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“¡Propongo un brindis!” La Fiesta de la Vihda

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Divina Lujuria

Divina Lujuria

Escribe: Gustavo Ochoa Morán.

En junio del año 1981, en los EE.UU., se revelaron las primeras evidencias clínicas de lo que después sería conocido como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) (ONU, s.f.). Para el año 1983, se logró identificar su causa, el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y, en mayo de ese mismo año, se identificó a la primera persona con VIH en el Perú. Desde entonces, personas diagnosticadas y poblaciones clave se vieron estigmatizadas socialmente y hasta marginalizadas de los sistemas de salud y del ámbito del trabajo (Collave, 2020).

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Han transcurrido ya casi cuatro décadas desde entonces en las que hemos visto enormes progresos en los medicamentos antirretrovirales, pero la respuesta del Estado no ha estado exenta de fallas a nivel de sus políticas de salud, educativas, entre otras. Es en un contexto aún persistente en desigualdades, temores y tabúes que surge La Fiesta de la Vihda, obra de creación teatral colectiva de Positivo de Corazón que pone al tema como centro a partir de la narración en primera persona de un joven viviendo con VIH. Esta obra testimonial, que recibió apoyo del Ministerio de Cultura y ONUSIDA, se estrenó el pasado mes de diciembre en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social y en el Centro Cultural de España. En la presente reseña, se propone un breve comentario.

La obra empieza con su performer testimoniante, Yamir Alí, interpretándose a sí mismo y presentando, entre música, globos y bebidas, la razón de su festejo: los 16 años que lleva viviendo con VIH. Esta feliz escena junto a sus amigos pasa de un divertido baile a la rememoración de las agresiones homófobas que padecía por parte de los varones de su entorno. Con este flash-back, Yamir empieza a contarnos su historia, una historia de relaciones conflictivas y violentas. Este rechazo lo conduce, siendo aún adolescente, a buscar espacios privados donde conocer otros chicos y explorar su homosexualidad. Es al interior de una relación poco sincera e insegura que Yamir es víctima de manipulación emocional y, consecuentemente, de una violación sexual donde le transmiten una ITS y el VIH. Su testimonio, ya doloroso por la forma en que descubre su condición, revela también el trato poco empático que recibían (y reciben) las personas diagnosticadas en los centros médicos, al ser todavía una época sin los avances médicos de ahora ni con la suficiente información. A la nueva realidad que debe afrontar junto a su madre, debe sumar el desafío que esto supone para su salud mental dado el peso de tantos estigmas y que originan, como consecuencia, estados de negación, vulnerabilidades, miedo a socializar y sentimientos de culpa. Yamir está devastado, tiene temores, pero empieza a hallar nuevas razones por las que lograr la adherencia con su medicación y seguir vihviendo.

Esta obra teatral representa un ejemplo de lo que se conoce como nuevo teatro testimonial. Se trata de un formato que se propone narrar la historia personal o colectiva desde la primera persona. Debido a su interés por la experiencia humana directa, este sub-género de la dramaturgia ha puesto su atención sobre las temáticas ligadas a la población LGBTIQ+ desde hace algún tiempo. Muestra de ello son obras como Desde afuera (2014) o Cuando seamos libres (2016), donde personas con identidades y orientaciones disidentes comparten sus vivencias de cara al público. Ocurre igual con Trans Historias (2019) o Sobrevivir (2021), donde se apuesta por dar rostro y voz a las diversidades trans específicamente. Y es el caso también de La prueba (2018), obra testimonial antecesora a La Fiesta de la Vihda, que reúne a cuatro performers en torno a sus experiencias viviendo con VIH en el Perú. Según Sebastián Eddowes (2022), creador teatral peruano, este tipo de obras testimoniales generan conocimiento colectivo desde la forma de contar historias personales hasta la forma de propiciar espacios de interacción y diálogo. En ese sentido, Positivo de Corazón logra un valioso aporte, porque acerca y vincula colectividades en torno al tema de una manera distinta a como lo haría un texto informativo, es decir, con el poder transformador del arte. Para ello, su elenco de testimoniante y performers de soporte se mimetizan entre situaciones que debe afrontar alguien con esta condición frecuentemente.

En torno a ese punto, es necesario resaltar la originalidad de la puesta en escena a cargo de Paloma Carpio. La directora no dudó también en “romper la cuarta pared” e implicar al público. Esto se evidencia tanto en el brindis colectivo final o en su festivo intermedio en el cual el público podía aceptar responder preguntas o cumplir retos para medir sus conocimientos sobre el VIH y prácticas sexuales seguras. Para tal fin, durante el ingreso, se proporcionó a lxs asistentes coloridas cajitas sorpresa con caramelos, preservativos, serpentinas para jugar e, incluso, un vale para una prueba rápida de descarte de VIH y un folleto informativo. De este modo, se pueden conocer paralelamente términos como indetectable, pareja serodiscordante, profilaxis pre exposición, etc. (Ver Glosario). Esta invitación a la platea no acabó ahí, pues la obra cerró con un conversatorio con el staff de Positivo de Corazón, en el cual, entre muchos temas, se dialogó sobre el importante rol de la familia en el acompañamiento de las personas diagnosticadas.

Otro aspecto resaltante es el cuidado visual en el montaje. La dirección de arte bajo la responsabilidad de Bea Chung demuestra creatividad en la concepción de una atmósfera celebratoria. El mobiliario diseñado ayuda a que los actores recreen espacios cómoda y velozmente. Además, el empleo de luces variadas así como de elementos coloridos permite, por un lado, aparentar los ambientes que narra la historia y, por otro lado, transmitir la vibra esperanzadora que embarga a su narrador protagonista. Asimismo, la música está adecuadamente elegida para mantener el feeling de la historia hasta su desenlace. Finalmente, el evento concluyó con Liminar, una pequeña exposición bipersonal de la obra gráfica de Koffee Preto y Holy Drako, dos artistas que plasman en sus dibujos lo que les significa a nivel emocional, artístico y social el vivir con VIH en el Perú.

En síntesis, La Fiesta de la Vihda comparte el testimonio personal de Yamir Alí, un joven que lucha por su vida y un espacio justo en nuestra sociedad, esa que lo rechazó y desprotegió en un momento importante como es la adolescencia, pero que decidió resistir en el amor, vihvir y conectar su propósito vital con el de otrxs.

En ese sentido, se espera, a un futuro, el surgimiento de más obras literarias, teatrales, gráficas y cinematográficas que revelen las vicisitudes que implica esta condición en un país aún con grandes brechas que superar en materia social y de salud. Asimismo, se espera que estas puedan revelar a otras poblaciones clave como las mujeres o personas trans/no binaries. Tal como señala Paloma Carpio, su directora, en el folleto del evento, “las artes están ahí para permitirnos lidiar con la incertidumbre, remirar y resignificar los hechos y vivencias que nos impactan individual y colectivamente”.

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