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Cambié y Cambió el Mundo P. José Pastor Ramírez, SDB rjosepastor@gmail.com
Miedo y amenaza, no educan Distinguidos lectores del Boletín salesiano: Les presento el tercer artículo de la serie La fuerza educativa de la presencia. El que he titulado: Miedo y amenaza, no educan. Continuamos en la profundización de lo que significa estar presentes para los hijos y para los educandos. Ello implica, básicamente, cuatro condiciones esenciales: que se sientan seguros, se sientan vistos, que se sientan consolados y que se sientan a salvo. Una de las primeras responsabilidades de los progenitores es brindar seguridad a sus vástagos. Esto podría parecer obvio, pero no lo es. Si los padres y educadores efectúan un análisis concienzudo de sus comportamientos con los pequeños y adolescentes posiblemente descubrirán que experimentaron miedo, cuando tenían la misma edad que sus hijos, por algo que se dijo o se hizo y que en el sistema familiar actual se ha vuelto normalidad. El miedo genera inseguridad en los pequeños. De igual modo, los malos tratos, las negligencias y otras experiencias adversas, mueven en ellos el sentimiento del miedo. Cuando se tiene miedo no se está seguro. La seguridad aquí tiene que ver tanto con lo físico y lo emocional, como con lo espiritual y lo relacional. Se ha de ser consciente de que un buen número de hogares presentan, vistos desde fuera, buenos niveles de seguridad. Sin embargo, internamente las relaciones familiares son un infierno. A los pequeños se les critica y grita por nimieBoletín Salesiano Antillas
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dades. Incuso, injustamente. Los conflictos relacionales de los cónyuges tienen consecuencias nefastas en los chicos: viven en tensión, no se concentran, tienen miedo a perder uno de sus progenitores, se les dificulta conciliar el sueño y pueden tener sueños pesados o pesadillas. Entre otras formas de maltratos que genera inseguridad en los infantes están: no permitirles manifestar sus sentimientos, como también prohibirles llorar en respuesta a la ira o las críticas de uno o ambos padres. Erróneamente, algunos progenitores están convencidos de que la dureza de carácter en la crianza forja el crecimiento maduro y equilibrado del infante, y no es así. Es todo lo contrario. Tales circunstancias hacen que los infantes se sientan amenazados e inseguros. Seguridad es contrario a amenaza. Seguridad en lo que respecta al “apego seguro” comienza por la supervivencia básica y por atender las necesidades físicas de los hijos, como: alimento, cobijo y protección. También tiene que ver con la salud en general. Proteger la salud evitando los productos chatarra y educar para una nutrición sana. Eso es velar por la seguridad. En caso de que aconteciese una amenaza, el niño acude instintivamente a su progenitor. Así lo determinan sus genes y el cerebro; estos han evolucionado a lo largo de miles de años y llegan a la convicción profunda, perdurable y automática de que la misión de su cuidador es velar por su seguridad. El cuidador ayuda a sentirse seguro. Esta sensación de sentirse seguro surge de la experienMayo-Junio
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2021