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Chiqui Vicioso

Luisa Angélica Sherezada

Vicioso (Chiqui). Santo Domingo, 1948. Poeta, ensayista y dramaturga, licenciada en Sociologia e Historia de América Latina en Brooklyn College, City University of New York; maestría en Educación, de la Universidad de Columbia y estudios en Administración Cultural, dela Fundacao Getullio Vargas, de Río de Janeiro. Ha escito los libros de poesía: Viaje dese el agua (1981); Un extraño ulular traía el viento (1985); Intern/A/miento (1992); y Eva/Sion/ Es (2007). Así como ensayos sobre literatura femenina y también varias obras de teatro. Es recipiente de la Medalla de Oro al Mérito de la Mujer (1992); y de la Orden de Don Quijote de la Sociedad Nacional Hispánica, Sigma Delta Pi, del 2004.

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Camden

A Federico García Lorca

I.Llueve en Manhattan y emerge la verdadera ciudad. Fluyen sus contornos sus ventanas y puertas desbordando la contienen. Las miradas son lágrimas su océano.

II.Me ahogo en la imagen pero nada impide que avance hacia ti Walt amado amado Whitman.

III.Corremos a/penas por difusos túneles de niebla el verde es solo presencia en la memoria los árboles una proyección de sombras reflejada en el aire. Tiene que ser así para una hija del agua Ochún que regresa por los caminos de Oyá hacia la rocosa vitalidad de Walt Whitman.

IV.Reencuentro en la llorosa dimensión de los sauces de este peregrinaje A José Martí con su ojo desplazado de caribeño sin verdes verde- verde que acarreamos

-maravillosa cargaa ciudades y puentes donde el hierro y el cemento ganaron la batalla. “…A las puertas de la estación de Nueva York. millares de hombres, agolpados … nos impiden el paso. levantánse por entre la muchedumbre cubiertos de su cachucha de azul humilde las cabezas de los policías de la ciudad que ordenan la turba”. Los hombres “se perpetúan, amontonados y jadeantes”. “La ciudad toda se habla en voz alta como si tuviera miedo de quedarse sola”.

V.Tú veías obreros felices bellos hombres y mujeres que aún no eran estas marchitas sombras.

VI.Tú veías la victoria del hombre sobre el vidrio y el metal donde Martí escuchaba la resquebrajadura.

VII.Tú cantabas a las hermosas columnas del puente Brooklyn que victoriosas penetraban al Hudson con plácidos y a veces violentos orgasmos de agua dulce.

VIII.Cristo de estos lares Martí escuchaba el grito acumulado de los obreros que resbalaban y caían y veía en las columnas apilados huesos insomnes calaveras aplastadas aves el leve paso de la masa que cementaba sus orígenes. IX.Un sol triunfante ilumina lo que queda de tu calle donde esos obreros felices y esos cuerpos musculosos son hoy reminiscencia.

X.Un anciano negro con sombrero y barba larga está sentado en los escalones de tu casa Te saludo en él ¿Sera él ese niño negro que anunciaría a “los blancos del oro” “La llegada del reino de la espiga”? Pero no crece la espiga “entre en frio del asfalto” en este Camden donde hoy “una danza de muros agita las praderas” “ América se anega de maquinas y llanto” y tú, “bello Walt Whitman” duermes “a orillas del Hudson”.

XI.Detrás de lo que fue tu patio están las casas de tu tiempo dilapidadas y lapidadas con gruesas planchas de antorchas y revolveres que tapian el olor a pastel de manzana las plegarias que bendecían la mesa el agua chorreando en las bañeras las risas y las voces de la infancia que subía y bajaba de la vida las escaleras la música, la danza el afán juvenil los pausados pasos de la maternidad.

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