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Ladrones de talentos (VI

que si es cierto es que las tortillas hechas solo con huevo ya eran conocidas en el siglo XVI por los españoles y los indígenas sudamericanos. y recuperada posteriormente por los cocineros gaditanos con el actual y popular nombre.

El consomé.

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Aunque casi todo el mundo indica que el consomé tiene origen francés (como muchos otros platos) en realidad la génesis hay que hallarla en España, en un caldo concentrado elaborado con carnes y verduras.

La razón de ello se encuentra en que cuando los soldados napoleónicos, comandados por el general Junot, saquearon en 1807 la biblioteca del monasterio de Alcántara, se llevaron, entre otras muchas cosas, un recetario de cocina atesorado por los monjes, en el cual podía verse reflejada la receta del “consumado”, el cual fue adaptado rápidamente por la cocina francesa con el nombre de “consommé”.

Cuando los franceses se encuentran con la noticia del origen español, no la admiten (como otras tantas veces), e indican que su consommé procede del siglo XVII, anterior al robo del recetario, pero da la casualidad que el actual consomé es similar a la receta encontrada en Alcántara mientras que la anterior receta francesa (el potage consoméz) difiere bastante de la composición actual, tras la aportación española.

Una vez más, los franceses se han aprovechado de la antigüedad de un término, aunque el plato sea distinto.

La mayonesa.

Aunque esta salsa adquirió renombre en toda Europa a comienzos del siglo XVIII, gracias al cocinero del Duque de Richelieu, y por ello muchos adjudican su autoría a la cocina francesa, lo cierto es que este mariscal francés importó su receta a Francia tras haberla probado durante el sitio a la ciudad menorquina de Mahón. Y la mejor prueba está en su nombre: mayonesa, derivada de mahonesa, esto es, “nacida en Mahón”.

La patata.

La patata no se conoció en Europa hasta el siglo XVI, cuando fue llevada por los españoles, e inicialmente fue considerada tan solo como una mera curiosidad botánica que tenía bellas flores; excepto en España, que su tubérculo se empezó a consumir, imitando a los incas que ya lo hacían, al reconocer su alto valor nutritivo; se cree que en el primer lugar donde se consumió fue en el Hospital de la Sangre de Sevilla, en donde se daba de comer gratuitamente a soldados y mendigos, en la década de 1570. No fue hasta el siglo XVIII que el tubérculo de la patata se empezó a consumir fuera de España, más concretamente en Francia, la cual, en un principio, fue considerada como un remedio médico en virtud de sus propiedades nutritivas y energéticas. Hasta ese siglo, en algunas regiones, como Borgoña en el siglo XVII, había sido prohibido el consumo de la patata, pues se afirmaba que comerlas podría producir la lepra. Posteriormente, en el tercer tercio del siglo XVIII, con la hambruna derivada de las guerras, se extendió su consumo por toda Europa.

Los churros.

Aunque en muchos lugares del mundo (sobre todo en Estados Unidos) se les denomina como “donuts mexican style” y “mexican doughnut recipe”, su origen no es mejicano sino típicamente español. La receta a base de harina cocinada en aceite es prácticamente la misma pero mientras en España se presenta el churro con su típico aspecto de lazo, en el resto del mundo se suelen presentar estirados, como un alimento con forma de barrita o bastoncito.

Su origen es difuso, pero parece ser que los churros fueron ideados en el siglo XVIII por pastores españoles con el fin de sustituir al pan fresco, que les era más difícil conseguir o cocinar en la alta montaña y los agrestes parajes en los que trabajaban. Es lógico, pues la sencillez de la receta de la masa, con ingredientes fácilmente transportables y poco perecederos, hacían que se pudieran cocinar fácilmente, simplemente con la ayuda de un fuego al aire libre, una simple hoguera. Ellos fueron los que le dieron la forma de lazo, con el fin de poderlos cocinar en pequeñas sartenes, pues si los hubieran hecho extendidos los churros habrían sido muy pequeños. Por cierto, el nombre de “churro” hay que encontrarlo en las ovejas de la raza churra que pastoreaban los inventores de este alimento (en algunas zonas de Castilla y León se conoce a los churros con el apelativo de “ovejas fritas”, pues la forma de los que cocinaban los pastores se semejaba a la cornamenta del los carneros churros cuando se hacían extendidos al tener sartenes de mayores dimensiones). Los detractores del origen español indican que la receta fue importada de China por los portugueses, los cuales se basaron en la masa del youtiao, que son unos palitos fritos de pan que los chinos usan como desayuno o postre, pero tanto los ingredientes como la receta no tienen nada que ver con la masa típica del churro. Lo único que pueden decir los portugueses es que aportaron en el siglo XIX la boquilla en forma de estrella en la manga pastelera para que el resultado fuera más vistoso, pero la receta es, indudablemente, española.

El chocolate.

Aunque todo el mundo destaca el chocolate suizo, hasta tal punto que muchos creen que su origen está en este país europeo, esto está muy lejos de la realidad. Fue fray Aguilar, monje español cisterciense, el que, en el siglo XVI, envió al Monasterio de Piedra, situado en Aragón, las primeras muestras de cacao junto con las primeras recetas, tras haber viajado como misionero por Centroamérica. De esta manera se inició la tradición chocolatera de la Trapa como rama reformada del Císter. Además, las monjas españolas del convento de Guajaca (el primer convento de la orden de los dominicos en Méjico) fueron las innovadoras que añadieron azúcar al chocolate, para mitigar el sabor amargo del cacao.

Nuevamente, la inventiva y la amplitud de miras y de mente de los españoles, aportó beneficio al resto de la humanidad.

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