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Renee Goust: identidades entre fronteras
Catalina Maria Johnson
Les compartimos los frutos de una fascinante conversación con Renee Goust, brillante cantante y compositora de neo-folclor, cuyas canciones tienen el objetivo de generar conciencia social acerca de temas como la migración, la equidad de género, y la diversidad LGBT+.
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Goust ha producido, compuesto, arreglado e interpretado música original para el cortometraje “The Last of the Chupacabras” de Jessica MendezSiqueiros, producida por Disney. En junio del 2021, fue nombrada Embajadora Musical de los Estados Unidos por American Voices y colaborará artísticamente con embajadas estadounidenses en el exterior a través de su programa “American Music Abroad”.
En su álbum debut, Resister, Goust aprovecha el fértil marco de diversos géneros folclóricos y regionales de México y Latinoamérica y les inserta nuevas panorámicas, historias y perspectivas.
En nuestro conversar, nos centramos en temas de identidad, género, activismo, y México lindo y querido. Aquí les comparto una parte de nuestra
conversación (editada para mayor claridad) y les invito a que escuchen el programa de Beat Latino en el que entrevisté a Goust.
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Tu sitio web te identifica como “mexicoamericana”. ¿Cuéntanos más acerca de los antecedentes personales de tu música y ¿cómo defines tu identidad como artista?
Yo nací en Tucson, Arizona. Solamente nací, porque nunca viví en Tucson. Vivía en Nogales, Sonora y mi escuela estaba en Nogales, Arizona. Entonces, muy literalmente me críe de ambos lados de la línea: pasaba la mitad de mi día en Estados Unidos y la mitad de mi día en México, hablando inglés en la escuela y español en la casa. Entonces, eso fue mi identidad durante los primeros diecisiete años, y sigue siendo mi identidad porque ciertamente esas cosas te marcan, te forjan en tu identidad.
Después, me fui a estudiar música en Guadalajara, Jalisco y siento que conocí un México muy nuevo para mí y me doy cuenta que ahora también viviendo Nueva York, conozco un Estados Unidos mucho más no profundo, mucho más adentro, Nueva York es una ciudad muy muy pluricultural.
Y me he dado cuenta que mi identidad es sobre todo fronteriza. Me doy cuenta que la toda la franja de la frontera y lo digo porque he hablado con amigas de Tijuana, de Juárez, de diferentes puntos de la frontera México-EEUU, te dan una identidad muy específica donde no eres ni 100% mexicano ni 100% estadounidense, o sea, eres allí un híbrido. O quizás 100% de ambas, también se podría decir. Yo me identifico como tal –como persona fronteriza, binacional, bicultural, y bisexual de paso. ¡Ya que estamos en todos los ‘bi’s’!
Ya que estamos nombrando los ‘bi’s’ ¿verdad? Esa es mi identidad. O sea soy cantautora, soy feminista, soy orgullosamente parte de la comunidad del LGBT, soy activista se podría decir a través de mi arte y pues. un ser humano, intentando conectar de manera profunda con quizá otros seres humanos a través de mi arte.
Desde tu punto de vista, ¿cómo respondemos al tema que ha surgido en el movimiento feminista, en cuanto a la inclusión o exclusión de las personas trans?
Yo siento que hay muchas maneras de abordar este tema. En mi caso, yo empezaría por hablar acerca del privilegio de las cosas que nos ha tocado vivir. Cuando nunca has tenido un dilema de tu identidad de género, entonces es fácil, quizás, juzgar a una persona. Yo pienso que no es no es un chiste, no es una distracción cambiar de vida con todo lo que conlleva, con esos cambios. Porque dentro del acrónimo LGBT, la letra que más duro la lleva es la “T”. Hay mucha gente que dice, “Oye, se quieren apropiar de nuestra identidad, nos están invisibilizando!” Yo creo que todo esto es un tema de, uno, de privilegio. Dos, de empatía. Y si bien no quiero ser violentada, tampoco eso me da el derecho a violentar a otras personas. A mi parecer es mucho más respetable decir, “Oye, ignoro el tema, es algo que no me tocó vivir”, versus decir, “Eso no existe, eso está mal! Eso lo vimos con la patologización de las parejas del mismo género donde se decía por ejemplo, “homosexual”,
¿no? Ahora ya estamos tratando de no usar tanto ese tipo de lenguaje.
Creo que es cuestión de tiempo. Si te soy sincera, yo veo un progreso positivo incluso en Sonora, que es mi estado natal, donde ya se aprobó la ley de identidad de género. Pero justo en esta temática yo estoy muy en contacto con la comunidad trans; mi pareja es trans. Y entonces entiendo que desde el lado de la desinformación puede causar como ‘ruido’. Pero creo que para eso estamos también odio que para mí, repito, parten desde un desconocimiento de la comunidad trans desde adentro.
Hace falta acercarse más y si bien no conocemos de cerca, al menos tener la humildad de decir, “Ignoró el tema”. Me parece que construye más que hablar desde la exclusión, porque la exclusión de la identidad de una persona se convierte muy rápidamente en peligrosa. Ya cuando empieces en ese plan, ya no se sabe cuándo parar o qué es lo que se acepta, qué
es lo que se incluye, qué es lo que no se incluye. Puede suceder un efecto dominó muy rápido.
para abordar estas narrativas que no son nuevas.
Además, creo que el binario es algo muy europeo. Sabemos que en nuestras culturas ancestrales han existido más de dos géneros. Lo vemos con muxes en Oaxaca, por ejemplo. Entonces no estamos hablando de algo ni de moda, ni algo nuevo, es algo que ha existido desde nuestros inicios podríamos decir como humanidad pero que ahora estamos pudiendo denunciarlo, darle su nombre, darle su lugar, a los derechos humanos. Y a mí me parece importante frenar este tipo de discursos de
¿Y qué hacemos con la etiqueta de “latinx”? Tiene sus elementos incómodos, pero cómo vamos dándole nombre a definiendo quiénes somos en este país?
Estoy de acuerdo contigo, yo también estoy en ese dilema, te confieso, porque me parece muy colonial. Desde ya decir, “América”; estamos hablando de Américo Vespucio, ¿Qué onda? Lo mismo con “latínx”, estamos hablando del origen de un idioma –latín– y no de nuestras lenguas borradas.
Estamos viviendo tiempos donde estamos pudiendo adentrarnos cada quien más en su nicho de interés o identitario pero estamos con nuevas propuestas. Por ejemplo ahora se usa la palabra “Abya Yala” para referirse a todos los territorios ahora conocidos como americanos que eran pueblos originarios. Abya Yala es una propuesta de teóricas no coloniales, justamente, los feminismos, negros e indígenas etcétera que proponen esta nueva palabra para deslindar la identidad conocida como americana o urbana americana de justo la colonia.
Creo que estamos buscando maneras de referirnos. Y los pueblos que sufrieron de ese mismo despojo de sus identidades, de sus lenguas, de sus culturas o esa fusión ... también creo que llamarle fusiones es un poco injusto…la represión, el destierro y muerte, es un tema muy complicado.
Platícanos más del nuevo álbum, la inspiración para las canciones.
Resister, muchas de sus canciones son justo acerca de temáticas LGBT con distintas perspectivas. Hay una canción de amor que es ranchera y busca ser de una mujer hacia otra. Son mi expresión digamos más pura y genuina.
Es algo que si yo voy a París, a Berlín —a cualquier ciudad— y me pones un corrido, ¡yo me vuelvo loca! Siento un orgullo así de, ¡Viva México! Pero, ¿qué sucede? Que las narrativas dentro de esos géneros musicales no me representan. Y no solo no me representan, ¡son cosas que quiero cambiar! Las matanzas, la violencia contra las mujeres, etcétera.
Entonces dije, “A ver, tú tienes que escribir las historias que quieres
escuchar dentro de la música con la que creciste. Si tanto te quejas de una canción que se llama “Mátalas”, pues tienes que escribir canciones que den vida, que empoderen a las identidades LGBT, que empoderen a las mujeres. Como lo hice con “Diosa” que es el track que abre el disco, que es un bolero, no sé, de empoderamiento femenino hasta cosas, por así decirlo, ‘inocentes’... donde simplemente vas a cantar una canción de amor de unas novias que se ven en el parque pero a través de un acercamiento al vals peruano, que es “Un beso de la alameda”.
A mí me gustó mucho agarrar los géneros con los que crecí, la ranchera, la norteña, y traer nuevas narrativas a ellos. Quiero normalizar que en estos géneros podamos hablar de otras cosas que no sean siempre narrativas machistas de posesión, de amor romántico tóxico, de violencia.
Es un disco que habla de mis resistencias de las cosas que me atraviesan como persona racializada que vive en Estados Unidos, que además es queer que además es mujer. Entonces eso es Resister para mí. Es un romper dentro de géneros regionales que nos han invisibilizado u otra o maltratado y retratado de manera pues no muy digna.
¿Y qué efecto piensas que puede tener un activismo musical como el tuyo?
La música tiene un impacto impresionante, las artes en general, creo yo, tienen una capacidad de movernos que para mí, son sobrehumanas, ya algo que consideramos como divinidad. Sí siento que hay una conexión con lo divino en el arte, porque el artista es una cosa, y quien recibe el mensaje, la receptora es otra. Pero la pieza en sí luego tiene una vida propia con mucha energía y mucho poder que conecta de maneras muy distintas.
Mi canción, para mí eso es, despertar un poquito de conciencia aunque sea cuatro minutos, ¿no? Estamos en vidas muy ocupadas con el capitalismo y la renta y lo que tú quieras, pero darte cuatro minutos de reflexión…si yo puedo lograr eso, ¡mejor!
Catalina Maria Johnson, Ph.D., locutora y periodista cultural de Chicago, conduce y produce Beat Latino, programa de las redes de radio pública y miembro del consejo editorial de contratiempo.