. Hasta que llegó mi turno, y se me ocurrió la idea de llevarla a casa. Así podíamos darle de comer y protegerla de la lluvia y del frío. A mis hermanos les gustó la idea.



Nos costó un poco por mi papá, a él no le gustan los animales, al final mi mamá lo convenció. A ella le gustó la idea porque Julieta le hacía acordar a una perrita que ella había tenido cuando era chica. Total, somos muchos para cuidarla.



Querido diario: Hoy conocí a una señora, que vive a la vuelta de mi casa. Ella dice que es “Protectora de animales”, no sé bien qué es eso, pero parece que nos quiere ayudar a cuidar a Julieta cuando nosotros nos vayamos de viaje a La Falda en las vacaciones de verano, así no queda solita.


Querido diario:

¡Estoy muy enojada! ¡La vieja roba perros no quiere devolver a Julieta! Fuimos con los chicos del barrio, con cacerolas, cucharas y carteles a tocarle el timbre y ella desde su ventana un poquito abierta nos decía cosas horribles: "váyanse de acá, voy a llamar a la policía." ¡Más enojada estoy porque mis padres no hacen nada para recuperarla! ¡Mis amigos y vos son los únicos que me entienden! ¡Te juro que no puedo parar de llorar! Ya me estoy quedando sin lágrimas.



Vecino cara de sapo


Mientras tomaba mate en la vereda, como hago todas las tardes, contemplaba a los niños de la cuadra jugar. Los cuido sin que ellos sepan, porque sus padres jóvenes no paran de trabajar, y como yo ya estoy jubilado y sin nietos no se me hace ningún problema. La otra tarde apareció en la cuadra una perrita callejera. Conociendo a los hermanitos de enfrente, que tienen muchos animales, no dudé que iban a querer quedársela. Pobres padres, pensé, además de alimentar cuatro hijos, tienen que darle de comer a animales, ¡qué presupuesto! Lograron su cometido, porque la perrita quedó viviendo con ellos. Desde ese entonces todas las tardes, se sienta al lado mío a ver jugar a los niños y siempre algo de comer se gana de mi parte. La verdad es que yo también me encariñe con ella. El otro día vi a la nena de enfrente hablando con Matilde, la vecina de calle San Juan, me imaginé que era por la perrita porque ella siempre anda atrás de los perros perdidos.



Los hermanitos de enfrente volvieron de sus vacaciones y ayer vi a todos los chicos de la cuadra salir de sus casas con cacerolas y cucharas. Pensé que habían sacado esa idea de protesta de la televisión, ya que nuestro país atraviesa una gran crisis económica. Me contaron que iban a reclamar por Julieta, que hace días no volvía de la casa de la vecina, no me extrañó porque esa es una vieja cascarrabias. A la noche tuvieron que internarme de urgencia por mis riñones, así que no pude seguir la situación. Espero que puedan recuperar a la perrita esa tan simpática. Mis tardes ya no serían lo mismo sin ella.




Vieja roba perros




imales:

tectora de An ro P ón ci a ci so A la e d da directora

Estima

Como . io rr a b i m en é tr n co rita que en er p la e d so ca ocosos or p m o os ib n cr u es y a le h s, o er ía d p , os ré en st u B cuné y la ca a v la r, a og h i m a je a que se las e m ir ed p ra a p es usted me dijo la tr rd ta s bre todas la m ti el i se n n ca , to ta e er m u p e u q la e ía d er jo u a q eb or d p de a cartas por d n a m e m s a iñ gente n s a la st E e d ! a ta n ci U re ¡ . ob a P v ¡ el u e! ev d afía que tien gr to or e d s re ro er e d d a elota con la p la a o d n ga imagina la cantid ju e u q n al. Piensa im n a n elos u r rm a cá id sa cu o es m e có u q sé lo o e n b a sa Y o . n es suficiente sa ca su a ir m los or a d o a d n a ia ol p d n co á , ev ta ll es si y a ra n er le p r ruido en p ce a h a s la ro ce s me ca te n n le co so en in n ie y V u . m a m os ci L en . e os d o sin motiv st gu i m ra a p , , no se n so a ej ca u q y a se h e o u n q , o er os p er , et u ía iq ic p con la pol cé a en m a os L . ¡ni s” s, ro sa er p co a s b la ro r ce ja a ie h “V o n m a có it gr perros y se os im ís ch u m o e dejen id m cu e o u Y q . ra os a d p ci o en v in n or ca p o n gi a d arla al refu ev ll o d n sa en p a b a st E loca la devuelvo! de molestar. allí? ¿Habrá lugar disponible respuesta, saludos. nta Quedo atenta a una pro Matilde.




Julieta


Soy una perrita de la calle, tengo cinco años. Desde que nací ando dando vueltas por ahí, me separaron de mi madre y mis hermanos apenas crecí y me llevaron a un lugar con otros perros, pero no me gustó, así que me escapé. Andando por varios lados, conocí muchos otros perros y perras de los que me hice amiga y a veces paso la noche con unos y con otros en alguna plaza. Algunas señoras me suelen dar comida o me dejan entrar a su casa a pasar el día si está lloviendo, o más bien me pongo debajo de un techo.



Y así ando por todos lados, casi siempre recorro los mismos lugares, hasta que un día me animé a ir un poco más lejos. Descubrí un parque enorme que me encantó y fui a investigarlo, tenía lagunas, palos borrachos, puentes y muchos espacios verdes donde la gente se sentaba a tomar mate o a leer un libro. Hasta que se largó a llover. Entonces decidí seguir camino para refugiarme y llegué a una calle donde había muchos niños saltando, me puse a saltar con ellos y a tratar de agarrar la pelota, como ellos también hacían.



Una de las niñas que no paraba de acariciarme, me alzó y me llevó a su casa, me dio de comer y me hizo una cuchita. Me terminé quedando más de un día porque me divertía mucho, y en esa casa había muchos gatos, conejitos de india, otros animales que al principio me peleaban pero que después jugaban conmigo. A veces salía a dar vueltas para conocer el barrio, y a una cuadra quedaba ese parque tan lindo.



Una tarde de muchísimo calor mi nueva familia de humanos me llevó a la casa de una señora. Pensé que volverían en la noche, pero pasaron varios días y nadie me buscaba. Entonces pensé que me habían regalado, que ya no me querían, así que estuve triste varios días. La señora vivía sola con quince perros que ladraban sin parar. Les pregunté qué les sucedía y me dijeron que estaban cansados de estar encerrados, de no poder ser libres y que la señora siempre les hacía alguna operación, les ponía una vacuna o los bañaba. Yo no podía entender cómo no iban a dar una vuelta al parque, ¡tan cerca que les quedaba!! A los días vino Olaf, un perro grandote y negro que vivía conmigo, a decirme que desde afuera se escuchaban cacerolazos, que no entendían lo que pasaba. Nos acercamos todos a olfatear y a ladrar enloquecidos. De repente escucho un tono de voz que me resultaba familiar, ¡¡eran ellos!! ¡¡Los hermanitos que me habían adoptado!! Ladré con más fuerza, pero seguían sin escucharme, entonces junto a los otros compañeros de un empujón fuerte tumbamos el portón.



Y asĂ­ pude volver a mi casa, los chicos se pusieron muy felices al verme. Y yo no paraba de mover la cola.




Š del texto y las ilustraciones Clara InÊs Kerz Edición taller contar la propia historia Santa Fe / Buenos Aires, mes de julio del 2020 Realizado durante las temporadas de cuarentena por la pandemia de coronavirus



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