Espacio educativo Edición #9

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NÚMERO 9. PRIMER TRIMESTRE DE 2008 - ISSN 1909-6178

CULTURA / FAMILIA / SOCIEDAD

INTIMIDACIÓN

BULLYING

MALTRATO INFANTIL ACOSO ESCOLAR

VIVE EL COLEGIO A LO BIEN

RESILIENCIA



CONTENIDO

Un proyecto pedagógico comunicativo de CREE-SER Educación con Valores DIRECTOR Hermes Benavides EDITOR Roberto Sepúlveda CONSEJO EDITORIAL Hermes Benavides / Óscar H. Quitián / Ricardo Javier Jiménez Silva / Roberto Sepúlveda COLABORADORES Annie de Acevedo / Mónica Ramírez / Yolima Gómez / Andrea Jiménez / Liliana Baquero CORRESPONSALES Luis Benavides (Nueva York) Cristian Ortiz (Londres)

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Editorial

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El acoso escolar, una realidad social.

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Los factores de riesgo por causa de la violencia y el maltrato que sufren los niños

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Intimidación: Cosa de niños?

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El derecho de los niños a vivir su colegio a lo bien

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Los Problemas en los colegios están relacionados con el entorno

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El Colegio Alfonso López Pumarejo busca solucionar problemas entre los colegios de Bogotá

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Formar en situaciones de adversidad

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El mundo, los niños y el aprendizaje

FOTOGRAFÍA Julián Montoya / Brand X Pictures® / Catheryne Sepúlveda SUSCRIPCIONES CREE-SER Calle 59 No. 10 - 59 Oficina 307 Bogotá - Colombia Teléfonos 2484990 - 3478941 Fax 2553394 www.cree-ser.com Correo electrónico: espacio.educativo@cree-ser-colombia.com

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DISEÑO EDITORIAL E ILUSTRACIÓN doll Smart Development Ltd. Calle 74A No. 22 - 31 Bogotá - Colombia / Teléfono 546 0819 www.doll-smart.com info@doll-smart.com IMPRESIÓN Impresora Grace & Cía Ltda.

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EDITORIAL

EL BULLYING O “MATONEO”, EL MALTRATO INFANTIL Y LA INTIMIDACIÓN MARCAN A LOS NIÑOS PARA TODA LA VIDA El acoso escolar, la intimidación, el bullying o ‘matoneo’ es un problema que da como resultado niños destrozados física y emocionalmente, y adultos que se sienten impotentes ante la situación. Sin embargo, se ha comprobado que existen varias estrategias para controlar este fenómeno y crear ambientes seguros e incluyentes para que niños, niñas y adolescentes acudan sin temor a sus aulas de clase. Para nadie es un secreto que nuestra sociedad maltrata a los niños, pero es contradictorio que las escuelas y colegios, los llamados “templos del saber”, en donde se vive la alegría del aprendizaje y el conocimiento, se sumen a esos escenarios hostiles para los menores. Los estudios realizados en Colombia y en otros países y el alto contenido informativo de los medios de comunicación, dan cuenta de la forma recurrente como muchos padres maltratan física y sicológicamente a sus hijos, sin tener en cuenta los graves daños que les pueden causar y las secuelas que quedan para el resto de la vida. Un estudio reciente de la Escuela Simmons de Trabajo Social de Boston, Estados Unidos, encontró que la violencia verbal a un niño puede ocasionar consecuencias negativas en la edad adulta, que incluye problemas de salud mental, depresión y adicciones al alcohol y sustancias psicoactivas. Agrega el estudio que si la agresión es física, el riesgo puede aumentar y tener repercusiones irreversibles. El escenario agresivo no sólo está en la casa, en las calles y caminos, sino que ha invadido las aulas y los patios de recreo. El Bullying o ‘matoneo’, a pesar de ser un fenómeno con profundas raíces en las instituciones educativas, hasta hace muy poco tiempo ha empezado a llamar la atención de autoridades educativas, de docentes, psicólogos, padres de familia e investigadores sociales, preocupados por los niveles de violencia entre pares que se presenta en las instituciones educativas. Como se ha demostrado, lo cual no justifica la violencia al interior de los colegios, es que muchos de estos están inmersos en ambientes agresivos, rodeados de profundos problemas sociales de inseguridad,

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prostitución, drogadicción, consumo de alcohol, pandillas, barras bravas, y estos comportamientos negativos afectan la vida de las instituciones. Es decir, el contexto social tiene gran injerencia en la vida cotidiana de los planteles educativos. Como lo señalan Stan y Julia Davis, en su libro ‘Crecer sin miedo’, la intimidación es un asunto de poder, y fastidiar y excluir a los más débiles en un ambiente escolar genera reconocimiento y aceptación en los grupos. Su placer y recompensa, en muchas ocasiones, está en poner a sus víctimas en una situación incómoda o de subordinación y reafirmarse en su poderío ganado con la complicidad de otros. Según Davis, la intimidación es una forma de interacción social, no necesariamente duradera, en la que un individuo más dominante, en este caso el agresor, exhibe un comportamiento agresivo que pretende, y de hecho logra, causar angustia a un individuo menos dominante, es decir, la víctima. El comportamiento agresivo puede tomar la forma de un ataque físico y/o verbal directo o indirecto. En esa interacción pueden participar más de un agresor y más de una víctima. Algunas investigaciones sobre el tema de la intimidación o el bullyng están enfocadas en la personalidad de las víctimas. Estos estudios señalan que, en la mayoría de los casos, las víctimas carecen de confianza en sí mismas y muestran a través de sus comportamientos y actitudes que están ansiosas e inseguras. Por lo general, los niños, niñas y jóvenes que son menos atractivos físicamente, que tienen sobre peso, alguna discapacidad o bajo rendimiento académico son más propensos a ser intimidados. El investigador L. Brown afirma que desafortunadamente las niñas ganan poder al utilizar el arma del sexismo contra los demás en forma que perpetúan un esquema patriarcal generalizado, usando por ejemplo el lenguaje de cosificación sexual o comparando a otras niñas con patrones de belleza muy pobres. En estos comportamientos influyen de manera significativa factores externos a la escuela, como los


// La intimidación es una forma de interacción social, no necesariamente duradera, en la que un individuo más dominante, en este caso el agresor, exhibe un comportamiento agresivo que pretende, y de hecho logra, causar angustia a un individuo menos dominante, es decir, la víctima. medios de comunicación, especialmente la televisión, que ha desarrollado ciertas estéticas para mostrar algunos modelos como los aceptados socialmente. Algunos estudios dan cuenta de esta situación y muestran como la televisión violenta incide en el comportamiento agresivo de algunas personas. El psicólogo L. Rowel Huesmann, quien publicó un estudio sobre los efectos de la televisión en la juventud, sostiene que la violencia en televisión, especialmente cuando es utilizada por héroes carismáticos, les muestra a los jóvenes que esa es una manera adecuada de manejar algunas situaciones. Afirma que la televisión violenta mina la aversión natural de los jóvenes hacia la violencia. Su estudio concluyó que los jóvenes que miran televisión violenta son más propensos a abusar de sus cónyuges cuando son adultos y a atacar a otras personas. Los programas que afectan el comportamiento más profundamente son aquellos en los cuales los jóvenes se identifican y gustan de un personaje violento, aquellos en los que el personaje violento es exaltado o premiado por su violencia y aquellos que los jóvenes describen como realistas. El autor se muestra preocupado, con mucha razón, por otro factor de entretenimiento que ha logrado masificarse entre los niños y jóvenes, y que en su gran mayoría tienen contenidos violentos: los videojuegos.

habilidades sociales. Aprenden a disfrutar de la interacción cooperativa y divertida con los demás y a ser amables y educados. Por el contrario, en hogares en donde los padres pasan poco tiempo con sus hijos, los niños aprenden a llamar la atención y a buscar sentido de pertenencia de cualquier manera, incluso, a veces haciendo enfadar a los demás o a través de malos comportamientos. En esta edición dedicada a la violencia en las aulas, a la intimidación y al llamado bullying o ‘matoneo’ buscamos generar espacios de diálogo sobre estos temas y aportar elementos conceptuales y estrategias prácticas para que padres de familia, docentes, psicorientadores, autoridades educativas y demás personas interesadas en la formación de niños y niñas sanos física y mentalmente, tengan herramientas y puedan aportar, desde sus distintos campos y experiencias, a la formación de personas positivas, empoderadas e incluyentes. Como podremos observar en los artículos de fondo que se presentan a continuación, una de las recomendaciones, entre muchas otras, para enfrentar el problema es la disciplina afectiva. El cumplimiento de las reglas puede marcar la diferencia entre la ley y el orden para todos y el reino del terror que existe en muchas escuelas y colegios. Si las reglas no son claras y cambian de un contexto a otro los estudiantes pueden desafiarlas. ¿Cómo lograr ese equilibrio entre autoridad y autonomía, para no acudir a los códigos disciplinarios? Ahí está el reto.

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Dice Huesmann que cuando los muchachos practican con videojuegos violentos se están entrenando para matar a cualquier ser vivo que tengan al frente hasta que se acaben los objetivos o las balas. Estos juegos, tan populares en salas de internet, en las ‘maquinitas’ de las tiendas y droguerías y en las propias casas, tienen un alto consumo entre niños y jóvenes de todos los sectores de la ciudad, porque, además, permanecen mucho tiempo solos, sin la tutoría de un adulto. Para nadie es un secreto que en los hogares donde los padres pasan tiempo jugando, hablando y educando a sus hijos, estos aprenden qué es empatía y desarrollan

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EL ACOSO ESCOLAR

UNA REALIDAD SOCIAL

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El bullying o acoso escolar se ha presentado en los diversos espacios de interacción social desde hace varios años y, como es obvio, el ámbito educativo es uno de los más afectados. Los medios de comunicación recientemente le han dado la difusión e importancia que se merece el tema, debido a los casos de suicidio y violencia física profunda denunciados por niños y jóvenes, quienes desesperados por la situación que les toca experimentar en las aulas de clase lo empiezan a comentar. El fenómeno también preocupa a padres de familia y docentes. Tras este tipo de incidentes, diversos autores, psicólogos, profesores y víctimas han aportado testimonios que pueden contribuir a dar mayor luz en la controversia generada por la búsqueda de culpabilidades del acoso escolar, bullying o ‘matoneo’. Bullying es una palabra de procedencia anglosajona y cuya traducción más aproximada podría ser, coacción o intimidación. Al traducir ‘bully’ al español se asume como matón, de ahí el intento de españolizar el concepto con palabras como ‘matoneo’; sin embargo, como en otros casos de anglicismos se ha optado por

Escrito por ROBERT ARISMENDY MAZABEL Docente - Investigador

respetar el término original bullying e incorporarlo al español a la hora de referirse al acoso escolar. De otra parte, el término de habla anglosajona ‘bull’ al traducirlo al castellano es asimilado como toro, y la terminación ‘ing’ como ando o endo; por lo que el término bulling también es asumido como toreando, acosando, picando. Al realizar una exploración más profunda sobre el origen del término, en sueco se encuentra la palabra ‘mobbing’ que significa acoso y se utiliza para referirse al acoso moral en el ámbito empresarial. Estos dos conceptos son muy similares, pues son utilizados para referirse a diferentes formas de acoso grupal, diferenciándose por el contexto en el que se producen, la edad de los implicados, así como la manifestación de agresiones físicas en el caso del entorno escolar.

// Es con la madre y el padre que el niño establece su impronta, es decir, aquel apego natural que surge entre el recién nacido y la primera persona a quien ve. Es necesario tomar literalmente la expresión desde el inglés “bully”, que significa matón o agresor. En este sentido, se trataría de conductas que tienen que ver con la intimidación, tiranización, aislamiento, amenaza o insultos sobre una víctima o víctimas señaladas. Las evidencias denotan que fue en Europa donde se detectó el problema. Es allí donde se aportaron los primeros estudios y conclusiones sobre el tema a mediados de la década de los 70. Se entiende así porque el psicólogo noruego Dan Olwes es quien inició el estudio del problema en 1973 y, posteriormente, en 1982, dedicó gran parte de su trabajo al fenómeno del bullying tras el suicido de tres jóvenes víctimas del acoso de sus compañeros de estudio. Los psicólogos se han centrado más en la búsqueda de factores determinantes del bullying, que en sus causas propiamente dichas. Esta perspectiva invita a observar detenidamente a las personas en su contexto familiar, escolar y social, como grandes pilares del origen de la violencia escolar, ya que está comprobado que si en alguno de estos entornos se generan valores negativos, el niño que se desarrolla en ellos tenderá a repetir

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Ana María, una jovencita de 14 años, describe el ‘matoneo’ o acoso escolar de la siguiente forma: “Insultar es lo corriente, te persigue, te amenaza. Me va a insultar debajo de mi casa. Me empujó, me agarraron entre dos. Al principio no me achanté, me quitaban los zapatos, los tiraban y también la maleta. Una vez entre él y otro quisieron bajarme los pantalones en la ruta. El conductor ni la monitora hacían nada. Yo aterrorizada. Se lo conté a mi madre. Me sigue diciendo, te voy a amargar la vida, te voy a matar. Yo paso, intento hacer como que no me importa. Pedí que me cambiaran de ruta. Pienso todas las noches, mañana qué me hará. Es una humillación y no se pone la gente de mi parte porque tiene miedo. Un día me tiró una paloma muerta y caca de perro. Y piedras, muchas me tiró. Tuve ganas de ‘desaparecer’, por no aguantarlo. En serio. No veía otra salida. Se me junta todo. Esto y las notas son la mayor preocupación de mi vida. No quiero sufrir más, porque esto es peor que un cáncer. Quiero volver a ser feliz en el colegio y que no miren las cosas malas de la vida sino las buenas…”.

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dichos valores, lo que se puede manifestar en actitudes violentas o discriminatorias frente a otros niños. Por otra parte, numerosos psicólogos, antropólogos y sociólogos argumentan que la agresividad que manifiesta un niño reside especialmente en su entorno familiar, debido a que los menores reproducen lo que observan dentro de dicho entorno o incluso sus reacciones son consecuencia de los comportamientos que suceden dentro de su familia. Es así como el psiquiatra Luis Rojas Marcos, en el Congreso Internacional Innovación en la Educación, realizado en España en el 2005, argumentó que un niño es agresor debido a que el contexto en el que se desarrolla le va proporcionando estímulos negativos, ya sea por imitación o como consecuencia de la falta de afecto y seguridad. Esta aseveración permite concluir que la violencia se aprende. Un número considerable de especialistas hacen énfasis en que las causas de acoso escolar no se originan única y exclusivamente en la escuela, si no que es un cúmulo de factores que provienen de distintos contextos y que derivan en actitudes agresivas, que si no son tratadas a tiempo pueden arrastrarse hasta la edad adulta. Otro punto en el que hay consenso es que el bullying o matoneo es una acción que requiere de un diálogo estrecho entre la escuela y los padres, por ser difícilmente detectable, debido a que en la mayoría de los casos ocurre a espaldas de los profesores, en espacios donde no existe presencia adulta, como baños, comedores, pasillos o salidas de los centros educativos. Por eso es catalogada como una conducta antisocial, en la que participan, al menos, una persona que actúa como agresor y otra que es la víctima. Además, la presión de grupo, propia de los espacios escolares y el contexto en el que se desenvuelven los individuos, los conduce a tener distintas formas de participación, ya sea como observadores que apoyan al bullying, a quien hace la agresión, hasta quienes están en contra. Lo complejo es que en muchas ocasiones quienes actúan como agresores son víctimas en otro momento.

··· UN ENFOQUE EQUIVOCADO Por lo anterior, la prevención emerge como la mejor solución para acabar con la violencia escolar, más no asumir una actitud punitiva y juzgadora, tal y como

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lo vienen realizando los medios de comunicación social, debido a que esa “búsqueda de culpables”, está conduciendo a emitir juicios en los que se señala a los padres y colegios como culpables; se dice que “la culpa es de los padres que los han criado mal”, “eso es el colegio que no hace nada”, e incluso, “ese se lo merecía”. Los foros sobre el acoso escolar que circulan por Internet pueden ser una buena referencia de ejemplos, que ilustran cómo rápidamente se busca culpabilizar de un hecho que, en realidad, no tiene culpables propiamente dichos. En estos se pueden encontrar opiniones como las siguientes:

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“Si tienes un hijo acosado, es culpa de los padres. En mi experiencia los niños que sufren el acoso son niños que no saben defenderse. Más vale que lo aprendan en la escuela. Porque si no después tendrán que enfrentarse a otro tipo de problemas más difíciles cuando sean mayores”.


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“Si yo tuviese un hijo que fuese maltratado en el colegio, lo mandaría a clases de karate, kick boxing, boxeo...”.

sólo una de cada diez víctimas denuncia, más del 50% afirma que el no devolver los golpes es una actitud de cobardes.

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“Mijo, si le pegan no se deje, defiéndase con lo que encuentre”.

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“No se la deje montar, porque después no se los quita de encima; es mejor que le tengan miedo a uno”.

Algunas de las causales del matoneo en las aulas son los problemas físicos, como la obesidad o posibles problemas de salud mental, en donde se evidencia con mayor facilidad el bullying. También sucede con quienes tienen familias con bajos niveles socioeconómicos, cuando el nivel de estudios de los padres es bajo y se evidencia en diversos tipos de comportamientos no deseados por niños y adolescentes, que abarcan desde esas bromas pesadas, ignorar o dejar deliberadamente de hacer caso a alguien, los ataques personales e incluso los abusos serios. A veces es un individuo quien hace el “bullying” o un grupo.

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“…Pienso que gran parte de culpa la tienen los profesores…”.

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“…Todos los niños se metían conmigo e incluso algunos me esperaban a la salida del colegio para pegarme. Le conté a la profesora y lo único que hace es coger a los niños y obligarlos a que me pidan perdón delante de todos los compañeros, pero después me la montaron más feo…”.

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“Lo que está ocurriendo en las aulas refleja lo que ocurre en la sociedad, así que no soltemos el rollo y eduquemos mejor a nuestros hijos”.

Este tipo de expresiones emergen a partir de las experiencias de cada persona, por eso, se puede encontrar víctimas que canalizan su frustración hacia los que ellos piensan que prestaron menos atención a su problema, acosadores que traspasan parte de su culpabilidad a la víctima para justificarse, o muchos otros casos de marcado carácter subjetivo. El acoso escolar es una realidad social evidente en los colegios desde hace años, ya que normalmente quienes son más fuertes actúan como agresores y, por consiguiente, los débiles terminan siendo las víctimas, aunque también en esto hay una serie de mitos que no son ciertos. De acuerdo con los datos aportados por centros como la Fundación Instituto Colombiano de Psicoterapia Integral, la Fundación contra el Suicidio y la Red del Afecto, aproximadamente el 90% de los estudiantes han sido testigos de conductas agresivas, el 30% ha sido partícipe de esta situación, sea como agresor o como víctima; un porcentaje muy elevado de los estudiantes no denuncia los hechos ni los comenta a los profesores,

Lo más preocupante no es la acción en sí misma, sino los efectos que produce entre sus víctimas, tal y como lo afirma el médico psiquiatra Guillermo Carvajal, quien asegura que un porcentaje muy elevado de sus pacientes adultos fueron víctimas de acoso en el colegio. Lo anterior invita a observar qué síntomas son característicos en un niño o niña que está sufriendo un acoso sistemático y estas directrices se encuentran dirigidas a padres y profesores, especialmente, pues son los que están en contacto más directo con el alumno. Los padres deben fijarse si su hijo o hija presenta cambios de comportamiento y humor bruscos, así como tristeza e irritabilidad, continuamente tiene pesadillas y pérdida de apetito, presenta dolores somáticos, principalmente de cabeza y estómago, llegando incluso a derivar en vómito. De forma frecuente pierde pertenencias que lleva al colegio o las trae deterioradas, presenta hematomas o rasguños, no quiere participar en actividades colectivas ni relacionarse con sus compañeros y se niega a ir al colegio o sólo accede a ir acompañado. En cuanto a los profesores, ellos deben enfocarse hacia las relaciones de los estudiantes en puntos conflictivos, como los pasillos, el recreo, comedores y otros espacios fuera del aula. Un estudiantes que no quiere participar en actividades grupales, trabajos en el salón, se ausenta injustificadamente en las horas de clase, se queja constantemente de ser insultado, que se le pierden o le roban sus cosas, tiene cambios radicales de actitud y humor, poco comunicativo y triste, presenta moratones,

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En otros espacios de expresión se culpabiliza a los profesores o la sociedad:

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Si se detectan algunos de estos síntomas la sugerencia es la comunicación entre padres y profesores en primera instancia, pues lo primero que hay que hacer es ponerle fin a la situación de acoso que se está llevando a cabo.

Cuando un niño o joven se mete con otro compañero, insultándolo, poniéndole apodos, burlándose de él, amenazándolo, tirándole sus cosas, pegándole o diciéndole a los otros que no se junten con él.

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Hay que recordar que cuando se habla de víctima no hay que referirse sólo a quien es agredido, también debe tenerse en cuenta al agresor como una víctima con un problema que hay que solucionar. Actitudes violentas en niños y jóvenes se deben intentar corregir, de lo contrario esto se manifestará en su vida futura. Ejemplo de ello son las “violencias de género”.

Cuando en el patio, en el recreo, en el restaurante, la ruta y en la propia clase sucede, a veces, que unos compañeros se burlan de su aspecto, se ríen de él y luego le dicen sapo, lambón, nerdo, entre otros.

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Cuando algunos niños o jóvenes les dicen a los demás que no le hablen a otro, para que no tenga amigos o lo acusan de algo cuando es mentira.

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Cuando alguien abusa de su fuerza o se las da de “duro”, es el montador del grupo para que los demás se rían y le tengan temor.

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Cuando un grupo levanta rumores falsos sobre otro grupo o una persona en especial, simplemente porque no quiere salir con ellos o no están dispuestos a hacer lo que ellos quieren.

··· ALGUNAS CARACTERÍSTICAS Para poder hablar de acoso escolar deben estar presentes algunas de las siguientes características:

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Debe existir una víctima indefensa atacada por un abusón o grupo de abusadores.

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Presencia de desigualdad de poder (desequilibrio de fuerzas), entre el más fuerte y el más débil. Es una situación desigual, de indefensión para quien es la víctima.

··· TIPOS DE ACOSO ESCOLAR De lo anterior se puede establecer que algunos de los tipos de Bullying o acoso que se pueden encontrar son:

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Existencia de una acción agresiva repetida, durante un período largo de tiempo y de forma recurrente.

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La agresión crea en la víctima la expectativa de poder ser blanco de nuevos ataques, ya sea de manera esporádica o constante.

Físico: empujones, patadas, agresiones con objetos, etc. Se da con más frecuencia en Primaria que en Secundaria.

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La Intimidación se refiere a sujetos concretos, nunca al grupo.

Verbal: es el más habitual. Insultos y sobrenombres principalmente, también menosprecio en público, resaltar defectos físicos, etc.

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La intimidación se puede ejercer en solitario o en grupo.

Psicológico: minan la autoestima del individuo. Fomentan su sensación de temor.

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// Un líder es la persona con una gran capacidad

de comunicación, de sensibilidad, de planeación, de innovación, de creatividad, de responsabilidad, etc.

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De manera más concreta se puede afirmar que:

rasguños o incluso cortes, se queja frecuentemente de dolores somáticos (cabeza y estómago), descenso de los resultados académicos o quejas por parte de los padres en relación con que su hijo no quiera acudir al colegio, puede ser una víctima de acoso escolar.

Social: pretende aislar al joven o al niño del resto del grupo y compañeros. Nadie debe subestimar el miedo que un niño, niña o adolescente intimidado puede llegar a sentir. Todo lo anterior es maltrato entre iguales y se debe evitar confundir estas situaciones con los típicos altibajos


que se producen en las relaciones entre los estudiantes, especialmente a lo largo de la etapa de la adolescencia y pre-adolescencia. Los conflictos y las malas relaciones entre iguales, los problemas de comportamiento o de indisciplina son fenómenos perturbadores, pero no son verdaderos problemas de violencia, aunque pueden degenerar en ellos si no se resuelven de una forma adecuada. Para prevenir y atajar posibles brotes, es muy conveniente centrar el tema y aclarar entre todos de qué estamos hablando y dejar de pensar “que todo esto es normal entre los niños y jóvenes”, ni “que se trata sólo de bromas”. Lo que diferencia lo normal del fenómeno del acoso, es que en el caso del bullying la conducta es continua y el agresor es más grande, más fuerte y más poderoso que la víctima. Es muy importante distinguir lo esporádico de lo habitual. La persistencia es un poderoso indicador del riesgo que pueden estar corriendo, tanto víctima como agresor, de verse muy afectados.

··· PERFILES PSICOSOCIALES DE LOS DISTINTOS PARTICIPANTES EN EL BULLYING El agresor. Los agresores vienen en todas las formas y todos los tamaños.

A nivel físico se destaca la fortaleza física y en el ámbito social y familiar presentan dificultades de integración social y escolar, carencia de fuertes lazos familiares, bajo interés por la educación, emotividad mal encauzada en la familia, permisividad familiar respecto al acceso del niño a la violencia, reflejo de cómo ejercen sobre él la violencia, puede sentir que sus padres o los maestros no le prestan suficiente atención, han visto a sus padres o a sus hermanos mayores obtener lo que querían poniéndose bravos o agrediendo a otras personas; ellos mismos han sufrido las agresiones de un igual, de uno de sus hermanos o aun de sus propios padres y han estado expuestos a mucha violencia en películas, televisión y videojuegos. Sin embargo, no siempre quienes son generadores de acoso o bullying son conflictivos como podría deducirse de estas características. En ocasiones, los niños y jóvenes cuando están solos con la persona a la que agreden lo tratan amistosamente y, sin embargo, al unirse con otros amigos lo hacen para burlarse de él. La presión de los demás es importante en estas edades, por lo que no son plenamente conscientes de que están haciendo tanto daño y suelen pensar que se están divirtiendo. La víctima. Generalmente, cuando un agresor ha elegido a alguien, otros sabrán que esa persona es una víctima y empezarán a hacerle agresiones también.

Algunos son más grandes o más altos que los demás. Algunos se meten a menudo en problemas. Unos son jóvenes populares que parecen ‘tenerlo todo’, con cantidades de amigos y con buenas calificaciones. Al adentrarse en su pensamiento es posible afirmar que comparten algunos elementos comunes: algo o alguien los hace sentir inseguros, de modo que ellos fanfarronean y agreden para sentirse mejor ellos mismos.

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A nivel de su personalidad son agresivos, fuertes, impulsivos, presentan ausencia de empatía, poco control de la ira, con una percepción errónea de la intencionalidad de los demás sintiéndose siempre agredidos, autosuficientes, con una exacerbada capacidad exculpatoria que les lleva a no experimentar culpabilidad (‘el otro se lo merece’), bajo nivel de resistencia a la frustración, escasamente reflexivos, hiperactivos, con una baja capacidad para aceptar normas y convenciones negociadas, bajas competencias sociales y resolución de conflictos, su evolución a futuro puede llevarles hacia la delincuencia o la agresión familiar.

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Este tipo de niños y jóvenes tienen poca confianza en sí mismos y no parece poder defenderse solos, su personalidad es insegura, con baja autoestima (causa y consecuencia del acoso escolar), altos niveles de ansiedad, son débiles, sumisos, introvertidos, tímidos, con dificultades de relación y de habilidades sociales, no tienen amigos y generalmente están solos, presentan inmadurez para su edad. De otra parte, parecería que su indefensión es aprendida, debido a los círculos viciosos de victimización que viven después de sufrir episodios de agresión por parte de otros. Seguramente su incapacidad para afrontar los problemas lastimó la autoestima y empezaron a considerarse víctimas antes de serlo. Eso conduce a tener trastornos psicológicos y terminan protegiéndose con la ayuda de enfermedades imaginarias o somatizadas. Lo delicado es que puede derivar posteriormente, en trastornos psiquiátricos. A nivel físico se observa poca fortaleza, evidencian el uso de gafas, obesidad, pertenecen a alguna ‘minoría’ (color de piel, nivel económico, etc.). En relación con su familia y ámbito social se evidencia sobreprotección familiar, niños dependientes y apegados al hogar familiar, dificultad para hacer amigos y cuando lo hacen se apegan excesivamente a ellos. Lo anterior lleva a la generación de dependencia, por lo que suelen sentirse obligados a obedecer, incluso cuando no están de acuerdo con lo que los amigos les proponen, puesto que ello crea vulnerabilidad social y predispone a la sumisión y a la victimización. Son las personas menos populares de la clase, con una pobre red social de apoyo (compañeros y profesores), lo que conduce a carecer de un grupo de apoyo que los proteja, generándose así el aislamiento social. Si no encuentra una forma de reorganizar su vida social, puede profundizar en su soledad y crearse un estado de miedo que predispondrá a los otros contra ellos.

··· TIPOS DE VÍCTIMAS Y AGRESORES Se pueden establecer dos clases, tanto de víctimas como de agresores, con características diferentes:

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Agresores activos. Se relacionan directamente con la víctima, es decir, arremeten personalmente.

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Agresores indirectos o pasivos. Dirigen o inducen en la sombra a los demás para que realicen actos de acoso o bullying con sus víctimas.

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Víctimas activas y provocativas. Suelen ser alumnos que tienen problemas de concentración y tienden a comportarse de forma irritante a su alrededor. Esto les sirve a los acosadores como forma de excusar su comportamiento.

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Víctimas pasivas. Son inseguros y se muestran callados ante la agresión. Lo que es interpretado por el agresor como desprecio y los hace más fuertes.

La realidad es que el bullying generalmente se da con espectadores, con personas alrededor, porque para los agresores es muy importante tener público. El acosador requiere que la gente vea lo que está haciendo y que tiene poder sobre su víctima. Esto ocurre generalmente porque desean tener reputación de ser rudos o fuertes o porque creen que eso los hará ser más populares.

··· CLASES DE PÚBLICO Las “clases de público o espectadores” que contemplan el fenómeno son cruciales y de vital importancia para prevenir y abordar el problema. Hay estudiantes que desean ‘ponerse del lado’ del acosador, porque eso los hace sentirse fuertes, ya que si lo hacen del lado de la víctima eso los haría sentirse débiles. Por eso, se divierten con las agresiones, no creen que protestar pueda ayudar, temen que si dicen algo el agresor se irá contra ellos, sienten que están sacando de sí sus frustraciones al lastimar a alguien, aunque ellos mismos no estén lastimando a la víctima sino mirando cómo la lastiman. Como consecuencia lógica, para quienes son víctimas de acoso con el aval del grupo, tienden al fracaso y a tener dificultades escolares, fobia escolar, déficit de autoestima, generación de cuadros depresivos, autoimagen negativa, baja expectativa de logro. Por su parte, el acosador genera la antesala de la conducta delictiva y establece la agresión como opción de vida.


··· ALGUNOS FACTORES QUE FAVORECEN LA APARICIÓN DEL FENÓMENO

las provocadas por las dificultades de integración social del alumnado.

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Actitud emotiva de los padres. Una actitud negativa, carente de afecto hacia sus hijos, incluso de rechazo.

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Chicos/as de nuevo ingreso en el centro educativo, que provienen de contextos escolares muy diferentes o cuya integración está siendo difícil.

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Grado de permisividad de los padres. Ante la conducta agresiva del niño, por lo que deben aprender dónde se encuentran los límites a su conducta y las consecuencias que obtendrán por su incumplimiento.

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Modificaciones importantes en los cursos, como consecuencia del cambio de profesorado, del cambio de etapa o ciclo, etc.

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Sistema disciplinario laxo, inconsistente, ambiguo o extremadamente rígido.

Métodos de afirmación de la autoridad. Uso del castigo físico y maltrato emocional. Este tipo de métodos generará más agresividad (‘la violencia engendra violencia’).

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Periodos de crisis o transformación de su contexto familiar. Acontecimientos traumáticos, enfermedades, etc.

Desde un nivel personal el agresor presenta falta de control, agresividad e impulsividad, consumo de diversas sustancias, aprendizaje de conductas violentas en los primeros años de vida. Por su parte, las víctimas evidencian desviaciones externas, es decir, rasgos que pueden singularizar a la víctima y hacerla distinta. Por ejemplo, obesidad, gafas, estatura, color de piel, manera de hablar, etc. Pero estos rasgos no son siempre elementos desencadenantes de ataques a las víctimas que las porten. Olweus descarta que las desviaciones externas expliquen los ataques en las víctimas. En sus estudios demuestra que un 75% de los niños y jóvenes pueden caracterizarse por alguna desviación externa, es decir, todos somos diversos bajo alguna característica concreta. En este sentido, las desviaciones tendrían un papel mediador o en el inicio de los ataques, pero no decisivo a la hora de agravar, desarrollar, salir o solucionar el problema. Los criterios que pueden propiciar la aparición del bullying dentro del ámbito escolar es el siguiente:

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En el ámbito escolar, frecuentes cambios de colegio, por distintas causas; desde razones objetivas, como el cambio de residencia familiar, a

Así pues, siguiendo la vertiente teórica sobre qué atribuye su configuración al ambiente en el que se desarrolla un individuo, se puede afirmar que la situación de acoso escolar así como muchas otras situaciones similares de intimidación son debidas a la influencia negativa de varios factores como la familia, el entorno social, el nivel cultural o incluso la misma escuela.

··· BUSCAR LAS RAÍCES Una de las primeras medidas para luchar y prevenir el acoso escolar consiste en acudir a la raíz del problema, abogar por una adecuada educación en los valores, así como informar y formar a los padres para que ellos participen adecuadamente en esta inculcación de valores positivos. Si se diera el caso que desde la familia el niño estuviera recibiendo continuos estímulos negativos, se hace necesario llevar a cabo un plan de contraste que rectifique algunos de los esquemas mentales incorrectos que el niño o niña pueda construir, tomando como ejemplo actitudes, normas o valores que se exhiben en el contexto de su hogar. Si un niño o niña, desde que está en edad para pertenecer a la etapa de la educación infantil, observa en su familia muestras de desprecio o violencia, ya sea verbal, psicológica o física, de forma continua, hacia otro integrante del grupo, será esta, lo más probable, una actitud que imite ya no sólo entre compañeros de estudio, sino con los propios educadores. Por ello, desde muy temprana edad hay que insistir en los valores positivos como la cooperación, el respeto, la tolerancia, así como muchos otros que se hacen necesarios en la labor de los educadores de formar personas y futuros integrantes de nuestra sociedad.

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También cabe, dentro de los posibles factores que intervienen en la adquisición de hábitos que deriven en actitudes que puedan converger en situaciones de acoso, la falta de atención por parte del núcleo familiar hacia el niño. Actitudes de rebeldía o respuestas violentas a pequeñas provocaciones son tácticas para buscar ser centro de atención del círculo adulto que le rodea. Sin embargo, a pesar de ser caso digno de mención no es el más habitual. Finalmente, se apuesta por partir de la escuela como gran elemento educador de valores e instrumento preventivo, ya no sólo de problemas como el acoso escolar sino incluso de posteriores con similares causas, como puede ser la violencia de género o el acoso moral o mobbing.

intervención deben ser varias y estar en constante comunicación e interrelación. No hay que olvidar que la mejor estrategia es la prevención, es decir, hay que evitar que actitudes agresivas, ya sean físicas, morales o verbales, formen parte de la vida cotidiana en las aulas. Para ello, se p u e d e a b o g a r por una constante e d u c a c i ó n en valores que no se quede en lo meramente magistral, sino que se llegue a la práctica y la conciencia de que la “violencia tan sólo engendra más violencia”. Una adecuada educación en valores y una ágil y rápida intervención pueden ser la clave que lleve a la reducción del fenómeno del acoso escolar.

El acoso escolar o Bullying es un fenómeno que afecta a las aulas de todo el mundo y su origen se encuentra principalmente en aquellos factores exógenos que conforman e influyen en los individuos como personas integrantes de cada sociedad. Es un problema de competencias compartidas y que no afecta a un solo contexto, por lo que los responsables y las vías de

··· BIBLIOGRAFÍA Defensor del Pueblo (2000) Informe sobre la violencia escolar: el maltrato entre iguales en la Educación Secundaria Obligatoria, Madrid, Publicaciones de la Oficina del Defensor del Pueblo.

Fuensanta Cerezo Ramírez. La violencia en las aulas. Análisis y propuestas de intervención. Ediciones Pirámide, colección Ojos Solares, Madrid, 2001

Ortega, R. (2001) El Proyecto Sevilla contra la violencia escolar: un modelo de intervención educativa de carácter ecológico.

Fernández y otros. Violencia en la escuela y en el entorno social. Una aproximación didáctica. Ed. CEP de Villaverde, Madrid, 1991.

Rojas, L. (2005) La convivencia en los centros educativos, Congreso Internacional Innovación en la Educación, Valladolid, España. Foro Euroresidentes, Sección acoso escolar. http://80.34.125.99/phpBB2/viewforum.php?f=11 Urra, Javier. El pequeño dictador, cuando los padres son las víctimas. Ed. La Esfera de los libros. Madrid, 2006.

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LOS FACTORES DE RIESGO POR CAUSA DE LA VIOLENCIA Y Y EL MALTRATO QUE SUFREN LOS NIテ前S

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En el proceso de enseñanza – aprendizaje se habla de la importancia que tienen la dignidad y los valores intrínsecos de los seres humanos como base fundamental de la libertad, la justicia y la paz en el mundo y, además, se insiste en el ejercicio de los derechos y del respeto que nos corresponde a todos por el solo hecho de ser personas, aunque todo esto parezca una utopía.

orden natural y legítimo que facilita su reproducción social, materializada en mitos que son invulnerables ante pruebas racionales por los grados de aceptación en el imaginario social, hasta llegar al grado en que las víctimas resultan ser culpables de su propia vulneración. Si a esto se le suma la transmisión estereotipada de género en la que contribuye la familia, la percepción de la violencia se torna en un modo natural para la resolución de los conflictos.

Sin embargo, en Cree-Ser consideramos que estos postulados no solamente tienen vigencia, sino que deben convertirse en una especie de carta de navegación en el proceso de formación de la sociedad para que se eliminen todas las formas de violencia y se fortalezca el ejercicio de la vida.

En lo referente a las problemáticas que vivencian las familias y fundamentalmente en la concerniente a las distintas formas que adopta la violencia, es importante resaltar que junto al tema de violencia intrafamiliar y violencia familiar, coexisten otros elementos como son la violencia de género, violencia doméstica y violencia conyugal, las que añaden y plantean permanentes dudas en relación con la pertinencia de su conceptualización.

Estos son algunos apartes del Módulo ‘Violencia, Maltrato y Factores de Riesgo’ de la serie Grano de Arena Familiar, que está a disposición de los lectores de Espacio Educativo en la sede de la Fundación Cree-Ser.

PROTECCIÓN DEL ESPACIO FAMILIAR Las manifestaciones violentas han sido utilizadas como un elemento de dominio y poder frente al débil, para ejercer control sobre la conducta del otro, concediendo poder a la obediencia, no entregando colaboración sino subordinación, y no respeto sino sometimiento, que se evidencia en conceptos como disciplinar, educar, limitar, proteger y hasta tranquilizar; en los cuales se basan quienes ejercen violencia y en muchos casos justificados por las víctimas. Uno de los ejes conceptuales que dificultan la comprensión y reconocimiento de la naturalización de la violencia, es la creación de pautas culturales como la conformación de jerarquías que se apropian del uso de la fuerza como elemento de poder, generando percepciones de la violencia como un

Según el Consejo Europeo, violencia familiar “es toda acción u omisión cometida en el seno de la familia por uno de sus miembros, que menoscaba la vida o la integridad física o psicológica, o incluso la libertad de otros de los miembros de la misma familia, que causa un serio daño al desarrollo de su personalidad”. Entender la violencia familiar como un problema social, lleva al cuestionamiento de cuáles son las causas que la originan. Jorge Corsi desarrolló el denominado Modelo Ecológico, con base en el cual pueden explicarse. Para ello se debe visualizar a la persona en los diversos espacios en que actúa y que le afectan directa o indirectamente. Estos son: Microsistema. Se refiere a las relaciones directas que hacen las personas con la red vincular más próxima. Aquí la familia juega un papel preponderante, siendo el escenario donde aparece la reproducción aprendida de los modelos violentos de comunicación y resolución de conflictos. Exosistema. Está compuesto por la comunidad más próxima. Mediador entre los niveles de la cultura y el individual, que después de la familia son los subsiguientes espacios de socialización e interacción en los cuales las personas también adoptan actitudes y comportamientos adecuados o inadecuados, dependiendo de la información que adquiere y cómo la interioriza para asumir su quehacer: la escuela, la iglesia, la calle, los medios de comunicación, los espacios laborales, los ámbitos recreativos, los organismos judiciales y de seguridad, entre otros.

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Como se ha dicho tantas veces en diversos escenarios, la familia es una organización que desde la antigüedad representa el mayor distintivo de amor y justicia. Ésta ha permitido la aparición de las primeras organizaciones sociales y el fortalecimiento de la vida en comunidad, lo mismo ha sucedido con la escuela escenario institucionalizado como uno de los centros del conocimiento.

Macrosistema. Comprendido como las formas de organización social, sistemas de creencias y estilos de

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vida que prevalecen en una cultura en particular. Patrones generalizados de una sociedad como es el caso de la cultura patriarcal.

VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Según el Manual de Atención contra la Violencia Intrafamiliar de la Defensoría del Pueblo, la violencia intrafamiliar es la “Forma de establecer relaciones y de afrontar los conflictos recurriendo a la fuerza, la amenaza, la agresión o al abandono”. En correspondencia con este concepto, podemos determinar como violencia intrafamiliar a las situaciones o formas de abuso de poder o maltrato físico o psicológico de un miembro de la familia sobre otro, que se desarrollan en el contexto de las relaciones familiares y ocasionando diversos niveles de daño a las víctimas. Generalmente sus manifestaciones se presentan mediante el usodegolpes,insultos,manejoeconómico,amenazas,chantajes emocionales o económicos, control excesivo que coartan la libre movilidad, abuso sexual, aislamiento de familiares y amistades, prohibiciones, abandono afectivo, humillaciones o no respetar las opiniones. Estas son algunas de las formas más comunes que surgen en la violencia intrafamiliar y que en las relaciones de abuso suelen combinarse, generando daños en las personas como consecuencia de uno o varios tipos de maltrato.

// Según el Consejo Europeo, violencia familiar “es

toda acción u omisión cometida en el seno de la familia por uno de sus miembros, que menoscaba la vida o la integridad física o psicológica, o incluso la libertad de otros de los miembros de la misma familia, que causa un serio daño al desarrollo de su personalidad”.

Las personas que la padecen se encuentran en la mayoría de los casos en los niveles de menor poder dentro de la estructura jerárquica de la familia a la que pertenecen, donde variables como la edad, el género y lo generacional son en la cotidianidad componentes decisivos para establecer la distribución del poder en el contexto de una cultura patriarcal. De esta manera, las mujeres, los menores de edad y los adultos mayores son identificados como las víctimas más frecuentes, a quienes se suman las personas con discapacidad,

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tanto física como mental, por su particular condición de vulnerabilidad.

// Estas conductas y actitudes, mediante las cuales se

expresa la violencia de género, pretenden perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por la cultura patriarcal y promueven el irrespeto a las diferencias, apoyado en los estereotipos de género, conservando estructuras de dominio que se derivan de ellos.

Es importante aclarar que aunque la mayoría de estos actos de violencia son dirigidos hacia estos grupos y así se constituyen las diferentes categorías de la violencia intrafamiliar, no se debe dejar a un lado la existencia de casos en los que la violencia se da contra el sexo masculino adulto, por parte del sexo opuesto. La violencia que el hombre recibe al interior de la pareja no es considerada como problema social por lo excepcional de los casos, razones que pueden ser irrelevantes para quien es víctima del maltrato, pero esta determinación se basa en la cantidad y tipo de denuncias que se reciben en los centros de atención a la problemática, que se incrementa por la baja cantidad de casos que son declarados. Si bien muchas acciones de violencia intrafamiliar son evidentes, otras pueden pasar desapercibidas, siendo su invisibilidad el mayor obstáculo para su atención por ser un tema secreto y vergonzoso para quienes lo sufren y como consecuencia se escapa del conocimiento público, pues los únicos testigos son los miembros de la familia, que mantienen el silencio, ya sea por preservar la imagen o por miedo a la represalia. Lo fundamental para identificarla es determinar si la pareja o familia usa la violencia como mecanismo para enfrentar y resolver las diferencias de opinión.

VIOLENCIA DE GÉNERO Y DOMÉSTICA Para comprender la violencia de género es importante anotar que esta situación no se limita al espacio familiar, siendo un rango de violencia estructural, basado en un sistema de creencias sexista que pretende establecer la superioridad de un sexo sobre el otro, que comúnmente se dirige hacia las mujeres con la intención de mantener o aumentar su sometimiento al género masculino, adoptando diversas manifestaciones en aspectos como lo político, lo laboral, el


acoso sexual, la violación física y moral, la trata de blancas, la utilización del cuerpo femenino como objeto de consumo, tan común en los medios masivos de comunicación y en la publicidad; la segregación basada en ideas religiosas y todas las formas de maltrato físico y psicológico que puedan sufrir en cualquier contexto, privado o público. Estas conductas y actitudes, mediante las cuales se expresa la violencia de género, pretenden perpetuar el sistema de jerarquías impuesto por la cultura patriarcal y promueven el irrespeto a las diferencias, apoyado en los estereotipos de género, conservando estructuras de dominio que se derivan de ellos.

// Acoso. Práctica de una estrategia con el objetivo de

lograr un estado de desesperación, malestar y depresión, mediante acciones de hostigamiento con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones que pretenden reducir su seguridad personal y autoestima, que buscan el sometimiento de la víctima a la voluntad del agresor.

Cuando esta violencia se ejerce en el espacio familiar es llamada violencia doméstica, con altos niveles de afección en lo conyugal cuando ocurre en la relación de la pareja, con la mujer como grupo en mayor riesgo. Esta forma de violencia mantiene los mismos objetivos de la violencia de género, apuntando a formas de abuso que por acción u omisión ocasionan daño físico, psicológico y en gran medida combinando las dos características, sobre las relaciones entre quienes mantienen o han sostenido un vínculo afectivo relativamente estable, incluyendo las relaciones de pareja, entre padres e hijas y con relativa frecuencia entre hermanos hacia las hermanas, al presentarse réplicas de los modelos que han percibido y apropiado al interior de la familia, sin descontar las influencias que el medio y los factores socioculturales realizan sobre las actitudes y comportamientos de los agresores. Es de resaltar que la violencia doméstica no se limita al espacio físico, concebido como el lugar en que se habita, sino que está definido por las interacciones en lo privado, donde no es necesaria la convivencia en una misma vivienda para que se presente.

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FORMAS DE VIOLENCIA Las formas del maltrato son generalmente expuestas desde lo físico por el uso de los sentidos como herramientas primarias para la percepción, este proceso tiende a invisibilizar

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otras manifestaciones que pasan desapercibidas. La violencia intrafamiliar puede adoptar una o varias de las siguientes formas: física, psicológica, por abandono, abuso sexual y abuso económico. Violencia física. El maltrato o abuso físico es la forma más evidente de violencia, definido como los actos de agresión intencionados que utilizan la fuerza física, mediante el cuerpo del victimario, objetos, armas o sustancias que pueden producir enfermedad, dolor, heridas o mutilaciones. Tiene niveles que van desde lesiones como hematomas, fracturas y quemaduras, hasta lesiones internas que pueden generar incluso la muerte. Violencia psíquica o psicológica. Se puede definir como un conjunto de comportamientos que produce daño o trastorno psicológico, afectando la salud mental y la estabilidad emocional. Comúnmente llamados espirituales, que implican los afectos y sentimientos. Esta categoría no produce traumatismos inmediatos, pues el daño pasa por niveles de acentuación que se consolida con el tiempo. Su sentido es lograr sometimiento de la víctima a un clima emocional, en el que sobrelleva una progresiva debilitación psicológica hasta presentar síntomas depresivos que en su máximo grado pueden desembocar en el suicidio. La violencia psicológica presenta características que permiten clasificarla en tres categorías: Maltrato. Son actos que se realizan en contra de la dignidad de la persona, mediante el uso de la degradación continuada, o acciones pasivas definidas como abandono. Se manifiesta con el uso de palabras soeces, amenazas y frases encaminadas a desconocer el valor y la estima de otras personas; con la ridiculización como forma habitual de expresión, descalificaciones, desprecios, críticas permanentes, sometimiento a encierro, alejando a la víctima del núcleo familiar o del círculo de amigos o impidiéndole el acceso al estudio, el trabajo o la recreación. También se aprecia en actitudes como portazos, abusos de silencio, engaños, celotipia (celos patológicos), control de los actos cotidianos, bloqueo de las iniciativas, prohibiciones, condicionamientos e imposiciones. Acoso. Práctica de una estrategia con el objetivo de lograr un estado de desesperación, malestar y depresión, mediante acciones de hostigamiento con críticas, amenazas, injurias, calumnias y acciones que pretenden reducir su seguridad personal y autoestima, que buscan el sometimiento de la víctima a la voluntad del agresor.

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El acoso afectivo es cuando el acosador depende emocionalmente de su víctima, afectando su intimidad, tranquilidad y el libre uso del tiempo interrumpiéndola regularmente con demandas exageradas e inoportunas de afecto. Si el acosador encuentra rechazo usa el chantaje emocional como estrategia con manifestaciones extremas que justifica esgrimiendo el amor como pretexto. Manipulación. Acciones que niegan la libertad, autonomía y derecho a tomar decisiones acerca de su propia vida y sus propios valores, en las que el victimario desconoce a la víctima como ser humano. Generalmente usa amenazas y críticas para generar culpa o vergüenza. Violencia por abandono. El abandono es más palpable en los niños, personas mayores y personas discapacitadas. Es definida como un maltrato pasivo que se genera si no son atendidas en forma oportuna las necesidades físicas, como alimentación, abrigo, higiene, protección y cuidados tanto médicos como afectivos con la indiferencia ante los estados anímicos. Violencia por abuso sexual. Definido como los actos que atentan contra la dignidad y la libertad de una persona mediante el uso de la fuerza física, psíquica o moral, con el propósito de imponerle una conducta sexual en contra de su voluntad. Acto agresivo con el cual se busca degradar, expresar el dominio y el poder que alguien tiene sobre una persona.

// La organización familiar desarrolla una relación con

la sociedad, y aunque la familia se modifica, persiste como una estructura constante que se adapta al entorno social en constante cambio, lo que conlleva a pensar la estructura familiar como sistema que se funda en una unidad integral, que no permite una mirada simplista desde la sola sumatoria de las características individuales de sus miembros sino como un conjunto de interacciones.

Este tipo de abuso también afecta a niños y adolescentes cuando un familiar o un cuidador los manipula para obtener algún grado de satisfacción sexual, con el exhibicionismo, invitaciones a participar en actividades sexuales o en material pornográfico, y con el contacto físico hasta llegar a la violación. También se presenta cuando el vulnerador se vale de la incapacidad física o mental de personas discapacitadas y personas mayores.


VIOLENCIA INTRAFAMILIAR Si existe violencia en la relación de pareja es necesario buscar ayuda y tener en cuenta que el ciclo de violencia no se rompe solo. Es importante:

*

Reconocer el problema y considerarlo seriamente

*

Conversar con su pareja y decir que la violencia debe terminar

*

Dejar de justificar la violencia diciéndose que a veces uno mismo la provoca con su actitud. “Nada justifica la violencia”.

*

Decirle firmemente lo que usted no quiere hacer

*

Busque un lugar donde refugiarse en momentos de emergencia, si se ve imposibilitada(o) de quedarse en su hogar

*

No se aísle, busque familiares o personas amigas para conversar con alguien que le dé confianza sobre lo que le sucede. “Lo importante es romper el silencio”

*

Llamar a alguna entidad que le brinde ayuda y orientación

*

Integrarse a actividades que la(o) fortalezcan como persona.

*

Busque asistencia legal e infórmese de sus derechos y de los que la(o) protegen

*

Denuncie y/o recurra a instituciones de su comunidad.

MALTRATO INFANTIL El maltrato infantil puede definirse como los actos no accidentales, únicos o repetidos, que por acción o falta de respuestas o acciones apropiadas, provoca daño físico o psicológico a una persona menor de edad, por parte de algún miembro de la familia o cuidadores. Según la Declaración Universal de las Naciones Unidas, el maltrato infantil incluye el abandono completo o parcial y todo comportamiento o discurso adulto que infrinja o interfiera con los Derechos del Niño. La violencia, ya sea física, sexual o emocional, es una de las más graves infracciones a estos derechos, por las consecuencias inmediatas, a mediano y largo plazo que generan en el desarrollo del menor. Dentro de esta categoría podemos clasificar también el abuso fetalqueocurrecuandolafuturamadreingiere,deliberadamente, alcohol o drogas, estando el feto en su vientre. Producto de lo cual el niño(a) puede nacer con adicciones, malformaciones o retraso severo, entre otros problemas.

// La incoherencia de las actitudes paternas, la falta

de tranquilidad y de estabilidad en la vida familiar, son factores que ponen a los niños en un clima de inseguridad afectiva, poco propicia para una buena adaptación a otros ámbitos de socialización como la escuela y la comunidad. La principal consecuencia de los niños maltratados es el sufrimiento, la consecuencia del carácter traumático y los mecanismos de adaptación desarrollado por los niños como procesos de aprendizaje de la violencia. Las experiencias del niño vulnerado. Los niños vulnerados vivencian altos niveles de miedo, producidos por los comportamientos abusivos a los que han sido expuestos por sus padres, familiares y/o cuidadores. Así el niño(a) vive un ambiente de inseguridad e indefensión provocada por los niveles de incertidumbre en sus relaciones familiares. No hay niño preparado sicológicamente para hacerle frente al estímulo sexual repetitivo. De acuerdo con la Academia Estadounidense de Psiquiatría del Niño y del Adolescente, aún los niños de dos o tres años que no pueden saber que la actividad sexual es incorrecta, desarrollarán problemas como resultado de su inhabilidad para hacerle frente a la sobreestimulación.

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Violencia por abuso económico. Se presenta por el incumplimiento de las obligaciones económicas teniendo la posibilidad para cumplirlas, al no suplir las necesidades básicas de los miembros de la familia, hacia los hijos menores de edad y estudiantes, los adultos mayores u otros miembros dependientes, así como a la mujer que no posee trabajo remunerado, o menospreciando el aporte a la economía familiar subvalorando el trabajo doméstico dependiendo del caso y obligando su realización en uno solo de sus miembros. También sucede cuando se genera la apropiación indebida de los bienes de otros miembros de la familia sin su consentimiento o aprovechándose de su incapacidad.

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Cuando ha sido expuesto a abuso sexual prolongado, generalmente desarrolla pérdida de autoestima, con sensaciones de pérdida de valor como persona y adquiere una perspectiva anormal de la sexualidad, llegando al retraimiento con la pérdida de la confianza en los adultos y hasta puede llegar a considerar el suicidio como estrategia de escape a su condición. Mecanismos de adaptación a la violencia. Los niños y niñas pueden desarrollar marcos comportamentales como mecanismos de adaptación a la violencia familiar. Estos son:

*

Hacerse “transparente”, comportándose extremadamente obediente, pasivo y poco exigente para pasar desapercibido, evitando provocar un acceso de violencia.

*

Adaptación de una personificación de “niño malo”, con comportamientos violentos y provocadores, asumiendo así la responsabilidad de los castigos y golpes. Este comportamiento se presenta cuando el niño acepta los mensajes de una comunicación distorsionada, porque ha sido limitado con impedimentos para reflexionar y denunciar el carácter incomprensible de estos.

*

La “identificación con el agresor”, más comúnmente en niños varones, presentando necesidades compulsivas de dominio, replicando el abuso y la agresión a los demás, como mecanismo de defensa de sus miedos, angustias e impotencias provocadas por el agresor.

Estos tres mecanismos tienen como consecuencia posibles adolescentes agresivos, padres maltratadores o como parejas generadoras de violencia conyugal. Consecuencias Psicosociales. Las huellas invisibles que constituyen secuelas psicológicas y sociales en los niños pueden ser:

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*

Trastornos de la identidad

*

Ansiedad crónica

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Desconfianza en los demás

*

Trastornos de aprendizaje y retardo en el crecimiento

*

Desesperanza y depresión

*

Autodestrucción y autocastigo


La Academia Americana de Pediatría recomienda que se tengan en cuenta los siguientes pasos: Hablar con los niños sobre el abuso sexual. Si la institución educativa a la que asisten los niños tienen programa sobre el abuso sexual, hable sobre lo que han aprendido.

*

Enséñeles a los niños cuáles son las partes privadas del cuerpo (las partes cubiertas por un traje de baño), y los nombres de esas partes. Dígales que su cuerpo es de ellos(as). Enséñeles a gritar “no” o “déjeme” a cualquier persona que les amenaza sexualmente.

*

Escuche cuando los niños traten de decir algo, especialmente cuando se les haga difícil decir algo. Esté seguro que los niños sepan que está bien decirle si alguien intenta tocarlos de una manera que los haga sentir incómodos, independientemente de quien sea el abusador. Dígale que pueden tener confianza en usted y que no se enojará si le dice algo.

*

Proporcione a los niños bastante tiempo y atención. Puede usar reuniones familiares semanales para discutir sobre las experiencias buenas y malas.

*

Conozca los adultos y los niños que pasan tiempo con sus hijos menores. Tome precauciones cuando deje los niños pasar tiempo solos en lugares extraños con otros adultos o niños mayores. Visite al cuidador de sus hijos sin previo aviso. Pregúnteles a sus niños sobre sus visitas al proveedor de cuidado o niñero.

*

Nunca deje que los niños entren a las casas de desconocidos sin un padre o un adulto de confianza. Las ventas de puerta en puerta son un riesgo, en particular para los niños solos.

*

Pregunte si la escuela de su niño tiene un programa para prevenir el abuso para los maestros y niños. Si no existe, promuévalo.

*

Dígales a las autoridades si sospecha que alguien está abusando de sus hijos o de otras personas.

Los niños que han sufrido abusos sexuales y sus familias necesitan evaluación y tratamiento profesional inmediato, para que los niños puedan recuperar su sentido de autoestima, sobrellevar sentimientos de culpabilidad por el abuso e iniciar el proceso de superación del trauma; así se podrá asumir desde la familia un acompañamiento asertivo para reducir el riesgo de que el niño(a) desarrolle mayores problemas en su etapa adulta.

INDICADORES DE MALTRATO Es relevante conocer las afecciones que la violencia intrafamiliar genera en todos los niveles sociales, económicos y culturales, así como las dificultades que presentan las víctimas para relatar lo que les sucede, pues el miedo, la vergüenza y la tendencia a culpabilizarse de la situación, sumado a una “segunda victimización” que surge al rememorar los hechos, en el momento de comunicar el suceso ante funcionarios de las entidades encargadas de recibir las denuncias, ya que en la mayoría de los casos no se realizan procedimientos adecuados de atención que contemplen plenamente el grado de vulnerabilidad en que se encuentran las víctimas.

// Así como existe el proceso de aprendizaje en la

habilidad de solución de problemas, con sus posibilidades para mejorar y hasta aprehenderlo, también existen obstáculos que pueden entorpecer el camino hacia el logro de los objetivos.

Muchas víctimas no delatan las agresiones por temor a represalias o por la idea que esto empeora la situación, además de las condiciones de las personas mayores y personas con discapacidades, quienes pueden presentar dificultades de expresión para denunciar lo que les sucede. Pese a esto, existen algunos indicadores que permiten detectar posibles situaciones de violencia intrafamiliar. Estos son: Indicadores físicos. Frecuentemente son más visibles, evidenciados por lesiones físicas como hematomas, rasguños, mordeduras, quemaduras e irritaciones en la piel, marcas y cicatrices en el cuerpo, fracturas, dislocaciones, torceduras, inmovilidad o pérdida de piezas dentales. Si la situación es sobre abuso sexual, también pueden aparecer enfermedades de transmisión sexual, irritaciones en los genitales o el ano, acompañadas de hemorragias y dificultad al caminar o al sentarse, condiciones que son más evidentes cuando la víctima es un niño(a).

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Las familias pueden impedir o disminuir las oportunidades de abuso sexual con la orientación a los niños para que cuenten a sus padres o adultos a cargo de su cuidado, si alguien trata de tocarles el cuerpo y/o hacerles cosas que le hacen sentirse raros. Enseñar a los niños que el respeto a los mayores no es obedecer ciegamente a los adultos y a las figuras de autoridad, reduciendo indicaciones como tener que hacer “todo” lo que les manden figuras externas.

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Cuando el maltrato es por abandono y la carencia de cuidados, se pueden presentar síntomas de desnutrición, deshidratación, falta de higiene corporal y dental, así como enfermedades respiratorias o dermatológicas, con mayor frecuencia en personas mayores, discapacitados y niños. Indicadores emocionales y conductuales. Se presentan en forma de llanto, sentimientos de culpa o vergüenza, temor, tristeza, angustia, depresión, ansiedad, insomnio, irritabilidad, cambios de humor, olvidos o falta de concentración, confusión, desorientación y aislamiento, enfermedades como la anorexia y la bulimia, baja autoestima, ideas o conductas suicidas.

// Una atmósfera que considera la agresión como

una estrategia inapropiada para contener las actitudes hostiles del niño, en la que se le reprime con firmeza pero afectivamente, es capaz de establecer límites como mecanismo preventivo que perdura contra los modelos agresivos. Enseñarle al niño medios alternativos también reduce la necesidad de recurrir a peleas.

Cuando la víctima es un niño(a) pueden presentarse problemas en el lenguaje, cambios bruscos e inesperados de conducta, temor al contacto con adultos o rechazo a determinadas personas o situaciones, resistencia al contacto físico, alteraciones del sueño, del apetito o de la evacuación, agresividad, retraimiento, aislamiento, erotización y/o sensualización de la conducta y de las relaciones, baja inesperada del rendimiento escolar, lenguaje y comportamientos que denotan el conocimiento de actos sexuales inapropiados a su edad y fugas del hogar. Es importante atender las expresiones o comentarios con elementos “fuera de contexto” y no consecuentes con el conocimiento que debería tener el niño(a), los cuales puedan suministrar indicios indirectos de abuso.

SITUACIONES QUE DEBEN APRENDERSE A MANEJAR Cada miembro de la familia tiene roles que varían en el tiempo y que dependen de elementos como la edad, el sexo y sus interacciones con los otros miembros familiares, por esto las influencias dentro de la familia son multidireccionales que como una red, hacen que las acciones de uno de ellos incida en los demás integrantes. Según, ‘La familia funcional y disfuncional, un indicador de salud’, desde un punto de vista sistémico, la familia es un grupo o sistema compuesto por subsistemas que serían sus miembros y a la vez integrada a un sistema que es la sociedad.

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HABILIDADES DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS EN LOS NIÑOS Dentro de la clasificación de las habilidades sociales se encuentran las habilidades de resolución de problemas en el rango de cognitivas sociales; considerada como una de las más importantes y por su relevancia en la solución de situaciones conflictivas en las que se encuentran implicados los niños y sus pares. María Inés Monjas Casares, del Programa de Enseñanza de Habilidades de Interacción Social, dice que entre las habilidades que se pretende que los niños desarrollen con respecto a estas habilidades sociales se encuentran las siguientes:

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Sensibilidad ante los problemas, esto a través de la identificación de los sentimientos propios del niño, a raíz de la definición del problema

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Pensamiento alternativo

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Pensamiento medio-fin

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Pensamiento consecuencial

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Pensamiento causal

El desarrollo y adquisición de estas habilidades dependen de la maduración y del desarrollo cognitivo que se genera a distintas edades, sin excluir el componente de la experiencia en la que la capacidad que posee un niño para resolver problemas actúa como mediadora en su adecuado comportamiento social. Los niños hábiles socialmente generan conductas prosociales, en las que emanan niveles de pensamiento reflexivo sobre la situación, para tomar así la decisión más eficaz, en la que la agresividad no cabe como una alternativa de solución de problemas. Los problemas interpersonales en los niños se presentan con mayor regularidad en relación con sus pares en espacios como la escuela, la calle y la casa. Algunos de los principales problemas que suceden en las relaciones de interacción social entre los niños son relacionados con el rechazo, las negativas, la agresión, los ataques físicos y verbales, la presión, las amenazas, etc. Sin dejar de lado que los problemas también se presentan con adultos para el caso de sus padres, profesores, vecinos barriales, entre otros.


La conexión entre los integrantes de una familia, es tal que las transformaciones de uno de sus integrantes provoca alteraciones en los otros y en consecuencia del conjunto, haciendo que los problemas que se producen en ella no sean de una forma lineal como causa-efecto, sino que cuando los problemas son originados por debilidades en la interacción familiar, la causa puede volverse efecto o consecuencia y viceversa, creando una dinámica cíclica circular. Por lo anterior, es importante que los miembros de las familias sean referenciados como portadores de las situaciones problémicas y no como el problema en sí mismo, para permitir un análisis que permita el desarrollo de capacidades de respuesta a estas situaciones y realizar como sistema las adaptaciones necesarias, manteniendo una continuidad que promueva el crecimiento de cada miembro en respuesta ante los cambios que se susciten. Otros insumos necesarios serían la claridad en sus jerarquías, una buena definición de los roles de sus miembros; además, de una comunicación abierta y explícita, que reduzcan apariciones rígidas en sus transacciones, límites y falta de motivación, que determinan interacciones reiterativas dificultando el desarrollo psicosocial de sus miembros y la adaptación para introducir soluciones que resuelvan los conflictos. Entender a la familia desde el punto de vista sistémico, en la que la alteración de uno de los elementos del sistema afecta a todo el sistema en sí y sus niveles de rendimiento en los diferentes espacios en que se desarrolla e interactúa, nos plantea posibles afecciones en áreas como la educación y el desarrollo afectivo y relacional. T. Alcaina-Prosper, en ‘Sicopatología e interacción familiar’, indica que la afección de la función de culturización-socialización repercute negativamente, originado con regularidad por la falta de implicación parental, por desinterés o ausencia física y/o afectiva de uno o ambos padres por razones laborales o de separación, lo que produce un efecto circular en niños y adolescentes; actitudes que podrían transmitirse a las siguientes generaciones, dando lugar a deficiencias culturizadoras que sitúan a estas familias en desventaja en una sociedad competitiva. Por su parte, M. Gilly, en ‘Psicología social’, plantea que la incoherencia de las actitudes paternas, la falta de tranquilidad y de

EL COMPORTAMIENTO AGRESIVO

El aprendizaje del comportamiento agresivo explicar desde las siguientes variables:

se puede

Modelado. La imitación cumple un papel fundamental en la aprehensión y mantenimiento de las conductas agresivas en los niños. De acuerdo con la teoría del aprendizaje social, la exposición a modelos agresivos conduce a comportamientos agresivos en los niños. Esto se respalda en estudios que han evidenciado que después de la exposición a modelos agresivos se producen aumentos de la agresión, aun cuando las personas sufran o no frustraciones. Los niños de clases sociales menos favorecidas generalmente manifiestan más agresiones físicas notorias que los niños de clase media, probablemente porque los modelos y pautas de crianza agresivas son más palpables. Reforzamiento. El reforzamiento también desempeña un papel importante en la expresión de la agresión. Cuando un niño descubre que puede ponerse en primer lugar de la fila con el uso de un comportamiento agresivo, es probable que mantenga el método agresivo como estrategia para alcanzar el logro, si no recibe un control oportuno. Factores situacionales. Pueden controlar la expresión de los actos agresivos, que varían dependiendo del ambiente social, los objetivos y el papel que desempeña el agresor en potencia. Factores cognoscitivos. Pueden ayudar al niño a autorregularse, mediante la reflexión consciente que permita la anticipación de las consecuencias de alternativas diferentes a la agresión ante la situación problémica, reinterpretando las conductas o intenciones de los demás, mediante el aprendizaje por observación, recordatorio y ensayo mental del modo en que otras personas se enfrentan a las situaciones difíciles. estabilidad en la vida familiar, son factores que ponen a los niños en un clima de inseguridad afectiva, poco propicia para una buena adaptación a otros ámbitos de socialización como la escuela y la comunidad.

AGRESIVIDAD INFANTIL La palabra agresividad procede del latín “agredí” que significa “atacar”, definida como una respuesta consistente en proporcionar un estímulo nocivo a otro organismo. Albert Bandura la establece como una conducta perjudicial y destructiva que socialmente es definida como agresiva. Esto determina a las conductas agresivas como acciones intencionadas que pretenden

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La organización familiar desarrolla una relación con la sociedad, y aunque la familia se modifica, persiste como una estructura constante que se adapta al entorno social en constante cambio, lo que conlleva a pensar la estructura familiar como sistema que se funda en una unidad integral, que no permite una mirada simplista desde la sola sumatoria de las características individuales de sus miembros sino como un conjunto de interacciones.

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o pueden causar daño, ya sea físico o psíquico, entendidas en lo cotidiano como el golpear a otros, burlarse de ellos, ofenderlos, tener rabietas o utilizar palabras inadecuadas para llamar a los demás.

CLASIFICACIÓN DEL COMPORTAMIENTO AGRESIVO A. H. Buss, en ‘The Psychology of Agresión’, clasifica el comportamiento agresivo atendiendo tres variables:

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Según la modalidad. La agresión física (puede ser mediante armas o elementos corporales) o verbal (como una respuesta vocal que resulta nociva para el otro organismo, como amenazas o manifestaciones de rechazo). Según la relación interpersonal. La agresión puede ser directa (en forma de amenaza, ataque o rechazo) o indirecta (puede ser verbal como divulgar un comentario personal, o física, como el destruir la propiedad de alguien). Según el grado de actividad implicada. La agresión puede ser activa (que incluye las mencionadas) o pasivas (como impedir que el otro pueda alcanzar su objetivo, o como manifestaciones de negativismo). La agresión pasiva suele ser directa y en algunas ocasiones llega a manifestarse de forma indirecta.

En el caso de los niños, habitualmente la agresión se presenta en forma directa, con el acto violento hacia una persona. Este acto puede ser físico, como patadas, pellizcos, empujones, etc.; o verbal, con insultos, groserías, amenazas, y existen gestos que remplazan lo verbal y/o físico con señas que comunican otras formas de agresión. También puede manifestar la agresión de forma indirecta o desplazada, según el cual el niño arremete contra los objetos de las personas que han sido el origen del conflicto.

FACTORES INFLUYENTES EN LA CONDUCTA AGRESIVA INFANTIL El factor sociocultural de la persona es uno de los factores que influyen en la manifestación de conductas agresivas, debido a que es determinante de los modelos a que es expuesto el individuo, así como de los aspectos de reforzamiento. Si en él abundan modelos agresivos, la adopción de estos modelos desadaptativos será más sencilla. Durante la infancia, la familia es el componente más importante del ámbito sociocultural del niño, donde las interacciones con sus familiares van moldeando o no las conductas agresivas mediante consecuencias inseparables a sus comportamientos. El niño puede llegar a generalizar lo que aprende sobre la utilidad y beneficios de la agresión a otras situaciones, poniendo a prueba las consecuencias de su conducta agresiva. Las familias que


El tipo de disciplina que se establezca en la familia es responsable de los modelos y refuerzos de la conducta agresiva. Una combinación de disciplinas relajadas con formas hostiles por parte de los padres, provoca el comportamiento agresivo en los hijos. Cuando los padres hacen todo lo que el niño pretende, accediendo siempre a sus demandas, le permiten libertad desmedida, que en casos extremos generan descuidos y en el peor de los casos llegan al abandono por negligencia.

// Los niños vulnerados vivencian altos niveles de

miedo, producidos por los comportamientos abusivos a los que han sido expuestos por sus padres, familiares y/o cuidadores. Así el niño(a) vive un ambiente de inseguridad e indefensión provocada por los niveles de incertidumbre en sus relaciones familiares.

Los padres con maneras hostiles de actuación hacia sus hijos, regularmente no los aceptan y los desaprueban, no suelen darles afecto y comprensión, con la tendencia a utilizar castigos físicos, sin explicar las razones para ejercer su autoridad. Inclusive, usan insultos cuando el niño no hace adecuadamente las cosas o al compararlos con el hermano y hasta con sus amigos. Tras un largo periodo de tiempo esta combinación produce niños rebeldes, irresponsables y agresivos. La incongruencia en el comportamiento de los padres es otro factor familiar responsable al desaprobar la agresión y como respuesta a la misma, la castigan con su propia agresión física o amenazas. Los padres que desaprueban la agresión y que la detienen, con medios diferentes al castigo físico, tienen menos probabilidad de fomentar posteriores acciones agresivas. Una atmósfera que considera la agresión como una estrategia inapropiada para contener las actitudes hostiles del niño, en la que se le reprime con firmeza pero afectivamente, es capaz de establecer límites como mecanismo preventivo que perdura contra los modelos agresivos. Enseñarle al niño medios alternativos también reduce la necesidad de recurrir a peleas. El comportamiento de los padres no sólo es inconsistente con los comportamientos e instrucciones, sino también a nivel del mismo comportamiento, cuando en algunas ocasiones ejercen correctivos al evidenciar que el niño golpea a alguien y otras veces “pasan por alto” este comportamiento; incluso, puede ocurrir que los padres entre sí no sean consistentes cuando el padre o la madre intentan corregir al niño pero no encuentran respuesta por parte del otro.

De este modo, el niño experimenta una sensación de incoherencia acerca de lo que debe hacer y de lo que no debe hacer. Se ofrece incoherencia al niño, también cuando se le entrena en un proceso de discriminación en el sentido de que los padres castiguen consistentemente la agresión dirigida hacia ellos, pero a la vez refuerzan positivamente conductas agresivas de sus hijos hacia personas ajenas a su hogar. Las relaciones deterioradas entre los padres provocan tensiones que pueden inducir al niño a comportarse agresivamente. Otro factor son las restricciones inmediatas, no razonables y excesivas como “haz y no hagas”, proporcionando un ambiente opresivo que induce a la agresividad del niño. Es de resaltar que también existen expresiones como “¡sea hombre y no llore!” entre muchas otras, que fomentan la agresividad en el ámbito familiar y que dependen de factores socioculturales de los contextos en que estén inmersas las familias. El exosistema en que el niño vive también puede ser un fuerte reforzador de la conducta agresiva, si en el sector donde el niño reside la agresividad es vista como una condición apreciada, haciendo que tenga alto posicionamiento si se le reconoce como un “peleador afortunado”, siendo un modelo a imitar por sus pares. Además de los factores socioculturales también influyen factores orgánicos en el comportamiento agresivo. En este sentido, factores hormonales y mecanismos cerebrales influyen en la conducta agresiva. Estos mecanismos son activados y producen los cambios corporales cuando el individuo experimenta emociones como rabia, excitación o miedo. Por tanto, factores físicos tales como una lesión cerebral o una disfunción también pueden provocar comportamientos agresivos. También estados de mala nutrición o problemas de salud específicos pueden originar en el niño una menor tolerancia a la frustración por no conseguir pequeñas metas, y por tanto, pueden incrementarse las conductas agresivas. La falta de habilidades necesarias para afrontar situaciones frustrantes, es otro factor del comportamiento agresivo. “La ausencia de estrategias verbales para afrontar el estrés a menudo conduce a la agresión”. También el déficit en habilidades sociales que se adquieren gracias a las experiencias de aprendizaje y se aprenden a lo largo de las relaciones que se establecen entre niños y adultos u otros niños. ESPACIOEDUCATIVO

controlan estas conductas mediante el maltrato, poseen grandes probabilidades de promover niños con altos niveles de respuestas nocivas.

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PREVENCIÓN DE LA AGRESIVIDAD EN LOS NIÑOS Son pocos los padres que reconocen las capacidades que tienen sus hijos para resolver situaciones problémicas, pues cuando los niños se enfrentan a una situación conflictiva, los padres en una actitud protectora (muchas veces desmedida), buscan ayudarles antes de que los niños siquiera manifiesten necesitar ayuda. Los niños poseen capacidades para resolver problemas, que han desarrollado mediante el aprendizaje por ensayo-error, y moldeadas a partir del modelo que en primera instancia son los padres. Una resolución satisfactoria de los problemas en los niños no está determinada solamente por la capacidad intelectual, sino que está íntimamente relacionada con la capacidad emocional o “coeficiente emocional”. Las emociones son definitivas en su papel para la solución de problemas, debido a que si estas no intervienen los niños solucionan los problemas de modos comunes y dejan una limitante muy grande en el uso de la creatividad. Así que la experiencia y la familiaridad con la situación que se va a resolver permiten el aumento de la capacidad de razonar al niño, por su necesidad de recurrir a creencias y conocimientos previos acerca del mundo real; donde cada experiencia positiva en la resolución de problemas, en la cual los padres promueven a sus hijos para que experimenten vivencias, forman un aprendizaje del cual podrá valerse para resolver los problemas afines que se le presentarán posteriormente como parte de su vida cotidiana, dejando claro que no siempre hay alternativas de repuestas correctas y que, por tanto, hay que buscar aquellas que garanticen la eficacia en la solución. La práctica de las capacidades para la solución de problemas conducirá a los niños hacia una confianza de sí mismos y ayudará en su percepción como personas capaces de resolver problemas. Cuando los niños observan en sus padres el modelo de análisis y resolución serena de un problema, con el uso de la lógica y proponiendo soluciones alternativas válidas, eficaces y creativas, entonces empieza la imitación de este comportamiento; pero si los padres se irritan, discuten, gritan y se molestan, al punto de ser agobiados por los problemas o simplemente no hacen nada para resolverlos, no modelan las mejores alternativas para solucionar problemas y los niños aprenderán la manera equivocada y poco efectiva para la resolución de problemas. La forma más avanzada de resolver problemas se denomina pensamientos medio-fin, que depende de la capacidad de

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ESTRATEGIAS PARA AYUDAR AL NIÑO EN LA SOLUCIÓN DE PROBLEMAS Algunas estrategias para ayudar a los niños en la resolución de conflictos y que pueden ser orientadas por los adultos en el hogar y en la escuela:

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Controlar el impulso inicial

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Identificar y definir el problema

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Buscar varias alternativas que podrían ser efectivas para la solución

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Anticipar consecuencias

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Elegir una solución

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Poner en práctica y probar la solución elegida

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Evaluar los resultados obtenidos

Cuando los niños e incluso las personas adultas tienen un problema con el otro se recomienda hacer una pausa y pensar antes de actuar. Controlar el impulso que en numerosas situaciones conlleva a respuestas precipitadas, las cuales en la mayoría de las veces no son las más adecuadas, pues casi siempre van acompañadas de la agresión, que empeora la situación conflictiva en lugar de mejorarla.

planificar una secuencia lógica de acciones cuyo resultado sea la consecución de una meta deseada, que incluye la capacidad de aprender y comprender lo que sucede en cada paso lo que puede llevar a modificar la meta final con la finalidad de garantizar el éxito. Esto aduce que la capacidad para resolver problemas no está determinada en su totalidad por el desarrollo cognoscitivo sino que implica el aprendizaje sucesivo y por descubrimiento, además de un coeficiente emocional, sin el que se pueden presentar altas dificultades en la relación con los otros, pese a contar con una capacidad intelectual sobresaliente. Es importante que los padres enseñen a resolver problemas a los niños y que si los padres aun no saben cómo resolver los propios es importante que aprendan y a su vez hagan a sus hijos parte de este aprendizaje. Arnold Goldstein señala los siguientes pasos que permiten ayudar a los padres en la resolución de problemas, y a su vez, enseñar a sus hijos:


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La importancia de pensar ante las situaciones conflictivas

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Rigidez del pensamiento que se muestra ante la dificultad de cambiar de posición

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Definir e identificar problemas

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Demasiada motivación para tener éxito rápidamente

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Reunir información desde la propia opinión de los niños y como perciben y se sienten ante el problema

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Deseo patológico de seguridad

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Temor y desconfianza hacia sí mismo y los demás

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Darle valor y considerar las estrategias que los niños dan para resolver los problemas, no burlarse de sus alternativas e invitarles a que sugieran otras

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Falta de ánimo para solucionar el problema y comprobarlo.

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Enseñarles a que evalúen las consecuencias y anticipar las respuestas

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Lograr que los niños practiquen todo el proceso de resolución de problemas, reforzando cada paso individual y alentándolos a persistir hasta alcanzar una solución mejor.

Simberg, citado por B. S. Recio López en ‘Creatividad y Pensamiento Crítico’, señala dos tipos de obstáculos. Obstáculos preceptúales:

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Dificultad para aislar el problema

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Inhabilidad para definir términos

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Deficiencia en el empleo de todos los sentidos para observar

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Dificultad para ver las relaciones

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Dificultad para no ponerse a investigar lo que ya es obvio

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Falla en distinguir lo que es causa y efecto

Obstáculos emocionales:

ESTIMULACIÓN PARA LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Otro planteamiento referido a la estimulación pertinente para la resolución de problemas, son los diez pasos que identificó Alex F. Osborn para enseñar la solución creativa de problemas.

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Pensar en todos los aspectos del problema

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Seleccionar los subproblemas que se van a atacar

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Pensar en la información que pueda ser útil

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Seleccionar las fuentes de datos más apropiados

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Imaginar todas las ideas posibles para la solución de problemas

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Seleccionar las ideas que adecuadamente a la solución

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Pensar en todos los sistemas posibles de hacer pruebas

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Seleccionar los mejores sistemas de hacer pruebas

conduzcan

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Temor de cometer un error o ponerse en ridículo

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Imaginar todas las contingencias posibles

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Acepta la primera idea que venga a la mente

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Decidir la respuesta final

más

ESPACIOEDUCATIVO

Es importante anotar que así como existe el proceso de aprendizaje en la habilidad de solución de problemas, con sus posibilidades para mejorar y hasta aprehenderlo, también existen obstáculos que pueden entorpecer el camino hacia el logro de los objetivos. Estos son de dos tipos.

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INTIMIDACIÓN ¿COSA DE NIÑOS?

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- Profesor: Ya no moleste más y siéntese. Dos meses después. El profesor le dice al rector: Señor rector, sugiero que expulsemos a Carlos, pues causó graves heridas con arma blanca a otro estudiante.

¿Cuántas veces han recibido padres y profesores, quejas como la que presentó Carlos? La respuesta a estas inquietudes, generalmente, están marcadas por falsas creencias: “Eso es cosa de niños”, “son cosas sin importancia”, “ellos deben resolver sus propios problemas”, “pues dele un puño y ya”, “eso no le haga caso, ignórelo”, “hable con él y dígale que esas cosas no se hacen”. Todas estas respuestas son muy frecuentes, pero van cargadas de falsas creencias de los adultos y peor aún, de algunos psicólogos que en aras de una falacia de comunicación pacífica o entrenamiento en solución de conflictos, abordan de manera inadecuada la intimidación escolar. Para tener claridad al respecto, es necesario abordar cada una de estas frases: “Eso es cosa de niños”. Esta frase no es cierta, ya que los conflictos no son cosa de niños, los conflictos son cosa de adultos; de hecho, la mayoría de padres dicen a sus hijos que cuando tengan algún problema con otra persona acudan a un adulto, quien sabrá qué se debe hacer, alguien con autoridad; ¿qué puede hacer un niño de 6 años, cuando pasa el de 9 y se le lleva la cachucha?, por mucho, ponerse a llorar; delegar a los niños la función de un adulto no es una decisión muy sana para ninguno. “Son cosas sin importancia”. Esta es una verdad a medias y, por lo tanto, más grave que una mentira completa. Si miramos el asunto que se presentó desde la óptica de un adulto, claro que son cosas sin importancia. Una situación muy diferente se presenta desde la mirada del niño, para él o ella es un problema gravísimo que una persona le haga zancadilla; por eso acude a la autoridad competente, porque ve que su integridad física ha sido violada, siente atropellada su dignidad, percibe una injusticia social, ante lo cual recibe una solución muy poco práctica por esa ‘autoridad competente’, que eso no tiene importancia. No tiene importancia que lo atropellen, lo lastimen, que literalmente lo estrellen contra el piso. ¿Qué haría como adulto si va pasando por la calle y una persona conocida le hace zancadilla, usted se cae, se lastima las rodillas y se rompe su pantalón? ¿Es algo sin importancia? Frente a este aspecto, es necesario detenerse un poco más por la importancia que esta frase reviste y por lo difundida que está dicha respuesta.

Escrito por ÓSCAR H. QUITIÁN Psicólogo - Investigador

Hay problemas graves, muy graves; por ejemplo, perder la casa que está pagando hace 15 ó 20 años. Es probable que usted se ponga a llorar. Si usted comenta esto con un magnate, que posee más de 100 propiedades entre fincas, hoteles, edificios y casas y cuya propiedad con menos valor es de 1.000 millones de pesos, lo más probable es que le diga que eso es algo sin importancia, que no llore, que una casa de 40 millones no es nada. ¿Le gustaría esta respuesta? Hay personas que manifiestan su añoranza por volver a ser niños, dicen que en esa época todo es felicidad y no hay problemas verdaderamente graves. Grave es el error en que caen estas personas, porque para un niño de 5 años a quien le quitan su colombina, se le presenta un problema comparable con la pérdida de la casa para un adulto. Tanto el niño como el adulto acuden a una autoridad competente para que tome las medidas correspondientes y le ayude a solucionar el problema, pero si la respuesta es que eso no tiene importancia, usted queda como generalmente quedan los niños que reciben estas respuestas: frustrado, incomprendido, deprimido, con una ira enorme, se siente pisoteado. Ante esta situación, lo más probable es que un niño le diga que no llore por eso, que se compre otra y ya. Porque no entiende la importancia de la situación. Lo mismo ocurre con los niños, a veces no comprendemos la importancia y magnitud de sus conflictos. “Ellos deben resolver sus propios problemas”. Aparentemente esta respuesta es muy apropiada, incluso algunos psicólogos la promueven. La realidad es que con esta forma de pensar lo único que se ha logrado es la proliferación de pandillas infantojuveniles y el llamado bullying. Si los mismos adultos no hemos podido resolver pacíficamente nuestros problemas, tanto sociales como familiares y personales, ¿cómo se puede pretender que un niño o una niña de primaria los resuelva sin la tutela de un adulto? Es claro que los niños deben resolver sus propios problemas, pero no solos, no por ensayo y error, sino con el acompañamiento de una persona con mayor experiencia, para que tengan a la mano un buen modelo de solución de conflictos. ESPACIOEDUCATIVO

- Carlos: Profe, un niño me hizo zancadilla.

Es posible que la fragilidad colombiana para la solución de conflictos se deba en buena medida a la ausencia durante la infancia, de modelos de adultos que den cuenta de la forma

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adecuada de solucionar los problemas que se presentan inherentes a las relaciones sociales. “Pues dele un puño y ya”. Esta respuesta a la intimidación que un niño recibe de otro, puede funcionar en algunos casos, pero no en la mayoría. Generalmente, los niños que intentan esta estrategia son doblemente castigados por el agresor, adicionalmente se llega a la máxima “ojo por ojo y el mundo quedará ciego”. Ahora bien, si hay un adulto que pueda controlar la situación, para qué promover que dos o más niños se lastimen entre sí. Cuando la respuesta a la intimidación es la promoción de agredir al otro, lo que se hace es “entrenar” a los niños para que cuando sean adultos resuelvan sus situaciones de manera violenta. Es claro que en Colombia llevamos 50 años tratando de resolver diferencias políticas a través de la violencia, con cientos de miles de muertos y la extensión del dolor a la mayoría de familias colombianas. Es decir, que los niños han aprendido bien la lección. “Eso no le haga caso, ignórelo”. La falsa creencia que se oculta tras esta frase, es creer que la víctima es la solución para el agresor. Que si la víctima de la intimidación ignora el asunto, el agresor va a dejar de molestar. Nada más alejado de la realidad y nada más nocivo para la sociedad en su conjunto. Si eso fuera cierto, entonces los colombianos deberían ignorar que haya falsos positivos, no hacer caso cuando narcoparamilitares y narcoguerrilleros cometan masacres, no hacer caso cuando hay detenciones masivas y se encarcela (otra forma de secuestro) a personas inocentes. No haga caso, ignórelo, es la forma más perjudicial para responder a una situación de intimidación escolar o en cualquier campo de la vida de una persona. “Hable con él y dígale que esas cosas no se hacen”. La intención de dialogar con el agresor es muy buena como intención, pero su efectividad es tan baja que se puede decir que no existe la más mínima probabilidad de que el agresor cambie. Las motivaciones que tiene un niño capaz de intimidar a otro no las puede resolver otro niño, especialmente si es el agredido. Casi siempre las víctimas de la intimidación son personas vistas como frágiles, con ciertas características que facilitan la intimidación, por tanto, considerar que esta persona va a disuadir al agresor es una falacia. Cada una de estas estrategias que se utilizan para “resolver” problemas de intimidación han demostrado ser totalmente ineficaces, por lo tanto, la acción que se debe tomar es diferente.

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Para acercarse a una posible solución más efectiva, es necesario clarificar qué es intimidación, cuáles son sus alcances y por qué debe ser enfrentada esta situación, es decir, sus consecuencias tanto en los agredidos como en los agresores, para poder comprender la imperiosa necesidad de abordar prontamente una de las principales problemáticas a las cuales se enfrenta la sociedad, la familia y la escuela contemporánea. La intimidación es un acto de agresión en el cual se infunde a otra persona, un miedo tal, que la obliga a hacer lo que el agresor o agresora desea; es una forma inadecuada de obtener poder, reconocimiento, fama, placer o atención. La intimidación no se presenta sólo en niños y jóvenes, se presenta muy particularmente en los adultos; los grupos paramilitares son expertos intimidadores, infunden terror en una comunidad entera, a través de asesinatos masivos y atroces, para que dicha comunidad haga lo que ellos desean. Un jefe puede intimidar a sus empleados o empleadas, para que trabajen más tiempo del exigido legalmente o para que el o la subordinada acceda a sus pretensiones sexuales. Un profesor puede intimidar a sus estudiantes para obtener u ocultar algo. Un niño puede intimidar a otro, para lograr un objetivo determinado. La extorsión, el secuestro, el asesinato, etc. (cosas generalmente de adultos), son actos de intimidación que los niños han venido observando día tras día. Poco a poco los niños y niñas han venido aprendiendo que a través del miedo se puede controlar al otro y las escuelas y colegios se están viendo afectadas por la presencia de bullies o brabucones que intimidan permanentemente a sus compañeros de clase. Como bien lo anota Nora Rodríguez, en su libro “Guerra en las aulas”, la intimidación puede hacer que tanto el agresor como el agredido pierdan la vida. Cuenta la autora el caso de un niño de 14 años que al ser objeto de burla de amigos y compañeros, al sufrir de un acoso continuo, terminó suicidándose luego de sufrir la rotura de su dentadura a causa de una paliza, soportar que le hicieran comer tierra y lo acusaran de fumar marihuana entre otras cosas. Todo comenzó el día en que este chico, presa de una diarrea, no pudo controlar sus esfínteres en clase. De la mofa pasaron a los golpes. Incluso, al año siguiente “festejaron” ese episodio decorando el aula con papel higiénico, ridiculizando y humillando nuevamente a su compañero. Muchos de los casos de jóvenes que protagonizan matanzas en sus establecimientos educativos y que son sacados a la luz pública por los medios masivos de comunicación, tienen su

origen en situaciones de intimidación escolar; son estudiantes que ante la presión que algunos de sus compañeros ejercen por las razones que sea, llegan a un estado de desesperación que concluye con la eliminación total de sus adversarios, de sus intimidadores. Si se hace un mediano esfuerzo memorístico, se podrá recordar que casi todos estos jóvenes son personas pasivas, que no acostumbran a hacer daño a otros, pocas veces se han visto enojados o agresivos, tanto en su casa como con sus compañeros de colegio. ¿Debe ser enfrentada entonces esta problemática? o ¿realmente en la mayoría de colegios de Bogotá no existe la intimidación escolar? ¿en nuestros barrios no hay grupos que intimidan a la población? ¿en el comercio no hay quienes vacunan a los vendedores? Algunos dirán que la problemática no es tan preocupante, que son situaciones menores. Esto se asemeja mucho a cuando algunas mujeres, hacia el año 1800, pedían igualdad de derechos o los países latinoamericanos pedían libertad o en el siglo XX los negros pedían igualdad; en todos estos casos se creía que eran unos pocos episodios, unas situaciones aisladas y sin importancia, que no merecían mayor interés por parte de las autoridades. Pues bien, todas esas luchas han venido mostrando con el paso de los años su importancia y el enorme daño social que se ha causado al no atacar dichas problemáticas. La intimidación es una situación que se da de manera permanente, abierta y soterrada y está afectando a toda la población. Sin temor a equivocarme, considero que en todos los colegios de Bogotá hay intimidación escolar, de una u otra forma, porque no se ha visualizado la importancia de atacar este tipo de casos. Cuando un niño le quita el borrador a otro, es algo sin importancia, cuando uno rompe la regla del otro, el problema es cuánto vale la regla y no la situación que se presentó.

// La intimidación es un acto de agresión en el cual se

infunde a otra persona, un miedo tal, que la obliga a hacer lo que el agresor o agresora desea; es una forma inadecuada de obtener poder, reconocimiento, fama, placer o atención.

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··· LO QUE ENTENDEMOS POR INTIMIDACIÓN

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··· CÓMO ENFRENTAR ÉSTA PROBLEMÁTICA Es necesario tomar conciencia de la importancia que tiene para nuestra sociedad abordar con prontitud el fenómeno de la intimidación, en todos los ámbitos de la vida, en la escuela, en el trabajo, en el hogar, en el juego, etc. La dificultad mayor para hacer frente a este problema es el abandono en que los padres contemporáneos tienen a sus hijos, pues si no están en casa, ¿cómo pueden orientar a sus hijos cuando son agresores o agredidos? Los padres y madres de hoy tienen tan poco tiempo para sus hijos que es la escuela la que está asumiendo la formación en valores, la formación ética, el modelamiento en solución de problemas. Y con esta forma de asumir las situaciones problemáticas que se presentan en el aula ¿qué podremos esperar de nuestra sociedad en unos 10 ó 20 años? Ahora bien, la escuela no puede asumir todos los roles que le corresponden a la familia, no es lo mismo que un padre y una madre orienten a sus tres o cuatro hijos (cada día son menos los hijos que se tienen en nuestras familias colombianas) a que un profesor o una profesora oriente a 40, que ni siquiera son hijos suyos. En algunos casos llevan unos pocos días o meses de haberse conocido y el docente, a veces, tiene dificultad para recordar los nombres de cada uno. Compete, en ésta época, hacer una alianza entre padres, hijos y formadores docentes. Es necesario que escuela y familia aúnen sus esfuerzos para educar ciudadanos que faciliten y promuevan la solidaridad, la justicia y el crecimiento social. La pregunta que surge ahora es ¿cómo debemos abordar, entonces, la intimidación? ¿Qué estrategias, métodos o instrumentos se deben aplicar para dar solución a este problema? Desde la psicología social, sistémica y cognitivo-conductual, desde la sociología, desde la antropología, se plantean varias alternativas. No es la intención de este resumido artículo presentar estas soluciones que implican un proceso más largo. La intención es motivar a Padres, Estudiantes y Formadores docentes a reflexionar sobre la importancia de la problemática y la necesidad de abordarla entre familia y escuela, pero si esta relación no se da, no tiene sentido presentar alternativas que deben ser asumidas en conjunto. Bien lo presentan Proshaska y D’clemente, en su modelo transteórico, al plantear que una terapia efectiva debe enfatizar sus esfuerzos no en la intervención, sino en el deseo del cambio. Se puede intervenir una problemática con excelentes

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estrategias, pero si la persona o la comunidad no desean realmente el cambio, éste no se dará. La intervención será perdida; no obstante, si por el contrario existe el profundo deseo del cambio, la intervención será cosa sencilla y en algunas ocasiones innecesaria. A veces con llegar a la comprensión del problema las personas empiezan a actuar voluntariamente, sin necesidad de un teórico que esté orientando el problema. Desde el psicoanálisis se puede decir que la misma catarsis es la solución. Para finalizar, al abordar el problema de la intimidación, y más específicamente la intimidación en la escuela, es necesario actuar mancomunadamente desde los Padres, Estudiantes y Formadores docentes. Fortalecer las relaciones que se dan en la comunidad educativa es una prioridad. A partir de allí se pueden plantear posibles soluciones, sugeridas por otros o por la misma comunidad, consciente de la situación, que se encamina a la construcción de relaciones más armónicas en donde la ley del más fuerte sea remplazada por la ley de la razón, la ética y el afecto humanizante.


EL DERECHO DE LOS NIテ前S

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A VIVIR SU COLEGIO A LO BIEN

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Escrito por ROBERTO SEPÚLVEDA Comunicador Social - Profesor U. Javeriana

Santiago tuvo que dejar la escuela. Con tan sólo diez años de edad, no entendía porque sus gafas y unos kilos de más se convirtieron en el blanco preferido de sus compañeros para lanzarle comentarios malintencionados, frases burlonas y tener con él actitudes excluyentes. La razón que esgrimían estos pequeños victimarios era simple y a la vez compleja, “Santiago no les caía bien porque era un gordo gafufo”. Los ataques no pararon allí. Por las críticas destructivas de sus compañeros y la intimidación, nadie más quiso volver a juntarse con el niño, debido a que un pequeño grupo amenazó con golpear y quitarle la lonchera a quien se metiera con él. El menor permanecía solo en los descansos, no le gustaba reunirse para los trabajos de grupo y su rendimiento académico desmejoraba cada día. A pesar de que sus padres insistían en que no les prestara atención a sus compañeros, que lucía muy bien con gafas y que ellos lo amaban, no soportó la presión del grupo y debió abandonar el colegio. Sus padres lo matricularon en otra institución y allí encontró un grupo que lo trató mejor. Este caso forma parte de la tradicional ‘montadera’ que se da en muchos planteles educativos, que si no se les presta atención se convierte en un problema grave. Está en el mismo campo del acoso escolar, el bullying o ‘matoneo’. Un tipo de agresión que tiene en jaque no sólo a las víctimas sino a las autoridades, porque en muchos casos desencadena en verdaderos problemas de violencia al interior de las instituciones educativas y en su entorno. Como el caso de Santiago y otros más graves, hay miles de historias de maltrato que deambulan por las aulas y los patios de recreo. Para evaluar los niveles y tipos de agresión, caracterizar a las víctimas y los victimarios y encontrar algunas salidas al problema, entre otros objetivos, el Observatorio de Convivencia y Seguridad Ciudadana, en Bogotá, coordinó con algunas entidades del Distrito una investigación que abordó estos problemas de violencia en varios colegios de la ciudad y de poblaciones cercanas. El estudio encontró que en los colegios distritales, y en general en todos los planteles, los problemas de convivencia están relacionados con el no reconocimiento de la diversidad,

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la homofobia, las peleas entre integrantes de barras bravas, la violencia de género, los robos menores (de útiles, libros y loncheras), la posesión de armas, el uso y comercialización de drogas y la ‘montadera’. Para comenzar a encontrarles solución a estos problemas, la Secretaría de Educación del Distrito lanzó la campaña ‘Vive el colegio a lo bien, es tu derecho, es tu deber’, que se desarrolla en algunos colegios y cuenta con el respaldo de docentes y padres de familia. Espacio Educativo destaca algunos aspectos sobresalientes del estudio, con el propósito de generar escenarios de diálogo entorno a esta problemática que se presenta en los colegios, que no sólo deteriora las relaciones de convivencia, sino que afecta gravemente a los niños y niñas que son víctimas de este maltrato y, también, a los victimarios.

UNA POBLACIÓN VULNERABLE El estudio sobre convivencia y seguridad en ámbitos escolares de Bogotá, señala que los jóvenes, hombres y mujeres, particularmente aquellos en edad escolar, forman parte de la mayoría de los sectores poblacionales más vulnerables y advierte que se requieren esfuerzos diseñados específicamente para su protección e inclusión social y que es necesario contar con información confiable acerca de las necesidades y oportunidades de mejorar la seguridad, la protección y la atención para el restablecimiento de sus derechos.

// Los problemas de convivencia están relacionados

con el no reconocimiento de la diversidad, la homofobia, las peleas entre integrantes de barras bravas, la violencia de género, los robos menores (de útiles, libros y loncheras), la posesión de armas, el uso y comercialización de drogas y la ‘montadera’. Dice que en países como el nuestro se producen pocos registros administrativos relacionados con incidentes que afectan la convivencia y seguridad de la infancia y la adolescencia. “Los datos referidos a ellos, tanto en su papel de víctimas como de victimarios, son muy restringidos por la ley a fin de proteger a los menores de 18 años. Además, gran parte de los hechos de violencia y de conflicto con la ley que afectan a este grupo, usualmente ocurren entre pares y pasan inadvertidos, tanto por adultos responsables como autoridades”.


LOS ANÁLISIS DE LA INVESTIGACIÓN El estudio realizado con 826.455 estudiantes de Bogotá, Chía, Cota y Sibaté, entre otras poblaciones cercanas a la capital del país, entre sus principales conclusiones y recomendaciones señala que en los colegios de Bogotá hay una prevalencia muy alta de hurtos menores sin violencia (56%), que se puede modificar sustancialmente por medio de intervenciones integrales diseñadas con este propósito específico. La evolución favorable en el pasado reciente de indicadores similares en otros países, sugiere que éste fenómeno es susceptible de reducirse visiblemente en la ciudad. Para ello,

es conveniente realizar investigaciones cualitativas sobre hurto en algunas instituciones puntuales en las que este indicador de hurto haya resultado particularmente alto. De igual manera, el informe indica que es preocupante que en ámbitos escolares de Bogotá se registra una alta prevalencia de formas de maltrato emocional, como los insultos que hacen sentir mal a las víctimas (38% de la población) y la exclusión o rechazo por el grupo de compañeros (22%). Por consiguiente, las intervenciones que contribuyan a aclimatar el respeto y la confianza en ámbitos escolares también aporten a reducir la incidencia de las diversas formas de violencia emocional. En cuanto al acoso escolar (bullying), la prevalencia de éste tipo de maltrato escolar en Bogotá fué del 15% durante el último mes por parte compañeros de curso. Una proporción similar fué del 12%, reportan ser acosados por estudiantes de otros cursos. Dada la gravedad de los daños que potencialmente puede causar este tipo de violencia, resulta deseable destinar esfuerzos importantes al propósito de hacer esta forma de violencia más visible, pero como un inaceptable social, y reducir su prevalencia entre los estudiantes en Bogotá.

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Los investigadores aseguran que el caso de los escolares es particularmente crítico en relación con la seguridad y convivencia, dada la “invisibilización” de los problemas de esta naturaleza que afectan a esta población. La vida dentro del ámbito escolar y sus alrededores presenta características y dinámicas muy propias y los problemas que allí afectan negativamente la convivencia y seguridad no son fácilmente inferibles a partir de la información acopiada del resto de la población.

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La misma observación parece ser válida en relación con el acoso sexual verbal, cuya prevalencia es similar en la población estudiantil de ambos sexos (13% cuando el agresor es un compañero de curso y 9% cuando es de otro curso), así como lo que tiene que ver con el acoso sexual por medio de contactos sexuales no deseados (10%). La investigación, que utilizó como instrumento de recolección una encuesta, señala que en relación con los auto-reportes sobre la prevalencia del porte de armas blancas dentro del colegio por estudiantes una frecuencia del 6% y una prevalencia del 9% de incidentes en los cuales estudiantes reportan haber sido víctimas de amenazas con armas. En Bogotá, la prevalencia de la percepción de inseguridad dentro del colegio es 11%, mientras el indicador correspondiente relacionado en el camino hacia y de regreso al colegio asciende al 28%. Conviene explorar las posibilidades de desincentivar el porte de armas y el mejoramiento de la percepción de seguridad mediante la protección de la seguridad de los escolares en el camino al colegio.

// Si bien no puede calificarse de alarmante

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Por consiguiente, se sugiere que estudiantes y profesores vean en los resultados reflejadas las situaciones que viven cotidianamente en la escuela, como la proliferación desmedida del hurto menor, el vandalismo, los insultos y maltratos físicos con intención de causar daño y la percepción de inseguridad en el camino al colegio, entre otras, para que se tomen medidas en conjunto entre la comunidad educativa y las autoridades. El estudio “contribuye a hacer palpable y visibilizar ante la comunidad en general la dimensión y complejidad de los problemas que se viven dentro de ámbitos educativos de la ciudad, para cuyo manejo y solución se requiere el compromiso no sólo de administradores educativos, docentes, estudiantes y padres de familia, sino también de otras entidades del gobierno distrital y nacional, así como de organizaciones comunitarias e iniciativas del sector privado”.

METODOLOGÍA UTILIZADA La encuesta de comportamiento y actitudes de estudiantes de grados Quinto a Once de Bogotá, realizada por primera vez en 2006, contempló los siguientes campos temáticos generales:

la situación de convivencia y seguridad en los establecimientos educativos, es cierto que en ellos se presentan problemas complejos que deben ser manejados de manera integral, tanto por parte de la comunidad educativa como por la comunidad más amplia de cuyo entramado forman parte los planteles escolares.

Características personales de los estudiantes, así como experiencias y percepciones individuales en relación con su seguridad personal dentro del establecimiento educativo. En relación con este aspecto se recogió información demográfica sobre los estudiantes, nivel de escolaridad de los padres, barrio de residencia y estrato socioeconómico, así como su experiencia escolar reciente con ofensas y golpes, agresiones repetidas, peleas, robos, vandalismo, presencia de armas, pandillas, drogas e incidentes de abuso sexual en los establecimientos educativos.

El 33% de los estudiantes admitió que consume alcohol y el 3% que consume drogas ilegales al menos una vez al mes. El estudio sugiere que ante estas cifras, hay una oportunidad importante para reducir estos consumos por medio de procesos de comunicación pública, dirigidos al cuestionamiento y revaloración de los mismos por parte de los jóvenes.

El clima y cultura de convivencia dentro del establecimiento educativo. En este aspecto se indagó a los estudiantes acerca de normas, valores y creencias frente a la violencia, el consumo de sustancias psicoactivas y el porte de armas, así como sobre incidentes disciplinarios relacionados con drogas y violencia detectados por los coordinadores por sede y jornada, entre otros.

Como aseguran los analistas del informe, si bien no puede calificarse de alarmante la situación de convivencia y seguridad en los establecimientos educativos, es cierto que en ellos se presentan problemas complejos que deben ser manejados de manera integral, tanto por parte de la comunidad educativa como por la comunidad más amplia de cuyo entramado forman parte los planteles escolares.

La estructura institucional del establecimiento educativo. Se registraron características básicas de la sede y la jornada (mixta, femenina, masculina, confesional, laica), horarios, número de orientadores, psicólogos o trabajadores sociales, relación alumnos por docente, número promedio de estudiantes por curso, medidas de seguridad observadas, número de vigilantes, número de puertas de ingreso habilitadas para ingreso de


estudiantes, programas de prevención de la agresión y promoción de la convivencia, disponibilidad de computadores e instalaciones deportivas, así como del estado general de la infraestructura de edificaciones y baños. El entorno social del establecimiento educativo. En este campo se averiguó sobre el riesgo periférico del establecimiento, estrato socioeconómico predominante del sector, presencia de pandillas, expendio de psicoactivos, disponibilidad de armas e intensidad de la violencia, entre otros aspectos.

MALTRATO Y ENTORNOS ESCOLARES Advierten los investigadores que en los ámbitos escolares, es de importancia crucial garantizar la seguridad y convivencia pacífica de cada persona integrante de la comunidad educativa, dado que el proceso de enseñanza-aprendizaje es afectado negativamente por ambientes de inseguridad y temor. “El pleno desarrollo del potencial humano de quienes se encuentran en proceso de formación, depende tanto de la calidad de la experiencia cognoscitiva como del ambiente de convivencia y seguridad que brinden los centros educativos a sus estudiantes. Hechos violentos aislados relacionados con estos ámbitos educativos, son altamente visibles y distorsionan negativamente en la mente del público el balance de la situación de seguridad y convivencia en los planteles”.

NORMAS PARA LA PROTECCIÓN El Código de la Infancia y Adolescencia (Ley 1098 de 2006) establece el régimen de responsabilidad penal para adolescentes mayores de 14 y menores de 18 años, con la finalidad expresa de que tanto el proceso como las medidas que se tomen sean de carácter pedagógico, específico y diferenciado respecto del sistema de adultos, conforme al principio de la protección integral de los menores de 18 años. De modo coherente con esta finalidad, el artículo 159 establece que las sentencias proferidas en procesos por responsabilidad penal para adolescentes no tendrán el carácter de antecedente judicial. Estos registros son reservados y su uso primordial será para informar la definición de las medidas aplicables “cuando se trate de establecer la naturaleza y gravedad de las conductas y la proporcionalidad e idoneidad de la medida” por las autoridades judiciales competentes. Un aspecto positivo del nuevo código es que establece para las entidades competentes la función de manejar sistemas de información compatibles para llevar el registro de estadísticas sobre adolescentes infractores, “con el objeto de definir los lineamientos de la política criminal para este grupo poblacional”.

En el otro extremo está la tendencia generalizada a tolerar y calificar como “normal y natural” la violencia entre pares, que se registra con demasiada frecuencia en los centros escolares. Este tipo de creencias sociales se reproduce tanto dentro de las familias como entre otros integrantes de la comunidad educativa, entre ellos, docentes y administradores educativos. En el mundo, los fenómenos del maltrato y el “acoso escolar” o bullying se estudian desde hace casi cuatro décadas. Desde entonces, se realizan estudios cuantitativos para observar la prevalencia del fenómeno en diversos contextos culturales, al igual que para medir el efecto de las intervenciones diseñadas para su prevención, detección y actuación frente a los casos que ocurren.

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Este acervo de trabajos ha arrojado además caracterizaciones generales, tanto de agresores como de víctimas, al igual que contribuciones significativas en la identificación de factores de riesgo individuales, familiares, escolares y socioculturales que sirven como predictores de ambas conductas. De los agresores se sabe que suelen ser jóvenes físicamente más fuertes que sus compañeros, impulsivos e iracundos, que

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El artículo 43 del Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006) establece entre las obligaciones éticas fundamentales de los establecimientos educativos, la obligación de garantizar a los niños, niñas y adolescentes el pleno respeto a su dignidad, vida, integridad física y moral dentro de la convivencia escolar. Para tal efecto, deberán:

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Formar a los niños, niñas y adolescentes en el respeto por los valores fundamentales de la dignidad humana, los derechos humanos, la aceptación, la tolerancia hacia las diferencias entre personas, e inculcar un trato respetuoso y considerado hacia los demás, especialmente, hacia quienes presentan discapacidades, especial vulnerabilidad o capacidades sobresalientes.

En el estudio se asegura que los programas de intervención y prevención del maltrato y el acoso escolar han recurrido a una amplia variedad de estrategias de intervención, en las que generalmente el factor común es el “enfoque global” o “sistémico” para abordar el problema. Las propuestas de intervención incluyen el levantamiento de líneas base para establecer la situación de conflictividad escolar, que indagan sobre conductas como el abuso, el acoso, la intimidación, el hostigamiento y la exclusión social, entre otras formas de maltrato entre pares escolares.

*

Proteger eficazmente a los niños, niñas y adolescentes contra toda forma de maltrato, agresión física o sicológica, humillación, discriminación o burla de parte de los demás compañeros y de los profesores.

Estas iniciativas intervienen en diversos ámbitos simultáneamente: el centro educativo (establecimiento de políticas institucionales frente al fenómeno), el aula (diseño y desarrollo de estrategias para prevención en el aula) y, lógicamente, los casos concretos que involucran a escolares, tanto víctimas como agresores, y también a los estimuladores del agresor y los defensores de la víctima.

*

Establecer en sus reglamentos los mecanismos adecuados de carácter disuasivo, correctivo y reeducativo para impedir la agresión física o psicológica, los comportamientos de burla, desprecio y humillación hacia niños y adolescentes con dificultades en el aprendizaje, en el lenguaje o hacia niños y adolescentes con capacidades sobresalientes o especiales.

Otro elemento propio del “enfoque global” es el desarrollo de material didáctico dirigido a padres de familia, alumnos y docentes con el propósito de modificar las creencias y conductas sociales que favorecen la reproducción del maltrato y el acoso escolar, desarrollar capacidades cognitivas, emocionales y conductuales, así como para establecer hojas de ruta para la detección y actuación cuando ocurren este tipo de casos.

muestran poca empatía con sus víctimas. Generalmente, no presentan problemas con su autoestima pero a la vez exhiben una fuerte necesidad de dominar y someter a sus pares. En sus relaciones con adultos, incluidos padres y profesores, son desafiantes y agresivos, y no es inusual que incurran en conductas como el vandalismo, la delincuencia y el consumo de drogas. El maltrato y el acoso escolar ocurren en presencia de algunos mecanismos psicopatológicos, entre ellos, el conformismo o contagio grupal, una deficiente inhibición ante situaciones de violencia, un clima de responsabilidad difusa, y una disposición a cambios cognitivos graduales en la percepción de la agresión, el acoso y la víctima. En cuanto a las características de las personas en riesgo de convertirse en víctimas de agresión y acoso escolar, se menciona su carácter pasivo, sumiso, introvertido y tímido. Son ansiosos e inseguros, usualmente no tienen un “buen amigo” entre sus pares y se relacionan mejor con los adultos. En ocasiones son depresivos y más propensos a la idea del suicidio.

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LOS PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN

// De los agresores se sabe que suelen ser jóvenes físicamente más fuertes que sus compañeros, impulsivos e iracundos, que muestran poca empatía con sus víctimas. Generalmente, no presentan problemas con su autoestima pero a la vez exhiben una fuerte necesidad de dominar y someter a sus pares. Agrega la investigación que entre los factores comunes importantes encontrados de manera reiterada en aquellos programas evaluados exitosamente, se destacan los siguientes:

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Un adecuado nivel de conciencia de parte de los adultos, especialmente docentes, padres de familia y otro personal escolar, acerca de la naturaleza y seriedad del problema del acoso y maltrato escolar.

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Un alto nivel de motivación y compromiso de parte de estos actores para adquirir los conocimientos y participar de las actividades necesarias para implantar los programas para la prevención y control oportuno y eficaz del acoso y el maltrato escolar.


*

*

La institucionalización de procesos sistemáticos y continuados de apoyo para el desarrollo en el personal escolar y padres de familia de los conocimientos y habilidades apropiados para realizar intervenciones que han demostrado ser eficaces. La presencia de modelos de gestión de la implantación del proceso basados en operaciones y procedimientos claramente documentados y verificables, que garanticen la calidad del proceso y su mejoramiento continuo, con base en procesos sistemáticos de seguimiento y evaluación.

LA VIOLENCIA JUVENIL EN ESTADOS UNIDOS En la actualidad, hay dos vertientes principales bien diferenciadas en los estudios sobre violencia en entornos escolares. El fenómeno específico del “acoso escolar” o bullying, entendido como un comportamiento agresivo o intencionalmente dañino entre pares, repetido en el tiempo, que tiene lugar en una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio real o imaginario de fuerza o poder, que produce indefensión persistente de la víctima en presencia del acosador, ha sido el principal objeto de interés de los estudios sobre violencia escolar en los países europeos y otros países del resto del mundo, con la notable excepción de los Estados Unidos. En el contexto estadounidense, la investigación en este campo se centra en el fenómeno general de la “violencia juvenil” (youth violence) y sus categorías de análisis usualmente coinciden con los de la justicia criminal de ese país. De manera rutinaria los Departamentos de Justicia y Educación del gobierno federal monitorean y divulgan el comportamiento de las estadísticas oficiales de capturas de menores de 18 años presuntamente responsables por “crímenes violentos serios”, cometidos tanto dentro como fuera de los planteles educativos, entre ellos, el homicidio (murder), la violación (rape), el abuso sexual con intimidación o violencia (sexual assault), hurtos con violencia sobre la persona (robbery), delitos contra personas agravados con violencia (aggravated assault) y otros delitos contra la persona, mediante su sometimiento real o imaginario a condiciones de indefensión (simple assault). También se monitorean los hurtos sin violencia (thefts).

de victimización y los registros de las salas de emergencias hospitalarias. En los estudios estadounidenses hay interés en aquellos fenómenos frecuentes en el ámbito escolar que no están tipificados como ofensas criminales en ese país, pero que representan contravenciones y formas de maltrato. También se contemplan aspectos como la presencia de “parches o combos”, la disponibilidad y consumo de dosis personales de sustancias psicoactivas, el maltrato por medio de expresiones de odio, el acoso escolar, el porte de armas, y la ocurrencia de peleas físicas dentro y fuera de los establecimientos educativos, al igual que los reportes de estudiantes que evitan actividades o lugares específicos dentro del establecimiento educativo, entre muchos otros. Sin embargo, dado el interés principal en las variables e indicadores asociados con la “violencia juvenil”, resulta previsible que algunas definiciones operativas de fenómenos como el “acoso escolar” (bullying) sean más vagas que en el caso de los estudios europeos, que tienen éste como su centro específico de interés. Por ejemplo, en el más reciente informe sobre indicadores de delito y seguridad en planteles educativos de Estados Unidos, clasifica como bullying, por igual tanto los reportes de estudiantes que manifiestan haber sido víctimas de uno o dos incidentes durante los últimos seis meses, como aquellos que manifiestan haberlo sido de uno o dos incidentes semanales, o en algunos casos de incidentes prácticamente a diario.

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Un antecedente que ayuda a comprender este enfoque muy particular de los estudios estadounidenses es la epidemia de violencia letal que se registró en la década comprendida entre 1983 y 1993 en ese país, y se hizo visible a través de los registros policiales de capturas por crímenes violentos serios, las encuestas

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LOS PROBLEMAS EN LOS COLEGIOS

ESTÁN RELACIONADOS CON EL ENTORNO Para hablar de las dificultades que se presentan en los colegios del Distrito y la campaña “Vive tu colegio a lo bien, es tu derecho, es tu deber”, que se está desarrollando para prevenir la violencia escolar y mejorar la convivencia, Espacio Educativo dialogó con Jaime Naranjo, Subsecretario de Calidad y Pertinencia de la Secretaría de Educación, SED. ¿Cómo surgió la encuesta sobre violencia escolar y el proyecto de convivencia? La encuesta y el proyecto hacen parte de un trabajo de la Administración Distrital para hacer una investigación, puesto que no se tenían indicadores sobre la violencia escolar; se sabía que teníamos problemas de armas, alcohol, xenofobia, género, pero sin indicadores. Eso ha existido siempre en la escuela, pero no es un problema de ésta es el reflejo de lo que vive la sociedad. Un hogar con violencia intrafamiliar va a tener niños violentos en el ámbito escolar, unos jóvenes que están en las pandillas de su barrio van a tener un comportamiento violento en el colegio; jóvenes de las barras de fútbol, que están entre los 13 y 25 años, nos llevan a pensar que el 70 por ciento de ellos están en edad escolar. Si están en el colegio allí tienen esos comportamientos violentos o si están desescolarizados es igualmente grave. Por eso, la administración Distrital contrató esa encuesta para tener unos indicadores sobre violencia y poder focalizar mejor sus acciones. En la administración pasada se iniciaron varias acciones en las cuales trabajamos con la Fundación Reconciliación, con la iniciativa ‘Hermes’

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de la Cámara de Comercio, en un programa de monitores, de líderes, el programa Caminos Seguros con Misión Bogotá, etc.; esas actividades se han venido desarrollando en los colegios desde hace mucho tiempo y en esta administración hemos creado el Plan Integral de Seguridad y Convivencia Escolar y la campaña publicitaria ‘Vive el colegio a lo bien’. Esto hace referencia a todas las acciones que llevan a unos cambios de estrategia para enfrentar el problema. Romper un poco con las ideas de esos grandes conferencistas que venían a explicarles a los jóvenes cómo cambiar de actitud y trabajar más bien en el reconocimiento de las identidades, las culturas juveniles, los Punk, los Emo y trabajando con los líderes que ellos tienen, convirtiéndolos en líderes positivos para mejorar esos comportamientos en la escuela. Esta es una oportunidad para que todos los estamentos de la sociedad entiendan que la seguridad de los niños, niñas y jóvenes es un asunto de todos, porque es muy injusto pretender que sea el maestro el que transforme toda esa violencia de una sociedad que por el contario le está presentando unos valores que son muy negativos. También estamos trabajando con la Secretaría de Gobierno y la Policía. ¿Cuál es la metodología que se está utilizando? Estamos trabajando la cátedra de Derechos Humanos en todos los colegios de Bogotá, tratando de hacerla menos teórica. Avanzamos en estrategias que llevan


Estamos creando alternativas para la organización de los jóvenes y los adolescentes, que son gregarios por naturaleza, para que se unan en grupos. Ahora lo único que encuentran para fijar su identidad es ser hinchas de equipos de fútbol, y en épocas difíciles esas organizaciones no generan sino frustraciones y peleas. Nosotros estamos buscando otras formas de organizarse, por ejemplo, a los que les gusta el ajedrez, la música, la danza, el teatro, la ciencia, el club de astrónomos, que la asociación de los jóvenes se haga en torno a otros valores que sean positivos y en donde no exista la violencia, sin satanizar las organizaciones que tienen ellos. Para aprender a convivir, a reconocerse y a respetarse. Nosotros tenemos un trabajo de derechos humanos y de inclusión en todos los colegios de Bogotá, pero tenemos identificados 60 colegios que presentan situaciones particulares; no quiere decir que sean los colegios más violentos de la ciudad, sino que tienen problemas relacionados con la convivencia. Es un proyecto experimental para acompañarlos en sus actividades en el aula y en el ámbito extraescolar en actividades artísticas, deportivas y en un trabajo con los monitores escolares. Tenemos unos jóvenes que son los monitores de convivencia, ellos son líderes naturales de los colegios que dirigen la construcción de las reglas de convivencia, recompensas y eventuales sanciones a quienes no las respetan. ¿Cómo involucran a los padres de familia en ese proceso? Estamos trabajando en un proyecto que se llama la Escuela de Padres. Es muy curioso cuando uno escucha a los papás, ellos dicen que la escuela de hoy no enseña nada, que antes era mejor, pero nunca se preguntan qué están haciendo ellos para mejorar los índices de convivencia de los jóvenes o preguntarse qué tipo de ejemplo les están dando. También es

cierto que la mayoría de los padres están pendientes de sus hijos. Con el programa, los estamos invitando a que vengan al colegio a las horas de recreo para que compartan esas horas con los muchachos y vean cuál es su comportamiento, queremos darles herramientas para que ellos puedan educarlos, debido a que muchas veces no saben qué hacer; que en sus casas tengan un espacio cómodo para la lectura, que así como hay un espacio para la televisión, también tengan juegos, otras actividades que den respuesta a esos imaginarios. ¿Cómo se focaliza el trabajo? Hay 360 colegios con más de un millón de estudiantes en 720 sedes, son aglomeraciones de jóvenes cuyos problemas no son los mismos; cada colegio tiene su especificidad en cuanto a virtudes y problemas. Esos problemas siempre están en relación con las características del entorno. Si es un barrio sumergido en la pobreza, en la miseria, rodeado por atracadores, por vendedores de droga, por el alcohol, pues hay influencia en el colegio, pero no son todos los colegios. Hay otros planteles que están rodeados de prostitución, otros de las barras de fútbol, de disputas de amor. Tenemos colegios con situaciones más banales, que no se pueden aceptar, pero que no pueden compararse con aquellas donde hay peleas a cuchillo. Estamos lanzando un concurso para que cada colegio presente su programa en el que señale cómo va a luchar contra la violencia juvenil. Vamos a premiar a 70 colegios de Bogotá, le vamos a entregar a cada uno un premio de 5 millones de pesos para que desarrollen sus propuestas. ¿Cómo van a utilizar los medios de comunicación escolares? Estos van a tener un papel fundamental, porque fomentan la libertad de expresión y la libre participación de los estudiantes. La idea es justamente encausar esa energía que tienen los jóvenes y darle vida a su propia expresión y cultura. Vamos a abrir una emisora en internet para los jóvenes de Bogotá. Eso es parte de lo que consideramos como las tecnologías al servicio de la educación, no sólo para la convivencia sino para la producción de nuevos conocimientos. Estas herramientas sirven como elementos para la autoformación, para aprender a aprender y la autonomía de los estudiantes.

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al cambio de comportamientos y actitudes de los jóvenes en relación con los demás, en reconocer la diversidad, la diferencia. Por ejemplo, empezamos desde las mismas asignaturas, en donde hablamos de herramientas para la vida, como aprender a leer, a escribir a hablar correctamente. Insistimos en el discurso de los muchachos para que puedan entender qué piensa el otro, aprendan a expresarse, a ponerse de acuerdo, a controvertir.

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EL COLEFIO ALFONSO LÓPEZ PUMAREJO BUSCA SOLUCIONAR

ENTRE LOS COLEGIOS DE BOGOTÁ La Secretaría de Educación del Distrito y la Cámara de Comercio de Bogotá están implementando en varios colegios de la ciudad el programa ‘Hermes’, como parte de un gran proyecto que busca solucionar de manera pacífica los problemas que ocurren al interior de las aulas escolares.

El proyecto hace parte de una metodología que busca, a través de la prevención, la intervención y la transformación de las relaciones entre estudiantes, lograr una perspectiva innovadora y una respuesta pacífica para la transformación cultural en el manejo y uso adecuado del conflicto en los planteles educativos. El Colegio Distrital Alfonso López Pumarejo adoptó el programa, con el que se pretende fomentar la convivencia en las aulas a través de la realización de talleres de sensibilización, en donde los niños y jóvenes

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involucrados en conflictos menores tratan de saldar sus diferencias por las buenas. Para Santiago Rojas, del grado Once, quien es conciliador desde cuando estaba en Noveno, el proyecto quiere incentivar a los niños, niñas y jóvenes y capacitarlos en la resolución del conflicto escolar para que haya una mejor convivencia en el colegio. “Nosotros como conciliadores debemos conocer el conflicto, saber cuáles son sus partes y ayudar a los que tienen problemas para que haya una mejor relación en el colegio y en las familias”. De los 45 estudiantes que comenzaron en el programa hace año y medio, hoy sólo quedan 15, pero su compromiso y entusiasmo los ha llevado no sólo a mantenerse activos en la resolución de conflictos, sino en la formación de nuevos compañeros para que los reemplacen cuando ellos no estén. Ya hay una segunda generación de conciliadores formada por 43 estudiantes del grado Octavo.


Marcela Pardo, también de Once, explica la metodología que utilizan para resolver los problemas escolares: “Como el objetivo es promover la convivencia, nosotros escogemos los casos que vamos a resolver, desde primaria hasta bachillerato, o los involucrados nos buscan, se hace un procedimiento para conocer quiénes son los del conflicto, si están dispuestos a solucionarlo, porque aquí no se le obliga a nadie. Al mes se hace una reunión con los participantes para saber cómo va el caso”. Asegura que el trabajo del grupo es muy importante, porque se deben resolver problemas desde el robo de celulares hasta situaciones de violencia escolar. “Si un niño coge algo de otro se busca que se disculpe y explique porque lo hizo. Porque cuando sean más grandes los casos son más graves. A nosotros nos contaron que un problema llegó hasta causar la muerte de una niña”.

El grupo Hermes es autónomo, allí nadie distinto de los integrantes de la mesa se entera de lo que pasó en las reuniones, es una regla del proyecto. Las jornadas de conciliación se realizan cada mes, pero si hay algo extraordinario se organiza una mesa de conciliación en cualquier momento. La Cámara de Comercio hace el seguimiento al proyecto en el que están participando más de 200 colegios distritales. Este programa hace parte del Método Alternativo de Solución de Conflictos, que utiliza esta metodología para mejorar las relaciones interpersonales entre los estudiantes.

Como afirman estos estudiantes, los problemas se presentan en la mayoría de los casos porque se ha perdido la confianza y se cree que la solución es la violencia, por eso sus metas están puestas en recuperar la confianza entre los estudiantes y lograr que entiendan que los problemas se deben resolver por la vía pacífica.

··· UN CASO DE INTIMIDACIÓN

De acuerdo con la profesora Luz Marina Castro, del mismo colegio, los docentes no participan en los grupos de conciliación, sino que se fomenta la autonomía para que los mismos estudiantes, con sus compañeros conciliadores, resuelvan sus problemas. “Nosotros no participamos en la conciliación, apenas observamos”. La Cámara nos formó y ahora preparamos los estudiantes, dirigimos los talleres, les trabajamos conceptos de conflicto, de autoestima, se concientizan sobre lo que está pasando. Ellos llevan sus actas y nos entregan las conclusiones, pero nosotros no estamos en las reuniones. Si los casos son graves se llevan a la Coordinación de Convivencia”.

“La última vez resolvimos el caso de una niña que se la pasaba amenazando a otro niño con los profesores, le decía que lo iba a hacer expulsar. Tomamos el nombre de ella, la edad, el curso y en dónde inició el problema. En este caso se llama Parte Uno y Parte Dos. La Parte Uno, o sea el niño, solicitó que la Parte Dos viniera a la mesa de conciliación. Hablé con la niña y ella se disculpó, les pedimos que se conocieran más, pero ella dijo que no porque el niño era abusivo con las niñas, pero la niña también es muy agresiva. Al final se pusieron ambos a llorar. Ella dijo que no le iba a volver a hablar. Es un caso para hacerle seguimiento”. Marcela Pardo.

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Por su parte, Santiago está contento con los resultados del trabajo que han realizado en convivencia, porque han bajado los índices de violencia en el colegio. “Antes cuando uno salía de clase, todo el mundo era vamos para el parque que va a haber ‘bonche’, pero las cosas han cambiado. La mayoría nos buscan a nosotros para solucionar los problemas. Se está formando conciencia social y muchos tienen la suficiente personalidad para conciliar”.

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FORMAR EN SITUACIONES

DE ADVERSIDAD En Bogota, al igual que en muchas metrópolis del mundo, el desarrollo infantil y adolescente atraviesa por diferentes situaciones de adversidad en todos los sectores sociales que sobrepasan las barreras de protección de las familias actuales. Las migraciones forzadas, las catástrofes naturales, la inseguridad y los cambios imprevistos en las trayectorias familiares contribuyen a la desprotección frente a riesgos y peligros que amenazan directamente los derechos de la infancia en dimensiones como el maltrato, la explotación, la trata, la mendicidad y vida en la calle, la incorporación en comercio ilícito y la presencia de grupos delincuenciales en las zonas de asentamiento. Estos riesgos y peligros que enfrentan los niños, niñas y jóvenes están relacionados con:

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El hambre y la desnutrición, que se reflejan en desnutrición crónica y enfermedades como la anemia, y que se constituye en un factor especialmente grave en menores de 5 años.

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Afectaciones graves, pero prevenibles, en la salud, derivados de las condiciones de alimentación, de insalubridad de la vivienda y la precariedad de la atención estatal.

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La cobertura y el acceso a la educación, factor relacionado además con la permanencia, flexibilidad y adaptabilidad del sistema educativo.

Escrito por MARÍA ELVIA DOMINGUEZ Psicólogo - Investigador

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Problemas de índole psicosocial.

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Problemas en el campo de la recreación.

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Problemas en las áreas de la capacidad de participación y organización.

Sin embargo, cada persona o grupo familiar posee un núcleo de confianza básica como la capacidad de continuar proyectándose hacia el futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, condiciones de vida adversas o desastres naturales. Es fundamental comprender que frente a una situación adversa se presentan, tanto reacciones negativas (ira, ofuscación, confusión, depresión), como reacciones positivas (aumento de la capacidad de adaptación, sentimientos de confianza y cambio en el enfoque vital) Así todo trauma origina devastación y resiliencia.

··· UNA AGENDA PEDAGÓGICA POR LA RESILIENCIA En las instituciones educativas formales las niñas y los niños también están sometidos a situaciones de adversidad de mayor o menor grado. Las principales son:


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Maltrato entre pares, más conocido como ‘matoneo’

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Mantener los compromisos para valorar las acciones propias y ajenas

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Manoseo y acoso sexual

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Promover el avance hacia las metas

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Exclusión educativa por situación de desplazamiento forzado, discapacidad o pobreza extrema

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Establecer relaciones positivas

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Consecuencia de la violencia intrafamiliar y sexual

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Pérdida o separación temprana de los cuidadores

··· NIÑOS Y NIÑAS EN SITUACIONES DE DESASTRE O TRAGEDIA

La definición actual la asume como la capacidad de una persona (o grupo) para continuar proyectándose hacia el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, condiciones de vida difíciles y/o traumas graves. A las inevitables desilusiones y contratiempos de la vida diaria. Las maestras y los maestros no deben pasar por alto que haya niños aislados en la escuela, deben tratar de integrarlos con sus pares. El término resiliencia ha sido adoptado de la ingeniería, que significa capacidad de un material de conservar su forma original después de haber sido deformado bajo presión.

··· FORMAR A LAS NIÑAS Y NIÑOS PARA AFRONTAR LA ADVERSIDAD Desarrollando lo que el psicoanalista Erick Erickson denominó “confianza básica”, es decir, la certeza ontológica de que pase lo que pase somos aceptados o aceptadas por las demás personas. La seguridad básica como mecanismo de resiliencia esta anclada en tres ejes: el sentido de pertenencia, la capacidad de creatividad e iniciativa para proyectarse hacia el futuro. Los elementos formativos que promueven el sentido de confianza básica en el aula son:

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Enseñarle a cuidar de sí misma o de sí mismo

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Promover la reciprocidad entre las niñas y los niños

Ayudar a las y los menores que han presenciado o vivido eventos trágicos o atemorizantes, naturales o provocados por acción humana, promoviendo acciones grupales de sentido de seguridad a través de:

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Restablecer las rutinas diarias, especialmente el trabajo académico

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Usar el juego como elemento de reparación psicológica

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Reconocer los sentimientos negativos para proyectar su resolución creativa.

Las y los docentes deben monitorear reacciones negativas (irritabilidad, preocupaciones sobre la seguridad propia y ajena, escasa concentración, evitar situaciones nuevas, nostalgia, falta de energía, pesimismo, agresividad, ira) y tratarlas con prontitud, recordando que pueden aparecer hasta varios meses después del evento trágico desencadenante. Incluso si el niño o la niña enfrentan momentos dolorosos, hay que ayudarles a ver la situación en un contexto más amplio y a largo plazo. La o el menor debe entender que él o ella pueden controlar la situación y que una actitud optimista les permite ver las cosas buenas de la vida y seguir adelante hasta en los momentos más difíciles. En la escuela, el rescate de las historia de personas y familias que han superado adversidades pueden usarse para ayudar a la cohesión social. El trabajo pedagógico sobre cómo enfrentamos situaciones difíciles ayuda a que aprendamos más de nosotras y nosotros. Reflexionar sobre cómo el niño/a está enfrentándolos le puede ayudar a entender su propia conducta. En la escuela, los maestros pueden fomentar conversaciones sobre el aprendizaje de cada estudiante al enfrentar una situación difícil.

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Algunas investigaciones sobre desarrollo infantil y adversidad han mostrado que entre un 25% y 35% de quienes sufren situaciones de adversidad están más preparados para afrontar las dificultades en la vida adulta. Las niñas tienen mayor capacidad para la resiliencia que los niños.

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En la escuela, cada profesor o cada profesora puede analizar con sus alumnos los cambios de los estudiantes al avanzar al siguiente grado. El sistema educativo puede contribuir decisivamente a aumentar la resiliencia en los/as alumnos, mediante el fomento del pensamiento crítico adaptado a la edad de los niños, el diálogo, la participación de los jóvenes en la formulación del plan de estudios y en la creación de las reglas en las aulas, el aprendizaje directo, la evaluación participativa, el establecer expectativas académicas altas pero alcanzables, y promover estrategias que enfaticen en la cooperación, tales como aprendizaje grupal, ayuda por los pares, la intervención de mentores o guías de diferentes edades y servicio a la comunidad).

··· CONCLUSIONES La capacidad de enfrentar la adversidad y salir fortalecido/a puede y debe ser fomentada por quienes tienen contacto con niños/as y adolescentes (padres, familia extendida, maestras, maestros, médicos), como un eficaz mecanismo para lograr personas ecuánimes, creativas y solidarias.

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··· UN CASO... Rosa María es una niña de 9 años de edad que fue desplazada a Bogota con su madre, hermanas y hermanos, porque recibió amenazas de actores armados en conflicto. Al llegar a Bogotá, la familia se reparte entre conocidos y parientes. En la casa donde se alojaba sufrió abuso sexual y acceso carnal cuando contaba con 8 años de edad. El agresor sexual fue un tío. Cuando la madre se entera de esta situación coloca la denuncia en la Fiscalía. La madre informa esta situación en el colegio donde estudia la niña, para que sea tenida en cuenta porque su rendimiento académico es deficiente. Lamentablemente, esta situación llega a oídos de algunos de sus compañeros de clase, quienes comienzan a denigrarla tratándola de “perra” y esto provoca reacciones agresivas de Rosa María. Frente a esta situación, la madre decide cambiarla de establecimiento educativo. Ella consigue finalmente internarla en un colegio de monjas, para que estuviera protegida, porque vive en una situación muy precaria. ¿Qué hubiera podido hacer el Instituto Educativo Distrital para que no abandonara el colegio?


EL MUNDO, LOS NIÑOS Y EL APRENDIZAJE

EL MUNDO DE HOY Y LAS COMPETENCIAS PARENTALES El mundo de hoy es muy diferente al mundo de hace unos años, lo que pasó hace una semana ya no es noticia en el mundo entero, todo pasa rápido, así que los niños también viven en un mundo más agitado. Este tipo de ritmo no se vivía desde la Revolución Industrial, y a esto obedeció la aparición de los colegios, que nacen como una respuesta masiva a las necesidades de educación. En la producción en masa se empezaron a cambiar las dinámicas de comunicación del mundo y nos encontramos en un momento en el que se puede identificar un cambio de ritmo impulsado por la tecnología, que ha generado posibilidades de comunicarse más rápidamente y de manera más inmediata. Esto no es ajeno a los niños, quienes se han acostumbrado a ser gratificados instantáneamente, no saben esperar, ni sufrir, no asumen la adversidad, no están siendo preparados para el mundo con dificultades que les va a tocar. De esta manera, hay tres factores que deben ser tenidos en cuenta para entender la realidad de la educación actual: el tiempo, la información y la comunicación. Existen dinámicas cambiantes que tienen serias implicaciones en la construcción de la sociedad, entendida a partir de la familia como partícula que conforma la sociedad. Una de estas costumbres es la de reunirse al rededor de la mesa, ahora la gente no tiene tiempo para comer en familia. Lo que implica la pérdida de espacios tradicionales para compartir tiempo y comunicarse. Para la memoria, reproducimos estos y otros conceptos expresados por la psicóloga e investigadora

Annie de Acevedo en el Seminario sobre Familia y Acompañamiento, organizado por la Fundación CreeSer.

LOS NIÑOS EN LA ERA DE LA VELOCIDAD Los niños de ahora tienen cualidades que responden al contexto de información en el que se desenvuelven. Son niños muy verbales que tienden a hablar y a comportarse como adultos. Esto como consecuencia de la característica humana que le permite aprender a partir de la imitación, así que son niños que hoy aprenden de su contexto familiar y social y de la televisión. Según la psicóloga, los niños de hoy mandan en la casa, son torpes, tienen una postura física pobre, tienen una evolución negativa en la parte motora, altos niveles de energía, cerebros muy rápidos, no identifican autoridad, no obedecen, son poco tolerantes a la frustración. Asegura que “con la formación se trata de lograr seres humanos capaces de hacer felices a otros y de ser contribuyentes a una sociedad. Los niños de hoy tienen acceso a mucha información de manera muy precoz, poco autocontrol, debido a que piensan y hablan. Esto nos lleva a entender que ponen atención de otra manera y a otro tipo de cosas”. Gracias al acceso a la tecnología, los niños son multisensoriales, aprenden viendo y escuchando de diferentes fuentes al mismo tiempo. Esto hace que los profesores sean aburridos, ya que no tienen la rapidez de la información y en la educación tradicional no se utilizan herramientas que se pongan a tono con sus necesidades y costumbres. Es por esto que la educación debe cambiar y ponerse de acuerdo con los niños de hoy. “Son niños que tienen capacidad de decisión, escogen lo que se compra en su casa, se lanzan al mundo, no les da pena hablar con los adultos, niños empoderados, muy despiertos, con un coeficiente intelectual más alto y autocentrados, que saben más de computadores que sus profesores y que construyen las relaciones con sus compañeros a partir de un contenido altamente virtual. Son niños que se encuentran en los salones de clase con profesores tradicionales”.

ESPACIOEDUCATIVO

Tenemos más casas grandes y familias más pequeñas Tenemos más educación y menos sentido común Tenemos más expertos y más problemas Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a disfrutarla Escribimos mucho, pero aprendemos poco Son paradojas de nuestros tiempos.

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CÓMO ENFRENTAR ÉSTOS NIÑOS EN EL SALÓN DE CLASE Múltiples estudios demuestran que la mejor manera de aprender es todo aquello que sea multisensorial, entre más sentidos se involucren en el aprendizaje, más exitoso será el resultado. Ahora, es importante dejar en claro que esto debe ir acompañado de un orden y una estructura clara, ya que las neuronas multisensoriales no se potencializan en el caos, sin un orden se mantienen siendo neuronas auditivas o visuales o de otro tipo. Así que para crear cerebros con estructura es necesario crear rutinas, poner parámetros en la casa, inculcar disciplina con firmeza y claridad y sobre todo hay que poner reglas y generar expectativas sobre el proceso de aprendizaje. Una reconocida técnica para potencializar el aprendizaje es hacer que las personas le cuenten a alguien lo que aprendieron, ya que al verbalizar se hace necesario recapitular, utilizar la memoria y organizar la información. Otra técnica es la utilización de música en el salón de clase, es ya reconocido el efecto que tiene en la formulación de patrones a partir de los cuales se fijan contenidos. De tal manera que los niños exigen que se les trate como individuos. Es muy importante y provechoso que se les pregunte por la forma en la que mejor aprenden, ya que se sienten reconocidos en su particularidad. “Tengamos en cuenta que los niños son protagonistas en el hogar y se inquietan al sentirse parte de un grupo en el que no tienen reconocimiento, por lo que es recomendable utilizar el método de la pregunta socrática, hacer preguntas, qué piensas tú, qué crees, qué has escuchado sobre el tema; se forma mucho a partir de la pregunta, se pone el cerebro a funcionar y se logra atención y no se debe olvidar que el proceso del cerebro funciona con la estructura Atención-MemoriaReflexión, por lo que lograr atención es un principio fundamental en el aprendizaje”. Es recomendable que las actividades no duren más de 20 minutos y debe ser evitada la clase magistral, se deben incluir instrucciones claras y precisas y se les debe pedir que utilicen conectores para que desarrollen un pensamiento lógico. Los niños deben reconocer en los adultos patrones de seguridad en lo que hacen, que sean coherentes con lo que dicen y lo que hacen, ya que si

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ven que se sabe el camino los niños seguirán a la persona que lo está marcando. Como parte fundamental, el colegio debe hacer equipo con la familia. En cuanto a la actitud del formador, se debe ser firme, sin dejar de ser amable, lo que no implica que se puede ofender o humillar, pero se deben tener en cuenta que existen consecuencias y que estas son claras, es decir, ser comprensivo manteniendo los limites. “Hay tres cosas que necesitan los niños para ser exitosos como adultos, deben aprender a manejar dinero, tiempo y relaciones interpersonales y con esto último es sobre todo importante resaltar que el valor humano más importante y completo es el de la empatía, ya que al poder ponerse en el lugar de los demás se aprende a ser solidario, compasivo, respetuoso, etc.”.

··· MONSEÑOR TITO MARTÍNEZ PÁEZ

DIÓCESIS DE FONTIBÓN / PARROQUIA DE SAN CAYETANO Encuentro la conferencia muy satisfactoria con aportes muy valiosos, ya que el gran problema que enfrentamos hoy en día quienes trabajamos con pastoral familiar y los que tenemos que ver con temas de familia, es que nos encontramos un poco distantes de lo que es la realidad. Muchas veces seguimos con trabajos y metodologías que ya no son aceptadas hoy y que dificultan una comunicación con las personas y por consiguiente un cambio y una transformación de la familia y de la misma sociedad.

··· NÉLSON GACHARNÁ

DIRECTOR ADMINISTRATIVO / COLEGIO REAL DE CUNDINAMARCA Los temas que tratamos hoy son importantes, pero yo creo que es más importante tratarlos a nivel de padres, que son quienes, en realidad, desconocen mucho acerca de esto. Resultan convirtiéndose en el dolor de cabeza de las instituciones. Yo creo que los niños no les han quedado grandes a los docentes, pero si nos ha quedado grande el manejo de padres y abuelos. Los niños no nos quedan grandes si los padres nos ayudan. Estos temas ayudan a los docentes a crecer y a tener unos parámetros bien establecidos para la formación de la niñez.


PROYECTO ESCUELA FAMILIAR - PEF

CONTENIDOS DEL PROGRAMA

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