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La Voz del Inspector P. José Pastor Ramírez, SDB rjosepastor@gmail.com
Los
laicoscofundadores de la obra salesiana
Cada obra salesiana de la Inspectoría representa una antorcha que encendieron salesianos y laicos en un momento determinado de la historia.
Don Bosco fundador quiso al frente de su obra una comunidad de consagrados, que dedicaran toda su vida como educadores y misioneros a los jóvenes. Tal comunidad de consagrados se verifica en una casa y en una obra salesiana que se inserta en una realidad cultural para responder a las necesidades de los pobladores tal como lo hizo Don Bosco educador. Consciente de la responsabilidad carismática que el Señor le había confiado, Don Bosco, se dedicó con prioridad a la formación de sus primeros discípulos. Por tal motivo, “Es imposible pensar en Don Bosco fundador sin pensarlo también como formador”. Es por tal motivo que cada salesiano ha de ser un formador primero de sí mismo y luego de la comunidad educativa a la que pertenece. El Santo Turinés, no se limitó a buscar colaboradores: los llamó a ser, en cierto modo, contemporáneamente discípulos y maestros, a convertirse en “cofundadores” con él”. Cuando una comunidad salesiana se inserta en una realidad cultural dando como resultado una obra, ha de saber identificar laicos con alto sentido de pertenencia para que se conviertan en “cofundadores” de la obra y en miembros de la Familia Salesiana (FS). Cuando una casa, un país, una inspectoría celebra momentos importantes de su historia lo hace junto a los laicos, a los llamados “cofundadores”. No es posible pensar el desarrollo de una obra en el tiempo sin tomar en Boletín Salesiano Antillas
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cuenta a los laicos. Por tales motivos, invito a los Directores de las casas salesianas que en los próximos años celebrarán momentos importantes, que conviene plasmar una historia que haga justicia a los salesianos, a la Familia Salesiana, pero también, y, sobre todo, a los laicos “cofundadores”. Cada obra salesiana de la Inspectoría representa una antorcha que encendieron salesianos y laicos en un momento determinado de la historia. Esta tea ha pasado de mano en mano y todos han ido asumiendo el compromiso, no solo de mantenerla encendida, sino, sobre todo, de incrementar la llama para iluminar y calentar desde el carisma salesiano la realidad familiar y juvenil de un determinado territorio. En cada obra: el salesiano, la FS y los laicos tienen la gran responsabilidad de cuidar la identidad carismática, los primeros, los salesianos, la tienen por vocación; responder a la misión juvenil identificando sus necesidades más urgentes; proyectar la obra soñándola dentro de seis años. En tal labor es esencial contar con el Proyecto Orgánico Inspectorial (POI) que debe ser declinado a nivel local en el Proyecto Educativo Pastoral Salesiano (PEPS). Esta es la mejor forma de unir fuerzas para caminar juntos, alcanzando metas comunes. Todo ello se ha de realizar: viviendo la “paternidad carismática” desde el Sistema Preventivo como lo hizo don Bosco; haciendo realidad el sacramento salesiano de la presencia entre los jóvenes; creciendo en la convicción de que estamos llamados a formarnos en la misión; asegurando el acompañamiento personal y grupal de los jóvenes; ofreciendo un ambiente rico de valores y de relaciones, fundado sobre la confianza recíproca y sobre la libertad interior. Se ha de tener muy presente que la vocación salesiana se manifiesta como una identidad dinámica que, aunque sea siempre la misma, es llamada a renovarse con fidelidad creativa y a encarnarse constantemente. El carisma salesiano es un fruto del Espíritu, y como tal, se renueva cuantas veces emite su profesión un candidato, porque este aporta su carisma personal al carisma de fundación. Julio-Agosto
de
2021