Índice Memoria, divino tesoro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .2 La Narrativa en la pedagogía Waldorf . . . . . . . . . . . . . . .5 La Fiesta del Valor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6 Qué es la adaptación en Nivel Inicial? . . . . . . . . . . . . . .10 Antroposofía: El legado de Rudolf Steiner . . . . . . . . . . .14 Pedagogía para Padres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20 Educar a través de la imagen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .21 Fundamentos de una Práctica educativa espiritual . . .24 Recetas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .34 Labores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35 Cuentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36 Nuestra Escuela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38 Agenda Cultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 Información Institucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40
El otoño abraza con fuerza la semilla del fruto que en verano, maduro estará. Comenzamos un nuevo ciclo. Y como las hojas del otoño, dejamos marchar el verde intenso, y nos predisponemos a preparar las semillas para la futura cosecha. La ronda vuelve a estar entre nosotros, recreando las actividades de nuestra escuela. Su propósito, sus desafíos. Al inicio de este nuevo ciclo, el maestro Emilio nos regaló un hermoso cuento, que ahora, aquí, queremos compartir. “En aquel hermoso pueblo, había entrado un dragón: desastres provocó y muy pronto el paisaje en un horror se tornó. En granos pisoteados. Espigas y brotes rotos. Ninguna balsa sana de los pescadores. Había un lodo, un barro lleno de escombros. Pero entre ese lodo y ese barro, creció algo bello. Algo nuevo. Algo que los habitantes de ese pueblo desconocían. Una nueva flor surgía de entre las ruinas: la Flor de Loto. Los sabios del pueblo sabían que cuando esa flor crecía, en sus corazones podían albergar esperanza. La esperanza necesaria para volver a construir. La esperanza necesaria para confiar en la espera de aquel príncipe, cuya espada de luz de estrellas, calmaría al feroz dragón.” Invitamos a todos aquellos que quieran acercarse a La Ronda, a participar, sumar esfuerzos y aportar ideas nuevas. Bienvenidos todos a este nuevo ciclo.
Hicimos esta revista: Alejandra Bazán, Inés Clément, Marlene Gómez, María Beatriz González, Yanina Martul, Mercedes Miró, Luciana Vicente y Alejandra Ruiz. Agradecemos a los padres y maestros que colaboraron con las notas, a Andrea Genovés por sus fotografías y a todos los que de una forma u otra pusieron su granito de arena para realizar esta revista. Si quiere sumarse a la comisión de difusión, colaborar vendiendo publicidad para esta revista o comentarnos algo sobre la misma, escríbanos a: larondarevista@cuartocreciente.edu.ar
Muchas gracias!
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ACTO CONMEMORATIVO EN LA ESCUELA
Memoria, divino tesoro Día de la Memoria, la Verdad, la Justicia
por Yanina Martul. Maestra de 1er grado.
“Cada familia husihuilke conservaba un cofre, heredado por generaciones, que los mayores tenían consigo. Aunque tenía algo menos de dos palmos de altura, y un niño pequeño podría rodearlo con sus brazos, en él se guardaban recuerdos de todo lo importante que le había ocurrido a la generación del linaje familiar a través del tiempo. Cuando llegaban las noches de contar historias, volteaban el cofre haciéndolo dar cuatro tumbos completos: primero hacia adelante, después hacia atrás y, finalmente, hacia cada costado. Entonces, el más anciano sacaba del cofre lo primero que su mano tocaba, sin vacilar ni elegir. Y aquél objeto, evocador de un recuerdo, le señalaba la historia que ese año debía relatar. A veces se trataba de hechos que no habían presenciado, porque eran mucho más viejos que ellos mismos. Sin embargo lo narraban con la nitidez del que estuvo allí. Y de la misma forma se grababa en la memoria de quienes tendrían que contarlo, años después. Los husihuilkes decían que la Gran Sabiduría guiaba la mano del anciano para que su voz trajera desde la memoria aquello que era necesario volver a recordar. Algunas historias se repetían incansablemente. Algunas se relataban por única vez en el paso de una generación; y otras, quizás, nunca serían contadas. Algunas viejas historias quedaron para siempre dentro del cofre. Si nadie las contó, nadie las oyó. Y si nadie las oyó… nadie las recuerda. Pero cuando algo ciertamente grande ocurre, suelen ser muchos los ojos que lo están viendo, y muchas las lenguas que saldrán a contarlo. Entonces, las viejas historias que jamás se cuenten alrededor de un fuego, alrededor de algún otro fuego si se contarán. Y los recuerdos que un linaje ha perdido, vivirán en las casas de otro linaje, pero vivirán.” (Los días del Venado, capítulo 5, “La saga de los confines”, Liliana Bodocq)
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Hacer memoria es un acto de voluntad. Reconstruir un suceso pasado en el tiempo, volverlo a pasar por el corazón. Se puede recordar aquello que nos ha dejado una impresión en el alma. Al formar parte de una comunidad, de una agrupación, de un país, de un continente, de un mundo, hay una memoria que nos atraviesa y nos conecta. La historia es un gran ejercicio de memoria colectiva, una construcción que debe realizarse abarcando todas las miradas, todos los ojos que lo están viendo, todos los corazones que lo están viviendo. La capacidad de recordar es la herramienta fundamental para poder aprender. Un Yo presente puede evocar, se fortalece en la contemplación, revive y comprende, a lo largo del tiempo, con juicio propio. Este año, para nuestro trabajo sobre la efeméride, a partir de la imagen propuesta, cada grado abrió su propio proceso de trabajo, porque a cada edad le corresponde una capacidad diferente, y cada cual en su tiempo, las capacidades para abarcar la realidad son bien distintas. Como resultado, el lunes por la mañana, toda la escuela se encontró en el SUM, para compartir en una gran clase, el ejercicio colectivo de incluir todas las formas de hacer memoria.
Los niños de sexto grado, abriendo el encuentro, hicieron gala de sus aprendizajes conquistados. En una larga bandera reposaban muchos trabajos bellamente presentados. El maestro Martín había tomado como eje del trabajo el poder de la palabra. Lo que se dice, lo que pasa de boca a oído, de mano a papel, de mano en mano, lo que vuelve a repetirse una y otra vez. Dos poesías escritas por dos jóvenes desaparecidos fueron el punto de partida. La palabra que trasciende los muros, dice y cuenta. La palabra que construye imagen a través de la belleza.
Me despido de este país. Me despido de mis amigos, de mis enemigos. Amigos solo quiero recordarles que no me olviden a la marcha del tiempo, a la marcha del tren en que me vaya que borran las huellas de la amistad lejana. (Marcelo Gelman, desaparecido en 1976 a los 20 años)
Quisiera que me recuerden sin llorar ni lamentarme. Quisiera que me recuerden por haber hacho caminos por haber marcado un rumbo porque emocioné su alma porque se sintieron queridos, protegidos y ayudados porque interpreté sus ansias porque canalicé su amor. Quisiera que me recuerden junto a la risa de los felices la seguridad de los justos el sufrimientos de los humildes. Quisiera que me recuerden con piedad por mis errores con comprensión por mis debilidades con cariño por mis virtudes, si no es así, prefiero el olvido, que será el más duro castigo por no cumplir mi deber de hombre. (Joaquín Enrique Areta, desaparecido en 1978 a los 23 años)
La palabra que se recuerda cobra vida cuando se dice, cuando nos atraviesa su significado y le damos nuevo sentido. Los niños de sexto grado, que fueron conquistando las palabras a lo largo de su camino, tomaron palabras de los poemas y con ellas crearon poemas nuevos, sus propios poemas. Y como en una gran retrospectiva, para cerrar el encuentro volvimos al lugar donde damos los primeros pasos, los primeros recuerdos, para ver cómo es el largo camino de aprender a atesorar la memoria. Primer grado, entonces, le mostró a la escuela su nuevo cofre, como el de los Husihuilkes, apenas comenzando a poblarse de recuerdos, de historias compartidas que empiezan a aunarnos como pequeña comunidad. En el cofre, como gran imagen, los objetos guardados evocan un suceso, un cuento, algo que hemos conquista-
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ACTO CONMEMORATIVO EN LA ESCUELA
La narrativa
en la pedagogía waldorf
do como grupo. Así recorremos el idioma ancestral de los símbolos, origen de la palabra. Así vamos aprendiendo la palabra como imagen de algo verdadero.
Lo que guarda nuestro cofre no son cosas, meros objetos, sino sucesos que nos han conmovido de alguna forma y quedan representados en un objeto que los simboliza. Lo que nos conmueve, tiene un aprendizaje esencial para descubrir. La memoria nos trae una imagen; esa imagen nos trae un recuerdo. De nuestros recuerdos se compone nuestra historia. Y nuestras historias entrelazadas, los recuerdos de cada cual, viven en la historia de la comunidad, en la historia del pueblo, en la historia del mundo, dándole forma. “Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo.” (G. Santayana)
Marisol Quintas, Maestra de 4to. grado
En la Escuela Waldorf, las narraciones acompañan las transformaciones por las cuales atraviesa el niño en su desarrollo, a traves de los diferentes grados, permitiéndole construir su interioridad. Desde el primer grado, con los cuentos de hadas, los niños llevan un pedacito de cielo con ellos. Al continuar con los relatos de fábulas y leyendas sobre Santos comienzan a deslizarse hacia ámbitos terrenales. La historia de la creación, del cielo y de la tierra, del reino vegetal y animal, el origen del género humano, le regala al niño los elementos esenciales en la relación del Hombre y su camino hacia la tierra. Las imágenes del Antiguo Testamento, sus leyes y liderazgo, promueven la seguridad interior durante el periodo de transformación anímica. Esta historia representa el camino evolutivo de la humanidad desde Dios hacia la individualización terrestre. En cuarto grado la mitología germánica representa el enfrentamiento con los Dioses, el enfrentamiento con el mundo exterior que los niños comienzan a experimentar. Desde tercer grado, Steiner habla de una metamorfosis en la vida afectiva del niño, comienzan a experimentar la dualidad en sus sentimientos cuando perciben al mundo, experimentan la objetividad y la subjetividad, las cuales se ven enfrentadas en el alma del niño, el maestro ayuda a transformar esos sentimientos en los cuales aparece la separación del mundo en sentimientos de responsabilidad ante el mundo. Cuarto grado, es llamado por Rudolf Steiner “el corazón de la infancia”. En esta mitad del segundo septenio de vida, la confianza en su nuevo estado se expresa en una cualidad de vigor y entusiasmo para mirar hacia el mundo y aprender sobre el. Desean verse desafiados y puestos a prueba. Las historias de dioses nórdicos propone una diversidad de personajes donde la oscuridad y el mal se hacen más concretos.
De esta manera el maestro los ayuda a conquistar el equilibrio entre su experiencia interior y realidad exterior. Al comenzar el año 2016, cuarto grado realizó una metamorfosis de las formas trabajadas desde primer grado. La curva y la recta, estructuras básicas, recorridas con su cuerpo y con sus manos, en diferentes texturas. Ritmo y movimiento, entran en reposo cuando llegan al cuaderno. Estas actividades que realizaron desde sus primeros días en la escuela primaria, estimularon la actividad de formación, de representaciones o imágenes mentales, la voluntad y los sentimientos. Los niños experimentaron el equilibrio, la proporción, la simetría, la integración y el carácter de las formas y movimientos dinámicos que encarnan. La primera historia que llegó para todos los niños de cuarto grado fue “El anillo de los Nibelungos” del autor Richard Wagner, obra de los primitivos trovadores germánicos, leyendas heróicas, donde se mezclan elementos históricos, fantásticos y mitológicos. Su origen se remonta a los comienzos de la Edad Media, época de las emigraciones guerreras sobre las tierras nórdicas. Ondinas, enanos, gigantes, dioses, héroes y nibelungos, fueron los protagonistas de estos grandes trabajos. Cada niño trabajó en las formas que traía esta historia. Los cruces llegaban para encarar un nuevo tipo de trabajo, tomar decisiones. Cada línea recta o curva, les permitió en cada cruce decidir el cauce de su dibujo. Colores y formas florecieron en esta época.
Durante este camino, a través de estas historias, se ayuda a los niños a encontrar su camino hacia y en el mundo, los niños adquieren un gran respeto por la existencia, admirando a los que los rodean.
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ÉPOCAS EN LA ESCUELA
LA
FIESTA DEL
VALOR
Yanina Martul. Maestra de 1er grado.
Ritual: que constituye un rito. Un rito (del latín ritus) es un acto religioso o ceremonial repetido invariablemente en cada comunidad cultural. En sus orígenes, los ritos se realizaban para honrar lo mitológico; luego, las religiones fueron el ámbito para lo ritual. Pero lo ritual está también en nuestra vida cotidiana. En muchas culturas existían y existen ritos iniciáticos para la mayoría de edad, o para algún evento de la vida que indicara un pasaje de un estadío a otro. Una boda es un ritual antiquísimo aún hoy sostenido. Soplar las velas el día del cumpleaños lo es también; aunque ya no sepamos por qué lo hacemos, aunque el sentido que le demos hoy sea bien diferente del que le dio inicio, seguimos vivenciando rituales año tras año. Las fiestas anuales, los actos de colación, los ritos están presentes en nuestra vida, pero apenas en la forma. Ya no vive en nosotros aquella profunda conexión con lo que se vivenciaba como real, aquella verdad que les dio esa forma específica; hoy nuestros rituales son a veces pura forma, protocolo. Cuando somos adultos, hemos transitado ya la suficiente cantidad de vivencias como para poder tener una “experiencia” a la cual recurrir cada vez que enfrentamos algún umbral, alguna crisis en nuestro devenir. Sin embargo, hubo un tiempo en el que fuimos niños, y las emociones nos atravesaron por primera vez. El miedo, la alegría, el enojo, la frustración, la confianza, determinan nuestro obrar adulto de acuerdo a cómo han impresionado aquellas vivencias primeras. La educación emocional es uno de los aspectos de la mirada antroposófica. Las emociones son el caballo sobre el que andamos en nuestra vida cotidiana. Aspiramos a llevar las riendas con firmeza y sapiencia, pero la mayoría de las veces, nuestro caballo de las emociones se desboca y causa algún daño a otros, y a nosotros mismos. Para los adultos, Steiner receta el largo camino de la au-
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toeducación emocional. Porque para poder enseñar, para poder transmitir, es preciso primero comprender. ¿Cómo se trabaja sobre el alma para que se dé el aprestamiento necesario para la conquista de una capacidad anímica? En el ritmo de nuestra escuela, cuando ya hemos conquistado con esfuerzo el funcionamiento del alma de grupo en cada clase, llega una fiesta que nos alista para los tiempos del invierno que llegarán, tiempos en donde vendrán aprendizajes más difíciles y reconcentrados, en donde necesitaremos confianza y entusiasmo para permitirnos explorar y descubrir, errar, aprender.
Como un gran ritual, en el mes de mayo, la escuela Cuarto Creciente vivencia su fiesta del Valor. Porque aprender a ser valiente es el primer paso para aceptarse y conocerse. Hace falta valor para equivocarse, para pedir perdón, para perdonar, para inventar algo nuevo, para decir lo que se siente, para dar con generosidad, para buscar lo verdadero, para confiar en el futuro; hace falta ser valiente para poder aprender y crecer. Durante toda la época previa, cada cual a su ritmo y a su modo, se construyen las espadas, los escudos; en el día a día, pequeños actos de esfuerzo y valor nos van mostrando nuestras fortalezas, para que la confianza nos llene el corazón el día de atravesar las pruebas. Para los niños grandes, la fiesta va cambiando de forma cada vez; las personalidades emergen con fuerza en el Rubicón, y las características de los grupos son bien variadas. Pero, como parte del ritual, el día de la fiesta de
los más pequeños, los grandes colaboran en el cuidado y desarrollo de la gran imagen, porque ellos ya han conquistado ese primer tramo de experiencia y confianza que nos prepara para poder cuidar de los otros. Cada mañana, durante toda la época, los padrinos de quinto grado enseñan a los pequeños los movimientos y decires de nuestra “Ronda del Valor”, escrita hace muchos años por tres maestros de la escuela. Segundo y tercer grado vuelven a transitarla, respetando la forma que cada maestro entiende adecuada (a veces se la vuelve a recorrer actuada, otras veces el gran desafío es recordarla y escribirla, todo depende de la cualidad de cada grupo). En esta historia, un joven caballero forja su destino entrando en un bosque y venciendo los obstáculos hasta rescatar a la princesa. Tanto el príncipe como la princesa son imágenes arquetípicas, y los roles son jugados indistintamente por niñas y niños. También están las figuras del Trovador, el Dragón y el Sabio, tejiendo esta historia cuyas imágenes se trabajan en el ritual de la mañana. Cuando llega el día de la fiesta en sí, todo el patio de la escuela escenifica las distintas imágenes de la ronda trabajada. Hay charcos de barro, lianas, tablas de equilibrio, olores especiados que hay que reconocer, caballos para domar, y como cierre del largo recorrido de pruebas superadas respetando el tiempo de cada uno, un pasillo oscuro para atravesar y vencer al dragón al final, con nuestra espada y la nueva capacidad conquistada, acompañado de todas las manos y miradas necesarias para que el coraje pueda madurar en el alma y florecer. Y nos vamos a casa con la alegría de habernos superado a nosotros mismos, sabiendo que podremos volver a hacerlo cada vez que la vida nos diga que es otra vez necesario. Porque crecer no es nada más que cumplir años; crecer es ser valiente para vencerse a uno mismo cuando uno mismo es el propio obstáculo. Y para aprenderlo, nosotros tenemos nuestro propio ritual año tras año.
En un bosque oscuro con paso decidido un valiente joven forja su destino. Esquiva lianas, salta pozos, quiebra ramas, pisa lodo. Se mueve lentamente, el agua hasta los tobillos, la bruma lo envuelve y empieza a sentir frío… Rayito luminoso se filtra entre las hojas ¡Los pajaritos cantan en lo alto de las copas! “Divino sol hermoso envía al jovenzuelo rayito luminoso que alumbre su sendero…” ¿Qué ve? ¿qué ve entre las hojas? ¡Es un caballo hermoso, y brilla su pelaje! El joven valeroso se acerca cauteloso ¡no sea que se asuste este caballo hermoso! Lo mira, lo toca, le hace cosquillitas. Al caballo le gusta y pide otra caricia. Se sube al caballo dispuesto a guiarlo. Al paso, al paso, al paso van andando, del bosque se alejan, y ya en la pradera, al trote, trotecito dejando una huella marcando un camino. El joven caballero con ánimo guerrero ¡galopa, galopa a través de la hierba! ¡ligero, ligero! ¡lo impulsa el viento!... Y llega a una aldea que huele a tristeza porque a la princesa…¡se la llevó un dragón! “¿Quién podrá rescatarla?” cantó un trovador, “Sólo un valiente joven de buen corazón hallará su camino hacia el Templo del Sol” Se baja del caballo pensando en la desgracia, la tristeza en su alma lo hace deambular. Camina un largo rato, ya el sol se está ocultando, pero este caballero ¡no quiere descansar! Entonces llega a un templo donde las puertas se abren y allí lo espera un Sabio que una espada trae. “Forjada ha sido ella con la luz del sol. El cielo te protege y te da su bendición para pasar las pruebas y vencer al Dragón. ¡Rescata a la Princesa! ¡actúa con valor!” Mientras tanto en la lejana Torre asomó la preciosa Princesa. El Dragón serpenteante rodea y el temor se apodera de ella. Por el horizonte al galope estridente aparece el valiente con gran decisión. Se baja del caballo y enfrenta al Dragón. Sostiene firmemente la espada y la mirada. El Dragón se estremece y furioso retrocede. “¡Princesa, tú, noble, oh hija del Rey, tu prisión abandona! ¡eres libre otra vez!” El pueblo celebra, da gracias a Dios, ¡cantemos, rondemos, venció al Dragón! El pueblo celebra, da gracias a Dios, ¡cantemos, rondemos, triunfó el Amor! Emilio Baratti, Viviana Ettomi, M. Alicia Suárez.
Dra.
Anabelle Pin Odontóloga Odontología de Orientación Antroposófica Odontopediatría Ortodoncia en niños Odontología en general Charlas informativas de Prevención para escuelas Consultorio:
4543 9929 - 4545 8296
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JARDÍN CUARTO CRECIENTE
Qué es la
adaptación en
Nivel Inicial?
por Ximena I. Correa. Maestra de Jardín.
La entrada a la escuela supone un cambio: implica la salida de mundo familiar, donde el niño ocupa un rol definido, se relaciona con códigos establecidos, el espacio resulta seguro, predecible, conocido y protegido. Todo esto va a modificarse sustancialmente, ya que sumados al cambio externo, le suceden otros invisibles, como el vincular. Se amplía su mundo de relaciones del estrecho círculo familiar. Surgen en este momento varios estadios, que pueden sucederse o no de manera escalonada, paso a describirlos: 1) Nuevo adulto (autoridad amada/ maestro) -Niño 2) Espacio /objeto-Niño 3) Padres (separación)-Niño 4 ) Niños y vínculo con otro niño ( encuentro con un par) 5) Niños a grupo de niños (relación con la totalidad del grupo) Estos estados están intervinculados. Los niños en período de adaptación tienen como desafío conquistar: la separación de sus padres, la entrega a una autoridad amada nueva, el reconocerse con sus pares y conquistar el ambiente, su entorno de juego y apropiárselo, y por si fuera poco tener que apropiárselo debe compartirlo con otros y reconocerlos como propietarios! Muchas veces las reacciones de los niños en este período suelen ser incomprendidas, las manifestaciones pueden ser variadas, y esto puede comenzar una cadena de búsqueda de explicaciones, que incremente lo que queremos evitar.
Este es un proceso, con lo cual lleva su tiempo, y es importante respetar los ritmos personales, regulando a conciencia las presiones del entorno.
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Esto sugiere prestar atención hacia dos lados opuestos: no dejarse llevar por la prisa o la aceleración, pero tampoco entregarse al tiempo sin tiempo. A veces el niño ya seta listo, pero ha generado un hábito de entrada larga que hay que erradicar, porque los procesos son móviles y no podemos estancarnos en un estadio. En este sentido, el termómetro de los adultos (padres y maestros) es fundamental que este encendido! Y aquí empieza a jugar un rol muy importante la comunicación entre ambos y el poder cotejar lo que cada uno ve. La adaptación conlleva un conflicto interno (entendiéndolo como un conflicto normal de desarrollo) y la base para su resolución, es la expresión de esos sentimientos, que son los que permitirán que vaya elaborándolo. Este conflicto genera la ansiedad de la separación física y concreta, que supone, además, la vivencia de encontrarse solo en un nuevo ámbito y resolviendo por sus propios medios el desenvolverse en el mismo. Es esperable, por tanto, que los sentimientos y vivencias sean ambivalentes, propios del rechazo que la separación provoca. Esto puede manifestarse a través de las idas y venidas, progresiones y regresiones, los deseos contradictorios, la aceptación y la negación. En definitiva: la duda y el manejo de sentimientos contradictorios. Si estamos hablando de separación mutua niño- familia, damos por entendido que quienes se adaptan son ambos. Los padres tendrán una gran influencia en este momento, que viene determinado por como ellos mismos bien este separación.
Todo lo que vive en los padres inunda el mundo del niño: sus temores, sus expectativas, su ansiedad, su angustia, su seguridad o inseguridad en el paso que han dado, su grado de confianza en las posibilidades del niño y en la institución.
T odo esto es transmitido por el padre y absorbido por el niño, hasta el punto que percibe actitudes parentales inconscientes o no expresadas, que llevan muchas veces a manifestaciones de ansiedad. Si los padres viven este momento con inseguridad o temor, la evolución del proceso se verá dificultada. Si bien los niños no son una respuesta mecánica de los sentimientos de los padres, si sus sentimientos coinciden
con los parentales suponen, en su vivencia, una confirmación, una constatación que va a estancar la evolución. Si un niño está con desconfianza, con inseguridad y percibe en los adultos, en quienes se apoya y confía, que ellos lo ven de la misma manera, que lo sienten igual ¿Cómo puede confiar? ¿Cómo podrá sentirse seguro? El importantísimo que los padres sean conscientes de su propia adaptación. Que tengan presente que la invalidez e inoperancia de encubrir con palabras o conductas externas lo que les sucede internamente, no hace sino crear un doble mensaje que dificulta más las cosas. No es cuestión de engañarse o engañar al niño, sino de afrontar lo que el proceso requiere. Para que no se induzca al error, cabe aclarar que frente a una situación de separación es lógico, humano y esperable que existan sentimientos de pena, que haya dudas y temores. El problema no está en que estos sentimientos aparezcan, sino en que tengan tanta fuerza, que sobresalgan sobre la confianza, la serenidad, la seguridad de su bienestar posterior, etc. Por eso se resalta la importancia de los contactos positivos de la familia con los maestros y la institución. Actitudes de los padres que colaboran en la adaptación: Hacia el maestro: ● Preguntar dudas, expresar lo que sienten o como se sintieron frente a determinada acción de los maestros. ● Mantener un diálogo fluido (con los docentes) ● Compartir con otros padres las vivencias Hacia el niño: ● Evitar sobreproteger en exceso. Estar atentos a la percepción de sí mismo en relación a los propios sentimientos a la hora de dejar al niño en la escuela. Por ej. si es que es uno el que no lo esta queriendo soltar, si se lo está reteniendo, porque se siente miedo o angustia. ● No preguntar al niño que quiere hacer. Los adultos decidimos por ellos hasta que tengan la edad de tomar decisiones por si mismos. Estas preguntas de qué hacer, qué comer, etc. generan un vacío en el niño que deja colar la inseguridad. Los chicos necesitan determinación en el entorno. Bastantes decisiones tendrán que tomar cuando elijan con quien o con que jugar. ● Transmitir seguridad y confianza ● Respetar los ritmos acordados, con esmero. En este sentido puede ayudar que cuente al niño lo que va a suceder la noche anterior o a la mañana siguiente.
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ANTROPOSOFÍA
ANTROPOSOFÍA
Antroposofía: el legado de Rudolf Steiner El hombre, la tierra y el amor. Por José Martínez Zuviría. Maestro de Euritmia.
Un hombre pasea por el por un campo florido, el sol lo ilumina pleno, y hace resaltar su belleza colorida y armónica. El hombre se deja embeber por su magnificencia, se recuesta en él y goza de ese estado… su espíritu respira con el paisaje, sus flores, sus praderas, toda esa geografía acarician su alma en forma profunda.
Su experiencia es religiosa. Otro hombre pasa por la misma pradera, y admirado por ese escenario, toma un pincel, y comienza inspirado por y con ella a pintar un cuadro.
Su experiencia es artística. Finalmente un último ser, camina por allí, descubre estos maravillosos campos y, también, sorprendido por el encanto de esa imagen casi perfecta, toma lápiz y papel, compara, analiza, estudia los componentes, tiempo, condiciones climáticas que maravillosamente crearon ese campo.
Su experiencia es científica. Así Rudolf Steiner, creador de la Antroposofía, también llamada ciencia espiritual, diferenciaba con este ejemplo, estos tres elementos de la condición humana en cuanto a su forma de ver el mundo y de actuar en él. Ciencia, arte y religión como principios fundamentales del pequeño gran micro-macrocosmos del hombre mismo, que Steiner reconociera como básicos a la hora de recrear el mundo en su forma de hombre y el hombre en su forma universal. El iluminado, como lo llamaban algunos, “el verdadero maestro” como lo apodaron otros, que a comienzos del siglo XX y en pleno apogeo cientificista, rebatía teorías fundamentales cargadas de pragmatismo moderno y las contrarrestaba con una visión científico espiritual. Sus más de 6000 conferencias y 70 libros que repartió por el mundo, corroboran lo dicho y sirven de base para el comienzo de una monumental corriente, que cambiaría parte de las ciencias más importantes, desde lo pedagógico y filosófico, hasta lo artístico y religioso.
...Dos almas residen ay! en mi pecho. Una de ellas pugna por separarse de la otra; la una, mediante órganos tenaces, se aferra al mundo en un rudo deleite amoroso;
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la otra se eleva con fuerza desde el polvo hacia las regiones de sublimes antepasados. Tal vez esta asombrosa poesía que escribiera el gran Goethe en su Fausto, refleje, el sentimiento más profundo que este filósofo, pensador y pedagogo haya tenido en su niñez y juventud cuando empezaba a inquirir con la misma intensidad el mundo de adentro y de afuera. Rudolf Steiner nacía un 27 de Febrero de 1861 en Krakjevec (Austria- actual Croacia) Hijo de un empleado del ferrocarril al sur de Austria, el niño pasaba su niñez en infancia en un pueblo pequeño de nombre Neudörfl. El padre tuvo que trasladarse varias veces, hasta permanecer en la zona de Pottschach . Tal vez no haya en su niñez nada que destacar en cuanto a hechos externos, su vida, entre maravillosos bosques y prados al borde de un rio, pintaba un paisaje ideal de cómoda y pintoresca infancia, sin embargo su propio mundo interno convulsionaba una delicada tensión de extremos, un precipitado secreto amanecer, que abría el camino a la percepción de la naturaleza invisible de las cosas. El mundo de lo oculto comenzaba a manifestarse con la misma fuerza que aquel que veían sus ojos físicos. Así fue como sus observaciones del mundo exterior, iban precedidas por aquello que le daba vida. Más tarde descubriría el joven que no era el único. Un vendedor de hierbas medicinales que conoce en sus viajes de estudiante, le abrirá su conocimiento sobre el mundo intangible y etéreo. Sin embargo, aquello que se le revelaba debía ser corroborado por el universo empírico que su actualidad exigía, y es por esto que Steiner emprende el camino del curioso peregrino que descubre en el silencio, su exquisita melodía. ¡Y su paseo es interminable! . Todo lo que pasaba por su lupa era objeto de rigurosa investigación y disfrute, pues nada le causaba mayor placer que descubrir y descubrirse como parte propia de lo observado. …“Sé que a través de la Geometría experimenté por primera vez la felicidad, por supuesto, en mi infancia no podía explicarme esto claramente, pero sentía que el conocimiento del mundo espiritual debía existir dentro del alma como una realidad objetiva, exactamente como la Geometría”…. – escribe más tarde… Ya en Viena, se dedica incesante a estudiar Matemáticas, ciencias naturales y física además de participar como oyente en Literatura, Sicología y Medicina. Nada
quería escapársele a este joven que por sus dedicados estudios es recomendado por su maestro Schröder, gran conocedor de la obra de Goethe, para encargarse de la publicación y el comentario de las escritos científicos de Goethe, y su traslado a Weimar, ciudad de y residencia de Goethe, marca un antes y un después en la vida de Steiner. Pensar y obrar, obrar y pensar es la suma de toda sabiduría… nos dice justamente el creador de una de las mejores obras literarias como lo es el Fausto… Steiner parece entender esto y no detiene su paso. Pero vayamos de a poquito y por partes, hablar de Rudolf Steiner es meterse en un mundo inimaginable, de enormes dimensiones, y créanme, nada más difícil que penetrar en este universo Steineriano desde la calma del caminante que comprende El paisaje en toda su extensión, compenetrándose con él, sustentando sus fuentes desde un fundamento serio - sin caer en la animosidad pictórica de un romanticismo sin substancia -, y ofreciendo la posibilidad de una transformación creativa y actual. Vaya desafío. Y no vamos a hablar cronológicamente de la vida de este maestro, injustamente no reconocido por los catedráticos de las ciencias del saber de nuestra época (sus resultados pedagógicos, sociales y prácticos, están a la vista en el mundo con la misma solidez que aquellos que hoy se estudian y se exponen) pues esto sería hacer de su vida un hecho temporal – casi como entrar en un mundo Googleano que aquí podemos evitar - y lo que necesitamos a cambio, es reconocer lo atemporal de su pensamiento. Yo soy Y este pensamiento tiene que ver con una transformación de las cosas más esenciales de nuestra existencia. Estamos hablando de Medicina, arquitectura, agricultura, pedagogía, filosofía, economía, teología, arte de la palabra, y movimiento!! Todos éstos objeto de una nueva forma de concebirse y de realizarse, además de ser elaboradas por este pensador, quién fuera a la vez, guía espiritual de personalidades influyentes en el mundo de las ciencias y el arte. Desde Albert Einstein, el premio nobel SaulBelow, hasta Kandinsky, Mondrian, Paul Klee, el Argentino Xul Solar, Kafka, Michael Ende, Chekhov , Albert Schweitzer y otros, fueron tocados e inspirados por su sabiduría y su mirada fue profunda y reveladora para aquello que estos genios supieron desarrollar.
Yo no soy yo soy ese que va a mi lado sin yo verlo
el que a veces voy a ver y a veces olvido. el que calla sereno cuando hablo el que perdona dulce cuando odio el que pasea cuando no estoy el que quedará en pie cuando yo muera. Este maravilloso poema de Juan R, Jimenez que intuitivamente descubre en su arte, refleja tal vez, aquello que Steiner expone en su idea de evolución individual y cósmica. Un yo superior espiritual que permanece eterno y calmo frente a aquel yo cotidiano que se somete a los vaivenes del mundo, sin todavía reconocer su parte esencial. Y esto forma parte del estudio del hombre que él desarrolla. El hombre como ser cuaternario, formado por Cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral, y Yo. Cuerpo físico. Aquel que responde a las leyes de la materia de nuestro cuerpo. La estructura corporal y orgánica, aquello que llevamos en la forma misma de nuestros miembros. El cuerpo físico compartimos con el reino mineral. Cuerpo etérico, o cuerpo vital. Aquí nos encontramos con el primer impedimento de carácter científico, dado que su naturaleza no es perceptible al ojo y su carácter es inmaterial. El cuerpo etério es aquel que da vida al cuerpo físico. Y cuando hablo de vida, no creo que haga falta explicar algo que habla por sí mismo, me refiero a aquello que late en nuestro organismo, desde sus células en constante actividad, hasta la pequeña molécula que se mueve dentro nuestro, que nos hace simplemente sentir vivos! Son simplemente aquellas fuerzas formativas de crecimiento y reproducción. Y este cuerpo lo compartimos con el reino Vegetal que posee el cuerpo físico y el etérico. El Cuerpo Astral. Aquel que se descubre en nuestros impulsos anímicos, sentimientos, instintos .Es el animal desbocado, es el que corre furioso detrás de su presa, o el ser que abraza o llora frente a otro… que se emociona o siente ante cualquier hecho de la vida. Este cuerpo nombrado también por las distintas disciplinas orientales, es el que compartimos con el reino animal, que poseen cuerpo físico, etérico, y astral. Solo nos queda hablar del último cuerpo…aquel que denominamos: El YO. Y es el que simplemente nos hace distinguirnos como seres individuales , el que nos diferencia del otro, en cuanto a propias necesidades , gustos y búsquedas, el que desde comienzos de nuestra infancia nos hace decir….Yo soy…
La verdad, una tierra sin caminos
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ANTROPOSOFÍA
Pero Rudolf Steiner no es un improvisado en esto, ni tampoco esboza este estudio en base a un capricho personal de propio análisis. Su particular investigación clarividente es en mayoría coincidente con muchas de las corrientes orientales que ya hablan de esto, hace ya milenios. Su trabajo es seguido con atención por los teósofos, que luego le abrieran la puerta a la sociedad teosófica. Y este era un gran paso en la vida de Steiner, porque es allí donde estaban los oídos para escuchar lo que su mensaje traía. La teosofía, cuya palabra deriva del griego y significa “Sabiduría divina”, y su fundación tenía la finalidad de encontrar el hilo de todas las religiones, reconociendo en el hombre un origen divino, y creando lo que Leadbeater llamó, la Hermandad humana universal. Madame Blavatsky una de las fundadoras de la sociedad teosófica, lo definiría así: “La Teosofía es la ciencia de todo lo que es divino en el hombre y en la naturaleza. Es el estudio y el análisis, dentro de lo conocido y lo desconocido, y por otra parte lo incognoscible. En su aplicación práctica ciertamente significa libertad (de pensamiento), autoconfianza, y autocontrol, coraje e independencia…” Tal vez aquí haya que considerar que en aquellas épocas, no eran pocos los que se interesaban por lo oculto. Incluso en la vida cultural, las grandes personalidades de aquel entonces, ya frecuentaban logias y grupos que buscaban detrás de la forma visible, sus más escondidos secretos. Goethe, Beethoven, Mozart, Nietzsche, todos ellos, además de los que conformaban la aristocracia y la política, estaban imbuidos por esa búsqueda de los fenómenos detrás de los fenómenos. Desde la Logia Rosacruciana a la que Steiner era afín, a la Logia masónica que inspiró a varios de los libertadores de estas tierras de América del norte hasta Argentina, eran parte de la vida espiritual y práctica de los que trajeran aires nuevos a nuestro mundo. Y este esoterismo ilustrado llevó a Steiner, tras un artículo que escribiera en la revista alemana “MagazinfürLiteratur”, sobre un cuento de Goethe, a ser invitado por el conde y la condesa Brockdorf a dar una charla en la sociedad teosófica. Ahí coincidió en parte con los principios teosóficos de AnnieBesant o Blavatsky - representantes y conductoras de esta sociedad - aunque la terminología empleada era en muchos de los casos, otra. Sin embargo a pesar de haber impartido conferencias por toda Europa como secretario general de la sociedad teosófica, Steiner comienza a sentir la limitación de todo genio, de poder ampliarse. Y ésta tomó forma con la aparición del gran Krishnamurti, filósofo y pensador hindú, quien fuera descubierto cuando niño por Leadbeater y AnnieBesant, en unas playas de Madrás (hoy Chennai ) en la India. Ambos de gran trayectoria espiritual vieron en el todavía niño Krishnamurti , un aura especial que lo envolvía. Tras algunas gestiones con el padre que simpatizaba ya con las ideas de la sociedad teosófica, consiguieron su tutela y se lo llevaron a Londres donde fue educado por AnnieBesant. Poco tiempo más tarde, - en el 1911 - con la fundación de “ La orden de la estrella”, Krishnamurti era proclamado el próximo líder espiritual de la humanidad, mejor dicho, la misma
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ANTROPOSOFÍA
reencarnación de Cristo !. Y esto sería demasiado para Steiner! , cuya orientación filosófico- religiosa, hace del Cristo, el representante máximo de toda evolución humana, y a quién le da un carácter, después de su venida a la tierra, puramente espiritual. La segunda venida del Cristo de la que hablan los evangelios, según Dr. Steiner, como se lo llamaba, tendría un carácter personal y solo se aparecería en una percepción suprasensible. El mismo Krishnamurti se encargaría de darle más tarde, la razón. Ya con una enseñanza propia, (alejada de toda doctrina e institución) daría una extraordinaria plática ante 3000 personas, y disolvería la orden de la estrella. Y su mensaje comienza con un pequeño relato digno de mencionar. Ustedes recordarán- les dice Krischnamurti - “ la historia de cómo el diablo y un amigo suyo estaban caminando calle abajo, cuando vieron delante de ellos un hombre inclinarse y recoger algo de la tierra, mirarlo, y guardarlo en su bolsillo. Dijo el amigo al diablo: “¿Qué recogió ese hombre?”. “Él recogió un pedazo de Verdad”, dijo el diablo. “Ése es un mal negocio para usted, entonces”, dijo su amigo. “Oh, para nada,” contestó el diablo, “yo voy a permitirle organizarlo.” …” la verdad es una tierra sin caminos…y ésta no puede organizarse “ - concluye Krishnamurti en una larga charla. Sin embargo a pesar de la enorme sabiduría de este gran hombre, ése sería uno de los motivos de su alejamiento de la sociedad teosófica, que luego terminaría en la creación de la Antroposofía, ciencia espiritual como el mismo la llama, que observa la evolución de la humanidad.
Amaos los unos a los otros Tal vez la Antroposofía, sea no sólo el estudio del hombre desde un aspecto espiritual, individual, sino su inclusión consciente en la recreación de éste con el universo. ¿Cómo sería su recreación? Empezando con la transformación de todas sus manifestaciones desde una mirada que abarque todo el contexto humano y cósmico. Steiner estudia desde una mirada clarividente la evolución del universo en relación al hombre y ve en el planeta tierra un período más dentro de esa evolución humana, que el hombre debe pasar, para llegar a otro estadio. La tierra sería una cuarta fase, en donde se daría el nacimiento del YO INDIVIDUAL, con la venida del amor, cuyo impulsor sería, nada más y nada menos que el Cristo y su venida a la tierra. En su libro, “Ciencia Oculta” se encarga de detallar la evolución cósmica desde su perspectiva espiritual. Pero si bien, en la Antroposofía, los principios son cristianos, su observación en cuanto a otras religiones tiene un carácter mucho más ecléctico. En todas las épocas ha predominado en distintas regiones y culturas un tipo de religión que, si bien tienen otros nombres y otros fundamentos, estarían dotados del mismo ser que actúa según su entorno y su tiempo. Así
los persas los egipcios, los hindúes y todas ellos, poseen la misma finalidad divina, y ésta actúa en consonancia con la libertad del hombre que, después de “la caída”, quiere volver a las fuentes, desde su propia elección y trabajo individual. Para darnos un ejemplo, Buda, sería un precursor y preparador de la venida del Cristo. Su propuesta de Óctuple sendero, nos habla de amor, compasión benevolencia hacia todos los seres, pues… todos están en el camino… ! “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”… “Amaos unos a los otros como yo os he amado”…dos preceptos Cristianos que reafirman una nueva idea del hombre y la reavivan. Hay mucho más sobre la cosmovisión Steineriana, sin embargo, les propongo bajar a la tierra y encontrarnos con sus campos arados y sus propios sembradíos que hoy ya, son objetos de sorpresa y observación , por parte de estudiosos académicos que necesitan “ver para creer”. Y si hay algo que no se le puede reprochar a esta “ciencia espiritual” es su cosecha, que es abundante para ser elaboradas por un solo hombre.
Verbo, pensamiento, acción ¿Es el hombre en su pensar y actuar un ser espiritualmente libre, o se encuentra sujeto al dominio de una necesidad absoluta, de acuerdo con las leyes de la naturaleza?... se pregunta Steiner en su libro “La filosofía de la Libertad”, en dónde desarrollará su fundamento filosófico principal. Y este sería su principal punto de partida, para el desarrollo total de la Antroposofía toda. Hay un trabajo cognitivo previo en cada individuo, que abarca de manera consciente cualquier crecimiento personal hacia el pensar libre. El pensamiento es un órgano de percepción, ni más ni menos que el ojo o el oído. Igual que el ojo percibe colores y el oído sonidos, así el pensamiento percibe ideas, según la visión Goetheana, que Steiner toma como verdadera, y que lleva a cabo en su concepción filosófica. Esta teoría se intensifica con la idea de aquello que como potencial subyace en todo ser humano, que es lo espiritual en él. Y ésta será la razón, tal vez, de por qué Rudolf Steiner no es reconocido en el mundo, dado que hablar de espiritualidad en el pensamiento, significaría ahondar caminos que escapan a la observación práctica del pensamiento. Pero nada le era ajeno a este hombre y su obsesión por la espiritualidad no es ajena al hecho de demostrarla en su manifestación concreta y efectiva. No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer…- nos dice Goethe y vaya si Steiner lo logra. Hoy se pueden comprobar en todas las partes del mundo, los distintos centros sociales. Granjas agrícolas Biodinámicas u orgánicas (solo en Alemania hay 1300) en dónde la tierra es considerada un organismo vivo que debe ser estimulado y vivificado con abonos naturales, sistema de compostaje que la misma naturaleza desecha, y una relación con el intercambio planetario de fuerzas que actúan directamente con el
cultivo. Los productos Biodinámicos se venden en toda Alemania y varios países de Europa, y la marca Demeter, importa y exporta todo tipo de productos, cuya tierra haya sido tratada en forma Biodinámica. Para ello hay un control exhaustivo de seguimiento de cada granja, que debe someterse a una vida mínima de 7 años, de proceso biológico dinámico. Hospitales antroposóficos, cuya medicina abarca todo el ser del hombre. Aquello que comprende su estado biográfico, elemento anímico-espiritual del paciente, y su consecuencia en el cuerpo físico heredado, y aquel que debe transformar. Hoy, en Alemania y otros países de Europa, también, en alguna medida en Argentina, son muy conocidos, los medicamentos antroposóficos, que trabajan sólo para apoyar las fuerzas propias sanadoras del organismo, y no para combatirlas, y son vendidos en todas las farmacias. Incluso el Viscumalbun, ha demostrado ser un buen remedio para los tratamientos de pacientes con cáncer. Actualmente se practica en 44 países en los cinco continentes, clínicas, sanatorios, hospitales y laboratorios especializados para la preparación de estos medicamentos. Y en este terreno no se puede dejar de mencionar la cantidad de centros en donde la terapia curativa con chicos para cuidados especiales desde la visión antroposófica, se reparten en todo el mundo, pero tienen su mayor auge y apogeo en el Reino Unido y Estados Unidos, dónde los Camphill, (comunidades terapéuticas) desarrollados por Karl König, ofrecen un panorama comunitario innovador en la vida social. Escuelas de arte, en donde se encuentran la pintura, escultura, teatro, formación del habla y la Euritmia, quizás, la niña mimada del arte Antroposófico que abraza tal vez, la síntesis de otras artes, desde el lado del movimiento. Y este, precisamente, arte de movimiento que desarrolla Rudolf Steiner encuentra su origen en una anécdota interesante. Steiner acababa de dar unas conferencias, y en ellas había hecho alusión a las palabras del evangelio: ...En el principio era el verbo … y el verbo era Dios… Ni bien terminaba de hablar, una mujer del público se levantaba y arremetía al orador con la pregunta: … ¿ Se puede poner la palabra en movimiento…? Y sabido es que a Steiner estos desafíos, lo ponían a prueba. Todo aquello que él realizara, tenía que ver con la pregunta. Si la pregunta sobre algo se originaba, y él, lógicamente, la veía substancial, la ponía en funcionamiento. Así, en todas las áreas! Y como toda buena pregunta, la respuesta se encuentra en sí misma….¡eso es la Euritmia!!... la palabra y la música, hecha movimiento! … pero para ser más concretos , si es que se puede serlo en este curioso arte que gesticula vocales y consonantes, diptongos, expresiones anímicas, tonos, acordes e intervalos, a medida que se mueve con una poesía o una pieza musical, la euritmia llamada poetica, hace visible, la palabra; la euritmia, llamada musical, hace visible, la música. Tal vez la euritmia se asemeje a un tipo de danza, pero quizás, no pretenda interpretar la música como otras, sino… encarnarla, devenir en ella, ondearla en el oleaje de la forma coreográfica. Para ello, el euritmista, debe transformarse en
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la palabra misma de una poesía o en el tono adecuado de una sonata, por ejemplo, y expresarlo. También hay escuelas de formación de Euritmia en varios países de Europa , en Brasil, Estados Unidos , Chile, y el próximo año comienza una en Argentina con gran cantidad de inscriptos. En las escuelas Waldorf, de las que hablaremos después, la materia Euritmia es una más dentro de la currícula de enseñanza. Su implementación tiene el sentido de despertar en los niños, fuerzas latentes que duermen en su cuerpo físico. Además, lo aprendido en la clase principal ….matemáticas, geometría o cualquier otra materia, se ejecutará desde lo gestual y con el movimiento. De esta forma, el niño podrá vivenciar y aprehender, no con su cabeza, sino con todo su cuerpo. Es increíble ver, bajo la música ejecutada por un pianista, violinista u otro instrumento, una coreografía hecha por triángulos que se trasladan, frases gramaticales que se deslizan en la el espacio con música de Mozart, o combinaciones de números que se suman artísticamente y hacen la matemática en la forma.
Libertad igualdad y Fraternidad El mundo convulsionaba. La primera guerra ya había estallado y la pregunta sobre la razón social del hombre se hacía cada vez más evidente. Y Steiner se hacía eco de todas las dudas que recaían en él, dado su compromiso con las causas sociales. Sí, el mundo había perdido su noble razón de ser! Hubo, en un momento, un acercamiento hacia autoridades alemanas, para que Steiner, elabore una propuesta de un nuevo sistema social, firmada, entre otros, por Herman Hesse, pero éste fue interrumpido por la cerrazón de algunos políticos de turno. Incluso se habló de que Hitler, a través de su interés por el esoterismo, podría modificar sus nefastas formas de acción!...sin embargo, su ocultismo tenía que ver con el poder personal y egoísta… con la misma magia negra, mientras que Steiner estaba influenciado y compenetrado con la figura del Cristo… y su necesidad era puramente social. El nazismo se ocuparía después de mostrar esta antinomia. Sin embargo esto no le impidió a Steiner, elaborar sus teorías sociales de gran profundidad. Y en ellas están los principios de revolución francesa, presentes: Libertad, igualdad y fraternidad. Pero estos principios no iban a ser dispersamente lanzados como dadores abstractos de una nueva utopía, sino concretamente bien delineados en los espacios correspondientes. 1° Libertad en el ámbito cultural-espiritual Cada uno puede pensar lo que quiera y elegir su propio gusto espiritual, religioso o cultural. 2° Igualdad en ámbito legal Todos tienen que tener las mismas oportunidades, todos tienen la misma igualdad de derechos… 3° Fraternidad en lo económico Solo ésta puede ser la razón de ser de la economía, en donde todos podamos acceder, con la conciencia del otro. Esto quiere decir, una economía responsable que
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mire lo social, en las necesidades individuales. Y esto es digno de destacar. Si cambiamos los roles de estos tres elementos nos encontraremos con aquello que ya sucedió y que no ofreció aparentes soluciones: Igualdad en lo económico, derivaría en el conocido comunismo, que según Steiner, le da a la vida un sentido materialista, que no posee. Libertad en lo económico es su lado opuesto. El capitalismo salvaje que hoy, sólo hace valer el sistema para unos pocos, mientras otros carecen de necesidades básicas. Por ello, la fraternidad es lo que se acerca más al mundo de la economía. Y esto no es tratado hipotético sin concreciones. Actualmente se trabaja en todas las instituciones antroposóficas con gran éxito, desde el lado de la fraternidad. Un informe nos dice que hoy hay en todo el mundo algunos bancos innovadores, companies, instituciones caritativas y escuelas para desarrollar nuevas formas cooperativas de negocio, todas trabajando en parte a partir de ideas sociales de Steiner. Un ejemplo es la Rudolf Steiner Foundation (RSF), formada en 1984, cuyos bienes fueron estimados en 2004 en 70 millones de $. RSF suministra servicios financieros caritativos innovadores. Según las organizaciones independientes Co-opAmerica y el Social InvestmentForumFoundation, RSF es una de las 10 organizaciones que mejor ejemplifican la construcción de oportunidades y esperanza económicas para los individuos a través de inversiones comunitarias. Otro informe nos dice que tanto en Nueva Zelanda como en Holanda, Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica y Suiza existen bancos de orientación antroposófica cuyo objetivo no es la acumulación de capital, sino conectar a los pequeños inversores con proyectos de desarrollo social. Normalmente, la prioridad del banco es sacar el máximo rendimiento cuantitativo. Esto es capitalismo puro.. El objetivo de los bancos antroposóficos es cualitativo. Trabajan para el ser humano… Y esto, paradójicamente, es Steiner! ¿Por qué digo paradójicamente? …porque aquel hombre que hace hincapié en el espíritu, en la evolución del cosmos, en la idea del ser unido a lo invisible y metafísico, consigue hechos puramente prácticos y concretos! Ver para creer! La pedagogía Waldorf es uno de estos fenómenos que pueden parecer inexplicables a la hora de estudiarlas, pero sus resultados se han demostrado por años! Y bajo mi punto de vista, uno de los logros más grandes que haya hecho un ser humano en cuanto a la observación del hombre y sus distintos procesos. Y aquí otra vez, la pregunta…pero esta vez del dueño de una fábrica de cigarrillos, la Waldorf- Astoria, que le ruega a Steiner después del caos social y económico que reinaba en Alemania, que diera unas conferencias sobre educación a sus empleados, y tras esto, que organizara y condujera una escuela para los hijos de éstos. Steiner no dudó en acceder, pero puso cuatro condiciones que no iban con las costumbres de la Alemania de la primera postguerra. La escuela debía ser manejada pedagógi-
camente por los maestros sin intervención del estado; Debía ser para ambos sexos; Tenía que ser hasta su finalización, en la 12° clase; Y por último, debía estar abierta a TODOS los niños. Y este fue el comienzo de un gran proceso.
Lo bueno, bello y verdadero Volvemos a la pradera de la que hablamos al comienzo. El niño en sus primeros 7 años, encuentra al mundo y lo descubre con sus manos. Su camino es la constante sorpresa, que toca, vive, siente, late. Su actitud es reverencial. La belleza del mundo debe estar toda ahí, puesto que sus sentidos la absorben y beben de ella. La contemplación del alba, o la puesta de sol, el nacimiento de una flor, el aleteo de un pájaro o el simple observar de una piedra, son su ritual más sagrado. El ser del niño y lo que lo rodea, es religioso. Hay, y debe haber, devoción y respeto frente a los regalos del mundo. Por eso en la escuela Waldorf se cuida tanto en los primeros años, la relación recíproca con los elementos, la naturaleza, los cantos y rezos que surgen de la comunión con la vida misma. Hay tanta delicadeza en sus tallos que pueden quebrarse enseguida, pero hay tanta fortaleza guardada en su savia, que no dejará de nacer de nuevo, desde sus propias raíces. En estos años hasta el comienzo de la segunda dentición, el niño es de carácter volitivo. Todos sus actos tienen que ver con la voluntad con la acción. Y bajo esta acción el pequeño modela, juega con las verdades intrínsecas de la vida. Por eso se le habla en imágenes, en cuentos, en pequeñas parábolas que despierten la necesidad de seguir mirando más adentro de lo que se le ofrece. Para poder aprender, se debe confiar, y la confianza tiene que ver con actos positivos que me abren la puerta para que yo pueda y quiera entrar. El mundo es y debe ser…Bueno! En la segunda fase, de los 7 a 14 años (más o menos…) el niño, comienza a vincularse con la mostrada arcilla. El corazón está pleno de ello. Aquellas imágenes arquetípicas ofrecidas en relatos, aquellos elementos de observación, ahora son metamorfoseados, transformados con su creatividad. La belleza comienza a ser moldeada y toma formas concretas. El ser del niño y su entorno, es puramente artístico. Y la belleza es el primer y último gesto del arte! El camino del Sentir comienza a gestarse y culmina con la pubertad, dónde aquí sí, se abren otros componentes anímicos. El mundo es y debe ser bello En el tercer período, de los 14 a 21, esa imagen que sus actos libres y volitivos jugaron y tocaron en los primeros 7 años de vida; y que conocieron, sintieron y recrearon en los siguientes años, hasta los catorce, deberán ser comprobadas y verificadas con el pensamiento. ¿Es verdad lo que me dijeron? Ahora el aprendizaje tiene un carácter más abstracto, porque el púber querrá saber si aquello que conoció, es real. El ser entonces, y su entorno, es científico. La ciencia no puede vivir sin los
parámetros y éstos necesitan un tiempo …Para Steiner, recién a partir de los 13 o 14 años el niño está maduro para esto . El intelecto comienza su verdadero desarrollo. El mundo es verdadero. Steiner era consciente que todo conocimiento implica responsabilidad. Su vida oscilaba entre el saber y el compromiso con el mismo. La pedagogía Wadorf reaviva la idea de que Todo tiene que ver con todo. Nunca pierde de vista el conjunto. La asociación de las partes con el todo, y el TODO con sus partes. Es esa maravillosa lectura que hizo Steiner de Goethe – tal vez el único que vio en el genio alemán, no solo un literato, sino un visionario, científico que insistía en la mirada asociativa con el origen, y su manifestación en la forma. Pero todavía hay mucho más en el universo Waldorf que necesitaría un capítulo aparte en este humilde bosquejo, y que se deberá indagar en otra nota. Hay algo que nunca me dejó de sorprender en la mirada aguda de Rudolf Steiner, y es esa forma de conciliar el mundo con sus múltiples expresiones, venidas ellas, de todas las culturas, de todas las razas y religiones. A cada una le dio la cualidad y atención necesaria, revalorizándolas, recuperando su importancia cultural y espiritual. Y Steiner no se detiene…nunca lo hizo. Pero el saber necesitaba una estructura donde albergarlo, y esta posibilidad surge en Basile, Suiza, tras haber fracasado la posibilidad de hacerlo en Munich. Y esta se hace realidad! Bajo el propio diseño de Steiner se construye el famoso Goetheanum! Una enorme universidad en donde confluyen todas las ramas artísticas y científicas. Y con ello se funda la sociedad Antroposófica. El edificio de una gran belleza orgánica, está hecho todo de madera (fresno, roble, olmo, carpe, cerezo, arce y abedul ) formado por dos dodecaedros de cobre acoplados. Una verdadera obra arquitectónica que terminaría, desgraciadamente en pocos años, en cenizas! Los furiosos gestos del nazismo, se ocuparían una noche – concretamente en el año nuevo en el año 1922 - de incendiarlo! Pero aun así, Steiner no frenó sus impulsos e inició el bosquejo de una segunda construcción de otro edificio, que no conoció, pero esta vez, hecha en hormigón, representando un poco el material de la época. En 1928 estaba terminado. Hoy este centro es visitado por infinidad de peregrinos, y su teatro y sus salas viven colmados de conferencias, cursos y representaciones de obras escritas por el mismo Steiner. Steiner muere, pero la vida le sucedió a la muerte. Tal vez la Antroposofía tome otros cauces, pero esos son justamente los brotes que siempre renuevan aquello que pretende detenerse. Nada es fijo ni estancado. Las causas de su muerte son todavía inciertas, pero se cree que fue envenenado por una rama religiosa que se oponía a su particular enfoque cristiano. Y gracias a ellos, Steiner puede empezar a vivir en paz. ¡Su trabajo está hecho! Fin
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DÍA A DÍA EN LA ESCUELA
Pedagogía
Waldorf para Padres
EDUCAR
PEDAGOGÍA
A TRAVÉS DE LA
IMAGEN
Por Yanina Martul (Maestra de primer grado)
Durante los tres primeros septenios, los seres humanos, en pos de volvernos tales, tenemos la ardua tarea de conquistar las tres cualidades del alma: hacer, sentir, pensar. Lo humano no es una cualidad innata, dada por nacimiento. Lo humano ha de desarrollarse, ha de cultivarse, para trascender la animalidad, nutriendo y desarrollando las capacidades humanas de un alma individual. En ese desarrollo, que dará como resultado al ser humano adulto, distinguimos las tres primeras etapas, los tres primeros septenios de la vida humana, porque es allí donde quedan formadas estas tres capacidades. Mientras que en el jardín de infantes todo es hacer a partir de la imitación de un Yo adulto presente y nutritivo, en la escuela primaria, entre los siete y los catorce años, nos compete la delicada tarea de ayudar al niño a constituirse como un ser humano en el futuro, educando a través de su sentir. La capacidad de pensar es producto de una larga conquista. Pensar no es un mero alboroto de ideas bullendo en desorden; es poder captar lo trascendente, establecer referencias y relaciones, comprender la realidad y poder llegar a un juicio propio, libre e inspirado. Para eso, la emoción no debe ser el obstáculo que, al desbordarse, tiña el pensar con lo puramente anímico, en detrimento de la conciencia al obrar. Durante el tercer septenio, luego del desarrollo del sentir, quedan dadas las condiciones para la conquista de la capacidad del propio juicio, que se basará en esta etapa anterior. EXPLICAR VERSUS IMAGINAR A nuestra generación, criada frente a la novedad de las pantallas, la palabra imagen nos remite siempre a algo plasmado, algo que podemos captar con los ojos.
Sin embargo, aquí, la palabra imagen alude a la capacidad de provocar en el niño la actividad de su imaginación, poniendo así en juego su voluntad creativa.
En mayo comenzó un taller dirigido especialmente para los padres, y toda persona interesada. Una invitación a vivir lo que los niños viven cada día en la escuela, y comprender los fundamentos de la Pedagogía Waldorf. Para disfrutar juntos, y aprender como aprenden nuestros niños. Con espacio para compartir preguntas e inquietudes. Ahora todos los meses, los padres vamos a clase. Porque toda educación es también autoeducación. Una gran oportunidad a la que pueden seguir sumándose. A cargo del maestro Marcelo Cruz, aporte sugerido $100 (no excluyente). A partir de mayo, cada 3er. viernes del mes a las 19hs. en Primaria. Consultas: eventos.cuartocreciente@gmail.com
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Las primeras grandes imágenes que utilizamos tanto en el jardín como en la primaria, vienen de la mano de los cuentos de hadas. Allí, las grandes imágenes arquetípicas de las virtudes humanas son plasmadas en bellas y conmovedoras historias en donde las virtudes son encarnadas. El valor, el esfuerzo, la generosidad, y también las cualidades negativas, como la mentira, la envidia, etc. Un buen ejemplo del uso de la imagen es el cuento “El pastorcito mentiroso” o “Pedro y el lobo”, una historia popular. A través de la historia en que el muchacho se burla una y otra vez de los campesinos gritando -¡el lobo! ¡el lobo se come mis ovejas!- , desoyendo la advertencia de que nadie le creerá el día en que aquello sea verdad, el niño puede captar la enseñanza que se busca transmitir, de una forma apropiada a sus capacidades. Con solo mencionar el cuento cada vez, el niño podrá volver a pasar por su corazón lo que sintió el infeliz pastorcito mentiroso cuando el lobo finalmente apareció y nadie creyó en su llamada. Hemos anclado a su sentir una enseñanza. Puede establecer un vínculo empático con lo que intentamos transmitir. Puede conectarse con un sentimiento. “El niño no ha de entender las cosas de boca a oído, sino de alma a alma.” (R. Steiner, “Metodología y didáctica”) ¿Qué quiere decir una afirmación como esta? No es un secreto para nadie que el estado anímico del adulto repercute en los niños. Parecieran leer detrás de lo que decimos, y no es fácil convencerlos con palabras. Por eso, al dar una imagen, debemos elegir cuáles son para nosotros los símbolos que representan bien lo que intentamos transmitir. Los niños captan la imagen cuando esta está anclada para nosotros en un sentimiento verdadero. Por ejemplo: el dragón es una imagen arquetípica, que puede cargarse con un contenido anímico. Puede simbolizar una emoción negativa que me atraviesa (el dragón del enojo), o un miedo personal. El fantasma también es una imagen arquetípica común (el fantasma de la soledad, el fantasma de la enfermedad, etc) que solemos usar en nuestro hablar cotidiano, como imagen para explicar algo que nos persigue y nos atemoriza. La imagen no es una mera construcción intelectual; al apelar al sentir a través de la creación de las propias imágenes simbólicas, da forma a lo que luego, en el siguiente septenio, posibilitará el desarrollo de una capacidad de juicio anclada en el sentimiento (no en la emocionalidad). El pensar cálido, provisto de humanidad. Para comprender, como dicen los sabios, una imagen vale más que mil palabras. N de la A:(Este trabajo es una redigestión de ideas a partir de la lectura de los siguientes textos: “Filosofía de la libertad”, R. Steiner, conf. 1 a 10; “La educación basada en la naturaleza humana”, R. Steiner; “El estudio meditativo del hombre”, R. Steiner, conf 3 y 4; “Metodología y didáctica”, R. Steiner, conf. 1, 2 y 3)
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Lic. Alejandra Lieberman (mamá de León 1er grado)
Psicóloga UBA Terapeuta psicocorporal Atención individual. Grupos. Movimiento y masaje Centros energía. Fb Centro del Cuerpo y Artes del movimiento Alejandra Lieberman ::: (15) 6295-7939
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ANTROPOSOFÍA
Fundamentos de una
práctica educativa espiritual Cap. 1 de “¡Educar hoy! Al niño temeroso, triste o inquieto” de Henning Köhler, Editorial Antroposófica
Queridos padres: En las exposiciones siguientes quiero familiarizarles con un nivel tal vez inusual de los problemas evolutivos del niño que me parece de enorme importancia, incluso desde el punto de vista educativo. Estarán de acuerdo conmigo si les digo que para poder actuar correctamente, nos hacen falta primero una serie de líneas directrices para nuestra acción. Eso sucede con la vida en general y obviamente también en la vida educativa y en el trato con los niños. Naturalmente, la fuerza decisiva reside en el amor, pero no caigamos en el error de creer que existe contradicción entre los asuntos del corazón y los del conocimiento. Lo cierto es justamente lo contrario. Si el amor hacia otro ser no se vincula con la necesidad de conocer también a ese ser, es decir, de entenderlo, y con ese conocimiento encontrar las formas de interacción con él, entonces al amor le falta algo esencial y permanece simplemente en ciernes.
La ayuda de la noche
Una idea directriz en el sentido de una comprensión básica lleva la mirada interior en una determinada dirección en la que, cuando es correcta, se empiezan a tener buenas ocurrencias. La llamada “imaginación ética” se activa y nos ofrece “indicaciones” de cómo hemos de actuar en esta o aquella situación. La adquisición de vislumbres básicos que nos permiten comprender algo se basa en gran parte en la consciencia intelectual diurna, en la que hemos de estar despiertos, observar con precisión (y ser capaces de mantener una distancia autocrítica frente a nuestra opinión subjetiva), o, dicho de otro modo, de situarnos en la vida con una actitud investigadora, descifrando relaciones, sacando conclusiones, etc. Sin embargo, las ideas e impulsos con efecto práctico que sean útiles en la vida cotidiana y que resulten de las intuiciones básicas que podamos tener ¡no suelen afluir hacia nosotros desde la consciencia diurna, sino de la noche! (en un sentido incluso textual). Para transformar esos vislumbres en impulsos creativos ha de participar algo más que el mero pensar lógico habitual. Es evidente que si no pudiéramos dormir seríamos totalmente incapaces de conseguir esa transformación. Si nos hallamos ante un problema y decidimos: “He de volver a dormirlo”, es que en esta frase subyace un valor que procede de la experiencia. Sabemos que cuando planteamos una pregunta por la noche, esa pregunta no se disuelve,
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sino que de alguna manera seguimos trabajando en ella. Todos hemos experimentado alguna vez que a la mañana siguiente de algún modo tenemos la solución como si fuera regalo sobre la almohada. Ahí uno está tratando con un conocimiento al principio muy general, difícil de transferir a la vida práctica, lo lleva consigo como si fuera un cuerpo extraño que no tiene nada que ver con la vida cotidiana, se lo lleva al sueño noche tras noche, vuelve a evocar el núcleo del asunto otra vez ante la consciencia diurna en estado crepuscular y uno se despierta con una idea diáfana y cristalina, y se dice: “¡Lo tengo!, esto y esto es lo que he de hacer por mi niño, ¡claro!, ¿por qué no se me había ocurrido antes?” ¿Les ha pasado alguna vez? Estoy convencido de ello. Todos tenemos una y otra vez experiencias de este tipo, sólo que muchas veces no hemos estado lo suficientemente atentos para ver esa relación. ¿Qué hacemos, por ejemplo, con el conocimiento de que un niño alborotado y desobediente que nos está desafiando, en realidad sólo tiene miedo? El hecho de saberlo no hace que cambien las cosas en los problemas cotidianos. Pero si cada noche hiciéramos durante cinco minutos una especie de ejercicio de representarnos a nuestro niño desafiante y tozudo, y situarlo intensamente frente a nuestro ojo interior, podríamos mirar en el interior del niño y veríamos en él a un tembloroso pajarito que revolotea presa del pánico en su jaula. Si nos durmiéramos con cierta frecuencia con esta imagen, queridos padres y madres, entonces podría suceder que en los problemas cotidianos algo empezara a cambiar, porque en muchas situaciones reaccionaríamos de manera distinta, no de un modo plenamente consciente, es decir, en el sentido de una corrección fríamente calculada del comportamiento, sino con un nuevo sentimiento más afinado. De algún modo, el subconsciente saca sus conclusiones de la imagen del pequeño pájaro asustado que revolotea en la j aula, mientras que tal vez en la cabeza todavía estamos llenos de dudas sobre qué hacer con lo que se nos ha dicho, de que nuestro pequeño rabietas lo que en realidad tiene es miedo. Y como ven, puede suceder que poco a poco vayamos cambiando el tono de nuestra voz cuando estamos con el niño. Hablamos con él con voz más baja, más melódica y no como hacíamos antes, en que cada frase sonaba como un disparo. Y de una manera instintiva, y en la medida de nuestras posibilidades, intentamos no someter
a nuestro niño a impresiones extremas, intentamos evitarle situaciones de inquietud, estruendo y poca claridad. Y, como ya dije, es posible incluso que ni siquiera nos demos cuenta de ello. Tal vez sean otros que nos hagan saber que hemos cambiado el tono de la voz. En nuestro ejemplo, a partir de la imagen del pájaro asustado que evocamos en el alma noche tras noche, el subconsciente ha extraído conclusiones totalmente prácticas para la vida. Naturalmente, se trata de conclusiones a las que uno podría llegar con la reflexión habitual. Pero eso es lo que sucede con muchas cosas: cuando uno ha solucionado un problema se sorprende luego de lo fácil que era la solución ¡simplemente había que llegar a ella! Por la práctica en asesoramiento pedagógico de muchos años, puedo decirles que, por regla general, los padres no son capaces de extraer fácilmente consecuencias prácticas de una afirmación lapidaria de su asesor: “Su hijo está emperrado porque tiene miedo”. Normalmente suelen reaccionar diciendo: “Vale, de acuerdo, la tozudez en el fondo es miedo, pero ¿de qué me sirve saberlo?” El asesor pedagógico tiene ahora dos posibilidades: Puede dar algunas clases magistrales a los padres sobre las necesarias conclusiones y modificaciones de comportamiento. Eso se retiene de una manera más o menos fija en la cabeza, pero en la vida cotidiana todo sigue funcionando igual que antes. La segunda posibilidad es recomendar un ejercicio de representación para la noche: “Antes de acostarse cada noche, sumérjase usted en la imagen de que su hijo es un pequeño pájaro que revolotea presa del pánico dentro de su jaula. Esa es la faceta interior del comportamiento desafiante, de las rabietas. Y luego espere a ver qué lecciones le imparte esa imagen”. Lo que puede conseguirse con eso está mucho más enraizado en lo profundo que cualquier conocimiento de la cabeza que uno intenta convertir en acción compulsiva, a menudo inútil. Experimentamos una especie de conocimiento que, en principio, no podemos ni queremos introducir coercitivamente en la vida práctica, pero que estamos moviendo meditativamente en nuestro interior de una manera, digamos, tranquila, seria y constante. Experimentamos cómo ese conocimiento interviene formativamente en la estructura de nuestros hábitos. Y experimentamos, además, que en nuestro propio comportamiento que está cambiando podemos ir “notando” precisamente la respuesta a la que no habíamos llegado mientras la pregunta permanecía en la pura teoría, en el mero intelecto, a pesar de que nos esforzáramos en responderla. Como ven, ese es un protofenómeno con el que pode-
mos trabajar; un fenómeno psicológico que puede cultivarse y crecer. Dígase de paso que con este método de sistemática apelación al inconsciente trabajan tentadores y flautistas de Hamelin de toda calaña. Según cual sea nuestra intención y actitud, podemos acercarnos a fuentes muy distintas. Para nosotros, lo importante es utilizar ese método de una manera carente de interés personal, totalmente orientada a nuestros semejantes, en este caso al niño. Por tanto, lo que hacemos es pedir ayuda a una sabiduría que reside profundamente en nuestro interior, de la que estamos separados en nuestra consciencia diurna y, para evitar errores, hemos de hacerlo de una manera consciente, con un objetivo claro y, en lo posible, inegoísta, ayudándonos de nuestros poderes de conocimiento que necesitamos para acertar en el correcto planteamiento de las preguntas. Quien no sabe preguntar, no obtiene respuestas.
¿Responde el ángel?
Por consiguiente, necesitamos ideas directrices. Ellas nos conducen a la imagen por la que preguntamos meditativamente y que podemos llevar al sueño. Por eso, ocuparse de los trasfondos antropológicos del niño no sólo es recomendable, sino que incluso diría necesario. Pero no basta, porque permanece al principio como conocimiento de la cabeza. E inmediatamente emerge la pregunta sobre cuál habría de ser el paso siguiente. Un paso así en el ámbito de la educación del niño puede consistir en que desarrollemos imágenes vivas, preguntas con imagen y vida a partir de ese conocimiento de la cabeza, y las llevemos a los seres y fuerzas con las que entramos en contacto por la noche. Para encontrar respuesta por esta vía hemos de mostrar interés y compromiso. El deseo de entender al ser del niño tiene que haberse apoderado de nosotros. Dicho burdamente, lo que nos tiene preparado el sueño generalmente sólo lo recibimos si hemos hecho un buen trecho de trabajo previo. Está claro que el subconsciente no son unos grandes almacenes de rebajas para soluciones patentadas. En nuestro ejemplo del pájaro asustado ya vemos que no estamos refiriéndonos a nada especialmente místico o que se salga de la experiencia común al decir que podemos recibir del sueño “indicaciones sobre el modo de actuar”; incluso quisiera afirmar que, de una manera más o menos consciente, ¡siempre las recibimos! Mas con ello estamos tratando de un tema de gran trascendencia sobre el que valdría la pena hablar alguna vez en detalle. Estoy convencido de que tras del proceso que acabo de mencionarles se oculta algo que tal vez rechacen como meros cuentos infantiles. Bueno, en cierto aspecto lo son, pero en su sentido serio y positivo. Detrás de ello se oculta ¡la posibilidad de entrar en contacto con el ángel del niño! Podemos tomar contacto
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HISTORIA DE LA ESCUELA
con el ángel del niño en el sueño cuando realizamos las preparativos adecuados en nuestra consciencia que llevan a provocar ese encuentro. Si el término “ángel” les irrita, seguro que podríamos ponernos de acuerdo en alguna fórmula menos capciosa, pero ¿por qué hacerlo? Un cierto pudor hace que hoy en día uno no se sienta predispuesto a aceptar más las imaginaciones y a rebajarlo todo al nivel de conceptualidad gris y carente de vida. Sobre todo cuando se trata de los niños, el lenguaje científico abstracto es el menos adecuado. Pero quiero que me entiendan: Cuando hablo del ángel no me refiero a él como algo simbólico o metafórico, sino que voy en serio, han de tomarlo literalmente. Cuando hablo de imaginaciones no me refiero a meras fantasías, sino a imágenes reales. En la evolución de la conciencia, para adquirir el pensamiento lógico era importante que nos separásemos de las imágenes reales que antaño relacionábamos con las cosas y procesos invisibles. Pero con ello dejamos atrás una considerable porción de inteligencia y perspicacia para la vida, y vale la pena acercarse a estos grandes arquetipos, por ejemplo a la imagen del ángel, equipados con las herramientas del pensar objetivo sin menospreciarlo ni abandonarlo. Eso puede hacerse de una manera filosófica, por vía del discurso crítico-científico, investigando con qué derecho le damos más valor de autenticidad a la concepción científico natural del mundo que, por ejemplo, a los conceptos teológicos, místicos o esotéricos, teniendo en cuenta que estos últimos también han demostrado su valor en la vida práctica. En este aspecto existen entretanto trabajos extraordinariamente sólidos. Pero en las presentes exposiciones, nuestra tarea no puede consistir en comentar ese debate de las teorías científicas. Simplemente me permito aquí afirmar ante ustedes que la presunción de que existen los ángeles, en cierto sentido, es muy útil, y nuestra comprensión del mundo orientada en la utilidad sorprendentemente puede unirse muy bien con ese supuesto. Sólo hay que intentarlo. Supongamos que es cierto que cuando nos dormimos podemos acercarnos al ser más íntimo del niño y a sus verdaderas necesidades. Cuando vivenciamos que, de hecho, eso es posible con la adecuada preparación, no creo, queridos padres, que en nuestro subconsciente más personal ustedes o yo seamos los sensacionales tipos espabilados que nos gustaría ser. Estoy convencido más bien de que la sabiduría que reside en el sueño es algo más complejo en la medida en que se trata de una “sabiduría social” que nos enseña a transformar nuestros
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sentimientos afectivos en actos de amor. En realidad, pienso que por la noche el mismo niño nos da las respectivas indicaciones, pero no el niño tal como se nos presenta durante el día, sino el niño desde el estrato más profundo de su ser, que normalmente no suele aparecérsenos directamente en la vida cotidiana. Podríamos llamarlo su “yo superior” en el que, en una especie de estado germinal, ya existe lo que más tarde se desplegará en su biografía. Pero ese “yo superior” vuelve a ser una estructura conceptual que reduce a algo general y sin compromiso lo que aquí estamos tratando, permitiendo que lo interpretemos de muchas maneras, tal vez arbitrarias. Cuando hemos empezado a vivir y convivir con la idea de que cada ser humano es guiado por una entidad que está por encima nuestro y que orienta nuestro destino, una entidad hacia la cual elevamos nuestras preguntas con los estratos más preciados de nuestra actual personalidad, entonces surge la necesidad de contribuir a la rehabilitación de la imagen del ángel. Ya no tenemos ganas de considerar los gustos de la época que tienden a parlotear andándose con rodeos. “Los ángeles son invisibles y sólo accesibles a la vivencia del pensar”, escribe Michaela Glóckler en su libro Elternsprechstunde (Consultoría para padres). Hay que llamar al fenómeno por su nombre y dejarse llevar por él conscientemente. De otro modo no se encuentra ningún acceso para tener la experiencia. El ángel no responde cuando preguntamos siguiendo meras asociaciones psicodinámicas abstractas que luego se moverán como autómatas en un subconsciente igualmente abstracto. Ya verán que me estoy corrigiendo un poco. Cuando antes hablaba en este aspecto de “subconsciente” estaba haciendo una concesión provisional a los términos habituales. Está claro que existe el subconsciente. Pero lo que suele entenderse con ello no contribuye a comprender los fenómenos que estamos tratando aquí. Por tanto, no hablemos hoy de una instancia o fuerza directriz que desde el inconsciente motiva e impulsa el esbozo de la vida individual, sino del ángel, lo que. es más sencillo, más hermoso y más exacto. Durante el sueño, el ángel del niño puede darnos indicaciones prácticas si nos acercamos a él con preguntas que hemos planteado con la máxima claridad posible y que hemos sentido con la suficiente intensidad y urgencia. Al principio, no sentiremos en nosotros esas indicaciones necesariamente como contenidos mentales, sino como nuevos impulsos y motivaciones, como una modificación de la actitud interior que se lleva a cabo de manera casi inadvertida, como facultad creciente de reaccionar correctamente en
situaciones críticas, etc. Si nos ejercitamos en el arte del preguntar -ya hemos hablado de la posibilidad del preguntar en forma de imagen- es decir, si nos sometemos a determinados esfuerzos en esa dirección se desarrollan en nosotros los órganos de captación para los mensajes de los ángeles. En este sentido, somos como analfabetos (y no piensen que yo me excluyo de esa definición) que están empezando con sus primeras letras. Pero al fin y al cabo, sólo quien empieza tiene la oportunidad de que un día sea capaz de leer tal vez con fluidez. Y no cuesta tanto empezar. Para volver a citar a Michaela Glóckler: “Todo ruego en el que uno no desea egoístamente algo para sí mismo, sino en el que uno quiere que el destino del niño se cumpla de acuerdo con su objetivo “ es una llamada que el ángel del niño acoge.
Las preguntas del guardián del puente
Imaginemos que al dormirnos atravesáramos un puente y que en el otro lado tuviéramos la oportunidad de entrar en contacto con el ángel del niño. Sigamos imaginando que en el puente hay apostado un guardián y que hemos de justificarnos ante él para que nos deje pasar. ¿Qué piensan ustedes que nos preguntaría ese guardián del puente? Lo primero que nos preguntaría sería: “¿Has traído un problema que has reflexionado bien y que te mueve no por motivos de tu propio interés egoísta, sino seriamente por el bien del niño?” y la segunda pregunta (y tal vez ahora se sorprendan) sería: “¿Llevas en tu interior una imagen clara?”. Es decir, ¿Cuál es la condición para llevar con nosotros una imagen clara del niño a la hora de dormirnos? Sólo es posible si durante el día hemos hecho el esfuerzo, al menos una vez, de observar al niño con cariño y lucidez, “prestando atención a los detalles”, como lo expresó Rudolf Steiner. Parte de la práctica del amor consiste en retirarse uno mismo, una y otra vez, apartar las propias ideas fijas, deseos, expectativas y representaciones, y ejercitarse en la práctica de la atención que escucha, que observa y que incluso está dispuesta a sorprenderse ante lo que simplemente es la imagen en que el niño se manifiesta en el aquí y el ahora. Cada detalle merece nuestro interés imparcial y, en lo posible, carente de toda calificación. En esos momentos, por ejemplo, no ha de haber lugar para pensamientos como “qué desagradable que al caminar no levante los pies”, sino que nos limitaremos a constatar que ésa es su manera inconfundible de caminar. Si, poco a poco, vamos sintiendo que despierta en nosotros una especie de ternura también ante las debilidades y manías del niño, y ante todo lo que en el engranaje cotidiano da motivos de lucha y enojo, entonces sabemos que vamos por el buen camino. Esas son las dos preguntas de nuestro imaginario guardián del puente que los padres tendrían que aproximarse a contestar con un sí, y podemos prepararnos para ello si tenemos en cuenta lo siguiente: ocupémonos de la problemática especial de nuestro niño, sin quejamos demasiado ni reñir con nuestro destino, sino con un constante esfuerzo de entenderla. Situemos menos en primer plano lo que nos molesta a nosotros o a nuestros
vecinos o a los maestros, y sustituyámoslo por la pregunta con la que el niño se inflige dolor a sí mismo (como ya saben, esa es una gran diferencia, porque hay algunas cosas en los niños que queremos “remediar”, no porque ellos mismos se hagan daño, sino porque nos ponen nerviosos o contradicen nuestros principios). Podemos llegar y acabaremos llegando a un punto en el que sentimos: “Entiendo la situación apurada de mi hijo”, no en todos-:sus pormenores y en sus últimas consecuencias, eso sería exigirnos demasiado, pero de una manera en la que notamos que hemos empezado a captar la punta del iceberg del problema. Así por ejemplo, tal vez veamos que determinados días nuestro niño se comporta como si literalmente quisiera salirse de la piel. Y hay una gran diferencia entre tomarse eso como pura impertinencia y sentirse uno mismo atacado personalmente, o constatar, desde una cierta distancia de observación, que esos días el niño en realidad no acaba de dominar su cuerpo, se siente como apretado y enjaulado. Vemos la palidez de su rostro, las impurezas de la piel; el niño realiza movimientos como si todo le fuera estrecho, e incluso hasta se queja sobre la fastidiosa y estrecha ropa que lleva, aunque objetivamente no lo sea en absoluto. Y ahí tenemos una imagen: vemos que el alma se siente en el cuerpo como si estuviera embutida en una vestimenta terriblemente incómoda. El niño se vive a sí mismo como empotrado dentro del propio cuerpo y a la vez como si llevara en la piel una insoportable sustancia que le provoca picazón. ¡Y entonces solemos esperar de él que se comporte de manera amable y sociable! Como ven, queridos padres, si a partir de esas observaciones llegamos, por ejemplo, a la idea de prestar más atención a la alimentación, a dejarse aconsejar por algún especialista en el tema (porque podría pensarse que hoy en día los niños están ingiriendo algo que provoca una especie de picazón interior), entonces ya no son nuestras preferencias, tendencias o principios personales los que nos han llevado a reducir los dulces o la proteína animal, sino que decidimos únicamente a partir del enfoque de apartar del niño aquello con lo que él mismo se perjudica. Ya no nos dejamos guiar por el hecho de que nos molesta tener un niño tan descarado o difícil de educar, sino que nos preguntamos: “Ya me está bien que mi hijo tenga tanto descaro como el que le haga falta para el desarrollo de su personalidad, pero si ha de verse obligado a comportarse mal, aunque en el fondo quiera ser cariñoso y amable, porque su cuerpo se convierte constantemente en su enemigo, entonces necesita mi ayuda”. Ese es uno de los aspectos a tener en cuenta.
Cuando el cuerpo es demasiado frío para el alma...
El otro aspecto consiste ahora en que, con independencia de las cuestiones de la alimentación, seamos capaces de generar como pregunta la imagen del “alma embutida en el cuerpo” de la manera antes descrita, y de llevarla con nosotros a la noche. El guardián del puente la considerará como salvoconducto si cumplimos la segunda condición de nunca abandonar la fiel observación del
niño. Ahora bien, lo que se ha entendido como resultado de la práctica meditativa en el caso en cuestión, que hemos escogido simplemente a modo de ejemplo, no quiero imponérselo a ustedes como una especie de clase magistral, sino como un ejemplo de lo que pretendo transmitirles. Cuando el alma se siente como embutida, forzada en el interior del cuerpo, no cuesta mucho deducir que el alma es demasiado grande para el cuerpo. Ello implicaría que tendría la tendencia a sentirse presionada constantemente por los límites corporales, sin lograr salir hacia fuera, y a estancarse entonces en la periferia. Observemos a nuestro niño cuando vuelva a realizar sus especiales danzas, y veremos que constantemente se estira y se despereza, y cómo, a veces, se contrae convulsivamente y vuelve a soltarse en una especie de sacudida. Ahí podemos constatar claramente que algo estancado dentro está presionando para salir y no logra liberarse. Para la vivencia subjetiva del niño, la frontera corporal es infranqueable, demasiado rígida. Si ha de generar el adecuado entorno para la vida interior que se expande tendría que ser más flexible y porosa, una frontera que “respirase” elásticamente. ¿Qué podría estar pasando si el niño se experimenta a si mismo en su cuerpo de tal manera que ante cada intento de relacionarse con el mundo fuera rechazado en la frontera? Ahí tenemos la imagen del alma que se ha hecho “demasiado grande” para el cuerpo, y tenemos la imagen de la frontera corporal impenetrable. ¡Eso ya es mucho, ya tenemos mucho que presentar! Y no sería de extrañar, sino incluso muy probable que (meditando estas dos imágenes que, aunque no sean científicas en el sentido habitual, en su capacidad ilustrativa se basan en observaciones exactas), poco a poco notáramos cómo emerge en nosotros una especie de necesidad instintiva de ¡comprobar si nuestro hijo tiene suficiente calor! Súbitamente se nos ocurre: ¡Siempre tiene las manos y pies fríos! En principio nos limitamos a constatar que de repente desarrollamos una especie de tic (manía) con el calor, y tal vez pongamos nerviosa a la familia con ello. Entonces intentamos esclarecer lo que sucede en ese asunto y se despliega ante nosotros la conexión. Pues el frío, ¿no es cierto?, claramente tiene algo que ver con la rigidez y la impenetrabilidad, mientras que el calor tiene que ver con la movilidad, permeabilidad y flexibilidad. Lo anímico se despliega en el calor, mientras que el cuerpo físico, por sus propias leyes, tiende hacia el polo frío. El alma sólo puede penetrar el cuerpo correctamente si logra calentarlo hasta en sus últimas ramificaciones periféricas. Si ese calentamiento no se logra desde dentro hay que apoyarlo desde fuera. El calor es algo que quiere expandirse, como lo anímico, y le es inherente un impulso de expansión. En el mundo material todo se paralizaría, se petrificaría, si no existiera el calor. La vida anímica humana se relaciona de forma parecida con el cuerpo físico. Por un lado, está metida en él y, por el otro, presiona para salirse de él. Si el cuerpo físico está sometido con demasiada intensidad al proceso del frío, el alma, en su impulso expansivo, no sólo se ve contenida (¡y eso es correcto!), sino estancada. El niño siente como una angustia esa retención forzada, en particular
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en determinadas fases de su desarrollo en las que la vida anímica quiere desplegar de una manera regular un dinamismo expansivo, dirigido hacia el mundo circundante, como suele ser el caso a los cuatro o cinco años y luego, a los ocho o nueve, antes de que aparezca la fase introversiva de la prepubertad. Y entonces, si fuéramos el padre o la madre en el ejemplo mencionado, tendríamos que seguir preguntándonos: ¿qué puedo tener en cuenta en mi interacción humana de cada día, para apoyar a mi hijo en su situación apurada? Naturalmente, de una manera muy pragmática sería correcto y útil empezar por aportarle calor desde fuera, pero no deja de ser una medida para paliar los síntomas. ¿Cómo es que a menudo en los niños se presenta la tendencia a enfriarse, como síntoma de que no penetran correctamente su - organismo físico y consecuentemente se sienten como embutidos en el?
Cabeza fría, corazón caliente
Si perseverantemente nos ocupamos de ello (como ya dije, me estoy inventando una historia próxima a la realidad, no se trata de recetas) tal vez una situación que hasta ahora tendíamos a valorar positivamente, de repente, despierte en nosotros sentimientos desagradables por el hecho de que nuestro niño sea increíblemente listo. Quizás nos hemos aferrado a eso cuando las cosas se ponían difíciles: “Sea lo que sea, lo cierto es que tengo un niño extraordinariamente inteligente y dotado. Con cinco años ya puede sumar números de dos cifras mucho más rápido que algunos niños de segundo curso de Primaría”. Hasta ahora estábamos orgullosos de ello y en nuestros esfuerzos pedagógicos nos habíamos dirigido a esas fuerzas intelectuales tempranamente despiertas y se lo explicábamos y aclarábamos todo con detalle. Eso a veces había funcionado, pero muchas otras ni siquiera eso había servido. Y entonces empezamos a sospechar que algo va mal.’ Al leer los periódicos y libros nos quedamos colgados en meras formulaciones que relacionan lo puramente intelectual con el frío o la frialdad. Sentimos que conceptos como el de “intelecto frío” se corresponden con la realidad. Y no dejamos de sentir que el constante enfriamiento periférico de nuestro hijo tal vez tenga algo que ver con el hecho de que es un niño que se ha visto enredado prematuramente en el proceso frío del intelecto. El pensar intelectual, que estoy muy lejos de menospreciar o valorar negativamente, es un logro que no sólo descansa en el hecho de que lo propiamente anímico, es decir, la esfera de las emociones y agitaciones afectivas, de alguna manera se ve retenido y estancado en el interior. Y no puede ser de otra manera. Sólo podemos pensar con claridad y lógica si nos retenemos emocionalmente y ala vez tomamos cierta distancia frente al mundo exterior. El típico término popular de “cabeza fría” en realidad ya nos indica que para pensar ordenadamente hace falta rechazar la actividad del calor que suele ascender de la esfera emocional hacia la cabeza, es decir, hacia los órganos sensoriales. La claridad intelectual exige adoptar una fría distancia frente a lo anímico propio, por
un lado, y frente al mundo circundante, por el otro. ¡Con una bombilla incandescente ante nosotros intentemos hacemos un pensamiento claro sobre algo o una imagen definida de lo que pasa a nuestro alrededor! En la vida es necesario e incluso imprescindible que aprendamos a retirarnos emocionalmente y que tomemos cierta distancia frente al mundo exterior para que la cabeza quede libre. No estoy hablando de esto con algún tipo de matización negativa. Pero el hecho es que si queremos describir el proceso, hemos de constatar que es necesario que surja una zona fría entre uno mismo y el mundo, haciendo que retroceda el calor emocional. Ese es un efecto secundario involuntario del proceso intelectual. De modo que cuando los niños se ven arrastrados prematuramente a la región intelectual, para entrar en contacto con el entorno necesitan superar constantemente ese obstáculo del frío. Si tenemos en cuenta que en el caso de los niños, y cuanto más pequeños sean, aún más, todo lo que tiene lugar en lo anímico-espiritual tiene su directa correspondencia corpóreo-funcional y viceversa, entonces, en lo que se refiere a problemática del frío, y de su respectiva inquietud y agarrotamiento, descubrimos una conexión que hoy en ningún caso está presente en el conocimiento académico de base. Empezamos a entender que hay edades en las que el proceso descrito de retención de lo anímico-espiritual es especialmente perjudicial, porque va frontalmente en contra de lo que realmente estimula las leyes del desarrollo. Y entonces tal vez se nos ocurre no solamente aplicar al niño calor físico desde fuera, sino pensar nuevamente en gestos educativos y formas de interacción que den calor al alma: primar el cariñoso contacto corporal frente a la comunicación verbal, introducir al niño en procesos creativos, cantar con él, transformar a manera de juego el agarrotado impulso al movimiento para convertirlo en gozo de moverse de una manera musical y rítmica, o en lugar de darle lecciones “racionales” inventarnos pequeñas historias ingeniosas que despiertan la comprensión, no a través del intelecto, sino de la imaginación. Pues el poder de la imaginación nos despierta hasta en la punta de los dedos, mientras que la fuerza del intelecto nos enfría. Si nuestro hijo quiere superar las estrechas fronteras de su corporalidad con sus impulsos de imaginación y conformación, no tendríamos que estimular lo que solidifica esas fronteras. Literalmente, hemos de liberar las fuerzas de calor interior del niño y hacer que lleguen a la piel, a la punta de los dedos. Hasta aquí un ejemplo con el que simplemente quería ilustrar hasta dónde podemos llegar, si nos acercamos a las cosas de la manera descrita y con un verdadero coraje cognitivo, y luego prestamos atención a nuestras inspiraciones. Pues estas últimas son de confianza siempre y cuando llevemos con nosotros más allá del umbral del sueño, primero, una pregunta clara y, segundo, una imagen clara de nuestro hijo. Por tanto, si buscamos entrar en contacto con el ángel del niño hemos de tener en cuenta tres cosas: - el propio trabajo intelectual sobre el estudio del hombre; - la Precisión en la observación prestando atención a los
detalles. - el hecho de que los resultados de estos esfuerzos los llevemos al sueño noche tras noche, es decir, lo que hemos observado del niño y los conocimientos que hayamos adquirido por nuestra cuenta. Para entendernos: a veces es recomendable buscar apoyo en un pediatra o asesor pedagógico cuando nos sentimos inseguros ante determinadas formas de comportamiento de nuestro hijo. Pero por el otro lado toda porción de independencia que hayamos adquirido de los “expertos”, de los que hoy en día hay para todos los problemas imaginables, significa un incremento no menospreciable de libertad, autoconfianza e incluso sosiego que también se transmiten al niño. Creo que cualquier “experto” en cuestiones educativas tendría que organizar su trabajo con el propósito explícito de llegar a hacerse prescindible. Entendamos pues, lo dicho hasta aquí como expresión concreta de este propósito.
¿Qué es la educación moral?
En las exposiciones siguientes permítanme hablar de ciertos fenómenos de la evolución del niño que, en mi opinión, suelen ser tratados de una manera demasiado superficial por la psicología académica. Para ello, propongo que nos atrevamos a reconocer al “ángel protector” del niño como hipótesis de trabajo y de ese modo, familiarizarnos con razonamientos en los que está incluido de una manera evidente. Quisiera comenzar describiendo a ese ser angélico que vela por el niño y que actúa sobre él como la entidad responsable de que en el progreso de la evolución de la personalidad se vaya manifestando gradualmente una fuerza concreta. Una fuerza que, en su estado de máximo despliegue, emerge como la fuerza el poder de formación de ideales o de motivación idealista, y que, como tal, nos da los impulsos que necesitamos para disolver la contradicción entre las aspiraciones individuales y la responsabilidad social. Cuando un niño empieza a luchar para desplegar actitudes anímicas de humanidad y amor al prójimo, cuando aparecen los primeros sentimientos de ayuda y a los demás, y la capacidad de compasión y disposición de ayudar inegoista no estamos tratando en absoluto con meros reflejos de nuestra moral autoritaria, como afirman los psicoanalistas, sino que vivenciamos sobre todo la acción del ángel en el transcurso evolutivo. Está claro que se trata de una interacción mutua: el niño aprende virtudes sociales cuando el adulto en el que se orienta las practica delante suyo. Pero, ¿por qué desarrolla simpatía por esas virtudes? ¿Simplemente para cosechar la alabanza de los padres? En este aspecto a veces se afirman cosas que no proceden de la realidad, sino que se basan simplemente en los hábitos mentales materialistas. Rudolf Steiner sabía muy bien el porqué se empeñaba tenazmente en afirmar que, en lo que se refiere al desarrollo de cualidades éticas firmes para el curso ulterior de la vida, la educación que exija y sermonee la moral cae en el vacío y hasta incluso perjudica. La moral impuesta, ya sea de manera burda o sutil, solamente genera oportunismo. Simplemente pone obstáculos en el camino de la
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nuestro intento de explicar fenómenos de índole anímica caigamos una y otra vez en estas simples cadenas causales no entenderemos nada de nada.
El proceso de percepción como proceso creador universal
moral autónoma que culmina en la formación autónoma de ideales. Un método educativo que comienza por transmitirle al niño que en todo acto de renuncia, al final, uno acaba ganando más de lo que pierde sitúa en una luz falsa y opresora la facultad del altruismo latente en el hombre y que impele por convertirse en realidad. Si dejamos que el niño sienta que puede conseguir grandes ventajas haciendo generosos regalos o compartiendo las cosas sin lamentarse, es decir, si se hace que ciertas ganancias dependan de que el niño esté dispuesto a postergar sus necesidades y derechos en favor de los demás, ¡entonces estamos introduciendo una causalidad nociva! La virtud del respeto a los demás se degrada así a la categoría de notas escolares para las cuales hay recompensa o castigo. De ese modo, ejercitamos la presión del rendimiento moral y con ello no promovemos la sensibilidad social, sino una especie de astucia calculadora-diplomática que en su núcleo mismo es antisocial. Como ven, la educación moralizadora es realmente una contradicción en sí misma. Cuando se afirma que el desarrollo de valores y posturas sociales interhumanas, o cristianas, en la infancia consiste, por definición, en lograr adaptarse a las expectativas del mundo de los adultos, esa argumentación ignora algo totalmente decisivo: lo que en ese campo se ha conseguido exclusivamente en el proceso de adaptación no es precisamente una moral, sino a lo sumo una pseudomoral. Está claro que podría objetarse: Bien, entonces sólo existe la pseudomoral. Pero en ello no voy a extenderme ahora. Existen largas discusiones que son mera pérdida de tiempo. Permanez-
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camos mejor en la observación de la realidad de la vida y preguntémonos: A un niño que no está sometido a una “educación moral” preceptiva ¿qué es lo que le predispone a desarrollar simpatía por las virtudes sociales que nadie le exige cumplir, sino que las ve desarrollándose frente a él cuando un adulto las practica? ¡En lo que respecta al desarrollo ético, el modelo viviente es decisivo! Pero ese ejemplo viviente no serviría para nada si en el niño no actuara una fuerza que, con alegre celo imitativo, asumiera e hiciera suyo lo que ha visto ejemplarizado delante de él, y con total independencia de cualquier consideración de provecho. En el niño hay una afinidad hacia lo que representa el bien en el mundo ¡y esa afinidad no es inculcada! De la educación depende el que esa indeterminada inclinación hacia el bien encuentre las correctas posibilidades de conexión, pero la inclinación misma no la provoca la educación. En todo caso, la educación puede arruinarla. Observemos los ojos luminosos de los niños a los que se les ha contado, por ejemplo, la leyenda del buen Rolando o la de San Nicolás, es decir, historias en las que “el hombre bueno” aparece como la figura del héroe. Fijémonos cómo los niños, y en especial los de edad escolar, reaccionan con satisfacción y orgullo ante las “buenas obras” de sus padres. Ningún niño reacciona con orgullo a las canalladas que puedan hacer sus padres, a menos qué uno lo haya llevado al error deliberadamente. ¡Que nadie piense que el giro interior que se produce en la historia de San Nicolás de Mira sólo es capaz de encender una luz interior en los niños a los que se les ha inculcado constantemente preceptos morales! En la medida en que en
Es el ángel quien se manifiesta en la inclinación que tienen los niños a imitar el bien. Ahora bien, el ángel ha de realizar cierto trabajo previo con los padres si se quieren crear las condiciones para que pueda actuar de ese modo; y enseguida veremos que estas labores previas nada tienen que ver con exhortaciones morales o éticas en el sentido habitual de la palabra. Como ya vimos, aquí nos enfrentamos con un importante motivo pedagógico de base. La educación moral bien entendida no ha de tener carácter de instrucción, sobre todo en los primeros once o doce años de vida, ha de limitarse a la creación de las necesarias condiciones previas para que la afinidad hacia el bien que subyace en el niño mismo, y que al principio adopta el carácter de penuria, de exigencia a sus coetáneos, pueda transformarse en facultades de percepción social e impulsos éticos hacia la acción. Y ahí hay que tener en cuenta algunas cosas en las que normalmente no suele pensarse. El amor no actúa entre los seres humanos de una manera misteriosa, que revolotea zumbando libremente a nuestro alrededor, sino que necesita sus órganos de percepción y expresión. Para entender lo que quiero decir con ello tomemos un ejemplo de otro ámbito de la vida, el hecho de que sólo podemos apreciar las bellezas del mundo porque disponemos de los respectivos órganos de percepción desarrollados. En la esfera visual y auditiva eso nos parece obvio. El hombre se sumerge en la esfera de la belleza con la percepción y el asombro, para luego volverse activo en esa esfera partiendo de las fuerzas interiores de imitación que, más tarde, pueden transformarse en libres impulsos formativos. Podemos descubrir así cómo la formación del ser humano sensorial en este caso ofrece la garantía para que en el hombre que se expresa afluyan los impulsos adecuados. Eso se relaciona con el hecho de que la actividad anímica perceptiva que participa en el proceso es, en sí misma, una actividad creadora. Cuando, al mirar un rosal, emerge en mí un sentimiento de felicidad que acabo convirtiendo en la expresión “¡qué bello!”, me siento personalmente tan afectado, tan implicado y hasta incluso orgulloso, porque el sentimiento de felicidad no procede del “rosal exterior”, sino del rosal que he generado en mi interior al observarlo. ¡Me llena de gozo el hecho de poder crear un rosal! El hecho de que posea ojos para ver parece relacionarse algún modo con la necesidad profundamente arraigada del alma de actuar, de crear objetos, de ser creadoramente activa. La línea definida que trazamos entre percepción y voluntad es más bien teórica. En realidad, las fronteras son fluidas. Los órganos sensoriales nos sirven como una especie de “recipientes” en los que el mundo que penetra desde el exterior se ve sometido a una especie de proceso químico. “Matamos” las impresiones, las aniquilamos y las volvemos a reconstruir. Cada
proceso de percepción consciente en contacto con el mundo se configura de ese modo. El hombre no es una mera cámara refleja ¡Ha de crear de nuevo por sí mismo cada cosa que quiera percibir! De lo contrario lo olvidaría todo constantemente. Y en esta actividad generadora que convierte las impresiones en experiencias se basa todo lo que desarrollamos en la vida como facultades artísticas y formativas. Por otra parte, en la imitación, propia de la primera infancia, desarrollamos las raíces de ese arte de “aniquilar y volver a crear” las impresiones mediante el cual el proceso de percepción se convierte en proceso creador universal. ¡No crean que la imitación es una mera emulación o reflejo automático de la realidad exterior! Más bien al contrario: en ella las imágenes, sonidos u otras impresiones que proceden del mundo exterior sufren una transformación completa, y lo que surge de ella, aunque engañosamente se parezca mucho, es algo totalmente distinto de la impresión sensoria original. Podríamos compararlo de lejos con la pintura naturalista, hoy ya no tan actual, pero que antaño fue de enorme importancia, Si el árbol reproducido fielmente en el lienzo fuera una mera “imitación” del árbol real que le sirvió de modelo entonces tendríamos que decirnos: “¿Y para qué todo esto? ¡El original es cien veces mejor que esa falsificación!” Pero en la época en que se practicaba la pintura naturalista la cosa no iba así, sino que los artistas nos presentaban el secreto del acto creador que tiene lugar en el proceso de percepción y en este aspecto hicieron visible un acontecer interior que todos conocemos. Eso fue necesario para avanzar luego hacia el arte realmente libre, metaobjetual, en el que el artista se toma la libertad de crear de nuevo lo percibido no ya siguiendo el modelo exterior, sino componiendo las partes constitutivas de las imágenes descompuestas con voluntad de juego, creando así algo nuevo que no se encuentra en el mundo de los objetos, o bien documentando en forma de imagen el proceso de descomposición.
La imitación y el anhelo del bien
Pero la relación entre la imitación y el proceso artístico no es el tema que estamos tocando hoy. Mantengámonos en lo expuesto y no olvidemos que “la sensibilidad ante la belleza” en principio nada tiene que ver con juicios de valor o categorías estéticas, sino con el hecho de que nosotros, en la actividad sensorial, nos vivenciamos a nosotros mismos como seres creadores, engendradores de realidad. Es en la inclinación a imitar los fenómenos del mundo que se despierta la creatividad y no en la confrontación del niño pequeño con sus propios excrementos, como insisten en afirmar los psicoanalistas hasta el día de hoy. También ellos atraparon un extremo de la verdad cuando se les ocurrió que el arte tenía algo que ver con la aniquilación y la transformación del mundo exterior. En la digestión de los alimentos sucede algo parecido, y entonces se llega, por analogía, a esas espeluznantes conclusiones, porque se parte de la hipótesis de trabajo de que los fenómenos anímico-espirituales, en el fondo, no son
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CUENTOS
más que modificaciones de fenómenos originalmente físico-corpóreos. Pero nosotros no partimos de esa hipótesis. Su máximo defecto consiste en que es impráctica. Volvamos a nuestro punto de origen: la mayor parte de la masa de sustancias alimenticias que ingerimos no es utilizable por el cuerpo y, por eso, vuelve a ser eliminada. La evacuación intestinal no tiene otro significado. Y eso tiene tan poco que ver con la creatividad como pueda tenerlo el toser con la recitación de un poema. Pero la imitación de la primera infancia, que en realidad conlleva una vivencia de placer mucho mayor que cualquier exquisitez que hagamos en la cazuela, tiene mucho, muchísimo que ver con la creatividad. La capacidad misma de acoger cualquier impresión y la de actuar mediante cualquier tipo de expresión se vinculan mutuamente en el ser humano a través de la imitación. No es tan solo la primera manifestación de la voluntad formadora, sino también el paso más determinante hacia la maduración de los sentidos, y por tanto, hacia la capacidad de tratar correctamente con las impresiones sensoriales. En su ciclo “La educación como cuestión social’ Rudolf Steiner expone que en la imitación se halla el germen de la libertad. Eso suena paradójico, pero lo entenderemos si lo situamos ante el trasfondo de lo que hemos expuesto. Como psicopedagogo y asesor educativo con muchos años de experiencia, puedo asegurarles que en los niños existe una llamativa relación entre los estados de inquietud patológica unidos a la falta de concentración -sean por la razón que sean-y la insuficiente actividad imitativa en los primeros cuatro o cinco años de vida. Y por eso, para producir una maduración posterior trabajamos terapéuticamente con los niños escolares nerviosos e inquietos, introduciendo de nuevo la imitación de una manera muy intensa; realizando, por ejemplo, juegos de pantomima, ejercicios de recitación, ritmos, sonidos y cosas parecidas. Con ello podemos lograr muchas cosas en casa. Como ya dije, ¡no les hacen falta siempre los expertos! Tómense tiempo para su zarandillo, media hora tres veces por semana, y hagan juegos con él que le permitan estimular su capacidad de imitar. Con ello allanamos el camino para irnos encontrando en el juego profundizado, creativo, y eso, a su vez, lo necesita para su capacidad de concentración y para sus demandas escolares. Entre los siete y, digamos, los diez años, conseguiremos de ellos mucho más que con horas de empollar o de repaso diario. ¡Y apaguemos el televisor. Es uno de los peores enemigos de la sana imitación! Y ahora, de la cuestión de la sensibilidad por lo bello y del impulso a realizar el “acto bello” que hemos utilizado como ejemplo, volvamos a lo que hemos llamado “inclinación dispuesta a imitar el bien”. Aunque no salga a la luz con la misma frecuencia, en este nivel también hay que empezar creando órganos de percepción, y, luego, en el trato ya maduro con las respectivas impresiones de esa inclinación o afinidad, pueden emerger impulsos volitivos autónomos, creativos, siempre y cuando no se abuse de esa afinidad -podemos llamarla también, esa confianza del niño- y se la fuerce a convertirse en un
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CUENTOS
adiestramiento moralizante. Hemos dejado claro que al entrar en contacto con el bien, es decir, con el amor experimentable en los hechos, palabras y formas de interacción con otras personas, algo en el niño responde con profunda satisfacción, como confirmándolo, y también hemos mencionado que ese acto de respuesta (aún indeterminado en su contenido) no es algo que a uno le hayan “inculcado”, como tampoco lo es el sentir alegría ante un prado lleno de flores o ante un globo de colores. Si tuviéramos algo en contra de ello tendríamos que educar al niño a deshabituarse de esa alegría frente al juguete policromo, pues el pequeño desarrolla primero esa alegría con total independencia de que nosotros estemos de acuerdo o no. Y el hecho es que si sobresaturamos a nuestros hijos en este aspecto, entonces les robamos la alegría. Entonces hemos de aislarnos, de hacernos insensibles frente al mundo sensacionalista de juguetes con colores chillones, destellos, pitidos que hemos construido a nuestro alrededor, tal vez con la mejor intención. El resultado es el •archiconocido aburrimiento, es decir, la indiferencia. ¡Y ahí ya empezamos a estropear al artista en el hombre! Exactamente de la misma manera que estropeamos al ser humano capaz de amar cuando la apertura hacia el bien, expectante y dispuesta al asombro, que trae consigo a la vida, la acogemos con incesantes preceptos e instrucciones, apelaciones morales y formas piadosas de hablar. ¡Eso también genera indiferencia! Por eso, la clave no está ahí, sino en lo que nosotros practicamos discretamente. Mas para captar correctamente eso que hemos practicado, es decir, para acogerlo con participación interior y transformarlo en propiedad anímica disponible, hacen falta, como ya vimos, ciertas facultades de percepción. Esas facultades perceptivas pueden describirse. Se puede describir cómo el ángel trabaja en unión con los padres y las respectivas personas de referencia del niño para despertar estas facultades de percepción; y voy a intentar describirlo. Para ello, nos relacionaremos con un ámbito de la antropología antroposófic a todavía no plenamente valorado en lo referente a la evolución del niño. Me refiero a la ampliada Teoría de los Sentidos que Steiner nos legó en forma de esbozo. Mantengamos presente qué hemos descrito al ángel como la entidad que quiere capacitar al ser humano para la formación de ideales, digamos, para la “imaginación ética”. Su intención es derramar en el alma humana impulsos de amor, y ahora nos preguntamos de qué manera está él activo en los primeros años de vida, para lograrlo y “generar el recipiente”.
Cuentos y Labores para Jardín y Primaria
+Esta nota es un extracto del Cap. 1 de “¡Educar hoy! Al niño temeroso, triste o inquieto” de Henning Köhler, Editorial Antroposófica
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RECETAS
LABORES
Linternas o Farolitos
COSAS RICAS PARA EL
OTOÑO
lámina de papel madera, portavelas lápiz, papel de calco, pegamento tijeras, un trozo de cartón grueso
Sopa de calabaza y jengibre Ingredientes:
1 calabaza 1 cebolla 2 cdas. de raíz de jengibre Queso en hebras crema (cantidad necesaria) Perejil picado Sal y pimienta
Preparación: Rehogar la cebolla con un chorrito de aceite de oliva y, por otro lado, cocinar la calabaza sin cáscara ni semillas hasta que esté tierna. Pelar y rallar el jengibre. Cuando esté todo listo, procesar todos los ingredientes con una minipímer o licuadora. Ir agregando el agua en que se cocinó la calabaza hasta lograr la consistencia deseada. Salpimentar y servir con un toque de crema y un puñado de queso en hebras y perejil picado. Puede hacerse combinando calabaza y zapallo anco, y reemplazando cebolla por puerro.
Los recetarios se encuentran a la venta en la Tiendita de la Escuela
Esta decorativa linterna está formadapor 11 pentágonos que se pegan unos sobre otros de manera que las estrellas se forman automáticamente. Si le añadimos un portabvelas es un bonito adorno para mesa o podemos también atarlo desde los lados con una lana y transformarlo en un bonito farol. 1. En primer lugar, preparamos un patrón de cartón paralospentágonos. ELpatrón apareceen la págna siguiente. Localcamosy lo traspasamos sobre el cartón. Al hacerlo, dibujamos también el centro de cada lado que ya aparece marcado en el patrón. Después, lo recortamos. 2. Con ayuda de este patrón dibujamos 11 pentágonos iguales sobre papel de embalaje. No hay que olvidar marcar el centro decada lado. Luego recortamostodoslos pentágonos. 3. Ahora doblamoslosextremos haciaadentrode manera que las puntas toquen el centro de cada lado que hemosmarcado previamente,. (ver dibujo) DEspués volvemos a desdoblar los 5 triangulos. 4 Preparamos los 11 pentagonos de la misma forma.
Torta de manzana Ingredientes
2 tazas de harina leudante
1 taza de azúcar orgánica 100 gr. de manteca blanda en cubitos 4 manzanas verdes cortadas en rodajas no muy gruesas leche (cantidad necesaria) Preparación: Enmantecar y enharinar un molde rectangular (tipo pyrex). Mezclar en un recipiente la harina, el azúcar y la manteca (recomendamos usar las manos) hasta que quede una masa arenada. Poner una capa de esta masa, luego una capa de manzanas y encima otra capa del arenado. Espolvorear azúcar por arriba (unas 4 cucharadas) y hacer lo mismo con la leche. Llevar a horno moderado/fuerte hasta que dore.
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5. Colocamos un pentagono como fondo y otros 5 alrededor del mismo.Los triangulos que acabamso de doblear quedan superpuestos, teal como se ve en el dibujo. Pegamos los triangulos con pegamento.
6. Cuanto mayor sea la superficie de pegado más se abombará nuestro trabajo por si solo, tomando forma de bola “esquinada”.
7. Los cinco pentágonos restantes se pegan a los ya montados siguiendo el mismo principio, uniéndose entre ellos del mismo modo. Los extremos superiores los doblamos hacia adentro y los pegamos fijamente. 8. Si ahora introducimos un portavelas encendido en el interior de nuestra linterna veremos las estrellas que aparecen al haber superpuesto los triángulos de papel.
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CUENTO
LA
HIJA DEL REY EN LA
FORTALEZA DE FUEGO
Había una vez una vez un hombre muy pobre que tenía tantos hijos como agujeros tiene un colador. Y todos los hombres del pueblo habían sido ya sus padrinos. Cuando le nació otro hijito se sentó en el camino a pedirle al primero que pasara por delante que fuese su padrino, entonces apareció un anciano con un abrigo gris y, al pedírselo, éste aceptó encantado, celebrándose poco después el bautizo. El anciano regaló al padre una vaca con un ternero que había nacido el mismo día que el niño. El ternero tenía una estrella dorada en su frente y debía pertenecer al niño. Cuando el niño se hizo mayor, el novillo se había convertido en un hermoso toro, y todos los días lo llevaba al prado. El toro sabía hablar y cuando llegaban al monte le decía al muchacho: -Quédate aquí y duérmete; mientras tanto yo buscaré mi pasto-.En cuanto el pastor se dormía, corría el toro a la gran pradera del cielo y comía flores de estrellas doradas. Cuando se ponía el sol, volvía corriendo y despertaba la niño. Entonces volvían juntos a casa. Así pasaron los días hasta que el muchacho tuvo veinte años. Entonces el toro le dijo un día: -Siéntate entre mis cuernos y te llevaré a ver al rey; cuando lleguemos pídele la espada de hierro de siete varas y dile que quieres salvar a su hija. Pronto llegaron al castillo del rey y éste le preguntó para que había venido, cuando se lo explicó, el rey le dio la espada deseada con mucho gusto. Sin embargo no tenía mucha esperanza de volver a ver a su hija. Muchos jóvenes audaces habían intentado en vano liberarla. Un dragón de doce cabezas la había raptado y vivía lejos, muy lejos. Nadie podía llegara hasta así, pues en el camino hacia la fortaleza había unas montañas imposibles de escalar y, después, había un inmenso mar tempestuoso y a la otro lado vivía el dragón en su fortaleza de fuego. Aunque lograse atravesar la sierra y el mar ¿cómo podría atravesar las llamas poderosas? Y si al fin lograba eso, no hay duda de que el dragón lo mataría. Cuando el pastor tuvo la espada, se sentó en los cuernos del toro y en un abrir y cerrar de ojos estuvieron delante de la montaña. - Tenemos que volvernos- el dijo el muchacho- porque nadie puede llegar al otro lado. Sin embargo, el toro dijo: -espera un momento. Y puso al joven en el suelo. Apenas ocurrió esto, cogió impulso y con sus impresionantes cuernos apartó todas las montañas pudiendo así seguir su camino. Otra vez sentó el toro al joven entre sus cuernos y llega-
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ron muy pronto l mar. -Ahora tendremos que volvernos- le dijo el muchachoporque nadie puede llegara al otro lado. -Espérate un momento- le dijo el toro- y sujétate a mis cuernos-. Inclinó su cabeza sobre el agua y bebió y bebió, hasta secar el mar entero. Sin mojarse los pues pudieron cruzarlo como si de una pradera se tratase. Rápidamente, llegaron a la fortaleza de fuego, y ya desde lejos sentían un inmenso calor. El joven no pudo aguantar más. -Para – le dijo al toro- no te acerques más nos vamos a quemar. Sin embargo el toro se acercó lo más posible y todo el mar que había bebido lo escupió de una vez sobre las llamas. Inmediatamente se apagaron, y hubo una espesa humareda que cubrió todo el cielo de nubes. Desde ese vapor terrible se precipitó sobre ellos, lleno de ira, el dragón de doce cabezas. -Ahora es tu turno dijo el toro a su seños- intenta cortar de una vez todas las cabezas de la bestia. El joven concentró toda su fuerza, cogió la poderosa espada con sus dos manos y dio al dragón un golpe tan certero, que cayeron todas las cabezas a la vez. Pero entonces, el animal se enroscó y se revolvió tanto que la tierra empezó a temblar. En ese momento el toro cogió por el torso al dragón y lo lanzó a a las nubes, no quedando ni rastro del él. Luego le dijo al joven: -Mi servicio ha terminado. Vete ahora a la fortaleza y allí encontrarás a la princesa. Llévala a casa de su padre-. En ese instante el toro se alejó y regresó a la pradera del cielo y el joven no lo volvió a ver nunca más. El muchacho encontró a la hija del rey en la fortaleza. Ella se alegró mucho de ser liberada del terrible dragón. Volvieron a casa de su padre, celebraron la boda y hubo una inmensa alegría en el país del rey.
EL
GNOMO DE LAS MANZANAS Bajo un gran pino, cerca del camino, vivía un pequeño gnomo, no más grande que una seta. Cuando llegó el otoño, el pequeño gnomo, pensó que necesitaba recoger las manzanas del huerto, si quería llenar la despensa para pasar el largo invierno. Al día siguiente, de madrugada, se puso las botas, el abrigo y el gorro, se ciñó la mochila a la espalda y se puso en camino. Pero al poco de caminar por el bosque, oyó de pronto un pequeño ruido: crec crec crec, y se topó con la cara de un zorro que lo vigilaba con sus astutos ojos verdes. Corre que te corre. El pequeño gnomo volvió raudo a su casa y dijo: -¡Uf! Casi he dejado la piel ¡En otro momento volveré! Al día siguiente, de madrugada, se puso las botas, el abrigo y el gorro, se ciñó la mochila a la espalda y se puso en camino. Esta vez salió del bosque sin sobresaltos hasta que llegó a un bello prado donde pastaban las vacas: muu, muu, muu. La mayor de todas las vacas sacó su larga y larga lengua, como si quisiera comerse al pequeño gnomo, y él, muy asustado, volvió corriendo a su piso: -¡Uf! ¡Ahí casi he dejado la vida! ¡Volveré otro día! Al día siguiente, oyó el tintineo de las campanas del pueblo. El pequeño gnomo salió con sus botas, su abrigo, el pequeño gorro y la mochila a la espalda y atravesó el bosque, cruzó el prado y llegó hasta el huerto. ¡Las manzanas estaban tan altas y él estaba tan abajo! El viento jugaba alegremente entre las ramas del árbol, y al ver al gnomo tan triste... hizo caer amablemente la más dulce manzana hasta sus manos. ¡Que alegría! El gnomo le saludo alegremente, dió las gracias y después de guardar la manzana en la mochila, regresó a su casa. ¿Qué creen que pasó luego? En su casa, el pequeño gnomo se comió un trozo de manzana hasta quedar bien saciado, y luego... luego partió en trozos la manzana que quedaba, la puso en una cacerola con azúcar y dándole vueltas y más vueltas, hizo una buena mermelada. Cuando hubo terminado, y tenía todos los botes llenos, estaba tan cansado que se tumbó en su camita de musgo y se durmió. Y la luna, desde la ventana, dulcemente le cantó para acunarlo...
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Invitación a participar de las Comisiones de Trabajo y de la Asociación Civil Luna Nueva Cuarto Creciente no es una escuela privada, a cargo de un único propietario físico que recibe ganancias de una inversión previa. Cuarto Creciente no es un emprendimiento económico. Cuarto Creciente es el sueño de una licenciada en filosofía que sentía en su corazón la necesidad de una educación que no apelara meramente a lo intelectual, sino que contemplara al ser humano completo, con sus emociones y su destino en el mundo, su alma, su espíritu. Así, en el living de su casa, Ana María Fierro dio vida a este sueño; a esta escuela, Cuarto Creciente, que hoy, a más de veinte años de aquél inicio, sigue siendo el cuenco en donde cada año nuestros niños crecen a puro amor y sacrificio, igual que ella. Con el paso del tiempo, Ana Fierro cedió la titularidad del impulso a la Asociación Civil Luna Nueva, entidad propietaria hoy, conformada por los padres y maestros de la escuela, asociados libremente en nombre de los niños, los verdaderos dueños de la escuela. Desde entonces, estamos en el largo proceso de entretejer las individualidades para conformar un cuerpo único que, contemplando las diversidades, pueda funcionar como un organismo vivo. Cada impulso social es hoy, hijo de aquellos que se reúnen para darle vida, sostenerlo y posibilitar su crecimiento. Nuestra escuela, para poder funcionar, depende de nuestros espacios de encuentro, trabajo y gestión. Nuestra tarea se reparte en comisiones de trabajo: El cuerpo colegiado asume la conducción pedagógica y la concreción del acto pedagógico, obrando en conjunto sobre la planificación del proyecto pedagógico y plasmándolo. La comisión de finanzas se ocupa de que las cuentas sean fluidas y claras para cubrir los costos y demandas de llevar adelante el proyecto educativo. La comisión de aportes se ocupa de atender los casos de dificultad económica, para que el presupuesto no sufra desbalances y queden sin cubrir los costos necesarios para seguir funcionando. La comisión de eventos nos alegra el corazón convirtiendo la escuela en una fiesta cada vez que se puede, para encontrarnos y también para generar fondos extras que sostengan el impulso. Organizan y gestionan cada evento, desde lo artístico hasta lo práctico.
La comisión de mantenimiento cuida que nuestros días en la escuela jugando y aprendiendo sean seguros y cómodos. Bancos, paredes, baños, puertas, todo lo que necesita reparación, es atendido con presteza. También contamos con jornadas de mantenimiento de la escuela que se realizan con previo aviso y convocan a la participación de todas las familias de la escuela, pertenezcan o no a esta comisión. La comisión de difusión tiene a cargo la revista comunitaria (La Ronda) e intenta organizar, centralizar y embellecer la información de eventos y actividades hacia el afuera. La comisión de tienda se encarga de dar vida a la tiendita de la escuela... donde habitan aquellos objetos pedagógicos, juguetes, libros y regalos. Creamos un espacio mágico que además se convierte en un servicio para nuestra comunidad.
Todas estas comisiones, además de su funcionamiento individual tienen su punto de encuentro, su corazón, en el encuentro de la Asociación Civil. Y aquellos que no trabajan en ninguna de las comisiones, tienen ese día la oportunidad de saber qué va sucediendo en la escuela, de aportar sus ideas, de acompañar el trabajo del que nuestros hijos reciben el fruto diariamente. Participar de la Asociación Civil no es un trámite ni una obligación. Es la necesidad de poder encontrarnos unos frente a otros para poder darle a nuestra comunidad escolar la forma viva y el corazón que necesita. Para hacer todo esto posible, queremos conocernos y darnos la bienvenida; porque sabemos que encontrase y darse la mano es la manera de encontrar las coincidencias que nos acercan; y que poner en palabras es la tarea necesaria para comprender nuestras diferencias como enriquecedoras, en estos tiempos en donde lo humano se vuelve un aprendizaje urgente.
Los esperamos en las reuniones mensuales de la Asociación Civil que se realizan los días 16 de cada mes a las 19hs. en la Escuela Primaria: Gral. M. Güemes 1747.
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Ciclo de música infantil en el Teatro de la Media Legua Domingo 12/06 16 hs. Dúo Karma Sábado 25/06 16 hs. Vuelta Canela Domingo 10/07 16 hs. Señales de Agua
AGENDA de otoño
COMISIONES DE TRABAJO EN NUESTRA ESCUELA
LAS COMISIONES SON EQUIPOS DE TRABAJO QUE REQUIEREN LA AYUDA DE TODOS AQUELLOS QUIENES, INSPIRADOS EN LA VIDA COTIDIANA DE LA ESCUELA, QUIERAN CONTRIBUIR A CONSTRUIR UN MEJOR ESPACIO. ¡ESTÁN TODOS INVITADOS A PARTICIPAR Y SUMAR VOLUNTADES! Eventos: eventos@cuartocreciente.edu.ar // Tienda: tienda@cuartocreciente.edu.ar Aportes: aportes@cuartocreciente.edu.ar // Mantenimiento: mantenimiento@cuartocreciente.edu.ar Difusión: difusion@cuartocreciente.edu.ar // Revista La Ronda: larondarevista@cuartocreciente.edu.ar Stand Sabe la Tierra: difusion@cuartocreciente.edu.ar // Recursos (Casa Propia) casapropia@cuartocreciente.edu.ar
PRIMARIA Güemes 1747 - Florida / Vicente López tel. +54 11 4718-1140 primaria@cuartocreciente.edu.ar JARDÍN Haedo 1684 - Florida / Vicente López tel. +54 11 4791-3904 jardin@cuartocreciente.edu.ar
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