Paula, domingo 20 de octubre del 2019

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SOCIEDAD

la fiebre del like






EQUIPO

| El sketch de la semana

Por Carola Josefa

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Director de La Tercera José Luis Santa María Directora de revistas Andrea Eluchans Editora general Sofía Aldea Subeditora Manuela Jobet Editora Paula Cocina Ariel Richards Periodistas Constanza Espinoza, Andrea Hartung, Consuelo Lomas, Victoria Misito, Patricia Morales, Emiliana Pariente, Francisca Urroz, Alejandra Villalobos Dirección de arte Silvia Caracuel Editora general de diseño Fernanda Dagorret Diseño Violeta Cereceda, Sibila Pollmann, Sofía Valenzuela Producción Magdalena Chahín, Magdalena Mendía, Dominga Sivori Fotógrafos Nicolás Abalo, Rodrigo Cisterna, Alejandra González, Jaime Palma, Juan Pablo Sierra Corrector de textos Gabriel Reyes Gerenta de ventas red femenina Ximena Borrowman Ejecutivas de ventas Constanza Plá, Andrea Sanhueza Gerente general y representante legal Andrés Benítez Pereira Impresión A Impresores S.A., que actúa solo como impresor

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20 de octubre 2019

Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Fono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.



BREVES

La semana Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.

Lo que tienes que ver #ESPECIALMASCOTAS Cómo superar la muerte de un perro, las enseñanzas que dejó el gato, o datos de kinesiología y acupuntura animal son algunos de los temas que abarcamos en este homenaje a nuestros mejores compañeros. En este especial quisimos dar a conocer las historias de nuestras lectoras y sus mascotas. Revisa todo el contenido en Paula.cl

_ Lo más comentado

¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos

#PaulaEspecial Mascotas Las enseñanzas de mi perro #PaulaHablemosDeAmor Aceptar un defecto físico

#PaulaNostalgia Mis tardes sumergida en Laguna

_Lo estamos trabajando En las próximas ediciones queremos contar diferentes historias o anécdotas que hayan pasado en el auto. Si tienes una que te interesaría compartir, escríbenos a

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MODA

| Los elegidos

Por Dominga Sivori • Fotos Rodrigo Cisterna

Estola Plano de baby alpaca y seda, Kuna, $55.900.

Suéter de alpaca light, Kuna, $188.900.

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Polerรณn, Esprit, $58.990. Pantalรณn, GAP, $42.990. Cinturรณn, Gacel, $15.950. Billetera, Tommy Hilfiger, $39.990. Cartera, Tommy Hilfiger, $89.990. Aros, Lounge, $5.990. Sandalias, Hush Puppies, $12.990. Zapatos, Mingo, $69.990.

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BELLEZA

| Lo que tienes que probar

Encuentra otra versión de cat eye en Paula.cl

Delineados Por Constanza Espinoza Maquillaje y pelo Josefa Inostroza Foto Mila Belén Modelo Camila Marnich (30, periodista)

Como lo que el delineado gatuno genera es ‘abrir’ la mirada, es fundamental que al momento de trazar la línea en el párpado superior esta vaya bien pegada a la base de las pestañas, sin dejar espacios ‘blancos’ de por medio. Así, se obtendrá el efecto óptico de unas pestañas más tupidas que, por ende, ‘abrirán’ el ojo.

El cata eye es un clásico reinterpretado año tras año en diferentes tonalidades y texturas. Para conseguir su forma más tradicional en color negro, existen varias opciones. Aunque la elección dependerá del resultado que se quiera lograr, para uno bien definido la mejor alternativa es optar por un delineador en gel o líquido. La maquilladora Josefa Inostroza recomienda comenzar delineando desde afuera hacia adentro, es decir, formando la ‘colita’ del cat eye y luego haciendo un trazo en dirección a la línea superior de las pestañas formando un triángulo. Un error común es estirar la piel del párpado al hacer la línea. Lo correcto es levantar el mentón para que el párpado quede extendido y así ver lo que se está haciendo. Rellenar y continuar delineando hasta el lagrimal. La fórmula perfecta no existe, pero la práctica y el buen pulso ayudarán a un mejor resultado.

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Para una mayor intensidad se puede delinear la línea de agua superior y el borde exterior de las pestañas inferiores desde la mitad del ojo hacia afuera, difuminando con cuidado. Las sombras neutras o claras aplicadas en el párpado móvil aportan luz y hacen que los ojos se vean más grandes. Otro truco para complementar este delineado y abrir más la mirada es aplicar un poco de iluminador en el lagrimal y al final del ojo.



TIEMPO LIBRE

Qué - Cómo - Cuándo

Para hacer

Panoramas de fin de semana Cómo se avanza en un sitio peligroso, de Taller León En lo que alguna vez fue una fábrica de maletas en Teatinos, Taller León inaugurará ‘Cómo se avanza en un sitio peligroso’, proyecto expositivo que tendrá a 20 artistas exhibiendo sus obras en distintos espacios del lugar. En los días que durará la muestra, los asistentes podrán ver la intervención de este edificio premodernista de estilo art decó a cargo de artistas como José Pedro Godoy, Gaspar Álvarez, Catalina Bauer, Raisa Bosich y Jessica Briceño, entre otros. 20, 26 y 27 de octubre de 12:00 a 19:30 hrs. Visitas guiadas: 23 de octubre 12:00, 15:30 y 18:00 hrs. Teatinos 750.

Feria Impresionante en el MAC Parque Forestal En su cuarta edición, el encuentro de arte impreso y publicaciones independientes más grande del país convoca a expositores locales e internacionales, entre ellos Tijuana (Brasil), Migra (Argentina), Editorial Hungría (México) y Ying Chieh Liu (Taiwán), y contará con presentaciones de proyectos musicales en vivo –White Sample y Montaña Extendida– y lanzamientos de libros. Hasta el 20 de octubre en Ismael Valdés Vergara 506.

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Cierre de Galería Weekend en el monumento histórico de los Carrera Luego de dos meses de la entrada en vigencia de la Fundación Javiera Carrera, entidad encargada de tender vínculos entre la gente y la hacienda rural donde antiguamente vivieron José Miguel y Javiera Carrera, este domingo se inaugura la muestra “Alta tensión”, de los artistas visuales Catalina Andonie y Ángelo Santa Cruz. En ésta, materiales y objetos de origen industrial entrarán en diálogo con la estructura colonial que alberga la muestra. Este panorama, que marca el primer hito de la fundación, es también el cierre de las actividades de Galería Weekend Santiago, iniciativa que busca potenciar el coleccionismo en Chile y visibilizar los espacios de arte local. 20 de octubre a partir de las 12:00. Calle Benavente s/n, El Monte.

Open House Santiago Como parte de las actividades de Oh! Santiago 2019 –iniciativa que durante un fin de semana al año abre las puertas de edificios que usualmente no son accesibles al público–, hoy se podrá visitar el Monasterio de los Benedictinos, construcción de 1964 declarada Monumento Nacional en 1981. El recorrido estará guiado por Carlos Maillet, arquitecto y anteriormente monje del mismo monasterio. 20 de octubre de 16 a 18 hrs. Cerro San Benito de Los Piques.


Para probar

Para aprender Entre el 8 y el 10 de noviembre se realizará la segunda versión del taller de cerámica e ilustración botánica en el Centro de Arte Curaumilla. A cargo de Marilú Rosenthal, directora del centro y ceramista, y de la ilustradora botánica y artista Patricia Domínguez, durante los tres días combinarán clases básicas de modelado en cerámica y de ilustración botánica de hojas y flores de especies nativas. Los asistentes podrán hacer ejercicios en técnicas como formas vegetales, dibujos sobre cerámica y estampado de especímenes vegetales a partir de la observación a la ladera del acantilado del mismo lugar. El valor ($295.000) incluye alojamiento en las casas del centro y comida sana a cargo del chef Felipe Ganem. Centro de Arte Curaumilla, V Región. info@bordeimaginario.org

Sin colorantes, conservantes ni aditivos son los helados de Oggi, heladería italiana que hace menos de un año llegó a Providencia. Hechos en el día y con leche fresca de Melipilla, imperdibles son el de pistacho, el de tiramisú y el de chirimoya alegre, que acaba de debutar. Suaves y cremosos, son perfectos para los días de calor. Hay una línea vegana y unas deliciosas paletas de fruta. Holanda 310, Providencia. @oggisantiago


GUÍA

| Aprender para no depender

Liberarse del azúcar Por Alejandra Villalobos Ilustración Sofía Valenzuela

La dulzura se reconoce como uno de los cinco sabores básicos detectados por los receptores sensoriales que tenemos en la boca, y es más gustoso. De hecho, la investigación científica sugiere que el agrado por lo dulce se expresa incluso antes del nacimiento. Los expertos creen que esta preferencia se ha desarrollado a través de la evolución natural, pero si bien todos los humanos expresan la misma respuesta a la dulzura inmediatamente después del nacimiento, el gusto por lo dulce cambia con el tiempo y se vuelve altamente idiosincrásico, según explica la International Sweeteners Association.

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Azúcares: Incluyen todos los monos y disacáridos, entre los cuales se encuentran: glucosa, fructosa, galactosa, sacarosa, lactosa, maltosa, trehalosa, isomaltosa, ribosa y manosa. Una ingesta excesiva de azúcares agregados y totales conlleva riesgos para la salud como

- Obesidad - Diabetes - Enfermedades cardiovasculares - Caries dentales

La sacarosa, comúnmente llamada azúcar, es una mezcla de glucosa + fructosa y se usa en los alimentos por su poder endulzante. Su valor calórico es de 4 calorías/gramo de los hidratos de carbono en general. Se recomienda cuidar el consumo de fructosa, lo mismo que el consumo de azúcar (menos de 50g/día).

“Se sugiere evitar alimentos a los que se les haya agregado azúcar, sobre todo si el Índice de Masa Corporal (IMC) de quienes lo consumen está sobre 25 –cifra que indica sobrepeso u obesidad–, ya que el riesgo es desarrollar resistencia a la insulina y, posteriormente, diabetes mellitus tipo 2”, explica Verónica Cornejo, profesora titular del INTA de la Universidad de Chile.

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gramos de azúcar per cápita consumimos los chilenos al día “La cifra es similar en países de Europa, pero está muy por sobre el consumo de China e India, donde se llega solo a 48 y 45 gramos por persona”, dice Samuel Durán, PhD y MSc. en nutrición y alimentos, y académico investigador de la Universidad San Sebastián.

SUSTITUTOS DEL AZÚCAR

Los edulcorantes no nutritivos son aditivos alimentarios utilizados para endulzar bebidas y alimentos y/o para realzar su sabor. “Se caracterizan por no aportar energía que es poco significativa, obteniéndose un producto de bajo aporte calórico comparado con su homólogo, el azúcar. Pueden ser clasificados como de origen natural o artificial y su intensidad de dulzor es varias veces mayor que el azúcar”, explica Verónica Cornejo.

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1. Fruta Usar fruta fresca es una forma super saludable de endulzar batidos, leches vegetales, galletitas, panqueques y tartas. “Son las reinas del dulzor, tanto por su aporte nutricional y antioxidante, como por su ausencia de elementos tóxicos, por su efecto saciante y por su baja carga glicémica”, explica Belén Dussaubat.

2. Fruta deshidratada Al liberar su agua, los dátiles como las pasas de uva, las ciruelas, higos o damascos secos concentran su dulzor. Las podemos consumir hidratándolas y licuándolas para crear una especie de ‘almíbar frutal. Es importante no excederse en su consumo para no sobrepasar los niveles de glucosa en la sangre.

3. Miel Es el edulcorante natural más antiguo ya que no necesita ninguna elaboración. Además de su sabor, ha sido utilizada por sus propiedades medicinales (cicatrizante y expectorante). Es muy apreciada para endulzar las infusiones de plantas medicinales. Contiene fructosa, glucosa y sacarosa. Aporta calorías.

4.Siropes y azúcares naturales “Las frutas son lejos la mejor fuente y forma de obtener azúcares, suavizar los antojos dulces y calmar la ansiedad”, dice Belén Dussaubat, profesora de alimentación consciente y chef de raw food.

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Los síropes son jarabes que se extraen de diferentes plantas. El sirope de yacón es el con menor carga glicémica estudiada, luego está el de ágave y de maple, después el azúcar de coco y el azúcar integral de caña. Su aporte en azúcar es elevado.

5. Stevia Es una planta originaria del Amazonas. “La ventaja de este endulzante o edulcorante natural es que no tiene calorías y que su dulzor es 20 o 30 veces superior al del azúcar”, dice Verónica Cornejo .



REPORTAJE

La fiebre del like Por Emiliana Pariente • Ilustración Sofía Valenzuela

Hace unos meses se filtró un nuevo prototipo de diseño de Instagram en el que los famosos ‘likes’, en vez de estar a plena vista de todos, permanecían ocultos y accesibles únicamente al emisor de la imagen. Una serie de artículos posteriores analizaron el posible cambio, y todos parecieron estar de acuerdo en que de esta forma no solo se reduciría la persistente y cada vez más agobiante sensación de competir –muy propia de una aplicación basada en las imágenes–, sino que también se aumentaría la motivación por compartir contenido auténtico, versus uno editado y motivado únicamente por la potencial aprobación del resto. Un intento por no seguir fomentado una carrera virtual de popularidad. La discusión dio paso a una serie de preguntas complejas –muchas que probablemente no tengan respuesta absoluta– que pusieron en evidencia que, lejos de estar resuelto, existe un vacío respecto a las consecuencias reales, positivas y negativas, que han tenido en esta era de hiperconectividad las redes sociales. Hasta el minuto el tema parecía ser de interés únicamente para un

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grupo reducido de agentes especialistas en tecnologías e inteligencia artificial, pero el alcance reciente es mucho mayor y está abriendo el debate: ¿Tanta influencia tendría en los usuarios poner o recibir un corazón, que se cuestiona si sigue siendo una función útil o positiva para nuestro desarrollo personal? ¿Por qué, si en algún momento hemos sentido la ansiedad que generan las redes, seguimos tan conectados? Y, por último, si a lo largo de la historia hemos condenado ciertas conductas adictivas, ¿cómo hemos cedido de manera tan natural frente a esta? Estudios hay, pero el fenómeno –no así como internet y los videojuegos– es aún muy reciente para la ciencia. “No se lo puede catalogar como una adicción porque el uso de redes sociales es intencionado y no se hace solamente por un mecanismo de recompensa dopaminérgico, si bien hay algo de eso”, aclara el psicólogo Cristóbal Hernández, quien a principios de 2019 publicó una tesis doctoral en la que plantea que si bien la relación entre la depresión y el uso de nuevas tecnologías es bidireccional,


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mientras se usen para procrastinar y evitar solucionar temas cotidianos puede existir una profundización de síntomas depresivos. “Es un círculo vicioso que se va autofomentando. Si me siento triste, una manera de distraerme es metiéndome a las redes. Pero también pierdo la posibilidad de enfrentar esa tristeza y solucionarla, por lo que se amplifica el dolor y, por consecuencia, las ganas de usar las redes nuevamente”, explica. Con declaraciones como estas, y teniendo en cuenta cifras que establecen que de los 2,5 mil millones de usuarios de teléfonos inteligentes un 10% interactúa con su pantalla –entre swipes, toques, tipeos y clics– unas 5.426 veces al día (Dscout, 2016), se da cuenta de una problemática, o realidad, si no queremos emitir juicio, cada vez más recurrente. Pero, más que eso, de una serie de conductas habituales que han sido normalizadas a tal punto que ya no nos parecen del todo absurdas. Puede que no sea una adicción, y que en el mejor de los casos sigamos teniendo el control, pero la creciente dependencia es, a lo menos, cuestionable. La mayoría despertamos y lo primero que hacemos, casi inconscientemente, es revisar el celular, aunque nos duela abrir los ojos. En el día lo volvemos a revisar compulsivamente y cuando subimos una foto esperamos ansiosos que caiga el primer like. Y nunca dejamos de estar, en cierto grado, pendientes de eso. Como si fuera poco, a nuestro alrededor vemos que todos están haciendo lo mismo, y reafirmamos que somos parte de una práctica común, que no estamos tan mal. Ya es casi imposible estar en una situación social sin que alguien esté subiendo fotos o grabando videos para sus stories, y el celular, siempre en nuestras manos, pareciera haberse convertido en una extensión tecnológica de nuestros cuerpos. En una de sus últimas columnas para el NYT, el cofundador de Facebook Chris Hughes, además de expresar sus preocupaciones acerca del extremo poder de la plataforma en términos de manejo de información –Facebook es dueña de Instagram y WhatsApp–, explicó que el modelo de negocios se basa justamente en captar nuestra atención, de la forma que sea y permanente-

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mente, para que sigamos produciendo y compartiendo información todo el tiempo. “La decisión es nuestra, pero no pareciera que tengamos una alternativa. Las redes sociales se meten en cada rincón de nuestras vidas para capturar la mayor cantidad de nuestra atención y, al no tener opciones, cedemos. Pero el costo es alto”, aseguró. Y así vivimos desde una hiperexposición a estar gran parte del día cautivados por nuestra pantalla, y un sinfín de comportamientos que se han vuelto parte de nuestra rutina y que delatan que estamos todos inscritos en una especie de carrera agotadora por ser parte, estar vigentes y no quedar atrás. ¿Pero por qué hacemos esto? Pareciera ser que las redes sociales, en un mundo en el que priman la cultura del éxito inmediato y la competitividad excesiva, se han vuelto, además de una comunidad virtual, una suerte de vitrina de automarketing y autosuperación que nos tienen a todos, en mayor o menor medida, enganchados. Un diario personal digital en el que cada uno puede dar a conocer lo mejor de sí –sus logros, éxitos y metas superadas– como nunca antes se había podido, y de esta forma no solo engañar al resto, sino que también, a estas alturas, a nosotros mismos. Cuantos más logros, mejor. Y cuantos más registros de aquellos logros, visibles y palpables, aun mejor. Y es que pareciera ser que ya no basta con vivir los procesos propios de la vida o tener momentos efímeros pero reales de felicidad si es que no se pueden capturar e inmortalizar en la pantalla. Si nadie los ve, no son validados y, por ende, no alcanzan a ser logros. El filósofo y académico Martín Hopenhayn lo dice así: “El narcisismo posmoderno que vivimos ahora, producto de una modernidad avanzada y un individualismo exagerado, implica no solo un culto al yo, sino que también una gestión del yo. Y esto es lo que han facilitado las redes. Como si mi yo fuera algo que produzco y no algo que soy”. En esta gestión del yo se ha normalizado la constante necesidad de exhibirse, compararse e interactuar de manera permanente en un espectro virtual en el que solo pareciera primar una idealización y falsa demostración de


Actualmente casi tres mil millones de personas en el mundo usan redes sociales, cinco mil millones tienen celular y aproximadamente la mitad son smartphones con conexión a internet. El usuario promedio toca su pantalla más de 2.000 veces al día, y pasa 2.42 horas diarias interactuando con ella. dscout, 2016.

felicidad y perfección. Pareciera ser, además, que se produce una disociación entre lo que realmente somos –ciertamente mucho más que mera felicidad– y la imagen que proyectamos, en la que la felicidad, justamente, es el mayor activo. “Hoy en día se cree que aquellos que son felices pueden ser más productivos y más exitosos. En esa gestión del yo que permiten las redes, entonces, vamos a proyectar una imagen de persona feliz porque eso nos da una ventaja en el mercado”, explica Hopenhayn. Siguiendo esa lógica, los acontecimientos que permanecen personales o íntimos no tienen peso. Solo devienen en algo real cuando el resto los puede ver, aprobar y halagar con expresiones que hemos aprendido a necesitar para validarnos a nosotros y el relato que hemos construido. Porque no se trata solo de una carta de presentación parcializada en la que mostramos lo mejor de nosotros, sino que también –y de manera cuantificable– una aprobación de esta, que nos hace sentir, a lo menos, amparados. Una gestión de la imagen personal y una posterior validación externa que reafirman que lo estamos haciendo bien. En el 2017, la fundación británica Royal Society for Public Health (RSPH) realizó un estudio en el que le preguntó a más de 1.000 jóvenes entre los 16 y 24 años que valoraran cómo Instagram, Facebook, Snapchat, Twitter y YouTube habían impactado en su salud y bienestar. El informe –que consideraba estudios anteriores en los que se planteaba que uno de cada seis jóvenes experimenta algún tipo de trastorno de ansiedad y que las tasas de ansiedad y depresión juvenil habían aumentado en un 70% en los últimos 25 años– concluyó que todas estas redes eran, en cierta medida, dañinas en cuatro aspectos claves: la calidad del sueño, la autopercepción del cuerpo, el ciberacoso y el sentimiento de estar perdiéndose de algo, o, como los científicos lo han acuñado, el síndrome de FOMO (fear of missing out). De todas, Instagram y Facebook resultaron ser las más dañinas en cuanto a la opinión que tenemos respecto a nuestros cuerpos. Además se planteó que cuando se exponía a mujeres jóvenes a Facebook durante un periodo corto sus preocupaciones sobre la imagen corporal aumentaban. Frente a esto, la directora de RSPH, Shirley Cramer, le dijo a la

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“Hoy en día se cree que aquellos que son felices pueden ser más productivos y más exitosos. En esa gestión del yo que permiten las redes, entonces, vamos a proyectar una imagen de persona feliz porque eso nos da una ventaja en el mercado”. martín hopenhayn

BBC que “las plataformas fuertemente enfocadas en la imagen pueden estar produciendo sentimientos de insuficiencia y ansiedad en los jóvenes”. Estos sentimientos de insuficiencia o frustración podrían ser vistos como las grandes enfermedades de nuestra época. Si ya las exigencias eran altas con la publicidad y los parámetros poco realistas impuestos por el mundo de la moda, hoy en día nos estamos comparando con modelos o influencers virtuales, muchos de las cuales, incluso, son una mera creación de estudios de inteligencia artificial que optaron por unir algoritmos recopilados de millones de usuarios y crear, según la información obtenida, el ser humano ‘perfecto’. Es el caso de Lil Miquela, una modelo de la compañía transmedia Brud que pretende ser el reflejo de lo que toda mujer contemporánea aspira ser, y que en poco tiempo sumó más de 1,6 millones de seguidores, muchos que ni siquiera parecen tomar en cuenta que es una creación de laboratorio. Al igual que otras influencers, interactúa con su público y usa la plataforma como herramienta de sociabilidad y trabajo. “Antiguamente la realeza era el estándar y todos querían ser como ellos, pero era un imaginario lejano. Instagram modificó la relación que tenemos con nuestros referentes, y ahora nos da la impresión de que son más cercanos, olvidando que el contenido que suben es altamente curado, aunque pueda no parecerlo. Cuando eso se vuelve un patrón de comparación surge el problema”, explica el psicólogo Cristóbal Hernández.

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Nuestra relación cotidiana con las redes pareciera potenciar la tendencia del ser humano a ser narcisos y el coqueteo fácil –no cuesta mucho caer en estas prácticas– con un mundo en el que cada uno es libre, hasta cierto punto, de programar una imagen a su medida, de acuerdo a lo que busca o no lograr. Un imaginario de lo que uno es, invicto frente a los imprevistos y espontaneidades humanas. Ajeno a lo que no nos gusta de nosotros. “Con las redes sociales opera mucho eso del huevo o la gallina; estamos en una sociedad muy atravesada por la publicidad y de hiperconsumo, en la que la necesidad de diversificar los mercados y segmentar los públicos es vital. Esto confluye para cruzarse con los avances tecnológicos y dar paso a herramientas que a su vez refuerzan esta lógica o sistema”, dice Hopenhayn. “En esta lógica pasamos a ser objetos de consumo y, a su vez, construimos el sentido de pertenencia en base a una febril circulación de imágenes”. Imágenes que no nos representan en nuestra totalidad. ¿Podemos tener un pronóstico, entonces? ¿Dónde empieza y dónde termina este espectro virtual cuyas consecuencias estamos empezando a ver de manera tangible en nuestra cotidianidad? La respuesta es incierta. Pero no es casualidad que las redes apelen a lo más básico de las emociones humanas: anhelar el amor de otros y sentir que uno pertenece y es parte de algo mayor. El tema es cuál es el costo que estamos pagando por eso.



MODA

Sin categorías Por Luisa Peña en conversación con Emiliana Pariente Styling Colección Giambattista Valli para H&M Producción Dominga Sivori Ambientación Nacho Rojas y Félix Fuenzalida Fotos Nacho Rojas Asistentes de fotografía Patricio Miranda, Jose Parada y Gonzalo Lobos Maquillaje y pelo Elvira Montero

Vestido, $299.990.

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2. 1. Vestido, $229.990. 2. Chaqueta, $129.990. Abrigo, $149.990. Jeans, $59.990. Zapatillas, $12.990.

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“Vivimos en un mundo en el que la sociedad nos pide que nos definamos desde muy temprana edad. Desde mi búsqueda personal, y también por mi formación en la danza contemporánea, este último tiempo me he dado cuenta de que esta imposición por categorizar al resto es un arma de doble filo: entiendo que para algunas personas es importante desenmarcarse de ciertas casillas y por ende refugiarse en otras para reafirmar una postura, pero para otros eso implica una gran presión. Muchas veces uno no sabe con certeza, o está en un proceso de búsqueda, y no poder decir algo estando seguro genera frustración e inseguridad. Buscamos constantemente que el otro nos valide, y hemos aprendido a asociar esa validación a la convicción, pero en realidad la incertidumbre también debiese ser una postura respetable. ¿Por qué sentimos que si no encajamos en una categoría fija nuestra postura no es lo suficientemente válida? Se nos exige que podamos decirles a los otros quiénes somos y cuál es nuestra orientación para que esos otros puedan saber cómo abordarnos. Es curioso; definirse es una decisión muy privada, pero a su vez pública. Y es que si no nos importara el otro, no sentiríamos la necesidad de categorización. Quizás tampoco existiría la

necesidad de tomar una decisión tan tajante, y nos sentiríamos más libres de transitar entre una categoría y otra, sin tener que tomar una decisión. De querer tomar una postura fija, ese proceso debiese ser por uno, y no porque el mundo pide que nos definamos. Cuando era chica nadie me preguntó por mi orientación sexual. Se dio por hecho, como les pasa a muchos, que por ser mujer me tenían que gustar los hombres. En una oportunidad le planteé a mi mamá que me gustaban las niñas, pero ella me dijo que creía que no. Al ser mi madre le creí y no seguí indagando en esa sensación que alguna vez sentí. Recién en la universidad, cuando estaba estudiando danza, me di la oportunidad de darle espacio a esa búsqueda que había quedado inconclusa. Pasé, entonces, por una etapa en la que salí con mujeres y luego con hombres. Creí ser lesbiana, pansexual y heterosexual, hasta que finalmente decidí que no era necesario categorizarme. Y me permití, gracias también al ejercicio del baile –que de por sí hace que uno circule por espacios, superficies y sensaciones–, transitar dentro de mi propio cuerpo y entre una categoría y otra. Esto es algo que me costó entender, pero siento que las nuevas generaciones venimos con este pensamiento más incorpora-

“Para mí lo femenino y lo masculino son meros constructos sociales asociados a ciertos roles, características y rasgos.

Creo que ese tipo de dualidades solo nos encierran. Estamos acostumbrados a dividir las cosas en dos, cuando en realidad el espectro es mucho más amplio”.

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do; sabemos que las etiquetas existen para clasificar, pero que también hay otras opciones. Siento que las categorías existen en la medida en que la gente las emplee para comunicarse con un otro. Para mí, lo femenino y lo masculino son meros constructos sociales asociados a ciertos roles, características y rasgos, pero solo devienen en algo real en la medida en que los utilizamos como conceptos en el lenguaje, que es la principal manera de comunicación. Lo femenino se asocia, usualmente, a lo dulce, lo suave, lo tierno, y lo masculino, a lo fuerte y a lo violento. Así de binario. Así de blanco y negro. Creo que ese tipo de dualidades, que nos acomodan tanto, solo nos encierran. Estamos acostumbrados a dividir las cosas en dos, cuando en realidad el espectro es mucho más amplio. Separar tanto, al final, es un pensamiento flojo y hace mal al sentimiento y a la acción, porque nos quita posibilidades. Muchas veces, además, aunque alguien tenga clara su categoría, no se siente representado por los roles que supone esa categoría o los que han sido impuestos como tal por la sociedad. Yo empecé a hacerme estos cuestionamientos recién en la universidad, pero me he dado cuenta de que por tener un cuerpo más grande –soy alta y ancha de espaldas– me pasa seguido que cuando estoy haciendo ejercicios de improvisación en danza automáticamente asumo roles más masculinos, o que hemos aprendido a asociar a lo masculino. Tomo a mis compañeras y las guío, porque de por sí mi cuerpo es más envolvente. Y así mismo, las veces que me topo con cuerpos más grandes es todo un viaje. Estos ejercicios han sido parte fundamental de mi búsqueda, porque he podido descifrar que la danza de por sí –la clásica, al menos– es totalmente hetero normada y tradicional; los dúos son entre hombres y mujeres, la mujer siempre baila primero y los hombres hacen movimientos bruscos, con muchos saltos. Pero a su vez existe en la danza una posibilidad de transformación, porque el cuerpo pasa a ser un vehículo y la herramienta principal.

Creo que aceptar mi cuerpo y la manera de enfrentarme al otro ha sido un proceso largo que tiene que ver con mi trabajo y las distintas terapias a las que he asistido. Durante mucho tiempo tuve inquietudes, pero estaba en una heterosexualidad normativa obligatoria, y por eso puedo decir que mi descubrimiento y desarrollo personal se están dando en el último tiempo. He podido definir ciertas cosas, pero también desdibujar concepciones que tenía muy interiorizadas y que ahora no me acomodan. Me pasa eso con los cánones de belleza y los comportamientos impuestos. Supuestamente hay modelos a seguir, en todos los ámbitos, y cuesta salirse de eso cuando has crecido bombardeada por estímulos que refuerzan esos cánones, tanto en la televisión, en el cine, en los medios de comunicación y la publicidad. Estos estereotipos implican un nivel de opresión y solo han generado insatisfacción en las personas. La mayoría de las mujeres, y me incluyo, nos sentimos inseguras y hay partes de nuestros cuerpos que no nos gustan. No logramos sentirnos conformes y caemos en estados de ansiedad y frustración, imposibilitando el desarrollo del amor propio. Lo fuerte de los cánones es que están ahí puestos como un ideal, y todo lo que no se parezca a eso queda afuera. Si eres más flaca, eres más linda. Si tienes la piel más lisa, eres más linda. Además

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Vestido, $99.990.

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3. 1. Polerรณn, $59.990. 2. Aros, $44.990. Collar de perlas, $39.990. 3. Vestido, $269.990.

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“Gracias a la danza –que de por sí hace que uno circule por espacios, superficies y sensaciones–

me he permitido transitar dentro de mi propio cuerpo y entre una categoría y otra”.

hemos aprendido a asociar, erróneamente, la belleza a la buena salud. Y creemos que de ser más saludables, automáticamente deberíamos ser más bellos. Es curioso, porque cuando la salud afecta la apariencia, ahí nos preocupamos. Pero de la salud mental no pareciéramos estar tan atentos. Creo que los cánones no han cambiado, solo han cambiado las estrategias de marketing que se apropian de ciertas causas. Generalmente cuando se hacen campañas con modelos XL, la modelo tiene cintura y sigue los cánones de belleza hegemónicos igual, aunque sea de talla grande. Y es triste, porque esto no se limita al mundo de la publicidad, sino que se infiltra en todos los ámbitos de nuestras vidas. Hace unos meses empecé a tomar clases de voguing en House of Keller, un baile contestatario que surgió en la escena nocturna queer de Nueva York. Ha sido una oportunidad para relacionarme con un mundo fluctuante, que está menos encasillado, y que busca definirse desde otras dimensiones. Este baile tiene una fuerza superior y es una manera de resistencia política, en el que todes tienen un lugar. Reconozco que he

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malgenerizado, que es asumir que un otre es de un género determinado, a compañeres, y que he pasado a llevar, pero he aprendido que el cambio, que a veces nos cuesta tanto, tiene que ser a su vez profundo y también muy simple; es desde la acción, desde el lenguaje y el pensamiento. Como parte de mi desarrollo personal he aprendido también a deconstruir los afectos. En mi heteronormatividad anterior monopolizaba el cariño y el amor con la pareja, pero ahora que me relaciono desde otras maneras que no son solamente a través de un pololeo convencional, empecé a exacerbar la importancia de las amistades, y encontré ahí un lugar de afecto, cariño y amor. Se me abrió un mundo y pude ver cómo los constructos sociales del sistema patriarcal penetran hasta en la forma de vincularse. Es increíble pensar que hay gente que nunca se ha cuestionado esto o que no ha podido hacerlo. A veces siento miedo de ser juzgada, pero no me imagino cómo es ser alguien que no tiene los privilegios que yo he tenido y que se siente juzgada desde otros lugares. En gran parte por eso la manera en la que me relaciono actualmente con otros es desde el respeto. Me he dado cuenta de que muchas veces buscamos lugares que nos hagan sentir cómodos, pero quizás esa comodidad realmente está relacionada o surge desde un miedo. Por eso es necesario saber que independiente de la categoría, es válido transitar en distintas dimensiones o aceptar que otros lo hagan. Asumo que a lo largo de mi vida probablemente he pasado a llevar las libertades de otras personas, y es justamente por eso que ahora intento ser consciente de que hay tantas verdades como realidades. Creo que uno siempre puede avanzar y mejorar. Y por eso me exijo ser más respetuosa y amable conmigo misma y con el resto, en las casas, en el trabajo, en las relaciones y amistades. Porque es ahí, en los espacios que habitamos, donde tiene que surgir el amor”. Luisa Peña (25) es bailarina de danza contemporánea y parte del colectivo Indumotora Hambruna.



REPORTAJE

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Los números rojos de una vida verde Por Greta di Girolamo y Consuelo Lomas • Ilustración Sofía Valenzuela

Según un informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, organismo dependiente de las Naciones Unidas, Chile es considerado altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, y es quizás por esto que desde que se publicó el último reporte del IPCC, en 2014, hemos visto un aumento sostenido en la conciencia verde de los chilenos. Pero a pesar de que efectivamente reciclamos más que hace cinco años –según cifras del Ministerio del Medio Ambiente, en Chile se reciclan cerca de tres millones de toneladas anuales-, las prácticas individuales de sustentabilidad están lejos de ser suficientes para cambiar el curso de las cosas. Cuando Ulrike Broscheck, ingeniera en química ambiental, experta en gestión hídrica y subgerenta de Sustentabilidad de Fundación Chile, vio a la ministra Carolina Schmidt salir de la ducha envuelta en una bata blanca diciendo: “La escasez de agua es uno de los problemas más graves que tenemos en Chile hoy y una de las consecuencias del cambio climático. Cuida el agua. Súmate a

esta campaña y dúchate en 3”, no lo pudo creer. Era la propaganda televisada del Ministerio del Medio Ambiente con la que el Gobierno hacía un llamado a las personas que viven en Chile a reducir el tiempo de sus duchas para ahorrar agua en un contexto de sequía nacional y cambio climático mundial. “Es ridículo”, dice Broscheck, quien es parte de un equipo de expertas y expertos que llevan años trabajando en temas relacionados al agua. El año pasado publicaron el estudio “Radiografía del agua”, en el cual explican el estado y los problemas asociados al recurso hídrico en el país. Una de las cifras que recoge la publicación es esclarecedora al momento de entender por qué no le pareció la campaña gubernamental: en Chile, del total de aguas subterráneas, superficiales y de lluvia, solo un 2% es utilizada para el consumo doméstico. Y de ese porcentaje, la mayoría corresponde al agua que se usa en la lavadora de ropa, no en la ducha. La gran parte del agua se consume en otros sectores: 37% por el sector agrícola y 59% por el

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forestal. Como si fuera poco, el 17% de la escasez hídrica se debe al cambio climático, mientras que el 44% es por una mala gestión del recurso que incluye falta de transparencia del mercado del agua, descoordinación de las instituciones, información limitada sobre los recursos hídricos, fiscalización insuficiente y un marco normativo inadecuado. “Con o sin cambio climático íbamos a tener problemas. El cambio climático está acelerando el proceso, pero con este modelo de gestión de agua vamos derecho a la sequía”, explica Broscheck.

Si bien los expertos reconocen que las prácticas individuales como el reciclaje, la reducción del consumo de electricidad y de agua, o incluso el reemplazo de combustibles fósiles por fuentes renovables de energía en el transporte son señales de que nos dirigimos en la dirección correcta, están lejos de generar un cambio real en la detención del cambio climático.

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La paradoja del consumo sustentable Acciones individuales como tener menos hijos, ducharse menos tiempo, reciclar, reemplazar bolsas de plástico por bolsas de tela, apagar la luz, dejar de comer carne, llevar una vida más austera, plantar árboles y andar en bicicleta se han ido transformando en tendencia como medidas personales para combatir, o al menos no contribuir, al cambio climático. Julio Benavides, doctor en Ecología, profesor universitario e investigador de campo en el Amazonas, está convencido de la importancia que tienen estas acciones. “Lo que tenemos que hacer es reducir nuestra huella de carbono, o sea, reducir las emisiones de carbono que produces como persona, familia y sociedad y que contribuyen a los gases del efecto invernadero. La mayor contribución a la huella de carbono son el transporte, la alimentación y la energía que consumes en tu casa, por ejemplo con la calefacción”, explica. Con respecto a la alimentación, dejar de consumir alimentos con pesticidas, porque derivan del petróleo, y eliminar la carne, ya que su producción ha significado la tala de cerca del 90% de la Amazonia para la alimentación de vacas, que a su vez expulsan grandes cantidades de metano, uno de los gases del efecto invernadero. Y sobre la utilización de energía eléctrica, apagar las luces, usar ampolletas y electrodomésticos de bajo consumo energético y dejar todo desenchufado. Uno de los estudios que cita es el IPCC del Panel Intergubernamental de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. En su quinta versión, el documento asegura que “el comportamiento, el estilo de vida y el cambio


cultural tienen un alto potencial de mitigación en algunos sectores” e indica cuatro “acciones clave” de alto impacto que pueden tomar las personas para reducir su huella de carbono con su respectivo ahorro en emisiones de CO2: no tener un hijo adicional (59 toneladas), vivir sin automóviles (2,4 toneladas), evitar un vuelo transatlántico de ida y vuelta (1,6 toneladas) y comer una dieta basada en plantas (0,8 toneladas). Esas acciones son mucho más significativas que otras que a veces se promueven más, como disminuir el uso doméstico de agua o cambiar las ampolletas por unas más ahorrativas. Y es que muchas veces esta conciencia verde nos impulsa a cambiar nuestros comportamientos de consumo, a preferir productos que las empresas promocionan como ecológicos, sustentables o fabricados a partir de material reciclado, entre muchas otras etiquetas verdes que se asocian con toda clase de bienes. Después de todo, la compra es una forma de manifestar el apoyo a aquellas empresas que hacen un esfuerzo por cuidar nuestro planeta. ¿Pero, a quién estamos ayudando realmente cuando consumimos verde? A principios de los 2000, la compañía japonesa de autos Toyota lanzó al mercado mundial el primer modelo de vehículo híbrido de producción masiva. Rápidamente el Prius se convirtió en uno de los más vendidos, siendo su principal atributo el uso de una combinación entre combustible fósil y energía eléctrica. Sin embargo, este emblema del consumo sustentable ha dado origen a una serie de estudios que plantean una paradoja: al enfrentarnos a la posibilidad de consumir generando un menor impacto, la tendencia es consumir más. Desde la sociología este fenómeno se conoce como la brecha comportamiento versus impacto, y explica por qué, aunque nuestras intenciones sean positivas y el tiempo, recursos y esfuerzos invertidos para compensar el daño por contaminación al medioambiente sean altos, al contrastarlo con los efectos negativos reales de nuestras acciones el resultado sigue dando números rojos. Tu sustentabilidad no alcanza Desde Fundación Basura explican que si bien los esfuerzos que podemos hacer como individuos para mejorar la situa-

ción actual en temas de contaminación son claves, no lo son por las razones que muchos creemos. Según Macarena Guajardo, directora ejecutiva, al igual que lo que ocurre con otras causas sociales, en temas de cuidado medioambiental existe un grupo de individuos muy comprometido con la causa. Generalmente se trata de activistas o personas altamente involucradas e informadas que aplican las prácticas de sustentabilidad en su vida personal de manera voluntaria. Luego hay un segundo grupo que no necesariamente está tan informado respecto al impacto de sus acciones en el medio ambiente, pero siguen al grupo cuyas convicciones son mucho más fuertes. Por último, hay un tercer grupo que no está informado, que no se interesa por el tema, pero que dado que los dos primeros han logrado generar cambios en la sociedad se ven envueltos y empujados a adoptar nuevas conductas más sustentables. En este sentido, todos tenemos una función dentro de esta estructura, y si bien las acciones individuales no son suficientes para compensar el daño que generamos en el medio, sí pueden ser efectivas atacando el problema desde otros flancos. Sara Larraín, directora ejecutiva de Chile Sustentable, cree en la importancia que tienen los hábitos personales, pero plantea que no se enfrenta de forma rápida y sustancial el calentamiento global con la urgencia necesaria. “Todas esas acciones implican un cambio individual que sumado tiene una escala importante, además ayuda a instaurar una cultura que es la que vamos a tener que adoptar. Pero si quieres rapidez y hacer una cuestión a escala, eso es lo mínimo. Para sacar grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera y hacerlo rápido no son esos los sectores que te van a vaciar la balanza. La señora Juanita puede seguir cambiando la ampolleta a led, pero lo que necesitamos es que asuman la responsabilidad quienes tienen la capacidad económica y técnica de hacerlo, que son las grandes empresas”, asegura Larraín. Y agrega: “Es muy importante ejercer una ciudadanía activa y consciente. Presionar a tu alcalde para que tenga una política más coherente con el cambio climático. Presionar a diputados y senadores. Salir a marchar en las calles en los Fridays for Future. No necesitamos únicamente a un consumidor preocupado de su agua y su luz. Ser un ciudadano consciente y activo es fundamental”.

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CAMBIO DE SISTEMA

La idea de que el esfuerzo individual no es suficiente para cambiar el panorama mundial ha agarrado fuerza de la mano de diversos grupos que exigen transformaciones estructurales, lo que se vio reflejado en la marcha masiva del pasado 27 de diciembre, donde una de las consignas fue “Ya no basta con reciclar”. Una de las organizaciones que estuvieron a la cabeza de la convocatoria es la Cumbre de los Pueblos, que reúne a 180 organizaciones sociales de Latinoamérica y celebró su primer encuentro en 2005 en Argentina. Alejandra Millán, integrante de la mesa de Coordinación de la Cumbre de los Pueblos, pregrado en Desarrollo Social y Económico y magíster en Ciencias Ambientales y Gestión, reflexiona sobre el tema. ¿Cuál es el papel de las personas en esta pelea contra el cambio climático? Los cambios sociales se generan cuando las comunidades, los pueblos, la sociedad se levantan y hacen las demandas. Primero tenemos que tomar conciencia del impacto que está teniendo el sistema en nuestras vidas y en la humanidad. Segundo, manifestar ese descontento para que se modifique el rumbo. También tenemos que tomar decisiones éticas y coherentes en nuestros hogares y en nuestros espacios de trabajo. Hay que tomar conciencia de lo que realmente está pasando, de que tenemos que buscar alternativas y de que la participación es fundamental para enriquecer las miradas. Cuando solo miras el interés del bolsillo, te olvidas del impacto de las personas.

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¿Qué opinas respecto al foco que se ha hecho en las responsabilidades individuales sobre el calentamiento global? Si bien todo el mundo aporta un granito de arena, la gran crisis que vivimos es por el modelo económico imperante. Chile en particular tiene un modelo muy centrado en el desarrollo económico, en que el aspecto empresarial tenga posibilidades de desarrollo y en la privatización de los bienes comunes. Son las empresas las que hacen un alto consumo en los distintos sectores, de energía, de agua, y se les da prioridad para desarrollar sus actividades en desmedro del impacto que puedan generar. Tenemos un modelo extractivista; nuestra economía se basa en los bienes de la naturaleza que se sacan sin considerar la recarga ecológica de los sistemas naturales, y sacamos recursos naturales a una velocidad mayor de la que el ecosistema es capaz de soportar. Cuando vemos gráficos de consumo eléctrico, el uso residencial de la energía es como un quinto de lo que utilizan el comercio, la minería, la industria del transporte. ¿Para ustedes el calentamiento global es una consecuencia del fracaso del sistema neoliberal? El cambio climático es una alarma que indica que el sistema no está funcionando. Y tenemos que ser muy conscientes de que el impacto mayor se produce en las poblaciones más vulnerables. Chile es uno de los países más neoliberales y estamos en contra del neoliberalismo. Pero si bien el neoliberalismo es agudo en el extractivismo, en priorizar la ganancia, en generar desigualdad, hay otros modelos no neoliberales que pueden ser igualmente

extractivistas, como por ejemplo China o Venezuela. Nuestro desafío es encontrar un nuevo paradigma de sociedad en el que podamos vivir en equilibrio. Siempre va a existir el intercambio, el comercio, pero tiene que tener una ética, y creo que la crisis actual es que eso se ha perdido. ¿Hay ejemplos de este modelo alternativo? Pretender encontrar un sistema replicable para todos es iluso, porque cada país tiene hábitos distintos. Sí creo que es importante tener mayor gestión y gobernanza territorial. La globalización tiene sus beneficios, pero también hace perder la capacidad de las personas que están en un territorio en particular sobre ese territorio. Para mí es fundamental fortalecer los gobiernos locales y las comunidades más pequeñas. ¿Hay que volver a mirar a los pueblos indígenas? Totalmente. Existe una relación del territorio con la gente que habita esos pueblos que es distinta. Conocen las dinámicas del ecosistema y hay una mayor relación de comprender la importancia de los ciclos y respetarlos. ¿Qué opinas de la campaña por las duchas cortas? Justamente eso muestra que en Chile estamos en una sociedad que ha estado muy focalizada en el individualismo y en la que cada uno se tiene que rascar por sus propias uñas. Por eso es tan peligroso el discurso. Si bien uno puede aportar desde la ducha corta, no es la solución real. Este es un problema sistémico.



COCINA

Extra sabor Producción Paula Cocina • Recetas Gabriel Barahona Fotografías Carolina Vargas

Prohibido en algunas religiones, el cerdo tiene fama de ser una carne pesada y grasosa, pero actualmente sus cortes ganan terreno en la cocina y se posicionan como una alternativa saludable. Un estudio realizado por el Instituto de Tecnología y Alimentación (INTA), de la Universidad de Chile, en junio de este año arrojó que el filete, lomo centro, posta rosada, posta negra y pulpa pierna no sólo son cortes extra magros, sino que además son bajos en sodio. Versátil y sabrosa, esta carne se puede usar para preparar diversos platos, desde un clásico tomaticán o innovar con un sabroso arroz chaufa o un sorprendente filete a la piña.

Filete, lomo centro, posta rosada, posta negra y pulpa pierna en cubitos son los cortes de cerdo que se consideran extra magros. 46

Chaufa de cerdo (Para 4 personas) Tiempo de preparación: 30 min. Tiempo de cocción: 15 min. • 400 g de lomo de cerdo, cortado en trozos rectangulares pequeños • 1 taza de arroz blanco cocido sin sal • 3 huevos • 2 dientes de ajo picados • 1 cucharadita de jengibre rallado • 1 taza de verduras primavera • 3 limones sutiles exprimidos • 1/2 taza de cebollín picado finito • 6 cucharadas de salsa soya • 3 cucharadas de aceite de sésamo • Hojas de cilantro • Sal 1. Batir los huevos con sal y pimienta, para luego en un sartén freírlos. Cortar en pedacitos y reservar. 2. En un wok sofreír con aceite de sésamo el ajo y el jengibre. Agregar el lomo con sal y sellar hasta dorar. 3. Incorporar al wok el arroz blanco y saltear junto a la carne por 5 min. Luego agregar los vegetales primavera, el cebollín, la soya y el jugo de limón. Revolver.

Corte sugerido: lomo centro


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Tomaticán (Para 4 personas) Tiempo de preparación: 35 min. Tiempo de cocción: 25 min. • 400 g de pulpa de cerdo cortada en trozos grandes • 5 tomates cortados en cubitos • 2 cebollas blancas cortadas en trozos grandes • 2 zanahorias cortadas en cubitos • 2 dientes de ajo picados • 2 tazas de choclo desgranado cocido • 1 cucharadita de orégano • 1 cucharada de azúcar rubia • 1 cucharadita de comino • 1/2 taza de pisco • 5 papas peladas y cortadas en cubitos • Sal y pimienta 1. Hacer un sofrito con la cebolla, el ajo, las zanahorias y los aliños. Incorporar a la olla los tomates y el choclo; cocinar por 5 min. Agregar el pisco y el azúcar y dejar reducir por 10 min. Rectificar sal. 2. En una sartén sellar los trozos de pulpa con sal y pimienta por todos sus lados, hasta lograr un dorado uniforme. Incorporar los trozos de pulpa sellados a la olla y cocinar por 10 min. 3. Freír las papitas cortadas en cubitos, escurrir el aceite y salar. 4. Para montar: servir el tomaticán con los trozos de pulpa y a un costado las papas fritas en cubitos. Corte sugerido: pulpa de cerdo

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Un estudio del INTA arrojó que todos los cortes extra magros de cerdo, además, son bajos en sodio.


Los cinco cortes extra magros de cerdo son una buena fuente de proteína. Tienen entre 20 y 23 g por cada 100 g.

La receta de este cerdo a la cacerola con pastelera de choclo en Paula.cl

Cerdo a la piña con puré de zanahoria y maní (Para 4 personas) Tiempo de preparación: 25 min. Tiempo de cocción: 15 min. • 500 g de filete de cerdo cortado en 4 trozos grandes • 1 tarro de piñas en conserva cortadas en trozos (reservar el almíbar) • 1/2 cebolla blanca picada en trozos pequeños • 2 cucharadas de vinagre de manzana • 3 cucharadas de azúcar rubia • 6 zanahorias trozadas y cocidas • 1 taza de maní sin sal • 4 cucharadas de crema blanca • Sal 1. Sofreír en una sartén la cebolla y las piñas escurridas, hasta dorar. Incorporar el vinagre, el azúcar y 5 cucharadas de almíbar de las piñas. Agregar sal y revolver. Reservar. 2. Sellar los trozos de filete, una vez dorados agregar las piñas con cebolla. Revolver a fuego lento por 10 min. Reservar.Cortar los filetes en láminas gruesas y juntar con la mezcla de piñas. 3. En un bol poner las zanahorias cocidas, el maní y la crema. Procesar con una minipimer hasta lograr un puré de consistencia suave. Rectificar sal. Servir el puré de zanahorias y por encima el filete con la piña. Corte sugerido: filete de cerdo

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LECTORAS

| Hablemos de amor

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Disfrutar de la soledad Por Constanza Cabezas en conversación con Victoria Misito

S

iempre me he desenvuelto en un ambiente conservador. Crecí con una percepción de las relaciones super tradicional. Pretendía conocer al amor de mi vida, casarme y ahí perder mi virginidad. Mis papás no me lo pedían pero era un ‘ideal establecido’.

Mi primer pololo fue a los 24 años. Creo que me demoré porque idealizaba mi vida en pareja y me cerraba a cualquier posibilidad que no fuese perfecta. Con Felipe primero fuimos amigos. Recuerdo lo que tuvimos con mucho cariño y no me arrepiento para nada de haber perdido mi virginidad con él. Estuvimos juntos tres años, hasta que me di cuenta de que no era la persona con la que quería pasar el resto de mi vida. Y sentí que era el siguiente paso, porque sus amigos planeaban casarse y los temas de conversación giraban en torno a eso. Colapsé y decidí terminar. Cuatro meses después conocí a Ian. Lo vi y sentí que él era ese amor que llevaba tanto tiempo esperando. Me enamoré profundamente y, pese a que tuviese algunas cosas que jamás hubiese aceptado en otras personas, estaba convencida de que él era el indicado. Sin embargo, ese sentimiento no era mutuo. Creo que terminé forzando mucho la relación, ya que naturalmente no fluía. Él era muy distinto a mí, tenía otro tipo de intereses, y esas diferencias comenzaron a pasarnos la cuenta. Terminamos y se me vino el mundo abajo. Después de seis años de estar en pareja tuve que enfrentarme a la soltería, y lo que más me dolía era hacerlo a mis 30 años. Sentí que estaba contra el reloj y que no quedaban más hombres en el mundo. La mayoría de mis amigas tenían su vida resuelta y a mí se me derrumbaba mi proyecto. Me pasó que hasta empecé a compararme con mis amigas más chicas e incluso con mi hermano, quien con solo 25 años se estaba comprando una casa con su pareja.

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Obviamente me arrepentí de terminar y le pedí a Ian volver, no quería estar sola. Hoy agradezco que él no lo haya aceptado. Me vino una angustia muy grande y decidí ir a terapia. Me acuerdo que el resto de la gente me decía que aprovechara ese momento para preocuparme de mí y conocerme, pero yo no sabía qué significaba eso. Sigo trabajando en superarlo. Fueron meses intensos y difíciles. Me sentí muy perdida pero de a poco fui agarrando fuerzas, porque lo sentí como una lucha, y empecé salir a adelante. Cuando estaba un poco mejor agarré mis maletas y me fui sola a México. Nunca había hecho algo así y tenía pánico. No era que me diera miedo que me pasara algo, me preocupaba enfrentarme a esa soledad forzada. Estando allá me cambió el panorama. Me di cuenta de que todos mis temores eran barreras impuestas e inventadas por mí. Me relajé y empecé a disfrutar. Una de las cosas que más me atormentaban, y puede sonar bastante ridículo, era sentarme a comer sola en un restaurante, ya que lo veía como el clásico ejemplo de la soltería; sin embargo, lo hice y no pasó nada. Nadie me miró extraño y tampoco me preguntaron si estaba esperando a alguien. Ahí aprendí a gozar de mí misma. Sentí un profundo arrepentimiento de haber vivido siempre tan programada, con el foco en el futuro, y de no haber aprovechado los beneficios y bondades de tener tiempo para uno. Cuando estaba en pareja era muy entregada y volcada hacia el otro. Ahora me siento mucho más tranquila y segura de mí misma. Tampoco es que esté negada a conocer a alguien, pero sí me sirvió para darme cuenta de que hay otras formas de amar, que se puede tener sueños y objetivos propios. Constanza Cabezas tiene 30 años y es arquitecta.


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| Hablemos de maternidad

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Mi hijo es autista Por Paula Blanco en conversación con Manuela Jobet

uando mi hijo mayor nació, lloraba día y noche. A los seis meses nos encontrarmos con alergias alimentarias –que pudimos sacar adelante–, pero un día una gastroenteróloga nos dijo que tenía una mirada extraña, como que no estuviera acá.

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Realizamos exámenes neurológicos y todos salieron normales. Cerca de cumplir los dos años, en vez de hablar hacía ruidos extraños, jugaba en círculos y dejó de mirarnos. Eso nos impulsó a llevarlo a un neurólogo, que nos dio la noticia: nuestro hijo era autista. Me dio risa nerviosa y le pregunté: ¿qué hay que hacer? Ahí recibí las respuestas y consejos más sabios que he escuchado: “Su hijo es brillante, y vamos a estimular ese cerebrito a pura terapia. Él necesita padres valientes y comprometidos que crean en él. Si lo conseguimos, podríamos tener en frente al próximo Einstein, pero de no hacerlo también podríamos tener a Aníbal Lecter”. Su humor e ironía hicieron que inmediatamente decidiéramos trabajar. Me recomendaron talleres y especialistas para vivir el duelo. Ahí sentí pánico, pero me explicaron que debía hacer el duelo por tener un hijo enfermo, distinto, que nunca va a ser como lo esperado. ¿Pero qué es lo esperado? Empecé a estar con gente que apenas abría la boca lloraba, gente que tenía a su hijo medio escondido. Y dije no, yo disfruto cada segundo con este niño, me enojo igual que cualquier mamá con sus hijos. Yo no le tengo lástima. Lo que escuchas al recibir un diagnóstico lapidario ayuda a la decisión que tomas para afrontarlo. Y a nosotros se nos presentó un desafío, no un problema. Estábamos exhaustos, pero hice todo lo que me habían advertido no hacer.

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Los autistas son hipersensibles a ciertas superficies, aromas, colores, ruidos, y se sugiere tener siempre respeto por esto. Yo no lo tuve. Lo comencé a llevar a ferias para que sintiera sus olores, a ruidosos cumpleaños, y comenzamos a movilizarnos en micro, metro y bicicleta. Me pedían que lo anticipara, que le avisara los planes que teníamos unos días antes para que no entrara en estrés. Nunca lo hice, porque la vida no te anticipa ni para la felicidad ni para la desgracia. No quería un bebé en una burbuja, quería un niño normal. Ahora, además de estudiar, tiene obligaciones como hacer aseo y ordenar. Un autista tiene una memoria extraordinaria. Puede recordar paisajes, aromas y situaciones como si llevara una fotografía del lugar en su cabeza. Por lo mismo se hace fácil enseñarle modales, higiene personal, rutinas. Con mi marido nos quedamos embarazados de nuevo, y nació el mejor hermano terapeuta del universo. No le respeta su autismo y lo obliga a vivir la vida. Mi hijo va al colegio, tiene amigos e incluso está enamorado. Aún habla poco, tiene un tono de voz alto, algo monocorde, y fija la vista con dificultad. Sabe que es autista y él mismo lo señala. Su diagnóstico ha mutado; la pronta estimulación y el no dejarlo solo en manos de los especialistas, sino trabajar en la casa, ha rendido frutos. Si bien se comunica, a veces ‘aletea’ cuando algo le parece genial. En esas situaciones yo le digo: “Hijo, está muy bien que aletees, pero tengo miedo que salgas volando”. Él se ríe y deja de hacerlo. Quiere estudiar programación de videojuegos, vivir solo, tener un auto verde. Estoy segura de que lo va a lograr. Paula es actriz y da charlas sobre trastornos en el desarrollo.



MERCADO

Inspiración amazónica

Se amplía el círculo

Nueva colección

La nueva colección Light Alpaca de Kuna está inspirada en la Amazonia peruana. Las prendas de esta colección están elaboradas con fibras selectas de alpaca y seda, otorgando ligereza y frescura.

Dada la buena acogida del Círculo de Arquitectos Bosch, ahora se suman los diseñadores. Un imperdible para quienes les gusta estar a la vanguardia, informados y conectados con sus pares.

Desde lugares tan remotos como el lejano salar de Coipasa, hasta las típicas ciudades de Chile, surge la inspiración de la nueva colección de calzados primavera/verano 2020 de Agua de Coco.

kunastores.com

bosch-home.cl

@aguadecoco_chile



VITRINA

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VITRINA

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ORÁCULO

Sé el balance entre dos fuerzas Texto Ariel Richards • Ilustración Gertrudis Shaw

Observa: Tus deseos. Así como si fuera una materia escolar que tienes que aprender, estúdialos y comprende tus necesidades. Escucha: A tu familia, a tus papás y a tus amigas, pero también –y sobre todo– escúchate a ti misma. Ama: El rigor. Es una de las herramientas más poderosas para construirnos un kit de autoexploración responsable. Respeta: A tus compañeros y parejas afectivas como si se tratara de ti misma.

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Esta semana, con Mercurio dominando el panorama estelar, el Oráculo señala una carta de conflicto entre dos fuerzas: la tradición y la innovación. Se trata de Nadia, la estudiante musulmana de la serie Elite. Ella vive en tensión desde el primer día de clases en su colegio nuevo, donde la obligan a quitarse su hiyab, que marca su herencia religiosa y cultural. Nadia es sumisa y contenida. Deja pasar oportunidades amorosas y vive una vida recatada. Esto hasta que su hermano, que representa el amor libre, le remueve su sistema de creencias diciéndole que él, a diferencia de ella “no es un pedazo de hielo”. Así entiende que debe derretirse, dejarse fluir y comienza a experimentar voluntariamente. Sale a fiestas, se maquilla, indaga su sexualidad. La tensión de esta carta está gobernada por el miedo. Nadia es una joven considerada que no quiere faltarle el respeto a sus padres, pero también quiere ser joven y amar. Por esto es una buena oportunidad para pensar las relaciones cuando hay dos sangres que tiran. No es casual que el otro planeta que rige esta semana sea Venus, que representa el deseo. ¿Cómo lidiar con esa fuerza versus la de la tradición? El llamado es a encontrar un balance. En el caso de Nadia, entre obedecer y desobedecer. Entre cuestionar o no lo que sentimos. Para esto, la brillante alumna de Las Encinas nos propone la autoexploración responsable. No olvidemos que somos autoras de nuestro propio relato y nadie más que nosotras puede escribir nuestras vidas.




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