En la Mira Lic. Aimée Rosa | MA Dir. Com
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Cuando escucho la palabra ´´Teteo´´ (en lo adelante lo abordaré en mayúscula porque es el prota de esta ´´movie´´), intento hacer un ejercicio de empatía a ver si la errada soy yo, o si quizás es que como no me han invitado a uno, pues desconozco el grado de ´´paraíso´´ o de éxtasis del que me estoy perdiendo. De hecho, he llegado a la conclusión de que es el Teteo algo igual, parecido o superior al agua, tan necesario como la energía eléctrica en el hogar, tan fundamental como el oxígeno para vivir. Es más, entre los derechos del ser humano, después de alimentación, techo digno, educación, debe estar el Teteo. Se trata de una especie de imprescindible que, si lo erradican, nadie vive. Por más leyes, reglas, multas, toques de queda, patrullas, decretos y horarios de encierro, no hay quien pueda con los Teteos. Para entenderlo mejor, aquí las ecuaciones que esclarecen todo con respecto a este gran fenómeno.
Dormir-Comer-Trabajar+Respirar=Teteo Teteo=Oxígeno=Sobrevivir. Aparentemente, sin Teteto no hay vida, señores. Lo que antes era el Telecable, ahora es el Teteo. Ya no es: ´´no hay vida sin telecable´´, sustituye Telecable por Teteo y lloremos juntos. Recuerdo cuando en mayo, junio, esos meses inolvidables del primer semestre de la pandemia, orábamos a favor de que los médicos y expertos encontraran la solución científica a este mal. En otras palabras, rogábamos a Dios para que fuera posible una vacuna que detuviera esta maleza mundial. Hoy, con no una, sino varias opciones de laboratorios cuya efectividad es alta, vacuna tenemos y el problema va más allá. La cerrazón humana, el nivel de brutalidad o ignorancia (ojo, nada tiene que ver con la formación académica) que nos carcome los sesos, es verdaderamente deprimente. Ese afán de ir siempre en contra de la corriente, ir contrario a los cánones, vivir de espaldas al bien común, es hasta peor que el mismo virus. Esa mentalidad del yo primero, yo después y si queda un espacio, yo, nos ha nublado la razón. Si nos trancan para obligarnos a estar en nuestros hogares temprano, pues el horario de los Teteos se mueve a matutino y ´´no cogemo´ esa´´. Si las discotecas y bares los cierran para evitar aglomeraciones sin mascarillas, Boletín Salesiano Antillas
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pues olvídate, que el Teteo lo armamos en casa desde las 6am, sin problema. No se miden las consecuencias, solo se piensa en el ahora y en el ´´yo quiero´´, al demonio el país, las secuelas, las estadísticas, el resto de la familia, nuestros hijos, nuestros padres, nuestros abuelos. Al demonio todo, menos mi interés personal, mi placer, mi gozo momentáneo, mi minuto de fama en las redes. Estamos ya viejos para comenzar a darle más cerebro a las cosas, pero como nunca es tarde para aprender a crecer como seres humanos, se hace cada vez más inevitable saber que no estamos solos en el mundo. Vivir sopesando mejor nuestros actos, pensando más hasta dónde llegarán nuestras acciones, a quiénes alcanzarán; medir no solo lo que decimos, sino el cómo vivimos, debería ser una de las tantas enseñanzas que la pandemia ha traído. No permitas que tu sentido de lógica y tu nivel de raciocinio se lo carcoman las hookahs, los challenges de tik tok, el alcohol adulterado ni la desesperación de que todo el tema Covid se acabe. Que nuestra capacidad de análisis nunca nos haga ver donde no hay (como los que aseguran que la vacuna es un venenochip mortal), o cegarnos ante lo que necesita de nuestra colaboración y aporte para erradicarse. Julio-Agosto
de
2021