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Ana Varela Tafur
Ana Varela Tafur
(Iquitos, Perú, 1963). Doctora en literatura. Publicó Lo que no veo en visiones (1992), Voces desde la orilla (2000) y Dama en el escenario (2001). Sus poemas aparecieron en las revistas, Lucero, Diálogo, Céfiro, Huizache and Literary Amazonia. Sus poemas fueron antologados en: Al norte de la cordillera: Antología de voces andinas en los Estados Unidos (2016) y Volteando el siglo. 25 poetas peruanos (2020). Su libro Estancias de Emilia Tangoa está en imprenta. Reside en California.
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Nocturno sol
Temprano las motosierras suenan. Su dinámica funciona como una tormenta. En su alto sonido constante hay pedazos de nubes. Caen como esquirlas y conforman castillos en el suelo. Las hormigas construyen casas no maderables. Temprano el sol apura el ritual del corte. Una llamarada de luces atraviesa los troncos a su paso. Radiantes están los cuchillos álgidos en su certeza. Los hombres ajustan las máquinas cortadoras. Un bosque sin árboles es un nocturno sol. Desaparece hacia la noche y solo vemos su sombra.
Periferias
Cierta metamorfosis y poesía oral se recita en voz baja, mareación y caos en las periferias. Se asoma la sesión del viernes. Han traído Agua de Florida en botella de gaseosa, han cruzado la quebrada esquivando la garúa, han llegado a la sesión del ritual conocido. Quieren llegar a la sanación del Yajé. Quiere sanar a una mujer que ha bebido líquidos contaminados. Urge el alivio de su dolor que viaja en trópicos de cáncer. Cuando venga sana del viaje de la planta habremos cubierto su rostro limpiamente bello con sangre de grado, con gritos.
Búsqueda
No habita en su corteza la madre del renaco mitad árbol / mitad espíritu / Desde un renacal se escapa con sus ramas al aire y parece vagabunda cubierta con tatuajes de anfibios.
En sus andanzas busca espíritus de palos tumbados, sube por escaleras de muelles urbanos y aduanas. Va detrás de rastros de caobas que perdieron sus raíces, o cedros envejecidos por la edad de lluvias repentinas.
La han visto recorrer carpinterías, concesiones forestales, iglesias, alcaldías, letrinas y oficinas del gobierno. Un día se embarcó en el puerto del Callao y llegó a Nueva York en búsqueda de parquet de madera fina y clandestina.
Madre en exilio, en fuga de la tala ilegal y sin corteza. A veces la encuentran en barcos de carga y pasajeros viajando con astillas aserradas y cuchillas de acero.