DangDai 13: ¿Quién conducirá el tren?

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文学

L I T E R A T U R A

La (est)ética 道 家的伦理 和 审美在阿 taoísta en 根廷 Argentina Obras, conferencias y traducciones familiarizan a los lectores argentinos con esta categoría estética y conceptual.

论著 、 研 讨 会和翻译作品 让阿 根 廷 读 者熟悉道家哲 学的 审 美 和 慨念范畴。

• Rubén Pose

H

ace algo más de un siglo, Ernest Fenollosa previó que la cultura china saldría al mundo, y que se produciría un encuentro con Occidente. Por la envergadura, la diversidad de vías, la fluidez de la comunicación y la masividad, este encuentro no tiene precedentes. En el pasado, el acercamiento estuvo, en general, signado por el afán imperial de las potencias occidentales; y los conocimientos que llegaban a Oriente rara vez eran otra cosa que herramientas de dominio. A lo largo de la historia, desde China llegaron ideas, acaso no muchas, pero muy potentes. Los cuatro inventos produjeron transformaciones profundas en la sociedad europea y luego en toda la humanidad. No resulta evidente que el Yijing y las computadoras modernas estén conectados, pero si se considera que fue en los antiguos hexagramas donde Leibniz encontró la idea central del sistema binario, piedra fundamental del lenguaje informático, se podrá observar que las influencias pueden darse en niveles menos explícitos. Los filósofos de Occidente conocieron de los chinos el pensamiento dialéctico; una alternativa del pensamiento dicotómico, que supone, por ejemplo, que los términos de una oposición son naturalmente irreconciliables. En cambio, en el dialéctico, formulado por los chinos como la relación entre yin y yang, estos términos son opuestos complementarios. Si bien quienes conocen el marxismo saben de esta forma de pensamiento, todavía no 48

De acá a la China. Por AM 750

es siquiera concebible para algunos occidentales. La difusión de las artes chinas está contribuyendo a universalizar esta concepción, de cuya aplicación se derivan valores como el respeto por lo diverso y el eclecticismo. A principios del siglo XX, los intelectuales chinos estaban preocupados por hallar la manera de modernizar su país, y veían en Occidente un modelo. En las últimas décadas, el crecimiento de las relaciones internacionales de China, de sus negocios, y de los movimientos migratorios han generado en muchos países occidentales un espacio de encuentro intercultural en el cual parece verificarse una forma de beneficio mutuo, habida cuenta de que China no solo genera admiración de los occidentales sino que también la profesa, e incorpora con avidez nuevos modelos culturales. De un extremo a otro de América existe actualmente una gran receptividad para los productos de la cultura china. En las artes, cabe citar como ejemplo característico de estos tiempos a la pintora Mengyun Han. Proveniente de Chengdu, formada en Estados Unidos, esta joven pintora china ha logrado amalgamar en el arte occidental la tradición estética taoísta, una tradición que ha ido goteando influencias a lo largo de todo el siglo XX. En un principio confundida por los occidentales con la filosofía zen, la estética taoísta fue mostrando poco a poco sus características propias. El abstraccionismo norteamericano o el informalismo francés se interesaron especialmente en aspectos

clave del arte taoísta. En el ámbito hispano, a Joan Miró, a través del arte japonés, le llega la funcionalidad del vacío en la pintura; Antoni Tàpies lo convierte en parte central de su estética. En Argentina, la pintura de Lo Yuao, nacido en Kowloon, logra expresar la naturaleza local en términos de la estética taoísta. El ambiente intelectual de Argentina ya venía estableciendo diversos contactos con China, y creadores de la talla de Xul Solar o Jorge Luis Borges habían integrado procedimientos chinos en sus obras. En los últimos años, en el marco de las relaciones de amistad que han venido estableciendo China y Argentina, ha nacido un espacio intercultural de intercambio de numerosas influencias y aprendizajes. Se ha comenzado a estudiar la presencia de lo chino en Borges; escritores chinos, como Mai Jia麦家, por citar solo un ejemplo, reivindican su relación con el escritor argentino. El tango viaja con éxito a China, tangueros chinos se radican en una Buenos Aires que ya conocían a través del cine de Wong Kar-wai, lector de Manuel Puig. Y esta misma ciudad fue escenario de obras que tematizan la integración de la cultura china en la Argentina. En Un cuento chino (2011), dirigida por Sebastián Borensztein, se narra la historia de un muchacho que llega de China sin nada –todo le ha sido robado en el camino–, solo conserva una dirección escrita en el brazo, la de sus familiares que viven en Argentina. Hallar esta dirección será hallar su rumbo y su hogar. Encuentra la ayuda de


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