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Sobre el segundo volumen de O obradoiro por Alfons Freire

Sobre el segundo volumen de O Obradoiro

Alfons Freire Coordinador de Tantas Imaxes y Espazo CUBO

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IG: @cubovigo

Este es el segundo volumen dedicado por Tantas Imaxes a O obradoiro. Como comentaba en la introducción del primero, el número de colaboraciones que llegaron a mi mesa fueron tantas y tan interesantes que me vi obligado a tomar la decisión de alargar el proyecto y dividirlo en dos volúmenes. El primero lo reservé para presentar las ideas rectoras del tema y mostrar los talleres de una gran diversidad de artistas plasticxs. Este segundo volumen se centra más en una profundización y expansión del tema tratado. Se han incluido ejemplos de talleres de otrxs artistas del ámbito de la fotografía, la música, el teatro o la artesanía.

A estas reflexiones individuales he añadido, justo cuando cerrábamos este cuaderno, algunos ejemplos de talleres colectivos. Una amplia selección de ejemplos de nuevas aventuras en las que el taller se convierte en un centro para compartir. Los talleres colectivos como una nueva forma de trabajar en la que, sin perder ese necesario aislamiento que seguramente exige el quehacer artístico, se aprovechan las interacciones que aparecen al compartir un espacio. Un tema que interesa especialmente al proyecto de CUBO.

Este cuaderno también se alimenta de los textos teóricos de historiadorxs del arte, comisarixs, críticxs o comisarixs, ofreciéndonos un punto de vista «desde fuera» del taller. Me imagino los límites del taller como una membrana donde se realiza un intercambio químico. Una ósmosis. Las aportaciones teóricas nos sitúan al taller en su contexto histórico y social. Un contexto que pone de manifiesto el carácter dialéctico del espacio de creación. El taller se ha ido transformando en el transcurso de los cambios sociales, tecnológicos, científicos o políticos y puede ser así una campana de resonancia de lo que pasa. Pero, al mismo tiempo, los esfuerzos de los artistas, por mejorar su estatus y dignificar su profesión, marcan claramente la manera de ver sus obras y el espacio donde se van a realizar. Un ejemplo muy avanzado en la historia de la pintura sería la obra El taller del pintor de Gustav Courbet en la que, rodeando al pintor en pleno trabajo, se ven representados a los grandes personajes del mundo social y cultural del París de la época. Por lo tanto, el siglo se mete en el cuadro. Dudo mucho que nadie pueda trabajar en esas circunstancias, pero para Courbet probablemente sería muy importante destacar, con orgullo, esa situación en la que el artista es el centro de la escena parisina. Mostrar cómo, con el tiempo, el pintor se ha convertido en «alguien» con voz. Alguien que ocupa un lugar privilegiado en la nueva sociedad. Alguien que es ya visible y otorga visibilidad.

Gustav Courbet, El taller del artista

Alguien que tiene un valor y que, quizás, todavía no depende —del todo— de un precio.1

El cuadro de Courbet lleva el pretencioso subtítulo de «Alegoría real, determinante de una fase de siete años de mi vida artística (y moral)» (por si había alguna duda) y, en su momento, fue rechazado por el jurado de la Exposición Universal de París de 1855, abriendo el paso a exposiciones alternativas que cristalizaríán, poco después, en el Salón de los Rechazados. Por consiguiente, desde el taller también se imponen cambios al contexto social.

Finalmente, para acabar el número, ofrecemos un par de escritos teóricos que intentan avanzar en la comprensión del fenómeno. Y aquí podemos recordar una conferencia de Foucault que ha sido citada hasta la saciedad (ver la referencia en la página 56 de este cuaderno). En ella habla de los lugares otros, aquellos que están más allá de las pautas de rendimiento y producción. Foucault los bautiza como heterotopias. Curiosamente, entre los ejemplos que pone el filósofo se encuentra el de un niño jugando en la cama de la habitación de sus padres, pero en ningún momento se le ocurre mencionar el taller del artista; para mi, uno de los ejemplos más importantes de lo que sería un heterotopos. Aún así creo que las ideas desarrolladas por Foucault para definir esos lugares otros pueden ser aplicadas con facilidad al espacio del artista. Un espacio en donde, sin ninguna duda, se juega el juego del arte.

Para acabar no me resta más que dar las gracias, de nuevo y siempre, a todxs aquellxs que han hecho posible este nuevo número de Tantas Imaxes.

1 Y este tema me parece tan interesante que hemos programado un cuaderno de Tantas Imaxes —el que espero que sea el número 7— con el título de «¿Arte o mercancia?». Allí nos plantearemos la relación actual del arte con el poder y el mercado. Una relación que se adentra también en el pasado. Si ha habido un progresivo cambio en la comprensión de lo qué es el arte, especialmente a lo largo del siglo xx, y un esfuerzo por destacar su autonomía, ¿cómo es que la imagen social dominante es la de un arte funcional y suntuario, vinculado al mercado y a la idea de inversión? Abrimos desde aquí mismo una invitación a participar en ese nuevo número.

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