Revista Paula, 25 de agosto de 2019

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COCINA

comer flores










EQUIPO

El sketch de la semana

-¡Mira!, al fin me hice las uñas, me siento como Paloma Mami. -¡Están increíbles!

-Oh, no.

Por Carola Josefa

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25 de agosto 2019

Revista Paula. Fundada en 1967. Editada por Copesa S.A., perteneciente a Grupo Copesa. La declaración de intereses se encuentra en www.grupocopesa.cl/declaracion. Domicilio: Apoquindo 4660, piso 8, Las Condes, Santiago, Chile. Teléfono: 22550 7000. Correo electrónico: hola@paula.cl. Derechos reservados ©Copyright Paula. Las opiniones vertidas por diferentes autores en esta revista, como asimismo el contenido y forma de los avisos publicitarios, son de exclusiva responsabilidad de quienes los emiten o pagan por su inclusión, no teniendo PAULA, por tanto, ninguna responsabilidad al respecto. Corresponde en forma exclusiva a PAULA la decisión de aceptar o rechazar avisaje publicitario. Prohibida toda reproducción, total o parcial, del material de esta revista. Impresión: A Impresores S.A.





BREVES

La semana

Estos son los contenidos de Paula.cl que seleccionamos para pensar, conversar y reflexionar durante la semana.

Lo que tienes que ver #GÉNERO Pareciera que el espíritu de la época es feminista. Desde el alza en la visibilidad del término, a las múltiples campañas publicitarias que adhieren, reina la impresión de que vivimos en un mundo que lucha por los derechos de la mujer y en el que la lógica patriarcal se ha desvanecido. Las cifras, sin embargo, indican lo contrario, mostrando una disociación entre el imaginario creado por el mercado y las redes sociales y lo que se da en lo cotidiano. ¿Qué implica desarrollar una causa social en un sistema de mercado? ¿Ayuda a popularizar un discurso o lo banaliza? Revisa el artículo completo en Paula.cl.

¡Escriban! No queremos ser un monólogo sino que un diálogo Lo que les gusta Lo que no les gusta Lo que está de más Lo que está de menos Pregunten Sugieran Critiquen Cuenten Nos interesa y lo necesitamos

_ Lo más comentado

#Nostalgia Una chica Gilmore #HablemosDeAmor Cuando la muerte complica el amor

#AquíTrabajoYo Rodolfo Cornejo, paseador de perros

_Lo estamos trabajando Para nuestra próxima edición estamos trabajando en un tema sobre suplementos alimenticios. Si tienes sugerencias escríbenos a hola@paula.cl

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MODA

Los elegidos

Por Dominga Sivori

Foto Alejandra Gonzรกlez Anteojos, $45.000, Izipizi en Preppy Beach.

Chaqueta, $69.990, Zara.

Beatle, $39.990, Benetton.

Pantalรณn, $34.990, Privilege.

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Botas, $69.950, Gacel.


Por Dominga Sivori

Foto Alejandra Gonzรกlez

Collares, $21.900 c/u, Noa. Anillo (atrรกs), $15.900, Noa. Anillo (adelante), $107.000, Pandora.

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VIDA SANA

Lo que tienes que probar

La cáscara de la piña Texto Victoria Misito Foto Juan Pablo Sierra Producción Magdalena Mendía

Antes de transformarla en desecho, la cáscara de la piña puede usarse para preparar una bebida natural con múltiples beneficios, ya que contiene propiedades diuréticas que, según explica la nutricionista Isidora Saavedra, ayudan a regular los líquidos del cuerpo y eliminar toxinas, además de hidratar y deshinchar. “Lo recomendable es tomarla durante todo el día, pero ir fraccionando su consumo. Ideal un vaso en la mañana, otro en la tarde y en la noche”, dice.

Cómo prepararla Ingredientes: cáscara de piña, un litro de agua, stevia y jengibre

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Hervir las cáscaras de piña, junto al jengibre y la stevia, por 45 a 60 minutos.

Colar el agua, dejar enfriar y servir.

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TIEMPO LIBRE

Qué - Cómo - Cuándo

Para ver Si algo hay que destacar de la serie Years and years es cómo logra, a través de la historia de una familia desde 2019 a 2034, combinar política, amor, relaciones, crisis medioambiental, fake news y ciencia ficción. Y es que a partir de hechos que actualmente vemos todos los días en las noticias –esos que pese a llamarnos la atención parecieran no importarnos– proyecta un caótico futuro cercano que parece posible. Con humor y astucia, y esa gracia tan propia de los ingleses, esta producción es un llamado de atención que, sin moralina, invita a tomar conciencia, dando cuenta de lo importante que es ser personas de acción. Years and years (2019), de Russell T Davies. BBC One y HBO Go.

Para mirar

Los vínculos de Sheila Hicks Museo Chileno de Arte Precolombino de Santiago Reencuentro se llama la exposición que aborda en perspectiva el trabajo de esta artista norteamericana que visitó Chile siendo una estudiante de arte de Yale a finales de los ‘50 y se influenció por el trabajo artesanal de comunidades locales. Lo suyo ha sido siempre el textil. Hicks entiende el hilo como un elemento narrativo que se trenza y crea un relato en obras que vinculan lo artesanal a lo abstracto. La historia de esta muestra es la de un regreso: ella vuelve a nuestro país a mostrar la evolución de una obra que se gestó durante su viaje, hace más de cincuenta años. Hay un muro, con fotos de ella en Chiloé tomadas por su amigo Sergio Larraín, que resulta especialmente conmovedor porque evidencia la relación entre el paisaje chilota y la obra visual realizada en lino y seda de aluminio para la Comisión de la Fundación Ford en 1966. Imperdible. Hasta el 31 de enero. Bandera 361.

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Martin Parr, fotógrafo británico de Magnum, rompe con los paradigmas de lo estético y se atreve a inmortalizar todas aquellas cosas que nadie –pero a la vez todos– quiere ver. Con el auge de las redes sociales y las apps de edición, el imaginario de las fotografías ha mutado a mostrar momentos, personas y lugares ‘perfectos’ en busca de aceptación social. Parr juega con lo burdo y lo cotidiano, superando lo que pudiese ser considerado ridículo y antiestético como fuente se inspiración. Para verlo no es necesario viajar a una galería de Londres o Nueva York, ya que está disponibles en su cuenta de Instagram @martinparrstudio.


Para leer La autora de estos libros nunca quiso ser escritora. De hecho era una científica consagrada a la ciencia hasta que su propia vida empezó a pedirle que la escribiera. Hija de un profesor escolar de ciencias, una vez doctorada se dedicó a estudiar los bosques fosilizados hasta que el 2016 encontró un espacio entre clases y se sentó a escribir sus memorias. Primero lanzó Lab girl, una autobiografía de sus años de estudiante trenzados con datos científicos, y ese libro le valió el National Book Critics Circle Award de ese año. Luego, el 2017 publicó La memoria secreta de las hojas, un precioso texto sobre la relación entre su vida familiar, afectiva y académica con el desarrollo de los árboles. El primero se encuentra en inglés en Amazon por 10 dólares y el segundo está traducido al español y publicado por Paidós, en librerías chilenas.

Para probar Frente al Costanera Center está Bigi Coffee Bar, una pequeña cafetería que se ha hecho conocida por la perfección de sus galletas. Creadas por la chef –y socia de la cafetería– Yael Fischmann, tienen más de 15 variedades, todas horneadas ahí mismo. Las favoritas: red velvet, rellena con queso crema y chips de chocolate; churro, con manjar, azúcar y canela, y la de manjar y sal de Cáhuil. ¿Lo mejor? Las sirven tibias y tienen también opciones veganas, libres de gluten y sin azúcar. Entre $1.200 y $1.500. Instagram @bigicoffeebar, Holanda 0123, Providencia. Encuentra más datos de adictivas galletas en Paula.cl


GUÍA

Aprender para no depender

Minimalismo deportivo Por Andrea Hartung

Ilustración Sofía Valenzuela

“Correr tiene que ver con una desconexión”, sentencia Luis Montenegro, entrenador de atletismo y parte de la directiva de Run Club Chile. Pero en los últimos años hemos visto cómo corredores amateurs salen a aplanar las calles envueltos en relojes de última tecnología, zapatillas que cambian cada temporada y un sinfín de implementos que, si realmente vieran el deporte como una instancia de entretención y desconexión, no necesitarían. “Las marcas –explica Luis– han hecho una labor de marketing buenísima, porque mantienen a las personas entusiasmadas con el próximo lanzamiento, aunque no lo necesiten”. Para evitar esta dependencia recomienda empezar con una educación deportiva, entrenar con alguien que guíe el esfuerzo físico, y así eventualmente alcanzar independencia. “El cuerpo es perfecto y nos puede dar las mismas señales que el reloj más moderno, pero primero tenemos que aprender a escucharlo”.

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Luis Montenegro explica que existen maneras de ‘escuchar’ nuestro cuerpo para no depender de la tecnología:

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Trote conversado: Si sales a correr solo, intenta repetir tu nombre y apellido en voz alta. Si puedes hacerlo sin ahogarte, vas a buen ritmo. Si corres acompañado, mantén una conversación.

2. Concéntrate en tus latidos: Fíjate cómo aumentan tus pulsaciones e intenta mantener un ritmo constante.

3. Planifica: Si sabes de antemano cuántos kilómetros vas a correr, planifica una ruta y apégate a ella.


REHABILITADA

“Yo era obsesiva con los números hasta que llegó un punto en que me pregunté ¿qué estoy haciendo? Entrené para mi primera maratón sin relojes ni aplicaciones, y todos me miraban como si estuviera loca. Encontraba que lo importante era llegar a la meta y no hacer un tiempo. Mientras me preparaba para la segunda, mi entrenador me dijo que tenía que empezar a medir el tiempo y las pulsaciones, así que me compré un reloj para ir evaluándome, pero me di cuenta de que los tiempos y las métricas me daban lo mismo, así que decidí dejarlo después de dos años. Y la verdad es que lo paso mucho mejor. Mi cuarta maratón la corrí en Chicago con mi mamá. En la mitad ella se sintió pésimo y paró. Yo paré en el kilómetro 30, preocupadísima, y lloré a mares. Mi entrenador me retó por no haber terminado. Ahí dije ‘esto es para disfrutar, tengo toda la vida para correr, así que no necesito esa obsesión por hacer mejor tiempo’. Las zapatillas las cambio cuando su vida útil se acaba, no antes (ver recuadro). Cuando usaba reloj estaba súper pendiente de las zapatillas, del peto, de la ropa, y hoy no me preocupan las marcas de moda, uso el mismo modelo de zapatillas hace años porque me funciona”. Augusta Alemparte tiene 36 años y es coach en cambio de hábitos.

Las zapatillas de entrenamiento para corredores no se deberían cambiar antes de los mil kilómetros recorridos, mientras que las zapatillas de trail running –al ser más firmes– pueden durar hasta 1.300 kilómetros sin perder sus propiedades.

13.600g de emisiones de dióxido de carbono se generan al fabricar una zapatilla deportiva, según un estudio publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts. 23


REPORTAJE

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Flores a la mesa Texto Francisca Urroz Portada @thefloristaco

Producción Dominga Sivori y Alejandro Castro Agradecimiento Flores de Ocoa

“Que se alimenta principalmente de flores”. Así define la RAE a un antófago. Aunque esta palabra hace referencia al mundo animal, el término antofagia es cada vez más popular en el mundo de la gastronomía. Y es que la recolección de flores para uso comestible llegó para quedarse. Esta tendencia se instaló hace un par de años en supermercados chilenos, pero cada vez más chefs, restaurantes e investigadores apuestan por un uso que supere el sentido estético y que efectivamente aporten sabor. Recolecciones que parten a las ocho de la mañana para capturar un ejemplar con sabor a ajo y miel o capullos usados en el campo para quitar la pena son solo algunas de las sorpresas que ofrecen las flores.

Bizcocho de harina de almendras y trigo, con frosting de castañas de cajú y agave. “En esta torta usamos una de nuestras favoritas, la flor tgetes, que son levemente amargas y con notas similares a la cáscara de mandarina”, dicen en el restorán Adhna.

Fotos Alejandra González

CINCO GRUPOS DE FLORES Flores arbóreas: flores de árboles frutales. Azahar, durazno, almendro, limón, ciruelo Flores de recolección: introducidas o nativas, crecen de forma silvestre. Malva costera, yuyos, oxalis o rosa mosqueta. Flores de hortaliza: son de cultivo para consumo, se dan en huertos. Flor de rúcula, de hinojo o de zapallo italiano (de gran tamaño y una de las más populares) Flores de plantas aromáticas: además de usarlas para infusiones, se puede consumir su flor en coctelería, postres o para cambiar de sabor entre platos. Flor de menta, poleo y hierbabuena. Flores ornamentales: de cultivo o de jardín. Caléndulas, rosas, violetas, lavandas y salvia.

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5 DATOS ‘ROSAS’

1. Para la recolección de las flores silvestres, estas deben estar, por lo menos, a un metro del suelo para evitar cualquier contacto animal. 2. Hay que revisar que no tengan plagas. 3. No se deben lavar, ya que se dañan. 4. Cerros y patios son los mejores lugares para recolectar. 5. No se recomienda consumir flores de parques o plazas por la contaminación (perros, uso de fertilizantes, etc.).

FLORES CON RELATO

Ximena Perone fundó en 2016 Chaltumay (@chaltumay), una red de recolectores silvestres de la Región del Bío-Bío, que entregan flores y otras especies comestibles a restaurantes como Europeo, Boragó, De Patio o Sierra. “Nuestra despensa es la naturaleza”, dice. Esta es su lista de flores favoritas. Oxalis rosea: “Conocida popularmente como culle rosado. Las mujeres de campo las recolectan, prensan y hacen con ellas una pequeña tortilla que guardan para el año. Es el remedio para la pena y el dolor de pecho, como dicen en la precordillera de Ñuble”. Tristagma bivalve: “Le dicen estrellita de mar. Es pequeña, blanca, solo se da por tres semanas en primavera, y en el borde de la playa. Es una joya, que tiene un sabor a ajo y miel. En mi casa la comemos con papas cocidas”.

“HAY QUE CUIDARLAS”

Miquel Moya es diseñador gráfico y desde marzo está instalado en Chiloé buscando plantas silvestres comestibles. Allá fundó Alimento Silvestre (@alimento.silvestre), donde organiza talleres sobre el tema. Tiene una opinión crítica sobre el uso de flores solo por su sentido estético. “Hay flores que no tienen sabor a nada y solo se usan por decoración”, dice. Otra cosa que le preocupa es la recolección indiscriminada de flores nativas para usar en gastronomía. “Hay mucha maleza en la zona central, como malvas, yuyos o oxalis, que se pueden usar por su sabor y son abundantes. No me parece que en Santiago los restoranes se centren solo en usar flores nativas, están en peligro y son más escasas. ¿Por qué mejor no usamos la maleza que está en todos lados?”.

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Los platos del restaurante vegano Adhana llevan flores: “Todo lo del plato se come; sin embargo, la gran mayoría de la gente las deja de lado. Falta que se atrevan a probarlas”. juan pablo vásquez, fundador de adhana.


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Encuentra la receta de un queque de caléndulas en @RevistaPaulaCocina

Ensalada floral La receta de un experto Alejandro Zamorano fundó hace 11 años Flores Toronjil Cuyano, pioneros en la comercialización de flores comestibles. En su huerta ubicada en Limache cosechan más de 20 especies, que despachan a diversos restaurantes y a domicilio @ttoronjilcuyano. Aquí comparte su receta estrella. Hojas de betarraga picadas Hojas de capuchinas* Hojas de rúcula* Brotes de alfalfa Pétalos de almendras* Flores de borraja* Flores de menta* Para la vinagreta: 1 cucharada de miel 2 cucharadas de aceite de oliva Jugo de limón Hojas de oxalis Sal de mar Sésamo tostado Preparación: en un bol mezclar todas las hojas, pétalos y flores. Aparte, preparar la vinagreta mezclando todos los ingredientes en la juguera. Verter sobre la ensalada. *$15 mil aprox. es el costo de las cinco flores para la ensalada (6 pers.)

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“El pétalo atrae a los polinizadores, por lo que no tiene mucho ‘tejido’ para almacenar nutrientes. Las propiedades nutricionales no están en la flor misma, sino en los frutos, tallos y hojas. Habría que comer un kilo de pétalos para obtener sus beneficios. Su valor es el sabor”. nicol fuentes, bióloga y doctora en ciencias naturales y docente del departamento de botánica de la universidad concepción.


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flores comestibles se pueden recolectar en Santiago en primavera, según datos de @Alimento.Silvestre.

UN RESTAURANTE QUE RECOLECTA

“Vamos a las playas de Isla Negra o Algarrobo. Salimos a primera hora de la mañana, hay flores como la que da la oxalis carnosa que abren a las ocho de la mañana y se da en los roqueríos, suelen estar escondidas. Las cortamos a cinco centímetros de la raíz, para que se regenere. Les ponemos papeles húmedos y las guardamos en un cooler. Duran solo una semana. Al mediodía hay que buscar las flores de ajo, una de nuestras favoritas, que abren a esa hora. Alrededor de la casa de Pablo Neruda hay malvas rojas, unas flores que huelen a limón. Hay que respetar sus procesos, no sacamos flores que no están en temporada”, explica Fabián González (29), cocinero del restaurante Pulpería Santa Elvira. ¿Qué probar? Arroz meloso con chipirones, texturas y flores de diente de león ($11.000). Santa Elvira 441, Santiago. De jueves a sábado desde las 20 hrs. (@pulperia_santa_elvira).

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COCINA

El ingrediente

Encuentra más en @RevistaPaulaCocina

La alcachofa Texto Bernardita Ortiz Producción Dominga Sivori Foto Alejandra González Receta Espacio Gastronómico

Esta flor de hojas carnosas es una planta perenne de la familia de las hortalizas asteráceas, tal como la lechuga. Aunque forma parte diaria de nuestra cocina, su historia se remonta al pasado y está rodeada de mitos. Se dice que Zeus se enamoró de Cynara (’alcachofa’ en griego) y la convirtió en una diosa del Olimpo que, como castigo por una infidelidad, fue transformada en la primera alcachofa del mundo.

Fondos rellenos (Para 4 porciones) 8 fondos de alcachofas crudos 2 cucharadas de aceite de oliva 3 cucharadas de cebolla picada fina 3 cucharadas de perejil picado 4 cucharadas de pan rallado 5 cucharadas de queso parmesano rallado 5 cucharadas de almendras 2 cucharadas de jamón crudo picado 250 ml de vino 1 hoja de laurel Sal y pimienta

Hoy en Chile existen cerca 4.400 hectáreas destinadas a su producción, cuya gran mayoría se encuentra en la Región de Coquimbo, convirtiendo el Norte Chico en la huerta alcachofera del país. La alcachofa es baja en calorías, antioxidante y antiinflamatoria, y es muy recomendada en las dietas que persiguen bajar de peso. Es rica en fibra, vitaminas A, B, C y E, potasio, calcio, magnesio y fósforo. Es un diurético excelente, útil para aliviar trastornos como la infección de vejiga y uretra, eliminar las piedras en el riñón, el exceso de ácido úrico y urea.

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Poco importa el aspecto para elegirla. El truco es apretar la planta cerca del oído. Si escuchamos un crujido está fresca. Una vez cocida es preferible consumirla dentro de 24 horas, y para conservarla lo ideal es envolverla en plástico y refrigerarla. Si se compra con tallo, se puede mantener en agua, igual que una flor ornamental.

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En una olla saltear la cebolla en aceite, añadir sal y pimienta. Retirar del fuego e incorporar el perejil picado, jamón crudo, pan rallado y las cuatro cucharadas de queso parmesano. Rellenar con esta mezcla los fondos de alcachofa, espolvorear el queso rallado restante y distribuir en una olla o en una fuente para el horno. Agregar el vino y la hoja de laurel. Llevarlo al fuego durante 20 minutos o hasta que el queso se vea derretido.


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NOSTALGIA

Los personajes de mi vida

Un viaje de antología Texto Patricia Morales

Ilustración Holly Jolley

El fin de semana fui con amigas a la playa y apenas entramos a la carretera pensamos en la música que nos acompañaría en el camino. “Busca canciones románticas de los ‘90”, dijo una. Así llegamos a Antología, de Shakira. Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que escuché esa canción. Estaba en séptimo y una amiga llegó con el casete al colegio. Han pasado más de 20 años, y vernos cantando juntas en el auto a todo volumen la frase “pero olvidaste una final instrucción, porque aún no sé cómo vivir sin tu amor”, me hizo pensar en todos los momentos que he compartido solo con mujeres, con amigas. Desde los 13 años, cuando vivimos el primer desamor y creíamos que el mundo se nos acababa, hasta ahora, cercanas a los 40, cuando los problemas son otros, pero se sienten tanto más pequeños cuando se comparten con ellas. Creo que esto también es parte de la sororidad. Si bien ‘las alianzas entre mujeres para eliminar opresiones sociales’ es lo que mejor define el concepto, también me gusta asociarlo a momentos íntimos, como cuando nos acompañamos en la crianza o cuando nos damos fuerza para seguir. Por eso este viaje fue, literalmente, de antología. Porque lo pasamos increíble, porque nos encontramos con nosotras mismas antes de ser madres, pero también porque recordé que con mis amigas tengo códigos que se activan con una simple canción y que me hacen saber que contaré con ellas para siempre.

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ESPECIAL PAULA.CL

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Muerte


Revisa nuestro especial Muerte en Paula.cl

Las doulas de la muerte Por Alejandra Jara

Así como algunas mujeres brindan apoyo profesional y emocional a las embarazadas antes, durante y después del parto, también existe un grupo que acompaña a las personas durante la etapa final de sus vidas. Enfermeras, psicólogas, auxiliares de enfermería y cuidadoras cuentan cómo enfrentan la partida de sus pacientes y las lecciones que han sacado sobre la muerte. “¿Has visto morir a alguien?”. La psicooncóloga Verónica Robert (57) asiente con la cabeza cada vez que escucha esta pregunta. “Sí, lo he visto”, responde con voz pausada y mirando a los ojos a su interlocutor. “¿Quieres que te cuente cómo es?”, continúa ella, mientras en su mente busca los recuerdos del momento en que partieron dos de sus pacientes. “Lo primero que les pregunto es qué les preocupa y si tienen un miedo en especial. Lo más común es que tienen miedo a morirse. También les preocupa cómo quedarán económicamente sus familias si a ellos les pasa algo, y si podrán soportar los tratamientos”, relata la profesional sobre este proceso. El temor a enfrentarse a este momento está presente en la mayoría de los pacientes que atiende Verónica, pero es especialmente fuerte en aquellos diagnosticados con un cáncer avanzado. “Siempre les digo que la partida de las personas con cáncer es bien amable, porque no hay dolor. En

Fotos Mila Belén

algunos casos buscamos en internet historias de quienes han estado a punto de morir. En esos testimonios siempre aparece el relato de un túnel oscuro que está iluminado, pero que no asusta a los que transitan a lo largo de ese camino. Eso logra disipar ciertos miedos”, explica. El miedo a la muerte, a dejar a la familia y los seres queridos, a los tratamientos médicos e incluso a la caída del pelo no son las únicas emociones que manifiestan los pacientes. Es común que también muestren arrepentimiento por las cosas que hicieron, pero por sobre todo las que no hicieron. “Lamentan no haber concretado sueños, ya que uno tiende a proyectarse mucho y muy a largo plazo, o porque se quedaron pegados en situaciones como no haberse reconciliado antes con un familiar o un amigo”, explica. Y así lo muestran las estadísticas. Un estudio de la Universidad Católica y el Parque del Recuerdo reveló que solo un 30% de las personas piensa en la muerte, y apenas un 21% habla del tema. Una realidad que también ve a diario Paula Medeiros (35), enfermera coordinadora de una Unidad de Cuidados Paliativos de un reconocido centro de salud que entrega atención integral a personas con enfermedades incurables avanzadas. “Como sociedad nos cuesta abordar el tema y normalizar este momento como uno más, aunque es la única certeza que tenemos a lo largo de nuestra vida”, dice. Durante toda su carrera profesional Paula ha convivido de cerca con la muerte. Tras un conteo mental rápido, cree que ha visto partir a más de 300 pacientes en sus distintos lugares

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de trabajo: la Unidad de Cuidados Paliativos de la Red de Salud UC Christus, el Hospital San Juan de Dios en Sevilla, en España; la sala de enfermos terminales del Hogar de Cristo, la Fundación Las Rosas y los hogares de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, India. “Nos hace falta hacernos cargo de que eventualmente la etapa en la que estamos va a pasar. Tener más conciencia de eso y así estar preparados para un final que es inevitable”. Pero no solo de cáncer o de enfermedades incurables mueren las personas en Chile y en el mundo. La vida de un individuo puede terminar producto de un accidente laboral, un atropello o un infarto, sin darle tiempo de despedirse de sus queridos, ni a las familias de prepararse para este difícil momento. Esta es una situación a la que los funcionarios de los servicios de urgencia de postas, hospitales y clínicas se enfrentan a diario. Las enfermeras Emely Farías (26) y Carolina Guzmán (27) conocen bien esta realidad y calculan que han visto morir, directamente, entre 50 y 70 personas en sus casi tres años de experiencia profesional. “Es fuerte cuando ves al primer fallecido en el recuperador. Pero después las muertes se suman y suman, y uno se va acostumbrando”, dice Emely, sentada en una de las salas de la residencia de enfermeras mientras de fondo se escuchan sirenas de ambulancia y ruidos de camillas que transitan por el pasillo. A diferencia de lo que pasa en las clínicas, son pocas las oportunidades que tienen estas enfermeras para generar vínculos más profundos con sus pacientes por la vorágine de su trabajo. Pero eso no significa que no logren darse cuenta de las batallas que dan las personas antes de morir. “Una vez me tocó ver a un paciente de unos 50 años que estiraba su mano derecha como si quisiera agarrarse de la camilla mientras lo estábamos reanimando en el recuperador. Luchaba por no irse, pero lamentablemente, pese a todos nuestros esfuerzos y a 40 minutos ininterrumpidos de trabajo, falleció”, relata Carolina. Ambas también han sido testigos de cómo los pacientes esperan a sus familiares. Y hacen todos los esfuerzos posibles para que logren su último deseo, aunque eso incluso les signifique desafiar las reglas. Emely relata un episodio en que intervino para que una guagua de 2 años pudiera ver a su papá, pese a que está prohibido el ingreso de menores de edad a las salas de

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pacientes hospitalizados. Se trataba de un joven de 24 años con cáncer testicular en estadio avanzado, y cuya muerte sería inminente. “Cuando subieron al niñito a la camilla su papá logró sentarse y jugar con él, pese a que estaba super mal. Una hora después el joven falleció. Estaba esperando poder despedirse de su hijo”, agrega. Emely y Carolina creen que los pacientes saben cuándo van a morir, porque muchas veces ellos mismos les verbalizan que ‘les queda poco’. Con el tiempo y la experiencia han aprendido también a reconocer otros indicios de que las personas fallecerán pronto, más allá de lo biológico. “Es algo subjetivo, pero diría que la piel se pone más grisácea y la mirada está perdida. Es difícil de describir”, agrega. En esto coincide la técnico paramédico y coordinadora de personal de una residencia ubicada en La Florida, Jeshica Arrellano (46), quien trabaja principalmente con adultos mayores. “En la agonía la cara cambia. Del dolor pasa a un estado de tranquilidad, y los pacientes llaman a sus seres queridos, a sus padres, a sus hermanos”, asegura. La enfermera Camila Morales (26), del servicio de oncología de una clínica de Santiago, que ha visto fallecer a unos 40 pacientes durante su carrera, ha aprendido que las personas “mueren en su ley”. “Uno a veces los escucha decir: ‘Me quiero morir solo’ y, aunque en los últimos momentos los enfermos suelen estar acompañados en la pieza por sus familiares, basta con que estos salgan cinco minutos a fumarse un cigarro para que ellos partan”. Ahí es cuando Camila se repite a sí misma: “Qué sabio que es todo”. A algunas personas también les gusta idear su despedida: desde la música del funeral, las flores o las actividades que les gustaría que realizara su familia. La técnico en enfermería Rosa Santibáñez, también funcionaria de un servicio de oncología, ha visto fallecer a más de 200 pacientes. A varios los ha sorprendido desvelados durante la noche, mientras anotan en un cuaderno algunos de estos pensamientos. “Les piden a los familiares que les traigan su pijama favorito o algo rico para comer”, comenta. Rosa, junto a sus colegas, tienen algunos ritos cuando un paciente fallece: “Abrimos la ventana de la pieza para que salga su alma, también nos persignamos y hacemos una


especie de reverencia para mostrar nuestros respetos. Los hemos conocido por tanto tiempo que queremos participar de este momento tan íntimo”, explica. Al minuto de su muerte, a la enfermera Camila Morales le gusta retirarles todos los invasivos a sus pacientes, como las agujas y las sondas. “Las compañeras de mi turno lo tienen clarísimo. Y en ese proceso nunca dejo de llamarlos por su nombre y relatarles lo que estoy haciendo”, agrega. Para Jeshica Arellano es importante tomarles la mano y acariciarles la cabeza, para que sientan que no están solos. Luego trasladan el cuerpo a una sala especial de color blanco que está adornada con un ramo de flores, una Biblia, una

Los chilenos evitan hablar de la muerte. Un estudio de la Universidad Católica y Parque del Recuerdo reveló que solo un 30% de las personas piensa en la muerte y apenas un 21% habla del tema.


virgen y un crucifijo, donde los preparan para que se lo lleve la funeraria. En su experiencia, la enfermera Paula Medeiros explica que el momento de la muerte es doloroso, pero también emocionante. “Hay silencio, cambio en el tono de voz de las personas presentes, un respeto implícito de quienes están al lado del fallecido”, explica. Así como las familias viven un duelo con la muerte de un ser querido, las enfermeras, técnicos paramédicos y psicólogas también transitan por el suyo. A veces lloran, se sienten cansadas físicamente e incluso mantienen con el tiempo contacto con los padres, hermanos o hijos de sus pacientes. “Hay muchas cosas escritas: que uno no tiene que ir a los funerales ni darles la mano cuando ya va a llegar el minuto, pero yo me he ido armando mi propio marco teórico para tratar el tema. Para mí esto es mucho más sano al hacer el cierre”, explica la psicooncóloga Verónica Robert. Porque ellas no solo los cuidaron y atendieron, sino también comparten y aprenden de todos sus pacientes. “Uno se empieza a dar cuenta de que hay muchas cosas que importan

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bien poco, sobre todo lo material. Lo único importante es tener gente que te acompañe en los momentos difíciles”, explica la enfermera Camila Robles. Las técnicos paramédicas Jeshica Arellano y Rosa Santibáñez lo que más valoran de este trabajo –pese a los momentos dolorosos– es la oportunidad de conocer los sentimientos y emociones más íntimos de los pacientes. “Te confían algo, se atreven a decirte que quieren llorar porque están cansados o asustados”, dice Rosa. Jeshica agrega: “En mi caso, siento a los adultos mayores como mis hijos y los cuido como si fueran mis padres”. Las enfermeras Emely Farías y Carolina Guzmán cuentan que estar tan expuestas a la muerte les ha enseñado a no dar la vida por sentado. “Uno a veces se angustia por tonteras, y no te das cuenta del sufrimiento que tiene el de al lado”, comenta Carolina. Emely, por su parte, confidencia que siempre trata de estar en paz con su familia: “Les digo todos los días que los quiero y también trato de no pelear por tonteras, porque sé que podemos irnos sin haber tenido la posibilidad de reconciliarnos”.



MODA

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Belleza en invierno Producción Nacho Rojas y Ornamenta Studio Foto Nacho Rojas y Ornamenta Studio Asistente Leslye Rubio Agradecimientos @azahar_flores y Rodrigo Bravo

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1. Set jabón glicerina, $2.390, Idem en farmacias Cruz Verde. Set jabón de glicerina, $2.990, Afrecho en farmacias Cruz Verde. Jarra, $16.990, Falabella. Vaso, $4.990, Falabella. Bol, $2.990, Roberta Allen en Falabella. Esmalte, $1.190, Colorama. Perfume Carat, $109.990, Cartier. Crema facial antiedad, $8.299, Hxekpon. Esponja natural, $.4990, en farmacias Salcobrand. 2. Marco acrílico, $19.990, Create and Barrel en Falabella. Rubor Naked, $24.990, Urban Decay, Perfume Bella Rosa, $76.990, Oscar de la Renta. Perfume La Panthere Legere, $99.900, Cartier. Posavela, $29.990, Create and Barrel en Falabella. Monolith Series, desarrollados en combarbalita por Rodrigo Bravo.

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1. Crema, $19.990, Harakeke. Tratamiento capilar, $31.200, Moroccanoil. Agua de colonia, $4.590, Barzelatto. Huile Prodigieuse, $27.499, Nuxe. Esmalte Super Stay, $2.990, Maybelline. Tetera, $59.990, en Falabella. Garrafa, $12.990, Falabella. 2. Perfume Mademoiselle, $69.990, Rochas. Vaso, $3.990, Falabella. Labial, $5.190, Maybelline. Acondicionador, $3.990, Herbal Essences. Jabรณn Fitolab, $4.990, en @lacasona.cl.

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COLUMNA

Crianza

La pareja después de los hijos Por María José Buttazzoni

Ilustración Sofía Valenzuela

Entre todo lo que trae la vida con hijos, a muchos se nos olvida preocuparnos de la pareja que fuimos, esa enamorada, soñadora, llena de planes y proyectos. Conversamos poco, con suerte logramos terminar una frase. Nos vamos distanciando a pasos agigantados y cada uno se enfrasca en sus propias preocupaciones, deberes y responsabilidades. Las discusiones tontas parecen estar a la orden del día y los espacios de encuentro a solas son casi nulos. Es común que mi marido me espere acostado mientras yo acompaño a los más chicos a que se duerman, pero me duermo yo también y cuando vuelvo a mi cama, él ya va en la etapa REM del sueño. La vida sexual de las parejas criando pasa a ratos perdida la pobrecita. Y si la encontramos por ahí, está con síntomas graves de deshidratación y cuesta revivirla. Se empieza a extinguir la intimidad que antes de los hijos nos mantenía unidos. Y es dañino, es solitario, es triste, pero tiene solución. Esta comienza por darle espacio a la intimidad. Dejar que nos vean, que vean dónde estamos parados, qué estamos sintiendo. Mostrarnos también vulnerables. Es también fundamental aumentar la cantidad de tiempo en que estamos juntos. Y este paso es difícil, ya que la mayoría del tiempo es consumido por el trabajo de cada uno y luego por las responsabilidades de la casa y los hijos. Pero esta falta de tiempo para la pareja es probablemente el mayor culpable de que nos sintamos poco conectados. No basta solo la calidad del tiempo que estamos con el otro, sino que también la cantidad. Como es difícil encontrar ese tiempo, una gran forma es irse un par de días solos para reencontrarse y reconocerse. Buscar un momento para conversar, comer juntos, reencontrarnos físicamente y retomar nuestra vida sexual sin apuros ni pánico de que llegue un hijo a la pieza. Debiera ser mandatorio que las parejas podamos escaparnos una vez al año para ver de nuevo a la persona de la que nos enamoramos, acordarnos de las cosas que nos atraían y descubrir lo que aún tenemos en común. Disfrutar juntos va a permitir poder retomar la crianza llenos de energías renovadas, con mejor sentido del humor, conectados y queriéndonos, lo que de seguro repercute en el bienestar de los hijos.

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LECTORAS

Hablemos de amor

Amiga, no te quiere Por Estela López García

an pasado siete años desde que mi amiga Carolina me presentó al chico con el que estaba saliendo. Esa relación de adolescente se ha convertido en una mochila difícil de cargar para ella y su entorno. Como amiga siempre le creo el cuento del lobo que nos relata, mientras soy testigo frustrado de cómo se apaga su fuerza. Esta vez dice que no volverá con él, ella se lo cree, yo solo me detengo unos segundos mientras escribo, cruzo los dedos y pido que sea la definitiva.

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Ya no sabe cuántas veces han terminado. Perdió la cuenta desde hace mucho tiempo. Le propongo un cálculo: dos veces al año. Es decir, catorce veces. Ella se decide por otro número: quince, me dice. La penúltima parecía ser la definitiva. Había pedido ayuda de una profesional que en la primera sesión habló de la codependencia. Y aunque no volvió a la segunda consulta, ese concepto le quedó dando vueltas. Carolina tenía 24 años cuando me lo presentó. Fue de los primeros encuentros públicos, y todo lo que le habían hablado de él parecía cumplirse al pie de la letra. Me llamó la atención, sin embargo, que gran parte de la noche Diego conversara entusiasmado con Pamela –otra compañera de mi amiga–, riéndose con ella y masajeando su brazo. Pero cuando se lo comenté a Carolina, ella le restó importancia. Vivían en la misma comuna y eso facilitó las cosas. Los padres de Diego estaban felices de tenerla en su mesa dominical y los padres de ella la veían contenta, y con eso les bastaba. A medida que la relación se fue consolidando, Carolina se fue volviendo difusa. De pronto empezó a evitar situaciones que lo pudieran tentar a él de consumir alcohol en exceso. “Es mi forma de ayudarlo”, solía decir. La empecé a ver menos y supuse que si algo andaba mal recurriría a mí sin dudarlo.

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Que perdieran los pasajes a México para sus primeras vacaciones, porque ella no quería viajar “así” con él, me hizo ruido. Luego, una llamada telefónica en que él le contaba que casi se ahoga en la tina de no ser por su gato que lo despertó fue el botón de pánico que se me activó sin vuelta atrás. ¿Qué sabía de él? Que era psicólogo y que vivía con sus padres. ¿Y de mi amiga? Que desde pequeña evitaba los enfrentamientos, que prefería no dar su opinión en los debates y que era a quien acudías para mantener la calma y los pies en la tierra. Y que pudiendo elegir entre todos los que suspiraban por sus ojos celestes y sonrisa perfecta, nunca tuvo suficiente confianza en ella. Los meses de relación se fueron transformando en años y los años fueron acumulando rupturas. Por esa época, ella fue diagnosticada de celíaca y él estuvo a su lado en ese proceso. A partir de ahí, de alguna forma ella se sintió en deuda. Llegó un punto en que ya no decía cuando terminaba, y en que yo dejé de preguntar cómo iba su relación. Lo cambié por un ‘¿y cómo está tu corazón?’. Sus respuestas eran monosilábicas y evasivas, excepto cuando se me aparecía en los sueños. ‘Soñé contigo’, le decía, y con cierto asombro y sin defensas ella empezaba a hablar. La falta de información nos obligó con otra amiga a buscar señales. Si nos invitaba a tomar un café un domingo, ya llevaba al menos dos semanas sin él. Si cerraba alguna red social, estaba tratando de que él no supiera de ella ni la contactara. Si pasaba días sin contestar, es que le daba vergüenza decir en qué andaba. Si adornaba su foto de perfil es que ya habían vuelto a salir. Y si ya no podía quedarse a un café, es que todo había vuelto a fojas cero. En las quince y más veces que han terminado, le he creído. Pero cómo no creer cuando me escribe: “Ya no tengo energía. Terminamos y de corazón espero que sea definitivo”.


¿Tienes una historia de amor que contar? Escríbenos a hola@paula.cl

No tengo otra opción que apoyarla y poner en marcha un discurso que he ido puliendo con los años. Le hablo de casos de éxito, de amigos que tocaron fondo en penas de amor y lo superaron. De una amiga que pololeó ocho años y que solo seguía en la relación porque se había convencido de que no iba a encontrar a nadie que la amara como él. Hoy esa amiga viaja sola por el otro extremo del mundo y eligió amarse a ella antes que todo. ‘¿Es el hombre de tu vida?’, le pregunté una vez. Pensé que si me decía que sí tendría que entenderla. Pero fue categórica: ‘no’, me dijo, y dio argumentos como que ha pasado tanto tiempo que no se imagina con otra persona, que está en terapia, que encontró un trabajo estable, que está dispuesto a irse de la casa de sus padres, que está cambiando, que esta vez sí resultará. La última vez me contó que estaba disfrutando de las fiestas de fin de año. “Todo esto es porque terminé con Diego –decía–, y esta vez quiero que sea definitivo”. Lo máximo que han estado ‘terminados’ ha sido tres meses, y ahora me doy cuenta de que esta vez podría superar ese límite. Cada vez que pasa esto me invade la esperanza, y la caída es siempre igual de frustrante. Su experiencia me conecta con mis mayores temores. Hace 10 años terminé una relación dañina de cinco años. Solo pude hacerlo cuando me fui de intercambio a España, y a Carolina le paso proponiendo esta y otras recetas. Se lo digo porque me angustia imaginar mi vida sin haber dado con ese antídoto, porque en esa vida me vuelvo predecible. Ojalá Carolina se vea con claridad: como una mujer de 32 años con sueños acotados, conformada y asustada de perder un presente que no la hace feliz. Estela es periodista y vive en Barcelona.

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LECTORAS

Hablemos de maternidad

Un cuerpo insubordinado y feliz

¿Tienes una historia de maternidad? Escríbenos a hola@paula.cl

Por Catalina Infante

ace unos años, cuando ni siquiera pensaba embarazarme, estaba con amigas y se acercó una conocida a saludarnos. Había tenido guagua hace poco, su guata todavía estaba abultada y presente, y ella la lucía con orgullo. Se veía radiante. Cuando se despidió de nosotras, el comentario general y entre risas de las mujeres de mi mesa fue: ¿por qué todavía tiene esa guata? Me costó entender que nadie más notara lo poderosa y feliz que se veía, y guardé silencio, en una complicidad de la que hoy me arrepiento. Si pudiera volver a esa escena, en un mundo imaginario donde actuamos con valentía y a tiempo con lo que creemos, les diría unas cuantas cosas a esas mujeres, que aunque ya no las tengo cerca, sus palabras y risas siguen en mi mente. Será porque ahora soy yo esa conocida que se acerca a una mesa a saludar, una mujer cuyo cuerpo se transforma fuera de la norma. Un cuerpo que se expande contradiciendo los límites de esa silueta que nos enseñaron como correcta. Un cuerpo que debe pasearse dando explicaciones por mutar y se desborda de manera tan desordenada y sin control.

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Cuando estás embarazada o fuiste madre hace poco tu cuerpo se vuelve algo público. La gente se siente con la libertad de opinar sobre él. Te encuentras con conocidos –y no tan conocidos– en la calle y lo primero que hacen es observarte de arriba abajo, en un escaneo rápido que dura la brevedad de un saludo. Hacen un chequeo de tu estado; quieren saber si se te nota o no la guata, si esa guata es puntuda o redonda, si está muy chica o demasiado grande. Acompañando esa mirada vienen los diagnósticos y consejos. Para las que fueron madres esto es peor: las observan para ver si bajaron de peso y volvieron a ser la de antes. Lo hacen con cariño, te dicen. Las mujeres estamos acostumbradas a ese trato, a que todos opinen de nuestros cuerpos. Pero frente a la maternidad la gente se libera de un filtro mínimo, como si tuvieran una licencia que permite descargar sobre ti las cosas más insólitas e impertinentes.

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Me niego a aceptar esto como una realidad normalizada a la que debo acostumbrarme. Quiero saber si es solo mi percepción, así que converso con amigas, embarazadas, puérperas y algunas psicólogas. Todas se quejan de lo mismo. Las molestan porque están muy flacas o porque subieron demasiado. Las asustan porque su guata es muy baja y el bebé puede nacer prematuro, o porque la guata es muy puntuda y se pueden caer de frente. Incluso les predicen –cual chamanes adivinos– el sexo del bebé. La cosa después del parto no mejora; a algunas las felicitan porque “no se les nota” y a las que se les nota las hacen bolsa. Quiero entender por qué un proceso fisiológico y espiritual tan sagrado se reduce e interrumpe por estos comentarios físicos. Escuchar las opiniones de la gente sitúa a las madres no solo en un estrés y ansiedad ante los cambios de su cuerpo, sino que las saca de su poder, las infantiliza. Nos ponen en la esfera de lo frágil, lo raro o lo enfermo como si fuéramos niñas a las que deben ayudar. Pienso que, más que por ‘preocupación’, la gente comenta nuestro físico porque la maternidad les atemoriza. Nos miran con recelo porque saben que algo allí es indomable y desconocido. Una mujer embarazada remite a esa naturaleza que no se controla, a un cuerpo que crece y se amplía siguiendo sus propias formas naturales; puntudas, redondas, gruesas, disímiles, insubordinadas, libres, felices. Un cuerpo al que no le interesan las pautas corporales, la moda ni la neurosis sobre el peso, sino simplemente dar vida. La maternidad es un proceso físico intenso, profundo, inentendible muchas veces, que por más que se intente no puede reducirse a mitos sobre el tamaño de la guata y mucho menos presionarse al estrés de volver a su estado ‘original’. La vida en esta etapa nos da quizás la lección más importante, y una que produce aprensión al resto: el cuerpo es un territorio libre, no puede ni debe nunca tratar de homogeneizarse a otros. Cada uno en sus formas disímiles es único y perfecto para la vida. Catalina Infante Beovic es escritora, editora y una de las dueñas de Librería Catalonia.



MERCADO

Una revolución del calzado

Estilo y salud visual

Una cartera para mujer

La nueva línea de Columbia – SH/FT– tiene una estética moderna y presenta distintas opciones de colores. Además cuenta con comodidad atlética, ofreciendo funcionalidad al aire libre con la mejor tecnología transpirable a prueba de agua de su clase.

Los anteojos anti Blue Light cuentan con cristales que bloquean al 100% los rayos UVA, UVB y filtran el exceso de luz azul, para proteger los ojos de la luz de alta energía. Fueron diseñador por la NASA y son increíblemente fuertes.

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En tiendas Columbia y Columbia.cl

En tiendas Rotter & Krauss

www.carterasecret.cl



SOCIALES

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Adiós a las manchas Con un rico desayuno, Eucerin lanzó su nueva línea AntiPIGMENT, el hito más importante en la marca de los últimos 15 años. Tras 10 años de investigación, Eucerin logró descubrir y patentar el Thiamidol, ingrediente que actúa en la raíz de las manchas. 1. María Paz Blanco 2. Mariana Derderian y Ale Del Sante 3. Virginia Demaria 4. Yulia Savchenko, Rosario Allende y Macarena Jordán 5. Bárbara Meza

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Dulce Aniversario Con más de 300 de invitados, Varsovienne celebró en el Teatro Municipal su Aniversario 65 con un ambiente decorado con exquisitas estaciones para degustar, recordar y descubrir nuevos sabores, texturas y aromas. 1. Sofía Stitchkin 2. Tere Irarrázabal 3. Patricia Larraín 4. Trinidad de la Noi, Rodrigo Cisternas y Catalina Izcue 5. Melina Noto 4

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ORÁCULO

Sólo necesitamos respeto y amor Texto Ariel Richards

Sugerencia: Si alguien quiere negociar contigo en cualquier área, no transes. Número: 3.000, el monto de dólares que Vivian y Edward acuerdan por estar juntos la primera noche que se conocen. Color: Rojo, el pelo natural de Vivian y del vestido que usa para la ópera. Canción: Respect, de Aretha Franklin.

Ilustración Gertrudis Shaw

Originalmente Pretty woman (1990) era un drama sobre la prostitución en Los Ángeles y los sueños de una adicta a la cocaína. Pero a medida que comenzó el rodaje sus creadores se enamoraron de la protagonista y decidieron redibujarla como una mujer que no tuvo una vida fácil, pero que finalmente sólo quería respeto y amor. Para esto la volvieron más empática. Los astros de esta semana, con Marte en Virgo, eligieron a Vivian Ward, la adorable y honesta prostituta de peluca rubia y bucaneras que inmortalizó Julia Roberts. Y su llamado es a inspirarnos para trabajar nuestras relaciones ocupando el corazón. Si bien al principio la dinámica entre Vivian y el ejecutivo Edward Lewis, quien contrata sus servicios por una noche, está mediada por una transacción económica, no tardan en aparecer entre ellos los afectos. El aprendizaje es valorarnos. Muchas veces nos dejamos pasar a llevar en nuestras relaciones amorosas, laborales o familiares, y Vivian nos recuerda que debemos entender lo que valemos y exigir respeto. Mostrémonos vulnerables, empáticas y abiertas sin transar nuestra forma de ser. Después de todo, detrás de las rígidas etiquetas y de los roles sociales que interpretamos están siempre nuestros sentimientos: vivos, complejos y profundos.

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