elogio del silencio
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elogio del silencio
poemas
labriega
elogio del silencio
a todos mis fantasmas amados a todos los presentes amados que entienden y acompa単an
a Sara Mann que vive la vida como un extenso poema
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“… tu pena es única, indeleble y tiñe de imposible cuanto miras. No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas, aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido. No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie. Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio, sepúltala en tu pecho hasta el final, hasta la empuñadura”.
Olga Orozco (“Ésa es tu pena”)
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I
la tarde destila su color de agua se me cae el invierno debajo de las uñas y camino como si flotara sobre un mar sucio te voy a arrancar
tristeza
voy a masticarte el alma de azufre y a sacudir tu capa oscura hasta hacerla jirones
pero la tristeza es un tumor aferrado al alma y si la arrancara no sería yo más sombra que la tristeza misma
la noche es una enredadera feroz que se aferra a mis piernas deambulo entre insomnios y sueños de hoja enferma de trapito que agita el poniente de nada
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II
ayer llegaste a mí venías con la cabeza descubierta y un clavel rojo escondía todas las caras de la muerte
una versión de la madrugada hizo que me viera en tu verme ¿ahí empezaba o terminaba la magia? ¿nacían o morían las tristezas?
un tren verde cayó desde el cielo y leímos y leímos ¿te fuiste después?
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III
un animal azul un animal violeta un animal blanco el camino que hacen mis pies ningĂşn camino
una palabra como espejo de otra y de otra y de otra una palabra como espejo de otro espejo baldĂo juego del infinito para perderse
cada vez que mi voz se desgarra contra los vidrios un cardumen de hambre resuena en los oĂdos
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IV
¿bajo qué luz se fue deshilvanando la luz? ¿acaso le arrancamos el cabello al viento? ¿fuimos crueles con la risa nocturna o con sus aves? ¿se nos olvidó el nombre de nuestros padres? ¿olvidamos también agradecer a la manta o a su lana? ¿dejamos de caminar descalzos? ¿qué parte de la parte de la lluvia no besamos?
¿tendremos tiempo de preguntarle todo esto al verdugo?
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V
vimos cambiar de color el cielo primero ese azul que se desploma pantera herida después
y lento
el tropel de colores que carecen de palabra
el sol era una intuición o una herida
vimos dos pájaros vimos más de lo que debíamos ver
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VI se impone hablar del silencio de sus garras de sus barcos enredados del sabor del silencio
se impone hablar del silencio cuando ocupa el cuerpo todo lo invade con murciélagos y con alas de polilla nocturna
se impone hablar del retorno del silencio despertar despacio de ese mundo de gesto y de carencia de ese mundo pez
y de cómo arañando la palabra despacio trazo a trazo juntamos b con h con p con a hacemos luminosos collares de sonido terribles collares
cadenas atroces de sonido
que se miran de cara al silencio se empequeñecen y huyen
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VII
¿y ahora de qué sirven los viejos amuletos? ¿las piedras sonoras?
mirá allá lejos hay un vendaval de huesos partidos y en mi vaso se hace añicos la tarde
el tiempo altera los relojes cisterna donde la cara de los dioses se desfigura tic tac
tic tac
inclino mi rostro hacia el sur y algunos insectos antiguos como lava caen de mis oídos
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VIII
afirma hubo un sol y hubo noches de cautela y noches de pólvora
afirma fui y ahora la prisa del náufrago
a veces canta en plena calle cae su voz en el sendero ríe
junta los pedacitos y se sumerge en el día
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IX
cuerpo de tela gastada cuerpo cuero gastado flor que se oculta al menor roce
cuerpo vasija caída cuerpo tótem
cuerpo lleno de ecos de vidrio roto de huella vieja cuerpo cuarto de hotel en ruinas cuerpo ala
-cuando un derrumbe de preguntas se apelmaza en mi garganta inclino la cerviz y me coloco en el lado más severo de la sombra-
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X
él amaba mis manos dijo ahora las miro jugar con las letras armar palabras como si me armara la vida
el tiempo de las flores es arduo y lento recorre atajos de humedad y de media luz
pero él amaba mis manos y desde entonces –no lo sabemis manos son otras
el tiempo de las flores esconde un peligro cierto la estúpida ilusión del júbilo
y él amaba mis manos
tal vez era en el tiempo de las flores tal vez mis manos eran flores
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un riesgo fatal en los ojos
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XI
graniza en la tarde todo el horizonte es una piedra arrojada contra el vidrio de mi rostro
nuevamente oculto los espejos guardo una navaja un caracol roto viejas mu単ecas
a la calle salgo desnuda maquillada para la muerte pero desnuda
nadie me ve nadie parece verme caminar bajo el granizo de la tarde de la ma単ana de la noche
si te sangran los ojos me dijeron refugiate bajo los numerosos andamios del olvido
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XII
en mitad de la noche todo artefacto es sospechoso un reloj marca su desacompasado grito ese árbol es un hombre con tijeras en las manos mis animales tienen las fauces abiertas yo soy un árbol con tijeras en las manos corto el silencio en miles de trozos en miles de pájaros hambrientos
tengo sed
jamás se sacia esta sed de ser lo que no soy
sed de arena el paladar volcado sobre un montón de piedras arañas de jactanciosa trampa
no hay temor sólo sudores viejos y un olor a náusea
a ropa húmeda
a pelo sucio
camino descalza por la casa oscura en cada hueco de la sombra murmuran este nombre rindo mi cabeza y me sumerjo en el mar siniestro de las sábanas
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XIII
pierdo el árbol detrás del árbol la piedra debajo de la piedra
lo sé somos el fruto de algún odio viejo y nadie aquí pidió nacer y si afirmo vida miento y si me asomo a las cornisas miento
alguna ceremonia de tajo de los cuerpos sacará a la noche de su nada absoluta pero en la mañana estaremos de nuevo contra nosotros mismos sin más piel que aquella que nos pertenece
a veces creo escuchar cómo crece mi pelo a veces me ensordece el latido del propio corazón
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XV
vayamos ahora al parque ahora que el sol es un cobre que cae vayamos ahora que todavĂa creemos en el verde
vayamos al sol antes de que el sol deje combate abierto a los lobos
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XVI
entonces cuando todo se derrumbaba simplemente comenzó a llover
el paraguas de la noche se desmoronó en la noche la tierra se olvidó de la tierra yo extendí mis manos cuenco hueco
cuenco roto
toda la lluvia de la noche cayó sobre mi cama mi sola cama
mi cama desierta mi cama de hembra muda
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XVII
y el desierto devoró al desierto arena tras arena se atascó en las gargantas y nos ahogamos sin remedio entre escarabajos y surtidores secos nos ahogamos
no hubo después nada para rogar nada para pedir sólo un manojo de dedos secos siempre secos para siempre secos
pieles carcomidas
detrás de todos los amaneceres se escondía feroz la oscuridad del infinito
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XVIII
la mujer caminó por el centro de la avenida hizo equilibrio sobre las líneas amarillas a su lado pasaban colectivos bestias sacudiendo el cuerpo menudo
la mujer caminó sobre el asfalto esa otra noche que se había caído de la noche
caminó sonámbula
sólo se escuchaba el sonido de su cabeza tejiendo y destejiendo la locura
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XX
recordá el tiempo de la felicidad se dijo el salto del estómago al vacío la longitud oceánica del beso su primer abrazo
recordá el tiempo de la felicidad
y estableció paralelas
coordenadas
líneas en el viento
la memoria era un antílope desbocado
apenas ayer
se dijo
rescatamos al pájaro
recordalo apenas ayer tenías dos ojos y dos manos y dos piernas para atravesar el mundo recordalo
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corrió por la casa desmadejando la trampa que le tendían los días
afuera hay sol
Alejandra1
y ella hoy ya no quiere vestirse de cenizas
1
Referencia al poema “La jaula”, de Alejandra Pizarnik.
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XXII
la llave que no abre ninguna cerradura la llave inmóvil
inútil
la imponderable llave
las dos danzamos con mi cuerpo
cuarzo cerrado en el cuarzo
alambique
la música es emblema de los desposeídos y toda la noche se agitan los cristales del caos
después enciendo la luz de mi guitarra y negras anguilas le devoran el alma
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caída
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XXIII
la vi con toda la gravedad de la tierra haciendo peso sobre su espalda la vi con todo el peso de la tierra sobre su espalda con el peso mayor sobre la espalda
arrastraba los pies y traía papelitos fotos
fragmentos de mi historia saqueada
ella la restauradora venía sin fuentes de larga comida venía con su ojo cerrado y con su lágrima
hacia mí venía de a retazos intentaba la tarea
traía higos negros
una vez más
olor de jardines
un espejo enorme y bolsas con juguetes
y traía también toda la vida en su muerte acechante
y cuando hacia mí venía venía la vida entera
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XXIV
es la estación de la lluvia cae el agua con su perpetua mansedumbre cae y suena a bosque y a canción de otras aguas repica las dos sílabas de la estirpe la misma sangre repica.
siempre siempre la lluvia me trae voces ecos que apenas descifro
hay la voz de una niña cantando desde mi vientre líquido hay la voz de Jaime2 maestro de todo dios pagano perdida en el crepúsculo que desmaya un campo lejos hay las voces de todos los que alguna vez me amaron
está mi padre
su garganta trunca
en el instante infinito del único presente 2
A Jaime Pitluk, artista, in memorian.
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estรก mi padre
siento su mano sobre mi mano su boca en mi pelo
mi padre es la lluvia que se desespera en las ventanas de mi casa como si entrar quisiera como si entrara
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XXV tengo un animal en la memoria me muestra los dientes se acerca sigiloso me acecha en dinteles y en esquinas abre cajones descubre espejos saca los papelitos escondidos donde te llamo me traiciona
tengo un animal cansado en la memoria ha recorrido demasiados caminos de piedra puntiaguda demasiados caminos bajo la telaraĂąa de los ojos se ha recostado al amparo antiguo de los ĂĄrboles sigue caminando caerĂĄ
tengo un animal herido en la memoria seca su sangre en mi boca y habla con mi voz sabe todos los nombres de mi nombre sacude una selva inmediata de dolores tiembla
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elogio del silencio
tengo un animal muerto en la memoria lame y lame las heridas de la luz y de la sombra lame los flancos de la noche y de la ma単ana lame mis manos
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elogio del silencio
XXVI
mira al centro del sol en esa ceguera dolorosa se mueven animales dorados pero es ésta la única manera de salvarse un instante del merodeo de la noche lo busca entre los altos edificios cuando pone a la ciudad en llama cuando ella misma está en llamas
vengan a decirle de lastimadas pupilas vengan ella carga su mirada llena de piedras y de alfileres y de astillas de espejo
y pide por favor no me amen no sabe qué hacer con el agua que se vierte
no me amen hoy ni mañana no me amen
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está enceguecida por el sol las manos se le cuartean palpando paredes y naufragios
no me amen déjenme caída en el vórtice de cada espina de luz
es el único calor que puedo soportar el único roce
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XXVII a Susana Degoy
la pido se me niega la exhorto y me deja con toda la arena en el desierto de mi lengua
la pido como súplica o plegaria o don y no hay dioses que distraigan su mirada
desde este mutismo originario yo hablo sin voces hablo sólo para los que puedan entender el vacío su agujero atroz en la garganta en la tráquea del alma
hablo sin saber
sin entender
como balbucea un niño con la mirada perdida en otros horizontes
hablo con premura con rigidez de autómata con pretensiones de paria
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con la urgencia de Edipo dos veces ciego
hablo con las manos en sĂşplica
pido la palabra y me deshago en un silencio mĂĄs absurdo que la muerte
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XVI
la ausencia no es vacío es un lugar para transitar descalzos el sol a pleno sobre la nuca guillotina insaciable
de un lado al otro de la calle recoger de la sombra su sombra del silencio su silencio esos murmullos tercos
hay una piedra la ausencia es también detenerse en la piedra llenarle el tiempo de preguntas llenarle su condición eterna con nuestra enorme mortandad
¿se quebraría la piedra ante lo absoluto de la muerte?
los ojos ven la ausencia no como vacío tal vez una hoja al trasluz el juego de las nervaduras un mapa sospechoso
la piedra
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elogio del silencio
de nuevo o un pasillo lleno de puertas o ventanas abiertas a la ceguera de la niebla
la ausencia no es vacĂo
acontecerĂĄ entonces palparle con gesto minucioso los resquicios las grietas oĂr un canto lejano de tiempo y arena buscar sus ojos y remontarnos a esa edad de la infancia donde cada insecto guardaba la magia sin nombre de la luz
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