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Blanca Vázquez

Incipit.

Impermanencia.

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La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente. Carmen Martín Gaite

Han pasado tantos días desde que me dijeron que debía guardarme en casa para no enfermar, que no recuerdo con exactitud qué he hecho y qué he tratado de hacer. La casa que habito es pequeña, pero tengo en ella un estudio, el cual es un espacio grato para poder trabajar y hacer lo que me gusta; sin embargo, no podía estar en él porque me pasaba los días corriendo, yendo de un trabajo a otro, leyendo de madrugada y escribiendo donde se pudiera (cafés, patios de escuelas y hasta en la oficina) todo el día cargando en la bolsa no sólo documentos de oficina o universidad, sino comida, agua y libros; de manera continua pensaba “Cómo desearía quedarme en casa y poder leer todo el día, ver películas que no he visto o bien, escuchar ese podcast que me recomendaron…”, pero no imaginé que sin yo digerirlo, de un día para otro me sentenciaran “Quédate en casa”, un aislamiento social obligado, y así fue.

Reconozco que han sido días de emociones varias, que me permitieron tener tiempos para reflexionar sobre algunas situaciones personales, de pensar en la impermanencia y de todo ese miedo extendido alrededor del planeta; y claro, después pensar de qué manera podría ordenar mi biblioteca ¿Por autor, editorial, género, corriente, área? Al concluir esa misión sentí alivió y sí, sentí felicidad. El trabajo nunca se fue, ni se detuvo, todo desde nuevas

modalidades y nuevas conmociones; es tan frío esto de las cosas virtuales, pero al mismo tiempo me brindaba (y me sigue otorgando) certeza de estar con los otros, con todas aquellas personas con las que uno va conformando lazos familiares, de amistad, laborales o sociales.

Cuando nuestro director y editor nos dio la noticia del regreso de “delatripa: narrativa y algo más”, me provocó una gran emoción, otra vez resurgir y desempolvar mi columna “Incipit”, leer a las y los colaboradores y seguir haciendo esto que nos gusta.

Créanme que pensé en qué escribir en este regreso, pero mejor quise compartirles que aún en la soledad es que uno se siente cercano de aquellos con los que acompañamos la vida, y ésta nos ha dado lecciones, porque la habíamos olvidado, así como muchas veces se olvidan los libros en un rincón, o como cuando damos por sentado que aquellos a quienes amamos lo saben o sienten.

De vez en vez y de cuando en cuando de esta pandemia trato de recordar que

“estamos solos, vivimos solos y morimos solos. Solo a través del amor y la amistad podemos hacernos la ilusión, por un momento, de que no estamos solos…” así es como habitamos estos días, 1 buscando lecturas, conociendo y reconociendo autores, valorando el tiempo y los espacios, recordando emociones y vociferando dentro del pecho que la vida no se acaba hasta que se acaba, que el miedo debe quedar soterrado, que no hay peor cobardía que la de no saber vivir, que asomarnos a nosotros mismos es un reto y vernos en quienes nos rodean aún más, que observar los ojos de aquellos que se cruzan por azar en estos días de reclusión bien nos sirve para poder adentrarnos a su alma, porque es verdad que en la mirada tenemos tanto de nosotros.

Así que ha reafirmarnos en nuestras pasiones, a corregir nuestros malos episodios y a seguir con esta fiebre por compartirnos a través de la palabra, vaya, que sin ella no podríamos haber sobrevivido ¿no lo creen?

Orson Welles, productor, director, guionista y actor de cine estadounidense. Les recomiendo vean “Ciudadano Kane”. Itasavi1@hotmail.com Facebook: Blanca Vázquez Twitter: @Blancartume Instagram: itasavi68

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