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Luis Beldi: La viejita de la libreta que pudo haber salvado a Argentina de su decadencia
from BANK MAGAZINE 68
by daloga60
ACTUALIDAD
Por Luis Beldi
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LA VIEJITA DE LA LIBRETA QUE PUDO HABER SALVADO A ARGENTINA DE SU DECADENCIA
La Argentina no es víctima del destino, ni la deuda es la causa de todos los males. Que Alberto Fernández repita la historia de Mauricio Macri, no se debe a la pandemia, sino al plan que tenían en mente antes de asumir, que no era otro que el de “vamos por todo parte II”.
La deuda, la inflación, el tipo de cambio, la caída del salario, el aumento de la pobreza, la fuga de capitales, la quiebra de empresas, el éxodo de compañías en busca de otros destinos, la desinversión, el desahorro, son consecuencia de un modelo que ni populistas ni anti populistas se animaron a tocar.
En los ’80, en un programa conducido por Bernardo Neustadt hubo una discusión acalorada sobre las causas de la inflación en la Argentina, un mal que parecía invencible. Cada uno tenía su propia conclusión y todos hablaban con términos técnicos. Luego vino un bloque de Neustadt con un veterano folklorista salteño, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, que le dio el diagnóstico exacto. Cuando le preguntaron como solucionaría los males de la Argentina, dijo: “Yo pondría de ministro de Economía a una viejita con una libreta negra de esas que se usan para anotar lo que se compra en el almacén. Allí, ella anotaría lo que ingresa y lo que gana, para no gastar más de lo que gana”.
La Argentina, sigue gastando cada vez más. Lo más grave -y esto no se le puede achacar al destino- es que cuando tuvo la oportunidad de hacer las reformas para terminar con el karma del déficit fiscal, no lo hizo.
En 2003, cuando asumió Néstor Kirchner el valor del petróleo y los granos comenzó a subir geométricamente. El barril de crudo en un momento tocó los USD 150 y el gas siguió esa línea ascendente. El país exportaba combustibles y gas. La soja de USD 130 comenzó a escalar hasta arañar los USD 600. El desembarco en el mundo del consumo de China y la India, le había aportado al planeta casi seiscientos millones de consumidores, casi dos Estados Unidos juntos. Fue tan intempestivo el crecimiento que todos los productos que exportaba el país volaron en precios y se olvidaron de los subsidios al agro de Europa. Para colmo de bienes, la tasa de interés de referencia de Estados Unidos seguía en baja.
Había comenzado la globalización y era el momento de atraer capitales, dar seguridad jurídica y bajar impuestos para acometer la reforma del Estado, bajar el gasto público en el Gobierno, provincias e intendencias, modernizar los convenios salariales y mejorar el sistema de jubilación privada que tenía comisiones excesivamente altas.
Se optó por congelar tarifas, aumentar el gasto, estatizar empresas que habían sido privatizadas, volver al sistema de reparto en jubilaciones y subir impuestos y
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subsidios. El país estaba como estuvo siempre, pero con ingresos más elevados que hacían creer que estábamos de nuevo en carrera al primer mundo, después de la grave crisis de 2001.
El final del período K, fue con default, una soja y petróleo en baja, un país casi sin reservas, un aumento de la deuda exagerado y que no fue más elevado porque dejaron de prestarle al país, una infraestructura envejecida que no aumentó la capacidad de generación de energía y el sacrificio de las reservas de hidrocarburos porque con las retenciones que se le impuso al crudo, se dejó de perforar y se comenzaron a importar USD 50 millones diarios de gas y petróleo.
Mauricio Macri, quien era el llamado a eliminar las políticas populistas, repitió los mismos errores que sus antecesores. Aprovechando la confianza que generó su llegada al poder, subió las tarifas, bajó poco y nada los impuestos, y cubrió los baches con más deuda. De nuevo en los ’70. Los cambios iban a ser graduales. Nunca se produjeron y se terminó en un feroz ajuste monetario, caída de reservas y cepo cambiario que lo bajó del poder con una inflación más alta de la que heredó y con un pie en el default.
Alberto Fernández, lo sucedió. Su plataforma fue votada porque anunció una reactivación de la economía sin ajuste y con fuerte emisión monetaria. La pandemia aceleró los resultados de ese esquema y llegó al mismo infierno que sus antecesores. La pandemia atenuó las críticas y el gasto público aumentó, pero se financió con emisión sin poner dinero en el bolsillo de la gente lo que hizo que bajara la inflación por la restricción absoluta de la actividad económica, entre ellas la de los bancos, que se parece a un corralito. Por supuesto, hay más cepo.
Al principio, los que le tenían fe al Presidente, creyeron que iba a aprovechar el temor de la gente a perder sus empleos -que redundó en la aceptación de salarios más bajospara encarar sin resistencias las reformas que la economía reclamaba. Hacer esas reformas en medio del sufrimiento de la recesión y el default que trajo la pandemia, no iba a causar más dolor que el del presente. La diferencia iba a ser que cuando las empresas ven cambios a futuro comienzan a prepararse para resistir hasta ese momento y el ajuste lo viven con algo más de alivio.
Pero, otra vez, se repitió el error. La excusa de la pandemia sirvió para ir tras las empresas más grandes con “ LA PANDEMIA ATENUÓ LAS CRÍTICAS Y EL GASTO PÚBLICO AUMENTÓ, PERO SE FINANCIÓ CON EMISIÓN SIN PONER DINERO EN EL BOLSILLO DE LA GENTE LO QUE HIZO QUE BAJARA LA INFLACIÓN POR LA RESTRICCIÓN ABSOLUTA DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA, ENTRE ELLAS LA DE LOS BANCOS, QUE SE PARECE A UN CORRALITO. POR SUPUESTO, HAY MÁS CEPO.
una propuesta de que paguen con parte de sus acciones los préstamos subsidiados que recibieron. En realidad, el objetivo no era reformar el sistema, sino lograr el poder absoluto, la libertad de los correligionarios presos y levantar las causas de los que estaban procesados. Lo demás era secundario. La primera parte del plan fue el impuesto a la riqueza, luego lo siguió la masiva liberación de presos, para continuar con el intento de expropiación de Vicentín y la quiebra de Latam que le garantizó el monopolio a Aerolíneas Argentina. Con la viejita de la libreta, esto no hubiera pasado.
El “vamos por todo parte II”, olvidó un detalle. No tenían la mayoría legislativa, ni el Tesoro los recursos monetarios suficientes como para mantener sobornada con subsidios a una parte de la población. La otra diferencia, es que la crisis con el campo comenzó en el quinto año del mandato del kirchnerismo y ahora en el quinto mes.
Falta un año para las elecciones de término medio y las quiebras y cierres de comercios aumenta cada día. Los sindicalistas van perdiendo aceleradamente afiliados y el Gobierno se transformó en todo lo que vino a corregir. De hecho, odiaban las Leliq y están abarrotados de ellas. Cumplieron en bajar las tasas, pero la economía no luce diferente del ajuste monetario que hizo Mauricio Macri que elevó las tasas a 72% anual. Por si fuera poco, ya están pensando en tomar deuda en dólares, apenas renegocien la deuda actual.
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