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La (est)ética taoísta en Argentina

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Obras, conferencias y traducciones familiarizan a los lectores argentinos con esta categoría estética y conceptual.

• Rubén Pose

Hace algo más de un siglo, Ernest

Fenollosa previó que la cultura china saldría al mundo, y que se produciría un encuentro con Occidente. Por la envergadura, la diversidad de vías, la fl uidez de la comunicación y la masividad, este encuentro no tiene precedentes. En el pasado, el acercamiento estuvo, en general, signado por el afán imperial de las potencias occidentales; y los conocimientos que llegaban a Oriente rara vez eran otra cosa que herramientas de dominio.

A lo largo de la historia, desde China llegaron ideas, acaso no muchas, pero muy potentes. Los cuatro inventos produjeron transformaciones profundas en la sociedad europea y luego en toda la humanidad. No resulta evidente que el Yijing y las computadoras modernas estén conectados, pero si se considera que fue en los antiguos hexagramas donde Leibniz encontró la idea central del sistema binario, piedra fundamental del lenguaje informático, se podrá observar que las infl uencias pueden darse en niveles menos explícitos.

Los fi lósofos de Occidente conocieron de los chinos el pensamiento dialéctico; una alternativa del pensamiento dicotómico, que supone, por ejemplo, que los términos de una oposición son naturalmente irreconciliables. En cambio, en el dialéctico, formulado por los chinos como la relación entre yin y yang, estos términos son opuestos complementarios. Si bien quienes conocen el marxismo saben de esta forma de pensamiento, todavía no

es siquiera concebible para algunos occidentales. La difusión de las artes chinas está contribuyendo a universalizar esta concepción, de cuya aplicación se derivan valores como el respeto por lo diverso y el eclecticismo.

A principios del siglo XX, los intelectuales chinos estaban preocupados por hallar la manera de modernizar su país, y veían en Occidente un modelo. En las últimas décadas, el crecimiento de las relaciones internacionales de China, de sus negocios, y de los movimientos migratorios han generado en muchos países occidentales un espacio de encuentro intercultural en el cual parece verifi carse una forma de benefi cio mutuo, habida cuenta de que China no solo genera admiración de los occidentales sino que también la profesa, e incorpora con avidez nuevos modelos culturales.

De un extremo a otro de América existe actualmente una gran receptividad para los productos de la cultura china. En las artes, cabe citar como ejemplo característico de estos tiempos a la pintora Mengyun Han. Proveniente de Chengdu, formada en Estados Unidos, esta joven pintora china ha logrado amalgamar en el arte occidental la tradición estética taoísta, una tradición que ha ido goteando infl uencias a lo largo de todo el siglo XX.

En un principio confundida por los occidentales con la fi losofía zen, la estética taoísta fue mostrando poco a poco sus características propias. El abstraccionismo norteamericano o el informalismo francés se interesaron especialmente en aspectos

clave del arte taoísta. En el ámbito hispano, a Joan Miró, a través del arte japonés, le llega la funcionalidad del vacío en la pintura; Antoni Tàpies lo convierte en parte central de su estética.

En Argentina, la pintura de Lo Yuao, nacido en Kowloon, logra expresar la naturaleza local en términos de la estética taoísta. El ambiente intelectual de Argentina ya venía estableciendo diversos contactos con China, y creadores de la talla de Xul Solar o Jorge Luis Borges habían integrado procedimientos chinos en sus obras.

En los últimos años, en el marco de las relaciones de amistad que han venido estableciendo China y Argentina, ha nacido un espacio intercultural de intercambio de numerosas infl uencias y aprendizajes. Se ha comenzado a estudiar la presencia de lo chino en Borges; escritores chinos, como Mai Jia��, por citar solo un ejemplo, reivindican su relación con el escritor argentino. El tango viaja con éxito a China, tangueros chinos se radican en una Buenos Aires que ya conocían a través del cine de Wong Kar-wai, lector de Manuel Puig. Y esta misma ciudad fue escenario de obras que tematizan la integración de la cultura china en la Argentina.

En Un cuento chino (2011), dirigida por Sebastián Borensztein, se narra la historia de un muchacho que llega de China sin nada –todo le ha sido robado en el camino–, solo conserva una dirección escrita en el brazo, la de sus familiares que viven en Argentina. Hallar esta dirección será hallar su rumbo y su hogar. Encuentra la ayuda de

DIBUJO MARTÍN MAZÍA

un porteño solitario y muy poco simpático. La vida de estos personajes experimenta una lenta transformación. Finalmente, el muchacho chino encuentra a su familia, y su amigo argentino, a la mujer que ama. La narración avanza de un estado de desposesión hacia un estado de completud; ahora bien, es la situación de carencia la que permite que estos personajes se encuentren, interactúen y alcancen, en virtud de esta interacción, aquello que están buscando. La carencia, la falta, resulta, entonces, la condición de posibilidad para el logro de la plenitud; su valor no es en absoluto negativo.

En el teatro, cabe mencionar China Pampa (2013), de Ignacio Huang y Juan Francisco Dasso, una comedia acerca de la identidad. La acción transcurre en China, en un puesto de control ferroviario de una región despoblada de Qinghai. El encargado del puesto es un chino que se hace llamar Lucero, nombre que recuerda al gaucho correntino de Hilario Ascasubi. Convive allí con Lucía, una argentina abandonada en China, que se encarga de la limpieza. Lucero quiere convertirse en un gaucho como los de la literatura, para él signifi ca convertirse en argentino; Lucía quiere tener un hijo con él. A partir de esta situación dramática, se desarrollan numerosos juegos en los que la identidad

se reconoce sólo en la alteridad. Lucero se identifi ca con aquello que no es, conoce estereotipos de lo argentino, de los que quiere llenarse, quiere inundar su lugar con una peña, fi esta gauchesca. Lucía, a su modo, también espera ser colmada por el chino Lucero. La tensión dramática resulta de esta interacción entre la carencia y la plenitud.

Un cuento chino y China Pampa son creaciones nacidas en este espacio de contacto intercultural entre lo chino y lo argentino. Puede observarse que esta interacción no se limita a tematizar lo chino en contexto argentino o viceversa, sino que las obras están atravesadas por relaciones estructurales que recrean en el seno de lo argentino aspectos centrales del pensamiento chino.

Desde hace pocos años, la difusión de reediciones de obras como Vacío y plenitud, de François Cheng, o Textos de estética taoísta, de Luis Racionero, ha generado un ámbito propicio para la incorporación de diversos aspectos del pensamiento taoísta. La relación dialéctica de opuestos y la consideración del vacío como principio activo son dos ejemplos. Las conferencias sobre literatura china y la aparición de traducciones han contribuido a familiarizar a los lectores argentinos con esta categoría estética y conceptual.

En la plástica, el artista Omar Tegaldo es un doble ejemplo del impulso que la tradición taoísta está introduciendo en la estética argentina. Tanto su pintura como su trabajo de investigación llevan una y otra vez al arte taoísta. Tegaldo ha dictado, por ejemplo, en mayo de 2014, un seminario titulado “El trazo chino y el vacío que lo anima”, en el que analizó las vinculaciones que la pintura y caligrafía chinas establecen en la consideración del vacío como elemento esencial de la creación.

Por otra parte, obras como Ágilmente (2012), de Estanislao Bachrach, un libro de divulgación de neurociencias, indican que la presencia del pensamiento taoísta en Argentina no se limita al campo de la estética. Bachrach, doctor en Biología Molecular, valora positivamente el relajamiento de las conexiones neuronales dominantes como un medio para potenciar la actividad mental creativa y de aprendizaje, y pone como ejemplo la doctrina taoísta. La idea de este investigador se encuentra en línea con otras obras del ámbito internacional que vienen descubriendo en el taoísmo respuestas que no son siempre alcanzables por la vía científi ca de Occidente.

En ámbitos como los negocios o la política, se encuentran asimismo en circulación obras que presentan las ventajas que conlleva la acción basada en principios

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