20 Los grandes olvidados
Javier Hernández
LADRONES DE TALENTO (VIII)
C
omo indiqué en la primera parte de esta mini-serie, dentro de la macro-serie “Los grandes olvidados”, desde hace varios siglos otros países no solo han denigrado los logros españoles, e incluso los han desprestigiado, sino que además nos han querido arrebatar el mérito de nuestros éxitos. En la presente y las siguientes entregas podrás informarte sobre alguno de estos robos de talento. Tras analizar, en anteriores entregas, algunos adelantos técnicos, aspectos políticos, grandes descubrimientos, gestas geográficas, avances en la cocina y algunos logros relacionados con el empoderamiento de la mujer, en los que España fue la primera, en la presente me centraré en indicar otras proezas y noticias que aún no he mencionado. Hazaña guerrera. Mucho se habla de la hazaña del rey espartano Leonidas, que se enfrentó en las Termópilas al ejército persa de Jerjes, de doscientos mil soldados, con tan solo trescientos compatriotas. Lo que no se cuenta es que en realidad las tropas aliadas griegas estaban nutridas por más de siete mil soldados además de los espartanos (11.200 según en historiador griego Pausanias), los cuales defendían un estrecho paso, y hay que recordar que defender una posición (y más de estas características) es
más fácil que atacarla. No hay que desmerecer su hazaña, pero creo que existe otra que es mucho mayor… Poco se habla (y se valora) de la hazaña realizada por el español Francisco de Pizarro, que en 1532, con tan solo ciento sesenta y siete soldados, se enfrentó a cuarenta mil guerreros incas, con la simple ayuda de unos pocos cañones, sesenta caballos y algún arcabuz. Lo que es impresionante, además de la diferencia numérica entre las huestes, fue que en tan solo dos horas venciesen la batalla y se capturase al soberano del imperio inca: Atahualpa, lo cual constituye, según muchos historiadores, la mayor gesta bélica de toda la historia de la humanidad. Integración. Los españoles, al contrario que otras naciones, consideraron como iguales a los indígenas de los territorios conquistados, tanto es así que, en vez de convertirse en genocidas, como pasó en Estados Unidos con los indios americanos, y en Australia, con los aborígenes, los españoles se unieron con la población indígena, siendo el primer mestizo americano Martín Cortés, hijo de Hernán Cortés y de la princesa Malinche (que tras su bautismo se llamó doña Mariana); Martín, nacido