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Iglesias en el cielo
��LALIBELA Uno de los lugares culturales más destacados de Etiopía. Volar en este lugar también es impresionante. El pueblo se encuentra en un altiplano y hay opciones para despegar al este y al oeste Fotos: Andy Busslinger
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Iglesias en el cielo
Werner Bösch y sus amigos fueron a Etiopía y viajaron por tierra a las increíbles tierras altas del norte del país. Traducción: Mike Riley Fotos: Andy Busslinger
Etiopía es un país enorme. Es tres veces más grande que Alemania, o dos veces más grande que Francia; es Texas y California juntos. El país no tiene salida al mar y es alto. La capital Addis Ababa se encuentra a 2355m y gran parte del país son tierras altas entre 2000m y 3000m sobre el nivel del mar.
Durante miles de años, los ríos se han ido comiendo estas tierras altas y el resultado son gargantas tipo cañones y mesetas. Los desfiladeros a los lados son empinados. Las térmicas pueden ser fuertes, turbulentas y llegar muy alto. Un viaje por aire puede ser una aventura.
A finales del año pasado, hice el viaje de siete horas de Frankfurt a Addis con unos amigos con planes de viajar a través del norte del país, volar donde pudiéramos y visitar algunos de los famosos lugares culturales del país.
Éramos cinco en la Toyota Land Cuiser saliendo de la capital después de uno o dos días de preparativos y de turismo. Nos impresionó la fila enorme de tráfico que serpenteaba hacia la ciudad a las 8am, el aire denso con diésel y humo. Sin embargo, no tardamos en dejar todo atrás mientras íbamos al norte a nuestra primera parada.
“¡Debre Libanos!” dijo Mass, nuestro guía, después de dos horas. El monasterio fundado en
el siglo XIII reposa sobre una terraza entre un precipicio y un cañón de uno de los afluentes del río Abbay. Pensando en el día siguiente, un posible despegue llamó inmediatamente nuestra atención. Un lugar debajo del Ethio-German Park Hotel (no es tan enorme como suena) parecía que serviría, si el viento cambiaba 90 grados.
Después de registrarnos en el hotel a 2700m, subimos al monte Salale a 3440m con una antena en la cima que se ve de lejos. Debe ser un lugar excelente para volar, pero era muy tarde. Sin embargo, la mañana siguiente estábamos en el despegue de nuestro Ethio-German Park Hotel a las 10am y el viento estaba bien. Extendimos rápidamente nuestras Epsilon y no tardamos en despegar, ascendiendo hasta 3000m en térmicas muy aprovechables, sobre bandas de monos gelada. Estos primates viven solo aquí, en las praderas de las tierras altas de Etiopía y tienen una reputación de ser aterradores.
La vista hacia la gigantesca garganta Jamma y hacia el río, afluente del Nilo Azul, era fantástica. Se puede volar sobre la meseta como quieras y decidí aterrizar justo debajo del monasterio Debre Libanos. Mientras aproximaba sobre un maizal cortado podía ver muy pocos humanos, pero no había terminado de tocar el suelo cuando ya contaba exactamente 48 personas de edades diversas alrededor de mi ala. ¡Qué comité de bienvenida!
Vuelo Lalibela
Después de dar una vuelta por el famoso monasterio Debre Libanos, seguimos nuestro viaje hacia el norte. En el camino, vimos muchos autos destruidos víctimas de las carreteras y los barrancos empinados hacia las gargantas. Bajamos por un barranco empinado también y cruzamos un puente sobre el Nilo Azul a unos 1100m. Hacía 33ºC - ¡mucho calor!
Después de otra hora más en auto fue un alivio llegar a Dejen. Este pueblo se encuentra en una meseta alta y según dicen tiene gran potencial para el parapente y se han hecho varios vuelos de 100km desde el lugar. El suelo desciende abruptamente hacia el oeste y el este y estábamos listos para volar del lado oeste, pero el despegue estaba dentro de la nube y se frustraron nuestros planes esa primera vez.
Así que en cambio seguimos al norte a Lalibela, a seis horas por tierra por pueblos ajetreados hasta los últimos 30km por una “carretera rústica” que era simplemente un lecho de río seco. Lalibela es una de las zonas culturales más importantes de Etiopía y es famosa por sus once iglesias subterráneas. En la mañana, subimos al monasterio Ashetan Maryam a 3000m, con su iglesia pequeña excavada en la roca. Qué lugar tan poderoso.
Teníamos nuestras alas, pero el terreno con árboles y arbustos con espinas nos desanimaron, así que despegamos desde más abajo, a 2750m, para un vuelo mañanero hasta un claro desde donde salía un tuk-tuk barato de 100 Birr (€4) hasta el hotel.
Regresamos al despegue poco después de mediodía. Este despegue de acantilado exigía una buena técnica por tener un “punto de no retorno” claro. No sabíamos si despegar o no, pero cuando el viento pareció lo suficientemente laminar, despegamos y poco después estábamos dentro de térmicas agradables que nos llevaban hasta 4000m. De ahí, seguimos una cresta en “U” e hicimos un ida y vuelta y aterrizamos debajo de Lalibela.
Volvimos a volar, al atardecer. Fue un vuelo de despedida bajo la luz de final de tarde, un recuerdo que conservaremos para siempre.
Parque nacional Simen
Al día siguiente, la Toyota nos llevó a un viaje de ocho horas hasta Gondar, la antigua capital de Etiopía. Temprano en la mañana, acompañamos a
miles de cristianos ortodoxos a una misa especial. Habían empezado a llegar desde las 4am para la ceremonia de cinco horas, pero nos fuimos después de una hora y salimos cerca de mediodía a nuestro siguiente destino: Debark, la entrada al parque nacional de las montañas de Simen.
En la entrada del parque, y luego de negociar el precio, llevamos al guía obligatorio y a un guardia armado que nos acompañarían en todo momento. Con ellos abordo, llegamos al hotel Simien Lodge a 3260m.
El hotel se anuncia como “el más alto de África” y es la puerta de entrada para explorar la meseta de 35km que termina en barrancos empinados. El parque se fundó en 1969 y es hogar de muchas especies en peligro de extinción, incluyendo al lobo etíope y 50 tipos de aves.
Poco después volvimos a encontrarnos con los legendarios monos gelada. Son los únicos primates herbívoros del mundo y viven en grupos de 300 monos. Una cascada de 500m nos hizo sentir pequeños.
Después de una noche en el hotel, nos adentramos a las montañas hacia el Ras Dashen. Con 4550m, es la cuarta montaña más alta de África, pero lamentablemente se nubló y no pudimos volar.
Nos fuimos del parque y del hotel y regresamos a Debark, la ciudad-mercado de 30.000 habitantes en el borde del parque nacional. El Simien Lodge cuesta USD250 la noche, mientras que el hotel una estrella en Debark costó USD15, pero con la correspondiente diferencia de calidad.
Más tarde, nuestro escolta armado nos mostró un supuesto despegue: una grieta de 15m en la roca, de apenas 5m de largo y una caída vertical de 100m al final. ¡Ni locos! Después de otra hora de búsqueda, encontramos un lugar perfecto a 2700m: una pradera casi plana y sin obstáculos con una caída a 50m. ¡Qué bendición!
Despegamos fácilmente bajo la mirada de 150 geladas y ascendimos hasta 3300m para disfrutar de la vista de la cadena de Simen. Aterricé en un campo que me recordó a una pradera en las montañas de Jura en suiza y nuevamente estaba rodeado de gente amable. Uno me ayudó a plegar meticulosamente el ala, como si lo hiciera siempre.
Vuelo de aventura
Iba a ser el último vuelo en Etiopía. El resto del viaje nos llevó por cañones espectaculares, pequeños asentamientos llenos de movimiento y curiosidad, hasta la región rica en cultura de Tigray. Para los cristianos etíopes, la ciudad
de Aksum encarna su identidad religiosa, el equivalente a Roma para muchos europeos.
De ahí, paseamos por las colinas de Geralta y con un guía y tres porteadores, subimos hasta Maryam Korkor, una iglesia del siglo XVII en las piedras donde un despegue excelente orientado al oeste parecía tentador. Pero el viento estaba de lado y el prospecto de despegue desapareció en la distancia.
Desde Mek’ele, la capital de Tigray, nos despedimos del Toyota y de nuestro guía Mass y del chofer Jacob, y tomamos un vuelo interno de regreso a Addis. De ahí, seguimos a casa.
Regresé con recuerdos impresionantes, fascinado por la naturaleza y paisajes únicos. Pero también con mucha tristeza por la pobreza de la mayoría del pueblo etíope y por mi propio país, con su exceso de todo y deseo de nada.
Etiopía no es un destino de parapente recreativo ya que la infraestructura es escasa y cualquier vuelo de distancia debe ser sobre las pocas carreteras por las que se puede circular. Pero ofrece excelentes posibilidades para un viaje cultural y personal con un poco de vuelo de aventura. Y para aquellos que se atrevan, de seguro se pueden hacer vuelos largos de distancia.
ZONAS DE VUELO EN ETIOPÍA
Lalibela: Quizás el mejor sitio, con buena infraestructura. El despegue está a diez minutos de la carretera hacia el monasterio Asheton Maryam.
Dejen, cañón del Nilo Azul: Muy buena zona de vuelo con buen potencial para hacer distancia.
Montañas Simen, Limalimo: Esta zona ideal enfrentada al norte está cerca de la carretera principal Debark hacia Aksum. A 30 minutos de la carretera. Montañas espectaculares.
Debre Libanos: Este despegue pequeño está justo debajo del Ethio German Park Hotel (ethiogermanpark.com).
Monte Salale: La única montaña accesible por 4x4 con una carretera de tierra hacia la antena en la cima. Buenos despegues en todas direcciones.
Más información: senaitethiopia.com para organizar el viaje dentro de Etiopía, o ve con un guía. Nikolay Yotov (skynomad.com) conoce bien el país; flywithandy.com ofrece viajes en noviembre y diciembre.