Costanza Revista LIteraria Número 10

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COSTANZA Revista Literaria Número 10

Jorge Santkovsky / Andrés Bohoslavsky Mustapha Handar / Fernando Beltrán Nieves Hebe Bais / Grazia Deledda Sukanta Kumar Chattopadhyay


Costanza Revista Literaria Publicación digital anual Septiembre de 2023 Esta revista se edita en Barcelona (España) ISSN: 2604-3254 Dirección: Manuel González López Edición: Manuel González López Chiara Presutti Textos de: Jorge Santkovsky Andrés Bohoslavsky Hebe Bais Fernando Beltrán-Nieves Mustapha Handar Sukanta Kumar Chattopadhyay Grazia Deledda

Contacto: costanzarevistaliteraria@gmail.com Declaración legal: Todas las obras pertenecen a sus autores, que responden por la originalidad y autoría de las mismas. Los editores no se hacen responsables por las opiniones de sus colaboradores.

I


Declaración de intenciones

Costanza Revista Literaria se postula como un espacio de difusión de la literatura despojado por completo de límites, ya sea en cuanto a la generación de los autores, la extensión de trabajos o los temas. El parámetro que guía el criterio de selección es, simplemente, la calidad. Poesía, narrativa y ensayo o artículos son, en principio, las categorías dentro de las que se enmarcan las obras que se publican en Costanza, aunque dichas categorías no son para nosotros más que un simple modo de ordenar los textos, una taxonomía necesaria, pero no un límite o un corset que impida apreciar, valorar y publicar trabajos que apuesten por la hibridación o la experimentación con los géneros literarios. Todo texto es bienvenido, en la medida en que ese texto constituya una apuesta sincera por la estética.

II


Sumario

1

Poesía

3

JORGE SANTKOVSKY

89

ANDRÉS BOHOSLAVSKY

131

Narrativa

133

El mago – GRAZIA DELEDDA

139

Narraciones – JORGE SANTKOVSKY

171

Artículos/Ensayos

173

Paola Balboa: en la patria despiadada del poema – HEBE BAIS

179

Ahmed Oubali, el precursor del género noir marroquí – MUSTAPHA HANDAR

201

Ramón López Velarde. Ensayo de interpretación – FERNÁNDO BELTRÁN NIEVES

211

Incesto y erotismo en Cien años de soledad –

SUKANTA KUMAR CHATTOPADHYAY

235

Biografías

244

Despedida y agradecimiento

III


POESÍA

1


2


JORGE SANTKOVSKY (Selección de poemas de Revelaciones, Editorial Huesos de Jibia Buenos Aires, 2010; Revelaciones acerca de otras criaturas Editorial Huesos de Jibia Buenos Aires, 2011; Breves, Editorial “Colectivo semilla”, Bahía Blanca, 2011; El sonido de la atención, Editorial Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2013; La incomodidad, Editorial Huesos de Jibia, 2015, Buenos Aires; El después es ahora, Ediciones A capela, Villa los aromos, 2021; y poemas inéditos)

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Revelaciones (2010)

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Silencio

Ocurre, que el silencio se detiene; como la ola a lo alto en el instante previo a la rompiente. Ocurre, que imprevistamente el paisaje se detiene. El silencio acompaña respetuosamente. Los pocos espectadores ni siquiera llegan a ponerse de pie. Silencio y paisaje se retiran. El público queda esperando la próxima vez.

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Abism o

Ambas gota y río, son fronteras linderas al abismo. Denuncia de unos ojos que ven sólo el fragmento. Aquello que es todo en sí. Aquello que es nada

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Objetos

Hay dos modos de abrazar los objetos: Un modo seco, lejano y ausente; otro húmedo, calmo y penetrante. Si el abrazo es adecuado decaen los múltiples futuros, comienza un calor nunca olvidado. Si el objeto es nuestro cuerpo es de similar comportamiento, se evapora la distancia y lo que es alejado deja de serlo. Todo gira en una danza interminable y serena.

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Éxtasi s

Con un escalofrío suave la piel se estrella, suaves nubes la acarician. No es el cuerpo quien se aquieta son los ojos que ya no quieren rutina.

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Devorar

La ciudad respira. Observo con detalle uno a uno cada rostro. No serán devorados, esta vez, vertiginosamente. Rastrearé huecos y claves, horas y días. La ciudad es una suma de rostros no necesita de vientos ni de tempestades. Sólo suspiros, una mirada atenta. Una melodía.

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Inoportuno

A mi alrededor todos actúan del modo esperado. La vida ocurre ahora. Por largas temporadas vivir resultó inoportuno. Fueron tiempos fatuos esclavos sin amo instantes ausentes. La vida me ocurre ahora. Camino lento y pausado, sopesando milagros.

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Secreto

Los he engañado a todos. He mantenido un secreto que me fortalece. Estas palabras son sólo mías. Los que me ven caminar no imaginan que vuelo. Si me ven llorar no sospechan que río. Seguiré engañando, año tras año hasta que el propio peso de las palabras doblegue mi cuello, y haga inútil todo engaño.

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Invisible

Todo parece en su adecuado lugar. Los colores no se borronean. Es el cielo de la cabeza el más agraciado. Una enorme actividad invisible un cosquilleo tenue. En la máscara, una completa sonrisa casi una locura. Una intensa presión, incontenible denuncia el fin y el principio. Es el fin del espanto es por fin, un principio.

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Desnudo

Despojado de mí, desnudo recorro aquella opción de la que siempre desistí. Lugares comunes voces familiares y la obviedad de los gestos me confunden. Rápidamente desespero. Despojado de mí, empobrecido recorro aquella opción de la que por algo desistí. Otro pasado es posible. El pasado es hoy sólo perspectiva.

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Rostro

Durante años el espejo ha robado mi rostro. No lo culpo, sin duda yo soy responsable. Quizás la economía del universo necesite esos rostros cansados, sin destino. Quizás eche de menos al mío. A menudo esquivaba el espejo. No esperaba la dicha del reencuentro. Cerraba mis ojos robados, me ausentaba

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Cesa

A veces el dolor cesa. Las poderosas razones que nos golpean nos dejan en paz. Es el momento más difícil tenemos que parar. A veces, si el dolor cesa, otro dolor quiere hablar. Conviene conversar con él. De otro modo nos perdernos los detalles.

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Azar

A veces la vida se preserva. El azar brilla en cada esquina sólo una mirada muy clara quizás descubra las claves. Es necesario haber sentido la falta de piso y no decaer. Una flor se marchita, claro, un pétalo vuela nadie se atreve con él. Entre todas las vidas hay muchas que parecen nimias. Pero hay una elegida: es esta.

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Cuadras

Es más allá del futuro de mis sueños. He caminado por el largo balcón, donde la suerte muda en promesas. Perdí el miedo al espanto y los malos presagios no se cumplieron. Esas cuadras ajenas las recorrí dos veces. Una como sonámbulo, otra como dueño de mi propio andar y de mis sueños.

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Ajena

Vivís una vida ajena, un minuto quizás o diez años, qué más da. Sentís un escozor, un relámpago, pero te sumergís igual. Lentamente vas perdiendo peso, de un modo tenue te vas entregando te vas pareciendo. Hace falta un duro golpe, la cercanía del abismo. Cuando ya somos una fruta marchita se nos da una oportunidad. Hace mucho frío, es la última oportunidad.

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Recurrente

No puedo ignorarlo. Mi cuerpo es mi alarma, sería inútil e ingenuo desobedecerlo. A mi alrededor se entretejen inviernos, tropiezo en oscuras perezas. Me siento acotado el torbellino me asfixia. Es recurrente debo hacer pie y oponerme al espanto. Yo sólo añoro, renacer en mi verdadero día.

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Velo

Yo no creo en este mundo. Fue necesario recorrerlo palmo a palmo. Ahora que sé sobre las cosas, puedo correr el velo más remoto.

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Revelaciones acerca de otras criaturas (2011)

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Reloj

I

El día comienza con una tragedia, sólo nuestra, a nadie más obliga. Sé lo que murmuran se atreven y me lo dicen, sin embargo no creo en su muerte. ¿Cómo pudo ocurrir si el reloj de oro sigue firme en su muñeca?

II

Dicen que si no creo en su ida seguiré estancado entre tanta desdicha. El tiempo ha variado se rompió el cristal

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que me contiene; lo que se ha ido nunca podré llenarlo.

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Espectáculo

No sé cómo nos arreglamos para dotar a nuestros otros de tantas virtudes de tantos detalles. De ser tan proclives a caer en nuestras garras y hacernos dichosos. No es bueno que nuestros otros cambien demasiado. Sólo lo necesario para que el espectáculo continúe

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Máscaras

Son sólo máscaras. Donde una ríe surge otra que condena. De golpe las máscaras se alternan: la que ríe, ignora la que condena, adora. No las atraparás, son sólo máscaras. Déjalas ir, no valen la pena.

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Ojos

En la vigilia mis ojos de nube esquivan a mis ojos de tormento. En la noche mis ojos de miedo someten a mis ojos de niebla. Con ojos latentes recorro el sendero capturando lo sagrado en mis ojos de fuego. Cada tanto, mis ojos soberbios se rinden al espanto. Los desespera ser ojos que agonizan.

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Fantasmas

Vos y yo sabíamos o al menos deberíamos haberlo sabido que aquel día intercambiamos fantasmas. Yo cumplí el sueño del territorio y vos concretaste el objetivo del olvido.

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Noche

Una noche en una sala pulcra y ajena, en tu única verdadera noche, lograste el ansiado descanso. Al fin te perdonaste. Y sin que yo lo advirtiera me dejaste perdonarte.

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Gatos

No me sorprende la invisibilidad de los gatos, la sospechaba desde niño. Los comprendo. Conocemos lo peligroso del hombre con miedo. Ahora que sé que no se esconden aprenderé de su ausencia, ser invisible puede serme útil en un mundo donde todo está a la vista.

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Luna Femenina disfruta de los halagos. No es fácil amarse bajo el sol Pero es sencillo jurarse amor eterno bajo una luna radiante. A menudo, los temerarios, los descuidados o faltos de suerte sucumben a la marea embravecida. La luna disconforme desaparece, mengua su presencia y la marea desespera. Se ve la rabia en las olas que no brillan. ¿Qué promete la marea? ¿Qué promete una y otra vez que no cumple? Crédula, como todos los que aman demasiado, la luna vuelve y todo comienza nuevamente. Otra explicación banal sobre la relación de la luna y la marea me tiene sin cuidado.

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Árboles

En este día caluroso bajo los árboles, el viento da una tregua siento que todo ocurre hoy. Ocurre la tierra, su magnífica presencia, esconde el sudor del surco y nos revela inocencia. Ocurre el agua, que vuelve todo al efímero principio y parece sanar todo lo que acecha. Ocurre el cielo, allá van nuestros pensamientos donde todo vuela, donde todo es cierto. Y ocurre el fuego, en grupo

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todo lo devora, y estando solo tiembla, sólo tiembla. Bajo el respiro de los árboles de nada debo privarme, como siempre todo ocurre hoy.

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Inexistencia

Está muy extendida la idea de que no somos responsables. Se nos ha intimado a responder las más simples preguntas con la esperanza de reducir las opciones. Los últimos acontecimientos han demostrado, la inexistencia de los otros. Nos guste o no estamos atrapados. Las excusas se han desvanecido.

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Breves (2011)

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No esperaba volver a encontrarte Me da escalofríos saber que soy yo quien te convoca.

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No solo las palabras pueden llamar a silencio. También fue esencia, la bisagra que rige los vaivenes y la mirada.

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50

Tu desconcierto no me asombra te sugiero que no me acompañes. Es difícil volver y es difícil quedarse

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51

Aunque no te toque necesito verle que estés disimula la frecuencia del olvido.

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Te escucho, una palabra aquí otra allá, vas completando el espacio. Confío confío en la gracia del silencio.

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55 Con vos bajo el sol que tanto ansiabas descubrí lo necesario que es no necesitarnos.

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No tengas miedo sos como debés ser. Sólo te falta ese hambre aquel que condimenta todas las hazañas. .

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Mientras robás mi tiempo yo alimento mi espacio íntimo. ese lugar sereno que está vedado a los infieles.

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Quiero que me sueltes que dejes de hablarme salir del dominio de tu garganta. Preveo el final te dejo decir fingiendo escucharte.

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El sonido de la atención (2013)

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Me incorporo

descubro que es el día esperado me detengo. Puedo sentir cómo se dispara la atención hacia otros menesteres. Una idea lleva a la otra sin freno ni medida. Pero hoy nada tiene prisa. Todo se aligera lo suficiente para dejarlo de lado. Por un breve tiempo se disipan las cadenas, vuelvo a la caverna de la que nunca he salido. El aliento se congela y no es de frío. No necesito más, el tiempo que me rodea se ha tomado un descanso

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Es una noche

de calor agobiante y me despierto con un frío en el estómago. Quiero controlar con mis pensamientos los actos de los otros. Sé que estoy perdido. Ya es de madrugada, espero que sea la hora donde la acción suplanta a las conjeturas. Desde mi balcón escucho el zumbido de motores en su andar temerario, botellas que se estrellan con furia, gritos y graznidos a una distancia que no distingo. La madrugada es así: pocos vecinos a la vista, ciertos dolores, pensamientos recurrentes.

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Voy flotando

sobre el pulmón de mi ciudad sin descuidar mis tareas que realizo con esmero. Este intervalo es sólo mío, y pese al bullicio apresurado todo asoma adormecido. Sé que voy a ras del suelo, ni siquiera en esta gracia intento el autoengaño, pero comienzo a sospechar que los instantes tienen diferente peso, aunque todos se hunden en el tiempo. Lienzo de la memoria. Nadie sabe por qué pero sonrío. De estos instantes me alimento no sólo del pan de cada día.

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Sólo ocurre

si hay cierta armonía y ningún apremio reclama nuestra atención. Entonces el cansancio de lo cotidiano se toma su revancha y nuestro cuerpo busca otro accionar. Hay días como hoy en que lo mejor es la lluvia, y acompañado de ese sonido peculiar quiero olvidarme de quién soy, de qué pretendo ser o de lo que hubiera sido. Hay tardes como ésta en que sólo deseamos que la vida se detenga.

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Me atrevo a dejar de lado

el miedo a perderlo todo, para aliviar la carga y borrar las heridas. En soledad, siempre y cuando nada me amenace, estoy dispuesto a comenzar de nuevo. Pero ante el peligro inminente la memoria me traiciona, resucita la codicia y en cada recaída empuña la bandera. Así es como la pena entró en mi morada, un inquilino que llegó para quedarse.

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La incomodidad (2015)

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Me gusta pensar

que puedo detener el viento y saber en mi cuerpo cuando se avecina la lluvia. Que todo ser viviente puede compartirme sus secretos de prestar la suficiente atención y que si esto no ocurre es porque no deseo alterar el orden establecido. Me gusta pensar que puedo sumergirme en otras vibraciones con solo regular el ritmo de mis impulsos cerebrales. Que soy imperceptible en el rango de las galaxias e inmenso, en el nivel molecular. Me gusta pensar que vivo con una cuota tolerable de dolor que domestica mi soberbia.

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Mi gato está muy enfermo A Marco Polo

renuevo su vendaje para evitar que se agusane, los tumores crecen en su espalda mientras él se evapora. A mí que siempre temo lo peor su temple me estremece, cuidarlo me recuerda que debo pensar con mi verdadera cabeza. No creo que muera nunca porque mi gato es permanente, así va seguir cada día con más tumor y menos cuerpo. Al salir de casa se vuelve ave tan pequeño que cabe entre mis manos conserva su vendaje un vendaje de pájaro su humildad no descansa desde sus ojos pequeños me mira ya no ronronea solo pía. Hay gente que teme a los gatos pero las aves son bienvenidas, una promesa, una ilusión. Mi gato alado se siente libre y yo me siento pleno. 60


Pero el pájaro se escapa sin intención, voló porque se sintió liviano libre de la atadura de su cuerpo magro. O quizás decidió no volver a su cuerpo felino. Allá arriba, quizás el vendaje sea un signo de nobleza.

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Al dios de ese país

lo mantienen cautivo para protegerlo de sus fieles. Y así evitan que se enrede en vanas disputas. La naturaleza de esa gente es la desconfianza, y con estudiada simpatía ocultan su violencia. El dios prisionero no debe preocuparse. Esa tierra es generosa y les permite una permanente contienda. Con astucia devuelven cada golpe a sus gobernantes. Los extranjeros no comprenden sus risas ni sus lamentos, pobres de ellos que a cada cimbronazo desesperan. En un país así un dios no debe andar suelto; corren el riesgo de perderlo. 62


Cuando llegue mi hora

seré el más fiel de los creyentes. Espero que me perdonen mis repetidas burlas a los dioses y sus seguidores. Aclaro que busqué con honestidad comprender sus fábulas y ritos. Admiro sus recursos para conservar bienes y adeptos. Es que algo debe de haber detrás de las tinieblas que explique tanta dispersión, tanta extrañeza. Espero estar alerta para escuchar el secreto que susurra la materia.

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Caen de los balcones

se desmayan, se entierran en el suelo, imploran pero no piden ayuda. Percibo tras la penumbra sus rostros despojados de encanto. Escucho un murmullo profundo. Desasosiego de voces sin brillo. Intento hacer contacto aunque me pregunto si vale la pena. Algo los enlaza: un vicio, unas monedas, el dolor impar… lo ignoro. El vértigo ensaya mil variantes hasta llegar a la pregunta, la única que puede salvarnos.

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Fue mucho lo que caminé

por la ciudad saqueada vistiendo ropa vieja. Zapatos usados cuyos caminos recorridos ignoraba. Mi cuerpo de pobre no tenía quien lo aconseje, el poco dinero que atesoraba no me animaba a invertirlo en algo tan pueril. Sostenido sobre calzado deforme andaba con la cabeza gacha buscando tierra firme. En esa época, pese a todo vivía convencido de estar protegido por los dioses.

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Puede ser que no existas,

que la maleza se plante viva como una herida abierta que no rezuma voces ni pasados. Puede ser que tu voz sea un eco de la noche, un caparazón que esconde los otoños hasta rehacerlos en verde. Puede ser que existas, y que no te haya visto preocupado como estoy por la palabra, que mis manos no sepan moldear la arcilla de los dioses, y entonces te dibujen con un lápiz infantil, casi jugando preguntándote si eres o si sueñas que eres.

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Desde jóvenes

aunque no lo sepan las más nobles personas, las elegidas necesitan del abismo. Con el correr del tiempo, en ciertos instantes la prisa del mundo los invade y el brillo abandona sus ojos. Dejan de ver la oscuridad que habita bajo sus pies. Es el precio que dicen hay que pagar por vivir aquí. Algo se altera. Pierden impulso y acude un malestar que las vuelve frágiles ante cualquier vaivén.

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Muero de ganas de que crean en mí, que entiendan que morir es solo un gesto. Nada puede irse si no ha nacido. Necesito de quienes no me necesitan –ni siquiera para odiarme. Acuden a mis templos pero no me temen ni solicitan mi perdón. Son pocos pero son los únicos que pueden salvarme. Confío en que me escuchen sin que se enteren mis devotos, sumidos como están en sus penurias.

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Una tarde o una noche

no me acuerdo cuándo soñé que era un dios malvado, no cruel, apenas malvado. Fue perturbador porque no sentí ninguna culpa. Durante todo el sueño evité ser descubierto, temí el castigo y me sentí humano. ¿Mis sueños no deberían ser proféticos? ¿Los dioses malos sueñan que son buenos? ¿Por qué soñar ser malvado?

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Podrías dejar

para otro momento el agua bendecida, tus rezos y los santos expeditos. No es que no comprenda la urgencia de volver a los viejos amuletos. Después de todo ¿qué somos sino repetidores de gastadas moralejas? Prefiero seguir confiando en mis propios esfuerzos. Todavía estoy en el mundo de los vivos, solo espero que no te alejes.

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Peldaño sobre peldaño vida tras vida me ocupé de construir una escalera. No creo haber engañado a los creyentes, nadie volvió para hacer el reclamo aunque dudo que allá arriba haya algo de mucho valor. No era suntuosa ni poseía la pendiente adecuada, pero convencí a todos de que era la única válida. La escalera fue mi seguro de vida nunca supe manejar mejores armas. Esto lo aprendí hace algún tiempo mucho antes de descubrir la magia, cuando desorientado moraba en las tinieblas. Era eficaz contra los violentos que se sabe, temen por igual al cielo y al infierno. para estar siempre de acuerdo. Por mi parte resisto ese evangelio, 71


me asusta y me atormenta

el fin de la duda.

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El después es ahora (2021)

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Momentos íntimos

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1

elegí con prudencia las circunstancias de mi nacimiento y no sin sobresaltos logré llegar hasta aquí me siento tan invadido de mí mismo que solo quiero pasar desapercibido

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14

cuando niño no fui niño solo un adulto secreto por momentos pienso que he tardado demasiado son días en que he perdido la memoria ningún otro pensamiento me ha atacado tanto

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21

mi infancia fue tan breve que apenas la recuerdo faltó odio y me sobró misterio

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aceptarnos como criaturas que vagamos en el tiempo saber del solitario comienzo y de nuestro veloz declive celebremos todo podría haber desembocado en tiempos peores

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si he perdonado a quienes me han hecho daño ¿por qué no perdonar a quienes no se ajustan a mis sueños?

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se sabe que los distraídos se confiesan al pasar yo me aprovecho recojo las voces que arrojan en su decir ligero soy un ladrón de palabras un delito menor que no merece castigo

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Poemas inéditos

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En el retrato luce joven

con la blusa el peinado y el gesto de otra época. Sin embargo está ausente la alegría de aquellos que tienen todo por delante. Si ocurriera el milagro de volverla a la vida ¿sería afectuosa su mirada? ¿O sería levemente irónica como la que una muchacha brinda a un hombre mayor a quien respeta? ¿Me reconocería en esta edad que me encuentra haciendo cuentas con el misterio? Con nuestros recuerdos traicionamos al tiempo. Imágenes que traen desconsuelo.

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A modo de retrato de María Elena Romero

Ella soñaba hacer el amor con el Che y contra eso no se podía competir yo no era un héroe aun y él solo moraba en la mitología. Nos supusimos adultos pero solo fueron juegos infantiles nuestros cuerpos inexpertos no lograron encontrarse. Ella sabe que ya no está pero no deja de invitarme todavía la veo en la esquina con su mirada paciente y me pregunto si el horror ya percibía. Cuarenta años antes nuestras armas eran las consignas y algunos libros apenas leídos. Así y todo temerarios desde la cuna nos rebelamos frente a las sombras con inocencia provinciana. Si ella viera el mundo hoy con los ojos con que yo lo veo 86


me pregunto de qué color sería su sonrisa.

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ANDRÉS BOHOSLAVSKY (Poemas inéditos y selección de Margot, la prostituta que leyó a Bakunin, Editorial Leviatán, 2023 Medianoche en la plaza de los sueños, Editorial Leviatán, 2021; Los ojos de Sasha o el fin del sueño rojo, Editorial Leviatán, 2018; La camarera que se creía Greta Garbo y el plomero que soñaba ser Lenin, La carta de Oliver, 2016; Una noche en bosque-poesía y otros poemas, Editorial Leviatán, 2014; China ocho milímetros, La carta de Oliver, 2009; El pianista del Black Cat y otros poemas, Editorial La carta de Oliver, 2007)

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Margot, la prostituta que leyó a Bakunin (2023)

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Margot, la prostituta que leyó a Bakunin

Vale más un instante de vida verdadera que años vividos en un silencio de muerte. Mijaíl Bakunin

Caminando de madrugada por la calle de la tristeza llegando a la intersección con el boulevard de los perdidos me senté como siempre, a observar el cielo estrellado mientras encendía un cigarrillo encontré, convertida en objeto de consumo nocturno a quien había sido mi compañera de estudios, Margot que leía a Baudelaire y Rimbaud en francés para entenderlos envejecida por el paso del tiempo y la intensidad de un trabajo que reclama su libra de carne nada en ese abrazo habló de poesía su mundo, reconvertido en mercancía ahora demuele las palabras que tanto amaba y la asimila a una muñequita del barroco abandonada a su suerte la neblina que cubre el boulevard nos transforma en dos adolescentes que debaten la función social del arte y las teorías anarquistas de príncipe Mijaíl Bakunin

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al mismo tiempo cuando la bruma se retira lo único que confirma su presencia es una colilla de cigarrillo con su lápiz labial y su perfume y su voz, espectral, diciendo: salvo que seas poeta, las palabras no significan nada.

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Una historia sencilla

Atendí la puerta, era Cristo pidiendo algo le dije que entrara a mí no me gustaría estar solo hoy estaba muy callado, más que otras veces luego, supongo que el vino lo animó y cuando ya era tarde dijo algo acerca de los pobres los que abren la puerta algo que recuerdo muy confuso de una aguja un ojo un camello y un reino. Yo había bebido demasiado lo saludé y me fui a dormir.

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El alma de los perdedores

Me pregunto de qué está hecha el alma de los perdedores, la más bella de las almas tengo preguntas extrañas últimamente esas que supongo hacen los desesperados ahora voy en busca de las respuestas que habitan en el fondo de los sueños abandonados los míos y los tuyos pero no me importan los misterios milenarios ni las naturalezas muertas ni los dados que arroja Dios no me interesan las mentiras me interesás vos y de qué estás hecho he cerrado los ojos mucho tiempo para ver mejor, para entender muy tarde que hay preguntas que no tienen respuesta.

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La fuente de los deseos

La tarde que inauguraron la fuente en mi barrio observaba de lejos a las personas que una a una arrojaba sus monedas mientras cerraban los ojos, en una extraña ceremonia donde cada una de ellas equivalía a la concreción de un deseo sin importar la magnitud del mismo los rostros hacían difícil entender sus deseos pero mi amigo Pedro, el ciego-vidente me dictaba los de cada uno de mis vecinos y así fui dándome cuenta que casi todos anhelaban algo parecido todos y cada uno de los deseos estaban atravesados por el sueño de la posesión no había en ninguno de ellos, el menor rastro de algo que no se pudiese comprar, atesorar o acumular la representación perfecta de un sistema auto-inmune bienes y objetos saturaban el campo del deseo no figuraban sueños de amor ni de revoluciones nadie anhelaba recuperar el tiempo perdido de una manera u otra, el dinero aparecía en todos los deseos a veces de manera directa y otras no tanto pero allí estaba su presencia, intacta y permanente y absolutamente despreciable para un tipo como yo

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que piensa en el dinero como causa de todos los males me harté de todo esto, el plan surgió espontáneamente decidido a irme del barrio robé todo el dinero que contenía y la dinamité.

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Medianoche en la plaza de los sueños y otros poemas (2021)

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Poesía en el lado oscuro de la luna

Cuando llegué a la luna, abrí mi valija y saqué las pocas cosas que necesitaba para pasar esos días, creyendo que podían convertirse en una buena oportunidad para hacer cosas postergadas: el libro de Chejov sin terminar el álbum de fotos que no miraba hace tiempo el avioncito para armar que mi padre me había traído de uno de sus viajes y yo dejé sin tocar desde mi niñez, el cubo de Rubik para intentar resolverlo y un cuaderno para escribir poesía. Ahora que volví a la tierra veo a todos estos objetos sobre la mesa de luz: el libro de Chejov, el álbum de fotos, el avioncito armado y el cubo de Rubik sin resolver.

Estaban todos, salvo el cuaderno que olvidé en la luna, en su única página escrita hay un poema que ahora gravita sobre un cráter en el lado oscuro de la luna.

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Los perros del mal A los que escapan de los perros de Lutero

Desde aquella mañana, en que escuché al pastor de mi credo subido a los hombros de mi tío Artemio quien solo concurría por la comida y bebida servida después de la misa, no pude olvidar jamás la cita a los perros que poseía Lutero. “Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia cuando muerden dejan una herida profunda”. Los perros de Lutero se soltaron, se atacaron entre sí transformados en monstruos mordieron a mi tío a algunos otros que no pudieron huir y todos terminaron convertidos en lobos con piel de cordero. Cinco décadas después sigo escapando y me escondo antes que uno de ellos me de alcance. Poesía en el lado oscuro de la luna Cuando llegué a la luna, abrí mi valija y saqué las pocas cosas que necesitaba para pasar esos días creyendo que podían convertirse en una buena oportunidad para hacer cosas postergadas:

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el libro de Chéjov sin terminar el álbum de fotos que no miraba hace tiempo el avioncito para armar que mi padre me había traído de uno de sus viajes y yo dejé sin tocar desde mi niñez, el cubo de Rubik para intentar resolverlo y un cuaderno para escribir poesía. Ahora que volví a la tierra veo a todos estos objetos junto a mí, en el banco de siempre en la plaza el libro de Chéjov, el álbum de fotos, el avioncito armado y el cubo de Rubik sin resolver. Estaban todos, salvo el cuaderno que olvidé en su única página escrita hay un poema que ahora gravita sobre un cráter en el lado oscuro de la luna.

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Fotos viejas en el mercado de pulgas A mi padre Luis

Mientras reviso la caja con fotos viejas en el mercado de pulgas haciendo tiempo, perdiendo el tiempo asoma desde el fondo una foto que recuerdo haber visto hace muchos años mis padres de la mano, en un lugar que no reconozco jóvenes y sonrientes y muy lejanos en mi mente no en mi corazón. Decido comprarla y consulto el precio la señora que atiende tiene un parecido a mi madre el tipo que asoma desde atrás un aire a mi padre pero la foto no está en venta es una caja de fotos familiares que alguien mezcló por error.

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El falso genio

Sale de la vieja lámpara y dice concederme tres deseos miro hacia todos lados para que no piensen que estoy loco y terminar nuevamente en el psiquiátrico o declarando en la comisaría de madrugada. Pero el tipo era un simple estafador. Cuando vuelvo a mi cuarto no encuentro a mis padres ni retorné a mi infancia y tampoco esta noche logré escribir el poema perfecto.

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La cajita de música

Tirada entre cosas sin uso, en una bolsa arrojada por azar en un tacho de basura de la plaza encuentro una vieja cajita musical. La tomo, le doy cuerda con la pequeña llave que cuelga de ella debo haberme excedido o tal vez haya roto algo.

Sale la bailarina de su interior pero su cuerpo no es porcelana sino humano pequeña como las hadas de los cuentos me agradece haberle puesto fin al sufrimiento y encierro de tantos años.

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Los ojos de Sasha o el fin del sueño rojo (2018)

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Los ojos de Sasha o el fin de un sueño rojo

La muerte de mi madre en un hospital para enfermos mentales provocó diferentes reacciones entre los miembros de mi familia —una familia que zozobraba como los restos de un naufragio que de a poco desaparecen sin importarle a nadie. Fue internada por sus hermanos, diagnosticada con un cuadro de [esquizofrenia que según ellos no tenía otra forma de ser tratada con urgencia, violencia y un grado de crueldad que prefiero olvidar. Devota del sueño bolchevique, jamás pudo entender los cambios del [mundo ni una sociedad que corría tras la felicidad y salvación individual. Finalmente se alejó de los suyos y del resto, terminó aislada por propios [y extraños que la rechazaban tanto a ella como a su forma de pensar. En mi corazón, sentí que su muerte simbolizaba una especie de asesinato donde todos tenían una cuota parte de responsabilidad y conformaba uno de esos crímenes silenciosos que todos preferimos ignorar y cuyo [formato nos incrimina, lo que constituye un buen motivo para mirar hacia otro [lado. Buscando protegerme del dolor y de su ausencia, decidí refugiarme en la casa de uno de los pocos amigos que me quedaban, Vladimir. Un tipo silencioso y casi autista que se asemejaba a mí más de lo

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[imaginable. Los domingos acompañaba a mi amigo a visitar a su abuela que, como el resto de los ancianos, se encontraba en un lugar llamado [geriátrico, pero a mí me resultaba más parecido a un depósito de personas [abandonadas, con rasgos de campo de concentración moderno o una variante de los [zoológicos que, en lugar de chimpancés y leones enjaulados, aquí se encontraban [en estado natural y sin rejas, donde los exhibidos eran seres humanos. El dueño del zoo, perdón, del geriátrico, se volvió millonario a raíz de esta actividad y otra también, exquisita: prestamista. Mi mente fue ideando un plan, moldeándolo en silencio domingo a [domingo. Conociendo el dato de que los abuelos partirían el lunes en un tour a la [fría Necochea, en plena temporada invernal, entré de madrugada al lugar. Entramos, [mejor dicho, mi gatito Sasha y yo. Rocié todo con nafta, incluido el descapotable del [tipo, encendí el fósforo que inició el incendio y escapamos en la oscuridad tan sigilosamente como habíamos llegado. Esa noche dormí mejor que nunca, como un ángel caído que trae justicia a un mundo cruel, un anti-sistema de los sin voz. El mundo se redimía con mis actos, con los actos de un héroe anónimo del cual nunca nadie [sabría nada.

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Me levanté y encendí el televisor que informaba de la tragedia. Los ojos de Sasha hablaban al mirarme: treinta y nueve abuelos fallecidos en el incendio. El viaje era el lunes, pero no ése sino el siguiente, debido a un cambio de planes de último momento. Entendí en ese instante, que el infierno está tapizado de buenas [intenciones. El velatorio movilizó a la ciudad completa, el dolor era terrible y todos lloraban desconsolados. Todos menos el tipo que sufría en [silencio por el fin del negocio y su descapotable derretido. Carcomido en mi conciencia, como el personaje de Crimen y Castigo, me entregué confesando todo. Me declararon insano y paso los días en este neuro-psiquiátrico escribiendo al aire libre y disfrutando la [belleza de lo simple. Como a mi madre, todos me dieron la espalda salvo mi amigo [Vladimir y Sasha. Sus ojos cuando se cruzan con los míos vuelven a hablarme y me dicen tener un plan.

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La noche interminable

Mi madre estaba allí,en la noche interminable en la mas fría y azul de todas y yo, no sé por qué le toqué la frente helada y sentí que somos una piedra, disfrazada unos años entonces le hablé como nunca lo había hecho y le conté de ese río de lava roja que aparece en mis sueños y de esa tarde flotando en el mar con ella cuando descubrí sus ojos llenos de olvido en los que vi un barco ardiendo y mi cuerpo de niño flotando en el río, boca arriba debajo de un cielo oscuro creo que antes de morir algo la había aniquilado algo que no puedo pronunciar pero siento que me acecha como a ella y espera pacientemente devorarme una sospecha me hizo abrirle un párpado y vi el barco ardiendo nuevamente la abracé fuerte como nunca lo había hecho mientras el río de lava me tragaba.

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La camarera que se creía Greta Garbo y el plomero que soñaba ser Lenin (2016)

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Rebeca

Iván, peluquero y anarquista ruso fue asesinado por la policía en los años 40. En un bolsillo de su pantalón encontraron tres monedas panfletos llamando al alzamiento contra el poder de turno y un librito acerca de cómo construir un mundo donde nadie es amo ni esclavo y del devenir inexorable de la felicidad a causa de esto. Un pequeño peine completaba el cuadro en el otro bolsillo. El hijo del peluquero se hace policía para ganarse la vida reprimiendo a los que alteran el orden en la vía pública en una refriega, muere asesinado por un ladrón que le dispara a la [cabeza. Rebeca, la hija del policía, reabre la peluquería familiar sin saberlo, le corta el cabello al ladrón que asesinó a su padre y al comisario que mató a su abuelo. Por las noches escribe poemas breves impregnados de amor ignora el mundo casi por completo y es feliz. Eso me dice, casi sin mirarme al bajarme del sillón de la peluquería.

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Una noche en bosque-poesía y otros poemas (2014)

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El acta a mi madre Sara

Yo, que estoy en el medio del mar leo el acta, que con unos cuadraditos marcados con una x deja constancia de la muerte de mi madre mientras la rompo y el viento se la lleva depositándola en unas olas gigantes pienso en ella con sus lentes viejos, leyendo a Chejov o las cartas de familiares de Rusia y en aquellos años en que era feliz, paseando con mi padre por la [playa mientras yo corría detrás de ellos me doy vuelta y la veo sentada en una silla en la proa rodeada por unos albatros que picotean restos de comida me llama y me siento junto a ella, mientras saca unas fotos viejas en paisajes extraños, junto a sus padres y luego otras y otras, como un repaso de su vida mientras hablamos de las cosas que quedaron sin hacer de esos planes simples que teníamos y ya no podremos realizar giro la vista al mar y cuando me doy vuelta para abrazarla ya no está a mis pies, veo la foto en que ella está delante de la casa de sus

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[padres en la calle de la revolución la llevo al camarote, la pego en la pared y me acuesto a dormir en el sueño, escucho su voz, casi imperceptible, que me dice: —no estés triste, ya nos veremos—. Me despierto, me sirvo un vaso de vodka y miro por el ojo de buey la tormenta que se avecina voy a la sala de máquinas, a cumplir mi turno y la escucho nuevamente: —hijo, el hombre es lobo del hombre— me río pensando en ella, en esos viejos tiempos donde soñaba un mundo más justo sin imaginar que nos convertiríamos en bestias.

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China ocho milímetros (La carta de Oliver, 2009)

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IX

Pusimos pedazos de carne y verduras en una olla de latón Zun me dice que cuando alcancemos el Nirvana se apagarán los fuegos de la codicia y el odio hasta alcanzar la iluminación comemos en silencio el exquisito guiso del mago que me pide que retire esos restos de rencor que hay en mi plato

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XVII

Un minúsculo trozo de paisaje llama mi atención me acerco a la pintura montañas bosques arroyos rocas hombres flores eternamente inmóviles me dicen que entre en él cuando las cosas se ponen difíciles vengo hasta el museo y entro al cuadro elijo ser una piedra cercana al río

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El pianista del Black Cat y otros poemas (2007)

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Fragmentos de dharma y karma en la habitación 112

Un gato roza el plato con agua que está apoyado sobre un rollo de papel [gigante y cae. Al derramarse genera un cortocircuito que incendia la imprenta. Los dueños retornan a Medio Oriente para emprender una nueva vida desandando el camino de sus antepasados y mueren en un bombardeo dos días después de haber llegado. La caja de fotos queda mal cerrada por la presión de una de ellas. Ahora fragmenta dos cuerpos y dos rostros familiares y extraños a la vez. El próximo en abrirla no advierte que cae al piso y será tirada a la basura. Los desechados son los abuelos, inmigrantes de una Europa del este [desconocida, ambos sobrevivientes de Treblinka. Una paloma es aplastada por un auto al quedar sus patas adheridas en [el asfalto. El conductor al intentar esquivarla se mete de lleno en un kiosco y da muerte al que lo atiende, desocupado tres días atrás. Mi amigo Pedro, ciego, cuando sale del centro Braille donde enseña [Letras, ingresa al centro de atención para alcohólicos anónimos, donde toma [clases para dejar de serlo. La enfermera suministra al paciente de la 109, pleno de vida, el medicamento correspondiente al de la 112. Su error destruye un ser

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[humano y en su lugar nace una planta. Intento recordar, pero no lo logro con claridad, la vida parece hecha de [retazos, fragmentos. Entre unos y otros, lo que asoma no siempre tiene [explicación o si la tiene, es confusa. Yo era el paciente de la 112, estuve en coma siete semanas, cuando desperté escribí esto. Los que decían que moría tampoco acertaron.

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Ceguera

Cuando llegamos al borde del precipicio debía empujar a Harry, el ciego, y cumplir de una vez y para siempre con su pedido. Él estaba harto de la indiferencia del mundo de la burla de la gente de vivir como un mendigo. De que el único que leyera sus poemas fuera yo. Lo abracé, le dije que entendía perfectamente; lo miré a los ojos le puse este poema en el bolsillo y me arrojé.

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NARRATIVA

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El mago Por

GRAZIA DELEDDA

I Vivían al final de una de las aldeas más fuertes y pintorescas de las montañas del Lougodoro. Hasta su casita negra era propio la última, y miraba abajo hacia las sierras, cubiertas de ginestas y de grandes manchas de lentiscos. Saliendo de la puerta, Saveria veía el mar en la lejanía, en el horizonte remoto, mesclado con el cielo brillante en verano, nuboso en invierno: cosiendo cerca de la ventana vislumbraba una inmensidad de valles extenderse al pie de sus montañas, y sentía el cálido perfume de los cultivos dorados ondulantes al sol y el temblor del torrente que se deslizaba entre las rocas y las zarzas de montaña. En aquella casa pequeña y negra, con el techo cubierto de musgo amarillo y rojizo, a la 1

Traducido del italiano por Manuel González López

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sombra de una vieja pérgola, entre tanta fiesta de cielos azules y de inmensos horizontes silenciosos, desde hacía dos años, Saveria transcurría la vida más feliz que se pueda imaginar, junto a su joven esposo de grandes ojos ardientes y labios rojos como los frutos de los brezos entre los que conducía sus rebaños, su única riqueza. Se llamaba Antonio. También él desde que se había casado con la pequeña señora de sus sueños de pastor, vivía feliz; pero una ligera nube había aparecido después de dos años bajo el cielo sereno de su existencia. Saveria no había conseguido convertirlo en padre. Era una cosa bien triste. Había soñado tanto con un lindo niño moreno como él que apenas empezase a andar lo siguiese, arriba y abajo, entre los bosques y valles, ayudándolo en las duras fatigas de pastor; un niño que después, transformado ya en un joven fuerte, la alegría y la esperanza de sus viejos, casándose habría a su vez traspasado su nombre y la descendencia de sus rebaños a otro, y así por los siglos de los siglos. Todos los antepasados de Antonio habían sido pastores: y esta gloria él soñaba con continuarla, pero ¿cómo hacerlo si no venía el heredero? Se hizo de todo: promesas, novenas, peregrinajes. Antonio fue, descalzo y con la cabeza descubierta, a pie, al célebre santuario de la Virgen de los Milagros, en Bitti, hizo una procesión, una misa solemne y prometió dar a la Virgen tantas libras de cera procesada como la que le dejaría al futuro hijito, pero todo fue inútil. Saveria permanecía delgada, delgada y elegante en su vestido de corsé amarillo y camisa bordada, y la casa no estaba todavía animada por los gritos del soñado niño ni de la endecha de la madre acompañada del chirrido de la cuna. Era bien triste, una cosa triste. Se había abandonado ya la última esperanza cuando un día una amiga de Saveria fue a buscarla y le dijo con tono de profundo misterio, luego de los primeros saludos a la francesa: —¿No lo sabes, entonces, comadre Savé? Peppe Longu me ha dicho que ustedes no tienen hijos porque… —¿Por qué? —preguntó atenta Saveria con los ojos completamente abiertos. 134


—¿Por qué? —continuó la otra bajando la voz. —Dios no lo quiera, pero ustedes lo saben, Peppe es un mago de primera calidad, al menos así dicen todos… Y él mismo me ha dicho que por obra de una magia suya ustedes no tienen hijos. —¡El señor nos libre! —exclamó Saveria riendo y haciéndose la señal de la cruz. Como todas mujeres del pueblo ella era supersticiosa y creía en la magia, incluso una vez había visto un fantasma blanco vagar por los montes, pero que Peppe Longu, por más que fuese mago, llegase hasta ese punto, ah, eso era demasiado. Pero la otra continuaba, ofendida por la incredulidad de Saveria, y tanto habló que terminó por convencerla. Después de una hora de charla al lado del hogar, sobre cuyas brazas Savería había puesto a calentar el café, ella estaba tan convencida de la magia de Peppe que le preguntó pensativa a la comadre. —Y… dime, ¿no la podría deshacer a esta obra infernal? —¡Esto no, me ha dicho, esto no! Parece que tiene inquina contra tu marido. Al anochecer, Antonio apareció al final de la calle rocosa sobre su caballito negro, con la alforja llena de queso fresco y de ricotta. Mientras descargaba su “ganancia” bajo la pérgola, Saveria le informó de todo: él no se rio en lo absoluto, pero frunciendo el ceño con sus espesas cejas se conformó con sacudir la cabeza. Y cuando todo fue puesto en orden, caballo, alforja y su contenido, Antonio se sentó cruzado de piernas al lado del hogar y se hizo repetir la extraña novedad. —¿Pero qué diablos tienes con Peppe? ¿Por qué se venga de esa manera horrible? —preguntó finalmente Saveria con gran seriedad. —¡Nada! —respondió Antonio. —A menos que no sea porque me río siempre de su magia. —¡Está mal! ¿No viste como dispersó las langostas que arruinaban los viñedos de Don Giovanni? ¿Y aquellas de Jolgi Luppedu…? —Es verdad… Es verdad… Pero… Veremos. —¡Ah, si se anulase la magia…! —exclamó Saveria.

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Aquella noche los dos esposos soñaron nuevamente con un niño moreno; pero al día siguiente, por más ruegos que Antonio le hizo, el mago del pueblo se rehusó a deshacer el encantamiento. Era un tipo bastante misterioso aquel mago: vivía como todos los demás hombres del mundo, pero no trabajaba nunca. Es verdad de que además de los hechizos públicos de los cuales se jactaba, como los de eliminar las langostas y sanar las ovejas enfermas con

simples

palabras

misteriosas,

por

los

cuales

no

aceptaba

compensación alguna, el recibía muchas visitas nocturnas; pero nadie le daba importancia y se creía generalmente que los genios que tenía a sus órdenes le otorgaban el dinero y los víveres que abundaban en su casucha. Pero quizás Antonio lo pensaba de otro modo porque, visto lo infructuoso que habían resultado todos sus ruegos y hasta sus amenazas, se llegó una noche a la casa de Peppe y le prometió un hermoso Luis2 de oro para que deshiciese finalmente el fatal hechizo. Al principio Peppe se hizo el sordo, hasta se mostró escandalizado, como un artista al que se proponga un negocio que despoetice sus ideales; pero después, viendo realmente el esplendor del Luis —quién sabe dónde lo había conseguido el pastor— cedió poco a poco y gritó: —¡Está bien, sí! Lo hago, pero solo por amistad y piedad por Saveria; ¡porque tú no te lo mereces, tú siempre te has reído de mí! Antonio protestó; Peppe entonces lo convocó para encontrarse a la noche siguiente en un sitio desierto de la montaña, con el fusil descargado, un mantel blanco y dos velas. Antonio le dejó la moneda al mago y prometió cumplir todo; pero, cuando se encontró en la calle oscura, amenazó con el puño la casa arruinada de la que había salido y sonrió: —¡Veremos! A la noche siguiente fue el primero en llegar al lugar convenido: era un sitio horrible y empinado vuelto fantástico por la claridad cruzada de

2 Louis d'or: moneda de oro emitida en Francia durante el reinado de Luis XIII, desde

1640 hasta 1792. Se acuñó también, de manera limitada, durante el reinado (18141815) de Luis XVIII.

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la luna en el horizonte. En la noche no corría ni un soplo de brisa, y las zarzas en flor, las enredaderas negras y el musgo olían en el silencio misterioso de las rocas iluminadas por la luna. El pastor dejó el fusil que, según las indicaciones de Peppe, no había cargado, el mantel y las velas sobre una piedra, y esperó… Peppe no tardó. Sus primeras palabras fueron: —¡Es la hora justa! Medianoche. Extendió el mantel sobre piedra ancha, desnuda y aislada de las otras, fijó en tierra las velas e hizo acostarse boca abajo al pastor por un segundo. Cuando Antonio se levantó vio las velas encendidas y la fusil sobre el mantel. —¡Comenzamos! —¡dijo Peppe. Y de hecho comenzó a realizar miles de pantomimas que Antonio seguía con mirada torva y con una sonrisa de costado en los labios. Más que nunca le venían ganas de reírse del mago; pero cuál no sería el susto que se llevó cuando Peppe se volvió hacia a piedra cubierta con el mantel, la interrogó en un lenguaje extraño que probablemente debía pasar por latín, y la piedra respondió, con una voz lúgubre que salía bajo la tierra en el mismo lenguaje. Al mismo tiempo, las velas se apagaron sin que soplase el viento ni que Peppe se inclinase sobre ellas. Se volvió en cambio hacia el pastor que temblaba y le dijo: —La piedra me respondió que… el fusil dirá si la magia está o no disuelta. —Cómo —preguntó Antonio vuelto en sí por la voz del mago. —¿Está descargado tu fusil? —¡Sí, por Dios! —exclamó el pastor. —Bien, tómalo y dispara al aire: si abre fuego, quiere decir que el encantamiento se ha disuelto. Antonio, ya preparado para asistir a todas las maravillas del mundo pero no a esta última, se acercó a la piedra parlante, tomó el fusil y disparó… Peppe cayó al suelo, sin emitir un solo gemido, con el corazón atravesado por una bala. 137


En lugar de disparar al aire, Antonio le había apuntado al Mago. Después del involuntario delito, porque, a pesar de todo, creía que el fusil no abriría fuego, el pastor pensó en huir rápidamente, pero reflexionó que ninguno sabía nada de este asunto, así que… dobló el mantel, recogió las dos velas y el fusil, y retornó al pueblo caminando sobre los acantilados de manera que no quedase ningún rastro suyo y pasó tranquilamente el resto de la noche con su adorada Saveria. …Siempre incrédulo ante los hechos de magia, el fuerte pastor de grandes ojos ardientes no supo explicarse jamás cómo la piedra pudiese haber hablado, cómo las velas se apagaron solas y cómo el fusil había disparado; pero nueve meses más tarde tuvo la alegría de llevar entre sus brazos robustos un hermoso bebé de quien Saveria lo había convertido en padre. Entonces se arrepintió amargamente de no haber disparado al aire, pero no pudiendo hacer revivir al mago, se contentó con hacerle una misa conmemorativa en la vieja capillita de la montaña.

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Narraciones (Selección de los libros inéditos Sabía que vendrías; Dios es un gran escritor, y de Diario de un cuentenik, Editorial Leviatán, 2020)

Por

JORGE SANTKOVSKY

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Diario de un cuentenik (Editorial Leviatán, 2020, Buenos Aires)

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La monjita ermitaña

Esta es una historia pequeña. Muy pequeña. Porque era pequeña la monjita que venía a comprar productos pequeños a nuestro local. Grande era su bicicleta antigua, un par de rodados mayores de los que necesitaba su cuerpo menudo. Pedía que dejáramos que la entrara al local para que no se la roben. Era seguramente su única posesión y no quería dejar en manos de la providencia semejante responsabilidad. También era grande mi curiosidad por saber de su vida y qué pensaba hacer con los imanes de neodimio y con los motores paso a paso, que decía necesitar. Generalmente los compran los estudiantes de robótica o algunos artesanos para ganarse la vida. Los imanes provienen de los discos rígidos que desarmamos y son mucho más poderosos que los que se venden para armar imanes decorativos. Los motores –cuanto más antiguos mejor– son un subproducto del desarme de las impresoras matriciales que, como tales, ya no tienen utilidad. Son de buena calidad 143


y rara vez se deterioran. No le pregunté su nombre, pero sí de dónde venía en bicicleta. En esa época no había aún bicisendas en la ciudad de Buenos Aires. Me dijo que viajaba en el vagón de carga del tren Sarmiento, la línea de tren de la que cada habitante del oeste se siente cautivo. Era una monja ermitaña, vivía sola, no en un convento como tantas otras. No disponía de ningún servicio de energía. Sus días y sus noches pasaban en soledad. Su pesada sotana marrón la cubría por completo. Su rostro angelical era lo único visible de su cuerpo juvenil. Así quedó grabada en mi memoria. El resto había que adivinarlo. Me explicó que su hogar era casi en una cueva. Conjeturé que sería por la zona de Cascallares que es la única que conocí, en el oeste, capaz de albergar algo así cerca de la ciudad. Ignoro a qué orden pertenecía porque no sé distinguir las diferentes vestimentas. Pero la imagino de una orden franciscana por su voto de pobreza. Tengo debilidad por las personas devotas, aunque yo mismo esté ajeno a toda liturgia. Una monja ermitaña en estas épocas despertó en mí todo tipo de preguntas. La principal fue por qué se había sometido a semejante soledad, a mi gusto innecesaria y difícil de sobrellevar. La prueba es que estaba comprando imanes y motores con la esperanza de hacer un dínamo que le diera energía para iluminar su humilde refugio en las horas de la noche. Buscando un tema de conversación le conté que era judío, no practicante ni creyente. Me gusta aclararlo cuando converso con algún religioso. Como pasa a menudo con los católicos, dijo: “Qué bien, somos primos en la fe”. Ella sonrió con su natural inocencia. Mientras elegía imanes y motores que le sirvieran para su proyecto, imaginé cómo serían sus jóvenes piernas – pálidas, teniendo en cuenta que no veían el sol bajo la túnica oscura. Le prometí devolverle el dinero si fracasaba en su intento, lo que era muy probable porque no es fácil hacer que estas cosas funcionen. Ella solo tenía un plano como recurso para construirlo. Quizás de algún grupo de ermitaños que compartían trucos para soportar tanta austeridad. Consideré que no le sería fácil obtener dinero así que insistí en que aceptara la propuesta. Tenía la esperanza de que volviera para seguir conversando. Vale aclarar que le deseo que su intento no haya sido en 144


vano ya que no es fácil conocer una monja que viva con tanta intensidad su devoción. Me estimula recordar su rostro feliz y no me interesa averiguar qué incidente ocurrió en su vida que la llevara a ocultarse. Ella dijo que rezaría por mí y yo le creo. Si supiera hacerlo y conociera su nombre, también lo haría sin dudarlo.

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La foto perdida con mi padre

No tengo ninguna foto junto a mi padre. No lo tengo joven en mi memoria y no dispongo de auxilio para recordarlo. No se ocupó de dejar testimonio visual, como todo padre orgulloso lo hace con sus hijos pequeños. Tampoco guardo un abrazo cariñoso, ni siquiera un beso en la mejilla. La mejor época para comunicarnos fue cuando estaba internado en el geriátrico. En realidad, en el segundo geriátrico en el que estuvo, donde lo cuidaban bien. Tan bien que podía llevarlo, cada tanto, a pasear y a cenar afuera sin riesgo de que no quisiera volver. No importa el lugar donde lo llevara a comer, él pedía borsch, la comida típica judía a base de remolacha. A veces accedían a prepararlo pese a no estar en el menú. En esa época aún no se habían puesto de moda los restaurantes de comida étnica judía. Por supuesto que cuando salía conmigo ya estaba cenado. En el geriátrico la mesa se ponía temprano, pero comía igual sin 147


quejarse. La comida no se despreciaba, lo sabía desde joven. Pero lo más importante es que podíamos conversar con tranquilidad, por primera vez en la vida. Una tarde se me ocurrió ir a la casa de fotografía a sacarnos una instantánea. Él estaba tan contento que salió muy bien reflejado. Sonriendo salió. El dueño, que me conocía por ser cliente de mi local de computación, no aceptó cobrarnos, tanta fue la emoción que le produjo. Él se quedó con la foto y la puso al lado de la lámpara en su mesa de luz. Si cierro los ojos aún puedo verla. Cuando comenzó a estar mejor, que fue poco antes de morir, pasaron más cosas. Por ejemplo, hacía las compras para la cocina de la institución. Era simpático y tenía fuerza para traer las bolsas. Y eso lo mantenía ocupado. En esa época mi hermano se había mudado al departamento donde antes vivía mi padre, que quedaba cerca del geriátrico. Un día se le ocurrió la mala idea de llevarlo para pasar un rato juntos al departamento en cuestión. Mi hermano estaba orgulloso porque había tirado ya todas las cosas que quedaron abandonadas, sucias e inútiles. Entre ellas había un par de heladeras muy viejas que no funcionaban, pero servían para almacenar billetes fuera de circulación envueltos en papel de diario. Los diarios eran de la época en que los billetes tenían verdadero valor. Por cosas que me dijo antes de morir, él creía que había guardado dinero extranjero. Es una prueba de que su deterioro comenzó mucho antes de lo que imaginábamos, o tal vez era tan solo un negador y prefirió cerrar los ojos y oídos a la constante devaluación. Pero esas cosas inservibles eran sus cosas y cuando volvió al geriátrico se puso incontrolable. No podían creer el cambio para peor que se había producido. Mi padre comenzó a golpear a los otros enfermos, a romper todo lo que tenía a su alcance. Ante estos hechos me dijeron que ya no lo podían tener y que lo llevara a una institución para enfermos mentales. Un médico de PAMI avalaba esta decisión. Pero a los pocos días mi padre tuvo la delicadeza de morirse. Lo agradecí internamente porque me evitó el mal trago de internarlo en un lugar aún más deprimente. Cuando volví al geriátrico a agradecer la atención brindada, le pedí la foto que nos sacamos juntos a quien con tanto esmero lo cuidó esos pocos 148


meses de internación. Me enteré de que en un ataque de ira mi padre la había destrozado como a tantas otras cosas. No guardaron los pedazos y yo no tenía otra copia. Eran épocas donde los celulares no tenían cámaras. Tampoco los fragmentos me hubieran servido porque hay cosas que se rompen y nada las puede reparar.

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Sabía que vendrías (Inédito)

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Mi hermano Savy y el gato Cristobal

Fue una agradable sorpresa que mi hermano viniera a despedirse de Cristóbal. Nuestro gato siamés que se encontraba muy enfermo. Venía muy poco a visitarnos porque se sentía inseguro para andar por la calle. La enfermedad que padecía ya estaba haciéndose notar y lo volvía inestable. Hacía muy poco habíamos descubierto que nuestro gato sufría de insuficiencia renal aguda. Ciertas conductas que no entendíamos eran consecuencia de su incipiente ceguera. Un proceso muy acelerado porque hasta un par de meses atrás Cristóbal se subía a caminar por la cornisa. Ya no aceptaba comer ni beber. Lo alimentábamos por suero y una jeringa en la que poníamos lo que nos aconsejaban que podía alimentarlo. 153


La enorme tolerancia al dolor de los gatos tiene un límite y parece que estaba llegando. Se notaba que ya no esperaba mucho más de esta vida y que estuviéramos preparados para la despedida. O quizás simplemente disfrutaba que ya la perrita Lulú y su par felino Benjamín ya no lo molestaban, Poca gente sabe sobre la ética de los animales de no causar más dolor a un compañero enfermo. Cristóbal era el animal más pequeño de nuestro hogar, pero era indispensable y él lo sabía muy bien. Reconoció a mi hermano a pesar de vivir en penumbras y tambaleando se acercó hasta sus piernas para que lo levantara. Pocos días antes hubiera saltado sobre su falda sin pedir permiso alguno. Un derecho adquirido sobre quien tantas veces lo cuidó cuando nos ausentábamos de nuestra casa. Mientras acariciaba su ya delgado lomo con la mano que mejor maneja, mi hermano me miró con esa expresión entre ingenua e inteligente que tiene disponible

para momentos como este y me dijo:

“ambos somos discapacitados, el gato no puede ver y a mí me cuesta caminar”. Omitió decir que ambos tenían problemas de salud mucho más agudos. El mismo padece una enfermedad incurable, de las más crueles que puede sufrir un ser humano. Y no existen trasplantes de riñón para gatos de la edad de Cristóbal. Pero entendí la suave analogía. Cristóbal también entendió y sonrió cómplice con su sonrisa felina. Seguir vivo pese a la opinión de los veterinarios que sugerían llevarlo a dormir fue una de sus últimas bromas. Es interesante saber que, a ambos, no solo los vinculaban sus carencias. También el profundo deseo de volver a un lugar que los cobijara amorosamente.

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Tardé en permitir que mi hermano volviera al departamento donde murieron nuestros padres por temor a que se deprimiera. Este pensamiento ahora me avergüenza. También tuve que dejar al alicaído gato volver al altillo donde falleció su amigo Marco Polo hace algunos años. El mismo espacio que habitaron cuando llegaron a nuestro hogar. Temía a la furia de los recuerdos puestos en contacto con la sombra de los seres queridos. De los seres perdidos. No pude ser más ignorante. No se puede tapar la tristeza con las manos. Está grabada a fuego en cada acto de nuestras vidas. Cada uno tiene el derecho a penar libremente por sus penas de ausencia.

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Rescatando a mi padre

Fui llegando hasta allí reconociendo la débil voz que me llamaba, imaginando lo peor, luchando contra mi deseo de salir huyendo. Sabiendo de antemano lo difícil que sería conectarme con ese dolor. En su cuerpo no había sangre que denotara lucha. Sus manos y sus piernas estaban solo atadas con un manojo de cables, cadenas y sogas de un modo muy extraño. Unidos con candados que no estaban colocados del modo adecuado para impedir el movimiento de las piernas ni de los brazos. A tal punto que cuando lo liberaron de esas ataduras nada cambio en la posición de su cuerpo. Su humanidad estaba recostada contra la pared, como si una marea furiosa lo hubiera abandonado a su suerte. El piso estaba repleto de dinero fuera de circulación. Entre trapos y retazos de tela, recortes de pieles y una gran cantidad de papeles de diario. Mas otros objetos que mi mente se resiste a recordar. Todo eso construía un colchón deforme alrededor del cuerpo de mi padre. Para ayudarlo y darle una palabra de 157


aliento tuve que sortear varios obstáculos cuidando de no perder el equilibrio. Su voz era muy clara, no se había confundido al invocar mi nombre. Era evidente que me estaba esperando No encontré una perilla para encender la luz ni creo que hubiera alguna lámpara en funcionamiento. Por suerte el sótano recibía luminosidad de una claraboya. Así reconocí la vieja madera de un mueble sin puertas, único mobiliario de este ser que reclamaba mi presencia. En el dialogo me manifestó que sabía que yo era capaz de encontrarlo. Pese a que no habíamos tenido contacto en mucho tiempo confiaba en mi capacidad de percibir su estado. Me dijo textualmente: “sabía que vendrías”. Se aferraba a la vida con la desesperación de un náufrago, y a pesar de su desprolija barba, había un aire de triunfo en su mirada. Esperaba un reconocimiento por su hazaña. ¿Estaba allí por su propia voluntad o había sido víctima de un robo? Nunca lo sabré Sea cual fuera la razón era evidente que no podía escapar por sus propios medios de ese encierro. Todo comenzó el fin de Semana Santa mientras yo estaba de paseo con mi familia en una ciudad de la costa. Recuerdo estar caminando sobre la arena cuando recibí una llamada de celular avisándome que mi padre no estaba en los lugares que solía frecuentar. Mi socio y mi hermano ya habían recorrido los hospitales cercanos y no había novedades de su paradero. Insistieron que no volviera apresurado dado que no serviría de mucho. Fueron al local de la calle Lavalle y estaba

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cerrado. Ningún vecino pudo aportar algún dato. Ni tampoco los vecinos del departamento donde vivía. Cuando volví a Buenos Aires fui con mi hermano al negocio a ver con qué me encontraba. Convoque a un cerrajero amigo para que me ayudara a abrir la puerta. En el camino mi hermano me dijo, asumiendo que nuestro padre había muerto, que él quería ir a vivir al departamento donde vivimos de chicos y que nuestro padre habitaba en soledad. Es un departamento muy lindo que compraron poco tiempo antes que mi mama falleciera y que poco pudo ella disfrutar. Habían pasado ya 6 días sin que volviera a la noche a su casa y su conjetura era que había muerto. Pero resultó que la puerta estaba sin llave, solo que de tan oxidada y sucia no habría en un primer intento. Tuve que empujarla y así entramos al pequeño local que consta de planta baja, una habitación arriba y un sótano. Primero subí a la habitación y no encontré a nadie, pero cuando bajé la escalera sonó una voz muy tenue diciendo mi nombre. Resulto que Mario estaba vivo en el siniestro subsuelo. Los planes de mi hermano comenzaban a derrumbarse y para todos comenzaba una nueva historia. Había que ocuparse. De inmediato llame al SAME para que vengan a buscarlo. Antes que ellos llegaron las cámaras de la televisión del amarillista canal CronicaTV. Tenían la información de mi pedido de auxilio. Así es como trabajan para buscar noticias que escandalicen a la gente y mantener cautiva a una audiencia ansiosa de sangre. Les pedí que no saliera mi cara en la pantalla, pero los dejé trabajar filmando el local. Lo poco que podían mostrar era una vidriera abandonada sin nada de valor adentro. Era su guarida, no un local comercial. Le pedí al relator que me dejaran espacio físico para rescatar a mi padre. Daba la impresión de un secuestro. Llegaron los paramédicos, pero por su lamentable estado, no se animaron a sacarlo del sótano. Temían que se desarmara en el intento. No sabían de su 159


resistencia. Llame a mi socio que junto con el cerrajero tuvieron más coraje y lo subieron sosteniéndolo de las axilas para que pudiera caminar. Mi socio llegó perpetrado para el rescate con herramientas y un farol que finalmente no necesitó usar. En la planta baja lo pusieron en una camilla para poder subirlo a la ambulancia. La televisión grabó el instante en que salía a la calle. Portaba una extraña sonrisa que no podré fácilmente olvidar. La foto en el diario mostró esa misma imagen. Semidesnudo, barbudo y sucio, pero saludando con la mano abierta a curiosos y vecinos. Había logrado sobrevivir porque llegamos a tiempo. Que comió y que bebió esa semana es un misterio. Solo había desparramados envoltorios de golosinas y galletitas en el piso. Llegó la policía y tuvimos que ir a declarar. Algo me dijo que teníamos que tener cuidado. Pusieron una custodia en el frente del local y por un tiempo no pudimos entrar. Si hubiese habido billetes de moneda corriente de nuestro país o extranjera nunca lo sabremos. Días después, cuando recuperamos el local, no encontramos nada de valor. Ni un miserable peso. Solo mugre. Es posible que no hubiese nada de valor, pero él afirmaba que tenía en un mueble 100000 dólares. Nosotros solo encontramos billetes fuera de circulación de diferentes épocas. Testigos mudos de nuestras reincidentes crisis financieras. Una ironía de la vida para un ser que solo pensó en acumular dinero. En ninguna otra cosa puso su deseo. Muchas malas decisiones salían a la luz. En ese momento lo único importante era que la policía aceptara nuestra inocencia sin prestar oídos a las cosas que se decían. Podíamos ser acusados de abandono de persona o quizás envueltos en problemas cuyas consecuencias no alcanzo a imaginar. El mito urbano era que mi padre vestía como un mendigo, pero era millonario.

Del capítulo “El guardián del parque” que forma parte del libro inédito “Dios es un gran escritor”

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Dios es un gran escritor (Inédito)

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La religión de javier Que sea tan educado no es fruto de la casualidad. Su humilde madre se esmeró en darle la mejor educación posible y lo envió, con gran esfuerzo, a un colegio católico. Fue obediente al mandato religioso hasta que un aciago día Javier descubrió, por un hecho fortuito, que su amado dios no era todopoderoso como él deseaba. Que pese a su poder tenía temor a los hombres. Temor a su propia creación. A aquellos que moldeó a su semejanza para poder verse reflejado. Javier dice que no lo pudo soportar y a partir de ese momento dejó de estar sano. A un hombre piadoso, la desilusión de descubrir la vulnerabilidad del creador, a cambio le otorgo un valioso poder: el de soportar toda desgracia en soledad. Dejó de pedirle auxilio, de darle lastima, de suplicarle perdón. Nunca dejó de sentir el misterio de su presencia, pero supo que no podía reclamarle más nada. Esta certeza, que no siempre puede expresar con claridad, es su mayor secreto. Y el motivo principal por el cual rechaza a los predicadores. Pregonan sobre un dios que puede ayudarte a cambio de 163


dádivas y rezos. Javier conoce la lógica binaria de la religión: que todo bien es una gracia divina y todo sufrimiento una prueba a superar. Ellos mienten sobre el pecado y sobre el paraíso. Él ya sabe que nuestro creador es tímido, esquivo y vulnerable. Por eso el mundo anda a los tumbos. Quienes nos venden una idea de un dios controlador solo nos meten en problemas. Así piensa Javier de todos ellos, pero especialmente de los mormones. ¿porque justo los mormones y no otros? Porque su presencia se destaca de manera aún más llamativa que la de los evangelizadores criollos en este entorno. Los que lo ven de lejos piensan que el señor de las bolsas está loco, así es como el vulgo lo juzga. El mismo alimenta esa idea con un discurso amable pero disperso. Con una voz tan tenue que parece estar dándole al oyente siempre la razón. Algunos sabemos que es el equilibrio que necesita para sobrevivir a la traición que sufrió de sus seres más amados. Su aparente locura es su bastón para mantenerse erguido. La garantía de sobrevivir al naufragio. Si existiera el premio al "sintecho más educado" o al " sintecho que nunca pide dinero” Javier sería un firme candidato. En el parque todos sabemos que no tiene vicios, no especula dando lastima para conseguir lo que necesita. Si por él fuera sería transparente para no manchar el parque con su imagen. De lejos puede parecer que quienes participamos en la red que lo sostiene somos los que le damos vida. Lo cierto es que lo hacemos sin compartir entre nosotros más que una u otra mirada cómplice. No es que estemos organizados ni nos interese brindar ayuda a alguien necesitado. Ni siquiera sabemos cuántos somos. La verdad es que Javier nos pide a cada uno, por separado, tareas o bienes de bajo costo. Ni que demanden mucho esfuerzo ni demasiado dinero. No quiere molestar, todo sin apuro ni exigencia. Dispone de todo el tiempo del mundo para planificarlo. Tiene la paciencia y la sabiduría necesaria. No quiere que 164


nos sintamos indispensables para su supervivencia. Javier es libre y serlo implica no estar atado a ningún ser humano. Visto de este modo no es menos libre que los pájaros que se posan en su hombro para que los alimente por el pico. Ningún otro de quienes visitan el parque tiene ese privilegio. Van en su auxilio porque desean la cercanía de un hombre justo. En la antigua china, ser aceptado por los pájaros, era una prueba que debían pasar los elegidos. Para Javier es su familia alada, la que lo acompaña con amor y alegría. La que nunca lo va a defraudar.

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Borges y Javier

Esa mañana al verme con el libro de Borges en la mano a Javier se le iluminaron los ojos. Se reclinó en el banco de plaza en el que vive y se dispuso a recordar. Me habló con el corazón. No es necesario, supongo, aclarar que las palabras recordar y corazón tienen la misma raíz en latín. Los recuerdos, a ciertas personas, las remiten a lo más profundo de su ser. Si es un ejercicio honesto, cordial, no una ficción para engañar al oyente. Y Javier no necesita hacerlo. Por eso vive en el parque, donde puede ser libre y sincero. Todo comenzó por un libro, muy grueso, que acababa de comprar. Las obras completas de Borges, año 1974, editadas por la editorial Emece. Quien me la vendió fue Antonio, uno de los libreros nómades que se gana la vida vendiendo libros usados en el parque. De las pocas personas en las que Javier confía. Javier siguió desde lejos toda nuestra transacción, 167


contento tal vez, de que nos llevemos bien. Es natural alegrarse de que nuestros amigos se entiendan, una forma más de validar la intuición al elegirlos. Cuando pase a su lado, me miro con ternura, tenía una mirada que nunca le había visto y me dijo que había leído a Borges cuando estaba sano. Incluso que lo conoció y que la mujer de Borges le había regalado un ejemplar de lujo. Le pregunté cómo era la mujer que le había regalado el libro y me dijo: era “chiquita” y de “pelo blanco”. Asintió cuando dije que la mujer debería ser María Kodama. Pero que el regalo lo perdió, no sabe dónde está. Aunque no lo dijo en forma explícita su expresión reflejaba: ¿cómo voy a saberlo en el estado en que me encuentro? Javier leía a Borges mientras su mama limpiaba en una casa. La acompañaba al trabajo y él se quedaba leyendo en un banco que había en el patio, de lo que presumo, era un caserón de estilo inglés en algún barrio de Adrogue. Un rayo de sol lo calentaba e iluminaba su lectura. Hizo un gesto con su mano haciendo la trayectoria de un rayo de sol que apunta hacia el texto. Luego me preguntó si en la antología estaba el famoso cuento “El Aleph” Ante mi confirmación quiso saber en qué página estaba. Que fuera la 617 lo tranquilizó, aunque no veo un motivo lógico para ello, su cara era de completa satisfacción. Otro número, para él, lo hubiera tomado como una traición o un mal presagio. ¿Se acordaría de que hablaba “El Aleph”? No me animé a preguntarle, porque ese cuento y no otro, era el que tenía en su memoria. Descarté la obvia causa de la cercanía entre la casa de Beatriz Viterbo y su actual morada porque para Javier la avenida Garay, a solo una cuadra del parque, es tan lejana como el desierto de Arizona. No es sencillo entrar en su mundo, a mí me da miedo que una palabra fuera de lugar lo saque del ensueño. Me ha pasado alguna vez y aprendí la lección. 168


De pronto sonrió y como si leyera mi pensamiento, buceo en su frágil memoria el motivo del recuerdo. Me relató que él también había visto todo el universo en simultaneo en una pequeña circunferencia posada en el bajo relieve que tiene frente suyo. El bajo relieve se llama “La Fundación” y se encuentra en el lateral del monumento a Pedro de Mendoza que mira a la calle Defensa. Aclaremos que no fue ese el lugar donde se fundó la ciudad, esa es una mentira más de las tantas que se cuentan. Pero todo eso a Javier no le importa, el desea volver a encontrar ese círculo una vez más. Se levantó de su trono y me señalo la pala del aborigen representado en el bajo relieve. O eso me pareció que quiso hacer. No estoy muy seguro porque todo ocurrió en un instante. Quizás fue otro punto del bajo relieve. O peor aún, fue un diminuto punto en el lomo de la paloma que se posó por unos segundos en el monumento. Un punto alado. Después de este acto el discurso de Javier volvió a ser difícil de seguir. Se asustó de contarme su secreto. Confía en mí, pero como sabe que soy una persona que escribe sospecha que no soy confiable de mantener un secreto. Este mismo relato es la prueba viviente de que sus temores eran pertinentes. Su soliloquio bastó para que me fuera revelado el motivo de porque vive Javier en ese banco, teniendo opciones con más reparo, incluso en el mismo predio. Ahí logró evitar toda obligación y todo deber que lo distraigan de su único objetivo. Anida en su alma la esperanza de volver. a ver el universo y el microcosmos unidos en ese mismo punto. Después de esa experiencia nada lo podrá sorprender. Anhela repetirla antes de la inevitable noche del olvido. Es posible que él sospeche que puede ser el elegido.

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ENSAYOS ARTÍCULOS

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Paola Balboa: en la patria despiadada del poema Por

HEBE BAIS Para Paola Balboa, para su corazón guerrero, para su presencia siempre. “…poéticamente habita el hombre en esta tierra...” F. Hölderlin

Es bien conocida la respuesta de Agustín de Hipona (San Agustín) a la pregunta sobre qué es el tiempo. Él dice en sus Confesiones: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé.” Algo similar ocurre al tratar de definir la poesía. ¿Alguien no sabe qué es? ¿Alguien sabe qué es? ¿Alguien puede explicarlo? Definir la poesía es tarea compleja. Hay decenas de definiciones, bellas, complicadas, ambiguas, metafóricas… Sobre lo que no hay duda 173


es que tratar de hacerlo implica un movimiento estético del lenguaje, porque la poesía se explica con poesía. Señalaba Borges en su conferencia de 1977 sobre ese tema: “el lenguaje es una creación estética” y “cada palabra es una obra poética”; es decir que la actividad primera, fundacional del lenguaje es la poesía. Con el paso de los años y de los seres humanos derivará, como un río perdiendo caudal, en distractores afluentes secundarios llamados comunicación, verdad y mentira. Sin embargo, la palabra, manoseada, abusada, se rehace y se redime en cada poema. Esos poemas que a veces iluminan fugazmente el mundo, efímeros resplandores anunciadores de bellezas nuevas o viejas, siempre ocultas, de caminos tortuosos…. Pero hay también otra forma de poesía cuyo efecto más potente es arrancar los velos, develar el mundo detrás del mundo, su oscuridad a veces, sus sombras. El oscuro origen que nos explica. Es desde esta línea, a veces suave, a veces feroz, desde donde nos interpela la escritura de Paola Balboa. Sus palabras no adornan la realidad, no la hacen necesariamente bella. No la construyen ni la echan abajo. La develan, la revelan: “Con tus cabellos largos y tus uñas milenarias Hablas de casas derruidas y de parques Negros arrasados por el calor del mundo…” Su palabra es despiadada y establece coherencia delimitando el caos para poder explicarlo. Es la palabra que no reparte esperanza, que no explica la mera actualidad. Es el lenguaje de un mundo maravilloso y oscuro, decididamente oscuro, que nos habla de las piedras con las que cargamos, de los fantasmas que no percibíamos y nos susurra un grito que había justo allí, en el centro de nuestro silencio.

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Esta es la poesía que supera la metáfora como recurso, la revierte e instala una verdad poética que barre las verdades prosaicas que suelen distraernos: “Ausencia hay en la presencia Porque nunca se está como uno Y todo. Ausencia no hay en la ausencia.” En su libro El elogio de la sombra, el autor Junichiro Tanizaki explica que hace un tiempo, en Japón, cuando construían sus viviendas, debido a la escasez de ciertos materiales básicos, extendían los tejados hacia adelante, a fin de proteger a sus habitantes de las ráfagas de lluvia laterales. Así estas casas de techos largos se colmaron de sombras y al tornarse más oscuras hicieron que sus habitantes lograran descubrir lo bello en el seno de las penumbras. La sombra, y ya no la luz esclarecedora y occidental, es valorada y utilizada estéticamente. Con un gesto semejante, estos poemas que en un acto generoso nunca resuelven lo inquietante, nos permiten adivinar el filo de las preguntas, nos aproximan y nos sugieren las grietas. Nos iluminan sólo lo necesario, sólo hasta dejarnos percibir el lomo suave de las sombras: “Blancas hojas emergían de tus heridas. Se enredaban desde las sombras en las cicatrices de otro tiempo Hay una noche luciérnaga Abrasando la oscuridad de lo impedido. Son antorchas que pueblan el bosque de tanta pena. ¿Quién conoce la eternidad y sus cifras? ¿Quién sabe de tu llanto? ¿Será un resabio de lo que no pudiste llorar dormida?”

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Y así, con un ademán antiguo, sabio, descorre la engañosa luz con preguntas que nos curvan, nos inclinan. Nuestros ojos se dirigen, se acostumbran a la oscuridad, se vuelven mirada. La poeta interpela a la vida del lector, a la base, al fundamento profundo de cada ser. Su lenguaje que está vivo, que atraviesa el tiempo, puede entregar a modo de ofrenda, una interjección recogida quién sabe en qué fuente primera: “Paloma sobre el arca Oh, tú, paloma…” “Oh, desmesura interna Oscura casa de fondo infinito.” Detrás de estas palabras, de estas exclamaciones, se oculta un desvelo, un anhelo por arrojarnos a los ojos, como quien arroja un puñado de arena, visiones del otro mundo, de ese otro mundo primitivo, primigenio. De aquel mundo que nos trajo hasta aquí. Es una guía que nos llama con su palabra curva y nos ubica en presencia del mito, en un universo que nadie ha visto y muchos han imaginado. Se instala en ese tiempo fuera del tiempo para ordenar el mundo, para escuchar el sentido, para pronunciarlo. Sabe, como Casandra, que la verdad es suya aunque en ocasiones no sea oída. Sin embargo, la verdad poética esperará impávida, imperturbable, el ser pronunciada. El ejercicio de la poesía implica saber y poder decir, el ejercicio de la lectura supone poder creer, es un acto de confianza ciega en el lenguaje. “Morderé como pueda Las palabras que intentan ser el arma del mundo tronante. 176


¿Seré yo la que con voz queda, Con ojos vueltos grite en este reino desnudo?”

Su mirada desolada sabe que no inventa, sabe que no hay posibilidad de mentiras en los renglones donde se inscriben los mitos y la palabra poética. Sabe que esos mitos, sabe que el cielo y el infierno, sabe que la patria, la casa y la palabra comparten y beben la pena en el sitio del ser humano. “La verde patria que fuimos”, “la negra pampa”, “la tierra de hielo”, “la tierra yerma”, “el país baldío”, el presagio desconsolado de un porvenir sin futuro, el desamparo de un ser, de una patria sin memoria. Todo esto nos es entregado por una mano que conoce la intimidad del universo. Es ese conocimiento profundo el que nos entrega la figura de Casandra, de una mujer, de toda mujer como territorio violentado y que por eso constituye uno de los continentes del dolor:

“He vuelto de un viaje hacia raíces vedadas Con mujeres en las ventanas gimiendo De vida en vida…” “Una mujer y otra y otra Con cicatrices de todas las heridas de los tiempos.” “Me iré con el dolor del mundo repartido en las gargantas”

Leer sus poemas es un viaje hacia el origen para reconocer el presente, para darle un sentido. Es un recorrido a través de la patria desolada, a través de una tierra agraviada, pero con el poder de la palabra 177


que vuelve a ser poema y nos cobija. La palabra que se recupera a sí misma, que vuelve a fundarse, poderosa. Dice Ivonne Bordelois que cuando es poesía “la palabra resucita llamando y llameando nuevamente, recordando su origen y el nuestro.” Es lo que ofrecen las palabras de la poeta: el cobijo de la penumbra, el destierro para siempre de la tierra inhabitable porque entiende que la patria verdadera es el lenguaje que nos nombra, que nos vuelve justos, que nos enciende. La voz de Paola Balboa seguirá para siempre pronunciando su palabra, la patria despiadada del poema. Como una invocación a la Inteligencia, a la palabra inexorable que haga caer todas las máscaras. Oh, brava poeta. Oh, tu verdad en sombras. Oh, poesía.

“Y si acaso regresara el invierno El dulce invierno de soledad Desgarrando embravecido, Vuélvenos primitivos Cuando el sol costeando suave, bese.”

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Ahmed Ouali, precursor del relato noir marroquí Por

MUSTAPHA HANDAR ( mustapha.handar@outlook.es )

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Resumen: El presente artículo trata de analizar la obra de relatos negros, Perfidia de áspid y otros relatos, segundo exitazo literario del escritor marroquí Ahmed Oubali, publicada en 2019. El autor es el precursor y único cultivador, hasta el momento, del thriller psicológico en la literatura marroquí en lengua española. Estudiaremos detalladamente el fondo y la forma de cada uno de los relatos que integran la obra, al mismo tiempo que vamos resaltando en qué consiste la originalidad del autor, así como sus contribuciones innovadoras y enriquecedoras al género negro.

Palabras clave: Literatura marroquí en español, thriller psicológico, género negro, ficción criminal, suspense, narrativa negra, paranoia, psicosis, asesinato, misterio, crimen perfecto, intriga, cocaína, angustia, veneno, parafilia, horror, escalofrío, criminales seriales, desapariciones, áspides letales, presente isoentrópico, venganza, codicia, traumas, femme fatale, psicoanálisis, sadismo, traición, estupefacientes.

En 2009, el firmamento de la literatura marroquí en lengua española conoce el nacimiento de una nueva estrella literaria; distinta y de color negro brillante. Es cuando Ahmed Oubali, escritor, semiólogo y catedrático marroquí, publica Chivos expiatorios y otros relatos; su ópera prima de once relatos –escogidos entre una larga lista de relatos publicados tempranamente en los

suplementos de periódicos y

últimamente en la Web- que se encasilla en el género negro en su vertiente de thriller

psicológico;

nunca

cultivado

hasta hoy en día por los escritores marroquíes.

Una

contribución,

esta

última, que apunta a colmar el vacío existente

en

nuestro

canon

literario

hispano-marroquí. Esta obra sui generis 180


fue todo un exitazo literario y sigue siéndolo desde el punto de vista, tanto de los lectores como de los críticos, por eso no es de extrañar que actualmente haya alcanzado su tercera edición [1]. En 2019, Ahmed Oubali sacó a la luz su segunda incursión en el género noir: Perfidia de áspid y otros relatos [2]. Un thriller psicológico de alto voltaje cuyos temas principales son el crimen perfecto, el tráfico de drogas y de personas, la codicia, el erotismo, la traición, el deseo de venganza, la explotación sexual de mujeres, además de una minuciosa descripción analítica de traumas de infancia y de comportamientos parafílicos (algolagnia, pedofilia, parania y sadismo) que justifican la perpetración de toda clase de crímenes. La obra integra siete morbosos relatos criminales cuyas acciones transcurren en órbitas rurales y también en núcleos urbanos y otros marginales de varias ciudades marroquíes: Ouarzazate, la ciudad de arte cinematográfico, el Hollywood marroquí y africano, con sus regiones ocres y calurosos; Marrakech, eterno espacio turístico de miliún cuentos y núcleo oculto de la pedofilia y la prostitución; Ketama, segunda capital mundial de los estupefacientes, sumida en asesinatos por ajuste de cuentas entre mafiosos y drogadictos; una lúgubre aldea en el Rif arrasada por la miseria, el hambre, la incomunicación, la locura y una epidemia deletérea; Casablanca, capital económica, moderna y bulliciosa pero también vasto nido de criminales y delincuentes; Tánger, la cosmopolita, rutilante y mítica ciudad internacional; Rabat, Khuribga y Mequinez... Sin olvidar las ciudades españolas, tales como Tarifa, Ceuta, Algeciras, Málaga, Madrid, Huelva… Alusión permanente a la sempiterna e inexorable convivencia hispano-marroquí. El relato que sirve de entrada a la obra viene titulado "Perfidia de áspid"; el mismo título que lleva la obra entera. Una narración que gira en torno a dos ejes: el afán de poder y la codicia que llevan al asesinato y el amor enfermizo que, siendo traicionado, conduce a su vez al 181


incontrolable deseo de venganza. Una siniestra historia de reptiles venenosos, herramientas eficaces utilizadas para perpetrar crímenes perfectos, y de personajes pervertidos que se exhiben en la trama argumental como áspides asesinos camuflados de seres humanos con perfiles bondadosos y atractivos pero que resultan camaleónicos al usar múltiples identidades difuminadoras para alcanzar sus objetivos más inicuos. La historia es verosímil, como lo son todas las narraciones del autor. El relato se caracteriza por una lógica interna sorprendente y unas descripciones realistas casi visuales. El suspense va dosificado, gota a gota, con unas impresionantes intrigas sustentadas con un constante efecto cliffhanger y enlaces sorpresivos. Muntasir, un joven aldeano y cazador de serpientes de Ouarzazate conoce a Umaima, una despampanante mujer de Marrakech, víctima de un matrimonio forzado. Atrapado por su sensualidad, loco enamorado y conmovido por su infelicidad, el joven se ofrece a redimirla de las garras de su senil y agresivo marido. Ambos deciden matarle. Las serpientes son el arma del crimen. El veneno es instantáneo y el homicidio pasa por ser un accidente. Muntasir le entrega la caja de serpientes con todas las instrucciones y convienen verse dos días después del fatídico incidente, al volver él de Marrakech. Pero tal encuentro no se realiza porque Umaima desaparece como el agua en el desierto, lo cual pone al protagonista en un remolino de incertidumbres. Decide entonces emprender

una

desesperada

misión

detectivesca

tratando

de

reencontrarla. Sus pesquisas lo llevan a descubrir, para su gran espanto, que desde su primer encuentro con Umaima todo ha sido una ratonera en que ha caído fácilmente: la mujer indefensa y víctima de violencia casera resulta ser una embaucadora, una "femme fatale", una criminal innata, un rol de actriz que la verdadera y real Miryam Mundir supo interpretar con profesionalidad para ejecutar su plan hollywoodiano: seducir al aldeano encantador de serpientes, conseguir el áspid más letal de todos, infiltrarlo en la cama de su propio padre –y no de su inventado marido-, quedarse finalmente con la colosal herencia paterna

y vivir

como una reina con su amante y cómplice, un abogado penalista. 182


Sintiéndose ultrajado e invadido por un extraño pundonor, el domador de víboras se resuelve a vengarse perpetrando un horripilante asesinato. El autor exhibe aquí uno de los crímenes más perfectos que el género negro jamás ha conocido. El segundo relato, "No abras esa caja", es el más corto de toda la selección. La carga de suspense engancha al lector desde el íncipit. Si el título del relato anterior tiende a provocar estremecimiento -en inglés significa thriller-, resaltando el nombre de uno de los más espeluznantes reptiles, este describe como personaje principal a una caja anodina, pero de contenido enigmático que suscita curiosidad y angustia, ingredientes del suspense: ¿qué hay detrás de esta advertencia? ¿Qué contiene la caja? ¿Un explosivo? ¿Una víbora? ¿O quizás la cabeza de una víctima degollada? Estas preguntas se erigen como tuercas en la mente del lector y lo mantienen sin aliento pegado a la historia en busca de respuestas, en espera de lo inevitable. De lo peor. Una deflagración extrema constituye el meollo narrativo de este escabroso relato. La trama se estructura alrededor de tres partes que se puede definir con tres palabras: pre-apocalipsis, apocalipsis y post-apocalipsis. Mediante un vaivén entre el pasado y el presente, esta pieza literaria nos introduce en el ambiente criminal de las mafias narcotraficantes de drogas y traficantes de personas en Ketama que abusan sexualmente de las mujeres marroquíes contratadas para trabajar en España. Nos cuenta primero una historia de amor fronterizo que se convierte en un feliz matrimonio mixto. Pero pronto todo culmina al final con la incineración de todos los personajes debido a una explosión causada no por el contenido de la caja sino indirectamente por algo que subyace detrás de este objeto. Los recursos y gags para crear esta gran tensión narrativa en el relato son: las anacronías como los raccontos, la paralepsis, la analepsis externa y la homodiegética completiva, el retardar del conflicto y el efecto de sorpresa final. Resumiendo el argumento, el relato cuenta la historia de un proxeneta español llamado Pedro Domínguez. Mientras viaja a Ulad Issa, pequeña aldea ubicada en Ketama, con el propósito de llevar a su esposa 183


Sumaya a Ceuta, evoca su primer encuentro amoroso, su conversión al islam por razones oportunistas, los tres días de boda y su luna de miel en Marrakech. También recuerda la escalofriante historia de Sumaya: el asesinato de sus tres hermanos por ajuste de cuentas por droga y la muerte en la cárcel de su padre, gran cultivador de hachís. Una vez llega a su destino, se sienta a una mesa en un modesto restaurante esperando la llegada de su mujer. La descripción del ambiente es típicamente noir, pese a la luminosidad del día y el aspecto indigente de la localidad. Entre los clientes hay camioneros, turistas, una pareja española que discute el tema de la compra ilegal de un bebé, drogadictos y vendedores de drogas. Todo cambia bruscamente cuando un individuo se acerca a Pedro y le pone sobre la mesa una caja de zapatos, antes de desaparecer. Creyendo que la caja contiene una bomba de relojería, el aludido decide no abrirla por temor a que explotara y permanece paralizado hasta que llega Sumaya. Al querer irse precipitosamente derriban la mesa y la caja cae al suelo poniendo al descubierto inmensos fajos de dinero. Una repentina ráfaga de viento hace que los billetes sobrevolaran en el aire y toda la gente se precipita corriendo tras el remolino de billetes para atrapar la cantidad que pudiera. En su estampida, los asistentes de la gasolinera se olvidan de las mangueras de los surtidores insertas en los depósitos de combustible, causando un enorme derrame de gasolina cuesta abajo. Un conductor suelta la colilla de su cigarrillo y se prende un violento incendio que pronto se convierte en varias explosiones que terminan carbonizando tremebundamente a todos. En el epílogo, el narrador desvela el misterio de aquella pavorosa caja: se trataba de la segunda entrega de dinero que le correspondía a un hombre cuya fisonomía e indumentaria se parecían a las de Pedro. Una mortal confusión. El relato más innovador de esta obra es indudablemente "Las manos que ven". En él, el autor teoriza sobre un nuevo paradigma narrativo creado por él y que denomina "el presente isoentrópico" [3]. Es donde el lector se autoidentifica con la víctima o el verdugo a través de la voz narrativa de un "yo" pulsional. El lector no solamente lee, sino también experimenta los sentimientos y las situaciones vividos por los 184


personajes, ejecuta y asume sus acciones. Dicho de otro modo, de un ser extradiegético, el lector pasa a ser intradiegético, un elemento primordial de la diégesis, un actante dentro de la intriga que participa en directo en todas las escenas de la trama criminal, desde el principio hasta el final. De hecho, como Salma, la protagonista de la historia, el lector se siente repentinamente ciego y, por ende, despistado, pávido, amenazado y presa fácil, sobre todo, cuando se percata de que sus enemigos aprovechan de su ceguera para planear su muerte. La relación, pues, que mantiene con respecto al tapiz textual es transtextual, instintiva y subliminal. El escritor quiere, según sus mismas palabras, hacer que los ojos del lector no solo lean, sino que toquen, que se muten en manos para dar lugar al tacto, sentir el deseo y lograr que sus manos calquen las de los personajes,

transformándose

en

ojos

para

visualizar

escenas

particulares. Es lo que se llama en psicoanálisis visión háptica o arte de producir contacto físico a través de la vista o contacto visual a través del tacto. [4] Como temas fundamentales de este relato citamos la envidia, la codicia, la frustración sexual, la violación y el asesinato. Lo "Un Heimlich" es también una temática excelentemente elaborada en el texto. Es un término con que Sigmund Freud explica, en su libro "Sobre lo siniestro", que la sensación de angustia e inquietud se da a partir de la transformación

de

un

elemento

o

situación

familiares

en

algo

completamente siniestro e increíble, la cual nos aleja de la sensación de seguridad que produce lo familiar para colocarnos fuera de la zona de confort. Lo "Un Heimlich" en "Las manos que ven" está presente desde que la protagonista pierde la vista y se intensifica mayoritariamente cuando descubre que su cuñado desea violarla y que su propia hermana proyecta asesinarla. Resumiendo el argumento, Salma es una joven psiquiatra que pierde provisionalmente la vista en un premeditado accidente de coche. Su hermana Sonia y su cuñado Muhsín, a quienes no vio hacía muchos años, la visitan y deciden alojarse en su casa haciéndole creer que quieren ayudarla y apoyarla. 185


Ya en el chalet donde vive, Salma intuye hápticamente varios incidentes extraños, todos ellos orientados para asesinarla: una explosión en el cuarto de baño donde, por fortuna, tarda en llegar; la desaparición del maletín donde guarda sus joyas; un aguijonazo en la espalda mientras meriendan en el jardín; un alambre incrustado en lo alto de las escaleras; un delincuente con gorra que merodea por la vivienda y la desaparición de su novio. Cuando explora kinestésicamente la habitación de Sonia y Muhsín, aprovechando su ausencia, Salma descubre aterrorizada una jeringuilla, pequeños frascos y un cuchillo, además de unas herramientas electrónicas y una gorra. Comprende entonces el complot criminal que le tenía preparado la pareja, responsable del corte de los frenos de su coche y de los extraños sucesos anteriores. En ese momento llegan Sonia y su marido y la sorprenden. Se inicia una pelea pero Salma logra escapar de su hermana que quería coserla a puñaladas y de las garras de su cuñado, un psicópata incapaz de reprimir sus desmedidos instintos sexuales. Solo al final sabemos los motivos egoístas y criminales de Sonia que quería quedarse con la herencia paterna. Esta

conducta

y

mentalidad

parafílicas

constituyen

la

quintaesencia narrativa del cuarto relato de la obra, titulado "Perversión secreta", otra historia morbosa y negra sobre el secuestro, la violación y el asesinato de niñas por un psicópata y homicida serial. Entre las peculiaridades de esta gema ficcional está la dimensión fantasmagórica que el autor le confiere al espacio. Una aislada aldea en el Rif envuelta en un espeluznante ambiente negro está magistralmente dibujada en las páginas de este relato macabro mediante minuciosas descripciones topográficas y prosopopéyicas que la convierten en una categoría actancial de mayor repercusión sobre los personajes y el lector. Grosso modo, se trata de un almirez donde los aldeanos están machacados

por

todas

las

calamidades

naturales

y

humanas

inimaginables: una miseria extrema, la incomunicación total, una arrasadora y cruel epidemia y, máxime, un misteriosos monstruo que no

186


deja de raptar a sus inocentes niñas, abusar de ellas y matarlas para no dejar pruebas incriminatorias. El sujeto enunciador del discurso es un narrador autodiegético: Yasmín, una mujer oriunda de esta aldea, nos cuenta desde Londres con su propia voz la terrorífica historia de su rapto por un psicópata que intentó violarla y luego asesinarla cuando tenía apenas 13 años. De hecho, el lector debe distinguir entre el pasado de la diégesis (el enunciado) y el presente de la enunciación, o sea, entre la perspectiva de una menor secuestrada sufriendo los hechos y la de una mujer madura y ahora libre, que narra los acontecimientos. Como en todos sus relatos, Ahmed Oubali alimenta la tensión dramática sometiendo a sus personajes asesinos o no a unos análisis psicológicos científicos y describiendo el reflejo externo del mar agitado que esconden en sus adentros. En el caso de "Perversión secreta", presenta a uno de los criminales más horrorosos del mundo criminal: un hombre que, por perder a su mujer y a sus hijos a causa de una epidemia mortal, se muta de devoto a ateo, de un hombre respetado y honesto a un cruel pedófilo obseso, de un viejo bondadoso a un monstruo asqueroso; un ogro real secuestrador de niñas y vampiro chupador de sangre. Por ende, no es nada fortuito el que la protagonista narre su desgraciada historia desde Londres, estando a 3080,30 km de distancia de su país natal. En "Tres tristes rostros", el escritor aplica un decálogo diferente. Edifica una trama compleja cuyo eje central es un enigma de difícil resolución en torno al cual giran todos los acontecimientos de la historia: ¿Quién es el asesino? En los perímetros eriazos de Casablanca y al borde de las carreteras, descubren escalofriantes cadáveres congelados de niñas rubias adolescentes envueltos en bolsas de plástico con monedas dentro de su vagina y con la firma del asesino, unas extrañas y espeluznantes iniciales, clave del enigma. Un periodista fotógrafo y un juez de instrucción se encargan de investigar el caso atribuyendo los crímenes a un presunto asesino serial inteligente que imita a un tal Jack, llamado el 187


Verdugo de Toulouse, uno de los criminales más peligrosos y conocidos a nivel mundial. Cuando un psiquiatra y médico forense forma parte del grupo de investigación, el relato se convierte en un genial juego de puzles. El lector se transforma paulatinamente en un miembro más dentro del equipo detectivesco pero sus reflexiones, sospechas y adivinanzas siempre se ven equivocadas, como lo son las de todo el equipo. El suspense viene salpimentado con bruscos giros narrativos, astutas desviaciones, falsas historias, poderosas elipsis de hechos e intrigantes ratitos de cliffhanger que solo adquirirán sentido absoluto al final del relato. Este excelente thriller es una estresante partida de ajedrez. El autor da al lector falsas pistas y hace que centre sus sospechas en un abanico de personajes con antecedentes penales y, hasta, en la figura del juez, el jefe que preside la investigación. Con todos estos enredos, Ahmed Oubali logra poner a prueba nuestra inteligencia y mortificarnos de manera tremenda. El suspense conoce su Big Bang en un clímax impredecible y un desenlace increíble: una prueba delatora concreta, accidentalmente perdida por el criminal y casualmente atrapada por una fotografía tomada en la escena del crimen por el periodista, será el hilo de la mortaja que conduce al ovillo. Si para Raymond Chandler el género negro es "el simple arte de matar", para Ahmed Oubali, habría que añadir: “y también de martirizar al lector" [5]. "La ingrávida espiral del crimen" es un pantano que versa sobre una red criminal e internacional especializada en el contrabando de estupefacientes. Abdelatif, un joven ilusionado, abandona su aldea ubicada en las afueras de Marrakech, dejando atrás a una familia pobre e indigente con el propósito de viajar clandestinamente a España. El destino pone en su camino a Zubeir que viaja a Tánger y se ofrece a llevarlo con él en su coche. Sin embargo, pronto descubre que su anfitrión no es trigo limpio ya que al enfilar la carretera secundaria para evitar los controles policiales, le confiesa que lleva una cantidad de cocaína que ha de entregar a un mafioso tangerino. La muerte de este último en un brusco choque del coche contra un despeñadero contribuye a que Abdelatif cambie sus planes: usar la identidad del contrabandista 188


difunto, hacerse millonario con la venta de la cocaína y «volver al pueblo como un gran héroe». Pero pronto se ve inesperadamente involucrado en una interminable espiral de crímenes, persecuciones y espionaje. Una organización criminal de traficantes de drogas lo persigue, le tiende trampas y le envía matones para asesinarlo y recuperar la cocaína robada. Percances y situaciones muy peligrosas de los cuales el protagonista logra salir con vida por actuar como un criminal experto y tan fuerte como un tardígrado. Un ingenioso análisis sobre la capacidad humana para supervivir por todos los medios. Resalta el lado oscuro y salvaje de nuestra naturaleza: la pura maldad con sus prendas hitchcockianas. La ambientación es el punto fuerte del autor: la acción no decae ni un instante desde Marrakech hasta Tánger. El itinerario, de apenas unas doce horas, es orquestado a cuentagotas por un suspense in crescendo en el que no cesan de aparecer cadáveres, cruentas peleas, sexo, policías falsos y acechanzas. La mayor parte de la trama transcurre en contextos rurales terroríficos y, a veces, surrealistas. Espacios con características de «un planeta sin oxígeno», donde prevalecen macabras escenas de niñas agredidas por perros rabiosos, de otros perros escuálidos que se acoplan, de casas de adobe y alguno que otro chiringuito destartalado, de vertederos e inmensas tierras resecas, de animales descarnados e increíble gente inculta y famélica. En este mundo pesadillesco e inusual surge en contraposición algo maravilloso, inesperado y sublime: una autoestopista, una deslumbrante rubia, excelentemente ataviada y con atractivas y alucinantes curvas eróticas que deja perplejo al lector. Pide al protagonista que la lleve en su coche, sin revelarle su verdadera intención de alevosía y perfidia. Un thriller donde un Scooter deportivo, una agenda de contactos, una simple equimosis o una insignificante trenza de cabello son detalles menores y aislados, pero de tope importancia cuando se retoman en un momento futuro del relato para aumentar el suspenso y crear el efecto de sorpresa final en el lector. 189


Los superalimentos que mantienen viva la tensión narrativa son, primero, las elipsis y las prolepsis que enganchan al lector y le suscitan un abanico de preguntas, dudas y sugerencias y, segundo, las analepsis repetitivas y completivas con el objetivo de provocar sorpresa, asombro y revelar informaciones escondidas debajo de las mangas del narrador. Como no todo lo que reluce es oro, en "Amor post mortem", Cintia descubre ex abrupto que la verdadera identidad de su millonario cónyuge Juan Antonio Balaguer es en realidad Albert Silbertbauer, uno de los peligrosos mafiosos y asesinos más buscados por las autoridades españolas. No obstante, delatarlo o denunciarlo le costaría la vida. Albert es un Barba Azul del que Cintia quiere liberarse y, como no tiene hermanos que puedan socorrerla, aprovecha de Karim, un marroquí de Tánger que trabaja de camarero en un hotel, seduciéndolo con su extrema belleza para planificar con él un viaje de huida a la ciudad internacional y mítica. Una gema literaria basada en un juego de máscaras, donde un luminoso chalet es una cárcel, un floreciente jardín tapuja un cementerio secreto atiborrado de gente asesinada por ajuste de cuentas, una cena puede ser aquella última cena de Cristo o ser prácticamente real una tremebunda pesadilla. En fin, he aquí una historia que corta el aliento por la variedad de condimentos con que el autor recrudece el suspense y mortifica al lector. Con la reducción del tiempo narrativo a tan solo seis horas (de las 03h a las 09) sostenido por un ritmo tremendamente veloz, el lector se siente como si condujera vertiginosamente un coche sin frenos. La historia se narra desde el punto de vista de un narrador extradiegético omnisciente. Es un narrador en tercera persona que conoce más que los personajes. Se adentra en sus sueños y conciencia, conoce, incluso, sus perversiones y todo lo que ocurre en sus pensamientos y fueros anímicos. Los caracteriza prosopográfica y etopéyicamente, sobre todo por sus actuaciones y sus diálogos enriquecidos con acotaciones y monólogos que son dos técnicas teatrales que involucran al lector en la catarsis. El proceso del que más se alimenta la caracterización de los personajes de este relato es, sin duda, la 190


animalización en el cual se atribuyen y aplican una serie de rasgos o cualidades específicas de los animales a seres humanos. El objetivo de esta descomunal deshumanización de índole naturalista estriba en ilustrar la criminalidad, la sexualidad y la bestialidad de los personajes asesinos: / El del sombrero rellenó otro, lo bebió de golpe y aulló con mojigatería, enseñando los dientes en una sonrisa forzada (p.201), / Era un gorila de cara crispada (...) la cara mofletuda, hinchada, uno de los más siniestros asesinos a sueldo de su marido. (p.212) / Sonríe como sonríe un gato a un ratón (...) Advirtió una nariz aguileña, la carnosidad que colgaba de la barbilla (p. 218). Otras veces, el autor recurre a los objetos para mostrar este carácter agresivo y amenazador dándoles un sentido alegórico como en este ejemplo / Él frunció el entrecejo muy pensativo y atacó con brutalidad el filete con cuchillo y tenedor. Ella vio horrorizada cómo persistía en hundir ferozmente el cuchillo en la chuleta (p.208) / actitud que da a entender que Albert piensa despedazar a su mujer Cintia como el león a una gacela con sus bien afilados fauces. Algunas frases que subrayo esporádicamente a guisa de ejemplos sobre el carácter psicótico de los personajes: / El aludido tensó las comisuras de la boca a guisa de asco. Su rostro pasó de amarillo a blanco y tanto su boca como sus ojos estaban muy abiertos / inquirió con cierto sarcasmo en la expresión aunque la inflexión que le dio a la pregunta rayaba en la decepción / Albert Silbertbauer tragó saliva. Se quedó sin el habla. Tenía la boca abierta como un aldeano. Soltó un improperio. Frunció los labios un momento y reflexionó. Su cara tornó a ser un globo de materia incandescente. Giró la cabeza buscando la reacción del otro chantajista. Este estaba de un humor de perros. Asintió con la cabeza / Pedro se hizo a un lado y la bala alcanzó el cuerpo del de la cicatriz que cayó muerto al suelo con un sordo 191


ruido. Su compinche se retorció una sola vez bajo el efecto del veneno y aterrizó sobre un sofá donde se quedó quieto / Pedro tenía la mirada acerada. Vio en sus ojos, detrás de su fingida sonrisa, un profundo resentimiento y su corazón empezó a acelerarse / Cintia sintió como una garra apretándole y retorciéndole el corazón. Durante un momento horrible que le resultó interminable creyó que iba a perder el control, desfallecer y confesar / Frunció un momento el ceño y cerró parcialmente un ojo. Su rostro estaba ahora velado y yerto. Una vena zigzagueante empezó a latir en su frente. Sintió ella un desgarrador escalofrío recorrerle la médula espinal al creer que él había descubierto sus planes y que solo esperaba el momento de desenmascararla /…

Los

personajes

Cintia/víctima

y

nucleares

del

Karim/marioneta

relato usada

son

Albert/victimario,

por

Cintia,

cuya

caracterización se hace también desde la vida pasada de cada cual. En efecto, el rasgo común entre ellos es que todos tienen un pasado negro, fóbico y traumático. Albert arrastra detrás de él un pasado macabro, lleno de crímenes, chantajes, persecuciones y fugas. Cintia sufre porque no tiene familia ni raíces. Karim sufre de un pasado cruel y trágico en el cual perdió a su mujer y a su hija en un trágico incendio. La desenfrenada pasión venérea de Karim por la bella y rubia Cintia recuerda a Grace Kelly, la actriz preferida de A. Hitchcock. Esta alusión al personaje de carne y hueso tiende a cumplir dos funciones narrativas. Primero, es una técnica empleada habitualmente por el autor para visualizar mejor a su personaje ficticio Cintia, caracterizarlo con atributos de una persona real muy conocida y prescindir de este modo de una descripción improductiva. Ambas mujeres son semejantes en cuanto a su belleza, sensibilidad y encanto. Segundo, se trata de crear una relación paratáxica entre la historia de Cintia en el relato y la historia de Margot en “El crimen era casi perfecto” (Dial M for Murder), la famosa película realizada por Alfred Hitchcock en 1954 y cuya heroína es interpretada por Grace Kelly. Tony Wendice programa el asesinato de su 192


mujer Margot a través de un secuaz debido a su aventura amorosa con un escritor de novelas policíacas y también por temor a que lo abandonara. El mismo destino cruel espera a Cintia. Ambas mujeres ilustran el prototipo de la víctima perseguida y atrapada. Pero las dos historias difieren totalmente en cuanto a la trama. En “Amor postmortem” la intriga es más complicada, estresada y sorpresiva: todo el periplo de Tánger, la travesía, el idilio, la persecución y al final la muerte de Cintia y Karim perpetrada por los matones de su marido, resulta ser una terrible pesadilla soñada por Karim debido a las pastillas que se tomó en el hotel antes de emprender el viaje a Tánger. El lector solo se da cuenta de este gag al final del relato, después de haber pasado momentos de profunda angustia e insoportable tensión psicológica de frustración, creyendo equivocadamente que Cintia y Karim habían muerto –objetivo narrativo principal del autor. La mujer en la obra de Ahmed Oubali ocupa sin duda un lugar honorable e insigne. Contrariamente a Hitchcock que ostentaba una obsesión enfermiza por las rubias, el autor presenta una variada y extensa tipología de figuras femeninas, sean europeas o marroquíes, ilustrando todos los aspectos físicos y psíquicos existentes que hacen atractiva e irresistible a una mujer: las hay rubias, morenas y pelirrojas, con el sentido del humor o no, sofisticadas o no, dominantes, seguras de sí mismas y exquisitamente atractivas e inteligentes. El tono de voz es importante, también la sonrisa. Son en general delgadas pero con curvas alucinantes y

cinturas proporcionadas. Dos figuras se destacan en

particular: la mujer noble y la femme fatale. Ambas son capaces de realizar hechos extraordinarios y a la vez sórdidos. En ello superan al hombre, a quien dotan o privan de amor, elevan o degradan, dependiendo de su actitud hacia ellas. Perfidia de áspid y otros relatos –como lo es también la primera obra del autor- constituye un tributo a la mujer víctima de toda clase de vejaciones y sobre todo de violencia de género. "Perfidia de áspid" y "Las manos que ven" resaltan su inteligencia, su honestidad y nivel intelectual 193


muy altos pero también su desdicha y fracaso al carecer de esas cualidades. "No abras esa caja" presenta a la mujer esclavizada y abusada sexualmente en el mundo laboral. "Perversión secreta" y "Tres tristes rostros", expresan su dolor. Ponen de relieve los riesgos que corre desde su niñez hasta su madurez, especialmente el secuestro, la violación y el infanticidio cuyo protagonista verdugo siempre es el hombre. En "Amor post mortem" se le describe dentro del núcleo matrimonial siendo maltratada, menospreciada y privada de libertad, además de estar desesperada ante su ansia de redención que resulta imposible. Esta joya literaria es sin duda una obra-homenaje a la mujer, una apología de su naturaleza femenina, de su lucha para emanciparse, de carácter singular y noble. Revela su sufrimiento y resistencia frente al machismo del hombre, y por ende si el autor le da siempre el papel de víctima, es para resaltar e ilustrar su lucha sempiterna por liberarse de todos los yugos, sean ideológicos, culturales o cultuales. La obra de Ahmed Oubali no es producto del método llamado «la creación espontánea». Es, al revés, una Filosofía de la composición, un método de escritura de trabajo arduo y a la vez divertido. Es el verdadero arte de componer ficciones y el mejor proceso capaz de conseguir el efecto esperado en el lector según Edgar Allan Poe. Ahmed Oubali no cuenta nimiedades ni describe detalles innecesarios ni deja nada al azar. La extensión de los relatos parece variada pero siempre es fiel al código del relato corto. Utiliza un estilo conciso, un tono violento, un ritmo sin riendas, una lengua abrillantada, unas descripciones provocadoras y un léxico selecto y muy amplio. Son cánones lingüísticos inherentes al género negro y su vertiente, el thriller. Pocos personajes para no confundir al lector; tiempo-espacio reducido para intensificar la intriga y aumentar el suspense. Predilección por los colores naturales y de vestimenta; enfoque de ciertos objetos y símbolos que terminan siendo protagonistas, una gastronomía selecta y mucho erotismo. Siguiendo en esta misma línea, cabe señalar el aspecto elegante del lenguaje ubaliano siempre rico en figuras literarias que dan mayor intensidad a la expresión 194


y solemne gravedad al texto, como la hipérbole, la metáfora, la metonimia, el polisíndeton y las enumeraciones de gradaciones ascendentes y descendentes; y también recursos estilísticos que aportan rapidez y dotan de poder sugestivo los relatos como la anacronía y todos sus tipos. El autor explota, como acabamos de verlo sucintamente, toda la genealogía del thriller: el thriller de relaciones (Perfidia de áspid) donde la traición es un concepto crucial para la trama; el thriller de conspiración (Las manos que ven) donde el enigma principal de la trama es: ¿quién está detrás de las acciones criminales?; el thriller de investigación (Tres tristes rostros) donde la resolución del enigma solo es revelada en el clímax; el thriller de misterio y asesinatos (No abras esa caja) donde el azar y la muerte rigen el destino de todos; el thriller de acción (La ingrávida espiral del crimen) donde el protagonista es víctima de las acciones de los villanos... Algunos se preguntarán por qué "trata" el autor un género que data de los años treinta. En realidad tal no es el caso. El crimen bajo todos sus aspectos existe desde que existe el mundo y solo desaparecerá con la desaparición del hombre. Mientras tanto la labor de la literatura es describir y (re)-producir ese mundo. Las sociedades y las épocas cambian pero la maldad humana mantiene los mismos códigos del mal. Entre el policial y el negro clásicos, Ahmed Oubali muestra un interés particular por el "thriller" que en inglés significa “estremecimiento”. Es un subgénero literario o cinematográfico psicológico derivado de los géneros citados y que se basa en la generación de suspense (intriga, expectación, angustia, estrés y miedo) y misterio (secretos, ocultación, desapariciones, traiciones), elementos principales que mantienen al lector o al espectador en vilo hasta el final de la narración donde, en un genial giro, descubren quién estuvo detrás del crimen. No es pues ningún secreto decir que el autor [6] se inspira básicamente en el thriller hollywoodense de los años cincuenta y sesenta que ilustró en la pantalla al género literario negro y policial clásicos de 195


los años treinta y cuarenta, especialmente en su vertiente hitchcockiana. Así, y dentro de esta nomenclatura, Ahmed Oubali ha optado por el thriller psicológico que trata sustancialmente un tema central: el conflicto entre individuos originado por alguna de las pasiones humanas como lo es el odio, el amor, la traición, la culpabilidad, el sadismo, etc. A este nivel el thriller es concebido por el autor como en un medio estéticopoético cuyo objetivo primordial es conmovernos, haciendo que nuestro corazón lata más de prisa y ponga al descubierto y en profundidad las emociones, las pasiones y las experiencias más internas e íntimas del alma humana. Entre las innovaciones del autor en el ámbito del relato negro y de suspense en particular, se puede citar en resumen los siguientes aspectos: -El tiempo-espacio abarca el ambiente criminal hispano-marroquí del siglo pasado. Del noir americano y anglosajón solo se mantienen los códigos narrativos y los avatares del crimen organizado. -El estilo, aunque violento, es muy elegante en contraposición con el estilo seco y duro del noir clásico. -No existe el protagonismo dicotómico "detective vs asesino": el detective puede ser cualquier personaje en busca de la verdad y el asesino puede ser el hombre más amable y bondadoso del mundo. -El protagonista es siempre un anti-héroe. Muchos de los personajes principales son animales, objetos anodinos, símbolos, etc. -El enigma y el misterio no son un objetivo en sí, sino herramientas a disposición del thriller. -Los relatos no pretenden ser una crítica social ni política. Las numerosas descripciones de las nefastas condiciones de vida, de la inmoralidad, de la criminalidad, de la incultura y de la falta de infraestructuras,

reinantes

en

ellos,

desempeñan

el

papel

fundamental de encuadrar las tramas ficcionales en contextos realistas que concuerdan con el género negro y que sirven de 196


trasfondo para las historias nigérrimas contadas. El objetivo supremo del autor estriba en divertir, distraer e invitar al lector a degustar la magia formal en que dichos relatos están presentados. Es cierto que hay amigos y lectores que puedan discrepar conmigo en este aspecto pero sus opiniones son respetadas y aceptadas. -La narración no se centra en la inteligencia de un detective ni en la astucia de un asesino, sino en el análisis psicológico de la víctima y en el del asesino y sus móviles. Prevalece el punto de vista de la víctima. -No existe un personaje sin una historia negra detrás, un historial freudiano. -Emocionar, mortificar y hacerle cómplice al lector es un fenómeno permanente desde el inicio hasta el final de cada relato. Para ello, el autor se basa mayoritariamente en el guion cinematográfico facilitando al lector pasar de lo leíble a lo visible. -El género negro, por ser duro, contiene una gran dosis de pesimismo donde prevalecen la farsa, la sospecha, el cinismo y la fatalidad. El noir encierra un sabor amargo donde las relaciones entre los personajes son siempre movidas por el deseo de poseer dinero o placer, los demás siendo meras marionetas para lograrlo. La traición y el desencanto, la mentira y la falsedad son los que lo rigen todo. Son los ingredientes inevitables de un buen thriller. Pero en los relatos de Ahmed Oubali cunde también otra característica que sobresale: el final hilarante, el happy ending con que terminan todos sus relatos, refleja la cosmovisión oubalística: la vida no es solamente un cuadro pesimista, un siniestro mundo malvado, sino también tiene un lado iridiscente con un sinfín de goces y placeres que debemos disfrutar plenamente, con el corazón abierto –la única forma de burlar provisionalmente a la muerte. En la edición encontramos además un prólogo excelente del periodista y escritor español José Manuel Serrano Valero y una nota del propio autor que bien se merece que el lector, antes de leer la obra, haga 197


un brindis a la salud de Ahmed Oubali. Las sinopsis iniciales de cada pieza son otro atractivo, pues ejercen de acicate para lanzar las expectativas del lector respecto a las páginas que le aguardan. Se dice que se denominan relatos cortos, negros, de intriga, de terror, de misterio… Se llamen como se llamen son: sobresaltos, platos agriamargos, pantanos narrativos y cuentos pesadillescos y a la vez placenteros. En definitiva, son esmeraldas nigérrimas de un thriller que, como de costumbre, Ahmed Oubali logra dotar de una espesa dosis de adrenalina, de picazones

eléctricos y de una impresionante carga y

elegancia literarias.

Referencias / Webliografía (1) Oubali, Ahmed, Chivos expiatorios, publicado en Amazon: https://www.amazon.it/CHIVOS-EXPIATORIOS-AhmedOubali/dp/1688050124 (2) Oubali, Ahmed, Perfidia de Áspid y otros relatos, Varsovia: Amazon, 2019. ISBN 978-1089-403-661. https://www.amazon.es/PERFIDIA-%C3%81SPIDAhmed-Oubali-ebook/dp/B07W8G9LGQ (3) Véanse el artículo publicado por el autor, junto con el relato, en este enlace https://www.e-stories.org/read-stories.php?sto=13562 (4) Ídem. (5) Sinopsis del relato: https://ahmedoubali.blogspot.com/2018/01/sinopsisde-tres-tristes-rostros.html (6) En su Blog literario, el autor justifica sus fuentes de inspiración y teoriza sobre su arte de escribir.

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Están también sus artículos de semiótica y crítica literaria dedicados a autores marroquíes y extranjeros. Varios de sus relatos están también grabados en audio. Algunos enlaces: Perfidia de áspid, presentado por Sergio BARCE: https://ahmedoubali.blogspot.com/p/httpssergiobarce.html Una mirada crítica sobre Chivos expiatorios, por Azeddine ETTAHRI: https://ahmedoubali.blogspot.com/2015/09/unamirada-sobre-chivos-expiatorios-y_16.html https://ahmedoubali.blogspot.com/2015/10/ahmedoubali-y-el-genero-negro.html Lo estético en la obra de Ahmed Oubali, por Azeddine ETTAHRI: https://ahmedoubali.blogspot.com/2015/12/lo-esteticoen-la-obra-de-oubali.html Ahmed Oubali, consagra al género negro marroquí, por Mustapha Handar: https://ahmedoubali.blogspot.com/2016/03/amor-postmortem-un-relato-que-consagra.html Ahmed Oubali PARTICIPA EN LA I JORNADA DE NOVELA NEGRA: https://ahmedoubali.blogspot.com/p/participo-en-la-ijornada-de-novela.html Ahmed Oubali y el género negro: https://ahmedoubali.blogspot.com/2017/04/mi-teoriadel-relato.html https://ahmedoubali.blogspot.com/2017/12/observaciones-sobreel-relato-policial.html

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Ramón López Velarde Ensayo de interpretación Por

FERNANDO BELTRÁN NIEVES

Ramón Modesto López Berumen nació en el municipio de Jerez, en el centro norte de México. El apellido Velarde, marca distintiva con la que actuó y sobrevivirá el poeta, no vino de una transferencia fiel, sino de la apropiación que efectuó originalmente su padre como maniobra de distinción al autocrearse un apellido compuesto. La transmutación de López a López Velarde, padre de familia, abogado. Observamos ahí la creación ficcional de un nombre como certificado de una diferencia social. Cuando el poeta recurrió a los cuantiosos seudónimos en la firma autora de sus publicaciones, Ramón López Velarde contaba ya con la firma precisa, poética, desde antes de su alumbramiento, el 15 de junio de 201


1888. Fue la producción del nombre, entonces, la herencia más significativa del padre quien, paradójicamente, se opuso siempre a que su delfín se dedicara a la poesía íntima, pasatiempo sin estima ni renombre. En esta apropiación simbólica, Berumen, el apellido materno, no sobrevivió al paso corrosivo del tiempo. No era fácil ni cómodo publicar poesía íntima y luego ocupar su escritorio en la Secretaría de Gobernación o, en sus inicios, en los juzgados locales de San Luis Potosí o en los bufetes de abogados en la Ciudad de México. Lo testimonió López Velarde a su mentor, editor católico y amigo Eduardo J. Correa, al confesarle la loza que su padre le había expresado en vida: “un abogado interesado en poesía mina su respetabilidad profesional”. El estudio de esta amistad y correspondencia permite reflexionar no sólo el espacio de socialización recurrente en la producción de las poéticas, la relación maestro y discípulo, sino sobre las claves iniciales sobre la escritura velardeana, en particular el uso de los adjetivos y, después, con otras lecturas de por medio, el de las esdrújulas. Este

lenguaje,

en

su

madurez,

creó

metáforas

sorprendentes,

inesperadas, fulgurantes. La lectura propulsora será la de Leopoldo Lugones, por encima de la de González León, Nervo o Manuel José Othón, todos poetas admirados suyos. Lugones es el “sumo poeta” para él. Esta apropiación es fundamental, porque sitúa su propia poética en contra de los lugares comunes, desde luego, y como sistema crítico de sí misma. Una poética que hace uso de la ironía, del vocabulario inusual, de la imagen sorprendente. La tensión de permanecer o no oculto, o disfrazado, puede observarse en el proyecto fallido de primer libro a publicarse en 1910: La sangre devota (salmos viejos en lírica nueva). Proyecto inicial que, tras la muerte del padre en noviembre de 1908, López Velarde lo dio a conocer finalmente en 1916, firmado con su nombre poético, sin subtítulo de por medio. Una publicación que pudo salir a la luz a un año de distancia del año más sangriento de la Revolución. ¿El también considerado “poeta de la Revolución”, se transmutó justamente con el pulso de la Revolución?

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El año de 1915 puede considerarse el punto de quiebre de su lograda, aunque prematura, madurez poética. Visto desde otro ángulo, 1915 marcó también un antes y un después de la Revolución: significó la derrota militar del villismo, del rostro popular de la revolución, y el triunfo definitivo del constitucionalismo, su rostro liberal-conservador. Si bien algunos poemas refieren a los estragos que vinieron con la toma de Zacatecas y otras ciudades del interior por parte de las tropas villistas, es endeble, sin embargo, la afirmación sobre López Velarde como “poeta de la Revolución”. Un tío paterno sacerdote, quien lo bautizó, fue fusilado por órdenes de Pánfilo Natera, en ese entonces general combatiente de Villa. La afirmación “poeta de la Revolución” es endeble, además, porque esta literatura está asociada con Los de debajo de Azuela de 1915. El águila y la serpiente de 1928 y La sombra del caudillo de 1929, ambas de Martín Luis Guzmán. Cartucho de Nellie Campobello de 1931. Y con las novelas de Rafael F. Muñoz, Vámonos con Pancho Villa de 1931 y Se llevaron el cañón para Bachimba de 1941. Se suelen agregar a esta literatura Al filo del agua de Agustín Yáñez de 1947, los dos libros de Rulfo y Gringo viejo de Carlos Fuentes, del lejano 1985. Los seudónimos son máscaras. Ricardo Wencer Olivares, Esteban Marcel, Marcelo Estébanez, Aquiles, Tristán. Cuando lidiamos con las poéticas, uno debe contar con alguna hipótesis mínima sobre el seudónimo. Marco Antonio Campos asegura que el seudónimo puede entenderse como una respuesta a las múltiples personalidades como en el caso de Pessoa; una respuesta a la inseguridad; a la virulencia que el medio ejerce. Además de la concepción extendida como 1) “cantor o poeta de la provincia”, tesis instalada después de publicada La sangre devota de 1916 y el señalado 2) perenne conflicto entre su erotismo infantil, diabólico, incisivo y la conciencia de su conciencia católica, conflicto señalado y poetizado por él mismo como “el León y la Virgen”, es imperioso salir de estas oposiciones y proponerse otra clase de lecturas que tomen distancia de las oposiciones tan recurrentes como obsesivas entre carne-espíritu, erotismo-religión, provincia-ciudad o sombra-luz. 203


José Gorostiza, quien lo trató en vida y compartió con él la redacción de la revista El Maestro, publicación impulsada por José Vasconcelos al frente de la Secretaría de Educación Pública (1920-1924), asegura que fue la angustia, “que lo desgarraba por dentro”, el motor de su poesía. Sobre el conflicto entre la carne y el espíritu, se ha observado que en busca de su erotismo, expresó su religiosidad. O al revés, en busca artística de su fe católica, expresó su erotismo. El poema inconcluso “El sueño de los guantes negros”, póstumo, es paradigmático al respecto. López Velarde, por su parte, asentó que se propuso invariablemente la investigación poética de la figura de la mujer. Más precisamente, de las mujeres que quiso, o de las que se hizo novio, o de las que no quiso en realidad. Mujeres que alimentaron su “exquisita dolencia poética”. Mujeres de su devoción que no fueron pocas: Josefa de los Ríos o “Fuensanta”; la potosina María Magdalena Nevares Cázares, la de “los ojos inusitados de sulfato de cobre”; la aristócrata Margarita Quijano, la “dama de la ciudad”; y Fe Hermosillo, entre las emblemáticas. Su hermano cercano, médico, Jesús, aseguró que López Velarde se interesó siempre por mujeres mayores que él, solteras y más bien feonas. Existe otra hipótesis de la transmutación poética de su dolor: la probable enfermedad venérea dio salida a una doliente poesía exquisita. Transfiguró en poesía el dolor de la (o las) enfermedad (es) venérea (s) que lo atormentaron en vida. Porque se justifica la interrogante nada ociosa: ¿cómo un resfriado común, pescado la noche del 15 de junio a causa de su tradicional paseo nocturno por el centro de la ciudad, terminó en pleuresía, que acabó con él el 21 de junio de 1921? López Velarde ha sido leído también desde el crisol de la actitud política. Aproximaciones que intentan romper los cerrojos del análisis interno de los textos. Tras el asesinato de los hermanos Madero y el vicepresidente Pino Suárez en febrero de 1913, el maderista convencido, López Velarde, decidió el retorno urgente a la provincia, perderse algunos meses en el estado de San Luis. Una estadía poco conocida o poco documentada en San Luis Potosí, en el invierno de 1913, que Juan Villoro aprovechó para trabajarla en su novela El testigo de 2004. En ella Villoro 204


recreó un personaje sacerdote, experto en la poesía velardeana, quien busca la canonización del poeta con base en los milagros aludidos en sus poemas. En los encuentros del sacerdote desaforado y el protagonista de la novela, un periodista mexicano exiliado sin brillo ni interés, circulan puntos de vista biográficos y consideraciones laicas, bastante herejes, del credo católico del poeta. Otro intento de recreación contemporánea, dicho sea de paso, lo ofreció Guillermo Sheridan hace tiempo en su ensayoficción Un corazón adicto de 1991. En él recreó una conversación entre los amigos que vieron morir a López Velarde en una comitiva en tren que se dirige hacia algún festejo del poeta en Zacatecas. En esta conversación fluyen mitos, afirmaciones tajantes, especulaciones, algunas notas de interés sobre la recepción posterior, todas ellas sabidas, que llega justamente hasta la recepción ficcional de Sheridan, Villoro, entre otros. Cuando López Velarde se adentra en tierra adentro, la mayoría de sus contemporáneos poetas, escritores e intelectuales están respaldando la dictadura de Victoriano Huerta (19 de febrero de 1913 - 15 de julio de 1914). Aglutinados previamente en la Revista Moderna (1905-1911), se cuentan entre otros José Juan Tablada, Enrique González Martínez, Salvador Díaz Mirón, la crème de la crème de la poesía mexicana de la época, y Nemesio García Naranjo, quien será el ministro de Educación de Huerta. Este espaldarazo intelectual puede leerse como una motivación de cuerpo o una razón de hígado generacional porque Madero les quitó los apoyos y Huerta se los restituyó. Tuvo que venir el triunfo carrancista, de la mano del amigo y protector Manuel Aguirre Berlanga en Gobernación, para la reactivación de López Velarde en la ciudad capital. La derrota del carrancismo a manos de las huestes de Álvaro Obregón (¿o de los filibusteros de las petroleras extranjeras?) explican un desfase. Tras la caída del Primer Jefe y preso el Secretario Aguirre Berlanga, López Velarde quedó fuera del presupuesto, sin posibilidades reales de sobrevivencia. “Estoy más pobre que de costumbre”, escribió en correspondencia privada a Margarita González el 11 de junio de 1920. No bastaban las clases de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria, ni el cobro como redactor de la revista El Maestro. Hay una conexión, una 205


conexión débil en todo caso, entre estas condiciones difíciles y la causa de su muerte: un resfriado común que terminó en muerte prematura. A propósito del centenario de la consumación de la Independencia de México, López Velarde escribió La suave patria cuya recepción nacionalista la movilizó inmediatamente como “poema nacional” o el “segundo himno nacional”. Esta recepción inaugural, sin embargo, ya traía raíces después de publicada La sangre devota, aderezada otro tanto por los elogios de José Juan Tablada desde Nueva York y catapultada en definitiva por la dupla Vasconcelos-Obregón. El poema apareció por primera vez en junio de 1921 en las páginas de El Maestro, revista que formaba parte de la ambiciosa obra cultural vasconcelista. López Velarde lo vio en las galeras, pero no alcanzó a verlo impreso en vida. López Velarde compuso este memorable poema, pero no compuso canto alguno al Caudillo triunfante de la Revolución. Álvaro Obregón, único de los revolucionarios que leía poesía y memorizaba rimas y versos, se aprendió La suave patria a días de verlo impreso. ¿Qué hubiera pasado si, como el resto de los caudillos, Obregón hubiese sido ajeno a los versos y las rimas? Aunque fundamental para la recepción inmediata, y para la posterioridad, el éxito de este poema memorable eclipsó los otros géneros literarios que López Velarde practicó a menudo: la prosa distribuida en crónica, crítica literaria, cuentos breves y, de mucho menor importancia, ensayo político. Estas taxonomías, sin embargo, merecen una reflexión contemporánea, porque existe la hipótesis de que, poesía íntima aparte, la escritura de López Velarde es toda ella un “poema en prosa”. La mayor parte de las páginas de López Velarde, por lo demás, sirven para un perfil biográfico, incluso las de contenido estrictamente político: su maderismo inamovible y su incomprensión y odio al zapatismo. Para un apunte autobiográfico, son significativas las prosas “José de Arimatea”, “Eva”, “Obra maestra”, “Flor punitiva”. Compiladas todas ellas en la edición crítica de José Luis Martínez de 1971. Interesa también aquí una aproximación a la poética de Ramón López Velarde más allá de López Velarde. Construir la hipótesis de un 206


posible campo literario en el decenio convulso de la Revolución. Años de extrema dificultad para todos, años de una cruenta guerra civil, de efervescencia revolucionaria. Vale la pena recordar que existe un campo literario cuando se editan y circulan publicaciones periódicas. Cuando los debates intelectuales o sobre las poéticas divergentes se expresan o se dirimen en las páginas que se publican. Cuando hay una profesionalización mínima de los concurrentes. Cuando las universidades, los institutos de educación o sus satélites son instituciones clave de formación cultural. Cuando en los años 1920, por ejemplo, se intercambió con la radio, el medio emergente, todo un polo de atracción para dar salida también a la cultura literaria. Si se reconocía o no la relevancia de este campo literario en el espacio público. El tipo de actitudes de los concurrentes frente a las coacciones provenientes del dinero y del poder. Un campo relativamente autónomo (o no) particularmente del poder (político). Todo esto conectado y en funciones, nos permitiría hablar de un campo literario propiamente dicho. En el período convulso de 1910-1920 no son pocos los escritores o poetas que estaban construyendo su propia “nación intelectual”. Propuesto por Ignacio Sánchez Prado en su tesis doctoral, el término refiere a una producción discursiva, fundamentalmente literaria, que postula una cierta idea de nación, pero dentro de la órbita de los discursos dominantes. Éstos sirven a las redes imaginarias de los discursos por los que circula o se ejerce también el poder (político). Además de López Velarde —sobre quien la crítica posterior reconoce en él el fin del modernismo y el inicio de la vanguardia en México, una poética de innovación formal continuada después por el grupo Los Contemporáneos—, concurren 1) Maples Arce, la cabeza del estridentismo,

la

poética

del

futurismo-tecnologismo-utopismo

socialismo. 2) Alfonso Reyes, escritor en el exilio, opositor a todos los bandos de la Revolución, y aspirante a jefe de un grupo diverso pero aglutinado en un primer momento en el “Ateneo de la Juventud”, después llamado “Ateneo de México”. Pedro Henríquez Ureña, Vasconcelos y 207


Martín Luis Guzmán pertencen a este grupo y, aunque sus poéticas son distintas, este grupo particular contribuye decisivamente al campo literario. Y 3) Francisco Monterde, cabeza en jefe de un grupo que buscaba posicionar una “literatura virreinalista o colonialista”, poética que abrevaba del catolicismo, la cultura española y el poder político, por lo tanto, se oponía al afrancesamiento propuesto por el modernismo. Fue la primera intentona de relacionar la literatura con el Estado revolucionario emergente, un vínculo entre la estética y el poder que se cerró, sin embargo, con el muralismo del decenio posterior. Además de Monterde, en esta línea se encuentra Artemio del Valle Arizpe, novelista que recreó a su conocido López Velarde en una ficción ambientada en la época colonial. El carrancismo triunfante gestionó un premio de novela que le otorgó justamente a Francisco Monterde; pese a que Mariano Azuela formó parte activo de sus filas, ni el carrancismo ni el obregonismo fomentaron ni premiaron a la llamada “novela de la Revolución”. Sin embargo, la literatura virreinalista o colonialista estaba rebasada por la época secular coronada en el Artículo 3º de la Constitución de 1917, recién promulgada. La revista Antena, en 1924, publicó sus únicos 5 números en ese año, revista de escasa vida como todas las otras revistas culturales que circulaban en el país, y en sus páginas se publicaron todas las poéticas anteriores, todas conviven las unas con las otras, lo que significa la existencia de un campo literario heterogéneo, volátil, en disputa. Tras la muerte de López Velarde el 21 de junio de 1921 en la colonia Roma, tardó en gestarse su recepción esteticista. Tuvo su epicentro en Xavier Villaurrutia, pero la escribió todo el grupo de Los Contemporáneos. Villaurrutia sostuvo que López Velarde ha sido “más admirado que leído y más leído que estudiado”, una actitud que sorprendentemente llega hasta nuestros días. Y Villaurrutia trabajó toda una hipótesis sobre el olfato, el placer de los sentidos, una idea sutil que recorre muchos momentos de la poética velardeana.

208


La llamada recepción de medio siglo sin duda la dictó Octavio Paz. Le reconoció la creación de un lenguaje poético único: inicia con lo cotidiano y termina en lo estrictamente poético, con la imagen sorprendente de por medio. Para Paz, sin embargo, López Velarde fue un “gran poeta menor” (sic). Y José Emilio Pacheco, por su parte, lector microscópico, estudioso asiduo y difusor de la poética velardeana, sugirió algo no menos importante: que López Velarde murió sin saber que era López Velarde. López Velarde participó conscientemente de una sensibilidad artística llamada “criolla” y no fue una exclusividad suya. Lo que escribió López Velarde en poesía, Saturnino Herrán lo plasmó en pintura y Manuel María Ponce lo compuso para piano y guitarra. Octavio Paz, más adelante, continuando con sus provocaciones, o con sus envidias, sugirió que lo que propuso López Velarde en la poesía, Silvestre Revueltas lo desarrolló en la música. En esta sensibilidad criolla, en todo caso, se expresa una cierta “nación intelectual”. Una relación productiva entre subjetividad, intelecto y nación. Venas que confluyen en el corazón de Ramón López Velarde. Este ensayo es una carta abierta para (re) descubrirlo. Poesía publicada en vida: La sangre devota, de 1916. Zozobra, de 1919. El mejor libro de poesía publicado en México de todo el siglo XX. Libros póstumos: El Minutero de 1923, al cuidado del amigo íntimo Enrique Fernández Ledezma. El son del corazón, de 1932, edición a cargo de El Bloque de Obreros Intelectuales de México. El don de febrero y otras prosas, de 1952, recopilación de Elena Molina Ortega. Y Obras de 1971, edición a cargo de José Luis Martínez. Actualmente desestimada por errores críticos. Referencias consultadas: Encina, Edgar y Berenice Reyes Herrera (coords). 2021. Desdeñoso de la publicidad, convencido de la vanidad de la imprenta. Estudios críticos en torno a Ramón López Velarde. Zacatecas: Paradoja Editores, Universidad 209


Autónoma de Zacatecas, Instituto Jerezano de Cultura, Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde. Espejo, Beatriz. 2021. Entre vírgenes y hetarias. Amor, vida y poesía de López Velarde. México: Universidad Nacional Autónoma de México. Tesis de maestría de 1963. Fernández, Fernando. 2015. Ni sombra de disturbio. Ensayos sobre Ramón López Velarde. México: Auieo Taller Ditoria. Fernández, Fernando. 2021. La majestad de lo mínimo. Ensayos sobre Ramón López Velarde. Ciudad de México: Bonilla Artigas Editores. López Velarde, Ramón. 1971. Obras. México: Fondo de Cultura Económica. Compilación a cargo de José Luis Martínez. Pacheco, José Emilio. 2018. Ramón López Velarde. La lumbre inmóvil. Selección y epílogo de Marco Antonio Campos. México: Ediciones Era & Secretaría de Cultura. Primera edición de 2003. Paz, Octavio. 1994. “El lenguaje de López Velarde”, “El camino de la pasión: Ramón López Velarde”, en Generaciones y semblanzas. Dominio mexicano. México: Fondo de Cultura Económica. Sánchez Prado, Ignacio. 2009. Naciones intelectuales: las fundaciones de la modernidad literaria mexicana (1917-1959). Estados Unidos: Purdue University Press. Sheridan, Guillermo. 2021. Un corazón adicto. La vida de Ramón López Velarde y otros ensayos afines. México: Tusquets Editores. Primera edición de 1991. Taibo II, Paco Ignacio. 2006. Pancho Villa. Una biografía narrativa. México: Planeta. Uranga, Emilio. 2021. La exquisita dolencia. Ensayos sobre Ramón López Velarde. Edición, introducción y notas de José Manuel Cuéllar Moreno. Ciudad de México: Bonillas Artigas Editores. Villoro, Juan. 2004. El testigo. Barcelona: Anagrama. Villoro, Juan. 25 de febrero, 2014. Históricas pequeñeces. Vertientes narrativas sobre Ramón López Velarde. Discurso de ingreso. México: El Colegio Nacional. Zaid, Gabriel. 1997. Tres poetas católicos. México: Océano. 210


Incesto y erotismo en Cien años de soledad Por

SUKANTA KUMAR CHATTOPADHYAY Resumen El autor de este artículo trata con el aislamiento de la familia Buendía desde el resto del mundo y su enredo en la telaraña de lujuria e incesto de donde nadie de la familia pudo escaparse. El autor de la novela ha manifestado en efecto la soledad de América Latina que se había hundida en un remolino de auto aniquilación siguiendo una trayectoria circular de vicios de la libido infinita que les han tirado en un laberinto sin salida dirigiendo a su destrucción. Palabras claves Aislamiento, lujuria, libido, auto aniquilación, laberinto Incest

and

eroticism

in

Hundred

years

of

solitude

Abstract: The author of the article tried to reflect the isolation of the Buendía family from the rest of world and their entanglement in a web of lechery and incest from which they could not escape. The author of the novel has actually demonstrated the solitude of the Latin America which has got submerged into a vortex of self-annihilation following circular track of vices of infinite libido which has thrown them in a labyrinth without the provision of exit for rejuvenation. Key words Isolation, entanglement, libido, self-destruction, labyrinth.

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Desde el principio hasta el final de la obra, el incesto o la indulgencia en amplia recurrencia de actos de libertinaje entre los parentescos por consanguinidad agarra la posición clave de la narración que ha obligado la familia Buendía a su aniquilación restringiendo la marcha avanza de la familia en un remolino que no le permite a la familia a romper los tentáculos de las fuerzas de estrangulación inherente en el proceso de endogamia es decir, la familia se han tirado a un círculo vicioso por razones de su propios pecados. El incesto en su esencia se ha definido como “la práctica de establecer relaciones sexuales entre parientes consanguíneas y se califican (Incesto, Wikipedia) como incestuosas, en todas las culturas, a las relaciones sexuales entre hermanos, entre madres o padres y sus hijos, entre ambos abuelos y nietos, y así todos los ancestros consanguíneos

con

sus

consanguinidad

es

menor,

descendientes. en

muchas

También, culturas

se

aunque

la

consideran

incestuosas las relaciones sexuales entre tíos y sobrinos.” La jerarquía de los personajes y sus descendientes son muestras de una corriente viva del incesto, aunque, según los éticos de cristianismo el incesto se prohíbe entre (Incesto, Wikipedia) “padres e hijos, hermanos y medio hermanos. Y las relaciones entre ellos son particularmente señaladas para una maldición en Deuteronomio 27, tías y sobrinos, tíos y sobrinas, etc.Las relaciones entre estos son el segundo tipo de relaciones que son especialmente señaladas para una maldición en Deuteronomio 27, y los ejemplos explícitos de nueras y yernos”, etc. Casi sorprendentemente, todas estas normas religiosas o sociales se han rechazado por los personajes de esta obra que nunca vacilan a mitigar sus pasiones carnales frente a las tradiciones sagradas de la sociedad. Aún, el autor ha ampliado su valentía en dibujar imágenes de uno de los Buendía que casi enloquecía en saciar su sed del deseo sexual con una dama que sucedió a ser su madre, como ocurrió en el mito griego en la obra teatral de Edipo. Por supuesto el hombre era inconsciente de su origen de nacimiento, pero olvidó el límite de la diferencia de la edad que 212


por cierto ha puesto la dama en la categoría de las mujeres de la generación previa y a la que se debe ser mirada con la vista natural de un hijo, nunca con la vista lasciva. La fundación de Macondo, el lugar núcleo de la novela fue iniciada por el abandono del lugar de vivir, una ranchería situada en la sierra, como la consecuencia de la frecuente aparición de la fantasma de Prudencia Aguilar asesinado por José Arcadio Buendía que fue molestado a menudo por aquél para el fracaso de éste en engendrar un bebé sin conocer la causa que era el miedo fuerte de Úrsula en dar luz a un niño con la cola de cerdo debido a la infracción de la norma social o tabú de entrar en el matrimonio entre parientes. El autor ha sembrado la raíz de incesto que con el tiempo fue repetido generación tras generación dirigiendo a una calle sin salida dejando no abertura para escapar de los daños y perjuicios echados a la familia Buendía en un estado de soledad perenne y el último destino de la aniquilación y arrancar el árbol de la familia Buendía. El miedo de Úrsula fue fortalecido debido al hecho que (Márquez, 13) “Una tía de Úrsula, casada con un tío de José Arcadio Buendía tuvo un hijo que pasó toda le vida con unos pantalones englobados y flojos, y que murió desangrado después de haber vivido cuarenta y dos años en el más puro estado de virginidad porque nació y creció con una cola cartilaginosa en forma de tirabuzón y en una escobilla de pelos en la punta.” Pero esta creencia de Úrsula refleja las afirmaciones de los mitos de pecados según la situación de la sociedad que le hizo a creer que esta desviación es un castigo del incesto. Por el contrario, la afinidad incestuosa de José Arcadio Buendía venció el miedo de pecado impulsado por el “rumor de que Úrsula seguía virgen un año después de casada, porque su marido era impotente” (Márquez, 14). Después de la pelea de gallos, la sátira de Prudencio Aguilar “Te felicito – gritó-. A ver si por fin ese gallo le hace el favor a tu mujer” (Márquez 14), que le dio un impulso lleno de venganza a Buendía para retar el primero a un duelo con el fin de matarle después un poco rato y “Esa noche, mientras se velaba el cadáver en la gallera, José Arcadio Buendía entró en el dormitorio cuando 213


su mujer estaba poniendo el pantalón de castidad. Blandiendo la lanza frente a ella, le ordenó: ‘Quítate eso’. Úrsula no puso en duda la decisión de marido.” (Márquez, 14). La suprimida lujuria ha alcanzado el punto de ignición para sobrepasar el tótem y tabú de la relación incestuosa. En dibujar los escenarios eróticos, la referencia a olor del cuerpo de las mujeres tuvo lugar casi siempre durante la intimidad sexual. En sexología (EL PLACER Y LOS CINCO SENTIDOS) también se ha aceptado el influjo del olor como un gran estimulante para suscitar el deseo carnal rigurosamente. El autor en la incorporación de la efectividad de este poder de estimulación ha reiterado en los encuentros con Pilar Ternera que emitió un olor embriagador que no le permitía a su novia a escapar de sus garras seductivas. José Arcadio, en la primera reunión con Pilar Ternera, “siguió buscando toda la noche en el olor de humo que ella tenía en las axila y que se le quedó metido debajo del pellejo… En ese momento no la deseó. La encontraba distinta, enteramente ajena a la imagen que inspiraba su olor, como si fuera otra.” (Márquez, 17). La lasciva de los hombres de la familia Buendía les impele a arrojar las normas de la sociedad en cuanto a agarrar el objeto de gratificación sexual, pero ellos a la vez experimentan los impulso de complejo de Edipo y choca cara a cara con un “silencio exasperado y aquella soledad espantosa” (Márquez, 18) que es obvio en la búsqueda de la mujer de su deseo “en una oscuridad insondable en la que le sobraban los brazos, donde ya no olía más a mujer, sino aamoníaco, y donde trataba de acordarse del rostro de ella (Pilar Ternera) y se encontraba con el rostro de Úrsula, confusamente consciente de que estaba haciendo algo que desde hacía mucho tiempo deseaba que se pudiera hacer” y “sintiendo que no podía resistir más el rumor glacial de sus riñones y el aire de sus tripas y el miedo, y el ansia atolondrada de huir y al mismo tiempo de quedarse para siempre y aquel silencio exasperado y aquella soledad espantosa”. La libido infinita de los descendientes aparentemente les conducen a un placer bestial en aplacar el ardiente deseo carnal, pero al final del día son abandonados en el entorno de “silencio exasperado y aquella 214


soledad espantosa” que es no más que un desterramiento total del resto del mundo de donde las gentes ajenas estaban invadiendo sus lugares de hogar para saquear la crema de su sociedad aprovechando su ignorancia y su aislamiento causado por el encerramiento dentro de la celda de oscuridad. La fascinación demasiada hacia el sexo provoca la indolencia al tocar su cumbre que se manifiesta por José Arcadio que “Durante el día (Márquez,19), derrumbándose de sueño gozaba en secreto con los recuerdos de la noche anterior… Estaba tan ensimismado que ni siquiera comprendió la alegría de todos cuando su padre y su hermano alborotaron la casa con la noticia de que habían logrado vulnerar el cascote metálico separar el oro de Úrsula”. Mientras Aureliano y su padre José Arcadio Buendía, mediante sus actividades de investigación en alquimia “se refugiaron en la soledad” (Márquez, 20), José Arcadio pasaba a través de su vida de libertinaje con Pilar Ternera, y le enseño a su hermano que la experiencia de la cohabitación sexual apareció “Como un temblor de tierra”, una declaración desnuda para mostrar el hundimiento de Arcadio en el abismo voluptuoso. Mientras la gente de la aldea “desenterró (Márquez, 21) sus últimos pedacitos de oro para disfrutar de un vuelo fugaz sobre las casas de la aldea” organizado por los gitanos visitantes por medio de “estera voladora”, la pareja de Arcadio y Pilar Ternera “vivieron horas de desahogo”, la frase que confirma otra vez el aislamiento del aquél en sus involucramientos del mundo exterior y su preferencia en vivir una vida de desmedido goce sexual que recibió un choque severo con la divulgación por parte de Pilar Ternera que le dijo, “Ahora si eres un hombre”, y más tarde explicándole la fruición de sus amores por la frase sencilla, “Vas a tener un hijo”, (Márquez, 18), que le trajo la carga de mundo entero encima su cabeza y tiró en una nueva soledad que es muy natural a un donjuán que para liberarse du esta “ansiosa soledad”, se arrojó en una nueva aventura de seducción con una muchacha gitana. Una descripción viva del acto erótico con la muchacha en su tienda es una muestra atrevida en manifestar las sensaciones por las que la pareja pasaba y el orgulloso macho busca su libertad de las cadenas de soledad, 215


que al revés le encadena en una nueva guarida de donde no puede escapar para aseverar sí mismo en seguir la vía línea y progresiva abandonando la vía circular. El éxtasis y la euforia de la pareja emergen en la sensibilidad de José Arcadio que “Se sintió entonces levantado en vilo, hacia un estado de inspiración seráfica, donde su corazón se desbarató en manantial de obscenidades tiernas que le entraban a la muchacha por los oídos y le salían por la boca traducidas a su idioma”. (Márquez, 23). Esta inmersión en erotismo siendo el objeto sólo de los miembros de la familia Buendía, la misma les tiró en la sima de auto aniquilación. En la aldea de Macondo, la prostitución floreció (Márquez, 35) a su apogeo por el patrocinio de la enorme clientela que no se avergonzaba en hacer visitas a las tiendas de las rameras que es obvio del episodio de Catarino, la gorda dama que obligó a su nieta para prostituirse abiertamente para recuperar el costo de su casa destruida por un incendio accidental debido a un fallo inadvertido por la pobre muchacha. Aureliano, aunque visitó la muchacha desafortunada después de sesenta tres hombres pasaban entre la puerta de cuarto de la joven, demostró una especie de indiferencia a pesar de la incitación sexual por parte de la mulata. El autor ha mostrado el aspecto de la humanidad de Aureliano que no sólo desarrollo un rincón blando sobre el apuro de la chica desamparada, al conocer que “según los cálculos de la muchacha, todavía la faltaban unos diez años de setenta hombres por noche, porque tenía que pagar además los gastos de viaje y alimentación de ambas y el sueldo de los indios que cargaban el mecedor.” (Márquez, 35-36). Él decidió a casarse con ella, por supuesto, esta postura no se materializó debido al abandono de la muchacha y su abuela en busca de otro lugar para atraer un nuevo flujo de la clientela. Sin embargo, el deseo atávico de lujuria le hizo loco para la muchacha Remedio que todavía no ha alcanzado la edad pubertad para mitigar los tormentos del deseo sexual y una noche en un estado de ebriedad buscó refugio “En un cuarto que le era completamente extraño, donde estaba Pilar Ternera en combinación, descalza, desgreñada, 216


alumbrándolo con una lámpara y pasmada de incredulidad.” (Márquez, 45) La manifestación de su intención, “Vengo a dormir con usted”, no le sorprendió ya que “se la había cansado de esperar al hombre que se quedó, a los hombres que se fueron, a los incontables hombres que erraron el camino de su casa confundidos por la incertidumbre de las barajas. En la espera se la había agrietado la piel, se la habían vaciado los senos, se la había apagado el rescoldo del corazón.” Esta revelación del núcleo del corazón de Pilar Ternera es la manifestación desnuda de la sociedad machista donde las mujeres se tratan como las mercancías subrayando el elemento básico de la hegemonía de una clase de la gente que rige los pueblos con la mano de hierra con el fin de proteger su interés. El autor ha revelado la miseria de las mujeres con una misericordia genuina que no sólo es un problema de los países latinoamericanos sino también una enfermedad de la sociedad que se había arraigado fuertemente en la sociedad humana sin límites de las fronteras de los países. Al conocer el propósito de su visita además de la gratificación sexual que el Sr. Aureliano ha fijado su mirada a Remedio, “Ella soltó la risa que en otro tiempo espantaba a las palomas y que ahora ni siquiera despertaba a los niños” y añadió,<<Tendrás que acabar de criaría>>”. Márquez ha puesto una gran sátira a la hipocresía de los seres hombres mediante la risa de Ternera, que aunque no es la protagonista en el sentido verdadero, actúa como el abridor de los ojos con la estridencia de su carcajada que probablemente vaya a penetrar el escudo de la fraudulencia de la llamada sociedad civilizada. También la pasión lujuriosa mostrada por Aureliano para una niña de la edad de diez años es equivalente al acto de pedofilia (LitCharts), la práctica de la que pueda acarrear a la consecuencia fatal y el fallecimiento prematuro causado por el trauma del parto acompañado por el envenenamiento y toxicidad desarrollada del tracto reproductivo. En su total aislamiento, la sociedad de Macondo está desprovista de las normas para salvaguardar las vidas de niñas desde las vistas viciosas de los hombres donde el concepto de la fechoría de pedofilia muy probable no existiera. 217


La súbita aparición de José Arcadio que desvaneció con una gitana. después de preñar Pilar Ternera,llamó la atención de todo el mundo de la aldea donde sus hazañas de las vueltas de sesenta y cinco veces al mundo, sus encuentros con monstruos marinos en alta mar y la ornamentación

del

cuerpo

con

tatuajes

“de

letreros

en

varios

idiomas”(Márquez 61) capturaron la obsesión de todo el mundo, específicamente de las mujeres acerca de “su masculinidad inverosímil” (Márquez, 61) salvo Amaranta que “no podía disimular la repugnancia que le producían en la mesa sus eructos bestiales”.(Márquez, 61,62). Sin embargo “Rebecca sucumbió al primer impacto” y “Buscaba su proximidad en cualquier pretexto.” (Márquez, 62) y pensaba que “Pietro Crespi (el pianista) era un currutaco de alfeñique junto a aquel protomacho cuya respiración volcánica se percibía en toda la casa>” Otra vez el autor reitera la excitación causada por la “respiración volcánica” como una metáfora de virilidad del machismo ya que el olor y aliento fuerte han aparecido como el agente provocador en su obra. Rebeca su hermana adoptiva, “perdió su domino de sí misma” cuando, José Arcadio le dijo, <<Eres muy mujer, hermanita.>>, (Márquez, 62). En el marco de la sociedad colombiana, el matrimonio y actos sexuales con la hermana adoptiva es un acto de incesto despreciable. En los códigos civiles de Colombia, se ha definido las relaciones para determinar el delito del incesto entre los miembros adoptivos como siguiente: “Adoptante y Adoptivo. Este resulta de la adopción, mediante la cual la ley estima que el adoptante, su mujer y el adoptivo se encuentran entre sí, respectivamente, en las relaciones de padre, de madre, de hijo. Este parentesco no pasa de las respectivas personas. (Art. 50 Código Civil)” [Quintero, Hernández de Ossa, p 99). Según las mismas autoras es digno de citar que, “Para Esther Sánchez Botero el incesto es un elemento con carácter mundial, ‘los estudios etnográficos muestran que las restricciones en cuanto a tener relaciones sexuales con cualquier tipo de parientes es un tabú universal y hace parte de las normas que regulan el sexo y el matrimonio. Aparece en todas las formas conocidas de organización social, aunque su forma y función varía enormemente de 218


una cultura a otra, en sociedades pequeñas y complejas. Con la anterior cita podemos observar que esta antropóloga considera que el incesto es un tabú incorporado en todas las sociedades, la forma como en que opera en los clanes varía, pues según la autora la infracción o violación de éste no acarrea los mismos castigos para todas las sociedades, pues las normas que legislan determinados pueblos se prescriben de manera distinta, lo que sí es cierto es que el incesto es un tabú en la gran mayoría de países del mundo. Con la restricción del incesto se busca un equilibrio entre los vínculos sociales’.” El Señor Arcadio Buendía ignora completamente la norma inherente de cualquier sociedad, y agarra la oportunidad de la debilidad de la mujer para avanzar con sus acosos sexuales en los que la mujer también participa con su voluntad. El autor relata con minuciosos detalles de los tormentos de las pasiones carnales de Rebeca en un estilo inimitable narrando que ella “pasó noches en vela tiritando de fiebre, luchando contra el delirio, esperando, hasta que la casa trepidaba con el regreso de José Arcadio al amanecer. Una tarde, cuando todos dormían la siesta, no resistió más y fue a su dormitorio. Lo encontró en calzoncillos, despierto tendido en la hamaca que había colgado de los horcones con cables de amarrar barcos. La impresionó tanto su enorme tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder… <<ven acá>>, dijo él. Rebeca obedeció… Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia el placer humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre.” (Márquez, 62). El recado de este desenfreno desplaza absolutamente la idea de las reglas sanas que están en boga en casi todas las sociedades y muestra irrespeto al concepto de confianza mutua y cariño entre hermanos y también niega la avanza y la ampliación de la familia que se convierte en una rana del fondo del pozo y es condenada a la extinción. La declaración de padre Nicanor que ellos no son hermanos, meramente corrobora la ciega pasión de las dos personas y contradice las leyes del país en cuanto a su postura hacia los hermanos adoptivos que no deben entrar en relación amorosa conyugal porque esa reunión puede sacudir la raíz de 219


la sociedad civilizado destruyendo el nexo de bondad de amor por amor sin recurrir el camino del sexo. Pero la madre, Úrsula no permitió su hija a pisar la casa una vez el matrimonio se solemnizó en la iglesia. El pecado de incesto de que la madre quedaba asustada por toda su vida la urgió a adoptar medidas tan extremas. El círculo de estancamiento de la familia no se pudo romper sino apretó su agarre para restringir la marcha avanza de la familia en cuanto a la ampliación de sus ramas mediante la generación de nuevas conexiones con nuevas familias de antepasados diferentes. El intento del incesto por parte de Arcadio con su madre desconocida a él que era el hijo de José Arcadio y Pilar Ternera es un augurio que pregonaba el descenso de la familia Buendía en el abismo sin fondo en el que la auto-aniquilación era el final posible. Arcadio encargado con la gestión de la ciudad por Aureliano antes de su marcha para las guerras, empezó a dominar como un déspota. Sus torturas desatadas incluyendo sus mandatos de matar a Don Apolinar Moscote, sin embargo, se detuvieron con la intervención de Úrsula que “irrumpió en el patio del cuartel, después de haber atravesado el pueblo clamando de vergüenza y blandiendo de rabia un rebenque alquitranado, el propio Arcadio se disponía a dar la orden de fuego al pelotón de fusilamiento. “¡Atrévete, bastardo! – gritó Úrsula. […] hijo de mala madre. Así no tendré ojos para llorar la vergüenza de haber criado un fenómeno». Azotándolo sin misericordia, lo persiguió hasta el fondo del patio, donde Arcadio se enrolló como un caracol.” (Márquez, 70). Las fuertes manos y coraje incuestionable salvaron la situación de un desastre de la matanza de aldeanos inocentes para rivalidad política. Sin embargo, esa faceta de Arcadio es un prefacio de la imagen del carácter irracional que no conoce los límites y controles en conformidad a los comportamientos sociales. De lo que él era ignorante es su origen que se manifiesta mediante el diálogo siguiente cuando (Márquez. p 74) “Una noche, en la tienda de Catarino, alguien se atrevió a decirle: ‘No mereces el apellido que llevas. Al contrario de lo que todos esperaban, Arcadio no lo hizo fusilar. “A mucha honra –dijo-, no soy un Buendía. 220


Quienes conocían el secreto de filiación, pensaron por aquella réplica que también él estaba al corriente, pero en realidad no lo estuvo nunca.” (Márquez.74). Esta obstinación y arrogancia le dijeron la audaz de violar las normas de la sociedad incluso la postura de desenfreno con damas de la generación antigua, aún su propia madre Pilar Ternera, “que le había hecho hervir la sangre en el cuarto de daguerrotipia, fue para él una obsesión tan irresistible como lo fue primero para José Arcadio y luego para Aureliano.” (Márquez, 74). La endogamia es una tabú casi en todas las sociedades probablemente debido al miedo de la repetición de los genes malos en la línea de los descendientes que obstaculiza el desarrollo de los rasgos deseable en los caracteres de seres humanos. En sus investigaciones en el incesto, QUINTERO y HERNANDEZ DE LA OSSA afirma (p. 50) sobre la teoría de Freud que “Los tabúes son uno de los códigos humanos más antiguos que se han formado a través de los tiempos, pues tanto los pueblos primitivos como modernos se sostienen bajo la lupa de prohibiciones y restricciones, algunas dadas de manera natural y otras trasmitidas con la cultura. Unas que permanecen y otras son fugases, las sociedades y pueblos en general no solo escriben sus historias fundamentadas en guerras sino también en aquello que prohíben y restringen. La prohibición del incesto ha sido y sigue siendo unos de los actos humanos más impedidos y castigados por los hombres.” Lo que se encuentra en el Macondo es la violación de esta norma sin cualquier culpabilidad o arrepentimiento por las partes de los autores sino se sigue muy rigurosamente a lo largo de cien años hasta la auto aniquilación de la familia. Márquez ha reiterado la influencia del olor como un elemento seductor en la sexualidad y ha recurrido la eficaz del mismo componente como uno de los elementos más encantadores mediante la afirmación a través de la narración, “A pesar de que (Ternera) perdido sus encantos y el esplendor de su risa, él (Arcadio) la buscaba y la encontraba en el rastro de su olor de humo.” (Márquez, 74-75). Su lascivia aguda le urgió a comportarse como un animal que estaba tendiendo una emboscada a 221


Pilar Ternara “en el cuarto donde solía hacer la siesta, y donde después instaló el cepo. […] Arcadio la agarró por la muñeca y trató de meterla en hamaca.[…] En respuesta a las lágrimas y sollozos de Pilar Ternera en sus esfuerzos de resistir el intento vilo por parte de su propio hijo, “Arcadio le agarro por la cintura con su tremenda fuerza hereditaria, y sintió que el mundo se borraba al contacto de su piel. <<No te hagas la santa – decía-, Al fin, todo el mundo sabe que eres una puta>> […]. Para salvarse de la humillación, dijo Pilar, “Es mejor que esta noche dejes la puerta sin tranca.” Este comportamiento no es mejor que el delito de violencia sexual contra una mujer, sino un concepto que parece a ser desconocido totalmente a los miembros de la familia Buendía. El apetito sexual de Arcadio es tan aplastante que le hace olvidar las normas de la sociedad civil. La fiebre del incesto rige el supremo en Macondo ignorando el pánico de la maldición del nacimiento de los bebés con una coleta del cerdo. El incesto nunca ha sido respaldado bajo el ético moral, sino enfrenta a las fuerzas repulsivas de la sociedad a través de la historia de la civilización, que ha aclarecido por LEVINE como se revela en las siguientes frases: “A lo largo de los siglos, el incesto ha despertado sentimientos poderosos de repulsi6n y de atracci6n en los seres humanos, y esta intensidad de la reacci6n universal ante elincesto ha fascinado no solo a los hombres de ciencia sino tambi6n a los escritores de ficci6n.”( LEVINE, 713). El autor había evadido la situación más desvergonzada mediante una artimaña por parte de Pilar Ternar que prometió al pretendiente, mejor dicho el perpetrador venidero que cohabitaría con él en las tinieblas y la soledad de la noche sólo para engañarle enviándole otra mujer, Santa Sofía de Piedad al costo de la mitad del ahorro de su vida. El autor otra vez en sus elaboraciones de la escena erótica ha recurrido la vía de la difusión olfativa en el momento, Arcadio “Comprendió que no era esa la mujer que esperaba, porque no olía a humo sino a brillantina de florecitas, y tenía los senos inflados y ciegos con pezones de hombre, y el sexo pétreo y redondo como una nuez, y la ternura caótica de la inexperiencia exaltada.” (Márquez, 75) Aunque el autor mostró la audaz 222


de dibujar un aspecto de los instintos animales de los violadores intrínsecos, con el fin de desenmascarar el bruto interno del hombre, prefirió eliminarla escena más iconoclasta, la más despreciable e impensable desde la vista de la sociedad humana. El enfoque de perversión sexual desde el punto de vista voyerismo se ha demostrado por el autor mediante la rabia de los forasteros que han llegado en Macondo para la plantación bananera y han penetrado en la sociedad de Macondo forzando cambios en las facetas de la cultura original de Macondo. Remedios de la bella, la muchacha de belleza inmaculada llegó a ser el foco de la atención y la causa del suspiro profundo y prolongado de los “Hombres expertos en trastornos de amor, probados en el mundo entero, afirmaban no haber padecido jamás una ansiedad semejante a la que producía el olor natural de Remedios, la bella.” (Márquez, 147). La locura por parte del joven comandante le hizo desarrollar el arte de voyerismo para satisfacer su sed de goce sexual recurriendo el voyerismo. El voyerismo es(“Liz, Galicia. p.1) “El mirón u observador (voyeur, significa mirar) se caracteriza por la contemplación de personas desnudas o manteniendo relaciones sexuales, consiguiendo así una excitación, que puede conllevar a una práctica sexual (masturbación) inmediata o posterior recordando dicha escena. El riesgo de ser descubiertos actúa, a menudo, como un catalizador de la excitación”.

Esta

definición

coincide

completamente

con

el

comportamiento del forastero en su hábito de echar mirada lasciva a la desnuda figura de Remedios, la bella en el cuarto de baño para gozar indirectamente

el

placer

sexual.

Remedios

descubrió

mientras

bañándose la mirada de los ojos de un forastero que había desplazado “una teja del techo y se quedó sin aliento ante el tremendo espectáculo de su desnudez.”. (Márquez, 148). La suplicación del forastero sumido en su deseo de lasciva para jabonarla su espalda se cayó en oídos sordos y por último el pervertido “se rompió el cráneo y murió sinagonía en el piso de cemento” porque el techo no pudo soportar es peso corporal del forastero (Márquez, 149). Esta violación de las normas sociales en cuanto a la dignidad de la mujer quizá tuviera su raíz en la actitud de los 223


forasteros derivada de su poder de dominación de los habitantes. Pero el diálogo de Remedios, la bella también abre un nuevo ángulo de la consideración desde el punto de vista de Freud, que considera (Sanbría, 165) que voyerismo y exhibicionismo son complementarios entre sí., “hay que precisar la emergencia de una tercera instancia a la polaridad freudiana de mirar-ser mirado que merece una breve digresión. Mucho se ha hablado, desde Freud, de que el voyerismo se complementa con la exhibición , lo cual ha derivado en teorizaciones como la re elaborada por el novelista Moravia —suscrita a su vez por Jean Starobinski— de que “a cada

voyeur

corresponde

su

exhibicionista

y

viceversa”

(Sanbría,165).Pero, la actitud de Remedios, la bella es de ignorar la presencia furtiva de la mirada y la adolescente sigue bañándose sin una “reacción de vergüenza”. Al descubrir el voyeur encima de su baño, “Ella vio los ojos desolados a través de las tejas rotas no tuvo una reacción de vergüenza, sino de alarma. —Cuidado —exclamó—. Se va a caer. —Nada más quiero verla— murmuró el forastero. —Ah, buen —dijo ella—. Pero tenga cuidado, que esas tejas están podridas. […] —Déjeme jabonarla —murmuró. —Le agradezco la buena intención —dijo ella— , pero me basto con mis dos manos.” —Aunque sea la espalda —suplicó el forastero. —Sería una ociosidad —dijo ella. —Nunca se ha visto que la gente se jabone la espalda.” (Márquez, 148-149). Nunca durante el período de la exposición de su cuerpo desnuda a un hombre desconocido, había manifestado una sensación de vergüenza que es muy natural a una mujer, sino en contrario a este rasgo normal, Remedios, la bella, ha ignorado la presencia el hombre que está regodeándose la belleza del cuerpo femenino. Al ser suplicado por el forastero sobre su propuesta de matrimonio con ella, le rechazó diciendo que “nunca se casaría con un hombre tan simple que perdía casi una hora, y hasta se quedaba sin almorzar, sólo por ver bañarse a una mujer” 224


(Márquez, 149). La falta absoluta de la sensación de vergüenza o deshonra, señala que el autor fomenta la idea de la propensión de la muchacha al exhibicionismo que quizá pudiera resultarse de su vanidad oculta de su belleza sin par. El autor en el comienzo de esta escena de baño ha presentado a la proclividad del narcisismo de Remedios, la bella. Pero al final de este párrafo, ha negado por el comentario que “aquel rito solitario carecía de toda sensualidad, era simplemente una manera de perder el tiempo mientras le daba hambre.” (Márquez, 148). En cuanto a narcisismo, (Espinosa, 1) el comportamiento de Remedios, la bella corresponde a la definición básica de libido de su propia belleza. Según se ha citado de Juan Pérez de Moya: “Philosophia secreta” (1585) por Espinosa, “Por Narciso se puede entender cualquier persona que recibe mucha vanagloria y presunción de sí mismo y de su hermosura o fortaleza o de otra gracia alguna, de tal manera que, a todos estimando en poco y menospreciándolos, cree no ser otra cosa buena salvo él solo, el cual amor propio es causa de perdición”. Márquez refiere a la costumbre de baños que Remedios la bella diciendo que “se encerraba hasta dos horas completa desnuda en el baño, matando alacranes mientras se despejaba del denso y prolongado sueño.”, pero es un rito por parte de la muchacha de perder el tiempo en el baño para aumentar otra necesidad del cuerpo, es decir el hambre, la declaración por el autor para descartar la idea de narcisismo. La familia de José Arcadio Buendía alcanzo su final etapa de existencia coincidente con el incesto de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonio, enmarañados (tía – sobrino) en la red sin salida del pecado del incesto cuando se hizo la realidad la premonición del augurio del nacimiento de un bebé con la coleta del cerdocomo la consecuencia de la relación sexual entre parientes entre los que está prohibido el matrimonio. Aureliano, hijo de Meme y Mauricio Babilonio, al principio de su juventud, a pesar de las posturas amorosas lascivas por parte de Nigromanta, que gana su vida por la prostitución, restringía sus olas de pulsiones carnales y eróticas y nunca la “culminación natural de la 225


nostalgia compartida, no se acostaba con ella.” (Márquez, 249), y aun “el primer abrazo fraternal que lo dejó sin aliento”(249), es decir, el abrazo con Amaranta Úrsula no le hizo sentirse con la sensación erótica. Pero, más encuentros con ella, particularmente durante las lecciones de las formas de danzas, le hicieron sentir, “el mismo desamparo de esponjas en los huesos que turbó a su tatarabuelo cuanto Pilar Ternera le puso pretextes de barajas en el granero” (249). La irrupción de las voliciones intensas sexuales suscitó en sus venas como un estallo de la dormida pasión atávica. La propensión vigorosa hacia el incesto es atávica según las teorías de Freud como se ha aclarecido por Vallejo (22): “Para Freud, en cambio, se trata de saber cómo tramitará el individuo sus impulsos incestuosos, ubicados en el centro del complejo nuclear. Es decir que una vía muy fructífera aunque compleja consistiría en demostrar que si el decir freudiano fue un saber sobre lo incestuoso se debió a que, tal y como la psiquiatría hereditaria, se impuso como problemática a resolver y narrar las dificultades y costos de los linajes y las transmisiones intergeneracionales[i].”El oculto deseo carnal de repente se sacudió por la “risa pedregosa, sus aullidos de gata feliz” (Márquez, 249) y el final provocador ocurrió por “Una noche, a diez metros de su cama, en el mesón de platería, los espesos del vientre desquiciado desbarataron la vidriera y terminaren amándose en un charco de ácido muriático.” Los ruidos de los actos lujuriosas desencadenaron los dormidos sueños de los actos eróticas que le obligaron a saltar en el goce sensual desembocado en los senos de Nigromanta que lo regaló su favor sexual por gratis y le enseñaba el arte de erotismo “a hacer primero como las lombrices, luego como los caracoles

y

por

último

como

los

cangrejos”

(Márquez,

249)

desempeñándose el papel de una amante natural hasta que el primero no pudo resistir a divulgar sus encantos sexuales hacia Amaranta Úrsula. Desde entonces Aureliano tuvo que pagarla para gratificación sexual a esta dama que había desarrollado un verdadero rincón blandísimo en su corazón para este hombre a pesar de su profesión de la prostitución para luchar contra el hambre. No obstante, el dormido deseo 226


del incesto una vez encendido por la proximidad con la mujer que se ha convertido de foco de su toda atención y el ícono sexual entonces buscaba las oportunidades para penetrar los impedimentos sociales ignorando el estatus marital de la dama. El ingreso de Amaranta Úrsula en el cuarto de Melquíades donde Aureliano estaba tratando en descifrar los pergaminos, no quiso permitir deslizarse la única casualidad “movido por un impulso quedormía en él desde sus orígenes”, y “Aureliano puso su mano sobre la de ella, creyendo que aquella decisión final ponía término a la zozobra”(Márquez, 253). En más de una ocasión, el enfoque sobre la repetición de los genes malos o la recurrencia atávica a lo largo de la historia de la familia emerge como la causa principal del encerramiento de la familia en un círculo sofocante de donde la oportunidad del escape desvanece paulatinamente. El primer encuentro del contacto físico no giró a una orgía sexual inmediatamente sino sirvió el preludio ominoso que devoraría la pareja enmarañándoles en una telaraña horripilante del incesto más vicioso. El autor (253) refiere a uno de los rasgos incognitos de Amaranta Úrsula en las frases de profunda significación que subrayan que “Su secreto parecía consistir en que siempre encontraba el modo de estar ocupada, resolviendo problemas domésticos que ella misma creaba y haciendo mal ciertas cosas que corregía al día siguiente, con una diligencia perniciosa que habría hecho pensar a Fernanda en vicio hereditario de hacer para deshacer. Su genio festivo continuaba entonces tan despierto, que cuando recibía discos nuevos invitaba a Gastón a quedare en la sala hasta muy tarde para ensayar los bailes generalmente haciendo el amor en los mecedores vieneses o en el suelo pelado. Lo único que la faltaba para ser completamente feliz era el nacimiento de los hijos, pero respetaba el pacto que había hecho con su marido de no tenerlos antes de cumplir cinco años de casados.” (Márquez, 247) Amaranta Úrsula ha heredado un vicio ‘de hacer para deshacer” dirigiendo a la inferencia, que ella había hecho el pacto de no tener hijos antes de cumplir cinco años de casados para deshacer el mismo en respuesta a la ardiente llamada de lujuria por parte de Aureliano, su sobrino y no vacilaba a recordar su promesa de evitar la concepción del 227


bebé en sus entrañas, “antes de cumplir cinco años de casados”. La misma teoría atávica una vez más hace estragos en la mujer tras ser atrapada bajo la fuerte efervescencia de desenfreno de Aureliano que ya ha adquirido a través del proceso genético. En la primera instancia, le pareció a Aureliano que La docilidad de Gastón, el marido de Amaranta Úrsula,

se

puede

interpretar

en

términos

de

“la

pasión

desmandada’(Márquez, 255) en conformidad a la observación de las rameras, pero con el paso de tiempo, se dio cuenta que esa persona era muy astuta para vencer a su mujer con sus permisos de los antojos, “dejándola enredarse en su propia telaraña, hasta el día en que no pudiera soportar más el tedio de las ilusiones al alcance de la mano, y ella misma hiciera las maletas para volver a Europa.” (Márquez, 254). Pero, la telaraña enredada por Aureliano ya empezó a engolfar la dama en su terreno lascivo que brotó el impulso sexual en sus sueños, en sus despertares, en sus venas y flujos de la sangre, como una repentina irrupción volcánica. La primera oportunidad provista por un accidente menor, que causó la hemorragia aleve en el dedo de Amaranta no fue permitida escaparse por el don Juan que agarró la chance a estimular el deseo carnal de la mujer y “él se precipitó a chuparle la sangre con unaavidez y una devoción que la erizaron la piel.”(Márquez, 254). El tacto reanimó los dormidos deseos de la mujer cuando “una avidez y devoción” de Aureliano sin freno, “la erizaron la piel.” (Márquez, 254). El inicial rechazo de Amaranta por su comentario, “Eres demasiado malicioso para ser un buen murciélago.”, le indujo a hacer una genuflexión ante ella, “Dándole besitos huérfanos en el cuenco de la mano herida y abrió los pasadizos más recónditos de su corazón, y se sacó una tripa interminable y macerada, el terrible animal parasitario que había incubado en el martirio”(Márquez, 254). Le contó a Amaranta con los detalles de su ardiente amor para ella citando que “con cuánta astucia saqueaba sus frascos de perfume para encontrarles en el cuello de las muchachitas que se acostaban por hambre.”(Márquez, 254). Pero fue aturdido al oír la respuesta repulsiva de Amaranta Úrsula, que aparentemente descartó sus acosos sexuales diciendo, ¡Bruto!- … como 228


si estuviera escupiendo-. Me voy a Bélgica en el primer barco que salga.” (Márquez, 255).El abatido joven buscó el solaz de la más anciana mujer de Macondo, la propietaria del burdel, a la que apareció como “un hombre óseo, cetrino, de pómulos tártaros, marcado para siempre y desde el principio del mundo por la viruela de la soledad” (Márquez, 254). “La viruela de la soledad” o la maldición del incesto que ha exiliado los descendientes de la familia Buendía en la eterna de la sociedad exterior y les ha dirigido a saltar en remolino de autodestrucción. En la desesperanzada cara del joven, Pilar Ternar, la dueña del burdel, visualizó el mismo coronel Aureliano Buendía que antes de entrar en su auge de la “desolación de gloria y el exilio del desencanto, la remota madrugada en que él fue a su dormitorio para impartir la primera orden de su vida; la orden de que la dieran amor” (Márquez, 255). Pilar ternera ve la imagen de la fantasma de la persona anciana en el rostro de Aureliano, el último descendiente, llevando la misma frustración, la misma privación y el mismo afán imparable del deseo sexual insaciable. Pilar ternara probablemente se ha bendito con el poder mágico del realismo mágico del autor, el poder que a su edad tan avanzada la facilita con la facultad de recuerdo de los asuntos que sucedieron antes décadas y posee la habilidad de aconsejar el joven en sus horas de chasco y abatimiento sobre el fracaso de acosos sexuales a una mujer con el conocimiento de lo que va a ocurrir. Al conocer el nombre de la mujer que le ha rechazado, ella saltó en una carcajada, mejor dicho “emitió una risa profunda”, una risa que permea tanto el pasado como el futuro difundiendo la inminente premonición de la aniquilación final de la familia “porque un siglo de naipes y de experiencia le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad, de no haber sido por el desgaste progresivo e irremediable del eje.” (Márquez, 256). El último presagio de lo inevitable emitió a través de la anuncia de la declaración por Pilar Ternera, “No te preocupes – sonrió, En cualquier lugar en que esté ahora, ella te estas esperando “(Márquez, 256). Ocurrió la primera instancia del asalto sexual por parte de 229


Aureliano Babilonio sobre la dama de su sueño en la misma tarde durante el regreso de Amaranta Úrsula del baño en la ausencia de su marido Gastón que estaba ocupado en otro cuarto en sus “sueños de aeronauta”, es decir, en los esfuerzos de traer avión en esta comarca del mundo para establecer un negocio nuevo. La resistencia inicial sincera por medio de “destroncarle los riñones con las rodillas y alacraneando “la cara con las uñas” paulatinamente se redujo a “mordiscos falsos” y la pareja siguió “descomadrejeando el cuerpo poco a poco, hasta que ambos tuvieron conciencia de ser al mismo tiempo adversario y cómplices y la brega degeneró en un retozo convencional y las agresiones se volvieron caricias.” (Márquez, 257). El pregono de Pilar Ternar llega a ser correcto en el verdadero sentido de la palabra, ya que ella era la única persona que había conocido íntimamente la pulsación de los hombres lujuriosos de los antepasados de esta familia. El incesto había vuelto a la superficie en plena efervescencia. La aparente indiferencia a Amaranta Úrsula por parte de Gastón causada por una obsesión aplastante sobre el proceso de establecer una aerolínea en Macondo pudiera ser la agencia desencadenante para la primera en saltar en una juerga sexual sin límite con Aureliano Babilonia. Es muy evidente que la soledad generada en Macondo después del fallecimiento de Pilar Ternar y la deserción continua por los veteranos de Macondo como el ‘Sabio catalán’, Álvaro, Germán, Alfonso culminó con la salida de Gastón a Bruselas y provocó en la conversión de Macondo en un espacio ideal para desatar una parranda hedonista por parte de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonia. La felicidad de esa soledad está aparente por las propias de las palabras del autor. En aquel Macondo olvidado hasta por las pájaros, donde el polvo y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar, recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en una casa donde era casi imposible dormir por el estruendo de las hormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos seres felices, y los más felices sobre la tierra.[…] Una noche se embadurnaron de pies a cabeza con melocotones en almíbar, se lamieron como perros y se amaron 230


como locos en el piso del corredor, y fueron despertados por un torrente de hormigas carniceras que se disponían a devorarlos vivos.(Márquez, 261-262). Es muy obvio que “El vínculo más directo entre el incesto y el erotismo esta enfáticamente demostrado por la aparente coincidencia de que las escenas más eróticas de Cien años de sloedadson también las más incestuosas… Las escenas de amor de esta pareja (como las de Rebeca y José Arcadio antes) son las más eróticas del libro (Levine, 13). El innato deseo carnal puso en marcha con la provocación por parte de Aureliano para desarraigar la barrera inherente contra el goce sexual desencadenado en violación de la norma básica del sistema matrimonio de la sociedad que se aplica a una persona casada. La costumbre tradicional de fidelidad por parte de los cónyuges desvanece en frente a la orgía sexual fuera del nexo nupcial. El arte de “hacer para deshacer” por parte de Amaranta Úrsula se emerge como la verdad más relevante cuando “Ella le escribió al marido una carta de verdades contradictorias, en la que le reiteraba su amor y sus ansias de volver a verlo, al mismo tiempo que admitía como un designio fatal la imposibilidad de vivir sin Aureliano” (Márquez, 263). Según Jan Herman (LA Times), los críticos han subrayado con mayor detalles la profundidad de tema de “Espectros” de Ibsen deslumbrando que la influencia del pasado difuntos han arrojado una sombra de claustrofobia sobre la sociedad. La sensación de eso pavor en el sentido del encierro genético en “Cien años de soledad” había aterrorizado Úrsula Iguarán desde el principio de su vida conyugal por culpa de un matrimonio dentro de los parientes. En los “Espectros” de Ibsen, la transmisión de enfermedad sexual oculta de Alving en su sangre a su hijo Oswald causó la ruina de la vida de éste que se deriva de la culpa latente generacional. En su diálogo con Pastor, Elen emite su convicción de eso infortunio mediante un coloquio inequívoco, Cuando vi en este lugar a Regina y a Oswaldo, me imaginé que el pasado revivía ante mí. Y estoy tentada a creer, Pastor, que todos somos espectros. No es sólo que corra por nosotras venas la sangre de nuestros 231


padres; es que llevamos también dentro una idea destruida, el cadáver de una creencia. ¡Nada de eso vive, pero a pesar de todo, permanece allá en lo profundo de nuestro ser, sin que logremos libertarnos! Si, leo un periódico, veo surgir espectros de sus letras y se me figura que el mundo está poblado de espectros, que hay tantos, tantos como granos de arena en el mar. ¡Y por remate, mientras vivimos, le tenemos todo un miedo, tan ruin a la luz. (Ibsen, 40-41, traducción). Los personajes de “Cien años de soledad” no pueden escapar del encierro en que se han alojado desde el principio de la familia Buendía ignorando la consecuencia del pecado del incesto que se ha producido por Ibsen por la fornicación de los hermanos en “Espectros”. El comentario de Elen, “No es sólo que corra por nosotras venas la sangre de nuestros padres; es que llevamos también dentro una idea destruida, el cadáver de una creencia.”, se asemeja a las reincidencias de los vicios generación tras generación en “Cien años de soledad” con elementos de verisimilitud del incesto entre hermanos y otros parientes dirigiendo la familia Buendía a la perdición total. El derrumbe de la familia Buendía se ha pregonado por las profecías de Melquíades y el augurio lleva al fin con el desenfreno de Amaranta Úrsula y Aureliano Babilonio. El último se da cuenta mediante la decodificación del manuscrito del ambulante gitano que el pasado, el presente y el futuro en la historia de su familia son coincidentes y los espectros del pasado aparecieron y se desvanecieron en una manera idéntica y nunca permiten a separar las sucesiones de una a otra debido a sus vinculaciones rígidas tanto con el pasado como el futuro. El aislamiento de la familia Buendía, en Macondo en la soledad completa es el resultado directo de la maldición del incesto como se ha afirmado por Levine (14) que “a pesar de que García Márquez presenta el incesto como vehículo de la felicidad, y a pesar de la insistencia de ciertos sociólogos y filósofos de que el incesto es un impulso perfectamente natural y comprensible, la presentación del mismo en la novela no ha perdido para nada su fuerza medieval. Es una maldición que condena al linaje entero de los Buendías a una soledad eterna.”Este análisis de 232


Levine hace un eco de las últimas frases de la obra de Márquez que dice como el narrador omnisciente, “que todo lo que escrito en ellos (manuscritos) era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra” (270) aseverando la convergencia de la trayectoria circular de vicios de incesto que culminó en la obliteración de la familia Buendía de la superficie de la tierra.

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BIOGRAFÍAS

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JORGE SANTKOVSKY

Nací en la ciudad de Bahía Blanca en el año 1957. Desde los 18 años vivo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Estudios cursados de Matemática en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabajo en el rubro residuos tecnológicos. Presidente durante 8 años de la Asociación Argentina del juego de go. Libros publicados, de poesía: Revelaciones (Editorial Huesos de Jibia, 2010, Ciudad de Buenos Aires), Revelaciones acerca de otras criaturas (Editorial Huesos de Jibia, 2011), Breves (Editorial Colectivo Semilla, 2013, Bahía Blanca), El sonido de la atención (Editorial Huesos de Jibia, 2014, Buenos Aires), La incomodidad (Editorial Huesos de Jibia, 2015, Buenos Aires), El después es ahora (Editorial A capella, 2021, Córdoba). En narrativa: Diario de un cuentenik, (editorial Leviatán, 2020) Mantengo el blog http://otrascriaturas.blogspot.com.ar/

236


ANDRÉS EDUARDO BOHOSLAVSKY

Río negro, Argentina, 1960. Ha colaborado en revistas nacionales y extranjeras. Trabaja en los barcos y baja poco a tierra. Sigue escapando del mundo. Viajero sin destino ni paradero conocido. Publicó El ghetto de Vincent (texto adaptado para representación teatral, Amsterdam, Holanda, 2001, El río y otros poemas /The River And Other poems, (Editorial Verulamium Press, St Albans, Inglaterra, 2003), El pianista del Black Cat y otros poemas (La carta de Oliver, Buenos Aires, 2009), Una noche en bosque-poesía y otros poemas (Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2014), La camarera que se creía Greta Garbo y el plomero que soñaba ser Lenin y otros poemas (La carta de Oliver, Buenos Aires, 2016), Los ojos de Sasha o El fin de un sueño rojo (Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2017), Margot, la prostituta que leyó a Bakunin y otros poemas (Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2019) y Medianoche en la plaza de los sueños y otros poemas (Editorial Leviatán, Buenos Aires, 2021).

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FERNANDO BELTRÁN NIEVES

Fernando Beltrán Nieves (Ciudad de México, 1981) es doctor en sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Sus últimas contribuciones fueron publicadas en la Revista Mexicana de Sociología (“Ernesto Sabato, un retrato biográfico”, vol. 79, no. 4, oct-dic, 2017, pp. 785-809) y en Destiempos. Revista de curiosidad cultural (“Literatura, historia y política en Paco Ignacio Taibo II”, no. 59, septiembre, 2017, pp. 49-72). Ha ensayado sobre Pablo González Casanova y Rodolfo Walsh. Sus principales intereses se encuentran en el comercio entre el ensayo y la ficción. Pueden leerse en línea los siguientes trabajos de su autoría: Entre hombres. Relatos breves desde la derrota: mybook.to/Entrehombres Sabato escritural. Un relato sociológico: mybook.to/Sabatoescritural

238


MUSTAPHA HANDAR

Marruecos, 1982. Minificcionista y secretario general del Colectivo Internacional Minificcionistas Pandémicos. Sus minificciones han sido difundidas en varias revistas en México, Colombia, Argentina, España, Chile, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica. Figura en antologías como Ellas; Pluma, tinta y papel; Inspiraciones nocturnas; Microfantasías (Editorial Diversidad literaria, España, 2017), Letras Marruecas II (Ed. Altazor, Chile, 2018), Piedra y nido (Argentina, 2019), Brevirus. Antología de minificciones (Revista Brevilla, Chile, 2020), PequeFicciones. Piñata de historias mínimas (Parafernalia Ediciones Digitales, Nicaragua, 2020), Historias mínimas (Dendro Ediciones, Perú, 2020), Microbios (Dendro Ediciones, Perú, 2020), Minificciones desde el encierro (Editorial UDG, México, 2020), Antología Hispanoamericana de microficción "En pequeño formato" (Editorial EOS Villa, Argentina, 2021) y en Minimundos (Dendro Ediciones, Perú, 2021). Publicó, asimismo, relatos, reseñas y artículos de crítica literaria en las revistas Hércules 239


Cultural (España), Revista Dos Orillas (España) y en la revista electrónica Crítica.cl (Chile). Participó de eventos internacionales de minificción como la 3ª y 4ª Jornada de Microficción Pilar en Corto (Argentina, 2020, 2021), el I Festival Internacional de Minificción, organizado por el Colectivo Internacional Minificcionistas Pandémicos (2021), el I Encuentro Hondureño de Minificción (Honduras, 2022) y la VI Semana de la Lengua Española (Instituto Cervantes, Marruecos, 2022). Ha publicado su primer libro de microficción Atrapados en telarañas (Quarks Ediciones Digitales, Perú, 2020). Es coantologador de Microscopios (Eos Villa, Argentina)

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HEBE BAIS

Hebe Bais: nacida en Buenos Aires en 1965. Profesora de Literatura. Docente. Autora de El rey de la tristeza (Ed. Filofalsía, Buenos Aires,1989) Coautora del guión cinematográfico La palabra historia, basado en la novela Los tres impostores de Arthur Machen.

241


SUKANTA KUMAR CHATTOPADHYAY

Nacido en India, posee una Licenciatura y un Master en Literatura Española por el Centre of Spanish, Portuguese, Italian and Latin American Studies; Jawaharlal Nehru University (Nueva Delhi, India) y un Doctorado en ingeniería por la Jadavpur University (Kolkata, India). Trabaja como profesor en el Instituto Nacional de Tecnología (un instituto del gobierno central de la India) y enseñaba la ciencia de materiales por casi veinte cuatro años. Actividades investigación

de

actuales la

involucran

literatura

mayormente

española

peninsular

tanto

de

la

como

de

la

latinoamericana del siglo XX.

242


GRAZIA DELEDDA

Grazia Deledda (Nuoro,1871-Roma, 1936). Nació en el seno de una familia de buen pasar de Cerdeña, lugar donde aparecen sus primeras publicaciones en revistas y periódicos. Se traslada a Roma en el año 1900, luego de casarse. Su literatura se inspira en el ámbito rural de la Barbagia (zona montañosa del centro de Cerdeña que se extiende a lo largo de la ladera del macizo de Gennargentu). Los temas de sus ficciones giran en torno a la ética patriarcal del mundo sardo, el pecado, la culpa, la tensión entre el bien el mal, el mundo religioso. Si bien hay quienes sugieren una influencia en su obra de Giovanni Verga, Tolstoi o D’annunzio, y, por lo tanto, pretenden encuadrarla en alguna de las corrientes en las que se enmarcan los trabajos de estos autores (Decadentismo, Verismo, etc), la literatura de Grazia Deledda tiene una originalidad que la singulariza, hecho que es reconocido en 1926 al otorgársele el Premio Nobel de literatura. Entre sus obras puede citarse Elias Portolu (1903), Cennere (1904), Canne al vento (1913), Il sigillo d’amore (1926), entre otras. De su libro Racconti sardi (1895) proviene Magia, el cuento que presentamos en este número de Costanza.

243


DESPEDIDA Y AGRADECIMIENTO

Esta fue la última publicación de Costanza. Han sido algo más de cinco años y diez números. Puede parecer poco, pero no lo es. Sumadas, sus páginas dan un total mil ochocientas treinta y cuatro, que a su vez contienen quinientos sesenta y nueve poemas, cuarenta y seis cuentos y quince ensayos, textos surgidos del esfuerzo creativo de poetas, narradores y ensayistas provenientes de doce países distintos. Da la impresión, sin duda, de que hablo demasiado de números para tratarse de una revista literaria, pero en realidad estoy hablando de algo más que de números, estoy hablando de literatura. De eso se ha tratado Costanza. De publicar literatura, de difundir a la gente talentosa que la ha hecho posible. A los lectores, gracias por habernos leído. Tengo la esperanza de que Costanza les haya servido a muchos de ustedes para descubrir voces, estilos e ideas que, pese a no ser tan difundidas, hayan llegado a conmoverlos. Si esto ha ocurrido, Costanza habrá consumado una labor, un objetivo. Podría decir algo más, pero, al igual que Bartlevy, prefiero no hacerlo. Sólo queda, entonces, darle las gracias a Paola Balboa, Mijail Lamas, Ana Tapia, Carlos Barbarito, Rocío Wittib, Julio Antonio Corigliano, Ernestina Elorriaga, Fabrizio Gabrielli, María Laura Decésare, Campo Ricardo Burgos López, Carina Sedevich, Damián Aguirre, Enesa Mahmić, Carlos Pereiro, Patricia Fernández Corral, M.G. Burello, Mariana Vacs, Luis García de la Torre, Carolina Massola, Hugo Francisco Rivella, Gabriela Rosas, Pedro Andreu, Valeria Pariso, Daniel Rafalovich, Paloma Corrales, Diego Alfaro Palma, Anamaría Mayol, Fernando Beltrán Nieves, Celina Feuerstein, Martín de Souza, Natalia Litvinova, Juan Manuel Ontivero, Marta Miranda, Pedro Nazar, Andrea Espada, María Cheb Terrab, Rolando Revagliatti, Analía de la Fuente, Mustapha 244


Handar, Mara Beger, Luis Quintana Tejera, Marcela Meroni, Jorge Etcheverry, Aixa Rava, Jorge Santkovsky, Natalia Leiderman, Andrés Bohoslavsky, Laura Vacs, Sukanta Kumar Chattopadhyay, Gladys Águeda Coviello, Bárbara González, Natalia Schapiro, Loreley El Jaber y Hebe Bais. Gracias a todos por la generosidad a la hora de ceder sus trabajos. Espero haber tratado con respeto las obras de cada uno de ustedes.

Manuel González López

245


Próximo número: agosto2024

colaboraciones.costanza@gmail.com


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