Paula domingo 11 de agosto de 2019

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NUEVOS COMIENZOS

juntas somos mรกs










EDITORIAL

Las lectoras se toman el papel

Es un orgullo para nosotras ser parte de Paula, porque es indiscutible que a lo largo de su historia la revista ha sido un referente para las chilenas. También ha sido testigo y parte de importantes cambios sociales y de cómo –a pesar de que aún quedan muchos muros por derribar– hemos ido ganando espacios y protagonismo. Por Equipo Paula

Este nuevo comienzo no es borrón y cuenta nueva, todo lo contrario. Porque se basa en el trabajo de todas las mujeres que han sido parte de la revista a lo largo de cincuenta y dos años. Nos gustaría agradecer en especial al equipo fundador; un grupo que se aventuró, con arrojo y humor, a hablar de lo que todas conversaban, pero ninguna se atrevía a decir. Ellas son hoy nuestra gran inspiración. En el último año, quisimos abrirnos a una conversación nueva, a una conversación diaria. Y construir un diálogo invitándolas a formar parte de los contenidos que desarrollamos en Paula.cl. Sus historias, que nos hicieron reír, llorar y emocionarnos, se convirtieron en el espíritu de este proyecto. Porque fue gracias a que ustedes se atrevieron a compartirlas que logramos este espacio en el que todas estamos conectadas. A diario. De lunes a domingo. Camino al trabajo. Cuando empieza o termina el día. En todo momento. Más que una revista para mujeres, Paula es un medio hecho por mujeres. Y los tiempos han cambiado: somos mucho más que papel. Es por eso que decidimos tomar la oportunidad que nos presentan las plataformas digitales y las redes sociales para que tengamos un canal directo de comunicación. El rol de la mirada femenina es abrir nuevas conversaciones, nuevos espacios. A partir de ahora serán sus experiencias, preguntas e inquietudes las que darán vida a nuestros contenidos. Incluso sus rostros serán los protagonistas de las páginas de moda, porque iremos más allá de los cánones de belleza que no nos representan. Como toda historia, la nuestra no está exenta de errores. Pero ya no contribuiremos a los estereotipos. No es sano. No es real. En esta nueva etapa, Paula es un proyecto colectivo del que todas las mujeres estamos a cargo. Como equipo, probablemente nos equivocaremos en el camino. Es por eso que les pedimos que no dejen de escribirnos. Y es que tenemos la convicción de que es la diversidad de puntos de vista y experiencias lo que nos ayudará a todas a enfrentarnos a nuevas perspectivas e ideas. A romper nuestras propias barreras. Estas páginas son suyas. Son nuestras. Porque juntas somos más.

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EQUIPO

El sketch de la semana

- ¿Te acuerdas cuando estaban de moda los pitillos? Por Carola Josefa

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Escríbenos a

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Director de La Tercera José Luis Santa María Directora de revistas Andrea Eluchans Editora general Sofía Aldea Subeditora Manuela Jobet Editora Paula Cocina Ariel Richards Periodistas Constanza Espinoza, Andrea Hartung, Consuelo Lomas, Victoria Misito, Patricia Morales, Emiliana Pariente, Francisca Urroz, Alejandra Villalobos Dirección de arte Silvia Caracuel Editora general de diseño Fernanda Dagorret Diseño Sibila Pollmann, Sofía Valenzuela Producción Magdalena Chahín, Magdalena Mendía, Dominga Sivori Fotógrafos Nicolás Abalo, Rodrigo Cisterna, Alejandra González, Jaime Palma, Juan Pablo Sierra Corrector de textos Gabriel Reyes Gerenta de ventas red femenina Ximena Borrowman Ejecutivas de ventas Constanza Plá, Andrea Sanhueza Gerente general y representante legal Andrés Benítez Pereira Impresión A Impresores S.A., que actúa solo como impresor

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11 de agosto 2019

Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Fono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.





BREVES

La semana

Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.

Lo que tienes que leer #ESPECIALTRABAJOSEXUALVIRTUAL Venden fotos, gifs y videos eróticos. Ofrecen videollamadas por Skype, membresías por WhatsApp y performances por webcam. Sus principales vitrinas son Instagram, Suicide Girls, Cam4 y Patreon. Viven de la autogestión, muchas se consideran feministas y están ad portas de presentar un proyecto de ley para regular el trabajo sexual físico y virtual en Chile. ¿Es una decisión libre ser trabajadora sexual? Súmate a la discusión en nuestras plataformas y redes sociales.

_ Lo más comentado

¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos

#HablemosDeAmor: Mi ex, un descanso de mi rutina #Crianza: Depresión posparto

#HablemosDeMaternidad: Cómo mi mamá crió a una hija enferma

_Lo estamos trabajando Para nuestra próxima edición estamos investigando la mercantilización del feminismo y el uso de causas sociales como herramienta de marketing para el mercado. Si tienes sugerencias escríbenos a

hola@paula.cl

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MODA

Los elegidos

Por Dominga Sivori Foto Alejandra González

Los tonos fuertes son una excelente alternativa para media estación. Abrigo Esprit, $84.990

Bufanda, disponible también en verde, coral y degradé. Rapsodia, $29.990

Crop jeans Zara, $ 25.990

De caña alta y cuero, estas zapatillas son un clásico fácil de combinar. Converse, $37.990

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Por Dominga Sivori Foto Alejandra Gonzรกlez

Con un par de zapatos bien elegido basta. Mango, $34.990 .

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BELLEZA

Lo que tienes que probar

Pétalos de rosas Texto Constanza Espinoza Producción Magdalena Mendía Foto Alejandra González

Las rosas fueron la mayor pasión de Josefina, la primera esposa de Napoleón Bonaparte. De hecho, su nombre de nacimiento y el que ocupó hasta conocer al militar francés era Rosa. En los parques del castillo de Malmaison hizo florecer más de 250 variedades que inspiraron a botánicos, naturalistas y artistas europeos de entonces, pero es una flor que no tiene época. Con alrededor de treinta y cinco millones de años formando parte de la naturaleza, son las flores más populares del mundo y las más vendidas durante febrero, el mes del amor.

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Sus especies no solo tienen un uso ornamental. Las infusiones de sus pétalos pueden aliviar los síntomas de un resfriado ya que contienen vitamina C y tienen un pigmento llamado antocianinas, con efectos antioxidantes. Además son bastante utilizadas en el universo de la repostería, la aromaterapia y la cosmética. La rosa es un ingrediente clave en productos antienvejecimiento debido a que estimula las capas más profundas de la piel y promueve la renovación de la dermis.Y su aroma siempre es capaz de evocar algo lindo.

LA VIDA EN ROSA

Piel hidratada: Las brumas de rosas son un buen aliado contra la resequedad y su aceite esencial es antibacterial y un excelente ingrediente para limpiadores faciales. Un poco de azúcar: Los pétalos de rosas azucarados se preparan con cuatro simples ingredientes: un vaso de pétalos comestibles, una clara de huevo, una pizca de sal y azúcar. Look natural: Para la maquilladora Luna Latuf las tonalidades rosas en el maquillaje transmiten femineidad y delicadeza. Recomienda diferentes tonalidades, que van desde los nude hasta otras más intensas, especialmente en labiales, sombras y rubores.



CLASIFICADOS

Qué - Cómo - Cuándo

Para ver Euphoria explora la generación de jóvenes norteamericanos nacidos después del 9-11. Drogas, depresión, amistad y ansiedad componen el adictivo cóctel de esta producción ambientada en un suburbio imaginario, que podría ser cualquier barrio del mundo. La narración se sustenta en un guion sólido y un despliegue visual extraordinario. Producida por el rapero Drake y protagonizada por Zendaya, también cuenta con la modelo trans Hunter Schafer, que hasta entonces nunca había actuado. ¿El consejo que le dio el creador de la serie? “Siente todo”. Y eso es lo que nos pasa al verla. Euphoria (2019), HBO GO.

El segundo capítulo de 7 Days Out nos sumerge en la exigente y estresante reapertura de Eleven Madison Park, uno de los restaurantes más premiados de Manhattan y del mundo. Siguiendo la entretenida narrativa de esta serie documental que cuenta cómo se viven los 7 días previos a importantes eventos como la exposición canina de Westminster o el desfile de alta costura de Chanel, en este capítulo el chef Daniel Humm y el restaurador Will Guidara preparan los detalles para la reapertura del lugar y muestran los contratiempos sufridos para lograrlo. 7 Days Out (2018), Netflix.

El boeuf bourguignon de Los Canallas

Para leer

Lunes a viernes de 8:00 a 13:00. Sábados y domingos de 11:00 a 17:00.

Este colectivo argentino funciona como taller de impresión y edición artesanal. Su corazón es una prensa tipográfica de 1905 que imprime desde Parque Chacabuco, en Buenos Aires. Más que una imprenta, Rescate se define como un espacio de pensamiento y materialización gráfica en torno a la palabra y el sentido humano. Imperdibles son sus afiches, libros reeditados de Ulises Carrión y sus cuadernos para escribir poesía.

@loscanallaschile

@imprenta_rescate

Por Francisca Urroz

Abierto hace tres meses, en un pequeño local en Holanda, Los Canallas ya se llena a la hora de almuerzo y los franceses residentes en Chile se han pasado el dato. ¿La razón? Comida francesa a buenos precios. Georges Droin y Thomas Gentili querían democratizar la comida de su país y por eso todos los días el chef Sebastián Llanos (ex Baco) prepara un menú diario por $6.000, el que puede incluir ostras de entrada o un coq au vin (estofado de pollo) como plato de fondo. Vale la pena probar el boeuf bourguignon o el boeuf strogonoff (ambos $5.400), acompañados de una sopa. Ojo con la terraza interior y la carta de noche, donde los quesos y las tapas se toman el local. Avda. Holanda 55, Providencia

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GUÍA

Aprender para no depender

Vivir sin redes sociales Texto Alejandra Villalobos y Patricia Morales Ilustración Sofía Valenzuela

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El año pasado Instagram y Facebook incorporaron una serie de herramientas para que los usuarios administren el tiempo que les dedican. “Es nuestra responsabilidad hablar abiertamente sobre cómo esto afecta a las personas”, dijo la directora de asuntos públicos de Facebook en España y Portugal, Natalia Basterrechea. El problema es que muchos usuarios han declarado que en vez de pasar menos horas conectados, esto solo les ha servido para ser más eficientes y ver más contenidos. Además, hace unos meses se filtró que Instagram está probando la opción de ocultar los likes con el objetivo de reducir la sensación de competencia. Con esto se busca que los seguidores se concentren en lo que se comparte, no en el número de ‘me gusta’. Si las mismas redes sociales comenzaron a cuestionar su uso ¿deberíamos nosotras hacer lo mismo?

¿Adicción? La dependencia a las redes sociales todavía no está tipificada como una adicción (no así el uso problemático de los videojuegos, que ya está diagnosticado como trastorno por la OMS). Frente a esta interrogante, el psicólogo Cristóbal Hernández explica que no existe un límite de tiempo recomendado para estar en redes sociales o utilizar internet, ya que lo que se considera problemático no es el tiempo de uso sino más bien las secuelas negativas asociadas. “Es claro que las consecuencias van a aumentar cuando el tiempo que se pasa es mayor”.

Minimalismo digital Dejar de deslizar el teléfono por costumbre o consumir atracones de información irrelevante en favor de actividades de ocio como juegos de mesa, deporte, clubes de lectura o aprender a arreglar o construir algo cada semana. definición del profesor de informática de georgetown, cal newport.

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45% de la población mundial usa redes sociales, lo que equivale a 3484 millones de usuarios activos. De ellos, 3256 millones acceden por medio de sus dispositivos móviles y pasan un promedio de 2,42 horas diarias en ellas.

TRES APPS PARA DESCONECTARSE

Flat Tomato: permite desconectarse de las aplicaciones por 25 minutos y tener pequeños descansos de 5 a 15 minutos. (Gratuita y solo disponible para dispositivos iOS).

Forest: cuantifica la desconexión en forma de bosques virtuales. Cada 30 minutos, en que se bloquean el resto de apps, harás crecer una semilla. (Gratuita y disponible para iOS y Android). Flipd: tiene la opción de desactivar las notificaciones de todas las redes sociales y permite solo hacer llamadas de emergencia o pedir Uber o Cabify. (Gratuita y disponible para iOS y Android).

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¿Qué tan ‘adicto’ eres a internet? Revisa en nuestra web la adaptación chilena del test desarrollado por Kimberly Young en Estados Unidos.

“Renuncié a las redes hace un año, y soy feliz” “Era invierno y estaba oscuro. En general, mi pololo se levanta a las 6:30 a.m. y yo, entre las 8:30 y 9 a.m. Mientras él se vestía me vi mirando las cuentas de Kel Calderon y la Kim Kardashian, en lugar de descansar. En ese momento dije: ‘esto no está bien’. Lo primero que pensé fue por qué estaba viendo a esas personas. Qué me importaban. Ahí me di cuenta de que eso es parte de lo que pasa con las redes; te dan la sensación de que hay gente a la que debes seguir. A mí esa idea no me hace sentido, y por eso decidí salirme. También por un tema de realidad e intimidad. Mis amigos de verdad saben de mi vida, no necesitan verme en una foto. En este año que llevo sin redes nunca me he sentido fuera de los temas de conversación, porque en general lo que se habla ahí está también en otras partes. Jamás he querido volver. Aunque cuando cerré la cuenta de Facebook me salió un mensaje que decía: ‘tranquila, todo va a estar acá’, nunca volví a entrar. En el caso de Instagram, eliminé la aplicación del teléfono y mientras hablamos estoy eliminando la cuenta. Listo. Oficialmente morí en redes”. Carmina Hernández, 32 años, abogada.



ESPECIAL PAULA.CL

Sueños

Cómo sueñan los ciegos Texto Manuela Jobet Ilustración Edith Isabel

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Revisa nuestro especial Sueños en Paula.cl

Cuando soñamos, las imágenes abundan. Las cosas que hemos visto durante nuestras vidas, las personas que conocemos o las que pasan por nuestro lado. Recuerdos, distintos colores, formas y figuras. Se estima que en el mundo hay mil trescientos millones de personas que tienen alguna deficiencia en la visión. En ese universo hay quienes nacen sin ver, quienes por alguna enfermedad o accidente han perdido la vista y quienes tienen severos problemas. ¿Pero cómo se construyen sus sueños? Según la II Encuesta Nacional de la Discapacidad, en Chile, del universo de 2.606.914 chilenos y chilenas adultos en situación de discapacidad leve o severa, el 11,9% presenta ceguera o algún tipo de dificultad grave. Álvaro Romero (61), profesor de computación y teléfonos móviles de la Corporación para Ciegos, es uno de ellos, y perdió la vista hace más de 30 años. Empezó viendo borroso. Y al poco tiempo se le nubló completamente la vista. Al comienzo, cuando manejaba tenía que frenar el auto y estacionarse a un costado de la calle o carretera mientras esperaba que el conjunto de nubes que le impedían ver se fuera. En esos segundos se iba a negro. Los colores e imágenes se desvanecían abruptamente, sobre todo cuando llegaba la primavera y los residuos de madera y alérgenos de las plantas le inflamaban la retina. Después de años de lidiar con esa incertidumbre visual intermitente fue diagnosticado con síndrome de Behcet, un trastorno poco frecuente que causa la inflamación de los vasos sanguíneos en todo el cuerpo. A esas alturas sus globos oculares estaban tan inflamados que la pérdida de la vista fue irreversible. Tenía 25 años. A pesar de lo que uno podría creer, Álvaro nunca ha anhelado volver a ver. Ni siquiera en sueños. Recuerda con alegría que en general sueña con vivencias cotidianas, llenas de los colores y movimientos que ya no puede percibir hace más de 30 años. “Los sueños que tengo son como mi historia de vida. Si aparezco yo, estoy siempre usando el bastón que me acompaña a todas partes. Sueño también con mis hijos, con mi mujer, que murió hace unos años, y sus caras son las que recuerdo cuando veía. En ellos no ha pasado el tiempo”, dice. Sí suele tener dos sueños recurrentes: el primero es que va manejando por la carretera y por algún motivo pierde el control del auto, empieza a andar en reversa o a moverse de un lado a otro. El segundo es que sube en un ascensor que nunca se detiene, sale del edificio y llega a las nubes. “Desde ahí lo puedo ver todo”. A diferencia de Álvaro, Guillermo Castillo (33), profesor de Literatura de la Universidad Católica, nunca pudo ver. Nació

prematuro y el exceso de oxígeno que recibió tras estar en incubadora produjo daños en su retina y en el nervio óptico. “La gente tiende a asociar la ceguera con el negro, y eso ha dado pie a un montón de prejuicios. Dicen que quienes no vemos vivimos en la oscuridad, en las tinieblas, cuando finalmente lo que veo es nada. Es vacío. Los sueños son reminiscencias del inconsciente que de alguna manera reflejan estímulos asociados a la capacidad sensitiva. Y como nunca he visto, mi cerebro no tiene información visual que generar”, explica. “A pesar de eso soy fanático de Harry Potter y de El señor de los anillos, y muchas veces he soñado con esos libros. Aunque probablemente mi representación es distinta; sé que Rivendel es un lugar hermoso, lleno de naturaleza. Si bien en el sueño no veo, soy capaz de construir sensaciones a través del ruido del río, de las voces de los elfos, de olores, de sabores. Como la construcción de mi realidad no es visual, mis sueños tampoco lo son”, explica. Los contenidos visuales de los sueños se producen por la activación de algunas áreas corticales donde se alberga la información de las imágenes. Por eso quienes tienen ceguera congénita no logran soñar con movimientos, ni colores, ni formas. Sus sueños están construidos a partir de sensaciones auditivas y táctiles, e incluso con algo de movimiento, experimentando la imaginería y la sensación de soñar a través de otros sentidos. Andrea Contreras, neuróloga del Centro del Sueño de la Clínica Las Condes, explica que lo que soñamos tiene estrecha relación con la corteza cerebral, es decir, la parte que se relaciona con las experiencias diarias que vivimos y se almacenan en el hipocampo. También participa el sistema límbico, parte del cerebro que controla las emociones. La artista Diana Camacho (44), quien tiene el síndrome de Marfan, una falla en la fibrilina y el colágeno que hace que todos sus tejidos sean más débiles, está viviendo el proceso de perder la vista. Tiene alta miopía y hace años se le desprendió la retina del ojo derecho. Actualmente depende de un lente de contacto que le permite ver de lejos, pero que se debe sacar cuando quiere mirar algo de cerca. “Tener baja visión hace que no seas ni chicha ni limonada, por eso vivo bastante frustrada. Cuando sueño no veo nítido, pero no siento mis limitaciones corporales. Es como observar las cosas desde otro plano, ya que la intensidad de la emoción me da otra mirada de la vida”, cuenta. “Cuando me siento deprimida duermo, y duermo, y es increíble cómo me ayuda. Mi mundo de los sueños es mucho más intenso y verídico que la vida misma, es más revelador. Sueño con colores, con bosques, con rocas de color terracota”.

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REPORTAJE

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¿Debo tomar la píldora? Texto Emiliana Pariente Foto Alejandra González

En la primera edición de Paula, Delia Vergara, periodista y fundadora de la revista, escribió un artículo revolucionario para la época en el que habló con franqueza respecto a la píldora anticonceptiva. En ese entonces había 213 955 usuarias en Chile, pero pesaban aún, y de manera evidente, los valores católicos que consideraban que tomarla era pecado. No se había hablado, hasta el minuto, abiertamente del tema. Dentro de los mitos, se creía que producía cáncer y que su uso temporal detenía la fertilidad de la mujer para el resto de su vida. Paula decidió hacer frente a esas dudas y temores, y concluyó que más que un método anticonceptivo la píldora implicaría una reivindicación social para las mujeres. Porque tomarla se trataba de un derecho a elegir por sobre sus cuerpos, como nunca antes se había podido. Cincuenta y dos años después son muchas las que están optando por dejarla. Algunas lo hacen por sus efectos secundarios, como cambios de humor, dolores de cabeza, aumento de peso, tensión mamaria, distensión pélvica, disminución de la libido, acné y riesgo de trombosis en pacientes propensas. Otras, por una tendencia global naturalista que busca alterar lo menos posible el sistema nervioso y endocrino con factores exógenos. Pero cada una tiene su historia. Por eso, lejos de invalidar los avances logrados en la segunda ola feminista impulsada en la década de los cincuenta y los sesenta –que llevaron a la eventual divulgación del uso de la píldora–, es ese mismo espíritu que vela por la mujer el que nos lleva a abrir, desde otra vereda, este debate. ¿Por qué, si somos sanas, la opción más común de anticoncepción es tomar una píldora hormonal diaria? ¿Por qué el cuidado ha recaído únicamente en la mujer? Y, si el argumento tiene que ver con que nosotras sufrimos las consecuencias, ¿cuáles son los costos, físicos y mentales, de ser la responsable de la anticoncepción? Porque de haberlos, la respuesta parece no ser del todo clara. Y si la ciencia no ha abor-

dado estas inquietudes, vale la pena preguntarse si le han dado la importancia que merece. Testimonios hay. Y estudios también, aunque la mayoría han sido descartados por el discurso médico-científico dominante. Lo cierto es que el escenario ha cambiado desde los años noventa, cuando había más de 20 millones de mujeres en el mundo que tomaban la píldora y esta era considerada un ‘lifestyle drug’. Es decir, una pastilla mágica que además de satisfacer una necesidad básica de la mujer como la prevención del embarazo, promovía un estilo de vida lleno de beneficios. Christopher ChoGlueck, PhD en Historia y Filosofía de la Ciencia, y especialista en bioética y estudios científicos feministas, lo explica así: “Durante los noventa la píldora se normalizó igual o más que la televisión. Muchas jóvenes empezaron a tomarla por preocupación de sus padres o razones médicas. En poco tiempo se volvió un aliado de la cultura sexista y normativa en términos de género, y la mujer fue la afectada en todo sentido. Por un lado la libera, pero también sufre las consecuencias de una droga farmacéutica muy potente”. A principios de este año, un artículo en El País trataba el tema que en las millennials –mujeres nacidas entre 1981 y 1996– el uso de anticonceptivos hormonales había disminuido en un 5%. También explicaba que en España la píldora ya no es el método anticonceptivo más utilizado: solo un 17% de las mujeres sigue usándola, versus el 30% que prefiere el preservativo. Frente a esto, la sexóloga y ginecóloga Francisca Molero le dijo al medio: “La píldora, aun siendo un método muy seguro en la anticoncepción, ya no satisface las expectativas de muchas mujeres que ahora buscan una solución más natural. A veces el gran fallo de los profesionales es no tomar en cuenta las demandas sociales, que evolucionan”. Y es que en Europa y Canadá las cifras parecieran ser indicativas de una tendencia:

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A 52 años del primer número de Paula, en el que se habló de la píldora anticonceptiva, el tema sigue siendo relevante. La ciencia asegura que los efectos secundarios son leves, pero cada vez son más las mujeres que se preguntan si su uso ha tenido efectos en el desarrollo de sus mentes y sus cuerpos. 38


Lee en Paula.cl la primera versión de este reportaje, publicado en 1967.

en el Reino Unido un estudio del Servicio Nacional de Salud (NHS) concluyó que el uso de métodos voluntarios de contracepción, píldora incluida, había disminuido en un 13% entre el 2005 y el 2015; en Francia, en el 2013, el Ministerio de Sanidad desautorizó la comercialización de la píldora anticonceptiva Diane 35 después de asociarla a la muerte de cuatro mujeres, y en Canadá, un estudio realizado por la Society of Obstetricians and Gynaecologists estableció que si en el 2006 un 39% de las mujeres sobre los 30 años tomaba anticonceptivos orales, en el 2016 solo un 16% lo hacía. “Este tema tiene varias vertientes; por un lado se está gestando una nueva cultura, o anticultura, y por otro está la ética del autocuidado. Al ser un tema cultural, es inevitable que la mujer que está tomando la pastilla obedientemente, sin cuestionar si es realmente la mejor opción para ella, se está adhiriendo a los esquemas y patrones que no la aceptan tal cual como es, sin alteraciones”, reflexiona la psicóloga y psicoanalista IPA Carolina Bórquez. “Los sistemas endocrino, inmunológico y nervioso trabajan de la mano, y si algo nos afecta hormonalmente, también nos afecta en otras dimensiones. Y en la medida en que nos manejemos en base a ‘el doctor me dijo’ o ‘la industria lo recomienda’, sin considerar que hay intereses de por medio, estamos perpetuando una lógica de dominación”, concluye. En Chile, un 17% de la población femenina activa usa la píldora –al año, casi 400 000 jóvenes entre los 10 y 19 años piden métodos anticonceptivos hormonales–, versus un 13,6% que usa dispositivos intrauterinos como la T de Cobre o T de Levonorgestrel. Un porcentaje muy bajo –entre el 3 y 5%– usa métodos no hormonales, como el preservativo, el diafragma femenino, el método calendario o sinto-térmico y las láminas VCF, entre otros. “Se suele pensar que la realidad es la que se da en las clínicas privadas. Pero no es así. El 85% de la población local se atiende en consultorios, y por ende usa lo que se administra ahí. Hasta hace 20 años, en los consultorios solo había un tipo de píldora, inyecciones y la T de Cobre. Esta última, por ser la más barata y de larga duración, era la más utilizada. Sin embargo, cuando empezaron a salir más opciones de píldoras, las chilenas asociaron, de manera errónea, la T a la medicina pública y dejaron de usarla”, explica la directora ejecutiva del Instituto de Investigaciones Materno Infantil (IDIMI), María José Miranda. “Lo primero que hay que hacer es una buena anamnesis, porque no es lo mismo una paciente obesa que una chica sana de 20 años, y esto no siempre se logra en los 20 minutos que dura la consulta habitual. Si bien es mucho más

importante no quedar embarazada cuando no se quiere, los efectos colaterales leves pueden incrementar en la medida en que la mujer no lleve una consejería particular en la que se evalúa su condición. Por ejemplo, si tienes 35 y fumas, o eres hipertensa, o has sufrido de migrañas, ya no puedes tomar la píldora. El problema es que la mayoría de las mujeres toman el anticonceptivo que se les recetó durante toda la vida”. En el 2017 la periodista francesa Sabrina Debrusquat publicó un libro en el que reúne testimonios de 3600 mujeres que decidieron dejar la píldora tras años de uso. Concluyó que muchas veces las razones tenían que ver con sus efectos secundarios leves, pero que en el día a día se vuelven palpables. Su libro visibilizó una generación de mujeres que ha normalizado tolerar síntomas por el simple hecho de ser mujeres y, según el consenso médico, más fuertes que los hombres. “Creo que depende de la mujer establecer si algo es un efecto secundario, y por ende tolerable, o derechamente una complicación. En sus inicios la depresión y disminución de la libido eran consecuencias comunes de la píldora, pero llamarlas ‘efectos colaterales’ es sexista. ¿Habríamos tolerado una disminución de la libido en los hombres?”, cuestiona el médico y filósofo Christopher ChoGlueck. En el 2016 se realizaron estudios para la anticoncepción masculina, pero fueron detenidos cuando un porcentaje de los hombres implicados presentaron síntomas depresivos leves. Síntomas que en las mujeres se dan fortuitamente. “Probablemente el anticonceptivo masculino sea menos lucrativo, porque son una población blanco menos accesible. Sin embargo, no es que no se haya querido, sino que es mucho más fácil inhibir el óvulo que los espermatozoides, que se producen todo el tiempo. Además los hombres no están acostumbrados a los cambios hormonales, y las mujeres sí”, explica la Dr. María José Miranda. La ginecóloga obstetra y endocrinóloga Cristina Irribarra asegura que las mujeres han empezado a evaluar los costos de la anticoncepción hormonal, pero también los de un sistema patriarcal imperante. Lo que antes se llamaba ‘policlínico de planificación familiar’ ahora se llama ‘consejería anticonceptiva’. “El primer nombre hace referencia a una medicina paternalista y antigua, mientras que el segundo alude a una consejería en el que se toman en cuenta el historial y las condiciones de cada paciente”, explica. “Esto es clave, porque cada mujer tiene que poder acceder a la mejor opción para ella, sin generalizaciones”.

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MODA

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Nuevos comienzos Texto Victoria Misito Producción Jazmín Cortés y Dominga Sivori Fotos Nacho Rojas Asistentes de fotografía Patricio Miranda y Leslye Rubio Maquillaje y pelo Josefa Inostroza Asistente de maquillaje Francisca Mellado

Es jueves y el cerro San Cristóbal recibe los primeros rayos de sol. Aunque es invierno y la temperatura no supera los 16 grados, el cielo está de un intenso celeste. En diferentes horarios van llegando Camila González (26), Loreto Rivera (65), Carolina Godoy (41), Galit Meyer (30) y Alondra Baeza (47). No se conocen, a excepción de Loreto y Galit, las dos bailarinas, que cuando se ven recuerdan haber compartido alguna clase hace años. Es mientras se maquillan y se prueban la ropa que logran –dentro del movimiento que conlleva una sesión de fotos– conversar entre ellas. “¿Está la Cami por ahí? Quiero saber cómo lo hace con sus rulos”, dice Carolina, quien hace tres semanas dejó de alisárselos. “Estoy tratando de asumir quién soy”, asegura. Camila se acerca con un look que confiesa haberle copiado a la Whitney Houston de los noventa.

De izquierda a derecha Alondra: Suéter Nostalgic, $16.000 Camila: Abrigo Violeta by Mango, $89.990 Suéter Violeta by Mango, $44.990 Carolina: Abrigo Bimba & Lola, $216.300 Vestido Cher, $79.900 Galit: Vestido Mango, $59.990 Loreto: Beatle Lineatre, $18.900 Pollera Cher, $134.900

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Camila: Vestido QĂźina, $130.000

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Carolina: Blazer Qüina, $315.000 Suéters Nostalgic, $14.990

Si hay alguien que sabe sobre ese tema, es ella. Las dos comparten anécdotas de cómo han logrado controlar sus rebeldes cabezas. Camila, que es periodista y trabaja a cargo de las comunicaciones de un festival de música, también se propuso aceptarse a sí misma. “Cuando chica me sentía superexcluida porque en los medios me encontraba con mujeres muy diferentes a mí. Sé que mi apariencia se aleja de los estándares de belleza tradicionales, pero he aprendido que todas mis características me hacen ser única. No me gusta la idea de tener que cambiar para calzar en un patrón”. Carolina se describe como muy tímida, pero con un gran talento para disimularlo. Habla fuerte, se ríe con facilidad y no tiene problemas para sociabilizar. Ella es la creadora de la exitosa heladería El Toldo Azul y, aunque pareciera que emprender es terreno de valientes, asegura lo contrario. “Le tengo miedo a todo, en especial a los aviones, pero no sé por qué no a abrir mi propio negocio. Quizás porque crecí con el ejemplo de mi papá que partió a Bélgica el ‘71 y se las arregló como pudo para sobrevivir. Él se propone algo y lo cumple”. Además de emprendedora, Carolina es mamá de dos niñitas y, como muchas otras madres trabajadoras, tuvo que lidiar con la culpa de no poder estar todo el tiempo con ellas. “Cuando eran guaguas yo tenía una marca de ropa y casi todos los días salía llorando de la casa. Me sentía mal por perderme su cotidianidad. Pero el tiempo hace que uno supere las cosas”. Alondra, que es una de las 158 conductoras mujeres de un total de más de mil trabajadores del Metro de Santiago, cuenta que carga con una historia similar. Apenas salió del colegio se puso a trabajar en una tienda y desde entonces

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que no ha parado. Su padre, a quien admira, le enseñó que había que esforzarse por conseguir las cosas. “Él era extremadamente trabajador e hizo lo posible para traspasarnos sus valores a mí y a mis tres hermanas. Nos preparó para enfrentar la vida tal como es”, dice. Y no le tocó una fácil. Cuando sus dos primeros hijos tenían siete y tres años, su pareja los abandonó y tuvo que hacerse cargo. “Criar sola es difícil. Por suerte una vecina me ayudó con los niños, pero igual a ratos sentía que no estaba cumpliendo como mamá. Creo que recién ahora estoy disfrutando una maternidad sin culpas”. Alondra cuenta que hace 12 años entra a las cinco de la mañana al trabajo, y que 20 minutos después está haciendo el primer recorrido del tren. Atrás de ella está Loreto Rivera escuchando atentamente. “¿Y a qué hora sales de tu casa?”, le pregunta. “A las 4:30”, responde Alondra. Aunque Loreto parece sorprendida con la respuesta, ella también ha tenido una vida intensa ya que a los 5 años inició su formación como bailarina, pasión que logró compatibilizar con sus estudios universitarios. “Siempre he sido muy activa, pero con el nacimiento de mis dos nietos bajé el ritmo. Fue una coincidencia. Sabía que tenía que parar en algún minuto y la llegada de ellos me hizo parcelar mi tiempo”, explica. A sus 18 años ingresó a estudiar literatura; sin embargo, lo que realmente le apasionaba era la danza. “Estaba en un dilema constante, y producto de esa inquietud hice una terapia en la que aprendí a enfocar mi vida desde mi ser. Decidí terminar mi carrera, pero también perfeccionar mi pasión”. Actualmente imparte clases de ballet infantil con una parte importante de improvisación. “Mis alumnas crean

sus propios personajes y yo construyo un cuento en base a eso. Les traspaso seguridad en sí mismas. Todo esto influye en que se conecten con ellas mismas, porque tienen que aprender a tomar decisiones”. Galit dice haber estado al debe en eso. También es bailarina y a los 19 años se lesionó la cadera. No se hizo cargo, agarró sus maletas y partió a Israel a estudiar nuevas técnicas de danza. “Quería darlo todo. Me sobreexigí tanto que en un punto no pude más. Si hubiese estado más conectada conmigo, hoy no tendría esta lesión”, comenta. Tras asumir que no podría bailar, por un tiempo estuvo sin saber qué hacer. “Se me había apagado la pasión. Fui a terapia y me sané a través del yoga. Así descubrí otras formas de aproximarme a mi cuerpo”. Se reinventó, fue profesora de esa disciplina y paralelamente estudió kinesiología. Hoy ejerce su tres pasiones e intenta combinarlas. No mira el pasado con arrepentimiento porque cree que está lleno de lecciones. “Me sentía incómoda con mi cuerpo y probablemente la lesión me salvó de eso”, dice. La inseguridad sobre el físico se repite, y Camila es consciente de ello. Su mundo ideal es uno en el que las mujeres abrazan sus cuerpos, los admiran. Uno en el que importa mucho más la opinión que la apariencia; donde miles de mujeres, comunes y corrientes, pueden hacer lo que está viviendo ella ahora. “Si mi yo de niña se hubiese encontrado en una revista con mi yo de ahora haciendo una moda con ropa tan linda, quizás mi camino de aceptación hubiese sido más expedito”, asegura. “Pensar que nuestra presencia en estas páginas puede generar esa identificación y transformación en la vida de otras mujeres me hace sentir profundamente orgullosa”.


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Loreto: Vestido Mango, $34.990

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1.

1. Galit: Traje seda Guido vera, $100.000 Alondra: Chaquetรณn terciopelo Guido Vera, $220.000 Pantalรณn terciopelo Guido Vera, $110.000 2. Galit: Traje seda Guido Vera, $100.000 Chaquetรณn terciopelo Guido Vera, $220.000

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2.

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1.

1. Pantalรณn Zara, $35.990 Vestido Lineatre, $62.900 Zapatos Nine West, $19.900 Espejo Faz la Mare, $140.000 2. Alondra: Vestido Lineatre, $62.900

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2.

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NOSTALGIA

Los personajes de mi vida

Una chica Gilmore Texto Andrea Hartung Ilustración Holly Jolley

Cuando empecé a ver Gilmore girls me consideraba una ‘Rory’. Era tímida, pasaba el tiempo leyendo libros gordos, idealmente en inglés –porque al igual que ella era una adolescente snob y no me daba cuenta–, y quería estudiar periodismo. Compartía su grandilocuencia y las ganas de ser algo más, de cambiar el mundo con una grabadora en mano. Igual que la niña símbolo de Stars Hollow, era daltónica frente a mis privilegios, sentía que me merecía –y que el mundo me debía– un escenario para mostrarme, y que si no me aplaudían de pie era porque, sencillamente, no me entendían ¿Y cómo me iban a entender en un ‘pueblo chico’ si yo le hablaba al mundo? Pasó el tiempo y con los años llegaron la perspectiva y el darme cuenta de que quizás yo no estaba llamada a ganar el Pulitzer ni a terminar con el hambre en África, pero eso no es tan malo. Sí llegaron las responsabilidades y las cuentas, pero también la noción de que no soy el mesías que el mundo esperaba. La pregunta cambió a ¿qué espero yo del mundo? Y así fue como me convertí en una Lorelai, una mujer que pese a estar amarrada a la realidad por tener una hija, quiere vivir, viajar, comer rico. ¡Disfrutar! Creo que la madurez significó para mí ponerle un filtro de humor a la vida.

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LECTORAS

Hablemos de amor

¿Tienes una historia de amor que contar? Escríbenos a hola@paula.cl

Cuando el amor no es suficiente Por Catalina Ortiz en conversación con Victoria Misito

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l 2017 me gané una beca para ir a estudiar un magíster en Leeds, ciudad al norte de Inglaterra. Por primera vez en mi vida me separé de mi familia y crucé un océano buscando realizar un sueño de vida. Desde que puse un pie en Policía Internacional sentí el dolor de no querer irme. Mis primeros días los pasé llorando, en un país frío, arrepentida de haber partido sola a una aventura que sentía que era demasiado grande. A los diez días de comenzadas las clases se me acercó un chico preguntándome por el camino a la universidad. Se llamaba Prateek. No bastaron más de 15 minutos, tiempo que nos demoró caminar hasta el campus, para hacernos amigos. Me contó que era de India y que estaba haciendo un magíster en ingeniería civil. Al igual que yo, llevaba días sintiéndose inadaptado. Recuerdo que me hizo reír como nadie lo había hecho desde que había dejado Chile. Y desde ese momento nos volvimos inseparables. Nos veíamos todos los días para almorzar y comer. O simplemente para pasar el rato. Yo llevaba poco tiempo siendo vegetariana y él aprendía las recetas que su madre le mandaba desde India. Éramos la combinación perfecta. La tristeza y nostalgia de las largas noches de invierno fueron reemplazadas por música exótica, Bollywood y curries. Su cultura, sus historias y sus experiencias hacían que mis horas pasaran sin darme cuenta.

Sentía que conocía a Prateek de otra vida. Podíamos conversar de todo, sin prejuicios, sin temores o vergüenzas, a pesar de tener culturas y formas de pensar completamente opuestas en muchos aspectos. Pasábamos horas hablando de fe, de meditación, yoga y de otras vidas. Teníamos esa química extraña de adivinarnos el pensamiento, de enojarnos y discutir pero arreglarnos de un minuto a otro. Todos los días hablábamos por teléfono mientras caminaba a la universidad o mientras él volvía de la casa de alguno de sus amigos. Éramos la compañía y apoyo incondicional del otro.

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Cuando mi hermana me visitó en Navidad alcanzó a verlo antes de que él viajara a su casa a pasar las fiestas de fin de año. Después de comer los tres, me preguntó en secreto hacía cuánto tiempo estaba enganchada de él. Enojada por su impertinencia, le respondí que solo éramos amigos. Pero cuando los días pasaron me di cuenta de que estaba confundida, que lo extrañaba más de lo normal. Me enojé conmigo por caer en ese cliché de enamorarse del mejor amigo; sabía que Prateek tenía novia, que su vida estaba planeada y que en su futuro no había espacio para mí. Luché por meses contra un sentimiento que crecía cada día que pasaba con él. Y por vergüenza no fui capaz de contarle a nadie lo que me pasaba. En julio de ese año, mi mamá tuvo que hacerse unos exámenes para descartar la presencia de tumores en sus pechos y esta emergencia familiar me hizo regresar a Chile. Había escondido por meses sentimientos que no aguantaban más por salir, así que el viaje se presentó como un escape. Cuando me despedí de él, me pidió que no tardara en volver. De vuelta a mi realidad cotidiana me convencí de que lo que sentía no tenía lógica. Que nuestras culturas eran muy diferentes, que no compartíamos un idioma con el cual nos sintiéramos cómodos conversando, que yo no estaría dispuesta a vivir al otro lado del mundo. Sin embargo, nada de eso funcionó. Sin importar lo que hacía, a los amigos que veía o la familia que visitaba, no podía dejar de pensar en él. Cuando volví, dos semanas después, decidí confesarle mis sentimientos. Nunca me imaginé declarando mi amor en otro idioma, y fue más difícil de lo que pensé. Me escuchó pacientemente, y cuando fue su turno de hablar me dijo lo que yo ya sabía: no podíamos tener nada ya que él tenía una novia a quien le debía respeto y fidelidad. Un día después de esa incómoda conversación recibí un mensaje suyo diciéndome que viajaba a India, sin contarme por qué o por cuánto tiempo se iría. Pasé tres semanas enojada, confundida, preguntándome dónde estaba. Con el paso de los


días, incluso sentí que mi enamoramiento se había esfumado y que sería capaz de retomar nuestra amistad sin confusiones. Cuando volvió, apareció en mi puerta como siempre, como si las últimas cinco semanas de ausencia no hubiesen existido. Obviamente me derretí. Ahí me dijo que no había sido sincero conmigo: sus sentimientos eran recíprocos y su viaje había sido para terminar con su pareja, ya que, por su espiritualidad y forma de pensar, no podía declararse a otra persona si estaba en una relación. En ese momento nos dimos nuestro primer beso, uno que al recordar todavía me hace sentir escalofríos. Nuestro último mes y medio juntos en Europa fue una mezcla de aventura y amor de adolescente que nunca había sentido. Conocer a mi amigo como pareja fue un proceso increíble, en el que una cultura asiática tan distante se vio enfrentada al calor y contacto latinos. Cuando faltaba solo un día para mi regreso a Chile, Prateek se fue. Lo acompañé a la estación de trenes para despedirnos como en las películas antiguas. Con los ojos hin-

chados y la voz temblorosa nos dijimos adiós con la idea de volver a vernos en el verano. Mi retorno al país fue tranquilo, con la ilusión fresca de reencontrarme con él en un futuro cercano. Sin embargo, las cosas no funcionaron. Un mes después de regresar, Prateek me llamó para decirme que había decidido retomar su relación. Han pasado meses desde esa última conversación que me destrozó el corazón, pero ahora entiendo que a veces el amor no es suficiente para que las cosas resulten. Pero entender y aceptar son procesos distintos. Aún lo extraño. A mi amigo, al hindú que me presentó la comida más rica del mundo, al que me mostró un cine diferente, al que bailaba cuando estaba feliz con movimientos de cabeza que soy incapaz de reproducir. A veces, cuando su recuerdo me aprieta el pecho, pongo en práctica lo que él mismo me enseñó: cierro los ojos, respiro profundo y me concentro en el presente. Catalina Ortiz tiene 28 años y es profesora de inglés.


LECTORAS

Hablemos de maternidad

¿Tienes una historia de maternidad que contar? Escríbenos a hola@paula.cl

Criar en tribu Por Constanza Pérez Tiska en conversación con Manuela Jobet

S

iempre tuve mucha ilusión con ser mamá, y desde mucho antes de serlo me interioricé en el mundo de la maternidad desde mi profesión (la psicología) y también desde la experiencia de otras mujeres madres. Cuando me embaracé de la Olivia, mi hija mayor, que hoy tiene cinco años y medio, decidí practicar yoga. Lo había hecho antes de manera intermitente y en esa etapa sentí que me faltaba conectarme más con mi cuerpo, así que a las ocho semanas me inscribí para hacer Kundalini prenatal. La práctica me ayudó a empoderarme, aprendí mucho sobre lactancia, parto y puerperio, pero también en ese lugar conocí a muchas mujeres que estaban en la misma situación que yo. Así se armó un grupo muy lindo, pero con el tiempo inevitablemente se perdió el contacto, se fue diluyendo.

todas más o menos en las mismas, y eso ha generado que se dé un nivel de intimidad y profundidad que nos hace sentir que nos conocemos mucho. Hay casadas, separadas, solteras, mamás jóvenes y otras no tanto. Es un grupo muy variado al que nos convocó inicialmente nuestro interés por practicar yoga, pero que en el camino nos dimos cuenta que todas compartimos también un interés genuino por acompañar a nuestros hijos desde la mirada de la crianza respetuosa.

Retomé el yoga cuando me embaracé de mi segundo hijo, Tomás. A muchas de mis compañeras de clases no las conocía, pero de a poco empezamos a generar vínculos y por temas prácticos armamos un grupo de WhatsApp. Al principio hablábamos principalmente para ponernos de acuerdo para ir a clases juntas o para compartir algo de información relacionada con temas del posparto, pero con el tiempo derivó en una relación. Éramos alrededor de quince mujeres que, si bien no siempre coincidíamos en las clases, estábamos conectadas. Nos reencontramos luego en las clases de posnatal, ya con nuestros niños.

Me considero una mamá con hartas redes, mis papás me apañan, mis amigas de la vida están en las mismas que yo, pero esto es a otro nivel. A medida que pasa el tiempo, no siempre se generan lazos tan profundos y hay menos espacios para que aparezca gente nueva en tu vida, y abrir esos espacios ha sido una tremenda experiencia que me ha permitido aprender muchísimo.

El grupo empezó a agarrar vuelo y actualmente somos 55 quienes lo conformamos. Algunas aún no nos conocemos en persona, otras actualmente viven en el extranjero y con otras nos juntamos en la plaza, hacemos picnic o panoramas con los niños. Incluso hemos celebrado navidades juntas, donde llegamos a una especie de ‘cita a ciegas’; esta experiencia la hemos repetido ya durante dos años y ha sido increíble. Estamos

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Hace tres años formamos este chat y es un 24/7. Hablamos de cosas cotidianas, desde compartir datos de pediatras hasta situaciones familiares complejas. Pocas veces había logrado el tipo de relación que tengo con ellas, ‘mis amigas de yoga’, ese nivel de intimidad y conexión, incluso diferente al que mantengo con quienes conozco hace mucho tiempo.

He conocido a mujeres que me han marcado desde su experiencia y desde su manera de vivir la vida. Mujeres sabias, alegres, generosas y cariñosas; sin buscarlo, se creó una red sin precedentes. Aquí conviven todas las realidades. No se da eso de andar enjuiciando estilos de maternidad ni de generar culpas. Es un grupo muy real, cero de ‘mamá Pinterest’ o de revista donde solo se quiere mostrar la parte linda. Todas estamos ahí disponibles y mostrando nuestras vulnerabilidades, compartiendo nuestras experiencias y buscando apoyo. Si te pasa algo, sabes que siempre ahí va a haber alguien dispuesta a escucharte y aconsejarte sin juzgar ni criticar. Todo parte del respeto y la tolerancia.


Nuestra red es como tener a una amiga al lado todo el tiempo. De repente estás atorada o tuviste un mal día, y ahí encuentras consuelo; otras veces quieres compartir tus alegrías y logros. Sé que nos importa genuinamente lo que nos pasa, estamos pendientes de la vida de las otras desde el cariño. Todas valoramos mucho este espacio y lo respetamos, porque creo que nadie lo quiere perder. Esta compañía para mí ha sido fundamental y ha marcado una diferencia importante en mi segunda maternidad y especialmente durante el puerperio. Hay una cosa de generosidad y cooperación que ayuda mucho en la crianza. Con este grupo he aprendido a bajar las expectativas, a vivir una maternidad más sincera, más acompañada, más ‘consciente’

y a dejar de lado las culpas, o al menos intentarlo… La típica frase “para criar a un niño hace falta una tribu entera”, acá se vuelve evidente. Al ser virtual, no están las manos para tenerte a la guagua mientras te duchas, pero sí está la contención emocional que es aun más importante. Ese concepto de sororidad no lo entendía bien hasta ahora, y gracias al grupo se me hizo muy concreto. Acá compartimos nuestras luces y nos atrevemos a mostrar lo que se nos vuelve más oscuro. Es un espacio libre de egos, honesto, cálido y por sobre todo, real. Constanza Pérez Tiska es psicóloga y tiene 36 años. Es mamá de Olivia y Tomás.


TRABAJO

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Aquí trabajo yo


Oficio textil Texto Consuelo Lomas Fotos Constanza Miranda

“Trabajo en Textiles Siena hace más de 10 años, pero tengo compañeros que llevan más de veinte en este lugar. Soy diseñadora y me dediqué al diseño de textiles cuando esa especialización todavía se dictaba en la Universidad de Valparaíso. Lo que me capturó de la carrera fue la tremenda posibilidad de experimentar y ser creativa. Aquí trabajamos aproximadamente veinte personas. Es un negocio familiar que ha pasado de generación en generación, y la mayoría lleva muchos años en este rubro. Los tejedores, urdidores y anudadores han aprendido sus oficios en la práctica. Muchos de ellos en esta misma fábrica, porque alguno de sus padres trabajó aquí y les traspasaron ese conocimiento. A pesar de eso, esta práctica se ha ido acabando porque la mayoría ha querido darle la oportunidad a sus hijos de estudiar y de elegir sus propios caminos. Las carreras textiles que existen están muy enfocadas al vestuario, y por eso es difícil encontrar personas que puedan operar las máquinas y trabajar en una fábrica si no han aprendido el oficio por herencia familiar. Somos una de las pocas fábricas de textiles que quedan en Chile y que no se dedican a la confección de prendas de vestir. Lo nuestro es la tapicería. Trabajamos con distintos tipos de telas, como el polycotton o viscosa, pero nuestra especialidad es el lino. Cuando comenzaron a importarse telas desde China o India, muchas empresas locales cerraron porque competir con los precios era prácticamente imposible. Nosotros decidimos diferenciarnos y por eso nos hemos especializado en textiles confeccionados con lino completamente chileno”. Nadinne Tortora (43) es diseñadora textil y además de su trabajo en Casa Siena ha desarrollado su propia línea de joyas, Warp, hechas con desechos que se obtienen del proceso de hilado del lino.

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RECETA

Antología Paula

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Agosto 1967 Texto Bernardita Ortiz Ilustración Holly Jolley

Caldillo de congrio “a la chilena” Publicado originalmente en Revista Paula N°1

1967 fue un año revolucionario, innovador y de transformación en todo el mundo: atletas afroamericanos decidieron boicotear los Juegos Olímpicos del ’68 para protestar en contra del apartheid estadounidense, se realizó el primer trasplante de corazón de la historia y el LSD conquistó a la juventud y a la industria musical. The Beatles lanzaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, un disco que definió el espíritu de la época. El panorama en Chile también estuvo marcado por cambios. Con Eduardo Frei Montalva de Presidente, los chilenos conocieron el recién inaugurado Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merito Benítez, lo que conectó de alguna forma a nuestro país con el resto del mundo. El pelo con volumen, la chasquilla y los cortes arriba del cuello eran lo más pedido en las peluquerías chilenas y, en Santiago, la tienda Vog abrió sus puertas con una osada colección de minifaldas. En julio nació Paula, que se pensó a sí misma como una revista hecha por y para mujeres. Sin embargo, no para cualquiera, sino para la “mujer moderna”. ¿Cómo se definió a esta mujer moderna de 1967? Era la que peleaba en tribunales, cirujana, arquitecta, influyente en política, periodista o que hacía noticia. Era la mujer que se sumergía en un mundo de hombres sin convertirse en uno, ya que a pesar de ser vanguardista, seguía –y debía seguir– siendo femenina, dueña de casa, madre y “un poco frívola”. En el punto más alto del invierno la revista proponía una selección con los abrigos de moda, un artículo sobre cómo estar bien peinada en un minuto, un viaje a Pomaire, e Isabel Allende clasificaba a los maridos en una sección llamada “Los impertinentes”. En el primer número de Paula se abordaron los mitos y verdades de la píldora anticonceptiva, lo que marcó una pauta contingente, atrevida y moderna que le dio su identidad a la revista. Muchas lectoras hoy recuerdan ese número como el primero que habló “sobre los temas de la mujer”. En lo gastronómico, la primera Paula incluyó recetas para una familia promedio de seis personas, lo que evidenciaba cuántos conformaban el núcleo familiar de esa época.

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(Para 6 personas) Tiempo de preparación: 30 min. Tiempo de cocción: 1 hora. H kilo de congrio 2 cebollas 3 tomates 1 huevo Pimienta 2 vasos de vino blanco H taza de leche H taza de queso rallado 1 ramo de verduras surtidas 1 taza de agua Sal 1. Las dos cebollas se pican en pluma muy fina y se fríen hasta que estén doradas. Se les agregan los tres tomates partidos en rodajas y perejil, apio y laurel. Se sazona con sal y pimienta. A esto se le agregan dos vasos de vino blanco y se deja hervir lentamente. 2. En seguida se le pone una taza de agua y la H taza de leche. Se sigue hirviendo. Quince minutos antes de servir se le agrega el congrio cortado en presas y se sigue hirviendo muy lentamente. Al momento de servir se pone H taza de queso rallado y se aliña con un huevo previamente batido. 3. Si lo cocinaste en una olla de greda es muy lúcido servirlo en la mesa así mismo, acompañado con una copa de vino blanco muy helado.


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ORÁCULO

Hazte cargo Texto Ariel Richards Ilustración Gertrudis Shaw

Sugerencia: Trabaja en tu propio Simba. No es necesario estar convenciendo a otros de que retomen su destino. Nosotras podemos ser nuestra Nala y Simba a la vez. Color: Dorado, pelaje de león. Número: 87, el número de minutos que dura El rey león original. Canción: If I Were a Boy, de Beyoncé. Clave: El humor para hacer escuchar tu opinión.

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Los astros, con la Luna en Leo, han apuntado una carta dorada que no se anda con rodeos para esta semana, una carta directa que llama a la frontalidad y a la acción. Se trata de la carta de Nala, la verdadera heroína de El rey león. Ella no es un complemento, no es una media naranja. Es una estrella independiente y un llamado de alerta a hacernos conscientes. Nala es la primera en reconocer la valentía de Simba, y los dos pasan de ser niños a jóvenes cuando conocen de frente el peligro, la muerte y la maldad. Ese proceso los une, pero también los separa. Después de la deserción culposa de Simba tras la muerte de Mufasa, el macho se entrega al ocio y al hedonismo mientras que la hembra toma control ante la adversidad. Y es ella la que revive al “príncipe muerto” cuando lo encuentra en la selva holgazaneando con Pumba y Timón, recordándole quién es y cuál es su destino. En suajili, ‘nala’ significa regalo o don, así que el llamado de los astros para esta semana es a ser conscientes de nuestros dones y ocuparlos para restablecer el o los equilibrios, ya sean amorosos, laborales o sociales. El rey león original se estrenó hace 25 años y su historia sobre el legado y el abuso de poder nos marcó a muchas; hoy el oráculo apunta esta carta para rescatar a su verdadera heroína y recordarnos que todas estamos llamadas a ser reinas. Hagámonos cargo.




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