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Ramón Paniagua: una dinastía musical de Medellín

Por Alonso Franco Londoño

“La música colombiana es la energía, la luz, el motor que me mueve no sólo a mí sino a muchos músicos”

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Ramón Paniagua pertenece a una de esas dinastías de compositores, músicos e intérpretes de la música tradicional de Colombia que vive en el corregimiento de La Loma y que por años ha mantenido viva la tradición de artistas colombianos que le han dado gloria al folclor del país y que hoy hacen parte de su cultura familia Paniagua – Álvarez, que viven en el Corregimiento La Loma, ubicado en el Centro Occidente de Medellín. Esta banda aún sobrevive.

Los Paniagua, una familia que por más de 200 años, luego de su asentamiento ancestral en las laderas del corregimiento La Loma al occidente de Medellín, crearon La banda Paniagua, una de las más antiguas de la ciudad. Ellos han difundido la música tradicional de Colombia como porros, cumbias, gaitas, merecuumbé, pasando por polcas, pasillos, pasodobles, sones, merengues y otros tantos, merengues y otros tantos ritmos de la riqueza musical de las regiones de Colombia1.

Una tradición y riqueza familiar que por años han cultivado arte, pasando por generaciones para llevar por todos los rincones de la ciudad y el departamento sus interpretaciones y creaciones y que han puesto a bailar, gozar y a divertir a habitantes de los barrios y pueblos de Antioquia.

Los ancestros musicales

En un ambiente musical nació en el año 1957 Ramón Darío Paniagua Álvarez. No solo con su padre Ramón Paniagua se vivía y sonaban, por las mañanas hasta las noches, sonidos de trompetas, bombardinos, redoblantes, trombones y bombos, sino que de parte de su progenitora Maira Batistana Álvarez los ritmos colombianos hacían parte de cotidianidad la familia.

Siguió los pasos de su padre, que fundó la banda Colón América2 e integrante de la banda

Sinfónica de la Universidad de Antioquia, Ramón a los 8 años comenzó a interpretar la trompeta, instrumento del cual se enamora al escucharlo por las mañanas en las retretas que realizaban en el Parque de Bolívar, donde cada ocho día su padre lo llevaba a presenciar los sones de la música clásica y uno que otro ritmo colombiano.

De su padre no solo aprendió los ritmos colombianos, sino la disciplina para entender, leer e interpretar las notas a través del pentagrama, pues sus estudios de primaria y bachillerato los intercambiaba con la enseñanza en solfeo, lectura de pentagrama y conocimiento rítmico de la trompeta, que su tío Ignacio Paniagua le mostraba y lo pulía en el camino de convertirse en uno de los mejores trompetistas de la ciudad.

Su rapidez en el manejo e interpretación de la trompeta lo llevó a la banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia. En relación con la importancia que tuvo la música en su vida musical, Ramón Paniagua manifiesta: “… mí tío por parte de mi padre, Luis Ángel Álvarez Paniagua, me invitaba a tocar con la Banda Paniagua, pero no tocaba sino dos piezas: la Feria de Manizales y el porro San Carlos, y no tocaba más… Ellos me daban la oportunidad y viajaba algunos municipios a las fiestas patronales; a los 15 años, cuando terminé en el Liceo Antioqueño, me dediqué a la música…”3

La vertiginosa vida musical

Con los pasos dados en la banda Paniagua, sus toques en la banda Colón América, los estudios de música en la Universidad Antioquia; las enseñanzas de su tío Ignacio Paniagua y el ingreso a la banda Sinfónica de la Universidad de Antioquia, el panorama musical y creativo de Ramón se abre.

A partir de allí comenzó su vida en la música: “… hacía un trabajo alterno con la antigua Orquesta Sinfónica de la Universidad de Antioquia a la cual pertenecí 20 años y durante 14 años fui la primera trompeta. En el año 1983 alguien me regaló un casete de grabadora, que tenía música de un quinteto muy famoso: Canadian Brass; yo nunca había escuchado un grupo de esos… A los dos meses, yo tenía el Quinteto de Bronces en Medellín, realizaba los arreglos… En el 1984 empezamos a salir, a trabajar, fuimos un quinteto muy reconocido a nivel nacional y del cual quedaron dos producciones. Tocábamos todas las músicas: la clásica, porros, pasillos y música colombiana”.

Con la experiencia y el bagaje de su trabajo musical en la Sinfónica de Antioquia y del Quinteto de Bronces de Medellín, Ramón es contratado por el maestro Julio Estrada -Fruko- para integrar la Sonora Dinamita y Fruko y Sus Tesos, con quienes grabó varias producciones artísticas y realizó giras nacionales e internacionales. Posteriormente fue contratado por el Tropicombo, durante ocho años para ser parte de la planta de músicos e hizo con ellos varias presentaciones.

Ramón Paniagua, un maestro en el manejo de este instrumento, se abrió muchas puertas en el mundo artístico de Medellín, dado que integró las orquestas Combo Qué Nota, dirigido por Fernando González, y Frenesí.

Su formación musical y la experiencia le sirvieron para comprender que la ciudad estaba careciendo de grupos que interpretaran los ritmos legados por los grandes maestros del porro, la cumbia, la gaita, el merengue, el merecumbé y los sones. Y lo peor era que ese vacío no era cubierto por estas orquestas, y los espacios en las emisoras fueron ocupados por el reggaetón y el vallenato romántico; pero lo más grave era ver que en los tablados artísticos de Medellín las interpretaciones y creaciones de Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Edmundo Arias, Los Corraleros de Majagual y otros tantos eran reemplazados por el reggaetón.

“… Veo que la música de Lucho Bermúdez, los grandes maestros empezaron a desaparecer y no se grababan; a partir de allí, en 2012, decido a formar un grupo de música y porque tengo un legado con la música tropical, porque está bien que la juventud tenga la salsa y el reggaetón, pero el folclor nuestro no se puede dejar; formo un grupo de seis músicos en vivo y unos computadores para darle vida al grupo el Combo Azul; hoy somos diez músicos y tocamos con esa secuencia”

Con la experiencia suficiente y la capacidad artística y musical que adquirió por años en las orquestas, la Sinfónica y bandas de la ciudad, Ramón traza su propio camino. Con la orquesta El Combo Azul, hace un homenaje a los ritmos tradicionales interpretados por las grandes orquestas de Colombia y le da un toque propio a cada composición. Así mismo reivindica ritmos como el porro, las cumbias, sones, merecumbe y gaitas, que por años perviven en la cultura de las familias de los barrios de Medellín.

El futuro de la música colombiana

Al preguntarle sobre el futuro de la música colombiana, el maestro Ramón Paniagua hace una pausa. Expresa que es necesario que las orquestas de la ciudad y del país sigan creando nuevas composiciones y también interpretando aquellas que hacen parte de la memoria musical de Colombia. Para él, las emisoras y los medios de comunicación son parte clave para mantener vivos los ritmos que por años hicieron bailar, gozar y divertir a miles de colombianos en fiestas, parrandas, tablados, encuentros y festivales.

Para Paniagua el principal obstáculo que se le presenta a la música colombiana es la juventud. Hoy poco valora, aprecia y disfruta de las composiciones interpretadas por las orquestas, pues no se puede comparar una creación del maestro Lucho Bermúdez con un reggaetón. Allí hay grandes diferencias, no solo rítmica sino armónicamente.

Al respecto, Ramón sostiene: “… una composición del maestro Lucho Bermúdez no se puede comparar con una composición de un reggaetón; la lógica lo dice. Es muy respetable la juventud tiene sus modas y sus momentos… porque lo que hizo el maestro Lucho fue música desde la composición, la armonización y la letra es poesía, cosa muy diferente del reggaetón que no es poesía. Uno respeta eso y los medios son los encargados de difundir esa música… Por eso todos los grupos tuvieron que hacer música crossover4, porque mezclan desde reggaetón hasta un porro, una cumbia, un bolero de la Sonora (Matancera), luego un despecho y eso es lo que está mandando la parada en las rumbas… El reggaetón en sus inicios, no lo hicieron músicos sino muchachos que estaban en estudios que manejaban organetas y comenzaron a pegar pedazos de un ritmo porque lo permitía la tecnología. El reggaetón no tiene armonía, porque usted puede armar un edifico de 15 pisos o una choza, esa es

4 Música crossover, se define como aquella que realiza o vinculan elementos de dos estilos de origen diferente o en combinar elementos de rítmicas y expresiones que por costumbre no suelen ir juntas en una misma composición la proporción; para usted armar un edificio tiene unas bases mientras que una choza no necesita esas bases tan profundas, por eso unos viven en un edificio y otros en chozas”.

Ante el panorama poco halagador que presenta la música colombiana en los jóvenes, Ramón Paniagua ve necesario la formación de nuevos músicos en interpretar las creaciones dejadas por los maestros y orquestas de Colombia, combinada con nuevas composiciones que le den un aire renovador. Para él todos los colombianos llevamos en el cuerpo, en el alma y en el corazón la música folclórica de las diferentes regiones del país, que por años estuvieron presentes en las fiestas familiares y sociales.

El maestro Ramón Paniagua termina manifestando que “… la música colombiana es lo primero, no hay otra música por encima de mi folclor, aunque la música es única… porque esa es la música de mis ancestros, la llevo en mi interior, en mi ADN…”

Referencia Bibliográficas

• Ramón Paniagua Álvarez, entrevista realizada por Alonso Franco Londoño el 5 de junio de 2019

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