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Los esclavos de Esparta

enviados lo más lejos posible

Se envió a los ilotas a combatir a Sicilia y otros lugares lejos de Esparta para que no volvieran sus armas contra sus amos. Templo de Hera en Selinunte (Sicilia).

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una efectista ILuStRAcIóN DEL SIGLO XX MuEStRA A uN ESPARtANO AzOtANDO A SuS EScLAVOS MIENtRAS ÉStOS EMPujAN uN ARADO.

I c GEMAN / A d I r B

el declive de una potencia El rey Arquidamo III de Esparta (representado abajo, en un busto de mármol) no pudo evitar la decisiva derrota de Esparta frente a Tebas en Leuctra, en 371 a.C., pese a emplear ilotas para hacer frente a la disminución del número de espartiatas. servicio; pero bien pronto se les permitió combatir como tropas armadas a la ligera. Su papel se incrementó con el tiempo, cuando el número de espartanos de pura cepa comenzó a declinar; así, sabemos que el general espartano Brásidas se llevó consigo a setecientos ilotas para luchar contra los atenienses en el norte del Egeo en plena guerra del Peloponeso. Y a principios del siglo IV a.C. participaron tres mil ilotas en la campaña del rey Agesilao contra los persas.

Esta política de incorporar los ilotas al ejército era una forma de alejar del país a grandes grupos de esclavos que podían resultar peligrosos si estallaba una revuelta. Por ese motivo se les destinaba a escenarios de guerra muy alejados de Esparta, como el norte del

Egeo, Asia Menor y Sicilia. Los ilotas que demostraban su buena disposición podían conseguir la ansiada libertad, como pasó con los que acompañaron a Brásidas. En otra ocasión se ofreció la libertad a los ilotas que se atrevieran a pasar comida a los soldados espartanos rodeados por los atenienses en la isla de Esfacteria,en el año 425 a.C.

La creciente importancia militar de los ilotas llevó, a finales del siglo V a.C., a la creación de una categoría social conocida como neodamodeis, «nuevos miembros del demos» (el pueblo), formada por ilotas liberados y entrenados como hoplitas, que se

E v HI rc A rt HEN / A co MANUEL

emplearon como tropas de choque en diversas campañas entre los años 421 y 371 a.C.; a pesar de su nombre no gozaban de plenitud de derechos como los viejos ciudadanos.

Una cruel represión

Es imposible conocer la exacta proporción de ciudadanos y esclavos en la antigua Esparta, pero podemos estar seguros de que el número de ilotas crecía mientras el número de ciudadanos declinaba constantemente debido a las continuas guerras y una estricta política de ciudadanía, que incluía el abandono de los niños nacidos con defectos físicos.

Ante esa situación, el Estado tuvo que tomar medidas a fin de controlar a los ilotas. Para empezar, los éforos (los cinco magistrados que ostentaban el poder supremo), al tomar posesión de su cargo a principios de año, declaraban oficialmente la guerra a los ilotas para que no fuese delito matarlos; pues en el pensamiento de la Grecia clásica cualquier crimen injustificado originaba una mancha religiosa que recaía sobre toda la ciudad. Pero el principal

aliados de los reBeldes

atenas Y los ilotas

los atenienses, adversarios acérrimos de los espartanos, miraban a los esclavos mesenios de esparta con especial simpatía y favorecieron sus esperanzas de liberación. en primer lugar, tras la gran sublevación de 464 a.c. ayudaron a que los mesenios insurrectos atrincherados en el monte itome se establecieran en naupacto. luego, durante la guerra del Peloponeso, que enfrentó a atenas y esparta, usaron a los ilotas mesenios rebeldes como tropas irregulares para saquear las tierras de mesenia. con los ilotas de Laconia intentaron algo parecido, pero, cuando el estratego demóstenes fortificó un islote al sur del Peloponeso, animando a los esclavos laconios a fugarse hacia allí, la iniciativa no tuvo el éxito esperado.

dos hoplitas atenienses

EN UNA EStELA fUNErArIA LABrAdA HAcIA 490 A.c. MUSEo ArqUEoLóGIco NAcIoNAL, AtENAS.

el ejército de color escarlata Abajo, estatuilla en bronce de un guerrero espartano, del siglo VI a.C. Los espartanos fueron el primer ejército que adoptó un uniforme, ya que teñían de escarlata sus túnicas y capas.

odeón y ecclesiasterion

(LuGAR DE REuNIóN DE LA ASAMbLEA cIuDADANA) DE MESENE, LA cIuDAD fuNDADA POR EPAMINONDAS PARA LOS ILOtAS MESENIOS REbELDES.

I c ALAMY / A

instrumento de represión fue la cripteia. Este término se relaciona con el verbo «ocultar», lo que se explica por la principal exigencia de esta prueba: permanecer sin ser visto en los campos y montes de Laconia. Plutarco la describe con cierto detalle: «Cada cierto tiempo, los magistrados enviaban por diversas partes a los jóvenes que eran más juiciosos sólo con un puñal y el alimento imprescindible; de día se ocultaban, pero de noche bajaban a los caminos y degollaban a los ilotas que cogían. Muchas veces, llegando hasta los campos, mataban a los más fuertes y mejores».

Al principio, la cripteia fue una prueba de hombría y de endurecimiento para la vida militar que debía superar la juventud espartana, pero pronto se convirtió en una forma de infundir terror y reducir el peligro de las rebeliones de los ilotas. Estas rondas por los campos permitían controlar mejor a los esclavos, abortar desde el principio una resistencia organizada e impedir el bandidaje.

Rebeliones y liberación

Según cuenta el historiador Jenofonte –que puso su espada al servicio de Esparta–, los ilotas se pasaban la vida acechando los infortunios de sus amos, mirándolos con el deseo de «comérselos crudos». El miedo a las revueltas de sus ilotas condicionaba de forma absoluta la forma de vida y la política de Esparta,

oto AISA H p

ya que sus ciudadanos, temerosos de que los ilotas se rebelaran en su ausencia, tuvieron que renunciar a largas campañas militares en lugares lejanos, y limitaron su influencia política y militar a la zona del Peloponeso.

La mayor rebelión tuvo lugar en 464 a.C., cuando un terremoto asoló Esparta. Se creyó que fue un castigo de Poseidón porque los espartanos habían matado a unos ilotas que buscaron refugio en su templo del cabo Ténaro. Fue tal la violencia del seísmo que murieron 20.000 ciudadanos y sólo quedaron en pie cinco casas. Los supervivientes estaban recogiendo de entre las ruinas sus enseres y objetos valiosos cuando el prudente rey Arquidamo II mandó dar la señal de combate y todos los hombres acudieron armados a su presencia. Esto fue la salvación de Esparta, porque los ilotas llegaban desde todos los campos a la ciudad dispuestos a acabar con los espartanos que hubieran sobrevivido; al encontrarlos en orden de batalla, se retiraron. Pero los ilotas mesenios aprovecharon el desastre y se alzaron en armas. Muchos se hicieron fuertes en el monte Itome,

esclavos contra los persas

los seRvidoRes del gueRReRo

los ilotas cargaban la impedimenta y las armas pesadas del hoplita espartano, el soldado de infantería pesada; hacían todas las labores de intendencia y recogían a los caídos. cada espartano solía estar acompañado por un solo ilota que le servía, pero, según Heródoto, en la batalla de Platea, librada contra los persas en el año 479 a.c., el ejército espartano estaba formado por 5.000 ciudadanos y por cada uno de ellos había siete ilotas que luego combatieron en la batalla. se han discutido estas cifras, que suponen la presencia de 35.000 ilotas; un número tan elevado sólo se explica por el temor a dejarlos en esparta cuando casi todos los ciudadanos estaban fuera en campaña. tras la batalla, los esclavos caídos fueron enterrados allí mismo en una tumba aparte, mientras que los supervivientes se encargaron, por orden del general Pausanias, de recoger todo el botín; por supuesto, mientras cumplían esta misión robaron muchos objetos que luego vendieron en secreto.

una fortaleza natural en el centro de Mesenia, donde resistieron diez años hasta llegar a un acuerdo con los espartanos, que les permitieron salir del país con sus mujeres e hijos.

La liberación definitiva de los ilotas llegaría mucho después, en 371 a.C., cuando las tropas de Tebas, al mando de Epaminondas, infligieron una durísima derrota a los espartanos en la batalla de Leuctra. Tras su triunfo, los tebanos invadieron Esparta y los ilotas mesenios aprovecharon su presencia para rebelarse de nuevo. El victorioso Epaminondas les entregó su antigua patria ya liberada y refundó para ellos la ciudad de Mesene, en la falda del monte Itome.

Sin embargo, el comportamiento de los ilotas de Laconia fue distinto. Muchos aceptaron el ofrecimiento de alistarse en el ejército espartano para combatir a los invasores (1.000, según Diodoro; 6.000, según Jenofonte). La sumisión de estos esclavos llegaba a tal punto que, cuando algunos ilotas fueron capturados por los tebanos, se les animó a que cantaran canciones y poemas que sus amos les tenían prohibidos, pero se negaron rotundamente a hacerlo.

Durante la decadencia de Esparta los ilotas tuvieron más posibilidades de alcanzar la libertad. Sabemos que entre los años 223 y 222 a.C., seis mil ilotas pudieron pagar las cinco minas áticas que exigió por su liberación el rey espartano Cleomenes III; este dinero procedía de los excedentes de las cosechas que, según las leyes antiguas, los ilotas podían conservar. Y Nabis, que reinó entre 207 y 192 a.C., concedió la libertad y la ciudadanía a un buen número de ilotas para aumentar su ejército. Cuando poco después llegó la dominación romana, este peculiar sistema esclavista, donde una clase servil ligada a la tierra trabajaba para sostener a una clase privilegiada dedicada a las armas, terminó por desaparecer.

Para saber más

ensayo

Esparta césar Fornis. crítica, Barcelona, 2003.

textos

Vidas paralelas, vol. I (Licurgo) plutarco. gredos, Madrid, 2000.

héroes de las guerras médicas

el papel de esparta en las guerras entre griegos y persas del siglo v a.c. resultó decisivo: derrotaron a los persas en Platea y los contuvieron en las termópilas. arriba, escena de la batalla de maratón, donde los atenienses batieron a los persas.

ilotas: una vida de humillación

en el año 1900, el artista francés Fernand sabbatté pintaba esta tela: Un espartiata muestra un esclavo borracho a sus hijos. la pieza evoca una de las prácticas degradantes a las que los ciudadanos de esparta sometían a sus esclavos, los ilotas, según refiere plutarco en su biografía del caudillo espartano licurgo.

Forzados a beber

a la represión pura y dura se unían las vejaciones que los ilotas debían sufrir. plutarco explica que se les obligaba a beber sin moderación y los llevaban por los banquetes públicos para que los jóvenes espartanos vieran lo que era la embriaguez y se moderasen en la bebida.

Obligados a bailar

los espartiatas infligían a sus esclavos otras humillaciones para anular su autoestima. así, les obligaban a entonar canciones y a bailar danzas indecentes y ridículas (pero les estaban terminantemente prohibidas las canciones y los poemas que cantaban los ciudadanos espartanos).

Azotados sin motivo

según las noticias que recogió en su Banquete de los eruditos el retórico griego ateneo (que vivió entre los siglos ii y iii d.c.), los espartiatas azotaban a los ilotas cada año aunque no hubieran hecho nada malo, sólo para que no olvidaran nunca su condición de esclavos.

óleo POR fERNAND SAbbAttÉ. 1900. EScuELA SuPERIOR DE bELLAS ARtES, PARíS.

BrIdGEMAN / AcI

kílix (copA pArA BEBEr vINo) procEdENtE dE LAcoNIA. SIGLo vI A.c. GALEríA dE ANtIGüEdAdES, KASSEL.

ed-deir, el monasterio

Una inscripción donde se mencionaba al rey nabateo Obodas, hallada cerca de aquí, llevó a pensar que este edificio excavado en la roca quizás estaba dedicado a su culto funerario. La fachada mide 47 metros de ancho por 42 de alto; la corona una urna de 9 metros de altura.

LOs diOses deL desiertO PETRA

en la cosmopolita ciudad de petra, capital del reino nabateo y etapa obligada de las caravanas que cruzaban arabia, se rindió culto a dioses árabes, griegos, egipcios, sirios y romanos

al-khazneh, el tesoro

Los beduinos, que creían que contenía un tesoro, llamaron así a este imponente templo funerario, en cuya fachada aparece una representación de la diosa isis.

Los conductores de caravanas que surcaban la península del Sinaí contaban maravillas de una ciudad con casas, tumbas y nichos de culto tallados en la roca. Era Petra. Construida en el corazón del desierto, esta portentosa ciudad labrada en arenisca rosa quedaba oculta en una garganta entre montañas, que la aislaba y la defendía. Se accede a ella a través del Siq, un imponente desfiladero de unos mil metros de longitud

que desemboca en el templo del Tesoro (alKhazneh, en árabe). Antiguamente llamada Réqem, Petra era una ciudad fascinante, tan grande que, según los viajeros, las caravanas necesitaban un día para cruzarla. Las montañas de tonalidad ocre que la circundan protegían entonces una urbe bulliciosa, repleta de contrastes de color y gentes de toda procedencia –árabes, griegos, judíos, romanos, sirios...– que allí, en medio de la inmensa soledad del desierto, encontraban seguridad, agua, distracciones y oportunidades de hacer negocio.

Los dioses de los nabateos

Petra (en la actual Jordania) era una encrucijada económica y cultural de extraordinaria importancia: en la ciudad confluían las rutas comerciales que unían Asia con el Mediterráneo; de ahí que en sus calles se oyera un enjambre de lenguas y se practicara todo tipo de ritos. No es de extrañar que los habitantes de Petra, los nabateos –en su origen un pueblo nómada procedente de Mesopotamia–, construyeran una religión basada en el sincretismo, es decir, en la asimilación de divinidades de otros pueblos que asumieron como propias. De esta forma, sus creencias se fundieron en perfecta armonía con las de árabes, griegos y romanos. De este modo, la religión nabatea fue resultado de la evolución: las nuevas deidades desplazaban a otras o se sumaban a las ya existentes.

En un principio, las divinidades de los nabateos se reducían a dos, una masculina y otra femenina, con diferentes nombres según el lugar donde se las adoraba. A partir de estas dos deidades se formó un conjunto de once: Dushara, Allat, al-Uzza, Kutba, Baal Shamin, Qos, Hubalu, Manotu, Qayshah, Isis y Atargatis. Cada una de ellas debió de tener una función concreta y recibir un culto particular.

Dushara, «el de Shara», que fue en su origen un dios menor local, se convirtió en la principal deidad nabatea, y en época griega fue asimilado a Zeus (el padre de los dioses) y también a Ares (el dios de la guerra). Allat, «la diosa», era la divinidad femenina superior de Petra, donde, en el denominado templo de los Leones Alados, se la identificaba con la griega Afrodita, diosa del amor y la fecundidad. Al-Uzza, «la más poderosa», fue considerada en Petra la esposa de Dushara. Manotu era conocida entre los árabes como Manat, «destino», y se la veneró en La Meca junto con Allat y al-Uzza, antes de la llegada del Islam.

bajo dominio romano

el rey nabateo aretas iii, arrodillado junto a un dromedario, paga tributo a pompeyo el grande. denario romano del siglo i a.c.

cronología la gran capital nabatea

169 a.C.

el libro ii de los macabeos menciona a aretas i, el primer rey de los nabateos.

86-61 a.C.

con aretas iii, los nabateos se expanden hacia el norte. las legiones de pompeyo atajan su avance. 9 a.C.-40 d.C.

bajo aretas iv, la ciudad-estado de petra alcanza unos 25.000 habitantes. el reino nabateo llega a su cénit.

106 d.C.

el emperador trajano incorpora el reino de los nabateos a la provincia romana de arabia.

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